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ROMANOS CONTRA ROMANOS

ROMANOS
CONTRA
ROMANOS

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ROMANOS CONTRA ROMANOS

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ROMANOS CONTRA ROMANOS
CCUUEESSTTIIOONNAARRIIOO DDEE CCOONNOOCCIIM
MIIEENNTTOOSS PPRREEVVIIOOSS
1. En una democracia
a) hay elecciones c) hay control m
mutuo
b) hay más de un jefe d) a, b y c
2. ¿Qué sabes de la monarrquía?
a) es una forma de goob
bierno c) en ella el jefe es un rey
b) en ella mandan los rricos d) ayc
3. ¿Qué sabes de la repúbbllica?
a) es una forma de goob bierno c) suele ser dem
mocrática
b) en ella se prescindee del rey d) a, b y c
4. ¿Qué sabes del fascismoo?
a) es un régimen dictaattorial c) suele ser dem
mocrático
b) tenía como símboloo las fasces d) ayb
55.. ¿¿HHaabbííaa eelleecccciioonneess eenn RRoom
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ROMANOS CONTRA ROMANOS
Magnificaba sus atroces actos con la monstruosidad de sus palabras. Decía que nada en su
forma de ser elogiaba y aprobaba más que –por emplear su propia expresión– la ad j iatreyia
v ,
esto es, la desvergüenza. En una ocasión en que su abuela Antonia le dio un consejo, como si
fuera poco no hacerle caso, le respondió: “Recuerda que a mí todo me está permitido, y contra
todos.” Cuando se disponía a matar a su hermano, de quien sospechaba que por miedo a los
venenos se estaba protegiendo con medicamentos, le dijo: “¿Un antídoto contra el César?”
Después de desterrar a sus hermanas, las amenazaba diciéndoles que él no sólo disponía de islas,
sino también de espadas. A un expretor que por motivos de salud había solicitado un retiro en
Anticira y expresaba con bastante frecuencia su deseo de que se le prorrogara el permiso, mandó
que lo mataran, añadiendo que aquella sangría era necesaria para una persona a la que durante
on
tanto tiempo no había servido de nada el eléboro. Cada diez días firm ma aba la lista de los
encarcelados que debían ser ejecutados y decía que estaba ajustando cuentas. Nunca toleró que
se castigara a nadie a la ligera, sino con golpes reiterados y menudos, de acuerdo con una regla
constante que ya se ha hecho famosa: “Hiere de tal forma que se sienta morir.” Cuando por un
error de nombre fue castigada una persona distinta a la que había determinado, afirmó que esa
misma también se había merecido igual trato. Constantemente pronunciaba aquel verso trágico:
Que me odien mientras me tengan miedo. Irritado con la multitud porque aplaudía en contra de
su deseo, exclamó: “¡Ojalá el pueblo romano tuviera un solo pescuezo!”
SUETONIO, Calígula 29
1. ¿De quién habla el texto?
2. ¿Qué cargo tenía esa peerrsona?
3. ¿Quién era “el César”? ¿Por qué se denominaba así?
4. ¿Dirías que le estaba “permitido todo, y contra todos”? ¿Por qué?
5. ¿Qué quería decir con la frase que exclamó irritado contra la multitud?
6. ¿Siempre, a lo largo de lla
a historia romana, se había concentrado tanto poder en una sola
persona?
Lo que el biógrafo Suetto onio nos cuenta del emperador Calígula se corresponde más o
menos con la imagen que la literatura y el cine nos han legado de la Roma antigua: una ciudad
gobernada a su capricho por un solo hombre, normalmente degenerado, que a nadie tenía que
rendir cuentas de su actuación. Esto fue más o menos así, pero sólo durante los últimos cinco
siglos de la historia romana (aproximadamente, desde el I hasta el V después de Cristo). Durante
los cinco siglos anteriores, Roma había sido una República en la que el poder quedaba repartido
entre miles de ciudadanos, los asuntos se debatían en asambleas y se celebraban elecciones. Es
decir, lo que hoy llamaríamos una democracia. ¿Cómo se extinguió ésta? ¿Cómo se llegó a la
situación que nos describe Suetonio, es decir, a una dictadura?
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ROMANOS CONTRA ROMANOS
Para responder a esta pregunta, necesitamos remontarnos a los orígenes de la misma
Roma. Según la tradición, esta ciudad fue fundada en el siglo VIII antes de Cristo por Rómulo,
quien la habría gobernado como rey. Después de él reinaron sucesivamente otros seis reyes,
hasta que en el año 509 a. C. Lucio Tarquino el Soberbio, el último de ellos, fue expulsado por un
grupo de aristócratas encabezado por Lucio Junio Bruto. Desde entonces, los romanos albergaron
un profundo odio contra la monarquía, forma de gobierno que consideraron propia de pueblos
atrasados (los “bárbaros”), ya que por lo general cada rey había gobernado sobre su territorio
como si éste fuese de su propiedad, es decir, un asunto privado (res priuata).
Cuando abolieron la monarquía, los romanos consideraron que el territto
orio de Roma debía
ser tratado como un asunto público (res publica), es decir, como una propiedad compartida por
todos los hombres nacidos deen ntro de la ciudad, los ciudadanos (ciues). Eso significaba que los
terrenos de la ciudad, sus callle
es, sus plazas, sus acueductos, sus cloacas y sus templos ya no
pertenecían a una sola persona y a sus parientes o amigos, sino a todo el pueblo romano
(populus Romanus).
Sin embargo, eso sólo erra
a la teoría. Lo cierto es que el poder pasó a manos de las mismas
personas que habían pertenecido al círculo del rey, es decir, a los ciudadanos más ricos, los
patricios (patres). Los patricios, probablemente no más de un millar, estaban organizados en
varias grandes familias o claneess (gentes): los Junios, los Claudios, los Sempronios, los Cornelios,
los Julios, los Emilios, los Calpurnios, los Domicios, los Horacios, los Fabios, los Porcios, los
Sergios, los Servilios, los Lucrecios, los Valerios y algunos más. Cada clan (gens) se consideraba
ge
descendiente de un héroe, y por tanto, de linaje divino. Así, la familia de los Junios, a la que
pertenecía Bruto, se hacía descender de la diosa Juno, y la de los Julios, de la que saldría el futuro
César, se decía descendiente de Julo, el hijo de Eneas, hijo a su vez de la diosa Venus.
Escultura que representa a un patricio con los bustos de sus antepasados y moneda de Julio César con la imagen de Eneas huyendo
huyen
de Troya.
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ROMANOS CONTRA ROMANOS
1. ¿Qué significaba originariamente República y a qué se oponía? ¿Y en la actualidad?
2. ¿Por qué figura la imagen de Eneas en la moneda de Julio César?
Los patricios se repartieron en exclusiva el poder no sólo porque se consideraban los
ello, sino también porque eran los únicos que podían:
únicos que eran dignos de ello podían dedicarse a la
política requiere dinero y tiempo libre, y sólo quienes vivían de la renta de sus tierras
tierra disponían
de ambas cosas.
Los demás ciudadanos, los plebeyos (plebeii),
), estaban demasiado ocupados en trabajar, y
la mayoría de ellos sólo para sobrevivir. Dado que no disponían de dinero ni de formación para
protegerse de rivales
ivales y enemigos, no tenían más remedio que ponerse al servicio de las familias
patricias, ofreciéndoles fidelidad y ayuda a cambio de protección y asistencia jurídica. Esta
relación se denominaba clientela ((clientela). Los patricios despreciaban a sus clientes no sólo
porque éstos no tenían sangre noble, sino además porque se ganaban la vida con el trabajo
manual, que era
a mal visto incluso por los propios plebeyos, sobre todo si estaba relacionado con
el comercio (el oficio de mercader o tendero se equiparaba al de gladiado
gladiador,
r, actor o prostituta).
Reconstrucción de un barrio plebeyo visto desde la colina del Aventino.
Este desprecio se manifestaba en un hecho que marcaría la historia de Roma durante los
siguientes siglos: la separación
ón tajante entre los nobles y la plebe (plebs).. Llegó a existir durante
un tiempo una ley que prohibía el matrimonio entre patricios y plebeyos
plebeyos,, y cuando esta ley quedó
derogada, muchos patricios siguieron negándose no sólo a casarse con plebeyos, sino a
relacionarse con ellos de cualquier otro modo, por eso era muy extraño verlos compartiendo
espacios, tales como el comedor o la calle (lo normal es que un patricio se desplazara en litera,
oculto tras unas cortinas, evitando el contacto con el suelo y las miradas de los “bribones”, como
despectivamente llamaban a los plebeyos)
plebeyos).
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ROMANOS CONTRA ROMANOS
En ciertos aspectos, los plebeyos eran casi esclavos de los patricios. Además de la fidelidad
que como clientes les ligaba a ellos
ellos,, muchos se habían convertido en sus siervos, ya que, debido a
su pobreza,
obreza, les habían solicitado préstamos y, al no poder pagarlos, contrajeron deudas que les
