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Poder Obrero

Historias de vida y
lucha sindical

Paco Ignacio Taibo II


Janette Góngora
Antonio Villalba
Luis Hernández Navarro
Margarito Mendoza
Salvador Arellano
Esperanza Gómez Villa
Víctor Castillo López
Ana Rosario Flores Martínez
Juan Carlos Cortés Castillo
Jorge Alberto Fernández
Jorge Robles

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Portada de Víctor Soler Claudín
Corrección de estilo de Belarmino Fernández y Jorge Robles
Primera edición, 2009

Las opiniones contenidas en este libro son responsabilidad de sus autores y no


reflejan necesariamente el pensamiento de la Fundación Friedrich Ebert

Se puede copiar todo o en parte, mencionando la fuente.


Impresión: Power Color, S.A. de C.V.

Diciembre de 2009

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Índice

Poder Obrero. La lucha de los trabajadores de Spicer 5


Antonio Villalba: la ceremonia del adiós 27
Cómo se obtiene un registro sindical en el culo del diablo 29
Soy obrero ¿y qué? 35
Pagando por trabajar: la lucha por la dignidad en las gasolineras
del D.F. 47
STRACC, la utopía alcanzable 50
Algunas historias que se desprenden de perseguir la utopía 55
Contacto en Italia. La presencia del fascismo en la legislación
laboral mexicana 64

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Poder Obrero
La lucha de los trabajadores de Spicer

Paco Ignacio Taibo II

INTRODUCCIÓN
Cuando este folleto que tenía por misión ser un instrumento más en la lucha
de Spicer se encontraba en imprenta, las autoridades del Trabajo impusieron
una “solución a nuestro conflicto”. Nos encontrábamos en el 27 día de huelga
de hambre y llevaba nuestro conflicto 119 días.
Cercados por la presión económica y el agotamiento físico, nos encontramos
ante la disyuntiva de la represión o la retirada.
En la última semana, habíamos sostenido firmemente la toma de la Secretaría
del Trabajo, nuestras mujeres e hijos se habían mantenido en el interior de
ésta, haciendo manifestaciones, los chavos, presionando incesantemente
Los compañeros de Mexicana habían realizado una manifestación de apoyo
en Atzcapotzalco, el Spaunam había vuelto a parar la Universidad, se habían
celebrado dos mítines en el campamento, que habían culminado con marchas
a la Secretaría del Trabajo. El segundo, coordinado por la Tendencia Democrá-
tica del Suterm, a que habían asistido secciones de provincia.
En Chihuahua, la jornada de solidaridad con nuestra lucha había sido un éxito:
en los mítines habían participado secciones del Minero Metalúrgico que no se
someten a la tutela de Napoleón.
En Europa, la televisión de algunos países había denunciado el “caso Spicer”.
Había sido una semana más de lucha continua y agotadora.
En esas condiciones, la Secretaría del Trabajo1 nos puso ante el ultimátum: O
aceptar las condiciones, o represión (claro, no fueron estas las palabras usa-
das, fueron más elegantes).
¿Qué se nos ofrecía?
A cambio de la desaparición de nuestro Sindicato Independiente en Spicer,
reinstalaban a 485 compañeros, se les daba aproximadamente el 45% de sa-
larios caídos, se les otorgaban 100 plantas a los eventuales, se les reintegraba
a su turno y puesto. Se liquidaban con el 100% y el 100% de salarios caídos a
127 compañeros. Las plantas que dejaban libres también pasaban a nuestros
compañeros que reingresaban. Se retiraban las demandas penales que exis-
tían contra buena parte de nuestro comité y asesores.

1 Porfirio Muñoz Ledo, Secretario del Trabajo y Previsión Social

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No nos tentó el dinero. Pero cuando la asamblea general se preguntó: ¿Podemos
sumar más fuerzas independientes en esta lucha, suficientes para derrotar al
bloque de la patronal, al Con­greso del Trabajo y al Estado? ¿Podemos seguir
resistiendo la huelga de hambre? ¿Podemos seguir a pesar del desgaste de la
gran mayoría de la base?
La asamblea resolvió que no.
Para ese momento habían pasado 121 días de combate, la huelga de hambre
había resistido 29 días.
A pesar de que no hemos logrado el objetivo por el que se anunció nuestro
conflicto, no hemos sido derrotados. O más bien, dentro de la derrota hay una
gran victoria.
Los despedidos saben que el camino de una lucha más larga se abre. Cumpli-
remos unos y otros con nuestros compromisos.
La última asamblea del Sindicato Nacional de la Industria del Hierro y el Acero,
Sección Spicer, no fue una asamblea de derrotados.
Fue una asamblea de luchadores que habían sido batidos en una batalla, que
se preparaban para seguir la guerra.
En pie, los 612 que quedábamos, cantamos “No nos moverán” y “Vencere-
mos.” Las lágrimas corrieron por nuestros ojos. La emoción nos trabó la gar-
ganta. El último grito, casi el aullido dé la última asamblea fue:
¡Viva la clase trabajadora!
Y 612 compañeros, con el puño en alto, puestos de pie, agotados, quebrados
por la emoción, gritamos: ¡Viva!

BANDERAS DE HUELGA
La cosa explotó el treinta de junio. En la madrugada, cuando llegamos a tra-
bajar, ya estaban puestas las banderas de huelga. Desde lejos se veían, pocos
sabían cuándo iba a empezar la huelga, sólo el comité y los de más confianza.
Nos teníamos que andar con cuidado pa’que la empresa no se adelantara des-
pidiendo más gente y metiendo esquiroles. Nunca faltan los perros de oreja
que quieren quedar bien con los patrones. Pero, eso sí, todos estábamos listos
nomás esperando que estallara la huelga pa’entrarle.
El comité, los asesores y algunos compañeros de otras secciones del Sindicato
del Hierro habían estado toda la noche encerrados después de que se decidió
la huelga, para evitar que se colara la información; y al amanecer se lanzaron
a la fábrica. Salvador llegó con un megáfono y gritaba: ¡HUELGA! ¡HUELGA!
La raza llevaba muchos días esperando y por fin llegaron los camiones que su-
ben a La Presa, y la gente cuando se bajaba decía: ¿YA? ¿YA ESTALLO? Todos
estábamos alegres... el miedo vino después...
Apenas vimos el rojo y negro se corrió la voz, como una chispa en la pólvora.
Al rato ya estábamos ahí todos bien puestos haciendo guardia, demostrándo-

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le a la empresa que estábamos unidos, decididos a todo. Y ahí nos quedamos
hasta la mañana del día siguiente, por si intentaban romperla.
Los capataces se espantaron. El perro de Sosa, el capataz mayor, decía: “No les
va a durar ni un día. Ahorita regreso con cien mineros y se va a la chingada su
huelga”. Pero se tragó sus palabras.
Ya sabíamos que en cualquier momento podían meter esquiroles o traer a
la montada pa’desalojarnos. Por eso nos fuimos todos a las puertas y nos
quedamos las 24 horas, pa’que lo pensaran dos veces antes de aventarse. Ya
teníamos nuestra conciencia. No en balde llevamos seis años en la pelea. Co-
nocemos bien todas sus artimañas.
Las empezaron a utilizar allá por el ‘69...

