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BLOQUE 11 .

PREPÁRATE UN RODAJE

Introducción

Ha llegado el momento de que pases a la acción. Con todo lo que has aprendido en los bloques
anteriores ya te has podido formar una idea de cómo se organiza un rodaje y cuáles son sus
necesidades. Ahora te proponemos que te animes a rodar tu propio cortometraje y que conviertas
en un producto audiovisual tus propias ideas.

A lo largo de este bloque te ofrecemos una guía para ayudarte a llevar a cabo tus ambiciones
recordándote cosas ya vistas anteriormente pero aplicadas a niveles que estén a tu alcance.

Te proponemos cómo escribir tu propio guión. Te recordamos cuales son las necesidades básicas
que habrás de cubrir. Verás algunas recomendaciones de cómo obtener y administrar tu
presupuesto. Insistiremos, qué duda cabe, en que todo rodaje es un trabajo de equipo y te
guiaremos para que elijas al grupo de colaboradores más acertado y dotado para cada labor.

Pasaremos a sugerirte el modo de organizar todo el maremagnum que supone una película.
Advertirás que, salvando las distancias de la preparación y la experiencia, un rodaje con poco
presupuesto es muy similar a uno de grandes dimensiones, tanto en su organización ...como en su
caos. Pero nuestra intención es animarte a que logres llevar adelante tus sueños y por ello te
mostraremos que, al igual que en la gran mayoría de los filmes, también aquí hay un final feliz.

Por último te explicaremos cuáles son las vías para que tu corto cumpla con la función esencial
para la que es creado: ser exhibido ante un público.

11.1 Tengo una idea para un corto

Todo el mundo tiene ideas. Todos conocemos a alguien que alguna vez nos ha dicho que le ha
sucedido algo increíble o que la historia de su vida, o la de su familia, darían para una película. Sin
embargo, sólo un reducido número de personas se deciden a utilizar su tiempo en desarrollar
fílmicamente estas ideas; menor es el grupo de gente que controla las normas de escritura
cinematográfica y muchos menos aún son los que superan las primeras fases de este laborioso
esfuerzo. Una idea es algo etéreo e inconsistente, algo menos que una semilla. Pero es el
principio.

SIEMPRE hay que apuntar las ideas, por ello parece adecuado para aquellos que tengan el
gusanillo del cine entre las venas llevar un bolígrafo o un lápiz y un papel encima. Nada hay más
frustrante que recordar que se ha tenido una buena idea y que se ha olvidado. Si apuntáramos
todo lo que nos sorprende, nos llama la atención o se nos ocurre espontáneamente, obtendríamos
al día ideas para cientos de historias…de las que quizá valdría la pena desarrollar una o ninguna.
Ciertamente, parece sensato ser modestos: no podemos creer que por el simple hecho de que se
nos ocurra algo, esa idea es de por sí interesante como para invertir un esfuerzo y un tiempo en
llevarla adelante. Una idea no es una historia y llegar a alguna conclusión necesita recorrer una
serie de pasos..
Primer paso. Intentemos obtener una historia de esa idea. Invirtamos unas horas, unos días, unas
semanas, en convertir esa pequeña anécdota, frase o situación en un boceto de historia. Pueden
darse tres circunstancias:

a. No obtenemos nada en claro y la desechamos.


b. Surge un storyline que nos resulta potencialmente atractivo.
c. Obtenemos un storyline que no conserva nada de la idea original pero nos parece
interesante.

Segundo paso. Dejemos leer o contemos nuestro proyecto a otras personas, amigos, conocidos y
familiares para obtener algunos juicios y valoraciones. Cuando algo nos ha costado llevarlo a cabo
nos resulta más difícil valorarlo negativamente. Sea cual sea la respuesta obtenida, sólo hay una
vía a seguir: hay que trabajarlo más, ya sea para mejorar lo rechazado o ya sea para no
conformarse con los halagos (lo normal es que los amigos y familiares nos apoyen entusiasmados,
pero ello no debe cegarnos). La clave es el trabajo. En el mundo del cine el 99 % trabajo y el 1 %
restante inspiración.

Tercer paso. Creer en las normas establecidas en la industria. Somos libres para pensar que
estamos haciendo algo tan novedoso que podemos ignorar las reglas, pero esto sólo suele ser la
consecuencia de un exceso de soberbia. En el 90 % de las ocasiones en que alguien defiende un
trabajo argumentando que las normas están para saltárselas es porque no ha sabido utilizarlas
para hacer mejor su labor. En el contexto de este texto, debes remitirte al bloque sobre guión y a
su bibliografía (9) y después empieza a escribir tu proyecto. Recuerda: las normas están para
saltárselas…cuando ya se dominan.

Cuarto paso. Ya has escrito tu guión. Léelo, considéralo…y vuelve a escribirlo. Hasta que no
hagas varias versiones no conseguirás reducirlo a su esencia, a lo verdaderamente ameno e
interesante que quieres transmitir. Haz tres, cuatro, cinco versiones… aún así, seguro que siempre
habría sido mejor hacer una nueva revisión. En el cine español la media es hacer cinco versiones
por cada guión de largometraje.

Vas a hacer un cortometraje, cuya definición oficial es: un relato audiovisual que dura entre un
segundo y 59 minutos con 59 segundos. A partir de la hora ya se considera largometraje. La
duración más conveniente para un corto es de máximo veinte minutos, si realmente estamos
narrando algo muy, muy interesante. Si somos lo bastante humildes como para aceptar que
estamos empezando y aún no dominamos el lenguaje, es prudente limitarse, como mucho, a los
diez minutos de duración.
No pongamos trabas a nuestra imaginación, pero seamos realistas y consideremos los medios de
que disponemos. La única cortapisa que no debemos permitirnos es la autocensura, el mayor
enemigo de la creatividad. No nos dejemos limitar por los prejuicios y los tabúes.

