PENSAMIENTO DOMINICANO
VOLUMEN I
Poesía y Teatro
COLECCIÓN
PENSAMIENTO DOMINICANO
VOLUMEN I
Poesía y Teatro
Poesía
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMOS I Y II
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Teatro
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA. COMEDIA DRAMÁTICA EN TRES ACTOS
CONSEJO DIRECTIVO
Mariano Mella, Presidente
Dennis R. Simó Torres, Vicepresidente
Tomás Fernández W., Tesorero
Manuel García Arévalo, Vicetesorero
Octavio Amiama de Castro, Secretario
Sócrates Olivo Álvarez, Vicesecretario
Vocales
Eugenio Pérez Montás • Miguel de Camps
Edwin Espinal • Julio Ortega Tous • Mu-Kien Sang Ben
asesores
José Alcántara Almánzar • Andrés L. Mateo • Manuel Mora Serrano
Eduardo Fernández Pichardo • Virtudes Uribe • Amadeo Julián
Guillermo Piña Contreras • Emilio Cordero Michel • Raymundo González
María Filomena González • Eleanor Grimaldi Silié
ex-presidentes
Enrique Apolinar Henríquez +
Gustavo Tavares Espaillat • Frank Moya Pons • Juan Tomás Tavares K.
Bernardo Vega • José Chez Checo • Juan Daniel Balcácer
consejo de directores
Lic. Vicente Bengoa
Secretario de Estado de Hacienda
Presidente ex oficio
Vocales
Ing. Manuel Guerrero V.
Lic. Domingo Dauhajre Selman
Lic. Luis A. Encarnación Pimentel
Dr. Joaquín Ramírez de la Rocha
Lic. Luis Mejía Oviedo
Lic. Mariano Mella
Suplentes de Vocales
Lic. Danilo Díaz
Lic. Héctor Herrera Cabral
Ing. Ramón de la Rocha Pimentel
Ing. Manuel Enrique Tavárez Mirabal
Lic. Estela Fernández de Abreu
Lic. Ada N. Wiscovitch C.
Esta publicación, sin valor comercial,
es un producto cultural de la conjunción de esfuerzos
del Banco de Reservas de la República Dominicana
y la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Inc.
Los editores han decidido respetar los criterios gramaticales utilizados por los autores
en las ediciones que han servido de base para la realización de este volumen
COLECCIÓN
PENSAMIENTO DOMINICANO
VOLUMEN I
Poesía y Teatro
Poesía
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMOS I Y II
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Teatro
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA. COMEDIA DRAMÁTICA EN TRES ACTOS
Coordinadores:
Luis O. Brea Franco, por Banreservas; y
Jesús Navarro Zerpa, por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Ilustración de la portada: Rafael Hutchinson | Diseño y arte final: Ninón León de Saleme
Corrección de pruebas: Juan Freddy Armando | Impresión: Amigo del Hogar
Santo Domingo, República Dominicana. Abril, 2008
8
contenido
Presentación
Origen de la Colección Pensamiento Dominicano y criterios de reedición.............................. 11
Daniel Toribio
Administrador General del Banco de Reservas de la República Dominicana
Exordio
Reedición de la Colección Pensamiento Dominicano: una realidad......................................... 15
Mariano Mella
Presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Introducción
Rescatando la poesía y el teatro con la Colección Pensamiento Dominicano........................... 17
Jeannette Miller
Poesía
Domingo Moreno Jimenes. Antología
(Selección y prólogo): Domingo Moreno Jimenes. Una interpretación de su poesía........ 31
Flérida de Nolasco
franklin mieses burgos. Antología
(Selección y prólogo): Un aspecto de la poesía de Franklin Mieses Burgos. Ubicación ....... 107
Freddy Gatón Arce
juan antonio alix. décimas –tomos I y II–
(Selección y prólogo): La moral y la literatura.................................................................. 175
Joaquín Balaguer
salomé ureña de henríquez. poesías escogidas
Salomé Ureña de Henríquez ........................................................................................ 409
Pedro Henríquez Ureña
poesía dominicana. Antología
(Selección y prólogo): Poesía dominicana ........................................................................ 503
Pedro René Contín Aybar
Teatro
MANUEL RUEDA. LA TRINITARIA BLANCA (Comedia dramática en tres actos)
(Prólogo) ........................................................................................................................ 637
Juan González Chamorro
Epílogo
Presencia del libro en Santo Domingo desde el siglo XVI hasta Julio Postigo
Jorge Tena Reyes....................................................................................................................... 709
Semblanza de Julio D. Postigo, editor de la Colección Pensamiento Dominicano........ 743
9
presentación
11
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Se han agrupado las obras por temas, que en ocasiones parecen coincidir con algunos
géneros, pero ésto sólo ha sido posible hasta cierto punto. Nuestra edición comprenderá
los siguientes temas: poesía y teatro, cuento, biografía y evocaciones, novela, crítica de
arte, derecho, sociología, historia, y estudios políticos.
Cada uno de los grandes temas estará precedido de una introducción, elaborada por
un especialista destacado de la actualidad, que será de ayuda al lector contemporáneo,
para comprender las razones de por qué una determinada obra o autor llegó a conside-
rarse relevante para ser incluida en la Colección Pensamiento Dominicano, y lo auxiliará
para situar en el contexto de nuestra época, tanto la obra como al autor seleccionado.
Al final de cada tomo se recogen en una ficha técnica los datos personales y profesionales
de los especialistas que colaboran en el volumen, así como una semblanza de don Julio
Postigo y la lista de los libros que componen la Colección en su totalidad.
De los tomos presentados se hicieron varias ediciones, que en algunos casos mo-
dificaban el texto mismo o el prólogo, y en otros casos más extremos se podía agregar
otro volumen, al anteriormente publicado. Como no era posible realizar un estudio
filológico para determinar el texto correcto críticamente establecido, se ha tomado como
ejemplar original la edición cuya portada aparece en facsímil en la página preliminar
de cada obra.
12
PRESENTACIÓN | Daniel Toribio, Administrador General de Banreservas
Se decidió, igualmente, respetar los criterios gramaticales utilizados por los autores
o curadores de las ediciones que han servido de base para la realización de esta publi-
cación.
Las portadas de los volúmenes se han diseñado para esta ocasión, ya que los plan-
teamientos gráficos de los libros originales variaban de una publicación a otra, así como
la tonalidad de los colores que identificaban los temas incluidos.
Finalmente se decidió que, además de incluir una biografía de don Julio Postigo y
una relación de los contenidos de los diversos volúmenes de la edición completa, agregar,
en el último tomo, un índice onomástico de los nombres de las personas citadas, y otro
índice, también onomástico, de los personajes de ficción citados en la Colección.
En Banreservas nos sentimos jubilosos de poder contribuir a que los lectores de nuestro
tiempo, en especial los más jóvenes, puedan disfrutar y aprender de una colección biblio-
gráfica que representa una selección de las mejores obras de un período áureo de nuestra
cultura. Con ello resaltamos y auspiciamos los genuinos valores de nuestras letras, ampliamos
nuestro conocimiento de las esencias de la dominicanidad y renovamos nuestro orgullo de
ser dominicanos.
Daniel Toribio
Administrador General
13
exordio
Reedición de la Colección Pensamiento Dominicano:
una realidad
Como presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos siento una gran emoción al poner
a disposición de nuestros socios y público en general la reedición completa de la Colección
Pensamiento Dominicano cuyo creador y director fue don Julio Postigo. Los 54 libros que
componen la Colección original fueron editados entre 1949 y 1980.
Salomé Ureña, Sócrates Nolasco, Juan Bosch, Manuel Rueda, Emilio Rodríguez Demorizi,
son algunos autores de una constelación de lo más excelso de la intelectualidad dominicana
del siglo XIX y del pasado siglo XX, cuyas obras fueron seleccionadas para conformar los
cincuenta y cuatro tomos de la Colección Pensamiento Dominicano. A la producción intelectual
de todos ellos debemos principalmente que dicha colección se haya podido conformar por
iniciativa y dedicación de ese gran hombre que se llamó don Julio Postigo.
Qué mejor que las palabras del propio señor Postigo para saber cómo surge la idea o la inspi-
ración de hacer la Colección. En 1972, en el tomo n.º 50 titulado Autobiografía de Heriberto Pieter,
en el prólogo, Julio Postigo escribió lo siguiente: (...) “Reconociedo nuestra poca idoneidad en
estos menesteres editoriales, un sentimiento de gratitud nos embarga hacia Dios, que no sólo
nos ha ayudado en esta labor, sino que creemos fue Él quien nos inspiró para iniciar esta pu-
blicación” (...); y luego añade: (...) “nuestra más ferviente oración a Dios es que esta Colección
continúe publicándose y que sea exponente dentro y fuera de nuestra tierra, de nuestros más
altos valores”. En estos extractos podemos percibir la gran humildad de la persona que hasta
ese momento llevaba 32 años editando lo mejor de la literatura dominicana.
La reedición de la Colección Pensamiento Dominicano es fruto del esfuerzo mancomunado
de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, institución dedicada al rescate de obras clásicas
dominicanas agotadas, y del Banco de Reservas de la República Dominicana, el más impor-
tante del sistema financiero dominicano, en el ejercicio de una función de inversión social de
extraordinaria importancia para el desarrollo cultural. Es justo valorar el permanente apoyo
del Lic. Daniel Toribio, Administrador General de Banreservas, para que esta reedición sea
una realidad.
Agradecemos al señor José Antonio Postigo, hijo de don Julio, por ser tan receptivo con
nuestro proyecto y dar su permiso para la reedición de la Colección Pensamiento Dominicano.
Igualmente damos las gracias a los herederos de los autores por conceder su autorización
para reeditar las obras en el nuevo formato que condensa en 7 u 8 volúmenes los 54 tomos
de la colección original.
Mis deseos se unen a los de Postigo para que esta colección se dé a conocer en nuestro terri-
torio y en el extranjero, como exponente de nuestros más altos valores.
Mariano Mella
Presidente
Sociedad Dominicana de Bibliófilos
15
introducción
Rescatando la poesía y el teatro
con la Colección Pensamiento Dominicano
Jeannette Miller
I
El Banco de Reservas de la República Dominicana inicia un programa de reedición de las
obras publicadas por la Colección Pensamiento Dominicano, con el interés de ofrecer al
público importantes selecciones de connotados autores nuestros en los campos de poesía
y teatro, cuento, novela, ensayo, biografía, crítica de arte, derecho, historia, ensayos so-
ciológicos y narraciones; muchos de estos renglones recogidos en antologías de distinto
orden.
El proyecto editorial que cuenta con el padrinazgo de la Sociedad Dominicana de
Bibliófilos, comienza incluyendo en un solo tomo los libros de poesía que fueron edi-
tados por la Colección; a saber, cuatro antologías personales: Salomé Ureña (1850-1897),
Domingo Moreno Jimenes (1894-1986), Juan Antonio Alix (1833-1918) y Franklin Mieses Burgos
(1907-1976); y una antología general, Poesía Dominicana, realizada por Pedro René Contín
Aybar (1907-1981). Además, se incluye en esta misma edición la obra de teatro La Trinitaria
Blanca de Manuel Rueda (1921-1999), única de este género que publicó la Colección Pen-
samiento Dominicano, y que por ser su autor uno de nuestros poetas más importantes,
encontramos en muchos de sus parlamentos, el ritmo que aporta un oído acostumbrado al
manejo de la versificación.
La Colección Pensamiento Dominicano fue probablemente el primer proyecto editorial
que clasificó sus ediciones por género, y que tuvo una especie de comité de publicaciones
formado por grandes intelectuales entre quienes se encontraban Julio Postigo (1904-1991)1,
director y dueño de la Colección; don Emilio Rodríguez Demorizi (1906-1986), historiador
y compilador nuestro de primer orden; y otros escritores de renombre.
La similitud del diseño: fachada de la Catedral Primada de América en las portadas,
un retrato o dibujo del rostro de los autores o de los que eran motivo de los estudios al
principio del libro, igual tipo de letra… crearon un estilo, que permitía al lector identificar
de inmediato la edición.
La Colección Pensamiento Dominicano inicia sus publicaciones en 1949, con la edición
de Narraciones dominicanas de Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, con prólogo de Ramón
Emilio Jiménez2; desde entonces, y de manera ininterrumpida, fueron saliendo ediciones de
tomos de gran valor que abarcaban variables propias de la creatividad y del pensamiento
dominicanos.
Como su nombre lo indica las ediciones fueron siempre de obras de escritores nuestros,
a excepción de Moral Social y Páginas Dominicanas de Eugenio María de Hostos, humanista
puertorriqueño que se integró a República Dominicana con trabajos y proyectos que lo
convierten en parte del pensamiento nacional.
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
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INTRODUCCIÓN | RESCATANDO LA POESÍA Y EL TEATRO | Jeannette Miller
la forma sin forma determinada que traduce mejor el genio propio del idioma, se hiciera
carne en una visión de la belleza que, de puro Antigua, sorprendió y hasta escandalizó a
los timoratos.”6
Esta afirmación va seguida del concepto del verso como ritmo, en un análisis profundo y
completo de la obra de este gran iniciador de la poesía moderna dominicana, que permanece
vigente gracias a la calidad de sus composiciones.
El prólogo de Flérida de Nolasco es un excelente análisis crítico que no sólo confirma la
importancia de Moreno Jimenes en la literatura dominicana, sino que establece los profun-
dos conocimientos de la autora, indiscuiblemente, una de nuestras primeras y más valiosas
ensayistas.
Las décimas de Juan Antonio Alix abarcan dos tomos. Esta publicación resulta sumamente
importante por ser la primera agrupación de la obra de Alix que se encontraba en papeles
dispersos o en la memoria de sus admiradores; igualmente, por representar la versificación
popular dominicana, ya destacada por el famoso improvisador Meso Mónica (s.XVIII),
pero que en el caso de Alix, abarca las características de un realismo costumbrista donde la
caricatura de personajes y situaciones exacerba una realidad que fluctúa entre lo sublime y
lo ridículo, entre la risa y el drama, en busca de elementos que construyan su identificación
en medio de guerras intestinas e inseguridades de pertenencia, como era el caso dominicano
a lo largo del siglo XIX, época en que al decimero le tocó vivir.
El prólogo La moral en la literatura escrito por Joaquín Balaguer se basa mayormente en un
planteamiento de contenido que arranca del concepto de la “pornografía en la literatura”.7
Impecablemente escrito, Balaguer parte de los clásicos grecolatinos recorriendo el medio-
evo, el renacimiento y la ilustración, en busca de ejemplos que justificaran el uso de “malas
palabras” o de situaciones comprometidas en la gran literatura de todos los tiempos.
Los discursos de Catón, los aforismos de Séneca, los cuentos de Bocaccio, el Sueño de una
noche de verano de William Shakspeare, se refieren como una manera de justificar la termi-
nología “suelta” de Alix, pero principalmente la inclusión en la antología de la más famosa
de sus décimas, El follón de Yamasá: “En la literatura ‘pornográfica’ es menester distinguir lo
que es verdaderamente inmoral de lo que es simplemente sucio; lo que se halla en oposición
a las buenas costumbres, de lo que sólo afecta a la urbanidad y a la cultura.”8
Tanto cuido sobre lo pornográfico sólo se justifica si nos vamos al contexto de época:
una edición hecha en plena dictadura de Trujillo (1953), y siendo el prologuista Secre-
tario de Estado de Educación. Por otro lado, la justificación de la terminología procaz
“alixiana” ocupa el texto de Balaguer, excluyendo un análisis del valor formal de los
textos antologados.9
Cuando un poeta escribe sobre otro poeta, y más si son cercanos, difícilmente su pa-
labras logran la objetividad de reconocer en su verdadera dimensión la calidad de quien
es el objeto del análisis. Sinembargo, este criterio se contradice ante la singular selección
y presentación de la obra poética de Franklin Mieses Burgos (1907-1976), que hace Freddy
Gatón Arce (1920-1994) en la Antología del primero, que publica la Colección Pensamiento
Dominicano en 1952.
Miembros del Movimiento La Poesía Sorprendida (1943-1947)10 ambos escritores se ubican
entre los cimeros de la poesía dominicana de todas la épocas. Por otro lado, Gatón Arce fue
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
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INTRODUCCIÓN | RESCATANDO LA POESÍA Y EL TEATRO | Jeannette Miller
edición han sido corregidos y que no ha sido incluida toda la obra poética de su madre –más
de veinte poemas de juventud y la poesía Anacaona, escrita en 1879–. Destaca que la forma-
ción de Salomé se basó en la lectura de los clásicos castellanos. Igualmente habla de la no
muy extensa producción de la escritora en la que sobresale su poesía civil y patriótica, de la
que Ruinas (1881) y Mi ofrenda a la Patria (1887), son quizás los mejores ejemplos. Asimismo,
ubica su labor educativa como sin precedentes, y echa de menos sus cartas y otros textos en
prosa donde Salomé Ureña de Henríquez establece su manera de pensar y su compromiso
con la patria, la civilización y el progreso. Igualmente afirma que para la insigne educadora
y escritora, su labor docente fue más importante que su producción literaria: “La preocu-
pación patriótica llegó a sobreponerse a toda otra idea en el espíritu de la joven poetisa: la
literatura fue para ella consideración secundaria…”16
La antología Poesía Dominicana de Pedro René Contín Aybar resulta ser una selección de
poetas nacionales aparecidos entre 1845 y 1951.
Quiérase o no, una antología es una escogencia basada en los gustos y preferencias del
antólogo. Que en algunos casos la selección se atenga a esfuerzos de objetividad más que
en otros, es posible; pero las preferencias siempre saldrán a la vista. Este es el caso de la
Antología de Pedro René Contín Aybar, donde el autor incluye poetas y trabajos de indiscutible
calidad y permanencia, aunque también otros, –cuyos nombres no consideramos necesario
reproducir– puedan parecer producto del capricho.
Hecha con conocimiento y desenfado, la antología de Contín Aybar tiene todavía una
vigencia inaplazable para cualquier estudioso de la producción poética dominicana, pues
abarca desde un año después de la Independencia (1845), hasta 1951, fecha de la segunda
edición, a la que él afirma, en el prólogo que comentamos, no haber agregado ningún
nombre, pero sí haber eliminado unos cuantos que se incluían en la primera edición de
1945. Ambas publicaciones –la de 1945 y la de 1951– llevaron el nombre de Antología Poé-
tica Dominicana.
Refiriéndose a Contín Aybar, Manuel Rueda escribió: “…el único libro que materializó
su prestigio un tanto etéreo de charlista y crítico ocasional, fue su popular Antología Poé-
tica Dominicana, donde se dio a la tarea de realizar valoraciones “definitivas” de nuestros
poetas y donde marginaba, especialmente en la segunda edición, a figuras proscritas por
la dictadura.”17
En apenas dos páginas y media Pedro René Contín Aybar establece su criterio de poesía
dominicana, entre otras cosas reforzado por el período que abarca su recolección, 1845-1951:
“…este volumen de la Colección Pensamiento Dominicano se intitula Poesía Dominicana, esto
es, poesía escrita hasta el 1951, por poetas dominicanos. Y que viene a suplir, en parte, las
ediciones de mi Antología Poética Dominicana, 1945 y 1951, agotadas.
Para obviar esta falta he compuesto este volumen, a pedido del director de la Co-
lección, Julio D. Postigo. No se incluyen otros poetas que los aparecidos en la primera
edición, algunos de los cuales, por razones obvias, debieron ser suprimidos en la se-
gunda…”18
En ella establece que la verdadera poesía dominicana nace con Domingo Moreno Jime-
nes y el Postumismo: “Me refiero nomás a la circunstancia ‘poesía dominicana’ poesía de
ambiente nacional, (aunque con sentido universalista, porque si no se entra en el campo,
21
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
II
En los estudios críticos de carácter histórico las selecciones se aprietan con el tiempo y va quedando
lo que realmente ha trascendido. En la poesía dominicana: clasicismo, romanticismo, modernis-
mo, versolibrismo, surrealismo, simbolismo, coloquialismo se han venido sucediendo y llegan a
nosotros a través de obras únicas o del conjunto de obras de los autores más prolíficos.
Valorando los textos poéticos de la Colección Pensamiento Dominicano que hoy se ree-
ditan en un solo tomo, resulta interesante compararar los distintos enfoques producto de la
formación y preferencia de los prologuistas, lo que en cierto sentido nos permite tomar el
pulso de la época en cuanto a las visiones críticas y evaluativas que se hacían a la producción
literaria a mediados del siglo XX.
Un factor importante es que los libros que tratamos –algunos de ellos, segundas o terceras
ediciones– fueron publicados entre 1949 y 1961; es decir, durante los últimos doce años de
la dictadura de Trujillo, en que la mordaza y los medios represivos llegaron a sus extremos,
condiciones que indiscutiblemente pesaban tanto en las selecciones como en los ensayos
críticos que servían como prólogos.
Otro factor a tomar en cuenta es que a excepción de Gatón Arce sobre Franklin Mieses
Burgos, y Contín Aybar en su Antología Dominicana, estos ensayos no toman en cuenta los
referentes literarios nacionales como contexto e influencia.
Pasado el tiempo, los dominicanos han ido tomando conciencia de su propia historia y de
los elementos que los han distinguido e identificado como herederos de una serie de hechos
que permanecen en lo que reconocemos como país, raza, entorno geográfico, habitat, modos
y respuestas distintos, propios… La manera de hablar, el color de la piel, la forma de concebir
nuestras edificaciones, lo que comemos, incluso nuestros sueños plasmados en la pintura, en
la literatura, en la música, en el baile, en la artesanía… son parte de una identidad cambiante
reforzada por la capacidad de inventar respuestas para poder sobrevivir. Todo lo acontecido
hasta hoy nos ha condicionado, incluso a aquellos que no aceptan este punto de vista.
Son los escritores de la década de 1960, que habiendo vivido los últimos años de la gran
dictadura (1930-1961) y siendo protagonistas de la vorágine social, política, económica y
humana que aconteció en ese decenio, se lanzan a la apertura y al cuestionamiento.
Ya la belleza no es sólo blanca y marmórea, ya no sólo los alcázares y palacios mueven
al poeta, tampoco hay que recurrir a fantasías indígenas, ni llorar por un negro visto desde
Europa como esclavizado y dimensionalizado en su dolor. Hoy, los mulatos somos la isla, en
la que paisajes de ensueño coexisten con el hambre, las chozas, el atropello, el turismo soca-
vante, el comercio humano, la propaganda y el consumo indiscriminado. Ahora escribimos
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INTRODUCCIÓN | RESCATANDO LA POESÍA Y EL TEATRO | Jeannette Miller
los nuevos sueños de la vieja migración tratando de definir a los habitantes de un espacio
con frontera de mar y tierra: la melancolía de la hégira, la tristeza honda del autoexilio, el
grito de la transculturación… y nombres innovadores como Norberto James (1945), Cayo
Claudio Espinal (1955) y José Mármol (1960); o desacralizantes como Alexis Gómez Rosa
(1950) y Soledad Álvarez (1950), se sumergen en la libido o reseñan la patria en una intros-
pección que interactúa con el devenir histórico tratando de crear los nuevos códigos, las
nuevas formas de existir, las lejanías… que en este caso reafirman la memoria.
Igualmente, los enfoques de la producción literaria asumen nuestra propia historia y nombres
como los de Manuel Rueda (1921-1999), José Alcántara Almánzar (1946), Tony Raful (1951), Pedro
Peix (1952), Andrés L. Mateo (1946), Diógenes Céspedes (1941), Franklin Gutiérrez (1951), sin
olvidar a ese gran chileno-dominicano, Alberto Baeza Flores (1914-1998), registran un acontecer
donde esa “intelección de la idea nacional”20 que llevamos a cabo de manera permanente, se
nutre de las influencias externas digiriéndolas para mezclarlas con el sedimento de la isla,
con la sal y el yodo del litoral, con la vegetación umbría y misteriosa, con la sangre cotidiana,
con el ritmo extravagante, surreal y expresionista que nos ata a la existencia, con la “vio-
lenta alegría de la vida y de la muerte”21, en una tierra insólita que siempre nos sorprende
modificando las respuestas, apropiándose de ellas.
Y como prueba, los testimonios de Eugenio Fernández Granell (1912-2001), María Ugarte
(1914), Manuel Valldeperes (¿?-1970), José Gausachs (1889-1959)… talentos europeos que fue-
ron atrapados por la magia y el asombro de las “peinetas derretidas”, –como decía Wifredo
Lam (1902-1982)–22 en un entorno paradisíaco y contradictorio, donde el deslumbre de la
naturaleza siempre ha contrastado con los profundos índices de miseria y escasez.
La búsqueda de la respuesta a esa dicotomía todavía se mantiene y es parte nodal de nuestro
cuestionamiento; eso somos y esos elementos son los que salen en nuestra poesía, una poesía
rítmica y melódica que partiendo del siglo XIX toma de la mano a Salomé Ureña (1850-1897),
Gastón Deligne (1861-1913), Federico Bermúdez (1884-1921), Altagracia Saviñón (1886-1942),
Domingo Moreno Jimenes (1894-1986), Franklin Mieses Burgos (1907-1976), Freddy Gatón
Arce (1920-1994), Manuel Rueda (1921-1999), Aída Cartagena Portalatín (1918-1994), René
del Risco Bermúdez (1937-1972) y muchos más, alcanzando, al llegar al siglo XXI, adultez
y calidad indiscutibles.
La importancia de la reedición de la Colección Pensamiento Dominicano es innegable.
Por un lado, rescata parte importante de nuestro pensamiento y de nuestra cultura durante
un período (1949-1980)23 que todavía estamos aireando; pone sobre el tapete nombres que,
aunque parezca mentira, se han ido olvidando; y hace honor a un valioso editor, Julio Pos-
tigo, porque sin su empecinamiento en difundir las letras nacionales, hoy no tendríamos a
la mano estos documentos.
Por otro lado, los aportes de la publicación enriquecen, y hasta cierto punto modifican,
el criterio editorial del Banco de Reservas de la República Dominicana, trazando pautas para
un rescate de nuestra memoria como país en el aspecto de lo cultural, artístico y literario,
campos de manifestación del intelecto y del espíritu que garantizan la permanencia de lo
que debe ser considerado como valor nacional.
23
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Citas y notas
1. Julio Postigo, reconocido editor y librero dominicano, tuvo su Librería Dominicana –luego
Librería Hispaniola– en la calle Mercedes, al lado del templo evangélico que hace esquina con 19 de
Marzo, en el cual era pastor. Fue un gran promotor de las letras nacionales y entre sus logros se men-
ciona, no sólo haber sido el editor de la Colección Pensamiento Dominicano, sino el responsable de que
en 1950, se instituyera el 23 de abril como Día del Libro, en honor a Miguel de Cervantes Saavedra,
y de que en 1951 se realizara la primera Feria del Libro en República Dominicana. Ver Historia de la
Feria del Libro: www.ferilibro.com
2. Frank Moya Pons, Bibliografía de la Literatura Dominicana 1820-1990. Santo Domingo: Imprenta
Amigo del Hogar; 1997. 2 volúmenes. p.93.
3. El Teatro Escuela de Arte Nacional se fundó el 19 de marzo de 1946. Ver bellasartes.gov.do
4. La Trinitaria Blanca: comedia dramática en tres actos. Prólogo de Juan González Chamorro.
Colección Pensamiento Dominicano. Talleres Tipográficos “Librería Dominicana”. Ciudad Trujillo,
República Dominicana.1957. pp.12-14 .
5. A partir de 1918, se llamó Colina Sacra a la casa de Domingo Moreno Jimenes en el sector de Villa
Francisca, en Santo Domingo. Alllí se celebraban peñas literarias de escritores y literatos, en especial de
los pertenecientes al Postumismo. Ver Biografía de Domingo Moreno Jimenes en wikipedia.com
6. Domingo Moreno Jimenes. Antología. Selección y Prólogo Flérida de Nolasco. Colección Pensa-
miento Dominicano. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1949. p.9.
7. Pornografía; obra literaria o artística de carácter obsceno. Ver Diccionario de la Lengua Española.
Real Academia Española. Espasa-Calpe. Madrid, España 1970.
8. Juan Antonio Alix. Décimas. Selección y prólogo Joaquín Balaguer. Colección Pensamiento Domini-
cano. Librería Dominicana . Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1953. II tomos. Primer tomo. p.12.
9. Nos referimos a un análisis de la décima en Santo Domingo y sus características en Juan
Antonio Alix. La décima, esencia de la versificación popular, mayormente ha permanecido en la
oralidad. En el caso de Alix, es importante la inclusión de términos propios del habla cibaeña, lo
que adiciona valor a sus trabajos. Ver Luis Beiro Álvarez y Huchi Lora. La Décima Escrita en la Repú-
blica Dominicana. (Antología Histórica). Fundación Barceló Procultura. Editora de Colores.1994. Santo
Domingo, República Dominicana.
10. La Poesía Sorprendida, agrupación literaria que surgió en Santo Domingo en 1943 con el lema
“Poesía con el hombre universal”. Sus integrantes fueron: Rafael Américo Henríquez, Manuel Llanes,
Franklin Mieses Burgos, Aida Cartagena Portalatín, Manuel Valerio, Freddy Gatón Arce, Manuel Rueda,
Mariano Lebrón Saviñón, Antonio Fernández Spencer y José Glass Mejía. Estuvieron unidos al grupo el poeta
y ensayista chileno Alberto Baeza Flores, y el pintor, músico y escritor español Eugenio Fernández Granell.
Permanecieron activos desde octubre de 1943, fecha de la aparición de la revista La Poesía Sorprendida,
hasta mayo de 1947, cuando circuló el último número de dicha publicación. Durante esos cinco años
salieron a la luz pública 21 números. Ver La Poesía Sorprendida en www.escritoresdominicanos.com
11. Franklin Mieses Burgos. Antología. Selección y prólogo Freddy Gatón Arce. Colección Pensamiento
Dominicano. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1952. p.7, sin numerar.
12. Franklin Mieses Burgos. Antología. Selección y prólogo Freddy Gatón Arce. Colección Pensa-
miento Dominicano. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1952. p.7.
13. La Poesía Sorprendida, 1943. Edición completa 1943-1947. Editora Cultural Dominicana, Santo
Domingo. República Dominicana. 1973. Ver Núm. 3 de La Poesía Sorprendida.
14. Franklin Mieses Burgos. Antología. Selección y prólogo Freddy Gatón Arce. Colección Pensa-
miento Dominicano. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1952. p.8.
24
INTRODUCCIÓN | RESCATANDO LA POESÍA Y EL TEATRO | Jeannette Miller
15. Franklin Mieses Burgos. Antología. Selección y prólogo Freddy Gatón Arce. Colección Pensa-
miento Dominicano. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1952. p.10.
16. Salomé Ureña de Henríquez. Poesías Escogidas. Colección Pensamiento Dominicano. Librería
Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1960. p.8, sin numerar.
17. Manuel Rueda. Dos Siglos de Literatura Dominicana (S.XIX-XX). Poesía. Tomo II. Colección
Sesquicentenario de la Independencia Nacional. Volumen X. Editora Corripio C x A. 1996. Santo
Domingo, República Dominicana. p.80.
18. Poesía Dominicana. Antología. Selección y prólogo Pedro René Contín Aybar. Colección Pensa-
miento Dominicano. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1969. p.6.
19. Poesía Dominicana. Antología. Selección y prólogo Pedro René Contín Aybar. Colección Pensa-
miento Dominicano. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana- 1969. p.6.
20. Emilio Rodríguez Demorizi. Pintura y Escultura en Santo Domingo. Colección Pensamiento
Dominicano. Librería Hispaniola. Santo Domingo, República Dominicana. 1972. p.38.
21. Jeannette Miller. Fichas de identidad / Estadías. Respuesta a una nota masoquista de mi amigo…
Editora Taller. Santo Domingo, República Dominicana. 1985. p.77 de Fichas de Identidad
22. Jeannette Miller y María Ugarte. Arte Dominicano, artistas españoles y modernidad. 1920-1961.
Centro Cultural Hispánico e Instituto de Cooperación Iberoamericana. Editora Corripio, Santo Do-
mingo, República Dominicana. 1996; y Silvano Lora. Wifredo Lam y Santo Domingo. Galería Boinayel.
Arte e Impresión Mograf S. A. Santo Domingo, República Dominicana. 1985.
23. La primera publicación de la Colección Pensamiento Dominicano fue en 1949: Narraciones
Dominicanas de Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, con prólogo de Ramón Emilio Jiménez; y la
útima, Frases dominicanas de Emilio Rodríguez Demorizi, en 1980. Ver Diógenes Céspedes La Colección
Pensamiento Dominicano son 55 libros, no 54. Hoy Digital.
Publicaciones de referencia
Alcántara Almánzar, José. Antología de la literatura dominicana. Editora Cultural Dominicana. Santo
Domingo, República Dominicana. 1972.
Alcántara Almánzar, José. Estudios de poesía dominicana. Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, Repú-
blica Dominicana. 1979.
Antología Concurso de Poesía. Casa de Teatro 1984. Editora Corripio C x A. Santo Domingo, República
Dominicana.1986.
Baeza Flores, Alberto. Los Poetas Dominicanos del 1965: una generación importante y distinta. Colección
Orfeo, Biblioteca Nacional. Santo Domingo, República Dominicana. 1985.
Baeza Flores, Alberto. La poesía dominicana en el siglo XX. Colección Estudios, Universidad Católica
Madre y Maestra. Santiago, República Dominicana. 1977. bellasartes.gov.do
Beiro Álvarez, Luis y Lora, Huchi. La Décima Escrita en la República Dominicana. (Antología Histórica).
Fundación Barceló Procultura. Editora de Colores.1994. Santo Domingo, República Dominicana.
Céspedes, Diógenes. Lenguaje y Poesía en Santo Domingo en el Siglo XX.Colección Arte y Sociedad No.19.
Editora Universitaria UASD. Santo Domingo, República Dominicana. 1985.
Céspedes, Diógenes. Miniantología Poética del ’88. Cuadernos de Poética. Año V, Núm.14. Enero-abril
de 1988. Editora Taller. Santo Domingo, República Dominicana.1988.
Cortázar, Julio. Literatura en la Revolución y Revolución en la Literatura. Siglo XXI. Editores. México.
Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española. Editorial Espasa-Calpe, S. A. Madrid,
España. 1970.
25
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Gutiérrez, Franklin. Antología Histórica de la Poesía Dominicana del Siglo XX (1912-1995). Ediciones
Alcance. Nueva York. N. Y. EE.UU.
Gatón Arce, Freddy. Franklin Mieses Burgos. Antología. Colección Pensamiento Dominicano. Librería
Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1952. genealogiadominicana.com
La Poesía Sorprendida. Edición completa 1943-1947. Editora Cultural Dominicana. Santo Domingo,
República Dominicana. 1973.
Lora, Silvano. Wifredo Lam y Santo Domingo. Galería Boinayel. Arte e Impresión Mograf, S. A. Santo
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Mateo, Andrés L. Poesía de Post-guerra/Joven Poesía Dominicana. Santo Domingo, República Dominicana.
(1981).
Miller, Jeannette. Fichas de identidad/Estadías. Editora Taller. Santo Domingo, República Dominicana.
1985.
Miller, Jeannette. Fredy Miller: realidad y leyenda. Cuentos, poemas y otros textos. Banco Central de la
República Dominicana. Santo Domingo, República Dominicana. 2005.
Miller, Jeannette y Gatón Arce, Freddy. El Paisaje Dominicano: Pintura y Poesía. Ediciones Empresas
BHD. Impresora Amigo del Hogar. Santo Domingo, República Dominicana. 1992.
Miller, Jeannette y Ugarte, María. Arte Dominicano, artistas españoles y modernidad: 1920-1961. Centro
Cultural Hispánico e Instituto de Cooperación Iberoamericana. Editora Corripio. Santo Domingo,
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Moya Pons, Frank, Bibliografía de la Literatura Dominicana 1820-1990. Santo Domingo: Imprenta Amigo
del Hogar; 1997. 2 volúmenes.
Nolasco, Flérida de. Domingo Moreno Jimenes. Antología. Colección Pensamiento Dominicano.
Librería Dominicana . Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1949.
Pueblo, Sangre y Canto. Publicación del Frente Cultural. Santo Domingo, República Dominicana 1965.
Sin nombre de editora.
Raful,Tony y Peix, Pedro. El Síndrome de Penélope en la Poesía Dominicana.Colección Orfeo. Editorial
Santo Domingo. Santo Domingo, República Dominicana.1986.
Rodríguez Demorizi, Emilio. Pintura y Escultura en Santo Domingo. Colección Pensamiento Dominica-
no. Librería Hispaniola, Editores Julio D. Postigo e hijos. Santo Domingo, República Dominicana.
1972.
Rueda, Manuel. La Trinitaria Blanca: comedia dramática en tres actos. Prólogo de Juan González Chamorro.
Colección Pensamiento Dominicano. Talleres Tipográficos “Librería Dominicana”. Ciudad Trujillo,
República Dominicana.1957.
Rueda, Manuel y Hernández Rueda, Lupo. Antología Panorámica de la Poesía Dominicana Contemporánea
(1912-1962). Colección Contemporáneos. Universidad Católica Madre y Maestra. Santiago de los
Caballeros, República Dominicana. 1972.
Sánchez, Enriquillo. La Poesía Bisoña (poesía dominicana 1960-1975) Reseña y Antología. Editora Casanova.
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Ureña de Henríquez, Salomé. Poesías Escogidas. Biografía de la autora por Pedro Henríquez Ureña.
Colección Pensamiento Dominicano. Librería Dominicana . Ciudad Trujillo, República Domini-
cana. 1960.
www.escritoresdominicanos.com
www.ferilibro.com
26
Poesía
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMOS I Y II
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
No. 2
Selección y prólogo
Flérida de Nolasco
Domingo Moreno Jimenes
Una interpretación de su poesía
Por primera vez se reúne en volumen un manojo de poesías escogidas de nuestro poeta
Domingo Moreno Jimenes. Su vasta obra, hasta ahora dispersa y aun maltratada en edicio-
nes minúsculas de pésima calidad material, puede decirse que no es conocida en su valor
verdadero. Al lanzar al público este libro es intención de los editores –intención que por sí
misma se alaba– dar a conocer al poeta, haciendo resaltar lo más artístico y más noble de
su producción.
El material se ha dividido en tres momentos, y los dos últimos se subdividen en distintos
planos de inspiración, facilitando así la comprensión del desarrollo intelectual y anímico del
poeta. Los tres momentos corresponden a una ascensión gradual y constante: a un crecimiento
de elevación y profundidad, a un latido espiritual y de penetración, al mismo tiempo de
natural y espontánea intuición y de un atento cultivo artístico.
En sus poesías de adolescencia y juventud Moreno Jimenes es uno de tantos iniciados
que miran hacia atrás, hacia lo hecho, hacia lo tradicionalmente trazado y aceptado. Su buen
gusto desde entonces lo guía, conduciéndolo por los caminos acostumbrados y aun por
los entonces nuevos caminos. Pero se avecina la inquietud; ya tiembla en sus palabras, con
la inseguridad y el temor de que pueda no ser cierto que viva dentro de sí lo inusitado, lo
verdaderamente extraordinario. ¡Oh el desgarramiento de palparse, de sentirse que se es,
de oírse llamado a seguir muy de cerca al dador de todo don y de toda gracia, e ir a tientas,
sin saber el cómo ni el cuándo!
Es la edad temprana, y ya tiene en los labios el zumo castizo, la rancia entraña popular
que es savia de la poesía castellana. Lectura de los siglos de oro se entrevén en sus estrofas
juveniles: salta sin extraños disfraces la copla irónica, risueña o nostálgica, como la hemos
visto, rediviva, en los versos sencillos de Martí. Aparece asimismo una forma del viejo rondel,
el casi milenario zéjel, el que siendo flor de campos sin cultivo también florece en los jardines
de un Juan del Encina, de un Boscán, de un Garcilaso, o de un Lope de Vega.
Empleará Moreno Jimenes, el joven, a más del típico octosílabo, el verso de siete, de
diez, de once, de doce, de catorce sílabas; y, además ensayará combinaciones métricas, y
airosamente se encerrará en el clásico y ceñido molde del Soneto. También manejará con
soltura el infrecuente verso de nueve sílabas:
Hasta aquí es Moreno Jimenes un seguidor, a distancia de siglos, del buen Berceo, del
que quiso bien trovar. Pero ya tienta y casi adivina una estética aun más atrevida y libre que
la del mismo Rubén, que nos había hecho recorrer en embeleso de nuevo sabor, desde las
formas más cultas, pasando por el movido y travieso Arcipreste, hasta el decir popular de
31
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
la gaita gallega de que gustó el alado San Juan de la Cruz. Nos probó Rubén Darío que
en el campo de la métrica no había desecho de hermosura para él vedado o desconocido.
Pero con todo, es lo cierto que, desenterradas y manejadas con igual destreza todas las
formas de poesía de sílabas contadas, todavía quedaban reservadas para futuros días,
otras resurrecciones.
El Cantar de Gesta ¿se quedaría para siempre como ejemplar momificado? Sus inaudi-
tas libertades que traían inquietos y confusos no sólo al mundo de los poetas estudiosos,
sino a los propios investigadores de la lengua, ¿no habría quien se atreviera a intentarlas
de nuevo?
El arte español se caracteriza por su libertad de acción, que abunda en calor de verdad
y vida. No triunfó Berceo con la medida exacta de sus versos: se abandonó lo que quiso
imponer después del vigoroso ímpetu de los primitivos cantares, de una poesía anónima
que no sacrificaba su lozanía a reglas convencionales. Se insistió en la irregularidad de
la medida. El pulcro Marqués, de un popular españolismo en el repetido motivo de las
serranas, presume de elegancia exótica en el molde impecable, y tras él se regulariza la
versificación culta.
Pasaron años, pasaron siglos antes de que la forma, sin forma determinada, que traduce
mejor el genio propio del idioma, se hiciera carne en una visión de la belleza que, de puro
antigua, sorprendió y hasta escandalizó a los timoratos del arte. ¿Qué verso era éste que
pretendía existir sin forma establecida? ¿En dónde encontraría su apoyo? ¿En la repetición
de sonidos iguales? ¿En la mecánica de un ritmo sostenido y escogido a priori? No; abando-
naba toda regla; no toleraba trabas, ni límites, ni moldes que constriñeran, tal vez helándolo,
el soplo de la inspiración. Para descartar el justo y útil temor de que la poesía muriera en
manos de tan extraña estética que así abandonaba los recursos propios del verso, se recordó
a tiempo que poesía no es sólo el consonante, ni el asonante, ni la regularidad de la medida
silábica; ni siquiera la colocación de los acentos; se tuvo presente que la poesía es máxima
y recóndita belleza; que salta del manantial oculto del sentimiento, de lo no elaborado, de
lo no aprendido, que surge del alma como no nacida, como no formulada, como creación
que pudiera no ser creada. Eso es y será la poesía, no importa cómo sea escrita, y el que
esto haga será poeta. La presencia del versificador, del que sabe cómo se fabrica el verso,
ni sobrecoge ni sorprende. Tampoco interesa. El poeta, en cambio, es de aquellos milagros
que todavía ocurren en el mundo, y que se producen donde menos se espera: lo mismo en
la sabia Europa, en la exuberante y dilatada América, como en una mutilada Isla del Mar
Caribe. Porque el Espíritu sopla donde quiere.
En Moreno Jimenes tiene nuestra tierra, ¡la tierra de los inesperados milagros! un
auténtico poeta. Su nombre merece devoción y respeto. Es un artista del pensamiento,
del sentimiento, y de la palabra. Nos dice la verdad de su alma, y tanta verdad dice que a
veces su sinceridad casi ahoga la forma. No es un poeta de imaginación; su mundo no es
un mundo imaginado, es un mundo vivido, es un mundo suyo, que tanto se estremece en
su conciencia como palpita delante de sus ojos. No mentirá si algún día nos asegura que
todo el universo está comprendido en su alma. Todos los dolores, todas las esperanzas,
todas las ternuras, la visión de todas las vidas humanas, convergen en su arte; él es en sí
mismo el centro de toda vida y de toda muerte; y más de una vez lo hemos visto morir en
la criatura que muere. ¿Extrañarán si se levanta a regiones incomprendidas, de las cuales
nos falta la experiencia?
32
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
Forma y pensamiento, aunque sean en la poesía partes de un todo, deben estudiarse des-
lindándose. La inquietud de encontrar una forma personal fue en Moreno Jimenes realidad
temprana:
Quiero escribir un canto
sin rima ni metro;
sin armonía, sin ilación, sin nada…
En 1918 publicó Paisaje, poesía con que inicia su revolución poética. La evolución, sin
embargo, es gradual y se verifica cimentada por nuevos conocimientos. La versificación
irregular en la poesía castellana, de Pedro Henríquez Ureña,1 lo afirma en la veracidad de su
excepcional vocación. Algunos poetas de España, Juan Ramón Jiménez, Moreno Villa… ha-
bían acomodado su inspiración al verso nuevo, al que dibuja y sostiene el ritmo como onda
que se desenvuelve sin pueriles escrúpulos, sin soportes innecesarios.
En el arte contemporáneo el fenómeno de la santa libertad no se comprueba sólo en la
poesía. Baste el ejemplo de la música, que ha llegado en nuestros días a libertades nunca
soñadas ni siquiera por los que se creyeron novísimos románticos y que hoy empalagan el
gusto moderno más sobrio, más dado al aliento rítmico que al sonido blando. El predominio
del ritmo en el verso amétrico parece seco, puede llegar a ser agrio y hasta desconcertante, y
es que lleva oculto el canto, y como encajado, o como prendido en peregrino equilibrio, en
un diseño de invención muchas veces oscilante, cambiante, movedizo, como las ondas del
mar, como el correr de los vientos, como los colores inconstantes y mudables del cielo.
La magna revolución estética (la de nuestros días) que ha conseguido, en feliz retorno,
acercarnos a la naturaleza, tardó en llegar; pero llegó en buen hora. Arte que emociona por
su sinceridad; realizado, no con prácticas ilusas, sino con técnica más humana, más conforme
a la razón de ser, más acorde, si es de mano maestra, con nuestros propios sentimientos.
De los primeros poetas en adoptar la inusitada manera, fue nuestro Moreno Jimenes. La sor-
presa desconcertó a muchos. No era para menos que un dominicano fuera de los creadores de la
novísima poesía. Se formó un cenáculo: algunos creyeron en la renovación que en Santo Domingo
se bautizó con el nombre de Postumismo; tal vez porque no contaba sino con una póstuma acep-
tación. Los profanos apuntaban el desdén; los más sonreían, y unos pocos sonríen todavía. Sin
embargo, lo nuevo ya es casi viejo. En Puerto Rico, Llorens Torres acierta rompiendo diques; en
España García Lorca, después del Romancero Gitano, olvidará exprofeso la tradición del romance
por una más antigua y más nueva; revolucionará su técnica Juana de Ibarbourou; aparece en
Chile Neruda… y ahora, si no todos gustan del último manjar de los dioses, ya nadie quiere
pasar por anticuado tomando por cosa de broma el reinado del ritmo libre.
En 1926 Leopoldo Marechal, en polémica con el maestro Lugones, trataba de convencerlo
de que “en la hora actual el hombre está cansado de métrica y pide versos libres”.
La actual invasión del verso sin medida ni rima es para muchos desazón y plaga, es la lluvia
de fuego, la abominación de la desolación. Pero es. “Los poetas del verso libre son multitud
ahora en toda Europa y toda América. Se les negará el derecho de existir; pero existen”. Dijo
Pedro Henríquez Ureña interviniendo con ponderadora autoridad en la disputa.
A Domingo Moreno Jimenes su estrella fiel le dijo como a Paul Fort:
1
Tengo noticias de que en la segunda edición de esta obra aparece un fragmento de Moreno Jimenes junto a
otros de Juana de Ibarbourou, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda y Jaime Torres Bodet, como ejemplos de la evolución
del verso en América.
33
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Pero abatida, deshecha la tentación, en el íntimo y callado reposo escuchará la voz rectora
de la hermana, de la hermana mayor:
Y prestará oídos a la palabra del anciano que supo vaticinar el triunfo de la aurora sobre
las ríspidas breñas.
Oye voces interiores. ¿Sueña? Sueña. Pero no se ausenta de la realidad objetiva. Lo anima
una doble visión, y disfruta a un tiempo de su realidad subjetiva y del mundo exterior que
lo circunda. Doble e inseparable latido de su poesía.
Se detiene arrobado ante el paisaje de la rústica aldea, donde ha ido a curarse de viejos males,
porque tiene la mirada cansada de mirar cosas tristes. El reducido caserío de casas minúsculas no
basta a interrumpir el dilatado horizonte. Recreo es contemplar la jubilosa cría, el dorado
maíz que salta desgranado… La presencia inesperada de la muerte surge como mancha
negruzca en el límpido lienzo… Han pasado, junto a él, en conjunción extraña, la vida y
la muerte. Y en su recóndito vivir pesa su inacabable carga de dolores, como un castigo.
Insensiblemente regresa a su plano habitual de silenciosa meditación:
¡Oh, pueblecito pobre y escondido, “si algún día soy a ti deberé esta condescendencia
con la cumbre!…” Y en la contemplación del estrecho villorrio, su labio quedará “transido de
augurios”. El panorama se retrata en su alma, y en ella se diluye y con ella se confunde.
Sobre el pueblo, él velará para que no muera: que si una conciencia sola vela a su lado,
siempre estará despierto…
La nota melancólica apenas abandona a nuestro poeta. Del dolor se sustenta, y hasta en el
instante del fugitivo placer tiene presente ante sus ojos la muerte. En la mirada de la hembra
cree ver “nostalgias de otoño”, “mixtura de infinito y de llanto…” Oímos el extraño ruego:
34
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
Porque Moreno Jimenes usa una indumentaria inconfundible, y, al verlo, sin querer se
nos ocurre la absurda comparación con aquel bienaventurado Benito Labre: pobre entre
ricos, humilde entre los soberbios, despreciador de lo transitorio, contrapeso de pecado, en
“alocado afán de futuros inéditos”.
El amor, que no es extraño al poeta del dolor y del silencio, sólo rara vez queda exento
de la gota de acíbar. Así en La niña Pola, donde el matiz de gracia completa la factura esen-
cialmente artística, ni cargada de pensamiento, ni cargada de ningún otro interés que no
sea el puramente estético; así en La Siesta que, con pudores de marchitos deseos, repudia
hoy el autor por parecerle sin misericordia, en la que la belleza resalta sin preocupaciones
y los colores fulguran con plástica excepción: rostro negro, blancos dientes, verdes y rojizos
naranjos, acacias de matices tiernos, brillantes tornasolados, azafranes, verdes y rojos en-
cendidos de la cotorra, labios oscuros, senos de uva morada…
Pasan los años, y el poeta del silencio ansía cada vez más el apartado retiro. Quiere sen-
tirse solo, aunque universal; singular, aunque múltiple. Para siempre quiere dejar el pueblo
por la aldea callada:
Partiré del pueblo.
Me roerá la angustia que a los peregrinos
acoge en silencio.
Angustia. Porque su paz sigue siendo anhelo recóndito. Ama a los suyos; y al partirse
de ellos lloró de sus ojos, como el despedido Señor de Vivar. Al ver que se aleja sin cayado,
sin túnica, sin otra bolsa “que la mochila de su divagar”, “las perdices levantarán el vuelo;
llorará en una palma una tórtola triste”.
Desde entonces deambula solitario, cargado con los versos que escribe; acongojado,
porque sabe de cuántas miserias visibles e invisibles está hecho el mundo: antítesis de amor,
negación de misericordia. El mundo que asquea, el que aborreció Jesús cuando dijo al Padre:
“No te pido por el mundo”.
El poeta del silencio ya no lee en los libros. Para ilustrarse le basta con meditar en su propia
vida: pobre, aunque todo lo posee; solitaria, aunque poblada de inefables misterios…
35
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Después de esto, después que ha visto abiertas para él las puertas, después de intro-
ducirse en la cámara de los elegidos, donde se revelan los verdaderos nombres, donde se
miden todas las dimensiones, donde se descubre el misterio de la verdad, ¿a dónde habrá
de llegar? Llegará hasta la misma muerte; traspasará sus linderos. Conocerá que la muerte
no es muerte, sino la vida que se proyecta en lampo de luz creciente y ascendente, como un
raudal de amor que viene de lo eterno y va a lo eterno.
Su pensamiento se vuelve metafísico: Dios, como Ser, como Verbo, como Belleza, como
Ciencia, como Luz que ilumina a todo hombre; el Cosmos, como obra incomprensible; el
hombre, como alma que no puede morir; el espíritu, como guía y gobernalle de la vida del
mundo; nuestra vida, como inacabada en el tiempo, e inacabable en el seno de Dios…
A toda hora estará abstraído en el misterio. Pasemos a su lado calladamente, no inte-
rrumpamos sus divagaciones que tocan, en los Poemas de la Muerte, lo verdaderamente
sublime.
Frente a la muerte se siente “adulto de comprensión”. Entre las sombras densas y las
luces que fulguran “¡cuántos horizontes insospechados!” Se abisma en la desnudez de la
palabra; porque el signo le falta en su incompleto nombrar. Dolor de dolores es sentirse todavía
subordinado a la vida, luego de anegarse en los misterios abismales.
La hija ha muerto. Lo sabe, porque “se agiganta la nada sobre la soledad de su aposento”.
Y ahora quisiera amar, amar con ilimitado y violento amor, a “una abstracta humanidad”
La muerte pasa; ha pasado ya congelando el suspiro y la esperanza. En tanto, la corriente
prosigue su curso: el rico seguirá viviendo de su oro, y los otros… los otros continuarán
mintiéndole a la vida con la carcajada del impuro goce.
El poeta continuará como sonámbulo que desconociera el presente. Acudirá al arrullo
de la tierra, de la madre tierra. Junto al Morro de Monte Cristi se le ha revelado un nuevo
destino, quizás un último destino: América. Soñará cosas lejanas; porque la angustia lo ha
apartado para siempre del mundo que pisan sus pies.
Después de los incomparables Poemas de la Muerte, el culto a América, “la religión de
América”, como él lo llama, parece ser el eje que sostiene su poesía. Su afecto, desbordado,
adquiere dimensión universal. Ama la raza, nuestra raza mestiza, y abarca en síntesis ad-
mirable al hombre, al humano que padece y sufre sobre la tierra. Se ha hecho magnánimo.
¿Profetiza? Vemos que su inspiración se agiganta generosamente, inflada por hálitos de Fe,
de Esperanza y Amor. Con su canto quisiera envolver un mundo comprensivo y doliente. Ha
dejado atrás la nota sombría, último hilo que lo ataba a lo temporal. Ya no provoca pavores
interiores; pero guarda su filtro de ternura que destila la nota noble y serena. La que hinchó
de lágrimas la voz cuando dijo a la madre muerta:
36
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
y que contiene no sólo un valor de sonido recóndito, sino un valor oculto de cantidad, de
medida interna, que provoca deleitoso halago y saludable reposo.
Para el poeta del silencio, mudo, con “mudez que tiene sabor de siglos”, es un mal su-
bordinar la poesía a la palabra. Y en ascensión constante hacia mayor pureza, ha querido:
liberar el verso; liberar la poesía del verso; y por último –casi inconcebible aspiración– liberar la
poesía de la palabra.
Valorizo la presente selección de poesías de Domingo Moreno Jimenes como no menor,
en el maravilloso acoplamiento de forma, de intuición poética y de pensamiento elaborado,
que la de los poetas contemporáneos sobresalientes de nuestra lengua. Pero he sentido la
nostalgia de un mayor tamaño, de una mayor autoridad; pues si en expansión ideal y emotiva
me sumerjo en su medida como si fuera mi propio recipiente espiritual, siento su urgencia
para que la exaltación que he deseado hacer de la obra escogida de Moreno Jimenes, pudiera
pesar con fuerza eficaz de convicción.
Soy providencialista: una rezagada de mejores tiempos. Y cuando considero con espíritu
desbordante y con unción respetuosa, de hacimiento de gracias, la complacencia excepcional
de Dios por algunos seres, creo vislumbrar las razones misteriosas y ocultas de la economía
divina en sus desiguales preferencias ¡tantas veces incomprensibles!
Pero si ante la admiración, el signo se escapa y la palabra falta:
Flérida de Nolasco.
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Versos de iniciación
Saeta
Porque te he sido sincero
me desdeñas, enemiga,
en lugar de ser mi amiga,
porque te he sido sincero.
Insinuación petulante,
liviandad, no amor constante,
antes de yo conocerte…
1914.
A un poeta melancólico
No entristezcas el amor,
que el amor es siempre triste
en este mundo en que existe
la espina junto a la flor.
.........................................................
Sinceramente
Nunca dolor humano
fue comparable al lento
pesar, que va minando
mi existencia a desvelos.
38
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
Atardecer campestre
Ya se acerca la hora que los poetas cantan.
Del sol algunos lampos aún doran la montaña.
Corre tranquilamente el rumoroso río.
Pregonan la llegada de la noche los grillos
en la selva. Dos potros pacen sobre la grama;
39
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Para un breviario
Mientras un soplo exista vital y triste
en mi ser, ese soplo será primero
para el arte sublime que me subyuga:
él derrama la lumbre de su consuelo;
él sostiene la rosa de mi esperanza;
él cuida de los lirios de mis ensueños…
La cita
Llevaba una caléndula en la mano, entreabierta.
Sus ojos parecían dos soles negros. Toda
ella temblaba muda de pasión y de miedo.
En su semblante pálido florecían dos rosas.
Un estremecimiento su ser ya casi exánime
40
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
Ofrenda muda
I
Maldije mi dolor, y ciegamente
apuré los placeres de la vida;
a la luz de la luna enternecida
o enroscado en la fúlgida serpiente.
II
Abril sus armonías y sus flores
iba esparciendo con albar dulzura;
la fuente deshacíase en rumores
y mil aves poblaban la espesura.
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
A unas manos
En vano es que mis ojos con ternura
persigan la mirada de otros ojos;
en vano que le tema a los abrojos;
en vano que me mueva un ansia pura.
ALOE
El parque iluminado por la luna.
Yo en él, y triste como siempre;
los mancebos del brazo de las mozas,
mil perfumes vagando por el éter;
los acordes perdidos de una música
terrenal o celeste;
un “te adoro” que llega a mis oídos
a la par que un “¿me quieres?”;
el dolor que me muerde las entrañas;
frío sudor que corre por mi frente;
¡y un surtidor, oculto de indiscreta malicia,
y una rosa de nácar caída sobre el césped!
1917.
42
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
De toda blanco
Cuando te pongan de toda blanco
acuérdate de mis largos besos tristes,
de mi pasión por las violetas,
de mi desinterés por el oro,
de mis quietas nostalgias infinitas,
de mi desenfrenado delirio de paz,
y de otras cosas que silencio por no verte morir!…
Y si esa noche
el mar divisas desde la niebla de tu ventana
lanza un gemido sobre la ruta de mis postreros adioses!…
Oración
Tras unos árboles diviso
vagos celajes rosa y oro.
La luna esplende de improviso
sobre el pinar mudo y sonoro.
43
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Metamorfosis
Por el postigo abierto de mi ventana fría
entró una bruja negra;
fue moviendo las alas con lentitud y pausa
hasta que sobre un mueble de laca quedó inmóvil.
44
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
Versos de plenitud
Rutas de estéticas
Aspiración
Quiero escribir un canto
sin rima ni metro;
sin harmonía, sin ilación, sin nada
de lo que pide a gritos la retórica.
Canto que tuviera,
sólo dos alas ágiles,
que me llevaran hasta donde quiere,
con su sed de infinito,
en las noches eternas volar el alma.
Canto que, como un río
sereno, fuera diáfano;
y en su fondo se vieran
como piedras cambiantes, mis ilusiones,
como conchas de nácar, mis pensamientos,
como musgos perpetuos, mis ironías
sobre los arenales de mi esperanza.
Y allí mostrarme todo
como soy en la vida
y seré tras la muerte
cuando la eternidad orle mi gloria
con sus palmas de luz!
1916.
Melancolía
Dejaré mis niños.
Partiré del pueblo.
Me roerá la angustia que a los peregrinos
acoge en silencio.
45
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Profesión de fe
Si supieran tus débiles manos,
hija,
tus débiles manos.
Dios
creó
al Hombre
para la gracia, el bien y la verdad.
Paisaje
Se ajan con el sol las rosas blancas;
el día parece de oro,
y el azul de los cielos se ha tornado cenizo.
46
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
Postumismo
La hermana mayor,
la hermana,
me ha dicho palabras que no se ha llevado el viento.
Palabras pétreas,
eternas
y claras.
Mi hermana mayor,
la que me dijo:
extasía montañas y desvela horizontes.
Lo que me mata:
mi piedad;
lo que me salva:
la inquietud.
Constatar que de mal,
de un poquito de mal,
dependen todos,
¡hasta yo mismo!
y desear
amar
a trueque de perder
la gloria y la vida!
47
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Y aquel anciano,
¿no sabéis que mi alma
cuando lo contemplaba quería romper a volar?
¡Esperaba de su silencio tantas cosas!
Su nombre se insinuó siempre bien,
y su voz
cavernosa y todo, me agradaba.
De susto no me cogerá jamás
saber
que él
vaticinó el triunfo de la aurora sobre las ríspidas breñas!
Desaparición
Alba: tráeme el canto,
la canción loca o la sinfonía mansa;
los turpiales entonan en los nidos himnos
y yo mismo he sido impelido por una voz alta…
Alba: seas purificación o armonía; ayúdame;
como quieras o como te sea posible;
con alas
o con el impulso ciego que es más que alas;
préstame alientos;
dame tu báculo formado con madera de rosas…
Alba: mi amada es vieja,
pero en rostro joven hasta la noche luce…
El té para mis decaimientos y mis achaques hierve
y la luz en mi alma es escasa,
¡por demás escasa!
Te veo en el hilo de agua,
en la roca,
en el pichón de loro,
en el alcatraz, en el cerdo,
en la paloma y en su detentador el milano,
en las innovaciones
y en las reacciones sordas de los sórdidos ídolos clásicos:
transfigurada en el loco perfume,
o en la gracia pertinaz o leve,
48
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
Macito de dalias
Aquella sombra de mujer
que saeteaba todos los días por mi vera.
La colina sacra
¡Ya es un pueblo!
En el alero donde revoloteaban las golondrinas,
ya hormiguean los hombres…
Ya el poeta puede en la calenturienta noche
ver la luz de la Religión Universal.
Ya el filósofo puede
sintetizarla y explicarla.
Zumbidos de nuevas conciencias andan por la tierra de América.
Reverberaciones de estelares soles se insinúan y conciertan por el mundo.
Ya mi casa no está en una calle ni en un barrio:
¡mi visión iluminó el promontorio entero!
1940.
49
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Amorosas
Mafalda
¿Habéis visto una rosa cuando comienza a abrirse,
feliz por el rocío, la paz y el tibio sol,
risueña sonreírse,
presa a la vez de anhelo, de júbilo y temor?
Desasimiento
Era blanca
y me perseguía;
era pálida
y me perseguía;
era casi diáfana
y me perseguía.
Mujer,
¿no sabes que ya yo he olvidado la vida?
Mujer,
¿no sabes que ya yo he trocado mi corazón por un cayado?
Mujer,
¿ignoras que hasta la lumbre de mi sentir se ha desvanecido?
1938.
50
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
Siesta
La negra de los dientes blancos
me ha prometido
darme una cita junto a los naranjos,
a la hora de la umbría,
en el momento que gorjean los pájaros.
La quietud y el bochorno
me van amodorrando,
y ya siento en mis brazos su cintura
y en mis labios sus labios;
tiemblan cual uvas sus morados senos;
y como un tronco al cual ya ha herido un rayo
cae su cuerpo por tierra, y en el bosque
los ruidos cesan por un rato.
Y ya desvanecido aquel mal sueño,
con los ojos fijos en el término vago
continúa mi impiedad, indiferente
como si nada hubiera pasado.
1919.
Madrigal
Quisiera ser ahora lo encantadoramente bueno.
Dejas correr tus trenzas con la placidez de una niña,
piensas en las acacias, en los lirios de nieve,
en las estefanotas de espuma ¡y sin embargo
yo deslizara en la selva de tus cabellos un clavel rojo!
Todos los días
cuando el alba desciende de las montañas
viene mi gato negro
con un festón de luna sobre el mostacho
a traerme la nueva
de que el sol en la noche clavó su garra.
(En este instante
debes bordar bajo el crepúsculo
o con la mano en la mejilla,
51
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
estática,
sonreír al amor venidero).
1921.
La niña Pola
¿Qué será de la niña Pola,
que estaba en el campo,
que su padre figuraba tonta
y echaba a rodar a los vientos de la alborada su risa loca?…
Crepúsculo y alma,
ingenuidad y gloria;
suspirillos de un pecho que no había tenido pesares nunca,
inquietud de unos ojos que habían rondado por la montaña,
tras el arco-iris que los corpúsculos tornasola…
Estéril
¡Oh tú, vagabunda con quien me di el abrazo en el río,
no te engañe el lucero del alba,
no te engañe la luna de julio,
no idolatres la gasa del monte
ni profieras: La Patria es mentira!
52
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
Briznas de la colonia
I
Quisqueyana, déjame besar los vellos de tus piernas;
déjame inundar la inédita vía de tu anhelo…
Mujer de los arqueados ojos
y las crispadas manos:
sostenme en el torbellino de mis aspiraciones y mis deseos;
¡cunde mi plectro con la suavidad de tus manos
y reverdece con tus palabras el apagado cenit de mi anhelo!
