Señores Jueces de Cámara en la Sala de Acuerdos fueron traídos para conocer los
desinsaculación que ordena el artículo 268 del Código Procesal Civil y Comercial de
la Nación, resultó que la votación debía tener lugar en el siguiente orden: Doctores
acción promovida por Sara Mercedes Molas Quiroga contra De La France S.A., y
condenó a esta última abonar la suma de $3.000, con más sus intereses.
marca Isuzu, modelo 1995, patente TFS69-HD, más un resarcimiento por daños y
concesionaria demandada por la suma de $24.470, el que habría sido revisado por un
mecánico de su conocimiento. Relató que recién pudo usar por primera vez el rodado
taller mecánico para el arreglo del freno de mano, el cual se habría demorado debido a
la dificultad en conseguir los repuestos importados. En ese primer viaje –dijo- intentó
utilizar la doble tracción, sin poder ponerla en funcionamiento y, a partir de ese
su reparación en la concesionaria Isuzu más cercana, que era “Agrosur S.A.”. El costo
total de los arreglos habría sido de $23.556,59.
La demandante sostuvo que esos defectos existían al momento de la compra,
por lo que solicitó la resolución del contrato, con la consiguiente devolución recíproca
de prestaciones, más la restitución del costo de los arreglos. Invocó las normas de la
ley 24.240. Por otro lado, expresó que aún no se había completado la transferencia
cesante, por $3000; daño moral, por $2000, y una suma de $3000 por los daños
que no era aplicable la ley 24.240, puesto que el automóvil había sido adquirido con
que el vehículo enajenado era usado, con una antigüedad de ocho años y 180.000 Km,
de manera que la actora no podía pretender que tuviera el estado de un 0 Km. Señaló
entendió que no se habría acreditado que los defectos del automóvil fuesen o pudieran
ser considerados vicios redhibitorios. Para concluir así, se basó en el peritaje
V.- Apelaron ambas partes. La actora se agravia por la valoración que hizo el a
quo de las pruebas producidas en el sub examine, y cita el testimonio de Mario Toro,
Defensa del Consumidor, prueba de la que habría prescindido el juez pese a que allí se
encontrarían todos los elementos tendientes a acreditar que los defectos debían
considerarse como vicios ocultos, teniendo en cuenta la multa que el citado organismo
pues a ella correspondía hacer la verificación técnica del vehículo, por hallarse en
posesión de éste. Considera que el a quo no fundó el monto de esta condena, por
ley 24.240. Cabe recordar que el artículo 2° de esa ley excluye de su ámbito de
inscripto” (copiada en fs. 11). En la práctica, este método de facturación que implica
ese sentido.
standard de buena fe que consagra el art. 1198 del Código Civil. Asimismo, como he
sostenido en diversos precedentes, una óptica basada en los arts. 2164 y ss. del citado
Por otra parte, esas reglas también serían aplicables por remisión del art. 18 de
la ley 24.240, lo que propicia una saludable coherencia en las soluciones derivables
del sistema jurídico. Desde este punto de vista, la controversia planteada en los
vicios redhibitorios, en cuyo caso cobran operatividad las referidas normas del Código
Civil.
corroborados por el peritaje en fs. 199 y vta. según el informe de Agrosur S.A.,
concesionaria que realizó las reparaciones (ver fs. 45/47 y 395), fueron los siguientes:
(i) no funcionamiento de la doble tracción por desgaste de los cubos de las ruedas
instrumentos eléctricos del tablero; (iv) falta de envase recuperador de agua del
circuito refrigerante; (v) rotura de mangueras, tubos, juntas, retenes, hojas de elásticos,
cargaba; y (vii) el perito advirtió que la “tapa de cilindro está soldada de rotura
Como puede verse con la sola enunciación de los desperfectos que registraba el
automotor al ingresar a la concesionaria donde se efectuaron los arreglos, apenas un
mes después de la compra, esos defectos eran de una inocultable gravedad y sin duda
impedían el funcionamiento de aquél.
Pues bien, dentro del presupuesto fáctico del art. 2164 del Cód. Civil, para que
un defecto sea considerado vicio redhibitorio, el vicio ha de ser de entidad tal que
obste a la utilización a que está destinada la cosa, “si de tal modo disminuyen el uso de
ella, que al haberlos conocido el adquirente, no la habría adquirido o habría dado
menos por ella” (art. 2164). La prueba en torno de su existencia al momento del
perfeccionamiento del contrato incumbe al adquirente (art. 2168), aunque en toda esta
causa, criterio que aparece también corroborado por la directiva contenida en el art.
peritaje técnico y concluyó que, como el perito no había podido “afirmar la existencia
del motor de cada uno de los desperfectos (fs. 199 vta./200), el perito concluyó que el
origen de las fallas radicaría en el probable desgaste de un vehículo con 180.000 km.
