EN PSICOTERAPIA EXPERIENCIAL
Una vez que los participantes están claros acerca de las metas del cliente en el
tratamiento y han acordado una manera de trabajar para alcanzar estas metas,
entonces se pueden empezar a mover hacia la fase media de la terapia. Durante esta
fase los terapeutas se concentran en facilitar la conciencia y el entendimiento de los
clientes en su experiencia interna y los procesos específicos involucrados en su
generación para ayudarles a volverse más aceptantes de si mismos, resolver sus
problemas interpersonales, hacerse concientes acerca de sus estilos característicos de
funcionamiento, y formular cursos alternativos de acción. Así, en las últimas etapas, se
espera que los clientes y los terapeutas hayan desarrollado un sentido de confianza y
colaboración acerca de las tareas de la terapia que ayudarán a los clientes a resolver
sus problemas (Horvath & Greenberg, 1994; Horvarth & Luborsly, 1994)
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Nota del Traductor: El Despliegue Evocador Sistemático es una técnica que se utiliza para
esclarecer las reacciones problemáticas de los clientes en situaciones concretas. Con ella se
busca, a través de la visualización paso a paso de la situación particular, identificar los
activadores emocionales que han provocado la reacción problemática, así como también las
implicaciones de significado relevantes para el sí mismo en dicha situación (Greenberg, Rice &
Elliot, 1993). Cabe señalar, para los lectores no relacionados con la terapia experiencial, que las
posibilidades del Despliegue Evocador Sistemático guardan cierta similitud con la técnica de la
Moviola propuesta en la Terapia Procesal Sistémica Post-Racionalista de Vittorio Guidano (1994).
La Fase Inicial de la Terapia.
Para ilustrar, en el siguiente ejemplo, una cliente pregunta cómo hablar acerca
de su depresión podría ser útil. Su terapeuta intenta proveer una explicación y
asegurar el acuerdo de la cliente para comprometerse en ciertas tareas.
Cliente: No veo como es que hablar contigo acerca de esto podría ayudar mucho…
Quiero decir, estoy enojada con mi esposo pero tengo que guardármelo hasta el punto
en que siento que voy a explotar.
Terapeuta: Quizás puedas usar esto como un lugar para expresar tu rabia de un
modo seguro sin que repercuta negativamente en ti. ¿Qué opinas?
Cliente: Bueno, que tengo que perder… Tengo que hacer algo, se que no puedo
continuar con esto.
Los clientes que están inundados por sus sentimientos y respuestas afectivas
pueden más fácilmente dirigir su atención hacia su interior y comprometerse en una
búsqueda experiencial interiormente dirigida con sus terapeutas. En contraste, aquellos
clientes que están más externamente focalizados, y que están menos concientes y
menos sintonizados con sus reacciones e interacciones con otros en su entorno,
necesitan más asistencia para dirigir su atención interiormente. Tales clientes a
menudo despliegan una cualidad de relato externalizada indicando que ellos están más
interesados en actuar en el mundo que en reflexionar y formular nueva experiencia.
Con aquellos clientes, los terapeutas pueden usar pueden usar la tarea de Focusing
(Gendlin, 1982) pidiéndoles que se sintonicen dentro de sus sensaciones corporales u
otros aspectos de su ambiente interior. Esto redirige la atención de los clientes
interiormente y les provee una fuente alternativa de información que yace dentro de si
mismos en lugar del mundo externo.
Otra tarea que les provee a los clientes un prototipo o modelo de trabajo del
tipo de actividades en las cuales comprometerse para trabajar productivamente en
psicoterapia experiencial es la exploración de reacciones problemáticas (Greenberg y
cols., 1994; Rice & Saperia, 1984). Como una ayuda para que los clientes se focalicen
en si mismos, los terapeutas pueden sugerir un ejercicio como tarea para la casa para
que los clientes se observen a si mismos entre sesiones, para determinar si se
encuentran a si mismos actuando o reaccionando de una manera que los confunda o
que los deje perplejos. Por ejemplo, una cliente puede observar que ella se pone
intensamente furiosa después de una interacción con un miembro de su familia sin
entender que la ha llevado a esa respuesta.
