Anda di halaman 1dari 6

DIRECCIÓN PROVINCIAL DE EDUCACIÓN SECUNDARIA

PROPUESTA

RECESO ESCOLAR

DIRECCIÓN GENERAL DE CULTURA Y EDUCACIÓN

DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

Humanidades y Ciencias Sociales


PROPUESTA C

Con el fin de trabajar temas vinculados al área de filosofía y ética, te proponemos que leas los
siguientes textos de Epicuro y Epicteto y realices las actividades sugeridas.

Epicuro (342/1- 270 A. C.)

“Que nadie, mientras sea joven, se muestre remiso en filosofar, ni al llegar a viejo, de filosofar se
canse. Porque, para alcanzar la salud del alma, nunca se es ni demasiado viejo ni demasiado joven.

Quien afirma que aún no le ha llegado la hora o que ya le ha pasó la edad, es como si dijera que
para la felicidad no le ha llegado aún el momento, o que ya lo dejo atrás. Así pues, practiquen la
filosofía tanto el joven como el viejo; uno, para que, aun envejeciendo, pueda mantenerse joven
en su felicidad gracias a los recuerdos del pasado; el otro, para que pueda ser joven y viejo a la vez
mostrando su serenidad frente al porvenir. Debemos meditar, por tanto, sobre las cosas que nos
reportan felicidad, porque, si disfrutamos de ella, lo poseemos todo y, si nos falta, hacemos todo
lo posible para obtenerla.

Los principios que siempre te he ido repitiendo, practícalos y medítalos aceptándolos como
máximas necesarias para llevar una vida feliz. Considera, ante todo, a la divinidad como un ser
incorruptible y dichoso – tal como lo sugiere la noción común – y no le atribuyas nunca nada
contrario a su inmortalidad ni discordante con su felicidad. […] Porque los dioses existen: el
conocimiento que de ellos tenemos es evidente, pero no son como la mayoría de la gente cree,
que les confiere atributos discordantes con la noción de que de ellos posee. Por tanto, impío no es
quien reniega de los dioses de la multitud, sino quien aplica las opiniones de la multitud a los
dioses, ya que no son intuiciones, sino presunciones vanas, las razones de la gente al referirse a los
dioses, según las cuales los mayores males y los mayores bienes nos llegan gracias a ellos, porque
éstos, entregados continuamente a sus propias virtudes, acogen a sus semejantes, pero
consideran extraño todo lo que le es diferente.

Acostúmbrate a pensar que la muerte para nosotros no es nada, porque todo el bien y todo el mal
residen en las sensaciones, y precisamente la muerte consiste en estar privado de sensación. Por
tanto, la recta convicción de que la muerte no es nada para nosotros nos hace agradable la vida;
porque no le añade un tiempo indefinido, sino porque nos priva de un afán desmesurado de
inmortalidad […] Así pues, la muerte no es real ni para los vivos ni para los muertos, ya que está
lejos de los primeros y, cuando se acerca a los segundos, éstos han desaparecido ya. A pesar de
ello, la mayoría de la gente unas veces rehuye de la muerte viéndola como el mayor de los males,
y otras la invoca para remedio de las desgracias de la vida. El sabio, por su parte, ni desea la vida ni
rehúye el dejarla, porque para él el vivir no es un mal, ni considera que lo sea la muerte. Y así
como de entre los alimentos no escoge los más abundantes, sino los más agradables, del mismo
modo disfruta no del tiempo más largo, sino del más intenso en placer.
El que exhorta al joven a una buena vida y al viejo a una buena muerte es un insensato, no sólo
por las cosas agradables que la vida comporta, sino porque la meditación y el arte de vivir bien y
de morir bien sin una misma cosa. […] Recordemos también que el futuro no es nuestro, pero
tampoco puede decirse que no nos pertenezca del todo. Por lo tanto no hemos de esperarlo como
si tuviera que cumplirse con certeza, sin tenemos que desesperarnos como si nunca fuera a
realizarse.

