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LOS RECURSOS MARINOS COSTEROS

DE COSTA RICA

INTRODUCCIÓN Nazira Calvez y Ramón Ángulo

Durante miles de años la humanidad se ha servido del océano como fuente de alimentación,
de materiales de construcción y artísticos, así como de energía y vía de transporte. Más
reciente es su uso actual como vertedero y dispersor de los desperdicios producidos por las
poblaciones humanas.
El océano garantiza una serie de recursos renovables, donde los más obvios son los seres
vivientes en toda su gran diversidad, ya que hay peces, mamíferos marinos, algas y mariscos,
que han sido utilizados principalmente para la alimentación tradicional de las poblaciones
costeras de todo el mundo, a lo largo de la historia. La gran riqueza de estos ecosistemas
costeros ha permitido también desarrollar artes de pesca, la caza, la producción de sal rudi-
mentaria, así como el entretenimiento y el descanso de turistas.
Aunque se sabe que nuestros antepasados indígenas utilizaban los recursos del mar como
alimento y materia prima para sus textiles y artesanías, es a partir de la segunda mitad del siglo
XIX cuando se tiene conocimiento de capturas sistemáticas industriales de peces y otros
organismos marinos (Rodrí-quez, 1990).
Tradicionalrnente, se pensó que el mar era fuente inagotable de recursos, pero la
declinación del número de peces en todo el mundo ha indicado que existe un límite,
determinado quizás por la cantidad de población consumidora, la que, desafortunadamente,
crece a ritmo acelerado.
La importancia de estos ecosistemas, tanto para el equilibrio natural, como económica,
motiva el presente texto. Se dan a conocer aspectos básicos de los recursos marinos y la
problemática asociada, para enriquecer la conservación y la utilización racional de estos.

GENERALIDADES DE COSTA RICA

Ai estar bañado por dos mares, Costa Rica es un país privilegiado: en el este está el Mar
Caribe, que forma parte del Océano Atlántico y en el oeste el Océano Pacífico. Cuenta con una
línea costera de í 226 km, de los cuales 101 6 km, el 83 por ciento, corresponden al litoral pacífico
y los 210 km restantes, el 1 7 por ciento, al litoral atlántico. Su plataforma continental tiene una
extensión de 1800 km cuadrados, de los cuales el 96 por ciento están en el Pacífico y 4 por
ciento en el Atlántico. El área de jurisdicción marítima de 200 millas náuticas, sobrepasa los 500
000 km cuadrados.
La costa pacífica, por su irregularidad y la confluencia de corrientes marinas, presenta
mejores bancos de pesca que la costa caribeña. En ella se ubican tres áreas de pesca con
características muy peculiares. La primera va desde Puerto Soley hasta Cabo Blanco, la segunda,
se localiza en el Golfo de Nicoya, y la tercera va desde Punta Judas hasta Punta Burica. En ellas, la
riqueza de pesca se debe a la emergencia o surgimiento de aguas frías, ricas en nutrimentos, que
se mueven desde la plataforma hacia la costa, así como a la gran cantidad de bahías, ensenadas y
desembocaduras de los ríos, que forman la línea costera. En la parte externa del litoral Pacífico
Norte, se ubica una de las regiones más productivas del océano, conocida como el Domo
térmico de Costa Rica, el cual es parte de nuestro mar patrimonial muy explotado por flotas
extranjeras, pero poco aprovechado por los costarricenses (Mata y Blanco, 1994; Osear Porras ef
al, 1 993).
El litoral Atlántico se caracteriza por una línea de costa muy regular. Se puede dividir según las
características bentónicas o fondo, en dos regiones: una al norte, con fondos arenosos y lodosos
en las desembocaduras de los ríos, que juegan un papel muy importante y la convierten en una
zona de explotación mediana. La otra región, al sur, presenta un fondo rocoso y arrecifes con alta
productividad, sumamente frágiles y sensibles a la explotación en gran escala (Mata y Blanco,
1994).

COMPONENTES vivos DEL OCÉANO Plantas marinas

Aproximadamente, el 72 por ciento del planeta está cubierto por los océanos y no es
sorprendente que su flora desempeñe una importante función en las cadenas alimentarias del
mundo, en la remoción del sustrato, la filtración del agua, la producción de oxígeno y en proveer
habitat para los animales. Además, la flora marina se ha utilizado para la producción de
fármacos, de fertilizantes agrícolas, de papel, colorantes y como fuente de metano, entre otros usos
(Dawes, 1996).
Las plantas marinas son más abundantes a lo largo de las costas y en las regiones superficiales
o someras de las plataformas continentales, lo cual se debe principalmente a los requerimientos
de luz y a los altos niveles de nutrimentos que provienen del continente. Estas plantas se
clasifican en:

bentónicas, aquellas que se fijan en el fondo, o se arrastran por él, en aguas de hasta
aproximadamente 150 mts. de profundidad planctónicas, las que flotan libremente en el
agua, permanecen en áreas superiores iluminadas o zona fótica del océano hasta
aproximadamente 200 m de profundidad. En este grupo existen desde pequeñas formas uni-
celulares como las diatomeas que forman parte del fitoplancton, hasta los individuos
pluricelulares de gran tamaño como las algas Ulva sp. y Laminaria sp (Dawes, 1996).