Las reacciones confusas del cliente pueden ser exploradas usando el despliegue
evocador sistemático para facilitar la recolección y la reexperienciación de sus
experiencias sobre la situación y sus sentimientos en el momento de la sesión.
Después que está escena ha sido evocada vividamente, se anima a los clientes a dirigir
su atención interiormente y simbolizar su sentido subjetivo interno en palabras para
proveer un entendimiento de sus sentimientos, reacciones, necesidades, y metas en
las situaciones. Como resultado de esta exploración, los clientes ganan entendimiento
de sus reacciones en situaciones particulares y empiezan a percibir vínculos entre los
eventos, sus sentimientos, y sus conductas (Greenberg y cols., 1994).
Una vez que un ambiente seguro de trabajo ha sido establecido y los clientes
están claros acerca de la tarea general de la terapia experiencial y han desarrollado un
foco de indagación para ayudar a explorar sus dificultades, las intervenciones activas
se implementan más frecuentemente. Durante esta fase, los terapeutas escuchan
activamente las declaraciones de los clientes que sirven como indicadores que señalan
que están luchando con problemas específicos en diferentes puntos de la sesión. Por
ejemplo, los terapeutas pueden notar que los clientes están siendo auto-críticos,
expresando persistentes malos sentimientos acerca de otros significativos, o más
generalmente cuestionando su conducta en situaciones específicas. Después de
confirmar su entendimiento de lucha de los clientes, el terapeuta les sugiere a éstos
comprometerse en intervenciones terapéuticas específicas designadas para facilitar la
resolución del problema específico que está preocupando actualmente (Greenberg y
cols., 1994; Rice & Greenberg, 1984).
Para los clientes para los cuales las terapias de larga duración son más
apropiadas, dos distintos focos de trabajo tienden a emerger, una en la cual la relación
se vuelve una preocupación central, y la otra en la que los clientes son focalizados
internamente, persiguiendo su propia senda interna y resolviendo problemas
específicos en otros dominios con la ayuda de las intervenciones de tareas específicas
(Rennie, 1993; Watson & Greenberg, 1994). Consecuentemente, durante la fase media
de la terapia, puede haber rupturas en la alianza de trabajo respecto de la
implementación de intervenciones activas así como también de asuntos relacionales
más generales. La naturaleza de las dificultades que pueden emerger durante la fase
media de la terapia, que se relacionan o bien con las tareas o con el vínculo
terapéutico, son en parte determinadas por la relativa duración de la terapia y los
asuntos específicos con los cuales el cliente está lidiando.
Las rupturas respecto de las dificultades relacionadas con las tareas durante
esta fase pueden consistir en los clientes rehusándose a comprometerse en ciertas
actividades. Esto puede ocurrir por una serie de razones. Primero, los clientes pueden
estar inseguros de experienciar sus sentimientos en la sesión, por ejemplo, cuando se
les pide que imaginen a un otro significativo. Segundo, los clientes pueden estar
asustados de perder el control en la sesión o pueden tener una sensación de que el
proceso es demasiado rápido o abrumador. Tercero, los clientes pueden estar reacios
de comprometerse en las tareas porque ellos no las perciben como relevantes para sus
metas, tales como construir la escena donde ellos experimentan sus reacciones
problemáticas usando un lenguaje concreto y vivido; o, ellos pueden encontrar que las
actividades requeridas en ciertas de ciertas tareas son muy artificiales y planificadas, y
sentirse tontos realizándolas, por ejemplo, cuando se les pide hablar hacia una silla
vacía.
En algunos casos, las rupturas en la alianza son claras, cuando los clientes se
rehúsan a comprometerse en las tareas. Sin embargo, las rupturas no son siempre
inmediatamente evidentes para los terapeutas. Numerosos investigadores han
observado que las rupturas en la alianza a menudo son procesos encubiertos dentro de
los clientes, de los cuales el terapeuta está inconciente y acerca de los cuales los
clientes no hablan libremente (Rennie, 1993; Rhodes, Hill, Thompson & Elliot, 1994;
Watson & Rennie, 1994). A veces, cuando la alianza está rota, a menudo los clientes
defieren de los requerimientos del terapeuta.
