Nildo Viana
Herbert Marcuse, en una de sus más famosas obras, Eros y Civilización1, realiza,
después de analizar la dinámica histórica de los instintos y la oposición entre el
"principio del placer" y el "principio de realidad", una crítica de lo que él denomina
neofreudismo. A pesar de que esta obra puede ser criticada en muchos aspectos,
nos limitaremos, en este artículo, a hacer una crítica a su crítica del neofreudismo.
Ocurre que, para realizar esto, debemos previamente abordar el fundamento
marcusiano de la crítica al neofreudismo, lo que nos remite a su obra como un
todo. Esto, no obstante, no nos obliga a analizar detalladamente toda la obra de
Marcuse, sino solamente su equívoco fundamental.
Es partiendo de ahí que cabe la pregunta: ¿Cuál es el sentido de una "filosofía del
psicoanálisis"? Y esto nos remite a una cuestión, más amplia, que es la siguiente:
¿Cuál es el sentido de la filosofía en la sociedad contemporánea? Podemos decir
que, en el mundo actual, la conciencia burguesa sistematizada posee dos sentidos:
uno que es comandado por la lógica del empirismo y otro que es dirigido por la
lógica de la especulación pura y de las abstracciones metafísicas, expresado, por
ejemplo, en la filosofía. Las "nuevas tareas del pensamiento" no salvan a la filosofía
de su fin y de nada sirven las lamentaciones heiddegerianas. La filosofía es cosa del
pasado. No pasa de ser una supervivencia anacrónica de la sociedad capitalista3.
1
MARCUSE, Herbert. Eros e Civilização. Uma Interpretação Filosófica do Pensamento de
Freud. 8a edição, RJ, Guanabara, 1986.
2
MACINTYRE, D. As Idéias de Marcuse. SP, Cultrix, 1978; FROMM, Erich. A Descoberta do
Inconsciente Social. RJ, Manole, 1992.
3
Lo interesante es que el propio Marcuse había reconocido esto y puesto en evidencia que la
teoría marxista de la sociedad habría significado una negación de la filosofía y, en este
contexto, su superación histórica por la "teoría social" (véase: MARCUSE, Herbert. Razão e
Revolução. 4a edição, Rio de Janeiro, Paz e Terra, 1988). Karl Korsch ya había, mucho antes,
retomado la tesis de Marx sobre el fin de la filosofía (KORSCH, Karl. Marxismo e Filosofia.
Porto, Afrontamento, 1977). También dedicamos un trabajo a retomar esta tesis (VIANA,
Nildo. A Filosofia e Sua Sombra. Goiânia, Edições Germinal, 2000).
4
Cf. VIANA, Nildo. Inconsciente Coletivo e Materialismo Histórico. Goiânia, Edições Germinal,
2002.
La obra de Marcuse está, sin duda, atravesada por una intención de elaborar una
teoría revolucionaria. Ocurre que la intencionalidad no es suficiente para elaborar
una teoría revolucionaria. Además puede, en el caso de ciertos individuos (debido a
las características de su personalidad, sus condiciones de vida, etc.) desarrollarse
de tal forma que se vuelve hasta mismo perjudicial en algunos aspectos. Marcuse
busca dar una fundamentación "biológica" a la revolución y opone lo "biológico" a lo
"social", tomando partido por lo primero, y así puede postular que todo lo que es
"biológico" es bueno y todo lo que es "social" es malo. El bien es personificado en lo
"biológico" y el mal es personificado en lo "social". Ora, es el propio Marcuse quien
plantea que en lo "biológico existe una dinámica histórica y, sin embargo, no
reconoce tal dinámica en lo "social" -y es por esto que sólo a través de la
"liberación de lo biológico" (lo que incluye el sadismo y la coprofilia) contra lo
social, se realizará la emancipación humana.
6
MARCUSE, Herbert. ob. cit. p. 205
7
MARCUSE, Herbert. ob. cit. p. 205
8
JUNG, C. G. Presente e Futuro. Petrópolis, Vozes, 1988.
