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Lo público hoy:

lugares, lógicas y expectativas


The public sphere today: Places, logics and expectations

Nora Rabotnikof
Doctora en Filosofía. Instituto de Investigaciones Filosóficas, UNAM.

Fecha de recepción: junio 2008


Fecha de aceptación y versión final: julio 2008

Resumen
El siguiente trabajo es un intento por articular algunas reflexiones en torno a la redefinición de
lo público en el marco de las transformaciones en la relación sociedad civil-Estado. Se parte de
ciertos discursos políticos y académicos que invocaron la necesidad de fortalecimiento de un
espacio de lo público, en un intento de clarificación conceptual que apunta a los deslizamien-
tos y matices presentes en esos discursos. Por supuesto, no se pretende zanjar la discusión a tra-
vés de la estipulación de definiciones convencionales sino, a lo sumo, de tratar de entender
cómo esas ambivalencias y equivocidades aparecen en las distintas estrategias de los actores po-
líticos y sociales. Sin pretensiones de realizar una historia conceptual rigurosa, el trabajo anali-
za el deslizamiento de lo público-estatal a lo público-social, y concluye con una aproximación a
las innovaciones que trae consigo “la vuelta del Estado”.

Palabras clave: público, privado, Estado, sociedad civil, gestión pública

Abstract
The following work offers a reflection on how the public sphere has been redefined. These re-
flections are considered within the parameters of the transformations that have taken place in
the relationship between the State and civil society. The article begins by looking at some of
the academic and political discourses that expressed the need to strengthen the public space.
This point of departure emphasizes the need to clarify the definition of public space, as well as
the need to demystify the complex matrix of forces that underlie the discourses in question.
Needless to say, this work does not pretend to bind the debate to traditional definitions, but
rather to understand how such ambivalence and misunderstandings have come to feature in the
strategies adopted by political and social actors. Without attempting to undergo a rigorous
conceptual history, this work analyzes the transformation of the state-public sphere into the
state-social sphere, concluding with some brief comments on the innovations that have ac-
companied the “return of the State”.

Key words: public sphere, private, State, civil society, public policy

Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 32, Quito, septiembre 2008, pp. 37-48
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
ISSN: 1390-1249
dossier
Nora Rabotnikof

l siguiente trabajo articula reflexiones blar de tres criterios heterogéneos para trazar

E generales sobre el espacio público con


la hipótesis de una redefinición de lo
público en el marco de las transformaciones
esta diferencia. Tales criterios para trazar la
distinción han sido:
a) Lo público como lo que es de interés o de
en la relación sociedad civil y Estado. Se parte utilidad común a todos, lo que atañe al colec-
de ciertos discursos políticos y académicos tivo, lo que concierne a la comunidad y por
que han invocado la necesidad de fortaleci- ende, a la autoridad de allí emanada, en con-
miento de un espacio público. Sin pretensio- traposición con lo privado, entendido como
nes de realizar una historia conceptual riguro- aquello que se refiere a la utilidad y el interés
sa, el trabajo analiza el deslizamiento de lo individual. De allí también que, en algunas
público-estatal a lo público-social, y concluye definiciones, el término público aparezca co-
con una aproximación a las innovaciones que mo “lo perteneciente o concerniente a todo
trae consigo “la vuelta del Estado”. un pueblo, lo que emana del pueblo”, del po-
pulus, y de allí la referencia a la autoridad co-
lectiva, al Estado (Bobbio 1998; Duby 1987).
La dicotomía difícil Lo privado designa en cambio lo que es sin-
gular y personal, aquello que en su origen
Alguna vez fue llamada “la gran dicotomía” es pretende sustraerse al poder público (entendi-
decir una dicotomía capaz de dividir al mun- do como poder del colectivo). La recupera-
do como universo de sentido, en dos conjun- ción de este primer sentido en términos jurí-
tos exhaustivos. Y como gran dicotomía fue dicos será básica para la distinción entre dere-
criticada por prestarse con demasiada facili- cho público y derecho privado, así como para
dad a la naturalización, por su contenido de lo que se ha dado en llamar “dicotomías deri-
género, por inconducente y traicionera vadas”: sociedad política y sociedad domésti-
(Weintraub y Kumar 1997). Me refiero a la ca, ley pública y contrato privado, voluntad
dicotomía público-privado. Se abogó por su general y voluntad particular.
liquidación, por su redefinición, y por su re- b) Lo público como lo que es y se desarrolla
vitalización. Y en realidad, más que verla de- a la luz del día, lo manifiesto y ostensible en
saparecer, hemos visto redefinirse el trazado contraposición a aquello que es secreto, pre-
de sus límites. servado, oculto, que no puede verse, aquello
Por todo ello, no está de más recordar que de lo que no se puede hablar, que se sustrae a
el término público, como la mayor parte de comunicación y examen. Volver público en
los conceptos políticos relevantes, está muy este sentido, alude a la luz que torna visible (y
lejos de una definición inequívoca; y que su ésta fue la fuerza de la noción ilustrada de pu-
utilización, en el contexto de vocabularios blicidad) aquello que hasta entonces se sustra-
políticos diferentes, construye o identifica ía a la mirada y que incluso reivindicaba ex-
problemas distintos, evaluaciones y cursos de plícitamente el requisito del secreto. Este se-
acción dispares. También conviene advertir gundo sentido no ha coincidido histórica-
que el conflicto por la definición de sus lími- mente con el primero. Ni lo público (en el
tes ha formado y forma parte de maneras es- primer sentido de lo común a todos) fue
pecíficas de concebir la vida política. siempre tratado públicamente, ni lo privado
De manera muy general, se puede sostener (también en el primer sentido de lo indivi-
que el par público-privado (en tanto categorí- dual) se preservó tampoco de la mirada de los
as políticas) mantiene adheridos al menos tres otros, de la luz pública. Aquí, la connotación
sentidos básicos. Tal vez sea más preciso ha- espacial, en la medida en que hablamos de vi-

