CATORIA
A todas las personas que hacen posible
Desde la aparición del SIDA, terrible epidemia aún no controlada, todos los
habitantes del planeta se vieron sacudidos por esta tempestad, pero mucho
más los trabajadores de la ciencia de la salud. A raíz de este problema los
profesionales de la salud, sobre todo los odontólogos, tomaron conciencia no
solo de ella sino de otras enfermedades infecciosas transmisibles en el
consultorio dental.
Son estos aerosoles los que permiten que los microorganismos de la zona de
trabajo se dispersen hasta 1 metro de radio alrededor de la boca del paciente;
tanto el odontólogo como el asistente están dentro de esta esfera, así como el
equipo e instrumental expuestos a los aerosoles.
¿Existe el riesgo de contagio de enfermedades transmisibles,
durante los procedimientos dentales de rutina en la consulta
dental?
La limpieza y las técnicas de la esterilización apropiadas han sido una parte de
las prácticas dentales durante muchos años, pero recientemente varias
enfermedades, como HIV / SIDA, hepatitis B y C, y los virus del herpes han
hecho que estas técnicas sean aun más importantes.
Enfermedades
Resfriado común.
Es una enfermedad aguda producida por un virus,
entre ellos: virus de la influenza, coronavirus,
rinovirus, ecovirus y adenovirus, la infección se
manifiesta por fiebre, cefalalgia, mialgia, coriza, dolor
de faringe y tos.
Sinusitis aguda a crónica.
El resfriado común complicado con una
infección bacteriana puede producir sinusitis,
esta es una infección de los senos
paranasales y es ocasionada por
neumococos, haemophilus influenzae y
microorganismos anaerobios entre otros
agentes causales. La persona afectada con
sinusitis padece dolor en el seno paranasal
afectado.
Faringitis aguda.
Se produce por virus, estreptococos, estafilococos o
gonococo. La persona afectada puede experimentar
dolor y enrojecimiento de la faringe.
Neumonía.
La neumonía neumocócica se caracteriza
por fiebre, escalofríos, dolor torácico,
diseña y tos con expectoración. Se produce
por streptoccus pneumoniae o micoplasma
pneumoniae .
Tuberculosis.
Varicela.
Sarampión.
Herpes:
Entre los dos y siete días posteriores al contagio los varones presentan secreción
purulenta de la uretra y disuria, las mujeres pueden tener infección vaginal purulenta o
indicios de inflamación en la pelvis. Más adelante algunos pacientes desarrollan
artritis, endocarditis, meningitis y otros padecen eritema y edema. En el peor de los
casos las personas no presentan manifestaciones pero son portadoras.
Rubéola:
La faringitis vesiculosa es una enfermedad producida por virus coxsackie del grupo A
tipos 1 a 6, 8, 10 y 22. se manifiesta por fiebre, e inflamación de la faringe, así mismo
aparecen lesiones papulovesiculosas y grisáceas sobre una base eritematosa, la cual
mide de 1 a 2 mm. Y poco a poco se transforman en úlceras. Estas lesiones se
localizan en los pilares anteriores del velo del paladar o arcos palatoglosos, el paladar
blando, la úvula y las amigdalas.
Candidiasis:
Hepatitis A:
Hepatitis B:
Esta es de gran importancia para el odontólogo por que el agente causal, el virus de la
hepatitis B puede transportarse por medio de la sangre, la saliva, el semen y los
líquidos vaginales. De ese modo el padecimiento se contagia por exposición
percutánea y a través de las mucosas como en accidentes por pinchazo de agujas. El
comienzo de la enfermedad en insidiosa, con anorexia, molestias abdominales vagas,
nauseas, y vómito en ocasiones hay artralgias y erupciones. Hay personas que
poseen anticuerpos contra este virus y no tienen manifestaciones de la enfermedad. El
virus de la hepatitis B se relaciona con carcinoma hepatocelular.
Hepatitis C:
Hepatitis D:
Hepatitis E:
Es una enfermedad crónica producida por una espiroqueta, Treponema pallidum. Sus
manifestaciones clínicas son: lesión primaria, erupción secundaria que afecta la piel y
las mucosas, largos periodos de latencia, y lesione tardías en la piel, huesos, vísceras
y sistemas nervioso central y angiológico o circulatorio.
