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Apunte sobre “el problema” de la organización

Apunte sobre “el problema” de la Organización

Joe Jacobs

Presentación

Joe Jacobs fue un activo militante comunista en los tortuosos años de entreguerras. Militó en el
Partido Comunista británico hasta que fue expulsado de esa organización, tras lo cual se pasó
a las filas del trotskismo. En su madurez, se integró a Solidarity, donde más tarde se convertiría
en el único miembro que alguna vez fue echado de dicha organización.

Solidarity fue una organización consejista que tuvo presencia en varias ciudades de Inglaterra
entre 1960 y 1981. Pese a ser poco numerosa, logró darle vida a un entorno muy activo de
militantes que publicaron y discutieron abundantemente, y que participaron en bastantes luchas
obreras en Inglaterra y en iniciativas de apoyo a luchas en otros países.

Junto con el artículo de Joe Jacobs, hemos traducido la breve discusión que lo acompaña en el
foro público de Libcom.org [1]. Dicho intercambio no sólo dio lugar a la publicación del texto de
Jacobs – que no estaba en ningún otro sitio en la red - , sino que además proporciona valiosa
información sobre el contexto político en que el autor escribió e intervino. Esta discusión previa
dice casi tanto de él y de sus ideas como el artículo propiamente tal.

El traductor

Discusión previa

Syndicalist:

En cuanto a Joe Jacobs... en http://libcom.org/library/review-joe-jacobs-out-ghetto-al-


richardson#comment-form se afirma que "...se unió al grupo Solidarity, donde recibió la dudosa
distinción de ser el único miembro que alguna vez fuera expulsado, y ello a instancias de Ken
Weller. En ese grupo Jacobs fue conocido como 'la máquina parlante'..." ¿Alguien tiene
información de primera mano sobre las razones de su expulsión? ¿Fue por desacuerdos
políticos o por conflictos personales (o ambas cosas, o algo más)?

Nastyned:

Si no recuerdo mal, lo que oí fue que Jacobs era un “espontaneísta” y que había entrado en
Solidarity sólo para destruirla.

Ret Marut:
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Creo que es algo más sutil que eso, Nastyned. Este artículo que él escribió para la revista
Solidarity en 1972, siendo miembro aún, difícilmente da a entender que quisiera destruir al
grupo. Lo que escuché – no digo que esta información sea definitivamente de fiar – es que
después de un tiempo en Solidarity Jacobs fue influido por el texto de Camatte Sobre la
organización, que describe las organizaciones políticas (a diferencia de la organización práctica
de tareas concretas) como antesalas del “aparatismo”.

“Dado que la esencia de la política es la representación, cada grupo está


siempre tentado a proyectar una imagen espectacular sobre la tela social. Los
grupos están siempre explicando cómo se representan en vista de ser reconocidos
por ciertas personas como la vanguardia que representa a otros, a la clase. Esto
se hace manifiesto en los famosos “lo que nos distingue” de varios pequeños
grupos en busca de reconocimiento. Toda delimitación es limitación y, con
frecuencia, rápidamente se reduce a algunos slogans de representación
destinados al espectáculo de algarabía ideológica. Toda representación política es
antesala y obstáculo para una fusión de fuerzas”.

Se supone que Jacobs consideró que esta crítica podía aplicarse a Solidarity y al parecer,
previsiblemente, el decirlo abiertamente provocó un quiebre. Eso es lo que oí.

Alf:

Fui miembro del grupo Solidarity de Oxford alrededor de 1972-73. Joe Jacobs vino de Londres
para ayudar a formar el grupo y en esa ocasión no manifestó ni rastro de desacuerdo con las
posiciones básicas de Solidarity. Así que concuerdo con Ret y dudo mucho de que Jacobs
tuviese la intención oculta de destruir al grupo.

Es más, la idea de “grupos autónomos” significaba que cada grupo local de Solidarity actuaba
más o menos por sí mismo – de hecho Joe nos dijo apenas llegó que lo que hiciéramos
dependía de nosotros (y lo que el grupo de Oxford hacía era actuar como un espacio donde
gente de izquierda implicada en campañas específicas se juntaba para contarse mutuamente lo
que estaban haciendo).

