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ASOCIACIÓN MEXICANA DE
ESCUELAS DE TRABAJO SOCIAL
LIII CONGRESO, LEÓN, GTO.
MÉXICO, 5-7 DE MAYO DE 2005


TRABAJO SOCIAL EN EL CONTEXTO ACTUAL


AUTOR: César A. Barrantes A.

Nuestro trabajo se orienta por los significantes implicados, en la convocatoria del Quincuagésimo Tercer
Congreso de la Asociación Mexicana de Escuelas de Trabajo Social: “La potenciación del trabajo social en
las competencias que le demanda el contexto social”, la cual abre la discusión sobre los cuatro desafíos
siguientes:
1.Las demandas que la realidad histórico-política le está presentando al trabajo social en México.
2.El conjunto de capacidades, pericias o habilidades que hacen idóneos a los trabajadores sociales y a las
trabajadoras sociales para accionar reflexivamente y reflexionar activamente sobre el desiderato al que se
enfrenta toda organización social: la satisfacción de carencias y potenciación de aspiraciones de todos sus
integrantes.
3.La relación entre el trabajo social realmente existente y el trabajo social que nos es posible construir en el
aquí y ahora que conocemos como presente.
4.Finalmente, otro aspecto promisorio no menos importante que los anteriores, es la alianza estratégica estadal
y nacional con proyección internacional entre los diversos actores que le dan vida a la comunidad de
intereses que es el trabajo social. Me refiero a la integración orgánica de colegios, organizaciones de
trabajadores sociales (oenegés, consultoras…), organizaciones estudiantiles y escuelas de trabajo social
en tanto personas jurídicas; asimismo, me refiero a las personas naturales: estudiantes, profesionales de
campo, de instituciones y organizaciones, y profesores tanto trabajadores sociales como colegas de otras
disciplinas puesto que los sociólogos, sicólogos, antropólogos, filósofos, administradores, etc. son parte
integrante del proceso de enseñanza-aprendizaje y por lo tanto están implicados necesariamente en la
potenciación de las competencias que se le están demandando a los trabajadores sociales y a las
trabajadoras sociales en este México profundo del siglo veintiuno.
La convocatoria del Quincuagésimo Tercer Congreso de la AMETS marca una diferencia temática con
respecto a congresos y seminarios que se vienen realizando desde hace varias décadas a lo largo y ancho de
nuestra América Latina: nos convoca a problematizar tanto la oferta de competencias como la demanda social
de éstas en el aquí y ahora de la era que estamos conociendo como imperio, globalización, posmodernidad y
sociedad del conocimiento entre muchos nombres.
Somos competentes o no somos competentes. Es la cuestión que la AMETS ha puesto en escena el desafío a
nuestras propias capacidades innovativas, entendiendo que las competencias tienen diversos niveles de
realización: el de la instrumentalidad propia del hacer haciendo en el mundo de los objetos tal cuales, es decir,
el ámbito propio del trabajo y la relación hombre-naturaleza, de la producción y la razón administrativa
medios fines. Pero también y fundamentalmente en la esfera de la razón práctica en la cual incluimos con
diversos autores los planos metodológico, teórico-epistemológico, jurídico-institucional, ético-estético,
geopolítico, comunicacional y recreacional.
Celebro esta iniciativa de la AMETS, porque nos coloca en situación de apertura de varios abanicos de
opciones que son planteadas no sólo desde la posición del poder académico y disciplinario sino también desde
la demanda de nuevas competencias a los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales.
He aquí el fundamento ético de la convocatoria de la AMETS, entendiendo que la ética (Savater 1996:46-47)
trata no de lo que debemos o podemos sino de lo que queremos a partir de lo que somos. Querer ser a partir de
lo que se es tiene como condición de posibilidad la liberad de exploración, de saber, de conocer cada quien

§ Conferencia Inaugural del Quincuagésimo Tercer Congreso de la Asociación Mexicana de Escuelas de
Trabajo Social, León, Guanajuato., México, 5-7 de mayo de 2005. En la Memoria Digital del Congresso.
© ♥Profesor investigador de la Universidad Central de Venezuela. Presidente fundador de la Red
Latinoiberoamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales (RELATS): C-elect: cbarran@reacciun.ve;
http://listas.reacciun.ve/mailman/listinfo/relats-l
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por sus propios pies, caminando caminos, inventando itinerarios en cartogramas inéditos, colocar cada
enfoque o visión de mundo y de vida de cualquier persona, incluyendo a quien les habla, en perspectiva de
totalidad, en la perspectiva de la justificación universal del sentido de la acción y de la libertad racional. La
ética trata de la libertad de explorar el aquí y ahora en que nos constituimos en sujetos, trata de la apropiación
de lo real, del mundo de vida donde nos movemos y establecemos costumbres, hábitos y conductas; trata del
querer aprehender los trazos demarcados por la raíz, el sentido, los límites y posibilidades de nuestra razón de
ser, pero también la ética trata del querer saber lo que nos sucederá cuando rebasemos la frontera
En lo que sigue reflexionaré en voz alta a propósito de algunos y otros de los aspectos mencionados, dejando
para el cuarto y último apartado la descripción de la pequeña-gran utopía significada por la Red
Latinoiberoamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales (RELATS): una organización red de redes de
trabajadores sociales, estudiantes y profesionales que se ocupan de la intervención societal y del proceso de
satisfacción de carencias y potenciación de aspiraciones sociales.
Pero antes de entrar en materia, quiero prevenirlos de una paradoja de la de la que soy irremediablemente
portador y reproductor, es decir, que puedo -evocando el doble sentido de Lacan- resumir de la siguiente
manera: lo que aquí hablo no es todo lo que digo pero sí les puedo asegurar que todo lo que digo es lo que
pienso aunque pienso que yo, en verdad hablo más de lo que siempre digo.
De allí que mi comunicación está inscrita en la humildad de un punto de partida cuyo ojo del huracán es el
equivoco y la incompletud. Por eso mi punto de partida no es el único ni mucho menos el mejor, sólo es uno
posible, ojalá creíble, esperando que les sea de alguna utilidad al menos para alimentar la faena de los tres
días siguientes.

