1
2 1. PRIMERA LECTURA: LAS MATEMATICAS EN LA ANTIGÜEDAD GRIEGA
De Pitágoras se dice que fue el primero en señalar la matemática como una disciplina
libre; esto es, aquella que se cultiva no por utilidad sino por placer. Matemáticamente, el
legado de Pitágoras es invaluable. En la escuela pitagórica se desarrolló la primera teoría
abstracta de números y también la primera gran crisis con la aparición las magnitudes
inconmensurables.
No conocemos a ciencia cierta los desarrollos conceptuales de Pitágoras y Tales
debido a que carecemos de fuentes primarias. Sabemos de su existencia por antiguos
historiadores como Proclo1 , y especialmente por Aristóteles y Platón. Sin embargo,
pese al velo oscuro que los cubre, ellos ocupan un lugar privilegiado en la posteridad:
se les reconoce como los iniciadores de lo que con Euclides se convertirá en una manera
paradigmática de “hacer matemáticas”, la cual se ha mantenido vigente por más de
veinticinco siglos.
Naturalmente que esta forma particular de “hacer matemáticas” no fue producto de
un esfuerzo individual, sino que surgió en un espacio temporal de más de cinco siglos,
con el concurso de muchos pensadores, y que es lo que históricamente reconocemos como
“la antigüedad griega”. En este sentido se pueden reconocer tres períodos principales:
I Los presocráticos.
1
Proclo es considerado como uno de los comentadores más autorizados de Euclides. Vivió entre los
años 410 y 485 d. C. Lo interesante de Proclo, es que utilizó para sus investigaciones fuentes originales
griegas y también se basó en otros historiadores y filósofos. Su obra Comentario sobre el Primer Libro
de los Elementos de Euclides, constituye un legado invaluable para los historiadores de las matemáticas.
I La escuela de Atenas.
I La escuela de Alejandría.
Los presocráticos conforman el grupo de pensadores griegos más antiguos, los cuales
habitaron las colonias griegas del Asia menor, denominados también filósofos jónicos. La
escuela de Atenas se desarrolló en la parte continental de la Grecia antigua. La escuela
de Alejandría ocupó parte del continente africano, principalmente la ciudad fundada
por Alejandro Magno, y algunas islas del mediterráneo. Describamos algunos aspectos
cronológicos:
Filósofos presocráticos:
Tales de Mileto (640-550 a.C.).
Pitágoras de Samos (569-500)
Anaxágoras de Clazómene (500-428
a.C.)
Zenón de Elea (495- 435 a.C.)
Demócrito de Abdera (?470 a.C.-?)
Escuela de Atenas:
Platón (429-348 a.C.)
Eudoxo (408-355 a.C.)
Aristóteles (384-322 a.C.)
Escuela de Alejandría
Euclides (330-275 a.C.)
Arquímedes (287-212 a.C.) Según el cuadro de Rafael, La escuela de
Diofanto (236-152 a.C.). Atenas, Aristóteles y Platón ocupan la
parte central de la jerarquía intelectual del
pensamiento griego
Lo primero tiene que ver con el programa intelectual de Euclides, mientras que
lo segundo apunta a la manera como lo desarrolla. Proclo y otros comentaristas
han insistido bastante en lo segundo, atendiendo al hecho de que los Elementos,
históricamente, se han constituido en el derrotero de la actividad matemática. Desde
entonces, la determinación de los objetos matemáticos, la exposición de las proposiciones
que se refieren a sus propiedades, la forma de demostrarlas y la secuencia lógica de los
axiomas, definiciones y teoremas, guardan estrechas relaciones con el patrón de la obra
de Euclides.
Es necesario aclarar que Euclides no es el iniciador del método deductivo en
matemáticas. Al menos ya lo encontramos en la filosofía de Platón y Aristóteles.
Precisamente, la Metafísica y la Física de Aristóteles son de consulta obligatoria para
entender la dinámica de los Elementos. Podría decirse que algunos capítulos de estos
libros conforman la “introducción” de los Elementos. Si se quiere tener una comprensión
más completa de los trece libros que conforman esta obra, se hace necesario estudiar
textos filosóficos significativos del entorno intelectual en que fue escrita. Más allá de
los problemas filológicos, los Elementos responden a una necesidad teórica de la cual
Euclides es el intérprete. El método axiomático como tal trasciende la obra euclidiana.