sumieron en la ruina y la servidumbre. En la práctica, sólo dos diferencias separaban a los
ui): eran personas libres y tenían derechos políticos. Esto último
plebeyos de los esclavos (seru
significaba poder participar en la asamblea popular para votar, por ejemplo, a favor o en contra
magistratus).
de la guerra, y también para elegir a sus representantes, los magistrados ((magistratus
Las magistraturas eran cargos pol
políticos que habían sido creados después de la expulsión
del último rey para gobernar y administrar la ciudad juntamente con el Senado y la Asamblea
Popular (Senatus populusque Romanus). Estos tres órganos de gobierno se controlaban
mutuamente, pero además su poder quedaba limitado por varias razones. En primer lugar, todos
eran colegiados, es decir, estaab
ban formados por más de un miembro. Por ejemplo, había dos
cónsules: si uno de ellos ordenaba la detención de un ciudadano, ésta no se hacía efectiva hasta
que su colega (collega) diese su conformidad. En segundo lugar, la duración del cargo era
generalmente de un año, al término del cual el magistrado debía rendir cuen
nttas de su actuación,
pudiendo ser llevado a juicio si había actuado en contra de la ley. De este modo, el magistrado se
lo pensaba bien antes de excce ederse y en todo caso, si intentaba acaparaarr demasiado poder
apoyándose en su ejército, la finalización de su mandato lo impedía.
La única magistratura no colegiada era la dictadura: de manera excepcional, cuando la
seguridad de la República estaba en riego, se nombraba un dictador legal (dictator) para que
durante un período máximo de seis meses reuniese poderes ilimitados. Por ejemplo, en el siglo V
a. C., Lucio Quincio Cincinato fue nombrado dictador para que salvara a la ciudad del ataque de
un pueblo vecino y, tras cump pllir con su misión, abandonó la vida pública y regresó al campo.
Cincinato pasó a la historia como modelo de hombre honrado: aunque pudo aprovechar la
dictadura para hacerse fuerte y satisfacer sus intereses personales, prefirió servir exclusivamente a
su patria y continuar viviendo en su sencillo retiro.
Como decíamos, los plebeyos tenían derechos políticos, por ejemplo, para elegir a estos
magistrados, pero ellos mismos no podían llegar a ocupar ningún cargo, lo que les acarreaba
grandes desventajas. Por ejemplo, si un plebeyo denunciaba a otro plebeyo o a un patricio, el
juicio era presidido por un magistrado llamado pretor (praetor) y la sentencia decidida por un
juez, y tanto uno como otro eran patricios, por lo que no dudarían en beneficiar al plebeyo o
patricio denunciado si eran respectivamente cliente o amigo suyo. La indefensión que padecía la
plebe y su situación de servidumbre se hicieron hasta tal punto insoportables, que en el año 494
a. C., en lo que se puede considerar la primera huelga de la historia, los plebeyos salieron
on
armados de Roma, declarando que crearían un Estado aparte y que regresarían sólo si se
atendían sus peticiones.
Gracias a esta secesión, la plebe obtuvo una serie de concesiones, entre ellas el acceso a
algunas magistraturas y la creación de una específicamente plebeya, el tribunado de la plebe. Los
tribunos de la plebe (tribuni plebis) se encargarían de defender los intereses de los plebeyos y
para ello serían reconocidos por los patricios como inviolables (sacrosancctti). No obstante, la
propia amenaza de separación y sus consecuencias no pudieron ocultar una realidad que no
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dejaría de hacerse patente durante cinco siglos más: en Roma había dos mundos, el de los
patricios y el de los plebeyos. Y dos mundos tan enfrentados entre sí que acabarían provocando
bellum ciu
una cruenta guerra civil (bellum ciuile), una guerra entre ciudadanos (inter
inter ciues),
ciu de romanos
contra romanos.
1. ¿Qué dos grupos principales de población habitaban en Roma? ¿Qué dos grupos había
dentro del primero? ¿Dirías que había algún tipo de igualdad en Roma? Explica tu
respuesta.
2. ¿Estaban sometidos los gobernantes romanos a algún tipo de control o bien podían hacer
cuanto les apeteciera? ¿Qué significan las siglas SPQR?? Explica el sentido de la expresión.
3. ¿Por qué se llama así la ciudad de Cincinnati? ¿Qué monumento tiene esta ciudad
relacionado con su nombre? ¿Qué sostiene esa estatua en su mano derecha? ¿Qué
simbolizaba ese objeto?
4. ¿Qué era la dictadura? ¿Estaba mal vista?
5. ¿Participaban del poder los plebeyos?
6. ¿Por qué se llama así la guerra civil?
Los libros suelen dar rodeos a la hora de explicar el origen de esta guerra que enfrentó
entre sí a los ciudadanos romanos, pero lo cierto es que había una sola causa y bien sencilla: la
lucha por la posesión de la riqueza. Sin embargo, sí sería una simplificación afirmar que la guerra
enfrentó a patricios y plebeyos por esa posesión. En una fase avanzada de la República, la riqueza
se hallaba casi exclusivamente en manos no sólo de los patricios, sino de los nobles (nobiles),
clase formada por los patricios y por un gran número de plebeyos que se habían enriquecido
gracias a actividades como el comercio, tanto que muchos de ellos superaban en riqueza a los
patricios más acaudalados. Estos plebeyos acomodados ya no se identificaban con los plebeyos
pobres, porque de hecho vivían exactamente igual que los patricios. Por otrro
o lado, no es cierto
que todos los nobles lucharan contra los plebeyos, ya que algunos de los principales defensores
de los pobres fueron incluso patricios.
_____________________________________________
| |
GAYO JULIO CÉSAR JULIA MAYOR ~ MARCO ATIO BALBO
|
GAYO OCTAVIO TURINO ~ ATIA BALBA
|
GAYO OCTAVIO TURINO
El árbol genealógico de Gayo Octavio Turino, el futuro emperador Augusto, da una idea de cómo una gran
gr parte de la nobleza
romana tenía sus raíces en la plebe: él era hijo de Octavio Turino, un plebeyo rico, y de Atia, hija a su vez de un plebeyo y de una
patricia, Julia, la hermana de César. Ess decir, el romano que había de convertirse en el hombre más rico del mundo tenía más
sangre plebeya que patricia.
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ROMANOS CONTRA ROMANOS
1. En una palabra, ¿qué enfrentó entre sí a los romanos en la guerra civil?
a) la esclavitud c) la ideología
b) la independencia d) el dinero
2. La palabra nobles designaba a
a) los patricios c) los patricios y los plebeyos ricos
b) los patricios y los plebeyos d) nada de lo anterior
defensores de la plebe fue Tiberio Sempronio Graco,
Uno de esos líderes patricios de Graco quien
en el año 133 a. C. fue víctima del mismo odio que ochenta y cuatro años después acabaría
a
estallando en forma de guerra
rra ccivil. Su historia nos la cuenta
enta el biógrafo Plutarco.
Plutarco Graco nació en
más ricas e influyentes de Roma. En el 138, cuando aún no
el seno de una de las familias patricias má
tenía 30 años, inició su carrera política como cuestor, acompañando al ccónsul
ónsul Gayo Hostilio
Mancino en una expedición contra Numancia. Allí, el ejército comandado por Mancino cayó en
una emboscada de los numantinos, que sólo aceptaron negociar con Tiberio por la alta estima
que le tenían a su padre. El cuestor salvó la vida de los soldados a cambio de reconocer bajo
juramento la “igualdad de numantinos y romanos”.
Ell Senado, liderado por el pontífice máximo Publio Cornelio Escipión Nasica, consideró
humillante un tratado que aceptaba como iguales a los rebeldes numantinos, de modo que se
negó a ratificarlo. En un gesto que equivalía a la ruptura de la paz, Mancino fue
fu enviado desnudo
a Numancia y como sus habitantes no lo aceptaron, pudo regresar a Roma, pero deshonrado.
Tiberio también perdió el prestigio dentro de Roma, factor indispensable para la carrera política, y
fuera de ella, su credibilidad. Sin embargo, cua
cuando
ndo llegó al foro, los familiares de los soldados le
aclamaron como a un héroe y tal vez entonces concibió la idea de recuperar el prestigio
apoyando la causa del pueblo llano, que vivía abrumado por la crisis de las tierras.
En esta época,, mientras los pequeños propietarios, acuciados por las crecientes deudas,
vendían sus parcelas a bajos precios a los nobles, éstos se enriquecían cada vez más con los
botines de las conquistas. La mayor parte de ellos, representada por Nasica, consideraba que los
beneficios del imperio, principalmente las tierras conquistadas, debían ser para quienes lo habían
planificado, los nobles, gracias a cuya buena voluntad y generosa ayuda las clases inferiores
recibían como siempre sus beneficios en forma de edifi
edificios
cios públicos, planes de alimentación y
entretenimiento.
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ROMANOS CONTRA ROMANOS