(I)
Hoy a fines del primer lustro del siglo veintiuno es una visión ampliamente compartida entre las diversas
comunidades de científicos, planificadores, gerentes y políticos sociales, pensadores, empresarios, tecnólogos,
tecnócratas, profesionales de la política y activistas ecopolíticos que el sistema mundial de relaciones sociales
de poder viene perfilando con rasgos cada vez más definidos que hace unas décadas, un cambio de época, una
nueva era referida a la práctica de la reorganización del planeta, de las relaciones internacionales y de la
producción misma de la vida social.
Este sistema relacional -su naturaleza y sus consecuencias- viene siendo denominado de muy diferentes
maneras: globalización económica, globalización cultural, neoliberalismo, poscapitalismo, imperio,
imperialismo neomercantilista, posmodernidad, sistema-mundo moderno, sistema mundo
posmoderno/poscolonial, sociedad de la información, sociedad del conocimiento, sociedad en red, sociedad
del riesgo, modernidad reflexiva, modernidad líquida, sociedad del espectáculo, la era de los medios, la era de
la imagen, la era del vacío, la era de la euforia, la era de la diversión…, etc.
Se trata de una amplia constelación de conceptos, términos, nociones y metáforas que tomamos como
ventanas a través de las cuales metemos nuestra cabeza en dimensiones distintas de la realidad local, regional
o mundial que deben ser puestas en perspectiva de totalidad, es decir, bajo la óptica epistemológica que nos
permite delimitar nuestros propios campos de observación, organizar el razonamiento analítico y reconocer en
el proceso mismo de construcción de nuestra propia mirada, las articulaciones mediante las cuales los hechos
adquieren su significación específica (Sartre, 1979, II, T.1; Zemelman 1992).
Si tiene sentido la expresión lapidaria de Werner Heisenberg, Premio Nobel de Física en 1932, cuando afirmó
que “la ciencia no es una sola mirada. Hay otras muchas”, cabe entonces preguntarnos ¿cuál es la mirada del
trabajo social?, ¿desde dónde mira el trabajo social?, mejor dicho ¿cuál es la representación que los
trabajadores sociales y las trabajadoras sociales construyen del mundo en que vivimos?, ¿desde dónde nos
representamos el trabajo social y la realidad de la que somos productores y producto?, pero también y
fundamentalmente, ¿desde dónde se construye la mirada del Otro que nos mira?, ¿desde dónde somos
constituidos por la mirada del Otro?, ¿cuáles son los lugares de encuentro de estas miradas que también son
miradas por el México profundo, por nuestra Patria Grande latinoamericana, por nuestra Patria Tierra?
En el sentido anterior, nos parece que hay múltiples abanicos de formas de meter la cabeza, metodologías,
estrategias o vías de entrada al análisis, comprensión, descripción, explicación, predicción e intervención
profesional en la realidad social según sean las dimensiones, niveles y espesores en que nos desempeñemos y
para los cuales no existen determinaciones, mediaciones ni explicaciones prestablecidas, mucho menos de una
vez y para siempre. Me refiero a lo económico, lo jurídico, lo global, lo general, lo universal; pero también a
lo relativo, lo singular, la vida cotidiana, las historias y testimonios de vida, lo particular, lo político, lo
cultural, lo local, el ocio, el desempleo, el empleo, la familia, la empresarialidad popular, las microfinanzas, la
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microfísica del poder, la economía campesina, la protección al consumidor, el deporte, la violencia, los
grupos etáreos, las estrategias de sobrevivencia y de vida, el amor, la exclusión, el trabajo social mismo..., etc.
No es objetivo de esta conferencia hacer desarrollos, ni siquiera breves, sobre estos escenarios de implicación
y actuar profesional. Pero parece ser una visión generalizada más o menos compartida por amplios sectores
humanos, de que cualquiera sea la ventanilla por la que nos asomemos alcanzamos a ver, oir, oler y palpar
imágenes sensoriales y racionales más o menos definitorias de la nueva cartografía mundial. Algunas son los
siguientes: la asimetría, la inequidad, la seducción universalista del eurocentrismo particularista, el racismo, la
diferencia imperial, el descompromiso con la diferencia colonial, la banalización de la guerra y la celebración
de ésta como instrumento de una ética policial, el discurso de una paz formalmente universal en
contraposición con la práctica de un orden universalmente depredador y perverso, la instauración mediática
del hedonismo individualista e hiperconsumista absolutamente despreocupado por toda espiritualidad,
trascendencia intemporal o inmanencia temporal. La libertad de los nuevos dominadores es usufructuada y
potenciada a su libre arbitrio y bajo una nueva consigna planetaria: liberar a la humanidad liberando los
mercados. Es así que ellos son quienes tienen una libertad que es sólo de ellos y compartida entre ellos sin
cláusula de invalidación alguna; están ungidos, son inmortales. En virtud de ello están salvos porque se
absuelven a sí mismos aunque se condenen a sí mismos. Como correlato de esta libertad las muchedumbres:
nómadas en sus propias tierras, habitantes de los no lugares que pululan no sólo en las periferias sino en los
centros mismos del imperio, tienen su propia libertad: la de ser famélicos mortales que están liberados a la
vulneración, la condena, el miedo, la incertidumbre, la culpa, la nada. Las superélites imperiales tienen la
capacidad absoluta de disciplinar la velocidad con la que los demás deben actuar, pensar, querer y sentir;
asimismo, de normalizar y controlar el modo en que los dispositivos de educación y trasmisión de los valores
angloeurocéntricos de la sociedad del conocimiento o lo que es lo mismo, de la matriz epistemológica
eurocéntrica, deben gerenciar las aplicaciones de las denominadas nuevas tecnologías de la información y
comunicación, que al final de cuentas sólo les pertenece a los dueños de las patentes: se trata de buscar la
verdad desvinculada de la búsqueda de lo bello y lo bueno. Ciencia fragmentada y desconectada de la política,
de la ética, de la filosofía y de las humanidades, en fin, ciencia de la fragmentación y de la desconexión de
toda razón y conciencia nacional y latinoamericana.
A este último respecto retomo mi observación (Barrantes 2000) de que en el campo de la producción de
conocimientos -tanto en ciencias básicas, tecnologías e ingenierías como en el campo del pensamiento social
y humanístico- las asimetrías en las relaciones internacionales e intranacionales por lo general vienen siendo
asumidas como el producto de una natural división internacional del trabajo, según la cual a los países del
norte les corresponde producir e innovar y a los del sur consumir, aplicar y difundir.
Una expresión de esta situación es el hecho de que las publicaciones científicas de los países del sur,
específicamente de nuestra América Latina, se ven cada vez más excluidas de los índices internacionales
establecidos por los centros de producción académica del norte. Entre las causas existentes diversos autores
visualizan, por un lado, el carácter progresivamente ultraselectivo de los criterios aplicados para su inclusión
en las bases de datos de los centros académicos internacionales, pero por otro lado, razones que tienen que ver
con nuestras propias variables tales como el bajo potencial científico de la región, la insuficiencia de las
políticas de desarrollo científico-tecnológico y de innovación social especialmente popular, la carencia de
directorios actualizados de revistas y obras universitarias, el desconocimiento del verdadero volumen de las
publicaciones científicas y más aún de la producción y productividad de nuestras universidades dentro de las
que se encuentran las escuelas y facultades de trabajo social.
A este último respecto, reitero mi llamado (Barrantes 2000, 2004) a los organismos académicos, estudiantiles
y gremiales a potenciar la discusión abierta del problema de la constitución de un pensamiento y una práctica
de un trabajo social que derive en trabajosocialogía1, en ética, en geopolítica de la producción de
conocimientos y saberes así como en crítica al poder colonial.
Este último término no se refiere únicamente a la lucha contra el neoliberalismo estadofóbico ni sólo a las
relaciones externas de nuestra América Latina con los países hoy denominados poscoloniales, sino que se
refiere también a la colonialidad del poder en cada uno de nuestros países. Pero también tiene relación con el

1 Utilizamos esté término significando no una propuesta de cambio de nombre del trabajo social, sino una
manera de provocación o llamado de atención sobre la libertad que cada uno de nosotros tiene de asumir
más allá o más acá del discurso de la universidad, el compromiso que está implicado en la definición del
trabajo social como disciplina científica una de cuyas actividades esenciales es la producción individual y
colectiva de conocimientos y saberes en el proceso mismo de la satisfacción de necesidades sociales. Se
trata del logos, la gnosis, pero también de la doxa y la episteme, de la mayéutica y la frenesís.
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problema de la complejidad de la construcción de identidades en y de la América poscolonial que no es el


norte geográfico pero sí es el SUR que se está construyendo epistemológicamente y algunas de cuyas
características más relevantes son el mestizaje, la multiculturalidad, la hibridación cultural, temas que hoy
están siendo geopolíticamente problematizados desde lugares que los centros de poder pudieran juzgar como
no lugares o lugares fuera de lugar.
En trabajo social el neocolonialismo endogenizado por la colonialidad del poder tiene su traducción en la
práctica del modo burocrático-tecnocrático de organizar y gerenciar las relaciones de subordinación que
ejercemos sobre nuestros propios colegas, especialmente entre estamentos directivos y colectivos cautivos en
una diversidad de entidades, especialmente gremiales y académicas.
Junto al modelo liberal el modelo burocrático-tecnocrático de organización también forma parte del patrón
epistemológico eurocéntrico que se ha venido constituyendo como racionalidad instrumental a la que son
reducidas las relaciones de conocimiento con el mundo que nos ha tocado vivir. Sin embargo, al igual que en
los ámbitos de realización de los intercambios globales, en el trabajo social observamos que -no obstante la
hegemonía mediante la cual los poderes burocráticamente organizados invisibilizan la diferencia- se están
produciendo resplandores de protagonismo democrático, de pluralidad y alternatividad respecto del patrón
gerencial y cultural dominante.
He aquí uno de los desafíos que se deriva directamente de la demanda social de competencias a los
trabajadores sociales y las trabajadoras sociales: hacer del protagonismo democrático, del estado de justicia
social, de la pluralidad, del derecho a la diferencia ya no relampagueos nocturnales sino soles plenos que nos
iluminen el entendimiento y alimenten la práctica cotidiana de una nueva concepción de organización,
asociación, sociedad o comunidad trabajosocialógica que necesariamente implica la construcción de una
plataforma distinta al proceso organizacional seguido hasta ahora.
Encarnar una nueva forma de asociatividad ya no sólo de entidades del trabajo social, sino, también y
fundamentalmente de sujetos-actores, personas de carne y hueso históricamente fechados. Una nueva forma
de convivencialidad y colectividad en la que todos nos miremos y nos asumamos integrativamente como
trabajosocialogos. Esto significaría un salto cualitativo de gran valor ético, político, social e institucional,
pero fundamentalmente para el estudio y la acción de las trabajadoras sociales y los trabajadores sociales que
pudieran interesarse en la realización de estudios e investigaciones sobre aspectos tales como los siguientes: el
desarrollo organizacional del trabajo social, es decir, cómo operan y qué tipo de decisiones se toman en los
organismos de carácter estadal, nacional, latinoamericano y mundial y cómo desde estas instancias se afecta
nuestro estatuto epistémico, académico, disciplinar, profesional, gremial y estudiantil; el desempeño
profesional en el concierto de las relaciones disciplinarias, interdisciplinarias y transdisciplinarias en cada país
del sur y entre estas y las del norte; la construcción de identidades en y del trabajo social a partir de nuestras
propias representaciones sociales y de la mirada del otro en los diversos ámbitos de actuación; finalmente, la
relación de los retos del trabajo social y el estado actual, real y potencial de nuestra producción de
conocimientos y saberes.