Mujer, mixtura de infinito
y de llanto:
comprende a tu hombre triste, salmodia tu muerto,
¡y coge al vuelo la paloma de los pies y de los ojos
alados!
…Calló la voz
y el crepúsculo se derramó en cadencias
sobre las puertas sin forma de lo desconocido.
II
Venía un vals lento.
Todo el mundo callaba en la aldea.
¿Si la música se parecerá a la muerte?
1933.
India
India, desde la cabeza hasta los pies,
in-dia;
debí decir mestiza,
pero ya ves, escribí india
y no me arrepiento:
¡a veces la salvación de un porvenir está en el pasado!
53
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
No sé si vienes de Boyá,
donde se consumió la indiada nuestra,
o de Enriquillo
¡dónde se sublevó el cacique que enarboló ese nombre!
Óleo
(A la manera antigua)
La niña de la pampa,
la flor del tabacuelo,
el bucle en onda corta,
el mirar, riachuelo.
54
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
La esperanza en el viento.
Polen de alba en el nido…
La inencontrada surge
I
Y seré, y vuelvo a ser…
Y seré, y vuelvo a ser.
¡Oh, amada: por ti mi rosal ha despabilado sus estrellas!
Sólo a tu conjuro la noche me ha soliviantado en su ancho Océano…
Me interné en la infancia;
entré y salí del alba de la muerte
por ti, y sólo por ti!
II
¡Oh, amada, el día que te desmayaste en mis brazos,
abril era, la felicidad había estremecido mis ámbitos,
y mi corazón no lo advertía!
(Todavía tengo el corazón inflamado
y un zahumerio de lilas que me cala el ser todo entero).
III
Parece que te he visto,
porque hoy al despertar
me ha sabido a azucena la brisa.
IV
Única, tenías que ser así, única;
misteriosa y altiva;
risueña y triste;
esclava de mis ansias;
reina de mi ser;
mía en el día que se agita;
mía en la noche que renace;
mía en el alba que despierta;
mía en el crepúsculo de la raza futura que aún no ha germinado.
¡Mía, mía, mía!
Mía hasta antes de nacer
¡y hasta más después de morir!
55
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
V
Cuando me ibas a mirar te sonreías
y cuando te besé por primera vez lloraste.
¡Oh, el dolor del beso primero!
¡Oh, el martirio del beso primero!
¡Oh, el infinito gozar y sufrir a un tiempo del beso primero!
VI
Ya en tu patio los rosales no dan rosas, sino estrellas
No lo dudes: “me amas”, “me amas”, “me amas”.
VII
Y si no me amaras, ¿qué sería del orbe,
y del pájaro solitario en la rama,
y de la pobre onda líquida cuyo equilibrio es su desequilibrio?
En ti laten causas de mundos;
pero te vistes de levedad
para que te ignore hasta el átomo.
VIII
¡Oh, amada, la que te me ocultabas
a cada paso del camino,
a cada sin razón de la jornada,
y que ahora,
inesperadamente,
me vuelves de niebla los pies y las manos!
Y junto a ti estoy siempre
a despecho de la vida,
del porvenir,
y del pasado.
1939.
56
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
Varias
Nuevos motivos
I
La flor de la maravilla
se ha abierto para mí en la tarde;
sus pétalos son afilados,
su perfume es tenue;
yo he comulgado con la melodía de su porvenir, ignotamente,
y he sentido gemido de astros
y levantarse un polvo de resplandor en mi camino.
II
Llegué hoy más tarde.
El sol presentaba una nube.
El jardín se contenía en su silencio.
El haitiano
Este haitiano que todos los días
hace lumbre en su cuarto
y me llena las fosas nasales de humo;
este haitiano
que no puede prescindir de la cuaba,
y prefiere tabaco del fuerte
y aguardiente del malo,
es bueno a su modo,
y a su modo rico
y a su modo pobre.
57
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Maestra
Maestra: recuerda el amanecer con su vaca lechera,
su humo de sol,
su organillo de pájaro…
Háblanos del plátano que rezaba a la sombra
y del guineo que amarillaba junto al oreganito;
del maizal que nos confirma que en América
no es exótico ni lo rubio ni lo negro.
Panacea
Partió por el horizonte de la dicha
y era una bandera santa de recuerdos.
Nuevo madrigal
El aguijón estaba perfumado.
La herida estaba perfumada.
58
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
Hija mía,
expía en tu vida la íntima fragancia!
1930.
Hora azul
Ondas.
Vuelos.
Romanzas lejanas.
Medialuz.
Bisbiseos de sombras en el puerto.
Gasas que cubren el horizonte reverberante.
Crujir de jarcias recias.
(Ay Dios! ¡Qué será de las lilas
con medio cuerpo bajo el cieno, y medio cuerpo sobre la vida!)
1930.
Hora gris
Atravesé el cementerio de la aldea:
no tenía dolientes:
se estremeció mi alma junto a un jazmín triste,
gimieron mis sentidos junto a una rosa cárdena.
Después,
lancé la rosa y los jazmines al viento,
y sólo quedó flotando en el instante esta sola palabra:
“Tierra”.
1930.
Campiña poblada
Vi el sol desparramándose por las puertas;
sentí la paz emergiendo dentro de las almas.
Vi a los niños reír
y sentí el amor que sonreía.
59
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Vislumbrar América
En todo viaje
hay una rosa náutica:
el punto de partida,
el lugar de llegada,
los objetivos presentidos
y las posibilidades exteriores.
Me ofreció los labios en un arranque
de entusiasmo,
de timidez,
de locura.
¡Adiós, me decía su mano tranquila!
¡Puede ser, me decían sus ojos turbados!
¡Será, no será, me osó decir a un mismo tiempo su seno oprimido!
60
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
¿Te convenciste?
Con la cal de mis huesos está hecho todo:
lo que palpas
y lo que ni siquiera presumes.
—Soy bella,
es verdad;
pero no puedo ser eterna.
—Sigue prolongándote,
hasta que te des de bruces con el silencio y con la muerte.
Franqueado el primer paso,
¿por qué vacilas en dar el último?
Lo último cuaja el hecho en bramido de acto…
Por eso los reciénllegados en la vida son hombres de coraje…
61
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Cantos de la tierra
El diario de la aldea
¡Ay Dios, que ves el viento y ves la nube,
compadécete de mi alma
que es una nube fría en un cielo claro!
62
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
Flores,
flores,
flores.
¡Oh Mayo!
¡oh dolor!
Islas mentales
Cuando le puso la moneda en la mano,
el esclavo se dijo: esta es mi libertad…
y le volvió la espalda para siempre.
Toda la tarde se desvanecía en un rosicler mustio,
y el espejear de todos los días venideros estaba como pendiente
de un arroyo de láudano,
y de tinta.
63
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Trozo de pueblo
Esas casas de cana
donde se respira felicidad.
Esos albergues tímidos
donde hasta la angustia es un silencio.
Esa jovialidad de pecho joven
que hace brava la gente.
Esas canas de anciano que al sol vigilan vírgenes.
Esa tranquilidad de perspectivas.
Ese canturrear de la madrugada;
ese respeto de la tarde;
esa serenidad de la noche…
Esos pasos ignorados de los héroes
por campos de ausencia y de muerte.
La tarde humeaba;
el horizonte echaba chispas;
al frente, unas luces,
un poco distante…
Impresiones de Sabaneta
I
Una mujer junto al río y una escuela junto a la montaña;
un dulce creer en Dios y un grato olvido de las cosas mundanas.
Todas las mañanas el humo,
todos los días el sol,
todas las tardes el alma;
y un día y una hora no esperada, la muerte,
64
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
II
Veía con el pensamiento mis burros lentos,
veía las grandes piedras que no los dejaban caminar,
veía el agua de los bidones que se derramaba por el camino,
y fui a una gramita pálida y medio mustia,
donde conversé mucho conmigo mismo
y puse en mi interior los puntales de estas palabras,
que hoy son emoción,
y entonces sólo eran reminiscencia de un recuerdo…
III
Pueblo: duerme tu sueño de catorce mil siglos,
que si una sola conciencia vela a tu lado
siempre estarás despierto, ¡aunque nunca llegues a despertar!
IV
Continúa abriéndome tu herida más honda,
hasta que ya no exista.
(O que yo y los hombres creamos que no exista!)
1930.
Voz interna
¡Oh, generosidad que por doquiera nos haces crear espectros!
¡Oh, lágrimas!
¡Oh, razón de ser de la vida inútil!
Aleluya de invierno
El rancho. La hembra. Salirse de la vida.
El cielo. El prado. El bosque.
Imágenes de sueños desvanecidos.
Recuerdos de existencias remotas.
La brisa. El humo. El túbano que comprime silencio.
65
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Dije al manglar:
—Tu sombra está más llena de perfumes que la noche.
Dije a la montaña:
—Verte es crecer,
recordarte es comenzar a desandar la vida.
1931.
Salutación
Vi el desfile de las muchachas para Gurabo,
el orto en siesta,
el nácar de la luna sobre el crepúsculo,
y he hundido mi planta en el río sin sentirlo y sin saberlo,
como si estuviera atacado de Sonambulismo.
66
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
Recojamos en este grito de salutación todas las almas dispersas del mundo.
y dejemos que la maravilla de tu palabra
incendie el presente de mitos.
1932.
Él había llegado a pensar que en la cúspide podían tornarse cuerdos sus sueños.
Él huía, huía de las praderas de sus éxitos
como si sonreír fuera crimen.
¡Silenciaré
para que me puedas interpretar mejor en esta soledad
de páramo fuerte que es mi vida! …
1932.
67
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Río pueblo
Alto.
¡Jocundo!
Pareces una bruma de noche…
El alba siempre te está aguardando porque presiente que te entregarás pleno!…
¡Mejor tálamo jamás pudo soñar la muerte!
¡Mejor florón de inquietud jamás pudo imaginar la vida!
Mejor espejo de horizontalidad jamás pudieron anhelar los vastos horizontes!
Pulmón de ensueño,
gasa de idealidad,
corazón de infinito…
Mis sienes esperan el descanso de tus márgenes,
y a mis manos sobre tus ondas no les duele estar prematuramente marchitas!
¡Río!… iba a decir puerto.
La lluvia cayó sobre la montaña.
Por el Este aparecieron tres astros de rostros minúsculos,
pero el devenir de la Humanidad estaba parado:
entre la cruz y un alfanje giraba su mente!
1934.
68
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
¡Oh pueblo,
grande en el gesto de morir y grande en el gesto de vivir:
permite que me quite las orquídeas de mis meditaciones pálidas
y sobre la frente de tu mujer de mirada más firme
deje una cruz resplandeciente!
16 años
Mujercita del Yaque de la arteria caliente
y la frente en luz baja:
¿Me palpaste la sangre en la noche del lunes?
¿Me rizaste el ojo en la tarde del sábado?
Mujercita sumisa,
dulce, altiva, serena!…
¿Será cierto que he sido un aliento en tus plantas?
¿Será cierto que he puesto un rumor en tu nido?
69
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
¡Oh, pueblo, que estando en laxitud estás vivito como el agua en la aurora,
que siendo joven y teniendo sangre
te aduermes como si nunca hubieras existido!
Oye el secreto de mi corazón esta tarde:
si algún día soy a ti deberé esta condescendencia con la cumbre.
Eres el impulso de mi ideal grande
y el mesurado fuego de mi sueño pequeño.
70
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
A ti llegué, mondo,
triste,
y hoy me devuelves con una fijeza de claridad
y una seguridad de visiones,
como si en la sustancia de mi ser se hubiera periclitado el tiempo.
1936.
Villorrito La Rosa
En cruz sobre la carretera de Gurabito,
vio al hombre con su palo, su bulto y su niña.
El sol respiraba a pulmón pleno;
el palo no tenía cabeza,
el bulto está deshilachado,
la niña, etcétera, etcétera, etcétera…
71
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
La ceiba de mi barrio
La ceiba centenaria que da sombra a las plantas,
que da rocío a los niños,
que pone su halo de espera sobre los caminantes,
es buena, fuerte, mansa.
Simbología
Se cruzó en el lindero de la Vida
con Bahoruco (la montaña) el devenir de sus distantes sueños
y la sombra del padre Enriquillo.
La tarde venía escasa,
y el tiempo que había bordado de aldeas los montes
quería y no quería tener el seño adusto.
De repente, dominando la extensión, sonó una voz
a manera del movimiento de un astro:
72
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
Palabras en el agua
I
He despertado enhiesto.
La montaña pulimentó mis sueños.
Por ella nació y creció en mi pecho el silencio.
De su corazón salí virgen como el agua de manantial.
Sensible al más ligero soplo sensible.
Descorazonado de todo ideal grande.
¡Crucificado de mí mismo!
Con las alas abiertas a un imborrable empeño.
La gracia era flor en mi mente.
Ahora la gracia me guarda como cendal en el mundo pequeño.
¡Bendito silencio!
Sacrosanta verdad que me amparas: electriza mis ecos!
Dios volvió al mundo cuando el mundo se anegaba en luchas,
y Dios tiene que aparecer ahora en la planicie de la vida,
sobre una cresta de silencio!
Por ti salí, mundo;
y por ti volví, montaña, a la vida de nuevo!
Hazme suspender de cimas no exhaustas;
y si renuevo mi pensamiento,
que nunca me abandone la armonía del pensamiento.
Que quede como partícula sola,
73
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Armonía cósmica
I
¡Oh mar de Monte Cristy!
El viandante siente que la sangre se le va adormeciendo;
que las colinas, los hombres y los árboles
se le han de los ojos perdido
y sólo un vaho de sol y de sueño
le transforma en sopor los sentidos…
El viandante siente músicas interiores arpegiarle las brisas,
el descanso de los bueyes le llena el alma de silencio
y la paz del recinto le puebla el recuerdo de pubertades tímidas.
El viandante ha erguido la cabeza,
y sobre los hombros, sus hombros,
¡ha amanecido el mundo!
El cerdo roncó a su lado
y la mariposa se alejó, volandera…
El viandante ha hecho un alto
en su camino de tempestades
y no es seguro que vuelva a inclinar la cabeza.
La aldea le pinta a su vera mirajes de calma y de sueño,
y un gallo que arquea la figura le trata, parece, de alentar, sonriendo.
1932.
74
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
Versos de madurez
Íntimas
No ansiaré,
no anhelaré,
no me desorbitaré.
Acuérdate:
toda acción que desvía tu camino perjudica tu prójimo.
75
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
El Universo,
¡qué más bello prójimo del hombre!
Lirios tumbados
I
Exánime.
¿Muerta? No puede ser. ¿Viva? Parece mentira.
De ella no queda más que el pensamiento que va a todas partes.
Su alma es lúcida pero sus ojos son profundos.
IV
Me empolvaré con esa almohadilla para hacerme
de cuenta que me besas todas las noches.
Me embriagaré con ese bordado para figurarme que me contemplas y sonríes.
¡Oh, mis amores antes de conocerte! ¡Oh realidad del retorno cumplido!
76
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
Canto grito
Mi vida tosca
y triste;
mi vida llena de miserias y de lampos de infortunio, infinitos;
mi vida ahuecada por el presente
y paralizada por el futuro;
mi vida poblada de infantes que piden pan y de mujeres que esquivan caricias;
mi vida torpe y desgarrada como una pitahaya;
mi vida, sin razón de ser y sin sentido, como la misma muerte que circunda la Vida.
Mi vida, —¡oh, sopor de abismo; oh faro apagado por el
pensamiento; oh destino que devuelve el destino!
1931.
Palabras sueltas
No mascullo caldeo
ni ninguna palabra antigua;
pero no importa
si la actitud de hablar me parece fosca
77
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Éxodos
I
Disfracé mi dolor con crueles frases:
El campo…
la hija de la lavandera de mi familia…
¡Ay, yo mismo, que soy un dolorido corazón,
ignoraba que en el fondo de toda gran desdicha existe un gran consuelo!
II
Al subir el barranco, la luna
me advirtió que no era de tarde.
Luna:
¿qué te pasa?
¿por qué en el oro de tu disco
ofreces tonos encarnados?
¿Mi vieja prosigue aún enferma
o, sencillamente,
tú le has susurrado levemente
pláticas que son alboradas?
1924.
La vida
Tu palabra en la soledad de mi vida,
tu palabra en la seguridad de mi muerte,
78
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
Ecuanimidad
No me des la fortuna,
Dios,
no me des la fortuna.
Inquietud
¡Pasé como un soplo!
Estremecido, delirante, triste;
apresado en un zócalo, bajo los barrotes de la lluvia.
79
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Confidencia
Desde que naciste
ya nos había separado el Destino.
Hijo, resígnate
a tener un padre extranjero en el mundo.
Su mirada se vuelca,
no para “el dos y dos son cuatro”
sino para la estratosfera que existe en la raíz de todo hombre.
Su pupila tiene un radio espiritual superior a su rostro,
y es justo que sufras,
hambre, tortura y desnudez aún después de la muerte.
¡Qué sería de ti y de los demás hombres,
si así no fuera!
1937.
80
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
II
¿Se creerá que duermo?
¿o que estoy loco?
¿o que me pasa algo anormal o absurdo?
¿pensarán muchos que no puedo dialogar ni conmigo mismo?
¿Tengo el mirar triste,
manso,
leve,
ardiente,
plácido? (Ignoro si cabría aquí el dicterio de plácido!)
Sea como se desee, espero más que pienso…
Se fue la noche sin rastro ni asomo de lumbre…
La mañana en que he caído me hace soñar demasiado despacio…
III
Cuando veía a los niños ante el pizarrón
sudar,
trazar embelecos más o menos amables,
callar o hacer preguntas,
importunar o continuar toda la clase quietos,
me dije por más de diez veces: “esto vale de veras
toda su alba, todo su anhelo y toda su sonrisa”.
IV
Y el sábado tardaba…
Apenas la víspera
con su preludio de ilusiones
y el caos, ¡oh el hosco caos del tedio!
V
¿Ha anochecido?
¿O amanecido?
81
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
VI
Hice a pie un trayecto muy largo,
vadeé un río,
me flageló el sol,
columbré una montaña…
¡Si para algo sirvieran estas escaramuzas y estas treguas!..
Amar
o no haber amado nunca, ¿no es lo mismo?
Sí, o tal vez;
pero yo querría decir, “me demudé,
pero al fin pude realizar todos mis sueños…”
La inacción de los ideales, ¿no es una muerte?
VII
En fin: oí sus risas
y la tuve en mis manos,
soporté las interminables esperas,
fingí;
pero como las olas del mar, volví a quedar por breves horas quieto.
VIII
El baño en el arroyo perfumado por su cuerpo joven y tibio
y los sordos clamores de la noticia cruel y horrible,
¡Oh dolor, que me obligas a buscar el amor como punto de apoyo
en el dédalo de mis dóciles dudas humanas!
IX
Las monjitas de la Caridad;
su cama blanca, o mejor, su cuna.
Que ensordezca;
¡que no me lo digan!
XI
¡Ay! su apostolado.
¡Oh! su sacrificio.
¡Oh, su abnegación!
¡Oh, su necia ternura de querer ser mi madre!
82
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
XII
Llegar,
aunque me extravíe,
aunque pierda los frenos,
aunque sobrenade en el vacío de la espantosa noche, ¡habré de llegar!
1923.
La intocada
I
Ella es sol en mi vida,
yo no sé,
ella es la perla blanca dentro de mi sentir turbio.
Ella es un ramo de miosotis en el torrente de mis días alocados.
Ella es una bocanada de éter en la caverna de mis introspecciones.
Ella es una luz radiosa, tenue,
en mis caídas y mis alzadas en el mundo.
Ella es anterior a mí,
y posterior a todo lo que llegue en espíritu o en substancia.
Es verdad que ha muerto;
pero en mis actos está intacta,
pero en mis sueños está intacta,
pero en todas mis emociones está intacta.
II
Hija: tú no conociste a mi madre;
y yo temo a tus días venideros, ¡sólo por eso!
III
¿Acaso no me dijo ella una vez
que amara a quien me odiara
y huyera de las acciones interesadas, siempre…?
IV
¿Acaso, cuando el astro del amor se alzó en mi vida,
no fue por el riego de sus palabras,
la inclinación de sus ojos,
y el contacto tenuísimo de sus manos?
V
¿Acaso este yo mío que esplende no es su obra,
o el más burdo modelo de sus más pobres obras?
VI
Martirio del amor fue ayer su vida…
¿Martirio del amor no es hoy su vida?…
83
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
VII
¡Madre: deja que me siembre en la tierra para adorarte como debo!
¡Madre: no impidas que cuando sea albor de polvo, no te adore menos de como debo!
1932.
Agonía
I
Hija, yo no sé decirte si la muerte es buena
o si la vida es amarga;
sólo te aconsejo que despiertes, adulta de comprensión más que tu Padre!
II
Hija, ya no habrá oriente ni poniente para tu porvenir:
una sábana blanca serán tus días,
una sábana blanca será tu pasado
y tu recuerdo una estrella que frente a frente me iluminará el porvenir!
III
No sé por qué tu agotamiento
me trae una recóndita dicha anegada en lágrimas,
que me hace amainar la pulsación de la tarde.
IV
Tu infancia y tu silencio me parecen hermanos.
V
Hija, hazme tomar la resolución de los otros:
vuelve mi proa añicos
y mi voluntad una piragua;
que nada sea mío desde hoy, que no quiera poseer nada mañana;
desnudo de bienes y desnudo de virtudes hazme;
sin egoísmo de lealtades y sin egoísmo de pureza;
¡hazme entero el milagro de darme todo a los elementos,
como si fuera en sustanciación un ser increado!…
VI
Tu vida fue microscópica, pero grande;
el segundo de tu inexistir, eterno!
VII
Hija, ¡cuántas nubes,
cuántos pájaros,
cuántos horizontes insospechados me abre en el amanecer tu ruta!
84
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
VIII
Hija mía, para ti la mañana no será clara ni fresca;
verás envuelta el alba en la noche,
y las cosas de mayor transparencia
tomarán ante tus ojos la actitud de un largo crepúsculo.
IX
En este mundo donde sólo se premia la capacidad de fingir mejor
era justo que llegaras, y después de breves instantes,
ya estuvieras confundida con la cal y con la mariposa, con el carbón y con la piedra.
X
¡Cómo me alivianas la sombra, al advertir desde que te dormiste
que en mi derredor todo es sombra!
XI
¡Oh tú, que me enseñaste desde que naciste
a ver la vida con ojo más sabio
y a la humanidad con ojo más triste!
Triste, triste; ¿y no es acaso la suprema alegría de los seres mudables el ser tristes?
Triste fue la faz de la tierra cuando se desperezó el primer hombre.
¡Triste tiene que quedar la tierra cuando se desentuma en su regazo el último hombre!
XII
¡Oh, tú, que desde que naciste pude decir: boleta de la tumba!
Oh tú, que ya crecida pude decir, por tu desvalidez, la preferida mía!
XIII
Por ti quise cambiar y que la fortuna me sonriera;
y por ti no cambié
y la fortuna no me sonreirá nunca!
XIV
Hija, cada vez que examino tu vida
me doy cuenta que tú eres como mi vida:
¡una sombra entre dos crepúsculos!
XV
Iba a decir entre dos agotadoras auroras
y ya vez, reincidí, sin querer, ¡entre dos crepúsculos!
XVI
¿Por qué tan pura, tan casta y tan leve, te debas parecer al crepúsculo?
XVII
Olvidaba que toda adjetivación es cruel y ruda:
Dios dio desnudo a los hombres el verbo,
¡y del lenguaje sólo debe quedar desnudo el verbo!
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
XVIII
Toda filigrana de síntesis es una profanación, ¿verdad, hija mía?
Ya te puedo buscar sin parcializaciones, sin atributo contingente:
¡serás en mi incompleto nombrar, sencillamente, el vaho de las cosas!
XIX
No te puedo asir con una palabra,
y no debe extrañarte, recónditamente,
¡porque tú estás para mí más alta que la región de las palabras!
XX
Y vuelvo a caer en las comparaciones.
¡Oh, hija, cuán subordinado estoy a la vida!
XXI
Miserable del hombre que osa creer que después de la sombra la vida es vida!
XXII
De imperfecciones se forman nuestras excelencias
y es toda la existencia del hombre un brazo tendido
hacia el turbio por qué de los enigmas.
XXIII
—Tiene el pulso demasiado débil,
pero este letargo no es la muerte—
Su médico era mi propia almohada de cabecera
¡y yo quedé perplejo ante su callado sufrimiento y la miseria de la vida!
XXIV
Si fuera bizco de pensamiento
y tuviera la boca siempre llena de mentidas palabras;
¡hija, iba a blasfemar por tu dolor… pero, ¡perdona!
XXV
¡Compran caro el suelo donde colocan a los muertos
y ellos son más dueños de la tierra que los hombres que comercian con ellos!
XXVI
Al través de los milenios, los hombres son puñados de tierra
que se deforman a su antojo!
XXVII
Hija, han venido a avisarme que tus pies están fríos.
Hija, resígnate a que lo blanco no sea blanco y a que lo negro no sea negro.
XXVIII
Hija, ¡cuánto crece el sol sobre la sombra de los tilos,
cómo se agiganta la nada sobre la soledad de tu aposento,
cómo nace y renace la esperanza por entre los ámbitos de la vida!
86
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
XXIX
—Tibien la leche terciada con agua
para si mi chiquitina despierta.
Cuídenmela, hasta que se vuelva esperma como capullo inmortal el cuidado.
Ella es carne de mi vida, flor de mi pensamiento, cemento de mi alma.
XXX
(¡Eres, amada mía,
como la flor del higüero joven,
como el azogue del crepúsculo,
como la diafanidad de la Naturaleza toda!)
XXXI
—No seas padre, sé hombre,
sencillamente.
Gira tu vista a tu derredor
y que tu amor a una abstracta “Humanidad”,
no te haga olvidar jamás de que eres hombre!
¿La muerte?
1
Como quiera que las velas del ataúd estaban menguadas,
cogí un tercer cirio
e hice trizas la niebla que levantaba una penumbra gris sobre su rostro.
Oprimí en mi interior “una muñeca”
y quedé por largos instantes, perplejo, con el cirio pegado de la mano.
2
El tercer día de su nacimiento
tuve como una clara preconciencia de su cercano fin;
ardía el ascua del aceite en la pieza contigua;
las hojas de un libro abierto se abanicaban leves,
y un rumor de canto desvalido daba a la soledad trasunto de incienso.
3
La chiquillería se agita en la acera,
las máscaras pasan;
tal o cual voz lanza viandas o chistes
y el día está igual, como el día de su nacimiento,
como el día de su muerte,
como antes de que presintiera que naciera…
4
(Para cambiar, Naturaleza, ¡para cambiar! ¿Si habrás de ser hasta tu postrera extinción
madrastra del hombre?
87
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
5
La risa se me congela en los labios
y quedo, por parco tiempo, con la vista perdida en las inmensidades presentes.
6
Un trazo de montaña al final de la calle,
un framboyán en su inmediación,
y el hospital a donde iba todas las mañanas a pedir una
limosnita de salud para mi hija…
7
El sol caldea las tablas de mi vecindario modesto;
la brisa fragua un nidal sobre la testa de los rapaces;
¡estamos a 23 de Julio!
8
La hora parpadea en el péndulo de un anochecer polvoriento;
se inicia una noche invertida en el horizonte de la tarde,
concluye un amanecer preestablecido en la clarividencia de la noche.
9
Los trasnochadores apuran, a sorbos, el café medio amoscado;
sobre el torrente de la sangre han caído algunas mostazas ariscas.
¿Ha llorado alguien?
Se ha sentido un vagido circundar los ámbitos del cuarto.
El paisaje está inmóvil: todo está adherido con agua y harina como para un retrato!
10
Llévenla a la falda de aquella colina,
el enterrador no es estéril y señalará el sitio donde es más necesario regar la simiente.
11
¡Qué bella nube!
¡Qué empinada montaña!
¡Qué inimaginado marco de horizonte!
12
En este sitio hubiera querido haber morado tu padre;
reposa en él,
y que las cuentas de tu destino no lo culpen de haberte amado mucho!
13
Queda ahí;
tu madrina te arreglará las flores,
y tu madre sigue en la casa, deshecha en lágrimas…
14
Déjame volver,
para ver si descubro en mi peregrinación la huella de tu existencia en alguna parte!
88
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
Epílogo
1
Rasgué un pan y lo puse sobre la mesa sin probar ni bocado,
eran las diez de la mañana,
mis hijos no habían comido
y por el postigo de mi puerta runruneaba un viento.
Sentí un temblor cuando ya repartido en pedazos
hice la llamada acostumbrada a los que me circundan.
“Ella está ahí”, dije a mis aspiraciones de verla viva y grande,
“en el sitio en que no puede hacer que los suyos se inquieten o delincan”.
2
Intacta, inmóvil, sin que un átomo intente envanecerla.
ni un segundo pueda cambiarla!
3
La pradera ha comenzado a reverdecer con la reciente lluvia,
el “pío” de la tarde empieza a ponerse triste con la noche que llega,
una piedra de niño rompe el cristal del charco próximo,
una consumación de hombre deslíe su negror en el silencio.
4
Ya estoy en la aldea de Sabaneta,
en la aldea donde moró mi madre eterna dos años;
he dejado hacer a los otros, algo que concierne a mi vida, a mi obra y a todos los míos;
no puedo avanzar que medito, pero tampoco puedo
confirmar que he dejado las horas en suspenso.
Tengo como Oriental, un párpado medio cerrado,
y como Occidental, el pensamiento, en la matriz, abierto!
5
Por el cielo veo asomarse, una, dos, tres estrellas tétricas,
las cabañas tienen luz de gas humilde;
la sombra ha restañado la sangre del crepúsculo
y en mi pecho, la paz se ha agitado en la hora hasta zozobrar en el segundo!
6
En Monte Cristy, cerca a los arrecifes,
y junto a la imponente montaña vecina:
AMÉRICA, ESTA ANGUSTIA ME HA APARTADO DEL MUNDO
Y YA PUEDO DARME A TU RELIGIÓN TODO ENTERO.
En el mar, la sombra de las nubes
proyectaba una interrogación, a bruscos intervalos.
7
(Habla el Morro, montaña de forma singular que se halla al frente de Monte Cristy)
¡Presencié la desaparición de la Atlántida
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Extraño saludo
A la hermana de la Hija Reintegrada
I
Llegas,
¡y en qué tiempo!
Todavía tengo dolores de la otra
y tú asomas en el dintel de mi existencia,
como bañada de tenue resplandor.
¿Buscas asiento para palpar el mundo?
¿Reclamas esencias de infinito?
¿Serás no-ser en la ilusoria realidad de mis nublados días?
Hija,
te esperaba,
y hoy ante tus ojos me turbo,
y tiemblo, por el ser que te di, aun a mi pesar.
¿Ayer? ¿Mañana? ¿Hoy?
(¡En un instante!)
II
Llevarás su mismo nombre!
Tú que naciste del embate entre mi pesar y el destino.
En ti aprendí a querer mis otras obras póstumas.
No lo necesitaba.
Persistía en mí un vago paroxismo,
unido a una realidad grave.
90
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
El día
I.
Nos tienes por delante junto a una tumba compañera. El sol que abate tus flores orea
nuestras frentes. Un niño, tal como vino al mundo, te guarda de los hombres y nosotros
nos guardamos del mundo junto a tu dintel adorable. La tarde nos amortaja junto a tu
pendiente y el silencio nos envuelve a todos como un himno presente y ausente.
II.
¿A qué prolongar la eternidad en el tiempo, cuando la eternidad no tiene tiempo?
III.
El cielo se ha rejuvenecido; la tierra se ha rejuvenecido; ella también se ha rejuvene-
cido, contemplándonos. Dejémosla por unos instantes en su soledad de eternidad
anterior a la vida…
IV.
Para el poeta es amable el dolor y para el sacerdote adorable la vida.
V.
La vida es fea cuando el hombre quiere que lo sea. No hay vidas opacas posibles
sin la voluntad del hombre.
VI.
Estamos regresando de la soledad para confundirnos con ella. Y nos entramos al
camino que nos desenvuelve el angelito que fue nuestro acompañante en la hora
solemne. La brisa se ha puesto eléctrica de dulzura, tierna como piel de reciénna-
cido, jovial como pascua de mañana. El sol con sus rayos de pelo lacio sólo nos
besa la piel, como nos besan entre sueños.
VII.
¡Qué pobres somos y qué ricos nos has vuelto! Parece que todos los dones de Dios
y de los hombres nos sembraste en el camino, como árboles fecundos, para que nos
saciáramos de eternidad aun en el dintel de la eternidad misma.
VIII.
La yerba se esmalta de amatistas, de rubíes y de ópalos. El niño canta al correr como
si reciennaciera. El río torna de leche de cabra sus esmeraldas y sus jacintos. Queda
trunca la verdad y turbado el silencio.
91
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
IX.
Portal de almendro: regocíjate con la llegada de estos caminantes que portan unas
andas invisibles que los humanos no presienten. Hablé del silencio y caí en el si-
lencio, sin advertir que era de silencio hasta la palabra con que me valía muchas
veces para sacarla del silencio.
X.
Silencio, silencio y silencio, para que nadie ose cultivar otra rosa más pura que la
soledad de tu ejemplo, que pone a las palabras proyecciones de astros y al silencio
hace inútil ante cada uno de sus astros solos!
XI.
A tus odres no los podrá maltratar la vulgaridad. Dios te puso en la mano una an-
torcha para que nos ilumines en el infinito de la muerte.
XII.
Y en paz quedas tú con nosotros, que nos volvimos polvo esta tarde para confun-
dirnos con tu polvo y resucitar en la eternidad unidos.
XIII.
(Por aquí no salen los vivos sino los muertos: los que se abrieron ellos mismos la
puerta de todos los caminos; los que no tienen oriente ni poniente; norte ni sur;
tiempo ni tierra; nadir ni cenit; los que quedaron en diálogo perenne con la inexis-
tencia de la existencia…)
XIV.
Su vida fue excelsa y su muerte es excelsa también. Viva la vi como una madre tierna, y
viva la presiento tal vez como una novia del mundo. Su severidad era alegre y su alegría
muy triste. Andaba entre zarzas y parecía estar rodeada de estrellas y de ángeles!
XV.
Su sangre no le dolía a ella: su sangre para ella no era sangre sino ofrenda de regocijo…
Hoy todas sus heridas se han petrificado y es una estatua de dignidad dominando
el silencio del silencio.
XVI.
Quedemos, en este valladar, hundidos; ante ella que nunca tuvo valladar para su
esfuerzo! Salvemos el río con los dientes y hagamos trizas la sábana de las nubes
con las uñas; pisoteemos las flores ojerosas y magullemos con nuestro aliento las
palabras de la realidad que acabamos de sepultar ahora.
XVII.
Ahí está ella para enseñarnos que sólo tendrá vigencia el latido; la tempestad de las
emociones; en fin, el mar del alma que ciega e ilumina a los hombres!
XVIII.
Nominé los hombres y me cubro de rubor los ojos; ¡porque jamás los hombres la al-
canzaron en soledad, en martirio y en muerte! Pero blasfemo ahora que oso nombrar
la muerte: sólo los fríos de corazón que no la comprendieron, quedan desde ahora
muertos!
92
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
XIX.
Y que la música de las incoherencias rasgue la estulticia de la música infame, cruel,
de los que están de espaldas, ignorando que sólo su espalda tiene por frente.
XX.
Esta carne que me tienta y que no me deja estar con la eternidad a solas… Pero estaba
su hijo presente, para que se me volviera hasta eternidad la vida.
El crepúsculo
I.
Desde hoy no sabemos si el 6 es el 5 o si el 5 es el 8; sólo sabemos que Dios parió a
la tierra y la eternidad parió a la vida. Sus ojos desdeñosos miran la eternidad y le
dicen a los hombres: “¿me comprendes? ¡Ah, me comprendes! ¡te tardaste un poco,
pero me comprendiste al fin, cuando el abismo de mi muerte se te abrió a los pies
como una herida; el cielo de mi muerte; la dicha de mi muerte; morir para que todos
resuciten; y vivir muriendo para que todos ignoren que la muerte es la vida!” ¡Ah,
siempre el juego de las palabras, hasta cuando se agote la garganta del infinito en
la mente de Dios!… ¿Dios? El hombre no ha comenzado a amarse. Dios nacerá en
verdad cuando los hombres se comprendan!
La noche
1.
Su imperceptible palabra suena, y parece que está lejana. Pero su lejanía es de las leja-
nías que confunden y aturden… Lejana como parece estar, está tan cerca de nosotros
como esta tarde o más aún. Su lejanía, hecha de recuerdos y de miradas furtivas, nos
mantiene suspensos y apegados a todo lo existente. Su lejanía, hecha de montaña y
de sopor de sima; compendio de barro y de nube; de azul y de noche; de aurora y de
crepúsculo; de luz y de tinieblas. Su lejanía aparente y sutil, que vuelca el espacio y
anonada el tiempo.
2.
¿No habéis oído hablar de astros en la tierra? Los astros de tempestades y de clarivi-
dencias existen porque ella los promueve… Ella, la inconmovible; la desolada; que
desvaneció en sí la nube de la desolación; por qué y conjuro del resplandor de lo ab-
soluto; definición que apagó el abismo de la definición. Hoy nos atrae con mirada
suspensa y palabra muda; con grito innominado, y sordo silencio. Penetración de
Dios sobre el filo cortante de las posibilidades humanas. Con los ojos nublados por
una lágrima que no estalla; pero que borra la alegría de los ojos; fijo el pensamiento
que no es del infierno ni del paraíso, sino que abre longitudinalmente en tres partes
la raíz del hombre.
3.
Pareció morir la evolución ante su poder de mantener el segundo paralizado. La evo-
lución que siempre fue aparente, porque no involucró el espíritu en la retorta de las
arterias y los nervios. Nosotros te clamamos como a madre buena, y te imploramos
que nos libres de la impureza del perdón, y nos permitas proyectar tu ejemplo sobre
la eternidad que no tiene principio y tu heroísmo que nunca tendrá fin!
93
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
4.
A estas raíces verdes les nacen unas flores escarlatas para imponernos sus gritos de-
solados en el tiempo. Ella fue naturaleza como este aire, como este aliento letal, como
esta luz apagada de los focos, como este resplandor vanidoso de las luces; como esta
sombra si es sombra o no es sombra de la puerta; como este paso si es paso o no es
paso del transeúnte; como esta vida si es vida o no es vida de la colectividad humana.
Ahora su inanición, su inmovilidad, su silencio; su soledad, bordada de palabras; sus
palabras, bordadas de silencio: partieron en dos la rutina de la razón cosmopolita e
hicieron el universo múltiple y la realidad de sustancia de nada.
5.
Conmovida sin una posible conmoción que para todos no conmueve, nos ha amarra-
do por los pies a todos sus hijos, para dejarnos las luces de las frentes vagando por
los espacios, como cocuyos carmesíes, o como mástiles errantes. Ella, ¡tan grande y
tan igual a ella! Siempre toda para sí, que era una forma de darse en silencio para
todos. Retorcida en servicios interiores para los suyos; en menesteres pequeños
que anulaban su culminación haciéndola más grande. Tú ordenas desordenando
la perfección, y haces imperfecto lo perfecto, para comunicarle una perfección que
la razón apenas vislumbra. Llama carcomida que chamuscó la llama; barreno de
corazón que en un gesto de inmortalidad paralizó su vida. Ahora quédate en paz
algunas breves tardes, mientras el coloquio de los astros y los insectos detiene la
ilusión de los vivos.
6.
(Ella muere; pero nace su poema para lavarla de la afrenta de no comprenderla el
mundo. Este poema dice por qué se fue ahora, por qué vino a la tierra).
7.
¿Habrá que definirla cuando ya no tiene definición: cuando parece haberse escapado
de los ámbitos de la definición misma?…
8.
Se divinizó de tan humana que era. Su amor casi hace trizas la palabra amor. Serías
abatido por su realidad tan magnífica. Su silencio fue tan grande, que ahogó la pa-
labra infinita. Se sintieron alas volar y de un solo hachazo caer un árbol.
9.
Yo soy un loco en la tierra, porque reiné allá, en el mundo de los espíritus. Ella, que
no pudo reinar en el mundo de los espíritus, fue una majestad en la tierra, incom-
prendida del hombre.
10.
A mí no me importa que me comprendan, porque ya yo fui comprendido; ella murió
con el pesar de la incomprensión a cuestas; pero esta incomprensión es su gloria y
su honra, pues la torna rarísima y cara ¡hasta para ella misma!
11.
La ves a ella hasta en la majestad de ese árbol enano que desenvuelve sus grandes
penachos a tu vista; ¡y habrá quien se atreva a creerla muerta ya! Muertos son
94
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
los que no la ven ni la oyen, y sin embargo respiran con muelles de pulmones
de mimbre; a los que por ignorarla, redujo a sombra y frío la muerte antes de que
llegara la muerte.
12.
Sonrisa que comunica vitalidad hasta a la misma lividez de la angustia y a la soledad
de la espalda indolente. Sonrisa que nos dejas inmóviles, como si el movimiento
fuera un crimen y el cambio un anatema. Sonrisa que sacas a la magnolia del barro
y al rubí de la estafanota de la desposada. Sonrisa que tienes la virtud de petrificar
el gesto vasto y la soledad microscópica del hombre hormiga. Sonrisa que nos sir-
ves en partes iguales la dicha y el mal, la desdicha y el bien. ¡Moral que integras y
descompletas a la moral misma!
13.
El color amarillo ahora sonríe y ora; al azul, antes tan taciturno, tus manos le dieron
limpidez de espejo claro. Hablaste para que el verde no importunara a la adoles-
cencia ni ruborizara a la vida. El gris junto a tu frente quedó inmóvil en la siega de
las primeras luces. Rojo insospechado que hace rosado pálido lo rojo, y lo blanco
transparente, y lo negro lúcido. ¡Oh gama tropical que anulas el trópico y haces nacer
la flora invisible del perfume de la flora visible! ¡Meta que dejas en soledad la meta, e
himno que modelaste en el silencio un himno!
14 .
Me duele que le den méritos, a lo que ella me tiene obligado sin un ligero olvido.
Realidad que nace en mí inconsciente, y el mundo da conciencia cuando la ve nacida.
Realidad de realidad que el mundo tiene tuerta y yo acuno en mis brazos como a
un recién nacido.
15.
El que se asfixia en el ambiente de lo extraordinario, ése no puede ser elegido por ella.
Ella es la extraordinaria parte del extraordinario todo de lo incompleto extraordinario.
Ala que abatió todas las alas de las excelsitudes aladas. Hito que constituyó el hito
largo e incongruente donde tendría que venir a perecer el hito. Definición informu-
lable del cuadrante de las absolutas definiciones. Letra inicial del nuevo alfabeto del
silencio. Signo que borra el signo. Punto que detiene a Dios y le pone dos comillas
en las manos para que el hombre se le entregue. Entrega que es trasiego del más allá
al más acá del Todo. Rumor que al rumor suspendió en acto no cumplido. Nota que
mantendrá por todos los siglos, paralizada y suspendida, la nota.
El alba
I.
El sol sonríe ahora y se torna nodriza de la tierra. El sol puso gasas tibias sobre el
asfalto de las calles. Ya no es un truhán rubio sino un hombre sereno. Él más que
nadie la ha sentido en lo íntimo a ella, y se ofrece a Dios sin una rista, de espaldas
a la Física y a la Química, que desintegran el alma de su obra.
1946.
95
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Su majestad la muerte
Hendido así,
de cara al Cosmos,
lo vemos más cuando se rinde en lo incomprensible;
cuando es halo y no cuerpo,
cuando es luz y no vida.
96
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
...........................................................................................
El cadáver estaba caliente hace pocos ratos,
pero yo ignoro el tiempo y hasta desconozco el astro porque he sido influido!
1944.
Sinfonía
¿Suenan las esquilas?
Una muerte.
97
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
América
Cantos de fe, de esperanza y de amor
La encrucijada
¡Oh pueblo futuro de América,
que estás hecho con la amasija de todos los hombres perseguidos del mundo!
Entre la montaña y tú,
ya se inició el diálogo de los ponientes largos;
entre el océano y tú,
ya se iniciaron los silencios inaugurales.
.............................................................................................
Mi boca se cuarteó
en el momento de irrumpir en la mueca de la palabra,
y vi una cruz de ceniza a mis pies,
y un sol resplandeciente en mi horizonte.
A lo lejos, un cuerpo se estiró en arco
y lanzó la flecha-grito
contra la Nada que disuelve el Todo
y que sin embargo, ¡es la Nada!…
.............................................................................................
Dios estiraba su cuerda
y la amiba su vientre
en la circunvolución de las conciencias milenarias.
1936.
Moderno apocalipsis
Este olor penetrante de la noche.
¿Por qué me hablará del más allá,
de la muerte y de la duda?
Este olor penetrante de la noche.
¿Por qué dejará mis miembros fríos?
¿No es mi alma un aspecto de la noche?
¿No es mi ser un destello de la nada?
Entonces, ¿por qué no me aquieto más y más
ante el inevitable seguro de todas las cosas?
¿No será la Creación realidad mía?
¿Me inhibiré de ser actor del Cosmos?
98
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
Tu Ciencia es tuerta
Y tu Arte es, ya lo ves, ¡terriblemente limitado!
América, ¿qué vas a ser con el olor a cedro que despiden tus campos?
¿Con el insospechado azul que distienden tus lomas?
¿Con el no hollado oro de tu sol que nos tatúa la frente?
Desenvolver las más radiantes realidades en una baja atmósfera,
ese parece ser tu sino!
99
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Este era el continente del primer hombre que en América pudo releer la Inmensidad.
Desinterés de todos los hartazgos de la razón.
¡Ovulo en el útero de una extraña Mujer!
No tengo nombre…
Soy el Caos del principio del mundo.
100
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
América nace
I
Te quiero por última;
te amo por irrealizada;
te presiento así, incidiendo el mundo.
“Una maravilla”, dijo la vida.
“Una maravilla”, forjó la inmensidad.
“Un nuevo astro”, insufló el viento.
Miríadas de soles y de caminos.
Se te vislumbra hasta en las vértebras.
Miríadas de milagros opresos
se bosquejan en tus cuadrantes.
Miríadas de flujos y reflujos,
que exaltan y anonadan a la nada y al hecho.
Cima del cálculo y final de la cifra.
¡Oh, virgen vendada con una cruz de ideal blanco!…
Los caracoles suenan en las playas
como un conjuro de nuevos sucesos.
América, ¿estás abriendo el sésamo de la Tierra
que ha siglos, ha milenios
los hombres encontraron cerrado?
101
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
en el piélago de la mente,
para formar en el desierto de este aluvión de voces un positivo canto!
Reflejo e hito
de la realidad irreal de la vida.
Vado
En medio de mi sentir opaco y doble;
en medio de las cataratas de mis instintos encrespados;
loco de paz y más loco de conciencia anímica;
junto a estos hongos que mi espíritu separó de mi carne
102
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA
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No. 7
Selección y prólogo
Freddy Gatón Arce
Un aspecto de la poesía
de Franklin Mieses Burgos
Ubicación 1
Esta serie del Pensamiento Dominicano se enriquece ahora con una selección amplia de
la obra de Franklin Mieses Burgos, cuya poesía ha sido acogida con beneplácito en todos los
círculos nacionales y extranjeros donde se la conoce. Reunidos en un volumen por primera
vez, los poemas que aquí se ofrecen confirmarán los méritos de una labor realizada sin pausa
y sin prisa, de suerte prodigiosa, en soledad abierta y atesorante.
La poética de Mieses Burgos cautiva por su musicalidad y su limpidez lírica, sin par
en la literatura dominicana. Estos atributos unifican su obra y al propio tiempo sigilan las
ideas que expresan o insinúan sus versos, al extremo de parecer que un solo asunto, central
y misterioso, es el objeto de su canto. Quizá la repetición de imágenes, términos y giros
idiomáticos disimule su pensamiento vario y sugerente, pero es obvio el predominio de la
magia sobre lo sensible, sobre lo escuetamente objetivo y sistematizado.
Su poesía, de raigambre barroca y romántica y abastecida por las corrientes literarias
contemporáneas, es opulenta en bienes humanos y estéticos. Pero las influencias, rectoras
o accesorias, están moduladas por la exuberancia, el brillo alucinante y la intuición des-
medida peculiares a un hijo de los trópicos. Consecuente y audaz consigo mismo, Mieses
Burgos esclaviza cuanto acaudala de otros y lo transforma en riqueza nueva y suya, por
virtud de su primitiva y constante concepción harmónica del verso, de su lirismo incon-
fundible y de su acento.
En este sentido, es nuestro poeta representativo. Las asimilaciones más diversas se
acumulan en él sin hostilidad y operan con eficacia sobre el nervio todo de su poesía:
son afluentes frescos que renuevan su canto personalísimo y vigoroso. Y esta es, si no
la más excelsa, una de las mejores modalidades de ser nacional en literatura. En los
últimos siglos, y sobre todo en el mundo de hoy, las transculturaciones son incesantes
e intensas y se escribe para todos los hombres y mujeres de la tierra y de su tiempo,
acorde las circunstancias de cada quien. Ineludible que así sea, pues la eternidad y el
exilio, en el quehacer poético, son vicios igualmente reprobables, trampas que vuelven
evasivos y falsos la escena y el presente del escritor; son un escamoteo a la persona
como ente histórico y conducen a un memorismo excluyente y sustitutivo de lo vital;
producen una vida precaria que se traduce en la obra, menguándola con todos los de-
fectos de la superchería. Refiriéndose a Mieses Burgos, Manuel Valldeperes apunta que
aquél “realiza el milagro de la revelación a través de poemas en los que sólo alienta el
simbolismo del paisaje”. Pedro René Contín Aybar observa “flora y fauna, principal-
mente marinas, abundosas, peculiarísimas”, entre los elementos formativos de la obra
del autor. Manuel García Hernández dice sobre Presencia de los días: “La tierra de Santo
Domingo incita como el buen vino… el eterno poema del isleño. El mar es cuanto se ama
y se respeta. Es el elemento turgente que grita en los oídos y en los corazones y este poeta
dominicano no se evade de tanta sugestión física”. Alberto Baeza Flores sintetiza: “La
poesía en Santo Domingo tiene que responder, necesariamente, a su naturaleza distinta,
1
Fue co-fundador de La Poesía Sorprendida.
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
y al vivir del hombre más encerrado en sus comienzos y en sus fines”, al presentarlo en
Brigadas Líricas.
He aquí, pues, que la escena en que se mueve como hombre, cuenta en la lírica de Mieses
Burgos. No es un desarraigado. No se exilia para escribir, no obstante su fuerte imaginación
e incontrastable fantasía. Simplemente subyuga y exhibe su ámbito por estas dos virtudes poéticas
suyas. Vemos que también de este otro modo se revela su dominicanidad.
En pleno siglo veinte, un autor sin influencias sería un espécimen apócrifo y representaría un
individualismo exacerbado. Este extremo equivale a regreso y anquilosamiento, pues es irrefutable
que en la creación poética es necesario partir de los supuestos líricos existentes, del pasado, y nutrirse
de los buenos ejemplos que ofrecen los coetáneos magníficos. Otra actitud espiritual auspiciaría una
autosuficiencia perjudicial por impermeable y cerrada, a causa del aislamiento negativo que implica.
Para el enriquecimiento y logro de una voz propia, el eclecticismo es la vía saludable. Mieses Burgos,
poeta permeable y abierto, es por esto mismo un creador auténtico, consciente de sus fuerzas. Y su
canto será más fidedigno, dominicano y universal, cuanto mayores bondades líricas de diversa ten-
dencia asimile y participen en la depuración de su acérrimo instrumento expresivo.
Domingo Moreno Jimenes, Rafael Américo Henríquez y Héctor Incháustegui Cabral, por sólo
mencionar a los ahora más importantes, son poetas con asimilaciones menos heterogéneas que Mieses
Burgos; pero tanto en la obra de aquéllos como en la de éste, el ambiente entra con una dignidad
literaria, si diferente, de igual jerarquía. Adrede dejé fuera de este grupo a Manuel del Cabral, para
mí con timbres humanos y estéticos comparables a los de los antes nombrados, porque en su caso
no se puede hablar de influencias, sino de impregnación. Y a Tomás Hernández Franco, por ser una
figura aislada e interesante de la poética vernácula. Mas lo cierto es que estos seis creadores amplían
y consolidan la sensibilidad dominicana y la elevan a un grado que la hace cotejable con las más
ilustres de Hispanoamérica.
Ánimo Social
Cualquiera maliciaría que haya de ingeniármelas para exhibir el aspecto social o socia-
lizante de la poética de Franklin Mieses Burgos, porque entienda que ese rasgo envuelve
necesariamente una tendencia y un extremismo. Nada más lejos de mi empeño. Voy a exa-
minar el ánimo literario de quien expone el amor, la bondad y la autonomía como conquistas
personales; el ánimo de quien desea que los hombres aprendan a sentirse solos de veras, a
contemplarse sin ataduras, para el logro de aquellos atributos.
Si se le sigue el hilo al poeta que escribió “una balumba de versos de amor, de poemas
eglógicos, de cantos patrióticos”, y que luego se retira al silencio y la solitud a realizar una obra
de valía, justo es estimar que, al producirse su alejamiento, ya estaba nutrido, lo colmaba la
vida. Iba, y fue, a devolverle a ésta, en bienes de hermosura, sus inquietudes y enseñanzas.
Así se explica que Mieses Burgos diga:
El canto por tierra, sin corporeidad, sólo música, fervor temible. El poeta lo recibe informe de
sus semejantes y le da expresión, existencia verdadera, en las diluidas sombras de los pájaros.
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
Únicamente aquellos
que todavía no saben
que la tierra es muy grande
y sólo de unos pocos,
únicamente ellos
no abrirán el corazón
a la mirada triste
de los niños sin pan
y los perros sin dueño.
Sólo se es libre
cuando se está solo.
Y también somos únicamente
un prisionero de la soledad.
El amor, la bondad, lo individual supremo, le ganan en el ámbito interior en que sus únicas
servidumbres son el apartamiento estimulante y la contemplación de sí mismo como persona
y como creyente, como ser alimentado por el vivir de los demás y por el suyo propio. El
canto que un día le dieron los hombres y que él les devuelve ahora sin tasa, es ya una verdad
mediatizada por su yo así enriquecido e individuado y por su fe corroborada en los otros;
es ya un elemento hermoso que sólo Mieses Burgos puede arbitrar para todos. El poeta está
apto, y ágilmente se lanza por los mundos de la sensibilidad y el espíritu, comunicándolos
con júbilo y belleza.
Y estoy seguro que el lector habrá hallado, al cerrar este volumen y excediendo lo me-
ramente lírico, una canción que otrora rodaba por el suelo. Sea enhorabuena.
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
Orígenes
Esta canción estaba tirada por el suelo
Esta canción estaba tirada por el suelo,
como una hoja muerta, sin palabras.
La hallaron unos hombres que luego me la dieron,
porque tuvieron miedo de aprender a cantarla.
Yo entonces ignoraba que también las canciones,
como las hojas muertas, caían de los árboles.
En donde la leyenda
no es una hierba mala
crecida en las riberas,
sino un árbol de voces
con las cuales dialogan
las sombras y las piedras.
Yo entonces ignoraba muchas cosas iguales
cuando aún no era mía
esta canción que estaba tirada por el suelo,
como una hoja muerta, sin palabras.
Pero ahora ya sé de las formas distintas
que preceden al ojo
de la carne que mira.
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
—Madre:
los caballos de Suro
vienen por el viento!
—Madre:
los caballos de Suro
vienen por el viento!
Únicamente aquellos
que todavía no saben
que la tierra es muy grande
y sólo de unos pocos,
únicamente ellos
no abrirán el corazón
a la mirada triste
de los niños sin pan
y los perros sin dueño.
—¡Madre:
los caballos de Suro
vienen por el viento!
No le digas a nadie
que los pinos son hechos
con el canto crecido
de los pájaros muertos.
No le digas a nadie
que la tarde te hastía,
con su mirada enorme
de bestia fatigada.
La humanidad se cansa
de la desdicha ajena,
del llanto que no brota
del fondo de sus ojos.
—¡Madre:
los caballos de Suro
vienen por el viento,
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
¡Tambor! ¡Tambor!
¡Hermana, ya no quiero ser tambor!
Tambor! ¡Tambor!
¡Hermana, yo no quiero ser tambor!
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
a donde –todavía–
la luna no ha podido llegar para mirarte
definitivamente dormido bajo el agua.
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
De
Seis cantos para una sola muerte
Primer canto
“Que un día, superada la temible intuición”.
Rilke.
Todo pensamiento
es una soledad y un aislamiento;
toda soledad, una renunciación
y una constante agonía.
(Escribo por hallar
una voz que me defina,
que me diga quién soy
y alce mi nombre, mi rótulo mortal,
con exactitud y propiedad interior de contenido).
Pero en el sitio real
donde despierto, me procuro;
en este sitio, el sueño
–inmensa flor ideal que se deshoja–
cae lento y pesado lo mismo que una sombra…
Y es que para ser,
o bien para existir,
no basta sólo pensar.
Segundo canto
“Heme aquí,
Oh formas de Eternidad”.
Textos egipcios.
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
El hombre (preocupado
de suyo en lo profundo)
se desgarra por esta defunción
íntima de cosa que le es propia
y sin embargo, desconocida
en su más pura esencia.
Pero el hombre
se lanza jubilosamente,
porque para él todo riesgo
es una nueva vigilia que procura.
¿Detenerse? ¿Retroceder?
Piensa: es una forma cobarde de morir.
Y él no quiere morir:
sus sentimientos son heroicos
y aspiran a la inmortalidad.
De aquí lo hondo de su soledad
y lo siempre angustiado de su canto,
de ese fluir místico de voces
por el que desfallece
en interior desvelo
de espíritu y de sangre.
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Él dice:
no es lo alto el peligro, sino el aire,
la atmósfera en que crecen las palabras.
Pero ay, las palabras; las palabras también
tienen su altura,
su aire propio y su profundidad;
esa profundidad inconquistable, suya,
en la que el ojo del poeta
es sólo un ancla enceguecida…
¿Dónde entonces
la lúcida presencia de su lámpara?
¿Dónde entonces, y para qué, realmente?
De las tinieblas
surgió la voz de Dios.
Así el poeta (pequeño dios
de un cielo sumergido)
de las tinieblas también alza su voz.
Esa, su voz
cerrada toda, por oscura;
en la que el ángel de la luz no alumbra,
ni la verdad de los demás es suya.
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
Tercer canto
“Yo, sin embargo, estoy solo”
Hölderlin.
Sólo se es libre
cuando se está solo.
Y también somos únicamente
un prisionero de la soledad,
de esa terrible soledad
en que lo oculto de la sangre bate,
de nuestro mar más intimo, sus olas…
Puebla de vigorosas
realidades la más íntima soledad del espíritu.
Llenarla hasta los bordes de sí mismo,
y, con ello, de un más hondo,
más profundo sentido místico y humano
de la vida. He ahí la condición privilegiada
de aquellos nobles seres que valientemente
saben libertarse y se libertan
de toda otra forma de pasión
que no sea la de su propia apasionada soledad.
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
La voz “humanidad”
es sólo una abstracción equivalente
a desvalido mar sin fondo,
a regresión reaccionaria
en procura
de la forma originaria
del clan primitivo idealizado:
una especie de oscuro
sentimiento de añoranza
por la rasera comunidad de la tribu.
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
Sexto canto
Decidme ahora, áureo varón del día,
fidelísimo amante de la luz inmemorial
que nos alumbra.
Podrán venir
para aportar su absurdo cielo de cenizas
allí donde una muerte mejor
ya ha sido para siempre conquistada.
Pero aquél
por cuyos dulces labios elegidos
fluyó lo eterno en desnudez de río,
en júbilo de ser y soledades,
¿quién, quién podrá hacerle ahora enmudecer?
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Dionisio vulnerado
I
Es Dionisio quien canta
en la noche anterior
a la liberación
formal de las Bacantes.
Cuando todo era aún
sujeto a las cerradas
tinieblas del Abismo.
Atrás queda el Objeto.
El Objeto inicial
develando sus formas.
Inventando presencias
futuras para ser.
¡Es Dionisio quien canta!
En él, la soledad
es ya toda una humana
conciencia que es angustia.
¡Es ya un hombre! ¡Un dolor!
Es Dionisio. ¡Dionisio!
II
¡Oh humano libertado!
Cielo solo por donde
la memoria transita
arrastrando las sombras
de su mentido ayer.
—¿Qué cosa harás ahora,
con la sagacidad
de tu yo conquistado?
¿Del yo tuyo, liberto;
liberto para siempre,
como una maldición?
Tú solo. Sí. Tú solo.
Dios terrestre o ceniza.
Raudo río de días.
Apagado rumor
de un agua que acontece,
en torno del inmóvil
presente en que yaces.
(Único tiempo tuyo.
Único y verdadero
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
para testificar
del mundo de las cosas).
En ti es sólo el presente.
Eternamente él.
Lo demás, no es el tiempo.
Es solamente un río.
Un río solamente,
donde tu imagen queda
mientras las aguas siguen
pasando, como siempre.
III
Desata, oh Dios, desata
tu eternidad y clama:
Es tu ebriedad que quiero
y no la majestad
glacial de los anillos
que alrededor de ti
colocan en señal
de gracia funeraria,
por la inmovilidad
que –transitoriamente–
te adjudica la Muerte.
Tú eres ágil. Pues nada
es más ágil que tú.
Por esto te transformas
cada estación y eres
el joven Dios eterno
de las resurrecciones.
Del continuo volver.
Ninguno es como tú.
Ni ninguno tampoco
posee el ebulliciente
delirio de tu espíritu:
fuente délfica en donde
ruge la inmensidad.
Ruge como el mar.
IV
Dame ahora la copa.
La eterna copa viva.
El redondel sin fondo.
La subjetiva noche
donde tus ojos vueltos
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
contemplan el obsceno
vacío de la Nada.
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
De
Presencia de los días
Anillo de Dios
I
Desvelado existir
del extremoso amante que edifica,
solícito de un ámbito de holgura,
su más ancho universo en un anillo.
(Orbe menudo de metal que grita,
que solloza de lumbre enardecido,
desde la humana torre que levanta
su vigilia de sangre, su vigilia).
Preciosa eternidad hecha sortija,
maravilla que encauza su destino
hacia una forma única y cerrada.
II
Te inventaré la historia que no tienes,
el existir patético que ignoras,
sólo con un decir
de palabras amables que convienen.
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
III
Alguna vez el mar
viene también desmelenado en olas,
en verdeoscuro corazón de algas
o en frágil mármol de vencida espuma.
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
IV
Pasó la muerte y te cerró los ojos.
Todo es ahora en tu metal: olvido.
Cerrada noche en que la sombra cubre
la fina soledad de tus orillas.
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
I
La rosa del jardín.
La simple rosa fácil para todos,
al tallo del rosal, crucificada.
La rosa muerta
en su nacer más pronto…
Rosa mortal
de vida transitoria.
Pequeño sol botánico encendido.
¡Cerrado nudo de color y aroma!
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
II
Ninguna de estas rosas
de afuera, es la rosa.
La íntima. La rosa recatada
en su existir más hondo y verdadero.
¡La que el ángel defiende con su espada!
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Flor de sueño
Aquella jubilosa flor de nadie,
solitaria abstracción de los espejos.
Flor ideal
sin tierra labrantía
para sembrar la oscura,
desolada semilla de su eco.
Flor que no es
y sin embargo alumbra
su descarnada imagen de fantasma,
de ceniza que triunfa de la muerte.
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Sonetos
Poesía
Justa Precisa Estricta Estructurada
Concisa Vaga Leve Estremecida
Amorosa Sensible Apasionada
Desnuda Reluciente Amanecida
Solitaria Profunda Desolada
Fresca Primaveral Humedecida
Telúrica Celeste Idealizada
Infinita Finita Sorprendida
Atenta Desvelada Vigilante
Cavilosa Serena Delirante
Humana Religiosa Grave Impía
Enigmática Franca Misteriosa
Entrañable Ligera Vaporosa
Única Eterna Universal Poesía.
Humilde mayo
Mayo trajo la flor. La milagrosa
palabra vegetal que arrulla el viento.
Mayo pobló su propio firmamento
con la sola presencia de una rosa.
Rosa en vigilia
Rosa en vigilia que delira en vano
desde el alto silencio de su orilla.
Aurora vegetal que maravilla,
más cerca de lo azul que de lo humano.
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
Viva muerte
Huésped del cuerpo humano que me cierra
en mortales mortajas hospedado,
transito con mi ser resucitado
como una viva muerte, por la tierra.
El río
Con su húmeda espada reluciente
(caballero de niebla y de rocío)
camino que camina pasa el río,
solitario, desnudo y transparente.
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
A la sangre
Agua de soledad, agua sin ruido,
desatado cristal de pura fuente.
Agua que va cayendo interiormente
en mi cielo más hondo y escondido.
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
II
“Quién a las llamas del amor no muere”
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Pasión
I
“Que del arte ostentando los primores”
Allí, donde hay un ángel que revela
su celeste palabra iluminada,
allí mi alma eterna se desvela
sola, de madrugada a madrugada.