LA COSA VIENE DE LARGO


Las empezaron a utilizar allá por el 69. En aquel entonces empezó un movi-
miento para pedir cambio de delegados. No nos representaban. Nunca nos
consultaban ni hacían asambleas. Los obligamos a hacer una, pero los ánimos
se caldearon y se suspendió porque el secretario abandonó la asamblea. A los
pocos días empezaron los despidos.
La bronca había empezado nomás contra los charros. Pero la empresa se me-
tió a defenderlos. Primero despidió a los que más habían sobresalido. Pero la
cosa no paraba. Se seguía distribuyendo un periódico con el que nos mante-
níamos comunicados todos. El periódico decía “tortuguismo” y nosotros dis-
minuíamos la producción; decía “boicot” y nosotros perdíamos piezas claves.
La empresa se volvió loca. Nos revisaba al entrar y al salir, pero nunca nos
encontró nada. Nos llegó a vigilar hasta en los baños. Sólo pudo pararlo des-
pidiendo más compas. Hasta 25 ó 30 fueron despedidos en los tres meses que
duró ese movimiento. Estuvo fuerte la cosa.
Aquella vez supimos con quién están las autoridades. La policía intervino, en-
tró hasta las máquinas y sacó a los despedidos a punta de pistola. Por ahí
dicen que fueron identificados por una fotografía que les tomaron en Conci-
liación cuando fueron a una audiencia...
Y que el fotógrafo se ganó 4,500 pesos el muy jijo.
En esa ocasión los patrones y los charros nos dieron en la torre, pero tuvieron
que descubrir sus cartas. Ora ya se las conocemos y estamos preparados pa’
contestarles como se merecen. A ver ora de a cómo nos toca.
En el 72 hubo otro movimiento. Los delegados seguían sin hacer asambleas,
arreglándoselas siempre a puerta cerrada con la empresa. Algunos compañe-
ros protestaron y se empezaron a mover, pero andaban muy aislados y casi
no se atrajeron el apoyo de los demás. Todavía nos acordábamos de lo que
sucedió en el 69. Acabó igual: despidieron a 10.
Pero no estaban bien organizados, por eso no despertaron la confianza de la
gente. Eso también nos sirvió de experiencia: si no jalábamos todos parejo no
íbamos a poder doblar a la empresa.

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Ahorita estamos todos unidos y nadie se raja, pero la cosa no fue tan fácil.
Algunos compañeros ya llevan año y medio metidos en esto, moviéndole por
debajo del agua, hablando con todos nosotros, dándonos conciencia, ani-
mándonos y organizándose.
Al principio no les respondíamos, o lo hacíamos por poco tiempo, pero ya ven,
ahorita estamos todos al pie del cañón y no hay diferencias: todos unidos, con
nuestra conciencia y decididos a no echarnos pa’tras.
Sí, ahorita la cosa se ve muy bonita: las puertas llenas de compañeros ha-
ciendo guardia y discutiendo los problemas nuestros y de otras fábricas; un
montón de mantas de apoyo; declaraciones de sindicatos; visitas de colonos y
estudiantes que nos traen cooperación. Pero pregúntenle a don José cómo se
veía en marzo del año pasado, cuando esto se empezó a formar.
Fue a raíz de que los patrones quisieron meter un cuarto turno. Eso ya era de-
masiado. Aparte de lo que producimos sin que lo paguen, aparte de todas sus
ganancias, querían ahorrarse las horas extras. Y traernos de un turno pa’otro,
haciéndonos venir hasta los domingos. Algunas gentes protestaron. La empre-
sa la agarró contra don José y lo despidieron.
Pero él no se dejó. No quería dinero, sino su reinstalación.
Se quiso defender, asesorado por un licenciado del Independiente, pero la
empresa fue intransigente.
Entonces sí que la cosa empezó en serio. Don José nos esperaba a la salida de
la fábrica para hablarnos, y nos reuníamos para discutir los problemas y ver
cómo resolverlos.
Así se fue formando el primer grupo. Organizaban asambleas allá por Martín
Carrera, donde se discutía el problema de los eventuales, lo del contrato colec-
tivo y cómo organizarnos para ganarle la titularidad a la FAO. Estas asambleas
duraron casi cuatro meses, hasta que alguien le dio el soplo a la empresa. En-
tonces nos fuimos al parque 18 de Marzo, pero ya éramos menos. La segunda
vez fuimos como diez.
Teníamos que reunir la firma de la mayoría para ganar el contrato. Nos la
ingeniábamos como fuera para poder hablar con los compañeros fuera de
la fábrica y convencerlos de que se unieran al Independiente. Sobre todo
aprovechábamos los deportes.
Luego continuamos las asambleas en un local que nos prestaron los de Vidrio
Plano. Desde entonces fue mucha la solidaridad que tuvimos de otros trabaja-
dores. Ya cuando tuvimos las firmas de la mayoría, metimos la demanda a la
Secretaría del Trabajo, y el 23 de febrero hicimos la primera asamblea general
en Martín Carrera. Nos juntamos como 250 compañeros allá. Fue chingón.
Después de 7 años ya no sabíamos ni qué era una asamblea. Discutimos los
asuntos que realmente nos interesan y conocimos los problemas de los demás
compañeros. Cualquiera podía pedir la palabra y hablar claro. Pero al final nos
llegó la policía y agarraron a don José, dizque por agitador. Hasta lo quisieron
golpear. Pero no le pudieron demostrar nada y lo soltaron.