(II)
En el segundo conjunto de ideas que sigue, reflexionaremos acerca del trabajo social desde el aquí y ahora de
las circunstancias que nos son dadas como condición de su transformación. Me refiero a los desafíos que
están interpelando en estos tiempos de imperio, posmodernidad y globalización, a trabajadores sociales y
trabajadoras sociales. Para ello parto de un breve recordatorio de las condiciones sistémicas en las que se
inscribe la demanda socioinstitucional de trabajadores sociales y trabajadoras sociales.
Es de todos conocido que el trabajo social en el mundo angloeuropeo se configuró como profesión en el
proceso de la larga crisis de los estados liberales y su posterior reconstitución en estados intervencionistas o
de bienestar social. También es sabido que, con diversos matices propios de la especificidad de cada país, en
América Latina (Lizarraga, 2000; Cornelli, 2000; Quiroz Neira, 2000; Tello y Arteaga, 2000; Jiménez, 1992;
Campos y otras, 1977; Molina y Romero, 1998; Poveda, 1998; Martínez, 1977) resulta ser paradigmática la
historia de la demanda del funcionariado que primeramente se conoció como visitadoras y servidoras sociales,
seguidamente asistentes sociales y posteriormente trabajadoras sociales2. Es así que desde 1925, año de la

2 En la República Bolivariana de Venezuela desde 1942, año de la primera gradación de trabajadoras


sociales, el nombre oficial de la profesión es trabajo social. Hoy existen tres categorías: trabajador social
(sin acepción de género), título preuniversitario que dejó de extenderse a inicios de los años setenta,
licenciados en trabajo social y técnico superior en trabajo social (preuniversitario).
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creación de la primera escuela de servicio social en Chile, hasta los años cincuenta, la institucionalización del
trabajo social estuvo directamente ligada a la crisis del modelo agroexportador y de los estados oligárquico-
terratenientes (premodernos en lenguaje cultural), en especial cuando a éstos les llegaba -progresiva o
abruptamente- el momento de modernizarse e intervenir activamente en la economía y en lo social o cuestión
social; en esta última, a través de la profesionalización y fortalecimiento de las fuerzas armadas y de las
políticas asistenciales generadas como respuesta a las demandas socioeconómicas de las clases trabajadoras
asalariadas y no asalariadas.
Una vez reconstituidos los estados oligárquicos y posoligárquicos en modernos estados desarrollistas de
factura cepalina, el trabajo social quedó articulado orgánicamente a la práctica estadocéntrica del
asistencialismo y bienestarismo y la modernidad dependiente que se legitimó a partir de los años sesenta,
constituyéndose a los trabajadores sociales y a las trabajadoras sociales en intermediadores exclusivos de las
relaciones de las agencias oficiales de política social con la creciente población excluida de los frutos del
crecimiento económico.
Hoy la relación del trabajo social con el estadocentrismo desarrollista o bienestarista se ha visto afectada y
reconfigurada por el intento neoliberal de construir sociedades estadofóbicas, la crisis de modernidad, la
polémica sobre la posmodernidad, el desmantelamiento de los estados latinoamericanos, los impactos de la
mega deuda externa y los procesos de desestructuración social de nuestros países.
Si esta última afirmación es cierta, adquieren sentido las preguntas siguientes que no intento resolver aquí,
pues forman parte de investigaciones que están pendientes en el trabajo social y que sugiero como temas de
tesis, trabajos de ascenso y sistematización en los trabajos de campo: ¿qué pasa con el trabajo social que se
institucionalizó al alero del moderno estado desarrollista si éste ya no es (quizás nunca lo fue) lo que quiso
ser? La crisis del estado ¿determina algún tipo de crisis en el trabajo social y sus prácticas?, ¿cómo nos
representamos los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales los ámbitos constituyentes del trabajo
social?, ¿qué buscamos, cuál es nuestra ambición o aspiración?, ¿a qué tipo de poder aspiramos?, ¿a qué
racionalidad, a qué problemáticas intentamos responder en la perspectiva del advenimiento de nuevas
configuraciones societales ya no estadocéntricas, estadocráticas ni estadofóbicas, sino de sociedades
sociocráticas de estado?, ¿podrá sobrevivir el trabajo social realmente existente, es decir, en tanto forma
profesional de la asistencia social burocráticamente organizada desde aparatos estatales y civiles?
Finalmente, ¿cómo nos representamos la relación con otros profesionales y cientistas que se ocupan también
de la intervención social y están implicados en el proceso mismo de satisfacción de carencias y aspiraciones
sociales?
Esta última pregunta adquiere importancia porque en mi criterio la demanda de competencias no ha sido
unidireccional en ningún país; creemos que sin negar la existencia de una demanda institucional que cristalizó
en la creación de dispositivos de formación del producto profesional que se estaba demandando, también es
cierto que los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales se adscribieron el perfil profesional que
creyeron que les era consustancial y sobre esta base empujaron la creación de su propia demanda. En este
mismo sentido, cabe la aclaración de que la pregunta por la demanda originaria de trabajadores sociales y
trabajadoras sociales presupone -tal como lo explicitaron algunos documentos de los años ochenta editados
bajo el sello ALAETS/CELATS y en los noventa algunos colegas brasileños continuaron reiterando- que
éstos son los únicos ejecutores u operadores finalistas que median instrumentalmente entre las agencias
asistenciales oficiales y los agrupamientos poblacionales sujetados a los servicios producidos por éstas. Se
olvidaron de la existencia de otras categorías que también median no sólo los intereses de las agencias de
asistencia social y las demandas de los usuarios, sino también y fundamentalmente el proceso mismo de
satisfacción de necesidades sociales.
No sé si existe otra disciplina que como el trabajo social haya venido perseverando en la crítica a su razón
práctica, a su razón de ser y estar en el mundo. Es posible pensar que bajo este rasgo podamos encontrar,
aunque de manera mediada, ecos del estallido académico que conocemos como reconceptualización de la
asistencia/servicio social, movimiento éste al que, entre las varias cuestiones que podemos reconocerle, dos
nos parecen relevantes para los efectos de esta exposición: La primera es haber envenenado a diversos grupos
de colegas y estudiantes de utopía transformadora de estructuras y constructora del hombre nuevo que, según
se creía, el futuro de nuestra América Latina estaba necesitando; dentro de los límites del discurso de la
universidad y la modernidad misma, este cambio modernizador significó la búsqueda de nuevas formas de
encarnar una nueva ciencia liberadora a la que en diversos países comenzó a ser denominada trabajo social.
La segunda es haber propiciado un cambio en el dispositivo conceptual de la profesión (Ander Egg 1984)
mediante la crítica a los métodos, teorías y metateorías anteriores, aunque reduciendo la lucha epistemológica
al exorcismo del pasado filantrópico-caritativo y benéfico-asistencial de corte eclesial, liberal y conservador,
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lo cual se tradujo en denigramiento y consecuente abandono de los métodos clásicos y auxiliares.


