Buenos días a todos, antes de comenzar una breve reflexión que deseo
compartir con ustedes en esta inauguración del diplomado, quisiera agradecer
la oportunidad de participar en este rico proceso educativo, del cual
seguramente saldremos enriquecidos todos los participantes.
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universitarios y profesores de educación básica y he observado en los últimos
tiempos que los maestros en ocasiones sentimos que nuestra formación y
evaluación de desempeño laboral, se reduce a indicadores, variables,
productos y resultados controlables, mesurables y perceptibles, quedando
relegada la parte humana de nosotros mismos (Ducoing,2005:164), lo que
podemos ligar con lo que dice Morin (2008) respecto a que en la médula de la
reforma educativa se encuentra el problema del conocimiento, su organización
y la superación de la orientación exclusivamente tecno-científica y
economicista, que en su afán de especialización y parcelación del saber,
deshumaniza y descontextualiza el conocimiento que produce.
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Quisiera retomar el concepto de Implicación que Mercado y Espinoza (2009)
discutieron en su ponencia basándose en los planteamientos de A. Heller
(1999) y M. Bertely (2001), quienes coinciden en que el sujeto se implica
cuando siente y se interesa por algo, es decir “sentir significa estar implicado
en algo”, por lo que aquello que lo convoca e involucra, también forma parte de
su ser.
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Normal. Se pretende, a través de lo que éstos piensan, dicen y hacen sobre la
evaluación, reconocer el complejo tejido en el que tanto la cultura escolar,
como la del magisterio, entretejen múltiples sentidos y significados a través de
acciones, discursos y elementos simbólicos en torno a la evaluación.
“Carr (1996), Bazdresh (2000) y Sañudo (2006) han identificado que construir
significados no es un mecanismo aislado, involucra varios aspectos entre los
que destacan: la historia de vida del sujeto frente a sus experiencias con los
conceptos a significar; los procesos de socialización donde se intercambian
dichos significados en diferentes contextos y temporalidades y los procesos de
pensamiento donde se incluyen los procesos del pensamiento reflexivos”
(Flores, 2009).
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encuentra más allá de la mera adquisición de conocimientos, pues se refiere
especialmente a la movilización de procesos psíquicos subjetivos, entre los que
se encuentran los afectos, deseos, fantasías, vínculos, etc. que están
presentes en las relaciones interpersonales de toda práctica social para la que
se forma a un sujeto.
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“El curso de la vida, al igual que el de la formación, no puede ser vivido por
otro, sino por el sujeto de la formación, el sujeto del advenir. Es el hombre
quien se responsabiliza por su propia existencia como sujeto y como futuro
docente, que toma en sus manos en el camino de la vida, el reto de su cambio,
de su desarrollo, de su transformación, de su capacidad formativa; pero el
camino de la vida no está marcado, ni predeterminado, no es una trayectoria
fija que recorrer, es un recorrido incierto, frágil y desconocido” (Honoré, 2000).