La parte minoritaria de la nobleza, representada por el senador Apio Claudio Pulcro, sostenía que la crisis amenazaba la armonía
armo entre el Senado
y el pueblo y era necesario solventarla con una reforma agraria. Tiberio, animado por las consignas que la plebe
plebe garabateaba en las calles, se asoció a
Pulcro, casándose con su hija, y en el año 133 se presentó a las elecciones para tribuno con un plan de reforma. La ley que pretendía proponer preveía
crear una comisión que se encargara de investigar qué terrenos públicos
públicos habían sido ilegalmente ocupados por los nobles excediendo el límite
permitido de 125 hectáreas y redistribuyera estos terrenos públicos entre los ciudadanos sin tierras.

Tiberio fue elegido uno de los diez tribunos de la plebe. El Senado, compuesto por latifundistas, no estaba dispuesto a renunciar a su porción de
los terrenos públicos, pero la autoridad
d para aprobar leyes era de la Asamblea
A Popular,
opular, guiada ahora por un magistrado que rompía con la
acostumbrada colaboración entre el Senado y el pueblo. Los ofendidos senadores no podían hacer nada al respecto, salvo presentar como candidato
para el tribunado a Marco Octavio, un plebeyo propietario de una gran extensión de terreno y deseoso de hacerse un lugar en el
e Senado, el cual se lo
había atraído con promesas. Octavio, que era amigo de Tiberio desde la infancia, también fue elegido.

Tiberio no tardó en actuar. Contraviniendo la tradición, presentó directamente la propuesta ante la plebe, sin consultar previamente
prev al Senado ni
buscar su aprobación. No menos incendiario fue el discurso que pronunció al subir a la tribuna de los oradores:

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ROMANOS CONTRA ROMANOS

“Las fieras que vagan por los bosques de Italia tienen guaridas y agujeros para esconderse, pero los hombres que luchan y mueren
mue por Italia sólo poseen
el aire y la luz, y ninguna otra cosa, pues sin casa y sin techo andan errantes con sus mujeres e hijos. Y mienten y se burlan
burla nuestros generales cuando
exhortan a los soldados antes de la batalla a defender del enemigo las tumbas de sus antepasados
antepasados y sus templos, pues son muchos los romanos que no
poseen ni altar ni sepulcro de sus mayores. La verdad es que combaten y mueren para proteger la riqueza y el lujo de otros. Y aunque se dice que son
señores de la tierra, ni siquiera un terrón es verdaderamente
erdaderamente suyo.”

El día de la votación, los senadores desplegaron su arma secreta: Marco Octavio. Cuando se anunció la ley de tierras, éste se puso en pie, gritó
“Veto” y la votación se suspendió. Día tras día se convocaba la asamblea y Octavio seguía bloqueando el proyecto
proyecto de ley. Tiberio llegó a ofrecerle una
indemnización de su propio bolsillo por la tierra que pudiera perder, pero su colega rechazó la oferta. Finalmente, Tiberio hizo
h lo que nadie antes había
intentado: proponer una votación para destituir a Octavio. Al día siguiente se reunió de nuevo la asamblea para votar la destitución y cuando ya habían
votado 17 de las 35 tribus, Tiberio pidió que se interrumpiera la votación y trató de convencer con súplicas y abrazos a su viejo
v amigo, que permanecía
callado “con los
os ojos arrasados de lágrimas”. Octavio, por el miedo a perder el respeto de los senadores que observaban desde las escaleras del
Senado, siguió firme.