Si bien algunos colegas le achacan a las dictaduras militares especialmente del cono sur de nuestra América el
incumplimiento de la promesa reconceptualizadora, mi visión es que la problemática de los regímenes
burocrático-autoritarios no exime el análisis de los límites y potencialidades de la reconceptualización misma.
El cambio situacional sistémico significado por el quiebre brutal de la democracia y la pulverización del
movimiento popular, no hizo viable el resurgimiento -mucho menos la continuidad- del ímpetu
reconceptualizador. Tampoco se planteó lo que Natalio Kisnerman denominó en algún momento la
reconceptualización de la reconceptualización. De allí su agotamiento que, en mi criterio, ya estaba inscrito en
la reconceptualización misma. Fue así que ya en los ochenta pero especialmente después de la denominada
década perdida, en los noventa nos encontramos con la constatación de que un final había llegado: el de los
grandes proyectos, metarrelatos y promesas de la modernidad. Ante la ofensiva neoliberal y un horizonte
pletórico de desesperanza e impotencia, eclosionaron los movimientos sociales y las organizaciones de la
sociedad civil como contrarreferencia al movimiento popular y a la organización popular. Los trabajadores
sociales y las trabajadoras sociales al igual que amplios sectores de población expropiados hasta de sus
propios sueños, se vieron autorreferenciados a sus propios mundos de sobrevivencia y de vida ejerciendo -así
fuera en su propio país o en el exilio- el trabajo social que les era posible dentro de los límites que les estaban
dados: el del fragmento, la no praxis, el no discurso sistémico, el microfundamento sin macroexplicación. De
allí la plétora de nuevos espacios profesionales, de nuevas demandas de servicios y competencias de los
trabajadores sociales, de nuevas formas de ejercicio profesional y de nuevas formas de pensar la forma y el
contenido del trabajo social.
Los años noventa del siglo pasado y el quinquenio actual son testigos de nuevos y profundos cambios de la
cartografía política, social y económica latinoamericana. El neoliberalismo está de capa caída en diversos
países especialmente suramericanos y los grandes conglomerados humanos que habían hecho vida en el
fragmento y construido allí nuevas subjetividades y solidaridades se vieron interpelados políticamente por el
estado y la nación, apareciendo nuevas articulaciones del estado, el sistema político y la sociedad civil ahora
fundadas sobre lo micro y lo local que revolucionan los dinamismos sociopolíticos y culturales otrora
desactivados por las dictaduras militares y los gobiernos neoliberales. Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay,
el movimiento indígena liderado por Evo Morales en Bolivia, los zapatistas en Chiapas, la derrota del ALCA
y el proyecto en marcha de la integración de la Patria Grande sobre la base de la libre autodedeterminación de
los pueblos, ha vuelto a poner sobre la palestra de la discusión el papel de las masas que han construido
registros imaginarios, simbólicos y reales distintos a los de los años sesenta y setenta. Hoy hay nuevas
subjetividades, nuevos sujetos sociales, nuevos actores políticos, nuevas formas de hacer política, economía y
cultura dentro de los ámbitos constituyentes de subjetividad pero también de constitucionalidad, legitimidad,
legalidad, institucionalidad y más específicamente de estatalidad, culturalidad, politicidad, nacionalidad,
etnicidad...
La realidad, al menos la de América del Sur, es muy distinta a la anterior y pareciera que los lenguajes de los
nuevos actores socioculturales y de algunos gobiernos apuntan más a una práctica de la ruptura con el pasado
que a una ruptura con el futuro. El salto cualitativo es tan inédito y de tan largo alcance que la percepción
generalizada es que hoy se está más cerca del aquí y ahora empiezo que del futuro del pasado, gracias no a las
nuevas tecnologías de la información y comunicación (que no son neutras en todo caso) sino a las nuevas
sensibilidades una de cuyas expresiones es la alianza estratégica de amplio sentido popular que se ha
establecido entre algunos gobiernos y amplias masas a las que se han incorporado las clases medias y
fracciones de clase alta. Y estos dinamismos significan que de lo que se trata es de un cambio o corrimiento
de plataformas (metáfora que tomo de Hardt y Negri 2000) con implicaciones genoestructurales en el
escenario de la historia de los diversos países y especialmente en el cartograma geopolítico. No se trata de un
salto cualitativo lineal ni ascendente que se pueda medir o ubicar en la cuadrícula cartesiana. Se trata de la
construcción de nuevos puntos de partida, nuevas plataformas de actuación y apropiación del presente, de
adueñamiento del mundo de vida como posibilidad de advenimiento de una nueva alborada, de un nuevo
amanecer cuya escenificación no es posible sin los propios actores que son al mismo tiempo sus propios
autores y coreógrafos.
Creo que en América Latina hoy más que nunca tienen sentido tanto la intuición poética del sentimiento
oceánico atribuida por Freud a Romain Rolland como lo que el mismo Freud identificó como la inefable
seguridad que da la sensación de inseparable pertenencia a la totalidad de un mundo mítico del cual nadie
puede ya caerse (Freud 1975:7-11); asimismo, adquiere plena significación la noción spinoziana (Savater
1998:28) de proyecto de inmortalidad sin el cual no habría ética, derecho ni política. Pero en un acto de
reivindicación del pensamiento latinoamericano también me refiero a la necesidad de infinito, a la necesidad
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de absoluto, a la necesidad de un ideal a las que se refirieron José Carlos Mariátegui en El alma matinal y
José Vasconcelos en La raza cósmica. Éstos, interpelados por el racionalismo eurocentrista y buscando
nuevos horizontes para la historia indoafroamericana, se refirieron años antes que Freud al elemento
movilizador de las necesidades por ellos identificadas y que hoy debemos reconcientizar: el mito y la
capacidad fabulista e imaginativa del ser humano. Es lo que está revolucionando el fragmento que está siendo
defragmentado y resituado en una perspectiva de totalidad y bajo la óptica que no enfoca el punto final pues
no quiere llegar a ningún lugar, sólo quiere construir y significar un punto de partida que es hacia lo que va en
búsqueda.

´Ni la razón ni la ciencia pueden satisfacer toda la necesidad de infinito que hay en el
hombre. La propia Razón se ha encargado de demostrar a los hombres que ella no les basta.
Que únicamente el Mito posee la preciosa virtud de llenar su yo profundo´ (Mariátigui
1970:18).

Hay algunos colegas brasileños, chilenos y argentinos especialmente que vienen insistiendo en los peligros
que entraña la práctica del neofilantropismo o neoasistencialismo como estrategia del neoliberalismo como si
aún éste siguiera campeando libremente haciendo de las suyas como en las décadas pasadas y como si varios
gobiernos suramericanos no tuvieran el sello antineoliberal y no estén significando procesos de reconstitución
sociocéntrica de sus respectivos estados, es decir, ya no se trata de estados estadocéntricos ni de sociedades
estadofóbicas, sino de estados sociocéntricos, es decir socialmente centrados. Y esta característica apunta a
estados éticos, estados de derecho y estados de justicia social cuyo sujeto ya no es el sujeto cosificado de la
carencia sino el sujeto de derecho, el sujeto de dignidad, el sujeto de reconocimiento, el sujeto de aspiración,
el sujeto que quiere inclaudicablemente autoafirmar su condición humana, su libre voluntad de compromiso
con la realización de su deber ser mediado por las circunstancias propias de su aquí y ahora (Savater 1988).
Pareciera que los procesos sociopolíticos, ideológico-simbólicos y económico-culturales de la nueva era que
recién está comenzando en y desde el yo profundo de nuestra América Latina, no están siendo comprendidos
por los colegas marxistas, especialmente ortodoxos, y no marxistas que asimilan neoliberalismo a
posmodernidad y globalización. Para ellos el neoposglo (condensación de los prefijos de los tres términos
anteriores) neoconservador está acechando allí al final de la esquina. Inexorablemente todo paso adelante
desemboca en ese túnel.
De lo que se trata entonces es de salvar al trabajo social latinoamericano de este destino infausto. De allí que
Borgianni, Guerra y Montaño (2003) y otros seguidores (Molina, org. 2004) proponen el proyecto
éticopolítico para el trabajador social decididamente antineoposglo que quiera ser hegemonizado por los
colegas brasileños.
Ahora bien, ¿cómo se puede llegar a pensar que el próximo paso de la historia conduce al neoposglo y por lo
tanto se quiera evitar el desemboque de los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales en tal fase de
desarrollo del capitalismo? Sencillamente pensando teleológicamente.
Para este tipo de razonamiento abstracto, la realidad, el mundo tiene un origen esencial que evoluciona por
etapas, cada una cambiando la forma pero manteniendo su esencia, cada etapa linealmente es sucedida por
otra superior y así progresivamente hasta llegar al final prestablecido como estadio de la mayor
perfectibilidad. Por otro lado, la dialéctica evolucionista postula un punto de partida absoluto (el origen, la
génesis, la primera instancia que deviene en última ratio, juicio final) procediendo derivativamente a partir del
mismo; propone que las etapas se suceden por saltos cualitativos mediante los cuales las etapas superiores de
desarrollo superan a las anteriores pero sin salirse de la línea ascendente del progreso científico-tecnológico
que cautivó en algunos pasajes a Marx, Lenin y al mismo Gramsci (los tres mediados por Luckács quien se
quedó en el camino entre Lenin y Gramsci al quedar anclado en los reduccionismos economicistas y de clase).
El teleologismo abstracto tiene como correlato un teleologismo instrumental según el cual la racionalidad
instrumental está detrás de todo acto humano: la acción está subordinada a la razón, el comportamiento se
dirige al logro de determinados fines eligiendo para ello los medios más racionales. “Son las finalidades que
determinan el modo de actuar y la elección por alternativas…Toda postura teleológica encierra
instrumentalizad” (Guerra 2003:177-178).
En ciencias del desarrollo y de gobierno este modelo ideal, al igual que el de la mano invisible del mercado,
dio origen a la noción equívoca del superhombre planificador. En oposición el mismo Gramsci (1957) señaló
que toda actividad humana organizada tiene su propio principio óptimo de proporciones definidas,
significando con ello que las partes de una organización sólo pueden combinarse en ciertas proporciones fijas
8