Animales marinos

Igualmente podemos encontrar animales desde tamaño microscópico que conforman el


zooplancton, hasta los gigantes como las ballenas. Se han descrito más de un millón de especies
de las cuales el 5 por ciento son vertebrados, y el resto invertebrados.
Como la mayoría de los grupos importantes de animales tienen por lo menos algún
representante marino, se asegura que el Reino Animal tuvo su origen en los océanos. En épocas
posteriores muchas especies invadieron los continentes, diversificándose enormemente
{McConnaughey, 1974).
En el cuadro 1 aparece una pequeña muestra de la gran cantidad y diversidad de especies
marinas descritas y especies por descubrir o esperadas.

CUADRO 1 Diversidad de especies descritas y esperadas


Philum Especies descritas Especies esperadas

Cnidarios (medusas y corales) 125 500


Platyheiminthes (planaria) 168 1200
Nemat üda (asc árides) 168 1 000
Anellida (poliquetos] 280 2 500
Mollusca (conchas y pulpos) 1 000 3 000
Echinoderrnata (estrellas) 15 60
Rodophyta (algas rojas! 180 400
Chrysophyta (algas doradas) 175 2000

Fuente: Rdmíre/, 1993.

CARACTERÍTICAS MARINAS DETERMINANTES

Entre las características marinas más influyentes sobre las diferentes formas de vida presentes
en las zonas costeras, están la salinidad y las mareas, las cuales se analizan a continuación.

La salinidad

Constituye una barrera química importante para organismos terrestres y de agua dulce, que
viven cerca de los océanos. Sin embargo, en el sistema oceánico la salinidad no es un factor
limitante, excepto en situaciones en que aumenta o disminuye su concentración
considerablemente, afectando a los organismos incapaces de tolerar esos cambios abruptos.
Entre las principales sales disueltas en el agua de mar se encuentran las de calcio, magnesio,
potasio y sodio. El componente mayoritario es el cloruro de sodio, de ahí que la concentración
salina se expresa casi siempre en partes de cloruro de sodio por mil partes de agua de mar, lo
cual se simboliza con o/oo. Por ejemplo, una salinidad de 32.0 o/oo equivale a 32 por ciento de
cloruro de sodio disuelto por volumen de agua. Generalmente, en el mar abierto la concentración
está entre 32 y 37,5 o/oo (McConnaughey, 1974).
En bahías y estuarios la salinidad varía, debido al aporte de agua dulce local y a los cambios
climáticos ocurridos de una estación a otra, que producen ambientes específicos para muchas
especies adaptadas.
La estabilidad de las condiciones marinas es de gran importancia biológica, porque permite el
desarrollo de muchos organismos propios del medio, y de ciertos animales terrestres que deben
encontrarse en condiciones acuáticas para reproducirse. En estos casos han evolucionado
mecanismos de adaptación muy complejos en los embriones, lo cual recuerda el origen ancestral
de la vida en las aguas (McConnaughey, 1974).

Las mareas

La marea se asemeja a una ola gigantesca planetaria que llega y se retira del continente en
forma cíclica. Actúa como un ritmo lunar que está desfasado con el ritmo diurno-nocturno, cuyo
resultado es una progresión de las mareas a lo largo de los meses lunares.
La bajamar (marea baja) y la pleamar (marea alta) se producen diariamente en diferentes
lapsos alternantes y alcanzan niveles variados.
Existen generalmente 4 mareas diarias de diferente nivel, dos altas y dos bajas. Las mareas
altas ocurren durante cada período lunar, cuando el Sol, la Luna y la Tierra están alineados,
ejerciendo una atracción gravitacional mayor sobre las aguas oceánicas (McConnaughey, 1974).
El ritmo mareal-lunar junto con los estacionales y diurnos del sistema Tie-rra-Sol, ejercen
profundos efectos sobre la vida de los organismos, particularmente en aquellos que viven parte o
durante toda su vida en la zona interma-real, que es la región de la costa bañada por la marea
alta, pero expuesta a la desecación durante la bajamar.

LOS ECOSISTEMAS COSTEROS

En la confluencia entre las aguas marinas y la tierra, así como en el interior del océano se
presentan una serie de zonas caracterizadas por condiciones físico-químicas diversas, que
determinan la presencia de vegetales y animales específicos. Algunos de esos ecosistemas son los
humedales, estuarios, manglares, la plataforma continental y los arrecifes coralinos.

