L'àvia paterna va sortir amb el pare de Felipe i els seus germans a França i al cap del
temps es van trobar amb l'avi i van embarcar per a anar-se a Mèxic.
Els pares de Felipe es van conèixer a les reunions d'amics dels seus pares que
freqüentaven a la ciutat de Mèxic.
Felipe i la seva germana sempre van anar al Colegio Madrid, Felipe va decidir residir a
Barcelona en el 2002 .
Felipe Curcó Cobos nació en México Distrito Federal, de padre -venezolano- y madre
-cordobesa-.
Su padre fue Felipe Curcó Bellet -venezolano- y la madre es María Isabel Cobos
Panadero -cordobesa-, los abuelos paternos Miguel Curcó Rubio y Dominica Almagro
-catalanes- y los abuelos maternos Francisco Cobos -malagueño- y Amalia Cuevas
-cordobesa-.
Los padres de Felipe se conocieron en las reuniones de amigos de sus padres que
frecuentaban en la ciudad de México.
Entrevista
¿Qué conocías tú del exilio y cómo lo vivieron tus papás?
Mi padre nació en el 29 y llegó a México muy joven, con 9 años, poco antes de que
acabara la guerra. Mi madre llegó ya en la posguerra española a los 15 años, en el 51.
En mi casa era muy común siempre a la hora de la comida hablar de la guerra, todas las
historias de la guerra eran cotidianas, casi siempre venían más del lado de mi padre,
porque mi papá tenía muchos recuerdos de cómo fue su exilio en Francia, de los campos
de refugiados, de cómo se relacionó la familia, de cómo se organizaron para que la
familia lograra salir, todas estas historias las tengo muy presentes.
Mi hermana y yo recordamos mucho todas las anécdotas del exilio porque siempre eran
las mismas y siempre salían cuando estábamos con la familia en conversaciones por
ejemplo, en el asturiano. Yo, si pienso en mi infancia, inmediatamente lo asocio con los
recuerdos de la guerra porque estaban presentes, casi te podría decir que a diario.
La experiencia de mi mamá fue muy distinta porque ella vivió la posguerra y sus
referentes y sus recuerdos más que de la guerra, eran la vida en España durante el
franquismo. Las anécdotas de mi mamá eran más del tipo de estar ella jugando en la
calle y de que pasara alguna patrulla franquista y que ella no la saludara y entonces el
guardia le pegaba por esto.
¿Dónde estaban tus abuelos?
Los cuatro llegaron a estar en México, porque cuando se fue mi padre se fue toda la
familia completa. La familia de mi madre estaba en España, pero un hermano de ella se
fue antes a trabajar a México y como le fue bien, quiso traerse al
resto de la familia.
Por parte de mi padre, mi abuelo era secretario general de la CNT aquí en Barcelona. Él
se fue a Francia primero y le dejó a mi abuela todas las instrucciones para que después
ella se fuera llevando a los niños y a la familia a Francia, y así fue, se reunieron en
Francia y de ahí se fueron todos a México.
Bueno, yo siempre me sentí hijo de exiliado, era muy consciente y de verdad desde que
tengo uso de razón me he considerado así.
¿Tú crees que el Colegio Madrid influyó en nuestras vidas, más que la casa, en
todo lo que significaba España?
Más no, porque yo recuerdo que había una continuidad en la vida en mi casa y en la
vida en el Madrid y me acuerdo que cuando llegaba de la escuela con toda la historia de
España, en la casa se complementaba.
El tio Paco
Por ejemplo, en la Universidad yo recuerdo que gente que venía del Madrid era amiga
entre ellas, se reconocía siempre en las facultades y se hacían amigos y era curioso
porque ya se trataba de gente que no era necesariamente exiliada. Esa tradición
“incestuosa”, de secta yo la atribuyo a la herencia de la familia, a ser exiliados, a estar
en grupos muy cerrados o muy “incestuosos”.
¿Tú cómo veías a la gente y cómo te veía la gente a ti? Digamos, en el sentido de
que ¿la gente te veía como mexicano o no?
En el Madrid nunca sentí que hubiera una discriminación o una distinción entre ser
mexicano, español o hijo de mexicano o de español, ni sentí que se excluyera a la gente
que era de México.
Pero estas hablando del Madrid, yo estoy hablando fuera del Colegio.
No sé, yo siempre fui muy consciente de ser hijo de exiliado, no sé por qué, pero fue
algo que siempre sentí mucho y todavía hasta antes de venirme a Barcelona, siempre
sentí en México, en general, un rechazo no digamos a lo español, pero sí rencores muy
rancios y muy absurdos hacia lo español.
Nunca sentí en México, que lo español fuera a primera vista bien recibido, nunca,
primero por ignorancia, por desconocer todo lo que el exilio le aportó a México y
segundo por los rencores absurdos que se alimentan con las historias nacionales. Es más
yo siempre sentía en México
como mucho rechazo a lo
español, en muchos ámbitos,
como xenofobia a lo español y
siempre lo atribuía a rencores y
frustraciones que son
canalizadas así, pero yo sí me
llegué a sentir muchas veces
rechazado por mi origen, en
círculos en los que no había
españoles.