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Desde entonces aumentó mucho la participación. Las autoridades nos
llamaron a una primera audiencia en la que nos pidió pruebas. Empezamos a
reunimos en asambleas por departamento, allá en Vidrio Plano y nombramos
delegados. Ya empezábamos a sentir que la cosa tomaba cuerpo y que íbamos
ganando fuerza.
Luego las autoridades nos quisieron jugar chueco. Primero nos llamaron a una
audiencia en vacaciones. De todas formas ahí nos fuimos con pancartas como
150 compañeros. Exigiendo que se hiciera el recuento.
Pero la empresa utilizó una y mil artimañas jurídicas y logró que antes del re-
cuento se hiciera una inspección para ver si las firmas de afiliación a nuestro
Sindicato Independiente eran reales. ¡Vaya farsa! Así, aunque saliera la mayo-
ría a nuestro favor, la inspección no servía como recuento. Además lo podían
haber hecho en un día y tardaron varios meses sin terminarlo.
Nos mandaron una inspectora bien tranza. Pasaba entre 5 ó 6 por día y daba
la casualidad que casi todos eran los de la FAO.
Y cuando pasaba alguno de nosotros para confundirlo le pre­guntaba: “¿A qué
sindicato pertenecías?”
La demandamos y la tuvieron que sustituir. El que mandaron en su lugar se
portó más decente, pero se atravesaron las vacaciones de mayo y todavía no
es la hora que se para por aquí. La empresa no lo quería.
Así las cosas, la bronca pasó a otro terreno. Viéndola perdida con la FAO, la
empresa empezó a contratar mineros. La mayoría de ellos no sabía qué pasa-
ba, muchos ni sabían leer, pero eso sí, se ponían a repartir volantes. Les paga-
ban $100.00 diarios, con el ofrecimiento de no descontarles impuestos. Pero
les “pedían” que nos convencieran de pasamos a su lado; si no, los corrían.
Los mineros eran esquiroles ya probados, capataces. charros chicos y perros
de otras fábricas del Sindicato Minero Metalúrgico de Napoleón Gómez Sada.
Habían llegado por acuerdo del Congreso del Trabajo para que el minero le
entrara a revivir el cadáver charro de la FAO.
Nosotros contestamos anulando a los mineros. Hablamos con ellos y a algunos
los convencimos: aquí están con nosotros. Otros siguieron tercos. Entonces
les rompíamos los volantes, hacíamos bola alrededor de ellos y les metíamos
miedo.
La empresa prefirió llevárselos al 3er. turno. Pero no sabían manejar las máqui-
nas, así que también se llevó a los de nosotros que estaban en las máquinas
clave.
Con ellos si se portaron muy descarados. Cuando llegaban a trabajar el viernes
en la noche, que les tocaba doble turno para no ir el sábado, el ingeniero les
decía que se fueran al Bar del Coleadero. Ahí estaban esperándolos los meros
meros del minero. Les invitaban a tomar cervezas y hasta les llevaban su sobre
allá con la paga completa. Después de 3 o 4 semanas les sacaban el padrón
del minero para que lo firmaran.
Casi todos los compañeros siguieron firmes en el Independiente y los manda-
ron a volar, a pesar de que los amenazaron con que llevaban 3 faltas al trabajo

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y los podían despedir. Lo que sí ya les hicieron fue descontarles los días que
faltaron, aunque había sido el ingeniero el que les había dicho que fueran allá.
Eso del Coleadero duró como dos meses y medio. La empresa como que em-
pezó a ver que la bronca era en serio y que todo le salía contraproducente,
porque cambió de táctica. Para meternos miedo y acostumbrarnos a la su-
misión, metió a unos halcones en lugar de la policía industrial que siempre
hubo. Al entrar y al salir el turno nos esculcaban los bolsillos, la camisa, los
calcetines, hasta en los calzones nos buscaban. Nosotros teníamos siempre el
cuidado de revisar nuestra ropa por si algún supervisor o minero nos había
dejado un regalito. Pero de todas formas lo que parece que les importaba más
era sometemos a su poder porque ni modo que nos lleváramos un calabazo
en los calcetines.
Hasta que los del 2º turno nos organizamos y les hicimos frente, no deján-
dolos que nos esculcaran. Hasta corrimos a su jefe. Al día siguiente trajeron
a unas personas para observar quien era el que nos organizaba y acusarlo de
agitador, pero salimos tranquilitos y no pudieron agarrar a nadie.
Como todo el tiempo discutíamos entre todos lo que pasaba, siempre tenía-
mos claro qué era lo que había que hacer. Pero además nos lanzábamos a la
ofensiva con movilizaciones. Empezamos con dos mítines dentro de la fábrica
pidiendo pláticas con la empresa. La primera vez se negó, pero la segunda
aceptó a una comisión.
Sólo para amenazarnos: “están violando la ley interior del trabajo”, nos gritó.
Las leyes que nos obligan a trabajar son las únicas que conocen esos señores.
Y las únicas que hacen respetar las autoridades.
Decidimos entonces hacer los mítines fuera de la fábrica. Eso nos sirvió ade-
más para hacerlos más grandes, porque así nos juntábamos dos turnos. Y lue-
go nos juntamos todos en una marcha que hicimos desde Vidrio Plano hasta
la colonia de aquí enfrente.
Pero la empresa seguía intransigente y las autoridades seguían sin decidirse a
hacer el recuento de ley. Andaban con el rabo entre las patas.
Fue entonces que el domingo 29 de junio el comité llamo a los compas de
mayor confianza y se encerraron para organizar la huelga.
Para sorprenderlos nos habíamos reunido ya varias veces. Nunca supieron cuál
era la buena.
Y al día siguiente, al amanecer, cuando llegamos a la fábrica, las puertas ya se
veían cubiertas con las banderas rojinegras. Ya había estallado la fiesta.

