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Humanismo, época en la cual se mostraron varios cambios en lo ideológico, en lo social, en lo

político, en la educación, y sobre todo en el económico; época que quiso volver a los clásicos
griegos y latinos, para recuperar todo lo grandioso del hombre, queriendo dejar a la iglesia en un
segundo plano; por eso en este momento histórico se habla del antropocentrismo, del hombre
como centro del universo; es la época de los grandes inventos, que ayudarán en gran medida al
desarrollo del hombre en lo humano; sin embargo, a pesar de esto, los campesinos se empobrecen
porque es en este momento que empieza el capitalismo, que hace que el dinero se quede en los
más poderosos, haciendo un círculo cada vez más pequeño donde están los más ricos.
Al final se encontrará una galería de imágenes que muestra a los hombres más importantes del
humanismo. Hay una nueva forma de enseñar. En lugar de impartir conocimientos autoritarios y
rígidos, se procuró crear en el alumno la personalidad y la confianza en sí mismo.
El hombre como centro del mundo. Se consideraba que el ser humano podía dominar todas las
cosas, ya que contaba con las facultades físicas y mentales para ello.
Leonarado Bruni
El propósito de Leonardo Bruni, profesor humanista, era formar a los alumnos para una vida de
servicio activo a la comunidad civil, proporcionándoles una base amplia y sólida de conocimientos,
principios éticos y capacidad de expresión escrita y hablada. Se retomó el latín culto. Se estudiaron
los autores antiguos de Grecia y Roma, entre ellos Cicerón y Virgilio, también se enseñaba
gramática, retórica, literatura e historia, dándole gran importancia a lo humano. La invención de la
imprenta transforma las condiciones de la vida intelectual. La impresión de libros permite una
difusión amplia de ideas. Podríamos decir que éstos son los principios de la industria del libro.
Se construyen navíos más fáciles de manejar, como la carabela, esto facilita, en primer lugar, el
comercio de mercancías, y en segundo lugar, el descubrimiento de nuevos mundos, lo que amplía
la economía a países conquistadores y colonizadores, especialmente, España e Inglaterra
La brújula y otros instrumentos de navegación, como el astrolabio, también permitieron hacer viajes
audaces y peligrosos, que contribuyeron a engrandecer la economía de los países dueños de rutas
marítimas. Es en esta época que aparecen los primeros síntomas del capitalismo mercantil, con las
monarquías, el espíritu de empresas de los individuos, el deseo de conquista y lucro, la
acumulación de capitales procedentes de rentas del campo y da las nuevas ciudades y la
recaudación de impuestos.
EL HOMBRE SE PREGUNTA POR SI MISMO
Hay una nueva forma de enseñar. En lugar de impartir conocimientos autoritarios y rígidos, se
procuró crear en el alumno la personalidad y la confianza en sí mismo.
El hombre como centro del mundo. Se consideraba que el ser humano podía dominar todas las
cosas, ya que contaba con las facultades físicas y mentales para ello.
EL IDEAL ECONÓMICO HUMANISTA.
La vida económica empieza a cambiar gracias a varios progresos técnicos.
LA POBLACIÓN Y SOCIEDAD:
La vida sigue siendo difícil para la gran masa popular, pues la población crece rápidamente y
muchas necesidades no son satisfechas, sin embargo, el régimen de servidumbre se atenúa; los
principales estados comienzan a consolidarse, se debilita el poder de los nobles; se fortalece el
poder del rey con el siguiente desarrollo de la vida cortesana. Podemos anotar que, aparece la
burguesía con sus intereses, valores y comportamientos que dictaba nuevas características a la
sociedad, la cual estaba dividida en clero, nobleza y campesinos; estos últimos veían crecer sus
obligaciones, pues, no sólo tenían que dar contribuciones a sus señores, sino que también
soportaban el peso creciente de los impuestos debidos a los reyes. Se debilita el poder de los
nobles y se fortalece el poder de el rey. El mapa de Europa ya no se veía dividido en innumerables
feudos, si no que se muestra la existencia de "Estados modernos " gobernados por reyes los reyes
eran la autoridad suprema de la nación, tenían soberanía absoluta sobre todas las personas y
cosas situadas dentro de las fronteras de sus reinos. Era el absolutismo monárquico.
Fue la traducción literaria del espíritu del Renacimiento. Su característica más destacada fue un
amor, a veces exagerado, por el mundo clásico, griego y latino, que llegaron a idealizar. Las ruinas
enterradas y olvidadas durante siglos fueron cuidadosamente removidas para encontrar en ellas
esculturas, capiteles, grecas y cualquier rastro de las civilizaciones clásicas que fueron
reverenciadas con unción religiosa. Las casas de los nobles, de los clérigos o de los comerciantes
ricos, que durante la Edad Media apenas si se habían adornado con algún tapiz o imagen religiosa,
se llenaron de bustos, esculturas, ánforas y jarrones griegos y romanos. Las damas leían en su
versión original las obras de los poetas antiguos, y junto con el arte resucitó una pasión por el bien
decir y por la literatura, que tenía el hombre como tema central. Los precursores del gran
movimiento literario humanista fueron tres italianos del siglo XIV, hombres de la Edad Media que se
adelantaron al sentir de su tiempo y que deben ser considerados como los precursores del gran
movimiento humanístico y renacentista de los siglos XV y XVI: Dante, Petrarca y Bocaccio. Dante
Alighieri (1265-1321) nació en Florencia y se dice que a los nueve años de edad se enamoró de
una niña llamada Beatriz que murió a los veinticuatro. Dante idealizó de tal modo este amor que la
inmortalizó en varias de sus obras, especialmente en La Divina Comedia. A consecuencia de sus
ideas políticas fue desterrado de Florencia y durante el tiempo que permaneció ausente de su
patria escribió este poema considerado como el más notable de la literatura italiana. En La Divina
Comedia, escrita en tercetos endecasílabos y a lo largo de cien cantos, describe la peregrinación
del propio autor acompañado por Virgilio, su poeta favorito, que le lleva a visitar los círculos del
Infierno, del Purgatorio y del Cielo, donde encuentra a Beatriz, lugar al cual no le acompaña
Virgilio. Se considera el poema más importante desde los que escribiera Homero y dio lugar a un
género denominado "alegórico dantesco" en el que el más allá, la muerte y los problemas de la
salvación estaban tratados con prioridad. Dante colocó en distintos círculos del otro mundo
sucesos y personajes que él había conocido o tratado en su desgraciada vida, pues triste y
desgraciada fue la existencia del florentino, aunque después de su muerte fuese ensalzado con la
máxima gloria de su patria. Francisco Petrarca (1304-1374) fue un gran poeta lírico que cantó a
Laura, una mujer real y que además se cree estaba casada, por lo que el amor del poeta fue
puramente platónico. Sus Canciones son de una gran delicadeza. Su amigo Juan Bocaccio (1313-
1375) también tuvo una mujer que le inspiró, Fiammetta, pero es poco conocido por su traducción
poética y más famoso por El Decamerón, una colección de un centenar de cuentos, algunos muy
libres y hasta obscenos, que relatan un grupo de jóvenes refugiados en una quinta cercana a
Florencia donde se han reunido para huir del flagelo de la peste. Como son diez, y cada uno
explica un cuento diario y están aislados diez días, el conjunto consta de cien novelitas. Estas tres
grandes figuras fueron propiamente anteriores al Renacimiento porque murieron en el siglo XIV,
pero deben ser estudiados como los primeros humanistas.