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sibilidad y ocultamiento, es casi directa. Es cuestionamiento de la ecuación público-esta-


este sentido el que aparece jerarquizado en las tal, hemos asistido a sucesivos intentos de
reivindicaciones por una esfera pública o en construcción de ese lugar de lo común, lo visi-
la idea, aparentemente redundante, de “vol- ble y abierto.
ver público lo público”, presente en todos los
reportes sobre acceso a la información, leyes
de transparencia administrativa y rendición Lógicas y lugares:
de cuentas. Estado, mercado y sociedad civil
c) Público como lo que es de uso o accesible
para todos, abierto, en contraposición con lo En términos estrictos podría pensarse que pú-
cerrado, que se sustrae a la disposición de los blico y privado califican dos lógicas de la ac-
otros. Público, en este caso, es aquello que, al ción y del interés; una que se guía por la con-
no ser objeto de apropiación particular, se secución del bien común, actúa en función de
halla abierto, distribuido. En ese sentido, un reglas y principios generales, hace explícitos
uso del publicare latino es el de ‘confiscar’, sus valores y apunta a la universalización; y
‘sustraer al uso particular’. Las plazas, la calle otra que se guía por el cálculo individual, que
son lugares de uso público, abiertos a todos. busca la maximización del beneficio particu-
Del otro lado, el signo más ostensible de lo lar y que defiende el derecho a sustraerse del
privado, como apropiación, es la clausura, la control público. En otro sentido, la dicoto-
cerca. Algo puede ser público (en el sentido mía podría aplicarse a dos conjuntos de valo-
de no oculto o no secreto), desarrollarse a la res que orientarían esas lógicas de la acción y
luz y no ser público (en el sentido de accesi- del interés. Aunque estas líneas de razona-
ble o disponible para todos). Los códigos de miento están presentes en las aproximaciones
caballería, la fiesta barroca, la liturgia eclesiás- que comparecen en la reflexión acerca de lo
tica, las prácticas cortesanas combinan visibi- público, pareciera que la búsqueda de un
lidad con algún tipo de clausura, apertura a la lugar de lo público (de ahí la adjetivación de
mirada y exclusión en cuanto a la disponibi- un espacio o una esfera) ha acompañado la re-
lidad. Antes de la instauración del sufragio flexión desde sus inicios. Un lugar en el que
universal, el carácter público de los procesos lo común y lo general se articulen con lo visi-
electorales (a pesar de tratarse de la designa- ble y con niveles de accesibilidad ampliados.
ción de una autoridad común) no coincidía Durante mucho tiempo, el lugar de lo
con su accesibilidad pública. De alguna for- común y lo general se identificó con la comu-
ma, este tercer sentido, que remite a la oposi- nidad políticamente organizada o Estado. Me
ción abierto-cerrado, es el que más relaciona refiero a la idea de un sujeto o de un actor
público-privado con la dimensión de inclu- institucional privilegiado en los procesos de
sión-exclusión. desarrollo económico, de promoción e inte-
Si intentamos una revisión de los desliza- gración social y de garantía jurídica. La figu-
mientos en el significado de lo público, du- ra del Estado, como actor privilegiado de una
rante los últimos años, veremos que los tres estrategia de desarrollo económico nacional,
sentidos asociados a lo público se han articu- se articulaba con la presencia de un referente
lado de manera variable y que esta diferente simbólico más o menos común (Estado-na-
articulación no siempre ha estado presente ción, soberanía), que orientaba los procesos
como problema explícito en la reflexión teó- de socialización (educación pública), de per-
rica. También veremos cómo, desde los años tenencia ciudadana y de integración simbóli-
setenta, con la llamada “crisis del Estado” y el ca; y por último, con la idea clásica de mono-