De hecho yo me siento
mexicano y siempre me sentí
identificado con lo mexicano,
nací en México y toda mi vida
viví en México, me siento
mexicano y es el país al que
más quiero y al que le tengo
más lealtad y cariño, aunque
tengo lugar en mi corazón para
España, que es mi segundo
país.
Cartel de la CNT
Yo con México, ni con la gente de México, nunca tuve ningún problema, pero sí me
molestaban estas historias de rechazo a lo español. Recuerdo haber sido detenido por
policías en un alto del semáforo y que me hicieran comentarios racistas, “es que ustedes
los españoles se sienten superiores”, o “ustedes por hablar así, se sienten no sé qué” y
sentirme rechazado por cuestiones raciales, étnicas o de origen, y que eso me molestara
mucho.
También participé en un grupo cultural que curiosamente fue formado por exiliados, es
más el nombre del grupo es Lluis Companys por el presidente de la Generalitat y toda la
gente que pertenecía a ese grupo de origen mexicano tenía mucho resentimiento hacia la
gente española por sentir que querían imponer su línea, su método de trabajo, sus ideas
o sus convicciones, y ahí sí que sentí varias veces un rechazo o discriminación.
Fue curioso porque el Madrid es como digo, una escuela de verdad muy “incestuosa”, y
esto para mí fue muy fuerte, porque yo en el Madrid me sentía como en familia, era una
familia en la que si un maestro no me gustaba yo podía hablar con los directores, ellos
me escuchaban, la directora me escuchaba siempre y yo siempre sentí que podía hablar
y era escuchado, las cosas se discutían. Era una escuela muy participativa, muy activa,
fomentaba mucho la participación pero dentro de reglas, había disciplina pero en un
ambiente de libertad.
¿Y al llegar a la universidad?
No, todos los trabajos que conseguí, me los conseguí yo solito, pero después siempre
daba la coincidencia de que la gente con la que trabajaba había tenido de alguna manera
algún vínculo con el exilio español, siempre me pasó eso.
Quizá por mi edad, nunca me ayudó el ser hijo de exiliados, pero tampoco me
perjudicó. Sí me encontré que quizá al estudiar Filosofía, como en el exilio vinieron
muchos filósofos españoles, que además fueron muy importantes porque crearon una
escuela muy importante de filosofía en México, tal vez fue por eso que siempre estuve
vinculado al exilio.
Sí, tenía una idea que no se ajustó enteramente a lo que descubrí. Una idea de una
ciudad muy cosmopolita, muy bella, con mucha cultura, como una de las grandes
ciudades del mundo, como Nueva York, Paris, Madrid, como una gran metrópoli.
Sí mi papá vivió algo más de un año en Barcelona con sus hermanos, y sí, había oído
hablar mucho
de Barcelona
por ellos,
conocí mucha
gente que vino,
en fin, las
Olimpiadas, era
una ciudad que
me atraía
mucho, cuando
pedía becas
para irme a
estudiar fuera,
el primer lugar
que ponía
siempre era
Barcelona,
siempre.
Barco El Mexique
Uno siempre ha tenido una idea de la República y te das cuenta cuando llegas aquí
que la República no es la República.
Mi papá era muy práctico para eso, él me contaba que a la República le había dado ‘en
la madre’ sus divisiones, en eso siempre me insistía mucho mi papá y me lo decía en un
tono de reclamo, obviamente. Incluso de niño recuerdo haber venido a Barcelona y el
único recuerdo que tengo es que me señaló un edificio que ahora está por plaza
Cataluña y me dijo “desde aquí disparaban los anarquistas a los comunistas”, me contó
de cómo se peleaban entre ellos cuando estaban los fascistas a punto de dominarlo todo.
Yo siento que lo pasó en España después de que muriera Franco fue mucho más
romántico que lo que pasó antes de que Franco subiera al poder, porque lo que pasó
después de Franco fue un ejemplo de reconciliación entre heridas muy profundas y
bandos muy distintos y el logro de conciliación entre odios muy arraigados, y es una
muestra de lo que es posible cuando la gente está dispuesta a dialogar.
Tú tienes que pensar que cuando murió Franco el Partido Comunista estaba prohibido,
los partidos
políticos estaban
prohibidos, la
situación que
había en España
era de un
ambiente en el
que había un
bando que había
ganado la guerra
y otro que la
había perdido,
inmediatamente
después de morir
Franco, el bando
que había
perdido empezó
a ganar derechos,
al año, empezó a
haber partidos
políticos, el
comunista.
Colegio Madrid
Yo no lo veo así, yo siento que reconciliación quiere decir aceptar que hay gente en
España que simpatizaba con el franquismo y otros que no, y reconciliación quiere decir
aprender a vivir con los otros. Ahora pueden convivir todos en un entorno pacífico, se
ha logrado, y no estaba tan fácil ni tan claro, incluso en el 81 había un riesgo de ruptura,
de golpe de estado. Yo creo que lo que pasó en España fue un ejemplo, todo el mundo
tuvo que ceder algo para lograr lo que tienen ahora.
Y ahora siento que, a diferencia de 20 años, en España hay mucho racismo hacia todo lo
latinoamericano, ahora que España se ha logrado convertir en un país rico, próspero,
democrático, pacífico etc. siento que
hacia los latinoamericanos no hay
esa conciencia de comunidad
hispanohablante, no hay ningún
esfuerzo por estrechar los lazos con
Latinoamérica, con México, con
Argentina.