LA HUELGA
De repente nos dimos cuenta de que teníamos una huelga entre las manos.
Ahí estábamos, 500 o más de nosotros sin saber qué hacer.
Y comenzó la organización: Las primeras guardias. Se hicieron guardias de 12
horas, dos turnos al día repartidos en tres puertas. Sirvió para que pudiéra-
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mos mantener grupos fuertes permanentemente ante la fábrica y que a diario
asistiéramos todos.
Luego las comisiones: Solidaridad, a buscar el apoyo, una de información y
prensa. Los encargados de cada puerta. Los cajeros, la distribución de la co-
mida, la preparación de las brigadas que salían a buscar colectas, los que se
fueron en comisión de información a provincia, los encargados de conseguir
cartón y lonas.
Al rato aquello era un hervidero de trabajo y comenzaron a llegar las primeras
mantas de apoyo que eran colgadas en las rejas: Alumex, Vidrio Plano, La Pre-
sa, Martín Carrera, Vidriera, Tosa, SUTERM tendencia democrática, Tesorería,
Intersindical, Tecnomaya, Colonia Ajusco...
Y salió el primer desplegado:
“Estamos en una huelga libre exigiendo: Reconocimiento de la titularidad del
Contrato para nuestro sindicato Independiente.”
Y fuimos a nuestra primera manifestación. Organizada por la Tendencia De-
mocrática del SUTERM en el D.F., el Sindicato Independiente de Trailmobile y
los grupos sindicales de lucha de Xalostoc. Allí se escucharon nuestros gritos
por primera vez: ¡SPICER... SPICER... SPICER...! ¡Pueblo, escucha, SPICER en la
lucha!
Fueron días muy duros. Ya ven que nos tuvimos que lanzar así nomás, a lo
loco, como quien dice. No teníamos caja de resistencia, sólo algo que había-
mos podido ahorrar en lo personal, pero muy poco. No esperábamos que
fuera a durar tanto.
Un error grave que se cometió fue no habernos preparado para una lucha
larga. Nos confiamos mucho en el rumor que se corría de: “esto no dura una
semana, no pueden aguantar”. Era parte de una visión exclusivamente econó-
mica de la lucha. La empresa lógicamente no podía aguantar una semana en
huelga después del tortuguismo que se le había hecho desde un mes antes.
Pero no fue la lógica económica, sino la lógica de un enfrentamiento político
entre dos clases: obreros y patrones, la que dirigió toda la huelga. La empresa
estaba dispuesta a perder millones, y los perdió.
Este error nos costó caro, fue una de las fuentes de desgaste más grande que
padecimos. Hizo necesario un gran trabajo de pláticas en las puertas, para que
todos hiciéramos una reflexión sobre lo que estaba pasando, y nos preparára-
mos para una lucha larga que podría terminar en represión.
Así surgió la teoría de la resistencia, que fue la que permitió resistir 38 días de
huelga, la que fue haciendo de nosotros combatientes de una lucha larga y no
de un combate de una semana.
La resistencia se pensó, se creyó y se preparó. Con frecuencia nos poníamos a
imaginar quiénes vendrían a reprimirnos, por dónde llegarían, cuántos serían,
nos enfrentaríamos o saldríamos corriendo. Si eran cien, les dábamos en la
madre, si venían 500 armados, correríamos como venados. ¿Correr pa’donde?
Para La Presa.

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La Presa estaba dispuesta a recibirnos. La Presa estaba dispuesta a rajarse la
madre junto con nosotros. Los cuetones estaban listos; si se venía la represión
tronaríamos cuetes y La Presa se dejaría venir, o bien, subiríamos corriendo
al cine Guevara, y ahí empezaríamos a organizar el brigadeo. Las resorteras
también estaban listas.
Para ello, hablamos con cientos de colonos, volanteamos, hicimos festivales
gigantes y mítines. La gente de La Presa rápido supo que éramos parte de la
misma cosa; SPICER empezó a ser parte de la vida de La Presa. Teníamos pen-
sado empezar a luchar por La Presa: agua, drenaje, basureros, escuelas... No
tuvimos tiempo. Estamos en deuda con ellos.
Al principio pensamos que la empresa no iba a resistir mucho. Las automotrices
se quedaron rápido sin ejes. Hasta empezaron a salir noticias en el periódico y
la radio. Imagínense: las automotrices teniendo que disminuir y hasta parar la
producción por falta de una pieza que sólo nosotros producimos. Los teníamos
bien agarrados.
Pero el gobierno entonces abrió las fronteras para que pudieran importar ejes.
A nosotros no nos extrañó mucho, pero desde hace mucho sabemos que las
autoridades están con los patrones. Con esa medida, lo que hicieron fue per-
mitir que la empresa resistiera más tiempo.
No les sirvió del todo, porque los ejes extranjeros no se adaptan bien a las
necesidades de aquí, y les costaba más adaptarlas. Pero a las automotrices
no pareció importarles mucho. Además la transnacional decidió pagar la di-
ferencia en el costo. El resultado fue que todos los patrones, los de SPICER,
los de las cámaras y los de las automotrices, se unieron en contra nuestra y se
hicieron mucho más fuertes.
Pero de nuestro lado la cosa también se estaba poniendo bien. Formarnos
comisiones que fueran a informar de nuestro problema y a pedir apoyo a
muchos lugares, aquí mismo en la capital y a provincia. La gente respondió a
todo dar. De todos lados nos llegaron cartas de solidaridad y apoyo económi-
co. De Campeche, Puebla, Tlaxcala, Guanajuato, de muchos lados. Hasta de
Centroamérica y Europa.
Fue una respuesta muy a todo dar, porque no solamente nos mandaban cartas
y dinero los dirigentes, sino que la misma gente, los trabajadores, los colonos
y los estudiantes, se venían aquí a platicar con nosotros y a demostrarnos su
apoyo. Algunos hasta se pasaban aquí la noche haciendo guardia, y entonces
discutíamos los problemas de todos.
Suena muy bonito eso de la solidaridad. Pero la solidaridad no se levantó del
aire. Fue producto de un trabajo duro, de hormigas. Sólo Vidrio Plano, Martín
Carrera y Mexicana respondieron a la solidaridad rápido, y eso porque había
información constante entre los grupos. Lo demás tuvo que hacerse poco a
poco. Informando incansablemente. Convenciendo a los dirigentes de los Sin-
dicatos independientes, hablándole a las bases. En algunos sindicatos bajo
control charro, o bajo control de traidores dizque independientes como Orte-
ga Arenas tuvimos que brincamos a las direcciones y llegar a la base.

