PRIMERA PARTE: Tomado de Ken Wilber, Breve historia de todas las cosas,
Editorial Kairós, Barcelona, 1997.Adaptación realizada por el Admor. Alberto
Merlano. Julio 2000
Ciertamente, usted podría enumerar «todas las cosas que sabe de usted mismo. Y
todas las cosas que usted sabe de sí mismo son objetos de su conciencia, son
imágenes, ideas, conceptos, deseos o sentimientos que desfilan ante su
conciencia, ¿no es así?
Prosigamos, pues, con nuestra investigación. ¿Quién soy Yo? ¿Quién o qué es ese
Testigo que no puede verse a sí mismo? Dé un paso atrás en su conciencia y des-
identifíquese de cualquier objeto que vea o que pueda llegar a ver.
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Ni siquiera es un sujeto real, un yo real, sino un objeto más de su conciencia. Este
pequeño yo y el conjunto de los pensamientos que desfilan ante usted se
asemejan a las nubes que atraviesan el cielo. ¿Y quién es el Yo real que está
contemplando todo eso? Preste mucha atención y pregúntese ¿qué o quién soy
Yo?
Ante usted desfilan las nubes, los pensamientos y las sensaciones corporales, pero
usted no es nada de eso. Usted es el espacio abierto y libre a través del cual van y
vienen todos esos objetos. Usted es una apertura, un claro, una vacuidad, un
espacio abierto en el que se desplazan todos esos objetos. Las nubes aparecen y
terminan desvaneciéndose, las sensaciones aparecen y terminan
desvaneciéndose, los pensamientos aparecen y terminan desvaneciéndose... y
usted no es nada de eso. Usted es la amplia sensación de libertad, la
CONSCIENCIA abierta, la apertura de la que emanan las distintas manifestaciones,
el espacio mismo en el que aparecen, perduran durante un tiempo y terminan
desvaneciéndose.
De este modo es como usted empieza a darse cuenta de que el «Vidente» que
está presenciando todos esos objetos es una espaciosa CONSCIENCIA. No es
una cosa, un objeto, ni nada que usted pueda ver o a lo que pueda aferrarse, sino
una sensación de amplia CONSCIENCIA totalmente ajena al mundo objetivo del
tiempo, de los objetos, del estrés y del esfuerzo. El Testigo puro es una
CONSCIENCIA pura en la que todos los sujetos y objetos individuales aparecen,
permanecen un tiempo y terminan desvaneciéndose.
¡De modo que el Testigo puro no es nada que usted pueda ver! Cualquier intento
de ver el Testigo o de conocerlo como objeto no es más que aferrarse, buscar e
identificarse con el tiempo. El Testigo no está fuera de aquí en la corriente, sino en
la espaciosa expansión de libertad de la que todo emana. Usted no puede
aferrarse a ello y decir ¡Aja, ya lo veo! porque no es nada que pueda ser visto sino
que, por el contrario, es el Vidente. Cuando usted descansa en el Testigo lo único
que experimenta es un amplio vacío, una vasta libertad, la expansión, la apertura o
el claro transparente del que emergen los pequeños sujetos y objetos que pueden
ser vistos. Pero el Testigo, en cambio, no puede ser visto, el Testigo es la
liberación última de todo aquello, una libertad que no se halla atrapada en las
confusiones, los deseos, los miedos o las expectativas.
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de Libertad pero nos identificamos con objetos y sujetos cautivos y limitados que
pueden ser vistos, que sufren y que son ajenos a lo que somos.
Y, al ser no nacido, también es Inmortal. No fue creado con el cuerpo y, por tanto,
no morirá cuando éste perezca. No es que more más allá de la muerte del cuerpo,
sino que ni siquiera penetra en la corriente de la vida. Tampoco es que viva más
allá del cuerpo, sino que desde siempre ha sido anterior al cuerpo. No es que
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perdure para siempre en el tiempo, sino que jamás se ha visto contaminado por la
corriente del tiempo.
SEGUNDA PARTE: Tomado del libro de Ken Wilber “DIARIO”. Editorial Kairós,
Barcelona - 2000. Adaptación realizada por el Admor. Alberto Merlano.
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Julio 2000
¿Qué es y dónde está el Yo? ¿Qué tengo yo que ver con eso? No existe la menor
duda de la respuesta que Ramana Maharshi y tantos otros darían a esta pregunta:
¿Quién quiere saber? ¿Quién es, ahora mismo, consciente de esta página?
¿Quién es el conocedor que conoce el mundo, pero que no puede conocerse a sí
mismo? ¿Quién es el escuchador que escucha el canto de los pájaros pero no
puede escucharse a sí mismo? ¿Quién es el Vidente que ve las nubes pero no
puede verse a sí mismo?