Los humedales

Comprenden diversos ambientes tanto naturales como artificiales, formados por porciones de
tierras bajas anegadas, pantanosas, cuya característica es estar temporal o permanentemente
inundadas. Las aguas pueden ser dulces, estuari-nas o salobres -con salinidad intermedia-, o bien
salinas. Se incluyen las regiones costeras, hasta los 6 m mar adentro, respecto al nivel promedio
de mareas bajas. En esta definición quedan comprendidos estuarios, lagunas costeras, canales de
marea, manglares, pastos marinos, selvas bajas inundadas, lagunas de agua dulce, represas, lagos
artificiales, estanques acuícolas, salinas, pozos y lagunas de oxidación (Tabilo-Valdivieso, 1997).
Algunas especies de la fauna exclusiva de los humedales son mamíferos como el manatí y la
nutria, reptiles como cocodrilos y tortugas, varios anfibios, moluscos, crustáceos como los
camarones, peces, como los pargos y las lisas, aves como la espátula rosada, las fragatas y los
pelícanos.
En la zona norte del litoral caribe costarricense, se localizan varios humedales, por ejemplo,
las llanuras de Tortuguero, con una gran importancia biológica y ecológica. Dicho ecosistema
está constituido por una serie de canales y lagunas de agua dulce y salobre, muy ricos en flora y
fauna. Los canales tienen además importancia económica y social porque son utilizados como
vías principales de transporte por algunas poblaciones costeras, entre ellas, las comunidades
de Barra del Colorado, Matina y Tortuguero, de difícil acceso. Para algunas comunidades esta es
la única vía de entrada y salida. Por otra parte, su belleza escénica y riqueza ecológica ofrece
grandes atractivos para el turismo ecológico.
Algunas especies animales presentes, con cierta importancia económica, son el manatí
(Trichechus manatus) y el pez gaspar (Lepisostcus trópicas), considerado un pez primitivo, cuya
población ha sido reducida por la pesca excesiva. Otros peces como el guapote, robalos
(Centropomus sp.) y el sábalo (Tarpon sp), se capturan en la pesca deportiva, así como algunos
langostinos. Otros recursos costeros de la zona son: la langosta migratoria (Panilums sp.),
proveniente del norte de Estados Unidos, algunas especies de tortugas marinas, como la carey
(Eretmochelys embricata) y la tortuga verde (Chelonia mydas) (Villalobos, 1984).

Los estuarios

Se denomina estuario al cuerpo de agua semicerrado en el litoral marítimo, que está bajo el
influjo de las mareas y las descargas de los ríos y arroyos. Aquí se ubican las bahías, lagunas
costeras y esteros de manglar. Estos ecosistemas son muy delicados, sirven como criaderos,
desovaderos y comederos para una parte importante de animales marinos, además proveen
abrigo y comida a multitud de aves, y en general, a toda la vida silvestre (Mata y Blanco, 1994),
por lo que son muy ricos en nutrimentos y materiales de desecho.

En el Golfo de Nicoya, ubicado en el Pacífico central, se encuentra el estuario costarricense de


mayor importancia, con una gran tradición pesquera. Está rodeado de comunidades costeras,
dedicadas casi exclusivamente a la pesquería artesanal (Mata y Blanco, 1994). El otro estuario
importante, está en el Golfo Dulce, ubicado en el Pacífico sur. Es considerado uno de los estuarios
más diversos de nuestro país, con un alto grado de endemismo; es decir, de especies autóctonas y
con características físicas y químicas muy particulares que lo hacen especial en el escenario
mundial (Mata y Blanco, 1994).

Los manglares

Un manglar es un ecosistema con especies de árboles y plantas de menor tamaño, que solo se
encuentra en lugares pantanosos, ubicados en las desembocaduras de los ríos y regularmente
inundados por la marea alta. Se localizan en regiones tropicales y subtropicales, son considerados
como uno de los ecosistemas más productivos de la biosfera, junto con los esteros (Martínez,
1985). En ellos, inducida por las mareas, la circulación continua provoca que materiales vegetales
y desechos orgánicos se procesen en forma de alimento llamado detritos, por la acción de bacterias
y hongos degradadores. En esta forma se incrementan los nutrimentos para las especies
detritívoras, que luego van a ser consumidas como alimento por otros animales o el hombre,
integrándose en la cadena alimentaria (Martínez, 1985).
Además de cumplir esa importante función en la producción primaria, los manglares
colaboran en la estabilización de la tierra a orillas del mar, sirven de refugio y albergan alimento
para muchos organismos, principalmente en sus etapas juveniles.
Históricamente se han explotado durante siglos como fuente de madera y de pigmentos
llamados taninos que se utilizan para curtir cueros y producir colorantes y medicamentos, entre
otros usos.
Aunque se ha legislado para la protección de los manglares, es necesaria una revisión de estas
leyes, que asegure su protección eficiente y real en el país, pues los manglares están sufriendo
una enorme devastación por causa de desarrollos urbanos e industriales, construcción de muelles,
vías marinas, aeropuertos, e instalaciones de maricultura y salineras.
En 1974, McConnaughey concluyó que en Costa Rica existían unas 39 OÜÜ hectáreas de
manglar; dentro de los más importantes, se encuentran el gran complejo de Sierpe-Térraba y la zona
del Golfo de Nicoya. El resto están dispersos en los estuarios a lo largo de toda la costa pacífica y
unos pocos en el Caribe.

La plataforma continental

Es la zona sumergida relativamente a poca profundidad, que bordea los continentes, se


extiende desde el nivel de la costa hasta unos 200 m de profundidad (1 20 brazas), con un ancho
variable; por ejemplo, hay enormes planicies submarinas de hasta 100 km de ancho. Cubre
aproximadamente el 7,5 por ciento del fondo oceánico, lo cual equivale a un 1 8 por ciento del
área total de la superficie continental de la Tierra (Barnes, 1984).
La plataforma es una zona de alta productividad, a la que se le suman los deltas, estuarios,
bahías y manglares. Las regiones comprendidas más allá de la plataforma continental, se
consideran pobres, por lo que se les compara con enormes desiertos (Mata y Quevedo, 1992).
Una parte de la plataforma continental importante de destacar, a pesar de ser relativamente
pequeña, es la zona intermareal. Como se mencionó anteriormente, la inundación provocada por la
marea alta y la desecación a la que quedan expuestos los organismos durante la marea baja en
esta zona, ha inducido grandes adaptaciones para soportar la irradiación solar prolongada y el
embate de las olas alternativamente. Algunos ejemplos los constituyen moluscos que se refugian
en su concha para mantener un ambiente apropiado y ciertas plantas como los mangles que
excretan sal por estructuras especializadas de su cuerpo.