11.2 ¿Qué necesitas?


Para poner en marcha un cortometrajese necesitan, esencialmente, cinco cosas: un guión, una
cámara, unas cintas de vídeo, algo de dinero y un grupo de colaboradores. Si a esto le añadimos
esfuerzo, imaginación e ilusión, estamos preparados para crear productos audiovisuales.
Veámoslo.

1). Del guión ya hemos hablado sobradamente, recordemos que es importante pensar y utilizar la
imaginación para crear una historia que esté al alcance de nuestras posibilidades. Un ejemplo: de
nada nos serviría hacer la mejor historia sobre el catastrófico hundimiento del metro de Madrid o la
invasión del planeta Venus si carecemos de los medios para recrear los efectos y los decorados
imprescindibles para hacer aceptablemente verosímiles tales historias.

2) La cámara. Los principiantes deben trabajar en vídeo. Si no tenemos una cámara en propiedad
y pertenecemos a un instituto, universidad o realizamos actividades en un centro cultural municipal,
seguramente tendremos acceso a una cámara. En última instancia es factible hoy en día conocer a
alguien que pueda prestárnosla. Lo que debemos tener presente es el formato a utilizar. En un
centro de enseñanza todo el sistema de grabación y posproducción estará unificado: cámara y
editora pertenecerán al mismo formato, bien sea DV, Betacam, Hi-8, o VHS. Si nos vemos
obligados a conseguir los medios por nuestra cuenta, nos encontraremos con problemas si, por
ejemplo, la cámara es de Hi-8 y la editora de Betacam. El desajuste se solventará haciendo
repicados entre formatos, pero no hay que olvidar que los repicados siempre te hacen perder
calidad de imagen, y eso se notará cuando hagamos copias para los festivales o para los
visionados en casa (habitualmente en VHS). Recordemos que en digital estas pérdidas son casi
inapreciables, pero en analógico son inevitables.

3) Cintas de vídeo. Tendremos que conseguir el número de cintas que consideremos necesarias
según la envergadura del proyecto. A diferencia de lo que ocurre con la película de cine, sabemos
que las cintas de vídeo permiten regrabar encima de los utilizado y que, por los motivos que fuere,
descartamos para el montaje. Pero no es recomendable ser tan ahorrativos, puesto que un error de
cálculo puede costarnos caro. Antes de iniciar el rodaje, es aconsejable comprar una cantidad de
cintas cuya duración total sea muy superior a la duración final del corto finalizado. Si consideramos
que la duración de nuestro cortometraje estará en torno a los diez minutos, lo ideal es adquirir en
cintas un equivalente a cien minutos. Esta proporción significa que podemos realizar diez tomas de
cada plano, algo que desde el punto de vista estético no es excesivo, teniendo presente que el
material magnético es más barato que el químico y las pruebas de los actores se pueden grabar
por si luego nos sirven.

4) El dinero, como siempre, es lo más problemático. Si poseemos los medios habituales de


producción, como la cámara, la sala de edición y sonorización y una mesa de repicado para
obtener copias de cualquier formato a VHS, el dinero sólo tendremos que emplearlo para
pequeñas necesidades como las cintas, iluminación, adquisición de atrezzo, gasolina, taxis,
alimentación para el equipo y otros gastos de este tipo. Como veremos en el siguiente epígrafe, el
modo de obtenerlo es diverso: los propios ahorros, la ayuda familiar, la aportación cooperativa de
los integrantes del proyecto o las subvenciones, entre otros. Es imposible establecer una cantidad
mínima necesaria; en buena parte dependerá del grado de afinidad personal con el equipo de
colaboradores (un día entero a base de bocadillos de mortadela y agua puede colocar al rodaje al
borde del motín). Sea como fuere, como el sentido común indica, parece imposible reunir a trabajar
a unas cuantas personas sin que suponga un coste de unos cientos de euros.

5) Los colaboradores. Al final, en un rodaje de principiantes los colaboradores constituyen el


elemento clave. Tan es así, que desarrollaremos las problemáticas que suscita en epígrafes
posteriores; digamos ahora que es imprescindible rodearse de un grupo de personas que tenga, al
menos, las mismas inquietudes que nosotros. Ya sean amigos que ayuden en tareas menores o
compañeros que se hayan interesado por el audiovisual. Lo ideal es contar en el grupo con
algunos que hayan tenido experiencia previa en rodajes. La organización, ya lo sabemos, es
imprescindible y cuando hay que iniciarse en el mundo del audiovisual nunca hay que desechar la
visión del iniciado.

11.3 ¿Y el dinero?

El primer gran dilema de todo rodaje: filmamos en cine o grabamos en vídeo. En realidad es un
falso dilema pues, como ya sabemos, el gran problema de cualquier proyecto es el dinero; y si bien
es muy difícil rodar un cortometraje en cine por menos de 12.000 euros, en soporte videográfico a
lo mejor lo puedes hacer con unos cientos. Pero claro, la elección tiene sus consecuencias: según
nuestro trabajo sea en uno o en otro soporte varían los apoyos públicos e institucionales, las
posibilidades de exhibición y hasta la notoriedad pública que consigamos. Un camino habitual es
iniciarse en vídeo y pasar luego, en posteriores trabajos, al soporte cinematográfico.