EL PENSAMIENTO CIENTÍFICO. Durante los siglos de la Edad Media la Religión había guiado
todo movimiento filosófico y científico. La decadencia de la Escolástica, llevada por un verbalismo
exagerado, la influencia de pensadores árabes, sobre todo Averroes, y la interpretación naturalista
de Aristóteles prepararon el camino de la ciencia renacentista. Durante la Edad Media se habían
producido posturas aisladas de libertad de pensamiento de cara a la realidad de la vida, como las
sustentadas por Rogerio Bacon y Ramón Llull, incluso dentro del campo de la ortodoxia, pero dado
el momento en que vivieron otros pensadores de los siglos XV y XVI. La gran revolución científica
del siglo XVII fue preparada por los hombres de ciencia del Renacimiento. Nicolás Copérnico
(1473-1543) era un canónigo y médico polaco, cosas que en aquel tiempo eran compatibles. Ideó
su teoría heliocéntrica, según la cual todos los planetas giraban alrededor del Sol. Esta teoría, que
muchos espíritus juzgaron contraria a las Sagradas Escrituras y calificaron de heterodoxa, pronto
se abrió camino. Tres grandes pensadores la apoyaron y confirmaron con sus experiencias: Ticho
Brahe, de nacionalidad danesa, que estudió los eclipses, Juan Kepler, que determinó las tres leyes
fundamentales de la revolución planetaria, y Galileo Galilei, el más genial de los sabios
renacentistas. Galileo (1564-1642) fue el constructor del primer telescopio con el cual estudió los
astros. Invitada la Señora de Venecia a contemplar con su instrumento la entrada de los buques en
el Gran Canal, quedó maravillada, pero muchos de sus compañeros se negaron a comprobar con
sus propios ojos la realidad y prefirieron negarlo. Galileo estudió las leyes del péndulo, inspirado
por los movimientos de una lámpara que oscilaba en la catedral de Pisa, descubrió el anillo de
Saturno y realizó numerosas investigaciones astronómicas. Ciego, perseguido y moralmente
derrotado, tuvo que negar su fe en la teoría copernicana del heliocentrismo a instancias de la
Inquisición. Anterior a él vivió Leonardo de Vinci (1452-1519) hombre inquieto, gran artista y
también notable científico. Sus dibujos sobre la posibilidad de conseguir que un hombre volara
gracias a unas alas, su idea del tanque, y de numerosas máquinas nos muestran como una
creación perfecta del hombre del Renacimiento. Entre los primeros químicos, tiznados aún de
alquimistas, se encuentra Paracelso, suizo. Entre los médicos, el gran Vesalio, que fue el primero
en practicar la disección y la vivisección, corriendo por esta razón peligro de perder la vida. Los
descubrimientos anatómicos de Falopio de Modena y Bartolomé Eustaquio son recordados porque
algunos órganos de nuestro cuerpo se conocen con sus nombres (trompas de Eustaquio, de
Falopio, etc.). Pero los dos investigadores más geniales en el campo de la Medicina fueron el
español Miguel Servet (1511-1593), descubridor de la circulación pulmonar de la sangre, asesinado
por el fanatismo de Calvino y el inglés Harvey, que estudió la circulación general del cuerpo
humano y las funciones del corazón. Los descubrimientos y exploraciones en América reportaron
un progreso extraordinario en el campo de la Geografía y la Historia Natural. No es posible detallar
el número de especies nuevas que se conocieron y el avance experimentado por la Cartografía,
que pasó de los incompletos y limitados mapas medievales a los casi perfectos portulanos o mapas
del Mediterráneo, y a los grandes mapa-mundis que lentamente iban reduciendo las áreas en
blanco de los países recién descubiertos. Las observaciones de Galileo, por ejemplo, permitieron
perfeccionar los relojes; en Holanda la industria óptica se dedicó a la construcción de gafas, y en
Venecia el arte del cristal y el espejo alcanzó gran perfección. La transformación de la vida
cotidiana era patente y se experimentaba la sensación de vivir en un mundo renovado.
EL SIGLO DE ORO ITALIANO. A pesar de este nombre los siglos XV y XVI carecieron en Italia de
figuras comparables al Dante, pero sí ofrecieron mayor variedad de géneros y una clara influencia
oriental y clásica. Ludovico Ariosto (1474-1533) tuvo por mecenas el cardenal Hipólito de Este. Su
fama como poeta era tan grande que en cierta ocasión en que cayó prisionero de un grupo de
bandidos, al enterarse éstos de que habían capturado al autor de Orlando furioso, no sólo le
devolvieron la libertad sino que le colmaron de honores. En esta obra relata las hazañas de
Orlando y el sitio de París, atacado por los infieles. Las hazañas de los cruzados para tomar
Jerusalén fueron cantadas en un poema heroico titulado La Jerusalén libertada, debida a la
inspiración de Torcuato Tasso. Éste era un hombre nervioso y desquiciado, que murió en un
manicomio en 1595. El nombre de Maquiavelo (1469-1527) y el maquiavelismo se han hecho
famosos para expresar el refinamiento de un gobernante que prescinde de todo escrúpulo con tal
de lograr sus fines. Exactamente quizás no era éste el propósito que inspiró a Nicolás Maquiavelo
al escribir El Príncipe, un arte de gobernar que ha servido de modelo a muchísimos políticos, para
los cuales todos los medios son laudables si están destinados a conseguir un ideal. ERASMO Y
RABELAIS. Erasmo de Rotterdam (1466-1536) fue considerado el hombre más culto de su siglo.