pero mediando cambiantes correlaciones de fuerza en el bloque histórico que resultó ser -la misma historia así
lo mostró- ni sólido ni homogéneo.
En el ámbito del trabajo social, el proyecto hegemónico de los brasileños et alii procura evitar el destino
teleológico y el desemboque irremediable en el neoposglo. Para ello al igual que Habermas (1983) proponen
recuperar, reformar y revitalizar la modernidad, que no ha muerto y no está por morir; sólo se trata de un
proyecto incompleto cuya crisis es apenas reconocida como un punto de inflexión que forma parte de su
propia dinámica. Es así que para este tipo de razonamiento toda crítica a la modernidad le hace el juego al
neoposglo. Este recule histórico conlleva la propuesta de revisitar y recuperar el texto y el contexto de “La”
reconceptualización con la cual pareciera que comienza (y termina) la modernidad en el trabajo social. Ya
podemos leer al revés al poeta brasileño Jorge Santayana (“Quem esquece o seu passado corre o risco de
repetí-lo”). La mejor forma de no olvidar el pasado es revisitarlo y, por qué no, repetirlo. Hoy se trata de
recuperar la modernidad perdida y restaurarla como presente para no olvidarla, como si los mismos
protagonistas de aquel movimiento de tendencias no hubieran cambiado sus ideas y no hubieran remozado
algunos de sus planteamientos en el transcurso de los últimos cuarenta años.
En este sentido el proyecto ético-político profesional hegemonizado por los colegas brasileños es una
propuesta conservadora cuyos fantasmas del pasado son los intentos restauradores del servicio social clásico o
tradicional que reaccionaron frente al movimiento reconceptualizador y posteriormente creyeron ver la
posibilidad de dicha restauración en el periodo posterior a las dictaduras militares del cono sur. Hoy aquellos
fantasmas disfrazados con ropajes modernizados han dado un salto adelante en la restauración de la
modernidad perdida; ello en el nombre de una ética cerrada que enjuicia la conducta de los hegemonizados,
prescribe los derechos y las renuncias que debemos asumir y establece las sanciones cuya aplicación
corresponde a los guardianes de los códigos de ética.
Un aspecto crucial en la literatura de los proponentes, auspiciadores y seguidores del proyecto ético-político
hegemónico es su ataque invalidatorio a toda teoría o recurso epistemológico que no responda o no se
encuentre dentro de la línea genealógica de la obra de Marx y algunos escritos de Luckács ni en la ontología
de la que, según la lectura canónica realizada por los hegemónicos, estos dos autores son tributarios. Es así
que en su lista negra se encuentran el positivismo, empirismo, estructural-funcionalismo, interaccionismo
simbólico, sicoanálisis al que se reduce a mero sicologismo, la fenomenología; la teoría de las
representaciones sociales y los estudios de género, indígenas y grupos etáreos; asimismo, los sectores que son
considerados áreas directamente funcionales al capital financiero y considerados secundarios o no esenciales a
la captación de la esencia del sistema capitalista: el tercer sector, la economía social o popular, las oenegés,
las microfinanzas, los microemprendimientos…
Según este razonamiento el marxismo se ha visto enfrentado a la metamorfosis de las teorías que no le son
consustanciales; ello a los fines de evitar que éstas puedan mezclarse con él y producir imprecisiones en
relación con el campo problemático en el que estamos implicados y constituimos en objeto de nuestra
actuación-intervención profesional: lo social o cuestión, trama o problemática social. De allí que para
mantener la pureza del marxismo y evitar su mezcla con las diversas teorías no marxistas, se ha tomado como
bandera de su crítica al eclecticismo argumentando que éste es un método que consiste en la reunión de lo
mejor de las doctrinas de varios sistemas teóricos y diferentes matrices sin demasiada reflexión y sin
principios determinados de un punto de vista, y cuyas causas se encuentran en la carencia o débil formación
teórica, en el exceso de pluralismo que desemboca en fragmentación en consonancia con el planteamiento
posmoderno o, lo que es lo mismo, con la crítica de la modernidad (Rozas Pagaza 2004:106-110).
Veamos tres ejemplos de eclecticismo que nada tiene que ver con el concepto estrecho y anatematizante de
los colegas hegemonizantes.
Según Fleming (1998:35),

“…el pintor Parrasio estuvo de acuerdo con Sócrates en que ´puesto que es imposible encontrar la
perfección en un solo modelo humano, es necesario combinar los más bellos detalles de varios de ellos
y de este modo, contribuir a que la figura acabada y completa parezca bella´.

Seguidamente transcribo la siguiente cita de la lectura dialéctica que de Freud realiza Wallwork (1994:47-61):

“El propio Freud se percató de que una interpretación dialéctica a partir de los diferentes puntos de
vista que él utilizaba era el mejor enfoque para entender la teoría sicoanalítica. Al comprender la
complejidad de los fenómenos síquicos..., sugirió que el lector, así como el investigador, deberán
barajar múltiples puntos de vista que se habrán de conjuntar en una teoría coherente: `La complejidad
9

extraordinaria de todos los factores que deben tomarse en consideración nos deja sólo un modo de
presentarlos abiertos a nosotros. Primeramente debemos escoger un punto de vista y luego otro, y
seguirlo a través del material hasta el momento en que su aplicación parezca dar resultados. Cada
tratamiento por separado del sujeto será incompleto en sí mismo, y no dejará de haber puntos
oscuros cuando se toque material que aún no ha sido tratado; pero debemos esperar que una síntesis
final llevará a una comprensión apropiada´. Freud se percató de que su teoría metasicológica era
altamente metafórica y advirtió que las metáforas...no debían tomarse literalmente...Su meta
autoconciente era que el uso de metáforas y símiles tomados en préstamo a una amplia variedad de
campos, como la ingeniería eléctrica, la física, la biología, la economía, la geología, la química, el
drama y la arqueología, ´arrojaría luz desde direcciones diferentes sobre un tópico altamente
complicado...nunca (antes)...representado`: la dinámica escurridiza y compleja del inconsciente...`En
mi opinión, estamos justificados en cuanto a dar rienda suelta a nuestras especulaciones a condición
de conservar la frialdad de nuestro juicio y de no confundir el andamiaje con el edificio`. (Wallwork,
1994:48-49).

Por último veamos lo que dice el mismísimo Lukács (1978) en el prólogo a su Historia y conciencia de clase.

