El señorío de Jesucristo
CRISTOLOGÍA
Filipenses 2:5–11
Siendo DIOS
Se hizo HOMBRE
Se hizo SIERVO
Fue OBEDIENTE HASTA LA MUERTE, ¡y muerte de cruz!
Por haberse humillado hasta el lugar más bajo, recibió del Padre dos cosas:
El lugar supremo en el universo, y
El nombre supremo sobre todos los hombres: SEÑOR (en griego, KYRIOS).
Que ante el HIJO, toda rodilla se doblará, y toda lengua confesará que
JESUCRISTO ES EL SEÑOR.
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SIGNIFICADO DEL NOMBRE “SEÑOR”
La palabra en griego es kyrios; quiere decir amo, dueño, maestro, soberano, autoridad
suprema.
En el imperio romano, la palabra kyrios se usaba de dos maneras:
En el uso más común, kyrios quería decir una persona que tenía esclavos, un dueño de
esclavos.
De una manera especial y singular, se usó sólo para referirse al emperador de Roma: “César
es el kyrios.”
En el Antiguo Testamento hay tres palabras principales en hebreo que se refieren a Dios:
ELOHIM, que se traduce DIOS
Jehová o YAHVÉ, que significa ÉL QUE ES (“YO SOY”).
ADONAI, traducida SEÑOR, que quiere decir Dios, mi Dueño.
En la Septuaginta, la versión griega del Antiguo Testamento, ADONAI se tradujo como
KYRIOS. Además, debido al alto honor que los escribas atribuyeron al nombre de Dios, Jehová,
en la Septuaginta se tradujo Kyrios en lugar de Jehová. Por esta razón, la palabra Kyrios (en
español, Señor) es el término más usado en esa versión para referirse a Dios.
A la luz de estos dos conceptos, podemos decir que en el tiempo del Nuevo Testamento,
confesar a Jesucristo como Señor, el Kyrios, tuvo el significado de reconocerlo como Dios,
Dueño, y la autoridad absoluta.
Parece asombroso, pero no podemos encontrar ningún texto del Nuevo Testamento que
afirma que Jesús nos salva por recibirlo como nuestro Salvador. En Rom 10:8–9, el apóstol
Pablo declara: “Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confiesas con tu boca que Jesús
es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo”.
Un estudio cuidadoso del Nuevo Testamento revela que la CONDICIÓN para ser salvo es
reconocer a Jesucristo como el “KYRIOS.” La traducción en español de esta palabra griega es
SENOR.
Pablo respondió al carcelero de Filipos, cuando éste le preguntó: “¿Qué tengo que hacer
para ser salvo?” con la exhortación: “Cree en el Kyrios Jesús; así tú y tu familia serán salvos”
(Hch 16:30–31).
En 2 Cor 4:5, dice el apóstol: “Predicamos ... a Jesucristo como Kyrios (Señor)”. En 1Cor
1:2, afirma que la iglesia incluye “todos los que en todas partes invocan el nombre de nuestro
Kyrios (Señor) Jesucristo, Señor de ellos y de nosotros”.
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El término Kyrios, con referencia a Jesús, se menciona en el Nuevo Testamento más que
600 veces. El término SALVADOR, en referencia a Jesús, se menciona sólo 16 veces.
KYRIOS SALVADOR
En los Evangelios 130 2
En Hechos 170 2
Epístolas de Pablo 260 6
Resto del N.Test. 50 6
TOTAL 610 16
¿Se trata solo de una cuestión de terminología? ¡Definitivamente que no! Es un asunto
fundamental que involucra la teología de la salvación, y requiere consideración seria.
Los apóstoles nunca mutilaron el evangelio presentando a Jesús solo como Salvador. La
proclama apostólica afirma: Jesucristo es el Hijo de Dios que murió, resucitó y es el Señor.
Para ser salvo, el pecador tiene que creer en Cristo y confesarlo como su SEÑOR con todas
las implicaciones. Aceptar a Jesús sólo como un Salvador personal, es un intento de recibir
perdón, salvación, paz, felicidad y vida eterna sin someterse efectivamente bajo la autoridad de
Jesús. Pero esa posibilidad no existe en el Nuevo Testamento. Jesús me salva y me da todos los
beneficios de la salvación cuando doblo mi rodilla ante él, confesándolo como Señor. Esto
implica el fin de mi rebelión y la aceptación de su gobierno sobre mi vida. Es una entrega
completa de mi vida, que incluye todo lo que soy y tengo: mi familia, mi casa, mis bienes, mi
dinero, mi tiempo, mis planes, mi todo, absolutamente todo.
Aceptar a Jesús como Señor significa reconocerlo como Amo, Dueño, Maestro y suprema
autoridad sobre mi vida. Para que Jesús sea mi Salvador debo reconocerlo como mi Señor. Este
es el punto central del evangelio del reino de Dios.
¿QUÉ ES EL ARREPENTIMIENTO?
Las Escrituras son muy claras al afirmar que el arrepentimiento es una condición esencial para
recibir perdón y salvación (Mar 1:14–15; Luc 13:3; Hch 2:38 y 3:19).
Arrepentirse es más que decir “Lo lamento”, o pedir perdón por haber ofendido a Dios. El
verdadero arrepentimiento (en el griego, metanoia) significa un cambio de mente y actitud
hacia Dios. Nuestra actitud interior determina nuestra manera de pensar, sentir y actuar. Toda
persona tiene básicamente una de estas actitudes hacia Dios: REBELIÓN o SUMISIÓN. Nuestra
actitud natural hacia Dios, siendo todos hijos de Adán, es rebelión. Es lo que heredamos.
Esta nueva actitud de sumisión a Cristo implica sumisión a su palabra. Sin sumisión no hay
arrepentimiento y, por lo tanto, no hay salvación.
Jesús dijo en Mateo 7:21–23: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de
los cielos, sino sólo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo”. Este texto se
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refiere a los que creen en él, oran, profetizan, expulsan demonios, y hacen milagros, pero no
se someten a la voluntad de Dios.
En los versículos que siguen, Jesús exhorta con claridad “todo el que me oye estas palabras
y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena”.
No es suficiente oír la palabra de Dios, estudiar la Biblia, o predicarlo; es necesario vivir
conforme a la palabra de Dios. Edificar sobre la roca es oír y acatar lo que Jesús dice.
CONCLUSIÓN
Condición: Beneficio:
SEÑOR SALVADOR