Sea como fuere, en los cortometrajes es frecuente que la primera vía de financiación sea la propia
autofinanciación. Es decir, es habitual que el cortometrajista parta de una cantidad disponible en su
propio bolsillo ya que sin ella es muy poco sensato iniciar el rodaje. En el bloque sobre producción
ya vimos que no es usual que el productor ponga su propio capital para financiar una obra, pero
hemos de tener en cuenta de que hablamos de un profesional integrado en el circuito industrial, lo
que en cierta medida genera unas expectativas de beneficio. Y nuestro trabajo, por muy optimistas
que seamos, tiene pocas posibilidades de recuperar lo invertido; de hecho, son muy pocos los que
cada año consiguen rentabilizar la inversión inicial y muchos menos los que logran beneficios

Una vía complementaría es la producción cooperativa: es decir unirse un grupo de amigos con
inquietudes en el área audiovisual, sumando trabajo y capital. Es importante establecer
previamente una serie de derechos y deberes de los miembros del grupo para no encontrarse con
problemas posteriores que afecten tanto al proyecto como a las relaciones internas. Cada uno ha
de tener presente cual será su función y cuáles sus beneficios, si los hubiere, con respecto a lo
aportado.

A pesar de que algunas productoras y distribuidoras privadas posen políticas de apoyo a la


realización de cortometrajes, lo cierto es que el camino más natural de obtención de financiación
son las ayudas públicas que conceden organismos de distinto tipo como el Instituto de la
Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) del Ministerio de Educación y Cultura, no
menos de media docena de autonomías y muchos ayuntamientos y diputaciones provinciales. En
los últimos años algunas cadenas de televisión como TVE han potenciado sistemas de ayuda a los
cortometrajes. Hay algunas páginas en internet como www.cortonet.com que informan de buena
parte de las distintas convocatorias.

El ICAA no concede ayudas a la producción en vídeo y exige que los solicitantes, personas físicas
o jurídicas, tengan una empresa productora inscrita en el registro de Empresas Cinematográficas.
La dotación máxima con la que se puede contar está en torno a los treinta mil euros por película
beneficiaria, pero en ningún caso podrá superar la inversión del productor ni el 50 por 100 del
presupuesto de la película. Asimismo, también se conceden ayudas a cortometrajes ya realizados
cuya dotación no podrá superar el 75 por 100 de la inversión del productor. Las convocatorias son
anuales y los plazos de presentación, la solicitud y las bases pueden encontrarse en www.mec.es

. Por su parte, las Comunidades Autónomas a través de sus Consejerías de Cultura o de Juventud,
ofrecen ayudas, bien para la promoción de las producciones videográficas, bien para las de
cinematografía. En ocasiones los apoyos a la producción de vídeo están más relacionados con el
mundo del arte o el documental y menos con los cortometrajes de ficción. Aunque legalmente no
se puede acceder a más de una subvención pública, existen vacíos legales en algunas
Comunidades que permiten combinar una subvención estatal con una autonómica.
A pesar de que como, dice el conocimiento popular, nadie regala nada, las posibilidades de
obtener una ayuda económica no son tan limitadas si realmente creemos en lo que hacemos y
ponemos todo nuestro esfuerzo y creatividad en el proyecto. Lo bueno siempre gusta. Y luego
quedan los premios de los muchísimos festivales.

11.4 El enredo
A estas alturas tendremos un guión terminado, los elementos técnicos mínimos (cámara, cintas y
sistema de edición) y algo de dinero. Ahora tenemos que ponernos a buscar colaboradores.
Recordemos: el audiovisual es un trabajo en equipo.

Únicamente existe una premisa a la hora de seleccionar a la gente con la que queremos contar:
que deseen tanto como nosotros participar en el proyecto. La ayuda de unas personas que no
quieran entregarse al máximo durante unos días sólo puede servirnos para cubrir lagunas menores
y puntuales (como el transporte). Aunque pueda parecer que, a diferencia del modelo profesional,
no nos hallamos bajo la presión de unas fechas de entrega concretas: no es cierto. Las personas
que nos van a ayudar, los medios que nos hayan prestado y la disponibilidad de las localizaciones
probablemente sean limitadas. Siempre hay unas fechas en las que cerrar el rodaje, bien por
motivos económicos, bien por otros factores. Por supuesto, si se nos ha concedido una
subvención, esta fecha de entrega habrá sido especificada en las bases de la convocatoria y si no
la cumplimos, nos veremos obligados a devolver el importe de la ayuda recibida.
La situación básica y más sencilla es que nuestro equipo de rodaje sea un grupo homogéneo con
las ideas claras en el que, aunque con diversas implicaciones, todos han coparticipado en la
organización de un proyecto.

Lo ideal es que nuestro grupo cuente con las personas suficientes y con los conocimientos
imprescindibles para acometer la empresa, pero no siempre es así. Puede que tengamos que
buscar apoyo, bien porque en nuestro grupo desconozcamos el funcionamiento de algún área o
bien por inseguridad ante la inexperiencia. En este caso debemos tratar de rodearnos del grupo
exacto de colaboradores lo más eficientes posibles. El contar con muchas personas no siempre es
sinónimo de éxito. El grupo debe estar compuesto por un número limitado e imprescindible, con las
tareas claramente definidas y repartidas. Veamos una posible casuística.

En primer lugar los familiares. Lo normal es que no tengan mayor inquietud por el medio sino que
sobre todo les mueva la curiosidad. Su participación, salvo entrega absoluta, debe reducirse a las
ayudas más básicas: cesión de vehículos, servicios de transporte, préstamo de localizaciones para
rodar, contribuciones en la consecución de atrezzo y vestuario, entre otros. Recordad que una
jornada de rodaje puede extenderse más allá de las doce horas y es muy aburrido para quienes no
realizan actividades constantes en él. Por ello puede ser contraproducente si delegamos
responsabilidades en personas que no comparten nuestro entusiasmo.