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polio de la violencia legítima y de la legalidad cios de libertad y seguridad ni el marco legal


frente al ejercicio privado de la violencia. Es para el desarrollo de planes de vida indivi-
decir, la dimensión pública estaba ligada a la duales. Emergió así, la consigna de la socie-
presencia de un substrato público-legal, ga- dad civil, oscuramente identificada con el an-
rantía de los derechos individuales y de la di- ti-Estado cuando no con el mercado, con re-
mensión privada, que resultaba al mismo des difusas de solidaridad o con la defensa de
tiempo central en la coordinación social, y lo estrictamente privado.
que a través de su articulación con la idea de Este nuevo discurso de la sociedad civil,
nación, era referente de la integración sim- cuya imprecisión conceptual fue, en su mo-
bólica. mento, proporcional a su capacidad de movi-
Es más o menos reconocido que esta ima- lizar energías antiautoritarias dispersas, inclu-
gen del Estado, para bien o para mal, entró en yó algunas discusiones significativas ligadas a
crisis, en parte por problemas que fueron ge- la concepción que identificaba lo común y lo
nerados en un período anterior. También por general con la figura del Estado. La idea
una crítica dirigida hacia una ineficiencia in- misma de lo general se había desplazado: ya
negable que, proviniendo de distintos frentes, no era el sustrato fundante, garantía, punto
terminó confundiendo reducción con debili- de arranque explicativo y sustento normativo
dad, racionalización con privatización. En su de las pretensiones individuales; sino que, en
origen, además, por otro tipo de impugnacio- el mejor de los casos, lo común y lo general se
nes que surgieron de aquellas situaciones en transformaron en problema a resolver a partir
las que, efectivamente, Estado era igual a Es- del pluralismo y la diferencia. En el plano de
tado autoritario, y donde el impulso antiau- la integración social y cultural, en algunos
toritario convergió con la cruzada antiestatal. discursos la exaltación de la diferencia borró
Ello fue claro en la literatura política surgida del horizonte el tema del Estado, que volvió a
de la caída de los socialismos reales y en las ser identificado, en clave libertaria, como el
primeras etapas de transiciones a la democra- expropiador y concentrador del poder social-
cia en Latinoamérica. mente producido. En los discursos de la so-
Se produjo entonces, también en el deba- ciedad civil primó la reivindicación de la pri-
te político y académico, un desplazamiento vacidad (individuos y asociaciones en su ca-
de lo público hacia la sociedad civil. Este res- rácter privado) y de la pluralidad encarnada
tablecimiento de la sociedad civil como lugar en el asociacionismo. El conflicto real o po-
de lo común y lo general frente al Estado au- tencial con los derechos individuales y la exis-
toritario tuvo su punto de partida en los lla- tencia de una pluralidad de formas de vida hi-
mados países del Este y en el derrumbe de los cieron que lo común-comunitario y lo públi-
socialismos reales. Es allí donde el compo- co-general aparezcan, en todo caso, como al-
nente utópico de las grandes ideologías del go a construir, no como algo dado.
siglo XIX (la reducción al mínimo, la reab- Por otra parte, la consolidación del discur-
sorción por parte de la sociedad y, en último so sobre la sociedad civil coincidió con una
término, la extinción del Estado, presente en revalorización del ámbito de lo privado-mer-
el liberalismo, el socialismo y el anarquismo cantil y lo público evidenció su carácter pro-
del siglo XIX) pareció encontrar, en un pri- blemático en un segundo sentido. Así, la so-
mer momento, su confirmación histórica y su ciedad civil se transformó en un lugar, distin-
instancia de realización. El Estado en ningún to del Estado y del mercado (pese a algunas
sentido podía identificarse con lo general ni confusiones iniciales que volvieron a encon-
con lo común, y no garantizaba ni los espa- trar en el mercado la anatomía de la sociedad