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ROMANOS CONTRA ROMANOS
Dos monedas republicanas alusivas al voto secreto: la primera representa a un votante depositando en la urna su voto afirmativo
afirmati
(con la V de uti rogas “como lo pides”, es decir, “sí”); la segunda muestra a dos votantes desfilando sobre una pasarela, uno
recibiendo
cibiendo de un funcionario la tablilla cubierta de cera donde debía inscribir su voto y otro depositándola en la urna.
La ley fue aprobada por aplastante mayoría, pero cada vez que los comisarios solicitaban
fondos para llevar a cabo su trabajo,
rabajo, el Senado se negab
negaba
a a financiarlo. Por entonces, Átalo
Á de
Pérgamo había nombrado heredero al pueblo romano y Tiberio propuso utilizar ese dinero para
financiar la reforma. Los enemigos de Tiberio extendieron el rumor de que quería convertirse en
rey con el apoyo del pueblo, alegando que habían visto entrar en su casa embajadores de
Pérgamo con una corona y una túnica púrpura. Tiberio recibió amenazas de muerte y tuvo que
rodearse de una escolta.
El Senado estaba esperando a que expirara su cargo para poder llevarllo
o a juicio por haber
destituido a un magistrado sacrosanto. Para evitarlo, Tiberio se presentó a la reelección. A pesar
de que era inconstitucional ostentar el cargo dos años consecutivos, confiaba en que la asamblea
sentara un nuevo precedente. El día de las elecciones estuvo a punto de desistir porque todos los
auspicios eran desfavorables: se rompió una uña del pie al salir de su casa, una piedra cayó de
una azotea ante sus pies y los pájaros destinados a tomar los auspicios ni siquiera salían de la
jaula.
Mientras se desarrollaba la votación, un senador le comunicó que el Senado estaba reunido
tramando su muerte. Cuando Tiberio anunció esto a sus partidarios, éstos se repartieron las
lanzas con las que los ordenan
nzzas apartaban a la muchedumbre. Como los que se hallaban más
lejos se sorprendían de lo que estaba ocurriendo y hacían preguntas, Tiberio se tocó la cabeza
con la mano, indicando con la mirada el peligro. Sus enemigos, cuando vieron el gesto, corrieron
hacia el Senado con la noticia de que Tiberio estaba pidiendo la corona. Nasica gritó al cónsul
Publio Mucio Escévola que salvara la República y matara al tirano, pero el magistrado se negó a
autorizar la ejecución de un hombre sin juicio previo. Nasica se levantó y dijo: “Puesto que el
cónsul traiciona a la ciudad, seguidme los que queráis ayudar a las leyes.” A la manera de un
sacerdote antes del sacrificio, se cubrió la cabeza con la toga y salió del Senado.
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ROMANOS CONTRA ROMANOS

Cientos de senadores, arremangándose la toga alrededor de la cintura, para poder moverse con mayor comodidad, desfilaron por las calles empujando
a cuantos le salían al paso y causando una honda impresión, ya que no era normal ver a hombres nobles tan resueltos
resueltos a emplear la violencia. Armados
con palos y patas de bancos rotos por la multitud en su huida,
golpearon primero a los que se habían apostado delante del tribuno.
Mientras éste huía, uno de los senadores le agarró por la toga, Tiberio
se desprendió de ella y, vestido sólo con la túnica,
túnica trató de huir de
nuevo, pero tropezó con uno de los que habían caído delante de él.
Cuando se levantaba, uno de los atacantes le golpeó en la cabeza y el
resto lo apaleó y apedreó hasta la muerte. Los familiares de Tiberio
Tib y
de unos trescientos seguidores suyos pidieron la devolución de los
cadáveres, pero los senadores les negaron la dignidad de un entierro
adecuado y arrojaron los cuerpos destrozados al Tíber.

1. ¿Era algo normal y aceptado el uso de la violencia en la


República romana? Para responder, cita
c dos frases del texto.

2. ¿Por qué recurrieron a ella los senadores? ¿Qué vieron


amenazado?

3. ¿Con qué pretexto dieron muerte a Tiberio Graco?

4. ¿Por qué crees que usaban ese pretexto? ¿Creían que estaban haciendo algo incorrecto?

5. ¿Crees que se limitaron a impedir lo que ellos consideraban la destrucción de la República? ¿Por qué?

6. ¿Quién era Cicerón? ¿Qué crees que opinaba de este asesinato?

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ROMANOS CONTRA ROMANOS

El asesinato de Tiberio Graco no fue una excepción, sino el comienzo de una escalada de violencia que acabó con la vida de su hermano Gayo y
posteriormente con la de otros líderes de ambos b andos. Roma pretendía gobernar su imperio, cuando ni siquiera era capaz de gobernarse a sí misma:
ba
la Asamblea Popular y el Senado habían entrado en abierta colisión y las diferencias políticas habían comenzado a resolverse con asesinatos,
enfrentamientos callejeros y golpes de Estado. En la década de los 60 del siglo I a. C., otro patricio, Lucio Sergio Catilina, intentó dar un golpe de
Estado, pero fue descubierto y juzgado. Así lo veía Cicerón:

“¿Hasta cuándo ya, Catilina, seguirás abusando de nuestra paciencia? ¿Por cuánto tiempo aún estará burlándosenos esa locura tuya? ¿Hasta qué
límite llegará, en su jactancia, tu desenfrenada audacia? ¿Es que no te han impresionado nada ni la guardia nocturna del Palatino ni las patrullas
vigilantes de la ciudad ni el temor del pueblo ni la afluencia de todos los buenos ciudadanos ni este bien defendido lugar -donde se reúne el Senado- ni
las miradas expresivas de los presentes? ¿No te das cuenta de que tus maquinaciones están descubiertas? ¿No adviertes que tu conjuración, controlada
ya por el conocimiento de todos éstos, no tiene salida? ¿Quién de nosotros te crees tú que ignora qué hiciste anoche y qué anteanoche, dónde
estuviste, a quiénes reuniste y qué determinación tomaste?

¡Qué tiempos! ¡Qué costumbres! El senado conoce todo eso y el cónsul lo está viendo. Sin embargo este individuo vive. ¿Que si vive? Mucho más:
incluso se persona en el Senado; participa en un consejo de interés público; señala y destina a la muerte, con sus prop
piios ojos, a cada uno de nosotros.
Pero a nosotros -todos unos hombres- con resguardarnos de las locas acometidas de ese sujeto, nos parece que hacemos bastante en pro de la
República. Convenía, desde hace ya tiempo, Catilina, que, por mandato del cónsul, te condujeran a la muerte y que se hiciera recaer sobre ti esa
desgracia que tú, ya hace días, estás maquinando contra todos nosotros.

Si un hombre eximio, Publio Escipión -pontífice máximo- aun en calidad de particular, privó de la vida a Tiberio Graco que perturbaba ligeramente
la estabilidad de la República, nosotros, los cónsules, ¿habremos de aguantar a Catilina, que se muere por arrasar a sangre y fuego el orbe de la tierra?”

CICERÓN, Discurso contra Catilina 1.1-3 (trad. de J. Aspa Cereza)

1. ¿Nos da Cicerón una imagen objetiva de los hechos? ¿Es fiable su testimonio? ¿A quién crees que pretendía deeffender Catilina?

2. ¿Qué cargo desempeñaba Cicerón en el momento de escribir este discurso? ¿Qué asegura defender?

3. ¿Sabes ya qué opinaba del asesinato de Tiberio Graco?

14
ROMANOS CONTRA ROMANOS

A Roma sólo le quedaban dos alternativas: sucumbir bajo el peso de su imperio y de su caos interno o bien salvarse disolviendo la República y
entregando todo el poder a una sola persona que pusiera fin al desorden. Al final se impuso esta segunda opción, pero los romanos tuvieron que
pagar por ella un alto coste: la pérdida de la libertad.