Similar al caso anterior se da con nuestros amigos. Ciertamente, a éstos se les puede exigir más.
Por lógica será gente de edad y gustos cercanos a los nuestros y siempre podremos subir un nivel
de compromiso en las colaboraciones que nos ofrezcan o pidamos a las amistades. Las tareas
pueden ampliarse a cargos con algo más de incidencia en el desarrollo global del rodaje: compras,
funciones equivalentes a auxiliares de producción y dirección como interrumpir el paso
(amablemente) de peatones para que no interfieran el rodaje y figuración o la resolución de las
comidas.

Es posible que en nuestro entorno conozcamos compañeros de los que conocemos una
capacitación para realizar tareas más específicas aunque sean autodidactas (un gran número de
técnicos del cine lo son por haberse iniciado sin haber pisado escuela alguna, introduciéndose muy
jóvenes en el negocio). A ellos debemos dirigirnos; de hecho, son los miembros del equipo con los
que debemos establecer las funciones y los límites de cada uno, llevándonos correctamente lo que
facilitará el trabajo.

Por último, se encuentran los profesionales. Dado el elevado número de variables y necesidades
de un rodaje, no es extraño que existan campos que ni en el bloque original ni en el más inmediato
entorno nadie domine. Tendremos que recurrir a profesionales, pero se trata de un arma de doble
filo: por un lado su experiencia nunca estará de más, pero por otro, si la actitud del resto del equipo
es demasiado amateur, es posible que los profesionales se frustren y no colaboren a pleno
rendimiento. Esto último es evitable si cada uno se centra en su labor y se entrega a ella.

Así hemos ‘enredado’ a un grupo de personas que nos ayudarán a convertir lo que aún es un
proyecto en un producto. Un cortometraje.
11.5 El reparto de tareas

Una vez conseguido el grupo de colaboradores tendremos que delimitar las funciones que cada
uno desempeñará en la producción del film. A nivel profesional la especialización es máxima y
cada uno se dedica a lo suyo sin interferir en las actividades de los demás. Si nosotros nos
movemos a niveles más neófitos, es conveniente que todo el mundo eche una mano si le es
solicitado, aunque no sea la competencia encomendada. Sólo debemos tener en cuenta tres
aspectos:
1. No debemos dedicarnos a otra actividad si estamos trabajando en la que nos hemos
atribuido
2. Siempre debe realizarse todas las labores con respeto a los demás; y
3. la más importante: no debemos interferir dando opiniones a los encargados de otras
funciones, aunque lo hagamos con buena intención sólo conlleva a contradicciones,
pérdidas de tiempo y su fruto suele ser un mal trabajo.

El equipo mínimo que debemos reunir se compondría de, al menos, dos personas encargadas de
la producción, una de las cuales muchas veces es el propio realizador. Deberían encargarse de la
administración económica y organizativa. Obtener permisos, ya sea para sacar la cámara del
instituto o de la universidad, como del mismo ayuntamiento si debemos rodar en un lugar público.
Organizar las comidas del equipo y realizar las compras necesarias para el rodaje. Es conveniente
que durante éste se cuente con un par de personas que ayuden y cumplan funciones de auxiliares.
En total, pues, cuatro personas para la producción.

En el área de realización, además, claro está, del director que suele ser el germen del proyecto, un
ayudante de dirección que organice el rodaje, con desgloses y plan de trabajo inclusive. Como ya
hemos dicho, al nivel que trabajamos es factible que director y alguien de producción colaboren
con el ayudante de dirección en la etapa de preproducción. Nunca está de más añadirle un auxiliar
al ayudante durante el rodaje para facilitarle la tarea, aunque en la gran mayoría de las ocasiones
debe encontrarse ‘solo ante el peligro’. Aunque son numerosos los rodajes en video que
prescinden del o de la script, recuérdese que su trabajo es la mejor manera de ahorrarse sorpresas
desagradables y no confiarse a la posibilidad de monitorizar el rodaje o revisarlo rebobinando en el
propio visor de la cámara. Otros dos ojos nunca sobran.

El equipo de cámara debería constar de un director de fotografía que se encargará tanto de


iluminar como de llevar la cámara. Si tenemos la posibilidad de dividir las labores de cámara entre
dos personas, obtendremos mejores resultados, porque así cada uno de ellos podrá centrarse en
una sola tarea. Al ser vídeo, no es necesario añadir a nadie más. Si disponemos de material de
iluminación, deberíamos conseguir al menos a dos personas, denominados eléctricos, que ayuden
a instalar los focos al director de fotografía. Importante que estos eléctricos sean habilidosos y de
recursos, puesto que en ocasiones colocar un proyector de luz puede convertirse en una odisea.

Un técnico de sonido siempre nos ayudará a obtener resultados de calidad. Esta es una de las
parcelas más descuidadas y una de las que más se resienten los más deficientes cortometrajes.
Cuidar el sonido nos será enormemente gratificante y dará una imagen más positiva de nuestra
capacidad. Recuérdese que los derechos musicales son prohibitivos y sin contar con ellos no
podremos exhibir nuestro cortometraje en algunos sitios como televisiones.