Los arrecifes coralinos

Son formaciones rocosas calcáreas de las aguas someras tropicales, en las cuales habitan
asociaciones diversas de plantas y animales marinos, de gran productividad. También se les
denomina "selvas de los mares", porque encierran una abundante diversidad de formas de vida
(Barnes, 1984). Los corales están formados por pequeños animales llamados pólipos, provistos
de un esqueleto externo calcáreo, duro, dentro del cual se protege una parte interna blanda. Este
refugio es compartido en asociación simbiótica con algas zooxan-telas. La superposición de unos
pólipos sobre los esqueletos de los anteriores, durante millones de años, da lugar a formaciones
coralinas o arrecifes, que tienen consistencia rocosa (Barnes, 1984).
Entre los arrecifes de mayor importancia en nuestro litoral pacífico, sobresalen aquellos
ubicados en la zona de las Islas Murciélago, la Isla del Caño y la Isla del Coco. También son
notables otros arrecifes pequeños que se ubican a lo largo de toda la línea costera. En la parte sur
de la costa caribeña se encuentran los principales arrecifes del país, cercanos a las comunidades de
Puerto Vargas, Puerto Viejo, Manzanillo y Punta Mona, que en los últimos años han estado su-
friendo problemas ecológicos enormes, lo que ha causado una mortalidad alta en los arrecifes.
Algunos de los factores más importantes que influyen en la desaparición de los arrecifes
costarricenses son:

El incremento en la tasa de sedimentación. La deforestación que se practica tierra adentro


provoca que, al quedar el suelo desnudo, sea fácilmente arrastrado por el agua de lluvia y de
los ríos hasta la costa. Al llegar al mar, parte de este exceso de partículas queda en
suspensión, lo cual causa turbidez al agua y exceso de sedimentación. Ambos factores
modifican condiciones tan importantes como la luminosidad y la composición química a que
están adaptados los corales (Shim, 1985).
El uso excesivo y prolongado de agroquímícos, especialmente en los bana-nales de la región
atlántica. Los residuos de esas sustancias que no aprovechan las plantas también son
arrastrados por las aguas continentales hasta el mar; ello genera efectos nocivos en los
arrecifes (Shim, 1 985) Las bolsas plásticas con que se protegen los racimos de banano, que,
luego de ser utilizadas, se desechan como basura, y van a parar a los arrecifes; este material
provoca asfixia y muerte de las áreas coralinas, situación que cada vez es menos preocupante
por los nuevos proyectos de reciclaje que impulsan las empresas bananeras.
Efectos naturales, como los ocurridos en la Provincia de Limón en el año 1991, donde quedó
expuesta la plataforma costera y produjo la muerte de plantas y animales en un rango
aproximado de 50 metros mar adentro, por causa de un terremoto.

Un esfuerzo importante que se realiza para recuperar estos ecosistemas es la construcción de


arrecifes artificiales. Se inician con depósitos de desechos voluminosos, como estructuras metálicas
o agrupaciones de llantas o bloques de concreto, entre otros materiales, los cuales son fijados
firmemente al fondo marino. Dichos cuerpos brindan un sustrato adecuado a las plantas y ofrecen
refugio a gran variedad de animales marinos. Aparentemente los materiales introducidos, que sirven
de estructura inicial, no causan efectos negativos al ambiente (Fournier, 1997).
En Costa Rica se han construido algunos arrecifes artificiales, lo que promete cierto éxito como
inductores de la repoblación de animales y plantas marinos,
ya que han aumentado la producción y refugios adecuados. Algunos ejemplos de arrecifes
artificiales están frente a Punta Leona y a Gurú, ambos en el Pacífico (Fourníer, 1997).

