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REFLEXIONES SOBRE EL PROCESO DE FORMACION DEL FUTURO

MAESTRO Y LA IMPORTANCIA DE SISTEMATIZAR SU EXPERIENCIA

Mtra. Bodil Andrade Frich


12 octubre , 2009

Buenos días a todos, antes de comenzar una breve reflexión que deseo
compartir con ustedes en esta inauguración del diplomado, quisiera agradecer
la oportunidad de participar en este rico proceso educativo, del cual
seguramente saldremos enriquecidos todos los participantes.

Es indiscutible que vivimos actualmente un momento de continuos cambios


científicos, tecnológicos y productivos que demandan respuestas por parte del
sector educativo a través de constantes reformas que giran en torno a la
modernización y actualización del sistema educativo, a fin de preparar a los
educandos y a la sociedad para tener un desempeño social exitoso y una vida
mejor, para lo cual se han llevado reformas institucionales y curriculares que no
siempre han sido todo lo exitosas que se espera (Morin, E. 2008), registrando
fracasos en los que debemos reflexionar.

Consideramos que la formación de los futuros y actuales maestros, es una


manera de reoxigenar el sistema educativo y remover con ello prácticas,
cuestionar tradiciones y abrirse a nuevo conocimiento. Por ello, la reflexión,
análisis, crítica o cuestionamiento, son aspectos fundamentales para pensar
qué significa este tema, ya que implica la formación de los actores educativos
que están al frente de los cambios del sistema educativo, así como porque
implica las formas en que se piensa el futuro de los docentes y alumnos
(Serrano, 2005).

He tenido la oportunidad a lo largo de los últimos 20 años, de ejercer mi


práctica docente tanto con niños de preescolar y primaria, como con jóvenes

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universitarios y profesores de educación básica y he observado en los últimos
tiempos que los maestros en ocasiones sentimos que nuestra formación y
evaluación de desempeño laboral, se reduce a indicadores, variables,
productos y resultados controlables, mesurables y perceptibles, quedando
relegada la parte humana de nosotros mismos (Ducoing,2005:164), lo que
podemos ligar con lo que dice Morin (2008) respecto a que en la médula de la
reforma educativa se encuentra el problema del conocimiento, su organización
y la superación de la orientación exclusivamente tecno-científica y
economicista, que en su afán de especialización y parcelación del saber,
deshumaniza y descontextualiza el conocimiento que produce.

Por lo anterior consideramos que es importante integrar en este diplomado


estrategias educativas que no solo ofrezcan explicaciones de la realidad, en
este caso de la problemática relacionada con la evaluación aplicada por
CENEVAL a los normalistas en diferentes momentos de su formación
profesional, sino también de aquellos factores humanos que influyen en el
proceso, lo que contribuya a dirigir los esfuerzos para mejorar el desempeño
profesional de los estudiantes a través del conocimiento de sí mismos, el
autoanálisis y la autocrítica, entre otros.

Este diplomado constituye un nuevo espacio de formación para los futuros


docentes que cursan la Normal en Puebla, dentro de un contexto tanto nacional
como internacional, en el que el tema de la evaluación ha cobrado nuevos
significados en la vida de nuestras instituciones y tiene repercusiones diversas
en nuestras propias vidas, por lo que vale la pena detenernos un momento a
pensar cómo entendemos la relación entre evaluación- formación-
sistematización.

Hace un par de semanas se llevó a cabo el X Congreso Nacional de


Investigación Educativa en la Ciudad de Veracruz, al que posiblemente
asistieron algunos de ustedes, congregándonos 3500 personas interesadas en
participar en discusiones actuales sobre múltiples temas relacionados con la
educación, entre los que justamente la formación y la evaluación constituyeron
2 de los ejes temáticos del encuentro.

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Quisiera retomar el concepto de Implicación que Mercado y Espinoza (2009)
discutieron en su ponencia basándose en los planteamientos de A. Heller
(1999) y M. Bertely (2001), quienes coinciden en que el sujeto se implica
cuando siente y se interesa por algo, es decir “sentir significa estar implicado
en algo”, por lo que aquello que lo convoca e involucra, también forma parte de
su ser.

Por lo anterior consideramos que es de gran importancia en estos programas


de actualización de los normalistas, llevar a cabo estrategias educativas que
además de ofrecer nuevas y valiosas fuentes de información, propicien el
intercambio de saberes entre los participantes a través de la expresión verbal,
escrita y gráfica, a través del diálogo y el trabajo colectivo, lo que posibilite ir
mas allá de la escucha pasiva de un expositor, para implicarnos en el proceso
educativo a través de una reflexión escrita, una exposición verbal o un trabajo
gráfico, lo que nos permita mirarnos a nosotros mismos y en esta medida,
reflexionar con mayor profundidad sobre los componentes, dimensiones y
niveles en los que está inserta nuestra práctica y profesión docente, en este
caso focalizando la reflexión hacia el tema de la evaluación.