Necesitamos, también, a dos o tres miembros encargados de la dirección artística. Uno como
cabeza visible podría encargarse de la decoración y atrezzo, el segundo, de carácter mañoso, para
montar, instalar o colocar elementos de escena y finalmente el tercero para que se encargue del
vestuario. La tarea de maquillaje y peluquería, al margen de que tengamos amigas o amigos muy
capacitados, suele repartirse entre dirección y producción, pero cada vez es más frecuente recurrir
a maquilladores porque aportan su propio material. No dudéis en buscarlos en escuelas
especializadas, siempre encontraréis alguien con predisposición a participar.

Bajo ningún concepto deben hacerse efectos especiales basándose en referencias extraídas de
libros u otros documentos; sobre todo si implican explosiones o afectan a los actores. Tratad de
encontrar la forma de que alguien experto os asesore.

Por supuesto, si hay unos colaboradores esenciales son los actores. Recurrir a amigos inexpertos
y sin aspiraciones siempre es un error. Aunque no gocemos de medios profesionales, nunca hay
que descuidar la interpretación. Ellos dan la cara y dan vida a lo que sólo es letra en un papel. Si
sabemos dar una buena imagen y trabajar con rigor, hasta los actores profesionales aceptarán
trabajar para nosotros. El otro recurso es buscar en las academias y escuelas de interpretación.

Todos, al igual que nosotros, están esperando su primera oportunidad.

11.6 ¿Qué hay que preparar?

Recordemos que ya hemos hablado con insistencia sobre la importancia que posee la organización
en todo rodaje. Y aún más: cuanto menores sean los medios que tengamos, mayor importancia
tendrá la preparación. Sin equipo no hay film; por ello todos los participantes en el rodaje deberán
ser conscientes tanto de la responsabilidad individual como de su parte en la colectiva. Pero no
sólo debemos fijarnos en los deberes de nuestros colaboradores, también en sus, digamos,
derechos. Un rodaje mal organizado provoca la desilusión y en muchos casos el abandono de
algunos participantes que en un principio estaban muy involucrados.

Entre los integrantes de los equipos de producción y dirección deberemos realizar un desglose de
guión para que cada departamento sepa, con al menos un par de semanas de antelación, cuáles
son las necesidades más complejas. Simple: hay elementos que no se pueden conseguir
fácilmente como una localización adecuada, un ataúd o sangre artificial.

El equipo de cámara debería conocer el funcionamiento de la cámara, idealmente a base de


ensayos previos. Si tenemos libre acceso a la cámara, es interesante realizar pruebas con el
operador de cámara y con los actores en las mismas localizaciones (sobre todo en aquellas que
son interiores naturales) para prevenir errores. Por ejemplo, un defecto frecuente al iniciarse en las
labores de dirección es errar en las posibilidades espaciales reales de un decorado natural. El
director tiene en mente un plano maravilloso desde detrás de una cama viendo entrar al personaje
en la habitación. Cuando llega el día de rodaje se encuentra con que donde quería situar la cámara
hay una pared y que el tamaño de la habitación no permite un falseamiento del espacio. En el
momento del rodaje es una pérdida de tiempo importante detenerse a pensar la solución y de ahí
las ventajas de los ensayos previos. Si disponemos de iluminación, los eléctricos y el director de
fotografía deben saber de dónde puede obtener la electricidad y dónde pueden colocar los
proyectores para recrear un ambiente u otro.

Cuanto más trabajemos cada parcela, más vistosos serán los resultados. Eliminar el maquillaje o
apostar por el propio peinado y vestuario que nos traigan los actores reducirán la calidad visual del
trabajo. Los pequeños detalles de atrezzo que podamos resaltar siempre aportarán y nunca
reducirán la fuerza del decorado, no es bueno conformarse con los objetos que encontremos en la
localización. Son detalles que el espectador no observa directamente pero sí actúan sobre él, aun
de manera no consciente.

Si rodamos alejados del casco urbano, debemos asegurar la llegada de todo el equipo al set, bien
confirmando que poseen sus propios vehículos, bien organizando transportes con coches de
producción. Y dado que no tenemos inercia profesional, nunca está de más que los miembros del
equipo de producción realicen algunas llamadas para cerciorarse de que cada uno ha preparado
su material.

Nunca debe olvidarse que debemos abastecer de bebida y comida a los miembros del rodaje,
aunque sólo sean unos sencillos bocadillos. Los técnicos de cine afirman que una buena película
no se obtiene de un buen guión...tan sólo, sino del respeto a la hora de corte para comida y de la
calidad de ésta. Un equipo contento es un equipo competente.

El día anterior de cada rodaje debemos entregar unas órdenes de rodaje para recordar lo que se
va a hacer el día siguiente y si hay un adelanto para fechas posteriores, mucho mejor. Los rodajes
amateur suelen realizarse en fin de semana o puentes, tanto para ahorrar en alquiler de material
como para tener disponible al equipo que puede tener otros compromisos en días laborables, por
lo que cualquier error resulta mucho más difícil de subsanar.

Si hemos realizado todo lo anterior, y los hados nos son benévolos, habremos llegado al rodaje
con todos los elementos controlados. Ya podemos ponernos a rodar.

11.7 ¡A rodar!

Un día de rodaje posee unas constantes que se repiten. Una manera de hacer las cosas que se
pueden oír y ver en cualquier lugar del mundo, en distintos idiomas pero con un mismo significado.
Por ello en este epígrafe vamos a ver cuáles son los pasos habituales de una jornada de filmación,
nos encontremos en Aguilas (Murcia), en la Patagonia argentina o en las islas de la Polinesia.

Si estamos en exteriores, los vehículos de producción y transporte se aparcan fuera del campo
visual de la cámara tal como lo establece el ayudante de dirección, persona clave que, de hecho,
es el máximo responsable de la organización en el rodaje.

