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Del aula a la ciberescuel@

Aunque puede parecer obvio que el uso de tecnologías en educación


implica nuevos planteamientos de enseñanza, también tenemos que
reconocer que no camina de forma paralela la revolución tecnológica
con la maquinaria educativa, mostrándose ésta hermética e inflexible
ante grandes cambios e incluso a cualquier innovación de esta índole.
No quisiéramos entrar en la polémica existente sobre el uso o no de
determinados medios y recursos, sino reflexionar y encontrar
posibilidades que integren y faciliten la utilización de recursos
tecnológicos en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Para ello, en
este capítulo queremos ofrecer nuestra visión con respecto a las
nuevas tecnologías y a las modalidades y condiciones en que se ha de
producir su integración en la acción formativa. Cuestionarse la
incorporación de recursos tecnológicos en la educación exige una
reflexión previa de cuáles pueden ser las ventajas más significativas
que éstas pueden aportarnos. Siguiendo a Domingo (2000: 230)
éstos pueden transformar la rigidez de algunos centros dando paso a
estructuras más dinámicas y flexibles. Esta idea viene justificada por
las siguientes razones:

1) Mejora en la organización y gestión del centro educativo por las


opciones de flexibilidad, apertura, comunicación, participación,
reducción de costos, etc.

2) Integración curricular de los medios y democratización de su uso.

3) Oportunidad de innovación.

4) Apertura e interconexión con la comunidad y el medio envolvente.

La revolución de Internet está teniendo grandes manifestaciones en


los diferentes niveles educativos, aunque nos atrevemos a afirmar
que es en el ámbito universitario donde su integración está siendo
más intensa y tal idea es justificada por la producción científica de
esta parcela de conocimiento, donde son más numerosas las
experiencias que se presentan en el nivel universitario. No por ello
consideramos que el potencial educativo que las redes encierran
presenta inconvenientes para su uso en otros niveles de enseñanza,
por lo que en este espacio intentaremos describir la incorporación de
Internet en los diferentes niveles de enseñanza y justificaremos su
uso didáctico y educativo como apartado que complemente la
integración de las nuevas tecnologías a la que hemos venido
aludiendo a lo largo de este capítulo.
Internet ha supuesto un cambio de vida en todos los ámbitos frente a
la aparición de las tecnologías existentes y la evolución de Internet
supondrá la llegada de un nuevo paradigma a la enseñanza (Marquès,
1998). También Salinas (1998: 8) afirma que "las redes constituyen
un desafío para la escuela, que deben integrar las innovaciones
tecnológicas en el currículum escolar, pero también se puede afirmar
que la educación supone un desafío para las redes". Los usos más
generalizados de Internet en los contextos educativos pueden
integrarse atendiendo a dos modalidades -no excluyentes- y sí,
respetando una interactividad entre ellas:

a) Como recurso y fuente de información complementaria a los


enfoques tradicionales.

b) La Red como vehículo de formación, con matices diferenciadores


respecto a la educación a distancia.

Podemos derivar de todo lo expuesto que Internet se presenta como


un gran reto para la educación al igual que cualquier innovación
tecnológica. Lo importante a partir de ahora será conocer el potencial
informativo-comunicativo y didáctico-educativo que las redes integran
y aplicarlos de forma contextualizada en los centros docentes, de ahí
que el apartado siguiente esté orientado a la realización de algunas
aportaciones que orienten y guíen este proceso. Un aspecto que
debemos tener en cuenta a la hora de integrar recursos tecnológicos
en el aula es la necesidad de una organización diferente. Si existían
diferencias entre la escuela del mundo clásico y la escuela del XIX,
también la hay entre ésta última y la escuela actual. Para poder
aprender y enseñar con los medios y para los medios es
imprescindible un nuevo tipo de organización escolar que comience a
cuestionarse la propia arquitectura de cada edificio, su funcionalidad
y sus condiciones como facilitadoras del aprendizaje. La estructura
física de las escuelas, en la inmensa mayoría de las mismas, están
pensadas para que los docentes impartamos la lección y el alumnado
haga uso del material impreso. Parece bastante claro que la
arquitectura de la pedagogía transmisiva es incompatible con la
"escuela de las tecnologías". Harían falta centros con gran diversidad
de material en soportes diferentes, con lugares para almacenar o
acceder a la información, donde sería posible el trabajo individual, la
investigación colectiva y espacios para grandes grupos. Además, la
dinámica interna de los grupos, horarios de uso de las diferentes
áreas, disponibilidad de los equipos y del profesorado, etc., serían
condiciones cambiantes de acuerdo con la organización interna de
cada Centro.
Prepararse para la complejidad. Nuevas tecnologías y la
formación del profesorado