Así como una pieza de Wagner, por sí sola, no nos explica el romanticismo en la música,
no podemos entender a cabalidad los Elementos sin tener en cuenta el contexto socio-
cultural del que procede. Eso puede explicar porqué algunas cuestiones de los Elementos
se manejan de manera tácita. Euclides las utiliza porque hacen parte del acervo cultural
de la época; representan los prerrequisitos que un lector debía poseer para abordar el
estudio del texto especializado.
Pero entonces, ¿en dónde encontrar las bases conceptuales necesarias para interpretar
los textos euclidianos?. La empresa es compleja y se corre el riesgo de caer en la
especulación pura. Afortunadamente existe una larga tradición de estudios consagrados
a revisar los conceptos y métodos usados por Euclides, comparándolos con autores
contemporáneos o de la época. Los más representativos son Platón, Aristóteles, Teeteto
y Eudoxo. Sabemos que algunos problemas, especialmente los correspondientes a la
teoría de los inconmensurables, fueron tomados de Platón y más concretamente de
Teeteto; y que la teoría de magnitudes en general y de las proporciones entre tales
magnitudes, básicamente se debe a Eudoxo. Pero las bases estructurales de su obra
corresponden a la filosofía aristotélica. Por lo menos las definiciones, los postulados y
axiomas están acordes con las concepciones de Aristóteles. Sabemos que es imposible
establecer una teoría matemática sin contar, por una parte, por lo menos con una
conceptualización de medida y de unidad y, por otra parte, sin tener una concepción
sobre su estructura deductiva. Precisamente estas preocupaciones constituyen uno de
los focos centrales de los pensadores más famosos de la antigüedad griega, especialmente
de Platón y Aristóteles. La filosofía platónica planta el germen de lo que en la filosofía
aristotélica aparece acabado y sistematizado. Platón traza los planos conceptuales de
aquello que en Aristóteles se constituye en un edificio: el edificio teórico que será tomado
como referencia durante muchos siglos.
La idea de entender los principios básicos de las matemáticas no es privilegio de la
escuela de Atenas. En el fondo, constituye una de las bases fundamentales del logos
griego. Lo encontramos de forma implícita en Tales de Mileto y de una manera ya
específica en Pitágoras. Por Aristóteles sabemos que los pitagóricos pusieron el énfasis
en el número como concepto fundamental, no sólo de las matemáticas, sino de todos
los aspectos de la existencia. Esto los llevó a cimentar el edificio matemático sobre la
aritmética, dejando la geometría como un subproducto del cual no se podía obtener
demostraciones satisfactorias. Pero esto se corresponde con toda una cosmología, una
concepción del mundo en la cual el número ocupaba un lugar privilegiado. Para
Aristóteles el núcleo fundamental de las matemáticas no corresponde a la aritmética.
Para él, la matemática es una de las ciencias teóricas que da cuenta de la cantidad.
el ser en cuanto al ser. La física y las matemáticas tienen por objeto realidades no
separables; la física, los seres atendiendo a su movimiento, sin importar su esencia ni sus
accidentes; mientras las matemáticas estudian los seres, pero no en cuanto son movidos,
sino solamente en cuanto son cuerpos ya sea sin ninguna dimensión (los puntos), de
una dimensión (las rectas), de dos dimensiones (las superficies) o de tres dimensiones
(los volúmenes); y a su vez, y en cuanto puntos, superficies o volúmenes, que ocupan
posición, como seres divisibles e indivisibles.
4
Aristóteles. Física, Editorial Planeta-DeAgostini, S. A. (De la Biblioteca clásica Gredos), 1999, p.
67.
5
Aristóteles. Física, Editorial Planeta-DeAgostini, S. A. (De la Biblioteca clásica Gredos), 1999, p.
68.
Aritmética - Geometría
Discreto - Continuo
Finito - Infinito
Contar - Medir
Vemos aquí parcelas muy particulares del conocimiento que involucran métodos
y procedimientos que dependen de la singularidad de los terrenos que se pisan. Las
magnitudes corresponden a la geometría; los números a la aritmética; las magnitudes
son continuas mientras los números son discretos. De lo último se desprende que
las magnitudes puedan dividirse infinitamente mientras en los números sólo exista la
disgregación en una cantidad finita de partes. Aquí Euclides sigue los delineamientos
de la Física aristotélica respecto a la existencia del infinito. Los números se pueden
dividir sólo de manera finita, sin embargo no podemos hablar de un conjunto infinito
de números. Los números son infinitos porque son inagotables; es decir, dado un
número determinado siempre es posible generar otro, a partir de la adición de la unidad.