De un espíritu agudísimo que lo llevó a utilizar la sátira y la ironía en sus burlas contra los defectos
del clero y de la nobleza, fue uno de los causantes indirectos de la Reforma por la protesta
constante contra la sociedad de su tiempo. Sin embargo, fue enemigo de Lutero, a quien criticaba
por su intolerancia. Escribió Elogio de la locura o Encomio de la sandez, que es una despiadada
sátira contra la sociedad de su tiempo. Su influencia llegó a todos los rincones de Europa. En
Francia el renacimiento literario tuvo en Francisco Rabelais (1483-1553) uno de sus mejores
protagonistas. Era contemporáneo de Erasmo y recibió protección del rey Francisco I, gran
enamorado de las artes y las letras, que había creado el Colegio de Francia. Rabelais era hombre
muy agudo y culto, pero satírico implacable y persona de diversas ocupaciones, pues fue poeta,
médico, monje y jurisconsulto. Murió siendo párroco de Meudon. Su obra más conocida es la
titulada El Gigante Gargantúa y su hijo Pantagruel, ambos grandes comilones y amantes de la
buena vida. En esta novela se burla de los defectos corrientes de su época, sin respetar siquiera
los temas religiosos. Contemporáneos de Rabelais fueron los hombres de "La Pléyade", entre los
cuales estaba el poeta Pedro Ronsard (1525-1585), gran entusiasta de los clásicos. Montaigne
(1533-1592) alcanzó celebridad al escribir Los Ensayos, una obra de crítica que contiene altos
conceptos filosóficos. En Alemania, el Renacimiento fue más tardío y coincidió con las
convulsiones de la ReformaSHAKESPEARE. Las Islas Británicas vivieron bastante alejadas de la
Italia renacentista y su evolución política e histórica fue poco influida por el movimiento italiano. Sin
embargo, en el siglo XIV Godofredo Chaucer, que había viajado por Italia como paje de Eduardo III,
escribió una obra que imitaba al Decamerón de Bocaccio, Los cuentos de Canterbury. A fines del
siglo XVI apareció la figura extraordinaria de Guillermo Shakespeare. Había nacido en Straford en
1564 y murió en la misma ciudad en 1616, el mismo día, según se cree, que falleció Cervantes. El
teatro, que en la Edad Media se limitó a representar autos sacramentales, es decir,
escenificaciones de vidas o milagros de santos, en la puerta de las catedrales, tuvo en Inglaterra
una aparición espléndida y pronta en la obra de Shakespeare. Muy joven entró como apuntador en
una compañía de cómicos que recorrían los pueblos. Fue autor y actor al mismo tiempo y fundó
más tarde un teatro llamado "El Globo". Su vida fue triunfal a partir de los primeros éxitos y
consiguió fama, honores y riquezas. Sus obras conocidas son treinta y cinco. Algunas son
tragedias, como Hamlet, la historia del desgraciado príncipe de Dinamarca, los amores infelices de
Romeo y Julieta, los celos de Otelo, la ambición de Macbeth, etc. Enrique IV y Ricardo III son
dramas nacionales, históricos. Y, finalmente, son comedias Las alegres comadres de Windsor, El
sueño de una noche de verano, La Tempestad, El mercader de Venecia, etc. En algunos casos la
ópera y en otros el cine han popularizado hasta nuestros días la obra del gran poeta inglés. El Siglo
de Oro español Durante el siglo XVI y parte del XVII España conoció su máximo esplendor y el
comienzo de su ruina. Los imperios de Carlos I y Felipe II se habían extendido por todas las partes
del orbe.
Sus nombres eran respetados y temidos. Carlos II el Hechizado, el último de los Austrias, era ya un
deshecho humano. El siglo XVIII amaneció con sombrías perspectivas. España dejó de ser temida
y respetada, y a consecuencia de este hecho los seculares enemigos, los que habían de tejer la
"leyenda negra" e impedir todo resurgimiento posterior, levantaron la cabeza, especialmente a
partir de la batalla de Rocroy al advertir que los tercios españoles podían ser vencidos. Y en los
mares, los buques ingleses, franceses y holandeses, por primera vez en muchos años pusieron en
fuga a los de España. Este esplendor y exuberancia de poder al cual siguió la decadencia,
coincidió con una altísima expresión cultural como no se ha vuelto a dar en España. Todas las
ciencias y las artes cobraron un impulso extraordinario. Nombres ilustres en las letras, en el arte y
en el pensamiento se reunieron para aportar conceptos y formas originales.
La reunión de estos hombres y su obra ha dado origen a la expresión "Siglo de Oro", aunque el
lapso de tiempo que duró este auténtico renacimiento español casi alcanzara los doscientos años.
Cuando la decadencia política era manifiesta y las dificultades sociales y económicas graves, aún
continuaba en el campo del pensamiento y del arte el movimiento ascensional que no cesó,
prácticamente, hasta el siglo XVIII. La influencia que este movimiento tuvo en el resto de Europa
fue considerable.
ARQUITECTURA Y ESCULTURA. La catedral de Segovia y la Nueva de Salamanca fueron
construidas durante el siglo XV, y a pesar de ello se levantaron según las normas del estilo gótico.
Éste fue evolucionando y dio lugar al llamado estilo plateresco, que se caracteriza porque sus
formas generales y trazado de arcos y puertas es netamente gótico, pero al que se le han añadido
un exceso de adornos y elementos accesorios. Por su semejanza a la labor de los plateros recibió
el nombre de plateresco. Las universidades de Salamanca y Alcalá, así como el Ayuntamiento de
Sevilla pertenecen a este estilo que es de pura transición. Durante el reinado de Carlos I penetró
en España el estilo renacentista. Por esta razón, el césar Carlos mandó construir, según líneas
clásicas, el Alcázar de Toledo y el palacio anexo al de la Alhambra de Granada.
