LEY DE LA ATRACCION

Vivir el día

Cuando se dice que “hay que vivir el día”, todos entienden que con esa frase se quiere
transmitir que hay que vivir cada día como si fuese el último, porque nunca se sabe
cuando uno va a morir.

Si bien lo anterior es verdad, lo es hasta cierto punto, ya que con ese dicho debemos
saber valorar todas las cosas que disfrutamos diariamente, sin querer dejar para el
mañana tal o cual cosa: “Sólo me voy a poner este pantalón o corbata o vestido bueno
para una ocasión especial”. Y así vamos dejando cosas para ese día especial que por una
u otra razón se va posponiendo.

Sin embargo en la ley de la atracción cuando decimos que “hay que vivir el día” el
concepto de fondo en realidad pasa por otro lado: No es que hay que vivir el día porque
es una opción que tenemos; hay que vivir el día porque es la única posibilidad.

Ustedes dirán ¿cómo la única?

Para entender esto deben haber leído primero los artículos donde hablo sobre la física
cuántica y el artículo “YO SOY el que SOY”. En estos artículos se explican con una
base científica (en el caso de la física cuántica) como en realidad no existe ni el pasado
ni el futuro, sólo tenemos el presente, a tal punto que la frase no debería ser: “hay que
vivir el día”, sino “hay que vivir el instante”.

Y esto se complementa con lo comentado en el artículo “YO SOY el que SOY”, donde
como digo en el mismo, ésta frase, es como se hizo llamar Dios cuando se le apareció a
Moisés para ordenarle que condujera a su pueblo desde Egipto a la tierra prometida.

Dios al hacerse llamar así quiso demostrarnos que Él se nos muestra en acción a través
del YO SOY, es decir del presente y no del Yo fui o Yo seré.

Por lo tanto como dije al principio no es una opción de vida, es la única posibilidad para
tomar el camino correcto. Hagan de cuenta que esta es una fórmula mágica que
funciona bien y continuamente solamente si la aplicamos de esta manera: Viviendo sólo
el presente, el instante.

Les digo que esto no es fácil de entender. Yo mismo voy aprendiendo continuamente a
medida que leo y leo más. Y por supuesto ir verificando lo que otros autores expresan a
través de mis propias experiencias y comprobaciones.

Por eso por más que ustedes crean en esta “Ley”, ello no será suficiente, deben
comprenderla y no hablo sólo desde el punto de vista intelectual, sino desde la emoción
misma.

Es más, comprender la ley de la atracción es aplicar todos sus conocimientos

sustentados por la emoción.
Uno puede iniciarse basándose en un estudio racional de sus conceptos, pero sólo
cuando la emoción de nuestro corazón nos embargue, recién ahí estaremos capacitados
para empezar a aplicar con resultados positivos sus preceptos.

Es como querer explicar que es el amor con palabras. No se puede, hasta que uno no
haya estado enamorado no puede saber lo que es el amor. Y con la ley de la atracción
pasa lo mismo.

Uno tiene que aprender a “cortejar” la ley de la atracción de apoco, sin apurarse, ir
conociéndola primero por fuera para después ir viendo su “interior”, para que esa
emoción (amor) vaya naciendo en forma natural.

Y aquí entra también lo que he dicho en otro artículo sobre aplicar la “perseverancia
testaruda”. Es decir hay que ir con paso firme, pero lento y perseverante para que esa
emoción nos vaya naciendo.

Por esa razón todos los autores dicen que cuando uno desea algo debe visualizarlo y
sentirlo y agradecerlo a Dios o al Universo como si ya lo hubiese recibido, es decir
vivir el instante, porque no podemos pedir algo para el futuro, cuando el futuro no
existe, Dios sólo escuchará los pedidos que se hagan en el presente.

Por ello también los autores expresan, que cuando hacemos un pedido a Dios este ya
está cumplido, lo que falta solamente es que nosotros estemos preparados para recibirlo.
Y esto se logra cuando hayamos comprendido la ley de la atracción con la emoción que
nace de nuestros sentimientos y no de la razón.

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Desde Mar del Plata, Argentina, hacia todo el mundo, Walter Daniel Genga.