1. Introducción 1/
El discurso teórico fue iniciado por la Comisión Económica para América Latina, 3/ de
las Naciones Unidas (CEPAL), y posteriormente generó una fuerte crítica por parte de
los teóricos neoclásicos del comercio; luego se convirtió en una polémica mundial sobre
la estrategia de desarrollo que más convenía para el Tercer Mundo que surgía del
proceso de descolonización. 4/ La sustitución de importaciones y la inversión pública
eran el centro de las estrategias de industrialización aceptadas -aunque con creciente
preocupación por la eficiencia de la estructura productiva resultante- hasta fines del
decenio de 1970 (Banco Mundial, 1979). En América Latina, la teoría de la CEPAL
constituyó la base del estructuralismo 5/ y tuvo profunda influencia no sólo en los
círculos académicos sino que entre los responsables de las políticas económicas de la
región. Tanto es así, que durante el proceso secular de cambio de régimen económico
del decenio de 1980 a un "desarrollo hacia afuera", no sólo se ha atribuido a la
sustitución de importaciones la mayor parte de los problemas económicos, sino que
también se ha culpado a los cepalinos de las políticas de los gobiernos de "desarrollo
hacia adentro" que hizo posible esta estrategia (Edwards, 1995). Sin embargo, parece
haber habido pocos intentos de formalizar la teoría de industrialización de la CEPAL y,
con ello, analizar rigurosamente sus repercusiones más amplias en lo que toca al
conocimiento del proceso de compensación del mercado o del comportamiento
institucional. Esto, a su vez, ha impedido un debate coherente entre los teóricos
estructuralistas y ortodoxos. 6/
II. La teoría de la sustitución de importaciones como modelo de acumulación
industrial
Más aún, las hipótesis del modelo original de CEPAL se hicieron más realistas al
distinguir entre estas dos etapas de industrialización sustitutivo en términos de los
cambios estructurales en la elasticidad precio e ingreso de las importaciones como
resultado del propio proceso de industrialización (Villarreal, 1988). En la etapa inicial,
las importaciones restringen el crecimiento económico porque la elasticidad ingreso de
la demanda es superior a la unidad en tanto que la baja elasticidad precio hace necesaria
la intervención directa para reducir el coeficiente de importaciones. Una vez que la
industria local produce bienes previamente importados, en la etapa avanzada, la
elasticidad precio de la demanda de importaciones subirá, en tanto que la saturación de
los mercados locales reducirá la elasticidad ingreso. Así, en la etapa avanzada, la
estrategia de industrialización puede basarse en las exportaciones más que en la
demanda interna, y la política de tipo de cambio será más eficaz para frenar las
importaciones, No hay ninguna razón, en todo caso, para que una etapa de
industrialización deba seguir automáticamente de la otra. Esto depende del tamaño del
mercado interno, que permita las economías de escala que requiere la producción de
bienes de capital; la capacidad de las industrias establecidas inicialmente de absorber
aranceles en insumos y maquinaria importados; y el éxito en el cambio a la exportación
de manufacturas.
Un elemento central de este modelo fue la posición de que el ahorro no era en sí una
traba al crecimiento. Este no era un concepto keynesiano sobre el nivel de la demanda
efectiva, sino más bien una consecuencia lógica del argumento de la CEPAL de que la
restricción de corto plazo de la expansión de la producción interna era la disponibilidad
de divisas (v.g. bienes de producción importados) y no la capacidad de producción
como tal. Se sentía que la demanda de inversión por sí sola era muy pequeña para
generar pleno empleo, debido a la falta de voluntad de invertir de las empresas privadas
-el ahorro era bajo porque la inversión era escasa, y no al revés. La restricción externa y
la falta de decisión de los inversionistas pueden ser vistas como keynesianas, en el
sentido amplio de preferencia por la liquidez y empuje empresarial, respectivamente.