La reflexión en torno a la formación del profesorado así como sobre


las competencias que éstos deben poseer para el uso pedagógico de
las nuevas tecnologías de la información y comunicación en general, y
de Internet en particular, considero que no debe plantearse
exclusivamente en términos de cómo cualificar a los docentes para
que sepan utilizar los recursos informáticos (tanto de hardware como
software) y gestionar su uso dentro del aula. Hacerlo así sería caer en
un planteamiento reduccionista y simplista de la complejidad cultural
que encierran los fenómenos a los que estamos aludiendo. Aquellos
planes formativos destinados a convertir al profesorado en meros
usuarios de las máquinas digitales así como en gestores didácticos de
estos medios en el aula son planteamientos que tienden a alienar
profesionalmente al profesorado.

Parto del supuesto de que los ordenadores no tienen efectos mágicos


sobre la enseñanza y el aprendizaje. Ningún experto o profesor por el
mero hecho de introducir ordenadores en su docencia puede creer
que, de forma casi automática, provocará que sus alumnos aprendan
más, mejor y que además estén motivados. Esto es una forma de
utopismo o fe pedagógica sobre el potencial de las máquinas digitales
sin suficiente fundamento racional. Hoy en día, sabemos que los
ordenadores son objetos o herramientas que adquieren su
potencialidad pedagógica en función del tipo de actividades y
decisiones metodológicas realizadas por los docentes. Lo relevante
para la innovación pedagógica de la práctica docente, en
consecuencia, es el modelo educativo y método de enseñanza
desarrollado, así como el proceso de aprendizaje que dicho método
promueve en los alumnos, no las características de la tecnología
utilizada. Dicho de otro modo, ningún experto o docente puede creer
ingenuamente que la mera utilización de ordenadores genera una
enseñanza de más calidad.

Como hemos expresado en otro momento (Yanes y Area, 1998) la


formación del profesorado la entendemos como parte de un problema
de mayor envergadura y más largo alcance. La formación de los
docentes para el uso pedagógico de las nuevas tecnologías de la
cultura digital tiene que vincularse forzosamente con la discusión de
cuestiones relativas a los presupuestos ideológicos y sociales
subyacentes en el cambio educativo que supuestamente quiere ser
promovido con la incorporación de las nuevas tecnologías a la
escolaridad; con la configuración de la cultura que debe transmitir la
escuela en un entorno social en que las tecnologías digitales de la
información están omnipresentes, con el debate sobre el nuevo papel
que debe jugar el profesorado como agente socializador, con el
sentido y utilidad de la presencia pedagógica de las nuevas
tecnologías en las escuelas.

Es indudable que sin un conocimiento específico sobre los medios


digitales en la enseñanza (sus características técnicas, los lenguajes y
formas de representación de la información, el software disponible, la
utilización e integración curricular de estos medios,...) el profesorado
no estará en condiciones de desarrollar prácticas pedagógicas de
calidad con estas tecnologías. Pero esta formación no debe centrarse
exclusivamente en la adquisición de los conocimientos técnicos de
manejo del software, sino también debe estimular un cambio en las
mentalidades, valores y actitudes de los docentes hacia las
tecnologías y la cultura que les acompaña. El desarrollo de prácticas
pedagógicas con estos nuevos materiales también requiere una
profunda modificación de los planteamientos y métodos de
enseñanza. Trabajar con el WWW, con el multimedia educativo, con el
correo electrónico o con cualquier otro recurso digital supondrá una
alteración sustantiva no sólo de los aspectos organizativos de la
clase, sino también del modelo y método pedagógico desarrollado en
el aula.

Una metodología de enseñanza con ordenadores apoyada en


planteamientos constructivistas del aprendizaje, requiere que el
docente invierta tiempo en la planificación previa de los objetivos,
contenidos y actividades que los alumnos tendrán que realizar con los
ordenadores (creación de materiales didácticos en soporte
electrónico, selección de software educativo, plantear tareas
problemáticas y seleccionar recursos web para el trabado del
alumnado, ...). Lo deseable es planificar propuestas de utilización de
Internet apoyadas en una metodología de enseñanza que requieran al
alumnado desarrollar proyectos de trabajo y de resolución de
situaciones problemáticas. Las denominadas WebQuest son quizás el
mejor ejemplo de este tipo de planteamiento y que están teniendo
amplia difusión no sólo en el contexto español, sino también
internacional. De este modo, el papel del docente en el aula será,
principalmente, organizar y apoyar el uso que el alumnado haga de
dichas actividades, ofrecer las pautas y orientaciones necesarias para
que éstos cumplimenten exitosamente dichas tareas, supervisar de
forma personalizada la realización de las mismas, y evaluarlas.

