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2 Luna Nueva No. 35
Fotografías: Jorge Mario Múnera
Contenido
LUNA NUEVA Ramón Illán Bacca................................ 5
No. 35, julio de 2009 Samuel Vásquez................................... 8
Lic. Mingobierno Res. 081 de
Gabriel Arturo Castro......................... 13
1993
ISSN 9121 - 666X Pedro Arturo Estrada.......................... 18
EDITOR
Yorlady Ruiz López ........................... 25
Omar Ortiz Santiago Espinosa.............................. 31
CONSEJO EDITORIAL
Robert Max Steenkist......................... 37
J.J. Guzmán Abella Angye Gaona .................................... 44
Omar Ortiz Daniel Moreno López......................... 50
Pionono González Natanael............................................ 55
Carolina Urbano
Conrado Alzate Valencia..................... 59
LUNA NUEVA Heidy Johana Guerrero Vélez ............. 63
Apartado Postal 179
Carrera 26 No. 27-60
Harold Mora Campo........................... 67
Teléfonos: 224 5781 - 224 4876 Daniel Padilla.................................... 71
Tuluá, Valle del Cauca, Colombia Nelson Romero Guzmán..................... 75
e-mail: ortizforero@hotmail.com Julio César Arciniégas........................ 79
Diseño e Impresión Carlos Arturo Gamboa Bobadillla........ 83
Feriva S.A. En el Nochero.................................... 88
* Nación en Santa Marta, abogado, novelista y cuentista. Ha publicado los libros de cuentos Marihuana
para Goering (1981), Tres para una mesa (1991), Señora tentación (1994) y El espía inglés (2001), y las
novelas Deborah Kruel (1990), Maracas en la ópera (1996) y Disfrázate como quieras (2002). Colabora
como columnista en periódicos y revistas del Caribe y en la actualidad se desempeña como profesor
en la Universidad del Norte de Barranquilla.
Soy testigo de cómo un taxista al saber que su pasajera era ella empezó
a declamar “El resplandor”:
Hubo allí una alusión al Líbano ancestral al que dedicó varios poemas.
Algunos en sus primeros libros, tan bellos que valió que Ramón Vinyes el
sabio catalán, y que para esa época no conocía a Meira, escribiera una
columna de prensa, en donde decía que había sentido más el Líbano en
esos versos que en el libro de viajes de Pierre Benoit publicado por esos
días.
Entre los amigos siempre hubo curiosidad por la vida amorosa de Meira
pero ella nunca dijo nada al respecto. Hubo sin duda un gran amor, sólo
así se puede escribir versos como éste:
Alba tardía de gallos asesinados. Las puertas que no entraron en sus casas
han huido. Un disparo de silencio triza la pizarra que nada aprende. No
a la vista de todos: en el envés de la piedra una rúnica bella y muda es el
oráculo. Al hacerme víctima y testigo invalidan mi palabra.
Hay dolores que viven en manada y atacan cuando huelen una herida. Lo
que carece de temblor no me interesa. A tu paso se abre un mar rojo: yo
me quedo de esta orilla. No hay tierra prometida que cumpla su promesa.
Ante los censores escondo mis manos manchadas de ingenuidad. Conde-
nado, cargo la maleta de mis nadas. La palabra silencio habla demasiado
para expresarlo; la palabra soledad me acompaña, traicionándose. El pan
es estrella irremplazable de la mañana. La violencia nos viene del sol.
La fresca sombra del árbol borra mi sombra estremecida.
Bogotá, 1962. Poeta y ensayista. Ganador de los Premios Nacionales Aurelio Arturo
y Ciro Mendía. Ha sido colaborador de importantes medios de difusión cultural en
Colombia, además se desempeña como tallerista de arte. Ha publicado: Libro de
Alquima y Soledad (Educar editores, Bogotá, 1992) y Alquimia de la Media Luna
(Verdehalago, Unam, México, 1996). Ganador del Premio Nacional de Poesía Porfirio
Barba Jacob, 2009, con el libro Tras los versos de Job.
Sueño vegetal
Esfinge
Patria ilimitada
De tus ojos
plasmas solares vuelan a incendiarme la sangre.
nauta perdido
de tu cuerpo.
Memoria de R. M. Rilke
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Es de nuevo la noche que rebrilla estrellas viejas. Cruzo los predios de-
siertos de sus dominios mientras cae algo definitivamente sombra abajo
de mí, tal vez lo poco que aún sustentaba una forma, un modo de estar
en el mundo.