El hombre llamado a convertirse en dueño absoluto del Estado fue uno de los patricios más ricos de la ciudad
d,, pero defensor de los intereses de
los más pobres: Gayo Julio César. ¿Cómo consiguió aplastar por completo a sus rivales del partido de los nobles y acumular más poder del que nadie
había acumulado nunca en la historia de Roma? Con mucha astucia y una gran visión política: apoyándose en la plebe, que formaba la inmensa
mayoría de la población, y poniéndola en contra de los nobles. En realidad, César no sentía más simpatía por lo oss pobres que sus rivales políticos:
simplemente sabía que la plebe le daría su voto cada vez que se presentara a unas elecciones, y si alguien no se lo daba, intentaba comprarlo con su
dinero y el de sus socios, Pompeyo y Craso.

César ganó todas las elecciones hasta obtener la más alta magistratura de la República: el consulado. Una vez conseguida, pudo empezar a
ganarse el favor del otro pilar en el que un líder podía apoyarse para derrotar a sus enemigos cuando la vía política no funcionaba: el ejército. En este
punto, debemos hacer un paréntesis para comprender la importancia decisiva que iba a tener esta institución en el fin de la República.

En los primeros tiempos, el ejército romano había estado compuesto principalmente por los ciudadanos más ricos, aquellos que podían
costearse el equipo militar y al mismo tiempo tenían un mayor interés por defender las fronteras de Roma para no perder las tierras de las que vivían.
Sin embargo, conforme el Imperio Romano fue creciendo, las campañas militares se hicieron tan largas, que los ciudadanos terminaban abandonando
sus tierras o negocios y dejando a sus familias endeudadas. Se hacía necesaria una profesionalización del ejército, es decir, que el Estado se encargara
de equipar al soldado y de darle una paga regular.

Y, por supuesto, el número de personas dispuestas a dedicarse por entero a la guerra era muy alto, por una razón muy simple: convertirse en
soldados profesionales era, con diferencia, la mejor salida para los pobres. Sólo en Roma había cientos de miles de plebeyos, y muchos de ellos eran
tan pobres que sólo comían el grano que el Estado repartía gratis (annona). Encontrar trabajo era muy difícil, porque para todas las tareas se empleaba
a los esclavos. En cualquier caso, ningún trabajo que se pudiera conseguir iba a ser estable ni estar bien considerado. En cambio, dentro del ejército,
hasta el plebeyo más miserable era respetado, tenía asegurado un sueldo mínimo e incluso, a diferencia de lo que ocurría en la vida civil, podía
ascender, si hacía méritos para ello.

15
ROMANOS CONTRA ROMANOS

La profesionalización del ejército trajo consigo una consecuencia inevitable: cada soldado pasaba un gran nú mero de años en su legión, tantos
úm
que ya no se sentía ligado a su patria, sino a sus compañeros de la legión y, sobre todo, a su general (imperator), quien, a cambio de un juramento de
lealtad, le recompensaba durante las campañas con una parte de los botines de guerra y, una vez licenciado, con la entrega de tierras.

Pues bien, César aprovechó esta circunstancia e hizo aprobar una reforma agraria por la que se debía instalar a los veteranos del ejército en
fincas de Italia como reconocimiento a sus servicios. César salvó la oposición de los senadores valiéndose de sus poderes de cónsul: salió de la Curia y
presentó la ley directamente en la asamblea. Sus partidarios entraron en el foro el día de la votación y lo limpiaron de enemigos de la reforma,
llegando a romper en una ocasión el cetro del cónsul Bíbulo y a vaciar sobre su cabeza un cubo de excrementos.

Pero ganarse el favor de una parte del ejército no era suficiente. Cuando expiró su cargo de cónsul, obtuvvo o el de procónsul en la Galia. Allí
provocó a las tribus celtas que no estaban sometidas a Roma, entrando en guerra con ellas y derrotándolas a todas hasta someter la Galia y Britania.
César acumulaba tantas victorias, que en uno de sus triunfos hizo desfilar un letrero con una de las frases que más conocidas se harían: VENI, VIDI, VICI
(“Llegué, vi, vencí”). Estas victorias permitieron a sus legiones enriquecerse de una manera extraordinaria y a él repartir una gran parte del botín entre
los ciudadanos más pobres de Roma.

“La realidad era que cada hombre estaba ligado a César con todas sus fuerzas por su celo en el trabajo, a causa del hábito de la milicia y de las
ganancias que la guerra procura a los vencedores y de aquellas otras que recibían de César; pues ésta las daba con prodigalidad, tratando de
tenerlos adictos a sus órdenes.”1

La popularidad de César crecía entre los plebeyos en la misma medida en que crecía el número de acusaciones que sus enemigos de la nobleza,
entre ellos su antiguo aliado Pompeyo, preparaban para poder llevarlo a juicio. César tenía ya las dos cosas que necesitaba: el apoyo de la mayoría de
la población y una excusa para declararse rebelde. Si regresaba a Roma como un civil, sería condenado; si lo hacía como general al frente de sus
legiones, podría defender con la fuerza sus intereses y los de la plebe, si bien estaría declarándole la guerra a la República. El 10 de enero del año 49,
César atravesó el río Rubicón confiado en la superioridad numérica de su ejército.

“Cuando llegó en su carrera al río Rubicón, que sirve de límite a Italia, se detuvo y mirando la corriente reflexionó en su mente calculando cada
uno de los males que tendrían lugar si atravesaba el río en armas. Y, tras recuperar la calma, dijo a los presentes: ‘Amigos, si me abstengo de

1
APIANO, Guerras civiles 2.30 (trad. Antonio Sancho Royo).

16
ROMANOS CONTRA ROMANOS

cruzar el río, será el principio de mis desgracias, pero su travesía lo será de las de todos los hombres.’ Y, hablando como un inspirado, lo atravesó
de un impulso, pronunciando la conocida frase de: ‘Que la suerte lo decida.’”2

En sólo dos meses, logró hacerse dueño de toda Italia y Roma hubo de ser abandonada por los nobles y sus partidarios, que entre llantos
partieron en barcos hacia Grecia. Cicerón se quejaba por la indignidad de tener que vagar como un mendigo:

“Me parece que ignoras la dimensión de este desastre, pues estás todavía en tu casa, pero no puedes hacerlo mucho tiempo contra la voluntad de los
3
individuos más depravados. ¿Cosa más triste, más vergonzosa que esto?: vamos de un lado para otro, indigentes, con nuestras esposas e hijos.”

A pesar de ello, Cicerón elogió la clemencia de César, que sistemáticamente dejaba libres a los oficiales pompeyanos que caían en sus manos,
permitiéndoles decidir en qué bando quedarse. La guerra civil concluyó en el 48 a. C. con la victoria de César sobbrre Pompeyo en Farsalia. Pompeyo
huyó a Egipto, reino que se encontraba bajo el protectorado de Roma y donde esperaba encontrar una buena acogida. Sin embargo, el rey Ptolomeo
XIII, aún niño, asesorado por su eunuco, había decidido posicionarse a favor del vencedor:

“Cuando Pompeyo vio un ejército numeroso en tierra, detuvo su barco. Para recogerlo, fue enviado un barquichuelo miisserable, bajo la pretensión de que el
mar era poco profundo y no apto para barcos de gran calado. Sempronio, un romano que entonces servía en el ejército del rey y, en otro tiempo, bajo el
propio Pompeyo, tendió su derecha a este último, quien sospechaba de todo, del despliegue del ejército, del caráctte
er miserable del barquichuelo y del
hecho de que no hubiera acudido el rey en persona. Sin embargo, subió a bordo del bote y durante la travesía, como todos guardaban silencio, se
acrecentaron sus sospechas. Volviéndose hacia Sempronio, le preguntó: “¿No te conozco, camarada?”, éste lo negó al punto; pero, cuando Pompeyo se
alejaba, lo hirió en primer lugar y después otros. La mujer de Pompeyo y sus amigos, al ver desde lejos este hecho, prorrumpieron en lamentos. Los
sirvientes de Potino cortaron la cabeza de Pompeyo y la conservaron para César, en espera de una gran recompensa, pero éste se vengó de ellos de
4
manera digna de su impiedad.”

