En la teología de la Fe, la fe es una fuerza. Es, además, la materia prima de la cual fue
hecho el universo y es la fuerza que hace que funcionen las leyes del mundo espiritual.1
Así que ¿cómo hace usted para que las leyes del mundo espiritual funcionen para usted? De
acuerdo a los maestros de la Pe, es a través del uso de fórmulas. No tan solo consiguen estas
fórmulas de fe que las leyes del mundo espiritual funcionen, sino que consiguen, además, que el
Espíritu Santo trabaje en beneficio suyo. Dios queda disminuido al nivel de un mero sirviente
quien ciegamente tiene que responder al toque de la campana y al llamado de las fórmulas
expresadas por los fieles.
Fórmulas de la fe: ése es el nombre del juego. Esta es la razón por la cual también el
movimiento de la Fe ha sido conocido como el movimiento, de la Confesión Positiva. La
doctrina de la Fe enseña que las confesiones dan libre acceso a la fórmula de la fe y activan las
leyes espirituales. Las confesiones positivas activan el lado positivo de la fuerza; las confesiones
negativas activan el lado negativo. Desde una perspectiva práctica, la ley espiritual es la fuerza
final del universo. En un libro titulado Dos clases de Fe, E. W. Kenyon insiste en que "es
nuestra confesión la que nos rige".2
Kenneth Hagin se quejó en cierta oportunidad de que las personas no salvas estaban obteniendo
mejores resultados de sus fórmulas de fe que los miembros de las iglesias. Y amaneció entonces
en él un gran interés en lo que hacían los no salvos. Tal como nos cuenta la historia en su
pequeño libro, Teniendo fe en tú Fe, estos pecadores estaban "cooperando... con la ley de la
fe".3 Definitivamente, de acuerdo a la fórmula de la fe, la riqueza de este mundo está
estrechamente relacionada con la palabra en tu lengua.
Esta es la razón por la que Hagin enseña a la gente a tener fe en su fe en lugar de tener fe en
Dios. "Implica recibir fe dentro de tu propio espíritu el decir en voz alta: "Fe en mi fe" —dice
Hagin, quien añade—, "Mantente diciendo eso hasta que lo grabes en tu corazón. Yo sé que
puede sonarte extraño cuando lo digas por primera vez y hasta tal vez se te rebele tu propia
mente. Pero no estamos hablando de tu cabeza; estamos hablando sobre fe en tu corazón".4
Hagin apela entonces a Marcos 11:23, donde se lee:
"Porque de cierto os digo que cualquiera que DIJERE a este monte: quítate y échate en el mar, y
no dudare en su corazón, sino CREYERE que será hecho lo que DICE, lo que DIGA le será
hecho" (los énfasis son de él). Dice Hagin: "Fíjese en dos cosas adicionales sobre este verso 23:
(1) El cree en su corazón; (2) él cree en sus palabras. Otra manera de decir lo mismo es ésta: El
tiene fe en su propia fe... Tener fe en sus palabras es tener fe en la fe..."5
El más básico ingrediente en la fórmula de la fe es tu propia palabra. !Las palabras rigen! Es a
través de nuestras palabras que nosotros podemos aprender a activar la fuerza de nuestra fe. Esta
es precisamente la razón por la que la teología de la Fe ha sido identificada con las expresiones,
"Menciónalo y reclámalo" o "Repítelo y tómalo".
● El paso número tres es: "Recíbelo".13 Nosotros tenemos que conectamos con "fuente de
poder en el cielo"14 La fe es el conectador. ¡Alabado sea Dios! Simplemente,
conéctate.15
● El paso número cuatro es: "Cuéntale a otros lo que te ha pasado, para que puedan
creer".16 Este paso final puede ser considerado el programa de extensión del
movimiento de la Fe.
Ahí la tiene usted —la fórmula de la fe—, directamente de los labios del Jesús de Hagin. De
acuerdo con este Jesús, la fórmula habrá de ser usada por los cristianos, porque "sería una
pérdida de tiempo orar por Mí (entiéndase. Jesús) para que yo les dé la victoria. Ellos tienen que
preparar su propia suerte".17
"Prueba" Escritural
A pesar de que supuestamente recibió el dictado directamente del mismo Cristo, Hagin
aparentemente tuvo sus dudas sobre la veracidad de la fórmula. Por tanto, el retó a su Cristo
a que la "probara".18 Sin siquiera perder una pulsación, "Jesús" le refiere a Hagin la historia de
David y Goliat (I Samuel 17). "Ahora, espera un minuto —protesta Hagin—. ¿quieres Tú
decirme que eso fue lo que David hizo? —"Jesús" responde prestamente: "Exacto. Fueron esos
los cuatro pasos que él tomó".19
Después de ir sobre el relato de David y Goliat, Hagin está de acuerdo en que lo que "Jesús"
dice es verdad. Dice Hagin: "David sabía que usted puede tener lo que dice. El sabía que usted
puede preparar su propia suerte".20
Cualquier cristiano con una mente abierta que lea el librito de Hagin tiene que concluir que
Jesucristo de Nazaret no le apareció a Kenneth Hagin. Tampoco puede aceptar que El dijo las
cosas que afirma Hagin. O bien Hagin fue vilmente engañado, o él tuvo una conversación con
otro Jesús, quien le presentó otro evangelio (II Corintios 11:3,4).
Una cosa es cierta: el pequeño libro de Hagin sirve para cualquier cosa, menos para aclarar
conceptos de las Escrituras. Aunque a veces las cosas que Hagin escribe son risorias, todo el
humor se desvanece rápidamente cuando usted considera que un vasto número de personas que
están tragándose sus extrañas fórmulas están extraviadas de los caminos del Salvador.
