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DISPOSITIVOS DE EMPODERAMIENTO

PARA EL DESARROLLO PSICOSOCIAL

ALFONSO SÁNCHEZ PILONIETA*


PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

RESUMEN
Este trabajo presenta una reflexión en torno a las alternativas de comprensión e intervención psicosocial,
que hoy atañen a las psicólogas y los psicólogos sociales, frente a los dinámicos y conflictivos procesos de
interacción y desarrollo humano, imponiendo abordar el debate sobre la pertinencia teórica y metodológica
de muchos de sus conceptos, entre ellos el, para algunos muy incómodo, de empoderamiento, reciente-
mente vinculado al ámbito del pensamiento y la práctica psicosocial. La reflexión considera tres puntos: el
primero, una breve puntualización sobre el término de empoderamiento y el debate sobre sus alcances
conceptuales; el segundo, una mirada a la propuesta de la perspectiva narrativa como estrategia general de
los dispositivos de empoderamiento; y el tercero, la confrontación empírica del valor heurístico del empo-
deramiento como categoría de análisis, a la luz de los resultados obtenidos en la investigación de campo
realizada sobre una experiencia de desarrollo sindical en Colombia. Los resultados muestran la cualifica-
ción de los discursos y la ampliación de las concepciones relacionales de los miembros del sindicato,
avanzando hacia la comprensión de las relaciones de poder implícitas en sus propias acciones e incrementando
las visiones de actuación para el logro de mayores niveles de realización individual y social mediante la
actividad gremial.
Palabras clave: psicología social, empoderamiento psicológico, desarrollo psicológico.

ABSTRACT
This paper presents a reflection on the alternatives of psychosocial understanding and comprehension
that concern social psychologists, regarding the dynamic and conflictive human development and
interaction processes, imposing to address the discussion on the theoretical and methodological
pertinence of many concepts, incluiding that of empowerment, recently linked to the scope of
psychosocial thought and practice, and for some very uncomfortable. The reflection will address three
issues: the first one, a brief detail of the term and its conceptual scope; the second is a look at the
narrative perspective as a general strategy of the empowering devices and the third one is the empirical
confrontation of the heuristic value of empowerment as a category of analysis, in light of the results
obtained in field research done around an experience of labor union development in Colombia. The
results show the qualification of the discourse and the enhancement of the relational conceptions of
the union´s members, moving forward towards the understanding of the implicit relationships of
power in their own actions and incrementing the visions of acting towards the achievement of greater
levels of individual and social fulfillment by means of guild activity
Key Words: Social psichology, physichology empoverment, pychological development.

* Correo electrónico: alsanchez@javeriana.edu.co

Univ. Psychol. Bogotá (Colombia) 1 (2): 39-48, julio-diciembre de 2002 ISSN 1657-9267
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Introducción de ignorar o de ocultar las realidades del poder, la des-


La reflexión en torno a las alternativas de compren- igualdad y la opresión, que son precisamente las realida-
sión e intervención psicosocial, que hoy nos atañen a las des que conforman las experiencias vitales de las personas
psicólogas y los psicólogos sociales, frente a los dinámicos y las comunidades (Rowlands, 1997).
y conflictivos procesos de interacción y desarrollo huma- El empoderamiento, como constructo, pretende
no, nos impone abordar el debate sobre la pertinencia ofrecer algo que hoy tiende a escapárseles a todos los
teórica y metodológica de muchos de sus conceptos, entre otros constructos que le compiten, no obstante la diver-
ellos el, para algunos muy incómodo, de empoderamien- sidad de acepciones que puedan asumirse: el indisociable
to, recientemente vinculado de manera enfática al ámbito anclaje de la comprensión de la constitución del sujeto y
del pensamiento y la práctica psicosocial. su comportamiento psicosocial en la pluralidad de for-
En concreto, en esta reflexión se considerarán tres mas del ejercicio del poder.
puntos: a) Una breve puntualización sobre el término de Quizás parte de la omisión, rayana en confusión,
empoderamiento y el debate sobre sus alcances conceptua- surge porque el concepto raíz, el poder, es también objeto
les, en particular teniendo en cuenta el origen difuso del de intensa polémica en todas las ciencias sociales. Baste
término pero en especial su adscripción al campo de la recordar al respecto la célebre frase de Bertrand Russell
dinámica administrativa organizacional, no siempre afín a (1938) “El concepto fundamental de las ciencias sociales
las expectativas de los agentes de desarrollo social. b) Una es el Poder, en el mismo sentido en que la Energía es el
mirada a la propuesta de la perspectiva narrativa como estra- concepto fundamental de la física”. Concepto funda-
tegia general de los dispositivos de empoderamiento, con- mental, pero tal vez por eso mismo, cargado de polisemia
siderada como alternativa metodológica para el trabajo de y fardos de intereses más o menos velados.
campo y de procesamiento de la información emergida Puesto que en general, aunque con diferentes gra-
desde los discursos de los diferentes actores sociales. c) La dos y matices, el poder se concibe “como un procedi-
confrontación empírica del valor heurístico del empodera- miento para forzar los deseos, doblegar las voluntades,
miento como categoría de análisis, a la luz de los resulta- ya sea seduciendo, convenciendo, castigando o compran-
dos obtenidos en la investigación de una experiencia do” (Ibáñez, 1983) o bien, como la capacidad de que
sindical concreta, con el propósito de evidenciar los logros dispone una persona o un grupo para lograr que otra
en la resignificación de las realidades relacionales en que se persona o grupo haga algo en contra de su voluntad, un
inscribe la acción gremial de tales sujetos sociales. elemento central del debate radica en la delicada y casi
escurridiza distinción entre dos posibles formas de de-
1. El debate sobre los alcances conceptuales nominación amplia del poder, un poder negativo o poder
sobre y un poder positivo o poder para.
del término empoderamiento
El poder negativo o poder sobre, tiende a ubicarse en
El constructo teórico de empoderamiento tiene una
historia de vicisitudes aunada a las más o menos efíme- relación con los procesos de toma de decisiones, el conflic-
ras apariciones en la escena del pensamiento psicosocial, to y el uso de la presión y la fuerza, y podría describirse
de otros constructos tales como conciencia crítica, desa- como un ejercicio de poder de suma cero, pues cuanto
lienación, emancipación, autorrealización, resiliencia, re- más poder tiene una persona, o una de las partes, menos
versión de la desesperanza y autonomía, todos ellos tiene la otra. En otras palabras, este poder sobre se define en
diseñados con el propósito de ofrecer una vía conceptual relación con la obediencia y la sumisión, ya que se conside-
a la comprensión de ciertos procesos de desarrollo hu- ra que ciertas personas tienen control sobre otras. Por tan-
mano —grupales e individuales—, referidos desde uno to, constituye un mecanismo de dominación cuyo uso,
u otro enfoque a la compleja dinámica de la constitución con más o menos sutileza, puede verse en la vida cotidia-
del sujeto social y al despliegue de sus múltiples posibi- na de la gente, en sus relaciones más próximas, en sus
lidades en el marco de entornos desfavorables u obsta- vínculos comunitarios y aún más allá de ellos.
culizantes de dicho desarrollo. Por esto mismo, el Esta forma de poder, definida en términos de
empoderamiento tiene en su uso práctico mucha simili- dominación y obediencia, tiende a contrastar con aque-
tud con otros conceptos empleados por los agentes y lla otra que se define en términos generativos, es decir,
programas de desarrollo social, tales como: participa- el poder para, donde al no haber un real conflicto de
ción, fortalecimiento de capacidades, sostenibilidad o intereses entre las partes, el aumento de poder de una
desarrollo institucional. Sin embargo, esta tendencia a de ellas no disminuye necesariamente el de la otra, es
emplear conceptos que dejan por fuera de escena, a veces decir, donde se puede dar un ejercicio de poder que no
intencionalmente, los problemáticos conceptos del po- es de suma cero. Es lo que comúnmente se entiende
der y su distribución, se ha convertido en una forma más por poder positivo.