Con toda la oposición militar y política descabezada, Roma quedaba a merced de César. Al regresar a la ciudad en el año 46, llenó los puestos
vacantes de senadores con hombres nuevos de familias corrientes que le colmaban de honores y concedió regalos eenn metálico a todos los ciudadanos.
Hasta el año 44, con poderes de dictator, cumplió sus promesas de otorgar terrenos a ciudadanos pobres, pero no fue ni mucho menos la revisión

2
Ibídem 2.35.
3
CICERÓN, Cartas a Ático, 8.2.3
4
APIANO, Op. cit. 2.84-86.

17
ROMANOS CONTRA ROMANOS

revolucionaria que sus enemigos temían. El verdadero vencedor de la guerra civil fue el soldado: cada veterano recibió un salario vitalicio y entre los
años 44 y 40, medio millón de soldados o ex-soldados obtuvieron una considerable porción de la riqueza de Italia.

En enero del 44, César rechazó la corona de rey, aunque era evidente que se comportaba como un tirano, como el primer emperador de Roma.
A mediados de marzo, varios senadores, entre ellos Bruto, Casio, Casca y otros enemigos a quienes había perdonado la vida, rodearon a César en la
Curia y sacando los puñales que llevaban escondidos bajo las togas lo mataron de veintitrés puñaladas.

18
ROMANOS CONTRA ROMANOS

Cuando por fin llegó al Senado, Trebonio A Antonio, que seguía fiel a César y cuya fuerza física era enorme, lo retuvo fuera Bruto
entretuvo a Antonio fuera. Porque habían planeado Albino, metiéndole adrede en una conversación prolongada. Al entrar César. El Senado, por
matar también a éste y a Lépido; pero por temor a deferencia, se puso en pie; de los cómplices de Bruto, unos le rodearon colocándose detrás de su
que, a causa de la cantidad de muertos, se llegara a
asiento, y otros se acercaron a él como para unir sus peticiones a las de Tilio Címber, que
la falsa conclusión de que habían matado a César
intercedía por su hermano exiliado, y le acompañaron entre ruegos hasta su asiento. Tras
para conquistar el poder y no para liberar a la ciudad
como pretendían, decidieron que Antonio no sentarse siguió rechazando sus peticiones, y como seguían instándole cada vez con más
estuviera presente en el asesinato, porque Lépido, insistencia dio muestras de enfado a cada uno de ellos. Entonces, Tilio, cogiéndose con ambas
por su parte, dirigía una campaña y estaba en las manos la toga, se la echó por debajo del cuello, movimiento que era la señal para pasar a la
afueras. Así que Trebonio se paró a hablar con él acción. Casca es el primero que le golpea con la espada junto al cuello, pero la herida no fue
mientras que los demás, reunidos, rodeaban a César mortal ni profunda, turbado como era de esperar, en el comienzo de una empresa tan osada; de
(pues estaba especialmente accesible y amable entre
modo que César, girando, cogió el puñal y lo retuvo en la mano, al tiempo que ambos
ellos), unos charlaban con él, otros le hacían
peticiones con toda naturalidad para que no exclamaban, el herido en latín: “¡Maldito Casca! ¿Qué haces?”, y el que le había herido en griego,
sospechase nada. Y cuando llegó el momento a su hermano: “¡Hermano, ayuda!” Así es como comenzó el asesinato. Los que no sabían nada
oportuno, uno se acercó a él como si fuera a darle las quedaron presas de estupefacción y escalofríos ante lo que acontecía, y no se atrevían ni a huir ni
gracias y tiró hacia debajo de su toga desde el a socorrerlo y ni siquiera a emitir sonido. Pero los que se hallaban preparados para el asesinato,
hombro dando así la señal a los conjurados, según lo cada uno sacó una espada desnuda. César, rodeado por todos los lados y encontrándose a
convenido. Ante esto, cayeron sobre él por todas
cualquier parte a la que volvía la avista con heridas y hierro que se precipitaba contra su cara y
partes al mismo tiempo y lo hirieron de muerte, de
sus ojos, estaba envuelto, como una fiera, por los brazos de todos, que se lo pasaban de mano en
modo que a causa de la cantidad de sus atacantes,
César no pudo hacer ni decir nada, sino que, mano. Pues todos debían participar y gustar del asesinato. Por eso también Bruto le asestó un
cubriendo su rostro, fue asesinado con muchas único golpe en la ingle. Cuentan algunos que César trató de rechazar a los demás, esquivando
heridas. Esto es lo más verosímil; sin embargo, aquí y allá con su cuerpo y gritando, pero que cuando vio a Bruto con la espada desenvainada, se
algunos dijeron que, dirigiéndose a Bruto que lo echó el manto encima de la cabeza y se dejó caer, viniendo a dar, bien por azar, bien por los
hería violentamente, le dijo: “También tú, hijo?” empujones de sus asesinos, junto al pedestal sobre el que se erigía la estatua de Pompeyo. El
Naturalmente, se produjo un gran alboroto pedestal quedó completamente ensangrentado, de manera que el propio Pompeyo parecía
entre los que estaban dentro, y también entre los presidir la venganza sobre su enemigo, tendido a sus pies y expirando por la multitud de heridas.
que se acercaban desde fuera por lo inesperado del
Veintitrés cuentan que recibió; y muchos de los conjurados se hirieron entre sí, al asestar sobre
suceso.
un solo cuerpo tantos golpes.

DIÓN CASIO, Historia romana 44.19 (trad. D. Plácido) PLUTARCO, César 66 (trad. Emilio Crespo)