Fue en esa época que conocí a los “disidentes” de Londres que más tarde iban a formar
Council Communism y después World Revolution. Nos dividimos en una conferencia que tuvo
lugar en la primavera de 1973, si la memoria no me falla. Posiblemente el caso Joe Jacobs
salió a la superficie después de nuestra partida, porque no recuerdo que ninguno de los
compañeros de Londres mencionara el asunto.

Sin embargo, los compañeros de Londres pensaban que Solidarity (de Londres) era un buen
ejemplo de la “tiranía de la falta de estructura”: aunque su forma organizativa era “libertaria”, en
realidad estaba poderosamente dominada por una jerarquía informal en torno a Maurice
Brinton y quizás otros miembros, que habían roto con los hábitos trotskistas mucho menos de
lo que pretendían. Posiblemente era a ese ambiente a lo que estaba reaccionando Joe
Jacobs.

Lurdan:

Creo que Alf tiene razón sobre los motivos de la insatisfacción de Joe respecto a Solidarity de
Londres. No tengo mucho material a mano, pero por lo que recuerdo él trató de iniciar un
debate en torno a cosas que le preocupaban (me baso en las citas que él incluyó en su
artículo), y cuando eso no resultó, se esforzó por instalar el tema hasta que efectivamente llegó
un punto en que ellos se vieron obligados a expulsarlo. Como dice Alf, Solidarity tenía al
principio una estructura federativa. Cada cual era miembro del grupo local, que actuaba con
autonomía. Sin embargo, en un intento por imponerle orden a una estructura que consideraban
demasiado diversa, los de Londres lograron que se introdujera un sistema de membresía
nacional, paralelo a la membresía local. La consecuencia irónica de ello fue que, aunque
pudieron expulsar a Joe del grupo de Londres, no pudieron echarlo de la organización nacional.
Joe difundió un panfleto sobre su expulsión y llevó la discusión a la siguiente conferencia
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nacional, tras lo cual él y un pequeño grupo renunciaron. Después de eso Joe participó hasta el
momento de su muerte en la red Echanges [2].

Tras la publicación del artículo de Camatte Sobre la organización en Detroit en 1974, hubo un
debate acerca del mismo que continuó en varios números posteriores de Fifth Estate (esto fue
antes de que dicha revista se convirtiera al primitivismo, alrededor de 1980). Joe Jacobs había
estado reflexionando sobre “el problema de la organización” durante mucho tiempo antes de
leer ese debate, y les mandó una contribución que estaba en parte basada en algunos escritos
previos. Antes de que su artículo fuese publicado en junio de 1977, Joe murió. El texto
contradice explícitamente la idea de que Joe aceptara las visiones de Camatte, aunque al igual
que mucha otra gente en ese tiempo, reconocía la validez de algunas descripciones hechas por
Camatte de la vida dentro de los grupos políticos (David Brown, que también abandonó
Solidarity en la época del “affair Joe Jacobs”, estaba poderosamente influido por Camatte –
quizás esto contribuyó a la idea equivocada de que Joe se había vuelto “camattiano”). Como
sea, aquí está el artículo publicado en Fifth Estate. Tengo que decir que siempre me ha
gustado. Es obvio que influyó sobre el artículo que más tarde escribiría Henri Simon [3] sobre el
mismo tema.

Apunte sobre la Organización

Introducción de Fifth Estate

El autor del siguiente artículo, Joe Jacobs, fue un compañero inglés, una vez miembro de
Solidarity de Londres (una de las dos organizaciones que menciona en el texto). Él falleció
poco después de enviarnos este manuscrito. Aunque le hemos dedicado bastante espacio a
este tema en números anteriores de la revista, creemos que estas reflexiones de Joe, hechas
después de muchos años de actividad radical, echan alguna luz sobre “el problema de la
organización”, problema que con demasiada frecuencia ha sido ignorado.