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A partir de estas definiciones, el empoderamiento Desde esta concepción dialéctica del empoderamien-
habría de referirse al desarrollo e incremeto de las formas to, que integra y supera la simple concepción dicotómica
de ejercicio del poder para, aumentando la capacidad de del poder sobre vs. el poder para, podemos distinguir, siguien-
una persona o grupo de cuestionar y resistirse al poder do a Rowlands, tres dimensiones de actuación del em-
sobre (Rowlands, 1997). poderamiento, mutuamente generativas, que por tanto
Sin embargo, aquí vale la pena hacer una puntualiza- pueden diferenciarse pero en ningún momento separarse:
ción: si bien el empoderamiento debe consistir en intro- a) La dimensión personal. Sobre ésta, el empodera-
ducir dentro del proceso de la toma de decisiones a las miento supone desarrollar el sentido del yo, de la confian-
personas que se encuentran fuera del mismo, haciendo za y la capacidad individual, y deshacer los efectos de la
énfasis en el acceso a las estructuras políticas y a los proce- opresión interiorizada. Implica el reconocimiento de una
sos formalizados de esa toma de decisiones y, en el ámbi- tensión empoderante y autoconstitutiva.
to económico, en el acceso a los mercados y a los ingresos Las acciones que parten exclusivamente de las de-
que les permitan participar en la toma de decisiones eco- mandas y de los deseos de las personas que participan en
nómicas, todo poder para, aunque sea colectivo, es un poder ellas, son un paso hacia el empoderamiento, pero no
sobre otros intereses personales, de grupo, clase, sector, enfrentan por sí mismas las presunciones que esas per-
etc., y la ampliación posible del poder para no anula la nece- sonas (y las que están a su alrededor) hacen sobre lo que
saria dialéctica de poder entre dichas formas. La conciencia pueden y lo que no pueden hacer, sobre las formas como
crítica sobre los intereses en juego en la dinámica del poder la opresión interiorizada, en combinación con un con-
favorece que se amplíen los espacios de coherencia perso- texto económico y social específico, operan para restrin-
nal, de no antagonismo, de consensos solidarios, etc., gir las opciones que la gente percibe como posibles y
pero no anula de tajo las contradicciones de intereses que como legítimas.
subyacen y se camuflan tras las contradicciones visibles o b) Las relaciones próximas. En este contexto el em-
aparentes, ni tampoco evita las necesarias tensiones intra e poderamiento se refiere al desarrollo, en el sujeto, de la
intersubjetivas propias de la condición histórica del sujeto capacidad de negociar, agenciar e influir en la naturaleza o
humano. Es decir, no obvia el inevitable dilema ético pre- sentido dado a sus relaciones interpersonales y a las de-
sente en toda decisión humana. cisiones de interaccción que se toman dentro de ellas.
La comprensión crítica de las formas dominantes de c) La dimensión colectiva. Presente cuando se ac-
poder sobre, además de llevar a la comprensión de las diná- túa sobre la capacidad de los individuos de trabajar
micas de la opresión que afectan la capacidad de participar conjuntamente para lograr un impacto más amplio del
en la toma de decisiones formales e informales, debe con- que podrían haber alcanzado cada uno de ellos por se-
ducir a la develación de las formas de opresión interioriza- parado. Esto incluye el desarrollo de la participación en
das, mediante las cuales los individuos o los grupos se las estructuras políticas locales, regionales o en contex-
perciben y perciben su capacidad de actuar e influir en el tos más amplios.
mundo que les rodea. El empoderamiento se propone, Estas dimensiones de actuación empoderante esta-
por tanto, como algo más que el simple hecho de abrir el rían conjuntamente expresadas al decir que el empodera-
acceso a la toma de decisiones; también debe incluir los miento se posibilita en tanto que la gente se problematiza,
procesos que llevan a las personas a percibirse con la capa- desarrolla una clara conciencia de las necesidades y de los
cidad y el derecho a ocupar esos espacios decisorios, a recursos, de las posibilidades y de las limitaciones, así como
asumirse como sujetos éticos frente a todas y cada una de de la manera como se superan las primeras y se hacen
sus acciones; como la posibilidad de reconocer el poder en efectivas las segundas, pudiendo llegar a constituirse en
todos los seres humanos, y la consiguiente capacidad de una minoría disidente en la medida en que su labor
convertirlo en una fuerza motivante positiva y no en un autoafirmativa puede chocar con los intereses de institu-
elemento de opresión. Este poder se concibe como “una ciones, grupos o personas con puntos de vista opuestos,
relación social, en contraste con otras conceptualizaciones” que ocupan posiciones de autoridad y poder establecido
(Serrano y López, 1994), Así, la necesaria develación de las (Montero, 1994).
estructuras, los mecanismos y dispositivos de poder fren- Como conclusión de esta primera reflexión, y
te y desde los cuales el sujeto humano se erige como posi- aventurando una posible definición, se diría que em-
bilidad, sólo convierte la reflexión y las acciones de poderamiento es un proceso intencional, intersubjeti-
intervención psicosocial en dispositivos de empodera- vo y continuo de conversión de los individuos en
miento, cuando se integran las implicaciones individuales sujetos conscientes de sí mismos, de las circunstancias
e intrapsíquicas de cada caso particular, con las inevitables y del entorno social, mediante la acción comprensiva,
determinaciones histórico-culturales de nuestra forma de crítica y transformadora sobre sus propias interaccio-
ser y estar en el mundo. nes sociales.