19
ROMANOS CONTRA ROMANOS

En el momento en que tomaba asiento, los conjurados le Los conspiradores habían dejado a Trebonio, uno de los suyos,
rodearon so pretexto de presentarle sus respetos, y en el acto para que entretuviera charlando a Antonio delante de las puertas, y
Tilio Címber, que había asumido el papel principal, se acercó los demás se habían colocado de pie alrededor de César, como
más, como para hacerle una petición, y, al rechazarle César y amigos, con puñales ocultos, mientras él se sentaba en su asiento.
aplazarlo con un gesto para otra ocasión, le cogió de la toga Entonces, uno de ellos, Tilio Címber, se puso frente a él y le pidió el
por ambos hombros; luego, mientras César gritaba “¡Esto es regreso de su hermano del exilio. Cuando César respondió que el
una verdadera violencia!”, uno de los Cascas le hirió por la asunto debía ser del todo pospuesto, Címber lo cogió de su vestido
espalda, un poco más bajo de la garganta. César le cogió el de púrpura, como si todavía le suplicara, y tirando de él lo bajó hasta
brazo, atravesándoselo con su punzón, e intentó lanzarse fuera, la base del cuello gritando: “A qué esperáis, amigos?” Entonces,
pero una nueva herida le detuvo. Dándose cuenta entonces de Casca, que estaba colocado sobre la cabeza de César, empuñó su
que se le atacaba por todas partes con los puñales espada para asestar el golpe, pero al desviarse lo hirió en el pecho.
desenvainados, se envolvió la cabeza en la toga, al tiempo que César arrancó su toga a Címber y, asiendo de la mano a Casca, bajó
con la mano izquierda dejaba caer sus pliegues hasta los pies, precipitadamente de su asiento; giró sobre sí mismo y lanzó con
para caer más decorosamente, con la parte inferior del cuerpo mucha fuerza a su agresor. En esta situación, otro, debido a la
también cubierta. Así fue acribillado por veintitrés puñaladas, posición forzada de César, le atravesó el costado con una daga
sin haber pronunciado ni una sola palabra, sino únicamente un cuando se hallaba estirado. Casio le hirió en el rostro, Bruto le golpeó
gemido al primer golpe, aunque algunos han escrito que, al en el muslo y Bucoliano en la espalda, de tal forma que César, con ira
recibir el ataque de Marco Bruto, le dijo: “Kai; suv, tevknon?”. y con gritos, como un animal salvaje, daba vueltas para enfrentarse a
Mientras todos huían a la desbandada, quedó allí sin vida por cada uno de ellos. Después de la herida de Bruto, se ocultó con su
algún tiempo, hasta que tres esclavos lo llevaron a su casa, vestido y cayó, con compostura, ante la estatua de Pompeyo. Mas
colocado sobre una litera, con un brazo colgando. Según el ellos, incluso en tal estado, continuaron con sus golpes, cuando
dictamen del médico Antistio, no se encontró entre tantas estaba caído, hasta que recibió veintitrés heridas; y varios de sus
heridas ninguna mortal, salvo la que había recibido en segundo agresores se hirieron mutuamente mientras asestaban sus golpes con
lugar en el pecho. saña.

SUETONIO, El divino Julio 82 (trad. R. Mª Agudo) APIANO, Guerras civiles 2.117 (trad. Antonio Sancho Royo)

20
ROMANOS CONTRA ROMANOS
“Los asesinos quisieron pronunciar un discurso en el Senado, pero, como no se había quedado
nadie, se lanzaron a la carrera gritando que habían dado muerte al rey y al tirano. Uno de ellos
llevaba un pileus en la punta de su lanza, como símbolo de libertad, y exhortaban a restaurar el
sistema de gobierno de sus padres y traían a la memoria al antiguo Bruto y a los que en aquel
5
evento se habían conjurado contra los antiguos reyes.”
Moneda acuñada por Bruto para conmemorar el tiranicidio: en el anverso, BRVT IMP “General Bruto”; en el reverso, EID MAR “Idus
de Marzo” y pileus entre dos dagas.
Sin embargo, la reacción de la población no fue ni mucho menos la que los conjurados
esperaban. A los ciudadanos más pobres no les interesaban ya la República ni las libertades, sino
tan sólo disfrutar por fin de un período de paz y de lo que ésta conllevaría: comida, más tierras
para más gente y obras públicas que creasen puestos de trabajo. Por tanto, el asesinato de César
no fue recibido como la liberación de un tirano, sino como la privación de un pacificador que
amaba al pueblo. Marco Antonio y los demás socios de César,
“mientras sopesaban la situación, sintieron un impulso muy grande de vengar a César por lo que
le había ocurrido, pero tuvieron miedo de que el Senado se pusiera de parte de los asesinos y
6
aguardaron, por el momento, la marcha de los acontecimientos.”
Transcurridos unos días, Marco Antonio meditó una doble estratagema para acabar con los
asesinos de César. En primer lugar, proponer nuevas elecciones:
“Aquellos que piden un voto sobre la persona de César deben conocer de antemano que, si él
era un magistrado y había sido elegido jefe del Estado, todos sus actos y decretos tienen plena
vigencia; pero que, si se decide que él se hizo con el poder absoluto por la violencia, su cuerpo
será arrojado insepulto fuera de la patria y todos sus actos serán anulados. Casi todos nosotros
hemos detentado magistraturas bajo César, algunos las seguimos desempeñando habiendo
sido elegidos por aquél. Precisamente es esto lo primero que opino, que vosotros debéis decidir
7
si vais a deponer voluntariamente esos cargos.”
5
APIANO, Op. cit. 2.119.
6
Ibídem 2.118.
7
Ibídem 2.128.
21
ROMANOS CONTRA ROMANOS
A continuación, una
na vez aceptada la propuesta, esperar a que se hiciera público el testamento
de César:
“Se trajo a presencia de todos el testamento de César y el pueblo ordenó que se leyera de
inmediato. En él se nombraba hijo adoptivo de César a Octavio, el nieto de su hermana. Sus
jardines eran legados al pueblo como lugar de esparcimiento, y legó a cada uno de los romanos
que aún
ún vivían en la ciudad la cantidad de setenta y cinco dracmas áticas. El pueblo se agitó un
poco, con ira, al ver el testamento de un hombre amante de su patria, sobre el que antes habían
oído la acusación de tirano. Pero lo que les pareció más digno de pi
piedad
edad fue el hecho de que
8
Décimo Bruto, uno de los asesinos, figuraba inscrito como hijo adoptivo en segundo grado.”
grado.
Por último, con la plebe ya conmovida, soliviantarla durante el funeral de César, llevando a cabo
una dramática escenificación:
“Se recogió el vestido, como un inspirado, y ciñéndose para tener libres las manos, se colocó
junto al féretro como sobre un escenario, bajando la cabeza hacia él y levantándola de nuevo.
Transportado a un estado de pasión extrema, desnudó el cadáver de César y agitó su vestido en
lo alto de la punta de una lanza, desgarrado por los golpes y tinto en la sangre del dictador.
Ante este espectáculo, el pu eblo, como el coro de una tragedia, expresó conjuntamente su
ue
9
lamento en la forma más lastimera, y de la pena, de nuevo se llenó de ira.” 9
El plan de Marco Antonio surtió efecto:
“Nada más terminar los funerales, la plebe se dirigió con antorchas hacia las casas de Bruto y de
Casio, y luego que fue a duras penas rechazada, se encontró por el camino a Helvio Cinna y lo
asesinó, por un error de nombre, creyendo que se trataba de Cornelio, a quien buscaba por
haber pronunciado la víspera una violenta arenga contra César; luego paseó su cabeza clavada
10
en una lanza.” 10
A Bruto, Casio y los demás asesinos no les quedaba otra opción que huir de Roma. La
ciudad quedó en manos de Marco Antonio, quien, sin embargo, no disponía legalmente de lo
más importante: la inmensa herencia de César, que éste había legado
legado,, junto con su propio
adoptivo, Gayo Octavio Turino.
nombre, a su sobrino nieto e hijo ado
La negativa de Antonio a transferirle el dinero al heredero legítimo de César provocó el
primer enfrentamiento entre ambos. Octavio no dudó en aliase con Bruto
o y derrotó a Antonio
en Mútina.. A continuación, con tan sólo 19 años, se hizo nombrar cónsul y, consciente de que
si seguía enfrentado a Antonio, Bruto sólo tendría que esperar a recoger los restos de la
guerra, declaró a los asesinos de su padre adoptivo enemigos del Estado. De ese modo,
Octavio reanudó la guerra
rra civil, uniendo sus fuerzas con Antonio y Marco
rco Lépido.
Lépido Los tres
tenían numerosos enemigos en Rom
Roma, entre ellos Cicerón, que había atacado duramente a
Marco Antonio en sus Filípicas:
8
Ibídem 2.143.
9
Ibídem 2.146.
10
SUETONIO, El divino Julio 85.
22
ROMANOS CONTRA ROMANOS
“Así pues, el pueblo romano obtiene y aguarda de D. Bruto un
beneficio mayor del que nuestros antepasados recibieron por
parte de L. Bruto, el primero de este linaje y de este nombre, que
deben ser defendidos por encima de cualquier otro. Además, si
todo tipo de esclavitud es miserable, se vuelve entonces
intolerable
e cuando hay que servir a un sacrílego, a un
desvergonzado, a un afeminado, a quien nunca, ni siquiera en los
momentos de miedo, está sobrio. ¿Qué ha hecho, en efecto,
alguna vez Antonio que respondiese a una reflexión meditada?
Siempre ha sido arrastrado por donde lo han llevado su
incontinencia, su inconstancia, su frenesí y sus borracheras.
Siempre lo han dominado dos clases distintas de personas: los
11
mercaderes de esclavas y los ladrones.”
Resuelto a no cometer el error de César, Octavio decidió como primera medida detener y
ejecutar a trescientos senadores y dos mil caballeros:
“El texto de la proscripción era como sigue: ‘Marco Lépido, Marco Antonio y Octavio César
declaran lo siguiente: De no haber sido por la perfidia de unos hombre
hombress viles que, gracias a sus
ruegos, fueron objeto de clemencia y que, una vez la
encontraron, se tornaron enemigos de sus bienhec
bienhechores y
luego conspiraron contra ellos, ni hubieran asesinado a Gayo
César, no nos veríamos obligados a usar de tamaño rigor
contra
tra quienes nos han ultrajado y declarado enemigos
públicos. Al ver que su maldad no puede ser atemperada con
generosidad, hemos preferido anticiparnos a nuestros
enemigos a sufrir a sus manos. Y, en verdad, que nadie
considere nuestra acción injusta, crue
cruel o desmedida,
teniendo presente
que a Gayo César
lo mataron en
mitad del edificio
del Senado, lugar
considerado sagrado, bajo la mirada de los dioses, con
saña cruel, de veintitrés puñaladas, unos hombres que
habían sido sus prisioneros y por él salvados, y
algunos inscritos como coherederos de su fortuna.
Quienes los maten, que traigan sus cabezas ante
nosotros y recibirán las siguientes recompensas: el
hombre libre, veinticinco mil dracmas áticos por
cabeza, y el esclavo, su libert
libertad, diez mil dracmas áticos
icos y el derecho de ciudadanía de su
dueño.’ Tal era el texto de la proscripción en la medida en que pude verterlo del latín a la lengua
12
griega.”
11
Discursos contra Marco Antonio (Filípicas
Filípicas) 3.12 y 6.4.
12
APIANO, Op. cit. 4.8
23
ROMANOS CONTRA ROMANOS