Por esa voz eterna que se anhela
verla en carne de estatua edificada,
hay una fría caricia que la hiela
y un fuego que la enciende en llamarada.
II
“Con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido”
Muerte
“Bella ilusión, por la que alegre muero”
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
De
Demonio de ceniza
Demonio de ceniza
Demonio de ceniza…
Criatura a quien el fuego le dio su último nombre:
¿en cuál cerrado anillo del humano existir
se debate, furiosa, tu impotencia;
ese golpear insomne de campana que clama perdida en sus tinieblas;
grito de bestia herida
que muriendo denuncia desesperadamente su agonía,
esa su oculta muerte merecida?
Demonio de ceniza
a quien el dulce viento de Dios no eleva al cielo,
mar que cierra en sí mismo sus últimas orillas.
¿Cuál encono terrestre oscurece la noche de tu cielo por dentro?
¿Es que anhelas acaso cambiar a voluntad la noche de tu origen
o suscitar laureles aún sin verdecer para tu torva frente?
Demonio de ceniza…
Cielo apartado y solo como el cielo
la gloria es un rumor que llega desde fuera,
un mar enardecido cuyas olas se abaten al pie de las estatuas,
eco donde la noche terrible del olvido también irá cayendo,
nada más que un rumor,
un lejano rumor salido de otros labios,
inaprensible voz donde un júbilo niño apenas ilumina su sonrisa.
Demonio de ceniza…
Presencia y realidad de lo incompleto.
No hay cielo que soporte gozoso tu osamenta,
el hielo de tus manos; no hay cielo que se mire sereno por tus ojos,
ni aun aquel en que crecen desmesuradamente las semillas del odio.
(Cielo para la muerte total de la lealtad del hombre)
¡Demonio de ceniza
a quien el dulce viento de Dios no eleva al cielo!
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
Demonio de ceniza:
tú no estás en el árbol,
en esa edad sensible de los brazos abiertos.
No te das generoso como la espiga al viento;
y es por esto que hay algo que te niega a ti mismo
por la voz, cuando cantas; algo amargo que a todos
te denuncia lo mismo que el cristal de un espejo;
algo oscuro e insondable en su propio designio,
que te hace morder con diente de rencor
tu propia sedienta primavera…
Demonio de ceniza:
¡nada vale en la tierra
si no ha sido amasado con nuestra propia sangre!
¡Nada es útil al hombre si no sale de él por la piedad y el llanto!
Desesperado e inmóvil
hecho de insomnes pájaros azules y cadenas.
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
Tema
Aquí, compañero impasible, aquí:
donde todos los cuerpos creados se procuran; aquí donde se buscan
los cuerpos y se encuentran lo mismo que la imagen
que en procura va siempre de algún vidrio inmediato,
como una flor marina sujeta por los ocho tentáculos del pulpo,
lo mismo que una estrella mordida por el diente nevado de su cielo;
materia fija y dura; materia desde donde
crecen mil manos largas para sólo agarrarse;
para sólo buscarse
en presencia de un mundo que tan sólo es presencia,
color, forma y substancia de un mismo y continuo ardoroso contacto
hecho de superficies varadas a la orilla,
callada y solitaria
de la noche del aire.
Aquí, compañero impasible, aquí:
donde todas las hojas urgidas por el fuego de una terrible ansia
van buscando la carne desnuda de la brisa con sus labios de lanza;
aquí donde el anillo tiene un sueño de dedos
alzados como cinco columnas suplicantes,
y el mar es sólo un ojo,
un ojo melodioso con riberas de espumas para mirar el cielo.
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Ese viento es el viento eterno del contacto del mundo con las cosas.
El formidable viento que hace girar de amor al universo entero:
desde el pequeño germen oculto entre las hojas
hasta la fe de aquellos que no mataron nunca su alma ni sus ojos.
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
Presagio
Yo estoy muerto con ella
sin rumoroso llanto de azucenas,
desde un pecho que extingue sus ardientes cenizas,
desde la misma rosa de hielo en que ella habita,
desde la misma niebla donde sus ojos miran la soledad del mundo,
desde todas las cosas –inevitablemente– yo estoy muerto con ella.
No valen los clarines que golpean desde el fondo terrible de los sueños;
no valen los clarines con el eterno y duro gemir de sus cristales
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
de amor resquebrajados;
no vale nada ahora desde que ella se ha ido:
ni el musgo que nos brinda su refugio tranquilo,
ni la amarilla voz de los otoños,
ni la piedra ni el nardo, ni la arcilla madura
donde moldea el silencio su recóndita estatura;
no vale nada ahora desde que ella se ha ido…
A la orilla del llanto sereno de la noche,
a la orilla del llanto donde caen las estrellas,
no sé desde que sombra yo escucho sus campanas
(palabras que se han ido de amor entre las gentes).
Yo estoy muerto con ella
–inevitablemente– desde todas las cosas que ignoren su presencia:
el mar… la tierra… el viento…
La brizna más pequeña que esté lejos de ella.
La que no haya podido colgar su primavera
furiosa de sonrisas o de besos
sobre el mármol sonoro que le cubre la frente,
el traje que no tiene,
los ojos con que mira,
o esas lluviosas manos donde vienen
a reposar en ella los astros sonrientes…
Yo estoy muerto con ella –inevitablemente– desde donde su pena estremecida grita,
donde un río como ella pasa callando siempre.
Primera variación
¿De qué cielo distante, solitario, sin nombre,
aquella espada vino desnuda como un río?
¿Aquella muda espada tan fría como el vidrio desolado del aire,
tan honda como el agua sin riberas del llanto,
donde el dolor agita su inmensa cabellera?
Para que se quebraran tus senderos de aroma
hubieron de habitarle caracoles al viento,
arenas retorcidas como torres de humo,
como manos oscuras,
como terribles dientes,
hubieron de habitarle para siempre.
¡Rosa muerta sin llanto de campanas de bronce!
¡Isla sola, sin nubes sobre el rosal anclada!
¡Mariposa sin alas, cuyo sueño era el cielo!
Por tus propias raíces tendidas como escala:
—¿Habrá, para morirte, que nacer un lucero?
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
Segunda variación
Ahora que en mí siento la inconmovible eternidad gritando,
como un árbol erguido, como una oscura piedra caída en lo profundo
en un grito que cobra su precisa medida de estatura de cielo.
Ahora que en mi carne yo sé que está esculpiendo
la soledad su estatua de silencio,
porque no soy un bosque, sino un hombre
limitado en la forma de su humana presencia.
¡Mi mar!
¡Mi viejo mar,
poblado todo de corales profundos y tenebrosos légamos primarios!
Tercera variación
¡Oh llanto inagotable de no saber en dónde sembrar nuestras palabras!
Nuestros signos sin nombres designados,
seco árbol en donde
no crece ningún sueño, ninguna voz vibrante, madrugada tampoco
en el cielo remoto de los otros vocablos,
de los otros sollozos caídos en el coro celeste de los ángeles.
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Conclusión
¿Qué descarnada mano de arcángel o demonio
en la insondable noche donde termina el mundo
me está cerrando siempre tu ventana más alta?
¿Esa ventana tuya por donde yo he querido lanzar mi último grito,
mi más pesada piedra de soledad crecida?
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Sabrá Dios por qué rutas mortales irá huyendo con los ojos vacíos
como un árbol perdido,
lo mismo que una oscura semilla siempre sola muriendo!…
¡Pero mi brazo no;
mi brazo estará aquí, al lado tuyo,
soberbiamente siempre, como una eternidad clavada en su destino!
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
De
Clima de eternidad
Prometeo mortal
Ellos todos se irán cuando la nueva luz intrépida levante
del uno al otro lado sus traslúcidas lámparas matinales de vidrio
por dentro de la noche sonámbula que aún siembra
negras rosas de sombras a la orilla del viento donde llueven violines,
donde llueven guitarras de musicales cuerdas como gotas de río.
Ellos se irán cantando, cantando alegremente,
cuando ya madrugada la mañana disponga de un par de golondrinas
que humanicen de alas temblorosas el rostro inhumano del cielo.
Se irán enardecidos hacia el filial ambiente dejado por sus cuerpos,
para cubrir el hueco de atmósfera cavada de donde procedían.
Porque nada ni nadie puede tener dos sitios iguales en el aire,
dos rendijas abiertas para unos mismos ojos,
para una misma voz,
sin que se quiebre el orbe pequeño en que habitamos.
¡Cada uno a su propia cavidad primitiva!
¡Cada uno a su cueva personal aborigen de donde fue sacado!
¡Cada uno a su hoyo, a su terrible hoyo
proporcional y justo que responde a la exacta medida de su talla!
¡Que allí estarán los moldes intactos de sus manos,
de la primer sonrisa que floreció en sus labios como una flor pequeña!
¡Que allí estará sangrando la imagen espantosa de su dolor primero,
como una muda esfinge de sal petrificada!
¡Que allí estarán las huellas, las digitales huellas
de su voz aguardando
el debido retorno de sus propias vocales!
Una espera impaciente
desde el confín del aire del mundo está clamando por todas estas cosas
como claman las sombras por sus cuerpos
vacíos, sin ninguna realidad en ausencia del perfume del nardo.
151
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
De
El ángel destruido
Barro inaugural
Sólo una gran piedad pudo crear los mundos
eternos sin hastiarse.
Sólo una gran ternura pudo sembrar la vida
como se siembra un árbol:
la jubilosa voz de una semilla.
No pudo ningún otro posible sentimiento
alzar nuestro destino;
nuestra meta mayor ante la eternidad
absorta que nos mira,
desde sus hondos ojos
de solitaria estatua preferida.
Una gran campanada resquebrajó los altos
cristales de la noche.
Y chirriaron los goznes, los metales mohosos
de la casa vacía
donde cavaba él solo para enterrar el agua
sin rostro de su llanto,
de su íntima noche caída hasta la angustia.
153
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Entonces, su niñez,
anécdota de espejo.
Id ahora a decirles
que cuando la luz fue la primera sonrisa
caída de su espejo,
algo dejó de ser en torno de la luz,
algo rodó en pedazos debajo de su lámpara.
También id a decirles
que el solo hecho de ser
es ya una destrucción.
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
Adán de angustia
Ahora tengo el anillo cerrado de su nombre
como una gran cadena sobre mi corazón.
Todo él me circunda y sin embargo lloro
vencido por la angustia de su cielo de siempre;
el dolor de su pecho cubierto de raíces;
la inmóvil permanencia de su mundo inmutable
donde todas las formas lograron su presencia,
su realidad concreta de cosa terminada.
155
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Soledad segunda
Tengo la soledad segunda entre mis manos
como una ciudad muerta,
como un cielo olvidado donde no van los pájaros
de la luz o del beso
a picotear los altos racimos donde cuelgan
las uvas del silencio.
156
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
Eres la iluminada,
la solitaria esquiva que defiende los bronces
de la noche y del alba.
¡Radiante forma anclada de los vivientes orbes,
traspasado por ti derrumbo mis orillas,
hago rosas de hielo de mis propias palabras!
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Primera evasión
Lo redondo es un ángel caído en el vacío
de su propio universo,
donde la oscura voz de su verdad resuena
llena de eternidad cerrada y de infinito.
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FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
Segunda evasión
—¿Quién encendió la lámpara perenne de la rosa?
¿Quién desató el pequeño enigma de la hoja?
Desvelado Caín
A la orilla del aire yo destruyo la sombra
delgada de los pájaros
solitarios que habitan caídos en el cielo
pequeño del rocío,
de ese húmedo espejo donde todas las cosas
del alba se derrumban,
se hunden en el frío metal en donde el trino
sonámbulo se hermana con la niñez del agua.
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
La noche milenaria
que enroscada descansa sin rostro entre mis huesos,
la noche que me oprime por dentro y me devora,
¿no es la misma que cava con sus dedos de sombra
su abismo en los objetos?
160
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
Juicios
Alfonseca, Iván
“La labor poética de Franklin Mieses Burgos es asombrosamente fecunda. Este des-
tacado poeta que nació en Santo Domingo de Guzmán –hoy Ciudad Trujillo–, el 4 de
diciembre de 1907, pertenece a la escuela surrealista. Entre sus libros inéditos y en
preparación podemos citar sus obras teatrales La Ciudad Inefable y La Isla de los Este-
tas. Otras en verso y de ensayos como La Torre de las Voces y El Ciudadano de la Luna.
Por su gran cultura y acervo de conocimiento, podría decirse que es el prototipo del
autodidacto. Desde muy joven se manifestaron en él, el estro y el numen del artista,
cuando publicó sus primeros versos a la edad de 22 años, vaciados en moldes clásicos
en periódicos y revistas dominicanos, tales como Blanco y Negro, Listín Diario y Baoruco.
Antología Biográfica (La juventud de Santo Domingo en la poesía contemporánea, 1942) .
“…Franklin Mieses Burgos… ha sufrido… una evolución en su afán de alcanzar la
suprema belleza de su arte. Antes, su poesía de tambor, (queremos decir rimada),
revestida de la solemnidad pomposa de un clasicismo riguroso, ha ido progresi-
vamente cambiándose en poesía silenciosa, subjetiva, despojada un tanto de esa
ornamentación arcaica de rima y métrica inviolables. Mas, ¿quién no diría que en
ésta como en aquélla, está patentizada la emoción espontánea de un poeta? Sus
incipientes poemas, en los cuales el verso era sonoro, vibrante y emotivo, nos seña-
laron un Franklin Mieses Burgos como poeta auténtico. Como una prueba de ello,
escuchamos al poeta de entonces:
¡Qué me importa que tenga los cabellos de oro!
¡Qué me importa que lleve en sus ojos el mar!
Mi anhelo sólo anhela que sea pálida y triste.
Intensamente triste, como un rayo lunar…”
“Para la época de su génesis poético, Franklin Mieses Burgos se destruye por primera
vez y se sumerge en su mundo interior para retornar de nuevo y externarse con una
nueva ideología poética. Así, su poesía se va espiritualizando y haciéndose más etérea
cada día, a medida que su espíritu se hace más tenso de sensibilidad y su sensibilidad se
refina más. Entonces él se hace dueño de esta gran verdad: …Los espíritus que no pueden
cambiar de opinión, dejan de ser espíritus. Y fue entonces cuando el poeta dijo:
“Lloremos por la rosa que ya casi no es rosa,
sino un trino de pétalos clavados,
sobre la vertical resignación de un tallo”
(De La Poesía de Franklin Mieses Burgos y su evolución).
161
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
“Gran trabajador solitario, se ha construido, como todo gran poeta, un mundo má-
gico donde resuena el ancho corazón de fuera y cobra vasta medida y equivalencia
lírica. Angustia y corazón, imaginación y pureza, intensidad y fervor lírico, pasión
y gracia, dan la tónica d su poesía.
“Como en Jorge Carrera Andrade, la metáfora adquiere importancia de brillo en
él, pero como en Rilke, en Mieses Burgos, la ternura, el amor, la soledad, el mar, el
milagro del existir, del contemplar, del conocer y del sollozar, se transforman en
lúcida y profunda gracia poética. Se diría que todo él vive en mantenida conmoción
poética, en medio de una isla circundada de sueños y de profundidades”. (De Una
profunda y solitaria voz en la lírica dominicana - Edición de Presencia de los días por
Brigadas Líricas, Mendoza, Argentina).
“La infancia está viva en él, y como todo poeta verdadero, lleva sobre los hombros
de esa poesía angélica, el peso encantador de una infancia cargada de poesía, que
continúa hablando en sus actuales símbolos líricos.” (De Franklin Mieses Burgos y
la fantasía salvadora).
“Mieses Burgos, dueño de un paraíso final, se contenta con el radiante y peligroso
oficio de iluminar los contornos de las cosas de la tierra, de llenarlas de resplandor ya
casi al caer en el olvido o el vacío. Tenaz, enérgico, celeste a la vez que melancólico,
quemado en lo terreno”. (De F. M. B. entre sus cosas: doble retrato).
162
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
La poesía sorprendida
Franklin Mieses Burgos “defiende un aislamiento elegante, solitario, cultivado para
una obra fina, honda, imaginativa, múltiple, constituyendo un doble ejemplo de
selección en vida y poesía”. (No. 3, diciembre 1943).
164
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
165
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
el viento del poeta, su amor hecho palabra, pero palabra limpia del contacto con el
hombre que no sueña, y limpia de la piedra, que esconde su retina para cosas eternas.
La palabra de Mieses –vale decir, su canto– ha florecido en un cielo: el luminoso
cielo desde donde
“Y escuchamos toda su canción; tú, yo; aquél que llorará con él su ruiseñor de luna.
Porque ha quedado eterno muerto con su palabra
desde todas las cosas, terriblemente muerto, sin estrellas; muerto desde su
sombra, para surgir triunfalmente, blanco fénix del alba, repleto de los astros
que a los otros les faltan y las lunas serenas con que a todos les llama”. (De Luces
del Trópico, 1949)
166
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
“Es hora ya de que las afirmaciones que me he permitido hacer cuenten con el tes-
timonio de tu poesía.
“Como se deja entrever a lo largo de esta carta y como lo anuncio en sus comienzos,
ese testimonio se limitará a ilustrar la poderosa capacidad de sugestión estética que
es fúlgida presea de Presencia de los Días, pero ello no implica ni remotamente que
estos poemas carezcan de otras proyecciones.
“Cuando dices, refiriéndote al anillo:
“Los términos empleados, por lo que sugieren, conducen a una definición por encima
de su alcance expresivo de lo fugaz, definición ingrávida e imprecisa, desde luego:
sombra, fugitiva, pájaro, solitario, cruza, volando, viento.
“El procedimiento se depura a veces hasta límites increíbles. Hay uno que otro verso
que alcanza rango paradigmático, a mi entender, en cuanto a su resonancia auditiva
y psíquica, equiparable a los mejores del idioma. Véase por ejemplo el tercero de la
primera estrofa del último apartado de Anillo de Dios,
167
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
“Así te acercas a la descripción de la rosa objetiva, “la que al borde de la brisa vo-
cifera”, y al hacerlo la trasmutas tan vigorosamente a esencias introvertidas que
no tendrá que envidiar nada a la otra rosa, a la que se “recata en su existir más
hondo y verdadero”. Las dos, en realidad, son hijas del poeta y no podrían negar
los vínculos fraternales que les unen, no obstante la aparente contraposición. En la
estrofa citada se repite la confluencia ya advertida en Anillo de Dios para desbordar
la latitud expresiva de las palabras y dar al verso una vigorosa resonancia psíquica
de carácter estético.
“Varada-orillas-sí misma-se abandona son términos que producen la sensación de
estatismo y recogimiento de algo que tiene vuelta la mirada hacia su propio inti-
mismo, postura adecuada para que luego se perciba su impalpabilidad mediante la
resonancia de los vocablos del último verso de la estrofa: fina, levedad, aire.
“Esa es la misma rosa de la cual, apenas dos breves estrofas antes, nos pretendes
ofrecer una imagen saturada de espiritual impudicia, llamémosle así, por virtud del
elocuente esplendor de su belleza objetiva.
“Aquí también otra sucesión de términos orientados hacia una misma sensación: pú-
blica, desnuda, vocifera, pregón, pero su estridencia queda atenuada por la depurada
manipulación del poeta mediante otros de recatada resonancia: asomada, borde, brisa,
perfume.” (De Carta a mi amigo Franklin, Altiplano No. 10, marzo 1951).
168
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
Rueda, Manuel
“Hénos aquí entrando de lleno en el símbolo, en una multitud de formas acrisoladas,
en el furor mesurado de una poesía dueña de su finalidad.
“Cada poeta está, sin duda, bajo dos advocaciones bien notorias: una de orden espi-
ritual y otra de orden material. Ellas vienen a ser como sus emblemas, sus blasones
heráldicos.
“El símbolo espiritual que nos introduce en la poesía de Franklin Mieses Burgos
son los ángeles, aunque no siempre todo lo angélico que se pueda presumir. Ellos
transitan en legión por sus preocupaciones con una dignidad de innegable rango,
aun cuando a veces el poeta hostigado por ellos mismos, aborde metafísicamente
el problema de su destrucción. Ahí está uno de sus poemas de más aliento, y que
él titula El Angel Destruido. “Toda una jerarquía de ángeles, aun implícitamente se
mueve en esta poesía que transcurre, por regla general, en un más-allá quimérico,
en un mundo inmediato a ras de manos, cuando éstas están levantadas y el hombre
entero empinado con una solicitud afanosa: ahí mismo, en ese punto en que el hom-
bre no es otra cosa que el pedestal del ángel. Y cuando el ángel no está revelado por
completo, percibimos claramente su huella, sea ésta leve o tremenda.
“Encarnado así el símbolo espiritual de la dualidad establecida, trataremos de encon-
trar ahora la fórmula material que le corresponde. Uno de los más extraordinarios
fenómenos de la técnica consiste en la trasmutación que el poeta realiza en las palabras.
Vertiéndolas en un crisol ideal ellas se amalgaman, se transfieren sus cualidades y sig-
nificados, prueban con solidaridad sus más profundas reacciones y salen convertidas
en algo insospechado: una materia, un elemento, una temperatura.
“Cuando resolvemos que una poesía es vegetal, o aérea, o pétrea, podemos estar
seguros de que existe una captación de la propia consistencia poética, siendo ella el
lógico producto de una mezcla expresiva.
“En Franklin Mieses Burgos encontramos una transformación que denominaremos
“diamantina”.
“Más bien su materia podría ser el cristal, pues se está en medio de una dura transpa-
rencia. Todo rutila aquí como una gema y los paisajes, las figuras, el ardor mismo del
pensar y el sentir, se traduce en un destello súbito, como si se contemplara a través de
un maravilloso acuárium. Sin embargo, del otro lado del cristal transcurre el espacio,
el torbellino de las fuerzas cósmicas. Su penetración agranda las células más pequeñas.
La tesitura trágica lo hace vasto aun dentro de lo mínimo y sus versos no necesitan de
desbordamientos para producir las necesarias tempestades: todo su mundo de cristal
templado al rojo resiste sin peligrar las temperaturas del incendio.
“No hay nunca una rotura extrema, una herida en carne viva. El cristal lo resguarda
todo con esmero.
“En ocasiones, constatamos con pavor una trizadura, un resquebrajamiento.
“Citamos:
“Son cristales de amor resquebrajados…”
“La redondez de un orbe que se quiebra”.
“Mas las quebraduras se han producido en el interior del acuárium. Hay un
cristal sobrepuesto a otro cristal, pero siempre se conserva intacto el último,
169
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
el que construye la pared exterior. Es el cristal que nos detiene cuando queremos
aproximarnos demasiado y recuperar ciertos recuerdos, ciertas formas que nos han
saludado al pasar. Tal vez el poeta quiere evitar el espectáculo de las asperezas huma-
nas, de los relieves grotescos, sin destruir, por otra parte, la visión de sus formas.
“Esta es su técnica, su manera de ser pudoroso.
“Tal vez si pudiésemos traspasar, como Orfeo, ese mundo de espejos fascinadores,
encontraríamos, con terror, el otro lado, la revelación del más-allá, el secreto mismo
de la muerte.
“Un ángel sobre una plataforma transparente, he aquí el símbolo completo de esta
poesía trascendental. Elevemos pues este esplendor, esta diafanidad de espejo, y
temblemos si oímos el rayo cerca”. (Presentación en el Club de Música de Ciudad
Trujillo, 29 de enero de 1952)
Ugarte, María
“En Anillo de Dios Mieses Burgos se empeña en reducir a un límite lo que es infini-
to, en apresar en estrechas fronteras materiales la inmensa eternidad de lo divino.
Hay en todas las estrofas del poema una inquietud por desentrañar los misterios
inconmensurables de la creación y hacerlos río, estrella solitaria, fantasma, sombra,
mar y cielo desolado”.
“Hay en Anillo de Dios unidad de tema, desarrollo dramático y acertada elección de
la forma. La sucesión de las estrofas, de número cambiable de versos –cuatro, tres,
cinco, seis, siete y dos– dan al poema un sentido musical de gran efecto, especial-
mente logrado en los tonos bajos representados por las estrofas cortas, en las que se
recogen las ideas más profundas, en contraposición a las estrofas más largas, que
tienen carácter marcadamente descriptivo. “El ritmo es perfecto, totalmente conse-
guido. La metáfora está hábilmente manejada; sin intelectualismos exagerados,
pero con originalidad. Algunas tienen aciertos gongorianos”. (De Franklin Mieses
Burgos representa al país en Brigadas Líricas).
Valldeperes, Manuel
Franklin Mieses Burgos “es una voz original. Actúa desde una posición simbolista
moderna, en la que cada símbolo es el reflejo de los restantes símbolos, o sea que
al través del análisis introspectivo halla la intensidad anímica que da a cada objeto
proyección universal.
“Sus poemas responden a un equilibrio perfecto entre el hombre y su actitud frente
a la vida, descubrimos el hondo sentido de la supervivencia humana, porque en
cada eco de su voz hallamos significado real y una intensidad que va más allá de
su propia realidad.
“En los poemas de Franklin Mieses Burgos se descubre noble afán: la búsqueda
total de la verdad, aunque en sus proyecciones íntimas la manifestación del espíritu
quede desvinculada del realismo que limita. Es la búsqueda de la verdad pura en sus
esencias y no en su potencia porque el símbolo poético es, no sólo una representación
auténtica de la verdad, sino una revelación figurativa de todo cuanto está contenido
en las profundidades del alma. Lo intuitivo, en su poesía, no es embriaguez poética,
170
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA
171
No. 8 No. 9
Selección y prólogo
Joaquín Balaguer
Tomo I
Entrada
La Colección Pensamiento Dominicano ha satisfecho hasta ahora los fines iniciales pro-
puestos por sus editores. Los volúmenes han sido acogidos con beneplácito por el público
y ello es estímulo para seguir mejorando la serie, como una contribución al actual auge cul-
tural que vive el país. En interés de orientar al lector e incluir los representativos de todas
las actividades intelectuales, se han llevado al cabo reformas en la misma. Al subdividir en
materias las ediciones, con sus colores respectivos, no sólo se ha querido renovar el formato,
sino abrir la puerta a un nutrido grupo de autores nacionales clásicos y modernos, cuyas
obras, agotadas o inéditas, es necesario ir presentando para su debida valorización. Este es
el propósito inmediato de los editores y en ello se complacen y estimulan.
Al iniciar esta nueva etapa, se publican dos volúmenes de las décimas de Juan An-
tonio Alix. Era tiempo ya de que fuese recogida la obra de este genuino cantor popular.
Lo disperso de la misma impedía valorizar a tan interesante figura de nuestra literatura.
La labor de selección ha sido realizada por el escritor doctor Joaquín Balaguer, Secre-
tario de Estado de Educación y Bellas Artes, quien prologa la edición con un ensayo
de encomiable valor crítico. El trabajo del doctor Balaguer sienta bases para ulteriores
estudios que se hagan del poeta.
Los editores expresan las gracias al historiador Vetilio Alfau Durán, por su novedosa
contribución al encuentro de las décimas de Juan Antonio Alix, y al escritor Manuel Emilio
Suncar Chevalier, por la útil labor prestada a la edición de estos volúmenes.
La moral y la literatura
I
La publicación de este volumen de Juan Antonio Alix, en el que se han recogido mu-
chas de sus composiciones pornográficas, plantea, acaso por primera vez en la República,
el problema de la moral en la literatura. ¿Deben o no proscribirse de la obra literaria las
creaciones reñidas con la urbanidad y con las buenas costumbres? Una respuesta afirmativa,
dada en forma categórica y sin ninguna clase de reservas, condenaría a la destrucción o al
olvido una gran parte de las mejores joyas de las letras universales. Semejante sentencia
privaría a la humanidad de los madrigales a Lesbia, obras de pornografía encantadora que
valen tanto, entre las creaciones inspiradas por la sociedad de entonces a las musas del
Alto Imperio, como los discursos de Catón y los aforismos de Séneca. Nadie se resignaría,
sin duda, a que los tesoros literarios de la humanidad fueran mermados con la destrucción
de los cuentos de Bocaccio, manjar saboreado en las mesas de todos los papas y de todos
los príncipes del Renacimiento, o con la pérdida de los aciertos de ingenio y de dicción
que el olvido de la urbanidad y de la moral han inspirado en el mundo entero a las musas
de la invención dramática.
Los epigramas de Marcial, que escandalizaban a Trajano, hacían la delicia de Plinio
el joven, hombre también de gusto severo y de rigidez puritana. Pero independiente-
mente del respeto que merecen, en la literatura como en la vida, los fueros del criterio y
175
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
176
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
de los célebres apóstrofes de Alfieri contra las letras asalariadas? Decía el abate Galiani,
refiriéndose a la literatura de la época del Terror, que la elocuencia consistía entonces en el
arte de decirlo todo, sin ser llevado a la Bastilla. La palabra, esa mano del espíritu, según la
admirable definición de Charrón, ¿puede en esas circunstancias conservar su virtud como
fuerza educadora del sentido moral del hombre? ¡Desconsoladora condición del genio!
¡Miseria del destino! ¡Fatalidad de la inteligencia! El hombre escribe, y busca la eternidad
prometida en las propias criaturas de su dolor, en los propios hijos de su espíritu, pero las
miserables circunstancias de la existencia anulan en él la llama inmortal y lo convierten a
menudo en un esclavo de la vida y del tiempo.
II
En la literatura pornográfica, es menester distinguir lo que es verdaderamente inmoral
de lo que es simplemente sucio, lo que se halla en oposición con las buenas costumbres de lo
que sólo afecta a la urbanidad y a la cultura. Algunos capítulos del Quijote, como aquel en
que se narran los apuros de Sancho tras la aventura de su amo con un cuerpo muerto (Parte
Primera, Cap. XX), opiniones ingeniosas las leyes y las verdades universalmente consagradas.
Mayores males que los chistes de Quevedo y que las sátiras de Luciano, han causado en el
mundo los libros en que hace Proudhon la apología del anarquismo y los versos sublimemente
cínicos en que hace Shelley el elogio del incesto entre hermanos. La risa de Rebelais ha hecho
sin duda menos daño que la rebeldía blasfema del Himno a Satanás de Carducci, o que las
páginas en que Voltaire parece haber vertido, con alegría morbosa, todo el veneno encerrado
en las siete copas del Apocalipsis.
Lo que hace más inmoral la literatura no es, por otra parte, el empleo de expresiones
pornográficas o el uso de formas incultas y de maneras poco urbanas, sino más bien el reba-
jamiento de la palabra escrita que abdica de su potestad orientadora para trocarse en arma
quebradiza, capaz de romperse al toque del temor o al de la lisonja. Nunca lució más triste
el trono de la palabra que el día en que la cabeza de Cicerón, clavada en Los Rostros, anunció
al mundo la muerte de la libertad antigua y la ruina de la elocuencia romana. La pluma
vale, como garantía del equilibrio social, cuando la mueve la pasión del bien, o cuando la
inspira la verdad; pero representa menos que la esclavina del mercader y que la argolla del
esclavo cuando contribuye a hacer más grande el desamparo de la virtud, sacrificada por
los galanteadores de la historia. Muchas veces lo que merece respeto no es la idea de que
se hace eco la pluma; no es la concordancia entre la ley moral y la palabra que la expresa,
sino la convicción con que el escritor sostiene sus principios y la lealtad con que los de-
fiende frente al mundo. Jeremías Collier, símbolo del batallador irreductible, de él respiran
mal olor y están llenos de cierta gracia natural, pero inurbana en la que todo sobra menos
el pudor y la limpieza. Nadie, sin embargo, osaría condenar en nombre del decoro o del
pudor esas páginas malolientes que a todos nos cautivan no sólo por el arte que el autor ha
empleado en la narración de sucesos tan viles, aunque tan humanos, sino también porque
las faltas que allí se cometen contra la urbanidad no ofenden ni nuestro sentido moral ni
nuestra delicadeza. De desacatos de esa especie está lleno el arte primitivo. En los poemas
de Homero, el más grandioso de los monumentos literarios de aquella época, se describen
las escenas más vulgares con una simplicidad de estilo y de imagen que no se concebirían
en la literatura moderna, es decir, que no podrían tener cabida en un arte hecho por hom-
bres que han perdido el sentido directo de la naturaleza. Los reyes homéricos, echados
177
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
de bruces sobre la tierra, beben en las fuentes sagradas el agua de los ríos, y pronuncian,
con palabras estercolarias, terribles juramentos, espantosas admoniciones que salen de
sus bocas coloreadas con la espuma sangrienta de la venganza. La nodriza de Orestes, en
una de las tragedias de Esquilo, habla con graciosa intimidad de los sitios en que el niño
cumplía sus actos naturales, y la de Julieta, en el drama de Shakespeare, alude con igual
desembarazo a escenas semejantes de la niñez de la heroína del más delicado de los poemas
de amor concebidos por el genio del hombre.
Las imágenes naturales, la expresión directa, las formas libres, las frases desembara-
zadas, desaparecen de la literatura cuando el romanticismo pone de moda las perífrasis y
desarrolla el culto por la elocución retorcida.
III
La inclusión en este volumen de algunas composiciones pornográficas de Juan Antonio
Alix, se justifica para los que piensan como Oscar Wilde, que en literatura no hay obras mo-
rales ni inmorales, sino obras mal o bien escritas. Para los que no admitan, como el famoso
presidiario de Reading, semejante paradoja, la inserción de tales poesías en un libro destinado
a toda clase de lectores, se explica porque la mayoría de esos versos ofenden el olfato antes
que el sentido moral y contienen más inmundicias que conceptos lúbricos o expresiones
contrarias a las buenas costumbres. Composiciones como la intitulada El Follón de Yamasá,
verdadero monumento de dicción pedestre, pero a la vez ágil e ingeniosa, se leen con gusto
porque debajo de ese torrente de inmundicias corre un hilo de gracia que no aparece empa-
ñado por ningún pensamiento lascivo.
Compárese el fondo de esas poesías, fruto de un vate popular y de temperamento
inculto que logró por adivinación ennoblecer su arte grotesco con cierta vena de humo-
rista instintivo y con cierta melancolía epicúrea, con el romance de Quevedo que lleva
por epígrafe Pinta los principios de la juventud, o con aquellos en que el Luciano español
imita algunos de los más soeces epigramas de Marcial, y se verá cuán grande es la distancia
que separa esas dos clases de poesías: las unas, llenas de refinamientos, pero envueltas en
un perfume que enajena peligrosamente los sentidos como el del pañuelo que ha pasado
por las manos de muchas mujeres; y las otras, toscas y nudosas, pero despidiendo todo el
candor de la naturaleza, como la rama que ha sido cortada sobre el fango para lucirla con
todas sus hojas.
Joaquín Balaguer.
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JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Tocinos y longaniza
Saliendo de una gallera
Donde fue mi suerte poca,
Tomé el camino de Moca
Por la Ceiba de Madera.
A mi amigo referí
De dónde salí ese día,
Y si él me permitía
El pasar la noche allí.
Al contestarle que sí
La mano me la apretó,
Y me dijo: “Pue zeñó
Zi ozté fuere a la Laguna
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Y manque tó achicharrao
Créa!o ozté Zeñó Gelí,
No paro eta noche aquí
En la Ceiba de Maera
Pué quiera Dió jo no quiera,
A caza tengo que dí!
1
Un caballito.
180
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Y al no comer en el día.
Mé hallaba muerto del hambre.
Lo malo es el soñar
Entre todos mis defectos,
Pues sueño siempre con muertos
Si me acuesto sin cenar.
181
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Estuve en conversación
Con mi amigo largo rato,
Y no oí sonar ni plato
Ni vi luz en el fogón.
Me causó admiración
No ver luz en la cocina,
Y al no oír gritar gallina
Ni tampoco rajar cuaba,
Demasiado me inquietaba
Y me daba mala espina.
Yo nada le respondí
Porque perdí la esperanza,
De meter allí en mi panza
El sancocho con ají.
182
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Gracias al amigo dí
Por haberlo molestado,
Y por haberme dejado
El pasar la noche allí.
183
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
El follón de Yamasá
Siento mucho relatar
Lo que al fin relato hoy,
Porque ya dirán que soy
Amigo de exajerar;
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JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
El Chichón, cuatro veces más grande que la frente.
2
185
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
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JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Falta sí a la obligación
Negarse una señorita
A bailar cuando la invita,
Sea quien sea en un salón.
El que tiene invitación
Ninguna sospecha deja
De que sea mala pareja,
Pues allí lo han invitado,
Aunque tenga remachado
“El negro tras de la oreja”.
De la parienta Fulana
El pelo siempre se mienta;
Pero nunca la pimienta
De la tía siña Sutana,
Por ser muy blanco se afana
Y del negro hasta se aleja,
Nublando siempre una ceja
187
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Los curanderos
(En bien de la Humanidad).
Un crimen que causa horror
Y diezma a la población,
Merece hoy la atención
Del Gobierno Superior.
Y del público el clamor
Por compasión y piedad
Suplica a la autoridad
Que de la Ley que haga uso,
Para cortar un abuso
“En bien de la humanidad”.
Yo me refiero, señores,
A unos tantos curanderos
Charlatanes y embusteros
Y de crímenes autores.
Pues estos falsos doctores
188
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
189
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
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JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
192
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
193
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Disfrazado de animita
Porque siempre está eclipsado.
Y aunque el pueblo está enojado
Y lleno de sufrimiento
Se veía con sentimiento
Y mientras decía ¡qué ganga!
Respondía la mojiganga:
“¡Qué viva el Ayuntamiento!”
Y la injusticia sencilla
Disfrazada de barraco
Contestó: “Yo no me raco
En espinosa jabilla”.
3
Pseudónimo usado en artículos contra el Ayuntamiento.
194
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
La pobreza
Es la pobreza en el hombre
Una horrible enfermedad,
Y estremece en realidad
Sólo pronunciar su nombre.
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
4
Un vendedor de pan.
196
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
El pobre se desespera,
Y pierde a veces el tino,
Cuando ve un remolino
De su casa en la cumbrera.
Si el bohío tiene gotera
Dice a Dios en oraciones:
Disuelve esos nubarrones
Te lo suplico, Dios mío,
Ve que tengo mi bohío
Con tamaños goterones.
197
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
En la pobre se ha notado
Que si vive amancebada
No la invitan, para nada
Si el querido es arrancado,
Si es rico, no hay cuidado,
La querida es señorita,
Todo el mundo la visita,
Y a los bailes se convida,
Y así una pervertida
El dinero la acredita.
198
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
199
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Luperón el general
Es la potencia mayor,
Que de Lilís a favor
Trabaja, pero puntual.
Y ya lo ha dicho formal
Que su palabra la da,
Y a Lilís apoyará
Para que salga triunfante,
Pues en lucha semejante
“El que no puede no va”.
El comercio principal
Lo desea por conveniencia,
Que ocupe la presidencia
Quien dio la paz general.
Lilís es hombre legal
que bien conocido está,
Y el único que dará
Garantía a las propiedades;
Y como estas son verdades
“El que no puede no va”.
200
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Ya es inútil propagar
Que Lilís el ciudadano,
Ya con el triunfo en la mano
Pretenda hoy renunciar,
Y como él ha de triunfar
Porque más votos tendrá,
Déjense de caballá
Que Moya irá otro día,
Pero en esta es bobería
“El que no puede no va”.
Santiago, Mayo 6 de 1886.
Alborada
Para la fiesta de la bendición de una imagen del Patrono.
SANTIAGO EL MAYOR,
que el H. Ayuntamiento ha dado esta ciudad.
Santiagueros, ¡atención!
Empecemos la alegría,
Porque hoy es un gran día
Para esta población.
201
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Y dejarse de creer
Que esta función es tan boba,
Para no cojer la escoba
Y sus calles bien barrer.
Y dejarse de pamplinas
Que las que son pobrecitas,
Pueden dar sus pesetitas’
Pero en siendo ricas, no;
Porque me figuro yo
Que pueden dar sus onzitas.
202
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Jatuai con le puela pueta
En los campos de San Juan,
Un pueblo de esta Nación,
Habita un rico bribón
El avaro más brigán.
Muy temprano lo verán
Que así que su cama deja,
Se encaja una espuela vieja
que en el día no se la quita
Y lo más de mañanita
Coje el burro y lo apareja.
203
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
204
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
205
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Di coloni italiani
Italianis prepárate
Con tute le necesari,
Que di Patroni acercari,
Con di muchi celerate.
E il falere celebrate
Con tuta la pompanata,
Facienda di candalata,
E ponienda banderete
Di ramoni e farolete
E di cosi delicata.
Di pública ya sabeli
Qui colone aquí morata,
Arqui triunfe preparata
Cosa richi e mucho beli.
Pur la festa di frateli
Di Jacobis la Mayori
Pur qui tute le sinori
Dominicane mirate,
Que italiani festejate
Di Patrone con honori.
Di Angelo Pelerani
E di Alejandre Eschufino,
E di Pascuali Marino
Tute di bone italiani.
Di Genari Cantesani
Panchi Blois frateli bone,
206
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Di Pelerani Lorensa
Di Joveneta apreciata,
A di festa preparata,
Con di placeri comenza.
Di bone Luis Paonensa
E Forestieri frateli,
Quisep e di bone Feli,
Tuti con gusta sapresta
A solemnare di festa
Di Jacobis santis beli.
E a la festa celebrata
Di santiagueri Patrone,
Ponienda la pabilone
E gastanda muchi plata.
Di frateli Sabatini
E la Guisep Eschufino,
Como di Rocco Turquino
Tuti di bone italiani.
E Franchisca Pelerani,
Tuta ella son dipuesta
A solemnare di festa
Con mia caro santiaguere
Que a di colone le quere
Pur tuti di gento honesta.
E di Pilade ingeniere
Giometra profesori,
E di bone agricultori
Anunciate a tute quere.
Qui pur la festa tenere
Muche pape, lechugueta,
Carolete rabaneta,
Por la di bona manllata,
207
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
E hacer di la zalata
E celebrate di festa.
Refrán campesino
5
Y hace muy bien, pues si lo hace a caballo como debía de ser, al momento le rifan el jaco,
porque ya las rifas de caballos tienen al público soliviantado de atrás. Siga el amigo Pedro
haciendo los Patrones Santiago a pié, para que vayan los rifadores de bestias a freír buñuelos.
208
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Y no querrán convenir
Que en el mundo todo falla.
Y el que anda y no se avalla
Con tal que su ruta siga,
Atrás vendrá quien le diga
Lo viejo van pa la maya.
209
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
210
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Y a muchísimas ancianas
Ya no les van ni gustando
Que las estén jeringando
Con estas santas jaranas.
Y aunque ya pintando en canas
Mi cabeza hoy se halla,
Por cosa así tan caballa
A mí se me da tres pitos
Que a mí me digan: Viejito,
Lo viejo van pa la maya.
Y si el refrán campesino
Tiene a los viejos a raya,
A ensuciarse en la canalla
Los viejos listos están,
Y en el que inventó el refrán
Lo viejo van pa la maya.
Un viejo.
Santiago, septiembre 15 de 1891.
211
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Y en mi pensamiento insisto
Porque en derecho me fundo
Que Colón es el segundo
Del que sucumbió en la cruz,
Porque él abrió con su luz
Las puertas del Nuevo Mundo.
Y desatino no es
Esta frase que difundo,
Porque el Moisés profundo,
Y Salomón, ignoraban,
Que al occidente se hallaban
Las puertas del Nuevo Mundo.
Y al primer Napoleón
Conquistador sitibundo,
212
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
El título de Primada
Te dio el sabio más fecundo,
Y yo con amor profundo
Le dedico este cantar,
Al que abrió de par en par
Las puertas del Nuevo Mundo.
Santiago, l0 de octubre de 1892.
Y al tener preponderancia
Este pueblo en el Cibao,
213
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
214
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
215
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
216
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
En cuaiquiera boyobán
“Eso é paja pa la gaisa”.
217
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Ej jijo de un degraciao
De la jecuela en aiguna,
No aprende cencia ninguna
Si no é a jacei mandao.
Poique hai maetro maibao
Que ai niño rico lo ensaisa,
Lo acaricia y lo reaisa
Y se empeña en educalo,
Y ai que no lleba regalo
“Eso é paja pa la gaisa”.
Agora lo cosechero
Dique tan ya preparao,
Pa trei dique enmanillao
Su tabaco a lo tiendero.
Eso é bueno y placentero
Pa daile a su fruto aisa,
Y to el que lo enrelaisa
Con mácula como diante,
Le dirán lo comeiciante:
“Eso é paja pa la gaisa”.
218
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Y dispensen lo poquito,
Que le dice en ete oficio;
Quedando siempre ai seibicio
De la gente que no é faisa
Y de toa la democraisa
Como seibidoi antento;
Y ei que no quede contento
“Eso é paja pa la gaisa”.
Santiago, febrero 4 de 1894.
La jambre
Si Dios no mete su mano
El hambre nos sacrifica,
El pobre tira su anzuelo
Pero el peje no le pica.
Señores, ya no es posible
Que un pobre pueda vivir
Sin comer y sin vestir,
Porque eso es imposible.
219
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Mi única profesión
Son las décimas de sica,
Y si el canto se me achica
Diré de todo por sobre;
Que hoy sale a pescar el pobre
Pero el peje no le pica.
Santiago, junio 18 de 1894.
220
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Y también se compromete
El José Antonio Espinal,
En todo ese litoral
Con el Tavares Pedrito,
Y el buen Figueroa Toñito
A empeñarse cada cual.
221
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
A papá! si ú pa rantré
A presant nan gran currú,
Sigur Bonyé puní ú;
E pur es yo aconsejá,
Con buene gelle cantá:
Cucurucú! cucurucú!…
222
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Y al Rosario de María
Le puede quitar el paso,
Y sin ningún embarazo
Echarles tres caracoles,
Y con los mismos faroles
Acabarlo a farolazo.
¡Aquí va la rabiza!
6
Japoneses.
223
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Porque ya si es seguro
Sacudir la suerte ingrata;
Pues de serio se trata
Y el empeño es muy formal,
Que el ferrocarril Central
Nos una con Puerto Plata.
Y en el vapor Saginó
Que ha llegado últimamente,
Ha traído mucha gente
Y materiales la mar!
Para a la carga activar
Los trabajos prontamente.
7
La barca “Lelia Smith” trajo a Puerto Plata 450 toneladas de rieles, cemento romano, herramientas, etc., etc.,
y el “Sagomaw”, que llegó últimamente una porción de empleados y materiales.
8
Cablegrama de Nueva York: “Tomás Pastoriza.- Santiago.- Sto. Domingo.- Firmado contrato Whalens
Ferrocarril Santiago.- Moca. WELLS”.
224
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
9
Algunos dicen mechero.
225
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
226
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
El Ministro de Fomento,
“Que ya cantará aleluya
De salirse con la suya,
Se le aproxima el momento.
Inauguración del Ferrocarril
que toca en San Francisco de Macorís.
El que suscribe, tiene la honra de dedicar este humilde trabajo
al Ilustre Ayuntamiento de Macorís del Norte, y a los dignos empresarios
de esta vía férrea, que son los señores: Don Ulises Heureaux,
Don Teófilo Cordero y Bidó, Don Zoilo García, Don Uladislao Fernández,
Don Juan Antonio Lora, Don Manuel M. Castillo, Presidente de la Directiva,
Don Genaro Pérez, Vicepresidente, Don Thomas Me Lelland, Tesorero,
Don José A. Puente y Don José E. López, Vocales.
De un Ferrocarril tener
Que toca en dicho lugar
Y que lo ha de inaugurar
Del modo más conveniente,
El dieciséis del corriente
Sin nada que desear.
De la Capital vendrá
El Gefe de la Nación,
Y de gente una porción
Que al Gefe acompañará:
De Sánchez, de Samaná,
Vega, Moca, Puerto Plata,
Y hasta de Santiago trata
Gran gentío allí pasar,
Para con gusto gozar
De una fiesta así tan grata.
227
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Lo que es ya se ve afanar
La entusiasta y veterana
Juventud macorisana
Por la honra del lugar.
El pueblo macorisano
Hará un esfuerzo inaudito,
Por presentarse bonito,
Alegre y lo más galano.
228
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Ninguno se negará
A este buen procedimiento
Que del buen comportamiento
De todos en general,
Quedará este festival
Con el mayor lucimiento.
Y es preciso convenir
Que al pueblo macorisano
El Santo Dios Soberano
Se ha dignado bendecir.
Conduciendo el adelanto
Y el gran progreso que encierra,
Así es que a muerte guerra
Ninguno le debe hacer,
Al que viene a engrandecer
Esta bendecida tierra.
229
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
El pueblo macorisano
No debe fijarse en costo
Para el dieciséis de agosto
Mostrarse lo más galano.
Al músico santiaguero.
No le da su profesión
Pues ya no hay más diversión
230
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
El artesano se afana
Y trabaja sin cesar,
Pero al tiempo de cobrar
Le dicen: “Vuelva mañana”.
El tendero hoy no gana
Ni para tomar café,
Y así a menudo se ve
Que le dicen al recuero:
“Por ahora no hay dinero”,
“Mañana te pagaré”.
231
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
El escribano se apura
Y se queja amargamente,
Porque no hay quien se presente
A que le hagan escritura.
El juez civil asegura
Y dice de buena fe,
Que en la oficina no ve
Sacando actas de bautismos
Y si van, dice lo mismo,
“Mañana te pagaré”.
Se lamenta el boticario
De que despacha recetas,
Pero no ve dos pesetas
Ni siquiera para el diario
De baile soy empresario
Decreto del Gobierno prohibiendo la matanza de reses hembras.
10
232
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
233
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Felicitación
del cancionero del Yaque a su buen amigo Don Evaristo Demorizi (a) BUL,
Delegado del Gobierno en el Distrito Marítimo de Samaná.
Y poderle desear
Como en prueba de amistad,
Salud y prosperidad,
Larga vida y agradable,
Y a su familia apreciable
Eterna felicidad.
234
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
235
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Esta no es la descripción
Que merece la grandiosa,
La rica joya preciosa
De Quisqueya la Nación.
236
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
La candela empezará
Sin que la sujete nada,
Por la barba tan poblada
Del amigo Mañaná;
Y al ver en su vecindad
La candela tan cerquita,
Lucas de Castro y Lupita
Se afanarán de verdad.
Al momento ya saldrán
Con las Tavares de enfrente,
A engalanar prontamente
Con mil ramos y banderas,
El lado de sus aceras
Como lo hacen comúnmente.
Pues de seguro lo sé
Por boca de Emilio Ureña;
237
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Y lo mismo ya verán
En la chispa a Bernabela,
Prendiendo cabos de vela
Y lámparas con afán,
Ya veremos a la viuda
Encarnación afanando,
Y miles cosas plantando
En su puerta allí sin duda.
A caballo, ya se ve,
En su sitio allí jefeando
Y a los mozos desafiando
Que salgan todos al frente,
A ver un viejo caliente,
A caballo figurando.
238
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
En la calle de la Unión
Cantando más que un gilguero,
Se encuentra Emilio Cordero
Con bastante animación.
Y corno él es un Rogrón
De su gente allí vecina,
Entre él y Carlos Medina
Le han pasado allí una nota,
Preparando a la hermosota
De la señora Gabina.
Al entusiasta Cortina
Casi nada le diremos
Pues de seguro sabemos
Que se lucirá en su esquina.
239
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
El Martínez Victoriano,
Y Siana su buena Esposa,
No son gente lagañosa
Para emplear el mejicano.
Espléndida y orgullosa
Y también media privona,
Que cualquiera hasta lo abona
Que lo que es Ana Josefa,
No es ninguna mequetrefa
Con Gracita la Patrona.
La Rodríguez Bernardina
Dizque tiene una guitarra,
Para volverse chicharra
Cantando la mangulina.
240
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Y si Lilo tirotea
Con su revolver marmita,
Ave María, Santa Rita!
Magnífica anima mea!
Santiago, 14 de enero de 1895.
241
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Y el Fernández Nasario
Y el Ortega Bacilicio,
Como ya están de oficio
Nombrados recaudadores,
Ejercen estos señores
El más penoso servicio.
Y eso no es humanitario
Ni tampoco regular,
Una limosna negar
Para bien tan necesario.
Y no sólo el vecindario
Debe ser contribuyente,
Porque puede casualmente
Morir allí un forastero,
Y su cuerpo hallar, empero,
Un hotel lo más decente.11
Uno sabe donde nace, pero no sabe dónde muere. Si los cementerios son para todo el mundo,
11
242
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Ya la señora Fonder
Con diez pesos se anotó,
Y con ocho se apuntó
La de Núñez don Javier.
243
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
244
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Santiagueses!
Primer cartucho
El Ferrocarril Central se encuentra ya en Las Lavas
y el 16 del próximo agosto hará su entrada triunfal en esta ciudad.
Así es que no hay más que prepararnos para obsequiar con el más grande entusiasmo
a tan digna y bienhechora visita, de la cual dependerá la felicidad de todos.
Viva el progreso material e intelectual de la República Dominicana!
Viva el Gran Pacificador, verdadero autor del bienestar de la Nación!
Viva el muy progresista Ayuntamiento de esta ciudad! Y viva yo, que digo así:
El Ilustre Ayuntamiento
Como el Comercio también,
Ya debían tenerlo a bien
Hacer algún movimiento.
245
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
246
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Pero é dominicana!
y como ella é suidadana
247
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
El Ferrocarril Central
Al Honorable Ayuntamiento de esta ciudad.
Según un parte oficial
Que tiene el Ayuntamiento,
Damos hoy conocimiento
Al público en general,
La fiesta de referencia
No será más transferida,
Como es cosa bien sabida,
Que lo ha sido con frecuencia,
Pues según correspondencia
De Lilís el General,
Lo aseguro como tal
El Municipio de ésta,
Que en junio será la fiesta
Del Ferrocarril Central.
Y la Junta referida
Hoy se mueve de verdad,
A fin que nuestra Ciudad
Quede pues lo más lucida,
248
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Y al Jefe de la Nación
Con vivas recibiremos,
Y bien ya festejaremos
Al bienhechor del País,
El Gran General Lilís,
A quien tanto agradecemos.
Y el entusiasmo mayor
Tenemos que desplegar,
Y con ahínco ayudar
Al Municipal Concejo,
Y a la Junta de Festejo
Para todos bien quedar.
249
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Y comprendan la razón
Que la junta por sí sola,
Imposible que dé bola
Si no encuentra protección.
Lo laidrone
De la Jurisdicción de Quiminduñe, a Siño Juan Antoño Alí,
decimero del Cibao, contetamo lo siguiente:
250
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Pa un enfelí trabajai
Con jambre, soi y barato
Ma bale meteise a gato,
Que tenei que rebentai.
Si le supieran pagai
Con juticia a un probe pión,
Y con buena mantención,
No se diría que un ratero,
Que roba a su compañero
Gana cien día de peidón.
Felicitación
A mi apreciable Compadre.
Como yo lo aprecio tanto,
Compadre del alma mía,
Como de año nuevo día
Esta coplita le canto,
Y le deseo con encanto
Que el año nuevo le sea
Conforme usté lo desea,
De contento y bienestar,
Y la paz en vuestro hogar
Reinando siempre la vea.
251
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Felicitación
A mi apreciable Comadre.
Con placer, comadre mía,
Su compadre le desea
Que el año nuevo le sea,
De contento y alegría.
Los ladrones
El que no siembra no coje;
El que cuida siempre tiene,
El que no trabaja roba,
Porque, ¿con qué se mantiene?
Debían de considerar
Que el que lo ajeno recoje,
Es fácil que un día se moje
Si no sigue aquel refrán,
Que le dijo Dios a Adán:
El que no siembre no coje.
252
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Y se puede asegurar
Que a esa gran festividad,
Pasará de esta Ciudad
La música militar.
253
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
254
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
255
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
El 27 de febrero
Al Señor don Rafael de J. Espaillat,
hijo del Egregio Patricio don Ulises Francisco Espaillat.
Señores, no hay por ni pero,
Sino que con fantasía,
Es preciso honrar el día
Veintisiete de Febrero.
256
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
El tiempo no ha de seguir
Como está por el presente,
Pues cuando pasa realmente
De tabaco la cosecha,
La cosa se pone estrecha,
Pero vuelve floreciente.
La Religión y el Estado
Como cantor popular
Y como amigo que soy,
Del buen Congreso de hoy
Que no deja que desear;
Yo le vengo a suplicar
A ese Poder Ilustrado,
Que se empeñe demasiado
257
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
258
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
La general opinión
Del pueblo dominicano,
Y de todo ciudadano
De criterio y de valer,
Dice que así debe ser
Porque el pueblo es soberano.
Bien dicho.
Santiago, diciembre 19, 1899.
El comercio importador
Batalla con más pujanza,
Por tener tan buena lanza
Como la del labrador.
259
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
El terrible agricultor
Le embiste con energía,
Al que vende mercancía,
Y en pelea con todos entra;
Mal está el que se encuentra
Entre Luca y Juan Mejía.
260
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
261
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
262
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Y al darla, la bienvenida,
Este pueblo santiagués,
No abriga otro interés
que darle buena acogida,
Y sinceras impresiones
Recojerá por doquiera,
Porque todo el mundo espera
Que con vuestra autoridad,
No muere la libertad
Y el país se regenera.
263
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
A mis compueblanos
A la Compañía Inglesa que trata de construir
el acueducto de esta Ciudad,
tengo la honra de dedicar este humildísimo trabajo.
264
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
265
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Insolentes y malcriados
Que en vez de tener oficio,
De mucho más beneficio,
Se dedican a aguadores,
Y de ahí a malhechores
Sin el menor sacrificio.
Un entendido ingeniero
De la dicha compañía,
Con Bogard, que es sin porfía,
Otro hábil caballero.
266
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Y después de terminar
Esa gente su trabajo,
El buen Benigno nos trajo
A su casa a descansar,
En la puerta de la Iglesia
Dicen que sale Lilís,
Preguntándole al que pasa
Cómo se encuentra el País.
267
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
268
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
La buena vida del gato
A mis queridos nietos Mercedes, Juan, Octavio,
y Miguel Angel Goico; Graciela, Rafael, Mercedes
y José Tomás Benedicto; María y Teresa Bonilla.
12
La Culebra, Danza muy tibia del buen compositor Don Nicanor Espinal.
269
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
270
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Por súplica
De un millón de jugadores doy a luz la presente glosa.
Si el juego no es conveniente
Porque es un vicio ruinoso,
No lo es también peligroso
El vicio del aguardiente?
Y mientras la ley consiente
Ese licor maldecido,
Autor que por siempre ha sido
De los crímenes mayores
A los pobres jugadores
Los tienen dando alarido.
271
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
La tinajita Lucía
Tiene amores con Mundito,
Y lo mismo Juaniquito
Los tiene con Rosalía;
Por eso bueno sería
Andar con mucha cautela,
Y vivir por siempre en vela,
Porque no deben estar,
Dedicado por el autor, a su prima Doña María Teresa Julia; de Puerto Plata.
14
272
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
A los que les cae la chupa que se la pongan
Al valiente y muy liberal Don Carlos Morales,
Gobernador de Puerto Plata.
273
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Y es bueno de ir tratando
De ver si la paz impera,
274
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Y a la nación acabando
Con guerras encarnizadas,
Como han sido las pasadas
Terribles y desastrosas,
Por cierto que no son cosas
De gentes civilizadas.
275
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Juramento constitucional
De los Ciudadanos Generales Alejandro W. y Gil
y Eugenio Deschamps, para Presidente y Vice-Presidente de la República
Al General Hermógenes García, Gobernador civil y militar
de la Provincia de La Vega.
Hoy es el día señalado
Por la ley fundamental,
El juramento legal
De aquellos que han designado.
Y ya lo redimirán
Del progreso por la vía;
Y el crédito y garantía,
Del país en general
Lo conservarán cabal
Habiendo buena armonía.
Porque ya es de rigor
Que el pueblo dominicano,
Sea más cuerdo y más humano
Y piense mucho mejor,
276
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Dejemos ya descansar
Esta tierra infortunada,
Que está la pobre, extenuada
De miseria y malestar.
277
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
15
Dedicado por su autor al antiguo Listín Diario.
278
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
279
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Un muchacho que se lo llevó el diablo
En una sección de Moca
El diablo se ha presentado,
Y a un muchacho se ha llevado
Dejando a su madre loca;
280
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
La maternal maldición
Pronto se cumplió por cierto,
Pues a poco en un desierto
Al hijo desventurado,
Con el cuerpo ensangrentado
Allí lo encontraron muerto.
El hijo desobediente
Con sus padres y malcriado,
281
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Extraño no es demasiado
Que el diablo se le presente,
En el local espacioso
Del Club Santiago nombrado,
Bellamente iluminado
Y un adorno muy lujoso,
Un concurso numeroso
De personas distinguidas
Lujosamente vestidas
Honraban aquel salón,
Y a esta digna población
Con verse allí reunida.
282
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
De puntica o de botones
Que ahora empiezan a cantar.
Elegantes y bonitos
Que honraban aquel salón.
Colmando allí de atención
Y de tratos muy decentes,
A todos los concurrentes
Sin andar con distinción.
En todo departamento
Incluso la galería
Tantísima gente había
que se escaseaba el asiento;
Señoras y señoritas
Que ocupaban aposentos,
Y otros departamentos
Se han obsequiado a toditas,
283
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
De su verdadera acción
De cultura y de adelanto;
Deseándole por tanto
Con toda sinceridad,
Años de felicidad
Y un porvenir de encanto.
Santiago, 29 de agosto de 1903.
284
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Y lo observe en lo adelante
De Dios como una sentencia;
Y es que nadie su existencia
La debe sacrificar,
Porque otro vaya a gozar
De la mejor conveniencia.
285
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Y desgracias infinitas
Por sus muchas pretensiones
A los empleos y galones;
Pero eso sería pamplina,
Si la gente campesina
No consintiera cantones.
El Ministro de la Guerra
Polín, nuestro compueblano,
Y el Jefe el más veterano
Muy buena intención encierra.
286
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
Certamen industrial
Dedicado por la Sociedad “Liceo del Yaque” al aniversario
del veintisiete de febrero.
Al Ilustre Ayuntamiento y a la Sociedad “Liceo del Yaque”.
287
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
El Certamen francamente
Hizo salir de casillas,
Un sin fin de maravillas
Que estaban hasta el presente,
Ocultas completamente;
Pero no hay que negar,
Que esa obra singular,
Se debe al buen deseo,
De la Sociedad Liceo
Del Yaque en este lugar.
La maquinita a vapor,
Del joven David de Lora
Tanto admira como azora
Al más sabio expectador,
288
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
La junta Organizadora
Del Certamen referido,
Grandemente se ha lucido
Con su obra encantadora.
Y el público no lo ignora,
Que esta Junta meritoria,
289
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Ha puesto en ejecutoria
La energía más admirable,
Y un esfuerzo imponderable
Hasta cubrirse de gloria.
Santiago, 5 de marzo de 1903.
De quién es la hicotea
A mi amigo Julio Saleta Santiago.
En una honda laguna
Un pescador zabulló,
Y una hicotea paseó
Por una buena fortuna.
290
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I
La hicotea le pertenece
Como a Alejandro y don Juan.
291
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Tomo II
Proemio
Este segundo volumen de las décimas de Juan Antonio Alix, completa la selección reali-
zada por el escritor Dr. Joaquín Balaguer, quien ha prologado la obra, la cual se edita como un
homenaje póstumo al gran poeta popular.
Los trabajos y afanes de todos los que han contribuido a la presentación de estos volúme-
nes, constituyen el mejor estímulo para los editores, interesados siempre en coadyuvar a la
divulgación de la cultura dominicana y al enriquecimiento de la bibliografía nacional.
292
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Al público
Lo que ha pasado en la Otra Banda del Yaque
el día 7 del presente mes.
293
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
294
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Al Gobierno Provisional de la
República, Santiago
Como cantor nacional
Yo no puedo prescindir,
De marchar o de seguir
A la opinión general.
Por eso es muy natural
Cantar lo que ella desea:
Que para evitar pelea
O no más guerra civil,
Le diga a Alejandro Gil:
Afloja la jicotea.
Si el País entero ya
Desconoce tu poder,
No hagas la sangre correr
Que hasta Dios se enojará.
Vete, que tú volverás
Cuando en paz todo se vea.
A tu Patria que desea
Que no haya más bancarrota;
Conque, si eres buen patriota:
Afloja la jicotea.
295
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
A ninguno adularé
Con atronadores vivas,
Y ni con flores ni olivas
A nadie coronaré.
A la paz le cantaré
Y a la Unión que hoy campea;
Esa es toda mi tarea,
Evitar guerra civil,
Diciéndole a Woss y Gil:
Afloja la jicotea.
296
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
297
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
El Gobierno superior
No tiene más ideales,
Que a los frutos nacionales
Darle crédito y valor.
Para que en el exterior
Sean siempre solicitados,
Y no tan desmeritados,
Como están a la sazón
Por su mala condición
Y tan mal clasificados.
En todo el Departamento
Del Cibao están nombradas
Por Deschamps e instaladas
Varias Juntas de Fomento.
Para darle crecimiento
De una manera segura,
A comercio, agricultura,
Y a otras cosas igualmente,
Para que el País realmente
Se coloque en grande altura.
El Gobierno ha concedido
Sin pérdida de momento,
A las Juntas de Fomento
Cuanto ellas han pedido,
Y en todo está decidido
Dichas Juntas a apoyar,
Y hacerlas bien respetar
Con la mayor energía,
Porque es la única vía
De la cosa organizar.
298
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Un hijo desobediente
Que fue a una fiesta en contra del gusto de su padre.