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Para ver esta definición operacionalmente, quizás las líneas de acción que se promocionan y las que se
tendríamos que recurrir a un conjunto de indicadores, excluyen (Gergen 1985).
tales como: argumentación crítica, juicio ético, visión Mediante la acción narrativa, lo que está instituido
contextual, acción propositiva, asertividad, vinculación se reafirma, lo que no ha sido tenido en cuenta puede
solidaria, y otros que denoten las formas o grados de pasar a un primer plano, y viceversa; se abre la posibili-
comprensión y control de las fuerzas y dinámicas perso- dad de la existencia y expresión de discursos y acciones
nales, sociales, económicas y políticas en que se inscriben diferentes a las dominantes como igualmente válidos, y
los actores sociales. cambia la posición del individuo en el mundo, en la
medida que aquellos que habían estado en el centro, en
una posición dominante, pierden la legitimidad de su
2. La perspectiva narrativa como estrategia discurso, su jerarquía, al tiempo que los subordinados y
general para los dispositivos de empoderamiento excluidos pasan a ser oídos. El flujo de las historias indi-
Si presumimos de tener un concepto satisfactorio viduales y colectivas tiene efectos notorios sobre la con-
o al menos relativamente claro de empoderamiento, la ducta individual y grupal, crea significados, emociones,
pregunta siguiente es: ¿cómo hacerlo?, ¿cómo generar memoria, identidad y también futuros posibles, am-
dicho proceso?, ¿cómo puede el sujeto dar cuenta de su pliando los espacios para la conciencia crítica e histórica
propia tensión empoderante y autoconstitutiva? del sujeto sobre sí mismo. Esto es, superando la inter-
Aquí es donde aparece la perspectiva narrativa como pretación de la realidad desde los estrictos esquemas de
una estrategia básica para el desarrollo de los dispositi- lo observado pues “…cuando se está demasiado pre-
vos de aproximación a la práctica y al conocimiento del ocupado por conceptos previamente elaborados, no se
empoderamiento: escuchar, amplificar y dar valor a las ve lo que lo vivo tiene de arraigado y a la vez de móvil
historias de la gente, para que la gente descubra sus his- (...).Un cierto fetichismo del rigor se priva de captar lo
torias, cree y se recree en otras nuevas. que está vivo en la cultura” (Maffesoli, 1997).
Cuando Kenet Gergen (1978) recuerda el carácter En el mismo sentido cabe considerar el llamado de
negociado del hecho social como actividad intersubjetiva la propuesta posmoderna, de una amplitud generaliza-
y parte de un mundo simbólicamente transferido, recal- da hacia las versiones de verdad que en el escenario de la
ca que la realidad puede mirarse con distintos lentes, que vida cotidiana —e incluso del mundo intelectual— con-
cualquier conducta o acción puede interpretarse de dife- frontan sus propias pretensiones, es decir, por el intento
rentes maneras que, a su vez, están relacionadas con los de recuperar todas las historias, todas las sabidurías pa-
sistemas de significación comunes dentro de un ámbito sadas y todos los esfuerzos colectivos que había oculta-
de cultura. En otras palabras, que toda acción humana es do o negado la modernidad (Heller y Fehér, 1988).
relacional, que toda interacción está orientada por un sa- Sin embargo —y ésta es una segunda puntualización
ber, que todo saber es una forma de comprensión y que importante—, la escena narrativa no es nunca una trama
toda comprensión está vinculada a los horizontes de homogénea o armónica, su dinámica es de conflicto entre
sentido provistos por las formas culturales en que se da. diversos y entrelazados discursos con mayor o menor vo-
Más aún, que toda forma cultural no es otra cosa que un cación hegemónica. Las narrativas naturales, es decir, aque-
escenario narrativo en el que movilizamos —mediante llas que son comunes a un grupo y que se comparten
múltiples formas de relato— nuestros deseos, sentires y gracias a diversas formas de interacción social (textos, di-
pensamientos frente al mundo que construimos por bujos, actuaciones, rituales, objetos, etc.) diciendo no sola-
ellos mismos. mente quiénes son, quiénes han sido, sino también quiénes
Por tanto, las llamadas explicaciones objetivas que pueden y quieren ser, se ensamblan en permanente ten-
pretendemos darnos sobre el mundo social y nuestras sión con las narrativas culturales dominantes, o historias
formas de vivir en él, constituyen formas de discurso, y sobresaturadas, transmitidas mediante los medios de co-
su “objetividad no es el producto de la verosimilitud municación o instituciones sociales que tocan la vida de la
entre palabra y objeto, sino el de la habilidad retórica” mayoría de la gente, comunican estereotipos e imponen
(Gergen, 1989) dentro del conjunto de convenciones pautas de comportamiento. Discursos que evidencian,
imperantes en un determinado contexto sociocultural. como dice Foucault (1981), que “cada sociedad tiene su
La trama narrativa configura y legitima las causas régimen de verdad, su política general de la verdad: es decir,
por las cuales históricamente unas formas de entendi- los tipos de discurso que acoge y hace funcionar como
miento prevalecen sobre otras: conflictos, comunica- verdaderos o falsos, el modo como se sancionan unos y
ción y retórica, en los que las formas de negociación otros; las técnicas y los procedimientos que están valoriza-
tienen un significado crítico para la vida social, no sólo dos para la obtención de la verdad; el estatuto de quienes
en el ámbito de los referentes teóricos sino también en están a cargo de decir lo que funciona como verdadero”.