La lonja de Zaragoza y la catedral de Málaga, debida ésta a Diego de Siloé, pertenecen al mismo
gusto. En cambio, Felipe II, uno de los monarcas más severos y sencillos que ha tenido España, se
sintió íntimamente compenetrado con las ideas de Juan de Herrera (1530-1597) y aprobó con
ilusión los planos del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Es sabido que el rey Prudente
gustaba de contemplar cómo se iba levantando la enorme mole de piedra sentado en un lugar que
hoy es conocido con el nombre de "silla de Felipe II". La Plaza Mayor de Madrid, cerrada por
grandes soportales y flanqueada por torres que semejan las de El Escorial, fue construida según el
más puro estilo herreriano. Cuando el gusto barroco se introdujo en España, pareció que se
remozaba el estilo isabelino y plateresco, si bien con mayor profusión de formas curvas y
opulentas. Su manifestación más típica fue el estilo "churrigueresco", llamado así por ser debido al
arquitecto salmantino José de Churriguera (1650- 1723). Las torres de la catedral de Salamanca
son obra suya, y al mismo estilo pertenecen la fachada de la catedral de Santiago, el Pilar de
Zaragoza y, ya en el siglo XVIII, la fachada del palacio del marqués de Dos Aguas, y otras.
La escultura de esta época o tiene un carácter exclusivamente religioso o está al servicio de la
nobleza, y se manifiesta por medio de sepulcros o en la ornamentación de palacios. Los desnudos
y la belleza desenfadada, naturalista y libre de los renacentistas italianos no encontró eco en
España. Alonso Berruguete había sido discípulo de Miguel Angel, a pesar de lo cual sus figuras
muestran la severidad típica de la época de los Austrias. La imaginería religiosa tuvo sus mejores
representantes en Gregorio Hernández, Juan Martínez Montañés y Alonso Cano. Algunas de sus
numerosas esculturas policromadas aún se muestran al fervor de los creyentes durante las
procesiones de la Semana Santa española. El arte de la orfebrería fue cultivado por Juan de Arfe
(1535- 1602), a quien se debe la maravillosa custodia de la catedral de Toledo, conceptuada como
la más rica de cuantas existen en el mundo. Otras manifestaciones de tipo artístico entroncadas
con la artesanía, como la fabricación de tapices, las cerámicas, etc., tuvieron en esta época
protección real y gran fama, incluso fuera de España.
EL PENSAMIENTO. El Siglo de Oro en el campo intelectual fue eminentemente católico. El
protestantismo sólo se dio en España en brotes aislados que la Inquisición y el poder real
sofocaron con mano dura y gran rapidez. Si Felipe II hubiese tenido un hijo protestante, no hubiese
dudado en llevarlo a la hoguera y prender fuego a la pira. Esta intransigencia llevada a veces hasta
la saña, evitó a España las cruentas guerras de religión que ensangrentaron otros países, pero
contribuyó a aumentar la posición de intolerancia que, a la larga, la mantuvo alejada de Europa.
Por esta razón la filosofía española no fue casi nunca heterodoxa, y aunque se apartó algo del puro
escolasticismo fue tomista en esencia. La Filosofía íntimamente unida a la Religión dio, en el
Concilio de Trento, nombres famosos como Melchor Cano y Francisco de Soto, domínicos, y Diego
Laínez, jesuita. Más avanzado en sus concepciones y más influido por corrientes renacentistas fue
Francisco de Vitoria, también domínico. Comparable a él fue el jesuita Francisco Suárez, llamado
en su época "Doctor Eximius". Anterior a todos ellos, y claramente influido por el pensamiento de
Erasmo de Rotterdam, vivió el valenciano Luis Vives (1492-1540) que viajó mucho por Europa y
fue profesor en las universidades de Lovaina y Oxford, residió largo tiempo en Brujas e intervino en
el pleito de separación entre Catalina de Aragón y Enrique VIII de Inglaterra. Vives fue un gran
pedagogo que sentó las bases de la moderna Psicología con sus estudios sobre la atención. Fue
contemporáneo de los Reyes Católicos. Un desarrollo político tan considerable como tuvo el
Imperio Español debía plantear problemas jurídicos de importancia. De ahí que surgieran figuran
notables en el campo del Derecho, como fueron el P. Vitoria, ya citado, que es el auténtico creador
del Derecho Internacional.
Los malos tratos que recibieron los indígenas de América preocuparon a fray Bartolomé de las
Casas, que protestó ante la Corona, mas a pesar de sus quejas y las disposiciones reales, los
malos tratos continuaron en tal forma que motivaron la petición de importar negros del Africa a fin
de librar a los indios de la dureza de los colonizadores. Este sacerdote domínico cruzó catorce
veces el Atlántico llevado por el celo de que los indios viviesen y fuesen tratados como seres
humanos. Se ha dicho si las denuncias de fray Bartolomé fueron exageradas, pero es lo cierto que
entre las cédulas y disposiciones reales respecto al trato de los indios y la conducta de algunos
gobernadores existía un abismo. El llamado hoy "problema social" preocupó en aquel tiempo a
hombres como Ginés de Sepúlveda, Salgado Somoza y Saavedra Fajardo, éste, notable literato. El
historiador más conocido y famoso del Siglo de Oro fue el P. Juan de Mariana (1537-1624), pero su
Historia de España no es una obra de investigación erudita, cosa que el autor tampoco se propuso,
sino un relato en el cual incluso inventa discursos o frases que imagina pudieron pronunciar los
personajes famosos. En otra de sus obras, De rege et regis institutione, se pregunta si es lícito
matar al tirano, y contesta afirmativamente coincidiendo con la atrevida tesis que también
sustentaba el P. Vitoria.