A mi amigo el Gral. Pedro M. Espaillat. Santo Domingo.
299
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
300
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
301
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
El 14 de febrero
continuación de las décimas
Unidos los santiagueros
Con un grupo de mocanos
Valientes como espartanos
Y rabudos espueleros,
A los bolos majaderos
Tanto el dado le cargaron
Que unos cuantos ni atinaron
A salir de la ciudad,
Pidiendo hospitalidad
Donde ocultos se quedaron.
No se hallaron en la acción
Varios bolos generales
Por temor que en los panales
Les picara un abejón.
Fuera de la población
Quedarse allá resolvieron
Pero que cuando sintieron
El bajo de la tollina,
Pues al que le dan camina,
En sus jacos se tendieron.
302
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Al salir de propartida
De los Cerros los zancudos
Continuaron los rabudos
Dándoles la despedida.
Y en la Cuesta referida
El derrote fue tan cruel,
Que echando cuasi la hiel
Por la boca, de cansados,
Llegaron desgaritados
A Llanos de Rafael.
303
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Viva la paz
La República Dominicana se encuentra por el momento
en plena paz y tranquilidad. Loado sea Dios!
DEDICATORIA:
Al Ilustre Caballero Mr. Tomás Cleveland, Ministro Americano
cerca del Gobierno Dominicano, residente en la Capital de nuestra República.
El señor Cleveland ha sido bien obsequiado en todas las Comarcas del Cibao
que ha visitado; que para bien sea.
304
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
La ínsula, se embarcó
A gozar a Puerto Rico,
Y al infeliz del Perico
En la estaca lo dejó.16
Ya un Ministro americano
Reside en la Capital,
Y lo que es el litoral
Del País dominicano
Nunca faltará a la mano
Muy grandes buques de guerra,
El refrán que dice: “quedó como perico en la estaca”.
16
305
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
El pueblo dominicano
Será siempre independiente,
Como promete fielmente
El coloso americano;
Y no habrá poder humano
Que le toque en realidad,
Viviendo en tranquilidad
En paz, en buena armonía,
Pero, si es en anarquía,
Perderá su libertad.
306
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
El maldito criminal
Que a Ñico lo ha señalado
Dicen que mocho y bocado
Le puso como señal,
Como de crianza animal;
Y aunque no es de juicio sano,
El Ñico no es un marrano;
Es hijo de Dios lo mismo,
Por el agua del bautismo
Que tiene como cristiano.
307
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Los niñitos
Que se oían gritando en noches pasadas
en la iglesia de Nuestra Señora de la Altagracia.
308
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
El sacristán de la Ermita
Que se apareció en chancleta.
Armado de una escopeta
Y de un revólver marmita.
Tocó allí una campanita
Y reunió al vecindario,
Para cantar el rosario
Por aquellos angelitos
Que de los cielos benditos
Bajaron a aquel santuario.
309
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Lamentaciones
De una dicha de 35 carnavales que está por casarse que no ve.
A la juventud universal, porque en todas partes se cuecen habas.
310
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
311
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
El chivo motón
A los amigos Rodolfo Lithgow y Enrique Pastoriza.
Ha llegado a la Estación
Del Ferrocarril Central,
Un chivo fenomenal
Que ha causado admiración.
312
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Es un chivato motón
De larga barba poblado
Y entre patas bien pegado,
Un talego regular,
Con el que puede probar
Que nunca ha sido capado.
El chivo de referencia
A Montecristi llegó,
Y por la Aduana pasó
Con la mayor insolencia,
Pues sin pedirle licencia
Al jefe de aquel bufete,
Se ajustó por un boquete,
Pasó por la población,
Sin ninguna interrupción
Hasta verse en Navarrete.
Francamente ahí llegó
Montado en varias carretas,
Con barriles y maletas
Que allí las depositó.
Más tarde se trasladó
Al tren de la vía Central,
Y con gran ceremonial
Tuvo en esta población,
La más bella recepción
Por la autoridad local.
Allí fue el Gobernador,
El Alcalde y el Fiscal.
Los Jueces del Tribunal,
Los de orden Superior;
También le cupo ese honor
Al Señor Juez de Instrucción,
Y de gente una porción
Lo mismo pasó en seguida,
A darle la bienvenida
Al caballero motón.
Mas después de celebrada
La recepción oficial,
Con un proceso verbal
La fiesta fue terminada.
Pero, que a la llegada,
De un señor facultativo,
Que observó que dicho chivo
313
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Improvement.
17
A última hora hemos sabido que el baile judú tuvo lugar en la calle de la Victoria
18
y no en la de Santa Ana.
314
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
315
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Un campesino dominicano
Que estuvo en Haití vendiendo unos andullos
y a su regreso tuvo una entrevista muy curiosa con el que suscribe.
(A dos amigos puertoplateños).
316
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Lo memo la macarela,
La titulan macrilló
Lo molondrone gombó
Y difé a la candela.
A la paila o cazuela
Le dicen allá shodié;
A lo zapato sulié,
Puesón ai peje o pecao
Y en siendo el arró graniao
Le dicen durí grené.
317
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Un sancocho, e ebullón
Ñon eguille, es una aguja
Como ei casabe de bruja
Ello lo llaman llonllón.
A lo caibone, charbón,
Ai quitasoi, paresol,
Guanábana, corosol,
Ñon chandel, e juna vela;
Y a la maidita viruela
Le dicen pití verol.
318
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Y si tú por pretensión
Al negro le pones pero,
319
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
El edén
Créalo, seña Colasa, que así se llaman los cuatro famosos bailes de disfraz que harán
los empresarios Lithgow y Rivera en la calle de las Rosas, frente a doña Carolina Reyna.
Compae, esos bailes serán la tusa y recumina del carnaval 9, 10, 11 y 12 del corriente.
320
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
La música le diré
Que no merece reproche,
Sí, mamita, la de anoche
Estaba de chupe usté,
No hay una danza Bollé,
Todas nuevas, se lo juro,
Y me vi en tal apuro,
Que si yo no me sujeto,
Al verme en tamaño aprieto
El tiro se va seguro.
321
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Cánticos
Para los Aguinaldos de las próximas Pascuas de Navidad.
Al Pbro. don M. de J. González, Cura de la Parroquia de la Altagracia, de esta ciudad.
Alabemos todos
Al Niño Jesús
Que nació en Belén
Y murió en la Cruz.
También alabemos
Con suma alegría,
A sus santos padres,
San José y María.
Después de alabar
Al Rey de los cielos,
Con los de esta casa
Nos entenderemos.
Y les cantaremos
De Dios con la gracia,
Deseando a todos
Muy felices Pascuas.
Y un año feliz
Con prosperidad;
Salud y dinero,
Y felicidad.
322
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Librarlos a todos
De las malas lenguas.
Señores, ¡silencio!
Que el sonido empieza,
De plato y cubiertos,
Y arreglos de mesa.
Por el agujero
De la cerradura,
Ya se siente el bajo
de fritanga pura.
Y allá en la cocina,
Ruidos de sartenes,
Que sacan del horno
Pavos y pasteles.
Y al entrar, Señores,
Mucha precaución,
Con los que se meten
Sin invitación.
Y en los aguinaldos
Los pulpos nombrados,
Se sientan primero
Que los invitados.
323
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Y al ir a la mesa
Los primeros son,
En comer de todo
Con mucha ambición.
Entremos, señores,
A esta honrada casa,
Saludando a todos
Y dando las gracias.
Y después de entrar
Esa gente buena,
Que no tarde mucho
En poner la cena.
324
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Y el Cometa se lamenta
De que a la Iglesia cristiana
Mucha gente de sotana19
La tiene hoy de su cuenta;
Vive el Papa de su renta
Que le producen millones,
Y los frailes regordones
Cogiendo mangos bajitos
No me refiero a toda gente de sotana, sino a aquellos que no sacan una gata…
19
325
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
En conventos infinitos
De pícaros y ladrones
Santiago, Julio 7 de 1910.
Amor y geografía
Salí de mi casa un día
En busca de una mujer,
A quien pudiera querer
Como te quiero, alma mía.
Me dirigí a La Bahía,
A Sabaneta y Chacuei,
A Montecristi y Copei,
Guayubín, Jánico y Mao,
Pasando por el Bonao,
De Dajabón hasta Higüei.
Estuve en la Capital,
San Cristóbal y Baní,
San Pedro de Macorí
En busca de tu rival.
Pero no hallé ni señal
De quien me agradara allí
Pues si muchas hembras vi
326
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Glosa
Perder lo más por lo menos
Juega para no ganar,
El que alante nunca mira
Siempre atrás se ha de quedar.
Si piensas con más cuidado
Y reflexionas un momento
Ya verás que sentimiento
Ninguno a mí me ha quedado.
327
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Yo en un tiempo te adoré
Y puse en ti mi confianza,
Pero perdí la esperanza
Cuando vi tu mala fe.
Yo muy bien me comporté
Para poderte agradar,
Pero al verte retirar
Abandonándolo todo,
El que juega de ese modo
Juega para no ganar.
Si tú me hubieras querido
Sin intención maliciosa,
Una suerte más dichosa
Quizá la hubieras tenido.
Pero si tú lo has querido
Pasar conmigo tu ira,
Mi corazón no suspira
Por quien no lo sabe amar.
Pues así le ha de pasar
Al que alante nunca mira.
328
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
329
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Sigún su felusumía
E jún hombre bajitón,
Con ojo de carritón
Y un lunai en una ancía.
Boca tiene de jutía
Y medio tuéito de un ojo,
De la pata iquieida cojo
y narí de molondrón,
Ei pelo como un pajón
Y cundiíto de piojo.
330
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Suplico a la autoridad
De ese gran depaitamento
No poneile empedimento
Cuando balla para allá.
Y si ei quie boibei pacá
Suplico ai Jefe de Haití
Que no lo dejen biní
Poique tiene mala maña,
Y el otro que lo acompaña
Que no bueiba ma jaquí.
El cuatro y el acordeón
Si otra cosa mejoi viene
No preguntarán mañana:
¿Maichantico, uté no tiene
Encoidione de campana?
El vulgo cree que el unicornio lo libra de toda hechicería y de envenenamiento.
23
331
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Dizque
Dizque estamos progresando
Dizque así dice la gente,
Dizque dijo un imprudente
Dizque dijo: “ello cuando!”
La generalidad de nuestras gentes de los campos todos saben tocar acordeón.
24
332
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
25
Importador de revólveres, para que nos destruyamos unos con otros.
26
Importadores de estas porquerías.
27
Unos italianos.
333
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
334
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Y si acaso al mediodía
Le guarda un rico bocado,
Le dice usté con agrado:
Ven, dame un beso, alma mía,
Tú eres toda mi alegría,
Tú eres mi ángel verdadero,
Y el día que coja dinero
Ya tendré la precaución,
De comprarte un polizón,
Una manta y un sombrero.
335
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
336
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
“Mis creencias”
Al Señor Don Vicente Flores,
Director del “Propagador”,
Puerto Plata.
Para que veas mi creencia
Mi muy amigo Vicente,
Te dirijo la presente
Haciéndote esta advertencia:
“Tú sabes que inteligencia
No tengo como deseo,
Y aunque escribo medio feo
Te envío estas decimitas
Que así concluyen toditas:
“En eso sí que no creo”.
337
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Y creo en la autoridad
De San Pedro el Sucesor,
Porque ese digno Señor
Gobierna la cristiandad;
En su infalibilidad
De creer tendría deseo,
Y creo porque lo veo
Que cada día más se anula,
Pero creer en la Bula
“En eso sí que no creo”.
338
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
28
El cacheo es como la palma real y el corazón, mientras más lo chupan más jugo da; y es inagotable.
29
Como cobran en la República Dominicana.
339
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Su cabeza y presentada
A la hija de esa impía.
Y como Antipas cumplía
De Salomé el deseo,
Hizo traer de aquel reo
En un plato su cabeza;
¡Pero en lujo y en grandeza!
“En eso sí que no creo”.
Yo creo en la religión
Del que fue crucificado,
Y creo a puño cerrado
Del Verbo en la Encarnación.
340
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
341
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
342
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
¡Pero en especulador!
“En eso sí que no creo”.
343
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Para hacer ver que son lágrimas.
31
344
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
32
Refrán de nuestra gente.
345
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Al pueblo dominicano
Dominicanos, ¡alerta!
Y al hombro con el fusil,
Que el gobierno Woss y Gil
Mirando su causa muerta,
Dicen como cosa cierta,
Y de buena procedencia,
Que a una extranjera potencia,
Ese gobierno nefando,
De vender está tratando
Nuestra santa independencia.
En un peligro inaudito
Se encuentra la Patria amada,
Y será sacrificada
Sin remedio ningunito,
Si no suena pronto el grito
De alarma y de resistencia,
Y se marcha con violencia
A extinguir y devorar,
A los que quieran tratar
Nuestra santa independencia.
346
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Abracémonos, hermanos,
Bajo nuestro pabellón,
Y en la más completa unión
Combatiremos ufanos,
Con las armas en las manos
Rientes y con decencia,
Destrozando sin clemencia
De Patria a los mercaderes,
Que negocian con placeres
Nuestra santa independencia.
Viva la Unión!
Vivan los Padres de la Patria!
Y maldición eterna a los que venden Patria!
347
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
348
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Al público santiagués
Y a la empresa del Acueducto
y Alumbrado Eléctrico de esta Ciudad.
349
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Un entusiasmo inaudito
Reina en toda esta ciudad,
Por ahora sí es verdad
Que tendremos segurito
Un acueducto exquisito
Y un espléndido alumbrado;
Porque todo está arreglado
Con esos blancos ingleses
Que ofrecen en pocos meses
Dejarlo todo acabado.
350
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Y también su lamparita
Que poco le ha de costar.
Y la empresa o compañía
Dice que podría llevar,
El agua a cualquier lugar
Del pueblo en la cercanía,
Donde sufren de sequía
Por no haber ni un arroyito,
Como en Hoya del Caimito,
Rincón Largo y la Totuma,
Pues de agua allí una pluma
Sería un tesoro inaudito.
351
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
352
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Divertirse a tutiplén
Jugando hasta baquiní,
Comiendo y bebiendo allí
Con tranquilidad también.
Tocante a legalidad
Allí en Laguna Prieta,
No habrá pillo que se meta
Con tanta facilidad
A causar dificultad.
El comandante Marrero,
Los socios y el garitero,
De gallos en la batalla,
Hacen de jueces de valla
Para evitar pelotero.
353
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
354
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
355
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
356
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Este es el epígrafe del remitido que trata de la condición del soldado.
33
357
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
358
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Muy de mañana se ve
Que va donde la vecina,
A velar en la cocina
El traguito de café.
Y aunque allí sentado esté,
Ni un palo de leña raja,
Ni le empuña la tinaja
Para ir al río por agua,
Pues quiere vivir de guagua
Quien su lomo nunca baja.
359
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Y si de comer no halla,
Ya mandará los hijitos,
En busca de unos huevitos
De gallina ajena en maya.
360
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
O si no el muy canalla,
El puerco del que trabaja
En el hombro se lo encaja
Y, al pulpero que consiente,
Lo trueca por aguardiente
Quien su lomo nunca baja.
361
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
De cuenta de autoridades
En los campos, con frecuencia,
Sin ser de su competencia
Se toman mil facultades.
En ajenas propiedades.
Uno quita, otro rebaja,
Y en encontrando ventaja
De notarios se la dan;
Y así vive de holgazán
Quien su lomo nunca baja.
362
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
En los tiempos de María Castaña, caiculen!
34
363
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
35
Comadre, ¿qué pescado es ese?
36
Ese no es peje bacalao!
37
Qué dajao tan bueno!
38
Dajao bueno, muy bueno, comadre.
39
Eso no es cosa de porquería.
40
Sí, Comadre, dajao bueno.
41
Comadre, me marcho.
42
Excúseme, Comadre, perdón.
364
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
El referido musié
Después de hacer como Blas,
Ya comiste ya te vas,
Cruzó el Masacre y se fue.
Pero dizque el retapé,
De ese personaje alto,
De tamaño no era falto,
Pues la tradición lo cuenta,
Que tenía de tabla treinta
Y cuarenta de peralto.
Ánimo, y que le vaya bien.
43
365
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
En el mundo yo lo sé
Que hay millones de mujeres,
Que te brindarán placeres
Pero no de buena fe;
Como yo no hay quien te dé
Tanto amor y estimación,
Y como eres e botón
Más bonito de alelí;
Por eso te llamo así:
Mi vida, mi corazón.
366
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
A la reina de mi amor
Mi vida, hojita de Rosa,
Botoncito de azucena,
Mientras dure en mí tu amor
Yo seré tu centinela.
Si la tierra se menea
Y el mundo se viene abajo,
Ni mi amor te lo rebajo
Ni puedo cambiar de idea,
Y por mucho que se vea
En esta vida azarosa,
Como es tan grande cosa
El amor que puse en ti,
Por eso te digo así:
Mi vida, hojita de rosa.
Como yo te lo juré
Tiene así que resultar
Que no te he de olvidar
Mientras yo en el mundo esté
Y mi amor te guardaré
Como una prenda buena;
Y como eres la sirena,
Que me cantas mi alegría,
Por eso te llamo así:
Botoncito de azucena.
No he conocido mujer
Que yo quiera más que a ti,
Ni puedo vivir así,
Sin tu amor y tu querer,
Por eso tienes que ser
Mi delicia y mi primor,
Y como eres tú la flor
Más bella de mi jardín,
Mi querer no tiene fin
Mientras dure en mí tu amor.
367
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Dominicanos!
Ya, ya nuestra patria amada
De sus hijos necesita,
Y a todos hoy nos invita
Con desenvainada espada.
Ya la hora está llegada
De no pensar en quehaceres,
Ni en los hijos, ni en mujeres,
Ni en nada, dominicanos,
Sólo en destrozar haitianos
A esos miserables seres.
No pensemos en vivir
Ni en nuestros bienes pensar,
Pensemos en batallar
Para vencer o morir.
¿Pues podremos permitir
Que esas bárbaras gavillas,
Crucen jamás las orillas
De la Línea divisoria,
Esa inmundicia, esa escoria
Afrenta de las Antillas?
368
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
¡A la lid, dominicanos!
Y alistemos los machetes,
369
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
El acordeón y el cuatro45
El óigano en moa está;
Dei cuatro naide se acueida;
Por eso no se oye ya,
“¿Maichantico, tienen cueida?”
Así les dice Camilito.
44
Instrumento de cuerda.
45
370
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Lo cuatro y lo tiplesito,46
Galano como ecofieta
Ya ma nunca irán a fieta
En funda de retasito.
Y ei que toca violinsito
De encoidadura de ceida
Pa que su tiempo no pieida
Eta profesión no siga,
Poique ya no hai quien diga:
“¿Maichantico, tiene cueida?”
El Niño de Atocha
Una vieja medio chocha
Me decía: Siño Juan
Béame ete niño de Atocha
Pa bei si e jalemán.
Agora lo jitaliano
No traen Santo beidadero
Como traían den primero
En bía dei pae Solano.
Y uté puede crei heimano
Que lo de juera son tan
Que ata en idomia alemán
Lo rótulo le han ponío:
46
Tiple, instrumento de cuerda.
47
De mucha inteligencia.
371
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Ya nojotro lo critiano
No podemos nian resai
Y ei mundo se ba acabai
Si Dió no mete su mano.
Poique le asiguro heimano
Que el Obipo Arrócacocha
Le ha mandao ai Padre Rocha
Una caita patorai,
Y yo para no pecai
Béame ete Niño de Atocha.
La gallina gira
La pobre de mi vecina
Amiga de dar perjuicio,
¿Qué dirá de mi gallina
En llegando el día del juicio?
372
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
La justicia lo prohíbe
Y bien castiga este vicio,
Pues es grande sacrificio
Que usté críe su gallina
Para una mala vecina
Amiga de dar perjuicio.
48
Partidaria de los triunviros, contrarios de los baecistas.
373
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Si su alma es generosa
Yo le aseguro de fijo
Que yo le seré buen hijo
Y mi madre buena esposa.
Y si usted por buena cosa
Le tiene a su hijo amor
Le suplico por favor
Y por la Virgen bendita
Que se case con mamita
Devolviéndole Su honor.
374
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
375
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
376
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
En lo reboibe de Emí,
Que Dios confunda y maldiga,
Por tal de que nadie le diga
“Compae, párate ahí”.
377
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
378
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Corpus Cristi
Con grande satisfacción
Y entusiasmo singular,
Venimos hoy a anunciar
A esta culta población,
Que del Corpus la función
No se encuentra muy lejana,
Y que una fiesta galana
Requiere la Eucaristía,
Por ser el más grande día
Que existe en la fe cristiana.
379
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
380
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
De música no se hable
Porque eso se sabe ya,
De Montecristi vendrá
La orquesta más admirable
Y que Luis, como es probable
Espera gente un millón
Del Copey y Dajabón
Montecristi, Guayubín,
Y de Sabaneta, en fin,
Vendrán sin comparación.
Osí de Foliberté
De Uanament é d’Otrú,
Capaicién, Maribarú
Ampil mund yo va rivé.
Pur se venir amusé
Nan la fet de mardi grá
An prenan di bon tafiá
E dansé an paix tré bien
381
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
382
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Al público
El 15 de los corrientes, gran festividad en La Vega
en obsequio de su divina Patrona, Ntra. Sra. de La Antigua.
383
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
384
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
En el segundo aguacero
Muchos más se mojarán,
Que en este viaje no van
Por andar aun más ligero.
En la Antigua sólo espero
Que salud me ha de dar
Para poderlos mojar
Aunque así le dé coraje
A todo el que en este viaje
Se me ha podido escapar.
Santiago, agosto 6 de 1893.
La graciosa mascarita
A mis amigos Doctor Morillo y Emilio Almonte.
49
Este buen señor, con la ayuda de N. S. de la Antigua ha salvado a una porción de personas
atacadas del tétano o pasmo. Vamos a ver cómo se las averigua hoy con la Antigua su protectora.
385
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
La graciosa mascarita
Temprano enseñó la oreja,
De que era gallina vieja
Y de espuela no chiquita;
Porque sin decirle quita,
Ni déjame el alma quieta,
Amparada en la careta,
Que es la ruina del pudor,
Le correspondió su amor
Con fidelidad completa.
La mascarita citada,
Declaró a su tierno amante
Que sentía pero bastante
Decirle que era casada;
Y que estaba disfrazada
Sin saberlo su marido,
A quien dejó muy dormido,
Por una copa de vino
Que le dio un médico chino
¡Para dejarlo rendido!
386
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
En la Sección de La Zanja
y al lado del buen señor Pedro Díaz, se encuentra
el establecimiento de tienda y pulpería del buen amigo
Fofín Pichardo, joven buenmozo, enamorado, guapo
y con mucha plata. Según Juan A. Alix.
387
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Y tocante a pulpería
Casi no hay que preguntar,
388
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Fofín es un comerciante
Que se empeña en agradar,
Y en su casa acotejar
Con cariño a su marchante.
389
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
La vanguardia
Es el nombre de cuatro bailes de disfraz para el Carnaval en los días 9, 10, 11 y 12 del mes de febrero,
y en el vastísimo y lujosísimo salón del casino de Laíto Guerrero, frente al Parque Central.
Empresarios: Laíto Guerrero y Enrique Méndez.
Compae esos bailes serán la tusa de todos los bailes del Carnaval.
390
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Como no consentirán
A las pájaras aquellas,
Cargadoras de botellas,
No se vistan que no van.
Ni menos admitirán
Tantos niños majaderos
Que en bailes son los primeros
En empuñar los asientos
Causándoles sufrimientos
A damas y caballeros.
391
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Al honorable Ayuntamiento
Señoi Don Ayuntamiento,
Le mandó a dicí ei reló
Que lo jaga de poi Dió
De alibiaile su toimento.50
Que ei pueblo no ta contento
Con uté ni con su mando,
Poique ya lo ta mirando
Que todo e un miterio,
Teneilo en un cautiberio
En be de tai funcionando.
Le mandó a dicí también
Que si tiene un chin de honoi,
Que le jaga ese favoi
De no beilo con dedén.
Que en este pueblo no hay quién
Deje hoy de muimurai
Que no lo quien colocai
En su beidadero pueto.
Poique… jun! dejemo eto…
Que ma bale ata callai…
50
Un reloj público que regaló el Gral. Lilís a Santiago de los Caballeros, hace dos años
que lo tienen arrumbado en un cuarto y no hay manera de que el Ayuntamiento lo coloque
en el lugar que le corresponde.
392
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
El pleito de Pontezuela
Ocurrido en dicho lugar en la noche del día de Santa Rosa.
51
El Ayuntamiento estableció una lotería con el fin de montar el reloj y después de apercibir
como dos mil pesos o más, lo invirtió en otras cosas contrariando las leyes del Ayuntamiento.
52
Por estas décimas condenó a Juan Antonio Alix, el Tribunal correccional de Santiago
de los Caballeros a $8.00 de multa y cinco días de prisión.
393
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
394
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Revolución en Haití
Los generales Leconte y Juan Gil a la cabeza del movimiento revolucionario
en la parte Norte de la República; pronunciamiento de Cabo Haitiano,
Fort Liberté, Juanaméndez y otros pueblos del Norte.
A los Gobernadores de Puerto Plata y Montecristi, por lo demás así diremos:
Vive Fermén!
395
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
La Purísima Concepción
A la distinguida Señora Doña Elisa Rancier de Pérez,
y demás iniciadoras de la fiesta que se prepara el día 8 de los corrientes
a la Purísima Concepción de María.
El día de la Concepción,
Que es el ocho del corriente,
Se avisa a todo creyente
Que habrá una grande función;
396
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
Y como la tradición
Refiere que, en San Antonio,
Era enantes patrimonio
Celebrar la Concepción,
Por esa misma razón
Se prepara el vecindario
Con júbilo extraordinario
A solemnizar el día,
De la Divina María
En ese mismo Santuario.
La distinguida Señora
Que es doña Elisa Rancié,
De la fiesta así diré
Que es la principal autora,
Y también la iniciadora
De que en tan glorioso día,
Reviva la cofradía
De la invicta Concepción,
Como en esta población
En otro tiempo existía.
La víspera de la fiesta
En San Antonio, igualmente,
Habrá una salve excelente
Como ya está propuesta;
53
Las del barrio de San Antonio.
397
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
El día de la Concepción
El acto será bonito
Con gran misa y pan bendito
Y un magnífico sermón.
Y los fieles con razón,
Con fervor y alegría,
Asistirán ese día
Para dejar complacida
A la por siempre lucida,
La Purísima María.
La cofradía de la Concepción dejó de existir por causa
del terrible terremoto del año 42, por cuya razón pretenden ahora levantar
el espíritu de los fieles y revivir dicha cofradía.
El 23 del corriente
Se empieza en Jánico la fiesta de Nuestra Señora de las Mercedes,
patrona de ese lugar; y el 24 pertenecerá al pueblo, cuyos encargados
serán Victoriano Pérez hijo, Daniel Báez y Daniel Pichardo.
El Presbítero Ramón
Antonio Pérez, sabemos,
Que al frente allí lo tenemos
En esta celebración.
Pues con mucha antelación
La Iglesia hizo pintar,
Y todo bien adornar
Para que sea más lucida,
398
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
La fiesta a la bendecida
Patrona de aquel lugar.
El Pichardo Danielito,
Como Alcalde del lugar,
Que se afana sin cesar
Por el bien del pueblecito;
Un discurso muy bonito
Tiene ya en preparación,
Para cuando llegue Mon
Pronunciarlo en su presencia,
Con tan lucida elocuencia
Que causará admiración.
399
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
400
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
401
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
La Guerra:
En mi reino no hay bonanza,
Todo es pesar y aflicciones,
Hago yo formar cantones
Para acabar con la crianza.
La cosecha y la labranza
Por mí pierde el habitante,
También pierde el comerciante
El crédito y capital,
Y si todo marcha mal
De todo soy la causante.
La Paz:
Yo soy la prenda preciosa
Que esta Patria ha de guardar,
Pues doy tiempo a trabajar
Y sin mí nada se goza;
Del progreso soy la diosa
Y de todos preferida,
Al comercio le doy vida
Y trabajo al jornalero,
Y haré todo cuanto quiero
Si no soy interrumpida.
La Guerra:
Yo soy la madre del vicio
Y del crimen la Patrona,
Todo por mí se abandona
Pues el hombre pierde el juicio.
El artesano su oficio
Lo deja por el cantón,
Pierde el niño su instrucción,
Pierde la Hacienda en seguida,
Y al fin se pierde la vida
Siempre que hay revolución.
La Paz:
Huye, guerra, de este suelo,
El poder está en mis manos,
402
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
La Guerra:
Adiós Paz, ya me retiro,
Para nunca más volver.
Hoy te dejo en el poder
Con el baecista y triunviro;
Que no se dispare un tiro,
Que no haya revolución,
Vivan todos en unión,
Ved que sois dominicanos
Y como buenos hermanos
Decid: viva la fusión!
(1875)
403
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
El Gran Pacificador
Y el Ministro de Fomento,
Tomarían a sentimiento
Y a un desagrado mayor,
Si Santiago con fervor
Y bastante animación,
No celebra esta función
Como lo merece tal,
El Ferrocarril Central
Que honra a esta población.
404
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II
405
No. 19
SALOMÉ UREÑA
DE HENRÍQUEZ
POESÍAS ESCOGIDAS
Salomé Ureña de Henríquez
(Noticia biográfica)1
1
Esta noticia biográfica de Salomé Ureña fue escrita por su ilustre hijo Pedro Henríquez Ureña, para la edición
de 1920 de las Poesías de la egregia poetisa. Apareció sin firma, por delicadeza del autor, ya que se trataba de su pro-
genitora: de ahí su sobriedad y la ausencia del entusiasmo ditirámbico que ella siempre despertara por lo que fue y
lo que significó en la sociedad –en las letras y la civilidad– de su época. (Los Editores).
2
Fue un contagio sublime! Muchedumbre
de almas adolescentes la seguía
al viaje inaccesible de la cumbre
que su palabra ardiente prometía…
Gastón F. Deligne. ¡Muerta!
409
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
De su matrimonio tuvo cuatro hijos: Francisco, Pedro, Max y Camila. A su hogar dedicó
la mayor parte de las poesías que compuso desde 1881 hasta su muerte, y que a menudo
dejaba inéditas largo tiempo. Fuera de esas composiciones, y de Mi ofrenda a la Patria, sólo
escribió otras ocho.
Minada su salud por el trabajo cuando se decidió a cerrar el Instituto de Señoritas, no
logró recobrarla; vivió tres años más, y murió en su ciudad natal el 6 de marzo de 1897.
Su muerte fue duelo de todo el país. Está enterrada en el templo de Las Mercedes, en cuyo
convento ejerció el maestro Tirso de Molina.
No se incluyen en la presente edición todas las producciones de Salomé Ureña de
Henríquez; se han omitido poco más de veinte composiciones, escritas en su mayor parte
durante la primera juventud, y el poema Anacaona, escrito en 1879. Se han omitido también
los trabajos en prosa (discursos y cartas), que se procurará reunir en pequeños volúmenes
más adelante.3
3
Las poesías de Salomé Ureña se publicaban generalmente en periódicos de Santo Domingo y a veces, por
excepción, aparecían por primera vez en Cuba. La antología de José Castellanos, Lira de Quisqueya (Santo Domingo,
1874), recogió unas diez composiciones suyas. De su obra poética ya contamos con cuatro ediciones: las Poesías, de
1880, edición de la Sociedad Amigos del País, con Prólogo de Meriño, y una biografía escrita por José Lamarche; la
edición de 1920, de Madrid, con la presente noticia biográfica escrita por Pedro Henríquez Ureña; las Poesías completas,
de 1950, edición conmemorativa del Centenario de su nacimiento, con una breve Advertencia del poeta Manuel E.
Suncar Chevalier y un bello Prólogo –el más cabal estudio de la poesía de Salomé Ureña– por el Dr. Joaquín Balaguer.
La edición de 1950 es semejante, en cuanto a las poesías recogidas, a la del 1880; y la presente es semejante a la de
1920. En una obra de próxima publicación, de Emilio Rodríguez Demorizi, El Instituto de Salomé Ureña (Para la historia
de la espiritualidad dominicana), se incluyen diversos escritos de Salomé Ureña, prosa y verso, y, además de algunos
documentos, escritos literarios, también en prosa y en verso, consagrados a la insigne Educadora.
En el opúsculo de Silveria R. de Rodríguez Demorizi, Salomé Ureña de Henríquez, Buenos Aires, 1944, figura una
bibliografía acerca de la celebrada poetisa. (Los Editores).
410
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
El texto de las poesías ha sido objeto de especial atención. Las ligeras modificaciones
que en él se adviertan comparándolo con el que generalmente se conoce fueron indicadas
por la autora durante los últimos años de su vida o están autorizadas por la existencia de
dos versiones de una composición: por ejemplo, A los dominicanos y A la Patria, en que ha
parecido adecuado restaurar frases expresivas que se encuentran en las versiones de 1874,
corregidas en 1880. Sólo en dos o tres casos, en que el texto parecía estragado en la trasmi-
sión, se han introducido retoques, con la esperanza de acercarse a lo que realmente haya
escrito la autora.
411
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Poesías escogidas
Recuerdos a un proscrito
Al Sr. D. Alejandro Román.
412
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
Fue la primera composición en que la autora expresó su ansia patriótica de progreso.
4
A pesar de los defectos juveniles que en ella se advierten, fue muy elogiada en la prensa
de las Antillas. (Not. Ed. 1920, pág. 4.)
413
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
El mundo se conmueve
cual de una fuerza mágica impulsado;
el progreso su luz extiende breve
desde la zona ardiente al mar helado
y vida y movimiento a todo imprime.
En ed. 1880, pág. 13: con afán de cumplir su alto destino.
5
414
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
6
En ed. 1880, pág. 15: Tú, Juventud, que de la Patria mía…
415
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
A los dominicanos7
Los que anheláis del templo de la gloria
la Patria levantar a lo eminente;
que supísteis luchar heroicamente
por darle en los anales de la historia
el renombre de un pueblo independiente,
7
Suprimido el subtítulo de la edición de 1880: “Después de la Revolución de noviembre”.
Se refiere a la revolución del 25 de noviembre de 1873.
8
En ed. 1880, pág. 19: del suspirado bien abre la era.
9
En ed. 1880, pág. 19: reprimid el rencor y las pasiones…
10
En ed. 1880, pág. 19: espanto fuisteis a la hispana gente…
416
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
A la Patria11
Desgarra, Patria mía, el manto que vilmente,
sobre tus hombros puso la bárbara crueldad;
levanta ya del polvo la ensangrentada frente,
y entona el himno santo de unión y libertad.
11
La autora publicó estos alejandrinos con la siguiente nota: “Esta composición no alude
a hechos de tal o cual gobierno determinado, pues desde nuestra independencia política
principió a ensayarse el bárbaro sistema que reprobamos.” (Not. ed. 1920, pág. 11.)
417
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
12
En ed. 1880, pág. 22: lloré tu desventura, tu propia destrucción…
13
En ed. 1880, pág. 22: Y sabes que gimiendo colgué de tus palmares…
14
En ed. 1880, pág. 22: que te alzas victoriosa con nueva juventud…
418
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
Y, en su fugaz letargo,
no vio de la ambición la hidra gigante
por un metal brillante
honor sacrificando y patriotismo,
un porvenir en esperanzas largo
hundir ¡oh Dios! en el profundo abismo.
Levántase indignada
buscando el lema con su sangre escrito;
y a su potente grito,
presintiendo el baldón de su fortuna,
temblaron las legiones que en Granada
miraron a sus pies la media luna.
Osténtase en la liza
de la Cruz el magnífico oriflama;
en pos de eterna fama
se agrupan a su sombra mil leales,
cuyos triunfos, que el tiempo inmortaliza,
fatigaron los ecos nacionales.
Y el grito de victoria
se extendió por el valle y la montaña,
419
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Homenaje a Billini15
De admiración henchida,
al sacro fuego que mi mente inflama,
levanto conmovida
un himno fiel de gratitud sentida
que tu ejemplar abnegación reclama.
tu nombre bendecido,
que adora el pueblo fiel dominicano,
15
El canónigo Francisco Xavier Billini, fundador del Colegio de San Luis Gonzaga
y del Hospicio de Beneficencia. (Not. Ed. 1920, pág. 17.)
Esta nota de la edición de 1920, Madrid, reproduce el título con que figura esta poesía
en la edición de 1880.
420
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
y siempre repetido
se escucha con amor del desvalido,
del niño tierno, del inerme anciano;
Y lleno de entereza
vas preparando, por tu amor llevado,
un trono de grandeza
al porvenir que a vislumbrar empieza
este suelo de luz infortunado.
¡Espíritu sediento
que en pos del bien y la virtud caminas!
En triste abatimiento
nunca se torne el vigoroso aliento
que te da impulso en tu misión divina.
En ed. 1880, pág. 38: debido al germen que tu celo planta.
16
421
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
si grato es a tu alma
el respeto de un pueblo que te admira,
contempla en dulce calma
de tanto afán la merecida palma
y oye el aplauso que tu nombre inspira.
Escucha en tu alabanza
la voz de gratitud que al cielo sube,
y el himno de esperanza
que alza la Patria y hasta Dios avanza
como de incienso vaporosa nube.17
1875.
Ruinas18
Memorias venerandas de otros días,
soberbios monumentos,
del pasado esplendor reliquias frías,
donde el arte vertió sus fantasías,
donde el alma expresó sus pensamientos:
17
En ed. 1880, pág. 39: cual del incienso vaporosa nube.
18
Habla de las ruinas de la Universidad, de los conventos y de los palacios de la época colonial,
la época en que Santo Domingo se ufanaba llamándose Atenas del Nuevo Mundo.
(Not. Ed. 1920, pág. 20.)
19
Versión recomendada por su autora; pero olvidada, involuntariamente, en la edición de 1920,
Madrid, según nota de Henríquez Ureña. En ed. cit. pág. 21: y creaciones tuvistes eminentes…
422
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
20
En ed. 1880, pág. 41: y allá sobre las nubes te meciste…
21
En ed. 1880, pág. 42: ávida gira en su entusiasmo ahora,…
22
En ed. 1880, pág. 42: pasadas glorias de tu genio artista…
423
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Ya irradia en lontananza
iris de paz que el porvenir colora,
y rayos de esperanza
de la niñez en su primera aurora.
23
Excluida de esta edición de 1920.
424
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
ni al huérfano abandones
que en desamparo protección te pide.
27 de Febrero
¡Oh fecha generosa
que el patriota saluda y reverencia;
en que libre flotara victoriosa
la enseña de la patria independencia!
Y la servil librea
al desechar audaz, con ira santa,
entre aplausos de asombro, gigantea,
espléndida, Quisqueya se levanta.
425
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
De la segur al filo
dobleguen la cerviz tus selvas graves,
para dar a los pueblos un asilo,
vida al comercio, y a los puertos naves.
426
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
427
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
La fe en el porvenir
A la Sociedad “Amigos del País”
Eterna soñadora
de triunfos y grandezas inmortales,
con viva luz sus horizontes dora.
Decidle que ideales
son los portentos que su mente crea,
que es vana la esperanza que la agita:25
triunfante el orbe mostrará su idea
si le infunde valor la fe bendita.
25
En ed. 1880, pág. 62: que es Vana la esperanza que le agita…
26
En ed. 1880, pág. 62: dejadle el cielo levantar la frente,
428
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
Si el arte peregrino
con sus prodigios mágicos la alienta,27
dejadla proseguir en su camino;
que allá a lo lejos brilladora palma
un futuro de gloria le presenta,
y a conquistarla volará su alma.
Si al campo de la ciencia
con entusiasta admiración la guía28
ansiosa de saber su inteligencia,29
espacio dadle, y triunfadora un día
veréis cuál se levanta,
leyes dictando a la creación entera,
la tierra a sujetar bajo su planta
y a medir de los astros la carrera.30
Atleta infatigable,
del bien y el mal en la contienda ruda,
te alzarás invencible, formidable,
si el entusiasmo, si la fe te escuda.
27
En ed. 1880, pág. 62: con sus prodigios mágicos le alienta
28
En ed. 1880, pág. 62: con entusiasta admiración le guía,
29
En ed. 1880, pág. 63: sedienta de saber su inteligencia,
30
En ed. 1880, pág. 63: y medir de los astros la carrera.
31
En ed. 1880, pág. 63: Dejadle proseguir. ¡Ay del que nunca…
429
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
En la muerte de Espaillat33
¿Qué acento de amargura,
del Yaque hasta el Ozama, en raudo vuelo,
cruza en el viento que gimiendo pasa?
¿Qué nueva infausta difundir procura?
¿Qué nuevo desconsuelo,
qué angustia nueva el corazón traspasa
y a Quisqueya infeliz cubre de duelo?
En ed. 1880, pág. 63: Que atraviese tu voz el aire libre.
32
En ed. 1880, pág. 64: En la Muerte del Esclarecido Patriota Ulises F. Espaillat, ex-Presidente de la República.
33
430
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
34
En ed. pág. 65: su esfuerzo coronó y heroico empeño,
35
Suprimidos en la ed. 1920, pág. 33, los siguientes versos que, en ed. 1880, pág. 66, continúan la estrofa:
Si tuvo Cincinatos
de memoria ejemplar la Roma libre,
fecundo en rasgos de virtud innatos,
arrebatado vibre
del egregio varón dominicano
mas claro el nombre en el confín lejano.
431
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Quisqueya36
¿Será que al grito solo
del combate feroz estremecida
valor y fuerza y vida
despliegues ¡ay! con insensato alarde,
mientras cunde la luz de polo a polo
y en noble sed el universo arde?
36
Leída en la conferencia literaria del 18 de mayo (1878), celebrada por la Sociedad Amigos
del País. (Nota ed. 1880, pág. 68.)
37
En ed. 1880, pág. 69: y sin que nada estorbe…
432
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
de perdurables glorias,
a ese triunfo inmortal del pensamiento
y del bien a la lucha no renaces
y sigues del progreso el movimiento?
Y todas, en la frente
de esperanza feliz llevando un rayo,
en generoso ensayo
las fuerzas nobles del talento miden,
y la palma conquistan eminente,
y víctores los ámbitos despiden.
433
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
y de tu industria lleves
al festín de los pueblos muestra rara,
y un puesto pidas en la lucha activa
en que el triunfo sus lauros te prepara?
Entonces, de la cumbre
de la fortuna en elevado asiento,
tendiendo el pensamiento
libre y seguro al porvenir lejano,
astro serás de fecundante lumbre,
de esperanzas al mundo americano.
Mayo de 1878.
Hecatombe
Escuchad: mi Patria un día
fue vendida al extranjero,
y la enseña del ibero
en sus torres se veía.
El honor y la hidalguía,
la libertad y la gloria
huyeron de la memoria
del pueblo dominicano,
que abandonara al hispano38
sus laureles y su historia.
En ed. 1880, pág. 83: abandonando al hispano…
38
434
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
435
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
A mi Patria
De nuevo el arpa ensaya
un himno en tu favor ¡oh Patria mía!
En ed. 1880, pág. 85: de un pueblo al otro retumba,…
39
En ed. 1880, pág. 85: que guarda tus defensores.
40
436
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
Yo sé que no importuna
mi amarga queja tu vivir cansado41
tu inquieta brisa remeció mi cuna,
y el pecho alborozado
aliento libre respiró en su esencia,
y fue lo grande de tu amor la herencia.
Y arrebatada, luego,
ávida el alma recorrió tu historia;
y en el arranque de entusiasmo ciego,
espléndida tu gloria
gozosa imaginó la fantasía
que de uno al otro polo se extendía.
En ed. 1880, pág. 87: mi amarga queja tu vigor cansado;
41
437
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
De tu presente vida
nada un recuerdo a despertar alcanza:
que el pensamiento tu memoria olvida,
porque, en perpetua holganza
sobre laureles de ignorado nombre,
no llega a ti la admiración del hombre.
En la encendida hoguera
del sol que en tus espacios se derrama
y ardiente reverbera,
de mi entusiasmo se templó la llama,
y a su calor el alma estremecida
bebió la inspiración, la luz, la vida.
¿Y su fecundo rayo
no basta a reanimar el fuego puro
del genio vigoroso que en desmayo,
sin sueños de futuro,
tendido sobre el lecho de tus flores,
en tu seno vegeta sin amores?
438
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
Colón42
Al Sr. D. Emiliano Tejera.
42
Con motivo del hallazgo de sus restos en la Catedral de Santo Domingo. (Nota Ed. 1920. pág. 47.)
En ed. 1880, pág. 96, figura con el siguiente título: Con motivo del hallazgo de los restos de Colón.
Dedicada a mi ilustrado compatriota Emiliano Tejera.
43
En ed. 1880, pág. 96: Silencio! que ya opreso…
44
En ed. 1880, pág. 96: siento latir el corazón herido…
439
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
En ed. 1880, pág. 98: sus fastos abre a consignar tu gloria…
45
440
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
En ed. 1880, pág. 100: tras el duelo y la lucha y la porfía.
46
441
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
A la música47
¡Espíritu de luz y de armonía!
En torno de mi frente
las alas agitad, y el alma ardiente
con vencedor arranque en su porfía
allá del éter por la esfera ignota
al himno universal lleve su nota.
En ed. 1880, pág. 101, subtítulo: Con motivo de un concierto dado por el profesor Carlos A. Serrano.
47
442
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
443
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
48
En ed. 1880, pág. 104: tras esas noches de dolor sombrías,
49
En ed. 1880, pág. 104: unidos en consorcio venturoso,
50
Leída en una conferencia literaria que celebró la Sociedad Amigos del País.
(Subtítulo ed. 1880, pág. 105.)
51
En ed. 1880, pág. 105: llevan los sones de mi laúd.
444
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
445
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Sueños52
En horas gratas, cuando serena
reposa el alma libre de afán,
y el aura amena
pasa, de agrestes rumores llena,
y es todo calma, todo solaz;
Posterior a la edición de Poesías, 1880. Posiblemente corresponda a la última mitad de dicho año.
52
446
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
Enajenada la fantasía,
de esas visiones corriendo en pos,
mira a porfía
pueblos y pueblos buscar la vía
de esas regiones de eterno albor.
447
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
que enternecido
desde su trono de luz ceñido
sueños de gloria te ofrece Dios!
1880.
Luz53
¿Adónde el alma incierta
pretende el vuelo remontar ahora?
¿Qué rumor de otra vida la despierta?
¿Qué luz deslumbradora
inunda los espacios y reviste
de lujoso esplendor cuanto era triste?
Y surge a la existencia,
al trabajo, a la paz, la Patria mía,
a la egregia conquista de la ciencia,
que en inmortal porfía
los pueblos y los pueblos arrebata
y del error las nieblas desbarata.
Ayer, meditabunda,
lloré sobre tus ruinas ¡oh Quisqueya!
toda una historia en esplendor fecunda,
al remover la huella
del arte, de la ciencia, de la gloria
allí esculpida en perennal memoria.
Y el ánimo intranquilo
llorando preguntó si nunca al suelo
Posterior a la edición de Poesías, 1880.
53
448
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
Y de esperanzas llena
temerosa aguardé, y al viento ahora,
cuando amanece fúlgida, serena,
del bienestar la aurora,
lanzo del pecho, que enajena el gozo,
las notas de mi afán y mi alborozo.
Ya de la patria esfera
los horizontes dilatarse miro:
el futuro sonriendo nos espera,
que en entusiasta giro,
ceñida de laurel, a la eminencia
se levanta feliz la inteligencia.
Es esa la futura
prenda de paz, de amor y de grandeza,
la que el bien de los pueblos asegura,
la base de firmeza
donde al mundo, con timbres y blasones,
se elevan prepotentes las naciones.
449
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Sombras
Alzad del polvo inerte,
del polvo arrebatad el arpa mía,
melancólicos genios de mi suerte.
Buscad una armonía
triste como el afán que me tortura,
que me cercan doquier sombras de muerte
y rebosa en mi pecho la amargura.
450
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
Mi ofrenda a la Patria54
En la investidura de sus discípulas,
las primeras maestras normales de Santo Domingo.
451
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
452
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
Así, de tu futura
suerte soñando con el bien constante,
las fuerzas consagré de mi ternura,
instante tras instante,
a dar a ese ideal forma y aliento,
y rendirte después como tributo,
cual homenaje atento,
de mi labor el recogido fruto.
Digna de ti es la prenda
que mi esfuerzo vivísimo corona
y que traigo a tus aras en ofrenda:
¡el don acepta que mi amor te abona!
Que si cierto es cual puro
mi entusiasta creer en esas glorias
que siempre, siempre, con placer te auguro;
si no mienten victorias
la voz que en mi interior se inspira y canta,
los sueños que en mi espíritu se elevan,
ellas al porvenir que se adelanta
de ciencia y de virtud gérmenes llevan.
Abril de 1887.
453
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Páginas íntimas
Melancolía
Hay un ser apacible y misterioso
que en mis horas de lánguido reposo
me viene a visitar;
yo le cuento mis penas interiores,
porque siempre, calmando mis dolores,
mitiga mi penar.
Como el ángel del bien y la constancia,
en los últimos sueños de la infancia
aparecer le vi;
contemplome un instante con ternura,
y “Oye –dijo–: las horas de ventura
pasaron para ti.
“Yo vengo a despertar tu alma dormida,
porque un genio funesto, de la vida
te aguarda en el umbral;
y benigno jamás, siempre iracundo,
te encontrará, de agitado mundo
en el inmenso erial.
“Yo elevaré tu espíritu doliente;
disiparé las nubes que en tu frente
las penas formarán;
consagra sólo a mí tus horas largas,
y enjugaré tus lágrimas amargas
y calmaré tu afán.
“Seré de tu vivir guarda constante,
y mi pálido tinte a tu semblante
trasmitirá mi amor.
Y te daré una lira en tus pesares,
porque al eco fugaz de tus cantares
se exhale tu dolor.
“Y te daré mi lánguida armonía,
que los himnos que entona de alegría
la ardiente juventud
jamás ensayarás, pobre cantora,
porque siempre la musa inspiradora
seré de tu laúd.”
Dijo, y de entonces, cual amiga estrella
alumbra siempre, misteriosa y bella,
mi noche de dolor;
454
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
¡Padre mío!
Muda yace la alcoba solitaria
donde naciste a la existencia un día,
do, desdeñando la fortuna varia,
tu vida entre el estudio discurría.
¡Ay! De una madre en el regazo tierno
por vez primera te adormiste allí,
y allí, de hinojos, tu suspiro eterno
entre sollozos tristes recogí.
55
En ed. 1880, pág. 25: cual arrulla la madre cariñosa…
56
En ed. 1880, pág. 25: a ese mundo de luz sin horizonte…
57
En ed. 1880, pág. 26: que del martirio las brillantes palmas…
455
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
456
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
Quejas
Te vas, y el alma dejas
sumida en amargura, solitaria,
y mis ardientes quejas,
y la tímida voz de mi plegaria,
indiferente y frío
desoyes ¡ay! para tormento mío.
En ed. 1880, pág. 90: agonizando viva?
58
457
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Escúchame y perdona:
que ya mi labio enmudecido calla,
y el alma se abandona
con nuevo ardor a su febril batalla,
y débil mi suspiro
se pierde de las auras en el giro.
1879.
En ed. 1880, pág. 91: las glorias todas de su edén soñado.
59
458
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
A mi madre
Dedicatoria del tomo de poesías publicado en 1880.
459
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Amor y anhelo60
Quiero contarte, dueña del alma,
las tristes horas de mi dolor;
quiero decirte que no hallo calma,
que de tu afecto quiero la palma,
que ansiando vivo sólo tu amor.
Excluida en la edición de 1920. Madrid.
60
460
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
Vespertina
A mi esposo ausente.
461
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
462
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
Ya la tórrida lumbre
una vez y otra vez y otras en fuego
desde la etérea cumbre
envió a la zona de su amor el riego,
desde el lejano día
en que, guiado por feliz bonanza,
perdiéndose el bajel en lontananza
te llevó lejos de la vista mía.
En el nacimiento de mi primogénito
A mi esposo.
463
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
¡Doblemos el aliento!
Vamos al porvenir, la fe en el alma,
para él a conquistar con ardimiento
de ciencia, de virtud, de bien la palma.
Diciembre de 1882.
En horas de angustia
En la enfermedad de mi segundo hijo.
464
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
Después, en mi regazo
volví a tomarte, sin concierto, loca,
de cabezal sirviéndote mi brazo,
mientras en fuego vivo
se escapaba el aliento de tu boca;
y allí cerca, con treguas de momentos,
el hombre de la ciencia, pensativo,
espiaba de tu ser los movimientos.
Pasaron intranquilas
horas solemnes de esperanza y duda;
latiendo el pecho con violencia ruda
erraban mis pupilas
de uno en otro semblante, sin sosiego,
con delirio cercano a la demencia;
y entre el temor y el ruego
juzgaba, de mi duelo en los enojos,
escrita tu sentencia
hallar de los amigos en los ojos.
465
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
¿Qué es Patria?
¿Qué es Patria? ¿Sabes acaso
lo que preguntas, mi amor?
Todo un mundo se despierta
en mi espíritu a esa voz.
466
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
Tristezas
A mi esposo ausente.
Fijo en ti su pensamiento.
no te abandona jamás;
sueña contigo, y despierto
habla de ti nada más.
467
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
incorporándose inquieto,
cual presa de intenso afán,
con ese acento que al labio
las penas tan sólo dan,
Angustias
A mi esposo, ausente en Europa.
468
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
¡Adelante!
A mi esposo.
469
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Umbra
A mi esposo.
La mirada sin luz, la mente ansiosa,
corto el aliento al pecho,
en ruda agitación se va la vida…
Allá perderse en la penumbra vaga
miro las prendas del hogar benditas,
mis hijos, en su cándido abandono,
ajenos al amago
de la suerte sobre ellos suspendida,
y tú, de pie, bajo el dolor inmenso,
nublada por el llanto la pupila.
Resurrexit
Brota la luz en deslumbrantes ondas,
el aire al pecho afluye,
el espíritu absorto se reanima,
y cunde y se dilata en las arterias
el ritmo palpitante de la vida.
Y bajo el ala cándida que extiende
sobre el hogar en gozo
ángel nuevo de paz que el cielo brinda,
surgiendo victorioso de las sombras
el cuadro de mi amor esplende al día.
Abril de 1894.
470
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
Mi Pedro61
Mi Pedro no es soldado; no ambiciona
de César ni Alejandro los laureles;
si a sus sienes aguarda una corona,
la hallará del estudio en los vergeles.
61
Esta composición se considera como la última que escribió la autora: en realidad, sólo
las dos últimas estrofas son del mes de julio de 1896; las cuatro primeras fueron escritas
en mayo de 1890. (Nota ed. 1920, pág. 109).
471
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Varias
Contestación62
Al joven poeta T. R.63
oí yo de tu lira
la suave melodía
que diera al alma mía
momentos de placer.
Mas ¡ay! en esos dulces
y plácidos acentos
de tu alma los tormentos
se dejan comprender.
la margen abandona
del límpido Almendares,
y vuelve, de tus lares,
la brisa a respirar;
y vuelve, del Ozama
que corre dulcemente,
la rápida corriente
feliz a contemplar.
472
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
Una lágrima64
En la muerte de L. P. A65
473
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
en su ilusión aérea
ansiaba sólo con vehemente anhelo,
ver tremolar en el nativo suelo
de libertad la enseña soberana.
Tu patria idolatrada
nunca borraste de tu fiel memoria;
mil veces la lloraste encadenada
y en tono melodioso
tu lira lamentó su triste historia;
tu lira que templabas afanoso
para ensalzarla en su futura gloria.
Un gemido66
Sobre la tumba de mi malogrado amigo
José Francisco Pichardo.
Excluida en la edición de 1920. Madrid.
66
474
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
475
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
A los leutones
Consagrados el 24 de junio (1873), en la logia
“Cuna de América No. 2”67
476
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
Gratitud68
A mi buen amigo el distinguido poeta
Federico Henríquez y Carvajal.
68
Excluida en la edición de 1920. Madrid.
69
Excluida en la edición de 1920. Madrid.
477
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
478
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
A la niña I. A. C.70
Con motivo de haberme dedicado su leyenda
“Higuenamota”.
70
Inés Aminta Consuegra. Excluida en la edición de 1920. Madrid.
479
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
480
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
Una esperanza71
Al Sr. D. Enrique Coronado72
71
A pesar de su fecha, 1875, no figura en la edición de Poesías, 1880.
72
En respuesta a versos que el poeta cubano dedicó a la autora. (Nota ed. 1920, pág. 113).
481
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
El ave y el nido
¿Por qué te asustas, ave sencilla?
¿Por qué tus ojos fijas en mí?
Yo no pretendo, pobre avecilla,
llevar tu nido lejos de aquí.
Impresiones
A José Joaquín Pérez, en respuesta a la dedicatoria
de su colección de Fantasías indígenas.73
En ed. 1880, pág. 49: Al distinguido poeta J. J. Pérez, autor de las “Fantasías indígenas”.
73
482
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
483
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
En defensa de la sociedad74
Pasad, pasad por las puertas,
preparad la calle al pueblo;
allanad el camino,
y alzad el estandarte a los pueblos.
Isaías, LXII, 10.
74
En ed. 1880, pág. 72: A los científicos y artistas. (Dedicatoria).
484
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
485
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
486
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
La Transfiguración
Al Pbro. Dr. Fernando Arturo de Meriño.
Y di cómo en su altura,
postrado el Cristo en oración sublime,
al cielo eleva la mirada pura;
mas no el pesar le oprime
ni acongojado en su plegaria gime.
Ni el ángel mensajero
le ofrece del dolor la copa amarga,
ni del suplicio que le aguarda fiero
la pesadumbre larga
rinde sus fuerzas ni su mente embarga.
487
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Y llega, y prosternado,
en éxtasis sublime se recrea,
y, al fuego de la fe transfigurado,
su frente centellea
encendida en los rayos de la idea;
488
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
Y en férvido arrebato,
el pecho ardiendo en sacrosanto fuego,
Pedro, el apóstol de la Iglesia ornato,
en exaltado ruego
la rienda suelta a su entusiasmo ciego;
y alzar en lo eminente
de la cumbre tendidos pabellones
pide en el rapto de su amor ardiente,
soñando en sus regiones
detener de la Ley a los varones;
Así fortalecidos
por un portento que la mente abruma,
seguido en vuestro asombro confundidos:76
ni el labio ni la pluma
el brillo cuenten de su gloria suma.
En ed. 1880, pág. 80: al eco de esa voz que les aterra;
75
En ed. 1880, pág. 80: seguidle en vuestro asombro confundidos;
76
489
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Caridad77
Pasó la tempestad… ¡Emprende el vuelo
como el ave del arca,
espíritu de amor y de consuelo!
Que ya el iris de paz su franja enarca,
se alegra el firmamento
y se adormece el mar y calla el viento.
490
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
491
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Víctor Hugo
¡Vedlo! Allí está! De pie sobre la cumbre,
¡mirando a todos con piedad suprema;
allí lo encontrará la muchedumbre
cuando en horas de afán y pesadumbre
del genio y la virtud busque el emblema.
1885.
En la muerte de F. X. Billini
¡Dejadlo descansar! Heroico, fuerte,
ungido para el bien, se irguió en la vida;
cayó luchando, y alcanzó en la muerte
alta victoria y fama esclarecida.
492
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
¡Pobre niño!
En la muerte de José María Pichardo Patín,
discípulo de Hostos.
Mi óbolo
Para la fiesta a beneficio de las víctimas del incendio
del 3 de mayo en la Ciudad Nueva, de Santo Domingo.
493
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Fe
En el cuarto centenario del descubrimiento de América.
Lejos la costa y el hogar lejos,
mares y mares en la extensión;
no hay luz que alumbre con sus reflejos,
bate sus alas el aquilón.
494
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
¡Tierra!
¡Tierra! ¡Tierra! Los siglos conmovidos
evocan ese grito de la historia,
despertando los ecos adormidos
y al orbe haciendo estremecer de gloria.
495
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
496
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
Palabras
De la Directora del “Instituto de Señoritas” en la segunda investidura de alumnas suyas,
en la Escuela Normal de Santo Domingo, diciembre de 1888.78
Vengo a cumplir un deber sagrado, vengo a satisfacer en leve parte una deuda de
inmensa gratitud. ¡Ah! por más que extreme el caudal inagotable del reconocimiento,
esa deuda no se satisface por completo.
Hablo, señores, de la deuda contraída con el Director de la Escuela Normal, con
el implantador sincero y consciente del método racional de la enseñanza moderna
en la sociedad dominicana.79
Le vi aparecer trayendo por séquito los rayos de las nuevas ideas, de las ideas
redentoras, de las ideas de la civilización actual, y yo, que siempre he suspirado, que
suspiro aún, que suspiraré mientras aliente, por el engrandecimiento moral y material
de mi país, batí palmas de gozo y esperé. Pero la porción más preciosa de esta juventud
a quien está encomendado el porvenir no tomaba parte en este desarrollo de luz y
de conciencia. La mujer, la madre, necesitaba fortalecerse también con la posesión de
la verdad y de la moral científica, para preparar y fortalecer a su vez, por medio de
ese arte que sólo ella posee, la conciencia de las generaciones del futuro. Propúseme
entonces, aunque con débiles fuerzas, coadyuvar a la magna obra, y, alentada por el
generoso compañero de mi vida, que lleva por ideal el triunfo del bien, de la virtud y
de la ciencia, emprendí la difícil labor. No quiero saber si la ignorancia me ha regala-
do con los dicterios de su encono. Voces de aliento se levantaron para animarme en
la tarea, entre ellas la del mismo doctrinario que ha tenido especial complacencia en
aplaudir mi obra y coronar el triunfo de mis esfuerzos desinteresados.
Mas ¡ah! él, pronto siempre a dar su apoyo en favor de las nobles ideas y a con-
tribuir al logro de toda obra de bien, de luz y de progreso que se inicia en derredor
suyo mal juzgado porque ha sido mal comprendido, lucha contra los elementos
desencadenados de una oposición injusta; y fatigado del largo y rudo combate, si
bien firme y serena la conciencia, se aleja de nosotros para ir a apacentar su espíritu
en otra esfera de más amplios horizontes para la vida intelectual. ¿Pero qué de ex-
traño? Esa suele ser la cosecha que recogen los productores del bien. Así es a veces la
humanidad: tiene para los reformadores, para los civilizadores, la cicuta y la cruz.
Y bien, he dicho a mis discípulas, vamos a verter una gota de miel en su copa de
acíbar: llevémosle, como prenda de gratitud y despedida, un nuevo fruto de nues-
tras labores, para que lo consagre con su palabra amorosa. Y henos aquí llenando el
sagrado deber. Nuestra presencia en este lugar es la expresión de un voto de gracias
y de un adiós.
¡Ah! yo adoro esta patria donde nacieron mis padres, donde vine yo al mundo,
donde he visto irradiar sobre mis hijos la luz de la existencia, y tú llegaste a ella con
los estímulos del bien, y enamorado de su belleza y presintiendo altos destinos para
su porvenir, quisiste lanzarla en la corriente civilizadora de las ideas. ¡Sé bendito!
Yo no olvidaré el noble empeño con que te consagraste a dignificarla en su puesto
de nación libre.
78
De la Revista de Educación, No. 17, de fecha 31 de marzo de 1933, pág. 58.
79
Eugenio María de Hostos.
497
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Te vas; pero germinará la simiente que dejas en el surco, y los frutos del porvenir
se fecundarán con la savia de tus doctrinas pedagógicas.
¡Adiós! Cuando en las horas tranquilas que te esperan bajo otro cielo, acuda a tu
memoria un pensamiento de amargura en el cual palpite el nombre de mi patria,
piensa también que hay en ella corazones amigos que te recuerdan y almas agrade-
cidas que te bendicen.
Salomé Ureña de Henríquez
Palabras
De la Directora del “Instituto de Señoritas” en la última investidura
de alumnas suyas en la Escuela Normal de Santo Domingo, diciembre de 1893.80
Henos aquí por la tercera vez consagrando, bajo los auspicios de la Escuela Normal,
nuevas sacerdotisas para el apostolado de la enseñanza. Ya nos parecen comunes
estas fiestas del espíritu, y ayer no más estaba vedada a la mujer en nuestro país
toda aspiración fuera de límites del hogar y la familia.
Abrió sus aulas esta institución docente, de privilegio exclusivo para el hombre,
y tuvo el niño campo y guía para desenvolver su razón y transformarse poco a poco
en el profesor consciente, capaz de dirigir a su vez y desarrollar vigorosamente las
inteligencias infantiles. Ya no se confiará la educación de la niñez al primer intruso,
sin dotes para el alto ministerio, sin conocimientos científicos, sin plan, sin propósito
en esta obra de luz y de conciencia, en esta obra generadora de los grandes destinos
del futuro. De hoy más tendrá el niño en cada maestro un mentor, un guía para el
desarrollo de sus facultades, para el desenvolvimiento de su espíritu.
¡Y qué! La razón de la niña, la razón de la mujer, la razón de la madre, ¿palpará
las tinieblas cuando su compañero vive en plena luz? ¡Cuánta injusticia! ¡Qué des-
equilibrio en ese hogar donde el niño puede dar lecciones a la madre! ¡Imposible,
imposible! Preparemos también, a esa mitad importantísima de la humanidad, men-
tores y guías que desenvuelvan su razón y la capaciten para dirigir y alentar a los
tiernos seres que la naturaleza le confía y que la amarán entonces con doble amor y
veneración. Preparémosla para coadyuvar inteligentemente a la reforma social que
se inicia con el desarrollo de la conciencia.