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Estas historias dominantes son conocidas por la Así pues, desempeñan el mismo papel que el ritual en
mayoría de la gente y actúan como un telón de fondo las sociedades primitivas: el de movilizar la energía so-
influyente contra las posibles narraciones personales o cial” (Maffesoli, 1997).
comunitarias más localizadas. Permanecen tan poderosas Es precisamente esa comunicación sentimental con
que es difícil conseguir que historias propias se constitu- los otros la que posibilita y potencia la construcción de
yan en alternativas para reemplazarlas. Por esto, la misma nuevas narrativas personales y comunitarias, desde las
idea foucaultiana plantea la necesidad de visibilizar el siste- cuales los sujetos serán capaces de, acudiendo a palabras
ma de poder que intercepta, prohíbe e invalida ese discur- de Maffesoli, “comprender, de una manera encarnada, lo
so y ese saber, ese otro saber individual o comunitario, de que pasa con la vida concreta, siempre la misma y siem-
“ver históricamente cómo se producen efectos de verdad pre nueva, al hallar en la bondad del sentido común su
en el interior de discursos que no son en sí mismos ni fuerza de resistencia y el principio mismo de su vitali-
verdaderos ni falsos” (Foucault, 1977). Sistema de poder dad”, definir su propia condición de sujeto ético y crear
—vale recordarlo— del que hacen parte los mismos traba- las nuevas formas de estar en el mundo, a pesar y con-
jadores e investigadores sociales, ya que la propia idea de frontando las múltiples exclusiones que los someten;
que ellos son (o somos) los agentes de la conciencia y del capaces, o con el poder de inventar su propias resiliencias
discurso legítimos, forma parte de ese sistema. contemporáneas.
Pero entonces, ¿qué historias son legítimas? Qui- Según el grupo de empoderamiento de la Universi-
zás sólo podamos responder diciendo que son aque- dad de Cornell (citado por Olza, 1998), que define empo-
llas que empoderan a la gente, y eso deben definirlo los deramiento como “un proceso intencional y progresivo
sujetos a través del descubrimiento, la creación y ampli- centrado en la comunidad local que compromete un mu-
ficación de sus narraciones e historias personales y co- tuo respeto, reflexión crítica, participación en la conversa-
munitarias, donde planteen qué significa para ellos ser ción grupal, frente a la carencia que la gente tiene para poder
poderosos. compartir fuentes valiosas que les permitan ganar más
Es posible constituir nuevas comunidades narrati- acceso y control sobre estas fuentes”, podemos asumir
vas desde los diversos tipos de organizaciones de co- que por fuente valiosa, o poderosa, se entiende la habili-
operación o trabajo colectivo; en ellas, la gente puede dad para contar la historia personal y tener acceso e influir
generar ayuda social y emocional, ofreciendo otras vías las historias o narrativas colectivas. Bien sabemos que aque-
para pensar y hablar de ella misma, desde su sentido llos que carecen de poder social, político y económico, sien-
común, luchando contra las formas de poder allí donde ten que es muy difícil buscar cambios personales, o
son a la vez su objeto e instrumento: en el orden del comunitarios, sin el apoyo de una colectividad que pro-
saber, de la verdad, de la conciencia, del discurso, con un porcione una nueva narrativa común.
lenguaje vívido, metafórico, puesto que, siguiendo a Así, el ámbito privilegiado para construir empode-
Maffesoli (1997): “la intuición y la utilización de la metá- ramiento es la vida cotidiana, como lo plantea Foucault
fora son, precisamente, expresiones de ese sentido co- (1977), “todos aquellos sobre quienes se ejerce el poder
mún; se esfuerzan por superar las mediaciones para como abuso, todos aquellos que lo reconocen como in-
acceder directamente al propio núcleo de las cosas; se tolerable, pueden emprender la lucha allí donde se ha-
interesan ante todo por el aspecto concreto de los fenó- llan y a partir de su propia actividad”. Dado que la realidad
menos y participan así de un impulso vital”. Por ello, las se construye socialmente, para cada sujeto esa realidad es
metáforas y otras formas narrativas favorecen el arte de la “al mismo tiempo su propia creación espiritual como
descripción, haciendo resaltar los fenómenos por sí mis- individuo histórico social. Cada individuo debe —perso-
mos, sin remitirlos a algo más allá de ellos, que les otor- nalmente y sin que nadie pueda sustituirle— formarse una
garía su sentido. Ellas, a diferencia del concepto claro y cultura y vivir su vida” (Kosik, 1963). En ese sentido, los
distinto, no aspiran a la cientificidad positiva; al conten- individuos y las comunidades tienen la opción de resis-
tarse con describir, ayudan a comprender sin pretender tir y de cambiar los discursos a los que están sujetos, por
por ello explicar. el camino del empoderamiento.
Existe un poder en la palabra que se corresponde Es por esto que, como conclusión de este segundo
con la fuerza de las imágenes, puesto que el símbolo, punto, la perspectiva narrativa se demuestra como una
antes que delimitar con precisión, sugiere el ir más allá estrategia privilegiada en la generación de los procesos de
del cerramiento de la palabra misma. empoderamiento, que de acuerdo con Rappaport (1995),
Por ello, los discursos empoderantes transitan por corresponde a la psicología mediante la formulación de
un lenguaje metafórico que resalta “un estado determi- una agenda social de poder, para abordar lo conceptual
nado de las cosas, acentúa una de sus cualidades y sobre desde una teoría que ayude a comprender y potenciar los
todo hace entrar en comunicación sentimental con el otro. procesos mediante los cuales la gente descubra, cree y dé