Por este motivo afirmamos que el placer es el principio y el fin de una vida feliz, porque lo hemos
reconocido como un bien primero y congénito, a partir del cual iniciamos cualquier elección o
aversión y a él nos referimos al juzgar los bienes según la norma del placer y del dolor […] Cuando
decimos que el placer es la única finalidad, no nos referimos a los placeres de los disolutos y los
crápulas, como afirman algunos que desconocen nuestra doctrina o no están de acuerdo con ella o
la interpretan mal, sino al hecho de no sentir dolor en el cuerpo ni turbación en el alma […] No
existe una vida feliz sin que sea al mismo tiempo juiciosa, bella y justa, ni es posible vivir con
prudencia, belleza y justicia, sin ser feliz. Estas cosas deberás meditar continuamente, con lo cual
nunca padecerás turbación alguna, sino que vivirás como un dios entre los hombres” Epicuro,
Carta a Meneceo en Obras, Tecnos, Madrid, 1994, pp. 63-64

“De cuantos bienes proporciona la sabiduría para la felicidad de toda una vida, el más importante
es la amistad”, Máximas, en ibídem, pág. 72

Epicuro nació en Samos. Fue discípulo, cuando joven del atomista Nausífanes y posteriormente
viajó por varias ciudades de Grecia y del Asia Menor. En el año 306 volvió a Atenas y fundó su
propia escuela que se llamo “El Jardín”, donde se enseñaba filosofía y se hacía un verdadero culto a
la amistad. Para Epicuro el placer es el principio y el fin de todas las vidas humanas y el hombre es
capaz de alcanzar la felicidad. De sus obras sólo se conservaron cuatro cartas a sus alumnos, su
testamento, fragmentos de la obra Sobre la naturaleza y máximas y sentencias sueltas. Cuentan
que momentos antes de morir, Epicuro se sumergió en un baño de agua caliente y bebió una copa
de vino puro, brindando su última lección al gozar hasta el último instante de su vida.

Epicteto
I

“En este mundo, hay cosas que dependen de nosotros; hay otras que no. Nosotros somos los
dueños de nuestras opiniones, de nuestros deseos, de nuestras aversiones, en una palabra, de
todas nuestras obras; más no dependen de nosotros nuestro cuerpo, ni las riquezas, ni la
reputación, ni las dignidades, en una palabra, nada de lo que no sea una de nuestras obras
personales.
Las cosas que dependen exclusivamente de nosotros son libres por naturaleza; no hay traba ni
obstáculo alguno que se lo impida; por el contrario, aquello que no depende de nosotros es débil,
está sujeto a la esclavitud y a la dificultad, muchas veces expuesto a los caprichos de otros.

No olvides; si crees libre aquello que por su naturaleza está sujeto a sumisión, sin consideras como
propio y personal lo que depende de otro, te hallarás continuamente con obstáculos, causas de
aflicción e inquietud; por lo contrario, si no consideras como dependiente de ti sino aquello que
efectivamente lo es, y como extraño lo que de hecho lo es, no tendrás que sufrir contrariedad ni
dificultad alguna en tus proyectos, no te quejarás ni acusarás a nadie: nada harás que sea
contrario a tus inclinaciones; nunca te encontrarás ofendido; y en nadie verás un enemigo, porque
jamás experimentarás la más pequeña desgracia. […]

Cuando te venga a la imaginación una idea triste, procura decirle ‘No eres más que una idea, un
simple efecto de la imaginación’. Después examínala con atención y júzgala conforme a las reglas
que posees; mas desde luego y primeramente, observa si el objeto que te apena es de la
naturaleza de las cosas que dependen de nosotros o de aquellas que no dependen; y si es de la
naturaleza de las cosas que no están en nuestro poder, dí sin titubear: ‘Esto no es de mi
incumbencia’.

II

Aparta de ti el temor que inspiran las cosas que no dependen de nosotros [como la muerte, las
enfermedades o la pobreza] y no temas sino aquellas que está en nuestro poder evitar. […]

III

En todas las cosas, bien se trate de lo agradable o lo útil, o de un objeto de afección, no dejes de
preguntarte qué es en sí, empezando por las cualidades menos importantes. Si tienes un vaso de
arcilla, díte: ‘Es un vaso frágil lo que aprecio’, y si se rompe no por eso te enfadarás. Si abrazas con
cariño a tu hijo o a tu mujer, piensa que es una criatura humana lo que tienes en tus brazos; y si la
muerte te lo arrebata, no experimentarás por eso trastorno alguno.