Vuelvo después al día, la rutina que restablece límites, el familiar cotilleo
de cosas que son la medida de mi propio vacío. Un nombre, la cómoda su-
misión a los espejos, los ojos que me reconocen o creen reconocerme.
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El tiempo que al fin no es más que una bomba pasando de mano en mano.
Y ningún lugar cierto para salvarse. Pero entonces, la callada certeza del
olvido, el último y verdadero lugar.
Animales de costumbre, qué otra cosa sino ese lento y persistente roer,
lamer, mascar, deglutir el mundo a pedacitos. Echarse a la sombra de
las palabras mismas, confiados, esperando que ellas nos confirmen, nos
salven al fin.
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Hasta agotar la cuota de espanto correspondiente y morirse tranquilo, libre
de coerciones y esperanza. Hasta ser por fin el que viene de regreso de
todos los miedos, el que sabe con qué cuenta, con quién vive verdadero
dentro de sí.
Sólo la mano que toma el borde de una puerta, el ojo que recibe directa
la luz, la boca que devora la fruta, la piel que se anuda a otra bajo la
noche, el cuerpo que reposa lejos del día allá afuera.
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Y ser apenas una arena más en la playa. Fragmento infinitesimal. Un punto
en el espacio. Ir luego. Ir al borde mismo. Asomarse allí. Arrojarse como
quien se abraza en sueños.
Pues al fin, la vida es lo que no se ve más allá del borde mismo del yo. El
que se arroja es el que lo descubre. Los demás, nos quedamos temblando,
aferrados al borde, lo único sólido en apariencia, lo único.
Temblor y misterio, sí, espanto de ser sin saber por qué, para qué. Y deleite,
delirio, demencia febril de hallarnos expuestos al aire, al sol, al goce, al
embate de los elementos.
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Quedarse con el rescoldo del amor en los huesos, con el eco interior
de las palabras que no nos traicionaron. Quedarse con el espasmo, la
punzada, la náusea.
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Nació en Pereira. Es poeta y artista plástica. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía XII
Festival de Poesía de Medellín en el año 2002, en ese mismo año obtuvo el premio
de Arte Talentos Carlos Drews Castro en la ciudad de Pereira. En el año 2006 fue
ganadora de una pasantía con el Ministerio de Cultura de Colombia para realizar
un taller de performance con Dioscórides Pérez, en la ciudad de Bogotá. En el año
2007 presentó su performance en Imagen Regional V en la Casa Republicana de la
Biblioteca Luis Ángel Arango, en la ciudad de Bogotá. Sus trabajos creativos han
girado en torno a temáticas de género y violencia en Colombia enfocados desde el
Performance y la Instalación. Ha publicado los libros de poesía Versos para tu fresca
alborada (1998) y Novela inconclusa (2001). Actualmente reside en la ciudad de
Pereira donde desarrolla una constante práctica artística con mujeres de diferentes
organizaciones de la ciudad.
Animal
Rojo
Bogotá, 1985. Crítico y periodista. Ha escrito artículos y reseñas para revistas como
Alforja (de México), Casa de poesía Silva y el periódico La Hoja de Bogotá, del que
fue jefe de redacción. Actualmente escribe para la revista Arcadia. Estudió Literatura
en la Universidad de los Andes y hoy finaliza sus estudios de Filosofía en la misma
universidad. Ha trabajado en adaptaciones de teatro para grupos aficionados y fue
asistente de dirección en cursos del Teatro Libre de Bogotá. Como director montó La
Cantante Calva, de Eugene Ionesco, en el año 2004, y un par de piezas breves de
Harold Pinter en el 2007. Sus poemas han sido incluidos en antologías nacionales
e internacionales. Los ecos, su primer poemario, será publicado en los próximos
meses.
Y me pregunto,
¿en cuál libro? ¿En cuál cabeza?
¿Dónde han quedado esos ojos,
las calles que en ellos habitaban?
¿Dónde han quedado los ríos
y las uñas que ya nos cortamos?
Una interrogación
al margen del poema.
La materia
“diáspora de estrella”,
es para Don Orlando
kilos
peso tibio entre las manos.
Y el tiempo, del negro al blanco,
le zumba al oído
como moscas en la tarde.
A Fabio Rosso.
Un poema es un niño
Entre los versos
De mano en mano
Se hace viejo a fuerza de recordar.