Los historiadores fueron numerosos y entre ellos se debe mencionar a Florián de Ocampo y
Jerónimo de Zurita, autor éste de los Anales de Aragón, que escribió en forma mucho más objetiva
e imparcial que el P. Mariana. Francisco de Moncada narró las hazañas de los aragoneses y
catalanes en Oriente basándose en testimonios y crónicas de la época. Diego Hurtado de Mendoza
hizo lo mismo con la guerra de los moriscos de Granada, y Francisco Manuel de Melo historió la
guerra de Cataluña. Saavedra Fajardo (1584-1648) fue un pensador más que un historiador. Vivió
en tiempo de Felipe IV, y en sus Empresas políticas realiza un verdadero ensayo sobre las
cualidades que ha de reunir un buen gobernante. Los que vivieron las grandes hazañas de la
conquista de América dejaron buen número de tratados, como las Cartas de Relaciones, de
Hernán Cortés, aunque son más interesantes las narraciones del soldado Bernal Díaz del Castillo,
que acompañó al conquistador de México.
El inca Garcilaso escribió la Historia de la Florida; Antonio de Solís, La conquista de México; López
de Gomara, Historia general de las Indias, etcétera. Tantos viajes y descubrimientos dieron un
impulso extraordinario a la Geografía. El procedimiento o sistema de proyección llamado de
Mercator fue ideado primeramente por un español: García Torreno. El primer mapamundi fue
dibujado por el navegante y piloto Juan de la Cosa, el primer atlas por García Céspedes, los
primeros intentos de medir longitudes se deben a Alonso de Santa Cruz, y fueron los españoles
quienes intentaron abrir el canal de Panamá ya a raíz del descubrimiento del Pacífico. Durante
estos dos siglos, XVI y XVII, el Atlántico fue surcado preferentemente por naves españolas, que
fueron también las primeras en iniciar la ruta del Asia a partir de las costas americanas del Pacífico.
Este auge cultural en todos sentidos fue preparado por las Universidades españolas, que en el
siglo XVI tuvieron fama internacional.
Salamanca llegó a contar con unos 8.000 alumnos. No siempre la grey estudiantil estuvo a la altura
de sus maestros, ni esta proliferación de hijos de señores o de nobles que se entregaron a los
estudios lo hicieron con verdaderos deseos de contribuir a la cultura patria. Al lado de ellos surgió
la figura del estudiante humilde, tenaz e inteligente, que lograba alcanzar un puesto notable, pero
también el que dio origen a una parte muy considerable de la "picaresca" y que en El Buscón, de
Quevedo, se retrata con una crudeza impresionante. El número de centros culturales que se
fundaron en este período fue considerable. La Escuela de Náutica y de Cartografía dependiente de
la Casa de Contratación de Sevilla, que a su vez entendía todo lo que se relacionaba con América,
las Academias de Ciencias y Matemáticas, el Museo de Ciencias Naturales, el Jardín Botánico de
Aranjuez, la Biblioteca de El Escorial, la Biblioteca Colombina de Sevilla, fundada por Fernando
Colón, hijo del descubridor, el Archivo de Simancas, que actualmente conserva inapreciables
documentos sobre la conquista y la colonización, etcétera.
El humanismo significó una revolución ideológica, así como el descubrimiento de América, y la
dimensión real del planeta, constituyeron un profundo cambio geográfico. Ambos hechos fueron
simultáneos, y no por casualidad.
Para la conquista de nuevas tierras fueron necesarios los descubrimientos, que pudieron lograrse
por el avance científico, que a su vez fueron consecuencia del nuevo modo de pensar del hombre
moderno, que dejó de lado el oscurantismo, característico del medioevo.
Atraídos por el pensamiento de los antiguos griegos y romanos, los humanistas, enrolados en
distintos ámbitos de la cultura (artistas, filósofos, filólogos e incluso eclesiásticos) colocaron al
hombre en el centro de sus preocupaciones (antropocentrismo) desplazando a Dios de ese lugar
(teocentrismo) sin ser ateos.
El origen del movimiento humanista puede situarse en Italia, donde surgieron centros para el
estudio del griego, latín, hebreo y la lectura de las obras clásicas, en las ricas ciudades del norte:
Florencia, Venecia, Milán y Génova, donde se manifestaba el poder económico de la burguesía,
dueños de esta corriente ideológica. Pronto la influencia humanista alcanzó a Alemania, España,
Inglaterra y los Países Bajos. Fueron destacados representantes de este pensamiento: el inglés
Tomás Moro, el italiano Giordano Bruno, Erasmo de Rotterdam, Nicolás de Cusa, Lorenzo de
Médicis, y los españoles Luis Vives y Elio Antonio de Nebrija, entre otros. Leonardo Da Vinci fue el
modelo del sabio humanista, abarcando los distintos campos del saber.
Contribuyó a este proceso el avance de los turcos otomanos que pusieron fin al Imperio Romano
de Oriente, con la caída de Constantinopla, en el año 1453. Por esta circunstancia muchos
pensadores griegos se trasladaron a Italia, entre ellos, el Cardenal Juan Bessarión que aportó más
de seiscientos manuscritos de autores clásicos, que trajo consigo. Hasta ese momento los textos
de la antigüedad habían sido difíciles de conseguir. La creación de la imprenta contribuyó a difundir
estas ideas.
El modelo humanista era el enciclopedista, el hombre deseaba descubrirlo todo mediante el uso de
su razón. Se profundizó la investigación sobre el cuerpo humano, la física, la química, la
astronomía y la navegación.
El geocentrismo, que fue indiscutido en la Edad Media, fue rebatido por Nicolás Copérnico, que
afirmó que la Tierra giraba alrededor del Sol (heliocentrismo). Johannes Kepler, astrónomo y
filósofo alemán, complementó esta investigación descubriendo el movimiento elíptico de los astros.
Aparecía ahora la vida con un sentido optimista, que no sólo esperaba la muerte para lograr la
salvación del alma. La riqueza dejó de ser mal vista, y la fama comenzó a importar como modo de
trascender a su propia generación. Dios resurgió como un padre bondadoso, que hizo al hombre a
su imagen y semejanza, y le otorgó una vida en la que el gozo estaba permitido. En la Edad Media,
el cuerpo sólo sirvió para albergar al alma, en la modernidad el cuerpo tuvo un valor en sí, y se
advirtió como positivo, su cuidado, y la búsqueda del placer en la vida terrenal.
El pasado en la Edad Media no era cuestionado, y la producción historiográfica estaba
monopolizada por la iglesia. Con el humanismo surgió el pensamiento crítico, los autores dejaron
de escribir en latín, y comenzaron a hacerlo en lenguas europeas, con lo que la gente en general,
pudo tener acceso a los libros, que fueron traducidos a múltiples idiomas.