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civil), donde confluyen los individuos y las la sociedad civil, tratando de distinguir esta
asociaciones en su carácter privado. vocación antiautoritaria de toda identificación
La reivindicación de la privacidad, de la con el mercado. Aquí, el espacio de lo público
pluralidad y del asociacionismo es un rasgo aparecerá caracterizado como mediación entre
común a todas las teorías de la sociedad civil. Estado y sociedad (no sólo civil), como lugar
Más variable y problemático parece ser el pa- de autorreflexión de esa sociedad, y como es-
pel de la legalidad, del tipo de mediación pacio de gestación de comunidad política.
(con el Estado y el mercado) y de la publici- En esta propuesta, esbozada desde los años
dad (en el sentido de visibilidad del ejercicio ochenta, el espacio de lo público aparece a
del poder). Los tres primeros rasgos se articu- menudo pensado estructuralmente como me-
laron en contextos de lucha antiautoritaria en diación entre sociedad y Estado. Desde un
la consigna de “la sociedad frente al Estado”. punto de vista teórico, esta función de me-
Los otros tres rasgos, es decir, legalidad, me- diación intentaba superar la distinción abso-
diación y publicidad, de los que nos ocupare- luta entre lo estatal y lo privado (esqueleto de
mos en adelante, aparecieron precisamente los diagnósticos neoliberales más simplistas).
como problemas cuando a las euforias inicia- Se reivindicaba así una dimensión aparente-
les les sucedieron problemas serios de gober- mente ausente en los programas progresistas
nabilidad, de institucionalización y de crea- en América Latina: la dimensión de lo públi-
ción de orden colectivo. co (Portantiero 1989; Lechner 1991 y 1997).
Frente a la alternativa mercado o Estado, entre
la mercantilización de todas las relaciones so-
De lo público no exclusivamente estatal ciales y el protagonismo exclusivo de una fi-
a lo público social gura estatal que parecía haber agotado sus po-
sibilidades, el espacio público se pensó ini-
Sin ánimo de una historia conceptual riguro- cialmente como una esfera autónoma, esce-
sa, aquí merecería especial mención la proble- nario de la participación social, lugar de des-
matización explícita de lo público-no estatal. Y pliegue de la argumentación pública y, en al-
ello a partir de dos vertientes que tuvieron gunos casos, instancia de descentralización de
impacto diferente en la reflexión política y las decisiones.
académica. Nos centramos en ellas, porque El espacio público fue así pensado como
tuvieron fuerza en los años ochenta y noven- bisagra entre sociedad (con sus componentes
ta, tematizaban explícitamente lo público-no civiles, no cívicos y también inciviles) y Esta-
estatal y reivindicaban la centralidad de un do, y fundamentalmente como lugar de crea-
espacio público autónomo –aunque no obe- ción de comunidad. Creación de comunidad
decían a las mismas lecturas de la reforma del política, de una polis no fundada ni en la tra-
Estado ni tuvieron las mismas aspiraciones dición ni en una base étnico-religiosa ni en
ético-políticas. Sin embargo, las tratamos núcleo sustantivo valorativo, sino en un con-
conjuntamente en tanto marcan un momen- junto de instituciones y valores que constitui-
to importante en los deslizamientos concep- rían una suerte de hogar público, el logro de
tuales de la dicotomía público-privado. un lugar común.
1. Una vertiente de la reivindicación de un Según este diagnóstico, que puso el énfasis
espacio de lo público no exclusivamente esta- en la creación de comunidad ciudadana y en
tal, que proviene del pensamiento político la- el problema de la integración social, el dilema
tinoamericano, intentó recuperar el contenido de la democracia en Latinoamérica pasaba
antiautoritario de las primeras invocaciones a por encontrar una legitimación de orden.

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Esto, a través una integración normativa, en Para este diagnóstico, que será continuado
un momento en que la eficiencia económica en reivindicaciones más contemporáneas de
exigía medidas que impulsan la desintegra- un espacio público cívico o republicano, la
ción social. Algo así como una insuficiente y modernización profundiza el proceso de frag-
dolorosa integración sistémica que atentaba mentación social (cuestión que apenas si apa-
contra la integración social. rece en la vertiente que analizaremos luego).
El argumento parecía basarse en que la na- Se requería entonces, más que nunca, de una
ción como valor integrador estaba en crisis o integración compensatoria frente a los límites
que era insuficientemente moderno, al afir- de la racionalidad técnico instrumental del
mar un principio de unidad más allá de la mercado y de la lógica burocrática. Esta últi-
elección y de la autonomía individual. En ma no aparece como el mal a combatir con
todo caso, ni el mercado, como mecanismo propuestas gerenciales más cercanas a la lógi-
natural, ni la nación, como comunidad pre- ca de mercado, sino, en todo caso, como una
constituida, lograban conjurar el fantasma de forma insuficiente, pero necesaria de coordi-
la desintegración ni equilibrar los mecanis- nación social (Lechner et al. 1999). El espacio
mos de exclusión socialmente producidos. La público sería así lugar de expresión de la so-
búsqueda de lo público era tematizada, a veces ciedad plural, de sus aspiraciones, valores,
como “demanda de sentido”, como “necesi- propuestas. Lugar de automediación de la so-
dad de pertenencia”, como respuesta a los ciedad con un Estado entendido como “nú-
problemas de desafección política o desen- cleo regulador en el que las distintas alterna-
canto democrático. Este temprano diagnósti- tivas generadas en la sociedad puedan tener
co vería en la necesidad de afirmar una iden- expresión” (ibid.:156).
tidad colectiva, un conjunto de certezas com- Así, la reafirmación del espacio público
partidas, valores comunes y referencias unita- venía a encauzar la promesa de soberanía po-
rias, una demanda por lo público. Esta “de- pular, la demanda de sentido y la búsqueda
manda de sentido”, a la que el Estado-nación del lugar de lo común (Canovan 1999:26).
ya no podía dar respuesta, estaba disponible La cara pragmática de la democracia seguía
para canalizarse a través de los fundamentalis- encarnada en el sistema político, en las insti-
mos de todo tipo o de los rebrotes populistas. tuciones formalizadas, en los políticos profe-
La incertidumbre de futuro, la inseguridad sionales y en la política como empresa de in-
personal y colectiva, los riesgos percibidos co- teresados. Por ello, esta reivindicación del es-
mo peligros cotidianos tornaban más fuerte pacio público como lugar de ejercicio de la
esa demanda de pertenencia colectiva, en un ciudadanía, en un lenguaje con pretensiones
momento en que el Estado se diluía como re- normativas, pero sociológicamente sensible y
ferente del futuro colectivo y personal. políticamente realista, no se erigía como al-
Se trataba entonces, de dar nuevo cauce a ternativa a la política profesionalizada ni a las
ese espíritu de civilidad a través del fortaleci- diferentes configuraciones burocráticas ni,
miento del espacio público, pensado ante to- por supuesto, al Estado.
do como espacio común y como espacio de 2. Para una segunda vertiente, en cambio,
aparición. El espacio público era entendido más presente en la literatura sobre políticas
entonces como lugar de gestación de una co- públicas y en algunos discursos de la sociedad
munidad basada en el reconocimiento mutuo civil, lo público-no estatal aparece como alter-
y de emergencia para la presencia visible y nativa explícita al llamado “Estado social-bu-
manifiesta de los ciudadanos, en principio ac- rocrático”, que se caracterizaba en esos años
cesible a todos. como “social, porque buscaba garantizar los

