La Vida de
Nosotros
Defender a toda costa la libertad individual,
pugnando por espacios donde las opiniones
personales puedan expresarse sin reserva
alguna; enaltecer y fortalecer las ideas pro-
gresistas, haciendo a un lado atavismos reli-
giosos e históricos; desplazar a quienes des-
de el pulpito o la silla de Gobierno, preten-
den aprovecharse de la debilidad e ignoran-
cia de los ciudadanos; derribar las estatuas
que encadenan; apretar el tubo dentífrico
desde cualquier parte.
La libertad individual siempre ha tenido
sus detractores. Desde el ámbito moral, exis-
ten aquellas voces que se sitúan como inta-
chables, asumiendo el papel de ser hilos con-
ductores de la lucha contra la perdición de
nuestras sociedades. Desde el ámbito de Go-
bierno, por otro lado, existen quienes limitan
las libertades motivados por fines individua-
les o de grupo de aferrarse a la silla y conser-
var el poder o sus posiciones de privilegio.
Los primeros usualmente pretenden preva-
lecer utilizado mecanismos coercitivos diver-
sos, que van desde la amenaza de no acceder
a un paraíso, hasta el dedo del descrédito so-
cial o argumentos decadentistas para recha-
zar ideas contrarias.
La reciente abolición del limbo por parte
de la Iglesia Católica es aceptación tácita de
su olor a anticuario y reacción inmediata an-
te fieles y diezmo que han ido menguando.
Para nuestra fortuna, somos ahora una socie-
dad más informada y menos manipulable,
donde las amenazas etéreas cada vez tienen
menos resultados.
Sin embargo, desde el ámbito del poder
la posibilidad opresora es más peligrosa, en
particular cuando se carece de una visión de
colectividad y se resuelve con motivaciones
de grupo. Es evidente que el Estado cuenta
con mecanismos coercitivos más tangibles,
por decirlo de alguna forma y que éstos pu-
dieren hacerse valer con fines subjetivos, en
particular cuando la élite gobernante persi-
gue objetivos moralizadores dentro de
nuestro Estado laico.
Justo por estos días se está proyectando
La Vida de los Otros, una película alemana
que fue galardonada recientemente con el
Óscar extranjero. El filme, una filigrana de
tonos grises y trémula trama, representa la
historia de un grupo de dramaturgos perse-
guidos brutalmente en los ochenta por la Po-
licía Secreta de la Alemania oriental, la temi-
da Stasi (el Ministerio de Seguridad del Es-
tado). Contar actualmente con una joya del
celuloide de tales magnitudes, sirve no sola-
mente para denunciar los excesos cometidos
por aquellos regímenes totalitarios, sino para
recordar los peligros que corre la libertad in-
dividual ante un régimen fuera de control.
Justamente el jueves pasado el Senado
de la República aprobó reformas legales a
diversos ordenamientos con el propósito de
sancionar el terrorismo y su financiamiento.
La redacción particular del Artículo 139 del
Código Penal Federal, que incluye como de-
finición genérica de terrorismo a “quien uti-
lice [...] cualquier medio violento [...] para
[...] presionar a la autoridad para que tome
una determinación”, podría llevar a que ten-
dencias autoritarias encuentren un camino
abierto que criminalice la protesta social o
las manifestaciones de grupo. Las garantías
individuales consignadas en nuestra Consti-
tución deben ser el hilo rector de todo ac-
tuar de Gobierno.
Es tarea de todos exigir un marco legal
general, claro y sin ambigüedades, que ga-
rantice sin reservas la libertad del individuo.
ramoscobo@hotmail.com