RECURSOS RENOVABLES: PESQUERÍAS

Entre los recursos renovables del océano, tal vez los más importantes son los seres vivientes
que allí habitan, por su aporte a la nutrición humana.
En Costa Rica la pesca constituye una actividad productiva que se caracteriza más por su
impacto social que económico, de la cual se beneficia la mayoría de las comunidades costeras.
La flota de pesca costarricense consiste de naves clasificadas en tres niveles tecnológicos:
artesanal, semi-industrial e industrial. En la costa pacífica, tradi-cionalmentc se ha desarrollado
una flota pesquera artesana! muy rudimentaria, existían en el país en 1 987 un total de 6 600
pescadores, que operaban unos 2 200 botes artesanales (Quesada y Solís, 1988); para 1988, sobre
todo en el área del Golfo de Nicoya, existían 694 botes, 381 pangas y 1 114 lanchas. Estas em-
barcaciones pequeñas, de poca capacidad pesquera y humana, no les han permitido a los
pescadores alejarse mucho de la costa, ni recolectar grandes cantidades (Quesada y Solís, 1988).
La flota semi-industrial consiste de 90 embarcaciones camaroneras que proveen empleo a unos
800 pescadores. Finalmente, la flota industrial abastece de materia prima a las empacadoras
nacionales y a las exportadoras de pescado fresco y congelado.
La flota industrial propiamente nacional no existe, puesto que todos los botes industriales que
operan con bandera constarricense, pertenecen a empresas extranjeras (Quesada y Solís, 1 988).
Esta empresa industrial está dedicada a varias especies de atunes como por ejemplo, la captura de
atún aleta amarilla (Thunnus albacares), y del atún barrilete (Katsuwonus pelamis). Su pesca está
regulada por la Comisión Interamericana del Atún Tropical (CIAT), a la cual pertenece Costa Rica,
que establece deberes principales como estudiar la biología del atún tropical, recomendar las
medidas apropiadas de conservación, y dar protección al delfín y a otras especies asociadas
(Peterson y Bayliff, 1985; Porras y otros, 1993).
En términos generales, el mal estado de la flota y aparejos de pesca, el rudimentario tratamiento
del producto en las embarcaciones y en tierra, al manipular un producto altamente perecedero
como el pescado, el individualismo por parte de los pescadores, el incremento desproporcionado
en el número de licencias de pesca y un sistema deficiente de comercialización, ponen de ma-
nifiesto el poco desarrollo de la pesquería nacional (Quesada y Solís, 1988). Los pescadores con
licencias de pesca inscritos en el país durante 1987, se distribuían en la siguiente forma: 1 500 en
la zona Norte, 3 500 en el Golfo de Ni-coya, 850 en la Zona Sur y 750 en la Zona Atlántica
(Quesada y Solís, 1998). Las especies más importantes en la pesca artesanal son: corvina grande,
corvina reina, corvina pequeña, pargo, macarela, mero, ¡urel, corvina agria, tiburón, camarón
rosado, camarón blanco y langosta. Entre los productos de exportación, se cuentan la langosta, el
camarón , ías aletas de tiburón y el atún (Quesada y Solís, 1988).
Otros grandes problemas que encaran los pescadores artesanales son: bajos precios del
producto, técnicas deficientes de pesca, contaminación de las aguas, destrucción de grandes
áreas de manglar que son importantes para el ciclo reproductivo de muchas especies marinas;
además, hace un tiempo, se dio el cierre del mercado estadounidense al atún costarricense; no
obstante este embargo ya fue levantado. Esta situación fue provocada porque los grupos con-
servacionistas de ese país, demostraron a su gobierno que en la captura nacional del atún se
sacrifica un gran cantidad de delfines (Fournier, 1997).
El camarón constituye uno de los recursos pesqueros más importantes del país, por los niveles
tan altos de comercialización y los precios elevados que adquiere en los mercados nacionales e
internacionales. Cabe mencionar que en 1996, el Gobierno de los Estados Unidos inició la
aplicación de un embargo contra las importaciones de países que no toman medidas para evitar la
captura y muerte de tortugas por su flota camaronera comercial; la protección de tortugas se logra
utilizando el dispositivo excluidor de tortugas TED (por sus siglas en inglés) el cual ha demostrado
una eficiencia del 97 por ciento en la liberación de tortugas (Incopesca, 1997).
En la figura 1 puede apreciarse que, a partir 1988, se inició una disminución significativa en los
volúmenes de captura del camarón hasta 1991, Luego se incrementó rápidamente,
estabilizándose en unas 2 300 toneladas en 1994 y 1995. En estos años se volvió de nuevo a la
explotación elevada de 1 988; es posible que el descenso en las capturas se debió al establecimiento
de períodos de veda, con la finalidad de conservar el recurso. Pero luego dicha medida proba-
blemente estimuló la pesca excesiva fuera del período de veda, y operó en forma opuesta a la
esperada, de ahí que en los últimos años se manifiesta de nuevo una disminución de camarones.

c, Cama
o

rón
2500 -p
2000

1500 •
1000 •
500
O-=

88 89 90 91 92 93 94 95
Años

F¡f;. 1. Pesca de camarón en Costa Rica, de 1988 a 1995 En toneladas por año. Fuente: INCOPESCA, 1995.
La pesca industrial se realiza en mar abierto por una flota extranjera de grandes dimensiones y
tecnología avanzada, como las flotas atuneras, reguladas por la Ley No. 626. Sus productos son
comercializados en los mercados nacionales, así como en diferentes mercados de Centroamérica, el
Caribe y los Estados Unidos.
Al analizar la figura 2, se deduce que el pescado para consumo humano, conocido como pescado
eviscerado, porque se le extraen las visceras antes de comercializarlo, experimentó un alza fuerte, ya
que se duplicó el volumen de captura de 1988 a 1990, pero, a partir del año 1991, la pesca disminuyó,
tendiendo a estabilizarse en 1995.