Entre los proscritos se incluyó a Cicerón. Antonio envió contra él a dos de sus hombres que, tras cortarle la cabeza y las manos, las colgaron
en la tribuna de los oradores.13 Finalmente, poco después de derrotar a los asesinos de César en Filipos, Octavio se enemistó con Marco Antonio. En
realidad, Octavio había precipitado desde el principio todos los acontecimientos, y este nuevo desencuentro con Antonio no era más que el
resultado final de un plan concebido a largo plazo: primero le entregó la mano de su hermana Octavia y posteriormente, cuando supo que se había
casado con Cleopatra, hizo que Octavia viajara hasta Egipto sólo para que Antonio la rechazara públicamente y el pueblo romano supiera que
repudiaba a su esposa y traicionaba a su socio. Con esta y otras excusas, Octavio le declaró la guerra y el 2 de septiembre del 31 a. C. le derrotó en
on
la batalla naval de Accio. Poco después, tanto Marco Antonio como Cleopatra se quitaron la vida, lo que permitía convertir Egipto en provincia
romana. Con esta victoria, Octavio se convertía en el único amo del imperio y de la mayor fortuna personal de toda la historia romana. En Roma
pagó a sus soldados generosas primas en efectivo y entregó pequeñas sumas a cada uno de los ciudadanos.

La rotunda victoria de Octavio señalaba no sólo el fin de las luchas fratricidas (la Pax Romana), sino que además representaba el viraje más
importante en la historia de Roma. Octavio no aad doptó la corona de rey ni la dictadura vitalicia, sino que se autoproclamó el “primer ciudadano”
(princeps), teóricamente igual a los demás magistrados; con un calculado golpe de escena entró en el Senado y declaró que dejaba todo su poder en
manos de los senadores y del pueblo de Roma. Pero, en realidad, Octavio inauguró un nuevo ordenamiento: el príncipe, con el título de Augusto
(Augustus), fue acaparando gradualmente todos los poderes que en la época republicana habían estado repartidos entre magistrados, Senado y
pueblo; continuó siendo el jefe supremo de los ejjéércitos (imperator); podía dar muerte, sin necesidad de juicio, a todo aquel que hubiera ejercido la
violencia, vetar cualquier decisión del Senado o los magistrados, ayudar a cualquier ciudadano amenazado por la acción de los magistrados e incluso
legislar. Podía actuar como considerase oportuno con la sola limitación de “la costumbre y la grandeza de la República” (usus y maiestas Rei Publicae).

13
PLUTARCO, Cicerón 48-49 y, con detalles de nuevas vejaciones, DIÓN CASIO 47.8.4 (Fulvia, esposa de Antonio, le extrajo al cadáver la lengua y le clavó repetidamente su horquilla).

24
ROMANOS CONTRA ROMANOS
Moneda acuñada por Octavio para conmemorar la victoria de Accio: en el anverso, efigie del emperador y leyenda COS VI CAESAR
“César, cónsul por sexta vez”; en el reverso, cocodrilo y leyenda AEGVPTO CAPTA “Egipto conquistado”.
1. ¿Entiendes ahora por qué se acabó concentrando tanto poder en manos de una sola
persona? ¿Puedes explicarlo en pocas palabras?
2. ¿Entiendes por qué se llamaba césares a los emperadores romanos? ¿Cuál es el origen
de la palabra emperador (v. pág. 16)? ¿Qué te dice este origen sobre la etapa de la
historia romana conocida como Imperio? Relaciona tu respuesta con la imagen de la
pág. 26.
3. ¿De dónde proceden los nombres julio y agosto?
4. Busca símbolos romanos en el cuadro La libertad guiando al pueblo de Eugène
Delacroix, en la estatua de Abraham Lincoln y en el Sello de la República Francesa.
5. ¿Se consideraba Augusto un rey, un tirano, un dictador? ¿Qué se consideraba, pues?
¿Por qué no adoptó, como César, el título de dictador? Compara esta respuesta con la
que diste a la pregunta 4 de la página 8. Intenta averiguar el significado de la siguiente
moneda:
25
ROMANOS CONTRA ROMANOS
26

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