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voz a nuevas narrativas colectivas que sostengan su propia Aquí, lo más importante de resaltar es que con esta
historia, adquirieran mayor control sobre su propia reali- metodología se lograron generar colectivamente nuevos
dad, liberándose de las narraciones dominantes y recons- elementos discursivos, que no sólo replantearon discur-
truyendo las propias, como forma de lograr el cambio sos existentes, legitimadores de prácticas obstaculizantes,
personal y comunitario. Idea compatible con el pensamien- sino que se introdujeron nuevas formas de inteligibilidad
to gramsciano ya clásico sobre la noción de hegemonía y comprensión, propiciadoras de nuevas formas relacionales
(Gruppi, 1988) y el contundente llamado de Martín-Baró y de acción individual y colectiva en el seno de la organiza-
(1987) con su propuesta teórico-práctica de una psicología ción. Crecimiento percibido incluso desde la complejidad
liberadora. del discurso y la riqueza de vocabulario ganadas.
Veamos algunos segmentos del discurso colectivo
resultante, redactado por y para los miembros del sindi-
3. Una mirada a una experiencia sindical cato. Vale la pena advertir que el discurso amplio, puesto
desde el empoderamiento en la escena del sindicato, es una narración impregnada
A manera de rápida ilustración de la utilidad in- de anécdotas, datos y referencias a momentos, lugares y
vestigativa que ofrecen el concepto de empoderamien- personas que dan cuerpo vivo a la historia, pero que
to y la perspectiva narrativa selañalados, se hará referencia aquí, obviamente debemos omitir.
a los principales resultados obtenidos en el trabajo ti- Escuchemos partes de esa voz colectiva:
tulado “Descifrando narrativas en clave de empodera-
…En nuestro sindicato es evidente la existencia de
miento: reflexiones sobre la constitución de sujetos
una narrativa colectiva socialmente visible, aun-
ético-políticos”.
que calificada como hegemónica en algunos esce-
Éste fue un estudio realizado con uno de los sindi- narios, mediante la cual se ha construido un discur-
catos estatales vinculado al sector agrario en Colombia, so alternativo que rompe con la narrativa dominante
una de las organizaciones sindicales de mayor relevancia de los sectores de poder social y es internalizada
en nuestro medio, con una historia de cerca de 40 años por los miembros del sindicato, es decir, que ha
de actividad y con un alto reconocimiento por su presen- logrado anclarse en su sentido común. No obstan-
cia en la dinámica sindical y política del país. te, es también indudable que el pensamiento social
La pregunta central de este trabajo, que tuvo como que hemos construido en el sindicato se diferencia,
técnica principal la historia de vida, junto con lo que en muchos momentos, entre el sentido común de
denominamos su “reconocimiento colectivo”, en el mar- los afiliados y el pensar de los dirigentes. Aquí pue-
co de una metodología participativa, fue indagar por las de decirse que en nuestro sindicato “el sentido co-
contingencias que favorecen o desfavorecen los procesos mún de los dirigentes no es el más común de los
de empoderamiento, es decir, sobre las concepciones, las sentidos”.
formas de relación y las prácticas sociales que se dan como En general, observamos concepciones propias de los
posibilidades y limitaciones puestas en juego para la cons- viejos esquemas del movimiento sindical que aún
titución de sujetos ético-políticos en el sindicato. hacen presencia en la organización y limitan el desa-
Así, tres de los objetivos de investigación que se rrollo de sus integrantes. Específicamente, concep-
plantearon y que en este caso vale la pena mencionar, ciones tradicionales, recortadas, de la participación
fueron: a) analizar el lazo social constituido en el sindica- que, a su vez, se alimentan en los imaginarios colec-
to, desde las ganancias y sujetaciones que representa para tivos sobre los lugares de la base y la dirección, con-
la autodeterminación de los sujetos; b) descifrar la con- cepciones de corte verticalista y personalista.
dición de autonomía-heteronomía de los sujetos en las Dichas concepciones tienden a despojar a nuestros
acciones sociales, políticas y de oposición, que se legiti- afiliados de su condición de agentes y a convertirlos
man en la organización; c) ubicar el tipo de concepciones en sujetos heterónomos, marionetas dependientes
simbólicas que circulan en el sindicato para comprender de los dirigentes, en quienes “descargan” sus respon-
en qué forma se sustentan las narrativas dominantes o sabilidades, comportando actitudes seguidistas, de
se construyen unas propias. complacencia y de conformidad con el discurso
Todo esto para favorecer la generación de nuevos pretendidamente mayoritario, o de la dirección.
elementos discursivos, semánticos y sintácticos que, apro- Esto connota un inadecuado aprendizaje social de
piados por los sujetos, conjugaran formas propias, es- la sumisión, fomentado culturalmente desde el sis-
pontáneas, del discurso con conceptos y elaboraciones tema de dominación, el cual ha “satanizado” la con-
retóricas más complejas, que permitieran narrar y dar tradicción y el disenso, pero también propiciado por
cuenta del sentido de su propia historia como hechos algunos de nuestros actos organizativos, en la medi-
acontecidos y por acontecer. da en que se prefiere la uniformidad a lo diverso,