Pescado eviscerado

12000 -i
10000 . y
'^
v
. 8000 - ' -/
------------------------------------------- ' — —-
g 6000 - R
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0- i l t i i i
88 89 90 91 92 93 94 95
Años

Fig. 2. Desembarque de pescado eviscerado en Costa Rica de 1988 a 1995,


en toneladas por año. Fuente:INCOPESCA,

De la comparación entre las figuras I y 2 puede deducirse que, conforme desciende la captura de
camarones, se incrementa la pesca, probablemente como una estrategia de los pescadores para
equilibrar sus ganancias.
En la figura 3 se observa que el volumen total de desembarques de productos pesqueros en Costa
Rica indica un ritmo casi constante de pesca sostenida, sin muchas fluctuaciones fuertes, entre 1991 y
1995.
Desembarque total

20000 -,
c 15OOO - ^ ____
|2
-10000
-50OO -
o -
8i i I i i i i 8
89 90 91 92 93 94 95
Años
Fig. 3. Desembarque de productos pesqueros en Costa Rica de 1988 a 1995, en tonel a-
das por año. Fuente: INCOPESCA, 1995.

Ante los análisis realizados surgen varias interrogantes: ¿cómo evolucionaría la pesca desde 1995
en adelante?, ¿se estarían ya en 1998 explotando excesivamente los recursos pesqueros?, ¿cuáles serán
los volúmenes adecuados de recolección para no poner en peligro el recurso?
Con respecto a la pesquería en el litoral caribe, esta es de menor magnitud que en la costa pacífica.
Los datos de pesca artesanal para los años 1979 y 1980 fueron de 53 757 y 49 108 kg respectivamente
(Fournier, 1997). Hay pocas personas dedicadas a la actividad pesquera, los escasos productos se
destinan al consumo local y en muchas oportunidades no satisfacen su demanda, por lo que se recurre a
la compra de productos marinos procedentes de la costa pacífica. Las principales capturas en el Caribe
se conforman de un 41 por ciento de tortugas, durante los meses de junio, julio y agosto, un 53 por
ciento de langosta, en noviembre, diciembre y enero y un 6 por ciento de pescado a lo largo del año
(Quesada y Solís, 1 988).
Entre los meses de noviembre y enero, los pescadores se ven favorecidos por el arribo de
langostas migratorias, provenientes de Norteamérica, las cuales van rumbo a Sudaméríca. Este recurso
se ha visto afectado en los últimos años por el "Fenómeno del Niño". (Rodríguez et al., 1990).
Algunos peces de interés económico que se capturan en el Caribe son los pargos (Lutjanus sp.}, la
macarela de la familia Scombridae, ciertos róbalos (Centropomus sp.), los jureles de la familia
Carangidae y los meros de la familia Cerranidae. Entre las especies importantes para !a pesca
deportiva, destaca el sábalo (Tarpon sp).(Rodríguez et al., 1990).
El desarrollo pesquero en Costa Rica ha experimentado un gran auge, con resultados de cierto
modo, perjudiciales para esta actividad, pues se está superando su máximo rendimiento sosteníble, lo
cual pone en peligro la permanencia de algunos recursos. Por ejemplo, en la costa pacífica y, sobre
todo en el Golfo de Nicoya, se considera sobreexplotada la mayoría de los recursos marinos,
principalmente el camarón blanco o jumbo del género Penaeus sp. (Ángulo, 1993), varias especies de
peces como corvinas de la familia Sciaenidae, pargos (Lutjanus sp.) e incluso las poblaciones de
tiburones, que se creían abundantes, actualmente se ven amenazadas por la sobrepesca. El cambute
del Pacífico (Strombus galeatus) y el del Caribe (Strombus gígas) decretados prohibida su pesca desde
1990, la piangua (Anadara tuberculosa), la chucheca (Gran-diarca grandis), varias especies de almejas
y mejillones, son poblaciones que en los últimos años se han visto reducidas y hasta en vías de
extinción por varias razones, entre las que figuran, su consumo como alimento, su utilización para
carnada viva y la contaminación marina (Fournier, 1997).

