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referencias se tengan en cuenta, la base monetaria se ha multiplicado por cinco en
Estados Unidos y por tres en la Unión Europea.
Lo que sí es cierto es que desde 2013 el Banco Central Europeo ha compensado parte
de su anterior estrategia expansiva.
Fuente: SOBERLOOK
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Los problemas de fondo de sobreendeudamiento y de riesgo acumulado en el sector
financiero son similares en Europa y en Estados Unidos. Aunque, en Europa, estos
problemas son más graves que en Estados Unidos en el caso de la banca comercial y
menos en el ámbito de la banca de inversión. También es similar la formidable
presión que la gran banca ejerce sobre las políticas monetarias. Todo ello hacía
previsible en el momento de estallido de la crisis que, junto a los masivos rescates
bancarios, se pusieran en marcha este tipo de políticas monetarias expansivas, tal
como ha sucedido en ambos casos.
Sin embargo, hay dos razones básicas para que las políticas monetarias expansivas
hayan sido menos acentuadas en Europa. Por un lado, el carácter del dólar como
moneda de reserva internacional, que permite a Estados Unidos repercutir sobre el
conjunto de la economía mundial los costes de su expansión monetaria. Por otro
lado, la resistencia a estas políticas planteada por la industria avanzada europea, que
ha generado una tensión permanente entre sus representantes políticos y el poder
financiero central. Ha sido el equilibrio de fuerzas entre estos dos sectores el que ha
venido determinando en cada caso en qué medida se activaban o no nuevas políticas
expansivas.
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"Salvar la eurozona del estancamiento económico" (Financial Times) es, para los
medios fieles al sector financiero -lo que incluye la práctica totalidad de los de
nuestro entorno- el objetivo fundamental de las nuevas medidas expansionistas
anunciadas por el Banco Central Europeo. Nada más lejos de la realidad.
Esta es precisamente la razón de que EKAI Center haya venido proponiendo desde
hace años que la expansión monetaria europea se canalice a través del Banco
Europeo de Inversiones. Lo contrario supone, estrictamente, una gigantesca
dilapidación de recursos, una gigantesca transferencia de recursos desde la economía
real a la gran banca occidental.