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La solidaridad no sólo se construyó pidiendo. Se construyó dando, yendo a
ayudar en la medida de nuestras posibilidades. A pesar de estar en lucha hi-
cimos tantos actos de apoyo como pudimos. Y ahí fue donde se construyó la
solidaridad con SPICER, en nuestra solidaridad con los que luchaban.
Ningún movimiento sindical a pesar de estar en conflicto ha estado en tantos
actos de apoyo a otras luchas como el de SPICER.
Fuimos a todas las manifestaciones de apoyo a los electricistas que pudimos,
acompañamos a los de Mexicana a lo largo de toda su lucha. Participamos
en decenas de mítines de colonias. Acompaliamos a los de Shatterproof en el
estallido de su huelga. La comida que nos sobró a veces la llevamos a huelgas
chicas más necesitadas que nosotros como la de Alteza o la de Bujías MultiArc,
y así. Si algo lamentamos es no haber podido ayudar más. No fue por falta de
ganas.
La solidaridad más importante en aquella época fue la de los compañeros de
Mexicana de Envases, la sección hermana del Sindicato del Hierro. Llegaron a
venir hasta 20 compañeros todas las noches a hacer guardias con nosotros.
Los sindicatos independientes y algunas colonias, sobre todo Martín Carrera y
La Presa, fueron quienes nos sostuvieron aquellos 38 días.
Fue un apoyo muy parejo. Se notaba hasta en los camiones, cuando nos su-
bíamos a botear. Todos cooperaban. En la Universidad hacían pintas y colectas
especiales todos los jueves, día que fue declarado día de SPICER. Los colonos
de aquí enfrente, de La Presa, se metieron de lleno en la huelga: además de
todo el apoyo económico y moral que nos dieron, estaban dispuestos a ju-
gársela con nosotros. Nos dijeron: “Si les mandan a la policía, ustedes nomás
manden a alguien a tocar las campanas de la iglesia y allí nos bajamos todos
a apoyarlos”.
Ahí fue que las autoridades se tuvieron que agachar. Ya estaban contra los
obreros de muchas fábricas y de muchos países, apoyados por colonos y es-
tudiantes. La cosa ya estaba pareja, aunque les doliera. No se atrevieron a
declarar inexistente la huelga y decidieron darle largas al asunto, esperando
que nos desinfláramos.
Así fue como paramos el primer ataque en serio de la empresa. Desde entonces
las cosas las vimos distintas. Tuvimos más conciencia de quiénes eran nuestros
enemigos, y quiénes los amigos. Desde entonces nos propusimos preparamos
para cuando entráramos a trabajar. La bronca era demasiado dura para ganar-
la toda en una sola huelga. Empezamos a discutir y a organizamos para pelear
desde dentro, para responder desde las máquinas e imponer de hecho el Po-
der Obrero y el Sindicato Independiente. Todos los días hicimos asambleas por
departamento y por puerta y teníamos pláticas.

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EL CORAZON Y LA COLUMNA VERTEBRAL DE LA HUELGA
En las guardias de 12 horas que hacíamos, divididos en dos turnos, cons-
truimos la organización real de nuestro sindicato: las pláticas sobre el Poder
Obrero fueron creando su motor y dirección; la organización departamental
se convirtió en la transmisión, los ejes y el diferencial.
Para mí, el Poder Obrero es la lucha directa para destruir el poder de los pa-
trones, para vencer su fuerza y destruir su organización; la lucha directa para
ganarles la dirección de la producción y hacerles pedazos sus ideas, su segu-
ridad, su orgullo y sus órdenes, e imponer a cambio nuestra fuerza, nuestra
organización, nuestra dirección, nuestras ideas. Así entiendo el Poder Obrero,
así lo entendimos todos en las pláticas, y así lo llevaremos allá dentro.
Además, las pláticas fueron sacando a la luz ideas que teníamos desde hace
tiempo en la cabeza sobre ¿quiénes son los patrones?, ¿quién la clase obrera?,
¿qué es el gobierno?, ¿qué es la explotación?, ¿cuál es la historia de las luchas
obreras?
La plática que se dio en todas las puertas sobre el poder obrero fue sencilla:
explicaba los mecanismos mediante los cuales los patrones dirigen la fábrica y
el mundo, y cómo estos mecanismos podían ser rotos. Ante los patrones que
dirigen la producción: Poder Obrero.
Ante el poder patronal que marca los ritmos de producción y los turnos: Poder
Obrero.
Ante el poder patronal que establece quiénes son los que dan las órdenes y
que éstas deben ser siempre obedecidas: Poder Obrero.
Ante el poder patronal que decide quién tiene trabajo y quién no, cuánto se
cobra y cuánto no: Poder Obrero.
Ante el poder patronal que nos desune, nos felicita o nos regaña, nos asciende
o nos castiga: Poder Obrero.
Ante la ideología patronal: Poder Obrero.
Ante la mentalidad patronal de esto es bueno, esto es malo: Poder Obrero.
También organizamos festivales los domingos.
Algunos dicen que los festivales ayudan; nosotros no estábamos del todo con-
vencidos, pero la verdad es que sí ayudaron. En 100 días de lucha escuchamos
miles de canciones revolucionarias, algunas medio pesadas, otras buena onda;
vimos hartos teatreros y hasta un mago solidario con la huelga: “Aquí tene-
mos a los charros, soplamos dos veces, y... ¿qué pasa?... soplamos tres veces,
soplamos cuatro y ¡chingó a su madre el charro!”. El mago acompañó a la
huelga en sus momentos difíciles y en los mejores también.
Y qué decir del conjunto Hawai: “Nosotros nos solidarizamos con la huelga,
por eso nos vestimos de rojo y negro. Y ahora, para todos los caballeros y da-
mas que los acompañan: ¡Mazatlán!”