El bajo nivel de inversión industrial que registraba América Latina, a pesar del nivel
relativamente alto de rentabilidad que aseguraba la protección, era atribuido a factores
internos (Prebisch, 1962): primero, la renuencia de los recipientes de rentas de
exportación (grandes terratenientes y empresas mineras) a invertir en el sector
manufacturero; segundo, la escala de los proyectos industriales modernos superaba la
capacidad financiera y de gestión de los empresarios locales; tercero, la falta de una
infraestructura económica adecuada (energía, transporte, etc.) y de una fuerza de trabajo
capacitada: y cuarto, la falta de expertizaje tecnológico, que era monopolizado por las
empresas extranjeras. Para la CEPAL, la resolución de estos cuatro problemas hacía
necesaria una inversión pública de gran escala, una importante intervención del Estado
en la producción y una planificación indicativa del conjunto de la economía. Sin
embargo, este papel estrategico del Estado se veía siempre como de apoyo al sector
privado y una sustitución (ojalá temporaria) de la falta de grandes empresarios locales.
Esta visión 13/ no representaba un apoyo al proceso de socialización de los medios de
producción, por lo que no podía ser tildada de 'populista' en el sentido de haber sido
diseñada para perjudicar los intereses empresariales en beneficio de la clase trabajadora
o de productores pequeños, 14/
4. La restricción externa
Si las exportaciones y las importaciones son elásticas al tipo de cambio real, entonces
podría parecer que el equilibrio comercial puede lograrse en cualquier nivel de la
demanda agregada, moviendo el tipo de cambio real al nivel apropiado y, con ello, que
el sector externo no puede considerarse como una restricción al crecimiento. Sin
embargo, el argumento de la CEPAL no depende de sostener que las elasticidades son
efectivamente cero, sino que el nivel requerido de tipo de cambio real, de hecho, no se
puede alcanzar -tanto por el efecto del tipo de cambio nominal en los precios internos y
la inflación como por los límites sociales a la tasa de salario real. Aun con salarios
indizados en forma incompleta, el enfoque estructuralista sostiene que habrá un piso
socialmente aceptable al salario real (Dornbusch, 1980). Está claro que hay una relación
directa e inversa entre el tipo de cambio real y la tasa de salario real. Si hay un límite
inferior al salario real, hay un límite superior al tipo de cambio real. En este caso,
porque la brecha comercial crece junto con la tasa de crecimiento pero disminuye con el
tipo de cambio real, existe una restricción externa sobre la tasa máxima de crecimiento
alcanzable.
En suma, el pleno empleo -y con ello el aumento de los ingresos de los trabajadores
absorbidos del sector tradicional- en la teoría de CEPAL se determina, no sólo por la
tasa de salario, sino por la tasa de acumulación en el sector moderno y la tecnología
incorporada, por un lado, y la dinámica demográfica, por otro. La industrialización
conducida por el Estado, basada en la sustitución de importaciones, fue vista así como
un medio para superar la pobreza estructural en el largo plazo.
La crítica teórica inicial del modelo de la CEPAL era,en efecto, una reafirmación de los
axiomas del modelo neoclásico de Heckscher-Uhlin-Samuelson -que incluye una
frontera común de posibilidades de producción, pleno empleo de la mano de obra y del
capital y la ausencia de poder monopolístico. De hecho, el modelo de la CEPAL
cuestionaba la validez de estos supuestos y derivaba las consecuencias de otros axiomas
para el crecimiento y el empleo. No obstante, todas las críticas apuntaban al argumento
genérico de Prebisch (1962) y Singer (1950) -la llamada 'tesis Prebisch-Singer'- sobre la
relación de precios del intercambio, y no tomaban en cuenta el análisis de la CEPAL
sobre las estructuras económicas internas. La incapacidad de la CEPAL de exponer su
propia teoría en forma rigurosa significó, además, que los críticos podían apoyarse
libremente y con gran efecto en la antigua tradición de la crítica del libre comercio a la
protección, sobre la base del principio de las ventajas comparativas (Balassa, 1980).