Para Honoré, a través de la formación el ser humano puede mirar-se a sí


mismo y reflexionar sobre sí mismo, con lo que se configura la posibilidad de lo
que puede ser, realizar, de lo incierto, de lo que puede advenir, de la existencia
posible. De esta manera el sujeto puede tomar conciencia de su historia
individual y de la historia colectiva y con ello tomar decisiones y actuar, a partir
de descubrir las posibilidades que tiene de dar sentido a su vida a partir de lo
que vive y de su experiencia ( Ducoing, 2005), de ahí la importancia de que el
estudiante desarrolle el hábito de sistematizar sus experiencias educativas,
ofreciendo el diplomado algunas oportunidades para realizarlo.

En este sentido, recuperar las expresiones de los participantes a través de un


proceso de sistematización del desarrollo del diplomado, nos permitirá
reconocer implicaciones tanto intelectuales como afectivas relativas a los
proceso de evaluación a los que se ven sometidos los estudiantes de la

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Normal. Se pretende, a través de lo que éstos piensan, dicen y hacen sobre la
evaluación, reconocer el complejo tejido en el que tanto la cultura escolar,
como la del magisterio, entretejen múltiples sentidos y significados a través de
acciones, discursos y elementos simbólicos en torno a la evaluación.

Consideramos que las concepciones de los estudiantes participantes del


diplomado jugarán un papel muy importante, ya que son los filtros de los
aprendizajes y de las transferencias a la práctica; por lo que tendremos el reto
de trabajar en ellas, pues solamente se mejorarán los resultados de sus futuras
evaluaciones, si logramos que el proceso de formación les impacte en sus
propias concepciones, a fin de poder desarrollar las competencias necesarias
para efectuar la transformación que se requiere.

Por todo lo anterior podemos decir que el proceso de formación no es algo


estático, sino que dentro de él se mueven estructuras, se reflexiona y se actúa
(Flores, 2009) y que los sistemas de significación que los estudiantes
construyen en torno a temáticas específicas tratadas en el proceso, influyen
profundamente en los tipos de puentes que logren construir entre la teoría y la
práctica, en este caso entre su formación disciplinar y la práctica evaluativa.
Pensamos que dentro de la trayectoria formativa de los estudiantes de la
Normal, este diplomado promoverá procesos de significación de distintos
procesos y conceptos que articulan los vínculos de la evaluación con otros
fenómenos educativos.

“Carr (1996), Bazdresh (2000) y Sañudo (2006) han identificado que construir
significados no es un mecanismo aislado, involucra varios aspectos entre los
que destacan: la historia de vida del sujeto frente a sus experiencias con los
conceptos a significar; los procesos de socialización donde se intercambian
dichos significados en diferentes contextos y temporalidades y los procesos de
pensamiento donde se incluyen los procesos del pensamiento reflexivos”
(Flores, 2009).

En los planteamientos psicoanalíticos de René Kaës (1978) y psicosociológicos


de Gilles Ferry (1990), la formación se relaciona con un proceso que se

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encuentra más allá de la mera adquisición de conocimientos, pues se refiere
especialmente a la movilización de procesos psíquicos subjetivos, entre los que
se encuentran los afectos, deseos, fantasías, vínculos, etc. que están
presentes en las relaciones interpersonales de toda práctica social para la que
se forma a un sujeto.

A partir de lo anterior, vale la pena detenernos para definir desde nuestra


perspectiva la diferencia que existe entre enseñar, que se relaciona según
Azaldúa (2009), con procesos psíquicos de intercambio de información y
adquisición de conocimientos, a través del aprendizaje, mientras que formar
implica procesos psíquicos conscientes e inconscientes, vinculados al
aprendizaje y la aplicación de los conocimientos, pero especialmente a la
conformación de imaginarios y vínculos transferenciales con respecto a las
prácticas para las que el sujeto se forma y a las relaciones interpersonales que
desarrollará en ellas.

Por lo anterior, la formación se realiza a través de proceso de subjetivación


donde el sujeto se trans-forma adquiriendo y/o cambiando capacidades, formas
de sentir, de actuar, de imaginar, de comprender, de aprender (Ferry, 1990:52)
y de utilizar sus estructuras para desempeñar prácticas sociales determinadas.
La formación es entonces un proceso de subjetivación, en el que el sujeto
resignifica lo que ha sido o imagina ser, en relación a lo que imagina será, en
las prácticas para las que se está formando, dándole un nuevo sentido a sus
deseos, identificaciones y fantasías, con- formando –trans-formando una
identidad (Anzaldúa, 2009).

Nos interesa en el diplomado, trabajar en torno a la problematización de los


procesos de evaluación, planteando interrogaciones reflexivas sobre lo que
hacemos, lo que pensamos y lo que damos por sentado como un saber
“válido”, “natural” o “establecido”. Esperamos que a través de este proceso se
abran nuevas vías para pensar de otro modo la evaluación y con ello hacer de
este instrumento un elemento de crecimiento y desarrollo personal, mas que un
elemento de cohersión, temor y frustración.

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“El curso de la vida, al igual que el de la formación, no puede ser vivido por
otro, sino por el sujeto de la formación, el sujeto del advenir. Es el hombre
quien se responsabiliza por su propia existencia como sujeto y como futuro
docente, que toma en sus manos en el camino de la vida, el reto de su cambio,
de su desarrollo, de su transformación, de su capacidad formativa; pero el
camino de la vida no está marcado, ni predeterminado, no es una trayectoria
fija que recorrer, es un recorrido incierto, frágil y desconocido” (Honoré, 2000).

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