Igualmente no existe una magnitud infinitamente pequeña. Las magnitudes se pueden
dividir indefinidamente, pero nunca se llega a un final. En resumen, Euclides adhiere
a la idea de que no existe el infinito en acto sino sólo en potencia. Destierra el infinito
actual y acoge el infinito potencial.
Sin embargo, vale la pena recordar que el modelo hipotético-deductivo ya había sido
disernido por Platón y Aristóteles. En el libro sexto de La Republica, Platón establece
la ubicación de las matemáticas en su teoría del conocimiento, y explicita el método
demostrativo típico de ir de las hipótesis (las cuales no son menester justificar) a la
tesis. La teoría de la demostración aristotélica aparece dilucidada en la Metafísica y en
su compendio de lógica, al cual pertenecen los textos: Categorias, De la Expresión e
Interpretación, Analítica primera, Analítica Posterior y los Argumentos sofísticos.
Aunque los principios lógicos aristótelicos gobiernan las demostraciones euclidianas
no parecen explicitados por Euclides. Se supone que los principios rectores del silogismo
y de la deducción aristotélica, incluyendo la demostración directa y también el método
de reducción al absurdo, eran conocidos por los estudiosos de los Elementos.
De esta forma, la presentación hipotético-deductiva del programa euclidiano abarca
dos niveles: (i) Un nivel implicito que corresponde a los principios de la teoría de
la demostración aristotélica, el cual abarca tanto los principios lógicos, como también
los tres principios básicos en cualquier teoría científica, para Aristóteles, como lo son:
el principio de identidad, el principio de no contradicción y el principio del tercero
excluído. (ii) Un nivel explicito que tiene que ver con los contenidos del texto como tal,
y que abarca las definiciones, los postulados, las nociones comunes y las proposiciones.
El método hipotético-deductivo, como teoría cognocitiva, reposa sobre la concepción
aristotélica que plantea la imposibilidad de descender hasta el infinito de conocimiento
en conocimiento. El acto legislativo que permite la concreción del método hispotético-
deductivo es la axiomatica.
¿Qué es un axioma?. La versión más común nos muestra los axiomas como
aquellos enunciados verdaderos en sí mismos; enunciados privilegiados que no necesitan
demostración por ser intuitivamente verdaderos. Etimológicamente, él vocablo axioma
proviene del griego k´1ı́/µk: proposición admitida. Para Aristóteles, los axiomas son
principios universales que constituyen la simiente de toda teoría científica. Aristóteles
identifica dos axiomas básicos sobre todos los demás: el principio de contradicción
y el principio del tercero excluido. El primero prohíbe que los contrarios se den al
mismo tiempo, mientras el segundo excluye términos intermedios entre los contrarios.
Coloquialmente: el tercero excluido nos dice que un enunciado sólo puede ser falso o
verdadero. ¿Cómo podría ser una proposición medio verdadera o un tercio falsa?. El
principio de no contradicción impide la presencia de proposiciones que sean falsas y
verdaderas a la vez: O se es o no se es. Ser o no ser.
En la Metafísica, Aristóteles plantea que todas las ciencias se sirven de los axiomas,
porque se aplican al ser en tanto que ser, y el objeto de toda ciencia es el ser. Pero insiste
en que no corresponde al matemático la discusión sobre la naturaleza de los axiomas; el
matemático es un simple usuario de ellos:
Figura 1.1:
3. A Haggaz Abenyúsuf se atribuye una versión árabe realizada a principios del siglo
I.
7. La tercera edición, contiene además de los Elementos, las Opticas y los Datos.
8. La cuarta versión es una de las más famosas, pues fue realizada hacia 1508 por
el monje italiano Luca Pacioli, reconocido por su libro Summa de Arithmetica,
Geometria, Proportioni et Proportionalità (1494).
10. Del siglo XVI, son famosas las traducciones de Commandino (Pisa, 1572) y
Clavio(Roma, 1574).
12. A Peyrard, se debe una traducción trilingüe: griego, latino y francés, realizada en
Paris, entre los años 1814 y 1818.
se hace en las demostraciones ya que es así como ocurre con todo lo que sea
enseñar y aprender; en consecuencia, es evidente que quien no formula su
definición en términos de esta clase, no ha definido en absoluto.7
Pero la definición constituye un enunciado que es uno, no porque las
partes estén juntas como la Ilíada, sino porque es definición de algo que es
uno.8
Para Aristóteles, desde el punto de vista de su esencia, cada ser no puede tener más
de una definición. La definición da cuenta de la naturaleza del objeto que se define.