La manifestación artística del humanismo fue el Renacimiento, y la filosófica, el iluminismo.
El humanismo influyó en el seno mismo de la iglesia cristiana, que fue cuestionada por Martín
Lutero, siendo el origen de la división entre católicos y protestantes.
En el siglo XVII, los sectores privilegiados de la sociedad comprendieron que sus posiciones
peligraban con esta nueva concepción del mundo y se aferraron a los valores de la tradición
medieval, cristiana y feudal. Ya era tarde, el iluminismo había sembrado el camino hacia la
Revolución Francesa.
El humanismo ha sido mencionado por diversas culturas y en diversas épocas. Generalmente se
quiso hacer referencia a lo humano y desde allí explicar al mundo y sus diversas experiencias en
él. Pero nos encontramos que hay diversos humanismos y cada uno de ellos tiene al hombre en un
determinado emplazamiento.
Este emplazamiento es de vital importancia, ya que permitirá interpretar los fenómenos humanos y
físicos de un modo u otro. Aquí incluyo un párrafo de Silo donde aclarara este aspecto en su
discurso magistral en la Academia de Ciencia de Moscú, nos dice; "...no estamos hablando del
Humanismo histórico, del de las letras y las artes que se constituyó en motor del Renacimiento y
que rompió las ataduras oscurantistas de aquella larga noche medieval. El Humanismo histórico
tiene su caracterización precisa y de él nos sentimos continuadores no obstante la falsedad de
ciertas corrientes confesionales actuales que se autotitulan "humanistas"... no puede haber
Humanismo allí donde se ponga algún valor por encima del ser humano. Debo destacar, además,
que el Humanismo extrae su explicación del mundo, de los valores, de la sociedad, de la política,
del Arte y de la Historia, básicamente de su concepción del ser humano".
Explicando la relación de la actual crisis de la civilización y el humanismo, agrega finalmente;
"Aunque no abundemos más en su caracterización queda en claro que estamos considerando el
tema del Humanismo como conjunto de ideas, como quehacer práctico, como corriente de
opinión y como posible organización que lleve adelante objetivos de transformación social y
personal, dando acogida en su seno a particularidades políticas y culturales concretas sin que
estas desaparezcan como fuerzas de cambio diferentes pero convergentes en su intención final.
Flaco favor haría a este momento de cambio, quien se sintiera destinado a hegemonizar y
universalizar una determinada tendencia precisamente en el momento de la descentralización y
del clamor de reconocimiento de las particularidades reales." (1)
Los verdaderos humanistas colaboraron en diversas épocas y colaboran actualmente, sin que se
los conozcan como tales. El solo echo de bregar por un mundo justo, solidario, no violento,
pluralista, ampliamente participativo, con respeto hacia la diversidad, la cooperación, la tolerancia y
la paz, hace a los valores de un humanista.
Pero cual es el marco actual de nuestra cultura?. La idea de "cultivo de las capacidades humanas"
subyacente en la etimología de la palabra cultura es muy antigua., "Los griegos distinguieron a este
tipo de construcciones como diferentes a las naturales, aunque adoptaron posturas diversas a la
hora de establecer una preeminencia. Hoy, sobre todo a partir de estudios antropológicos, hay
acuerdo en diferenciar la realidad humana de la naturaleza, considerando a la primera como
cultura", nos dice el Lic. L.A. Ammann en sus propuestas humanistas. (2)
Mas adelante leemos que: "El tema de la cultura está teñido de ideología. Más que en cualquier
otro asunto, el sujeto y el objeto cultural son solo definibles desde una visión del mundo. En la
cultura hay valores incorporados, tanto en los objetos materiales trabajados por un artista como en
las construcciones intangibles: normas, costumbres creencias, leyendas, mitos, teorías científicas,
etc..Este es uno de los rasgos - la incorporación de valores - que hace que la cultura sea posible
solo en el campo humano." , luego para ampliar la definición de lo humano dentro del mundo
natural, expresa "Existen dos diferencias de fondo: la ausencia de valores en la vida animal y la
falta de intención. Toda la actividad animal es el resultado de instintos, mientras que el hombre es
el único ser viviente dotado de intención", y aquí se esta refiriendo a un aspecto central en el
pensamiento humanista, respecto a la intencionalidad, como atributo fundamental en la concepción
del hombre sobre todo los demás organismos vivientes. En este punto mencionamos a Silo,
ideólogo del movimiento humanista en uno de sus escritos "... me es insuficiente la definición del
ser humano por su sociabilidad, ya que esto no hace a la distinción con numerosas especies,
tampoco su fuerza de trabajo es lo característico, cotejada con la de animales más poderosos; ni
siquiera el lenguaje lo define en su esencia, por que sabemos de códigos y formas de
comunicación entre diversos animales. En cambio, al encontrarse cada nuevo ser humano con un
mundo modificado por otros y ser constituido por ese mundo intencionado, descubro su capacidad
de acumulación e incorporación a lo temporal, descubro su dimensión histórico - social, no
simplemente social. Vistas así las cosas, puedo intentar una definición diciendo: el ser humano
es el ser histórico cuyo modo de acción social transforma a su propia naturaleza. Si admito lo
anterior, habré de aceptar que puedo transformar intencionalmente hasta su constitución física",
mas adelante Silo afirma: ".... nosotros sostenemos la necesidad de arranque desde la
particularidad humana; sostenemos el fenómeno histórico - social y no natural del ser humano y
también afirmamos la actividad de su conciencia transformadora del mundo, de acuerdo a su
intención"(3).
Por lo tanto los humanistas definimos a la cultura como la forma de desplegar en el mundo la
intencionalidad humana. Silo se refiere a la intención en estos términos: "La intención es un
concepto complejo que revela la unidad e interacción de diferentes procesos que predeterminan tal
o cual conducta práctica del ser humano. La intención agrupa en sí una cadena de
acontecimientos: 1º El enjuiciamiento intuitivo o racional de este deseo como una aspiración de
algún objetivo; 2º La formulación para sí y para los demás del sentido de este objetivo; 3º La
elección de los medios para su consecución; 4º La acción práctica para su realización. De este
modo podemos concebir una intención como determinado fundamento, fuerza, energía de
cualquier obra creadora del ser humano, incluida la creación de su propia vida. Sin intención no
hay existencia ". Y continúa "Mas rigurosamente, la intencionalidad ha sido definida desde
Brentano en adelante como la característica fundamental de la conciencia. Ya con el arribo y
desarrollo del método fenomenológico de Husserl y el aporte de las corrientes de la existencia
(existencialismo), la intencionalidad aparece como lo sustantivo de todo fenómeno humano".