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derechos sociales y promover el desarrollo Democratización, desmantelamiento del Es-


económico, burocrático porque lo hacía a tra- tado y reforma administrativa se confundie-
vés de un sistema formal-impersonal basado ron en un proceso que mostraría después di-
en la racionalidad instrumental para ejecutar ferentes grados de irreversibilidad.
directamente esas funciones sociales a través Este último punto, el de la reforma admi-
del empleo de servidores públicos” (Bresser y nistrativa, fue presentado en este caso como
Cunill 1998:5). Esta vertiente, presente sobre una reforma técnica, exigida por la moderni-
todo en el área de la reforma del Estado y de zación y el desarrollo tecnológico, relativa-
la administración pública, se entrecruzó con mente neutral ante las opciones políticas en
reflexiones teóricas de más amplio alcance so- conflicto en torno al desarrollo o disminu-
bre la llamada sociedad civil y con algunos de ción de la extensión y grado de universalidad
los problemas relevados por la perspectiva an- de los servicios públicos, económicos y socia-
terior, hasta el punto que, en algunas versio- les (Narbondo 2008; Rabotnikof 2001;
nes esta reivindicación de lo público-no esta- Hood 1991). Lo público-no estatal aparecía
tal aparece como la carta de ciudadanía polí- como una forma no privada ni estatal de eje-
tica y administrativa de la sociedad civil. cutar los servicios sociales garantizados por el
Vista con la distancia de los años, en esta Estado: organizaciones de servicio público
recolocación de lo público en la sociedad civil operando en el área de la oferta de salud,
parecieron convergir dos aspiraciones ligadas educación y cultura, con financiamiento del
al antiestatismo de las grandes ideologías de- Estado. Se partía de la base de que lo que es
cimonónicas: la idea (cara a la izquierda) de estatal es, en principio público, pero que lo
una sociedad repolitizada que se emancipa de público puede no ser estatal, si no hace parte
la tutela estatal, como poder ajeno y hostil a del aparato del Estado (Bresser y Cunill
la vida social, y la idea de corte liberal que vis- 1998). Estas organizaciones de la sociedad ci-
lumbra en toda acción estatal una interferen- vil no coincidían con los agentes políticos
cia indebida en el libre juego de las fuerzas so- tradicionales, pero eran públicas porque esta-
ciales y que en ese sentido, remite vagamente ban volcadas al interés general (lo común a
al mercado como principio de orden autoor- todos), en tanto constituían el espacio de
ganizado. Es interesante notar cómo se arti- participación ciudadana en los asuntos públi-
cularon, a veces de manera paradójica, las ne- cos (apertura a la participación) y en tanto
cesidades de una modalidad más eficiente de ejercían control público (visibilidad como
administración pública con la defensa de la control social). El Estado no desaparecía del
participación ciudadana. Dicho de otro mo- horizonte de esta dimensión público social
do, en este tipo de discursos se confundieron: (más adelante se producirá el tránsito de lo
a) los procesos de democratización que se ins- público social, no estatal a lo público-anties-
criben en el nivel del régimen político (divi- tatal) pero se reivindicaba una relación con-
sión de poderes, papel de ejecutivo, represen- tractual con las agencias prestadoras de servi-
tación política, etc.); b) los procesos de deses- cios públicos que, progresivamente autono-
tatización (que abarcaron diferentes niveles mizadas, se orientan a satisfacer a los usuarios
de lo social y que estaban presentes en las re- o los consumidores. Esto suponía una trans-
flexiones acerca de la desintegración y frag- formación del sistema de reglas y directivas
mentación social); y c) la reforma de un Es- internas de las burocracias estatales, tendien-
tado, entendido como aparato de administra- do a disminuir la rigidez reglamentaria y legal
ción pública (Cavarozzi 1997), en su dimen- propia de los sistemas clásicos (Narbondo
sión exclusivamente burocrático-autoritaria. 2008).

