Aquella era una tarde como cualquier otra; soleada y calurosa en San Juan
de Coln. Y, en la casa de mis padres reinaba la armona curiosa de siempre.
Recuerdo que para ese entonces mis hermanos mayores se encontraban afuera
del pueblo, <<estudiando en la universidad>> (con ese nfasis petulante de pap
al decirlo). Mis otros hermanos, aun en la escuela, no jugaban conmigo puesto
que yo, era la ms pequea de los doce. De manera que, mi mayor placer
consista en dejar volar mi imaginacin cada da, despus del desayuno y hasta el
anochecer; claro est porque mis padres se iban a trabajar en el negocio de la
familia y mis hermanos salan a la escuela; no volvan sino hasta caer la noche.
Pero una vez sola, con el abuelo encerrado en su temible cuarto, era simplemente
duea de mis aventuras en aquella gigantesca casa colonial.
Sin embargo, ese da no fue tan peculiar, y lo recuerdo muy bien a pesar
del tiempo transcurrido hasta ahora, porque, de verdad fue fantstico. Comenzar
explicando que mi abuelo fue un hombre de tantos principios (como deca mi
madre) que llegu a pensar que esos le impedan ser social y comunicativo. Casi
nunca se le vea fuera de su habitacin. Yo no lo entenda porque para ser un
hroe militar de guerra debera tener muchas historias que contar a sus nietos. Al
parecer sencillamente nos detestaba a todos. Hasta que, por fin un da; aquella
calurosa tarde, mientras yo piloteaba un avin imaginario y a la vez tan real; lo vi
salir de su cueva, extraamente a hurtadillas, como si nadie lo estuviese mirando,
o no quisiera que nadie lo hiciera.
Por supuesto lo segu, como un cazador buscando un monstruo de
leyendas y cuentos. Escondindome detrs de los gigantescos materos de mam
en el patio, fui detrs sin que lo notara; aunque podra ser que lo notara y quera
que le siguiera. Lleg a una puerta que conecta la parte de atrs de la casona con
un terreno selvtico al cul jams me propuse ir a jugar porque su inmensidad solo
se comparaba con la oscuridad que en l creca. Adems mam deca a mis
hermanos que all asustaban y los fantasmas del pasado vagaban sin gloria, pero
si, con penas. Creo que el abuelo no estaba al tanto de ello pens, porque de un
Fin.
Autor: Kyra