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Construcción de hornos a leña para

cerámica.

Para construir un horno a leña para la producción de


cerámica, es necesario prepararse con anterioridad teniendo
en cuenta lo que uno se propone lograr, como por ejemplo:
Construir un horno permanente, para que produzca cerámica
todas las semanas. Un horno de pruebas para realizar una
horneada con largos periodos de intervalo. Un horno de
pruebas de pequeño tamaño para producir trabajos de
pequeño tamaño. Un horno en el cual se pueda hornear
cerámica, pero que también se pueda utilizar para cocinar
comidas ( empanadas, pizzas, lechones, pan casero, etc.). En
todos los casos la estructura del horno tendrá algunas
variantes necesarias. Ya veremos algunos de esos elementos
a medida que vayamos conociendo el factor común de todos
los hornos.

Materiales necesarios para la construcción y la horneada.

Los materiales necesarios para construir un horno para


cerámica, son en tipo los mismos para todos los hornos, pero
variarán en cantidad de acuerdo al tipo de utilidad que se le
quiera dar, y al tamaño del horno.

Para la construcción del horno es necesario tener a mano:

- Ladrillos comunes. Aproximadamente 100. No tienen que


tener restos de revoque o cemento. Pueden ser en su mayoría medios
ladrillos, o estar partidos.

- Tierra. Puede ser tierra común, humus o tosca, o arcillosa. La


cantidad para esos ladrillos puede ser de 6 baldes de los grandes.

- Aserrín. Del más común, y alcanzará con 3 baldes de los


grandes.

- Hierros. Pueden ser barras de hierro de no menos de 8mm de


espesor, también pueden ser caños de hierro, o barras cuadradas, o
planchuelas fuertes.

- Herramientas: Pala manual. Cuchara de albañil. Balde, 1 ó 2.

Para la horneada es necesario tener:

- Leña blanda: cajones de residuos, maderas de descartes,


pedazos de maderas de cualquier tamaño y tipo.

- Carbón: al menos dos bolsas del común.

- Aserrín común, una bolsa de residuos.

- Pala chica, de las que se usan para la brasa de los asadores.

- Balde con agua, o tarro o botella con agua (para evitar


accidentes).
El lugar en que se debe ubicar el horno es sobre tierra, y en
un lugar apartado de todo aquello que pueda arder con el
fuego. El lugar también tiene que estar ventilado puesto que
al principio de la horneada despide mucha cantidad de humo,
y durante la horneada, emite mucho calor, puede despedir
chispas, y sobre la chimenea sale un chorro de fuego hacia
arriba.

Lo primero que hay que hacer es cavar un pozo redondo de unos 40


cm. de diámetro, y unos 20 cm. de profundidad como en la figura 1.
Este pozo será el llamado cenicero, y contendrá las cenizas y las
brasas en la horneada para que no se vayan apilando dentro de la
cámara de combustión. Por sobre el pozo se colocan las barras
atravesadas, formando una parrilla, a distancia una de otra,
estimando que no caigan los pedazos grandes de brasas ni de leñas,
como en la figura 2.

Luego ya hay que colocar la primer vuelta de ladrillos en derredor


del pozo, y por el lado de afuera, dejando una abertura, del tamaño
de un ladrillo, en donde se constituirá la puerta de la cámara de
combustión, como en la figura 2.

Ya hay que preparar la argamasa que será el pegamento de los


ladrillos para el armado. Esta llevará de a cada dos partes de tierra,
una parte de aserrín, y luego se le agregará el agua, de a poco
mientras se mezcla, hasta formar una pasta de consistencia parecida
al revoque de pared.
Posteriormente se siguen colocando los demás pisos de ladrillos,
alternando las terminaciones de estos, y rellenando los ángulos de
material faltante con la argamasa amalgamante. Cuando estos
lugares son muy grandes, se pueden rellenar con un pedazo de
ladrillo roto.

Se siguen colocando pisos de ladrillo, hasta llegar a que la cámara


de combustión es aproximadamente igual en la medida del alto al
ancho en su interior, o puede ser un poco más alto que ancho, pero
siempre en esa proporción, nunca más ancho que alto. Como en la
figura 3. Inmediatamente se colocan sobre la última fila de ladrillos,
la otra rejilla de barras, esta vez un poco más cerca una de otra, para
evitar que las piezas se caigan entre las rejas, como en la figura 4.
El paso siguiente es colocar por sobre las rejas, y
continuando el mismo orden de la torre de ladrillos, vueltas de
ladrillos, de manera tal que se vaya acortando el diámetro, y
dejando una abertura, que constituirá la puerta de carga y
descarga del horno, la cual se tapará con ladrillos luego de la
carga, y se destapará luego de la horneada. Como en las
figuras 5 y 6. Esta parte será la llamada “mufla”, y será el
lugar en el que se ubicarán las piezas para su horneado

Figura 5 Figura 6

A continuaciones seguirá la construcción de la chimenea por


encima de la mufla, y de forma vertical pareja. Para lograr un
buen tiraje del calor y el fuego. El alto de la chimenea será el
mismo alto que tiene la mufla. La medida no es estricta, pero
depende también del lugar en que esté instalado el horno y
por lo tanto la necesidad que haya de no ahumar el
ambiente. La medida común es la de las figuras 7.
Por último, para terminar con la construcción, le hacemos un
túnel de carga, que será una pequeña arcada en la puerta de
la cámara de combustión, como en las figuras 8 y 9.