Flanders (1964) parece ser el único economista neoclásico que se preocupó del modelo
de Prebisch como se ha descrito, identificando claramente su confianza en el abandono
de los axiomas estándares de país pequeño y pleno empleo. Estableciendo que Prebisch
es mucho menos autárquico que lo que suponen muchos de sus críticos, Flanders
destaca que, en el modelo, el efecto positivo de la protección depende de la acción
concertada de suficientes países de la periferia para ser capaces de ejercer su poder
monopolístico relativo como exportadores. Revela también la aplicación errónea de
Prebisch del teorema de igualación de los precios de los factores: el que los salarios no
se igualen entre centro y periferia no indica necesariamente que no se logre distribuir el
progreso técnico, porque también debe considerarse la rentabilidad del capital.23/
Flanders entonces continúa su argumentación diciendo que el supuesto de la CEPAL
sobre trabajo excedentario, aunque razonable en sí (y restando valor a un supuesto
básico del modelo neoclásico de la ventaja comparativa), no es un argumento en favor
de la industrialización protegida como tal, sino más bien de la expansión de los sectores
no transables --como la infraestructura de transporte, la educación o la agricultura
campesina- para crear más empleo.
2. Desequilibrios sectoriales
3. El rentismo
Los acontecimientos recientes en la teoría del comercio han ido más allá del conocido
modelo neoclásico para examinar con mayor profundidad las consecuencias del
comercio de manufacturas entre economías industriales, donde el comercio es
mayoritariamente intrasectorial y no intersectorial. La teoría de sustítución de
importaciones había sostenido que a medida que el producto y el comercio se alejan de
actividades basadas en recursos naturales, los supuestos teóricos de que la función de
producción es la misma para todos los países se derrumban -de modo que la eficacia de
la industrialización sustitutiva sólo podía definirse en términos de aumento de la
productividad inducida o de aceleración de las tasas de acumulación de capital y no por
los costos comparativos estáticos (Bruton, 1968).
En las llamadas nuevas teorías del comercio, el cambio tecnológico se considera una
fuerza dinámica fundamental: las dotaciones de capital y capacidad técnica se
construyen como resultado de la acumulación de capital físico y humano, con grandes
economías de escala y externalidades económicas, mientras que la formación de precios
se basa en diferentes formas de poder monopolístico (Grossman y Helpmann, 1991). A
primera vista, hay similitudes intuitivas con la teoría de la CEPAL, no obstante que los
modelos cepalinos originales se basaban en el comercio entre una periferia --
exportadora de productos primarios- y un centro -exportador de manufacturas- y no del
comercio intraindustrial que preocupa a la nueva teoría del comercio. En particular, las
propuestas de la CEPAL en cuanto al efecto de las barreras de entrada y el tamaño de la
empresa en la competencia entre empresas transnacionales y locales reseñada, son claras
precursoras de la formulación teórica más formal de la actualidad.
En ningún caso queda claro, sin embargo, que las nuevas teorías del comercio vayan a
mostrar que los aranceles son la mejor forma de apoyar la industrialización (Krugman,
1989), a menos que pudiera demostrarse claramente que promueven mayores tasas de
formación de capital o conducen, de alguna forma intrínseca, a una mayor actividad de
investigación y desarrollo o de capacitación de la fuerza de trabajo. Esto podría ocurrir
en la industrialización sustitutiva, pero presumiblemente como resultado de políticas
gubernamentales adicionales, y lo anterior podría ser igualmente aplicado a una
estrategia de promoción de exportaciones. Lo que sí muestran las nuevas teorías del
comercio es que los efectos de bienestar de la liberalización del comercio sobre el
empleo y los salarios son técnicamente indeterminados, y posiblemente negativos.