Los actores se maquillan y peinan. Una vez establecido con el director cuál es el plano a rodar, y la
posición que ocupará la cámara, el ayudante de dirección indica al operador su situación concreta
y solicita a todo el equipo que permanezca tras la cámara. IMPORTANTE: hay que evitar pasar
frente a la cámara una vez situada en la posición de rodaje salvo que sea imposible pasar por otro
lado.

Se realiza un ensayo y se marcan con señales en el suelo, con la llamada cinta de cámara, tanto
las colocaciones de inicio y final de los actores como los posibles puntos comprometidos de
enfoque. Para diferenciar las marcas de los actores y las de cámara conviene que sean de distinto
color.

Tras el ensayo, proceden a trabajar atrezzo e iluminación. Mientras los actores se visten y se les
retoca el maquillaje, el ayudante de dirección intenta avanzar labores en otro decorado y tenerlo
preparado para rodar a continuación. Cuando el set ha sido completamente decorado e iluminado
se realizan los ensayos finales, momento que aprovecha el técnico de sonido para ajustar los
niveles de audio. Se retoca por última vez a los actores que intervienen en el plano y el ayudante
de dirección solicita silencio. IMPORTANTE: este silencio ha de ser absoluto y respetado durante
toda la toma.

Se comprueba que todos están preparados y el ayudante de dirección solicita "¡sonido!" A lo que el
técnico de sonido responde, cuando comienza a registrar "¡grabando!", el auxiliar de cámara canta
los datos de la claqueta, por ejemplo; trece, uno, primera (es decir secuencia 13, plano 1, toma 1ª).
Al retirarse el auxiliar del plano, el ayudante de dirección da la voz de "¡acción!" y los actores
empiezan a interpretar. En vídeo normalmente imagen y sonido se graban conjuntamente en la
misma cinta y, como su precio es menos elevado que la emulsión, es frecuente empezar a grabar
antes de cantar la claqueta. Pero por si alguna vez trabajamos en cine, nunca está de más
empezar a adoptar los hábitos.

Se procede de igual manera tantas veces como considere el director. Cuando por fin se ha rodado
la toma considerada como mejor, el ayudante de dirección dice en voz alta "¡este plano está
rodado, pasamos a...(el siguiente plano)!". IMPORTANTE: nunca aceptar una toma por válida si no
estamos completamente convencidos del resultado. Aceptar una toma por cansancio o impotencia
sólo conduce a la chapuza.
Hay que intentar cumplir el plan de trabajo aunque ello suponga cualquier tipo de sacrificio (horas
extra, reducción del número de planos o de complejidad de la puesta en escena). La experiencia
en rodaje nos irá desvelando las claves para aprender a organizarnos en posteriores trabajos.

Si hemos calculado que la jornada será de diez a doce horas y la iniciamos a las 8:00 horas lo
conveniente es hacer un corte para bocadillo de 15 minutos de duración sobre las 11:00 horas y la
comida de 1 hora de duración sobre las 15:30 horas. No sería mala idea tener previsto otro
refrigerio para darlo al tiempo que se rueda durante las últimas horas.

Al acercarse el final de la jornada, el segundo ayudante de dirección prepara la orden de rodaje del
siguiente día según las previsiones y remarcando las variaciones sufridas en el plan de trabajo
original. A nivel amateur lo normal es que estas variaciones se comuniquen al equipo de viva voz.
Una vez terminada la jornada, si se ha grabado en video o en DV, el equipo de dirección y
fotografía se reúne para visionar en un monitor o televisión lo realizado y aprobar lo hecho o decidir
si se repite algo.

11.8 Un final feliz

La realización de una obra audiovisual exige muchas horas de dedicación y mucho esfuerzo Si
leemos entrevistas con profesionales del medio, podremos advertir cómo todos consideran el hacer
cine como una batalla continua con muchos desajustes (con productores, colaboradores o en la
vida personal) por ello hay que aprovechar la antesala a la profesionalidad como un momento de
disfrute al margen de inevitables desazones.

Y sin duda, uno de los mayores sinsabores se produce al comprobar que aquello que teníamos en
mente no es exactamente idéntico al resultado que estamos obteniendo. Como vimos en el
epígrafe 10.8, son incontables los imponderables que pueden darse en un rodaje. En nuestro caso
deberemos recurrir a la inventiva y al esfuerzo para salir adelante. Los problemas más usuales en
un rodaje no profesional suelen ser:

1. Imposibilidad de rodar en una localización. La pérdida de un lugar de rodaje en el último


momento sólo puede solventarse rodando otras secuencias pertenecientes a otro decorado y
aprovechar los días libres (si rodamos los fines de semana) o que algún miembro de producción o
amigo nos encuentre una localización similar.

2. Abandono de miembros del equipo. Tened siempre una agenda de posibles sustitutos. Como ya
hemos dicho, al nivel que nos movemos la entrega no es absoluta y cualquier circunstancia
anómala puede privarnos de un cámara, de un jefe de sonido o (tocar madera) de un miembro de
producción con vehículo. Es importante relacionarse con gente que comparta nuestras inquietudes
(encontraremos a gente así en festivales de cine, foros de internet, escuelas de audiovisual,
universidades con licenciatura de comunicación audiovisual).