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De la huelga salieron animadores y compositores, seis corridos y un bolero;
un compa es capaz de sostener él solo un festival en La Presa frente a 300
gentes durante 4 horas. Hasta exagerábamos a veces. Una vez tuvimos a la
Conga Obrera de puerta en puerta, hasta seis horas, porque en todos lados
los hacíamos repetir.
Aumentó mucho la unión entre todos nosotros y la participación, a pesar de
los rumores y chismes que metían los perros de oreja, porque todos podíamos
hablar claro delante de todos y los problemas se discutían de frente.
Lo hacíamos en “las departamentales”. Primero creíamos que eran algo así
como reuniones nomás pa’ variarle. En las puertas más organizadas no fue
difícil armarlas, porque sólo tenían dos o tres departamentos revueltos. La
puerta uno, famosa por su eterno desmadre, a la que iban y venían comisiones,
visitantes, con 20 departamentos ahí revueltos, juegos de dominó eternos,
cantantes, magos, teatreros, grillos turistas, cineastas fantasmas, policías... en
esa puerta fue un desmadre armar la departamental, pero se consiguió.
Ya luego entendimos de qué se trataba: organizarnos de la misma forma en
que estábamos divididos a la hora de estar trabajando, por departamento de
producción. Los de engranes con engranes, los de mantenimiento con mante-
nimiento, los de ensambles con ensambles, y así hasta los 28 grupos en donde
todos se conocieran a todos, donde se pudiera discutir más a fondo que en la
asamblea y de donde salieran proposiciones a la asamblea general.
Ahí podíamos discutir problemas personales como criticar a los derrotistas, a
los desmoralizados... y también a los huevones, ¿cómo no? También en esas
asambleas departamentales se podía controlar el trabajo diario y repartirlo,
cosas que son necesarias hacerlas, pero que en la asamblea se armaría un
relajo quererlas resolver.
También en las departamentales podíamos discutir con más cuidado proble-
mas más serios, como ¿qué es un sindicato revolucionario?, ¿qué es el charris-
mo?, ¿por qué nuestro sindicato es diferente?
Y ahí preparamos la resistencia en el interior de la fábrica, formamos comisio-
nes de Control Obrero sobre la dirección, las finanzas y los errores de la huelga
y un chingo de cosas que salían de todos, porque a nadie le daba pena decir
esta boca es mía. Nos enseñamos a adueñamos de las decisiones.
A todos se nos informaba completamente de cómo iban las finanzas y las plá-
ticas con las autoridades y discutíamos que había que hacer en cada momen-
to, pero al mismo tiempo dábamos ideas de cómo evitar que los supervisores
nos dominaran cuando entráramos a trabajar para hacernos producir más o
dividirnos.
La empresa, mientras tanto, se dedicó a su viejo juego de utilizar a los del
Minero para querer asustarnos o comprarnos. Los mandaron por acá, a ve-
ces hasta armados, y nos agarraban cuando andábamos solos. Entonces nos
recitaban las canciones que les habían enseñado los charros para crearnos
desconfianza o darnos miedo. Algunos llegaron a provocarnos, pero siempre
los dejábamos igual que a los charros: hablando solos.

15
Contraatacamos al Minero haciendo marchas en la noche frente a su local.
Una vez los colonos los amenazaron tumbarle su letrero a pedradas. Al día
siguiente lo quitaron.
También emplearon otra táctica al mismo tiempo: enviaban cartas o mensaje-
ros a nuestras casas, a las esposas o las mamás de nosotros, acusándonos de
no sé qué mentiras y haciendo amenazas.

LAS MUJERES
Nuestras esposas y mamás reaccionaron al revés de como ellos pensaron. Le
entraron con más ganas al movimiento.
Desde el principio nos apoyaron mucho. Hasta se organizaron entre ellas y tra-
bajaron duro. Formaron brigadas que organizaron la ayuda de los de La Presa,
Martin Carrera, San Agustín, Providencia, Ticomán, Zacatenco. Consiguieron
varias entrevistas para presionar a Muñoz Ledo, Zertuche, Hernández, López
Mestre... y si no las querían recibir, le entraban por la fuerza.
“A mí no me dejaba participar mi marido. Decía: Esto es cosa de hombres,
el muy macho. No fue sino hasta las primeras acciones que realizamos, que
comprendió que era una lucha de todos. Lo que nunca nos dejaron hacer era
las guardias. En todo momento nos tuvimos que ganar a pulso el derecho a
participar en nuestro lugar en la lucha de SPICER.”
La verdad es que jugaron un papel decisivo. Se convirtieron en la columna
fundamental de apoyo y aliento para todos nosotros.
Muchos grupos políticos de izquierda se acercaron a nuestra lucha. Lamen-
tamos decir que de la mayoría no guardamos buenos recuerdos. Llegaron a
ver qué sacaban, a criticar desde las sombras, a dividir, O llegaron a ver los
toros desde la barrera. Pocos llegaron a servir y a sumarse. Muchas veces les
dijimos que si querían criticar lo hicieran en la asamblea. En la mayoría de los
casos no se aparecieron. Otras veces, las menos, lo hicieron, pero sólo para
insultar. Para explicarnos que nuestros dirigentes eran “reformistas”, “oportu-
nistas”, “economicistas” y quién sabe cuántas chingaderas más. Siempre les
respondimos lo mismo: “Si no les gusta la lucha de la clase obrera y no están
dispuestos a compartirla: a la chingada”. Las sectas se negaban a reconocer
que la lucha obrera, así como suena, éramos nosotros, y ellos los espectado-
res, los mirones.
La lucha no siempre iba para arriba. Muchas veces prendió el cansancio entre
nosotros. Y no era el cansancio de uno o dos, era el cansancio de todos. De
repente una puerta entera estaba “agüitada”, nadie quería hacer nada, no ha-
bía los voluntarios que siempre se presentaron para las comisiones. Hasta para
traer los frijoles o cortar leña nos hacíamos de rogar. Coincidía con que dos o
tres de nosotros fallábamos a las guardias y nos íbamos de “pedos”. Esto se
dio muchas veces, durante la huelga. Siempre coincidía con los momentos en
los que después de haber dado un gran empujón (una manifestación, un mi-
tin, un gran apoyo solidario), no teníamos clara idea de cómo seguir la lucha.
16
Contra el desgaste usamos dos recursos: sentarnos a discutir qué seguía, echa-
mos imaginación, planeamos nuevas acciones, o nos lanzábamos en campa-
ñas de autoagitación. Una noche los de la puerta tres, discutimos qué era eso
del desgaste, del cansancio, y decidimos hacer una manifestación hasta la
puerta uno para decirle a los compañeros que estábamos firmes.
La manifestación, de unos cincuenta compañeros, se fue gritando todo el ca-
mino, en descampados, en una vía del tren solitaria, en una carretera vacía.
Ahí tronamos la garganta para oírnos solos. Pero qué sabroso, carajo. Nuestro
nuevo grito fue “Ante el desgaste: ¡Poder Obrero!”
Los de la puerta dos contestaron con otra manifestación. Nos pasamos la
noche de manifestación en manifestación. Pueden decir que estamos locos,
pero nos sentíamos mucho mejor; y de pasada espantamos a los del Minero al
pasar frente a su local y agitamos un poco a los terceros turnos de las fábricas
de al lado y a los trasnochadores de la colonia La Presa.
El desgaste puede ser derrotado, si es analizado. El cansancio está en las cabe-
zas y en la baja conciencia. Los espías de la empresa estaban desconcertados.
Por eso no nos podían vencer, porque no nos podían entender.
Lo único que logró la empresa con todas sus marrullerías fue darnos más co-
raje para la lucha y traernos más apoyo. Cada día ponía más al descubierto su
porquería. Además todo el tiempo que dedicó a tratar de bajarnos los ánimos
y comprarnos, como si fuéramos igual que ellos, nos sirvió para unimos más y
organizarnos mejor para cuando entráramos a trabajar.
Sí, ya para cuando llevábamos casi un mes de huelga todos sabíamos perfec-
tamente cómo responder a las agresiones y provocaciones de la empresa a
la hora de estar trabajando, y estábamos seguros que iban a ser respuestas
parejas de todos los compañeros. Ya nadie iba a estar solo allá dentro.
Por estas fechas la empresa quiso dar el golpe decisivo a nuestro movimiento.
Los charros de la FAO ya estaban derrotados desde antes de la huelga. Para
inclinar la balanza a su favor a la empresa sólo le quedaba atraerse a unos cha-
rros más pesados. Entonces hizo que la FAO le pasara el Contrato Colectivo a
los del Sindicato Minero. Hasta sacaron grandes desplegados en los periódicos
anunciando el “traspaso”
Pero ni así pudieron. El 5 de agosto les contestamos con una marcha a la que
asistieron 7,000 compañeros, pero 7,000 compañeros que asistieron por sus
propias pistolas, sabiendo lo que querían y apoyándonos auténticamente. Dos
días después, a la empresa no le quedó otra que sentarse a firmar el convenio
y concedernos lo principal.