Desde 1972 fueron muchas las soluciones aportadas a esta situación medular de la
práctica diaria, pero en 1992 organismos como: CDC, OSHA, HCW y EPA le dieron
estructura sólida y determinación a las precauciones universales.
Técnicas de barrera.
Estas técnicas son obstáculos para impedir que los microorganismo invadan las
mucosas y los tegumentos del profesional. Comprenden inmunización, vestimenta,
higiene y protección personal, protección de la sala odontológica y antisepsia del
campo operatorio.
Inmunización.
Además del plan clásico de vacunación, se debe incluir la vacuna contra la hepatitis B,
controlarse la vigencia de la vacuna antitetánica y contra la rubéola.
La higiene consiste según la OSHA, el CDC y la EPA, en una serie de pasos para
realizar un correcto lavado de manos antes de comenzar el día de trabajo y entre
paciente y paciente.
• Lavar vigorosamente las manos y los antebrazos con jabón líquido con
antiséptico cepillando durante 10 segundos y enjuague con agua corriente
durante 10 segundos.
• Repetir el lavado y el enjuague dos veces.
• Secar las manos primero, luego los antebrazos con toallas de papel y usar
toallas de papel para cerrar los grifos.
• Quitarse todas las alhajas y limpiarse las uñas con un palillo de plástico o de
madera limpios.
• Cepillar uñas, manos y antebrazos con un agente germicida y un cepillo estéril
o esponja durante 7 minutos, usando varios ciclos de cepillado y enjuague.
• Enjuagar las manos y los antebrazos con agua corriente comenzando por los
dedos y conservando las manos por encima de los codos. Dejar correr el agua
de los codos no de las manos.
• Secar con toallas estériles.
• Ponerse guantes estériles. El profesional insertará la manos dentro de los
guantes y un asistente deberá completar el ajuste alrededor de la muñeca. El
asistente también debe usar guantes estériles.
• Examinar si los guantes tiene defectos, si es así cambiarlos.
Vestimenta.
Se debe seleccionar un ambo de líneas sencillas, amplio y cómodo. Nunca deben
superponerse delantales, chaquetas o ropa social encima de él. Este criterio es para
evitar exponerlas a los aerosoles y salpicaduras del consultorio odontológico para no
transportar la microcontaminación al hogar.
Los anteojos protectores deben ser neutros y amplios, con protección lateral siguiendo
las normativas de armazones grandes para que todo el espacio ocular y contorno
estén protegidos.
Tras el lavado de manos el orden en que deben ponerse todos los implementos de
protección personal es:
a. Camisolín.
b. Cubre bocas.
c. Anteojos protectores.
d. Guantes de látex.
Protección de la sala odontológica.
Tratamiento de desechos.
Hace poco tiempo los desechos biológicos se desechaban en doble bolsa de color
rojo. Universalmente se adoptó este color como una alerta sobre el material
contaminado que podía estar en su interior.
Todos los elementos desechables deben dejarse en remojo dentro de este recipiente
alrededor de 30 minutos. Una vez agotada su capacidad se lleva junto a una pileta
donde luego de perforar la bolsa por varios sectores, se procede a abrir la canilla de la
parte inferior del recipiente para evacuar la solución de sodio.
Quedarán los residuos húmedos y tratados dentro de la bolsa perforada, esta bolsa se
coloca dentro de otra seca que debe de ser de color rojo, la cual una vez cerrada se
rotulará para indicar que el contenido contaminado ya ha sido tratado.
Este material debe aislarse y tratarse antes de ser eliminado, con movimientos
precisos y sin apresuramientos para evitar posibles pinchazos o cortaduras
accidentales de manipulación.
Este material se desecha en una caja rígida creada para este propósito, cuando se ha
llenado la capacidad de la caja se vierte por la abertura superior solución de hipoclorito
de sodio al 1.25% y se deja actuar no menos de 30 minutos, luego se vacía
presionando la tecla lateral y el envase de plástico rígido se elimina junto con el resto
de los residuos biológico tratados.
prelavado
Manual Lavadora ultrasónica
Lavado / secado
Gluteraldehido puro Autoclave a vapor
acondicionamiento
esterilización
* BARRANCOS MOONEY Operatoria Dental Tercera edición Mosby /Doyna Libros 1995 pp:
185 – 192