3. Abandono del actor o la actriz principal. Posiblemente de los más graves, sobre todo si ya
hemos rodado planos con ellos. En este caso si ha sido poco lo filmado lo mejor es sustituirlo y
repetir los planos. Si éste no es el caso, comprobar si lo que le resta es básico para el guión y, si
no tiene participación directa, planificar de nuevo procurando evitar su presencia en el cuadro. Para
vuestras primeras experiencias recordad que la espontaneidad e imprevisibilidad de niños y
animales es un grave lastre para el desarrollo del rodaje. Es recomendable evitar los rodajes con
ellos hasta tener más experiencia.

4. Todo falla. En este caso lo único que podemos hacer es tener paciencia y seguir adelante salvo
que tengamos asegurada la posibilidad de continuar en próximas fechas. En casi todos los rodajes
se producen momentos de crisis, malentendidos y tensiones. La clave es el diálogo y la serenidad.
Un rodaje suele ser el lugar donde surgen comentarios tales como ‘nunca había visto a fulano tan
enfadado en su vida’. Rodar es duro y pone a prueba a todos los que intervienen. Al final del
rodaje, como ha enseñado François Truffaut en su film La noche americana, casi siempre se acaba
con satisfacción de todos. Lo que no obsta para que con frecuencia uno se pregunte:

5.¿Qué estoy haciendo aquí?. Si somos el director esta es una de las preguntas más usuales que
nos haremos, el primer día de rodaje, a lo largo del mismo y cuya variable al final del rodaje será
¿Qué es esto que he hecho?. La inseguridad, la crisis creativa, la sensación de soledad y tener a
todos en contra suelen ser las angustias más repetidas entre los cineastas. Casi todos los
cineastas han pasado por estos episodios de nerviosismo. De momento no tenemos mayor
responsabilidad que convencernos a nosotros mismos y, cuando recuperemos la tranquilidad, nos
sentiremos aliviados y satisfechos de lo hecho. Siempre ocurre. Por cierto: un primer visionado
general del material bruto no suele dar buena impresión, pero aún nos falta rematar el trabajo en
postproducción. Veréis cómo después cambiamos de idea.

La principal recomendación para aprender a hacer historias cinematográficas es ver películas, ver
muchas películas desde otra óptica, no sólo como entretenimiento. Analizadlas, intentad
comprender por qué tal plano se hizo de determinado modo y es posible que cuando os sintáis
atascados o faltos de inspiración recordéis cómo lo resolvió otro realizador y podáis aplicarlo.
Si conseguimos superar estos problemas, habremos finalizado el rodaje de forma feliz. El siguiente
paso es convertir lo obtenido en un producto para ser consumido por otros.

11.9 Resultado final

Nos encontramos aquí en la fase final de nuestro proceso de producción: la postproducción. Quizá
uno de los pasos más complejos si carecemos de medios, tanto técnicos como económicos, y si
nuestras aspiraciones son muy elevadas. Es la fase en la que cerraremos el producto y el último
paso para corregir errores o potenciar valores que nos habían pasado desapercibidos.

La postproducción comienza con el montaje o edición, cuyos planteamientos estéticos vimos en el


epígrafe 8.7. El término montaje se utiliza en español cuando nos referimos a soporte cine y
hablamos de edición cuando nos referimos a soporte magnético; sin embargo, en inglés, origen de
hecho de la función que consiste en unir con ritmo distintos fragmentos de una obra película u obra
audiovisual, no existe distinción, utilizándose tanto para el cine como para el vídeo el término
editing.

En el rodaje no profesional que estamos simulando lo más frecuente es que hayamos grabado en
vídeo. Si uno de nuestros colaboradores tiene experiencia o inquietud por la edición, podemos
acceder a los medios de nuestro centro de estudios por lo que tendremos que tener controlado de
qué sistemas y formatos dispone. Actualmente el digital está sustituyendo al analógico en los
centros de enseñanza, pero si sólo tenemos acceso a material antiguo, no debemos olvidar que el
audiovisual tiene más de cien años y nuestros predecesores consiguieron sacar adelante sus
trabajos con medios que ahora nos parecen antediluvianos.
Podemos tener la fortuna de que nuestro montador posea algún tipo de software de edición de
vídeo y tarjeta de vídeo para volcar en su PC directamente desde la cámara (Mini DV, DVCam o
las más profesionales de DVPro). Esta fórmula es la más usual entre la gente que trabaja en vídeo
y DV y no está matriculada en algún centro de enseñanza.

Si no tenemos acceso a ningún utillaje, siempre podremos conectar entre sí dos vídeos, bien a
través de una mesa de mezclas o bien sin ella. Es la vía más ardua y complicada pero con gran
paciencia pueden obtenerse resultados bastante decentes. Muchos vídeos llevan incorporadas
opciones de edición con algunos efectos sencillos como fundidos y encadenados y grabación del
audio por más de una pista.
Es muy posible que cuando se produzca el asentamiento del DVD grabador veamos incorporarse
muchas innovaciones que favorecerán la calidad técnica de las grabaciones amateurs.

Cuanto mayores sean nuestras necesidades de postproducción (es decir cuanto más utilicemos
efectos visuales), más se encarecerá el producto. Salvo que tengamos acceso a medios muy
avanzados y a sus correspondientes técnicos es mejor empezar nuestros cortometrajes narrando
historias sencillas que no requieran grandes artificios visuales.

El apartado más descuidado en los trabajos no profesionales suele ser el sonido, curiosamente el
más desarrollado en los últimos años en el cine profesional. Es importante separar por pistas
distintas la voz, los efectos de sonido y la música, cuidando la calidad de cada una de ellas desde
el mismo instante de su grabación en rodaje. Siempre debemos grabar los efectos de sonido más
relevantes y aquellos que pueden interferir en los diálogos de los actores en pistas separadas, por
ejemplo el cerrar de una puerta o clavar un clavo mientras los actores hablan.