¿Pero dónde? ¿Pero cómo? He aquí el problema que hace doce años quise resolver,
y al cual he sacrificado mi reposo y no escasa parte de mi salud.
¡Ah! Ese centro que se creó exclusivamente para el hombre nos abrirá sus puertas
cuando llamemos en demanda de igual derecho para la mujer. Eso dije, eso dijimos;
y, trabajando incansables en la medida de nuestras fuerzas, llamamos humildemente,
y el generoso educador81 cuya efigie suspendida sobre nuestras cabezas asiste muda,
pero elocuente, a la continuación de su obra, el educador eximio, oyó absorto y com-
placido nuestra demanda; y las puertas de la Normal se abrieron con alborozo, y
entramos entre aplausos de júbilo a ungir también, para el magisterio de las nuevas
ideas, las frentes femeniles.
80
De la Revista de Educación, No. 17, de fecha 31 de marzo de 1933, pág. 60.
81
Eugenio María de Hostos.
498
salomé ureña de henríquez | POESÍAS ESCOGIDAS
Hemos venido otra y otra vez, y ya no parece extraña nuestra presencia, ni atre-
vido nuestro arrojo. ¡Gracias!
Pero ¡ah! rendida por la fatiga de la lucha, sin recursos, sin medios de ninguna
especie para continuar de pie sobre el palenque, solicitada por el santo deber de la
educación de mis hijos, que reclama por entero todas las energías de mi espíritu, sello,
con esta última prueba de mi trabajosa labor, la obra iniciada hace doce años.
Pláceme ver que no ha sido infructuosa, ya que su crédito tomó vuelos hasta me-
recer de la representación nacional, por voto unánime, el que el Instituto de Señoritas
fuese elevado por decreto a la categoría de Escuela Normal para Maestras, y ya que
las profesoras tituladas en la Escuela Normal de Santo Domingo se ven solicitadas
con empeño, ora para clases en familia y en planteles de educación, ora para algunos
puntos de la República, llamamiento este último al cual no han atendido hasta ahora
por las dificultades que apareja el cambio de residencia.
Bástame, señores, con la satisfacción íntima de ver el cambio que va operándose
gradualmente en la educación de la mujer dominicana; y si alguna gloria hay en ello,
la reclamo toda entera para los que conmigo han coadyuvado a la realización de la
obra. Para el compañero de mi vida, sin cuyo generoso esfuerzo y fecunda labor no
se hubiera iniciado ni hubiera dado sus primeros frutos; para los profesores Dubeau,
Prud’homme, Zafra y Federico Henríquez, que prestaron su concurso eficacísimo
en las primeras pruebas del Instituto; para esas mismas jóvenes profesoras, que, sin
remuneración apenas, con abnegación ejemplar, han venido por más de seis años
sosteniendo la carga sobre sus débiles hombros; para los que generosamente han
contribuido con su óbolo personal a dar un año más de vida al plantel moribundo,
y por fin para la Escuela Normal y su distinguido fundador, sin cuyo valioso apoyo
no hubiera podido realizar su propósito ni coronar sus faenas el “Instituto de Seño-
ritas”.
Salomé Ureña de Henríquez
El borrador de esta comunicación fue escrito por la directora de dicho Instituto. (M. Henríquez Ureña).
82
499
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
debe quedarse fuera del universal concierto de voluntades reflexivas que en todo
el país, y aun en el exterior, se disponen a contribuir con su óbolo de justicia y de
reconocimiento a la erección del monumento representativo del egregio Fundador
de la República.
Desde hoy se ha abierto en este plantel una suscripción semanal, voluntaria, para
formar un óbolo que, aunque por su modestia no corresponda a las aspiraciones de
la escuela, sea digno de la obra emprendida en honra del Patricio inmaculado, cuya
vida es alto ejemplo de las virtudes que informan un acendrado patriotismo y un
carácter eminente.
Servíos aceptar, señor, con el ofrecimiento del citado modesto óbolo para la
estatua, el voto de adhesión que a ese acto de justicia, como a cualesquiera otros
que se realicen en la patria, os presenta el Instituto de Señoritas.
B.V.M.
La Secretaria, La Directora,
Luisa Ozema Pellerano. S. Ureña de Henríquez.
500
No. 43
poesía dominicana
Selección y prólogo
Pedro René Contín Aybar
poesía dominicana
503
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
504
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Poetas nacidos
entre 1845 y 1900
José Joaquín Pérez
El Amor de Magdalena
(Croquis bíblico)
505
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
El junco verde
Jueves 11 de octubre…
Vieron pardelas y un junco verde junto a la nao…
Con estas señales respiraron y alegráronse todos.
(Diario de navegación del Almirante).
I
Fugaz sobre el cerúleo mar Caribe,
al soplo inquieto de la brisa, vuela,
i el dulce rayo matinal recibe
del inmortal Colón la carabela.
506
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
i ve en el porvenir ya realizado
lo que un sueño falaz tan sólo era!…
507
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
II
Mientras la brisa nocturnal soplando
rauda empuja la frájil carabela,
el extenso horizonte contemplando,
en dulce insomnio, el Almirante vela.
Llamada por Colón El Salvador.
1
508
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
La vuelta al hogar
Ondas i brisas, brumas, rumores,
suspiros i ecos del ancho mar,
adiós! que aromas de puras flores,
adiós! que todo cuanto se alcanza,
dicha, esperanza,
i amor me llaman allá en mi hogar.
509
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Si peregrino, si solitario,
otras rejiones se fue a cruzar
la lei temiendo de un victimario,
¿el caos qué importa si un sol luciente
brilla en su frente
i hoi sonriendo vuelve al hogar?
510
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Símbolo
Pinta el vasto, rojo incendio del crepúsculo,
donde flotan los jirones de azul pálido
que abrillántanse i confúndense en el piélago
de las sombras que cayendo lentas van.
511
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
512
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Ruinas
Memorias venerandas de otros días,
soberbios monumentos
del pasado esplendor reliquias frías,
donde el arte vertió sus fantasías,
donde el alma expresó sus pensamientos:
513
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
514
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Enrique Henríquez
El Anjelus
Debajo de los álamos mi languidez reclina
su ansia de divagar
Con su escuadrón de sombras la noche se avecina.
Pasa una golondrina. Viene otra golondrina.
“Golondrinas! –exclamo– ¿Tendréis un mismo alar?”.
515
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Supersticiosamente
me hice un signo en la frente
con fanática unción.
Gracias! Me exoneraste
del oro con que a él le empobreciste,
el yugo con que a él lo esclavizaste.
516
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Lejanía
Tu dulce nombre evoco
suspiradoramente noche i día;
i a veces, evocándolo, he impregnado
de nupcial alegría
este anchuroso corazón, que es tuyo;
i esta congoja sin igual, que es mía:
la congoja sin término
de nuestra inexorable lejanía.
Tu dulce nombre evoco
tal como si tu dulce nombre fuera
517
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
el de un jemelo mástil
que sepulto estuviera
bajo un inmensurable alud, en una
ignorada ribera;
i como si mi vida
el otro desolado mástil fuera!
Never more
Por las interminables avenidas,
en busca de pretéritos mesones,
veo plazas desiertas,
luces enmustiecidas,
graníticos balcones,
ventanas ojivales
i monásticas puertas
que, vistas a través de sus cristales,
finjen estar de par en par abiertas.
518
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Subitáneo celaje
pone a mi inquisición tétrico punto:
es la última hoja de un follaje.
El otoño la azota;
i simula, cayendo, el ala rota
de un agorero pájaro difunto.
Se va la noche. Imperativamente
su pupila entreabre en el oriente
el sol de un nuevo día;
i su lumbre me encuentra todavía
monologando en frente
de una casa vetusta que es la mía!
519
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Gastón F. Deligne
Angustias
Su mano de mujer está grabada
hasta en el lazo azul de la cortina;
no hay jarrones de China,
pero es toda la estancia una monada.
Con un chico detalle,
gracia despliega y bienestar sin tasa,
a pesar de lo pobre de la casa,
a pesar de lo triste de la calle.
Cuando el ardiente hogar chispas difunde,
cuando la plancha su trabajo empieza,
para cercar de lumbre su cabeza,
en sólo un haz se aduna
el brillo de dos luces soberanas:
un fragmento de sol, en las ventanas;
un destello de aurora, en una cuna!
¡Qué sima del ayer a lo presente!…
Allá, en retrospectivos horizontes,
la desgracia pasó sobre su frente,
cual una tempestad sobre los montes.
520
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
521
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
¡Reída alborescencia
la que de Angustias el camino ensancha,
escrita en surcos de la urente plancha
y en serena quietud de la conciencia!
De luto
Tu oscuro traje en que la noche late,
fue maligna invención –por tal la tengo–
de una de esas blancuras de abolengo,
rabiosamente mate.
522
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
En el Botado
Cacique de una tribu de esmeralda,
aquel palacio indígena, el bohío
de la corta heredad a que respalda
un monte, que a su vez respalda un río;
cuando el idilio de un Adán silvestre
y su costilla montaraz, le hiciera
venturoso hospedaje,
paraíso terrestre;
lo más saliente y copetudo era
del ameno paisaje.
Aplanada en el techo,
se oxidaba la luz cual plata vieja;
o se colgaba a lomos y antepecho,
en rubia palidísima crineja.
523
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Furiosa ventolera
por allí no pasara que no hiciera
de las yaguas decrépitas, añicos;
y tragedia mayor aconteciera,
si el júcaro el más negro y más bravío
no angulara el bohío.
524
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Torcido, deslustrado,
por reptiles del cieno visitado;
el albergue que fuera de la huerta
lo más noble y sereno,
gozo, atracción y gala deleitosas,
ni es más que una verruga del terreno,
ni menos que un sarcasmo de las cosas!
525
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Ya el albergue sombrío
es un alcor en forma de bohío;
ya su contorno lúgubre se pierde
en la gama riquísima del verde;
ya brota en tanta planta que le enreda,
con matizada y colosal guirnalda,
satinados renuevos de esmeralda,
iris de tul, campánulas de seda!…
Renovación piadosa
que en tan grande esplendor cubre una ruina!;
desde inerte hechura
a la humana criatura,
con hilos invisibles cuán intensa
relación estableces!…
526
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
527
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Verde o madura,
que se pierda no importa
si es que no dura
Porque te quiero tanto que me parece que las estrellas,
Dios las puso allá arriba para tus ojos,
al igual que de flores sembró la tierra;
porque te quiero tanto, fue que no pude
escuchar el remate de aquella réplica,
que el insulto del honra llevaba en alto
cada vez en cantares de más crudeza.
Y más triste que enantes volvime al monte;
y al volver por los trillos, por donde mengua
el camino de flores que va a tu casa,
desde el ancho declive de la meseta
vi venir tu persona que se traía
una gala y un porte de pura reina;
y al galope la jaca, pasé a tu lado,
y a pesar de lo angosto de la vereda,
ni siquier te volviste para mirarme,
ni siquier me dijiste “las tenga buenas!”
Cuando entré por los claros de la sabana,
y vi abierta a mis ojos toda la vega,
y de sangre de Cristo, los horizontes,
y encendidas las nubes, y azul la sierra,
y pensé en tus desaires y en tu falsía,
recordé de mi padre la copla aquélla,
y parando el galope, la canté al punto
con toditas las voces de mi tristeza.
528
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
A ti
Yo quisiera, mi vida, ser burro,
ser burro de carga,
y llevarte, en mi lomo, a la fuente,
en busca del agua,
con que riega tu madre el conuco,
con que tú, mi trigueña, te bañas.
Yo quisiera, mi vida, ser burro,
ser burro de carga,
y llevar, al mercado, tus frutos,
y traer, para ti, dentro el árgana,
el vestido que ciña tu cuerpo,
el pañuelo que cubra tu espalda,
el rosario de cuentas de vidrio
con Cristo de plata,
que cual rojo collar de cerezas
rodee tu garganta…
Yo quisiera, mi vida, ser burro,
ser burro de carga…
............................................
Desde el día que en el cierre del monte
cojida la falda,
el arroyo al cruzar, me dijiste
sonriendo: –¿Me pasas?…
y tus brazos ciñeron mi cuello,
y al pasarte sentí muchas ganas,
de que fuera muy ancho el arroyo,
de que fueran muy hondas sus aguas,…
desde el día que te cuento, trigueña,
yo quisiera ser burro de carga!…
Y llevarte, en mi lomo, a la fuente,
y contigo cruzar la cañada,
y sentirme arrear por ti misma,
cuando, a vuelta del pueblo, te traiga,
el vestido que ciña tu cuerpo,
el pañuelo que cubra tu espalda,
el rosario de cuentas de vidrio,
con Cristo de plata,
que cual rojo collar de cerezas
rodee tu garganta…
...........................................
Yo quisiera, mi vida, ser burro,
ser burro de carga!
529
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
En el cementerio
Junto a una cruz, al expirar el día,
una pobre mujer, de angustias llena,
sus lágrimas vertía…
FABIO FIALLO
Con mi sonrisa plácida
Con mi sonrisa plácida de siempre,
cuya retama sólo yo probé,
me iré por los caminos de la vida…
Nadie mis huellas hallará después.
530
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
En el Atrio
Deslumbradora de hermosura y gracia,
en el atrio del templo apareció,
y todos a su paso se inclinaron,
menos yo.
Esquiva
Nunca su mano se posó en mi mano,
nunca gocé su cándida sonrisa,
y el murmullo que debe ser su acento,
ni una vez refrescó mi oculta herida.
For Ever
Cuando esta frágil copa de mi vida,
que de amargura rebosó el destino,
en la revuelta bacanal del mundo
ruede en pedazos, no lloréis, amigos.
531
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Gólgota rosa
Del cuello de la amada pende un Cristo,
joyel en oro de un buril genial,
y parece este Cristo en su agonía
dichoso de la vida al expirar.
Misterio
Flota su imagen pensativa y casta
en mis versos de amor,
como flota en los pétalos de un lirio
perfume embriagador.
532
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Noche Buena
(Cantares de la ausencia)
Pierrot
Hablábase de amor, que es tema siempre
selecto en todo frívolo salón,
y como yo callara, hermosa dama
pidió mi parecer en alta voz:
—“El amor?… Bah, señora!…” y dije entonces
tan lindos chistes puestos en razón,
con tanta gracia y tan sutil donaire
supe burlarme del pequeño dios,
que a poco vi la concurrencia entera
aplaudir mi sarcástica opinión,
y más de una preciosa boca roja
me otorgó su mohín encantador…
Ay! sólo tú, en tu oscura cárcel gélida,
no reías, llorabas, corazón!
533
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Plenilunio
Por la verde alameda, silenciosos,
íbamos ella y yo:
la luna tras los montes ascendía,
en la fronda cantaba el ruiseñor.
Andrejulio Aybar
Cantemos al Señor
Ah! los niños enclenques que pululan
por calles y por plazas. Ah! los viejos
que imploran caridad con tristes dejos,
que si lacerias tienen más simulan.
De pordiosero
Venías cual la luna
al levantarse.
Ya mi alma te esperaba
para humillarse.
534
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Y ya a la puerta
del templo alza un pobre
su henchida espuerta.
Prendióse en mis entrañas
un fuego intenso.
Mi corazón fue brasa
quemando incienso.
Mi fantasía
tocaba las campanas
de la alegría.
A ese otro una moneda
donaste, oh amada.
Yo quise más, yo quise
una mirada!
Mas tú volviste
la cara al otro lado,
y ni me viste!
Después, aunque en mis ojos
fue nube el llanto,
quedé, de haberte visto,
bajo un encanto!
De más fervor
enriquecido, oh! amada,
y más amor!
En donde brillas
En busca voy del lirio.
El blando césped, donde el pie lo huella,
pozo es de olor. Y un cirio
que alumbra mi sendero es cada estrella.
El lirio está en el valle,
no lo he encontrado en donde lo buscaba.
Cuando a su lado me halle
tendré el contento que el amor recaba.
Con ansia el valle exploro.
El lirio es un lucero reflejado.
Su corazón es de oro,
su manto está de púrpura bordado.
Es ideal bandera.
La Luna castamente lo arrebola,
y la sutil Quimera
le llena de ilusiones la corola.
535
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Gobierna mi delirio
con la olorosa mano de tu aliento!
Interesada ofrenda
A verla voy, de noche,
por el sendero en flor,
a verla, por la noche,
con mi jornal de amor.
El corazón, –a saltos
primero hacia ella en ir–,
qué brincos da y qué saltos!
Ay, se me va a partir!
Y él es entero suyo,
y así lo he de entregar,
para que entero el suyo
me quiera entonces dar.
536
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Recrecimiento
Niño, y todo candor, todo ternura,
al beber de la fuente de la vida,
hallé, angustiosa el alma y sorprendida,
de mi vaso en el fondo la amargura.
Vigil Díaz
Tímpano de la montaña
Mi querida,
que es una negra retinta,
dulce y armoniosa como el cuello de una cítara de ébano,
con pulpa de coco en la sonrisa
y esencia de mandrágora en los dobleces,
me aguardó en la talanquera
para decirme:
“El cabrón ha muerto”.
En un lecho de piedras,
junto a los corrales,
pulido por su cuerpo velludo y rijoso,
está tendido el padre
y señor
del aprisco.
537
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Visión lunar
Señora luna yo te he visto:
sobre las cumbres altivas;
sobre las cataratas bravías;
sobre los ríos musicales y errabundos;
sobre el mar veleidoso y pérfido;
sobre las lagunas extáticas;
sobre las envergaduras de las naves perdidas;
Rafael Damirón
Campesina
Dende que ese indino me se fue con otra
ni pisca yo siento de querer por naiden,
con lo que lo quise me basta y me sobra
pa que ningún otro se atreva a mirarme.
538
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Criolla
Debajo de los palmares
tengo plantado un bohío
que entre olorosos pomares
y renuevos de azahares
copia el espejo del río.
539
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Valentín Giro
Alma
La hermosa, arrebatada, lo envolvió en sus ardores
sus brazos lo anudaron sobre su seno astral.
Y entre besos, mordiscos, suspiros y estertores,
–toda la ardiente gama de los rojos amores–
pasó la noche entera, satánico y sensual.
Ensueño
Escucha, encantadora fugitiva
que interpretar mi corazón no quieres:
tu palidez mortal me tiene enfermo
y presiento, al mirarte, que te mueres…
540
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Virgínea
Se murió Natalia. Virgen que tenía
en los ojos muchos sueños y delirios,
y en los tristes labios todos los martirios
de la cruel anemia que la consumía.
Federico BermÚdez
Campanas de la tarde
La tarde.
Gris de perla.
Los árboles en una
meditación ambigua, de ensoñación o duelo;
pupila de la tarde romántica: la luna,
colmado el gris plomizo del solitario cielo!
El angelus.
Esquilas…
Lamentos funerarios
541
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
542
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Símbolo
Aquel viejo enigmático y sereno,
de tristes palideces marfilinas
y miradas de dulce Nazareno,
echose a descansar bajo las ruinas…!
Y en el vasto silencio vespertino,
tras un largo suspiro y un bostezo,
cerráronse del sueño al hondo beso
sus ojos de cansado peregrino…!
Serenamente gris
La lluvia, tornadiza como una polvareda,
más flota que desciende, serenamente gris…!
el viento, adormilado, sobre la tarde queda
y sobre los ramales la nébula sutil…
Cabalgan por el éter tristezas invernales,
y en la tranquila estancia, serenamente gris,
mientras la vaga niebla se asoma a los umbrales
te duermes en mi pecho como una flor de lis!
Tu joven pecho cándido me brinda sus latidos
y tus fragantes labios, dulces y sonreídos
me invitan para el beso romántico sutil,
y mientras que yo beso tus labios virginales,
envuelta en sus dolientes crespones invernales
muriendo va la tarde, serenamente gris…!
Osvaldo Bazil
Pequeño nocturno
Ella, la que yo hubiera amado tanto,
la que hechizó de músicas mi alma,
la que más blando susurrar de égloga
derramó en el azul de mis mañanas,
me dice con ternura que la olvide,
que la olvide sin odios y sin lágrimas.
543
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Víctor Garrido
Aria de otoño
Un rubicundo amanecer de estío
me engalana de rosas la tristeza
cuando se juntan tu mirar y el mío,
y llenas con idílica promesa
la soledad de mi rincón vacío.
544
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Elegía blanca…
Estoy triste, Señor, porque se muere
la amada de mi vida;
la que nunca me enoja ni me hiere,
la que puso en mi alma que la quiere
la blancura de un ala bendecida.
545
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Pax
(En las ruinas de San Francisco)
546
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
R. Emilio Jiménez
Boda de ruiseñores
Era un trío admirable de dulces ruiseñores
disputándose, a trinos, de una hembra el amor,
que, junto al grupo alado,
picoteando alegre la encendida corteza de una fruta en sazón
por cuya abierta herida, la sangre de la pulpa
manchaba el suelo de arrebol,
provocaba la lucha de los picos abiertos
para su dulce boda con el mejor cantor.
547
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
La hembra, enamorada,
dejó el fruto sangrando como un arrebol,
ganó la débil rama que el canto estremecía,
y culminó la escena con un triunfo de amor…
548
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
549
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Emilio A. Morel
San Francisco de Asís entre los pájaros
I
San Francisco de Asís erraba un día
por remotos parajes, preguntando
a cuanto ser veía
si lo acosaba el hambre, si quería
pan del pan que su mano iba dejando
a la miseria cruda y sin abrigo:
pan de resignación y pan de trigo.
550
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
II
Enfermo y solo… Lejos de la gente,
que ignoraba su mal, pensaba el Santo
en que ya la Implacable
rondaba ansiosamente
la tosca celda en que la limpia fuente
de su misericordia inagotable
cantaba el bien, tan armoniosamente.
Y gimió el desconsuelo
del ruiseñor: —;Oh, déjame a tu lado
para verte cruzar, transfigurado,
los caminos del cielo!
551
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
552
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Apolinar Perdomo
Amo y odio a la vez tu albo sombrero
Amo y odio a la vez tu albo sombrero!
Tu carita, una rosa en miniatura
gozosa en él se está como una perla
en un gigante caracol de plumas!
553
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Canción de amor
Tu ventana está abierta… Estás dormida?…
Quién pudiera saber adónde el vuelo
habrá alzado tu alma bendecida!…
554
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Enrique Aguiar
A San Francisco de Asís
Señor de las humildes indulgencias,
Oh, divino Señor,
Tu piedad evangélica perfuma
Lo mismo que una flor.
555
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
556
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
La excusa
En otra, oh, muerta, tu recuerdo amo;
Como yo te sentía
Huraña a la intención de mi reclamo,
Así la siento a ella, muerta mía!
R. Pérez Alfonseca
Oda de un yo
A través del camino sin fin vibra la oda
del Verano; la Tierra es un inmensa oda
de silencio que piensa y de rumor que habla.
Sobre una piedra blanca del gran camino, le habla
a un joven un anciano: el uno es un poeta
ya pleno, el otro, un germen preclaro de poeta.
Las rosas sonreían al viejo como labios
inocentes, y al joven besaban como labios
pecadores; los montes invitaban al uno
al reposo, y al otro a la ascensión; el uno
miraba siempre a Dios al mirar en sí mismo,
el otro, le ignoraba pues fuera de sí mismo
lo iba buscando; el viejo, sin buscarle, le hallaba,
en tanto el joven le buscaba y no le hallaba.
—¿Qué hay que hacer, maestro, para que yo conozca a Dios?
—Conociéndote a ti conocerás a Dios.
Los brazos del anciano, mientras hablaba, fingían
un círculo espontáneo de confianza, y fingían
en tanto, los del joven, un círculo de duda.
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
558
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
559
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
560
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Domingo Moreno JimEnes
A mi hija
Cuando muera…
¿Qué puedo yo darte que no sea yo mismo?
Sombra de sombra,
aliento de aliento,
amago de perfume…
¡Tal vez nada!
Toda la existencia de la Tierra es una inmensa niebla
y el afán del Hombre contra el Mundo, la Nada de la Nada.
(Dios está palpable en el Hombre, cuando se siente triste).
II
Hija, ya no habrá oriente ni poniente para tu porvenir:
una sábana blanca serán tus días,
una sábana blanca será tu pasado
¡y tu recuerdo una estrella que frente a frente me iluminará el porvenir!
III
No sé por qué tu agotamiento
me trae una recóndita dicha anegada en lágrimas
que me hace auscultar el corazón de la tarde.
562
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
IV
Tu infancia y tu silencio me parecen hermanos.
V
Hija, hazme tomar la resolución de los otros:
vuelve mi proa añicos
y mi voluntad una piragua;
que nada sea mío desde hoy, que no quiera poseer nada mañana;
desnudo de bienes y desnudo de virtudes hazme;
sin egoísmo de lealtades y sin egoísmo de pureza;
¡hazme entero el milagro de darme todo a los elementos
como si fuera en sustanciación un ser increado!…
VI
Tu vida fue microscópica, pero grande;
¡el segundo de tu inexistir, eterno!
VII
Hija, ¡cuántas nubes,
cuántos pájaros,
cuántos horizontes insospechados me abre en el amanecer tu ruta!
VIII
Hija mía, para ti la mañana no será clara ni fresca;
verás envuelta el alba en la noche
y las cosas de mayor transparencia
tomarán ante tus ojos la actitud de un largo crepúsculo.
IX
En este mundo donde sólo se premia la capacidad de fingir mejor
era justo que llegaras, y después de breves instantes,
ya estuvieras confundida con la cal y con la mariposa, con el carbón y con la piedra.
X
¡Cómo me alivianas la sombra, al advertir desde que te dormiste
que en mi derredor todo es sombra!
XI
¡Oh tú que me enseñaste desde que naciste
a ver la vida con ojo más sabio
y a la humanidad con ojo más triste!
Triste, triste; ¿y no es acaso la suprema alegría de los seres mudables el ser tristes?
¡Triste fue la faz de la tierra cuando se desperezó el primer hombre!
¡Triste tiene que quedar la tierra cuando se desentuma en su regazo el último hombre!
563
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
XII
¡Oh tú, que desde que naciste pude decir: boleta de la tumba!
¡Oh tú, que ya crecida pude decir, por tu desvalidez, la preferida mía!
XIII
Por ti quise cambiar y que la fortuna me sonriera;
¡y por ti no cambié
y la fortuna no me sonreirá nunca!
XIV
Hija, cada vez que examino tu vida
me doy cuenta que tú eres como mi vida
¡una sombra entre dos crepúsculos!
XV
Iba a decir entre dos agotadoras auroras
y ya ves, reincidí, sin querer, ¡entre dos crepúsculos!
XVI
¿Por qué tan pura, tan casta y tan leve, te debas parecer al crepúsculo?
XVII
Olvidaba que toda adjetivación es cruel y ruda:
Dios dio desnudo a los hombres el verbo,
y del lenguaje, ¡sólo debe quedar desnudo el verbo!
XVIII
Toda filigrana de síntesis es una profanación, ¿verdad hija mía?
Ya te puedo buscar sin parcializaciones, sin atributo contingente:
¡serás en mi incompleto nombrar, sencillamente, el vaho de las cosas!
XIX
No te puedo asir con una palabra,
y no debe extrañarte, recónditamente,
¡porque tú estás para mí más alta que la región de las palabras!
XX
Y vuelvo a caer en las comparaciones.
¡Oh, hija, cuán subordinado estoy a la vida!
XXI
¡Miserable del hombre que osa creer que después de la sombra la vida es vida!
564
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
XXII
¡De imperfecciones se forman nuestras excelencias
y es toda la existencia del hombre un brazo tendido
hacia el turbio por qué de los enigmas!
XXIII
–Tiene el pulso demasiado débil,
pero este letargo no es la muerte–.
Su médico era mi propia almohada de cabecera
¡y yo quedé perplejo ante su callado sufrimiento y la miseria de la vida!
XXIV
Si fuera bizco de pensamiento
y tuviera la boca siempre llena de mentidas palabras;
¡hija, iba a blasfemar por tu dolor… pero, perdona!
XXV
¡Compran caro el suelo donde colocan a los muertos
y ellos son más dueños de la tierra que los hombres que comercian con ellos!
XXVI
¡Al través de los milenios, los hombres son puñados de tierra
que se deforman a su antojo!
XXVII
Hija, ya han venido a avisarme que tus pies están fríos.
Hija, resígnate a que lo blanco no sea blanco y a que lo negro no sea negro.
XXVIII
Hija, ¡cuánto crece el sol sobre la sombra de los tilos,
cómo se agiganta la nada sobre la soledad de tu aposento,
cómo nace y renace la esperanza por entre los ámbitos de la vida!
XXIX
Tibien la leche terciada con agua
para si mi chiquitina despierta.
Cuídenmela hasta que se vuelva esperma como capullo inmortal el cuidado.
Ella es carne de mi vida, flor de mi pensamiento, cemento de mi alma.
XXX
(¡Eres, amada mía,
como la flor del higüero joven,
como el azogue del crepúsculo,
como la diafanidad de la naturaleza toda!)
565
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
XXXI
—No seas padre, sé hombre,
sencillamente.
Gira tu vista a tu derredor
y que tu amor a una abstracta “Humanidad”
no te haga olvidar jamás de que eres hombre!
II
—Madriguera,
¿y el amor?
—De sí.
III
Mar,
¿cuál es la melodía de las campanas en el crepúsculo?
IV
Dolor, ¿cuál es tu friso, a dónde tiende el hálito de tu propulsión?
Infinito, tú sólo me bastas hoy para estar triste.
Maestra
Maestra: recuerda el amanecer con su vaca lechera,
su humo de sol,
su organillo de pájaro…
Háblanos del plátano que amarillaba junto al oreganito.
Del maizal que nos confirma que en América
no es exótico ni lo rubio ni lo negro.
¡Maestra, no te muestres tan distraída ante tus parroquianos hombres!…
Piensa que ser mujer,
y mujer con m minúscula,
es de todas las cosas lo que en verdad te importa.
Trocar los sexos, ¿y con qué objeto,
siendo, como eres, en realidad, de un sentir prolijo y tierno?
Así: minuciosa, sensible y sumisa
te soñó mi egoísmo,
¡y te anhelan mis hijos que están en gestación desde la infancia!
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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Siesta
El cielo estrellado de hojas.
El aire de seda en la sombra.
Virgilio Díaz Ordóñez
A mi bastón
Tras de mis huellas –que borró el destino–
tú escribiste los suspensivos puntos
en la empolvada faz de aquel camino
que ya jamás recorreremos juntos.
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Intimismo
Vieja camisa rota;
ya no hay quien te remiende.
Tú eras de algodón;
eras el llamativo disparate,
el comercial modelo para comparación;
tú eras el baldón de aquel escaparate.
Y mi intención fue recta;
la habitual escasez de mi difícil plata
568
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
te eligió predilecta:
eras la más barata.
569
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Manuel LlanEs
Oración a la madre ida
Ayer, hoy, mañana, y siempre aquí; muerto
de hambre sin hambre, he abierto las alas en un grito…
Tu espíritu es un perfume de mi nostalgia que queda,
hasta en la noche.
En el triste aposento
mis pasos cautelosos
eran como el enigma de la muerte.
Ronca fuerte la demencia de la aurora
con la dulzura que fallece
en el viento y en las hojas del otoño.
Un hálito me apagó en la mañana
tu lámpara risueña;
y entre la casa,
somos los tres hermanos
como púberes almas inocentes
que acordinan la neurosis
de los grillos;
(la casa de los muertos
es como un patíbulo a las seis…)
Mi piedad dormita
como los stradivarius
en la serenata de los arcángeles,
y concuerda con mi tristeza
un viento frío.
Sonríe la noche en mis labios
entre un coro de campanas,
pero de campanas dolientes
en medio de la noche
estruendosa.
Tú cruzas por mi memoria,
silenciosamente,
como una púdica azucena virgen
entre mi voluptuosidad ya triste.
¡Oh la noche en la carne de los lirios!
¡Oh la noche que para mí se pudre!
¡Oh la noche con el rumor de mayo huérfano
y el aire frío del mar!
En una noche de la ciudad lóbrega,
con un beso salobre que avasalla,
la muerta ciudad me da su calma
y a mis pies, sus largas calles en silencio…
570
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Rutas nocturnas
Duermen. Oíd insectos: ¿sabéis algo del misterio
en la blasfemia azul de la oración que fenece…?
Cuando tocan las tímidas esquilas del recuerdo,
a veces lloro sin saber por qué lloro los muertos.
Y se volvieron alegres, mucho más alegres las campanas…
Soñaba perderme en la ruta de los mecheros,
y mi corazón torpe, estaba ebrio de demencias nocturnas
imaginando dolores en los rincones de mis penas.
En el caos de las almas las campanas negras duermen…
Mientras se excita mi espíritu irritado
la piedad sube conmigo a la indolencia del alba,
y la brisa lleva un presentimiento de egoísmo a la flor…!
Entre el secreto del campanario, el olvido de la noche.
Ancló desde esa hora el pesar de pensar las cosas;
vagos fueron mis sueños sin ninguna visión.
El destino de la cuerda tendida sobre un abismo,
un equilibrio mis ritmos. Tiembla como la primera estrella.
571
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Diez doncellas
Por sendas de soledades
Y cielos de paz desnuda
Las manos de diez doncellas
Tejen que tejen la luna.
Que ya pronto será noche,
Y más que cesta con fruta,
Y tanto como mozuela
perfumará la llanura,
Y para puerto lejano
El silencio será ruta…
¡Agobio de sangre quieta!
¡Espera de luz profunda!
Sin huellas de mar y monte
Van fabricando la luna,
La fabrican diez doncellas,
Que ha de llevar vagabunda
Por paisajes interiores
¡Ausencia de cosa tuya!
El hurto
La luna cabalgaba
En ramas de pino.
Espinas morenas,
Moreno el silencio,
I más que morenas
Las aguas del río.
Tus manos hurtaron
La lumbre del surco:
572
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Un hurto de nácar
Con manchas hendidas
De tierra bermeja,
Son luces tus dedos,
Diez luces que trepan
Buscando la luna…
Se quiebran las sombras,
I el pino recrece
Con luna cimera.
Temiéndose un robo
Los vientos apriscan
Ovejas dormidas
En cielo nocturno
La jornada
Desnuda, despereza, sus carnes requemadas
De moza campesina… Y de cegar rendijas
En las horas nocturnas, húmedas, estrujadas
Rebrillan telas rojas, las de su vestimenta.
573
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Va cantando
Amarillos
sus pezones.
Amarillas
las estrellas en las charcas del sendero.
Va descalza, va desnuda, va sin miedo
cuesta arriba.
Son sus huellas,
huellas vagas de una luna ya difunta.
Canta un gallo. Cantan ciento.
Amanece.
Verde y rojo
en el viento
y en el filo de la sombra:
colorido montañero.
Algún día
sus pezones y sus ojos y sus manos
serán joyas de silencio,
serán tierra, serán nada.
Monte arriba,
con los ojos en las luces de la aurora,
va sin miedo, va descalza, va desnuda,
va cantando.
J. Furcy Pichardo
Hora de estudio
La bienamada se quedó dormida
sobre el sofá, mientras yo en paz
Poeta: no teorices más la vida.
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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Paréntesis femenino
Altagracia Saviñón
Mi vaso verde
Mi vaso glauco, pálido y amado,
donde guardo mis flores predilectas,
tiene el color de las marinas algas,
tiene el color de la esperanza muerta…
Las flores tristes, las dolientes flores
en el agua del vaso se refrescan,
y bañan sus corolas pensativas
en una blanca idealidad de perlas.
Y luego se van lejos… se marchitan
abandonadas, pálidas, enfermas,
muy lejos del cariño de ese vaso
que es del color de la esperanza muerta.
Y cuando sola, pensativa, herida
por la eterna nostalgia
siento un perfume triste, moribundo,
que llega hasta mi alma…
pienso en mis pobres flores, las marchitas,
las enfermas, dolientes y olvidadas,
que antes de marchitarse se despiden
tristísimas y trágicas
de ese vaso de pálidos reflejos
que es del color de las marinas algas!…
576
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
II
Bajo el derruido tinajero
–remedo de un confesionario–
las confidencias escuchabas
como un buen cura solitario.
A los dos novios protegías
tu fiel alianza les juraste,
y tu agua clara –tu alma pura–
como un consejo, les brindaste.
Cuando eludiendo las pupilas
que maternales vigilaban
con el pretexto de beberla
junto a tu linfa, se besaban…
III
Roja tinaja generosa
igual que un joven corazón
fresca tu agua y cristalina
sabrosa a río y a terrón!
Allá en la noche silenciosa
la dulce niña suspiraba,
mientras su clara perlería
la vieja piedra desgranaba.
Y en blando eco cariñoso
repercutía su canción
cabe tu pecho fresco y hondo
y en el amante corazón.
IV
Roja tinaja abandonada
–por la flamante innovación
de las costumbres ancestrales–
al viejo patio, en un rincón.
Con negra tierra el jardinero
llenó tu pecho generoso;
y en ti el penacho de una palma
su esbelta forma alzó graciosa.
Roja tinaja: el agua fresca
no más tu pecho colmará;
577
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
ni ya tu gracia campesina
junto a la fuente lucirá!
No más tu voz dulce y profunda
dirá su cándida canción…
Tan sólo tierra y una palma
como en mi triste corazón!
Delia Weber
Encuentro
Iba por el campo pisando las espigas.
Mis pies eran ligeros y mi cuerpo como una sombra. Me reñiste por no saber lo que
hacía. Oí al viento sollozar; pero no comprendía…
De lo alto del campo venía el río cantando como un coro de niños… Quise sentir
el frío del agua y posé mis pies gozosos, dando la alegría de mi corazón. Me reñiste
por no saber lo que hacía. Se nublaba el cielo pero no comprendí…
Distraída, jugaba en el olvido de todo. Me llamaste desde lejos… Corrí a tu en-
cuentro… Cuando llegué estabas pálido, volviste la espalda y, yéndote, me señalabas
atrás. Yo me senté a llorar; pero no comprendí…
Un día me fui espigando flores, inocentemente, por el campo… Y las regaba por
donde habías pasado tú… Mi cuerpo ligero velaba sobre tus huellas, escondido;
pero no viniste…
Después (como si la claridad hubiese dicho lo que era…) cogí agua, flores y espi-
gas, y fui a ti, que me esperabas, y las regué sobre tu cuerpo… Sonriendo me diste
el conocimiento: aquel campo era mío.
Y besé tu agua, tus espigas y tus flores…
Nada
—Ese hombre que pasa llevó un día mi alma…
Corre, mira si en los ojos tiene la señal; si su espalda está aún encorvada, si lleva
en la boca todavía luz, y sus manos están extendidas…
—Veo el camino solo. Va a salir la luna entre nubes oscuras.
—Pero ¿alguien pasa?
—Un hombre que no lleva nada.
Reencarnación
Yo he estado contigo, sí, he estado contigo. No vas a recordarlo, pero una vez,
fuimos una vida entera, tú y yo…
Hiriéndome la mirada de dulzura, tus ojos hacen oriente de mi senda, y me llenan
de amor sin descanso. (Una vez yo he visto tus ojos…)
578
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
No abras tu alma recelosa como flor al viento; sé todo lo que tienes que decirme.
Te he escuchado en una sombra remota, por un vago camino… Allá, al extremo de
toda idea… (Un día has abierto tu alma…)
Sin que hayas dicho el sentido de tus palabras, surge en mi corazón una alegría
que revive, porque una vez aclaraste su sentido en mi corazón…
No sé quién eres: el recuerdo es oscuro y despierta temeroso del silencio nuestro…
En una bella mañana, cuando el sol se dilata esplendente, como una pupila tremen-
da del círculo eterno, me seguiste por una palabra mía. Y temblaron mis labios, y se
quedaron mudos, porque (aunque lo hayas olvidado con esta vida) una vez te dije
una palabra…)
Voz errante
…Ay de ti si probaste una vez la miel de mi vino… no olvidarás…
Si te clavaron las espinas de mis rosales, ay de ti… no curarás…
Si te rozó, leve, la orla de mi vestido, no fingirás indiferente gozo.
Aunque te vayas lejos… Aunque no vuelvas más… Te agitará el corazón, te subirá
la sangre loca, y, en un trastorno de tu vida, tornarás al punto en que bebiste mi vino
o te clavaron mis espinas…
Junto a la corriente
Dormí en el lecho de arena
que refresca la corriente,
y fui en la noche serena
579
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
La carga
Aligérame, Amado,
pon mi carga a la vera del cambio
o espárcela a los vientos,
para tener el alma
tan pura y tan sencilla
como una flor silvestre.
Aligérame, Amado,
y seré libre corderita
que en la verde sabana
corre, retoza, brinca,
del arroyuelo bebe
agua límpida y fresca,
y de la tierra pasta
hierbas recién nacidas
Aligérame, Amado,
quítame de los hombros esta carga
de locas ambiciones,
que desfallece mi alma…
Aligérame, Amado,
y otra vez en las noches
seré la chiquitina
que en tus brazos se duerme
soñando como niña.
580
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Llueve
Llueve. Las gotas caen acompasadas
con música monótona y cansada
y contenta les voy así cantando:
Caigan, caigan, que el cielo
se despeja llorando.
Como una quimera vana que atrae
me atrae el gemido del agua que cae
y contenta les voy así cantando:
llorad, llorad, que el cielo
se despeja llorando.
También cayeron gotas de amargura
de mi alma que ahora luce pura,
y contenta les voy así cantando:
Caigan, caigan, que el cielo
se despeja llorando…
Viento
Viento:
llegas tan fresco, suave y reposado,
que adormeciendo vas mi pensamiento.
Viento,
que las mejillas hazme refrescado,
de qué país tan bello
llegas alborozado?
¡Mira, como has puesto mis cabellos!
Viento,
inútil es que ahora al hogar
entres y hagas crujir el ventanal;
¿piensas tú que tu aullido he de temer?
me río y digo: ¡déjateme ver!
Viento,
mis manos y mis pies has vuelto fríos;
pero en mi pensamiento
voy musitando locos versos míos…
Ya en tus redes
Ya en tus redes me hiciste presa, Amado,
ya fui pez de tu mar.
Fruición de gozo antes no soñado
mi sangre hace saltar!
581
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Carmen Natalia
Aquí me tienes tú
Aquí me tienes tú, como dormida…
Vengo de un largo viaje
por no sé qué regiones desoladas.
Vengo a tenderme aquí, bajo la sombra
de cualquier árbol bueno y compasivo,
de esos que se levantan
a la orilla de todos los caminos.
Darse
Darse cual la brisa, sin saber a quién:
al árbol, al nido, al espino cruel…
Darse plenamente, darse con el sol,
que al lodo y al ave brinda su calor.
582
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Mi risa
Disuelta en la brisa
se me va la risa
–cascabel de plata de argentino son–…
No sé dónde nace, ni sé por qué vino,
sólo sé que siento su temblor divino
dentro del corazón…
Viajero, Viajero,
detén la jornada…
Déjame decirte lo feliz que soy…
No sé por qué río… No sé, ni me importa…
pero así, Viajero, la senda es más corta
y riendo yo voy…
Viajero, Viajero,
detén la jornada
y escucha mi risa de argentino son…
No sé dónde nace ni sé por qué vino,
mas desde que siento su temblor divino
yo voy desgranando por todo el camino
la loca alegría de mi corazón.
583
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
584
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
585
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Porque vino de ti
Cuando escribo mis versos, cuando cruje mi pluma
como si desgarrara frágil copo de espuma:
cuando tiembla mi mano –del amor al abrigo–
y sigue temerosa, palabra por palabra
y el alma vibra en mí.
586
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Lucas Pichardo
A una casita
Siempre he sentido una misma emoción cuando veo esta casita de piedra.
Ya está acurrucadita y replegadita como si hubiera caído en el fondo de sí misma.
Pero no es por eso por lo que yo siento la inaplazable emoción de arrojarle mi
pañuelo.
Todo es porque, como tiene la cornisa rota, cuando llueve se le deben llenar los
ojos de agua.
A una tinaja
Nació sin dolor. Fue ni más ni menos como cuando apareció la primera criatura
humana sobre la tierra: barro y fuego. Barro y fuego. Barro y fango. Y unos dedazos
torpes modelando una y otra vez la arcilla original.
Luego soplaron para animar su alma semejante a una buena, gorda, fresca y
colorada campesina.
La piedra
Muchos creen que tiene pupila rota para toda clase de paisaje. Y no es así: de la
piedra al sol no hay secretos.
El agua, el viento y el fuego no se han gastado inútilmente sobre la fisonomía
cerrada de la piedra.
Además ¿no se ahogarían las piedras cuando la tierra se volvió una gota de agua
grande?
Yo he sentido a más de una piedra gritar al mediodía!
Otoño
Va a morir. Acentúa el trazo seco de su sonrisa desdeñosa.
Se está muriendo. A esa hora de la despedida de nuestras cosas queridas reacentúa
aún más el trazo seco de su sonrisa desdeñosa.
Ha muerto. Cada hoja que cae es una gota más de dolor.
Luego: cualquiera ventolina levantará un largo rumor de llanto fácil.
587
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Proyecto
Tengo lista mi aventura
de besos largos y barcos,
desmayos trasnochadores
en luna-park de horizontes.
Montañas rusas de excesos
para vértigos de estrellas
zarparán de tu caricia
con risas de fruta fresca!
–Versos de pulpa suicida
para las horas de hastío
y vientre suave de vela
en viento sabio de rutas–
Brújulas anarquistas
de libertades sumisas
irán cazando caminos
en azares de sorpresas,
los timoneles más ebrios
en redes de espumas tensas
te harán coros de sirenas
en crepúsculos de canto,
grumetes enardecidos
de noches de espejismos
pondrán música a los nombres
de las islas de tu ensueño
y en el golfo de tu beso
un naufragio de recuerdos
desatará su bandera
de equinoccios de tragedia!
Estrellas de mar, dormidas
en cielos de arena blanda,
constelarán de silencio
tu gracia de fiera mansa…
Tengo lista mi aventura
588
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
de ensenadas y de jarcias,
de mástiles y baupreses
de banderas y tormentas.
589
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
tu cargamento de frutas
irá alegre, Capitán!
Vendrás, con lastre de piedras
y con vientos de canción
–alguna historia en tu casa,
miles en el malecón–
y en la taberna del muelle
un solo trago de ron!
Salud, don Pancho Alegría,
buen Capitán de Goleta!
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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Tema
Aquí, compañero impasible; aquí:
Donde todos los cuerpos creados se procuran; aquí donde se buscan
los cuerpos y se encuentran lo mismo que la imagen
que en procura va siempre de algún vidrio inmediato,
como una flor marina sujeta por los ocho tentáculos de un pulpo,
lo mismo que una estrella mordida por el diente nevado de su cielo;
materia fija y dura; materia desde donde
crecen mil manos largas para sólo agarrarse;
para sólo buscarse
en presencia de un mundo que tan sólo es presencia,
color, forma y substancia en un mismo y continuo ardoroso contacto,
hecho de superficies varadas a la orilla,
callada y solitaria
de la noche del aire.
Aquí, compañero impasible; aquí:
Donde todas las hojas urgidas por el fuego de una terrible ansia
van buscando la carne desnuda de la brisa con sus labios de lanza;
aquí donde el anillo tiene un sueño de dedos
alzados como cinco columnas suplicantes,
y el mar es sólo un ojo;
un ojo melodioso con riberas de espumas para mirar el cielo.
Aquí donde las yerbas van pensando tan sólo
cómo hundirse hasta el fondo de la entraña terrestre:
¡yo no quiero encontrarte cuerpo sólo y presencia!
¡yo no quiero encontrarte concreta o sucedida
de otro modo distinto que no fueras de sueños,
que no fueras de nube, de estupor o de grito,
en la isla profunda de mi llanto enterrada!
Aquí no quiero hallarte: posible, realizada; aquí no quiero hallarte,
porque yo sólo busco, tu no ser en las cosas para ser en mi esencia,
para ser en mi árbol, en mi poblada selva de raíces muy hondas,
en donde están fluyendo las aguas luminosas de otro cauce del mundo
sin estatuas perennes sonreídas al fondo.
¡Oh, dulce voz crecida del tamaño de un hombre!
¡De la misma estatura de una pena callada!
Sin labios todavía donde sembrar sus letras,
los signos expresivos para su oscura y nueva
subterránea vendimia de maduras angustias,
en donde nunca, nunca, hallarán las semillas de sus extraños frutos.
Pues para hacer tu risa que nunca había nacido:
594
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Presagio
Yo estoy muerto con ella
sin rumoroso llanto de azucenas,
desde un pecho que extingue sus ardientes cenizas,
desde la misma rosa de hielo en que ella habita,
desde la misma niebla donde sus ojos miran la soledad del mundo,
desde todas las cosas –inevitablemente– yo estoy muerto con ella.
No valen los clarines que golpean desde el fondo terrible de los sueños;
no valen los clarines con el eterno y duro gemir de sus cristales
de amor resquebrajados;
no vale nada ahora desde que ella se ha ido:
ni el musgo que nos brinda su refugio tranquilo,
ni la amarilla voz de los otoños,
ni la piedra ni el nardo, ni la arcilla madura
donde moldea el silencio su recóndita estatua;
no vale nada ahora desde que ella se ha ido…
A la orilla del llanto sereno de la noche;
a la orilla del llanto donde caen las estrellas,
no sé desde qué sombra yo escucho sus campanas,
(palabras que se han ido de amor entre las gentes).
Yo estoy muerto con ella
–inevitablemente– desde todas las cosas que ignoren su presencia:
El mar… la tierra… el viento.
La brizna más pequeña que esté lejos de ella.
La que no haya podido colgar su primavera
furiosa de sonrisas o de besos,
sobre el mármol sonoro que le cubre la frente,
el traje que no tiene,
los ojos con que mira,
o esas lluviosas manos donde vienen
a reposar en ella los astros sonrientes.
Yo estoy muerto con ella
–inevitablemente– desde donde su pena estremecida grita,
donde un río como ella pasa callando siempre.
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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Primera variación
¿De qué cielo distante, solitario, sin nombre,
aquella espada vino desnuda como un río?
Aquella muda espada tan fría como el vidrio desolado del aire,
tan honda como el agua sin riberas del llanto,
donde el dolor agita su inmensa cabellera?
Para que se quebraran tus senderos de aroma
hubieron de habitarle caracoles al viento,
arenas retorcidas como torres de humo,
como manos oscuras,
como terribles dientes,
hubieron de habitarle para siempre.
¡Rosa muerta sin llanto de campanas de bronce!
¡Isla sola, sin nubes, sobre el rosal anclada!
¡Mariposa sin alas, cuyo sueño, era el cielo!
Por tus propias raíces tendidas como escala:
¿Habrá, para morirte, que nacer un lucero?
Pero no fue la muerte helada, sino el beso; el gemido profundo
de tus propias espinas quien apagó la aurora vegetal de tus pétalos.
Pues ya desde un antiguo dolor tú te morías.
Te morías por dentro –como todos– un poco.
Segunda variación
Ahora que en mí siento la inconmovible eternidad gritando,
como árbol erguido, como una oscura piedra caída en lo profundo
en un grito que cobra su precisa medida de estatua de cielo.
Ahora que en mi carne yo sé que está esculpiendo
la soledad su estatua de silencio,
porque no soy un bosque, sino un hombre,
limitado en la forma de su humana presencia.
Devuélveme mi mar de otras edades; mi fino mar de vidrio transparente
desmelenado igual que los leones,
con su náufrago cielo solitario en la aurora salobre de sus conchas,
con sus yodos terribles, sus salitres de milenarios miedos oxidados
en el bronce sonoro de sus negras campanas.
¡Mi mar!
¡Mi viejo mar,
poblado todo de corales profundos y tenebrosos légamos primarios!
El que vive aún en mí –petrificado–
en olas submarinas de pretéritos llantos congelados.
El mar que no se ha ido,
porque en mí está varado como en el tallo del rosal la rosa,
como mi corazón, sobre la tierra.
¡Oh! Dame tu oscura lámpara de sombras.
Quiero irme de nuevo desnudando hasta volver al mar y ser sus olas…
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Tercera variación
¡Oh llanto inagotable de no saber en dónde sembrar nuestras palabras!
¡Nuestros signos sin nombres resignados,
seco árbol en donde
no crece ningún sueño, ninguna voz vibrante, madrugada tampoco
en el cielo remoto de los otros vocablos,
de los otros sollozos caídos en el coro celeste de los ángeles!
¡Reino éste cerrado, igual que los melones!
¡Negro como la entraña profunda de la tierra en que habitamos todos,
con el solo destino vegetal de las ramas,
de los troncos que existen mordidos por la tierra,
sin ayer, sin mañana sino siempre!
—¿No crees que como ellos también hemos vivido
desde el espanto mudo de nuestra inmensa y honda desolación humana?
Alguien conmigo ahora no obstante lloraría mi ruiseñor de luna,
muerto de soledad entre los lirios, si no fuera por esa
pared hecha de manos, de uñas y de dedos, de bocas y de dientes,
en donde todo acto
realizado se queda como una flor herida,
como una cabellera destrozada,
lo mismo que una estrella, sobre su cielo, muerta.
Estamos frente a frente
de una eterna verdad que nos derrumba a todos,
como a livianas torres
como a espigas quebradas por la mano del viento;
ni tú ni yo podremos abrir un solo surco para sembrar su sombra,
su endurecido aliento.
Todos hemos crecido debajo de su cielo.
Todos hemos crecido
y ahora nuestros pechos tocan el rojo fuego crepitante
que incendia sus cabellos tendidos sobre el mundo.
—¿Somos ceniza o brasa para el tiempo feliz en que lloramos?
¿Somos ceniza o brasa? ¡Ni tú ni yo sabemos!
En una muerte larga, solitaria, sin fondo;
en una muerte eterna,
hecha de eternidades,
siempre estamos muriendo desde todas las cosas…
Conclusión
¿Qué descarnada mano de arcángel o demonio
en la insondable noche donde termina el mundo
me está cerrando siempre tu ventana más alta?
¡Esa ventana tuya por donde yo he querido lanzar mi último grito,
mi más pesada piedra de soledad crecida!
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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
enredada en la hélice
se va la carretera por el cielo.
Mas hoy, compadre Concho, también se ve tu llano
–míralo en el bolsillo del norteamericano–.
Acordeón
Novela del corazón
cuando las manos te aprietan.
—Acordeón,
por tu sendero:
el azul,
ancho como los vientos.
Viajeros blancos los negros
por tu paisaje sin tierra.
Acuarela
Fresca y repleta de cañas
la mañanita de miel
siente frío y se acurruca
en las pupilas del buey.
La carreta con su paso
matinal y paulatino
rechinando despertaba
los guijarros del camino.
Regala campos de azúcar
el oro de la mañana.
El humo asciende lo mismo
que la oración aldeana.
601
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Mulata
Por el camino del acordeón
te vi meterte sin pasaporte
en el chico país del corazón.
A ratos
machacas rumbas con tus zapatos,
y tu cadera
que padece una vieja borrachera,
y tu aliento
que a veces quema hasta el fular del viento,
saben a la locura de tu barro mezclado
de mula tropical, de sol quemado.
Mulata que te hicieron de la noche y del día,
en el café con leche
bebo tu carne de fantasía.
Tabaco para hacerlo picadura
con el cuchillo de la dentadura:
tu talle
que le roba los ojos a la calle.
Sobre el azabache de su piel lampiña
meces tu carcajada de maraca,
igual que la oleada tentadora
de tu piel hecha en cuero de tambora.
Alma de raspadura y piel de ají,
quema y endulza tu mordedura.
Voy a decir que te metiste en mí
como si fueras una calentura.
Piedra y sol
Los haitianos pican sobre la llanura,
tienen en sus picos enredado el sol.
Sobre el azabache de su piel lampiña
602
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Sinfonía negra
Danzan los cocolos bajo los cocales,
y su danza evoca monos de Ceilán.
Carcajadas blancas rompen la armonía
de sus tenebrosas carnes de alquitrán.
Nórticos turistas riendo los contemplan;
piel color de rosa trópico quemó;
pipas newyorquinas, tufo de cerveza;
se tragó la kodak los Papá-bocó.
Bulle en las haitianas plática de loros,
viendo como danzan hombres de alquitrán
y entre sus corpiños tiemblan cocos negros
que los haitianitos chupan con afán.
Tierra familiar
Tierra,
tengo en la brisa los ojos,
para llevarte por ellos
más allá del alfabeto.
Ancha de asombro y simple de horizonte,
te recogí en mis manos
fatigadas de alba,
para romperte como la madrugada
que revienta en los picos de los gallos.
Tierra-carne!
te fumaban
diplomáticos de seda,
y te vi en la neblina de sus pipas
como entre la neblina de sus frases.
(Tienen
educación francesa tus ciclones
603
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Tierra nueva
Tierra:
tu cansancio,
es el mismo cansancio de la mujer encinta.
Tierra:
tu ventana, de par en par,
hoy está del tamaño del cielo.
Tus semillas son anchas como músicas grandes;
y tu carne ha tomado la estatura de un grito.
Tiene tu barro ahora como ademán de torre,
de torre siempre abierta como el sueño del viento.
Llega un soplo de horas que quieren
preñar las alondras;
un soplo que llega lo mismo
que un pedazo de alba que se riega en el mar.
El hombre te espera, tierra nueva,
pan para todas las hambres.
Igual que el instinto que alumbra los tiempos
que ha tiempo no vieron los mudos del tiempo,
la palabra camino te alarga
sin el grito magnate que aprieta silencios humildes,
silencios que aguardan porque tienen,
aún en la sombra,
la sombra cargada de rutas.
604
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
No es la América mansa,
la del viento camello de las seis de la tarde
suave como la muerte del cabello del indio;
es la América-ovario presente y futuro.
Alientos comunes
siente la arcilla,
siente que todos los dedos la mueven y ensanchan,
los dedos que a fuerza de hambre
sintieron el crimen… y no lo complacieron.
Bajo el cielo de ahora
la calle antigua acaba de nacer.
Hierve el aire,
la canción de la urbe lo quema.
605
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Signo melancólico
Para ti mis sueños machaqué con luceros
y me fui con los besos que flechaban tus albas
y tus ojos conmigo derrotaban la sombra.
¡Qué derrumbe de astros me causó la quimera!
Yo te quise tan pulcro que te habló mi silencio
y tan leve te tuve, que yo mismo interrogo
si estuviste a mi lado o yo cerca de un lirio.
Seré siempre mi canto para todas tus cosas,
pero tan dulcemente que me quede en el canto,
con lo azul en lo azul y la risa en los árboles.
Que bendigo la vida a pesar de tu vida,
que envenena esta otra que se rompe en el pino
y el puñal perfumado de este olvido sereno
con tus crímenes todos que se vuelven fragancia.
606
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Tomás Morel
Acordeón
El acordeón,
cuando lo cuelgan en la tramería
de la pulpería
parece un juguete
que pierde su policromía…
Y, sin embargo,
se vuelve alegría
cuando llega Mon a la pulpería.
Lo traen del otro lado de los mares
y parece de aquí el acordeón.
Sólo que cuando viene por radio
no suena como cuando lo toca Vale Mon.
607
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Framboyán
“Arrea, jaragana, arrea
pa vei si llegamo con la frequesita de la madrugá!”
Y por el camino
van los campesinos
rompiendo el silencio de la oscuridad.
Cuentos de fantasmas y de aparecidos
salen de la boca del Vale Julián,
y se entera el niño de que a la muchacha
la codicia el diablo desde el framboyán.
Máma me desía,
cuando yo e’nei bajío a to le jablaba
de venime pa’ca…
“No te vaya pai pueblo,
no te vaya pa’llá,
que lo pueblita son malo.
Y la mujei que tá sola,
solo jase caballá”.
Y taita me aguaitaba
y dipué me coitaba lo’sojo.
Jata quiún día, jué peidiendo la coloi
y la pasensia… y me dijo:
“Ponte tu traje rojo
pa que te laigue diaquí,
que tu no jase faita pa ná,
¡pa naíta!
Jalo pronto, si no quié
que le oidene a la mujei
que te saque a tabaná.
Láigate de prontico y no lo repita má…
Y puaquí no te me arrime
cuando un pueblita te jaga una desgrasiá”…
608
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Taita me lo desía…
Y dipué toa eta gente
disen que lo campuno no sabemo ná.
Ete pueblote grande jué la desgrasia mía.
Ei día que lo ví, ¡Jesú! la calle Soi
jué mi peidisión…
Me acoidé de mi gente,
dei conuco, dei rancho, ¡jata de mi bojío!
y lo peói de tó, jue que u’nombre tallao
se vino derechito y se me puso ai lao
con su palabrerío,
hecho el fresco, como si yo lo hubiera autorisao,
Y me peidí de amoi.
Me quedé alelaita
oyendo como jablaba aquei ombre pueblita.
Gladio Hidalgo
Compañera
Huerto de sacrificios que perfuma mi vida:
derramas en mis noches tus abriles en flor,
y gozas el instante de saberte perdida
por mis negros caminos de trajín y dolor.
609
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
El hospedaje
En sombras de ignorancia, duerme la audacia.
Los eternos fantasmas de la desgracia
se ocultan tras la risa de sus caretas…
Y un bullicio de radios, vuela a la loca
entre menesterosos y alma de roca,
sobre la muchedumbre de mil casetas.
610
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
La promesa a la madre
Tú lo comprenderás… ¡pero muy tarde!
cuando mi escasa juventud, rendida,
sea, tan sólo, la nube de un alarde,
bajo el azul del cielo de tu vida.
Tu antojo
Tu antojo ha perfumado mi vida sin fortuna,
y hoy mi verso es el pájaro que viola tus linderos
porque eres el jardín bajo el claro de luna:
llenas de claridades los senderos…!
612
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Patria,
sin ríos,
los treinta mil que vio Las Casas
están naciendo de mi corazón…
Patria,
jaula de bambúes
para un pájaro mudo que no tiene alas,
Patria,
palabra hueca y torpe
para mí, mientras los hombres
miren con desprecio los pies sucios y arrugados,
613
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Patria…
y en la amplia bandeja del recuerdo,
dos o tres casi ciudades,
luego,
un paisaje movedizo,
visto desde un auto veloz:
empalizadas y altos matorrales…
Invitación a los de arriba
Sí, a vosotros yo os invito;
si queréis bajar,
podéis hacerlo.
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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
616
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Retorno al hombre
¿Y el hombre?
Sí, esa forma regular de lodo,
espíritu y microbios…
Ese mismo que puso la primera piedra de la base
y la última teja del tejado,
el que secó su cabeza en fiebres redentoras,
el que comió del pan amargo y tragó lágrimas,
mientras en su pecho se cocían,
mejores, sus hijos y los hijos de sus hijos…
Ese ha de contar,
pero no le tiréis delante cosas materiales,
no levantéis ante su frente sin nubes
y sus manos pecadoras
decididas murallas de prejuicios y cal y piedras.
Respetadle,
no es el gusano que pide podridas hojas y sombra,
no,
es el hijo descarriado que Dios amó
que busca la perdida senda
y sangra y llora,
mientras sobre sus hombros se abren
encarnadas rosas,
y sus pies, heridos y cansados,
van enterrando los últimos delicados nardos.
617
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Llamadle hermano
y no miréis sus uñas
ni su camisa rota;
respetad su barba sucia
y sus palabras ligeras que se remontan a la nube y al ensueño;
respetad su llanto,
perdonad su triste continente;
en el nombre de los que sufren lo pedimos
nosotros los de la palabra hueca y torpe,
los que nos anudamos la corbata todas las mañanas
y tenemos el calor de la cabeza de los hijos
para comprender y serenarnos.
Secreto
Eres algo más que un recuerdo que viene
por un camino trazado bajo aguas azules
con peces insomnes y algas tranquilas.
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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Pedro Mir
Abulia
¡Mi vida va de viaje en un bostezo!
Desflorada de rutas,
mi vida se ha olvidado del camino
y se orienta en mi barro.
¡Cuántas volutas de pensamiento
salen de las cenizas de mi cigarro!
Mi carne se hace plástica de hastío
y se da en la amplitud de un desperezo.
Después de todo, yo soy mío.
Mi vida es un navío
que ha cabido en el charco de un bostezo.
620
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
me poetizan la mañana!
Nadie te cuenta mis gozos
de almidón de nube blanca!
Y tu sombra me persigue
por esta alegría larga…
¡Siga el canto! ¡Siga el canto!
¡Que el pecho me da en merengues
un corazón de guitarras!
Están de almidón los días
y de almidón las semanas:
días,
semanas,
días,
semanas,
y siempre las alegrías
de almidón por las mañanas.
¿Quién sorprendió los cariños
de tu boca recitada?
¿Quién te enseñó los caminos
y te contó las pisadas?
¿Quién se achicó en tus pupilas
por culpa de una mirada?
Ah, la mañana se asombra
de nubes almidonadas!…
Fiebres de luz y de sombra
violentamente contrastan,
las mismas que me dibujan
y en tus ojos me retratan.
¿Fiesta? la de tus ojos.
¡Parranda! la de tu cara.
Felicidad y alegría.
¡Triunfo de nubes blancas!
Conviérteme todo en besos
para estamparme en tu alma!