“…ya cuando era estudiante de segunda enseñanza leí algo de Marx. Más tarde, hacia 1908, la emprendí con
Das Kapital, con objeto de conseguir una fundamentación sociológica para mi monografía sobre el drama
moderno. Pues lo que entonces me interesaba era el «sociólogo» Marx, visto a través de una lente
metodológica principalmente debida a Simmel y a Max Weber. Durante la primera guerra mundial volví a
emprender el estudio de Marx, pero esta vez ya dirigido por intereses filosóficos generales, e influido
primordialmente ya no por la contemporánea ciencia del espíritu, sino por Hegel. Es verdad que esa
influencia de Hegel era también equívoca. Por una parte, Kierkegaard había desempeñado una función
considerable en mi desarrollo juvenil: …Por otra parte, la contradictoriedad de mis concepciones político-
sociales me puso en relación intelectual con el sindicalismo, ante todo con la filosofía de G. Sorel. A ello se
añadió, durante la guerra, el conocimiento de las obras de Rosa Luxemburgo. Y de todo ello nació en la teoría
una amalgama íntimamente contradictoria...Creo que si uno se propone reducir a un denominador común las
crasas contradicciones de este período, procediendo al modo de las «ciencias del espíritu» para cada fase o
caso, construyendo así interpretativamente un desarrollo orgánico espiritual-inmanente, no conseguirá más
que alejarse de la verdad de hecho. Si se permitió a Fausto abrigar dos almas en su pecho, ¿por qué no va a
ser posible comprobar en un hombre por lo demás normal, pero que, en medio de un mundo en crisis, salta de
una clase a la otra, el funcionamiento simultáneo y contradictorio de tendencias espirituales contrapuestas?
Yo, por lo menos, y en la medida en que consigo recordar aquellos años, encuentro en mi mundo mental de la
época tendencias simultáneas a la asimilación del marxismo y a la activación política, por un lado, y, por el
otro, una constante intensificación de planteamientos éticos puramente idealistas (X). La lectura de mis
artículos de la época no puede sino confirmar la simultaneidad de esas abruptas contraposiciones…noto que
aun rebasan a menudo, en cuanto a idealismo agresivo y paradójico, mis primeros trabajos. Mas el que yo vea
en ese inarmónico dualismo la línea básica para una caracterización del espíritu de aquellos años míos no
debe permitir inferir una extremosidad opuesta, una pintura maniquea según la cual la dinámica de la
contradictoriedad indicada se agotara en la lucha de la bondad revolucionaria contra los malos últimos restos
burgueses. …Retrospectivamente y para mi caso puedo afirmar que la orientación hegeliana, el idealismo
ético, con todos sus elementos romántico-anticapitalistas facilitó mucha cosa positiva para la imagen del
mundo que me nació de aquella crisis. Desde luego, sólo una vez que esos elementos quedaron superados en
cuanto tendencias dominantes o meramente co-dominantes, sólo cuando, múltiple y básicamente
modificados, se convirtieron en elementos de una nueva imagen ya unitaria del mundo. Aun más: tal vez ata
éste el lugar adecuado para precisar que incluso mi conocimiento íntimo del mundo capitalista entra en la
nuevas síntesis como elemento parcialmente positivo.…Pero confusión no es siempre caos. Tiene, sin duda,
tendencias que pueden reforzar temporalmente, a veces, las contradicciones internas, pero que, en último
término, empujan a pesar de todo en el sentido de su resolución….Como es natural, se trata de tendencias que
no suelen desplegarse sino lenta e irregularmente. … (XI)”

Es posible pensar que para las ortodoxias filosóficas y epistemológicas, el pensamiento heterodoxo, de
frontera, complejo y no paradigmatizado, sea demonizado como eclecticismo y confucionismo teórico. El
eclecticismo como recurso noseológico es real y su utilidad es tan válida como cualquier otro recurso. Es útil
10

y hasta básico en momentos de incipiente constitución investigativa y reflexión ontológica, hermenéutica y


epistemológica. Es nocivo cuando el ecléctico se constituye él mismo en eclecticista, es decir, cuando
absolutiza el medio ecléctico y lo trastoca ramplonamente en finalidad última. El eclecticista chapucero
combina, yuxtapone, hace concurrir, rejunta en una especie de mejunje o sambrote verdades esclerotizadas y
las presenta como “la” solución real y verdadera de los problemas de que se trate.
Por eso llamamos la atención a fin de evitar el error tanto de la práctica del reboltillo, del pasticho y del todo
vale que no tiene, según un dicho popular “ni arte ni ciencia”; como las posiciones puristas y esencialistas que
sólo permiten realizar lecturas canónicas de la realidad y de las obras que nos sirven de abrevadero y
constituir a sus autores en monumentos respecto de los cuales sólo cabe la repetición refleja de sus formas y
contenidos.
Para los dogmáticos y ortodoxos todo movimiento de superación, de salto cualitativo no unidireccional sino
de ruptura, de lectura sintomática, de polisemia, polifonía, policromía y de síntesis plural, es visto como
atentatorio contra la virginidad de las teorías o paradigmas que se adoptan como doctrinas y verdades
preconstituidas e invariantes, es decir, como dogmas. El eclecticismo es, a mi juicio, totalmente legítimo si no
trata de reconciliar falsamente supuestos contradictorios.
Para quienes demonizan el recurso ecléctico no es concebible otra síntesis que no sea la resultante del
procesamiento de elementos de una misma línea consanguínea, racial. No hay alternativa; sólo opciones o
variaciones sobre un mismo tema. En nuestro criterio hay síntesis plural, potenciadora, cuando las diversas
fuentes son procesadas y despojadas de sus escorias y reutilizadas críticamente en la búsqueda insaciable de
nuevas respuestas a viejos problemas, de nuevos abordajes a viejas verdades. También para crear nuevos
problemas para viejas soluciones, en fin para crear las nuevas verdades que seamos capaces de soportar. Es
precisamente de lo que aquí se trata. Abrir sin reparos, miedos, prejuicios ni dogmas, las preguntas que
deberán ser trabajadas, como materia prima, por los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales que
quieren aceptar el desafío de dar rienda suelta a sus poderes creadores.

(III)
Si bien hay quienes resaltan la crisis societal en estos tiempos de imperio, posmodernidad y globalización
como producto de factores ecológicos y civilizatorios, nosotros postulamos que no necesariamente es así, sino
que aquella crisis es fruto de una multiplicidad de causas, una apenas parece ser la pérdida del carácter
seductoramente inspirador de los conocimientos y formas de pensar, asumidos como propios por la sociedad y
la ciencia modernas.
Recordemos lo dicho anteriormente: el trabajo social tiene en su valioso patrimonio el haber iniciado su
movimiento de reconceptualización que si bien se produjo en momentos en que la modernidad y la ciencia
moderna (por lo demás nada ilusoria como dijo Freud) habían entrado en crisis de sentido, no por ello
abandonó el discurso de la academia, de la universidad que al decir de Lacan, sustituye al de la iglesia.
Se comprende entonces, a contrapelo de la seducción racionalista de la ciencia y de La reconceptualización
misma, que lo que en verdad resulta ilusoria es la persistente creencia de que aún podemos obtener del trabajo
social -y de la ciencia que lo funda- otra cosa distinta a lo que sólo nos puede dar utilizando los medios que le
son propios a su razón constituyente.
Así afirmamos con propiedad, que la formación de trabajadores sociales y trabajadoras sociales tiene aún
mucho de enclaustramiento en el tiempo social de la academia, mejor dicho, en las contradicciones y antago-
nismos de las prácticas y discursos academicistas y cientificistas según los cuales la producción de
conocimiento es una función exclusiva de la universidad en tanto que la aplicación de dicho conocimiento le
corresponde a quienes sobreviven en la lucha del ejercicio profesional. He aquí otro desafío implicado en la
oferta y demanda de competencias del trabajo social: problematizar esta división técnica del trabajo, lo cual
no significa la desacademización o desprofesionalización propuesta por algunos colegas como condición de
vinculación del trabajo social a los verdaderos intereses del pueblo y sus luchas contra el neoposglo. Se trata
de desnormalizar los reduccionismos academicistas y cientificistas, objetivistas y empiristas tanto como los
practicistas y profesionistas, a partir de los cuales se hace inviable la relación de interioridad recíprocamente
alimentadora entre todos los agentes del trabajo social, que por ello mismo están implicados en la producción
de conocimientos y saberes. Problematizar la relación de preminencia, jerarquía o hegemonía significa
colocarnos en situación de querer hacer circular los anhelos de excelencia y perfección como fundamento de
los intercambios necesarios para que cada quien realice su propio interés en tanto miembro de una sociedad
para la satisfacción de carencias y potenciación de aspiraciones sociales, asociación cuyo significante es ya
no el acuerdo entre profesionales-científicos y científico-profesionales del trabajo social y de las disciplinas
11

que abrevan la formación de trabajadores sociales y trabajadoras sociales, sino la alianza estratégica entre
éstos, los estudiantes de trabajo social y los sujetos de derecho y de justicia que, en realidad somos todos los
actores –individuales, colectivos, organizacionales, institucionales, estatales y civiles- de un país.
Se trata de una tarea cuya agenda de discusión es académica, gremial, colegial, estudiantil, disciplinaria,
interdisciplinaria, transdisciplinaria pero fundamentalmente política en tanto y en cuanto es trascendida por
ella misma y por los valores de la sociedad o asociación que estamos pensando e intentando practicar.