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presionando —como invitación o como coerción— defraudados en la confianza que depositaron en ellos,
la indiferenciación de sus miembros, borrando las para ser defendidos y “salvados”. A la larga, se admi-
diferencias desde un equivocado ideal de necesaria te que el dirigente “por meterse de redentor puede
igualdad. salir crucificado”.
De esa forma, estamos inhibiendo la manifestación El lazo social que se configura en nuestra organiza-
de opiniones diversas, incluso la formación de un ción está marcado por una concepción paternalista,
pensamiento independiente, trastocando el signifi- desde la cual se refuerza el mito de la infalibilidad de
cado de la lealtad o la solidaridad, entendiéndolas los dirigentes, originando la alienación de los afilia-
como incondicionalidad, de tal forma que a quien dos, al renunciar a su autonomía y permitiendo su
va en contravía de la opinión general llegamos, in- suplantación por los líderes en la resolución de sus
cluso, a calificarlo como “traidor a la causa”. problemas. Al tiempo, el dirigente se aliena en el
Dadas dichas concepciones, no es extraño que mu- colectivo, refundido en una autoimagen de hombre
chas de las acciones sociales realizadas por nuestros público que lo constriñe, en la medida que no le
afiliados estén marcadas por la falta de iniciativa, permite la expresión de la contradicción, de la debi-
permaneciendo al margen de las instancias en las lidad, propias de su condición humana, juzgándose
que se piensan, toman y evalúan las decisiones. Esto a sí mismo con excesiva dureza cuando reconoce sus
motiva cierta apatía a la hora de acudir a los llama- dudas y miedos.
dos de la dirección, desestimulando a la vez a los Nuestros líderes representan a los afiliados, a sus
dirigentes y, lo que es más grave, puede concatenarse familias y comunidades —aunque no lo acepten abier-
en una serie de incomprensiones, de parte y parte, tamente— como víctimas, desconociendo la auto-
deteriorando la comunicación y la confianza mu- determinación y potencialidad que hay en ellos,
tuas. Paradójicamente, para muchos de nuestros di- generándose un apego, una dependencia mutua, pues
rigentes, lo malo de los afiliados es que no son tan si los afiliados buscan protección y seguridad en el
obedientes como ellos quisieran, y lo peor, es que no dirigente, éste busca en el colectivo el prestigio y el
tienen la iniciativa que ellos esperarían, es decir, reconocimiento que alimente su autoestima.
“palo porque bogan y palo porque no bogan”. Aunque en muchos años de trabajo hemos logrado
A su vez, las directas o sutiles apelaciones al miedo, configurar un fuerte lazo social que denota la identi-
a las que con frecuencia acude la dirección para ficación de los individuos con los propósitos
motivar la acción de los afiliados, estarían generan- organizativos y su sentido de pertenencia al colecti-
do el efecto inverso, es decir, contribuyen a parali- vo, en el dirigente, la mayor intensidad del lazo que le
zarlos, pues no es desde el miedo que los sujetos se permite amplificar su voz, al ser portador de la voz
empoderan, sino desde el autodescubrimiento de sus colectiva, lo conduce a reforzar la imagen de sí mis-
capacidades y potencialidades. mo y su vocación de poder personal. Sujetaciones del
Es comprensible el porqué del discurso autoexclu- dirigente en su adhesión a la organización, que difi-
yente de muchos afiliados, por cuanto, si bien acep- cultan reconocer en él a ese sujeto ético que desplie-
tan y reproducen la narrativa colectiva de nuestra gue su autonomía, a partir de la reflexión crítica, de la
organización, ésta no es producida por ellos y, en ese autorregulación, y que sea capaz, desde el disenso y la
sentido, carece de la fuerza de los sentimientos que movilización de la afectividad, de romper con prácti-
sí desata en los líderes que son quienes realmente cas tradicionales y propiciar nuevas relaciones socia-
crean el discurso. Aunque el capital axiológico del les al interior de la organización, de crear nuevos
sindicato es reconocido y aceptado por nuestros afi- ambientes en los que la narrativa colectiva vaya dan-
liados, generalmente está desprovisto de emotivi- do juego a los discursos individuales.
dad, es decir, se asumen los argumentos, pero des- La falta de reflexión crítica y colectiva sobre la sub-
provistos de los sentimientos que proporcionan toda jetividad y sobre los efectos del colectivo en los
su vivacidad a aquellos, su carácter movilizador. individuos, nos ha impedido destapar algunas con-
Al no existir un real apersonamiento de las decisio- cepciones y prácticas inadecuadas para ese propósi-
nes y acciones organizativas por parte de la mayoría to, quizás por el temor a equivocarnos al renunciar a
de los miembros de nuestro sindicato, sus reacciones aquello que ha sido considerado válido y permanen-
son fundamentalmente circunstanciales. Manifies- te durante años, y a arriesgarnos a aceptar lo muta-
tan una adhesión total a la organización y sus diri- ble, lo que está por construir. Con frecuencia asumi-
gentes cuando se obtienen éxitos reivindicativos, mos que “más vale malo conocido que bueno por
mientras que cuando no se logran los objetivos es- conocer”.
perados se lesiona el lazo social, produciéndose des- Esto hace de nuestro sindicato una organización-
ilusión frente a lo colectivo, llegando incluso a gene- sujeto débil, es decir, una organización no suficien-
rar resentimientos hacia algún dirigente, por sentirse temente autónoma, cuyo capital axiológico, si bien

