Adriana Banfi
LAS VANGUARDIAS. Introducción.
En torno a principios del siglo XX la progresión aparentemente regular y apacible de
las artes pareció trastocarse de manera súbita, reflejo de un cambio similar en la visión que
el hombre tenía del mundo como un todo. Sucedían cambios sociales (la revolución
industrial con su cambio del ritmo de vida de los trabajadores en las fábricas, y el ingreso
de la mujer al mundo laboral), políticos (gestación de las guerras mundiales), económicos
(crecimiento como nunca antes de las grandes ciudades), que produjeron innovaciones
filosóficas y científicas, y sobrevino el colapso gradual de los tradicionales sistemas y
valores autoritarios, con confianza en sí mismos y de supervivencia a largo plazo.
En las artes, la tradición del pasado fue desafiada con un frenesí que fue motivación
vital para el artista, aun cuando las alternativas que pudieran ofrecer fuesen provisionales o
nulas. Poner en cuestión y rechazar el pasado equivalía a una verdadera revolución.
Aunque esta pasión anti tradicional por el cambio y la renovación fue típica de todas las
artes, resultó muy evidente en las artes visuales, donde prevaleció y fue ganando
lentamente aprobación en el público. Se necesitaría más tiempo para que estos cambios se
reflejaran en literatura y en música.
Lo que se llama generalmente arte moderno refleja actitudes similares en la
sociedad, que a principios del siglo XX se convirtió en una explosiva fuerza liberadora
frente a la opresión de premisas hasta entonces aceptadas frecuentemente a ciegas. En
pintura, esa tendencia había empezado con los impresionistas. La noción de vanguardia
era sinónimo de lo “experimental” y era la única forma de valoración artística. La
experimentación se convirtió en método de trabajo, motivados los artistas por sus fuertes
pasiones contra la tradición y el autoritarismo.
Se inspiraron en los nuevos avances de las ciencias físicas, y el método científico
sirvió de estímulo para arranques creativos en las artes. Las nuevas ideas científicas estaban
a la orden del día, difundiéndose por los medios de comunicación que empezaban a
desarrollarse.
Los conceptos de tiempo y de desarrollo del tiempo se redujeron de tramos largos,
lineales, apacibles y estables, a estallidos y fragmentos cortos, rápidos, múltiples y
simultáneos. Hasta el siglo XIX, se consideraban las artes en términos de amplias
categorías resultantes de clasificaciones a posteriori, que los historiadores llamaban
“estilos”. Alrededor del 1900 en adelante los movimientos comenzaron a sucederse unos a
otros y a superponerse en una aceleración siempre creciente.
Los conceptos, y una preocupación por las ideas y por las teorías, que a menudo
precedían, condicionaban y predefinían la naturaleza del objeto artístico mismo, empezaron
a emerger gradualmente como los constituyentes fundamentales de la actividad artística. Se
acompañaron de manifiestos, documentación y declaraciones programáticas. Los artistas y
los críticos formularon conceptos: los movimientos del arte modero fueron esencialmente
“conceptuales”. El papel del crítico, del teórico, adquirió una importancia singular en la
configuración de cada manifestación artística. Al mismo tiempo debe señalarse que los más
importantes artistas contemporáneos no se circunscribían necesariamente, en un sentido
exclusivo, a sólo un movimiento en particular (el caso más obvio fue Picasso).
Recordar ciertos acontecimientos ayudará a explicar los movimientos de las
vanguardias.
• Los primeros automóviles conquistan los caminos, mientras que las hazañas
de los pioneros de la aviación anuncian las conquistas del aire.
Bibliografía consultada:
http://www.arteespana.com/
http://www.arteuniversal.com/estilos+ismos+movimientos
http://www.deartesypasiones.com.ar
http://www.educahistoria.com/
http://www.spanisharts.com/history/del_impres_s.XX/arte_sXX