Hay naturalezas esenciales que son inmediatas y que no tienen otra causa distinta
a sí mismas y hay algunas que se deben evidenciar a través de causas diferentes a
ella, por ejemplo los objetos de las ciencias como la matemática y la física. De esta
forma, hay objetos y conceptos que no se pueden definir en sí mismos sino a través
de nociones intermediarias, que les impregnan el sentido; esto permite identificar el
objeto a través de sus propiedades, pero teniendo el cuidado de garantizar la esencia.
Por ejemplo, el enunciado, “ocho es par”, no constituye la definición de ocho; pues
“ser par” sólo constituye una propiedad de ocho, no su esencia. Las definiciones que
se dan atendiendo a la naturaleza iíntima de lo definido se denominan definiciones
esencialistas. También hay definiciones que son nominales; se trata simplemente de
darle un nombre simple a un proceso o noción, obrando como economía de lenguaje. Por
ejemplo, cuando denominamos triángulo equilatero al triángulo con tres lados iguales.
Las definiciones de este tipo son llamadas definiciones nominales. Obviamente que este
clase de definiciones, aunque son convencionales, no se pueden establecer de manera
arbitraria. No se trata de asignar un nombre cualquiera, sino de identificar la acción o
la noción a través de un vocablo que tenga relación con las propiedades de lo definido.
¿Son las definiciones de Euclides esenciales o nominales? En el libro I, Euclides
escribe ‘0 O%o
, que literalmente traduce “confin” o “mojón”, y que se puede adoptar
como “delimitación”; acepción que parece la más indicada desde el punto de vista
filosófico.
Como se ha dicho antes, las bases conceptuales de los Elementos se encuentran
diseminadas en la filosofía aristotélica, en particular respecto al horror al infinito.
Justamente, una de las preocupaciones centrales en la construcción de un aparato teórico
(como el geométrico) tiene que ver con la negación del regreso al infinito. En este sentido,
las definiciones, ‘0 O%o
, constituyen un vehículo para “finitar” o, dicho de otra forma,
para dotar de un marco concreto a los objetos geométricos.
A través de las definiciones se busca demarcar el territorio permitido, pero además
se requiere que permitan ver de una manera clara y precisa los objetos geométricos. No
es casual, entonces que Euclides inicié la constitución de su geografía incorporando una
noción finita por antonomasia como lo es el punto:
9. Si las dos líneas que contienen el ángulo son rectas, el ángulo se llama rectilíneo.
10. Si una recta trazada sobre otra, forma con ella dos ángulos contiguos iguales, cada
uno de ellos es recto, y la recta se llama perpendicular a aquella sobre la cual se
trazó.
9
A este tipo de definiciones ya había hecho alusión Aristóteles en sus Tópicos, libro V, capítulo 6.
10
Como lo refiere Francisco Vera en Científicos griegos, p. 702.
11
Como lo refiere Beppo Levi en Leyendo a Euclides, p. 94,
15. Círculo es una figura plana limitada por una sola línea que se llama periferia,
respecto de la cual son iguales las rectas que inciden sobre ellas, trazadas desde
uno de los puntos situados en el interior de la figura.
17. Diámetro del círculo es una recta cualquiera que pasa por el centro y cuyas dos
partes tengan sus extremos en la periferia. Esa recta divide al círculo en dos partes
iguales.
19. Figuras rectilíneas son las limitadas por rectas. Triláteras si lo están por tres;
cuadriláteras por cuatro y multiláteras por más de cuatro.
20. Entre las figuras triláteras el triángulo es equilátero si tiene los tres lados iguales,
isósceles si sólo tiene dos lados iguales y escaleno si sus tres lados son desiguales.
21. Entre las figuras triláteras, el triángulo rectángulo es el que tiene un ángulo recto;
obtusángulo, el que tiene un ángulo obtuso, y acutángulo, el que tiene sus tres
ángulos agudos.
23. Rectas paralelas son las que, estando en el mismo plano y prolongadas al infinito,
no se encuentran.
1. Trazar una línea recta desde un punto cualquiera a otro punto cualquiera.
2. Prolongar de una manera ilimitada en línea recta una recta limitada.
3. Describir un círculo para cada centro y cada radio.
13
Vera, F. Científicos griegos, Aguilar, p. 704
1. dzȚIJȒıșȦ Ȑʌȩ ʌĮȞIJȩȢ ıȘµİȓȠȣ ȑʌȓ ʌ D Ȟ ıȘµİ L ȠȞ
İȪșİ L ĮȞ ȖȡĮµµ K Ȟ ȐȖĮȖİ L Ȟ.
