(I)
Es proverbial que la dama de noche alienta con sus fragancias las noches
cordobesas allá por el anuncio gongorino “era del año la estación florida” y que el
quejío y el duende son asiduos visitantes. Testigos de ello son cruces, patios y
festivales flamencos por toda la geografía cordobesa, que ha venido precedida por
las tres entregas de FLAMENCO VIENE DEL SUR, con el Gran Teatro de Córdoba
como marco. Es lo cierto que fue un acierto programar en febrero, prototipo de los
tiempos revueltos, la vuelta a los ancestros con la fuerza de Manuela Carrasco, que
otrora se enseñoreaba por esos escenarios y que volvió arropada por un grupo
singular que tenían un paradigma en el baile de Rafael del Carmen y Rafael
Campallo, con las guitarras de dos miembros de la saga Amador, Joaquín y Ramón,
además de Román Vicenti; eso sí, con el cante singular de Enrique “El Extremeño”,
cantaor seguro donde los haya. Consigue Manuela enardecer al público con sus
guiños cómplices y esa fuerza que atesora presidiendo el centro de la escena en la
interpretación de unos tientos, fandangos, y por soleá, donde con más fuerza
emerge la Triana profunda.
Llegó Carmen Linares en abril -de nuevo el Gran Teatro- a mostrarnos que
todo puede entrar si el oído no es muy melindroso con las llamadas heterodoxias.
Ella consiguió rescatar hace tiempo a poetas que fueron malditos en la larga noche
de este país, cuando las autoridades gubernativas en las aulas universitarias
granadinas no nos lo impedían muy a principios de los setenta. Es Juan Ramón
Jiménez, el poeta de los sucesivos mares como eternas aspiraciones de belleza el
que alienta el disco desde el Moguer de sus inicios en Raíces y Alas. Juan Carlos
Romero, el gran guitarrista onubense que mucho tiene que ver con su música en la
armonía del disco ha ido creciendo en el aprecio de las gentes; se unen, pues, una
sabiduría claramente sedimentada a través de un acendrado conocimiento de los
inicios y un deseo de superación y experimentación necesarios en el ciclo vital. Se
les unen intérpretes tan celebrados como Tino di Geraldo a la percusión y otros
artistas de una trayectoria inequívocamente de calidad.
(II)
(III)
IV
Se ha ido consolidando con el tiempo como una gran muestra que ofrece
bajo esta denominación distintas expresiones musicales. La particularidad reside en
el hecho de que tiene dos vertientes, la formativa y la de programación de
espectáculos. El papel del Gran Teatro y del Instituto Municipal de Artes Escénicas
es muy importante desde el punto de vista organizativo. Las cifras son reveladoras
en lo relativo a los cursos referidos al flamenco –los hay de diversas
manifestaciones-, ya que a 11 de junio el nivel de ocupación medio era de 93,84 %
de inscripciones (cursos de Eva Yerbabuena y Javier Latorre), con 259 inscripciones
de un total de 276 plazas de oferta. Son otros cursos de gran interés los de
Naturaleza y forma de la guitarra flamenca (Manolo Sanlúcar, Manolo
Franco, Paco Serrano y Juan Carlos Romero son sus profesores), de gran
tradición, así como los impartidos por Inmaculada Aguilar, Javier Latorre y
Calixto Sánchez, de baile y cante. El alumnado procede de quince países de
cuatro continentes antes de cerrar la inscripción (Alemania, Argentina, Azerbayán,
China, Dinamarca, Francia, Israel, estados Unidos, además de España y de otras
latitudes).