Cliente: No, a menudo me siento así justo antes de empezar. Tengo que hacerme el
tiempo para estar aquí así que no quiero perderlo.
Si los clientes sienten que sus terapeutas han actuado de maneras que han
exacerbado sus sentimientos de miedo y reticencia, pueden ser exploradas alternativas
para hacerlos sentir más confortables. A menudo, sencillamente estar disponible a
compartir los propios sentimientos de distrés, entenderlos y reconocerlos puede
aminorarlos, haciendo innecesarios remedios más concretos. Al lidiar honestamente
con la relación en el aquí y el ahora, y al reconocer su propia contribución a los
quiebres de la alianza, los terapeutas experienciales facilitan ampliamente a que sus
clientes encuentren su propia voz y que se sientan respetados y valorizados.
En la quinta sesión, después que la cliente dice que estaba ambivalente acerca
de asistir a la sesión, el terapeuta adopta una forma empática y reflectiva de reconocer
los sentimientos de la cliente, y luego sugiere que ellos se comprometan en la tarea de
las dos sillas para comprender y representar la ambivalencia de la cliente acerca de
estar en terapia más profundamente involucrada. La cliente expresa su incomodidad al
comienzo de la sesión.
Cliente: Oh, no quiero. Sólo quiero levantarme e irme a algún otro lugar ahora mismo.
Me siento realmente en conflicto.
Terapeuta: Puedes separar las dos partes, la parte que quiere estar aquí y la que
quiere salir arrancando. ¿Puede el lado agitado decirle al lado que quiere estar aquí
qué es lo que le está agitando?
Cliente (silla 1): Esto va a cambiar las cosas y tú no vas a ser la misma. Tengo como
manejarlo de la manera en que las cosas están ahora pero no se si lo podré manejar
de la manera en que las cosas serán después de esto.
Terapeuta: Así que tienes miedo del cambio. ¿Puedes decirle a ella algunas de las
cosas que te asustan?
Cliente (silla 1): He estado trabajando para lidiar con todo esto, y ahora tengo miedo
de que vaya a desaparecer.
Terapeuta: Ven aquí… (A la silla 2). ¿Qué pasa cuando la oyes decir a ella que está
asustada…que resultará destruida destruida?
Cliente (silla 2): Bueno, pienso que lo está, y yo estoy asustada de eso también, y lo
lamento.
Terapeuta: Así que lo lamentas, también. (A la silla 1) ¿Qué es lo que sientes cuando
ella expresa tristeza de que tu desaparezcas?
Cliente (silla 1): No siento rabia, más bien molesta y resignada. Ella va a hacerlo de
todos modos.
Terapeuta (a la silla 2): ¿Qué pasa cuando oyes este lado diciendo ‘me siento
atrapada e incapaz de controlarte?
Cliente (silla 2): (Solloza) Se que es eso lo que estoy haciendo, pero algo saldrá. No
voy a destruirlo todo por completo. Desearía que ella no estuviera tan asustada de eso.
Terapeuta (a la silla 1): ¿Qué pasa cuando le oyes decir que algo saldrá?
Terapeuta (a la silla 1): ¿Qué necesitas de ella mientras ella hace esto?
Cliente (silla 1): Necesito saber que esto valdrá la pena y que ella mantendrá
algunas cosas, como mis ideas.
Terapeuta: Así como tu visión… tu intelecto. Cambio a la otra silla… (A la silla 2) ¿Qué
pasa cuando tu oyes decir ‘salva a estas partes de mi y cuídalas’?
Cliente (silla 2): No se que decir, pero trataré… Son importantes para mí también.
Terapeuta: Así que tu valoras esos aspectos también. (A la silla 1) ¿Qué pasa cuando
le oyes decir eso?
Conclusión.