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Desde el punto de vista político, si bien se apelación a la sociedad civil sufrieron un des-
partía de la crisis del Estado keynesiano de prestigio importante en función del desempe-
bienestar (como un dato), la reforma apunta- ño político surgido de aquel doble origen. Es
ba sólo al lado burocrático del Estado social- decir, el de su asimilación, por un lado, a una
burocrático. Así se suponía que era compati- sociedad civil de mercado y su dinámica, en
ble por lo tanto, con políticas de desarrollo virtud de una lógica privatista; y el de su
económico y de integración social (el plura- identificación, por el contrario, con una lógi-
lismo societal parece producir diferencias ca automáticamente pública, es decir, orienta-
pero no fragmentación), que coincidía con la da hacia el interés general, potencialmente in-
universalización de los derechos económicos, cluyente a partir de la adhesión voluntaria y
sociales y culturales (Canto 2005). Además, del funcionamiento abierto y público.
era directamente compatible, cuando no el
equivalente, de una integración simbólica de
tipo ciudadano. En la reivindicación de este La redefinición de lo público y
sector público-no estatal, a menudo esta inte- la búsqueda de un lugar común
gración aparecía como sinónimo de ciudada-
nización de la política (en oposición a los ac- La denominada “apertura del horizonte post-
tores políticos y político-estatales tradicio- liberal” parece traer consigo, más que una
nales). nueva reflexión sobre lo público, una redirec-
Sería prematuro diagnosticar “el fracaso de ción de esa búsqueda del lugar común. Se po-
la sociedad civil”, así como hace unos años se dría decir que estamos asistiendo a la redefi-
decretó el “fracaso del Estado”. Ambas con- nición de varias líneas. En primer lugar, a la
signas son, en última instancia, eso: consig- maduración de un proceso de desatanización
nas. Sin embargo, los entusiasmos políticos del Estado, ya iniciado unos años atrás. Esto
iniciales y las potencialidades teóricas del supone volver a una concepción amplia, que
concepto de sociedad civil se vieron cuestio- incluye no sólo el aspecto burocrático, sino su
nados desde diferentes ángulos. En primer dimensión legal, su papel en el desarrollo eco-
lugar, se puso en evidencia que el concepto de nómico y social, y su reubicación como refe-
sociedad civil encerraba contenidos normati- rente simbólico. En segundo lugar, a una re-
vos terriblemente exigentes (en cuanto a pre- definición del espacio público (entendido
sencia ciudadana, vigencia de la legalidad, como esfera pública) que parece desprenderse
tradición asociativa, civilismo, etc.) y que ello de su adherencia al Estado o a la sociedad
no era fácilmente traducible en un concepto civil, para ser pensado, en términos más ge-
operativo para cualquier sociedad. En segun- nerales, como un espacio de comunicación
do lugar, en algunos casos dolorosos, el aus- global. Espacio donde confluyen medios de
picioso retorno de la sociedad civil culminó comunicación nacionales y globales, opinión
en la desgarrante guerra de todos contra to- pública, actores sociales y políticos, y Estado
dos. En tercer lugar, en contextos no signados (en sentido ampliado). Por último, a un re-
por la violencia desenfrenada, de todos mo- torno de la noción de proyecto (de país o de
dos, la reivindicación de la sociedad civil se nación), una orientación política hacia el fu-
expresó en una proliferación de demandas turo (que había desaparecido del horizonte
fragmentarias sin referentes generales, en la político en las dos últimas décadas) que re-
exaltación de la diferencia sin que pudiera ar- quiere la invocación a algún tipo de comuni-
ticularse una política de las diferencias. Pero, dad política y parece redefinir los mapas de
de manera más importante, el concepto y la esa búsqueda del lugar común.