recorridos (fs. 298), pero al mismo tiempo dejó en claro que “el desgaste excesivo que
Esta conclusión es, a mi entender, decisiva. Porque corrobora que los vicios no
se produjeron por culpa o negligencia de la actora, adquirente reciente del rodado, sino
por mal uso atribuible a la actora, queda así huérfano de sustento en los antecedentes
de la causa. Por el contrario, si algo cabe inferir de los antecedentes reseñados, es que
VIII.- El otro dato que la ley indica como necesario para la configuración de un
vicio redhibitorio, es que sea oculto, no perceptible al primer examen que haga el
comprador. Pero cabe advertir que, si medió una garantía expresa o implícita en punto
del bien enajenado. El concesionario actúa en estos casos como un revendedor por
cuenta propia, que asume frente al comprador las obligaciones propias del contrato de
compraventa celebrado, entre las que se encuentra la garantía por vicios redhibitorios
agencia especializada en los vehículos que comercializa, por lo que, con mayor razón,
debía saber –con el alcance que se desprende de los arts. 902 y 904 del Código Civil-
que un automóvil usado de las características del que aquí se trata, podía presentar una
las transacciones comerciales, imponían realizar los arreglos necesarios para vender el
bien en condiciones de ser utilizado por su próximo adquirente, o bien, advertir clara y
tuviera que efectuar arreglos por una suma similar al valor de compra del vehículo.
condición predicada por esa concesionaria, que torna aplicable la pauta del art. 902 del
Código citado, con base en su profesionalidad.
de depósito de agua y el mal funcionamiento del instrumental” (fs. 201, resp. 5). Al
mismo tiempo, en cuanto incumbe a la situación de la actora, señaló el perito que “un
comprador común, sin conocimientos técnicos, que no ha sido usuario de este modelo
sufridos “si el vendedor conoce o debía conocer, por razón de su oficio o arte, los
de las Obligaciones-, 2da edición anotada por Arturo Acuña Anzorena, edit. TEA, Bs.
As., 1957, t. III, n° 2364, p. 466), que la buena fe del vendedor se presume (arg. art.
2362, Cód. Civil), pero el principio se invierte cuando por razón de su oficio o arte
debía conocer la existencia del vicio. Según el autor citado, la regla legal no sólo ha
de aplicarse al fabricante directo de los artículos, sino también al comerciante que los
damnificado acceder a una reparación integral –“a más de las acciones de los artículos
procedencia de las propias acciones derivadas de los vicios redhibitorios (art. 2174, C.
Civil).
IX.- La actora solicitó la resolución del contrato. Sin embargo, cabe tener en
cuenta que, tras las reparaciones de que da cuenta el informe de Agrosur en fs. 395, y
Tribunal, en tanto tiene que atenerse a las circunstancias existentes al tiempo en que
emite su pronunciamiento en la causa (conc. art. 163, inc. 6, C. Procesal) y se
encuentra habilitado para calificar las pretensiones de las partes de conformidad con
las normas que considere aplicables, con prescindencia de los fundamentos que
incluso fue abonado el costo de esa reparación, cuyo importe es materia de reclamo en
la causa. Parece entonces acorde con la secuencia que siguieron los hechos, tras
Civil de Salvat, ya citado, t. III, p. 465, nota 13.a; Ernesto C. Wayar, “Evicción y
vicios redhibitorios”, ed. Astrea, 1992, t.2, p. 164; en igual sentido ver esta Sala, in re
la suma abonada por la reparación del vehículo, esto es $ 23.556,59. Dicho importe es
pago de los profesionales”), tomando como dies a quo el 9 de octubre de 2003, fecha
manera indicada.
del rodado, rubro admitido en la sentencia de grado, entiendo que, al menos en parte,
transferencia se habría debido a falta de colaboración del actor, puesto que teniendo la
posesión del vehículo era éste quien debía acompañar la verificación policial, por ser
uno de los requisitos para realizar dicho trámite (ver cartas documentos copiadas en fs.
18 y 20).
El a quo trató extensamente los argumentos de las partes en torno de estas
de ver, de los antecedentes allí reseñados no surge con claridad un posible reproche a
la concesionaria en este punto. Más bien percibo un mutuo desinterés en el tema, pues
virtud de lo pactado, era la actora quien, al tener la posesión del rodado, se hallaba en
dominio a su nombre.
Por otra parte, sin perjuicio de que la demandada debía instar a su vez a la
actora a realizar dicho trámite, lo cierto es que esta última tampoco acreditó los daños
reclamada como indemnización por este rubro, por lo que propongo que la sentencia
la actora la documentación del vehículo -que obra agregada a la causa-, para que
pueda realizar la transferencia, al igual que la suma que abonara como gastos por
cuestiones traídas a esta instancia, toda vez que la demandada ha sido sustancialmente
donde se trata del resarcimiento de daños, es doctrina reiterada de este tribunal que las
costas deben ser soportadas por el causante del daño, de acuerdo con una apreciación
global de la controversia y con abstracción del progreso parcial de las pretensiones del
demandante respecto de algunos montos o rubros objeto de reclamo (conf. esta Sala in
re “Enrique R. Zenni y Cía. S.A. c/ Maderfor S.R.L. y otro s/ ordinario”, del 22.12.99,
entre muchos otros y arts. 68 y 279 del Código Procesal), corresponde imponer las
Con lo que termina este Acuerdo, que firman los Señores Jueces de Cámara,
Doctores
José Luis
Monti
Fernando I. Saravia
Secretario
Y VISTOS:
apelada, con el alcance establecido en los considerandos IX a XI. Las costas de ambas
instancias, son a cargo de la demandada sustancialmente vencida.
precedente Acuerdo.
encontrarse excusado.
Fernando I. Saravia
Secretario