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Derecho, Justicia, Democracia: Cinco Reflexiones
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Derecho, Justicia, Democracia: Cinco Reflexiones

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Con los cinco trabajos del doctor carlos santiago nino (1943-1993) aquí reunidos, contraste editorial ha querido que este libro sea puerta de entrada al pensamiento del filósofo y jurista argentino; una invitación a su lectura y discusión, a seguir reflexionando en torno a esos temas y problemas que para él resultaban fundamentales y cuya vigencia hoy en día es innegable.
En efecto, en su obra nino abordó temas cruciales de la filosofía y el derecho, mismos que son también cruciales para el presente y futuro de nuestras sociedades. Por ejemplo, frente al positivismo jurídico en boga Nino defendió el vínculo entre derecho, moral y política. De manera específica argumentó que el derecho, en tanto práctica social, reclama una justificación moral con sustento en la deliberación público-política, de aquí el vínculo indisociable de estas tres esferas de la acción práctica, así como su defensa de una concepción "deliberativa" de la democracia. Para nino, bajo condiciones adecuadas el mecanismo democrático de deliberación pública conlleva un contenido epistémico "con capacidad transformadora de las preferencias de la gente" y da lugar a una formación imparcial de la decisión colectiva. Las implicaciones de estas ideas son importantes tanto para la filosofía, como para el derecho pero, sobre todo, para la legitimidad de toda sociedad política democrática. Los trabajos que presentamos son ilustrativos al respecto y en ellos se muestra, además, la apertura al diálogo propia del profesor nino. Así, el lector constatará aquí que nino reflexiona y dialoga por igual con rawls y habermas, kelsen y ross, o´Donnell, rosenkranz, ródenas, dworkin y kennedy, entre otros autores clásicos y contemporáneos.
Finalmente, el texto con el que cerramos es una buena muestra de otra de las facetas del pensamiento de Nino: sus preocupaciones y propuestas en torno a la realidad política latinoamericana; muchas de ellas -por cierto- mantienen su vigencia dada la fragilidad institucional que aún caracteriza a nuestros países (es el caso del tema del presidencialismo y las vías para la democratización de la vida pública).
Reiteramos nuestro propósito de que el presente libro se convierta en puerta de entrada al pensamiento riguroso, multidisciplinario y comprometido con el orden democrático de carlos santiago nino quien, en palabras de owen fiss, "Fue, quizás, el mejor filósofo del derecho que latinoamérica ha producido jamás".
contenido: 1. justicia, 2. constructivismo epistemológico: entre rawls y habermas, 3. derecho, moral, política, 4. La democracia epistémica puesta a prueba. Respuesta a rosenkrantz y ródenas, 5. Contexto social y régimen de gobierno.
LanguageEspañol
Release dateFeb 26, 2024
ISBN9786079962722
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    Derecho, Justicia, Democracia - Carlos Santiago Nino

    Presentación

    Con los cinco trabajos del Dr. Carlos Santiago Nino (1943-1993) aquí reunidos, Contraste Editorial ha querido que este libro sea puerta de entrada al pensamiento del filósofo y jurista argentino; una invitación a su lectura y discusión, a seguir reflexionando en torno a esos temas y problemas que para él resultaban fundamentales y cuya vigencia hoy en día es innegable.

    En efecto, en su obra Nino abordó temas cruciales de la filosofía y el derecho, mismos que son también cruciales para el presente y futuro de nuestras sociedades. Por ejemplo, frente al positivismo jurídico en boga Nino defendió el vínculo entre derecho, moral y política. De manera específica argumentó que el derecho, en tanto práctica social, reclama una justificación moral con sustento en la deliberación público-política, de aquí el vínculo indisociable de estas tres esferas de la acción práctica, así como su defensa de una concepción deliberativa de la democracia. Para Nino, bajo condiciones adecuadas el mecanismo democrático de deliberación pública conlleva un contenido epistémico con capacidad transformadora de las preferencias de la gente y da lugar a una formación imparcial de la decisión colectiva. Las implicaciones de estas ideas son importantes tanto para la filosofía, como para el derecho pero, sobre todo, para la legitimidad de toda sociedad política democrática.¹