Londero y Teitel (1996) observaron que, en muchos países de América Latina, las
manufacturas desarrolladas para el mercado local durante el período de industrialización
sustitutivo fueron posteriormente exportadas con tasas de crecimiento sólidas; atribuyen
este resultado a los efectos externos de la industrialización, incluido el aprendizaje
tecnológico, que compensan el bajo nivel de competencia. Este resultado se infiere del
hecho de que los coeficientes de insumoproducto de las respectivas ramas para
exportaciones de manufacturas indican que los productos son de uso relativamente
intensivo de capital o de mano de obra especializada, y no reflejan una ventaja
comparativa natural de dotación de mano de obra no calificada y recursos naturales. 29/
3. La teoría del crecimiento endógeno
Las teorías modernas del crecimiento endógeno fueron diseñadas para explicar la
persistencia del crecimiento a largo plazo, lo que no debería suceder según el modelo
neoclásico (Barro y Sala-i-Martin, 1995). La actividad de investigación (dentro de las
empresas o en un 'sector de investigación' ajeno a ellas) se centra en productos nuevos,
calidad o costos de elaboración. La actividad investigadora puede contribuir al acervo
de capital de conocimiento público, lo que reduce el costo de investigación futura de
todas las empresas. Se pueden aplicar argumentos similares a las externalidades que
surgen de la capacitación de la fuerza de trabajo o a la provisión de infraestructura
común. En este sentido, el modelo de la CEPAL puede ser visto como una variación del
modelo 'AK' estándar (véase, por ejemplo, Romer, 1986) con rentabilidad creciente a
escala, donde la tecnología se incorpora a la inversión por cambios en la productividad
total de los factores y la constante (A) representa el efecto de los regímenes de política,
las instituciones económicas y factores ambientales por el estilo. Sin embargo, en el
modelo de la CEPAL, la inversión (y con ello K) en lugar de estar determinada por las
tasas de ahorro, dependería de la restricción externa.
Lo que hace endógenas a estas teorías es la medida en que ellas modelan la forma como
la propia estructura del mercado proporciona incentivos para que los agentes
económicos inviertan en investigación (o capacitación o infraestructura) que conduce al
crecimiento, inversión que está resguardada por patentes (u otras formas de renta). El
poder monopólico conferido surge de una barrera de entrada impuesta por los
competidores, 31/ lo que a su vez genera la renta monopolística. En otras palabras, el
proceso de crecimiento óptimo no deriva de mercados de competencia pura, por lo que
sólo se puede conseguir con intervención del gobierno. De esto no se desprende que la
protección arancelaria a la industria manufacturera necesariamente engendrará un
proceso de crecimiento endógeno creando rentas monopolísticas -porque éstas pueden
no invertirse en investigación. Aun siendo razonable sostener que la inversión de capital
tiene una rentabilidad constante, o hasta creciente, esto no significa necesariamente que
la inversión pública generará más externalidades que las que se pierden por su propia
ineficiencia interna. No obstante, estas visiones modernas parecen ser notoriamente
congruentes con las visiones anteriores -aunque no formalizadasde la CEPAL.
El problema estriba en explicar por qué el cambio generalizado hacia las exportaciones
industriales como motor del crecimiento no se concretó sino hasta el desmantelamiento
de la protección de las importaciones a fines de los años 80 (Bulmer-Thomas, 1994). No
hay mucho en el pensamiento de la CEPAL o en la teoría estructuralista que explique
esta demora, lo que probablemente impidió que la industria de América Latina
conquistara una posición competitiva en los mercados mundiales y aumentara la tasa de
inversión productiva a niveles capaces de absorber la fuerza de trabajo y reducir la
pobreza en una base sostenible 32/ Por supuesto que los gobiernos latinoamericanos no
aplicaron un modelo único y uniforme en respuesta a la doctrina de la CEPAL: períodos
de liberalización en un país coincidían con períodos de nacionalización en otros; los
tipos de cambio y los aranceles subían y bajaban. Más aún, "a mediados del decenio de
1970 comenzaron a dominar factores de corto plazo... al punto que no viene al caso
hablar de estrategia de desarrollo' de ningún tipo" (Rodríguez, 1980, p. 175).