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46 ALFONSO SÁNCHEZ PILONIETA

se encuentra arraigado en los individuos y se com- así como la posibilidad de conquistar otros futuros
pone de valores morales y comunitarios, sólo están diferentes, deseables, en la medida en que descubri-
expresados con fuerte vitalidad, aunque no siempre mos que contamos con una organización social en la
consistentemente, en los sentimientos que encarna que podemos construirlos colectivamente.
el dirigente. Por todo esto, es imprescindible recuperar el valor
Hemos venido y debemos cada vez más, apuntar la de la cotidianidad, de la conversación, en la cual se
utopía de nuestra organización a la recomposición posibilite el intercambio de significaciones y la cons-
del tejido social y al empoderamiento de las comu- trucción permanente del sentido de nuestra organi-
nidades y grupos tradicionalmente excluidos, apos- zación. Sólo de esa manera, poniendo a jugar juntos
tar por una sociedad civil fortalecida sobre la base las múltiples voces de nuestra historia colectiva,
de la justicia social, y nuestro mito fundador, la podremos ir afirmando y estableciendo, en la re-
dignidad y el compromiso social con los campesi- flexión y en el actuar, unas condiciones de comuni-
nos, constituirlo en fuerza motivante del altruismo cación y de diálogo entre nuestros intereses colecti-
de nuestros miembros, de las prácticas políticas y de vos y nuestros intereses personales.
oposición, con las que buscamos minar los factores Hasta aquí la voz de los sindicalistas.
que nos oprimen y lograr transformaciones de la
¿Qué podemos decir entonces, desde fuera, no-
realidad social, en un proyecto emancipatorio, en
sotros? Además de la riqueza conceptual y argumenta-
ese ponerse de pie del que siempre hablamos.
tiva lograda, extraña en el discurso sindical a que estamos
La vocación de poder y resistencia que como sindi-
acostumbrados, y que para algunos podría parecer pos-
cato hemos proclamado, ha de ser cada vez más
tiza, podemos afirmar que con esta perspectiva el sin-
vivenciada por los afiliados en aquellos momentos
dicato se constituye en un escenario adecuado para el
en los que reconocen sus potencialidades como co-
lectivo, sus propias fuerzas, y participan activamen-
desarrollo de la conciencia colectiva, al ser un espacio
te; siendo, a partir de esas experiencias organizativas, propio de dominio de los trabajadores, de su hegemo-
en la acción, en la lucha social, donde se va constru- nía, de ejercicio de poder, que despliega un discurso
yendo la conciencia y cultura política individual y alternativo y unas prácticas opuestas a las de la raciona-
colectiva, y, por tanto, haciendo un ejercicio de lidad organizacional dominante, sustituyendo las sig-
empoderamiento. nificaciones peyorativas de la lucha social por un sistema
El dirigente de nuestra organización, además de trans- de valores que pone al centro la acción y el pensar
formar las prácticas colectivas, de ser capaz de fa- intersubjetivos.
bricar su propio discurso y transmitirlo a los afilia- Podemos decir que el dirigente sindical está llama-
dos, como lo ha hecho durante tanto años, debe do a crear, cambiar y sostener la narrativa grupal, a partir
poder derivarlo y arraigarlo en el sentido común de un discurso empoderado que encuentre en el recurso
cualificado, en los nuevos imaginarios colectivos. a la metáfora, a la anécdota y al humor, la posibilidad de
Este propósito implica la aceptación de lo diverso, entrar en comunicación sentimental con sus compañe-
permitiendo la manifestación de los diferentes pen- ros afilados, que movilice la energía social y abra camino
samientos y la expresión del disenso, puesto que si a la construcción de nuevas narrativas comunitarias.
bien los consensos aportan en la resolución de los Se trata, entonces, de ahondar en la ruptura con los
conflictos y en la búsqueda de posiciones comparti- viejos esquemas del sindicalismo, pero también de la
das, los disensos nos llaman la atención sobre la cultura política colombiana, de carácter vertical, que des-
necesidad de profundizar en una discusión donde conoce la capacidad agentiva de los individuos, originan-
incluso el unanimismo pudiera perjudicar al propio
do la incoherencia entre un discurso emancipador y una
colectivo. De esa forma, la capacidad de disentir se
práctica alienante. De proponer la articulación de las lu-
va cualificando en la competencia crítica propia de
chas reivindicativas con procesos de reflexión y forma-
una organización social que, como nuestro sindica-
to, ha de ayudar a constituir sujetos a partir de pro-
ción, de forma que el sujeto alcance la plenitud de su
cesos de reflexión discursivos, con informaciones, realización como persona, la autocomprensión necesaria
respeto y reconocimiento a los otros. que oriente su praxis y, a su vez, mediante ésta se cons-
truya a sí mismo, decidiendo y haciéndose responsable
En nuestro sindicato reside el valor civil de ejercitar
de sus decisiones, dispuesto a, en palabras de Ocampo
la crítica social, aún en las difíciles condiciones en
las que debemos desarrollar la actividad sindical en
(1998) “…compartir con otros el proyecto de vida que
el país, revitalizando la concepción de lo político y ha construido en virtud de su mismicidad y como con-
lo colectivo, brindando a nuestros afiliados elemen- secuencia de su socialidad”.
tos para hacer visibles los entramados materiales e En ese sentido, el sindicato puede superar el di-
ideológicos en los que nos encontramos inmersos, vorcio entre lo objetivo y lo subjetivo, y a la hora de