9
Este es el caso, entre otros, de la antropóloga Margaret Mead, que en 1931 hizo una serie
de investigaciones en sociedades indígenas sobre la relación entre sexo y temperamento y
concluyó que no se puede hablar de una "naturaleza humana inmutable" y que por eso no se
puede defender el igualitarismo entre los sexos (comunismo) y tampoco la mujer reducida a
la esfera doméstica (fascismo), dejando implícita su defensa de la democracia capitalista
liberal (cf. MEAD, Margaret. Sexo eTemperamento. 3a edição, SP, Perspectiva, 1988).
momento histórico marca un "endurecimiento" del derechismo de Jung y,
simultáneamente, la aproximación de Wilhelm Reich al KAPD -Partido Comunista
Obrero de Alemania, que reunía las tendencias izquierdistas de Alemania, donde se
destacaban los comunistas consejistas- y el surgimiento de la Sex-Pol10. Superando
esa reificación del concepto de sociedad, se puede ver que no es posible hablar de
un bloque monolítico llamado "neofreudismo".
La principal crítica que Marcuse realiza a los revisionistas es que ellos obliteraron
la "discrepancia entre teoría y terapia, asimilando la primera a la segunda. Esa
asimilación tuvo lugar de dos maneras. Primero, los conceptos más especulativos y
'metafísicos', no sujetos a ninguna verificación clínica (tales como el instinto de
muerte, la hipótesis de la horda primordial, la muerte del padre primordial y sus
consecuencias), fueron minimizados o francamente rechazados. Además de eso, en
ese proceso algunos de los conceptos más decisivos de Freud (la relación entre id y
ego, la función del inconsciente, el ámbito y significado de la sexualidad) fueron
redefinidos de tal modo que sus connotaciones explosivas fueron casi eliminadas
por completo"11.
10
Cf. REICH, Wilhelm. O Que é Consciência de Classe? Lisboa, Textos Exemplares, 1976.
11
MARCUSE, Herbert. ob. cit. p. 212.
12
MARCUSE, Herbert. ob. cit. p. 210-212.
objetivo. Sin embargo, Marcuse no comprueba nada de esto. Él pasa de Mulahi a
Fromm o de Sullivan a Horney con la mayor facilidad y sin ningún rigor teórico.
Marcuse también dice que los neofreudianos utilizan la "filosofía moralista del
progreso". Pero, lo que Marcuse hace con Fromm es lo mismo que él acusa a los
"neofreudianos" de hacer con Freud: les convierte en pasivos representantes
conservadores de la sociedad contemporánea, enfatizando sólo los aspectos
considerados por él como "conservadores" y aboliendo los aspectos críticos. Las
diferencias fundamentales entre Fromm, Horney, Sullivam, Thompson, etc., son
"olvidadas", como en la afirmación de Marcuse de que los "neofreudianos" rechazan
la idea de la existencia de un "instinto de muerte", mientras que Fromm lo acepta
en cuanto "potencialidad secundaria"13. Marcuse afirma que los "revisionistas"
oponen el "bien" y el "mal", y, en verdad, también hace esto en su libro, que opone
"Eros y civilización" y "Freud y los revisionistas".
Esto, no obstante, no quiere decir que todas las críticas de Marcuse sean
equivocadas. Él realiza algunas críticas correctas a Erich Fromm. Éste afirma que se
debe realizar el "desarrollo de las potencialidades humanas" y considera que esto
es una responsabilidad individual y no una lucha política, que sólo posibilitará tal
desarrollo con la transformación social. El "desarrollo de las potencialidades
humanas" en una "sociedad represiva" (tal como es reconocida por Fromm) es una
incoherencia, pero sólo en la forma en que Fromm lo plantea. Ya que tal desarrollo,
13
FROMM, Erich. O Coração do Homem. Rio de Janeiro, Zahar, 1976.
14
MARCUSE, Herbert. ob. cit. p. 219.
15
"El carácter revolucionario (...) no es necesariamente aquél que se manifiesta sólo en la
política. Existe, en verdad, en la política, pero también en la religión, el arte y la filosofía.
