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CRISIS 1929

Es un hecho claro que el fenómeno se inició en Estados Unidos, tras una década de
crecimiento económico, incremento del endeudamiento y especulación bursátil, con
beneficios rápidos y fáciles. Habitualmente se señala como primer síntoma claro, o como
detonante -dependiendo de interpretaciones-, de la Depresión el 24 de octubre de 1929
(Jueves Negro), con el desplome de la Bolsa de Nueva York y la pérdida vertiginosa del
valor de las acciones allí cotizadas, aunque la contracción de la economía había comenzado
en el primer semestre de 1929. El desplome del precio de las acciones fue
extraordinariamente intenso, alcanzando tintes dramáticos. Gran número de inversionistas
vieron cómo su dinero, en muchos casos tomado a crédito, se volatilizaba en cuestión de
días. El crash bursátil motivó una reacción en cadena en el sistema financiero, con
numerosos bancos que empezaron a tener problemas de solvencia y de liquidez al
acentuarse la desconfianza en su capacidad de reembolsar a los depositantes. Aumento
constante del precio de las acciones de Wall Street: La crisis se da por una prosperidad falsa
que al principio las ganancias en acciones eran muy rápidas pero no con bases reales.
El primer año del mandato del presidente Herbert Clark Hoover se vio marcado por un
suceso que hizo tambalearse los cimientos económicos del país: el hundimiento del
mercado de valores ocurrido en 1929. Durante el periodo de expansión económica en esa
misma década, muchos ciudadanos y empresas invirtieron sus ahorros y beneficios en
sectores especulativos.
Los precios de las acciones alcanzaron su mayor nivel durante los primeros seis meses del
mandato de Hoover. En este periodo, los particulares invirtieron miles de millones de
dólares en el mercado bursátil, obteniendo el dinero para tales inversiones gracias a
préstamos bancarios, la hipoteca de sus casas y la venta de obligaciones del Estado. En
octubre de 1929 la fiebre compradora se había agotado y dio paso a otra fiebre, en este caso
vendedora. Los precios se hundieron y miles de personas perdieron todo lo que habían
invertido, lo que supuso, en muchos casos, su completa ruina financiera. El 29 de octubre,
el mercado de valores de Nueva York conoció su peor día y se produjo una situación de
pánico. A finales de ese año, la caída de los valores de las acciones había alcanzado la cifra
de 15.000 millones de dólares.
El hundimiento de la Bolsa precedió a una depresión económica que no sólo afectó a
Estados Unidos, sino que a comienzos de la década de 1930 adquirió dimensiones
mundiales. Se cerraron fábricas, el paro se incrementó de forma constante, los bancos se
hundieron y la inflación subió de forma incesante. Entre las medidas adoptadas se
incluyeron la realización de obras públicas, la modificación de las normas del sistema de la
Reserva Federal para facilitar que los hombres de negocios y los granjeros obtuvieran
créditos, y la creación de la Corporación Financiera para la Reconstrucción con la finalidad
de conceder préstamos de urgencia a las industrias, a las compañías ferroviarias, a las
compañías de seguro y a los bancos. No obstante, la depresión económica empeoró aún
más, de tal modo que en 1932 cientos de bancos habían quebrado, cientos de empresas y de
fábricas habían cerrado y más de diez millones de trabajadores estaban sin empleo. La
campaña presidencial de 1932 estuvo marcada por la crisis económica. Los demócratas,
liderados por Franklin Delano Roosevelt, obtuvieron una victoria abrumadora

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