En un inútil intento por hacer legítima su formula de la fe —especialmente el paso número uno,
"dilo"—, Hagin acude a Proverbios 6:2: "Te has ensalzado con las palabras de tu boca". Este
texto, de acuerdo con Hagin, demuestra que si usted habla positivamente, obtendrá resultados
positivos; pero si usted habla negativamente, recibirá resultados negativos.
Pero este verso nada tiene que ver con tipo alguno de "fórmulas de la fe". Ni remotamente
sugiere que las palabras tengan poder en sí mismas. Salomón en este pasaje (compare con el
versículo 1), estaba simplemente señalando que siempre que usted entre en un acuerdo con -una
persona, usted queda obligado por ese acuerdo. Constituirse en garante de otra persona lo
convierte a usted en responsable por las deudas de esa persona —lo cual puede llevarle a
lamentar lo que ha hecho. Usted, brevemente dicho, queda comprometido por sus propias
palabras. Eso es todo.
Charles Capps se sirve del mismo texto para llegar aún a una más ilógica conclusión. Con
el propósito de advertir á las personas que ellas reciben exactamente lo que dicen, Capps
explica que quienes usan expresiones tales como, "yo me muero por hacer eso", o "eso me
intriga hasta la muerte", están "haciéndose acompañar por la muerte". Y añade que "Adán fue
más inteligente que eso. Le tomó al diablo casi 900 años el poder matarlo, pero ahora el diablo
ha programado su. propio lenguaje para la raza humana, de tal forma que hoy día la gente vive
alrededor de 70 años o menos, por decir lo que el diablo quiere".21
Razonamientos tan irresponsables nos llevan a una interesante pregunta, ¿Cuándo Dios nos
dice que nos cubrirá con sus alas (Salmo 91:4), cree Capps que el Todopoderoso está en peligro
de convertirse en una gallina? Y en un tono más serio: ¿Cree Capps que Jesús estaba
"haciéndose acompañar por la muerte" en el huerto de Getsemaní cuando dijo: "Mi alma está
muy triste, hasta la muerte"? (Mateo 26:38).
Imitadores sectarios
Desafortunadamente, Capps no es el único maestro de la Fe que ha sido influenciado por
las fórmulas de Hagin. Papi Hagin (como algunas veces ha sido llamado), ha procreado un
ejército de imitadores. Uno de ellos es llamado Norvel Hay es. En una de las más irracionales
entrevistas que hasta la fecha yo he visto en la televisión cristiana, les dice Hayes a Paúl y Jan
Crouch algo acerca de una conversación que él tuvo con Jesucristo, mediante la cual, también
recibió él la fórmula de la fe.22
Hayes, al igual que Hagin, tuvo una experiencia extra-corporal y fue trasportado en una
blanca nube a la presencia de Jesús. Tan pronto como llegó. Jesús empezó a preguntarle acerca
de algunas protuberancias en el cuerpo de su hija. Jesús estaba molesto porque Hayes no había
sido capaz de percatarse de las raíces de esta anormalidad. Supuestamente, le dijo Jesús a Hayes:
"Tú me perteneces a mí exactamente igual que Hagin —y añadió—, cualquier cosa que haga
Kenneth Hagin en el nombre de Jesús, también puedes hacerlo tú". Después de esto, procedió a
darle la fórmula de la fe. Aunque la versión de Hayes es un poco más confusa que la de la de
Hagin, la trama es similar.
Primero, él tiene que dar órdenes a la enfermedad, o maldecirla. Tal como Hayes aprendió
en el cielo, usted no le habla a Jesús acerca de sus problemas; usted les habla directamente a las
montañas y las hace desaparecer de su vida. En segundo lugar. Jesús le dijo que creyera y jamás
dudara, viera lo que viera. Como dice Hayes en su historia, él creyó y ni un solo momento dudó,
durante cuarenta días y cuarenta noches. Después de su insólita experiencia, Hayes encontró la
salida al problema que estaba deteniéndole las protuberancias que habían plagado a su hija Zona
desaparecieron en un instante.
Los estudios TBN estallaron en aplausos y con exclamaciones de gozo cuando Hayes
concluyó su historia. Un poco después, en la misma entrevista, Hayes les dijo a Paul y Jan
Crouch una historia que Hagin había compartido con él. En esa historia, al Señor le dijo que
debía sanar a la hermana de Hagin cuando ésta tenía 50 años y sufría de cáncer terminal.
Entonces, el Señor, supuestamente le dijo a ella que le daría cinco años adicionales para que
construyera su fe, y en caso contrario, moriría. Pasaron los cinco años y la hermana de Hagin
había sido incapaz de fortalecer sus "músculos de la fe" suficientemente. Fue así que el cáncer
regresó y ella murió.
Fíjese en el dilema que esto crea. De una parte, se nos ha dicho que nosotros debemos reclamar
nuestra salud, aun cuando no se haya presentado todavía ningún tipo de manifestaciones físicas.
El otro aspecto es que cuando somos sanados, la enfermedad puede reaparecer si nuestra fe falla.
Esto nos coloca entre la espada y la pared, ¿no es así?
Yo pudiera añadir que esto deja al maestro de la Fe fuera del anzuelo en cada ocasión. Si usted
le dice: "Yo he probado su fórmula, y no funciona", él puede sonreír limpiamente y decirle: "Si
creyera y no dudara, usted podría tener lo que diga". Pero si usted queda supuestamente sanado
y más tarde vuelve a perder su salud, el culpable es usted, por ser víctima de su propia confesión
negativa. ¡Muy, pero muy conveniente!
Precisamente, porque sus enseñanzas son antibíblicas, los maestros de la Fe se ven forzados
a apelar, tanto a la hechicería como a una técnica impropia de interpretación de las Escrituras.