RÍO DE JANEIRO, feb (IPS) - Con un sorprendente aumento del superávit comercial,
Brasil pudo reducir su deuda externa a la menor suma de los últimos 10 años,
alimentando proyecciones optimistas de los expertos, que consideran superado el
problema que atascó a la economía de este país desde 1980.
La deuda terminó el año pasado en cerca de 165.000 millones de dólares. El último dato
divulgado por el Banco Central era de 181.402 millones de dólares a fines de octubre, pero en
diciembre Brasilia pagó 15.440 millones al Fondo Monetario Internacional (FMI), extinguiendo
un préstamo que vencería en 2007.
México anunció que acabó con su deuda externa en la práctica, ya que su total actualmente es
inferior a las reservas cambiarias, de cerca de 69.000 millones de dólares..
Brasil podría alcanzar igual situación en 2010 si mantiene la tendencia actual de su economía,
sostuvo Luiz Carlos Mendonça de Barros, ex ministro de las Comunicaciones y designado
asesor económico del gobernador del meridional estado de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, un
fuerte postulante a la presidencia en las futuras elecciones.
Pero es falsa la impresión de que se superó por completo la vulnerabilidad externa brasileña.
Cualquier crisis financiera internacional podría causar una fuga de capitales, como ocurrió
varias veces en el pasado, y forzaría al país a endeudarse más, dijeron a IPS activistas de
Jubileu Sur, red de movimientos y organizaciones sociales que rechazan el pago de la deuda,
el libre comercio y la militarización mundial.
Por otra parte, los activistas advierten efectivos nocivos en el campo social.
El pago anticipado al FMI, por ejemplo, se hizo con emisiones de títulos de la deuda pública en
reales (moneda local) que remuneran los inversionistas con altas tasas de interés, actualmente
en 17,25 por ciento al año, pero cuyo promedio en 2005 fue de 19,05 por ciento.
El préstamo del FMI era muchísimo más barato. El gobierno hizo un pésimo negocio
cambiándolo por deuda más cara antes de su vencimiento, sostuvo el economista Affonso
Celso Pastore, ex presidente del Banco Central.
El costo financiero de la deuda con el organismo multilateral era de sólo cuatro por ciento al
año, tres veces más bajo que el de la deuda interna, en términos reales, según la presidenta de
Unafisco, Maria Lucia Fatorelli.
Jubileu Sur reclama una auditoria de la deuda externa de los países en desarrollo. En los
últimos 20 años, América Latina pagó nueve veces el valor de su deuda, pero ésta no sólo no
se extinguió, sino que su total se duplicó en ese período, indicó Quintela.
Argentina también adelantó el año pasado el pago de 9.810 millones de dólares al FMI.
Tanto el presidente argentino Néstor Kirchner como su par brasileño Luiz Inácio Lula da Silva
destacaron que sus países así habían recuperado la independencia en materia económica.
En realidad, el pago anticipado de Argentina fue el resultado de la fuerte presión del FMI ante la
necesidad de Estados Unidos de financiar sus gastos militares en el marco de la "guerra
mundial contra el terrorismo", que consumen unos 2.000 millones de dólares por día, sostuvo
Quintela.
De todas formas, la decisión del gobierno de Kirchner contribuyó a forjar la idea de que la
deuda externa podría ser un problema del pasado en América Latina.
"La posición cambiaria brasileña mejoró mucho, pero la deuda no acabó y sigue siendo un
problema", dijo a IPS el economista Carlos Tadheu de Freitas, ex director del Banco Central.
Las reservas brasileñas todavía son insuficientes para ofrecer seguridad y pueden
"desaparecer en minutos", alertó.
En Brasil, los productos agrícolas y el hierro responden por la casi totalidad del saldo a favor en
la balanza comercial, que, junto a los altos intereses, mantiene al real cada día más
sobrevaluado.
