Luego nos encontramos con un tema puntual, de urgente solución que hasta
ahora no ha encontrado una respuesta real entre los actores que la
determinan. Me refiero a la necesidad imperiosa de que México cuente con
una ley de precio fijo, que evite los absurdos que el sistema vigente ha ido
creando. Bajo el disfraz de dar descuentos a los mismos clientes, diversas
negociaciones, básicamente del tipo de grandes superficies, solicitan
descuentos que exceden el 50%, de por sí muy alto pero en el que se habían
detenido muchas exigencias, que ahora vemos no tienen fin. No hace falta
detallar en este foro los daños tan graves que una estructura de precios de
estas dimensiones causa en el precio final del producto. Hasta ahora, por
conducto de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, se ha
presentado al congreso una iniciativa que resuelve este problema, sin
embargo, esta ley de precio fijo en los libros pertenece a esos temas que no
tienen una respuesta rápida entre los legisladores, porque no son
suficientemente atractivos para ellos o consideran que no tienen prioridad en
su agenda legislativa. Por nuestra parte pensamos diferente, ya que la falta
de solución a este problema de precios y descuentos ha ocasionado la
reducción sistemática de las librerías a nivel nacional, canal natural para la
venta de libros, ya sean nacionales o de importación. La caída en el número
de librerías en el país es realmente dramática, pues en apenas un lustro se
han visto disminuidas en casi un 30%, al pasar de un total de 500 a las 370
que actualmente existen en los catálogos de clientes de las principales
editoriales. Esta tendencia ha ido formando un círculo perverso en
detrimento de las mismas librerías y la distribución, pues a falta de un canal
natural fuerte, la búsqueda de puntos alternativos de venta propicia que las
grandes superficies ganen terreno en sus siempre insatisfechas solicitudes de
descuento y mejora de condiciones, ahondando con ello el abismo entre las
condiciones regulares que reciben las librerías y empujándolas
inexorablemente a su cierre definitivo. Sabemos que esta situación no sólo
es grave para el comercio del libro, sino para la vida cultural de todo el país,
lo que convierte a su solución en una necesidad social, por eso insisto en la
urgencia de aprobar la ley mencionada.