III
El éxito del manejo programado del lenguaje de las matemáticas en las NTIC,
responde a que se trata de un lenguaje que “no es sobre nada existente”, especie de
patrón de patrones o sustancia cuantitativa de “algo” sin especificar, que posibilita su
mecanización y transforma a la matemática en un instrumento formidable de inducción
lógica. Sin la intención o deseo que se expresa en el lenguaje natural invariablemente
para construir un mensaje con sentido, las matemáticas responden plásticamente a las
intenciones de quien las utiliza con tal o cual dirección, para desplegar sus argumentos
o procesos consistentemente. Tales operaciones hasta ahora no han sido exitosas en el
ámbito del lenguaje natural, debido a sus componentes epilingüísticos.
La matemática binaria resulta pues sustento clave para máquinas que creativamente
son “tontas”, pero que pueden multiplicar por millones la velocidad del hombre de
operar con algunos de los algoritmos que constituyen los modos de relación entre
“uno” y “cero”, mediante las funciones del álgebra booleana1.
1 George Boole (1815-1864), en "The Mathematical Analysis of Logic" (1847) y "An Investigation of te Laws
of Thought" (1854), propuso la idea de que los juicios lógicos pueden ser tratados mediante la matemática.
Las proposiciones lógicas son aquellas que únicamente pueden tomar valores Verdadero/Falso, o preguntas
cuyas únicas respuestas posibles sean Sí/No. Según Boole, estas proposiciones pueden ser representadas
mediante símbolos y la teoría que permite trabajar con aquellos, sus entradas (variables) y sus salidas
(respuestas) es la Lógica Simbólica Booleana. Dicha lógica simbólica cuenta con operaciones que siguen el
comportamiento de reglas algebraicas. El álgebra booleana es pues un sistema matemático deductivo
centrado en los valores cero y uno (falso y verdadero).
El problema que enfrentaban los investigadores de máquinas de “quinta generación”,
cuyo propósito expreso era la reproducción del modo operar del cerebro humano, se
presentaba justo en este ámbito: el lenguaje “natural” y sus potencialidades
semánticas son infinitas, porque las palabras, siendo símbolos igualmente arbitrarios
que los números, se manifiestan cualitativamente en un sistema autogenerativo, dado
que son signos que se comparten socialmente, pero se recrean individualmente con
diversas coloraturas emocionales que dependen de cada experiencia y valoración
epilingüística del usuario con su medio, facultad clave para sus ajustes estructurales.
Adicionalmente, el lenguaje natural es un instrumento que permite un tipo de
metaaprendizaje, un aprender a aprender, “programa” que aún está lejos de
concebirse a nivel artificial.