***********************

Con unas pocas excepciones, lo que sigue fue escrito antes de conocer la discusión “sobre la
organización” contenida en las páginas de Fifth Estate. Leí el texto de Camatte/Collu Sobre la
Organización, cuando apareció en inglés en 1975. Leí el número de Fifth Estate (diciembre
1976) que contiene la discusión en torno a ese artículo. También puse atención al artículo de
Charles Reeve La revuelta contra el trabajo, o la lucha por el derecho a la pereza, en el mismo
número. Conozco los escritos de John Zerzan. Creo que son temas estrechamente
relacionados entre sí.

El punto de vista de Reeve también ha sido parte de una discusión entre suscriptores de
Echanges, y de otra entre miembros de Solidarity en Inglaterra. Además, existe una discusión
entre Solidarity y el grupo Social Revolution. Ésta surgió a partir de cierta actividad conjunta, y
de la alusión a una posible fusión de ambos grupos.

En cuanto al texto de Camatte/Collu, sólo me resta decir que acepto algunas descripciones que
ellos hacen de las organizaciones, pero rechazo este tipo de análisis y las conclusiones a que
llegan los autores.

¿Cuáles son los temas en discusión? Como yo lo veo, la idea de que la organización en
general es necesaria/deseable, en relación con un objetivo determinado. No quiero discutir
sobre cómo hacer que las personas, de cualquier tipo, funcionen con mayor eficiencia. Pongo
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en duda la creencia de que la actividad “organizada” es siempre más eficiente y se puede


separar de la actividad “desorganizada”. Me refiero a los intentos por crear un tipo de
organización no jerárquica, no elitista, no vanguardista, auto-definida, auto-gestionada.

Con las siguientes citas quiero definir el contexto político relevante, tal como lo percibo. No
creo que importe quién dijo qué. Si lo saben, por favor no me vinculen con las diferentes
opiniones de estos autores; o sea, no me acusen por asociación ilícita.

La época de la burguesía se caracteriza y distingue de todas las demás por el


constante y agitado desplazamiento de la producción, por la conmoción
ininterrumpida de todas las relaciones sociales, por una inquietud y una dinámica
incesantes. Las relaciones inconmovibles y mohosas del pasado, con todo su
séquito de ideas y creencias viejas y venerables, se derrumban, y las nuevas
envejecen antes de echar raíces. Todo lo que se creía permanente y perenne se
esfuma, lo santo es profanado, y, al fin, el hombre se ve constreñido, por la fuerza
de las cosas, a contemplar con mirada fría su vida y sus relaciones con los demás.

Otro escritor dijo:

Estamos en un período entre el “viejo” movimiento (que era en parte el de


organizaciones exteriores a los trabajadores) y el “nuevo” movimiento, que será el
de las organizaciones de aquellos que luchan por sí mismos.

Otro más:
Si el socialismo es el florecimiento pleno de la actividad autónoma de las masas, y
si las finalidades de tal actividad y de sus formas sólo puede emanar de la
experiencia de los propios trabajadores sometidos a la explotación y la opresión,
no hay nada que discutir acerca de inculcarles desde afuera la “consciencia
socialista” producida por la teoría, o de poner en nuestro lugar el liderazgo
revolucionario o la construcción del Socialismo… Lo otro es la contradicción
inherente a la idea misma de organización y de actividad revolucionaria: la
contradicción es cómo, sabiendo o creyendo que es el proletariado quien debe
llegar a concebir la revolución y el socialismo, que éstos sólo pueden surgir de él,
cómo esto no nos lleva a reclinarnos sobre nuestra espalda y a no hacer nada…

Última cita:

Siempre que la gente trata de hacer algo junta, se organiza. Todo el tiempo la
gente está haciendo cosas por sí misma y creando alguna forma de organización
opuesta a la organización capitalista que los encierra. Todos organizan, de un u
otra forma, su vida diaria. Al actuar así, hacen afirmaciones sobre sus
organizaciones, pero no se molestan en escribirlas. Actúan de diversas formas y
luego alguien puede escribir sobre cómo organizaron o fueron incapaces de
organizar su actividad.