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DISPOSITIVOS DE EMPODERAMIENTO PARA EL DESARROLLO PSICOSOCIAL 47

buscar explicaciones del funcionamiento social y tratar Referencias


de incidir en éste, comprender que, como afirma Rauber Foucault, M. (1977). Poderes y estrategias. En Un diálogo
(1995) “…sin sujeto no hay transformación posible sobre el poder y otras conversaciones. Madrid: Alianza
pero no hay sujetos sin sus subjetividades, sin sus Editorial.
conciencias, sus identidades, sus aspiraciones, sus mo-
Foucault, M. (1981). Verdad y poder. Diálogo con M. Fonta-
dos vivenciales de asumir (internalizar, subjetivar,
na. Madrid: Alianza Editorial.
visualizar, asimilar y cuestionar) el medio social en el
que viven”. Gergen, K. (1978). Toward Generative Theory. Journal
of Personality and Social Psychology. 11, 1344-1360.
Podemos decir que cuando el empoderamiento es
un fenómeno de interés, hay muchas historias, indivi- Gergen, K. (1985). The Social Constructionist Move-
duales y colectivas, que están esperando que las cuenten ment in Modern Psychology. American Psychol-
y, para ello, se requiere la creación de nuevos lugares don- ogy, 266-275.
de las personas puedan decir, o contar, sus propias his- Gergen, K. (1989) Realidades y relaciones: aproximaciones a
torias. Que escuchando historias y ayudando a la gente a la construcción social. Barcelona: Paidos.
crear espacios que valoren y apoyen sus historias perso- Gruppi, L. (1988). El concepto de hegemonía en Gramsci.
nales, y sus narraciones colectivas, se está realizando una Mexico: Ediciones de Cultura Popular.
actividad de empoderamiento. Heller, A. & FeheR, F. (1988). La condición política
En consecuencia, que el empoderamiento es un postmoderna. En Políticas de la postmodernidad.
proceso, algo por construir en cada contexto. Esto signi- Barcelona: Editorial Península.
fica que las personas, en sus realidades concretas, “…to- Ibáñez, T (1983). Poder y Libertad. Barcelona: Ed. Hora
man las riendas de su destino, lo que implica que los S.A.
profesionales de lo comunitario establecen con ellos re-
laciones simétricas y se convierten en colaboradores de- Iglesias, M. (2001). Descifrando narrativas en clave de
jando de verlos como pacientes o clientes” (Olza, 1998). empoderamiento: reflexiones sobre la constitu-
ción de sujetos ético-políticos en Sintradin. Tra-
El empoderamiento requiere, por tanto, de una
bajo de grado, maestría en psicología social
acción fundamentalmente política y comunitaria (colec-
comunitaria, A. Sánchez, director, Pontificia Uni-
tiva) que permita una transformación radical: romper
versidad Javeriana, Bogotá.
con las narrativas dominantes, como requisito impres-
cindible para que los otros, tradicionalmente excluidos Kosik, K. (1963). Dialéctica de lo concreto. Colección Enla-
y silenciados, puedan comenzar a ser. Un primer mo- ce. México: Grijalbo.
mento, entonces, consistiría en un autodescubrimiento Maffesoli, M. (1997). Elogio de la razón sensible. Una visión
de la realidad social en la que estamos inmersos, de intuitiva del mundo contemporáneo. Barcelona: Paidós
nuestras cadenas —las externas y las propias limitacio- Ibérica.
nes—, pero también de nuestras potencialidades como Martín-Baró, I. (1987). Retos y perspectivas de la psico-
comunidad y nuestro derecho a buscar un futuro dife- logía en América Latina. Conferencia pronuncia-
rente, conscientes de que “hay siempre algo en el cuer- da en el XXV aniversario del establecimiento de
po social, en las clases, en los grupos, en los individuos la Facultad de Psicología de la Universidad
mismos, que escapa en cierto modo a las relaciones de Javeriana, Bogotá.
poder (...). No hay relaciones de poder sin resistencias” Montero, M. (coord.) (1994). Psicología social comunitaria.
(Foucault, 1977). Y un segundo momento, consisten- Teoría, método y experiencia. México: Universidad
te en el ejercicio de una acción social y política que vaya de Guadalajara.
logrando esas transformaciones necesarias para la co-
munidad. Se trata de un proceso permanente dialéctico Ocampo, E. (1998). Ética y educación. En Hacia la cons-
de acción-reflexión. trucción de una ética ciudadana en Colombia. CINDE -
Centro Internacional de Educación y Desarrollo
Por último, podemos decir que habiendo amplia- Humano - Manizales & Programa por la Paz -
do nuestra comprensión de la dinámica psicosocial del Compañía de Jesús - Bogotá: Ediciones Macondo.
sujeto y la comunidad (en este caso la organización sin-
dical), en la medida que se introduzcan nuevas prácticas Olza, M. (1998). Trabajar en la comunidad. En Psicología
relacionales en las que se posibilite escuchar a los sujetos, social y trabajo social. J. F. Morales & M. Olza
descubrir sus historias y ayudarles a crear espacios que (coords.). Madrid: McGraw-Hill.
valoren y reedifiquen sus discursos personales y su na- Rappaport, J. (1995). Empowerment meets narrative:
rrativa colectiva, se estará posibilitando el empoderamien- listening to stories and creating settings. En
to individual y organizativo. American Journal of comunity Psychology. 23 (5).

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Rauber, I. (1995). Actores sociales, luchas reivindicativas Russell, B. (1938). Power, a new social analysis. London:
y política popular. En Documentos. Centro de Allen and Urnvin.
Recuperación y Difusión de la Memoria Históri- Serrano, I. & López, G. (1994). Una perspectiva diferente
ca del Movimiento Popular Latiniamericano. La del poder y el cambio social para la psicología
Habana, Cuba. social-comunitaria. En M., Montero, Psicología
Rowlands, J. (1997). Questioning Empowerment. Oxford: social comunitaria. Teoría, método y experiencia. Méxi-
Oxfam. co: Universidad de Guadalajara.

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