Y ser todos los ángulos rectos iguales los unos a los otros.
5. ȀĮȓ ȑȐȞ İȓȢ įȪȠ İȪșİȓĮȢ İȪșİ L Į ȑµʌȓʌIJȠȣıĮ IJȐȢ
ȑȞIJȩȢ țĮȓ ȑʌȓ IJȐ ĮȪIJȐ µȑȡȘ ȖȦȞȓĮȢ įȪȠ ȩȡș Z Ȟ
ȑȜȐııȠȞĮȢ ʌȠȚ K , ȑțȕĮȜȜȠµȑȞĮȢ IJȐȢ įȪȠ İȪșİȓĮȢ ȑʌ'
,' `´
Figura 1.2:
D H
A C E G
B F
Figura 1.3:
5. Si una recta, al incidir sobre otras dos, forma del mismo lado ángulos internos
menores que dos rectos, las dos rectas prolongadas al infinito se encontrarán en el
lado en que estén los ángulos menores que dos rectos.
A través de los tres primeros postulados, Euclides nos enseña como trazar rectas y
circunferencias, constituyendo teóricamente la regla de trazar y el compás plegadizo.14
De manera implícita se supone la unicidad de los dos primeros postulados, teniendo en
cuenta que utiliza este hecho en las proposiciones I.4 y XI.1. Tradicionalmente, estos
postulados se enuncian de la siguiente manera:
Por la definición cuatro, cada de estos águlos es recto. El postulado cuatro garantiza
que todos ellos son iguales, es decir que ^ABD encaja en ^EF H y en ^GF H.
Modernamente, el primer encaje correspondería a una translación, mientras el segundo
correspondería a una rotación.
Esto es algo que no debemos pasar por alto, en el sentido de que Euclides está
caracterizando la manera como se pueden “trasladar” los objetos matemáticos, que por
14
Decimos que regla de trazar porque no constituye el modelo teórico de una regla física con la
cual podemos transladar longitudes estableciendo señales, verbigracia la regla escolar. El compás es
plegadizo porque sólo sirve para trazar circunferencias, no se puede usar para trasladar longitudes . El
compás teórico, modelo del aparato físico, que sirve para transladar segmentos se incorpora a partir de
la segunda proposición del libro I.
15
En el apartado siguiente se discutirá el problema de la superposición a partir de uno de los conceptos
más controversiales como lo es el de congruencia.
5. Por el punto exterior a una recta pasa una y sólo una paralela a ella.
4. (Si a cosas desiguales se agregan cosas iguales, los totales son desiguales).
5. (Las cosas dobles de una misma cosa son iguales entre sí).
6. (Las cosas mitades de una misma cosa son iguales entre sí).
17
Garcia Bacca Juan David. Euclides. Elementos de Gaometría. Universidad Autónoma Nacional
de México, 1992. p. LXXXII.
18
Tomadas de: Científicos griegos, Aguilar, p. 705
Recordemos que Euclides no posee una sistema numérico referencial, ni una teoría
de ecuaciones que le permita despejar y calcular el lado del cuadrado de una manera
algorítmica. Por ejemplo, si se nos pidiera encontrar un cuadrado equivalente a un
rectángulo que tiene de base 4 y de altura 5, bastará resolver la ecuación:
x2 = 4.5,
s
de lo cual x = 20, donde la operación raíz cuadrada está definida. Obsérvese,
que calcular el área ha consistido en asignarle un número a la porción de superficie
rectangular dada. El número 20 correspondiente al área pedida, representa la medida
de la región rectilínea, en una operación en la cual la magnitud “área” se identifica con
un número. Proceso que es lícito realizar en la actualidad, dado que a través de más
de veinte siglos, hemos construido una teoría de la medida que reposa en el hecho de
poder identificar magnitudes con números. A diferencia de la separación tajante entre
número y magnitud, establecida en Aristóteles y suscrita por Euclides, en la actualidad
no tenemos sin ningún escrúpulo teórico en identificar los números con las magnitudes
y viceversa.
En términos técnicos, hemos establecido que la medida de áreas (o de volúmenes) se
define a través de una función, la cual le asigna a cada porción acotada de superficie un
número real determinado. Incluso la porción de superficie puede no ser rectilínea. En
términos simbólicos, se define una función:
cuyo dominio corresponde a las porciones de superficie, y su codominio son los reales
positivos y el cero. Una cuestión interesante aquí es la posibilidad teórica de superficies
cuya medida sea cero, lo cual no tiene ningún sentido en la matemática antigua.