Esto lo dijo uno de esos escritores, y para demostrar lo que dice, yo estoy escribiendo.

El debate entre Solidarity y Social Revolution es revelador. La mera existencia de esas dos
organizaciones no se entiende como expresión obvia de sus diferencias. Existe la ilusión de
que sus fines son los mismos, pero difieren en los medios para alcanzarlos. Hasta cierto punto
esta ilusión la comparten ambos grupos. Hay una separación entre medios y fines, pese a sus
declaraciones que afirman lo contrario. Social Revolution critica a Solidarity por atacar al resto
de la “izquierda” en vez de atacar al capitalismo. Claramente esto implica separar a la
“izquierda” del capitalismo, separación que Solidarity no hace, ya que a menudo afirma que la
“izquierda” es parte del problema, no de la solución. Social Revolution se ve a sí mismo como
parte de la “izquierda”; Solidarity tiene la ilusión de que no es parte de ella.

Cualquier examen serio de las cambiantes prácticas de estos grupos revela su interés en
preservar sus organizaciones separadas, ya que al igual que otros, hablan de “lo que nos
diferencia…”. Todos compiten por ser los más “únicos” y ejemplares. No se dan cuenta de que
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es esto lo que les hace iguales. Ambos grupos subrayan la necesidad de crear organización
revolucionaria “consciente”. Se ven a sí mismos como partícipes de una actividad que va a
aportar el “eslabón perdido” del proceso revolucionario. Si otros ofrecen el “liderazgo correcto”,
ellos ofrecen las “ideas correctas”. No debería sorprender que a aquellos a quienes se dirigen
les cueste notar la diferencia.

Lejos de “elevar la consciencia”, empeoran las cosas. Separan lo que llaman “creación
consciente” del “reflejo defensivo inconsciente”. Pero no se trata de una cosa o de otra. No
existe tal cosa como una actividad consciente que no esté sujeta a una masa de reflejos
individuales y colectivos, y viceversa; es decir, reflejos inconscientes que a menudo llevan a
una actividad consciente.

Lo que la gente puede hacer en una u otra dirección es impredecible. Sus acciones alteran las
relaciones entre fuerzas sociales y transforman las potencialidades para la acción futura. No
podemos decir por anticipado qué formas de organización permitirán satisfacer las necesidades
de la gente. No podemos decir, mientras transitamos nuestros variados caminos, cuál de ellos
lleva a la revolución.

Creer que podemos establecer, incluso en términos generales, un conjunto de


objetivos/pricipios que serán una base para la verdadera “organización revolucionaria” es una
ilusión. Podemos asociarnos - y lo hacemos, pues estamos obligados a actuar así – para
realizar determinados proyectos inmediatos. Podemos tener ideas, y las tenemos, sobre el
futuro a largo plazo; éstas cambian según sea el resultado de las acciones actuales y
consiguientes, y así sucesivamente. Se sigue que la “objetividad revolucionaria” consagrada en
una organización no es realizable y no puede ser perseguida de esta forma, a menos que creas
poseer la “verdad” definitiva.

Por esas razones entre otras, las relaciones entre grupos como Solidarity y Social Revolution
revisten poco interés fuera de sus respectivos miembros y unas pocas personas más. La
mayoría de la gente vota con los pies. Al igual que yo, actúan y piensan con ambigüedad, de
manera incoherente, conscientemente, inconscientemente, etc. Hay momentos en que este
comportamiento aparentemente contradictorio se funde en un movimiento de profundas
consecuencias revolucionarias. Tal movimiento produce también nuevas formas de
organización.

Los “hechos” son interpretados empíricamente, nuevas teorías surgen para ser probadas en la
práctica, la práctica revela nuevos “hechos” que hacen necesarias nuevas teorías, y así. Por
consiguiente las organizaciones no pueden establecerse y quedar fijadas por mucho tiempo.
Cambian, se dividen o son liquidadas. Mientras nos esforzamos por crear organización
efectiva, nos preguntamos por qué la “organización” está siempre en la agenda, y nos
lamentamos de la falta de resultados. No le prestamos atención a la enorme cantidad de
actividad que surge de los conflictos generados por las divisiones de la sociedad capitalista,
que no está basada en ninguna teoría precisa sobre la orientación a largo plazo de una
sociedad en constante cambio. Los “revolucionario” con sus ideas sobre el tipo de sociedad
que consideran inevitable o deseable, critican toda actividad que no apunte a la realización de
sus objetivos.