UNA ALTERNATIVA DE MANEJO PARA LOS RECURSOS MARINOS

Cuando se cultiva en forma sistemática y controlada, es posible extraer más alimento del mar, sin
consecuencias nocivas irreversibles. A esta actividad se le denomina acuicultura o maricultura, que
se define como la producción de organismos acuáticos, mediante el control en algún grado, del sistema
y el ambiente de producción (Calvez y Gunther, 1987). Esta práctica se ha incrementado por varios
motivos, entre los que figuran el agotamiento en las capturas de reproductores naturales, aumento del
consumo de productos acuáticos, necesidad de crear nuevos recursos pesqueros y necesidad de
producir alimentos con menor consumo de energía (Zamora y Cunther, 1991).
En los últimos 1 5 años se ha intensificado la acuicultura, para producir peces de líneas puras e
híbridos de tilapia y algunas especies de carpas, aunque también las ostras, almejas y mejillones
están sujetos, hasta cierto punto, a la intervención humana, con el fin de aumentar su producción;
también se ha incrementado el cultivo de camarones marinos y de langostinos (Zamora y Gunther,
1991).
Mediante la mejoría de las técnicas de cultivo en los sitios costeras adecuados para la acuicultura,
sería posible aumentar las producciones en grado significativo, manteniendo así los precios bajos en
el mercado. Por desgracia, la zona costera es también la más transitada y contaminada, lo cual
obstaculiza el desarrollo en gran escala, de esta actividad.
De acuerdo con estimaciones recientes (New, 1997), para el año 2000 habrá un déficit mundial en la
producción pesquera de unos 20 millones de toneladas métricas, cifra que subirá a 38 millones para el
año 2005 y a 62 millones más adelante en el 2010. Considerando la estabilidad de las pesquerías, es
evidente que solo por medio de la acuicultura podrá satisfacerse el déficit.
Por tales razones, se calcula que la producción proveniente de la acuicultura deberá ser de unos
24,5 millones de toneladas métricas para el año 2000, de 37,2 millones para el 2010 y de 54,8 millones
para el 2050 (INCOPESCA, 1995).
En Costa Rica, la producción acuícola es baja en relación con el volumen de productos pesqueros,
capturados, pero lentamente ha venido aumentando debido a la participación de grandes empresas
dedicadas a la cría de camarones marinos, langostinos y peces de agua salada, con un enfoque
netamente industrial, como es el caso de cultivos de camarones peneidos en el Pacífico central y sur.
La camaricultura -cultivo de camarones- aporta 1 800 toneladas métricas de productos
marinos, que representan una tercera parte del total exportado. Esta actividad se ha concentrado en
zonas pequeñas, aisladas, ampliamente distribuidas a lo largo de la costa, debido a que la
geomorfología del litoral pacífico, impide la existencia de grandes áreas de manglar. La producción
promedio de estas fincas camaroneras es de 600 a 1 000 Kg/Ha en cada cosecha, de especies tales
como Penaeus vannamei y Penaeus stylirostris. El promedio exportado durante los tres años
comprendidos entre 1994 y 1996, fue de 3 969 427 Kg, cifra que pone de relieve a la camaricultura,
como una actividad importante de la industria nacional (Zamora y Gunther, 1991).
Otra de las alternativas viables en la acuicultura costarricense, podría ser el cultivo de moluscos
del género Crassosfrea rhizophorae, llamados ostras de manglar. A pesar de que los ensayos previos
han sido exitosos, todavía el cultivo no se está produciendo a escala comercial (Zamora y Gunther,
1991).
Las especies con mayor mercado a escala nacional e internacional son los moluscos, bivalvos tales
como ostras, mejillones, pectínidos y localmente, el cambute, que son consumidos por la población
humana. Además, son de gran importancia económica las ostras perleras, que se comercializan a precios
altos, para usos decorativos, con gran auge comercial. El cultivo de organismos marinos es muy prometedor
en el mundo, pero en Costa Rica apenas se encuentra a nivel experimental. Puede asegurarse, a manera
de resumen, que por medio de la acuicultura es posible producir alimentos para consumo humano,
organismos marinos para la repoblación de los habitat naturales que garanticen la pesca comercial y
deportiva, así corno para fines decorativos e industríales.

PROBLEMÁTICA AMBIENTAL DE LOS OCÉANOS

A pesar de la importancia de los recursos marinos, en la actualidad estos afrontan grandes problemas,
ocasionados fundamentalmente, por la pesca excesiva ya expuesta y por la contaminación del agua,
procedente de diversas fuentes.
La contaminación marina casi siempre es el resultado de la adición de materiales artificiales,
especialmente productos químicos, ajenos al mundo natural, por lo cual la zona costera es la más
afectada por las alteraciones inducidas.
Entre los contaminantes más frecuentes en el océano están: el petróleo y sus productos, los
materiales residuales, los metales pesados, los hidrocarburos clorados que se utilizan como
plaguicidas y la radiactividad.

El petróleo y sus productos son considerados los contaminantes marinos más destructivos de la vida
acuática. Frecuentemente, la contaminación es provocada por las actividades costeras industriales, el
transporte de automóviles, las emisiones de navios, los barcos petroleros y los naufragios o accidentes.
Se calcula que caen al mar unos tres millones de toneladas de hidocarburos al año, cifra
correspondiente al 1 O por ciento de la producción anual de petróleo en el mundo ( Haré, 1990).
El petróleo que se derrama en el mar provoca devastadores efectos sobre los seres vivos, ya que
forma una capa superficial sobre el agua, que a veces se extiende hasta las costas. El alquitrán oscuro,
pastoso, es una capa de aceite, que se adhiere a las branquias y tractos respiratorios de los animales del
litoral, que lleva a la muerte de estas especies. Estas sustancias impiden el paso de la luz y por lo tanto
la actividad fotosintética disminuye, de ahí que también mate el fitoplancton, y altere el resto de la
cadena alimentaria. Muchas aves marinas quedan incapacitadas para volar y se asfixian lentamente al
tener sus plumas recubiertas de grasa. Las aguas contaminadas por petróleo sufren una disminución
del oxígeno disuelto, esencial para la vida marina. Una vez incorporados a un organismo marino
particular, los hidrocarburos, que son muy estables, pasan a lo largo de la cadena alimentaria, hasta
los últimos niveles tróficos, y causan daños irreparables en el rendimiento y el valor de los alimentos,
originados en esta vía (Shim, 1976).
Los métodos de limpieza más prometedores para eliminar las manchas de petróleo en los
océanos, consisten en utilizar barreras flotantes que confinan el hidrocarburo derramado en un área
limitada, de donde se puede bombear hacia afuera. Otro de los métodos actualmente desarrollados
es la disociación del petróleo por acción bacteriana, pero el régimen de destrucción varía de
acuerdo con la cantidad y tipo de microorganimos, con la disponibilidad de oxígeno, la temperatura
y forma de dispersión en el océano (Turk y Wittes, 1981).

