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Carta abierta a José Bové

Venant Brisset

Soy de aquellos que estuvieron más bien irritados que satisfechos por el bombardeo mediático
(1)
mantenido este verano en torno a tu encarcelación después del desmontaje del Mac Donalds de
Millau. Si la notoriedad de la Confederación Campesina se ha encontrado artificialmente
engrandecida, por contra su crítica de la agricultura moderna está sufriendo las consecuencias. Las
líneas que van a seguir irán innegablemente en contra del sentimiento de buen número de
fundadores de la Confederación Campesina para los cuales el asunto Bové les había hecho creer que
había llegado finalmente el momento de consagración en la opinión pública de su oscuro trabajo
militante. Por contra, estoy sin duda con aquellos otros para los cuales queda todo por hacer para
quebrar la concentración de la agricultura, abrirla a los emigrados de las ciudades y hacer que se
reanude el ciclo de lo vivo.

Una cosa es que la trampa mediática envuelva todo acto en una imagen de la cual no podamos ya
deshacernos, y otra es que uno se preste a este juego de celebridad. Para satisfacer a su clientela, el
personal de los media debe proporcionarle el pasto que ella desea; tú fuiste, por espacio de algunas
semanas, entronizado como héroe campesino correspondiendo a las esperanzas de esas masas
urbanas desposeídas de todo y a la espera de un poco de consideración por su comida; te han
convertido, con tu concurso, en el caballero de la buena comida contra la industrialización de la
agricultura es como si la Confederación Campesina se alineara súbitamente con el poujadismo
culinario del bufón mediático Jean-Pierre Coffe.

Creíste, como tantos otros antes que tú, utilizar a los media cuando son los media quienes te
utilizaron. Como siempre, para mejor presentarse, los oponentes a tu manera se rebajan a los temas
manejables y llamados realistas que hacen las delicias de los gestores de la información; es una
suerte de doble lenguaje: tú sabes muy bien que la lucha contra la mala alimentación no evoca más
que de muy lejos la nociva concentración de los medios de producción en las manos de algunos sin
embargo, oponiéndose a esta tendencia capitalista permanente, la Confederación Campesina lo
había hecho mejor que el sindicalismo que protege su base social, retomando así la bandera del
programa revolucionario contra la desposesión de los medios de existencia. Si bien quiero admitir que
la construcción de una relación de fuerzas favorable supone el paso obligado por unas etapas
intermedias, hace falta al menos elegir estas mismas etapas y no estar en connivencia para agitar un
trapo rojo y aturdir al rebaño.

El colmo se alcanzó cuando hiciste creer falsamente a la opinión pública que el conflicto en la
producción agrícola puede quedar despejado a la mínima ocasión, pues todo el mundo estaba de
hecho de acuerdo en preservar la excepción francesa de la buena alimentación; de golpe hiciste
perder el norte a tus propios cómplices, pues sabían que eso no se correspondía con nada. Así
pretendiste que "campesinos y consumidores reunieran al 120% de la sociedad", ahogando los
antagonismos evidentes. Llegaste a tender la mano a Luc Guyau, presidente de la Federación
nacional de los sindicatos de explotadores agrícolas, cogestor de la liquidación del campesinado.

En cuanto a los colores contestarios presentes a pesar de todo sobre tu paleta, suscitaron la
euforia de la "tercera izquierda" (ATTAC, los verdes, CFDT, SUD, etc.). Esta enésima chapuza
reformista nos dice aquello de "cerremos filas, lo peor está por venir" (la mundialización, Seattle, etc.).
Como si este modo de vida capitalista no hubiese ya llegado a los extremos de hacer vomitar; y qué
decir de la perspectiva de lucha centrada en la reivindicación de la tasación de capitales (tasa Tobin),
como si una producción mercantil desembarazada por arte de magia de los acrobacias financieras se
convirtiera en algo menos malo. Hemos llegado a un punto de impotencia en el que no sabemos
llamar al gato gato, y concebir la posibilidad de otra organización social de la cual la Confederación
Campesina esta era su ventaja detentaba la clave afirmando la necesaria inversión de la marcha de
la agricultura y la ruptura con la fuga hacia delante en la sobrepuja de la productividad. ¿No han dado
al mundo las colectividades agrícolas de Aragón en la España antifascista de 1936 a 1938 la lección
de que era posible otra agricultura sin relación con el dinero ni el Estado?
Se trata de una singular hipocresía compartida por los consumidores, los responsables
profesionales agrícolas y los políticos, que consiste en creer que la actividad alimentaria pueda
reposar sin daño sobre tan pocos productores. ¿Cómo puede un productor gestionar lo vivo
transformado en masa (cabezas de ganado, hectáreas) sin sacar el arsenal químico (nitratos,
fungicidas, antibióticos)? ¿Cómo no podría haber una alimentación tan adulterada si concierne tan
poco a los mismos productores: hemos pasado de una situación en la que el campesino
intercambiaba directamente el excedente de lo que era ya bueno para él mismo, a esta otra,
demencial, en la cual lo que el granjero evita frecuentemente consumir no es más que una muestra
de esta producción especializada destinada a la masa urbanas anónimas.