    La apertura al diálogo es otra seña de identidad de la obra de Nino que conviene subrayar. Su reflexión y preocupaciones no sólo se alimentaron de su formación en Oxford, sino que el diálogo con las diversas tradiciones intelectuales del Sur y el Norte de América, así como con las europeas, fue una constante a lo largo de su vida profesional. Lo anterior le permitió desarrollar una reconocida carrera académica en diversas universidades del extranjero (particularmente en Yale), pero además le permitió alumbrar una obra propositiva de carácter internacional. En los textos que siguen el lector encontrará que Nino reflexiona y dialoga por igual con John Rawls y Jürgen Habermas, Hans Kelsen y Alf Ross, Guillermo O´Donnell, Carlos Rosenkranz, Ángeles Ródenas, Ronald Dworkin y Duncan Kennedy, entre otros autores clásicos y contemporáneos.

    Finalmente, no es posible hablar de la obra de Nino sin referirse al papel protagónico que tuvo a finales de los años ochenta en el Consejo para la Consolidación de la Democracia en Argentina. Nombrado en 1985 Coordinador de dicho Consejo por el presidente Raúl Alfonsín, Nino encabezó los esfuerzos por pensar y construir el andamiaje institucional que debía consolidar el tránsito de la dictadura a la democracia, con la reforma a la Constitución como propósito central. La política y la historia argentinas son responsables de lo que vino después, mientras que un problema de salud truncó la vida de Nino y le impidió ser testigo del desenlace de esos años. El texto con el que cerramos es una buena muestra de sus preocupaciones y propuestas en torno a la realidad política latinoamericana; muchas de ellas -por cierto- mantienen su vigencia dada la fragilidad institucional que aún caracteriza a nuestros países (es el caso del tema del presidencialismo y las vías para la democratización de la vida pública).

    Reiteramos nuestro propósito de que el presente libro se convierta en puerta de entrada al pensamiento riguroso, multidisciplinario y comprometido con el orden democrático de Carlos Santiago Nino quien, en palabras de Owen Fiss, Fue, quizás, el mejor filósofo del derecho que Latinoamérica ha producido jamás.²

    *

    Queremos dejar testimonio de nuestro agradecimiento al doctor Manuel Atienza, Director de Doxa. Cuadernos de filosofía del derecho e interlocutor -él mismo- de Carlos Nino, por su generosa disposición al permitirnos recoger estos cinco trabajos que originalmente vieron la luz en dicha revista y presentamos con mínimos cambios editoriales. Muchas gracias, Dr. Atienza.

    1. Justicia

    Justicia³*

    Pocas ideas despiertan tantas pasiones, consumen tantas energías, provocan tantas controversias, y tienen tanto impacto en todo lo que los seres humanos valoran como la idea de justicia. Sócrates a través de Platón sostenía que la justicia es una cosa más preciosa que el oro (República, Libro Primero 336, e) y Aristóteles, citando a Eurípides, afirmaba que ni la estrella vespertina ni la matutina son tan maravillosas como la justicia (Ética Nicomaquea, Libro Cuatro De la justicia, i).

    ¿Qué es la justicia? ¿Una virtud de las personas? ¿La primera de las cualidades de las instituciones políticas y sociales? ¿El resultado de un procedimiento equitativo? ¿Lo que surge de un proceso histórico en el que no se violan derechos fundamentales? ¿Un ideal irracional? Estas y muchas otras respuestas extremadamente divergentes entre sí fueron dadas por filósofos serios a lo largo de una extensa historia del pensamiento dedicado a desvelar esta incógnita.