Fuente: CIA World Factbook - A menos que sea indicado, toda la información
esta página es correcta hasta el 16 de mayo del 2008
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En una actitud que podría tildarse de opuesta a la que tuvo Argentina, aquí no
existió el default, ni hubo discursos de denuncia pública. Brasil anunció nada
menos que saldará dos años antes del plazo su deuda total con el FMI, que
asciende a US$ 15.500 millones. Este hecho que a primera vista se muestra
como sorpresivo en realidad responde casi naturalmente a una política
económica que siempre apuntó a generar superávit fiscal. Esos ahorros
permiten iniciar un camino de desvinculación del FMI, pero también han
representado a lo largo de estos años durísimos recortes a los programas
sociales y ambientales.
Es inevitable comparar cómo los dos grandes de América del Sur desarrollaron
sus respectivas modalidades de encarar la deuda externa. Argentina optó por el
camino riesgoso, de confrontación y exposición a la crítica y cese del
financiamiento internacional (más afín con lo que se podía esperar de una
política de izquierda) cuando, cuatro años atrás se declaró en default (con los
acreedores privados, pero continuó pagándole al FMI). Mientras que Brasil,
haciendo uso de su tradicional “diplomacia lusitana” opta por la estrategia
inversa: no solo pagarle al FMI, sino que hacerlo dos años antes de su
vencimiento.
La política fiscal restrictiva llevada adelante por Brasil en los últimos años
posibilitó la decisión de adelantar el pago de la deuda, lo que es alabado tanto
por especialistas internacionales como por el propio presidente del FMI, el
español Rodrigo Rato. Sin embargo, no hay que olvidar los costos que este
esfuerzo (que podría considerarse excesivo) representó y representa para el
país, al debilitar el financiamiento de las políticas sociales. Un superávit fiscal
elevado, incluso por encima de la meta pautada por el Fondo, implicó además
que el mercado interno prácticamente se estancara y el crecimiento del país
estuviera basado casi exclusivamente en el impulso exportador. A su vez, el
gobierno ha tenido que sostener altas de interés para controlar la inflación, y
varios sectores productivos se han visto perjudicados por no lograr acceder al
crédito, en tanto es muy caro.
Hay que reconocer, sin embargo, que las finanzas de Brasilia no podrían estar
mejor, o al menos, son las mejores de los últimos tiempos. Las reservas
alcanzan los US$ 67.000 millones y el superávit comercial no ha dejado de
crecer en los años pasados estimándose para este año en 44 mil millones de
dólares. Bajo este contexto el equipo económico tomó la decisión de utilizar
parte de las reservas y saldar la deuda, lo que se concretará antes de fin de
año.
Brasil mantiene actualmente una deuda en títulos de USD 400.000 millones y
una deuda externa pública de USD 60.000 millones (La Nación, Argentina, 14
de diciembre de 2005). Ya en marzo de este año se había anunciado la
decisión de no renovar el acuerdo con el Fondo, y en ese sentido durante el
resto del año se hizo lo necesario para poder cumplir con ese objetivo. La
historia reciente de relacionamiento con el FMI se remonta a 1998, cuando el
país recibió un paquete de ayuda de US$ 41.500 millones, al que se sumó en
agosto de 2002 otra operación de socorro de US$ 30.000 millones, cuando
Brasil no había retomado aún las altas tasas de crecimiento que mostraría
después. Dada la buena conducta mantenida por el gobierno, a la fecha
“solamente” restan por pagar al organismo multilateral US$ 15.500 millones.
Brasil se desvincula del Fondo con el beneplácito del mundo financiero, donde
la imagen del país frente a los inversores externos y las calificadoras de riesgo
puede permitir incluso que alcance el grado de inversión. Sin embargo, la
desvinculación no es completa, ya que desde ahora se anuncia que misiones
del FMI arribarán a Brasilia en marzo del año próximo para monitorear la salud
de las finanzas brasileñas, claro que supuestamente en calidad de revisión de
rutina tal como se aplica a cualquier socio del organismo.