Los materiales residuales más comunes son las aguas cloacales, desechos domésticos, detergentes,
desagües de zonas agrícolas y basura. Cuando estos materiales no son tratados, presentan graves
problemas de contaminación. Muchos de estos vertidos aumentan la disponibilidad de nutrientes en el
agua, estimulándose así la proliferación de ciertas especies de algas; es decir, la eutrofizacíón.
Ante la presencia en el medio de gran cantidad de materiales orgánicos que se degradan, los
organismos descomponedores trabajan intensamente, y aumentan su consumo de oxígeno.
Consecuentemente, se incrementa la demanda bioquímica de oxígeno (DBO) por parte de los
desintegradores marinos, de manera que a mayor contaminación de las aguas, mayor DBO. Gran
cantidad de moluscos, peces y mariscos se ven afectados por el poco oxfgeno que resta en el medio,
además otros resultan parasitados por los mismos microorganismos que pululan en las aguas
contaminadas. También resultan dañadas las zonas para el baño, la recreación y otras actividades.
La basura está compuesta principalmente por bolsas de plástico y otros envases de este material,
cartones, redes de pesca abandonadas, latas y botellas de vidrio. Se estima que anualmente son
arrojados al mar seis millones de toneladas de desechos (Haré, 1990).

Los metales pesados, en bajas concentraciones, son solubles en agua y muy estables, por lo que
tienden a persistir durante largo tiempo. Entre las principales fuentes de estos contaminantes están las
fábricas que procesan metales, las industrias de electricidad, de productos químicos, farmacéuticos y
algunos plaguicidas.
El mercurio se sabe que es absorbido en los primeros niveles tróficos y su acumulación, a lo largo de la
cadena alimentaria, envenena peces. Se ha establecido en 0,5 partes por millón, el nivel máximo
tolerable, pues de ahí en adelante tiene efectos tóxicos e induce alteraciones genéticas. El
envenamiento más desastroso con este metal, que se conoce en la historia, se dio en los años cincuentas
en Minamata, Japón. El mercurio llegó al mar y hasta los peces, procedente de las fábricas de plástico;
muchas personas que se alimentaron con estos peces contaminados contrajeron una enfermedad
misteriosa, que debilitaba los músculos, afectaba la visión, conducfa al retardo mental, la parálisis, y
finalmente, la muerte (Turk, 1973).
Otros metales como el cobre, el cadmio, el cromo y el plomo, desecho de las industrias, pueden
actuar también como sustancias contaminantes muy venenosas, a pesar de ser elementos naturales.
Asimismo, una vez ingresados en la cadena alimentaria, se transmiten hasta los últimos niveles, e
intoxican a gran cantidad y variedad de seres vivos.

Los plaguicidas son otra fuente importante de contaminación marina, pues incluyen una amplia
diversidad de sustancias químicas que afecta a los organismos en formas muy variadas. Se ha dado
gran publicidad al daño que causan al ambiente marino los compuestos orgánicos clorados como e!
DDT y el bife-níl policlorado (BPC), que, aunque se usan en tierra, son arrastrados en grandes
cantidades por efectos de la lluvia, hasta llegar al océano.
Una vez en el mar, dichos plaguicidas pueden concentrarse y forman manchas superficiales o
introducirse en los organismos marinos, donde tienden a acumularse en las reservas de grasa de sus
cuerpos, inclusive en los aceites de pescado. En las aves que acumulan niveles altos de esos
compuestos clorados, se atrofia el metabolismo del calcio, por lo que producen huevos con cascaras
más frágiles y delgadas, que se rompen antes de lo previsto, lo cual disminuye consecuentemente esas
poblaciones (Shim, 1985).
En concentraciones de 0,003 partes por millón, dichos plaguicidas son mortales para las especies
sensibles, entre las que se encuentran camarones, anfípodos, lenguados, cangrejos y aves marinas. El
plancton en los estuarios es también extremadamente sensible a algunos herbicidas comerciales, como
la urea, la cual se torna intolerable cuando alcanza concentraciones superiores a 0,5 partes por millón.
Otros insecticidas, como el arseniato de plomo, son venenos acumulativos que, aun en
concentraciones bajas, producen enfermedades graves o la muerte.

La radiactividad es otro tipo de contaminación marina sumamente peligrosa. Entre las fuentes más
importantes están la precipitación por ensayos con armas nucleares, las emisiones de las plantas de
fisión nuclear, el vertido de sus residuos radiactivos en el mar y el escape de los reactores transportados
por navios. De 1967 a 1983, se arrojaron al fondo marino 95 000 toneladas do residuos radiactivos
que, con el tiempo, podrían escapar de los envases. Se espera que sus niveles de radiactividad no
sean eventualmente muy altos (Haré, 1991). Las consecuencias de estas acumulaciones radiactivas
son muy peligrosas, ya que inducen cambios genéticos, capaces de transformar gravemente el sistema
ecológico de los océanos. Muchos organismos marinos también concentran algunos de estos isótopos
en sus cuerpos y los traspasan en la cadena alimentaria, a veces hasta alcanzar a poblaciones
humanas, donde en forma análoga, inducen mutaciones y aumentan la incidencia de diferentes tipos
de cáncer.

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