Nótese que en la actualidad, el cálculo de áreas pasa por el conocimiento de los
algoritmos correspondientes de acuerdo a la figura. Por ejemplo, decimos que el área de
un cuadrado es lado por lado; el área de un rectángulo base por altura, etc.
Es importante no dejar pasar por alto algunos aspectos de suma importancia para
nuestro análisis. En primer lugar hay que tener en cuenta que hemos utilizado el hecho
de identificar longitudes con números, o dicho en otros términos, identificar magnitudes
lineales con números. Aunque esto es algo que en la actualidad nos parece normal,
sabemos que históricamente pasa por la identificación del continuo geométrico con el
continuo aritmético; resultado éste logrado en el crepúsculo del siglo XIX. De otro lado,
la identificación de números y magnitudes, nos permite incorporar, de manera natural,
la operación básica del producto entre magnitudes, que con la maquinaria euclidiana
carece de sentido, y que es lo que nos impide escandalizarnos cuando decimos “base
por altura”, a sabiendas que la base y la altura representan los segmentos que limitan
el rectángulo. De manera tácita estamos incorporándole al producto de segmentos una
propiedad básica de la multiplicación numérica, como es la propiedad clausurativa.
A B
Figura 1.4:
B C
E D
Figura 1.5:
Figura 1.6:
Dado el segmento AB, se trazan las circunferencias DGB (centro A y radio AB) y
AGE (centro A y radio AB) (figura 1.7). El triángulo ABG es el triángulo equilatero
pedido.
Proposition 4 (I.2) Poner en un punto dado (como extremo) una recta19 igual a una
recta dada.
19
Euclides le da el apelativo de recta a nuestros actuaes segmentos.
D A B E
Figura 1.7:
K
D
T
A B
Figura 1.8:
El proceso seguido por Euclides se basa en figura 1.8. Sean, el punto A y el segmento
BG dados. Se trata de construir un segmento equivalente a BG que tenga por extremos
a A.
Se traza el segmento AB (postulado 1) y siguiendo la Proposición I.1 se construye el
triángulo equilátero ADB (Proposición I,1). A continuación se prolongan los lados AD
y DB (postulado 1). Con centro en B y radio BG se traza la circunferencia GHT . Por
lo tanto, GB será igual a BH. Con centro en D y radio DH se traza la circunferencia
HKL; lo cual implica que DL es igual a DH. Por ser ADB un triángulo equilátero,
DA es igual a DB, de lo cual se sigue que AL es igual a BH, pues a cosas iguales (DL
y DH) se le han quitado cosas iguales (noción común 3). Por lo tanto, AL es igual a
BG, pues, de acuerdo a la noción común 1, cosas iguales a una misma cosa son iguales
entre si, pues AL es igual a BH y GH también es igual a BH.
En la proposición I.3, Euclides utliza la proposición I,2 para restar dos segmentos.
En el proceso demostrativo incorpora la suma de segmentos haciendo uso del translado
de los segmentos sumandos, uno a continuación de otro, sobre el segmento suma.
Vemos pues, que el principio general, que señala la igualdad entre congruentes, de la
noción común 8, se da de manera trivial para los segmentos. El problema complicado
se presenta en el caso de figuras planas; particularmente, Euclides aborda el caso de las
figuras planas rectilíneas. En este aspecto, la proposición 4 constituye la piedra angular
B E
A G D Z
Figura 1.9:
del asunto:
Proposition 5 (I.4) Si dos triángulos tienen dos lados del uno iguales a dos lados del
otro, e iguales ángulos comprendidos por los lados iguales, tendrán iguales sus bases y
los dos triángulos serán iguales.
En el fondo, a través de esta proposición, Euclides nos quiere demostrar una primera
condición de igualdad entre triángulos (caso lado, ángulo, lado, LAL, en presentación
moderna), que intuitivamente parece obvia. Las críticas más fuertes apuntan al “uso
ilegal” de procesos que involucran aspectos no definidos, tal como el el “movimiento” de
las figuras geométricas. Sin embargo, esta crítica hay que analizarla a profundidad, si
no queremos alejarnos del horizonte metodológico y conceptual del programa euclidiano.