(IV)
Como último apartado he dejado la descripción de una pequeña utopía que quiero dejar como testimonio de lo
que hoy he hablado más de lo que he dicho. Se trata de la Red Latinoiberoamericana y Caribeña de
Trabajadores Sociales (RELATS). Pero antes es preciso hacer un breve trazo de las organizaciones de trabajo
social mayormente visibles en América Latina.
1. En el ámbito académico es ampliamente conocido que durante los años setenta y ochenta del siglo pasado,
la Asociación Latinoamericana de Escuelas de Trabajo Social (ALAETS) y su brazo académico y
editorial: el Centro Latinoamericano de Trabajo Social (CELATS) ocuparon la primera línea en la
producción intelectual del trabajo social. Ambos organismos, considerados el producto de mayor
decantamiento del movimiento de tendencias denominado reconceptualización del servicio social, ya a
fines de los ochenta y especialmente en la segunda mitad de los noventa del siglo veinte, mostraban
innegables signos de crisis terminal cuyas causas se encuentran inscritas en sus actas constitutivas
mismas (Alaets 2001, 2002, Arteaga 2002, Barrantes 2002) dando cuenta con ello de los límites que
también estaban inscritos en los orígenes mismos del estallido reconceptualizador que les dio origen.
Cabe mencionar que el CELATS firmó su acta de defunción a mediados de 2004 y puso en venta el
inmueble de su propiedad con el afán de poder honrar las deudas pendientes con miembros del personal
administrativo, consultoral y directivo. La situación de ALAETS es de franca insolvencia ética, jurídica,
política y de legitimidad expresada en el hecho de que durante la asamblea de representantes realizada en
julio de 2004, fue rechazada la propuesta presentada por el colega Carlos Arteaga Basurto, director de la
Escuela Nacional de Trabajo Social de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien
conjuntamente con la profesora Carmen Jonás se había avocado decididamente al saneamiento financiero,
administrativo y jurídico de ALAETS así como a la creación de un nuevo organismo. La asamblea
integrada por una veintena de representantes de escuela rechazó esta propuesta por cuanto ella significaba
asumir autocríticamente un cambio de poder y esto no resultaba aceptable por los usufructuantes actuales
y pasados de la estructura organizacional. La opción que se aceptó y que de hecho estaba incluida en la
agenda escondida, fue la de volver al origen fundacional y retomar la continuidad con el pasado de “La”
reconceptualización, es decir, con una específica tendencia que es la representada por algunos
protagonistas de este movimiento que aún siguen vinculados afectivamente a ALAETS; asimismo, se
acordó nombrar una junta restructuradora integrada mayoritariamente por brasileños y antiguos
presidentes y directivos de ALAETS, cuya propuesta de refundación seguramente será conocida en el
Congreso que realizará el Consejo Federal de Servicio Social de Brasil y la Asociación Brasileña de
Investigadores en Servicio Social (ABEPSS) en Brasil a fines de 2005.
1. En Colombia hace cincuenta y tres años fue fundado el Consejo Nacional de Educación en Trabajo Social
(CONETS), organismo que regula la actividad académica y profesional del trabajo social colombiano. Se
trata de un organismo coherente y de trabajo sistemático y metódico que mantiene una línea editorial
diversa y plural, tanto en el proceso formativo como en las publicaciones. Su acción organizacional se
enmarca dentro de los límites del país.
2. Igualmente podemos decir de la Asociación Mexicana de Escuelas de Trabajo Social (AMETS) que tiene
a su haber una larga y sólida trayectoria de trabajo de más de medio siglo, especialmente referido a la
formación académica del trabajo social mexicano.
3. Mención especial merece el Consejo Federal de Servicio Social de Brasil, un organismo de larga
tradición que ha venido coordinando la producción académica y de campo de los así denominados en
Brasil: asistentes sociales. La estrategia editorial del CFESS se realiza a través de Cortez Editorial una de
las dos más importantes editoriales (la otra es Espacio Editorial, de Buenos Aires) internacionales de
trabajo social. La línea de pensamiento del organismo brasileño y Cortez es el marxismo ortodoxo duro
denominado hegemónico por otros colegas brasileños que aún siendo, unos más otros menos, marxistas
ortodoxos, mantienen una apertura al diálogo con quienes piensan diferente y no expresan posiciones de
poder burocráticamente organizado, al estilo de la tendencia dominante en algunas escuelas de trabajo
12

social y consejos estadales de servicio social anillados mayoritariamente a la línea hegemónica del
CFESS, la cual se viene expresando en la propuesta del denominado proyecto hegemónico ético-político
profesional crítico del trabajo social latinoamericano (Borgianni, Guerra, Montaño (orgs. 2003). Este
Organismo ha venido articulando una política internacional que lo ha llevado a ejercer influencia
sostenida en el Comité Mercosur y en lo que queda de ALAETS; asimismo, viene apuntando sus
esfuerzos hacia la Federación Internacional de Trabajadores Sociales con el afán de ocupar uno o varios
cargos directivos en las próximas elecciones de esta Federación.
4. En el ámbito gremial, desde mediados de los noventa del siglo pasado opera en Uruguay el Comité
Mersocur de Organizaciones Profesionales de Servicio Social o Trabajo Social, integrado por delegados
de las juntas directivas de algunas entidades de trabajo social de Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay y
desde entonces viene realizando actividades editoriales, gremiales y discusiones sobre regulaciones éticas
y políticas del ejercicio profesional. Su actual presidenta es Laura Acotto quien a la vez es presidenta de
la Federación Argentina de Asociaciones Profesionales Servicio Social.
5. De la multiplicidad de organizaciones estudiantiles y egresados de trabajo social carecemos de suficiente
información, pero en noviembre de 2001 fue creada con el auspicio de RELATS la Red Internacional de
Estudiantes de Trabajo Social (RIETS). El acto constitutivo se realizó en Puno, Perú, con ocasión del
Quinto Coloquio Internacional de Estudiantes de Trabajo Social. Se trata de una iniciativa a la que no se
le dio continuidad. En la actualidad la Asociación de Egresados de la Escuela de Trabajo Social de la
Universidad Nacional de Colombia son sede en Bogotá, ha tomado una importante iniciativa de
proyección internacional al organizar un Encuentro Latinoamericano de Trabajo Social, el cual se
realizará en octubre de 2005.
6. En el plano mundial, desde hace varios años la Federación Internacional de Trabajadores Sociales, una
organización liderada por los representantes gremiales del trabajo social de los países altamente
industrializados, creó la Vicepresidencia para América Latina. El titular de ésta fue nominado mas no
electo por un reducido grupo de representantes gremiales reunidos en tormo al Comité Mercosur, y hasta
la fecha desconocemos cuándo será posible contar con elecciones democráticas en esta Vicepresidencia.
7. Finalmente pasamos a dar cuenta de la Red Latinoiberoamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales:
un proyecto de organización de personas naturales y jurídicas en el ámbito del trabajo social
latinoamericano que está inspirado en el pensamiento de El Libertador Simón Bolívar y de los próceres,
héroes y heroínas de los procesos independentistas desde México a la Tierra del Fuego pasando por
Centroamérica y el Caribe.
RELATS está pensada como una organización intercontinental red de redes, hoy integrada por más de
cuatro mil personas naturales y jurídicas provenientes de veintiséis países incluyendo a Estados Unidos
de Norteamérica, Canadá, España, Portugal y Francia. Su órgano académico es la Universidad
Internacional de los Trabajadores Sociales, la cual está integrada a un proyecto académico de mayor
envergadura: la Universidad Transdisciplinaria para la Integración de los Pueblos del Sur. Su órgano
editorial es Cantera Social, la Revista Latinoamericana de Trabajo Social e Intervención Social y su
órgano difusor es el Foro Internacional de Trabajo Social e Intervención Social.
Si bien idea primigenia de RELATS fue propuesta a finales de 1998 con el afán de contribuir a fortalecer
y relanzar al binomio burocrático ALAETS-CELATS, no fue sino a principios de 1999 que comenzamos
a implementarla y posteriormente constituirla en organización intercontinental durante el II Congreso
Internacional de Trabajo Social realizado en octubre de 2000 por la Escuela de Trabajo Social de la
Universidad del Zulia. En este evento, con la participación de alrededor de setecientos cincuenta
estudiantes y colegas de varios países latinoamericanos, se aprobó el Proyecto-RELATS cuyas ideas
básicas son las siguientes:
7.1. RELATS tiene el tamaño de los desafíos que aspira a contribuir a resolver conjuntamente con los
sujetos involucrados en la construcción de un sistema de relaciones nacionales e internacionales
basadas en estados de derecho y justicia social, el respeto a la autodeterminación de los pueblos, la
soberanía e identidad nacional, la ética como propuesta de vida, de autoafirmación de la dignidad de
lo humano, de reciprocidad social y de búsqueda de excelencia y perfección con base en valores
universalizables que no admiten la coacción en ninguna de sus modalidades.
7.2. Encarna un pensamiento estratégico de corto, mediano y largo alcance a partir de la diferencia
poscolonial, perspectiva que permite miradas no dogmáticas sobre los cambios epocales, culturales
y civilizatorios significados por el imperio, la posmodernidad y la globalización y su matriz
epistemológica angloeuronorteamericana.
7.3. Propone discutir la relación de conocimiento del trabajo social consigo mismo, con las comunidades
13