Buda, los profetas, Jesús, Giordano Bruno, Meister Eckhart, Galileo, Marx y Engels, Einstein,
Schweitzer, Russel son caracteres revolucionarios. Encontramos ese carácter también en el
hombre que no está en ninguno de esos sectores, en un hombre cuyo 'sí' es 'sí' y cuyo 'no'
es 'no', que es capaz de ver la realidad, tal como el niño en la historia de Andersen La ropa
del Emperador. Vio que el emperador estaba desnudo, y lo que dijo se correspondía con lo
que veía" (FROMM, Erich. O Caráter Revolucionário. In: O Dogma de Cristo. 5a edição, Rio
de Janeiro, Zahar, 1986, p. 126). Como se ve en este y otros pasajes de Fromm, él está muy
alejado de la tesis de que los revolucionarios sean neuróticos.
16
"El concepto de lo que es normal varía no sólo con la cultura, sino también dentro de la
misma cultura, con el paso del tiempo. (...) El concepto de normalidad cambia, igualmente,
en las diferentes clases de la sociedad. Los miembros de la clase feudal encuentran normal
que un hombre permanezca indolente todo el tiempo, mostrándose activo sólo en la caza o
en la guerra, al paso que una persona de la pequeña burguesía que revelase la misma
actitud sería mirada como anormal. Esa variación también ocurre según las diferencias de
sexo, cuando existen en la sociedad, como es el caso de la cultura occidental en que se
imagina que hombres y mujeres tienen temperamentos distintos. Es normal para una mujer
quedar obcecada por el recelo de envejecer al aproximarse a los cuarenta, mientras que un
hombre que se agobie por causa de la edad en ese período de la vida será considerado
neurótico" (HORNEY, Karen. A Personalidade Neurótica de Nosso Tempo.)
mismo siendo parcial, es posible (para algunos individuos, bajo el capitalismo, y
para la colectividad solamente en el "postcapitalismo", en la sociedad
autogestionada), pero solamente a través de una praxis revolucionaria. Otra crítica
correcta es el "estilo" de "sermón" que realmente está presente en algunos de los
neofreudianos.
Marcuse comete un equívoco al tratar la idea burguesa de productividad
comparándola con la de los "neofreudianos", pues, por lo menos en el caso de
Fromm, la idea de productividad -como el propio Marcuse reconoce en los
"revisionistas"- está ligada a la "libre realización del hombre", o sea, posee un
sentido diferente17. Marcuse dice que la ambigüedad del término es utilizada por los
"revisionistas" para presentarse como "críticos", cuando, en verdad, son
conservadores. Tal crítica sólo tendría validez si Marcuse comprobase que los
"neofreudianos" usan tal ambigüedad o esta palabra en el sentido burgués, lo cual
no hace.
Marcuse también critica el "moralismo" de E. Fromm. Éste, según Marcuse,
demostró el carácter represivo del proceso de internalización como pocos analistas
lo hicieran y, después, retoma "la ideología de la internalización". Las personas
"normales" y "ajustadas" son condenadas porque traicionaron a su "yo superior",
los "valores humanos". En mejor situación interior están aquellos que conquistaron
una solidez moral interior. Marcuse continúa: "El estilo sugiere el Poder del
Pensamiento Positivo al que la crítica revisionista sucumbe. Espurios no son los
valores, sino el contexto en que son definidos y proclamados: la 'fuerza interior'
tiene la connotación de aquella libertad incondicional que puede ser practicada
incluso bajo grilletes y que el propio Fromm cierta vez denunció en su análisis de la
reforma"18. Así, las cuestiones sociales se convierten en espirituales y su solución se
convierte en una tarea moral. No obstante, esta crítica sólo sería correcta si los
"valores humanos" defendidos por Fromm fuesen los mismos que son
predominantes en la sociedad burguesa. Marcuse no comprueba esto y difícilmente
podría alguien sustentar que Fromm defiende los valores dominantes de nuestra
sociedad.