Pour Toi
Estoy de ti florecido
como los tiestos de rosas,
estoy en mí floreciendo
de tus cosas…
Menudo limo de amores
abona mis noches tuyas
y me florecen de sueños
como los cielos de luna…
621
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Y ahora,
cuando tu presencia no es carne
y puedo decir en voces
que tu recuerdo
—que es espíritu
es una tentativa de felicidad;
cuando más me siento
esclavo de tu cariño ignorado,
empiezo a darme cuenta
de que este amor naciente,
nutrido con miradas,
dormido con pensamientos albos,
puede edificar destinos
y adelantar futuros.
Caminante ayer,
hoy me siento camino
para recibir la caricia de tu planta!
622
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Martes en el calendario,
pero domingo en tu traje.
Agua limpia, brisa y sol,
¡qué fácil tu maquillaje!
Muchacha de la sabana,
retina para verdores,
en tu voz hallaron jaulas
alondras y ruiseñores.
Ruborizado y arisco,
cuando desnuda tú asomas,
cambia su azul en verdores
el camaleón de las lomas.
623
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Mi aima ta condená
a sufrí de mai de amoi;
tan mala e mi enfeimedá
que ni en la sana ei dotoi!
624
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Estrofas de pueblo para muchacha de pueblo
IV
¿Amor?
Este amor de la ciudad,
que ve antes que a la novia
los caudales del papá.
625
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
¿Amor?
Este amor de la ciudad,
que encuentra en el “Beauty Parlor”
una fórmula industrial
–maravilla de cosmético–
para detener la edad.
¿Amor?
Este amor de la ciudad,
¡que cubre sus desnudeces
con trajes de celofán!
Divorciada de mi realidad:
Muerta
como los días de un calendario antiguo.
¡Olvidada!
verso que no se recuerda;
canto que no se canta;
palabra que no se repite.
2
Mes y medio
mirando aquel mar de fotografía
sonriéndole a una sonrisa que no era la tuya;
mes y medio
perdido en unos ojos-faros
que no eran tus ojos.
626
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
3
No olvido que olvidaste
que mi verso se compra con verso;
que ritmo es más que cifra;
que arte es más que moneda.
4
Perdida.
Lejanamente perdida.
Pañuelo de niebla
que no se agitó para la despedida.
Pañuelo de niebla
que no secó lágrimas.
5
El corazón es el mismo:
¡simplicidad de asta que cambió de bandera!
627
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Yo no puedo dudarlo…
Y te he visto, sumiso,
responder al reclamo,
–de ese grito silente de tu alma–
cuando aspiras el humo en tu pipa
en profundas y lentas bocanadas…
Y te he visto, también,
deshilar el fulgor
628
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
629
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
630
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
Canción
Estaba frente a frente a tu sonrisa.
Estaba frente a frente a tu mirada.
Miramos a la bóveda infinita
y no tuve noción de dónde estaba.
Un árbol, un camino y unas flores.
(La noche vive aún en mi recuerdo)
631
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Canción
Partiré sin olvido ni rencores.
La caricia del aire se hará blanda.
Seré un niño mimado en el arrullo
de la noche clara,
y tendré
una sonrisa blanca y una mirada suave.
Tenderé mis brazos a tus ojos
en un desesperado aliento de partida,
y miraré en tus ojos la cadencia
de mis sueños benditos.
Un punto ya en el horizonte
y aún llevaré en mis labios
tus lágrimas amargas de tristeza.
Canción
Sombrío caminante me detuve.
Tú estabas como sol de primavera.
Había una canción de ecos lejanos
en el silencio azul de la alameda.
Quise escrutar en tu vivir temprano
el sueño que se esconde en tu mirada.
(Se apagó la canción. Nació en mi pecho
otra canción de amor. Cantó mi alma).
Me acerqué a tus pupilas. Me abrasaba la sed.
Te pedí agua. Te tendí los brazos.
Y en el silencio azul de la alameda
me brindaste la fuente de tus labios.
Todo fue entonces azul. No ya el silencio
sino la luna y los astros y tu boca.
Y seguí mi vagar de peregrino
por una nueva floración de rosas.
632
Teatro
manuel rueda. LA TRINITARIA BLANCA
No. 14
MANUEL RUEDA
LA TRINITARIA BLANCA
(Comedia dramática en tres actos)
Prólogo
Juan González-Chamorro
PRÓLOGO
Es indudable que toda obra dramática adquiere su verdadero sentido, su exacto sig-
nificado, al tomar realidad escénica, al ser representada; pero también es cierto que nada
tan efímero como la vida física de una realización teatral. En la inexorable mecánica de los
escenarios, un montaje, que supone semanas de afanes y de lucha, desaparece en unas horas
para dejar paso al siguiente, y de esa magia de luz y color que avivó un día la ilusión del
espectador sólo queda en su recuerdo como el leve destello de un relámpago. El texto puede
quedar aprisionado en las páginas del libro y algunas veces la fotografía fija determinados
momentos de la plástica de una realización; pero tanto el lector, como el afortunado espectador
de un día, desconocen la pequeña historia que tiene toda comedia, ese segundo proceso de
creación de la obra teatral, desde que se inician los ensayos hasta la noche del estreno. Por
eso al pedirme Manuel Rueda un prólogo para la edición de su comedia pensé que lo mejor
era relatar al lector esa pequeña historia de La Trinitaria Blanca, el camino que siguió desde
que la recibí de manos de su autor hasta la hora en que se levantó el telón.
La Trinitaria Blanca fue escrita en principio para el Cuadro Experimental María Martínez
de Trujillo, y aunque su autor no había dado por terminado su trabajo, que retocaba y pulía
con sumo cuidado, nos la leyó una tarde al Dr. Horacio Vicioso, entonces Director General
de Bellas Artes, y a mí.
La obra me causó una excelente impresión, pero dándome cuenta de las complejidades
que encerraban sus personajes, le aconsejé que no tuviera prisa en estrenar, que cuidara su
presentación y que, con tiempo, meditara sobre algunas escenas donde, a mi juicio, la gran
vena lírica de Rueda se dejaba sentir quizá con exceso y en perjuicio del lenguaje directo y
teatral que la intensa acción dramática de la obra requería. Por otra parte, en su construc-
ción, estaba concebida y desarrollada con tal maestría que reflejaba un seguro dominio del
difícil arte teatral. La peripecia argumental llevaba un interés ascendente; y escenas que en
otras manos hubieran representado un temible escollo, habían sido resueltas de una manera
valiente, con un extraordinario acierto y sin fáciles concesiones al público.
Manuel Rueda, después de esta primera lectura, cuidadoso y exigente con su trabajo,
siguió laborando en la comedia hasta que un día y previo acuerdo con el Cuadro Experi-
mental, me la entregó para que fuese montada por el Teatro-Escuela y entramos en esa etapa
apasionante de los ensayos.
En la sorprendente y variada flora antillana, la trinitaria es una planta trepadora que
cubre los muros de muchas casas de Santo Domingo y que se da en distintas variedades
cromáticas, siendo la blanca una de las menos frecuentes. El color blanco de esta trinitaria
adquiere un alto sentido simbólico en la obra de Manuel Rueda, cuyo problema gira en torno
a la frustración motivada por los prejuicios familiares y sociales que pesan sobre el carácter
de una mujer, cohibiendo sus instintos naturales y encerrándola en una forzada soltería a
la que no quiere resignarse.
La soltería como situación dramática tiene en el teatro antecedentes ilustres. Entre ellos,
Doña Rosita la soltera, de Federico García Lorca, y Frenesí, de Peyret-Chappuis, pero frente
a estos dos tipos de mujer la Miguelina de Manuel Rueda posee características propias. Lo
que en Lorca es pura atmósfera lírica encerrando las perdidas ilusiones de Doña Rosita en
una tranquila resignación neorromántica, en Rueda el carácter de su protagonista tiene un
superior alcance humano. Por otra parte, este calor de humanidad de que reviste nuestro
637
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
autor a su heroína falta por completo en la Esther de Frenesí que es un tipo por completo
deshumanizado, esquemático y lleno de resentimiento. Y aunque entre ambas exista cierta
semejanza, ya que en los dos casos se trata de mujeres que desconocen el amor sin razones
físicas para ello, la solución dada por Manuel Rueda al conflicto es más valiente y posee,
indudablemente, mayor intensidad dramática.
Planteado en el primer acto el problema de La Trinitaria Blanca de una manera clara y
directa, era difícil mantener este tono sin caer en la concesión fácil, pero Manuel Rueda,
con una extraordinaria habilidad de dramaturgo, consigue un espléndido segundo acto
perfectamente estructurado en todas sus escenas, con un interés en aumento hasta culminar
en el diálogo entre Miguelina y Sebastián donde el clima dramático de la obra adquiere su
máxima tensión basada en una situación de sorprendente efecto teatral y apoyada en un
diálogo cortante, incisivo, ágil y de gran agresividad, que Rueda sabe mantener, con pulso
firme, hasta el final de la pieza, resuelta de una manera original y valiente.
El reparto no era fácil. A esa maravillosa pléyade de vocación y entusiasmo que son nues-
tros actores dominicanos les falta edad para incorporar determinados papeles. Por ejemplo,
Esperanza de Álvarez, la actriz que podía encarnar la protagonista, no tiene, afortunadamente
para ella, los años que requiere el personaje de Miguelina, y todos sabemos lo difícil que
resulta para una actriz joven dar ese tipo medio para que sin la ayuda del maquillaje resulte
convincente. Gracias a su inagotable entusiasmo y vocación disciplinada pudo llegar a una
exacta compenetración con el personaje. El Sebastián era otro serio problema. Se requiere
un actor de gran sensibilidad, ya que su aparición en el primer acto debe ser arrolladora,
elástica, plena de transiciones y de matices, para luego ir perdiendo realidad, de una forma
gradual hasta el tercer acto en que su presencia es casi imagen, símbolo. Luis José Germán
a fuerza de estudio y de paciencia consiguió incorporar este complejo papel y transmitir al
público todo lo que el autor había puesto en él.
Monina Solá, Nubia Ulloa y Máximo Avilés Blonda tenían a su cargo caracteres de
menores dificultades interpretativas y, por otra parte, su ya probada veteranía y disci-
plina escénicas representaban para mí un esperanzador margen de confianza. Armando
Hoepelman y Camilo Carrau completaban el reparto con Ilander Selig, a quien confié ese
brevísimo, pero peligroso papel del Jardinero. Peligroso porque su intervención cierra
la obra en una escena de fuerte tensión dramática y su aparición puede desconcertar al
público. Su actuación debe ceñirse a la máxima sobriedad y saberse mantener a foro como
un silencioso símbolo.
Aunque la obra había sido repartida con anterioridad, otros compromisos del TEAN, no
nos permitieron iniciar los ensayos hasta primeros de febrero y el estreno había sido fijado
para el 28 de ese mes. El tiempo, teniendo en cuenta el horario de ensayos a que tiene que
ajustarse nuestro Cuadro de Comedias, era sobradamente escaso, pero todos comprendie-
ron que era necesario el esfuerzo máximo, y con un ritmo intenso de ensayos el montaje
de La Trinitaria avanzaba rápidamente. Muchas noches Manuel Rueda asistía a los ensayos
sin poder controlar sus nervios cuando la sintaxis de un párrafo saltaba deshecha en esa
lucha diaria de la letra contra el actor. Poco a poco las ideas iban entrando dóciles en el
terreno de la comprensión y hasta aquellos vocablos que se resistían tercos una y otra vez,
iban siendo domados por el estudio y la paciencia infatigable de ser repetidos docenas y
docenas de veces, hasta que las réplicas adquirían su exacta velocidad y el ritmo de una
escena se mantenía en su justa medida. El autor tenía, como es lógico, sus felices momentos
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LA TRINITARIA BLANCA | MANUEL RUEDA | Prólogo: Juan González Chamorro
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Personajes
DON ANTONIO
DOÑA INÉS, su mujer
LUISA, hija de ambos
MIGUELINA, hermana de don Antonio
ENRIQUE, novio de Luisa
SEBASTIÁN, un aventurero
EL DOCTOR
EL JARDINERO
La obra1
En esta obra he querido pintar aquella soltería que entraña una frustración, dejando
de lado el caso de quienes por libre decisión o por un voluntario renunciamiento,
han decidido encauzar sus impulsos hacia más altos fines, trasmutándolos en puros
valores espirituales.
Concibo la soltería, en algunos casos, como preservación de elementos valiosos a los
que un estado de interioridad ilumina más allá de todo lazo material. Tales seres,
escogidos, quedan fuera de los alcances meramente conflictivos de esta obra.
Hasta qué punto los prejuicios familiares y sociales pueden ser, llegado el caso,
un impedimento para lo particular y distintivo de un carácter, es accidente que no
contradice, por ello, la sagrada finalidad de ambas instituciones. El alma humana es
un abismo y las leyes de conducta, por demasiado generales, suelen quedar a veces
en la periferia de los acontecimientos: rastrean el hecho, consignan los fenómenos
resultantes en una dirección plana, horizontal, mientras que la verdad, ese rayo de
clarividencia divina, se mueve de arriba hacia abajo y sólo alcanza a coincidir con
ellas en un punto.
Ésta no pretende ser, por lo demás, una obra de polémica, defensora de ciertas actitudes
extremas del ser. Este es el drama de una vida cuyas justificaciones escénicas estriban,
tanto en el alcance dramático, como en su incuestionable realidad sicológica.
Por suerte no somos un pueblo apegado a morbosidades. Sabemos ver con rectitud
y asimilar con propiedad cuanto se nos quiere dar a entender. Esto nos salva. Lo que
alcanza un poco de belleza puede y debe ser, en sí mismo, moral aun a despecho de
quienes no estén en condiciones de reconocerlo.
Si somos valientes o, lo que es igual, sinceros, nuestro teatro podrá alcanzar un ver-
dadero rango nacional y universal. El arte confronta un destino demasiado valioso
y urgente. Por fidelidad a este principio no debemos volver atrás la cabeza como si
no quisiésemos mirar.
Los personajes
DON ANTONIO. Es el típico señor de pueblo, simple y afectuoso, tolerante siempre
que no estén en juego costumbres y conceptos heredados, en cuya preservación
1
Antecrítica. (Nota al programa).
640
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
DOÑA INÉS. Es una mujer robusta, pero llena de fragilidades. Refinada y sutil,
parece moverse dentro de algo vago e irreal. Como la vida de pueblo es monótona,
ella ha creado su propia realidad en donde sólo caben las cosas hermosas, como su
jardín. Se mueve en una atmósfera vaporosa, idealizada, y sólo su estado de esposa
y madre la aleja de lo extremadamente banal.
Nunca se ha preguntado cómo marcha su casa. El que las cosas prosigan como es
debido es para ella algo tan natural que el menor contratiempo tendría las mismas
proyecciones de una catástrofe: sería inconcebible. Si pudiéramos pedirle una defi-
nición del dolor, o de lo que significan para ella las vicisitudes de la vida, de seguro
nos diría algo semejante a esto: “Es lo que puede ocurrirle a los demás”.
641
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
ENRIQUE. No es inteligente. Lo sabe, aunque no sufre por ello. A veces piensa que
la inteligencia de Luisa es un obstáculo a sus relaciones, pero la admira tanto que se
resigna con quedar reducido a su exigua posición de adorador. Por otra parte tiene
atractivos físicos y unas maneras tan suaves, provenientes de su misma timidez, que
hacen de él un tipo interesante para las muchachas sagaces como Luisa. Si trata de
conseguir un título universitario se debe a que la posesión de Luisa, y no el bienestar
económico futuro, será la coronación de sus esfuerzos, el premio que verdaderamente
le importa. Sus planes no apuntan en otra dirección.
642
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
La escena
Casa de familia acomodada, en algún pueblo de la República. Sala interior amplia
separada de una terraza por arcadas y columnas de tipo colonial. Jardín al fondo,
al que se llega descendiendo varios peldaños.
Como en los pueblos la sala principal se destina a visitas que deben ser tratadas con
cierta ceremoniosa cortesía, esta sala interior viene a ser el sitio más íntimo de la
casa. Allí se reúne la familia después de las comidas y cada vez que sus miembros
desean tomar el fresco o cambiar impresiones.
Pocos muebles, los necesarios para dar el ambiente de tradición y de confort. A la
izquierda un diván y una lámpara de pie; asimismo una mesita para revistas. Junto
a la pared un bargueño de caoba labrada donde se guardan copas y botellas. Al lado
de una mecedora antigua, un alto costurero de paja y de caoba. En alguna parte, un
espejo de época.
Hacia la derecha, dos puertas. La de primer término conduce a un pasillo, invisible
para el espectador, que da acceso a la sala principal y que remata en la galería exte-
rior. La otra, un poco más elevada, como toda la terraza, y a la cual se sube mediante
un peldaño, comunica con la habitación de Miguelina. Enfrente, y siguiendo por la
terraza, salida al comedor. La única puerta visible de la izquierda dará a los demás
dormitorios y dependencias de la casa.
La austeridad del ambiente está atemperada por la cambiante luminosidad del jar-
dín, desde donde se asoman, algunos follajes y enredaderas, junto a una sugerencia
de cielo.
643
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
A pesar de ello, una colección de viejos retratos familiares, desde las paredes, produce
una agobiante sensación de ahogo. A simple vista se puede ver que en esta casa son
lo más importante. Ellos están en su ambiente, hecho por el cual no entorpecerán en
su abigarrada diversidad la armonía de la escena. Se enseñorean del espacio con un
derecho mayor que el de los vivos. Si los dejásemos, serían los verdaderos personajes
de la obra. Allí están, silenciosos y tiránicos, desde el borroso pastel que representa
a una señora, cuya sonrisa, un tanto forzada, parece revolotear entre el consabido
ramo de rosas que no se le olvidaba nunca al artista como complemento a un noble
rostro de mujer, hasta el medallón de marco dorado donde un caballero de roja
guerrera, la mano eternamente sobre el corazón, recuerda a sus descendientes que
el honor es lo primero. Las miradas de todos ellos deberán caer irremisiblemente
sobre los actores, dando la impresión de una perpetua vigilancia.
Una lámpara central que desciende del techo, proveerá la escena de una luminosidad
intensa, mientras que la lámpara de pie, junto al diván, dará una mayor intimidad
en su media luz grata, permitiendo así que en el segundo acto la brusca irrupción
de la luz del jardín sea de un efecto fulminante.
Reparto
Esta obra fue estrenada en el Palacio de Bellas Artes por el Teatro Escuela de Arte
Nacional, el día 28 de febrero de 1957, formando parte del programa de actos conmemo-
rativos del 113 aniversario de la Independencia de la República, y con el siguiente
Reparto:
D. ANTONIO: Máximo Avilés Blonda
MIGUELINA: Esperanza P. de Álvarez
LUISA: Monina Solá
DOÑA INÉS: Nubia Ulloa
ENRIQUE: Camilo Carrau
SEBASTIÁN: Luis Jorge Germán
EL DOCTOR: Armando Hoepelman
EL JARDINERO: Ilander Selig
Dirección y realización:
JUAN GONZÁLEZ CHAMORRO
El Teatro Escuela de Arte Nacional presentó esta obra por primera vez en la ciudad de San-
tiago de los Caballeros durante el Festival Artístico de Santiago, el 4 de julio de 1957, en
el Teatro Colón. Los papeles de Enrique y el Jardinero fueron representados esta vez por los
actores Antonio Estévez y Rafael Vázquez, respectivamente.
644
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
Acto primero
(Es de noche. La escena está completamente iluminada por la lámpara central y se escucha una música
suave junto a los rumores apagados de una fiesta. Don Antonio aparece por la izquierda. Viste pantalón
DON ANTONIO
(Asomándose a la puerta de la habitación de Miguelina).
No he nacido para esto. Me quedan mejor las botas y los pantalones de montar que el smo-
king. Nunca he sido un petimetre de ciudad. Pero el hombre propone y la mujer dispone.
Hay que ir a la fiesta de esos presumidos de al lado. Los quince años de la señorita,
(citando)
“para lo cual se solicita, muy gentilmente, su asistencia”. Mi mujer dice que debo ir de
smoking, pues eso es lo respetable y que además ellos lo van a agradecer como una
atención.
MIGUELINA
¡Rarezas de nuestro pueblo!
(Ha terminado de hacer el lazo).
DON ANTONIO
Gracias. Tienes especialidad en hacer estos menesteres primorosamente. ¿Por qué no te
has preparado para ir a la fiesta?
MIGUELINA
Tengo jaqueca. Además… ¿para qué?
DON ANTONIO
Te hace falta un poco de diversión, querida hermana. No puedes pasarte la vida ence-
rrada, consumiéndote inútilmente. Ni siquiera el campo te atrae…
MIGUELINA
Aquí todo me parece más mío. Para una mujer vieja su cama y unos cuantos árboles
que le sirvan de apoyo, son suficientes. Agradezco tu invitación, pero no es divertido
ver cómo los demás se divierten. Sobre todo cuando a una no le queda más remedio
que estarse muy quieta en su silla, abanicándose desesperadamente. Eso si el corset no
te molesta durante toda la noche.
DON ANTONIO
Sin duda nos parecemos: tú odias el corset y yo las corbatas de lazo. Pero en cambio está
la gente…
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
MIGUELINA
Sí, la gente… ¡Aburridísima! No me divierte hablar del tiempo con las señoras, o de la
mejor manera de hacer un flan; ni de las cosechas o de la última epidemia del ganado
con los señores; ni de novios con esas niñas tontas y sentimentales. El amor ya tiene
algo de indecoroso para mí… Y no me vuelvas a decir que aún estoy joven; tal cosa ha
dejado ya de serme consoladora.
DON ANTONIO
Soy mayor que tú y sin embargo me siento en la flor de la edad.
MIGUELINA
Hasta esa ventaja nos llevan ustedes los hombres. Ustedes maduran lenta y espon-
táneamente. Son los amos del tiempo. A nosotras hay que hacernos madurar, de lo
contrario nos quedamos verdes para siempre. He ahí la diferencia. Viejas y con la
madurez detenida, esperando a que el azar traiga a nuestro lado el galán que necesi-
tamos para dar de nosotras mismas cuanto tenemos retenido. Estoy en una edad en
que nadie me debe ser necesario. Sola. Eso es lo que soy: una mujer sola. Contra ello
es imposible luchar.
DON ANTONIO
Nunca te había oído hablar así… ¡Es peligroso!
MIGUELINA
(Recuperándose)
¡Olvídalo! Será esa bendita música. La música le llena a una la cabeza de tonterías.
(Llevándose una mano a la frente)
LUISA
(Apareciendo por la izquierda, ataviada con un primoroso traje de fiesta que la hace ver aun más juvenil.)
DON ANTONIO
O casi lista. Vienes a que Miguelina te dé el último toque. Debes molestarla lo menos
posible; no se siente bien.
MIGUELINA
Después de todo no es gran cosa lo que tengo.
(A Luisa.)
LUISA
Una vez enlazado papá, debes hacer lo mismo conmigo.
646
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
(Se vuelve para que ella vea los extremos de la cinta que quiere anudarse en la espalda. Don Antonio
sonríe y sale.)
María nos ha hecho falta. Es inútil pensar que yo sola pueda arreglarme como es
debido.
MIGUELINA
María también quería tener su fiesta.
LUISA
El que una prima suya se case no es motivo para que haya pedido permiso por tantos días.
MIGUELINA
Una semana es lo tradicional en el campo; a la novia hay que ayudarla a dar ese paso y
ello precisa festejos. Y sobre todo, lágrimas.
LUISA
Eso: lágrimas. Pueden renunciar a todo menos al derecho que creen tener a esas lágrimas.
María no debió…
MIGUELINA
(Interrumpiéndola)
LUISA
Pero tía, ¿no tienes miedo a quedarte sola?
MIGUELINA
No estaré sola. La fiesta es ahí al lado y la música me acompañará.
(Termina de hacerle el lazo y de dar unos toques a su peinado)
¡Ya está!
LUISA
Mírame ahora… ¿Qué te parezco?
(Da una vuelta)
MIGUELINA
Eres joven y bonita, ¿qué más quieres?
LUISA
¿Crees que le gustaré?
MIGUELINA
Enrique es como todos los hombres: vanidoso de la muchacha que le pertenece. Le
gustarás de todas maneras.
LUISA
Es tan bueno, el pobre, que a veces pienso con horror que me querría lo mismo si fuese
vieja y fea.
647
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
MIGUELINA
¡Tonterías!
(Hace un gesto de dolor, llevándose los puños cerrados a las sienes.)
LUISA
(Alarmada.)
MIGUELINA
Es que de repente pareció aumentar… Como un zumbido dentro de mi cabeza.
LUISA
Toma un calmante.
MIGUELINA
Sí, más tarde… Ya se me pasa otra vez.
LUISA
Debes acostarte y descansar.
MIGUELINA
¡Lo haré!
LUISA
(Se ha tranquilizado y escucha la música que por momentos se hace más intensa)
En cuanto a mí, pocas veces me he sentido mejor. Bailaré toda la noche. Una muchacha
es feliz cuando se siente amada y cuando tiene la oportunidad de mover los pies. Sobre
todo en estos pueblos tan tristes. Cuando bailo, quisiera desquitarme de todo el tiempo
que me he visto obligada a permanecer quieta. En un pueblo una tiene que estarse quieta,
ese es el problema. Dormir, rezar, estudiar, para que después diga la gente: “La señorita
Luisa es muy educada”. Ah, gracias a Dios que tengo a Enrique. El me proporciona la
necesaria impaciencia, lo justo para no morirme de inanición.
(Ensaya unos pasos de baile)
Oh, qué bello. Tía, ¿no te gustaba bailar cuando eras joven?
MIGUELINA
La pregunta me parece innecesaria.
LUISA
¿Es que no tienes ni siquiera recuerdos?
MIGUELINA
Trato de no tener más tiempo que éste. El presente debe bastarme.
LUISA
Alguien debió de haberte cortejado mientras bailabas al compás de uno de esos valses
dulces y tristones.
648
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
MIGUELINA
¡Me fastidias!
LUISA
(Embriagada.)
MIGUELINA
¿Estás hablando de la receta de un nuevo cóctel? Trata de que no se te suba a la cabeza.
El más leve mareo puede ser fatal.
LUISA
Pero, tía, ¿por qué te empeñas en no comprenderme? Una mujer no debe morir antes
de que un hombre la tome entre sus brazos y le diga algunas cosas… Claro que hay que
saberlo hacer… Tú dejas que él pase su brazo alrededor de tu cintura y te recuestas,
tímidamente, sobre su hombro. Luego tratas de hacerte pequeña, pequeñita, como si
hubieras perdido todo peso. Como si fueras una hoja y él un viento inmenso que te
trajera y llevara, girando, en mil vueltas… Entonces ya no sientes el tiempo… Eres el
tiempo… Un ritmo suspendido entre la tierra y el cielo.
(Da algunas vueltas al compás de la música.)
MIGUELINA
Creo que me estás faltando el respeto.
(Inicia el mutis cuando suena el timbre de la calle.)
LUISA
Oh, es Enrique que viene por nosotros. Hazlo pasar mientras traigo a papá de un brazo
y desprendo a mamá del espejo.
(Miguelina se devuelve y sale por la primera puerta de la derecha. Casi al mismo tiempo doña Inés aparece por la
izquierda. Viste con elegancia. Su traje, tal vez demasiado alegre para su edad, la envuelve en un halo de candoroso
encanto. Trae en sus manos un bolso cuajado de piedras y un abanico que maneja con estudiada displicencia.)
DOÑA INÉS
Tu madre ya está lista. Quede constancia de que por esta vez le he ganado a tu padre.
¿No ha llegado Enrique todavía?
LUISA
¡Ahí lo tienes!
(Sale. Doña Inés permanece a la expectativa. Entretanto vuelve Miguelina, precedida por Enrique.)
ENRIQUE
Buenas noches.
DOÑA INÉS
En este momento preguntaba por usted.
649
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Sí, sí… Bailando se pueden también muchas cosas. Eso es lo malo, lo fundamentalmente
malo. Agregando que esos bailes de hoy…
LUISA
(Apareciendo del brazo de don Antonio que ahora tiene un aire sombrío, como si alguien lo hubiese metido a
la fuerza dentro de sus ropas.)
DOÑA INÉS
Oh, ustedes son insoportables.
(Acordándose, de pronto.)
LUISA
(A Enrique.)
Deseo bailar hasta caer rendida. La música parece buena. Como vuelves a la Universidad
dentro de unos días, tendré que replegarme en mi rutina de siempre. No me gusta bailar
si no es contigo.
650
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
ENRIQUE
En cuanto a mí…
LUISA
Ni qué decir. En la capital tú bailas con cuantas muchachas se te ponen por delante. Y
haces bien. Para eso eres hombre. No haces más que aprovecharte de tu ventaja.
ENRIQUE
No debes decirlo así, tan duramente. El estudio me ocupa todo el tiempo.
DOÑA INÉS
Gracias, Miguelina… ¡mi chal!, Antonio, por Dios, corre!
DON ANTONIO
Hace un rato me dijiste en la habitación que estabas lista. Debí suponerlo: ¡era una broma!
(Sale.)
DOÑA INÉS
(A Enrique.)
LUISA
(Observándolo.)
Eso no va contigo. No estás aún en edad de ser respetable. Ya te sobrará tiempo para ello.
DOÑA INÉS
(A don Antonio, que llega con el chal.)
Vamos…
(Luisa y Enrique salen por la derecha.)
DOÑA INÉS
(Volviéndose cuando se disponía a salir.)
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
MIGUELINA
(Se ha mantenido en el fondo, apoyada de la barandilla que da al jardín.)
DON ANTONIO
Trataremos de volver temprano. Estas fiestas me aburren.
DOÑA INÉS
¡Vaya con el par de hermanitos!… Buenas noches, Miguelina.
DON ANTONIO
Mejórate bien.
MIGUELINA
Buenas noches.
(Todos han salido. Miguelina parece ahora otra mujer. Está laxa y como más vieja. Se alisa el pelo un poco
en desorden. Se asoma al jardín, mira unas posibles estrellas y aspira profundamente. La música ha cesado
un momento. Va a una mesa y coge una revista. Enciende la lámpara de pie que está junto al diván. Apaga
las luces del techo, quedando una media luz grata y un tanto lechosa, como de luna intensa. Comienza a hojear
la revista, reclinada en el diván. La música se deja oír otra vez, suave y romántica. Algunas risas y rumores de
fiesta. Miguelina se detiene en su lectura. Piensa. Se incorpora y de repente comienza a sollozar con el rostro
entre las manos. Luego se repone y se recuesta de nuevo, dejando caer la revista al suelo. Parece dormir. Esta
escena será todo lo extensa que se pueda, sin que llegue a aflojarse, por ello, la tensión expresiva del personaje.
Cada gesto expresará el abandono, la renuncia a lo que, sin embargo, parece estar al alcance de la mano. La
soledad deberá sentirse presionando el ambiente y los rumores próximos de la fiesta contribuirán a agudizarla
aun más. Una atmósfera de sueño precede a la entrada de Sebastián. Éste avanza en puntillas desde el jardín.
Es fuerte, atlético, con una mezcla de cinismo y de dulzura que mueve en seguida a simpatía. Con su pantalón
azul fuerte y su camisa negra abierta sobre el pecho, es la imagen del aventurero. Sus movimientos son elásticos,
aunque a veces denotan cierta languidez. Él se detiene al pie del diván, mirando fijamente a Miguelina. Ésta
abre los ojos poco a poco. Al fin lo ve. Sobresaltada se pone en pie y va a gritar cuando él le oprime la boca con
una mano y le traba los brazos con la otra. Ella forcejea inútilmente.)
SEBASTIÁN
Le ruego no hacer disparates. Ganaremos tiempo… ¿Lo promete?
(Ella hace un signo afirmativo con la cabeza. Cuando él la suelta queda jadeante, apoyada en alguno de los
muebles. Él saca entonces un cuchillo. Le da vueltas en sus manos, como si jugara con él.)
MIGUELINA
¿Quién es usted? ¿Qué ha venido a hacer aquí? ¿Cómo se atreve a entrar en una casa de
familia en forma tan descarada?
SEBASTIÁN
¿Hubiera preferido que me portara con más caballerosidad? Pues bien, con sumo placer,
“tía Miguelina”.
(Hace una reverencia.)
MIGUELINA
¿Cómo?…
652
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
SEBASTIÁN
Un caballero no puede permitir que una dama permanezca sola mientras su familia
se divierte. Y mucho menos si esa dama se encuentra quebrantada, si le duele la
cabeza.
MIGUELINA
(Sin salir de su asombro.)
¡Ah…!
SEBASTIÁN
¿Comprende ahora? Fue muy sencillo, aunque sumamente incómodo, quedarse una hora
en el jardín, agachado entre esas enredaderas que lo desgarran a uno todo, esperando
a que “la tía Miguelina” se quedara sola.
MIGUELINA
¡Es usted un perfecto bandido!
SEBASTIÁN
Gracias. Es usted muy perspicaz.
MIGUELINA
¿Qué desea?
SEBASTIÁN
Vaya con calma. Primeramente, estirar las piernas. Reponerme de esa hora de oscuridad
pasada en la compañía de unas cuentas hojas que me cosquilleaban en el cuello y de
unos malditos hormigones que se aprovechaban de mi inmovilidad. Créame, casi sentí
ganas de marcharme.
MIGUELINA
Hubiera sido mejor para usted.
SEBASTIÁN
¿Y el placer de esta velada?…
MIGUELINA
¿Cómo se atreve? ¿No sabe quienes somos? Cuando el pueblo se entere lo pasará usted
muy mal, se lo aseguro. Somos personas decentes.
SEBASTIÁN
¿Pero cree usted que yo entraría en una casa que no fuera de personas decentes? No
debo ser confundido con un vulgar ratero. Al fin de cuentas este cuchillo no goza más
que de una apariencia de crimen. Podría cortar una garganta, así… de un solo golpe,
(Miguelina retrocede.)
653
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
MIGUELINA
¡Lo denunciaré a la policía!
SEBASTIÁN
Le aseguro que no existe policía capaz de vérselas conmigo. Vengo y voy con la facilidad
del aire. Estoy en todas partes y en ninguna y cuando menos lo piensan,
(Hace chasquear los dedos.)
desaparezco.
MIGUELINA
Sus palabras carecen de sentido.
SEBASTIÁN
(Con cierta pedantería consciente.)
Es que no está usted viva. Yo, en cambio, he nacido para absorber toda la experiencia
de la vida.
MIGUELINA
Habla de experiencia como podría hacerlo una persona respetable.
SEBASTIÁN
La experiencia no es solamente lo aburrido y reglamentado. No se enseña diciendo:
“Deja de hacer esto, porque yo lo hice y no me fue bien”. Es lo que aprendemos cuando
hacemos una cosa porque otro la hizo, o porque otro aún no la ha hecho y alguien tiene
que decidirse, ganarle la delantera.
MIGUELINA
Perversidades dignas de un vagabundo…
SEBASTIÁN
Y que todos pensamos alguna vez. Usted las piensa, pero se resigna con quedarse inmóvil
y sola, provocando la compasión de los demás.
MIGUELINA
¿Cómo se atreve? ¿Quién es usted para hablarme así?
SEBASTIÁN
Alguien con intenciones precisas. Vivo, libre y dispuesto a todo.
MIGUELINA
¿Olvida usted que la fiesta es ahí al lado y que mi familia puede volver de un momento
a otro, sobre todo sabiéndome enferma?
SEBASTIÁN
Los que se divierten son egoístas.
MIGUELINA
La empleada…
654
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
SEBASTIÁN
(Interrumpiéndola)
María anda con permiso por unos días. Se casa una prima suya. ¿Lo olvidaba usted?
MIGUELINA
Entonces dígame, por Dios, ¿a qué ha venido aquí esta noche?
SEBASTIÁN
(Acercándosele.)
MIGUELINA
(Retrocediendo.)
No se atreverá usted… No me pondrá las manos encima. Soy una mujer honrada. Pre-
feriría que me diera la muerte antes de…
SEBASTIÁN
(Astuto.)
MIGUELINA
(Sorprendida.)
SEBASTIÁN
¿Qué creía usted…? ¡Está bien claro!
MIGUELINA
(Como diciéndoselo a sí misma.)
SEBASTIÁN
Dinero no quiere decir más que eso: di-ne-ro.
MIGUELINA
(Reaccionando, a media voz.)
SEBASTIÁN
No me moveré de aquí.
MIGUELINA
Puede hacerlo. Esperaremos los dos.
(Se sienta en el diván. Lo mira.)
SEBASTIÁN
(Desabrochándose la camisa comienza a frotarse la nuca, como si la tuviera adolorida.)
655
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
¡Maldita posición!
(Se abotona la camisa que queda sin embargo entreabierta sobre el pecho. Se cuadra ante ella en actitud agresiva,
enarbolando el cuchillo en una mano y con la otra mano extendida.)
MIGUELINA
(Quien lo ha observado con turbación.)
SEBASTIÁN
¿Pero qué dice?… ¿De su persona?… ¿Tengo cara de andar en “eso”?
MIGUELINA
(Levantándose.)
¡Así lo pensé!
SEBASTIÁN
Pues quédese tranquila, “tía Miguelina”.
MIGUELINA
(Volviéndose súbitamente.)
¿Es que no ha visto en mí ningún atractivo? ¿Es que soy realmente una vieja solterona a
la que nadie debe mirar con deseo? Yo misma me lo he dicho infinidad de veces, aunque
ahora no parezca conformarme. Ya ve, hasta usted…
SEBASTIÁN
Le he dicho que ese no es mi oficio.
MIGUELINA
(Amargamente.)
SEBASTIÁN
Una cosa está bien clara: usted infunde respeto. No sé por qué su rostro se me parece, de
pronto, al de todas las mujeres que me han hablado con seriedad tratando de llevarme
al buen camino. Mujeres que son un poco madres y un poco maestras… de esas que se
nos suelen aparecer, como fantasmas de bondad, en la primera esquina.
MIGUELINA
Tiene razón: soy uno de esos fantasmas. Un fantasma de luto que se alimenta de su
propia sombra, sin más camino que recorrer que el que va de una habitación a otra, de
656
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
un objeto a otro; sin acontecimientos qué relatar, a menos que no sean las incesantes
minucias diarias, un dolor de cabeza, la torpeza de algún sirviente, o un chisme de la
vecindad.
(Suspirando profundamente.)
Y como único alivio el cielo, algunos árboles, la trinitaria blanca del jardín…
SEBASTIÁN
¿Se refiere a la que me sirvió de peldaño para llegar a este paraíso de amenidad que me
acaba de pintar?
MIGUELINA
Sí; he pasado años mirando blanquear la trinitaria sobre la tapia del jardín, depositan-
do en ella sueños envejecidos… No parece sino que ahora me devuelve esos sueños
reunidos en la apariencia de un hombre al que se puede desear con libertad porque no
forma parte de nuestro mundo. Aunque usted me produzca temor, tal vez sea usted
lo que yo esperaba. No deja de ser curioso y hasta incitante este momento. Una mujer
como yo, que ha pasado su vida entregada a una fría desesperación, verse enfrentada
a un hombre joven, un desconocido, en una noche donde sólo él y ella parecen existir,
tibiamente rodeados por la música.
SEBASTIÁN
¡Va usted demasiado lejos! No he venido a escuchar confesiones. Sus problemas no tienen
nada que ver conmigo. Le repito que sólo deseo dinero.
MIGUELINA
(Con una idea súbita.)
SEBASTIÁN
Las joyas no son una mercancía recomendable. Cuesta deshacerse de ellas.
MIGUELINA
Podrá venderla fácilmente. No haré ninguna reclamación.
SEBASTIÁN
He venido a robar no a negociar. Además, me parece que usted se porta, de repente, de
una manera extraña.
MIGUELINA
Me comprenderá mejor cuando le diga que no le doy esa joya por nada. Usted deberá
ganársela simplemente.
SEBASTIÁN
Ganarme el dinero que necesito me resulta divertido. ¿De qué se trata?
MIGUELINA
(Después de un momento.)
657
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
De un simple deseo: hágame el amor. Ámeme o hágame creer que me ama. ¿Qué mejor
que un desconocido para cumplir esta delicada misión? ¿Ha venido a robar? Adelante;
robe lo más precioso que puede encontrar.
SEBASTIÁN
¡Nunca pensé que la faena de esta noche fuera tan difícil!…
MIGUELINA
¿No queda en mi cuerpo nada que le atraiga? Míreme, míreme… Trate de descubrir en
mí algo digno de ser amado. ¡Se lo suplico! ¿Puede una mujer ser tan miserable que se
encuentre despojada del menor atractivo? Míreme a los ojos; ¿no hay ansia y desespe-
ración en ellos?…
SEBASTIÁN
Sus ojos son negros y fosforecen. Exigen en medio de un gran vacío.
MIGUELINA
Exigen algo que les falta: el derecho de sentirse mirados a su vez.
SEBASTIÁN
¿Debo cobrar por ello?
MIGUELINA
No son unos cuantos brillantes lo que le ofrezco. Es un medallón de mi madre, pero no
lo quiero. Amé a mi madre, pero ella fue para mí el encierro, las lágrimas sorbidas contra
la almohada.
SEBASTIÁN
Debo decirle que no la creía capaz de semejante rebelión. En cierto modo es usted
admirable.
MIGUELINA
¿Acepta, entonces…?
SEBASTIÁN
Hay cosas que un hombre, joven y libre, no puede rehusar. Acepto, Miguelina.
MIGUELINA
Eso; no más tía Miguelina, señorita Miguelina. ¡Cuán distinto es oírse llamar así,
Miguelina, por alguien a quien no nos ata parentesco alguno! Prométame que no me
tratará usted como a una de esas mujeres que quisieron enseñarle una virtud llena de
seriedad. Hágame sentir una mujer como las demás. Lléguese a mí con delicadeza… o
por la fuerza; infúndame confianza o temor, no importa. Una hora de frenesí es lo que
necesito. La estoy esperando desde hace cuarenta años.
SEBASTIÁN
¿Qué razón ha tenido al escogerme?
MIGUELINA
Por estar lo suficientemente alejado de mi costumbre. Usted se encuentra allí donde
acaba mi sombra, donde la trinitaria empieza a blanquear y mis sueños viven por mí.
658
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
SEBASTIÁN
Creí tenerla en mi poder y me he convertido en su prisionero. ¡La trinitaria blanca! Una
primorosa trampa para el amor de una solterona.
MIGUELINA
¿Es que nunca dejaré de ser llamada así? ¿Es que estoy marcada para siempre por ese
mote sarcástico? ¿Qué hay de distinto en mí, qué me falta para ser como las demás mu-
jeres?
SEBASTIÁN
¡La seducción!… Transfigurarse y sonreír. Para ser mujer hay que sentirse serlo. Traer
desde dentro hacia fuera el torrente de la feminidad. No es solamente un color lo que la
mujer pone sobre sus labios: es un fuego que invita, que llama, que abrasa desde lejos.
Entonces llega la presa y arde. Es como la inteligencia de los sentidos. Transfigúrese,
Miguelina. Es el primer paso para salir al encuentro de la vida.
MIGUELINA
(Henchida de nuevas fuerzas.)
La vida es el secreto que usted me revelará, que ya me está empezando a revelar. Esta noche
seré otra. ¡Seré Miguelina! Abajo estas ropas. En mi armario hay otras que siempre encontré
impropias y excesivas para mí. Creo que ahora me sentarán bien. ¡Espere! Cuando salga
de esa habitación daré comienzo a nuestra gran aventura en común. Usted será el hombre
que he esperado toda la vida, el hombre que ha venido a amarme, a hacerme suya. Una
nueva mujer saldrá por esa puerta. No permita que se vuelva atrás o titubee. Sólo hay
tiempo para que el pacto que hemos hecho se cumpla. Es mi reto a varias generaciones
de rigurosa virtud. Todas las frustraciones de mi familia quieren expresarse en mí esta
noche, esa procesión de mujeres solas que han muerto esperando… Somos los héroes
de una gran aventura, de una aventura inimaginable. Esos muertos alientan en mí con
una fuerza a la que es inútil resistir. ¡Sólo por ellos seré perdonada!
(Mutis.)
(Sebastián queda pensativo. Recorre la habitación con la mirada, observando con minuciosidad todo cuanto le
rodea. Guarda el cuchillo. Va al bar y se sirve una copa. Se acerca a la puerta de la habitación de Miguelina y
trata de escuchar.)
SEBASTIÁN
(En voz alta)
No trate de jugarme una mala pasada o se acordará de mí. Puede que todo esto no sea
más que un ardid.
(Bajando la voz.)
659
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
(Pausa.)
La trinitaria parece tener luz propia; una luz casi lunar, llena de vibraciones misteriosas.
Hace daño mirarla fijamente; parece cambiar de forma y de lugar.
(Termina su copa y lentamente vuelve a primer término. Miguelina aparece vestida con una primorosa bata
blanca, el cabello recogido sobre la nuca. Su bata recuerda el traje de una novia. Sebastián se vuelve y la mira
deslumbrado.)
¡Increíble!
(Adelantándose, le tiende una mano.)
MIGUELINA
(Avanzando)
Como introducción a un canto de amor no está mal. Brindemos por nuestro amor.
(Llena las copas y levanta la suya.)
SEBASTIÁN
Te amo, Miguelina.
MIGUELINA
Repítelo conmigo: ¡Por nuestro amor!
SEBASTIÁN
¡Por nuestro amor!
(Toman. Él rápidamente, ella sorbo a sorbo y con los ojos cerrados.)
MIGUELINA
¡Oh, qué delicia!
(Música, un vals romántico. Mientras continúa hablando deja su copa en la mesita de las revistas, junto al
diván. Sebastián hace lo mismo.)
Soy joven otra vez, tengo la edad de Luisa. Podría empezar a reír ahora y no terminar
nunca. La vida no se ha perdido todavía. Bailaremos. Luisa lo hace rodeada de miradas.
Hace de su amor una complacencia, un espectáculo decente. Tú y yo bailaremos en
secreto; será nuestra superioridad y nuestro triunfo. Rodéame con toda la fuerza y la
delicadeza de que seas capaz. Así…
(Él le rodea la cintura con uno de sus brazos. Bailan muy lentamente.)
Una pequeña hoja en tu hombro… Oh, sí, Luisa, tenías razón, el baile es una entrega
deliciosa.
SEBASTIÁN
Eres cálida y bailas con tanto empeño como si te fuera en ello la vida.
660
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
MIGUELINA
(Deteniéndose.)
¡Qué extraño! Me he visto, de repente como la joven que yo era, bailando bajo la mirada
de mi madre. No eras tú, era José (ya le empezaba a crecer el bigote). Era Romero. Era
Ignacio… Todos parecían amarme desde lejos, aunque nunca se atrevieron a decirme
una sola frase de amor. Nos cogíamos las manos con delicadeza, protegida la mía con
un pañuelo de seda y bailábamos, muy lejos uno del otro, como si el menor contacto
pudiera mancharme. Teníamos que bailar bajo la mirada de mamá, rígidos y mudos. La
mirada de mamá impedía que yo levantara mis ojos hacia ellos.
(Pausa.)
SEBASTIÁN
Yo te hubiese obligado a amarme. Te hubiera raptado bajo las miradas mismas de tu
madre.
MIGUELINA
Uno de ellos me estaba destinado y lo perdí…
SEBASTIÁN
A ese, sea quien fuese, le faltó valor, decisión. La decisión es lo propio del amor.
(La vuelve a ceñir por la cintura y continúa el baile hasta que la música cesa. Luego se detienen, arrobados.)
MIGUELINA
Bailar contigo es hacerlo por primera vez.
SEBASTIÁN
Me complace. Y me complace también que seas la que eres actualmente y no otra. Me
gustas tú, con tu dolor y tu desesperación. Tu entrega es distinta. Te prefiero a ti porque
es como estar cerca de lo imposible.
MIGUELINA
No pares de hablar. ¡Adelante! Una mujer no debe morir antes de que le deslicen en el
oído palabras como esas. Es el momento… ¡Dilas!
SEBASTIÁN
(Enervado.)
Tu pelo es suave. Tu nuca es suave. Tus ojos son suaves y terribles. Tu boca…
(Va acariciándola mientras habla.)
MIGUELINA
(Incitándolo aún más.)
661
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
SEBASTIÁN
¿Qué quieres? Acabamos de cerrar un trato, no puedes volverte atrás.
MIGUELINA
Déjame acostumbrarme. Así, de improviso, no… ¡No está bien! Soy todavía una mujer
decente. ¡Compréndelo!
SEBASTIÁN
Tú me indicaste el camino. No debo dejarte retroceder. Ahora, aunque quisieras arre-
pentirte, te lo impediría. Estás llena de posibilidades maravillosas.
¡Te deseo! ¡Te amo!
MIGUELINA
(Desfalleciendo).
¡Calla…
SEBASTIÁN
Te amo y no hay tiempo que perder. Esta noche te has ganado una experiencia incom-
parable.
MIGUELINA
No debo ser débil, pero temo… Te deseo y te temo. ¿No comprendes? ¿No ves que tengo
que luchar contra esta casa, contra la virtud de estos objetos, de estos muebles, de estas
paredes cuajadas de retratos? Una virtud más tiránica que la de los vivos, porque no
cambia, no fluye, sino que se mantiene fija, siempre igual, pesando sobre mí con un peso
de tumba. Toda una costumbre rodeándome, puesta de pie para reprocharme…
(Alucinada)
¿No oyes a mi hermano andar en la habitación de al lado…? ¿No oyes a Luisa reír en el
comedor?… ¿No escuchas a Inés canturrear en el jardín, plantando sus rosas?
SEBASTIÁN
Nada oigo, sino tu voz que me dice “ámame”, “ven”, “soy tuya”.
MIGUELINA
Hablan y me reprochan, mientras las otras me dan ánimo, me incitan a que las libere.
SEBASTIÁN
Atiéndelas. ¡Sálvalas!
MIGUELINA
No; mi hermano me mira, y es la mirada de mi madre que me acusa. Atrás, atrás. ¡Már-
chate! Todo ha sido un juego. No puede ser. ¡No puede ser! No soy una cualquiera.
¡Respétame! Te odio, te odio, te odiaré siempre si lo haces…
(Ella ha retrocedido hasta la puerta de su habitación. Él la toma en sus brazos. Ella, ya sin oponerse, desfallece
sobre su hombro. Ambos desaparecen.
(Pausa. Un silencio lleno de sonoridades vagas. Oscuridad súbita. La música asciende a un primer plano,
brillante y levemente sarcástica. La transición de una escena a otra será discreta, tanto en su duración como en
662
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
su intensidad, evitándose cualquier caída hacia lo innecesariamente morboso. Poco a poco la escena se ilumina
de nuevo y la música es relegada a su rol de mera ambientadora. Luisa y Enrique entran por la derecha).
LUISA
Dios quiera que tía Miguelina se sienta mejor. He estado inquieta por ella.
ENRIQUE
Sólo era un simple dolor de cabeza; se le habrá pasado. Por lo demás, tu tía Miguelina
lucía como siempre. Nunca ha sido muy jovial, que digamos.
LUISA
De pronto, mientras bailábamos, tuve el presentimiento de que algo le sucedía. No me
quedó más remedio que pedirte que vinieras conmigo.
ENRIQUE
(Desde la altura de su hombría.)
Las mujeres sufren más por esos pequeños detalles que por las grandes cosas. No hay
quien las entienda.
LUISA
(Resentida, aunque no tanto que ello le impida usar un tono de coquetería.)
ENRIQUE
(Tomándola por la cintura.)
LUISA
(Mirando hacia la habitación de Miguelina.)
¿Se habrá dormido? Debemos volver al baile de una vez. Como nos escapamos sin de-
cirlo, no está bien que nos demoremos. Papá y mamá podrían inquietarse.
ENRIQUE
Están demasiado entretenidos. Le sustrajiste la llave a tu madre del bolso y ni siquiera
se ha dado cuenta.
LUISA
¿Entretenidos? Nunca me olvidaré de la cara que puso papá cuando descubrió que era
el único vestido de smoking. Mamá no se le ha acercado en toda la noche: le teme.
ENRIQUE
Y con razón; le noté a tu padre una mirada asesina.
LUISA
Aguarda.
(Se acerca a la puerta de la habitación y escucha.)
663
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
ENRIQUE
Déjala. No debemos molestarla.
LUISA
(Empecinada, llamando.)
¡Tía Miguelina!
MIGUELINA
(Desde adentro.)
ENRIQUE
(Que se ha mantenido a un lado de la escena.)
LUISA
(Deja las copas en su sitio. Con rapidez, tomándolo del brazo.)
MIGUELINA
(Apareciendo, después de un rato.)
Se han ido.
(Sebastián asoma, desperezándose.)
Luisa se ha preocupado por mí; es una muchacha seria. Piensa que me pasa algo, algo
más grave que un simple dolor de cabeza. Oh, Dios mío. No debí consentir. Lo que acabo
de hacer es horrible. ¡Horrible!…
SEBASTIÁN
No me parece decoroso un arrepentimiento tan prematuro: no es convincente.
664
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
MIGUELINA
Acabo de deshonrar esta casa y ni siquiera tengo la excusa de la juventud.
SEBASTIÁN
¡Miguelina…!
MIGUELINA
Ahora tú no entenderías. Has llegado y has acariciado a una desconocida entre tus brazos
groseros. ¿Qué sabes tú de mí, tú, que me has reducido a lo más bajo de la existencia: al
asco?
SEBASTIÁN
Tal vez te has entregado demasiado a la insatisfacción. Estás tan fusionada a tu propia
culpa que no ves en mí más que otro síntoma de tu imposibilidad. Soy algo tuyo desde
hace tiempo. Te pertenezco como te pertenece cada uno de tus deseos. No había más
remedio: he tenido que aparecer y no pareces comprenderlo. Soy el único que ha sabido
vencerte.
MIGUELINA
Nada has vencido. Tú sólo acabas de servir mis propósitos.
SEBASTIÁN
¿Crees en verdad, que me has comprado?
MIGUELINA
(Sacando algo del bolsillo de la bata.)
SEBASTIÁN
Pude haberlo obtenido a la fuerza.
MIGUELINA
Lo has considerado tarde. Cumpliste tu parte; ahora cumpliré yo la mía. ¡Tómalo!
(Le alarga el medallón.)
SEBASTIÁN
No como un pago. Te amo, Miguelina. Volveré, y tú me estarás esperando.
MIGUELINA
No osarás poner de nuevo los pies en esta casa. ¡Te lo prohíbo! No me he entregado a ti
por amor. Mi odio te ha escogido, no yo.
SEBASTIÁN
Ahora soy yo quien te escoge. Te amo; ya tienes un secreto de que estar orgullosa.
MIGUELINA
Un secreto que deberé gritar a todos los vientos. Una noticia que atravesará el pueblo
como un rayo. “La señorita Miguelina ha sido poseída por un vagabundo”. Mi nombre
será una vergüenza… y yo sonreiré satisfecha.
665
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
SEBASTIÁN
Pareces resucitar para la venganza.
MIGUELINA
Es preciso que todos sufran; que los que me han compadecido, sufran. ¡No más tesoros
que guardar! Abajo las virginidades que hacen de nosotras, pobres mujeres viejas, unos
monstruos de virtud. Ya me encuentro debidamente ultrajada. Tu trabajo ha terminado;
nada tienes que hacer aquí. ¡Adiós!
SEBASTIÁN
Seré puntual. ¡Esperarás por mí!
MIGUELINA
Eres cobarde y te odio. ¡Te odio!
(Le va a pegar en la cara, pero Sebastián le aferra los brazos y la besa. Ella se desase y se limpia la boca con el
puño, iracunda, mientras él sonríe, sintiéndose dueño de la situación.)
SEBASTIÁN
Hasta pronto. Acuérdate de mí. Ya nunca más estarás sola. Te lo prometo.
(Miguelina parece rezar con los ojos cerrados. El rumor de una oración se escapa de sus labios, mezclado a
sollozos intermitentes. Sebastián se detiene antes de salir.)
MIGUELINA
(Levantando la voz.)
TELÓN
666
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
Acto segundo
(Dos días después. La tarde está en su plenitud, aunque la luz ya empieza a ceder suavemente.
Don Antonio se pasea nervioso. Viste pantalón color kaki y sobre la camisa, chaleco marrón
sin abotonar, atravesado por una pesada leontina de oro. Fiel a sus principios, no lleva corbata.
Vestido así se siente cómodo y respetable. Luisa, desde el sitio en que permanece sentada,
observa sus idas y venidas. No es la muchacha alegre del primer acto. Ahora descubrimos en
ella a la persona consciente y juiciosa: analítica.)
DON ANTONIO
Nuestra casa está construida sobre virtudes demasiado sólidas para que una historia
tan extraña nos convierta en la comidilla de los demás.
LUISA
¿Podemos decir de nuestras virtudes que son demasiado sólidas?…
DON ANTONIO
Todo hubiera sido más decoroso de estar envuelto en una adecuada desesperación.
Las lágrimas son las atenuadoras de la culpa. Miguelina, sin embargo, parece haber
quedado poseída por un espíritu maligno. Casi está envanecida de su deshonra. Me lo
ha contado sin que siquiera le temblara la voz. “No soy más tu hermana”, me ha dicho.
“He deshonrado tu casa; puedes hacer lo que quieras”. Dios me perdone, pero por su
boca me hablaba una de esas mujerzuelas…
LUISA
¡Cálmate, papá!
DON ANTONIO
Un hombre ha entrado en mi casa. Debo remover el pueblo piedra a piedra hasta dar con él.
LUISA
¿Evitarías de ese modo el escándalo?
(Pausa.)
667
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
DON ANTONIO
Entonces, ¿con cuál propósito nos engaña?
LUISA
Mejor sería preguntarnos con cuál propósito se engaña ella a sí misma.
DON ANTONIO
¿Quieres decir que es víctima de una alucinación?
LUISA
Más bien creo que tía Miguelina actúa guiada por su imaginación. Su imaginación es
un arma que esgrime contra ti, especialmente contra ti, que eres el guardián del buen
nombre de esta casa.
DON ANTONIO
¿Pero por qué tanto odio?
LUISA
Una cosa es evidente: ella se ha inventado una historia absurda, demasiado teatral
para ser verdadera. Después de tantos años de estar relegada a su opacidad de mujer
sin historia, trata de convertirse, de repente, en un ser importante; trata de ser la
heroína de un drama asombroso, tan asombroso que nadie sea capaz de olvidarlo.
Entonces comienza la farsa; el hombre que salta la tapia del jardín y la lucha que
termina en una lírica posesión arrullada por la música. La noche del baile, debo
decírtelo, vine sola hasta aquí con Enrique. Tal vez hice mal, pero la salud de tía
Miguelina me tenía preocupada. Ella estaba en su habitación y no me abrió, aun-
que me di cuenta, de inmediato, de que seguía levantada. Su voz sonaba brusca y
perturbada. Me pidió que me marchara. Había una ola de perfume flotando en el
ambiente y lo que es más significativo aun, sobre la mesa permanecían dos copas de
coñac a medio consumir.
DON ANTONIO
Pero Miguelina no usa perfumes, ni toma bebidas alcohólicas. Además esa noche decía
tener un horrible dolor de cabeza.
LUISA
Exactamente. Fue un momento extraño para mí. Enrique no pareció darse cuenta; por
otra parte, nada que no sea yo misma le interesa.
DON ANTONIO
¿No vendría a ser esto una prueba de que, en realidad, algo ha sucedido…?
LUISA
¿No sería, mejor, parte del rompecabezas que ella ha querido armar ante nuestros ojos?
Fue una escena preparada para que alguien la viese.
DON ANTONIO
¿Y si estás equivocada, si ella ha sido incapaz de preparar un engaño semejante?
668
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
LUISA
Habrá que inclinarse a lo más prudente. ¿No te das cuenta de lo peligroso que sería para
ella y para nosotros, el dar crédito a su fantasía? Tía Miguelina está obsesionada, no nos
perdona nuestra felicidad, mientras que ella es sólo una sombra que ha permanecido
recostada durante años contra las paredes, tal vez demasiado honorables, de esta casa.
DON ANTONIO
¿Qué hacer? Debe existir una causa, un hecho que al ser eliminado le devuelva el equi-
librio.
LUISA
¡Quién sabe! Puede extirparse un tumor, eliminarse una fiebre, pero ¿quién puede luchar
contra un sueño, contra el fantasma de una noche? Este suceso me hace temblar mucho
más que si tuviéramos que enfrentarnos a hechos conocidos.
DON ANTONIO
¿Está Inés enterada?
LUISA
No lo sé. Nunca podremos darnos cuenta de lo que sabe o ignora mamá.
DON ANTONIO
Sí, su jardín es lo único que parece preocuparla. Lo cuida como si fuera un paraíso en
el cual pudiera vivir eternamente dichosa. El dolor es un lenguaje que ella trata de no
entender. ¡Pobre Inés! No quisiera que estos problemas la afectaran.
LUISA
¿Dónde está ahora tía Miguelina?
DON ANTONIO
Ha permanecido toda la tarde en la galería, mirando la calle de un lado a otro, como si
esperase a alguien.
(Se acerca a la primera puerta de la derecha y la abre cuidadosamente.)
LUISA
¿La ves desde ahí?
DON ANTONIO
Sí, la veo pasar a través de la vidriera del pasillo. Arriba y abajo, con una pasión extraña
en el rostro. Me parece una desconocida, y sin embargo es mi hermana.
(Apartándose de la puerta que permanece abierta.)
Sólo cuando murió nuestra madre tuvo una reacción parecida. No lloró. Estuvo mirán-
dola muy fijamente, con un brillo de victoria en la mirada. Nunca me olvidaré de esa
mirada. Me miró de la misma manera cuando me dijo que ese desconocido… Pero allí,
delante del cadáver de nuestra madre, esa mirada tenía algo de especialmente mons-
truoso. Era como decirle: “Al fin estás muerta y yo te sobrevivo, quedo libre de ti”. Fue
una mirada que rezumaba odio y sin embargo, ¡cuánto parecía quererla! Durante una
669
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
LUISA
Pensar que no la conozco y he vivido toda una vida a su lado.
DON ANTONIO
¿La conozco yo mejor, acaso?
LUISA
Estamos, tal vez, asistiendo a la repetición de un mismo hecho.
DON ANTONIO
Esa mirada, esa actitud de triunfo…
LUISA
(Quien se ha acercado a la puerta y mira hacia el pasillo.)
Papá me decía que deberíamos ir a la finca a pasar una temporada. Está esplendorosa
y disfrutaríamos de la época de los baños.
MIGUELINA
Comprendo que tu padre quiera alejarme de esta casa. Constituyo algo peligroso para
su reputación.
LUISA
(Como quien no ha escuchado.)
Desea que invitemos a unas cuantas amigas. Enrique se va y estaré demasiado sola.
DON ANTONIO
(Con forzada jovialidad.)
Eso es. En el campo los días suelen ser más entretenidos que en el pueblo.
MIGUELINA
(En actitud grave, dirigiéndose a Luisa.)
Tu padre sabe que ya no soy la misma. No debe contar conmigo como si nada hubiese
pasado.
670
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
DON ANTONIO
(Enfrentándose, al fin, a la situación.)
Miguelina, quiero que sepas una cosa: ¡nada, en realidad, ha pasado! Quiero que recuer-
des esto con toda claridad.
MIGUELINA
(Provocativa y como si la hirieran en lo más profundo.)
¿He oído mal o es que no me hice entender lo suficiente? ¿Así guardas la “dignidad” de
tu hogar,
(La palabra “dignidad” ha sido dicha enfáticamente.)
DON ANTONIO
(Tratando de suavizar, con el tono de la voz, el significado de sus palabras.)
¿Te has encerrado tú, has llorado, has tenido siquiera un momento de desesperación?
¿Cómo creerte, entonces?… ¡Avisar a la policía! ¿Es eso lo que hubieras preferido…?
MIGUELINA
(Inconmovible.)
Era tu deber; aunque él no es de los que se dejan atrapar con facilidad. Ha venido y
volverá. Esta historia sólo acaba de comenzar. Pero, no; prosigue en la preparación de
tus paseos campestres, da la espalda a tu propia vergüenza…
DON ANTONIO
¿Es que no temes tus palabras?
MIGUELINA
(Se nota que su propósito no es solamente el de contestar, sino el de descargarse de algo que hace tiempo la
ahogaba.)
¡El miedo!… El miedo no es más que esa cadena que nos impide vivir; la virtud de esa
casta de mujeres temblorosas que envejecen con las dos manos sobre los ojos, como
si el mundo fuera una estampa obscena cuya contemplación bastara a sumirlas en los
infiernos.
LUISA
(Quien ha observado la palidez creciente que se apodera de su padre.)
¡Basta!
DON ANTONIO
(Trémulo y a punto de estallar.)
671
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
LUISA
Papá, acuérdate,
(Pone intención en la frase.)
DON ANTONIO
(Frenando sus impulsos.)
MIGUELINA
(Con altivez.)
LUISA
(Después de una pausa, en la que ha parecido fluctuar entre la impaciencia y una forzosa pasividad.)
¡Tú en los brazos de un hombre…! Nada más inconcebible ni grotesco. Sí, estás enferma;
eso lo explica todo.
MIGUELINA
Tú dudarías del sol si no pudieras verlo. ¡Pobre Luisa! No puedes tú tampoco com-
prenderme.
(Retadora.)
Sé más que tú, ahora. Mientras tú bailabas ahí al lado, la tía Miguelina era apretada entre
unos brazos rudos; la tía Miguelina bebía coñac con un hombre; la pobre solterona era
conducida a su lecho nupcial.