Con todo, siempre se describe la actividad como “espontánea”, “salvaje”, “informal”,


“desorganizada”, “autónoma”, etc. El “ausentismo”, la “huelga de brazos caídos”, el “sabotaje” y
el “paro” requieren de una gran cantidad de decisiones individuales y de pequeños grupos.
Mientras los “gurús de la teoría revolucionaria” buscan el “contenido socialista” sin poder
encontrarlo. Hablan de “apatía” y de “privatización” porque poca gente toma en cuenta sus
ofrecimientos. Dicen que la gente actúa con “indiferencia” como si eso fuera una especie de
crimen. Ven cómo disminuye la participación de los trabajadores en todo tipo actividad sindical
y política como si eso evidenciara una profunda enfermedad de la clase trabajadora. No
pueden ver la revolución desarrollándose bajo sus propias narices, porque sufren de “paranoia
de la recuperación”, “fetichismo organizacional” y “manía del método”. No ven el significado de
que la gente actúe por sí misma y rechace las organizaciones políticas existentes. Hay
abundantes pruebas de que el aumento de estas actitudes prácticas está minando las bases de
las relaciones sociales dadas.
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Creo que hay formas específicas de actividad que son capaces de reconocer la gran
importancia de este movimiento supuestamente desorganizado, que atemoriza a los
explotadores y manipuladores en todas partes. Podemos ser parte de este movimiento de
muchas maneras. Reuniendo información sobre los esfuerzos por resistir al control y la
dominación, en los lugares de trabajo y en otros lugares. Poner esta información a disposición
de otros, es sólo una forma de actividad. Ciertamente, la selección del material, su preparación
y exposición, etc., dependerán de quiénes asuman dicha tarea. Así ocurre cuando esto lo
hacen, por motivos particulares, propagandistas, agitadores, profesores, líderes, etc., que
buscan reclutar activistas para su propia acción y organización. Es distinto cuando no convocas
a construir una organización particular sino que destacas el tipo de organización creada por los
protagonistas de sus propias luchas, sin decirles cómo atarse los cordones de los zapatos.

El problema de la organización que hechiza a los “revolucionarios” se puede ver de una forma
distinta si tratamos de aprender de las luchas cuyos objetivos son definidos por quienes
quieren mantener el control de su propia actividad, y que rechazan a los “intervencionistas
revolucionarios” y sus recomendaciones teóricas. Pocas veces se rehúsa un ofrecimiento de
ayuda desinteresada, y la diferencia se entiende bien.

Con frecuencia las teorías degeneran y se convierten en doctrina, o aún peor, en dogma. Esto
lleva a sus adherentes a crear organizaciones que pueden volverse fines en sí mismos, que
necesitan ser defendidas y perpetuadas contra toda oposición, hasta que una realidad
cambiante las deje obsoletas. Si una organización cumple sus objetivos, se sigue que hay que
definir nuevos objetivos y que surge la necesidad de nuevas organizaciones. En este sentido,
el problema de la organización es un proceso interminable de enorme complejidad. La teoría
como guía para la acción es contraproducente si se ignoran los puntos de vista discordantes, o
si todos los que discrepan de tu teoría son menospreciados como incapaces de comprender, o
como faltos de consciencia, etc.

Consciencia es un término que usan, conscientemente o no, los tiranos para justificar su
dominación sobre otros. Presumen de saber lo que es bueno o malo, correcto o equivocado,
racional o irracional, coherente o incoherente, progresivo o reaccionario, revolucionario o
contrarrevolucionario, etc. Todos tenemos que hacer juicios de valor, pero no necesitamos
obligar a otros a aceptarlos contra su voluntad, sólo porque pensamos que por su propio bien
nosotros los entendemos mejor de lo que ellos se entienden a sí mismos.