Tal crítica estaría bien enderazada si pusiese en evidencia el carácter individualista
de la solución presentada por Fromm. Es el individuo el que debe transformarse y
transformar la sociedad. Está claro que el individuo, la moral, los valores, etc.,
poseen un papel en el proceso de transformación social, pero que para que ésta se
realice, o se vuelva una posibilidad real, es necesaria la acción de las clases
sociales. Fromm formula la cuestión de las clases sociales de forma superficial y
esto curre, principalmente, cuando trata del pensamiento de Marx. Ocurre que el
silencio de Fromm sobre las clases sociales no es criticado por Marcuse. Esto por un
motivo muy simple: en la obra de Marcuse, Eros y Civilización, hay también un
completo silencio sobre las clases sociales. Él trabaja con las abstracciones
metafísicas de "individuo" y "sociedad", oponiendo una a la otra, y es por esto que
puede considerar a Freud un "revolucionario". Prosiguiendo con la construcción de
su "filosofía del psicoanálisis", Marcuse postula, contra los "neofreudianos", la
existencia del "complejo de Edipo" y del "instinto de muerte", diciendo que éstos
minimizan el grado en que los impulsos son modificables según la teoría freudiana.
En verdad, lo que los "revisionistas" hacen es rechazar parte de la teoría freudiana
y no "minimizar" sus fundamentos.
Marcuse pasa a criticar a Clara Thompson, que afirma que la finalidad de la
"escuela cultural en el psicoanálisis" excede a la preparación del hombre para
someterse a las restricciones sociales y procura, en la medida de lo posible,
liberarle de las exigencias "irracionales" de la sociedad y volverle capaz de
desarrollar sus potencialidades, así como de asumir el "liderazgo" de la
17
FROMM, Erich. Análise do Homem. 2a edição, RJ, Zahar, 1961.
18
MARCUSE, Herbert. ob. cit. p. 222.
construcción de una "sociedad más constructiva". Marcuse comenta: "La tensión
entre salud y conocimiento, normalidad y libertad, que animó toda la obra de
Freud, desaparece aquí, un condicional 'en la medida de lo posible' es el único
vestigio que queda de la explosiva contradicción en la finalidad. El 'liderazgo en la
edificación de una sociedad más constructiva' tendrá que combinarse con el
funcionamiento normal de la sociedad establecida"19. Según este pasaje, se ve que
esta autora reconoce la existencia de "exigencias irracionales de la sociedad" y que
es necesario superarlas y, para eso, es necesario en la medida de lo posible, en el
interior de la sociedad actual -que, obviamente, impone limitaciones a un pleno
desarrollo de las potencialidades humanas-, volver a las personas capaces de
liberarse de esas exigencias irracionales y prepararlas para luchar por la
construcción de una nueva sociedad. Está claro que C. Thompson podría asumir
una posición más radical, pero la contradicción subsiste y de forma más visible y
consciente de lo que en Freud y, por eso, la argumentación de Marcuse sobre el
mayor conservadurismo de los "neofreudianos" está, en este pasaje, desprovista de
fundamentación.
En este sentido, lo que Erich Fromm llamó "el pretendido radicalismo de Herbert
Marcuse" no deja de ser verdadero en lo que se refiere a esta obra, aunque no se
puedan retirar los méritos que persisten y la contribución presentada por Marcuse.
En síntesis, podemos decir que las limitaciones existentes en las concepciones de
Marcuse, o sea, la limitación de la "filosofía del psicoanálisis", se refiere a que él
elabore diversas críticas equivocadas al "neofreudismo", considerando algunos de
sus representantes, en especial, E. Fromm, K. Horney y C. Thompson.
Bibliografia
contra ese sistema como un todo. La fuerza de la negación, como sabemos, no esta hoy
concentrada en clase alguna" (MARCUSE, Herbert. Sobre o Conceito de Negação na Dialética.
In: Idéias Sobre Uma Teoria Crítica da Sociedade. 2a edição, RJ, Zahar, 1981, p. 165).