IV

Cuando estés a punto de emprender alguna cosa, recuerda con exactitud lo que es la cosa de la
cual se trata. Supongamos que sales a tomar un baño; represéntate lo que pasa de ordinario en los
baños públicos: hay que personas que salpican el agua, que empujan, que insultan, que roban. Así
tú sabrás guardarte mejor de todo aquello que te pueda acontecer que sea desagradable, y más
aún sin para ti mismo dices por ejemplo: ‘Voy a ir a bañarme, y allí he de conducirme con arreglo a
mis principios y sin apartarme de mi carácter’. […][Lo mismo debes razonar] si te sucede en el
baño algún accidente […]

V
Lo que aterra a los hombres, no son las cosas por sí mismas, sino las opiniones que de ellas se
hacen. Así, por ejemplo, la muerte en sí nada tiene de terrible, pues de lo contrario hubiera
infundido miedo al mismo Sócrates. No es sino la opinión que tenemos de la muerte, la que nos la
representa tan espantosa. Cuando experimentamos contrariedades, inquietudes o penas, nunca
acusemos a los otros sino a nosotros mismos, es decir, a nuestros juicios. A un hombre sin cultura
sólo es dado el culpar a los demás de sus propias desgracias; el no acusarse a sí mismo de sus
propios males es empezar por tener algún tinte de sabiduría; y el no quejarse de los otros ni de sí
mismo es ser un sabio.

VI

Nunca te vanaglories de alguna ventaja exterior que no es un mérito en ti. Si un caballo, engreído
de sus formas, pudiera decir: “Soy hermoso”, sería excusable; mas tú, cuando dices con orgullo:
“Tengo un caballo hermoso” has de saber que es de la hermosura del caballo de lo que estás
orgulloso. ¿Qué es, pues, lo que verdaderamente es tuyo? El uso de tu razón. Si sabes emplear tu
razón en juzgar con justicia las cosas en sí mismas, apláudete; y aplaudirás entonces un mérito que
efectivamente es tuyo.

VIII

No pidas las cosas se hagan según tus deseos: limítate a conformarte con los hechos tales y como
suceden: éste es el secreto para ser dichoso.

Cuando un objeto te hiera la imaginación, procura buscar el medio que habrás de emplear para
resistirle. Si un buen mozo o una joven hermosa atrae tus miradas, hallarás en la templanza la
fuerza para vencer tu pasión; si te dan un trabajo penoso, encontrarás en ti la paciencia; al insulto
opondrás la resignación; sigue esta máxima, y no te dejarás llevar por ideas quiméricas.

XV

Recuerda que es necesario portarse en la vida poco más o menos como en un festín. ¿Ponen ante
ti algún manjar? Extiende la mando y toma una parte con cortesía. ¿Qué el plato pasa a otro? No
le detengas. ¿Qué no te lo sirven aún? No demuestres impaciencia o deseo de gustarle, sino
espera con resignación que lo pongan ante ti. Obra en esa forma cuando se trate de los hijos, de
una esposa, de las dignidades o de las riquezas […]”

Epicteto, (Siglo I d. C.): Filósofo frigio, nació en el año 50 d. C. Parece que nació de una esclava,
siendo él por tanto un esclavo. Se desconoce su nombre ya que “Epicteto” quiere decir esclavo. Sus
pensamientos fueron recogidos por su discípulo Arriano en el Manual del Estoico y Disertaciones.
Es uno de los principales exponentes de una escuela filosófica postaristotélica denominada estoica
o estoicismo cuyo fundador fue Zenon. Para los estoicos todo ocurre por necesidad y el ser humano
debe reaccionar con tranquilidad ante las circunstancias tanto alegres como tristes de la vida.

Consignas de trabajo

1- ¿A qué edades se debe filosofar y por qué, según Epicuro? ¿Cuál es tu opinión al respecto?
2- ¿Cuáles son las principales causas o miedos que llevan a los hombres a sufrir y qué propone
Epicuro para contrarrestarlas? ¿Qué opinás al respecto?
3- ¿Qué es la felicidad y el placer para Epicuro? ¿Qué es para vos la felicidad y el placer?
Preguntale a algunas personas de distintas edades qué es la felicidad y el placer para ellos.
4- ¿Qué opinas de la máxima sobre la amistad de Epicuro?
5- Ejemplificá situaciones – reales o inventadas- en las cuales se muestren cosas que dependen
de nosotros mismos y otras que no.
6- ¿En qué consiste la felicidad según Epicteto?
7- Describí situaciones problemáticas reales de tu vida y señalá cómo las solucionaría Epicuro y
cómo las solucionaría Epicteto. ¿Y vos?

Anda mungkin juga menyukai