Figura 8 Figura 9

Luego de la construcción de la estructura del horno, sigue el


tapado de los agujeros que hayan podido quedar entre los
ladrillos, y paso seguido corresponderá el “curado” del horno,
que consistirá en una gran quemazón interna para que se
seque totalmente y endurezca el interior. Para el curado hay
que tapar la puerta de la mufla simplemente con una pila de
ladrillos apoyados para que la llama no salga por esa puerta,
sino por la chimenea. Entonces, se llena de bollos de papel,
maderas chicas, y finalmente maderas duras el interior de la
cámara de combustión, y se enciende. Así se deja arder toda
la leña hasta que se queme en su totalidad y se enfríe.

La horneada

Para realizar la horneada, el primer paso es cargar las piezas


modeladas en arcilla en el interior de la mufla, para que la
carga sea correcta, hay que cuidar que todas las piezas estén
agrupadas en el interior de la base por sobre la rejilla de la
mufla. Pueden estar apiladas unas sobre otras, cuidando que
no se rompan por su peso. De esa manera, se obtendrá que
el fuego invada la cámara de mufla hacia la chimenea y
envuelva a las piezas, logrando una temperatura homogénea.
Posteriormente se tapará con ladrillos y se sellará con
argamasa la puerta de la mufla.

Antes de la horneada propiamente dicha es necesario templar


el horno, y esto es calentarlo muy lentamente, debido a que
un calentamiento rápido provocará que las piezas se quiebren
o exploten. Aprovechando que se trata de un horno a leña, la
primer parte de la templada se hará arrojando unas brasas,
que pueden ser de carbón, dentro del cenicero, y cubriendo
con aserrín todo lo que se pueda de la cámara de
combustión. El aserrín tardará mucho tiempo en consumirse y
así emitirá calor lentamente hasta que se consuma
totalmente. El tiempo que nos demorará esa parte del
templado será hasta el día siguiente.
Ya ocurrido ese paso, comenzamos a colocar brasas de
carbón en la base de la cámara de combustión. Al principio
poca cantidad, pero sin dejar que se apague totalmente.
Colocamos carbón todo el tiempo, aunque lentamente. La
manera de controlar la temperatura para que no se rompan
las piezas por un calentamiento súbito, será pasando la mano
por sobre la chimenea y advirtiendo al principio que es un
nivel de calor que no llega a quemar la piel, así iremos
aumentando la cantidad de carbón cada aproximadamente
unos veinte minutos. Este proceso de templado no tiene que
ser inferior a tres horas reloj, así aseguraremos que no habrá
lugar a calentamientos rápidos. Otra manera, y bastante
efectiva de comenzar la horneada lentamente, es quemar
leña blanda en la puerta del horno de manera que la llama no
entre al interior, pero sí calor y que se vaya calentando la
puerta túnel de entrada, y las brasas resultantes de estas
quemas hay que tirarlas al interior de la cámara de
combustión. La duración de este calentamiento es la misma
que con brasas solas.

Pasadas las tres horas, ya podremos incluir leña más dura,


aunque todavía no en gran cantidad. Hasta llegar a que
ubicamos en el interior toda la leña que entre hasta que esta
se termine.

Una vez que se terminó la leña dejamos que se consuma y


cuando el fuego se termina tapamos la chimenea hasta el día
siguiente en que desarmaremos la puerta de la mufla y
retiraremos las piezas del interior.

Una medida de referencia para un horno chico o mediano, es


que cuando trascurren tres horas ya no hay peligro de que se
rompan las piezas. Cuando sale una llamarada por encima de
la chimenea de aproximadamente medio metro, es que
superamos los 750 ºC. También podemos dejar un orificio
horizontal en una pared de la mufla, para que podamos ver
las piezas, y así observar el color de estas en la cocción; el
color también es un buen indicador de la temperatura cuando
no tenemos el pirómetro.

Tipos de leña:

Cualquier leña sirve si no está verde ni mojada. Pero dentro


de ese abanico hay muchas clases, por ejemplo el quebracho
emana mucho calor cuando se quema, y aunque cuesta
encenderlo, siempre es efectivo cuando usamos pedazos
pequeños. La madera que está lustrada, o pintada, o
barnizada, da mucho humo y olor desagradable, pero para la
cocción sirve. El aglomerado mantiene un poco la
temperatura, pero produce poca llama y muy poca brasa. La
madera blanda como el pino o el álamo, o el sauce, producen
mucha llama pero pocas brasas. Cuanto más grueso es el
pedazo de madera más difícil es encenderlo, pero más larga
es la producción de calor.

A partir de acá queda toda la iniciativa por parte del artesano


que trate de experimentar con la práctica.

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