Siempre que podamos debemos utilizar música creada por algún conocido. La música previamente
existente está sujeta a derechos de autor, lo que puede provocarnos dificultades insalvables y
algún problema legal si queremos que nuestro trabajo sea exhibido en circuitos comerciales y
hasta es probable que nos reste valor para las decisiones de los jurados de los premios.

Una vez montado y sonorizado, tendremos nuestro corto terminado. Podemos contemplar en
conjunto el resultado de tantas semanas o meses de trabajo. Con independencia de nuestra
intencionalidad, como responsables finales del trabajo nunca debemos olvidar que, ante todo, lo
que obtenemos es el trabajo de un grupo de personas. Y por cierto, no te inquietes si el resultado
no es idéntico a lo que tenías en mente, es lo que sucede en la gran mayoría de las películas.

11.10 Quiero que se vea

Ha llegado el momento de la verdad. Todo el tiempo, dinero y esfuerzo invertido van ahora a
enfrentarse a la difícil prueba del juicio y la valoración de nuestros semejantes. Comprobaremos
que es muy difícil ser imparciales tras haber pasado tanto tiempo involucrados en un proyecto; de
ahí que sea tan habitual que los creadores aguanten mal las críticas. Lo ideal es que ni nos
juzguemos negativamente ni nos sobrevaloremos antes de mostrar el corto en público. No
intentemos excusarnos y aceptemos el fruto del proceso tal y como haya resultado. En el cine
profesional sucede lo mismo, seguro que todos los directores de las malas películas tendrían miles
de razones para justificarlas.

Por supuesto que nuestro primer tribunal serán amigos y familiares en el salón de nuestros
hogares. Un público benévolo que no debe cegarnos. La prueba de fuego tendrá que ser ante un
público menos motivado o neutral.

La segunda exhibición podemos realizarla en nuestro centro de enseñanza. Todos disponen de


salón de actos para tales eventos bien disponiendo de proyectores o monitores. Por primera vez
estaremos mostrándonos ante una amplia mayoría aceptablemente desconocida que puede
recompensarnos con sus aplausos. Aun en este caso, no olvidemos que el juicio de nuestros
compañeros puede estar mediatizado por las reglas genéricas del compañerismo.

La tercera vía son los centros y espacios que programen actividades culturales. Aquí nos
enfrentaremos a nuestro primer proceso de selección. Los responsables de la programación
decidirán si consideran nuestro film apto para ser proyectado en sus locales. Aunque mayormente
se trata sólo de exhibiciones culturales, algunos centros organizan pequeños concursos que
pueden suponernos nuestros primeros premios, que raramente son de tipo económico.
La cuarta vía es internet. Cada día proliferan más las páginas web dedicadas a los cortometrajes y
algunas también se plantean como concursos. Dado lo novedoso de este modelo, el problema de
ser seleccionados se deberá más a cuestiones técnicas que creativas. El problema radica en el
tiempo que ocupe nuestro trabajo por problemas de descarga, por lo que normalmente se
comprime en baja calidad y prefiriéndose los trabajos de menor duración.

La quinta vía son los festivales de cortometrajes. Los hay en gran número y cada uno con sus
propias bases, tanto de cine como de vídeo o abarcando ambos campos. Algunos premian las
obras de ficción, otros la experimentación visual y, los menos, el género documental. Unos están
más concebidos para galardonar a trabajos de aficionados y otros más dirigidos a sectores con una
cierta cualificación técnica. Todos suelen exigir una copia en vídeo para ser evaluadas por un
jurado de selección que decidirá si nuestra película participará en el certamen competitivo. En la
gran mayoría de las ocasiones la simple selección ya es un premio, pues muchos lo han intentado
y pocos lo han conseguido. Si entramos a participar en el concurso, otro jurado determinará si nos
considera merecedores de algún galardón. Los premios varían desde trofeos, a veces
estéticamente agraciados y otros horrorosos, hasta cuantiosas cifras económicas, que en su gran
mayoría son para pagar los gastos de la próxima producción. No hay uniformidad de criterios entre
los jurados de los concursos; todos los años ocurre casos de cortometrajes que no pasan la
selección en un festival y en el siguiente ganan el primer premio

La sexta vía, y cuya viabilidad ha variado según los tiempos, es la compra del corto por parte de
las televisiones. Ni todas las televisiones compran cortos, ni todos los cortos se compran. De
hecho, salvo excepción por su interés temático, sólo se compran los realizados en cine y en
sistemas profesionales de vídeo (Betacam; DVPro). Las cifras que se pagan son irrisorias frente al
coste medio de un corto realizado en formatos profesionales.

La última vía y la más extinta es la proyección en cines. Por supuesto, sólo accesible a cortos
realizados en soporte químico y los kinescopados de vídeo a cine. Puede verse remunerado por
una cantidad establecida o por un pírrico porcentaje de taquilla que muchas veces no dará ni para
pagar la copia en cine. Es un fenómeno que sólo se produce en las principales capitales del país y
en cines muy concretos del circuito de exhibición en versión original. Tenemos, al menos, la
pequeña compensación de que estas dos últimas vías nos permiten gozar de los derechos de
autor al ser exhibidos nuestros cortos públicamente en medios comerciales.

Sin embargo la verdadera satisfacción procede de haber satisfecho el principal deseo por el que
nos hemos entregado a esta aventura: llegar al público a través de nuestra obra audiovisual,
entretenerle, divertirle, asustarle, inquietarle, en definitiva, emocionarle.

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