Calidoscopio
mientras tú ya te ves,
mientras tú ya te ves,
mientras tú ya te ves,
casi ajeno a quienes defienden las multitudes puntuales,
con toda su propaganda de papel reciclado y proclamas biológicas
que tú empujas hasta atorar los flujos subterráneos.
Y así
tu lengua se arrastró fuera de ti,
un feto muerto.
que la musa
no te convenza con
su lengua dulce
hazlo bien
hazlo antes de que se pierdan en la ventisca y sigan para no volver.
Muerte,
hermana del tiempo
reacia a desprenderte de la carrera
dime qué campos
asolaste primero
con tu paso de cristales estallados y avalanchas de lodo.
Cuál es tu afán
de no dejar que ganemos nunca
dime por qué debes dejar
todas nuestras venas
como ramilletes explotados
Para JRMG
Soñé,
te conté un día, el polvo de nuestras manos,
con un marino que perdía las estrellas
a causa de la ceguera
y que,
ya viejo y loco,
inventaba constelaciones para su noche eterna.
La explosión de su origen
y el pálido reflejo
que titila en nuestras noches
es un malabarismo del espacio,
un engaño de milenios.
No provoques al león
que reposa en su campo.
Reina el león
aunque lo enjaules
y lo lleves lejos de sí
a rugir a tus circos,
a esconder sus garras en tus fábricas,
a desatar la ira de las bestias del Sol
que atesoras en las bóvedas.
¿Qué harán?,
es presumible:
sentarse sobre las coronas,
voltear los cálculos,
cocer el cáncer
en hornos ejecutivos.
Acantilado
A la gata de Cortázar
Sonrisa
Veía las cebras (esa mágica manera de sacarse la tristeza y dejarla en la piel)
y las gacelas (la hermosa rayita blanca que saltaba
y se multiplicaba interminablemente),
y el león (el sol en enmarañadas ráfagas rodeándole los colmillos
y protegiendo la sangre),
después de pensar un poco al respecto, se comió una hiena
(la convergencia de un poco de todos los sabores en una carroñera sonrisa).
Pensaba seriamente
si matarme
Y descubrí, .
casualmente, .
que incluso el café .
se me quería escapar, o
disfrazado m
en u
h
La muerte se basta
con que uno llegue a morirse,
Es triste, pero pasa.
Se refugian en palabras
(las muy fáciles)
y haciendo versillos sonrosados de mejillas abultadas (la delicia de
las tías)
te matan, mi pobrecita poesía...
Bogotá, poeta y corrector de estilo. Libros publicados: Poemas de los cómos, Lejanías,
y Pastor de dragones.
lista
de los fratricidas y lista de los car|ni|ce|ros
lista de los envenenadores
sutiles
y de los ominosos | o taimados
con sus chafarotes sin mella y sus sueldos de
verdugo
Riosucio, Caldas, 1962. Poeta y ensayista. Diplomado en Gestión Cultural para Caldas,
por la Universidad Nacional – sede Manizales. Ha publicado los libros de poesía:
Paraísos inexistentes (2000), Canción de Ahasverus (2000), Escrito en el viento: versos
de amor y desamor (2004) y Memoria de la sangre (2006). Ganador del Concurso de
Literatura Caldas, 2007, con el libro Apología de los dragones.
Oficios de la muerte
Sus poemas han sido publicados en diarios estudiantiles como El Faro de la tarde, La
Gaceta, del Colegio de Occidente; también en periódicos regionales como La Patria,
de Manizales. Participó además en la publicación de los libros Cantares de mi tierra,
que es una recopilación de autores caldenses y Libro de poesía joven, que es un
compilado de poesía juvenil; en la publicación de un libro llamado Versos cómplices;
es cofundadora del café literario de la Universidad del Quindío, y del café literario
independiente Café Arte. Ha participado en encuentros regionales y nacionales de
poesía, como el Festival de la Imagen y la Palabra en la ciudad de Tuluá, 2008; en
el Primer Encuentro Regional de Escritores de Calarcá, 2007, fue invitada al Festival
Internacional de Poesía de Medellín, capítulo Buga, 2008.
No pretendo llenar
con cremas antiarrugas
las grietas que deja el tiempo,
ni endosar a otro
mi nombre, mi apellido
o mis frustraciones.
Cacería
El maldito verdugo
Me persigue…
Devenir
No me interesa
encontrar lo que busco
ni llegar a mi destino,
es más excitante el devenir natural.
Jugar con el lobo
y perderse en el bosque
antes de llegar a la casa de la abuela.
Ruidos nocturnos
Hace frío y empieza a llover.