Cuando un grupo de alumnos de una clase trabajan con ordenadores


conectados a Internet el papel del profesor y la situación de
enseñanza se altera sustantivamente si lo comparamos con el trabajo
de aula basado en el libro de texto. Un modelo de enseñanza basado
en el libro de texto y en la clase magistral del profesor es menos
complejo de gestionar que un modelo de enseñanza-aprendizaje
apoyado en la actividad del alumno trabajando con ordenadores. En
el primer caso, toda la clase está implicada en la misma tarea
simultáneamente (atender a una explicación, leer un texto, realizar
un ejercicio, etc.). Por el contrario, en el segundo caso, cada alumno
o pequeño grupo está realizando tareas distintas en función del ritmo
o secuencia de trabajo que el propio alumno o grupo desarrolla. Esto
implica que el profesor debe organizar y atender simultáneamente a
demandas o necesidades variadas ofreciendo permanente tutorización
y apoyo. Por esta razón, una clase cuyos alumnos trabajan mediante
una metodología constructivista es más compleja de gestionar (y
puede generar más estrés) que la clase tradicional. Dicho de otro
modo, todo docente debe ser consciente que un entorno
constructivista de aprendizaje con ordenadores representa más un
desafío para la profesionalidad docente que una solución fácil a los
problemas organizativos del trabajo académico.

Enseñar con ordenadores conectados a Internet hace más compleja la


gestión docente del aula, no la simplifica, y esto, indudablemente,
exige un mayor grado de cualificación profesional para ejercer la
docencia. En consecuencia, y en una síntesis breve, podría sugerir
que los ámbitos de formación del profesorado ante las nuevas
tecnologías abarcarían dimensiones y competencias relativos a:
Formación instrumental (adquisición de los conocimientos y destrezas
como usuario de recursos informáticos tanto del hardware como del
software)

Formación didáctica (adquisición de conocimientos y destrezas para


utilizar las nuevas tecnologías en el proceso de enseñanza-
aprendizaje de sus alumnos en el aula y para la planificación, puesta
en práctica y evaluación de unidades y actividades didácticas
apoyadas en el uso de ordenadores)

Formación organizativo-curricular (adquisición de conocimientos,


habilidades y destrezas para integrar su planificación didáctica con el
proyecto curricular de centro, así como desarrollar experiencias
innovadoras entre profesores bien del mismo centros educativo, o
bien intercentros apoyadas en las nuevas tecnologías)

Formación sociocultural (adquisición de conocimientos y desarrollo de


actitudes hacia las nuevas tecnologías y sus implicaciones en la
formación cultural y democrática del alumnado como ciudadanos de
la sociedad contemporánea)

Por ello, y en conclusión, la formación del profesorado tiene que


abarcar ámbitos formativos dirigidos no sólo a ofrecerles
conocimiento técnico de los programas y recursos de comunicación de
redes digitales, sino y sobre todo conocimiento pedagógico, cultural y
experiencial de lo que representa incorporar estas tecnologías a la
práctica de enseñanza tanto del aula como el centro escolar. Esto no
es una pequeña innovación de un ámbito particular de enseñanza,
sino una alteración sustantiva de todo el modelo pedagógico y de las
formas culturales que un profesor debiera prodigar en su aula. Por
esta razón un plan o política de formación del profesorado en nuevas
tecnologías que abandone u obscurezca los aspectos ideológicos,
culturales y sociales de la Red, o que mitifique los contenidos de la
misma, centrándose en sus dimensiones puramente instrumentales
tenderá a ser una formación deficitaria.

Creo, en definitiva, que el reto no es solo cualificar al profesorado


para que sea un usuario de la tecnología en la clase, sino para que
sea un profesional que sabe enfrentarse a la complejidad de los
problemas culturales del alumnado que están surgiendo en un
contexto social en el que las nuevas tecnologías están omnipresentes
y que tiene la capacidad para planificar y poner en práctica soluciones
educativas tanto en su aula como en colaboración con otros docentes
en su centro.

Fuente: Manuel Area Moreira, Catedrático de Tecnología


Educativa y Director del Laboratorio de Educación y Nuevas
Tecnologías (edULLab) de la Universidad de La Laguna

Mª Dolores Guzmán Franco, Doctora en Psicopedagogía y


Profesora del Departamento de Educación de la Universidad de
Huelva

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