Usamos términos como Libertad, Igualdad, Democracia, que sólo se pueden definir dentro de
un contexto preciso y sólo por un tiempo relativamente breve, tras lo cual adoptan otros
significados. Dichos términos sólo se pueden aplicar en grados distintos de forma y contenido.
No sólo se definen en contraste con sus opuestos: son proporcionales a ellos.

Organización es uno de esos términos. No se le puede oponer a la ausencia o falta de


organización, puesto que ambos son únicamente diversos grados de lo mismo. Son aspectos
de un proceso por el cual se expresa la actividad. La organización no es sólo un medio para
resolver problemas, también crea problemas. Especialmente la forma en que se toman las
decisiones. Qué tipo de diferencias se pueden tolerar, cómo manejar a los disidentes, por no
mencionar las relaciones personales entre los miembros, que pueden resultar decisivas. Y
tantos otros problemas, demasiado numerosos para mencionarlos todos.

Organizados o no, todos adherimos a ciertas ideas y valores y actuamos de acuerdo a ideas y
valores contradictorios. El condicionamiento nunca puede ser totalmente efectivo, de otro modo
no podría haber ninguna oposición a los objetivos de los dirigentes. Podemos trastornar la
explotación organizada, y lo hacemos. El desarrollo de la tecnología y de las técnicas de
gestión proporcionan mayores oportunidades para la lucha de individuos y pequeños grupos,
lucha que tiene sus limitaciones, pero que también puede ser ilimitada al igual que otras formas
de lucha. La praxis incluye el descubrimiento y la invención a través de innumerables formas de
exploración de lo desconocido. Esto termina revelando mucho más de lo que esperábamos
descubrir. Vivimos y actuamos en una realidad desconcertante, compleja, ambigua,
contradictoria, indefinible. No hay “bolas de cristal” que nos muestren el curso de los
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acontecimientos futuros. No hay ningún camino hacia la comprensión total. Esto no es excusa
para no tratar de entender y de actuar dentro de las limitaciones humanas.

Estoy dolorosamente consciente de que sólo puedo rasguñar la superficie de este vasto tema.
No seáis demasiado severos conmigo si he pasado por alto algún aspecto que considerabais
más importante que los que sí he tratado. Puede que tengáis razón. Me interesa más indagar
en movimientos que nadie creó conscientemente, y que se defendieron en algún tipo de
manifiesto; por ejemplo, Hungría en 1956, Francia en mayo del 68, Polonia en 1971-72-76.
Nuevas relaciones entre hijos y padres, entre alumnos y profesores, entre mujeres y hombres,
etc. Las cambiantes actitudes hacia el trabajo – ausentismo, sabotaje, el trabajo mismo. La
llamada “apatía”, la desmovilización [4], algunos estilos de vida experimentales, la actividad
social y comunitaria. La revolución es el resultado de la actividad humana y el primer día de ella
es hoy. Lo que haya pasado antes puede resultar que tenga consecuencias revolucionarias
que aún pueden desarrollarse. También podemos deshacernos de algunas ilusiones sobre lo
que antes considerábamos “actividad revolucionaria”, incluyendo la forma en que pensamos
acerca de la organización.

Y he dicho bastante. “La mayoría de la gente no escribe”. Actúa, piensa y habla. Escúchenlos.

- Joe Jacobs

Notas

[1] La discusión sobre Jacobs, y su artículo, están en http://libcom.org/forums/history-culture/joe-jacobs-


10012009
[2] Echanges et Mouvement fue una red de correspondencia fundada en 1975 por antiguos miembros del
grupo consejista Information et Correspondances Ovrières (ICO).
[3] Se refiere al artículo de Henri Simon “Reflexiones sobre la organización”.
[4] A falta de un término mejor, hemos traducido como “desmovilización” el término “opting-out”, que
señala la negativa rebelde, obstinada y serena a hacer aquello que normalmente se espera de uno.

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