Esta visión permitiría afirmar que la intencionalidad sería el motor que operaría en el medio social y
en el medio interno del ser humano. Esta intencionalidad recorrería el pasado, el presente y el
futuro en la conciencia para operar en el mundo, por lo tanto toda creación sea de instituciones (en
el mundo) como en el aprendizaje (en la conciencia), está ella presente.
Aquí no podemos dejar de mencionar, la visión especial que tienen corrientes actuales ligadas a la
derecha y los círculos que retienen el poder sobre lo humano, L. Ammann nos amplia este aspecto
en el siguiente párrafo; " La fuerza referencial de sus esquemas interpretativos y sus empeños, son
por la conservación de axiomas que afirman el pasado. Sus más modernas producciones están
teñidas de pesimismo en el ser humano, aunque no exentas de audacia. "El fin de la historia", "La
muerte de las ideologías", se han presentado como el mas reciente esfuerzo de modernidad, pero
resultaron un truco de ilusionista, vacío de contenido". Mas adelante agrega "Ha sido ingenioso
pretender que la humanidad había llegado a su máximo nivel de desarrollo con un sistema
económico - político -el neoliberal- que se pretendió instalar como si fuera la realidad misma",
luego afirma "Sin embargo la carencia de soluciones para los problemas del hombre en sociedad y
el intento por poner al ser humano en segundo plano también han fracasado", mencionando los
fracasos de la cultura del libre mercado, que termina siendo para unos pocos, relegando la
existencia humana a un segundo plano. Luego se visualiza la cultura, desde estas miradas de la
derecha, como producto de una nacionalidad, de una etnia determinada y que es determinante de
resultados.
El pasado como tiempo de la conciencia predominante en esa visión, la postergación del hombre,
el pesimismo en sus posibilidades, el énfasis puesto en la "otra vida", el intento de separar la
cultura de la ideología, el predominio del individuo sobre la sociedad y la cultura como producto
nacional, son los rasgos constitutivos de esta visión conservadora
El Renacimiento supuso un cambio radical, prácticamente en todos los órdenes de la vida, con
respecto a la época medieval. Asistimos, en efecto, a lo largo de los siglos XV y XVI a profundas
transformaciones de orden político, social, económico, artístico e, incluso, geográfico, debido a los
descubrimientos de territorios hasta entonces desconocidos, fundamentalmente en lo que hoy
conocemos como América.
Pero, sin duda, el aspecto clave del Renacimiento es la cultura y la ideología que lo sustenta.
Surge ahora una nueva forma de entender la vida que conocemos con el nombre de humanismo.
Con el término de humanista se designa al estudioso formado en la cultura clásica redescubierta
en los últimos siglos de la Edad Media y muy deformada a lo largo de ésta. Los textos griegos y
latinos que paulatinamente van saliendo a la luz permiten leer a los clásicos desde una perspectiva
nueva: centrándose en lo humano (humanismo). Por eso, lo importante, en realidad, no son los
conocimientos clásicos en sí mismos, sino la captación a través de ellos del espíritu de un hombre
nuevo, liberado de la ignorancia medieval, centro del mundo, amante de la belleza,
intelectualmente cultivado, orgulloso de su razón, etc.
Como dice Juan Luis Alborg, se viene aludiendo a la admiración por la Antigüedad clásica como
principal motivo determinante de lagran revolución cultural que provoca el paso de la Edad media a
la Moderna. Pero debe entenderse que este volver a la cultura antigua, este “renacer” de aquel
mundo pretérito, no se limita a la admiración por unas determinadas formas de arte, por unas
bellezas literarias que se estimaban superiores (por muy importante que pueda ser este estímulo),
sino que tiene un alcance de mucha mayor profundidad; de no ser así, no podría imaginarse una
transformación tan radical de todo el cuerpo de Europa. Lo que el hombre del Renacimiento busca
en el antiguo es un nuevo concepto de la vida, una distinta estimación del hombre que le hace
contemplarse a sí mismo de acuerdo con una nueva escala de valores. En efecto, los hombres y
mujeres del Renacimiento no se limitaron a resucitar el pasado sino que trataron de construir un
mundo nuevo en todos los órdenes de la vida.
Sí es cierto, sin embargo, que la mirada hacia atrás, hacia la antigüedad clásica, por parte de los
humanistas, fue el germen que posibilitó esa amplia transformación ideológica que se da en los
siglos XV y XVI. Así lo expresaba en 1440 el humanista italiano Lorenzo Valla:
Desde hace siglos no sólo nadie habla ya latín, sino que ni siquiera lo entiende al leerlo. Los
estudiosos de la Filosofía no entienden a los filósofos, los abogados no entienden a los oradores,
los jueces a los juristas y los restantes no entienden ni han entendido los libros antiguos, como si
una vez perdido el Imperio Romano no nos conviniera ni hablar ni entender el latín, dejando que el
moho y la herrumbre borre aquella gloria de la latinidad… Pero de cualquier forma, lo mismo que el
tiempo pasado fue triste porque no se encontró en él ningún hombre sabio, de igual manera en
esta nuestra época debemos congratularnos, porque si nos esforzamos un poco, confío que pronto
restauraremos, más que la ciudad, la lengua de Roma y en ella todas las disciplinas.
Se considera a Francesco Petrarca (1304-1374) como el primer gran representante del humanismo
italiano y a la vez la figura que, probablemente, más influencia tuvo a la hora de difundir los ideales
humanistas. Pero a su nombre habría que unir el de otros grandes escritores o estudiosos como
Giovanni Boccaccio (1313-1375), Marsilio Ficino (1433-1499), Pico Della Mirandola (1463-1494) o
Jacopo Sannazzaro (1456-1530). Desde Italia, el movimiento humanista se extendió por toda
Europa en un proceso que llega hasta el siglo XVI: las Universidades crean los Estudios de
Humanidades, y la imprenta contribuye a divulgar la nueva forma de pensar a través de los escritos
de los humanistas, poetas, filólogos, etc.