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En realidad, la recuperación de la figura El fortalecimiento de lo público se pensó


estatal, en las vertientes más clásicas de la tra- en esta línea, como fortalecimiento de las ins-
dición liberal y republicana, comenzó desde tituciones del Estado de derecho, separación
hace tiempo. Se trató, en este caso, de rela- de poderes, alcance y efectividad del poder
cionar más directamente el debilitamiento del judicial. Este diagnóstico recuperaba a la pu-
espacio público (como espacio de ejercicio de blicidad como limitación del arbitrio indivi-
los derechos políticos y civiles) con el virtual dual, en la referencia al gobierno e imperio de
desmantelamiento del Estado. En esta pers- la ley. En algunos países de Latinoamérica, el
pectiva, los aspectos de desregulación econó- Estado se habría vuelto incapaz de proporcio-
mica y de limitación de las funciones del apa- nar los bienes públicos puros (defensa, segu-
rato estatal fueron puestos en relación con el ridad, justicia, administración) que remiten a
debilitamiento del Estado como orden legal los roles constitucionalmente fijados.
sobre un determinado territorio (O’Donnell Esta reivindicación de la dimensión públi-
1997). La “crisis del Estado como orden jurí- ca del Estado, entendida como vigencia del
dico” vigente en un determinado territorio se orden legal en un determinado territorio, en
relacionaba así con la crisis de lo público. El ocasiones sirvió para legitimar una apelación
virtual desmantelamiento del Estado como casi ritual al Estado de derecho, cuando no a
orden jurídico, se decía, en lugar de fortalecer su recuperación exclusivamente en términos
a la sociedad civil, ponía en peligro la noción del monopolio de la fuerza legítima. La etapa
misma de ciudadanía. En aquel diagnóstico, siguiente incluyó la revisión del Estado como
lo público se relacionaba con la plena vigen- burocracia y como agente del bien común.
cia del Estado de derecho y su erosión, con la Estas dos dimensiones se relacionan en la re-
ausencia de las garantías básicas a los derechos cuperación del problema del desarrollo como
y con la fragilidad del orden legal para tornar en las nuevas propuestas de reforma estatal.
previsibles las acciones y orientar el cálculo Es interesante notar que en general, en este
social. “La ciudadanía se pone en juego, por abanico de propuestas se diluye un tanto el
ejemplo, cuando en una relación contractual, término sociedad civil y reaparece en cambio,
si una de las partes considera tener legítimo la referencia a la nación y al papel del Estado
motivo de queja puede o no recurrir a la in- en una estrategia nacional de desarrollo. Des-
tervención de una agencia pública legalmente de el punto de vista conceptual, la nación
competente de la que pueda esperar un trata- aparece conformada por clases y sectores de
miento justo para decidir la cuestión” clase y en casi todas ellas, aún en las más mo-
(O’Donnell 1997:56). Esta capacidad de re- deradas, se afirma que las instituciones que la
currir al orden legal y a las agencias especiali- representan no pueden limitarse a garantizar
zadas marcaba esta dimensión inherentemen- la propiedad privada y el cumplimiento de los
te pública de las relaciones privadas. contratos. El Estado debe volver a pensarse
Los procesos de perversa privatización de como el instrumento por excelencia de la ac-
lo público que se expresan en la corrupción, ción colectiva y que por ello debe ser fuerte, só-
en las formas de patrimonialismo y clientelis- lido y con capacidad de acción.
mo eran signo de la crisis del Estado entendi- La dimensión pública del Estado de la etapa
do como orden legal y de atomización de la anterior se amplía: ya no sólo aparece como
sociedad. Vulnerado el ejercicio del control y garante de la dimensión privada sino tam-
la responsabilidad pública, la distinción entre bién, “como foco de identidad colectiva para
las esferas del interés público y el privado se los habitantes de su territorio. Un Estado para
vuelve borrosa. la nación, invita al reconocimiento generaliza-

