El ser humano es un individuo tanto biológico como espiritual, por lo que desde su gestación
necesitará nutrir su cuerpo y su alma, función que está encomendada principalmente a su
madre y a su entorno. Ella es la encargada de mantenerlo en su útero durante cuarenta
semanas, momento en el cual el feto es capaz de sobrevivir por sí sólo en el medio externo.
Dentro del útero se forma la vida, se desarrollan los órganos que nos permiten estar fuera
de ahí y percibir lo externo desde nuestra base bien formada, con la claridad del amor. Por
un lado parece tan lógico pensar que si se abordan temas que mejoren la calidad de vida y
la comunicatividad de las gestantes, aquellos que se están gestando tendrán más
herramientas para ser personas felices en el futuro y desarrollarán factores que permitan la
resiliencia frente a traumas que se puedan presentar durante su vida. Por lo que estos seres
humanos estarán favorecidos frente a otros que se han desarrollado en un ambiente de
lejanía, frialdad y poco amor.
Los controles ecográficos nos entregan gran calidad dentro de la atención médica, gracias a
estos, las gestantes y sus familias pueden visualizar físicamente a su hijo dentro del útero
amable junto con las respuestas que este futuro niño da. Antes pudieron pensarlo,
imaginarlo, sentirlo, interactuar, pero para la mayoría de los humanos occidentales
modernos, la visión nos entrega información de lo que consideramos real.
Los estudios más recientes muestran que madre e hijo enfrentan juntos los perjuicios de la
contaminación en el agua, aire y comida, pero también los beneficios de la nutrición, el amor
y la estimulación a través del útero. Hace algunos años se pensaba que los niños no
registraban impacto hasta después de los dos años, y que si lo hubiera, no lo recordarían
después, esto debido a que los nervios del sistema nervioso central no han completado la
etapa de mielinización y por ello no funcionan al 100%. Sin embargo, hoy sabemos que una
compleja serie de actividades reflejas empiezan a aparecer desde las cinco semanas de
gestación y si bien los recuerdos no se han establecido, su desarrollo se basa en estos
estímulos.
Desde el segundo trimestre del embarazo, esto es alrededor de las doce semanas de
gestación, la situación emocional de la madre, es decir, si está bajo mucho estrés, si es
abusada, si está triste, etc.; afecta de forma directa a la formación y desarrollo del feto.
Desde el segundo mes de embarazo, se puede observar al feto gestante desarrollando un
sistema sensorial cada vez más fino, que le lleva a responder de formas avanzadas ante las
situaciones externas. Podemos ver a partir de la semana nueve como los fetos patean,
mueven sus dedos y abren su boca. Sus primitivos y vacíos pulmones se empiezan a
expandir y a contraer practicando para el momento del nacimiento.
Al final del primer trimestre, los fetos han desarrollado la mayoría de sus órganos; y aunque
es imposible sobrevivir fuera del útero, es aquí dónde empiezan a desarrollar una conciencia
intrauterina.
Existen muchas investigaciones acerca de nuestra memoria celular, y cómo esta se implica
en cada etapa de nuestra vida. Por ejemplo, un niño cuya madre estuvo bajo gran estrés
durante el embarazo desarrollará de mayor forma la parte del cerebro reptiliano, el cual se
localiza en la base del cerebro. Por el contrario, un niño con una gestación amorosa,
desarrollará más el lóbulo frontal relacionado con la capacidad de mostrar nuestras
emocionesi
Todos tenemos el concepto que para que exista comunicación necesitamos un emisor y un
receptor, pero es en esta etapa en que la comunicación se vuelve más interpretativa, ya que
dos seres se comunican a través de un mismo cuerpo.