Evidentemente todo se conjuga para condenar a la agricultura campesina; de un lado, la presión


del capitalismo empuja a que cada vez menos productores saquen su parte de la producción,
mientras que, de otro, las constricciones agrícolas (regularidad, duración, especificidad de lo vivo) van
en contra de la concepción moderna de una libertad sin atadura, donde todo es siempre posible. La
búsqueda de tiempo libre y la flexibilización del lastre productivo que se desembaraza de las tareas
vitales, expidiéndolas a toda velocidad y luego relegándolas al fondo de los talleres de alta
productividad se hicieron frenéticas con el fin de las comunidades extensas. La agricultura campesina
había conocido su apogeo con la culminación del policultivo, sinónimo de la familia extensa, en la que
los productos de granja formaron la base de la gastronomía francesa. No se podría tener la
renovación de la agricultura campesina sin romper la especialización de las explotaciones, sin
reanudar la actividad colectiva.

Ahora bien, en la Confederación Campesina, la reivindicación de una agricultura campesina es


fuente de confusión: para algunos, a los que llamaría innovadores, que salen del apuro gracias a
productos de alto valor añadido, la agricultura sería generalizable desde ahora quedando en manos
de profesionales (es lo que tú avanzas en tu artículo de Le Monde Diplomatique sin más precisión),
mientras que para otros, que pierden pie, que resisten o que no tienen acceso más que difícilmente,
la agricultura, para salvarse, debe romper las tablas profesionales concebidas para eliminar a "los
pequeños", y atacar la concentración de los medios de producción, en particular la monopolización de
las tierras agrícolas puesta en marcha mediante las primas a las grandes superficies.

Para volver al asunto de la mala alimentación, la verdad es que la industrialización de la


alimentación se ha consumado ya y los productos campesinos no existen más que en estado
residual: una agricultura sana no podría tomar el lugar de la agricultura envenenada más que a
condición de que hubiese bastantes campesinos. Evidentemente, alimentar a una población
almacenada mayoritariamente en ciudades y desposeída de todo parece cosa delicada, y la
superioridad de la agricultura productivista es que asegura una alta productividad y sin escrúpulos. No
se puede poner en cuestión este revituallamiento de las ciudades en cantidad y todo lo que lo
acompaña: falsificación de la alimentación a partir de cócteles siempre más extraños, manipulaciones
genéticas, desnaturalización de los acuíferos, etc... más que si se avanza la posibilidad de que
bastantes individuos en ruptura con el trabajo asalariado renovasen la actividad agrícola y
asegurasen su autosubsistencia desembarazándose del excedente de productos de granja y
rompiendo el dictado de la industria agroalimentaria. El desarrollo del movimiento de "derechos del
campesino" manifiesta la fuerza de esta necesidad social.

Fue todo un honor para la Confederación Campesina el haber inscrito como prioridad la instalación
progresiva fuera de la norma de la dotación del joven agricultor (DJA) y del encadenamiento al crédito
y al gigantismo de campesinos suplementarios: con eso, la Confederación apostaba públicamente por
que el mundo agrícola dejase de comportarse como un guetto profesional y se pusiese a reanudar la
antigua aspiración de alimentarse a sí mismo antes de cualquier cosa y antes de las exigencias del
mercado. Se habrá comprendido que la toma de rehenes por las multinacionales agroalimentarias ha
comenzado ya en la cumbre de la Organización Mundial de Comercio en Seattle. En Francia, la
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política agrícola acompañada por la acción sobre el terreno de los Safer se apoderó de la propiedad
y desposeyó a los individuos de un acceso a la autosubsistencia y al intercambio de verdaderos
productos de granja. La reivindicación de una agricultura campesina pasa por tanto necesariamente
por la supresión de la superficie mínima de explotación (SMI) y el mantenimiento de todos los equipos
locales que favorecen el intercambio directo (mataderos, mercados locales), a fin de que los pobres,
los voluntarios, los hastiados puedan al menos alimentarse ellos mismos.

Esta carta, un poco larga, podrá servir, espero, para centrar de nuevo el debate: el curso
económico de las cosas va a acentuar la disminución del número de verdaderas explotaciones
agrícolas. Si sabe no ceder al canto de sirenas del pseudo-realismo, la Confederación Campesina
puede formar el crisol más sorprendente en el que los mutilados de las ciudades y los reventados por
el productivismo forjarían otra agricultura para otra alimentación.

Jueves 21 de Octubre de 1999

1. La acción consistió en el desmontaje pieza por pieza de las instalaciones del establecimiento.

2. Los Safer (Sociedades de acondicionamiento de la propiedad y de establecimiento rural)


favorecen a los agricultores competitivos, esto es, a los que están en la línea del "siempre más".

[ www.sindominio.net/oxigeno ]

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