La pregunta clave es entonces hasta qué punto esta crisis fiscal era intrínseca al modelo
de industrialización sustitutiva. La cuarta parte del gasto corriente del gobierno en
América Latina durante las décadas de la posguerra se dedicó a producir subsidios y
servicios para la empresa privada; el resto, se dividía casi por partes iguales entre
defensa y seguridad, salud y educación y administración general (CEPAL, 1973). Como
el gasto en salud y educación se orientaba principalmente a los empleados del sector
moderno, y en las fuerzas armadas para garantizar los derechos de propiedad, parece
razonable suponer que una parte significativa del gasto corriente podía igualmente
atribuirse a la promoción de la inversión privada.. La inversión pública en el período de
la industrialización sustitutiva 33/ en vez de las obras de riego y caminos rurales,
prefirió la infraestructura urbana y la industria pesada; parece razonable concluir que
este cambio estuvo relacionado estrechamente con la estrategia de industrialización
conducida por el Estado de la que la sustitución de importaciones formaba parte (Baer,
1974).34/
El resultado inevitable de estas dos tendencias divergentes fue una expansión sostenida
del déficit fiscal en toda la región, a pesar de los frecuentes intentos de estabilización
macroeconómica. Como en la región los mercados de capitales estaban limitados, sólo
había una alternativa: monetizar el déficit fiscal con las presiones inflacionarias
consiguientes, o endeudar al sector público en el exterior con la acumulación
consiguiente de deuda pública. Las presiones inflacionarias eran enfrentadas con
repetidos intentos de estabilización que tendían a deprimir la inversión privada a través
del efecto de desaceleración. La acumulación de deuda pública llevaba inexorablemente
a la vulnerabilidad a las tasas de interés mundiales, y tuvo efectos fuertemente negativos
en la inversión privada, tanto en términos de mayores déficit fiscales como de una
incertidumbre macroeconómica creciente.
En suma, bien puede ser que el mayor defecto del modelo de industrialización
sustitutivo en América Latina haya sido de naturaleza fiscal, que llevó a bajas tasas de
acumulación de capital -más que una crisis de crecimiento y productividad propiamente
tal. A nivel de la doctrina económica, esta falta de una teoría fiscal positiva fue una
debilidad central del modelo estructuralista de industrialización. La CEPAL tenía una
visión clara de la necesidad de apurar el tranco de la inversión pero no de cómo
financiarlo sin crear inestabilidad macroeconómica.
VI. Conclusiones
Notas
5/ Para una definición del estructuralismo como teoría general aplicada a países
semiindustrializados, véase FitzGerald y Vos (1989, capítulo l).
7/ Tema central en los primeros dos Estudios de la CEPAL -que han aparecido
anualmente desde 1949- de los cuales sólo el segundo fue escrito por Raúl Prebisch en
persona. El enfoque crítico no era tan inusual para los organismos de Naciones Unidas,
como podría parecer hoy: la Liga de las Naciones había establecido una tradición
similar, que fue recogida por las Naciones Unidas en sus Estudios Económicos de
después de la segunda guerra mundial, y en los que participaron Kalecki, Lewis y
Singer.
9/ Curiosamente, este modelo parece no haber sido publicado nunca en español -al
menos no en la bibliografía oficial de la CEPAL-. Sin embargo, está extensamente
analizado en Rodríguez (1980, capítulo 5).
10/ En FitzGerald (1994) se discute sobre los orígenes y el usos de la CEPAL del
concepto de "centro" y "periferia".
11/ Por razones de espacio, no es posible discutir aquí en detalle la polémica sobre la
relación de precios del intercambio y el intercambio desigual. En Floto (1989) hay un
excelente análisis al respecto.