SE LEVANTA LA HUELGA
Así, la presión a las autoridades le fue llegando a la empresa, que además
estaba agarrada económicamente. Por eso le impusimos que se sentara a
dialogar. Y se logró el esquema de un convenio. ¿Nos equivocamos al levantar
la huelga?, ¿quién sabe? En aquel momento, la posibilidad de la represión se
17
veía cerca. Con la huelga declarada inexistente las autoridades se lavaban las
manos del conflicto y la empresa podía presionar a las autoridades del Estado
de México para que nos echaran a la policía.
Por otro lado, el entrar a trabajar ponía la lucha en los términos que a nosotros
nos convenían. Permitía que recibiéramos algún dinero, y nos lanzáramos a
probar, ante las agresiones que sabríamos vendrían de la empresa, el poder
obrero que habíamos estado ensayando en las reuniones departamentales.
Por eso se aceptó el convenio. Porque nos parecía que era un buen punto de
partida para seguir en la lucha por el sindicato independiente.
El convenio no era tan bueno como quisiéramos, pero detenía una represión
que cada día veíamos más cerca y garantizaba algunos de los puntos de lucha
que más nos habían preocupado: que la inspección se hiciera de inmediato,
que no entraran nuevos trabajadores a laborar, la reinstalación de los despe-
didos, el 25% de salarios caídos, el reconocimiento en las negociaciones de
nuestro comité, así como un compromiso de no represalias y prolongación
de contratos individuales por 4 y 6 meses más. “Si cumplen el convenio, con
lo que hemos ganado en la lucha, con todo lo que hemos aprendido y con
lo organizados que nos encontramos, podremos derrotar a la empresa en el
interior de la fábrica.”
Pero no nos hacemos ilusiones. “Estamos conscientes que los papeles firma-
dos sólo se respetan si son hechos valer por medio de la fuerza organizada de
los trabajadores.”
A las 8 de la mañana del viernes, cuando íbamos a levantar la huelga, llegaron
las autoridades, pero también los mineros: cientos de esquiroles que se pusie-
ron a cien metros de la puerta principal. Cuando los vimos, y nos dimos cuenta
que éramos muy pocos, ya que confiados con el convenio muchos se habían
ido a dormir o a cambiar, nos negamos a entregar la fábrica. La discusión
empezó a subir de tono... todos andábamos inquietos... llegó la policía, pero
también fueron llegando los nuestros. Parecía película de vaqueros: rodeados
por los ladrones, sin municiones, con el agua al cuello, Pero de pronto, de 300
que éramos, en dos horas nos juntamos como 2,000. Llegaron marchando,
coreando consignas, con sus mantas al frente: Martín Carrera, estudiantes de
Ciencias, Economía y Ciencias Políticas, sindicato de Trailmobile, Vidrio Plano,
trabajadores de Xalostoc, San Pedro de los Pinos, Mexicana de Envases, colo-
nos de San Agustín, nuestras esposas e hijos, los vecinos de Ticomán y de La
Presa, todos viejos aliados que con sus puros gritos hicieron retroceder a los
perros y esquiroles. Un triunfo más. Los charros se fueron y entonces sí entre-
gamos la fábrica.
Fue la fiesta. Tiraron cuetes al aire, se corearon las consignas de la lucha: ¡Ante
las tranzas de los charros, Poder Obrero! ¡Ante las autoridades corruptas, Po-
der Obrero! ¡ Ante la explotación patronal, Poder Obrero!
A mí me agarraron por un lado y por otro para tomamos fotos. Cada departa-
mento se fotografiaba, todos con el puño en alto.

18
LA SEMANA DEL PODER OBRERO
Se entró a trabajar con la clara conciencia que íbamos a la guerra. Los pocos
de nosotros que no lo entendían así, y que guardaban esperanzas en el conve-
nio pronto la realidad les dio de cachetadas.
Dos ejércitos entraban a la fábrica el viernes, uno, el patronal entraba dispues-
to a pasarse por debajo de los huevos el convenio. Sus fuerzas: capataces,
supervisores (salvo honrosas excepciones), ingenieros, perros (FAO) y charros
(mineros); con la ayuda más o menos disimulada de las autoridades, que se
supone deberían hacer la inspección en un día o dos y fijar fecha de recuento.
Nosotros éramos 750, fogueados por la huelga; con ideas claras de lo que
teníamos enfrente y una buena conciencia, táctica y organización.
El plan de la empresa consistía en meter esquiroles poco a poco para que los
fuéramos entrenando, posponer la inspección al infinito e imponer su poder
sobre nosotros a través de la presión, las amenazas, los gritos, las órdenes, el
tenor...
El viernes trataron de meter esquiroles y los sacamos donde los descubríamos.
Metieron 5 en un carro y hubo un paro general hasta que salieron corriendo
de la planta. La producción no se normalizaba ni se normalizaría mientras
siguieran agrediendo.
Tuvimos que organizar la resistencia con una velocidad enorme. Los prime-
ros choques fueron en el segundo turno. En el departamento de calabazos
se trató de imponer a Rangel que entrenara a un esquirol. Éste se negó. El
supervisor que no reconocía a nuestros delegados no quiso hablar con ellos y
entonces el departamento detuvo la producción. Corrió la voz por la planta.
Llegó un ingeniero, la raza se le hizo bola y el ingeniero retrocedió. Tuvieron
que llevarse al esquirol. Las autoridades inspeccionaban 6 o 7 por día y los
capataces y supervisores recorrían la línea amenazando. Entonces chocaron
dentro de nosotros dos posiciones que se hicieron muy claras en las asambleas
de turno del martes: la mayoría sostenía que además de los paros generales de
turno, dirigidos por el Comité de Lucha, cada departamento tenía autonomía
para dirigir sus propias acciones contra las agresiones de la empresa. Así se de-
cidió, y por eso la guerra que se desató en la planta era una guerra constante,
sin frentes de batalla, que estallaba y se detenía inesperadamente, volviendo
loca a la empresa, que sentía como su poder se caía en pedazos y cada vez era
menos dueña de la planta.
Los charros del Minero se presentaban todos los días a las entradas y las sali-
das de los turnos y presionaban con su actitud. La policía hacía también acto
de presencia.
La primera provocación se armó en la mañana en el departamento de ensamble;
un esquirol le rompió un pómulo a Lucas con un fierro. Todo ensamble paró
y se lanzó sobre el agresor que huyó corriendo, fue perseguido por toda la
planta hasta que se escapó. El paro de ensamble se prolongó hasta garantizar
que la empresa despedía al minero.

