Incluso hay quienes sostienen que “se deja de ser transexual” cuando
hay una reasignación genital.
La transición no es ni más ni menos que un proceso de cambios físicos y psíquicos que se acentúan en un
período más o menos amplio según los casos.
Pero nunca dejaremos de transicionar, porque la transexualidad no sólo es un proceso físico para adecuar
el cuerpo con la mente, sino y sobre todo es psicológico. Es un camino abierto, que nunca termina.
El género lo construimos primero con una conciencia de pertenencia al mismo, después aprendiendo y
asumiendo los roles que servirán para identificarnos con el género deseado, y todo ello se realiza desde
cada conciencia individual.
Por lo que no se puede hablar de que exista una única manera de sentirse hombre o mujer. Cada persona
construye su género de una manera particular y diferente.
Pero indudablemente nunca dejaremos de ser personas transexuales porque no somos únicamente el fruto
de un presente inmediato sino de un pasado del que nos debemos sentir orgull@s y de un futuro
imprevisible.
Tenemos que reivindicar el hecho de ser hombres o mujeres transexuales con la satisfacción de haber
adecuado nuestro cuerpo y nuestra mente con dificultades mayores que los hombres y mujeres no
transexuales.
Y, ahora después de siglos luchando por el derecho a manifestarnos con el género querido, no tenemos
porqué ocultar nuestra condición transexual, por muy invisibles que seamos por nuestra apariencia física.
Eso sí, reivindicando el derecho a ser hombres y mujeres transexuales en igualdad de condiciones con el
resto de personas.
Josefa Suárez