LUISA
Te lo repito: no podrás hacerte creer. Lo que dices es falso y hasta monstruoso. Has
empezado a odiarnos sin que nos diéramos cuenta. Arrepiéntete de esas locas palabras,
arrodíllate en tu habitación y reza, como siempre lo has hecho, para que Dios te perdone
esos pensamientos desdichados.
MIGUELINA
(Ansiosa.)
LUISA
No puedes probar nada de lo que dices.
MIGUELINA
¿Qué debo probarte?
672
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
LUISA
Que ese hombre existe.
MIGUELINA
Me ha poseído. Ha estado aquí. Se llama Sebastián.
LUISA
¿Son esas tus pruebas?… Ya ves, es inútil que te empeñes…
MIGUELINA
Le pediré que venga, que se presente aquí en pleno día.
LUISA
Sabes que ello es imposible.
MIGUELINA
Dile a tu padre que lo busque, que trate de encontrarlo.
LUISA
¿Cómo daría con él? ¿Cómo lo reconocería?
MIGUELINA
Le encontrarán en el pecho un medallón de brillantes con un mechón de pelo dentro.
LUISA
¿Un medallón…?
MIGUELINA
Sí, el medallón de mi madre. Se lo he regalado.
LUISA
Di la verdad, ¿qué has hecho con él? ¿No te habrás atrevido a…
MIGUELINA
¿Empiezas a creerme, Luisa?
LUISA
…a destruirlo, no querrás decir que lo has perdido?
MIGUELINA
Siento que ya no pueda ser tuyo como querías que fuese.
LUISA
No quiero oírte más. Me fatigas. El medallón aparecerá oportunamente. Es un ardid
como todo lo demás.
(Trata de irse.)
MIGUELINA
Tal vez quieras otra prueba. Una prueba que nadie podrá dejar de ver, una prueba que
proclamará a los cuatro vientos que Sebastián existe…
673
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
LUISA
(Con un viso de ironía.)
MIGUELINA
Un hijo es la prueba que necesito. Sí, Sebastián, tú me darás ese hijo y entonces ya nadie
se atreverá a dudar.
LUISA
(Acercándosele, súbitamente enternecida.)
En cierto modo tú eres también madre. Me has criado, has estado a mi lado desde que
nací…
MIGUELINA
No quiero ser madre de niñas, sino de varones. Quiero hombres a los que no pueda
aprisionar demasiado, ni hacer desgraciados a costa de mi avidez.
LUISA
(Persuasiva.)
MIGUELINA
Debes creer en mí, en Sebastián, en mi verdad que para mí significa más que la vida.
LUISA
¡Cuánto sufres! Si yo pudiera decirte: “Sí, creo”… Y tal vez debería decírtelo.
MIGUELINA
(Con ansiedad.)
¡Dímelo! ¡Que yo lo lea en tus ojos! ¡Que yo sienta en esa afirmación tuya la certeza de
mi liberación!
LUISA
¿Te aliviaría ello? Los amantes se pierden con mayor facilidad que como se ganan. Sobre
todo a tu edad y si él es un hombre joven… Lo tienes un día y te abandona para toda la
vida.
MIGUELINA
(Casi en un grito de angustia.)
LUISA
(Consoladora.)
Nunca podrás tener un amante, tía Miguelina. Quisiera comprenderte, darte el calor
que pareces necesitar, de pronto. Mírame, soy tu hija; estás entre nosotros que no te
abandonaremos nunca.
674
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
MIGUELINA
(Tratando de no oír.)
Vendrá aunque no creas en él. Saltará sobre la trinitaria con sus músculos tensos y me
estrechará entre sus brazos.
LUISA
¡Que Dios se apiade de tu alma!
MIGUELINA
Hasta Dios ha dejado de asustarme. Y es que me siento fuerte, demasiado llena de con-
fianza para temer o arrepentirme.
DOÑA INÉS
(Entrando desde el jardín con algunas rosas en las manos.)
Nadie tiene rosas como las mías en el pueblo; tal vez porque nadie ama las flores como yo.
(Las huele, aspirando profundamente.)
LUISA
A veces pienso que amas tus rosas más que a las personas.
DOÑA INÉS
Son más mías. Las personas crecen y se nos van, se hacen distintas a nosotros.
LUISA
Eres demasiado sentimental. Las rosas son un adorno, no una preocupación.
DOÑA INÉS
La juventud no comprende estas cosas. Está demasiado llena de sí misma. Miguelina
y yo sí podemos, en cambio, comprenderlas; ya no esperamos nada de la vida. Es el
consuelo de las que, como nosotras, van para viejas.
LUISA
Cuando aún se es joven, el llamarse viejo es una coquetería, mamá.
DOÑA INÉS
Tal vez lo que estamos esperando, para sentirnos definitivamente viejas, es que te cases
y seas feliz. Claro que a Enrique le falta todavía una carrera… ¿Quieres poner un poco
de agua a estas rosas?
(Las ha colocado en un jarrón que le entrega a Luisa.)
LUISA
Sí, mamá.
(Sale.)
MIGUELINA
Somos casi de la misma edad y sin embargo cuán distintamente envejecemos. Tú es-
peras la vejez como un alivio, yo como una frustración. La vejez es como un estado
675
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
de alma: se gana viviendo. No he sido joven nunca y nunca podré ser vieja como lo
serás tú.
DOÑA INÉS
Entre tú y yo no hay más diferencia que un marido y una hija.
MIGUELINA
¿Es esa una pequeña diferencia?
DOÑA INÉS
…Un marido y una hija que hemos compartido, aunque ese marido sea tu hermano.
MIGUELINA
El paraíso que me pintas tiene algo de abominable.
DOÑA INÉS
¿Te acuerdas de la trinitaria?
(Mirando hacia un punto lejano del jardín.)
MIGUELINA
Sí, la trinitaria… He vivido años con los ojos clavados en ella, esperando.
DOÑA INÉS
Cubría todo el muro cuando nació.
(Luisa entra con el jarrón de las flores.)
MIGUELINA
Pero yo seguí esperando… Me acostumbré a mirarla y a esperar…
(Exaltada.)
Ahora la han desgarrado, han maltratado su blancura. La han violado, Inés. La pureza
de esos días está lejana.
DOÑA INÉS
Debo confesar que no me he dado cuenta de ello.
LUISA
(Interviniendo con rapidez.)
Tía Miguelina se refiere a los niños del vecindario, que algunas veces se encaraman al muro.
DOÑA INÉS
Pues debemos quejarnos a sus padres. Nadie se ha atrevido jamás a escalar esa pared y
mucho menos a maltratar mis flores.
MIGUELINA
(Con intención.)
676
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
LUISA
Habrá tiempo para que le cuentes a mamá lo sucedido. Mientras tanto, papá nos espera
para cenar. Está impaciente, dando paseos alrededor de la mesa.
DOÑA INÉS
Ciertamente, se ha hecho tarde. ¿Vamos, Miguelina?
MIGUELINA
Cenen sin mí; no tengo apetito.
DOÑA INÉS
Después terminarás con lo de la pureza de la trinitaria. Puede ser una historia intere-
sante.
(Luisa se la lleva.)
(Miguelina queda en pie, como sumida en graves recuerdos. Camina por la habitación retorciéndose las manos. De
pronto ve su imagen en el espejo. Se acerca, mirándose, como extrañada de sí misma. Se acaricia el pelo suelto, vuelve
a recogérselo en el antiguo moño y lo deja caer de nuevo sobre sus hombros. Se lleva las manos a la cara y cierra los
ojos fuertemente, con furia o desesperación. La tarde ha ido cayendo y la habitación está en penumbra.)
ENRIQUE
(Entrando por la derecha.)
La puerta estaba abierta y no he tenido más remedio que pasar. Supuse que todavía
estaban cenando.
MIGUELINA
Encenderé las luces.
(Enciende la luz del techo.)
ENRIQUE
(Tomando asiento.)
No quiero que Luisa se inquiete por mí. Son mis últimos días en el pueblo. Los amigos
quieren despedirme todos a la vez. Ya sabe usted, tragos, música, paseos a la playa.
MIGUELINA
Un buen programa de despedida.
ENRIQUE
No soy más que el pretexto. Ellos hacen sus fiestas de todos modos. Yo, en cambio,
prefiero pasar aquí, con Luisa…
MIGUELINA
(Encarándolo.)
677
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
MIGUELINA
Que debe demostrarle que la quiere.
ENRIQUE
Eso trato de hacer.
MIGUELINA
Sí; llegando antes de la hora, cogiéndole las manos y asediándola hasta que consigue
besarla…
ENRIQUE
(Enrojeciendo.)
La amo y la respeto.
MIGUELINA
¡Bravo! Ser respetada hasta ese extremo es casi lo mismo que ser temida. De ello puede
resultar que Luisa no se case con usted… ni con nadie. Usted terminará por aburrirse a
su lado y al fin la abandonará.
ENRIQUE
Antes me abandona ella a mí.
MIGUELINA
Las mujeres como nosotras no abandonamos nunca lo que amamos. Usted, en cambio,
se marcha… Escribirá todos los días hasta el momento en que empiece a decirse: “Hoy
no tengo nada que contarle, lo dejaré para mañana”. Y es que ya habrá comenzado a
traicionar su recuerdo.
ENRIQUE
(Dolido.)
¡No sucederá como dice! Usted nunca había hablado conmigo más de dos o tres palabras.
Me miraba con recelo. ¿Ha roto su silencio sólo para descorazonarme?
MIGUELINA
¡Quiero salvarlos! No vaya usted a la capital. No abandone a Luisa ni siquiera por unos
días. Ese tiempo puede ser fatal. Míreme a mí: soy como una culpa en medio de esta
casa. No permita que Luisa corra mi suerte. Abandone sus estudios. ¡Cásese!…
ENRIQUE
Pero yo… ella… Sus padres no consentirían.
MIGUELINA
Haga entonces algo arriesgado. Pero no la deje entregada a tantos peligros. ¿No com-
prende usted que para una mujer sola la noche es un tiempo demasiado largo? Óigalo
bien: tengo miedo por ella. ¡Sálvela!
ENRIQUE
(Lleno de zozobras.)
678
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
MIGUELINA
Sería inútil Únicamente me está permitido ponerlo sobre aviso y mostrarle el camino…
la solución.
ENRIQUE
¿Cree, entonces que debo renunciar a mi carrera si quiero conservar a Luisa?
MIGUELINA
Es lo que estoy tratando de decirle.
ENRIQUE
Hace un momento estaba feliz y lleno de proyectos para el futuro. De pronto, todo se
ha oscurecido a mi alrededor.
MIGUELINA
¡Súfralo! Es el precio que estamos condenados a pagar. Es cuanto tenía que decirle.
Buenas noches.
(Sale por la puerta que da a su habitación. Enrique, después de haberse levantado, se desploma de nuevo sobre
el asiento. Luisa entra por la izquierda. Él no la siente venir. Ella le desliza un brazo por la espalda.)
LUISA
¿Qué pides por esos pensamientos?
ENRIQUE
(Sobresaltándose. Luego, tratando de sonreír.)
ENRIQUE
(Levantándose.)
LUISA
Sólo tomé un vaso de leche; no tenía apetito. Papá y mamá me regañaron por ello. Me
levanté en seguida de la mesa… ¿Pero, qué tienes? Pareces preocupado.
ENRIQUE
(Después de una lucha interior, resolviéndose.)
Dime, Luisa, ¿no me encuentras un poco soso la mayoría de las veces? No soy el tipo
de galán que parece atraer a las muchachas.
LUISA
¿Y se puede saber cuál es el tipo de galán que atrae a las muchachas?
679
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
ENRIQUE
(Tomándola en sus brazos.)
Podría ser más apasionado, si me lo propusiera, más romántico… Oh, Luisa, te amo
tanto que podría ser lo que tú quisieras.
LUISA
Que seas un poco más tú mismo es cuanto deseo. Y no me abraces así, tan efusiva y
teatralmente. Papá y mamá saldrán de un momento a otro del comedor; te tienen por
un muchacho serio y esa opinión no hay que echarla a perder.
ENRIQUE
(Desilusionado, soltándola de su abrazo.)
LUISA
No deseo que cambies.
ENRIQUE
(Después de una pausa.)
LUISA
(Con naturalidad.)
ENRIQUE
Eso es lo malo, ¿no te das cuenta?
LUISA
Si te enamoraras de otra, ya no te importaría perderme. ¡Es una tontería!
ENRIQUE
Trato de darte celos y sólo consigo angustiarme más. Tu tía Miguelina…
LUISA
¡Oh! Debí suponérmelo: ¡tía Miguelina!
ENRIQUE
No llegó a decirme más que frases vagas, que sí inquietantes.
LUISA
(Eludiendo su mirada.)
ENRIQUE
Algo tratas de ocultarme.
LUISA
…No nos concierne a ninguno de los dos.
680
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
ENRIQUE
Entonces, era cierto…
LUISA
¡Compréndeme!
ENRIQUE
Tienes el deber de confiar en mí… ¡Te lo suplico! ¡Te lo exijo!
(Silencio obstinado de Luisa. Con desesperación.)
ENRIQUE
¿Lo ves? Al fin confiesas.
LUISA
(Tratando de contenerse.)
No he confesado nada.
ENRIQUE
Acabas de decirlo claramente.
(Don Antonio y Doña Inés vienen desde el comedor, a tiempo de oír las últimas palabras de Enrique.)
DOÑA INÉS
¿Qué es lo que Luisa acaba de decirle, Enrique?
ENRIQUE
Este… yo… le decía a Luisa… ella…
DON ANTONIO
(Acudiendo en su ayuda.)
Inés, los muchachos están peleándose como es natural entre novios. Eso es todo.
DOÑA INÉS
Progresas, querido Antonio. Posees una tolerancia demasiado juvenil, que no va de
acuerdo con tu edad.
DON ANTONIO
¿Va el smoking de acuerdo con mi edad?
(Doña Inés toma asiento en el diván sin atreverse a replicar. Don Antonio la mira y sonríe para sí.)
Luisa, sírvele a Enrique una copita de anís. Le hará de reactivo. Puedes traerme una,
también.
LUISA
¿Y tú, mamá, no deseas?
681
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
DOÑA INÉS
No, hija, el licor me da sueño y creo que de eso ya no puedo tener más. Un vistazo a esta
revista de floricultura y a la cama. Mañana debo madrugar si quiero planear la nueva
forma del jardín. Antonio, quiero decirte que desde mañana tendremos jardinero. Es
nuevo en el pueblo y necesita trabajo. Como María va a estar unos días más en el campo,
me es imprescindible.
DON ANTONIO
Te mantienes fiel a tu costumbre; me lo comunicas cuando ya no hay más remedio que
aceptar. ¿Qué sería de ti si no inventaras algo nuevo constantemente?
DOÑA INÉS
¿Y qué sería de ti, querido, si yo no tratara de embellecerte la vida?
DON ANTONIO
Ya me la has embellecido lo suficiente. ¡Me siento colmado!
DOÑA INÉS
No sé si hablas en serio o irónicamente. De todos modos, ¡gracias!
(Mientras tanto Luisa ha extendido una copa a Enrique, quien la toma después de carraspear nerviosamente.
Luisa mira hacia otro lado. Luego da la otra copa a su padre y queda en pie, lejos del sitio que ocupa Enrique.)
DON ANTONIO
(A Enrique.)
ENRIQUE
(Temeroso de lo que va a decir.)
DON ANTONIO
¿Cuándo tomaste semejante resolución?
ENRIQUE
En realidad hace poco… sólo unos momentos…
(Atreviéndose.)
DOÑA INÉS
(Levantando los ojos de la revista y como si hubiera oído el anuncio del fin del mundo.)
¿Qué ha dicho?
ENRIQUE
Que tal vez si Luisa y yo…
DOÑA INÉS
Luisa, ¿formas tú parte de este complot?
682
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
LUISA
(Con ira.)
DOÑA INÉS
Menos mal que tú no apruebas una idea tan descabellada.
(A Enrique.)
ENRIQUE
¿Es que no se toman en cuenta para nada mis sentimientos?
DON ANTONIO
Ustedes los jóvenes, suelen equivocarse casi con tanta frecuencia como nosotros los
viejos. ¡Comprendemos! Quieres a Luisa y te aceptamos.
ENRIQUE
(Con un destello de esperanza en los ojos.)
¿Entonces?…
DON ANTONIO
…siempre que las cosas sigan su curso normal.
ENRIQUE
(Desarmado.)
DOÑA INÉS
Sin duda; puede hacerlo.
ENRIQUE
(Sin atreverse a mirar a nadie, levantándose.)
Buenas noches.
DON ANTONIO
Ve con Dios y descansa, hijo. Mañana lo verás todo mucho más claro.
(Enrique sale. Luisa tiene el rostro entre las manos. Una pausa.)
DOÑA INÉS
En nuestra juventud no nos sucedían cosas como éstas.
DON ANTONIO
Es que nunca tuve la suficiente inspiración como para proporcionártelas.
683
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
(Mirando a Luisa.)
DOÑA INÉS
¿Vienes, Antonio?
DON ANTONIO
Terminaré esta copa.
(Doña Inés sale.)
LUISA
(Sintiendo que ya puede hablar sin peligro.)
Tía Miguelina tiene la culpa. Estuvo hablándole, aunque según parece no le relató su
historia. Ahora se interesa por mi felicidad. Pasamos de un absurdo a otro mayor.
DON ANTONIO
Tu tía Miguelina se nos ha convertido en un problema.
LUISA
Tenemos que hacer algo… ¡Pronto!
DON ANTONIO
Esperaremos a mañana. Hablaré con ella y veremos lo que conviene hacer.
LUISA
La someterás a una estricta vigilancia médica o te la llevarás a la Capital. Un cambio tal
vez la favorezca.
DON ANTONIO
No sé aún lo que mejor le convendría.
LUISA
Últimamente nada parece salirnos bien. También está lo del medallón. Dice que se lo ha
regalado a ese enigmático Sebastián.
DON ANTONIO
¿El medallón de nuestra madre?
LUISA
Sí. Forma parte de su comedia. No temas, aparecerá.
684
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
DON ANTONIO
De pronto me siento fatigado, temeroso…
LUISA
No luches, no te tortures. Vete y descansa.
DON ANTONIO
Para mí sólo existe esta casa y esta familia. ¿No seré ya impotente para defenderlas?
Desearía darte fuerzas y lo único que consigo es comunicarte mi temor.
LUISA
Tu compañía es mi mayor consuelo.
DON ANTONIO
Gracias, hija. Enrique y tú deben ser felices. Perdónalo. No sabía lo que decía.
LUISA
Me sería imposible no perdonarlo.
DON ANTONIO
Esperaremos con impaciencia el día de mañana.
LUISA
Vete, que yo apagaré las luces. Sólo me quedaré el tiempo de buscar alguna revista.
(Le da un beso en la mejilla.)
DON ANTONIO
(Desde la puerta.)
LUISA
(Reaccionando rápidamente.)
MIGUELINA
¿Por qué tanta extrañeza? Tengo una cita esta noche. Nada más claro.
LUISA
Una cita con un fantasma. ¡Has llevado las cosas demasiado lejos!
MIGUELINA
Una cita con un hombre joven que se llama Sebastián.
685
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
LUISA
Sebastián no existe.
MIGUELINA
Quien ha estado una hora entre sus brazos no puede dudar.
LUISA
Estás jugando con fuego. Tú sabes que esta es una farsa indigna de crédito. Lo has inven-
tado todo para rebajarte y rebajarnos. Pero aún es tiempo. Tal vez estés confundida. Trata
de distinguir la realidad de lo que no pasa de ser un sueño. Reconsidera tu situación.
Da un paso atrás. Sálvate, tía Miguelina.
MIGUELINA
Lo llamo y me responde. ¿Qué más prueba? Todo lo que responde a un deseo, vive.
Puedo dudar de todo menos de él, que me ha convertido en mujer para siempre.
LUISA
¡Si tan siquiera pudieras dudar!…
MIGUELINA
De los milagros no se duda. Son, y eso basta. Sebastián existe. Por él ya no estoy sola, ni
despreciada, ni muerta. He logrado, al fin, lo que se me debía. No, no debo dudar. Lo
acepto con toda mi alma y sigo adelante.
LUISA
Es un desconocido. ¿No le temes?
MIGUELINA
¿Temerías tú lo que te ofrece por primera vez en la vida un poco de seguridad?
LUISA
Te dejará de nuevo los brazos vacíos. Piénsalo bien. Cuando te hayas convencido, apaga
la lámpara y vete a tu habitación, sola como siempre. Si somos valientes la verdad puede
ser un gran consuelo. Destruye ese sueño, antes de que él te destruya.
MIGUELINA
Nadie podrá quitarme la realidad que he ganado para mí. ¡Vete de aquí! Esta hora me
pertenece. ¿Quién eres tú? Una intrusa a quien apenas conozco. ¡Fuera de aquí, o se
oirán mis gritos a varias leguas de distancia!
(Luisa sale apresuradamente. Miguelina recorre la habitación con la mirada. Arregla las rosas. Luego parece
escuchar, inmóvil y como en vilo. Su rostro se transfigura. Se vuelve y tiende los brazos hacia el jardín.
Sebastián aparece, lentamente. Ya no es el personaje fogoso del primer acto. Toda su figura emana poesía y
serenidad.)
MIGUELINA
Oh, Sebastián, por fin has vuelto. Estás aquí de nuevo…
SEBASTIÁN
Sí, he vuelto, Miguelina.
686
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
MIGUELINA
Estás aquí y eres mío, mío para siempre.
SEBASTIÁN
Suena como algo irremediable.
MIGUELINA
El verdadero amor es para siempre. ¡Dime que amas para siempre!
SEBASTIÁN
¿No es suficiente decir que te amo?
MIGUELINA
¡Abrázame! Que yo te sienta vivir pegado a mi misma realidad.
(Él permanece inmóvil.)
SEBASTIÁN
(Desprendiéndose de ella, suavemente.)
A veces estoy lejos. Me acordaba de un niño a quien esa palabra: “siempre”, le causaba
terror. Ese niño dejaba resbalar una piedra desde el borde de los aljibes y ella caía, caía,
adelgazando su sonido hasta que sólo era perceptible la levísima punción del agua al
absorberla. Ese era, para él, el significado de la palabra “siempre”: un gran silencio en
el fondo de los aljibes.
MIGUELINA
Sí; ahora te siento lejano, como si fuera a perderte.
SEBASTIÁN
Tal vez nos vamos a perder, momentáneamente. Quise dominarte, llevarte de la mano
por lo desconocido. No sé si he sido bueno o perverso contigo, Miguelina. Perdóname,
pero debo marcharme de este pueblo. Algo superior a mí me reclama, una fuerza que
me mueve incesantemente de un lado para otro.
MIGUELINA
¿Es que acaso no puedes, por mi amor, renunciar a todo lo demás?
SEBASTIÁN
Mientras me siga descolgando por esa enredadera como un lagarto alocado, me haré
traición a mí mismo. Me estoy convirtiendo en una costumbre. En tu costumbre,
Miguelina. Desde que nací no he hecho otra cosa que luchar por dejar de ser una
costumbre. No me traicionaré ahora que lo he perdido todo, hasta mi alma, según
creo.
MIGUELINA
¿Es posible que sólo por tan corto tiempo hayas sido capaz de mantener en mí este sueño
maravilloso? ¿Pero he dicho sueño? ¿Entonces ellos tenían razón? Quieres dejarme sin
esa realidad que tanto he defendido…
687
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
SEBASTIÁN
¡Cuán dulce sería que me convirtieras en ese sueño!
MIGUELINA
Mi única locura ha sido la de creer en ti; no quiero que me la quiten. Deseo probarles que
tú existes. Prefiero quedar manchada por una culpa irremediable a ser esa santurrona
ante la que nadie se atrevería a decir una palabra descompuesta. Cuando no creen en
ti es que no creen en mis posibilidades de mujer. No me encuentran capaz de cometer
esta clase de pecado. ¡Oh, Dios mío, nunca supuse que el pecado podría cometerse con
tanta fruición y esperanza!
SEBASTIÁN
Sobre todo, amas tu venganza. Más que mi abandono te tortura el que no te crean.
MIGUELINA
No puedes marcharte. ¡Ayúdame! Preséntate a ellos y diles “yo soy Sebastián”. Solamente
eso: “Soy el amante de Miguelina. Existo”. Necesito que me des esa prueba de amor.
SEBASTIÁN
Me voy, Miguelina.
MIGUELINA
Y yo que pretendía tener un hijo tuyo. ¿Tendrás el valor de irte, dejándome así, abando-
nada a los míos, vejada y sin contar con la prueba que me hará libre a sus ojos?
SEBASTIÁN
Volveré cuando menos lo esperes. Creo que no te olvidaré nunca, Miguelina… Guardaré
el medallón de tu madre; él será tu victoria sobre mí.
MIGUELINA
¡El medallón de mi madre! Te lo llevas y me dejas sin pasado y sin futuro. Me llevas
el recuerdo y lo que es peor, la esperanza. Oh, Sebastián, soy tuya, ¿qué más deseas?
No me desprecies; no agregues tu desprecio al de los otros. Todo te lo doy, pero no me
abandones…
SEBASTIÁN
¿Podrías darme esa ración de libertad que me hace vivir? No, Miguelina. No he venido
a consolarte. Te traje un hálito de vida y ahora debo desaparecer.
MIGUELINA
¡Un sueño! No debes ser sólo un sueño para mí. Lucharé hasta hacer de ti una realidad.
Existes: puedo verte, tocarte, estremecerme toda ante ti. No debo permitir que tu ausen-
cia te destruya, sin que hayas dejado constancia de tu verdad. Te retendré a la fuerza,
Sebastián.
SEBASTIÁN
No creas demasiado en mí. Es como si la noche me esperara. Piensa en mí como en una
sombra más… Adiós, Miguelina.
(Le da la espalda y avanza unos pasos hacia el jardín.)
688
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
MIGUELINA
¡No! No puedes abandonarme tan fácilmente. ¡Detente! No des un paso más…
(Saca un revólver del bolsillo de la bata. Él se detiene y se vuelve, enfrentándola.)
¿Creías que no estaba preparada para esto? Te mataré. Quien no existe no puede mo-
rir. Con tu muerte me probaré a mí misma tu existencia y se la probaré a los demás.
Una bala en el corazón y ya nadie podrá dudar. Dirán “ella lo ha matado” y estaré
satisfecha.
(Él retrocede hacia el jardín.)
¡Detente!
SEBASTIÁN
Te quiero, Miguelina. ¡Adiós!
MIGUELINA
¡Detente, te digo!
(Él sigue retrocediendo. Ella dispara. Él se agarra el pecho y cae dando una vuelta con la elegancia de un bai-
larín. Su desaparición es súbita; se ha sumergido en la oscuridad con cierta levedad misteriosa, como si antes
de caer se lo hubiera visto flotar.)
¿Lo ves? ¿Lo ves? ¡Ya está hecho! Te he quitado la vida. Ahora existes. ¡Ahora es cuando
realmente comienzas a existir!
(Llega Don Antonio por la izquierda, en zapatillas. Puede notarse la precipitación con que se ha puesto la bata
sobre la pijama. Detrás de él irrumpe Luisa, jadeante. Viste de la misma forma que en las escenas anteriores.)
DON ANTONIO
¿Pero qué pasa en esta casa? ¿Y ese disparo? Sonó aquí mismo, con tus gritos.
LUISA
¿Qué ha sucedido, tía? ¿Estás bien?
MIGUELINA
Tranquilícense. No me he quitado la vida. He sido yo la que ha matado a alguien.
DON ANTONIO
¿A quién has podido tú matar?
MIGUELINA
A mi amante… ¡A Sebastián! ¿No reconoces tu pistola? La sustraje de tu habitación esta
mañana…
(Don Antonio se apresura a recuperarla.)
DON ANTONIO
(Mira a Luisa lo que dura un relámpago. Luego corre precipitadamente hacia el jardín.)
689
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
(Luisa enciende la luz del jardín, que reluce al fondo como si fuera de día. Sale detrás de su padre. Miguelina se
sienta en el diván y espera, con calma, en actitud de triunfo. Luisa vuelve muy lentamente, con una serenidad
cargada de significado.)
MIGUELINA
¿Lo has visto? Siento que lo hayas conocido muerto. Era fuerte y hermoso y la muerte
no debe sentarle bien.
LUISA
(Después de una pausa.)
MIGUELINA
(Asombrada, se levanta.)
Acabo de dispararle con mis propias manos. Lo he visto caer y arrastrarse hacia el
jardín.
LUISA
Lo has imaginado, como todo lo demás.
MIGUELINA
(Casi en un grito.)
¡Imposible! ¡Traman algo contra mí! Él está allí, muerto. Es imposible que sea de otro
modo. Busca cerca de la trinitaria. ¡Es necesario que lo encuentren!
DON ANTONIO
(Subiendo desde el jardín.)
Nadie hay cerca de la trinitaria, ni en parte alguna. Trata de despertar, Miguelina. Estás
enloqueciendo. Si te empecinas no podremos ayudarte.
MIGUELINA
¡Ha huido!… Ha tenido tiempo de huir, no existe otra explicación. Su sangre, sí, su sangre
debe estar allí, en el primer peldaño, por donde lo he visto desaparecer.
LUISA
(Con resolución súbita.)
Acércate… Ven…
(La toma de un brazo y la arrastra hacia el sitio. Miguelina vuelve la cabeza, como si temiera.)
Mira, tía Miguelina, ¿es este el sitio?… ¿Tienes miedo de mirar hacia acá?… Aquí debe
estar la sangre de Sebastián… ¿Por qué no miras, entonces?…
MIGUELINA
(Volviendo el rostro lentamente, mira. Da un grito agudo, como si la hubiesen herido de muerte, y se tambalea.
Luisa la sostiene. Luego, sollozando:)
690
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
LUISA
Alégrate, tía Miguelina. Sólo has matado un sueño, un mal sueño. Ahora puedes volver
a tu paz, sanarte, descansar. Vamos a tu habitación. Debes dormir… Mañana estarás
mejor.
MIGUELINA
(Se deja conducir, vencida. Al llegar a la puerta de su habitación mira hacia el jardín con un dolor infinito.
Casi en un murmullo:)
LUISA
Ve, papá, cerciórate de que mamá no se haya despertado.
DON ANTONIO
Cuando sonó el disparo dormía profundamente. Tiene el sueño pesado; no hay que
temer…
LUISA
La enfermedad de tía Miguelina acaba de llegar a su punto culminante. Puede que
sea para su bien. Ha sido un golpe para ella, pero ha empezado a darse cuenta de su
error.
DON ANTONIO
(Sacando algo del bolsillo.)
LUISA
¡El medallón! ¿Cómo lo conseguiste?
DON ANTONIO
¡Hace un rato!… Al pie de la trinitaria.
(Se miran asombrados mientras cae el
TELÓN
691
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Acto tercero
(Al día siguiente. Primeras horas de la tarde. La escena está bañada por una luminosidad
intensa, cegadora hacia la parte del jardín. Don Antonio está de pie y parece fatigado. Se acerca
a la puerta del cuarto de Miguelina y escucha. Silencio. Suspira con un dejo de preocupación.
Suena el timbre de calle. Sale por la derecha y reaparece con Enrique.)
ENRIQUE
No tengo cómo pagarle lo que usted ha hecho por mí.
DON ANTONIO
Olvídate, hijo mío.
ENRIQUE
¡Yo, dudar de Luisa!… Tuvo usted que revelarme esa historia tan íntima y dolorosa. Ha
sido usted un verdadero padre para mí.
DON ANTONIO
De nada tienes que avergonzarte. Luisa, en parte, fue responsable por callar; se sentía
perturbada como si aquella hipotética culpa la hubiese alcanzado.
ENRIQUE
Pero yo debí comprender… Estaba exaltado después de la conversación con la señorita
Miguelina.
DON ANTONIO
Sí, hijo mío, Miguelina ha estado mal. El doctor ha venido dos veces esta mañana y dentro de
poco estará aquí otra vez. Sus visitas han realizado milagros. La salvación de nuestros pue-
blos está en esos jóvenes que comienzan sus carreras modestamente, lejos de la competencia
capitaleña y que aún no han sido corrompidos por ella. Ejercen su profesión denodadamente,
como si cada paciente debiera cubrirlos de gloria. Ha hecho maravillas en sus visitas de esta
mañana. Súbitamente Miguelina ha parecido calmarse. En mis tiempos no se conocía casi
nada sobre esa nueva ciencia, y lo poco que se conocía era considerado como indecente. No
deja de tener algo de hechicería esa manera suave e insistente con que realiza sus sesiones.
Una palabra tras otra, palabras comunes, tan comunes que apenas si podemos creer que con
ellas se logre curación alguna. Entonces, el paciente despierta a la realidad. En eso consiste
la misión de esos hombres, en suministrar la realidad como una medicina. No sé si después
los pacientes quedan felices, pero vuelven a la normalidad.
ENRIQUE
Sabe usted mucho de todo eso.
DON ANTONIO
Al menos puedo repetir exactamente lo que el doctor me ha dicho. Cuando no sabemos
una cosa lo mejor es repetir cuanto nos dicen acerca de ella. Es el secreto de ciertas eru-
diciones de salón.
ENRIQUE
Me asombra que la señorita Miguelina haya podido mejorar tan rápidamente.
692
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
DON ANTONIO
El doctor parece pensar lo mismo. Miguelina luchaba entre la realidad y el sueño sin
conocer sus límites. ¿Cómo puede haber aceptado la realidad tan fácilmente, después de
haberse aferrado al sueño?… Sin duda la pregunta le preocupa. Piensa que todavía no
ha pasado el peligro, puesto que la mente arma trampas insospechadas y ese estado de
aceptación de Miguelina bien puede ser una de ellas. Veremos lo que saca en limpio de
la sesión de esta tarde.
(Luisa entra por la izquierda. Enrique la mira, sobresaltado, y ella baja la cabeza.)
ENRIQUE
(Asintiendo.)
LUISA
(Precipitándose en sus brazos.)
LUISA
¿Y tía Miguelina?
DON ANTONIO
Descansa. En la penumbra de su habitación ha logrado serenarse. Creo que vamos ga-
nando terreno.
LUISA
¿No teme el doctor una recaída?
DON ANTONIO
¿Quién puede asegurarlo?… Por ahora todo marcha a las mil maravillas. Ni siquiera tu
madre ha tenido que enterarse de los detalles enojosos. Anoche los ignoró porque dormía;
693
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
hoy los sigue ignorando porque está despierta. Sus preocupaciones le impiden ahondar
en las personas. Eso la salva. Sólo parece extrañada con lo de la enredadera…
LUISA
¿Le dijiste que el doctor quería que fuese cortada inmediatamente?
DON ANTONIO
Sí.
LUISA
¿Qué excusa le has dado?
DON ANTONIO
La alergia: está de moda. Le expliqué que a Miguelina parecía hacerle daño la proximidad
de esa trinitaria, con lo que no hizo ya más preguntas. Cualquiera explicación es buena
para ella.
ENRIQUE
No alcanzo a comprender el papel que juega la trinitaria en todo esto. Es hermosa.
LUISA
Demasiado hermosa: en ello estriba su peligrosidad. No sé qué simbolismo tiene para tía
Miguelina. Lo que sí parece cierto es que ha sido el punto de partida de su imaginación.
Algo así como el peldaño entre la realidad y el sueño. Sobre ese peldaño se ha deslizado
hacia ella ese fantasma que la estaba enloqueciendo poco a poco.
ENRIQUE
¡Un fantasma!
DON ANTONIO
Te parecen, como a mí, creencias de gentes ignorantes. Simples supersticiones.
LUISA
Sin embargo hay una gran verdad en ello. ¿En qué piensa una muchacha cuando ve sobre
un muro alto descender una cascada de flores blanquísimas? A cada imagen responde
una idea. Pensamos en la única cosa blanca que puede pensar una muchacha que ya ha
dejado, por supuesto, de ser una niña. Pensamos en boda, en tules, en el novio esperando
a través de tanta blancura…
DON ANTONIO
Siempre he dicho que la imaginación es un peligro para las mujeres. No hay por qué
asociar a una simple enredadera, por el solo hecho de que sea blanca y esté pegada a
un muro, tantas visiones extraordinarias.
LUISA
Tía Miguelina pasaba horas contemplándola. Hasta que imaginó toda la historia, los
escalamientos nocturnos…
ENRIQUE
Es extraordinario, increíble…
694
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
LUISA
Queda, también, el asunto del medallón.
DON ANTONIO
Ella misma lo habrá puesto allí, al pie de la enredadera. No podemos creer que su galán lo
perdiera en la fuga. Sería darle la razón a esos sueños que estamos tratando de destruir.
LUISA
¡La destrucción de los sueños! No sé por qué me da miedo oír hablar de ello. La mejoría
de tía Miguelina, ¿no podrá traernos un trastorno mayor que el de todas sus imagina-
ciones? Necesitamos en cierta manera nuestros sueños, tanto como nuestra realidad.
Dejar sin sueños a un ser humano, ¿no es dejarlo, también, sin su realidad?
DON ANTONIO
Hija mía, no permitas que tu inteligencia llegue a torturarte. Lo que hacemos es lógico
y necesario y Miguelina parece aceptarlo como un bien. No pienses más en ello.
LUISA
Está bien, papá. Trataré.
ENRIQUE
Ahora necesito que pienses un poco más en mí.
DOÑA INÉS
(Entrando desde el jardín.)
Acabo de ordenar al jardinero que corte la trinitaria. ¿Cómo se llama la enfermedad que
produce?
DON ANTONIO
Alergia, querida.
DOÑA INÉS
¡Qué no inventarán los médicos hoy en día! Buenas tardes, Enrique. ¿Ha vuelto usted
a insistir en lo del matrimonio? Me parece inexplicable su conducta de anoche. Sólo el
sueño que tenía me quitó los deseos de discutir el asunto con usted.
ENRIQUE
He venido a disculparme… Verdaderamente lo lamento, doña Inés.
DOÑA INÉS
Pues vuelve usted a contar con mis simpatías. Luisa es demasiado joven para casarse y
usted… pues ya ve, usted no tiene edad todavía.
LUISA
¡Mamá! Si Enrique y yo no podemos casarnos es porque él tiene que terminar sus estu-
dios. Por otra parte, somos capaces de llenarte de nietos.
DON ANTONIO
Inés, has puesto el dedo en la llaga. Decir joven a la juventud viene a ser como despre-
ciarla.
695
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
DOÑA INÉS
¡Nietos! ¿No podía ocurrírsete otra cosa mejor ahora que estoy rehaciendo el jardín? No
quiero muchachos traviesos que me maltraten las plantas.
(Todos sonríen.)
DON ANTONIO
Indispensable, querida.
DOÑA INÉS
Bueno, plantaré dalias y claveles… alegran más. Además la trinitaria es una flor que no
huele… una flor demasiado triste. Sin contar con lo de la alergia.
(Miguelina sale desde su habitación. Viste el traje sencillo del primer acto.)
MIGUELINA
¿A qué hora dijo el doctor que volvería?
DON ANTONIO
No tardará. Será cosa de media hora a lo sumo.
DOÑA INÉS
Miguelina querida, ¿estás bien?
MIGUELINA
Me siento perfectamente.
LUISA
Pareces esperar al médico con agrado.
MIGUELINA
No debo temerle; me está curando. Ah, Enrique, le debo a usted una satisfacción. Anoche
tenía un poco de fiebre, estaba fuera de mis cabales y le dije a usted unas cosas de las
que realmente me avergüenzo.
ENRIQUE
No tiene importancia. Olvídelo; fue debido a su enfermedad.
MIGUELINA
(Como repitiendo algo que ya se le ha dicho.)
696
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
DOÑA INÉS
(Entre divertida y extrañada.)
MIGUELINA
La prueba aún no aparece.
DOÑA INÉS
Es realmente gracioso, Miguelina, graciosísimo…
(Ríe. Los demás respiran, aliviados.)
Hace tiempo que no te oía decir algo semejante. Sí, Antonio, Miguelina está mejor. Debo
felicitar al doctor. Avísame cuando llegue. Es gracioso, graciosísimo.
(Sale riendo.)
ENRIQUE
Ven, Luisa, esperaremos en la sala. No debemos estorbar cuando llegue el médico.
(Salen por la derecha.)
DON ANTONIO
Iré a esperarlo fuera. Descansa, mientras tanto.
MIGUELINA
(Tomándole una mano de manera fría y formal.)
Gracias, Antonio…
DON ANTONIO
Hago lo que debo, Miguelina.
MIGUELINA
¿Qué esperas tú que deba decirte? Porque algo debería decirte…
DON ANTONIO
No te esfuerces. Descansa. Nada ha trascendido fuera de esta casa.
MIGUELINA
Lo sé. Esa es tu fuerza: creas honorabilidad. Sí, es bueno vivir aquí, sentirse formar parte
de todo esto. Gracias, Antonio. Has hecho muchísimo por mí.
(Don Antonio, sinceramente turbado, sale por la derecha. Miguelina queda sola, sentada en el diván, de es-
paldas al jardín. La tarde cae suavemente. Silencio. Sebastián entra por el fondo con el brazo herido levemente
soliviantado. Hay una gran expectativa en el rostro de Miguelina. Volviéndose, con ansiedad, murmura:)
¿Eres tú?
SEBASTIÁN
Quiero que me oigas un momento, pero conservando tu serenidad. Nada de arrebatos
y sobre todo, nada de pasión. Esta es una entrevista que casi sucede en el recuerdo, más
allá de toda posibilidad. Acuérdate: te está prohibido creer en mí.
697
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
MIGUELINA
¿Cómo has podido llegar hasta aquí?
SEBASTIÁN
Como las demás veces.
MIGUELINA
Sí, pero la noche te era más propicia. Ahora, contemplándote así, de día, me pareces algo
incongruente, vacío de significado. ¿No tienes miedo a que te encuentren?
SEBASTIÁN
De momento no hay peligro. Te han dejado sola para que medites, antes de enfrentarte
por última vez, en el día de hoy, a tu médico. Debes descansar y no pensar en nada. ¡Ni
siquiera en mí!
MIGUELINA
Te miro y siento que un mundo de imposibilidades nos separa. Es como si te rodeara
un vacío que ya no me fuera permitido atravesar.
SEBASTIÁN
Es el vacío en que suceden las despedidas. Debo desaparecer.
MIGUELINA
Has vuelto. Has vuelto cuando más te necesito.
SEBASTIÁN
¿Es que aún existo, Miguelina?
MIGUELINA
Quieren privarme de ti, arrebatárteme. Tengo miedo, Sebastián, un miedo atroz a carecer
de tu amor.
SEBASTIÁN
Acuérdate: ¡tú me has matado! Has disparado sobre mí y ese es ya mi verdadero fin.
Comienza a serlo. El resto viene después, en el recuerdo mismo. He venido a ayudarte
a matar ese recuerdo.
MIGUELINA
¡No! Nunca me quitarán este recuerdo. Dicen que no debo creer en ti. Trataré de
recordar toda la vida que no debo creer en ti para que de esa forma me sea imposible
olvidarte. Además te veo, estás ahí, me llenas el corazón de verdad. Conservas mi
disparo en el hombro: he ahí la prueba. Tu sangre no estaba allí donde la vi caer;
estoy dispuesta a declarar que en eso sí me engañé. Pero tu herida no me engaña.
Ella me prueba que vives, es la señal que te hace mío. Pobre amor mío, y yo te creí
muerto.
(Se acerca y va a tocarle la herida.)
698
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
SEBASTIÁN
(Retrocediendo.)
¡No te acerques! Esa evidencia no la tendrás más. Ya no te será dado tocarme. Me has
convertido en un fantasma. Tus ojos, tus oídos pueden engañarte, pero deja que nuestros
cuerpos se ignoren mutuamente.
MIGUELINA
Mi cuerpo, que ha sido tuyo, no podrá ignorarte nunca.
SEBASTIÁN
He muerto anoche, Miguelina.
MIGUELINA
¿A qué has venido, entonces?
SEBASTIÁN
Para ayudarte.
MIGUELINA
¿Cómo podrás hacerlo?
SEBASTIÁN
Dándote valor para que des el paso decisivo. Debes amarme hasta el punto de renunciar
a mí. Reniega de mí y me tendrás para siempre. “Para siempre”, ¿te acuerdas?
MIGUELINA
(En un susurro.)
SEBASTIÁN
Allí, ignorados de todos, hasta de nosotros mismos. Apenas un leve círculo de agua.
Algo como el último temblor de un recuerdo. Sumérgete sin miedo. Olvida. Cierra los
ojos, y me ganarás para siempre.
MIGUELINA
Tengo miedo. Me siento mal, Sebastián. No me abandones. Un velo nubla mi vista.
¿Dónde estás? ¿Dónde?
(Cierra los ojos fuertemente.)
SEBASTIÁN
A tu lado.
MIGUELINA
(Sin abrir los ojos.)
SEBASTIÁN
Gira sobre ti misma.
699
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
No debes moverte hasta que me vaya. Un solo movimiento tuyo apresuraría mi partida.
MIGUELINA
(Abriendo los ojos.)
SEBASTIÁN
Sólo oírme. Es preciso que te despojes de mí. Cuando el médico vuelva, todo habrá
concluido entre nosotros. Vivirás una nueva vida.
MIGUELINA
No deseo vivir sin ti.
SEBASTIÁN
Acuérdate, tú y yo seguiremos… Sólo deberás entregarte a las transformaciones.
Nada se pierde. Verás cómo la vida sigue, igual, reconocible aun dentro de las nuevas
apariencias. En todas ellas me reconocerás. Volveré y tú lo sabrás. No sé con qué nombre,
no sé con cuál rostro, pero para ti será lo mismo que seguirme estrechando entre tus
brazos.
MIGUELINA
Suena como una promesa maravillosa.
SEBASTIÁN
Sólo debes decir: consiento.
MIGUELINA
(Levantando los brazos, perdida.)
Me es imposible, Sebastián.
SEBASTIÁN
(Con firmeza.)
MIGUELINA
(Repitiendo como en un ensalmo.)
Consiento.
SEBASTIÁN
Desaparece de mí, de mi memoria…
MIGUELINA
Desaparece de mí, de mi memoria
SEBASTIÁN
(Retrocediendo.)
Muere, Sebastián…
700
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
MIGUELINA
(Con esfuerzo sobrehumano.)
Muere… Sebastián.
(Él ha desaparecido. Ella se vuelve. Corre hacia el jardín y llama patéticamente con un último destello de me-
moria.)
¡Sebastián!
(El doctor ha entrado seguido de don Antonio, quien lo mira acongojado, comprendiendo que algo acaba de
pasar. El doctor le hace una seña para que los deje solos. Don Antonio sale.)
DOCTOR
¿Llamaba usted a alguien, señorita Miguelina?
MIGUELINA
(Volviéndose. En su rostro hay angustia y extrañeza.)
DOCTOR
¿Qué nombre decía usted, al yo entrar?
MIGUELINA
(Tratando de recordar.)
DOCTOR
Le es difícil a usted decir ese nombre. Buen síntoma. Las fuerzas defensoras de su cerebro
tratan de echar una cortina sobre ciertos recuerdos que le son nocivos, perjudiciales.
MIGUELINA
No he olvidado, todavía.
DOCTOR
Ya ha comenzado a hacerlo.
MIGUELINA
Acabo de tener una entrevista… Sin embargo, no juraría que ha ocurrido en realidad. No
debo de creer en tales cosas. La recuerdo, sí, pero como puede recordarse un sueño.
DOCTOR
Sus propias experiencias, ¿no han ido tal vez debilitándose? Su primer encuentro con
él, ¿no fue acaso mucho más vívido que este último?
MIGUELINA
Lee usted mis pensamientos.
DOCTOR
Es que ha comenzado usted a vencer ese fantasma que oscurecía su mente. Basta razonar,
comprender, para salir vencedores de tales demonios. Antiguamente a los endemoniados
701
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
MIGUELINA
Sí. Estuve endemoniada. Sólo visiones de pecado y de muerte quedan en mi alma.
DOCTOR
Resígnese. Vuelva usted a su vida de antes, a su familia, a sus ocupaciones, a su…
MIGUELINA
Sí, dígalo… ¡A su soledad!
DOCTOR
A su verdad, diría yo.
MIGUELINA
(Aferrada aún a ciertos pensamientos.)
DOCTOR
(Sacándolo del bolsillo.)
He aquí su medallón. Fue encontrado al pie de la trinitaria, la noche en que usted disparó
al vacío…
MIGUELINA
¡Imposible! Él no me dijo que lo había perdido…
DOCTOR
Usted misma puso el medallón en aquel sitio. Fue usted quien urdió todo el engaño de
punta a cabo. No recuerda los hechos porque no le conviene recordarlos, porque a su
mente enferma no le conviene recordar más que aquello de que usted estaba ávida.
MIGUELINA
(Como si hablara consigo misma.)
Me dijo que todo se transformaría, que lo aceptara todo, si quería unirme a él para siempre.
DOCTOR
¿Se siente usted mal de nuevo?
MIGUELINA
Un pequeño malestar, pero me recobro.
DOCTOR
Haga memoria. Esfuércese en que la mente le traiga el recuerdo justo. ¿Puso usted el
medallón, allí donde fue encontrado?
702
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
MIGUELINA
Sí. Lo puse.
DOCTOR
¿Con cuál motivo?
MIGUELINA
Con el de engañar.
DOCTOR
¿Acepta usted que todo fue una comedia hilvanada por su subconsciente para dar una
válvula de escape a su vida gris y monótona? ¿Cree usted realmente en ello?
MIGUELINA
Lo acepto. Lo creo.
DOCTOR
¿Está usted decidida a no dejarse ofuscar más por meras fantasías y a poner sus ojos
solamente en el mundo real e inmediato?
MIGUELINA
Estoy decidida a ello. Esto es una silla, aquello una lámpara, allá hay un ramo de rosas,
usted es mi médico y ésta soy yo, una mujer nueva, ya sin sueños, retornando a una
realidad que no la asusta.
DOCTOR
Y éste es el medallón de su madre. Guárdelo.
MIGUELINA
(Tomándolo. Lo mira lentamente.)
DOCTOR
Está usted en disposición de enfrentarse nuevamente a su familia, libre ya de su error.
Salvo su cuñada, quien lo ignora todo, se han mantenido angustiados pensando en que
éste fuera un caso incurable.
MIGUELINA
Han sido demasiado buenos conmigo. ¡Pobre hermano y pobre Luisa! No han merecido
esta prueba. Llámelos usted y que me vean transformada de nuevo en la verdadera tía
Miguelina.
DOCTOR
Los llenará de felicidad.
(Abre la puerta de la derecha y hace una señal. Entran don Antonio, Enrique y Luisa. Un momento de silencio.)
MIGUELINA
Me siento apenada por lo sucedido. Estuve sumida en la oscuridad y el error. Pido que
me perdonen.
703
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
DON ANTONIO
Has estado enferma. No tienes la culpa.
MIGUELINA
Enrique, en cuanto a usted, celebro que desee estudiar. Un título universitario es el
verdadero cimiento del bienestar. El tiempo pasa pronto y Luisa, por otra parte, es una
muchacha paciente. ¡Lo esperará!
ENRIQUE
Vuelve usted a darme los ánimos necesarios. Gracias.
MIGUELINA
(A Luisa, entregándole el medallón.)
LUISA
Oh, tía, tía querida.
(La besa.)
MIGUELINA
Sí, Luisa, dejamos un poco de nuestra vida encerrada en esos objetos.
DON ANTONIO
Doctor, no sabemos cómo pagarle lo que ha hecho por mi hermana. Nos la ha devuelto
usted más sana y con una seguridad que verdaderamente nos sorprende.
MIGUELINA
Lo que mi hermano quiere decir es que me ha perfeccionado usted.
DOÑA INÉS
(Entrando por la izquierda.)
Creo que algo está sucediendo aquí sin mi permiso. ¿Se va usted, doctor, o es que acaba
de llegar?
DOCTOR
Creo que nada tengo ya que hacer en esta casa.
DOÑA INÉS
¿Ha pasado ya todo peligro de contagio? Le temo mucho a esas nuevas enfermedades.
DOCTOR
Ah, sí, por supuesto.
MIGUELINA
Querida Inés, moriría de pena si pensara que, por un momento, he podido causarte el
más leve trastorno.
704
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
DOÑA INÉS
Pero Miguelina, ¡qué palabras tan bellas estás diciendo!
(Al doctor)
¡Cuánto has tardado en hacerme justicia! Pero te lo perdono. Y para que veas lo bien
dispuesta que estoy, propongo una celebración. Se quedarán todos a cenar. Usted doctor,
usted Enrique.
DOCTOR
Me uno a tan bella idea aunque lamento no poder aceptar. Los médicos no podemos
darnos esos placeres. Nos llaman cuando menos lo esperamos y debemos estar siempre
listos. Los dejo a ustedes, pues, en el mejor de los mundos posibles.
MIGUELINA
Realmente sentimos que no se quede usted, doctor.
DON ANTONIO
Es lamentable.
DOÑA INÉS
Puede volver cuando lo desee.
(Mirando a Miguelina.)
DON ANTONIO
Lo acompaño, doctor.
(El doctor hace una reverencia.)
MIGUELINA
Adiós, doctor.
(Don Antonio y el doctor salen.)
DOÑA INÉS
(A Miguelina.)
ENRIQUE
Dentro de unos días comienzan las inscripciones en la Universidad.
LUISA
Trataré de convencer a papá para que demos un viaje a la Capital antes de tus vacaciones.
705
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
DOÑA INÉS
No nos vendrían mal algunas compras.
LUISA
(A Enrique, con malicia.)
MIGUELINA
En la mesa brindaremos por su porvenir y el de Luisa.
DON ANTONIO
(Volviendo.)
Por ellos y por ti, que bien te lo mereces después de tan dura prueba.
DOÑA INÉS
Antonio, acompáñame. Te encargarás de algunos detalles, mientras yo dispongo la cena.
DON ANTONIO
Me llevan de un lado para otro y no debo objetar. Eso quiere decir que, después de todo,
soy indispensable.
(Con sorna.)
LUISA
No te queda otro remedio, papá.
(Don Antonio se siente renacer. Coge el brazo de su mujer, quien lo mira extrañada. Le palmotea la mano con
ternura. Salen como dos jóvenes que disfrutasen de su luna de miel.)
ENRIQUE
Es el ejemplo que trataremos de imitar.
LUISA
Ahora pondremos un poco de música en la sala.
ENRIQUE
Buena idea.
LUISA
Primero un vals para ti, tía Miguelina.
MIGUELINA
Siempre me ha gustado el vals…
(Miguelina queda sola. Enciende la luz de la lámpara de pie. Mira a su alrededor. Está cansada, vacía. Se
recuesta en el diván y suspira. Toma una revista. La deja. Se oye un vals lento. La escena es extrañamente la
706
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA
misma del primer acto. Por el fondo aparece el jardinero; trae un ramo de trinitaria blanca en la mano. Viste
un pantalón marrón oscuro y camisa a cuadros. Aunque su vestimenta no es parecida a la de Sebastián, su
aparición está cargada de resonancias anteriores.)
JARDINERO
¿Está la señora? Ya he terminado mi trabajo.
MIGUELINA
(Incorporándose. Lo mira fijamente, extrañada. Luego le sonríe, como si le hubiese reconocido.)
JARDINERO
Verá usted. Yo soy el nuevo jardinero y…
MIGUELINA
Te reconozco. Has vuelto como me lo tenías prometido. No has tardado.
JARDINERO
No la comprendo, en absoluto…
MIGUELINA
Es maravilloso. A pesar de la transformación, sé que eres tú, no ya un sueño, tú en
carne y hueso, esperándome con tus brazos fuertes tendidos hacia mí y el ramo de
novia en tu mano.
JARDINERO
Acabo de cortar la trinitaria como la señora me lo ha mandado. He venido a decírse-
lo.
MIGUELINA
¿Has cortado tú, tú mismo, nuestra hermosa trinitaria blanca? ¿Por dónde te descolga-
rás entonces cada vez que quieras volver a mí?… Ah, ya veo… Hemos vencido al fin.
¡Hemos vencido! Cortaremos todas las trinitarias del mundo. Ya no las necesitaremos
más. Soy tuya. Voy hacia ti… Tú has venido a quedarte para siempre…
(El jardinero se mantiene al fondo de la escena como un símbolo. Suelta poco a poco,
el ramo de trinitaria mientras Miguelina, transfigurada, tiende sus brazos hacia él.
Sigue el vals mientras cae el
TELÓN FINAL
707
Jorge Tena Reyes
708
EPÍLOGO
709
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
siguiente párrafo también dirigido a la audiencia de Santo Domingo: “para que informe si
conviene establecer en la isla el tribunal de la Inquisición; qué número de ministros podrán
haber, y el distrito que se le daría sería la Isla, San Juan, Jamaica y Margarita; qué costos
tendría sostener este tribunal, etc., para evitar los daños que franceses, ingleses y luteranos
que con sus comercios introducen libros de sus herejías” (Utrera. p.215).
Alrededor de 1519 llegó a La Española, con rango de obispo, Alessandro Gerardini, quien
al decir del Dr. Américo Lugo (1884-1952): “nos trajo en ánforas latinas mieles del renaci-
miento”. Este encumbrado personaje, integrante del selecto grupo de humanistas italianos
que sirvieron a la corte de los Reyes Católicos, le dedicó una oda a la Catedral Primada de
América, tal vez la primera creación poética en versos latinos producida en el Nuevo Mundo.
(Véase: Alessandro Gerardini. Itinerario por las regiones Subequinocciales. Fundación Rodríguez
Demorizi. Vol. 1. Editora del Caribe, 1977).
Una elocuente muestra del ambiente cultural que desde el siglo XVI se respiraba en La
Española, por lo que fue llamada la “Atenas del Nuevo Mundo”, lo evidencian los versos de
las Elegías de Varones Ilustres de las Indias, del Homero Colombiano, como ha sido llamado
Juan de Castellanos, quien escribe, refiriéndose a la sublevación de Enriquillo:
710
EPÍLOGO | PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO | Jorge Tena Reyes
711
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Coincidimos con el citado articulista en el sentido de que “resulta así indudable, por
lo que antecede, que el conocimiento de esas librerías particulares ayuda a tener una idea
acerca de los libros que circularon o podían circular durante el siglo XVI en esta primera
población. Todavía este conjunto de bibliotecas puede ser susceptible de ensanchamiento con
nuevas aportaciones documentales” (Artículo citado. El Caribe, 23 de noviembre de 1991, O,
11; Américo Lugo: Historia de Santo Domingo desde el 1556 hasta 1608. Librería Dominicana.
Ciudad Trujillo, R. D. 1952).
Por su parte Esteban Mira Caballos en un artículo publicado en la Revista Ecos, con el
título Algunas Consideraciones en torno a la Primera Biblioteca de Santo Domingo, nos ofrece un
ilustrativo inventario de la biblioteca de doña Inés de la Peña:
“La biblioteca que ahora vamos a estudiar nos va a aportar multitud de informaciones
dignas de interés, dado lo temprano de su fecha y escasez de documentación que para estos
momentos se nos ha conservado. La propietaria de ella era una tal doña Inés de la Peña,
quien fue, hasta su fallecimiento en 1521, mujer de un espadero vecino de la ciudad de San-
to Domingo llamado Francisco de la Pedrosa. No tenemos noticias que puedan explicar el
hecho de poseer una biblioteca tan nutrida de obras clásicas y medievales, pues ni ella ni su
marido pertenecían a la élite ni, por supuesto, al grupo de los intelectuales. De entre la lista
de encomenderos del repartimiento que en 1514 llevaron a cabo Rodrigo de Alburquerque y
el licenciado Ibarra aparece Francisco Pedrosa, vecino de Puerto Real, al que se le repartieron
3 indios, sin embargo pensamos que no se trata del marido de doña Inés de la Peña. Por lo
tanto, hemos de descartar la hipótesis de que doña Inés poseyese la biblioteca para su uso
personal, sino que hay que buscar otra explicación más satisfactoria”.
Es presumible, según deduce el autor que ahora reseñamos, y que más bien se debe
pensar en la posibilidad de que estos libros fuesen inicialmente del padre de doña Inés, un
cerrajero vecino de Santo Domingo, llamado Antón Ruiz, quien es muy probable que se
dedicara de manera más o menos constante al comercio de obras literarias. El hecho de que
estos libros estuviesen destinados a la venta se justifica por la existencia de numerosas obras
repetidas; especialmente cartillas de gramática de las que había más de noventa ejemplares,
además de tres docenas del libro Perla Preciosa, devocionario muy usado y difundido en
Castilla hasta 1559 en que fue incluido en el índice libros prohibidos”.
Si admitimos esta hipótesis tal vez sea el susodicho Ruiz el colega más distante en
nuestra isla del consagrado librero y editor petromacorisano Julio Desiderio Postigo, cuya
trayectoria empresarial en el mercado del libro reivindica el Banco de Reservas de la Repú-
blica Dominicana con la reedición de la emblemática Colección Pensamiento Dominicano,
auspiciada visionariamente por Postigo.
El inventario de los bienes de doña Inés de la Peña, evidencia, además la presencia en
la isla de libros recién publicados en España, como es el caso de la Comedia de Calixto y Meli-
bea, denominación genérica que al parecer tuvo la obra de Fernando de Rojas en su edición
aparecida a principios de 1499.
Otro dato curioso de este inventario es que en él aparece también la obra de Erasmo
titulada El Arte de Bien Morir, así como algunas novelas a pesar de que la corona había
instruido a los oficiales de la casa de Contratación para que no “consintieran el paso de no-
velas y de libros como el Amadís de Gaula a los indios, porque si los indios los leen dejarán
los libros de teología y leerán sólo historias mentirosas”. Ante la temprana presencia de la
venta de libros de variado contenido: “lo que se pide y se vende en La Española son libros
712
EPÍLOGO | PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO | Jorge Tena Reyes
de rezos, para consolar los desfallecimientos de ánimo y encauzar al cristiano por la senda
de la perfección”.
En total, la biblioteca de doña Inés de la Peña la componían “128 volúmenes más 98
cuartillas de Gramática para enseñar a leer a los muchachos”. Mira Caballos en la conclusión
de su artículo a modo de resumen expresa que hay que advertir, a la luz de este inventario
de los bienes de doña Inés de la Peña, que los libros llegaron a las Indias en más cantidad de
lo que se ha venido sospechando hasta ahora. Se confirma así que había paso, más o menos
ilegal, de muchas obras dadas las constantes prohibiciones de la corona hacia determinados
géneros de libros. Debieron ser los mismos marineros, los que, en sus “matalotajes”, o los
pasajeros en sus equipajes, quienes debieron pasar sin registrar muchos de los libros que se
leyeron en América en los primeros tiempos, a juzgar por los libros que poseía doña Inés
de la Peña”. (Ecos. Año 2. 1994. No. 3. Universidad Autónoma de Santo Domingo. Facultad
de Humanidades. Instituto de Historia).
La política restrictiva de las autoridades españolas fue el pretexto para decretar el
abandono de la “banda del norte”, a fin de detener el contrabando y la venta de “biblias
luteranas”, publicaciones que una vez incautadas su destino era la hoguera. Se pretendía con
esta desacertada orden del rey Felipe III, inducido por el Memorial de Arbitrio presentado
por Baltasar López de Castro, “poner los remedios que le parecieron más eficaces para que
se estorben los rescates (contrabando) que en la Isla Española se hacen con los herejes”.
Se colige de esta precedente afirmación que en la isla circulaban, junto al crecimiento del
contrabando, alentado por las naciones europeas que adversaban la política hegemónica de
los Austrias, textos considerados nocivos para el fortalecimiento de la política evangelizadora
que España llevaba a cabo en el Nuevo Mundo. (Dr. Américo Lugo: Baltasar López de Castro y
la despoblación del Norte de La Española. Editorial Cultura. México, D. F., 1947).
Esta medida fue el primer eslabón de la cadena de infortunios que impidieron el desa-
rrollo armónico de la isla de Santo Domingo hasta el Tratado de Basilea en 1795, proceso
que ha sido ampliamente debatido por intelectuales dominicanos de la categoría de Manuel
Arturo Peña Batlle (1902-1954), Máximo Coiscou Henríquez, Hugo Tolentino, Roberto Cassá
y Franklin Franco, entre otros.
El interés de demostrar, aunque sea parcialmente, la presencia del libro dentro de la
realidad social de la colonia quedaría inconcluso si en él no incluimos al Licenciado Antonio
Sánchez Valverde, autor de numerosas obras sobre teología y filosofía, así como también
Idea del Valor de la Isla Española y utilidad que de ella puede sacar su Monarquía (Madrid, 1785) y
poseedor, asimismo, de una biblioteca de la que tenemos confiables conocimientos.
Egresado del Colegio Francisco Javier que, luego se convirtió en Seminario y Universidad
Santiago de la Paz y de Gorjón, es, hoy por hoy, el primer gran escritor dominicano entre los
nacidos en el siglo XVIII. Fue un ilustrado que evidencia, además, que si existió en la isla
un apreciable ambiente cultural y académico él es su mejor ejemplo. Aunque religioso, fue
un hombre de avanzadas ideas liberales, propias del siglo de la Ilustración.
