Los sufíes dicen que el problema de los hombres es que “creen que lo que
piensan es la verdad”. Al estar atados al lenguaje –como insumo del
pensamiento- se nos escapa que cada palabra-símbolo conlleva factores
extralingüisticos significativos implícitos que no sólo nos ocultan lo ente en sí,
sino además nos “ajustan” respecto de la sociedad en que se usan. Baste
observar que en la simple frase “el perro es de don Juan”, se nos instalan,
desprevenidamente, valores diversos como propiedad, jerarquías, diferencias
sociales, categorías y definiciones biológicas. A mayor abundamiento, un
“hombre público”, por ejemplo, es un político, un notable. “Mujer pública”
tiene, en cambio, una significación muy distinta.
Sin embargo, dado que, como se constata, no hay fenómenos aislados y que
como es obvio, la intervención humana del entorno es siempre eficaz, en el
sentido de realizable, una revisión del viejo modo de conocer y decidir
jerárquico industrial lineal mecánico implica, en definitiva, un cambio en
nuestra disposición actitudinal y mental –resignificar nuestras creencias- frente
a las múltiples visiones en juego en la acción en el mundo, que nos permita
una más profunda penetración en hechos que impactan equilibrada o
desequilibradamente el sistema, suscitando, como contra partida, un hiper o
hipo funcionamiento de otros. Como en el Efecto Mariposa , pequeñas
perturbaciones iniciales pueden generar efectos descomunales al final del
proceso. Claros ejemplos actuales son el cambio climático, la crisis subprime o
simplemente la enorme pobreza de más de mil millones de seres humanos.
Como advirtiera Wittgenstein de “lo que hay”, hay un conjunto de cosas de las
que “se puede hablar” y otro de las que “no se puede hablar”. Del conjunto de
“cosas” de las que no se puede hablar está la estructura lógica del mundo: de
ella no se puede hablar, porque se presenta en el lenguaje y, por consiguiente,
da lugar a proposiciones no significativas (sinnlos), o sinsentidos (unsinnig),
porque lo que es, no es el lenguaje, y el orden lógico es un orden del lenguaje,
no de lo que es.
Wittgenstein dice que el lenguaje y su derivado, el pensamiento, no es un
medio adecuado para acceder a esas “cosas”. Y aunque no explica cómo se
nos hacen presentes, en algunos textos pareciera sugerir que se produce al
modo de “intuición” (“insight”), a través de una experiencia directa no verbal,
de la manera en que captamos el mensaje estético en las obras de arte; es
decir, mediante la participación intuitiva o imaginativa del hemisferio cerebral
derecho, modo en el que, por lo demás, se toma la mayoría de las decisiones
en el mundo, “heurísticamente” .