Alguien lee su nombre
en la lista negra del infortunio
y se tira de bruces sobre la noche.
Voces sanguíneas
le despiertan fieras dormidas
en las venas.
Se desliza por los rincones
esquivando letreros
de prohibido fumar.
En la calle
no se usan balas de salva.
Con su puño y letra
ha escrito su destino.
Demasiadas caídas
y su colita de rana nunca sanó.
El espejo implacable
difumina la imagen
de sí mismo.
Ya no es un adiós ajeno,
sino el eco de mi propio tiempo.
En algún lugar
Para Claudia
Sobre el rencor
Desnudez
El poema
repta en la mente
con los ojos erizados de árboles
Es el jardín
la manzana
y el venado que salta la cerca
Es un brujo negro
que quiebra las luces
y enciende el espejo
Lira
El hielo ruge,
pronuncia
grietas hinchadas como venas,
separa la luz
en burbujas de tiempo blanco.
La muerte acecha
en los pabellones congelados.
Maya
Llueve sol
sobre papeles arrugados,
paraísos en desuso.
Árbol
Saliva
Lector.
En el fondo asoman
rostros semejantes al ojo.
Testigo
Leo.
Un pájaro,
hago una pausa
para sonreír.
Veo pasar mis ojos frente a la ventana.
Ritual
Tú no estás alucinado de Dios, oyendo que de arriba, de un silbido,
te llaman. Tú no vuelves trascendente el desfiladero, te conoces
de abismo a abismo. No ambiciono la esfera, ni tener piel
de magistrado que además arrastra en sus talones el aro sucio de la tierra
y el ciego remolino de la ley. Mi trascendencia no es descifrar la oscuridad.
Mi cuerpo está de parte de la ofrenda del delito.
Cuando destrozo soy minucioso, rapidísimo para hacer
que la presa entre al círculo. Adentro ya no hay trascendencia.
Unas garras para qué trascendencia. Una vez repleto, vuelvo al vacío.
Me divierte prolongar la muerte con un juego alrededor de la agonizante.
Puedo ordenarle al sol:
-¡Rey, bebe la sangre fresca que derramé sobre el césped!
El sol se quita su corona, deja un instante de iluminarnos, y bebe.
Al día siguiente vuelvo tras lo mismo, no tengo ambiciones.
Finalmente atravieso la nieve hasta perderme en su más blanca blancura.
El visitante
Dios y las piedras se parecen
-que me perdonen las Piedras-, pero el silencio
es duro, una prueba de la inexistencia, es pesado
y frío. Uno ve las piedras, tropieza con ellas a cada instante, pero la verdad
están en el cielo. Las maldecimos, fueron hechas para la maldición.
Entre ellas se esconde el Visitante, listo, armado
para lanzarse en el momento justo cuando de una piedra cualquiera
se alce el Animal. El sabe, percibe en qué momento Dios es piedra
y puede asediarlo. A la hora de las serpientes y los truenos en las manos del
hombre, a la hora de la Desolación, la piedra es Dios ¡y qué! El visitante
conoce la muda sagrada,
eso lo ignoran los hombres que ven en la piedra un vestigio del pasado
y no la carne viva del presente que engaña con el Montón
de lo muerto. La divinidad allí se esconde y el Visitante espera,
espera a que se mueva, porque si no la traga viva
de otra forma sabe que muere.
Arthur Rimbaud
Ezra Pound
Aurelio Arturo
Para comprender
La profundidad de la luz
Hay que habitar las sombras.
Los errabundos conocen el secreto
De sus laceraciones
Pero su lengua es muda.
Pobre el soñador que deposita
Sus huevos en las cornisas
De la angustia
Sin entender la fragilidad
De las alturas.
Cayendo se descubre
La estabilidad,
Pero no hay retorno.
El asfalto es la única
Opción cuando se elige
Caer…
II
III
Poseso de un demonio
Clase melancólico
Que le asustan las mañanas
Huye cuando
Abre la puerta de su rutina
Y busca refugio
En los parajes de la desolación.
Hombre de cartón
Está sujeto a las manipulaciones
Y la libertad cual espejismo
Se asoma dudosa en las palabras.
Cuando regresa agotado
De burdas ilusiones
Él lo mira pesaroso
Y se dispone a dormir
En su costado
Sabiendo que jamás tendrá el valor
De reconocer su presencia.
Miserable el hombre
A quien hasta su demonio le huye.
Descuartizada la tarde
Trae en su santa liturgia
Un vapor de flores
En el laberinto