Miremos los aspectos de la demostración utilizando la figura 1.9:
Sean los triángulos ABG y EDZ, tales que AB es igual a DE, AG igual a DZ
y los ángulos BAG y EDZ iguales. La idea general de la demostración consiste, en
mostrar que efectivamente el triángulo de la derecha es el mismo que el de la izquierda
sólo que ocupando otra posición. Dicho en otros términos, trata de mostrar que los dos
triángulos coinciden completamente el uno con el otro. Para ello, Euclides emplea la
palabra 0)k4µo0
D, que traduce “encajar”, “ajustar”, “adaptarse”, que los traductores
clásicos interpretan por aplicar o trasladar una figura sobre la otra, de tal manera que
Euclides estaría desplazando el triángulo ABG y lo haría coincidir con el triángulo EDZ,
lo cal significaría que son congruentes, y por la noción común 8, se tendría la igualdad.
El problema de fondo, es que se le está dando características innecesarias de composición
al verbo, desconociendo, de paso, el papel de las tres primeras proposiciones.
Al margen de estas apreciaciones y usando terminología moderna, hay que entender
que Euclides va a demostrar que los dos triángulos pertenecen a la misma clase de
equivalencia, o lo que es lo mismo, va a demostrar que corresponden al mismo triángulo
en diferente posición. Para ello hace uso de la proposición 2, al aplicar el segmento AB
sobre el segmento ED, y el segmento AG sobre el segmento DZ. Obsérvese que se ha
utilizado la palabra “aplicar”, pero no en el sentido de “llevar” o “mover” el segmento
AB hacia ED y el segmento AG hacia DZ; sino en el un sentido constructivo de la
Proposición I.2. La hipótesis de los ángulos iguales se usa para hacer corresponder
los espacios comprendidos entre los segmentos, de tal suerte que efectivamente, haya
“coincidencia en forma”, es decir, que no se da por ejemplo, el caso que aparece en la
figura 1.10,
Figura 1.10:
que ocurre cuando los ángulos son distintos. En la última parte, Euclides emplea
el proceso canónico de reducción al absurdo, para demostrar que la base BG coincide
con EZ; pues en caso contrario las dos rectas encerrarían espacio, en contraposición a
la noción común 10.
Es necesario insistir que esta demostración euclidiana ha sido una de las más
debatidas, especialmente por la interpretación que se le dan a algunos términos usados
por Euclides, particularmente la idea de “coincidencia”, bajo la operación de traslado,
ligado a lo empírico y razonando sobre las figuras. Por lo menos, para todos es claro que a
través de este resultado, independientemente de lo riguroso de la demostración, Euclides
y los demás los geómetras griegos admiten que el espacio no ejerce acción deformante
sobre los cuerpos bajo los cambios de posición. En todo caso, la mayoría de matemáticos
de la antigüedad griega utilizan este hecho sin siquiera enunciarlo explícitamente. Sin
embargo, las lagunas de las diversas interpretaciones hicieron que algunos matemáticos
importantes tomaran cartas en el asunto:
Proposition 8 (I.12) Trazar una recta perpendicular por un punto exterior a una recta
dada.
Proposition 13 (I.30) Las paralelas a una misma recta son paralelas entre sí.
Proposition 14 (I.31) Por el punto exterior a una recta trazar una paralela.
Proposition 17 (I.35) Los paralelogramos que están sobre la misma base y entre las
mismos paralelas son iguales entre sí.
Tomemos los paralelogramos ADGB y EBGZ que están sobre la misma base BG y
entre las paralelas AZ y BG (figura 1.11).
Los triángulos ABE y DGZ cumplen las hipótesis de la proposición 4, por lo tanto,
son iguales. Si se resta a ellos el triángulo común DHE, resultan iguales los dos trapecios
ABHD y EHZG (por noción común 3). Si a cada uno de ellos se añade el triángulo
BHG, por la noción común 2, se tiene que los paralelogramos ADGB y EBGZ, como
se quería demostrar.
En las proposiciones siguientes, hasta la 46, Euclides establece equivalencias y
construcciones indispensables para la demostración del teorema de Pitágoras, enunciado
en la proposición I.47. Los resultados más importantes son los siguientes:
A D E Z
B G
Figura 1.11:
A D E Z
B G H I
Figura 1.12:
Proposition 18 (I.36) Los paralelogramos que están sobre bases iguales y entre las
mismas paralelas son iguales entre sí.
Proposition 19 (I.37) Los triángulos que están sobre la misma base y entre las
mismas paralelas son iguales entre sí.
Proposition 20 (I.38) Los triángulos que están sobre bases iguales y entre paralelas
son iguales entre sí.
A D E
B G H
Figura 1.13:
T T
Figura 1.14:
E
F
G
D B
H
C
A
I
Figura 1.15:
sino que la construcción se hace condicionada al conocimiento de uno de los lados del
paralelogramo.