Resulta que el Racionero de la Catedral de Santo Domingo, en su condición de abogado
se vio envuelto en el conflicto surgido entre Fray Matero Álvarez y José Beltrán, por la venta
de un esclavo que envolvía la suma de 368 pesos. Sánchez Valverde asumió la defensa del
“fullero” en forma tan vehemente que la audiencia declaró el 9 de septiembre de 1781, “que
el escrito presentado en nombre de aquel –Beltrán– ante el Provisor estaba “lleno de pro-
posiciones sediciosas, escandalosas, abusivamente aplicadas, denigrativas de los institutos
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
religiosos y por consiguiente de la soberanía del Rey, bajo cuya protección estaban, espe-
cialmente en las posesiones de Indias, hallándose sus doctrinas proscritas, por el Tribunal
de la Inquisición”.
Aunque se disponía en tan “gravoso y denigrante acto” que al abogado Sánchez Val-
verde se le suspendiese por dos años el ejercicio de la profesión y que se le “diese cuenta al
Monarca” lo más grave era la acusación en la que se involucraba a los “institutos religiosos”,
pues automáticamente esa acusación pasaba a la jurisdicción de la Inquisición con todas las
consecuencias que esto podía ocasionarle, como en efecto sucedió. El competente defensor
fue a parar a la cárcel luego de ser detenido tras un frustrado intento de fuga a la vecina
Haití, con la finalidad de evadir el peso de la grave sentencia que implícitamente le imponía
el informe de la Audiencia.
En el inventario de los bienes que se incautaron al Racionero se aprecia no sólo su alto
nivel intelectual, su abundante cultura clásica y su variada producción como escritor. Este
arqueo se realizó el 24 de octubre de 1781, en el Guarico, y lo suscribe Don Nicolás Monte-
negro, “comandante de la Frontera de San Rafael”. Consta el inventario de veinte legajos y
legajitos, comenzando con uno de cuarenta y nueve pliegos, cuyo título es Reflexiones sobre
el estado actual del púlpito y medios de su reforma e instrucción de predicadores.
Pero lo más útil para nuestro propósito de identificar la presencia del libro durante el
dominio español en la isla es que Sánchez Valverde tenía en su poder, entre otras publicacio-
nes, un libro de Gramática griega y el Nuevo Testamento en Griego; una Gramática inglesa
y dos diccionarios, uno de inglés y el otro de francés: una cajita con varias curiosidades
de Historia Natural; un tomito de raíces griegas, la Instituta de Monsieur Columbert, y su
Breviario; otro Compendio de la Nueva Gramática Griega, así como también las Reglas de
entender las Sagradas Escrituras, por Francisco Ruíz, abad de San Facundo.
Esta relación no sólo muestra la formación cultural de Antonio Sánchez Valverde, nuestro
gran humanista de factura clásica, sino que al mismo tiempo nos plantea la interrogante
acerca de la vía utilizada por el autor de la Idea del Valor de La Española, para adquirir tan
variada como selecta colección de libros. Estos no debieron ser los únicos existentes en su
biblioteca, porque presumimos que en su intento de huida solo se llevaría los que para él
resultaban de uso cotidiano. Deducimos también por esta relación que además de dominar
el latín que era el idioma oficial de la Iglesia, conocía el griego, el inglés y el francés. En fin,
un verdadero humanista.
Entre las causas que impidieron durante la colonia el sostenido florecimiento de un
mercado del libro más abierto, en consonancia con el auge académico y cultural de la colo-
nia, deben señalarse las estrictas medidas de control que ejercía la Inquisición en ese tipo de
actividad. A esto habría que agregar la evidente limitación del mercado local por las penurias
de la colonia. Los dos grandes mercados del libro durante la dominación hispánica fueron
La Nueva España y Perú.
Esto queda demostrado cuando leemos obras como: Bibliografía Mexicana, de Joaquín
García Icazbálceta; El Libro, la Imprenta y el Periodismo en América durante la dominación espa-
ñola, de José Torre Rovello e Irving Leonard; Los Libros del Conquistador y Libros y Libreros en
el siglo XVI, Francisco Fernández Castillo (compiladores: El contenido de esta obra es una
elocuente demostración de la intolerancia de la Inquisición con respecto a los libros que
llegaban al Nuevo Mundo, así como también con los libreros y los impresores que osaban
instalarse de este lado del Atlántico.
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EPÍLOGO | PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO | Jorge Tena Reyes
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EPÍLOGO | PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO | Jorge Tena Reyes
Los intelectuales que irradiaban sus luces en este período se formaron en la primogénita
Universidad Santo Tomás de Aquino, quer si bien había cesado en sus actividades acadé-
micas, vivía en el recuerdo de sus egresados, quienes le inyectaron nuevos alientos en 1815,
bajo la rectoría del Dr. José Núñez de Cáceres, tal vez el más lúcido de los intelectuales de
su generación. El claustro de la clásica academia lo integraban, además, muchos de los pro-
fesionales mencionados anteriormente.
“La Universidad, anota César Herrera, se vio en poco tiempo poblada de alumnos nativos
de Santo Domingo, o procedentes de Puerto Rico y Venezuela. Asombra la vitalidad de la
recién instalada Universidad en medio de tantas penurias y amenazas, como las que vivía
Santo Domingo en esos días históricos”. (La Reinstalación de la Universidad de Santo Tomás de
Aquino en 1815. Publicaciones de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Vol. DLXXI.
Colección Archivo Histórico, No. 3, 1987).
Otro signo de avance cultural en la parte española de la isla de Santo Domingo en este
período lo constituye la aparición en 1801, de la primera imprenta que se estableció durante
el dominio francés, cuyo propietario fue el señor Andrés Josef Blacquerst, aunque Moreau
de Saint-Mery, en Descripción de la parte Española de Santo Domingo, publicada en Filadelfia
en 1776, señala su existencia con anterioridad a la fecha:
“Hay también una imprenta que solo se emplea en la impresión de periódicos, registros,
resúmenes y otras cosas del mismo género, para las diferentes ramas de la administración”.
(p.349. Ed., 1934).
Pedro Henríquez Ureña estima probable que en la imprenta citada por Saint-Mery” se
imprimiera, entre otros documentos, la Oración Fúnebre sobre Colón, del Arzobispo Portillo,
1795, y antes los Estatutos de la Universidad Santo Tomás de Aquino (Emilio Rodríguez
Demorizi: La Imprenta y los Primeros Periódicos de Santo Domingo. Biblioteca Nacional, Feria
del Libro, 1973. Vol. 1).
Al Señor Blocquerst, además de ser el primer impresor conocido de Santo Domingo, le
cabe la gloria de haber sido compañero de armas del Marqués de Lafayette, y héroe de la
batalla de York Town, del 19 de octubre de 1781”, coronación de la asombrosa serie de accio-
nes realizadas por el genio militar de Washington. (Emilio Rodríguez Demorizi: Recuerdos
de Filadelphia. Impresor en Santo Domingo y Soldado en York Town. La Nación, Santo Domingo,
19 de febrero de 1942).
Aquí formó parte de las tropas del general Luis Ferrand y abandonó la isla en 1809
después de la derrota de Palo Hincado. Su imprenta se asienta en la historia de los impre-
sos dominicanos con la publicación en 1800 de la Novena para implorar la protección de María
Santísima por medio de la imagen de Altagracia. Este, según asienta don Emilio Rodríguez De-
morizi, le asigna a Santo Domingo el tercer lugar entre las ciudades que tuvieron imprenta
en el continente. Le adelantaron México y Perú.
El mismo año en que se publicó la Novena apareció el Proceso verbal de la toma de pose-
sión de la parte española de la Isla de Santo Domingo (Impreso en francés, 1801. Convenio entre
Joaquín García y Toussaint Louverture, 1801). En su condición de impresor del gobierno
francés Blocquerst tuvo a su cargo también el Boletín de Santo Domingo que circuló entre
1807 y 1809.
Le siguen a esta imprenta la de la Capitanía General, donde se imprimieron, entre otras
obras, la Memoria sobre la Vacuna, del Dr. Antonio Pineda (1814), y Lógica de Andrés López
Medrano (1814).
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En este período nace el periodismo dominicano, pues, además del Boletín de Santo Do-
mingo, que presumiblemente debió ser un periódico bilingüe por las circunstancias histó-
ricas en las que se encontraba la parte del Este de la Isla, entonces bajo el dominio francés,
se publicó en 1821 El Duende, dirigido por el Dr. José Núñez de Cáceres, en el que insertó
la fábula El Águila y el Escarabajo, “dejando por ella conocer su proyecto de independencia,
en venganza contra España por no haber logrado de la Corte lo que tanto ambicionaba”,
según se hace constar en un artículo publicado por una Anciana en El Dominicano (No. 22)
del 5 de febrero de 1846.
Al Duende le siguió El Telégrafo Constitucional de Santo Domingo, publicado en 1821 en la
Imprenta del Gobierno, cuya redacción estuvo a cargo del Dr. Antonio Maña Pineda, título
que refleja el efecto que produjo en la isla la “libertad de imprenta” consagrada en la Consti-
tución de Cádiz de 1812. Leonidas García Lluberes: La Imprenta en Santo Domingo, y Periódicos
Dominicanos del Siglo XX, en Crítica Histórica, 1964, y Manuel A. Amiama: El Periodismo en la
República Dominicana, 1933).
Este fervor constitucionalista, acompañado de visibles ansias de libertad fue ahogado por
la invasión haitiana de 1822, que produjo una especie de letargo en las expresiones culturales
de origen hispánico, lo cual dio como resultado el éxodo de sus principales exponentes, y,
por vía de consecuencia, el cierre de la fuente principal de esa cultura, la Universidad de
Santo Tomás de Aquino.
Un nuevo movimiento nacionalista surgió con la fundación de La Trinitaria en 1838, y el
periodismo fue un instrumento idóneo para la propaganda política de los Trinitarios. Alguno
de estos periódicos circulaban en forma clandestina y manuscritos, otros eran de impresión muy
pobre, entre ellos El Grillo Dominicano, con la intervención del trinitario Juan Nepomuceno
Ravelo. Alcides García Lluberes considera que el segundo apellido de este trinitario era
Tejera, y no Ravelo (1815-1885). También circularon La Chicharra y El Alacrán sin Ponzoña.
Otro trinitario, José María Serra (1819-1888) tomó parte de esta labor propagandística, con la
orientación del líder del movimiento independentista, Juan Pablo Duarte y Diez (1813-1876),
quien, además, puso a disposición de sus prosélitos sus libros, “libros que quería tanto”, como
dice su hermana Rosa Duarte. Sierra fue de los redactores del periódico El Dominicano.
Tras el advenimiento de la República se produce, consecuentemente, un movimiento
cultural inspirado en la nueva coyuntura política que se presentaba en el país. Del periodismo
artesanal y clandestino se pasó a una forma de expresión más abierta y crítica. El poeta román-
tico Félix María Del Monte (1819-1899) escribe el primer himno que entonaron los soldados de
la guerra de la independencia, es introductor del colorismo costumbrista en nuestra poesía.
Él y Nicolás Ureña de Mendoza (1822-1875) son ejemplos, junto a otras notables figuras
vinculadas al nuevo rumbo de la cultura dominicana, de los que exaltaban el nacionalismo,
el costumbrismo y las veleidades románticas. No faltaban los apologistas del progreso que
sucumbía ante el peso abrumador de la anarquía y el canibalismo que con sus efectos corro-
sivos marcaron la vida de la sociedad dominicana en la segunda mitad del siglo XIX.
Dos años después de la proclamación de la República, se constituyó, en la casa de
Manuel María Valencia (1810-1872), la Sociedad Amigos del País, impregnada del espíritu
duartiano por los nombres de sus integrantes: Félix María del Monte (1819-1899), Jacinto de
la Concha (1819-1886), José María Serra (1819-1888), Felipe Alfau (1819-1878). Félix María
Ruiz (1815-1891). Esta sociedad , homónima de la que surgió en 1871 puede ser también la
primera que surgió después de la independencia.
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EPÍLOGO | PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO | Jorge Tena Reyes
El autor de esta célebre novela es considerado junto a Antonio del Monte y Tejada
(1783-1861) y a Emiliano Tejera, los más altos exponentes de la prosa castellana en nuestro
país durante el siglo XIX. Como periodista defendió abiertamente la anexión a España a
través del semanario La Razón, fundado por él con ese propósito. Fue, además, cofundador
del Oasis, que vio la luz pública el 26 de noviembre de 1854, el cual sirvió de vocero a la
Sociedad Amantes de las Letras, presidida por el resaltado prosista.
Nuestro siglo XIX por el desbordado laborantismo político que se vivió en el país, también
fue pródigo en la existencia de medios de comunicación. Muchos de ellos servían de voceros de
las distintas facciones políticas que interactuaban en el país (Manuel Amiama. El Periodismo en
la República Dominicana, Santo Domingo, Talleres Tipográficos La Nación, 1933).
Por lo anteriormente expuesto, la segunda mitad del siglo XIX, y a pesar de la crónica
anarquía política que permeaba todos los estamentos de la vida dominicana, se caracterizó
por la existencia de numerosas publicaciones periódicas, sociedades culturales, edición de
libros; la existencia de tres reconocidas librerías, lejanos antecedentes de la actividad em-
presarial en la que se destacó el señor Julio Postigo con resonante éxito, en un medio donde
se sufrían los efectos de una vida política muy agitada, pero a pesar de eso contaba, como
se ha visto, con una tradición cultural en la que el libro era el principal protagonista. Así lo
expresan los repertorios bibliográficos siguientes:
Pedro Henríquez Ureña: Bibliografía Literaria de Santo Domingo (Repertorio Americano. San
José, Costa Rica, 7-14-21, de septiembre de 1920. Se inserta en De mi Patria. Santo Domingo,
1974); Carlos Manuel Trolles: (1866-1951), “sagaz bibliógrafo cubano”, autor de un Ensayo
de bibliografía cubana de los siglos XVII y XVIII. Seguidos de unos Apuntes para la bibliografía
dominicana y puertorriqueña. Matanzas, 1907; Emilio Rodríguez Demorizi: La Imprenta y los
primeros periódicos de Santo Domingo. Imprenta San Francisco. Ciudad Trujillo, R. D., 1944;
Luis Floren Lozano. Bibliografía de la República Dominicana. Roques Román, C. por A. Ciudad
Trujillo, R. D. 1948; Vetilio Alfau Durán en Clío. Escritos I. Compiladores Arístides Incháus-
tegui y Blanca Malagón. Gobierno Dominicano. Publicaciones del Sesquicentenario de la
Independencia. Vol. II. Santo Domingo, R. D., 1944; Vetilio Alfau Durán en el Listín Diario.
Escritos (1) Compiladores... Publicaciones del sesquicentenario de la Independencia Nacio-
nal. Santo Domingo, R. D., 1944; Dato Pagán Perdomo. Bibliografía General de la Isla de Santo
Domingo. Contribución a su estudio. 2 tomos. Universidad Central del Este. Serie Científica
IX, San Pedro de Macorís, 1979; Frank Moya Pons: Bibliografía de la Literatura Dominicana
(1820-1990), 2 volúmenes. Comisión Permanente de la Feria Nacional del Libro. Imprenta
Amigo del Hogar. Santo Domingo, 1997; del mismo autor y de Marisol Floren: Bibliografía
del Derecho Dominicano (1844-1998). Edición auspiciada por la Asociación Hipólito Herrera
Billini, Inc. y la Fundación Institucionalidad y Justicia, Inc. (FINJUS). Editora Judicial. Santo
Domingo, 1999.
El consagrado historiador Moya Pons prepara, una tercera obra bibliográfica acerca de
la historia dominicana. El tema de la bibliografía dominicana ha sido abordado por autores
de incuestionable competencia; sin embargo, notamos que aún hay márgenes para estudios
más exhaustivos, sobre todo en la producción colonial, aunque contamos con los valiosos
trabajos ya citados del padre Vicente Rubio, Esteban Mira Caballos, así como el de la Dra.
en Arq. Virginia Flores Sasso: La presencia de libros de arquitectura en las bibliotecas coloniales
(Anuario No. 4 del Centro de Estudios Humanísticos y del Idioma Español, adscrito a la
Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, 2008. En esta línea de trabajo puede servir
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
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EPÍLOGO | PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO | Jorge Tena Reyes
En carta fechada en Cádiz el 2 de junio de 1860 expresa el embajador Alfau: “Por el vapor
transporte de guerra de S. M. Católica, el Velasco, que va destinado a la isla de Cuba, con
orden expresa de hacer antes escala en esa capital, tengo el honor de remitir a usted, tres
grandes cajas de libros que el señor D. Rafael M. Baralt legó a la República a su fallecimiento.
Por más que nos sea tan sensible como es natural el donativo de esta preciosa adquisición
siempre será honroso para nuestro país el que un literato de fama universal en tan supremo
acto, haya puesto la intención de su gratitud en la República Dominicana para favorecerla
con la joya más rica de su brillante existencia.
Don Emilio Rodríguez Demorizi publica el catálogo de la afamada Biblioteca en Apuntes y
Documentos. Estaba formado por unos 300 títulos incluyendo la obra titulada Guerras Civiles
d´Haití, sin indicar el autor.
La Biblioteca de Baralt permaneció en el Palacio de Gobierno hasta el 10 de enero de
1867, fecha en la que el Pbro. Fernando Arturo de Meriño, Apolinar de Castro, José Gabriel
García (1834-1910), Mariano Antonio Cestero (1838-1909), Juan Bautista Zafra (1892-1939) y
Emiliano Tejera, iniciaron la “formación de una biblioteca para abrirla al público en la planta
baja del Colegio Seminario Conciliar, residencia de Meriño, entonces Vicario y Gobernador
Eclesiástico”. Para el logro de este propósito solicitaron los libros de Baralt depositados se
ha dicho, en la casa de gobierno, “donde se encontraban ya muy desmejorados y empobre-
cidos, según dice César Nicolás Penson (1855-1901), en su Reseña Histórico Crítica de la Poesía
en Santo Domingo, lo cual demuestra que la mentalidad depredadora de los dominicanos es
un enfermedad endémica.
La Sociedad Literaria La Juventud pidió permiso para restaurarla, y la sostuvo hasta
su disolución, pasando en 1875 a ser administrada por la Sociedad Amigos del País, ins-
titución que “auspició su crecimiento. Pero lamentablemente, y muy a pesar del cuidado
desplegado por esta competente Sociedad, siguió sufriendo menoscabo debido al clima y a
los insectos”; pero “también los sucesos políticos de aquellos tiempos frustraron el proyecto
iniciado por el Arzobispo Meriño y demás compañeros, por lo cual no fue sino la noche
del 11 de noviembre de 1874 cuando se pudo inaugurar la Biblioteca Pública que con tanta
ilusión habían concebido”.
La Biblioteca de Amigos del País formada con los fondos donados por Baralt, reunió
también los que pertenecieron a la Sociedad de la Juventud, La Republicana y con algunas
obras adquiridas con los escasos fondos que lograban recabar de los socios de “Amigos del
País”, de tan brillante y fecundísima historia,”. Como apunta el Dr. Vetilio Alfau Durán, este
centro de cultura se estableció originalmente en el edificio de la Cárcel Vieja, restaurado para
esos fines, situado frente a la Plaza Colón, donde estuvo hasta 1955 la Cámara de Diputa-
dos. Allí permaneció varios años, hasta que un día sin lumbre de 1905, siendo Secretario
de la benemérita Sociedad don Enrique Deschamps, un grupo con violencia gubernativa
se incautó del local y dispersó la biblioteca. Este fue el triste final de la primera Biblioteca
Pública Dominicana.
El docto historiador antes citado, expresa al final de su artículo:“Cabe recordar que la
primera disposición gubernativa a favor de las bibliotecas públicas fue dictada durante la
administración del presidente Cesáreo Guillermo (1847-1895), en 1879, de cuyo ministerio
formaba parte el general Segundo Imbert (1837-1905), a quien se debe la fundación en 1874
de la primera biblioteca pública que tuvo Puerto Plata y fue, según creemos, la segunda
ciudad que tuvo establecimiento de este género. Gracias a la ayuda oficial decretada en 1879
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EPÍLOGO | PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO | Jorge Tena Reyes
Semblanza e Historia, en la que se resume la exitosa labor de difusión cultural realizada por
don Julio en su calidad de Gerente de la Librería Dominicana.
El autor de esta obra apunta: “En la República Dominicana se vivían días de incerti-
dumbre hacia finales del siglo XIX. La muerte del presidente Ulises Hereaux, a mediados
de 1899 puso fin a la dictadura; pero ya el país estaba prácticamente hipotecado. A fin de
sostener su proyecto político, Heureaux había endeudado el país con capitales holandeses,
franceses, alemanes, ingleses y norteamericanos. A ello se reunió la lucha política entre el
comerciante Juan Isidro Jimenes y sus seguidores, y el general Horacio Vásquez y sus parti-
darios, provocando que el presidente de los Estados Unidos de América Teodoro Roosevelt
se apropiara de la administración de las aduanas dominicanas”. (Op. Cit. pp.39-40).
En medio del caos se sentía el aliento de la cultura con los consecutivos aportes de los
intelectuales que venían del pasado siglo, y los que emergían con la esperanza puesta en
el futuro. Entre 1900 y 1919 se editaron tres tomos de la Historia de Santo Domingo de José
Gabriel García, incluyendo la Historia Moderna de la República Dominicana (1906), todas en
la imprenta de la que él era co-propietario. Otra imprenta y librería que continuó laboran-
do hasta muy entrado el siglo XIX fue la Cuna de América, de Roques Román Hermanos,
quienes editaban la revista del mismo nombre, una de las de mayor auge y contenido que
hemos tenido, por lo que aún sigue siendo fuente de primer orden para el estudio de la
cultura humanística dominicana.
Como expresión de reconocimiento y gratitud a Eugenio María de Hostos, la Imprenta
Olgo publicó en 1904, un importante libro testimonio, con el título: Eugenio María de Hostos.
Ofrenda a su Memoria, donde se recogen las más variadas manifestaciones de duelo que se
produjeron dentro y fuera de nuestro país, en ocasión de la muerte del eximio pensador
antillano.
Otra muestra de la presencia de realizaciones de valor cultural en este agitado período de
nuestra vida republicana lo constituye la publicación en 1913, del Libro Primero del Bosquejo
Histórico del Descubrimiento y Conquista de la Isla de Santo Domingo, del político y geógrafo
Casimiro N. de Moya, con el sello de la Imprenta La Cuna de América. Viuda de Roques y
Cía, donde años después también se publicaba (en 1926) la biografía de Fernando Arturo
de Meriño, la de la novelista Amelia Francasci (Amelia Francisca de Leyba 1850-1941).
Este mismo año se publicaba en la Imprenta de J. R. Vda. García, la segunda edición de
Los Restos de Colón en Santo Domingo y Los dos Restos de Cristóbal Colón, de don Emiliano
Tejera. Son estos algunos de los autores ya consagrados que compartieron su experiencia y
prestigio con otros autores, algunos nacidos en las postrimerías del siglo XIX, pero que si
bien saborearon en forma tardía las mieles del romanticismo, se nutrieron del canto azul de
Rubén Darío. Arquetipos inequívocos de esta metamorfosis fueron Fabio Federico Fiallo
Cabral (1866-1942); Osvaldo Bazil Leyba (1884-1947); Federico Ramón Ortega Bermúdez
(1884-1921); Virgilio Díaz Ordóñez (1895-1968); Ricardo Pérez Alfonseca (1892-1950) y Tulio
Manuel Cestero (1877-1954).
Los hermanos Pedro (1884-1946) y Maximiliano (1885-1967), Henríquez Ureña, sintieron
en los inicios de su carrera literaria el influjo del modernismo. Así se constata en la Breve
Historia del Modernismo escrita por este último, inclusive se llega a decir que Flores de
Otoño (1901) de Pedro es la primera poesía de “tipo francamente modernista que lleva la
firma de un autor dominicano”. Otros nombres que podrían incluirse dentro de esta ten-
dencia en el ámbito de la poesía son el de Altagracia Saviñón (1886-1942) y el de Valentín
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EPÍLOGO | PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO | Jorge Tena Reyes
Otras publicaciones dignas de señalar son la Enciclopedia Dominicana en ocho tomos (1976),
y los Cuadernos Dominicanos de Cultura, también en ocho tomos, compilados por Arístides
Incháustegui y Blanca Malagón, con el patrocinio del Banco de Reservas.
En efecto don Julio introdujo un nuevo concepto en la comercialización del libro. No se
tienen noticias, sin embargo, de una formación académica que le sirviera de soporte a sus
audaces iniciativas. Hombre de visible modestia, era dueño de un desarrollado instinto de
persuasión que lo expresaba con naturalidad y franqueza. Sabía administrar sus palabras
y honrar sus compromisos.
Durante los numerosos encuentros que sostuvimos, ya como cliente de la Librería,
primero, y de la Hispaniola, después, o en las reuniones que compartimos para la organi-
zación de algún evento relacionado con el libro. Nunca lo vimos alterarse, pero tampoco
admitir situaciones que violentaran sus convicciones, sobre todo en lo que respecta al
manejo de recursos era rigurosamente estricto. Esto puedo afirmarlo con verdadero co-
nocimiento de causa.
En una ocasión nos confesó que su mayor escuela había sido la rectitud de su padre. Don
Julio, ha dicho el Dr. Mariano Lebrón Saviñón era “un hombre bueno, cordial y piadoso”
(Prólogo. Julio Postigo...).
Nació en el curso del prolongado y conflictivo proceso de transición política que causó la
muerte de Ulises Heureaux, y San Pedro de Macorís no estuvo exento de sus consecuencias.
Sin embargo, la explotación de la caña de azúcar hizo cambiar la vida económica del país,
pues varias corporaciones norteamericanas aprovechando esa coyuntura intervencionista
de 1916, hicieron sustanciales inversiones en el desarrollo de la industria azucarera, hasta
convertirse en los mayores accionistas de ese sector industrial, desplazando a los expertos
cubanos que lo lidereaban.
San Pedro de Macorís se convirtió en la metrópoli del azúcar en la República Dominicana
desde finales del siglo XIX hasta la primera mitad de la siguiente centuria, situación que
provocó que reconocidos representantes de la intelectualidad dominicana y profesionales en
otras áreas se asentaran en esa ciudad, como el Dr. Américo Lugo Herrera, el doctor Francisco
Eugenio Moscoso Puello (1885-1959), los infortunados hermanos Fernando (1861-1913) y
Rafael Alfredo Gastón Deligne Figueroa (1863-1902).
La Sultana del Este, al tiempo que generaba riquezas también producía un número con-
siderable de escritores y profesionales en distintas disciplinas. Vale mencionar a Federico
Ramón Bermúdez (1884-1921); Pedro Julio Mir Valentín (1913-2002); Francisco Domínguez
Charro (1910-1943); Virgilio Díaz Ordóñez (Ligio Vizardi( (1895-1968); Carmen Natalia Mar-
tínez Bonilla (1917-1976); Freddy Manuel Gatón Arce (1920-1994); René del Risco Bermúdez
(1937-1974); Víctor Villegas (1924), y Federico Jovine Bermúdez (1944).
En esta breve galería de petromacorisanos ilustres merecen mención especial la Dra.
Andrea Evangelina Rodríguez Perozo (1879-1947), quien si bien no nació en San Pedro, fue
petromacorisana por adopción y de corazón. Le cabe el mérito de haber sido la primera
mujer dominicana graduada en medicina (1911). Durante cuatro años realizó estudios es-
pecializados en París, alentada por otra ilustre dama de gratos recuerdos para la sociedad
de San Pedro, la profesora Anacaona Moscoso Puello (1876-1907), quien, aunque nacida
en la ciudad de Santo Domingo, sentó raíces en la atractiva ciudad del Higuamo hasta su
muerte. Al regresar, la Dra. Evangelina a San Pedro de Macorís puso sus conocimientos al
servicio de las clases más necesitadas. Creó, entre otras obras, el Club de Madres “Gota de
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Leche”. Sin embargo, incomprendida por el medio que debió honrarla, abandonó el pueblo
e inició una interminable peregrinación por colonias agrícolas y bateyes, ofreciendo aten-
ciones médicas a los necesitados y alfabetizando a la masa campesina. Tildada de “loca”
murió esquizofrénica, sola e ignorada por las mismas gentes a la que sirvió”. Como escritora
escribió poesías y cuentos, y un ensayo titulado Grano de Polen.
Otra distinguida dama nacida en San Pedro de Macorís, Esthervina Matos Pérez
(1913-1999), nuestra condiscípula en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de
Santo Domingo. Con una vasta formación humanística y una apreciable producción literaria
sigue siendo hoy una gran desconocida. Fue poetisa, ensayista, doctora en derecho.
San Pedro de Macorís también fue sede de una apreciable labor periodística desde
1883 con la aparición de La Voz del Este, fundada por Justiniano y Pedro Antonio Bobea; La
República (1905). Interdiario Político Comercial y de Interés general; El Cable, que contó con
la colaboración de los hermanos Deligne Figueroa; pero como vocero del sentir petromaco-
risano y en sintonía con la reivindicación de los mejores intereses de la nación dominicana,
nació en 1922 El Diario de Macorís, bajo la dirección del periodista Horacio A. Febles, tal vez
el más importante de la región en su época, y el cual tuvo como contraparte a Patria (1921)
fundado por el doctor Américo Lugo, comprometido con el rescate de la soberanía nacio-
nal, ya que su director formaba parte activa del Movimiento Nacionalista, fundado con ese
patriótico propósito; Patria, tuvo una segunda etapa en Santo Domingo, en cuyas páginas
aparece la firma del humanista Pedro Henríquez Ureña.
En ese San Pedro de Macorís circundado por el silencioso Higuamo y el Mar Caribe,
impregnado del fuerte olor de la melaza y la caña de azúcar quemada, donde el Viejo Negro
del Puerto, de Domínguez Charro, se “desliza en silencio, en las noches, del muelle largo”, y
donde la fusión de razas se expresa cadenciosa en la coreografía de los “Guloyas”, a quienes
el maestro Bienvenido Bustamente, otro reconocido petromacorisano les rinde homenaje en
el 3er. Movimiento de su Sinfonía Macorís.
Ese es Macorís en donde se hizo ciudadano Julio Desiderio Postigo Arias. Es decir, su
crecimiento y formación se desarrolló plenamente en esa ciudad, en la que convergían in-
migrantes procedentes de las antillas, tanto de habla inglesa como los de origen hispánico,
atraídos por la floreciente prosperidad, gracias al auge de la industria azucarera en esa región,
quienes llegaban con sus hábitos y costumbres, incluyendo la introducción de nuevos cultos
religiosos, como la Iglesia Evangélica en el año 1921. Y a la que se incorporó de inmediato
el joven Julio Postigo cuando apenas tenía 14 años.
La ciudad de San Pedro de Macorís, señala Adalberto Martínez en su citada obra, Julio
Postigo. La Librería Dominicana (Semblanza), es relativamente joven, comparada con otras
de la misma región. Sin embargo, su riqueza cultural y sus niveles de desarrollo la definen
como progresista, y es poseedora de un envidiable potencial para incidir en el desarrollo
del país.
En esa ciudad también Julio Postigo inició sus contactos con las necesidades espirituales
y materiales de la vida de la que supo extraer sus mejores prendas (Op. Cit. p.47 y 48).
Poco después de contraer matrimonio con la señorita Cruz Minerva Vilanova, también
petromacorisana, el joven Postigo obtuvo el título de contable, expedido por la Academia
de Comercio, Industria y Agricultura de San Pedro de Macorís; pero en verdad su mayor
grado académico lo obtuvo en la escuela de la vida, gracias a su natural instinto de asimi-
lación y habilidad.
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EPÍLOGO | PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO | Jorge Tena Reyes
Como era de esperarse, esta nueva modalidad de servir a Cristo chocaba con la tradición
cristiana que prevalecía en el país desde los días de la colonización española. Así explica el
señor J. Adalberto Martínez este hecho:
“Este proyecto múltiple, complejo, que arrancara en forma resuelta en San Pedro de
Macorís y en Santo Domingo en 1921, fue determinante para superar los criterios distor-
sionados que sobre los protestantes y evangélicos tenía y tiene una parte de la población,
incluidos algunos de los propios afectados (p.189).
Don Julio contribuyó, de manera efectiva, a mejorar ese distorsionamiento del que nos
habla su biógrafo en el párrafo anterior, porque por instinto o vocación innata, logró que en
sus acciones se diluyera ese distanciamiento. Y la Librería Dominicana de la que hablaremos
más adelante, fue el escenario del que se valió para lograr ese propósito. Al entrar a ella,
sin cuestionar la inclinación religiosa del visitante, el Sr. Postigo le obsequiaba un ejemplar
del Nuevo Testamento, independientemente de la obvia presencia de la Biblia como fuente
indispensable para alcanzar la solidaridad humana.
Desde que ingresó a esta congregación religiosa el señor Julio Postigo se destacó como
promotor de la doctrina religiosa a la que pertenecía, pero al mismo tiempo procuró, hasta
la muerte, que tanto la iglesia evangélica como la católica armonizaran sin fisura sus fines
y propósitos.
En este sentido el señor Martínez expresa:“Haciendo camino, señalando y concretizando
realizaciones; obras de filantropía, fomento de la literatura y de la cultura en general; acer-
camiento entre religiones en los más diversos credos, predicación del evangelio –si mal no
recuerdo en la Librería Dominicana– se hacía diariamente un ejercicio de oración, en el que
participaban algunos devotos y los empleados de la Librería, promoción de las relaciones
interpersonales de la cooperación y de la conjunción de voluntades, y hasta protagonismo
político, constituyen el haber de un hombre que siendo aún muy joven fue tocado por el
evangelio salvador de Jesucristo. (p.188).
Por el comportamiento que exhibió don Julio tan pronto se instaló en la ciudad de San-
to Domingo como gerente de la Librería Dominicana, tenemos que admitir, como bueno y
válido, el juicio precedentemente citado, porque en verdad la referida librería se convirtió
en una casa de cultura válida para todos, o sea, laicos, católicos y de otras religiones, pre-
ferentemente evangélicos.
Por esa casa pasaron figuras como Fray Cipriano de Utrera, Monseñor Eduardo Polan-
co Brito, Oscar Robles Toledano y el aplaudido orador jesuita Tamargo, entre otros dignos
representantes de la Iglesia Católica.
Estimulado por la expansión de los servicios sociales que emprendió la Iglesia Evangé-
lica desde que inició sus actividades formales en nuestro país, Don Julio fue desarrollando,
simultáneamente, sus aptitudes de líder en perfecta sintonía con los fines y propósitos de
la iglesia a la que pertenecía, lo cual le permitió concitar la estimación de sus más altos
dirigentes locales y extranjeros hasta merecer la gerencia de la Librería Dominicana, orga-
nizada en 1922 “correspondiendo a los planes de la Junta para Servicio Cristiano de Santo
Domingo” (Hernán González Roca. Horizontes de Esperanza. Historia de la Iglesia Evangélica
Dominicana. Tomo I. p.218).
Entre este autor y el señor Adalberto Martínez, que hemos citado, existe una visible
contradicción en lo que respecta a la fundación de la Librería Dominicana, y la entrada en
ella del señor Postigo como gerente. Para Roca la historia es como sigue:
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
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EPÍLOGO | PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO | Jorge Tena Reyes
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
de 1922. Postigo tuvo en la Librería Dominicana, un eficaz soporte para sobresalir por sus
hechos. Fue objeto de numerosos reconocimientos por parte de diferentes instituciones,
recibiendo varias condecoraciones nacionales y extranjeras. (pp.221-225).
Bien ganado tuvo, pues, la distinción que le confirió la Iglesia Evangélica de su
ciudad natal, designándolo en 1938, miembro honorario, con voz y voto. Luego de éste,
la misma institución le otorgó otros reconocimientos: en 1948, Comisionado “para que
atendiera algunas de las responsabilidades del Superintendente de la Iglesia, Dr. Barney
N. Morgan, a quien se recuerda por el hospital que lleva su nombre; en 1949, Julio Postigo
es nombrado subgerente de la Sociedad Bíblica Dominicana, año éste en el que también
fue distinguido por la Asociación de Iglesias Evangélicas de la República Dominicana
como delegado ante la Conferencia Evangélica Latinoamericana, que tendría lugar en la
ciudad de Buenos Aries, oportunidad que aprovechó para promover el libro dominicano
en esa ciudad y hacer contactos comerciales con la entonces pujante industria editorial
argentina, como la Librería El Ateneo Editorial, una especie de contraparte de la Librería
Dominicana que también era librería y editorial. La más codiciada obra del Ateneo era la
Colección de Clásicos Inolvidables, con la que al parecer se pretendía reeditar la Biblioteca
Clásica de la Librería de Pestado, Pérez y Cía. Sucesores de Hernando, destruida durante
la guerra civil española.
Aquí circularon, por los años cincuenta, bastantes obras de esa magnífica colección,
mercadeadas por un librero de origen colombiano de apellido Cohén. La Biblioteca del
Congreso aún conserva muchas de esas obras en estado de vergonzoso reposo, sin que nadie
se interese por el contenido civilizador de tan importantes obras. Esa fue la impresión que
nos dejaron la última vez que lo vimos hace algunos años.
Según se consolidaba la Librería, el señor Postigo diversificaba sus actividades, inclu-
yendo ediciones de libros de textos como la Colección Estudios con la finalidad de abaratar
sus costos (1946). Por sus relaciones con los Contín Aybar, residentes a pocos metros de la
Librería, en el segundo piso de la casa que ocupaba la tienda La Ópera, calle Duarte esquina
El Conde, frente al antiguo cine Rialto, fueron asiduos contertulios, hasta que se mudaron
a la calle Dr. Delgado próximo a la Ave. Independencia, Margarita fue invitada a ofrecer un
recital en la serie Noches de Poesía, (1943), en la que participaron, además, Maricusa Ornes,
y el juglar jarabacoeño, Ángel Torres Solares, a quien recordamos por su repertorio cargado
de poesías puertorriqueñas, donde residió por muchos años.
Entre las primeras publicaciones patrocinadas por la Librería Dominicana se re-
gistra la Antología Poética Dominicana (1943), ordenada por el crítico y poeta Pedro René
Contín Aybar (1907-1981), hermano de la declamadora y profesora Margarita Contín,
mencionada anteriormente. Esta antología tiene un valor histórico indiscutible, pues
hasta la fecha eran escasas en la bibliografía dominicana las obras realizadas con igual
propósito, si descartamos la Lira de Quisqueya, de José Castellanos Vargas (1835-1907) y
la Reseña Histórico Crítica de la Poesía Dominicana, redactada por César Nicolás Penson
(1855-1901).
A éstas les siguieron, hasta donde sepamos, El Parnaso Dominicano, de Osvaldo Bazil
(1913); Nuestra Poesía, de Rafael Emilio Sanabia /1943), publicada según él indica con motivo
del Primer Centenario de la República (1943). Con ese mismo propósito apareció en 1944
la Antología de la Literatura Dominicana (Serie IV. Literatura. Dos Volúmenes. El primero de
ellos dedicado a la poesía).
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EPÍLOGO | PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO | Jorge Tena Reyes
Con el título Nueva Poesía Dominicana apareció en Madrid en 1953 la compilación anto-
lógica de Antonio Fernández Spencer (1922-1995) con un importante estudio de este autor
(Cultura Hispánica, 1953).
Otras Antologías poéticas que enriquecen nuestra bibliografía son la Antología biográfica
de Poetas Petromacorisanos, de Inés Díaz de Soñé, patrocinada por la Universidad Central del
Este con motivo del Centenario de San Pedro de Macorís (1882-1982); Antología Histórica de
la Poesía Dominicana del Siglo XX (1912-1995), estudio y selección, Franklin Gutiérrez (New
York, 1995); Al Filo del Agua; XX Años de Poesía Dominicana (1979-1999) Miguel Antonio
Jiménez; Taller Literario César Vallejo. 2 Tomos (1999). Pero la que a nuestro juicio domina
el espacio de las antologías en la literatura dominicana por la extensión de su contenido
y la cuidadosa selección que hicieron sus compiladores, Manuel Rueda González y Lic.
José Alcántara Almánzar: Dos Siglos de Literatura Dominicana, en cuatro tomos, en verso
y prosa, obra que forma parte de la labor editorial que realizamos durante nuestro paso
por la Secretaría de Estado de Educación (1996), luego la Fundación Corripio realizó una
segunda edición de esta obra con el título Antología Mayor de la Literatura Dominicana
(Colección Prisma, 2001).
Esta relación podría aumentarse con las antologías dedicadas a las llamadas generacio-
nes literarias y a los autores que han hecho selección de su producción poética. La poesía
contemporánea de Santiago, (1977-2005) es compilada por Enegildo Peña, la que es un buen
ejemplo de las Antologías Generacionales que abundan tanto en la ciudad de Santo Domingo
como en el interior de la República, donde el concepto “generación literaria” se emplea en
forma evidentemente simplista.
En 1947 la Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos inició la publicación
de la Biblioteca Dominicana, a través de la Sección de Canje, Difusión y Publicaciones, que
dirigía el poeta Ernesto Suncar Chevalier, esposo de la meritísima maestra, Dra. Zoraida
Heredia Vda. Suncar. La primera obra que vio la luz en esta colección fue la Idea del Valor
de la Isla Española, de la autoría de Sánchez Valverde, con prólogo y notas de Fray Cipriano
de Utrera, y le siguieron en orden sucesivo: Narraciones Dominicanas, de Manuel de Jesús
Troncoso de la Concha (1948); Galaripsos, de Gastón F. Deligne (1946), con prólogo de Pedro
Henríquez Ureña; Poesías Completas (1950), de Salomé Ureña de Henríquez, con Prólogo de
Joaquín Balaguer; Cosas Añejas (1951), de César Nicolás Penson, e Historia de Santo Domingo,
tres tomos (1955), de Antonio del Monte y Tejeda, edición al cuidado de Gustavo Adolfo
Mejía Ricart (1893-1962). En una Segunda Serie se publicó la obra Sánchez, en dos tomos
(1951), de Ramón Lugo Lovatón, y De Soslayo, de Rafael Damirón (1946).
En la Biblioteca Popular de Cultura, patrocinada también por la Secretaría de Educa-
ción se publicaron de Manuel de Jesús Galván: Enriquillo (Selección, 1991); de Antonio del
Monte y Tejada: Historia de Santo Domingo (Selección, 1961), y de Rafael L. Trujillo: Cartilla
Cívica para el Pueblo Dominicano. Talleres Tipográficos Americalee. Buenos Aires, 1951. Las
dos publicaciones anteriores aparecieron en la Editora del Caribe, C. por A.
En la década del cincuenta, y dentro de la campaña iniciada por el régimen de turno a
favor de la construcción del mega-proyecto del Faro a Colón, se creó el Comité Ejecutivo
Permanente del Faro a Colón que dentro de su programa de acción auspició la publicación
del Boletín del Faro a Colón, bajo la activa dirección del señor Fernando Garrido. En sus pági-
nas no sólo encontramos datos relacionados con los restos de Cristóbal Colón, sino también
con investigaciones de gran interés histórico.
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
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EPÍLOGO | PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO | Jorge Tena Reyes
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
un tanto difícil inventariar la línea de publicación de esa alta casa de estudios, debido a que
después de obtener su autonomía se diversificó su política editorial en los distintos órganos
de gobierno y de acción académica que la componen, con la sola excepción de sus anales que
siguen siendo la expresión del conjunto de la vida institucional de la Universidad.
Como nota curiosa traigo a colación el hecho de que en el volumen 11. fasc. 1, enero 1938,sien-
do rector el Lic. Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, la Universidad recibió un donativo de
10,000 ejemplares de la obra Reajuste de la Deuda Externa, con la finalidad de que con el aporte
de su venta se iniciara la construcción del edificio principal de la academia. Lo curioso es
que hasta esa fecha no registramos ningún libro del que se haya hecho una tirada de esa
magnitud, ni creemos que se haya hecho después, con excepción de los textos escolares.
Con anterioridad a esta fecha, Pedro Henríquez Ureña durante su última permanencia
en el país (1931-1933) donó a la Universidad parte de su biblioteca. Conservamos una copia
de la lista completa de las obras donadas por el ilustre maestro.
Los autores de mayor presencia en la Colección Pensamiento Dominicano fueron el
profesor Juan Bosch, cuatro obras, el Lic. Emilio Rodríguez Demorizi con igual número, y
quien es, además, el más prolífero entre nuestros escritores, pues si nos asentamos en su
Biografía e Iconografía por el Lic. Orlando Inoa, comprobaremos que en un país tan árido
como el nuestro para el trabajo intelectual don Emilio. que estampó su nombre en unos 454
títulos, entre libros y folletos. Comentarios de libros, artículos de revistas, artículos de pe-
riódicos, prólogos y notas bibliográficas. Hasta ahora sólo le supera Pedro Henríquez Ureña
con 657, según la crono-bibliografía elaborada por Emma Susana Speratti Peñero (1960), con
la salvedad de que su mayor producción la realizó fuera de nuestro país. Esta bibliografía
de la Dra. Speratti no creemos que deba reputarse como exhaustiva, como tampoco lo es la
más reciente, elaborada por la escritora y profesora venezolana Laura Febres.
La bibliofilia del Lic. Demorizi se aprecia, de manera ostensible, en su paso por la Direc-
ción del Archivo General de la Nación y por la Presidencia de la Academia Dominicana de
la Historia, donde desarrolló un programa editorial que se prolongó por algo más de medio
siglo. El ritmo de publicaciones de estas dos instituciones se ha encontrado con la presencia
de José Chez Checo y Emilio Cordero Michel, en la Academia Dominicana de la Historia, y
Roberto Cassá en el Archivo General de la Nación
Cerramos este paréntesis con la Biblioteca de Clásicos Dominicanos que auspicia la
Fundación Corripio, Inc., cuyo catálogo aún en proceso registra cuarenta volúmenes, así
como también las Colecciones Prisma y Premios Nacionales.
Por su parte el Grupo Empresarial León Jimenes edita la Colección Centenario, que le
ha dado un novedoso impulso a la bibliografía dominicana en el área de la investigación
científica (La Naturaleza Dominicana, 6 Tomos, 2006) y en el rescate de nuestro patrimonio
artístico (Memoria de la Pintura Dominicana, obra de gran formato y de la que se han publi-
cado 8 volúmenes).
La Fundación Cultural Dominicana que preside el Lic. Bernardo Vega realiza una en-
comiable labor con numerosas obras publicadas fruto de las investigaciones realizadas en
archivos nacionales y extranjeros. También publica obras de reputados autores.
La Compañía Dominicana de Teléfonos ha publicado lujosos volúmenes con temas diver-
sos acerca de la realidad dominicana, bajo la coordinación del Lic. José Rafael Lantigua.
Ha sido notorio el descenso en la producción bibliográfica de la Pontificia Universidad
Católica Madre y Maestra, si la comparamos con el dinámico impulso que alcanzó en sus
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EPÍLOGO | PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO | Jorge Tena Reyes
inicios bajo la dirección del gran poeta Héctor Incháustegui Cabral. Dos publicaciones em-
blemáticas de ese floreciente período son las Revistas Eme-Eme, cuya publicación se inició
en 1972, y el Pueblo Dominicano (1850-1900). Hoetink (1971).
En cuanto a la Universidad Pedro Henríquez Ureña, su labor editorial se ha extinguido
totalmente y la Católica de Santo Domingo inició la publicación de una Revista de la que sa-
lieron dos números, bajo la dirección del Lic. Francisco Cruz Pascual. El Instituto Tecnológico
de Santo Domingo (INTEC) exhibe en su catálogo la extensa obra de Julio Ernesto Ravelo de
la Fuente: Apreciación Musical. Notas a los Programas de la Orquesta Sinfónica Nacional. (2007),
y ha mantenido su Revista Ciencia y Sociedad por más de 30 años.
En lo que respecta a la Universidad Central del Este, su labor editorial ha decaído des-
pués de haber patrocinado públicaciones tan apreciables como la Bibliografía General de Santo
Domingo, en dos tomos, del profesor Dato Pagán Perdomo (1979), entre otros importantes
libros. Su publicación más reciente es una obra que recoge aspectos acerca de la vida del
patriarca de la familia, don José Hazim (2007). Se realizó bajo el cuidado de los doctores
Manuel Mañón y Vetillo Alfau Durán, con una inusual nota del Editor, don Julio Postigo.
Se ha dicho que fue el Señor Postigo quien sugirió en 1950 que se montara cada año una
Feria del Libro (Julio Postigo/Librería Dominicana. p.199). Sin embargo, este mismo fue
designado el Dr. Joaquín Balaguer, como Secretario de Educación y en sus Memorias de un
Cortesano en la Era de Trujillo señala, entre las iniciativas emprendidas durante su gestión:
“Por primera vez se organizó la Feria del Libro como una actividad regular que debía
celebrarse en todo el país cada año” (p.138). Todo parece indicar que fue una iniciativa gene-
rada desde el despacho del Secretario de Educación, incluyendo, por supuesto a la capital de
la República, donde Postigo se había erigido en un dinámico defensor del libro, por lo que
no debe descartarse su activa participación en esta iniciativa que originalmente se realizaba
en el Parque Colón, incluyendo la arcada del Palacio Consistorial. Entonces se creó también
el premio Pedro Henríquez Ureña para reconocer el mejor libro del año.
En el ostentoso programa elaborado para la celebración en 1955 de la Feria de la Paz y
Confraternidad del Mundo Libre, se incluyó una feria del libro que llevó el nombre de la
esposa del dictador María Martínez, a la que concurrió la mayoría de los países de habla
hispana, ocasión en la que Postigo fue comisionado (1954) , para gestionar en Europa, ante
instituciones oficiales y librerías de Italia, Francia y España, su participación en la exposición
del libro que se montaría en la capital de la República, dentro del programa de la referida
Feria de la Paz (Julio Postigo/Librería Dominicana, p.203).
Ironía del destino al año siguiente de haber sido concluido este magno evento, don Julio
estuvo desterrado durante una semana acusado de comunista, calificativo de moda en esa
época y bajo el régimen que conducía los destinos del país.
Luego de la Feria de 1959, se celebró otra de carácter internacional (1970), en el cuarto
piso del edificio donde hasta hace poco funcionaba la Dirección General de Aduanas. La
presidió el Doctor Pedro Troncoso Sánchez, y el arquitecto José Antonio Caro Álvarez fungió
de tesorero. Don Julio y yo formamos parte de la Comisión organizadora.
En sus inicios la Feria del Libro tuvo sus limitaciones y sus inconvenientes hasta el año
de 1973, cuando, por iniciativa exclusivamente del entonces Director General de Cultura, se
le dio una dimensión y una estructura diferente con el nombre de Feria Nacional del Libro,
denominación que se mantuvo hasta que se le cambió el nombre por el de Feria Internacio-
nal del Libro.
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
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EPÍLOGO | PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO | Jorge Tena Reyes
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
mundial en 1984, año en el que expresa su extrañeza por el hecho de no haber sido invita-
do a ninguna de las Asambleas de la Iglesia Evangélica, de la cual era miembro vitalicio
desde 1946.
La Universidad APEC lo invistió como doctor Honoris Causa en Ciencias de la Admi-
nistración (1985); fue miembro vitalicio de la Asociación Nacional de Periodistas y Escritores
(1989); recibió El Canoabo de Oro de esta misma Asociación (1990) y el Ayuntamiento del
Distrito Nacional lo consagró como munícipe distinguido de la Ciudad de Santo Domingo
(1991).
Uno de los últimos honores recibidos por don Julio Postigo fue su reconocimiento como
socio Paul Harris del rotarismo internacional, imponiéndole el botón correspondiente, el 14
de noviembre de 1993, aspiración máxima de todo rotario.
Desde la Librería Hispaniola continuó ejecutando su proyecto editorial, especialmente
en lo concerniente a su Colección Pensamiento Dominicano. De esta nueva etapa se publica
el tomo Primero de las Obras Escogidas de Manuel Arturo Peña Batlle, único que vio la luz
(1968), esta vez con el pie de imprenta, Julio D. Postigo e Hijos, Editores. De esta época son
también (con el pie de Julio D. Postigo, C. por A.) Los Negros y la Esclavitud en Santo Domingo,
de Carlos Larrázabal Blanco (1968); Estudios de Historia Política Dominicana, de Pedro Troncoso
Sánchez (1968); Cuentos Escritos en el exilio, y Apuntes sobre el Arte de Escribir Cuentos, de Juan
Bosch (1968); Moral Social, de Eugenio María de Hostos (1968); Antología Poética Dominicana,
de Pedro René Contín Aybar (1969); Tradiciones y Cuentos Dominicanos, de Emilio Rodríguez
Demorizi (1969), de quien publicó en 1980, esta vez en Editora Taller, Frases Dominicanas, nú-
mero 54, el último volumen, aplaudida colección que ahora el Banco de Reservas incorpora
a su política editorial.
Después de seis años de ausencia, don Julo volvió a la Librería Dominicana en 1972, esta
vez en calidad de dueño, pero la crisis de 1966 afectó considerablemente la existencia de este
pujante establecimiento. Después de Postigo ocuparon el puesto de gerente el reverendo
Raymundo García, miembro de la Junta de Síndicos de la Librería. En lugar de García, por
renuncia de éste fue designado Guillermo Asencio, quien fue sustituido a su vez por Ramón
Chevalier.
Con la entrada de Postigo, la Librería fue reinaugurada en 1973, pero no volvió a “fun-
cionar con la calidad y esplendor de los años anteriores, hasta que finalmente Postigo se
retiró del negocio en 1981, dándole a sus hijos la administración del establecimiento, quienes
no lograron encauzarlo, al tiempo que languidecía progresivamente. Entonces fue puesto
en venta y quien estas líneas escribe, junto al Dr. José Nicolás Almánzar, realizamos su in-
ventario, ya que un amigo común mostró su interés en el negocio que finalmente no cuajó
por la dificultad del parqueo.
El Pastor de la Iglesia Evangélica Dominicana, profesor Hernán González Roca en su
citada obra, Horizontes de Esperanza. Historia de la Iglesia Evangélica Dominicana, narra en un
tono airado la historia final de esta emblemática Librería:
“La Librería Dominicana volvió a funcionar pero no con la calidad y esplendor de los
años pasados, hasta que finalmente Postigo se retiró en 1981, dejando a sus hijos la admi-
nistración de la Librería”.
“El local de la Librería Dominicana fue alquilado por varios años. Finalmente, la Pri-
mera Iglesia Evangélica Dominicana, adquirió el primer nivel por compra. Luego adquirió
el segundo nivel. En ambas transacciones, hubo sumas millonarias. El local de la antigua
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EPÍLOGO | PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO | Jorge Tena Reyes
Librería es usado por la Escuela Parroquial Olga Villanova, que auspicia la indicada con-
gregación”.
“Sin embargo, las cosas no se sucedieron tan fácilmente, pues a la hora de comprar el
primer nivel del edificio, estaba alquilado a particulares. Resultó muy trabajoso el hacer que
los inquilinos abandonaran la propiedad, teniendo sus nuevos propietarios que recurrir a
los tribunales, en una lucha que duró cinco años. Cuando al fin se retiraron los inquilinos,
dejaron el edificio sucio y deteriorado. Gracias a Dios que al fin se pudo conseguir la pro-
piedad, la que está siendo usada, tanto para la Escuela Parroquial, como para los servicios
sociales de la Iglesia”.
Las cosas de la vida. Una propiedad que fuera adquirida con los fondos de las ganancias
de la Librería y por consiguiente, perteneciente a la Iglesia Evangélica Dominicana, para
adquirirla finalmente para nuestro uso, hubo que erogar una fuerte cantidad de dinero. Pero
ahí está el local, sacándole el provecho que todos deseábamos.
Independientemente de las circunstancias que provocaron la salida de Julio D. Postigo
de la Librería Dominicana, en momentos en que prácticamente dominaba el mercado del
libro en la Capital, por el limitado número de establecimientos de esta naturaleza, cuando
retorna en 1973 la situación era totalmente diferente, pues los niveles de competencia se
habían incrementado con importantes librerías. Pero con lo que sí no tuvo competencia fue
con el aprecio y la distinción que se le dispensó hasta su muerte el 21 de julio de 1976.
Si bien nuestro trabajo debió centrarse en la figura de don Julio Desiderio Postigo como
librero y exitoso editor de la Colección Pensamiento Dominicano, hemos extendido nuestras
consideraciones más allá de este limitado propósito, con la finalidad de presentar un pano-
rama más amplio del libro y los libreros en nuestro país, en cuyo ámbito don Julio Postigo
tiene reservado un lugar de primer orden por su entrega a la divulgación del libro y por su
activa participación en múltiples causas de bien común.
Servir fue la mayor pasión de don Julio Desiderio Postigo Arias.
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La Cuna de América, 21 y 24 , febrero, 1912 ⁄⁄ Damián Báez. Bibliografía Dominicana. Listín Diario.
1, 4, 6, 12 , 15 y 21 de marzo, 1935 ⁄⁄ Vetillo Alfau Durán: Apuntes para la bibliografía poética dominicana
(I-IV); Escritos I, Volumen II, Publicaciones del Sesquicentenario de la Independencia Nacional. Gobier-
no Dominicano, Santo Domingo, República Dominicana, 1944. Compiladores: Arístides Incháustegui
y Blanca Delgado Malagón; Minucias Bibliográficas y Reseñas de Libros en Vetillo Alfau Durán en
Clío. Escritos (1) publicaciones del Sesquicentenario de la Independencia Nacional. Vol II compiladores
Arístides Incháustegui y Blanca Delgado Malagón. Gobierno Dominicano. Santo Domingo, R.D., 1994;
Del mismo autor, En Anales. Escritos y documentos. Banco de Reservas de la República Dominicana.
Publicación especial. Compiladores Arístides Incháustegui y Blanca Delgado Malagón. Santo Domingo,
D. N. República Dominicana, 1997 ⁄⁄ Fray Cipriano de Utrera. Noticias Históricas de Santo Domin-
go, Vol 11. Edición de Emilio Rodríguez Demorizi. Fundación Emilio Rodríguez Demorizi. Editora
Taller. Santo Domingo, R. D., 1878 ⁄⁄ José Almoina Mateos,. La Biblioteca Erasmista de Diego Méndez.
Universidad de Santo Domingo. Ciudad Trujillo. Centenario de la República (1844-1944). Vol. XXXV.
Editora Montalvo, 1945 ⁄⁄ Esteban Mira Caballos. Primera Biblioteca de Santo Domingo. Ecos. Año 2. No.
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Roques Román, C. por A. Ciudad Trujillo, R. D., 1948 ⁄⁄ Haring, Clarence H.: El Imperio Hispánico
en América, Editora Solar/Hachette, Buenos Aires, 1966 ⁄⁄ Agustín Millares Carvas: Introducción
a la Historia de los Libros y de los Bibliotecos Fondo de Cultura Económica, México, 1971.
742
Semblanza de Julio D. Postigo,
editor de la Colección
Pensamiento Dominicano
Don Julio Postigo, prominente hombre público
dominicano del siglo XX. Ejerció durante su
dilatada existencia labores como librero, editor
y pastor evangélico. Nació en San Pedro de
Macorís el 11 de febrero de 1904.
Desde joven fue designado como encargado
de la pequeña librería evangélica que se abrió en
la ciudad de Santo Domingo, y en 1937, la Junta
para el Servicio Cristiano en Santo Domingo lo
designó como gerente de la Librería Dominicana,
Julio D. Postigo Arias. que don Julio, en pocos años, transforma en un
Foto: Cortesía del Reverendo
Hernán González Roca. importante Centro Cultural donde se organiza-
ban tertulias, recitales y conferencias, así como
exposiciones de libros nacionales y extranjeros,
principalmente latinoamericanos.
En 1938 la Junta Oficial de la Iglesia Evan-
gélica Dominicana designa a don Julio, Miem-
bro Honorario, y en 1946 se le nombra Miembro
Permanente.
En 1946 la Librería Dominicana comienza a
publicar la colección Estudios, dedicada a servir
de material de lectura para estudiantes, a quie-
nes, además, se permitía leer, estudiar y copiar
gratuitamente un fondo bibliográfico puesto a su
disposición en los salones de la librería, donde
también se había habilitado una sala de lectura.
En 1949 se comienza a editar la Colección
Pensamiento Dominicano, que en un primer mo-
mento se compone de Antologías, como aquella
de Narraciones Dominicanas, de Manuel de Jesús
Troncoso de la Concha, los poemas de Domingo
Moreno Jimenes, de la obra de don Américo
Lugo, y la Antología Poética Dominicana, del
crítico Pedro René Contín Aybar, entre otras
notables selecciones bibliográficas.
743
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Don Julio Postigo fue un permanente promotor del libro dominicano. En efecto, fue
designado como delegado dominicano ante la Conferencia Evangélica Latinoamerica-
na, en Buenos Aires, Argentina, y aprovecha la ocasión para montar una exposición
de libros dominicanos en esa ciudad, en colaboración con la Embajada Dominicana.
Fue, además, el pionero de las ferias del libro en el país. En 1950, a sugerencia suya, se
instituye el 23 de abril como el Día del Libro, en honor a Miguel de Cervantes Saavedra.
Un año después se realiza la primera Feria Nacional del Libro, en el Parque Colón y en
las arcadas del Palacio Consistorial.
En 1951 don Julio Postigo propone la creación del premio Pedro Henríquez Ureña al
mejor libro del año, y los libreros aportan los RD$500.00 de su primera dotación. El jurado
escoge como ganadoras las obras: La Isla de la Tortuga, de Manuel Arturo Peña Batlle, y
El problema de la fundamentación de una lógica pura, de Andrés Avelino.
En 1954 el Gobierno Dominicano le designa como Comisionado para Europa con el
propósito de promover y organizar una gran exposición de libros, dentro de la progra-
mación de la Feria de la Paz en 1955.
La Gran Logia de la República Dominicana lo nombra, en 1957, Miembro Vitalicio. En
1960 se le designa como regidor de la ciudad capital. Llega a ser, en 1962, Vicepresidente
del Ayuntamiento de la capital dominicana. Fue, además, a partir de 1963, presidente del
Consejo de Directores del Instituto Cultural Domínico-Americano, del Club Rotario, de
la Alianza para el Progreso y de la Asociación Cristiana de Jóvenes.
En 1965 don Julio Postigo fue designado como miembro del Gobierno de Reconstruc-
ción Nacional, pero presenta renuncia posteriormente, en comunicación pública dirigida
al General Antonio Imbert Barreras.
Fue jubilado en 1966, después de 29 años de regencia, por la Junta de Directores de la
Librería Dominicana, y funda la Librería La Hispaniola. Posteriormente, en 1972, adquiere
la propiedad de la Librería Dominicana, y al año siguiente reinaugura el local.
Don Julio fue miembro de la Sociedad Dominicana de Geografía, de las Aldeas In-
fantiles de la República Dominicana, de la Comisión de la Feria Nacional del Libro, del
Patronato Contra la Diabetes, del Círculo de Coleccionistas y de la Asociación Domini-
cana de Rehabilitación.
La Secretaría de Estado de Educación le otorga un diploma de reconocimiento en
1982, y el año siguiente es reconocido por organismos internacionales, como la UNESCO
y el CERLAL. En 1985 la Universidad APEC le otorga un Doctorado Honoris Causa en
Ciencias de la Educación.
En la década de los noventa recibe el premio Caonabo de Oro de la Asociación de
Escritores y Periodistas, el Ayuntamiento de Santo Domingo lo designa como Munícipe
Distinguido y la Universidad Evangélica Dominicana le concede un Doctorado Honoris
Causa en Ministerios.
Falleció a la edad de 92 años, el 21 de julio de 1996, en la ciudad de Santo Domingo.
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Jeannette Miller
Nació en Santo Domingo, República Domi-
nicana, el 2 de agosto de 1944. Poeta, narradora,
ensayista e historiadora de arte; se inició como
escritora con el grupo llamado Generación del
60, junto a Miguel Alfonseca, Jacques Viaux,
René del Risco Bermúdez y otros. Ha ganado
numerosos premios, entre los que destaca el
Premio Nacional Feria del Libro Eduardo
León Jimenes (2007), a su ensayo Importancia del
contexto histórico en el desarrollo del arte dominicano.
Entre sus obras fundamentales se encuentran:
El Viaje –poemas– (Cuadernos Hispanoame-
ricanos, 1967); Fórmulas para Combatir el Miedo
–poemas– (Taller, 1972); Fichas de identidad/
Estadías –poemas– (Taller, 1972); Historia de la
pintura dominicana –ensayo– (Amigo del Hogar,
1979); Cuentos de Mujeres –cuentos– (Cole, 2002),
Paisaje Dominicano: Pintura y Poesía –ensayo–
(Amigo del Hogar, 1992); Cuentos Dominicanos
–antología– (Colección Letra Grande, Coedición
Unesco y Editorial Popular, 2000) (Amigo del
Hogar, 1997); Fernando Peña Defilló –monografía–
(Vista Color, 2000); Arte dominicano: 1844-2000
–2 tomos– (Verizon, 2001 y 2002); La Mujer en el
Arte Dominicano (Amigo del Hogar, 2005); y La
vida es otra cosa –novela– (Alfaguara, 2006).
745
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Volumen I | POESÍA Y TEATRO
Las obras resaltadas en negritas son las que incluye este volumen.
746
Esta obra
Poesía y Teatro
VOLUMEN I
de la
Colección Pensamiento Dominicano
reeditada por el Banco de Reservas de la República Dominicana
y la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Inc.
terminó de imprimirse en el mes de abril de 2008,
en los talleres de Amigo del Hogar,
Santo Domingo, Ciudad Primada de América,
República Dominicana.