Se configura durante el Renacimiento una nueva relación entre los tres elementos claves sobre los
que se sustentaba la cosmovisión de la época: el mundo, el ser humano y Dios. Recordemos
brevemente la idea medieval sobre estos conceptos: Dios Todopoderoso crea al hombre pecador y
lo pone en un valle de lágrimas para que consiga su salvación. La muerte será, simplemente, un
trámite, un paso a la otra vida. El Renacimiento modifica las relaciones entre estos tres elementos:
Dios es un ser accesible y cercano que crea al hombre y a la mujer como seres supremos de la
Creación. Ésta es buena, y el hombre debe dominarla y gozar de ella. La vida, y no la muerte, es el
dato principal, y el ser humano es el centro de lo creado y, por lo tanto, el objeto fundamental de
estudio del sabio humanista. Observemos, a este respecto, cómo en las artes plásticas aparece la
figura humana, con mucha frecuencia desnuda, en todo su esplendor. En definitiva, hay una
revalorización de la dignidad del hombre y de los valores humanos. El Renacimiento impone una
visión antropocéntrica, frente al teocentrismo de la Edad Media:
El hombre está en el centro de todo lo que acontece. Cuando todo hubo sido creado, y el mundo
estaba completo, emergió el hombre, y Dios le dijo: "No te he fijado lugar alguno, ni tarea, ni plan,
de manera que puedas emprender cualquier empresa y ocupar el lugar que desees. Todo lo demás
que existe estará sometido a las leyes que ordené. Tú serás el único en determinar lo que eres”.
Pico de la Mirandola
Íntimamente relacionado con lo dicho está la confianza en el poder de la razón humana. El hombre
y la mujer pueden ser el centro de la creación gracias a su capacidad racional. Frente al criterio de
autoridad, surge ahora el sentido crítico que pone en tela de juicio muchos de los principios
considerados inamovibles hasta el momento. Lógicamente este aspecto está profundamente
relacionado con el individualismo característico del hombre renacentista. Se originan muchos
abusos en el mundo, o, por decirlo de una manera más atrevida, todos los abusos del mundo se
originan porque se nos enseña a temer manifestar abiertamente nuestra ignorancia y nos vemos
obligados a aceptar todo lo que no podemos refutar. Hablamos de todas las cosas por criterio de
autoridad... Odio lo verosímil cuando me lo plantean como infalible. Me gustan estas palabras que
ablandan y moderan la temeridad de nuestros juicios: quizá, alguno, se dice, creo.
Montaigne
Por otro lado, la nueva visión de la relación Dios-ser humano impone una profunda transformación
del sentimiento y de la práctica religiosa. Muchos humanistas, como Erasmo de Rotterdam (1469-
1536) -sin salirse de la ortodoxia católica- mantuvieron actitudes fuertemente críticas hacia la
Iglesia oficial: se oponían al criterio de autoridad sin más; criticaban abiertamente el lujo y la
riqueza a todas luces excesivas de la Iglesia así como la falta de auténtica religiosidad en el Papa y
en el resto de la jerarquía católica; pero, sobre todo, pensaban que la fe era algo íntimo y personal,
que se desarrolla en la esfera más honda del ser humano, de aquí que buscaran formas de
religiosidad que les permitieran una comunicación más directa y personal con Dios.
No pienses tú luego que está la caridad en venir muy continuo a la iglesia, en hincar las rodillas
delante de las imágenes de los Santos, en encender ante ellos muchas candelas, ni recitar las
oraciones muy bien contadas. No digo que sea malo esto, mas digo que no tiene Dios tanta
necesidad de estas cosas. ¿Sabes qué llama San Pablo caridad?: Edificar al prójimo con buena
vida y ejemplo, con obras de caridad y con palabras de santa doctrina, tener a todos por miembros
de un mismo cuerpo, pensar que todos somos una misma cosa.
Erasmo de Rotterdam
Todas estas ideas tuvieron una fuerte influencia en Europa y en España, en concreto durante el
reinado de Carlos I. A la muerte de éste, su hijo Felipe II y la Inquisición perseguirán duramente
estas actitudes religiosas por considerarlas próximas a las creencias luteranas. Precisamente, la
Familia Charitatis, secta a la que se adhirió el humanista extremeño Arias Montano, participaba de
muchas de estas ideas, aunque su posición con respecto a la Iglesia Católica es mucho más
discutible.
En realidad, si se leen con atención las líneas precedentes se observará que la mayoría de los
aspectos comentados tienen un común denominador: un fuerte individualismo. La experiencia
individual se convierte en la autoridad suprema. Esto explica la búsqueda de una piedad íntima y
personal, el rechazo frontal del criterio de autoridad, el libre examen de la Biblia luterano, etc.
De los grandes filósofos de la antigüedad clásica, Platón y Aristóteles, el Renacimiento eligió al
primero sin ninguna duda. Surge así una corriente de pensamiento, conocida con el nombre de
neoplatonismo, que influyó poderosamente en todo el movimiento renacentista. La belleza de los
seres materiales es sólo un reflejo de la belleza de Dios, por lo cual, la contemplación de aquellos
puede conducirnos a la divinidad. Muy específicamente, en la mujer, en la naturaleza y en el arte el
Creador ha dejado su huella de modo sutil y al ser humano compete descubrir esa belleza oculta
que produce la elevación del espíritu y lo conduce hasta la perfección. De este modo de pensar
surgen los procesos de idealización que operan sobre la naturaleza o sobre el aspecto externo de
la mujer y que tan claros son en la literatura renacentista, por ejemplo, a través del tópico del locus
amoenus y del tópico de la belleza femenina. Precisamente por su capacidad de crear belleza y por
lo tanto de elevar el espíritu del ser humano y de acercarlo a Dios, algunos de los artistas del
Renacimiento recibieron el calificativo de divinos: Francisco de Aldana, Fernando de Herrera, el
músico ciego Salinas, el pintor Morales…
Aparte de los humanistas ya señalados a lo largo del artículo, tenemos que citar en España al
extremeño Francisco Sánchez de Las Brozas y a Juan Luis Vives. En Inglaterra fue decisiva la
figura de Tomas Moro, autor de la célebre Utopía.

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