D T M
E
G
B H L
Z
Figura 1.16:
H T
AA
Z
K
B O G
D L E
Figura 1.17:
Figura 1.18:
B D E G
H K L T
Figura 1.19:
BH = a, BD = b, DE = c, EC = d,
se obtiene la igualdad,
a(b + c + d) = ab + ac + ad,
que no es otra cosa que la propiedad distributiva del producto respecto de la suma.
Aquí hay que tener mucho cuidado pues, como dijimos antes, no se pueden establecer
traducciones directas. En primer lugar, en Euclides no hay una correspondencia entre
segmentos y longitudes, ello exige una identificación numérica de las cantidades, que
permita interpretar los segmentos en términos de sus medidas. Desde nuestra óptica no
tenemos ningún problema en decir que BH mide a, BD mide b, etc. pues contamos con
un sistema numérico de referencia (los números reales).
Por otro lado, Euclides no puede establecer el producto de segmentos y menos aún su
cociente. En el libro II, las cantidades tienen connotaciones geométricas, eludiendo así,
el problema de asignación de valores numéricos. Es necesario aclarar que este proceso no
constituye una salida facilista de Euclides; todo lo contrario, es un proceso riguroso de
medida de segmentos y áreas muy acorde con los cánones axiomáticos por el definidos.
Esto es muy importante, pues nos muestra que los Elementos son un constructo teórico
que da cuenta, conceptualmente del problema de la medida. Esto es algo que para la
mayoría de nosotros pasa completamente desapercibido; no le encontramos problemas
al algoritmo de encontrar el área de rectángulos. Todo se reduce a multiplicar la base
por la altura. El problema de fondo es establecer la definición precisa del producto
entre cantidades. Por ejemplo, valdría
s la pena preguntarse sobre la representación de
un rectángulo de base Z y altura 2 , y luego por la manera de calcular este producto.
Algunos autores como Morris Kline establecen correspondencias entre los objetos
de la matemática euclidiana y los usados modernamente. Así, los números pueden
sustituirse por segmentos de recta; el producto de números puede interpretarse como el
área de un rectángulo cuyos lados tienen por longitudes los dos números; de esa misma
forma, el producto de tres números correspondería a un volumen; el cociente de un
producto (área) por un tercer número se halla construyendo un rectángulo cuya base es
el último número y su área es igual a la del primer producto, el resultado correspondería
a la altura del rectángulo construido. La raíz cuadrada corresponde al lado de un
cuadrado cuya área es igual a la de un rectángulo dado.
Las construcciones se hacen usando los presupuestos euclidianos ya presentados
antes, incluyendo las construcciones con regla y compás. Además, estas son traducciones
solo referenciales y de ninguna forma se corresponden a identificaciones absolutas.
Pertenecen mas al ámbito pedagógico que al plano de identidades conceptuales.
Con estas aclaraciones se presentan a continuación, algunas proposiciones y sus
respectivas traducciones algebraicas modernas.
(a + b)a = ab + a2 .
Proposition 29 (II.4) Si se corta al azar una linea recta, el cuadrado de la recta entera
es igual a los cuadrados de los segmentos y dos veces el rectángulo comprendido por los
segmentos.
(a + b)2 = a2 + b2 + 2ab.
ab + ( a+b
2
b)2 = ( a+b
2
)2
Proposition 31 (II.6) Si se divide en dos partes iguales una linea recta y se le añade,
en linea recta, otra recta, el rectángulo comprendido por la recta entera con la recta
añadida y la recta añadida junto con el cuadrado de la mitad es igual al cuadrado de la
recta compuesta por la mitad y la recta añadida.
Proposition 32 (II.11) Dividir una recta dada de manera que el rectángulo compren-
dido por la recta entera y uno de los segmentos sea igual al cuadrado del segmentos
restante.
Z H
F A T B
I E
G D
C
Figura 1.20:
B E
D
G
Figura 1.21:
Figura 1.22:
10. Demuestre las proposiciones I.22, I.23, I.31 y I.46, presentadas en la conferencia.
i) Exprese con sus propias palabras en que consisten los métodos de razonamiento
sintético y analítico.
ii) Vuelva sobre la demostración I.4 y cerciórese que efectivamente Euclides razona
de manera sintética.
iii) De un ejemplo de una demostración analítica.
14. ¿Cómo se define el producto de números naturales? ¿el de racionales? ¿el de reales
en general? ¿cuál es el resultado de multiplicar por 2?
16. Demuestre las proposiciones II. 2, II.3, II. 4, II.5 y II.6, evidenciando que las
interpretaciones dadas en terminología algebraica moderna son correctas.