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do de un nosotros que cree o recree una iden- Alguna vez se dijo que la reivindicación de
tidad colectiva que estaría por encima o debe- lo público, había servido como respuesta al
ría prevalecer sobre conflictos y clivajes socia- lado más plausible del diagnóstico neoliberal
les” (O’Donnell 2006:66). También parece (crítica al autoritarismo y a la burocratiza-
redefinirse el alcance del Estado en la globali- ción, a las políticas públicas sin público, a la
zación: “El Estado (debe también ser pensa- ineficiencia de la gestión, a la corrupción, al
do) como filtro que trata de regular cuan ocultamiento y el secreto de Estado). Lo pú-
abiertos o cerrados están los diversos espacios blico, encarnado en la sociedad civil o en un
y fronteras que median entre el adentro y el espacio ciudadano autónomo, pudo erigirse
afuera del territorio y de la población” frente a un Estado colonizado por los intere-
(ibid.:67). En algunos de nuestros países se ses privados, frente a una práctica estatal
encara una transición estatal en la que se de- atrincherada en el secreto; y también, frente a
baten nuevas formas de participación política, un Estado cuyo papel en las políticas redistri-
de descentralización y de creación de espacios butivas y de inclusión, las derechas nunca ha-
para la forja de proyectos nacionales, en los que bían valorado y las izquierdas habían denun-
se contemplan diferentes formas de encauzar, ciado por reformistas1. Esa reivindicación
o no, la tensión entre política institucional tuvo, entre otras, la virtud de obligar a discu-
concentrada en el sistema de partidos y la po- tir y complejizar nociones como bien común o
lítica en las calles (Mayorga 2006). interés general y la de ligar lo público a la idea
La búsqueda del lugar común se desplaza de una pluralidad de espacios donde podía es-
entonces hacia nuevas formas de comunidad. cenificarse, en forma visible y abierta, el ca-
Estás pueden ser pensadas sobre una base de rácter problemático de aquello que podía
ciudadanía más o menos clásica, que incor- considerarse común a todos.
poran ahora la dimensión de la ciudadanía Pero también, llevó a pensar que esos es-
social y cultural; la cual sigue apuntando a un pacios de lo público, diferenciados del Estado
“nosotros cívico, pero que, sin embargo, debe y del mercado podrían, en última instancia,
ahora incluir cuestiones de consenso sobre el remplazar a ambos. En cierta retórica políti-
pasado y sobre el futuro, y articularse en tér- ca, esa nueva forma de pensar lo público sir-
minos de ‘proyecto de país’” (Garretón vió sólo para movilizar energías antiliberales,
2003:1). En otras soluciones, esa comunidad para reconducir antiguos impulsos antiestata-
apela a la idea de nación, recuperando el prin- les o para reeditar utopías de la sociedad au-
cipio discursivo de lo nacional-popular o, en torregulada. En ocasiones, se volvió a buscar
versiones aparentemente difíciles de conciliar, lo público-común-comunitario en comuni-
de lo multinacional o plurinacional. Podría dades imaginadas a partir de identidades cul-
pensarse que la antigua idea del espacio pú- turales homogéneas, que impondrían deberes
blico como bisagra entre sociedad y Estado, de solidaridad por encima o más allá, de los
como lugar diferenciado respecto del Estado derechos y garantías individuales. Otras ve-
y del mercado, como espacio de búsqueda de ces, al revés, la crítica llevó a la defensa, sin
comunidad y como lugar del debate abierto, mediaciones institucionales ni colectivas, del
se desplaza hacia figuras donde comparecen individuo-ciudadano. En otras, una especie
actores tradicionales y no tradicionales; lugar de invocación simplificada a la soberanía po-
en que se ponen en juego visiones de nacio-
1 Ya Hirschman (1991) en sus Retóricas de la intransi-
nalismos de Estado, visiones multiculturalis-
gencia había señalado la confluencia argumental, con-
tas (que reivindican un Estado multinacio- tra la vocación reformista, de cierta izquierda y de
nal) y visiones liberales más clásicas. cierto pensamiento conservador.

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Lo público hoy: lugares, lógicas y expectativas

pular llevó al cuestionamiento automático del Canto, Manuel, editor, 2005, Derechos de ciu-
sistema político. Al revés, desde una idea es- dadanía. Responsabilidad del Estado, Icaria,
trecha de la dimensión pública del Estado, en Barcelona.
ocasiones se vio en toda expresión externa a la Canovas, Margaret, 1999, “Trust the People!
política, una amenaza a la estabilidad y la le- Populism and the two faces of
gitimidad de lo público-sólo estatal. Democracy”, en Political Studies, No.
Los esfuerzos más reflexivos tratan de vol- XLVII, pp. 2-6.
ver más compleja esa búsqueda del lugar Cavarozzi, Marcelo, 1997, “Desestatización e
común. Uno de los desafíos que supone re- hiperpresidencialismo en la América La-
pensar lo público parte de reconocer que en tina contemporánea”, en Friedrich Ebert
ese espacio concurren formas de organiza- Stiftung, editor, Un Estado para la demo-
ción, de comunicación, de construcción cracia, Instituto de Estudios para la Transi-
identitaria que no pueden resolverse con una ción Democrática y Miguel Ángel Porrúa,
pura exaltación de las diferencias o con una México.
fácil celebración del consenso. También signi- Duby, George, 1987, “Prefacio”, en Peter
fica reconocer, en términos de globalización, Brown, Evelyne Patlagean, Michel
que las restricciones impuestas al concepto Rouche, Yvon Thébert y Paul Veyne, coor-
tradicional de soberanía o el reconocimiento dinadores, Historia de la vida privada,
de nuevas formas de acción colectiva supra- o Tomo 1, Taurus, Madrid.
transnacionales, no implican dar por muertas Hirschman, Albert, 1991, Retóricas de la In-
las fronteras jurisdiccionales de los Estados. transigencia, Fondo de Cultura Económi-
En la hipótesis de ese lento dibujarse del ca, México.
llamado “horizonte post-neoliberal” queda Hood, Ch., 1991, “A Public Mangement for
por ver cómo esto incidirá en el otro elemen- All Seasons?”, en Public Administration,
to que conformó el diagnóstico de la época Vol. 69, No. 1, Oxford.
anterior: aquel que refería a la pérdida de cen- Lechner, Norbert, 2006, “Construccion so-
tralidad de la política. Pero esa es otra cues- cial de las memorias”, en Elisabeth Jelin,
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