    La preocupación de los filósofos se centra en analizar un concepto que es empleado en muchos tipos de discursos, articulando concepciones que permitan justificar o impugnar los juicios que se formulan en tales discursos empleando el concepto en cuestión. Se invoca la justicia en los juegos de los niños o adultos. Se apela a ella también en contextos religiosos. Por cierto que ella ocupa un lugar central en el discurso jurídico. Y es absolutamente distintiva del discurso moral, tanto en lo que hace a la dimensión referida a la virtud o a la excelencia personal como a la que se refiere a las relaciones interpersonales, y a las prácticas e instituciones que regulan estas instituciones.

    Entre estos discursos en que se emiten juicios de justicia, el de índole moral tiene una posición dominante en nuestra cultura. La justicia de acuerdo a reglas de juego, sociales, religiosas, jurídicas, está supeditada a que las reglas en cuestión sean a su vez justas. Las únicas reglas o principios de los que no tiene sentido preguntarse si son justas son las de una moral ideal. Esto implica que el concepto de justicia debe analizarse primariamente en el contexto del discurso moral. Es allí donde está en su casa y en donde interactúa con otros valores. Esta localización de la noción de justicia en el discurso moral implica que ella necesariamente recibe el impacto de los diferentes análisis que se han propuesto de la estructura y funciones de ese discurso.

    Autores como John Rawls distinguen entre el concepto de justicia y las diversas concepciones de justicia. Sobre la base de esta distinción, Rawls caracteriza al concepto de justicia indicando que él se refiere a un balance apropiado entre reclamos competitivos y a principios que asignan derechos y obligaciones y definen una división apropiada de las ventajas sociales. A su vez las concepciones de justicia, como la que él mismo propicia, son las que interpretan el concepto determinando qué principios determinan aquel balance y esa asignación de derechos y obligaciones y esta división apropiada (ver A theory of justice, Oxford, 1971, p. 10).

    Algo en lo que coinciden casi todos los filósofos que es intrínseco al concepto de justicia es su carácter de valor intersubjetivo. Aristóteles, por ejemplo, sostenía que la justicia es la única virtud de una persona que es considerada como el bien de alguna otra, ya que ella asegura una ventaja para otra persona, sea un funcionario o un socio (E. N., Libro Cuatro, ii). Además de este carácter intersubjetivo, el valor de la justicia está relacionado con la idea de asignación de derechos y obligaciones, o beneficios y cargas entre diversos individuos de un grupo social, como vimos en la caracterización explícita de Rawls. También parece haber acuerdo en que es parte del concepto mismo de justicia el que el valor identificado por él puede satisfacerse o frustrarse independientemente de las intenciones de los agentes que producen esa satisfacción o frustración, a diferencia de lo que ocurre con otros valores como la generosidad. Aristóteles afirmaba que se puede causar una injusticia involuntariamente, aunque un acto es injusto sólo cuando es voluntario y un agente sólo puede ser reprochado como injusto si actúa con conocimiento y voluntad (E. N., Libro Cuatro, vi y viii).

    Las visiones metaéticas sobre el análisis del concepto y de los enunciados de justicia se pueden clasificar en cognoscitivistas y no-cognoscitivistas, según se entienda que tales enunciados formulan proposiciones que pueden ser verdaderas o falsas, por un lado, o que fundamentalmente expresan emociones o imperativos de conducta, por el otro. Las posiciones cognoscitivistas pueden ser de índole empirista o no empirista, según sostengan que las proposiciones de justicia hacen o no referencia a hechos accesibles a la experiencia sensible. Tanto en el empirismo como en el no empirismo cognoscitivista pueden distinguirse posiciones objetivistas como subjetivistas, según sostengan que los hechos que determinan la verdad o falsedad de los juicios de justicia dependen de actitudes, creencias o preferencias de ciertos sujetos (un ejemplo de una posición no empirista y subjetivista es la teoría del mandato divino). A su vez, el subjetivismo empirista puede distinguirse en individualista y societalista, según sostenga que los juicios de justicia describen las actitudes del hablante o las de la sociedad en su conjunto; esto último es lo que constituye el convencionalismo moral.

    Un buen ejemplo de una visión metaética subjetivista y, por tanto, relativista de la justicia es la de Hans Kelsen (ver ¿Qué es la justicia?, trad.

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