CCM.D00823.0813.1
Teoría General del Proceso
Dra. Vicente Fernández Fernández
22 de Octubre de 2008
PROCEDIMIENTO JUDICIAL ROMANO
El estudio de les acciones era más bien tema del derecho material que del
derecho procesal, presentándose el Derecho Romano como un sistema de
acciones.
A partir del siglo I d.C comienza a estructurarse como una función del
estado a través de jueces competentes establecidos por el ordenamiento
estatal.
Claro, la evolución en tal sentido no tiene por qué haber sido rectilínea:
puede haber habido vacilaciones o regresiones, pero en sus grandes rasgos
podríamos esquematizarla en tres etapas:
CLASIFICACIÓN DE ACCIONES
Acciones reales y personales: Son reales las que recaen sobre las cosas
(actio in rem), esta siempre se ejercen sobre la persona detenta la cosa o
que impide el libre goce de la misma en función de un derecho real.
Son acciones personales (in personam) aquellas que sirven para reclamar
cualquier tipo de deudas o que provengan de un delito o el incumplimiento
de un contrato. La acción debes solo ser ejercida sobre la persona del deudor.
Son de derecho estricto las que el juez debe atenerse a lo que dice la ley o
formula y fallar acorde a esta.
Si aducía que estaba enfermo o que por la edad no podía ir, se le daba un
vehículo tirado por bestias de carga o si lo quería el actor un carro cubierto.
B) Por otro lado, la etapa Apud Iudicem: El lugar era el elegido por las
partes eran el foro o los comicios.
Se iniciaba el pleito con una sintética exposición, la que debía estar estar
cumplida antes del mediodía. Si una de las partes no se había hecho
presente hasta entonces, perdía la causa.
Esta segunda vía era sólo para casos determinados. Dice Gayo que esta se
accionaba "per iudicis postulationem" si la ley en virtud de la cual se obraba
así lo hubiera decidido, tal como por ejemplo, en virtud de la ley de las XII
Tablas respecto de aquello que se reclama por causa de una stipulatio. El
procedimiento era más o menos así: el accionante decía: "afirmo que en
virtud de la sponsio tu me debes dar diez mil sestercios. Yo te pido que lo
admitas o que
Lo niegues." el adversario decía que no debía. El actor entonces manifestaba:
"puesto que tu niegas, yo te pido a ti pretor, que des un iudex o un arbiter."
De este modo en este género de acción cualquiera negaba sin exponerse a
una pena. También la misma ley estableció que se accionaba per iudicem
postulationem en el caso de división de herencia entre coherederos. Y lo
mismo ha hecho la lex Licinnia respecto si se accionaba por división de
cualquier cosa común. De este modo, una vez declarada la causa por la cual
se accionaba, inmediatamente se pedía un arbiter.
Fue la última legis actio en aparecer. Quedó establecida por dos leyes: La
lex Silia, para sumas determinadas de dinero (certae pecuniae), y la lex
Calpurnia, para toda cosa determinada (omni certae re).
En cuanto a su etimología, dice Gayo que condicere quiere decir, en la
antigua lengua: denuntiare . Y es por eso que esta acción se llama
propiamente condictio. En efecto, el actor citaba al adversario para que el
día trigésimo estuviese presente para tomar iudex. En cambio, ahora
llamamos impropiamente condictio a la actio in personam, por la cual
reclamamos que se nos deba dar (Dari nobis oportere), ya que en estos
tiempos no se hace a este título de ningún emplazamiento.
Esta legis actio ha sido constituida por la ley Silia y por la ley Calpurnia.
Por la ley Silia para sumas determinadas de dinero, mientras que por la ley
Calpurnia para toda cosa determinada.
Por la ley Silia se podía reclamar una certa pecunia (suma determinada de
dinero); por la ley Calpurnia, se podía usar de este procedimiento en caso de
demandar en una certa res (una cosa determinada).
Se pregunta, sin embargo, por que hubo necesidad de esta actio, ya que
para qué se nos de lo debido, podríamos accionar o per sacramentum o per
iudicis postulationem. Esto está muy discutido.
Quien la accionaba decía: "puesto que has sido juzgado en mi favor (o has
sido condenado a pagarme) diez mil sestercios y tu no me has pagado, a
causa de esto yo pongo sobre ti la mano de un juicio de diez mil sestercios” y
al mismo tiempo le aprehendía una parte cualquiera del cuerpo. Y al
iudicatus no le era lícito desprenderse de la mano por sí, ni por sí accionar
por la legis actio, pero el daba un vindex quien solía tomar la causa por su
propia cuenta; quien no daba un vindex era llevado por el actor a su casa y
era encadenado”.
El acreedor puede, en los casos de que este autorizado por la ley o por las
costumbre, tomar prenda (pignus capere) de entre los bienes del deudor,
pudiendo retenerlos hasta que se le satisfaga lo debido. No las puede vender,
salvo que se hubiere convenido lo contrario con el deudor. Según Cicerón, si
la retención se prolongaba y no se hallaba satisfacción para el acreedor, la
cosa se destruía.
En el caso de las res militares parece haber una "delegación" para cobrar
las sumas que se deben a los soldados, o a los equites. También, se otorgaba
especialmente para los casos religiosos, por el valor que tenían los sacrificios
para los romanos. Igualmente, para el caso de los publícanos.
Se ha introducido la pignori capio por la ley, como por ejemplo, por la ley
de las XII Tablas, contra aquel que comprara una víctima de sacrificio (hostia)
y no pagara el precio. También contra aquel que no pagara el alquiler por el
juramento que hubiese locado con la condición de que el dinero que se
recibiera fuera empleado en una ofrenda, es decir en un sacrificio. También la
Lex censoria ha dado la pignoris capio a los publícanos, respecto de los
uectigales públicos del populus Romano, contra aquellos que por alguna ley
debieran los uectigalia.
REFERENCIAS
Bravo G., A. & Bravo V., B. (2006). Derecho Romano. (23° Ed.). México,
D.F., México: Editorial Porrúa