15/ Este fue también un supuesto ampliamente aceptado por los economistas ortodoxos
-véase, por ejemplo, Raj y Sen (1961), Atkinson (1969).
16/ Nótese, sin embargo, que la teoría de la inflación de Prebisch siguió siendo
básicamente monetarista.
17/ La teoría de la inflación "inercial" del decenio de 1980 se basaba en las expectativas
del mercado de alza futura de los precios y los salarios, pero cae fuera del período de
este análisis.
19/ De hecho, la densidad de capital ha subido en América Latina desde 1950 más
rápidamente que la productividad del trabajo, lo que ha llevado a una caída permanente
de la relación productocapital.
22/ No consideraremos aquí la crítica radical del modelo de los autores marxistas y
dependentistas. Tampoco analizaremos las consecuencias de la aplicación práctica de las
políticas de industrialización sustitutivo -véase Fishlow (1987).
23/ Este es un error muy difundido - los reformadores del mercado del trabajo sugieren
frecuentemente que si no se consideran otros factores de producción, la relación
salarios/productividad deja a América Latina fuera de competencia
.
24 /Punto que comparte un documento relativamente reciente del Banco Mundial
(1979).
26/ En otras palabras, lo que hoy se conoce como "convergencia" en la teoría del
crecimiento endógeno.
29/ Concluyen que estos resultados podrían ser interpretados como que los incentivos a
la producción manufacturera son exitosos cuando promueven actividades de uso
relativamente intensivo de factores que el proceso de industrialización tiende a hacer
más abundantes.
30/ Todos los estudios empíricos disponibles muestran que durante el período anterior a
1975, la mayor determinante del crecimiento de América Latina fue la tasa de
acumulación de capital. El ejercicio más completo de contabilidad del crecimiento de
América Latina de la posguerra (Hofman, 1996) muestra que entre 1950 y 1973 la
productividad conjunta de los factores creció a una velocidad razonable; de hecho, todos
los países muestran un crecimiento de la productividad más rápido entre 1950 y 1973
que entre 1980 y 1994, período de la liberalización. No obstante, una vez que se
consideran los cambios en la calidad del trabajo y del capital, la productividad total de
los factores se reduce a niveles bastante bajos, lo que significa que la acumulación de
los factores es realmente la principal fuente de crecimiento en la región. Más aún, la
razón insumo-producto aumenta con el transcurso del tiempo, lo que refleja el patrón de
crecimiento que predijo la teoría de la CEPAL. La tendencia más fuerte es la de capital
por trabajador, que apoya la hipótesis estructuralista de que (a) la inversión es el motor
del crecimiento y que (b) el desempleo está determinado tecnológicamente. En todo
caso, el problema de por qué las tasas de inversión permanecen relativamente bajas
sigue sin explicación a pesar del enorme esfuerzo para aumentarlas.
31/ Pueden surgir tanto de formas específicas de propiedad monopolística, como las
patentes, como de rentabilidad no decreciente para ampliar el capital físico,
organizacional, financiero, humano, infraestructura, etc.
34/ Furtado tiene una interpretación algo más radical: "como la inversión pública
pretendía crear economías externas para la inversión privada, y dado que esta última
está en manos de una minoría del 2% de la población cuyos ahorros representan una
porción importante de sus ingresos, se puede deducir que tanto por la forma de
financiamiento de los gastos como por su asignación, la acción del Estado sirve no sólo
a consolidar el patrón existente de riqueza y distribución del ingreso, sino a promover
uno de mayor concentración" (Furtado, 1970, p. 67)
36/ Furtado (1970, p. 66) argumenta persuasivamente que la resistencia a una mayor
carga tributaria provenía abrumadoramente de los grupos de ingresos más altos a pesar
de que el gasto público en este período estaba diseñado para apoyar la inversión
privada.
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