Ésta es, precisamente, la indagación sobre uno mismo que Ramana Maharshi
regaló al mundo. Yo tengo sentimientos, pero no soy esos sentimientos. ¿Quién
soy yo? Yo tengo pensamientos, pero no soy esos pensamientos. ¿Quién soy yo?
Yo tengo deseos, pero no soy esos deseos. ¿Quién soy yo?
Pero en esta indagación sobre uno mismo las personas suelen cometer un error
bastante desafortunado porque creen que, cuando descansen en el Yo o Testigo,
van a ver o sentir algo realmente asombroso o espiritual. Pero lo cierto es que uno
no ve nada especial porque, en el caso de que viera algo, eso no sería más que
otro objeto, otro sentimiento, otro pensamiento, otra sensación u otra imagen y
todos ellos son objetos o, por decirlo de otro modo, son lo que usted no es.
En tal caso, uno no ve nada en particular y todo lo que aparece está bien. Las
nubes flotan en el cielo, las sensaciones flotan en el cuerpo, los pensamientos
flotan en la mente y uno puede contemplarlo todo sin necesidad de realizar el
menor esfuerzo. Todo emerge espontáneamente en su conciencia presente sin la
necesidad de realizar esfuerzo alguno. Y esta conciencia testigo no es algo
concreto que usted pueda ver, es la inmensa sensación de libertad -o vacuidad
pura- de la que emana la totalidad del mundo manifiesto. Usted es esa libertad,
esa apertura, esa vacuidad y no cualquier cosa pequeña y finita que emerja en
ella.
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Descanse sin realizar esfuerzo alguno en ese Testigo vacío y libre y advierta que
las nubes emergen en el inmenso espacio de su conciencia. Las nubes emergen
dentro de usted y, en esa misma medida, usted puede saborear las nubes, usted
es uno con las nubes y tiene con ellas una intimidad que las toma tan próximas
como si se hallaran en este lado de su piel. El cielo y su conciencia se han fundido
y todas las cosas que hay en el cielo flotan en su conciencia con tal proximidad
que usted puede besar el sol y tragarse la montaña o, como dice el zen, “Cuando
dentro y fuera han dejado de ser dos, cuando sujeto y objeto son no duales,
cuando el observador y lo observado son un solo sabor, uno puede «beberse el
océano Pacífico de un solo trago».
Así:
El mundo es ilusorio significa que usted no es, en modo alguno, ningún objeto,
nada de lo que puede verse es, en última instancia, real. Usted es neti, neti, ni
esto, ni aquello, y bajo ninguna circunstancia debe usted basar su salvación en lo
que es finito, temporal, pasajero, ilusorio, generador de sufrimiento e inductor de
agonía.
Finalmente -y mucho más importante-, Ramana nos recuerda que el Yo puro -y, en
consecuencia, la gran Liberación- no puede ser alcanzado, como tampoco usted
puede levantarse de sus pies o comprar sus pulmones. Usted ya es consciente del
cielo, usted ya escucha los sonidos que le rodean, usted ya contempla el mundo.
El cien por ciento de la mente iluminada o del Yo puro -no el noventa y nueve sino
el cien por cien- se halla ya presente ahora mismo. Como continuamente señalaba
Ramana Maharshi, en el caso de que el Yo (o el conocimiento del Yo) fuera algo
que apareciese en algún momento en la existencia -si su realización tuviera un
comienzo en el tiempo-no sería más que otro objeto, otro estado pasajero,
temporal y finito. No hay que alcanzar el Yo que está leyendo ahora esta página.
No hay que buscar el Yo, porque ese Yo está mirando desde sus ojos ahora mismo.
No se trata, por tanto, de lograr el Yo, porque el Yo es el que está leyendo estas
palabras. 0, dicho más sencillamente, es imposible encontrar aquello que nunca se
ha perdido. Y, como diría Ramana, en el caso de que lograra algo -por más
positivo que fuera-, eso no tendría nada que ver con el Yo.
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Si cuando lee las siguientes palabras pronunciadas por el mayor sabio del mundo
cree que no entiende el Yo o el Espíritu, descanse en lo que no entiende, porque
Ese es el Espíritu, y en el caso de que crea que nunca «alcanzará» el Yo o
Espíritu, descanse en lo que no llega a alcanzar, porque ese también es el Espíritu.
Tanto si cree que comprende el Espíritu como si piensa que no lo comprende, ese
es el Espíritu. Proclamemos en voz alta, pues, el mensaje más secreto de Ramana
Maharshi: la mente iluminada no es difícil de alcanzar sino imposible de evitar.
Según las palabras del estimado Maestro: No hay ni creación ni destrucción,
Destino ni libre albedrío; camino ni meta alguna .Ésta es la verdad última.