productoras de conocimientos y con el clima político y cultural de nuestras sociedades; asimismo,


discutir las formas de desbloquear la invención indómita de trabajadores sociales y trabajadoras
sociales especialmente mediante la construcción de una epistemología del acompañamiento en el
proceso mismo de la producción de los conocimientos y saberes que nos conciernen.
7.4. Ofrece desarrollar las capacidades de todos sus miembros a fin de cumplir los objetivos siguientes:
a) Promover el fortalecimiento y desarrollo integral del trabajo social mediante la cooperación con
respecto a valores, estándares de eficiencia, eficacia e impactos de la profesión, el reconocimiento
social de ésta, la formación científico-profesional, la calidad de las condiciones de trabajo
necesarias para la construcción de conocimientos y para la intervención social, política y cultural. b)
Desarrollar programas de capacitación para la producción de conocimientos mediante enfoques
novedosos especialmente interdisciplinarios y transdisciplinarios. c) Monitorear las condiciones de
empleo estableciendo los parámetros necesarios que permitan sistematizar y replicar prácticas
eficientes y eficaces de la profesión y potenciar sus efectos multiplicadores. d) Promover y defender
los principios de la justicia social en favor de las clases populares, en especial de las menos
privilegiadas. e) Influenciar sobre los procesos socioplanificadores de políticas, programas y
proyectos estatales y civiles de desarrollo integral. f) Velar por los intereses de la profesión,
publicitar la imagen del trabajador social, así como evaluar y dar seguimiento al ejercicio
profesional en los diversos países. h) Participar en los niveles asambleísticos y directivos de las
entidades de intervención social con el afán de alimentar desde diferentes perspectivas las diversas
contribuciones que todos realizan en el mundo social y profesional. i) Promover la organización de
los consumidores de los bienes y servicios producidos en las esferas estatales y civiles. j) Promover
el establecimiento de redes nacionales y regionales de carácter disciplinario, interdisciplinario y
transdisciplinario.

(…)
Hemos seguido nuestra propia subjetividad y realizado un plan desdoblado en cuatro fases contentivas de
preguntas no-dogmáticas, mejor dicho, generadoras que, como la razón humana y al contrario del
automatismo teleológico, sólo nos han servido para orientar apenas el trabajo de proyectar fragmentos de
puentes y sus prolongaciones espectrales que, como los puntos suspensivos simbolizan las distancias
irreductibles entre la mente y el mundo, lo deseado y lo tenido, entre lo pensado y lo actuado, lo actuado y lo
logrado.
Hemos hecho un recorrido inconcluso por algunos aspectos significativos, íntimamente entreverados entre sí
y con el tema general del querer asumir el desafío de ser profesionales, técnicos, académicos y estudiantes
competentes, creativos e innovadores, estudiosos y crítico-autocríticos en estos tiempos de imperio,
globalización, posmodernidad…
Quizás en ese recorrido hayamos ofrecido la impresión de complicar más que configurar una imagen menos
confusa de los desafíos implicados en la convocatoria del LIII AMETS. Pero creo que el testimonio de
nuestra utopía concreta: el Proyecto-RELATS puede revertir dicha imagen al ser nuestra Red de Redes de
trabajadores sociales considerada como referencia estimulante para la toma de decisiones en el proceso de
relanzamiento y redespliegue de las competencias de las personas naturales y jurídicas que le dan vida al
trabajo social mexicano. Competencias en cuya potenciación están involucrados además de los mismos
profesionales, docentes y estudiantes de trabajo social, los colegas de otras disciplinas puesto que estos están
necesariamente implicados en la potenciación de las competencias que se le están demandando a los
trabajadores sociales y a las trabajadoras sociales en este México ancho y profundo del siglo veintiuno.
Vislumbramos la construcción de una nueva plataforma de integración orgánica y de una epistemología del
acompañamiento en el proceso mismo de la producción y sistematización de conocimientos y saberes en cada
uno de los ámbitos, espesores y niveles de actuación de los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales
mexicanos.
Somos testigos de la larga tradición de trabajo que viene realizando la AMETS desde más de cincuenta años.
Creo que el trabajo social mexicano tiene un valioso capital humano. Nada expresa que haga pensar que no
pueda asumir el desafío de redesplegar sus poderes endógenos, mayéuticos, fronéticos y, a partir de allí,
lanzarse a la construcción de una estrategia de proyección internacional a la que RELATS quiere acompañar y
contribuir a desarrollar y consolidar.
Como decimos en RELATS les deseo mucha suerte y mucho trabajo creador que el trabajo social está por
hacerse en el aquí y ahora de nuestra América Latinoiberoindoafrocaribeña.
14

Muchas gracias por su acústica fraterna.

Bibliografía
Alaets (2001), Acta de la Asamblea General de Alaets, 31 de octubre, Lima, en archivos de RELATS.
Alaets (2002), Acta del III Encuentro de Escuelas de Trabajo Social de la Región Andina, 12-13 de octubre,
Guayaquil, en archivos de RELATS.
Ander Egg, Ezequiel (1984), El desafío de la reconceptualización, Editorial Humanitas, Buenos Aires.
Arteaga B., Carlos (2002), “A los miembros de la Mesa Directiva de la Asociación Latinoamericana de
Escuelas de Trabajo Social”, Comunicado difundido por RELATS a solicitud del autor, presidente
de Alaets 2001-2004.
Barrantes, César (2000a), “Anotaciones para una reflexión sobre la geopolítica de la producción de
conocimientos y verdades”, Conferencia Conjunta de la Federación Internacional de Trabajadores
Sociales y la Asociación Internacional de Escuelas de Trabajo Social. Montreal, 29 de julio al 2 de
agosto de 2000. Una versión ampliada fue presentada como conferencia inaugural del Segundo
Congreso Internacional de Trabajo Social, organizado y realizado del 24 al 28 de octubre de 2000
por la Universidad del Zulia. En Revista Venezolana de Trabajo Social, No. 1, 2001, Maracaibo.
Barrantes, César (2000b), “La Red Latinoamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales. Un espacio para
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Sociales y la Asociación Internacional de Escuelas de Trabajo Social, 29 de julio al 2 de agosto de
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Barrantes, César (2002), “ALAETS-CELATS. Elementos para una crónica anunciada”, enero, RELATS,
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Barrantes, César (2004a), “Desafíos ¿del o al? trabajo social en tiempos de imperio, posmodenidad y
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Barrantes, César (2004b), “Pensar el trabajo social en la construcción de un nuevo paradigma”, ponencia
magistral de cierre al V Congreso Ordinario de la Federación Mexicana de Escuelas de Trabajo
Social, celebrado en la UNAM, México D.F. del 17 al 19 de noviembre de 2004.
Barrantes, César (2004c), ¿Cómo introducir la temática de la gestión del desarrollo local en un plan de
estudios de trabajo social? (versión preliminar sujeta a discusión y a modificaciones),
Comunicación compartida con los participantes del foro “¿Cómo introducir la gestión del
desarrollo local en el currículo de trabajo social?”, uno de los cuatro con los que se dio inicio al
XVIII Seminario Latinoamericano de Escuelas de Trabajo Social, celebrado, organizado y
financiado por la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Costa Rica, en San José de Costa
Rica del 12 al 17 de julio de 2004.
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