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IPA 4° A Historia de la Filosofía Prof.

Marta Bayarres
15/05/2008

Integrantes: Antonio Azziz, Lilián Camejo, Jorge Caraballo, Natalia Ferreira,


Verónica Hernandez, Seida Lans, Claudio Lassevich, Estefanía Scarppe.

Trabajo grupal correspondiente a “La Trascendencia del Ego” de: Jean


Paul Sartre.

1. ¿Cómo es posible una subjetividad sin sujeto desde el marco de la filosofía


Sartreana?
2. El Ego refiere al conjunto de las trascendencias y constituye lo psíquico, el
objeto trascendente de la consciencia reflexiva. Constituye la totalidad concreta
dada a la intuición, un derivado degradado de la consciencia.
¿Cómo se relacionan las categorías de las trascendencias psíquicas (acciones,
estados y cualidades) con las fases activa y pasiva del Ego?
1. Sartre parte de la fenomenología de Husserl concibiendo a la consciencia como
intencionalidad.
La consciencia es puro movimiento hacia lo que no es ella, hacia lo otro, lo que se le
presenta, se le muestra. Al ser sólo intencionalidad, Sartre se opone a la idea de una
consciencia a priori sustancial: lo que hay es una consciencia no sustancial, “un absoluto
no sustancial”.
Esto, porque al ir hacia lo otro, al anularse (nihilizarse) radica su ser, su existencia; de
este modo se disuelve la dicotomía sujeto-objeto, no hay un sujeto existente, absoluto,
que coloque al objeto, sino que el objeto como en sí, ya está y se aparece a la
consciencia atrayéndola (ese en sí, no aparece entonces como un contenido preexistente
en la consciencia, sino como un objeto trascendente, INTENCIONADO por la
consciencia).
En este primer estadio Sartre cataloga a la consciencia como pre-reflexiva, es
consciencia de lo otro, no posicional de si misma, no hay yo, no hay sujeto; sólo
consciencia posicional del objeto.
De esto se desprende un segundo estadio, no como anulación sino como superación
integradora del primero, al que denomina consciencia reflexiva. Aquí la consciencia es
recuperada como lo otro que se aparece a una consciencia reflexionante; esta no es
posicional de si misma sino que “su otro” hacia lo que tiende, es la consciencia
reflexionada.
El desdoblamiento es lo que permite salvaguardar el postulado de la intencionalidad. Es
un acto irreflexivo de reflexión, donde la consciencia que se nihilizó se recupera como
existente.
La consciencia reflexionante es irreflexiva por esto se necesita un tercer estadio que de
paso a la reflexión sobre ella misma y por tanto a la existencia de hecho de un Ego.
Este estadio queda garantizado por el hecho de que al apresar un pensamiento, el noema
(el contenido del pensamiento), surge este yo trascendiendo, como resultado de una
unificación de las consciencias que es posible y se construye en el tiempo de manera
inacabada.
De este proceso resulta una subjetividad en permanente construcción a posteriori, que
prescinde del sujeto fundante, inexistente que atraparía la espontaneidad de la
consciencia, y cuya unidad radica en lo dado de la consciencia.
2. En primera instancia, Sartre comienza planteando que el Ego es, la unidad
trascendente que contiene los estados y las acciones; y entre ellas, a modo de
intermediarios, las cualidades. Estas se dan a la consciencia, como la unificación
de diversas manifestaciones, que se expresan como una disposición psíquica,
potencialidad o virtualidad capaz de pasar a la actualidad, independientemente
de otros factores.
La relación de las cualidades entonces con el “estado o acción, es una relación de
actualización”.
Plantea la noción de estado en el mismo plano que la acción en tanto que se
potencian una a otra dando lugar a esa actualización. Plantea también la diferencia
entre cualidad y estado; donde este es un en sí (noema) como unidad de
espontaneidades y aquella como una unidad de pasividades objetivas.
El Ego es para Sastre, síntesis permanente o totalidad de los estados (o acciones),
una unidad infinita de lo psíquico. El Ego no es nada fuera de esa síntesis, pero
tampoco se reduce a ser un estado o una acción. Plantea un estatus del Ego en tanto
que su lugar sería como una especie de horizonte respecto de los estados, horizonte
no como existiendo de tras, sino como vislumbre. De esta manera el Ego acompaña
a los estados y las acciones para que sean posibles.
Sartre plantea el criterio de dubitabilidad del Ego como totalidad trascendente: todo
lo que intuimos del Ego, puede ser contradicho por ulteriores intuiciones.
“El Ego es la unificación trascendente espontánea de los estados y acciones”,
entonces en este sentido existe una relación insoslayable, éstas necesitan del Ego
para existir y manifestarse. Y la cualidad estaría dada en tanto que ella le da sentido
(califica) la unidad de la consciencia. Y sólo un lazo de carácter “poético”, es el que
posibilita la relación del Ego con los estados, cualidades y acciones; en síntesis, para
Sastre la relación del Ego con las trascendencias psíquicas, es de carácter creativo o
de producción poética. El Ego se revela como creador de estos estados. Pero esta
creación se da de manera conjunta al Yo Moi y no de manera separada. Esta
creación conjunta es lo que Sartre llama espontaneidad creadora.
La fase pasiva del Ego se presenta si concebimos a éste como objeto; y en este
sentido sólo sería una pseudo-espontaneidad, se trata de un Ego opaco, entonces no
produce nada.
La verdadera espontaneidad, debe ser capaz de producir y ser ella misma su propio
producto y no otra cosa. Pero he aquí que, en cuanto a la espontaneidad del Ego,
ésta se escapa a sí misma, viéndose el Ego sobrepasado: si tomamos como ejemplo
al odio, aunque no existe por sí solo, posee cierta independencia del Ego (aunque
sea producto del mismo).
Existe una relación dependiente constructiva en la que, en la medida en que se
produce esa unidad de la consciencia, se da lugar a los estados, luego de ello se
constituye el Ego.
Cuando la consciencia le proyecta espontaneidad (actividad) al objeto, es cuando se
degrada, y en este sentido deviene en pasiva.
La relación que se da entre el Ego y los estados, es que los estados que el Ego
produce lo afectan de manera directa cambiando la apariencia del Ego, Sartre
propone que el Ego es al mismo tiempo síntesis irracional activa y pasiva, como
síntesis de interioridad y trascendencia.
La interioridad se da en tanto que la consciencia reflexiva contempla a la
consciencia refleja. Y en este sentido la interioridad no se contempla sino que se
vive. Entonces el Ego es la interioridad de la consciencia.
Pero el Yo Moi sólo puede conocerse por nosotros en la medida en que nos
aproximaos y observamos. Siempre teniendo en cuenta que el conocimiento de
nuestro Yo Moi depende del punto de vista del otro.
Cuando el Ego se degrada, se pierde la intimidad.

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