19
En el segundo turno continuaron las agresiones y las respuestas. Un compa-
ñero acusado de tortuguismo en flechas fue reportado y se respondió con el
paro. Además se impuso que la negociación fuera a través de nuestros dele-
gados. En otros departamentos nos negamos a recibir los reportes. Los ritmos
de producción y la forma de realizar las operaciones las decidíamos nosotros.
De turno a turno se corría la voz para igualar la producción.
Mantuvimos sobre los esquiroles y los capataces una guerra ideológica per-
manente. Ley del hielo, desobediencia, respuesta firme. A veces todos nos
quedábamos mirando a uno hasta que no sabía donde meterse, quería que se
lo tragara el suelo.
Los grandes cacas de la fábrica adoptaron dos posiciones: o sonrientes y za-
lameros o déspotas y agresivos, pero las dos actitudes nos resbalaban. Sabía-
mos quienes eran, y sus pinches gestos sólo nos servían para ver el calibre mo-
ral de estos perros de presa del capitalismo. Sosa era de los segundos y así le
fue. El departamento de relaciones industriales había sido centro permanente
de represión y venganza antiobrera. Así le fue a Sosa.
Uno de aquellos días estaba gritándole a la raza y volteó para ver en el buzón
de “sugerencias” una pinta; “Sosa, chinga a tu madre”.
Los baños estaban llenos de pintas y poco a poco éstas se fueron extendiendo
a los talleres. La empresa nunca pudo durante aquellos 10 días controlar las
paredes y cada vez que pegaba un comunicado éste era despegado o man-
chado con aceite.
La empresa despidió a Lucas con el pretexto de que había provocado la pelea
y el martes adoptamos el método de meterlo a fuerzas. “Reinstalación a hue-
vo” se llamó la operación. En la mañana lo metimos dentro de la bola y los
vigilantes que intentaron despedirlo fueron barridos por la ola. Lo pusimos en
su máquina y durante tres días lo hicimos. Como no lo quisieron reinstalar,
cambiamos de táctica.
En otros departamentos comenzó la guerra psicológica. A los perros se les
ladraba todo el día: “gua gua” y cantábamos una de las canciones del movi-
miento: “No nos moverán”.
El martes, a la salida del primer turno y entrada del segundo, los mineros,
cerca de 150, se acercaron a provocar y tratar de entrar a trabajar. Los del
segundo turno se colocaron tras las rejas y comenzó un mitin: “No pasan, no
pasan”. “Fuera charros del minero”, “Obreros sí, charros no”. Nos negamos
a entrar a trabajar hasta que se retiraron los charros. Entre nosotros y los
mineros quedaron 6 compañeros de los asesores del Sindicato Nacional del
Hierro. Bien pegados a la reja porque si los trataban de agredir los charros, los
metíamos a la fábrica. Llegó la policía y se desplegó. Patrullas y montados, po-
licías con escopetas. Uno de los asesores se acercó a un policía y le preguntó:
“¿Quién dirige la operación?” “-Aquí, todos- contestó el policía”. Ah carajo,
que policías tan democráticos. Aquello olía muy feo. Menos mal que los del
primer turno se dieron cuenta y empezaron a salir en bola.
Al ver que éramos muchos, los mineros se retiraron y el primer turno salió a
su asamblea en marcha.

20
El miércoles, el departamento de ensamble comenzó a realizar paros exigien-
do la reinstalación de Lucas. Media hora trabajaban y luego paro. Todo el pri-
mer turno se sumó a los paros. Se hicieron tres paros generales de 15 minutos.
En los primeros paros de ensamble se gritaba: “Lucas, escucha, tus cuates en
la lucha” y se oía el grito por toda la planta. La primera vez que Lucas lo oyó,
lloró de la emoción.
Cruces iba caminando por el patio cuando tocó la hora de paro. Miró su reloj
y ahí se detuvo. A su lado se detuvo un montacargas con otro compañero, y
ahí se quedaron platicando mientras duraban los quince minutos. Ahí llegó
el supervisor a echarles la bronca, pero lo tiraron de a loco hasta que el paro
acabó. Luego le dijeron: “Ahora sí, ¿dígame?” ¿Van a seguir haciendo paros?,
gritó el supervisor. “Algunos”, contestó el compañero.
En el departamento de Salustiano el supervisor invitó a los perros a tomar café
y el departamento paró la producción porque estaba prohibido tomar café se-
gún el reglamento interno. “O todos o ninguno” dijeron a coro, y le quitaron
la cafetera al supervisor... y se lo bebieron.
Después de los primeros días, empezamos a romper los reportes que nos en-
tregaban los supervisores. Otra medida que se tomó en algunos departamen-
tos fue pedir que cuando reportaban a uno, reportaran a todos. Esto unido a
que se acosaba a las autoridades laborales para que desarrollara rápidamente
la inspección. Al principio tener ahí a los inspectores de la Secretaria del Tra-
bajo nos frenaba, luego, cuando vimos la calaña de esos cabrones, ya no nos
frenaba nada. Cada vez que se paraba se asomaban desde los ventanales de
las oficinas a ver qué estábamos haciendo.
Lo primero que se quebró fue el miedo. Actuábamos como un solo hombre,
coordinados, sentíamos detrás de nosotros todo el peso de la fábrica y todo el
poder. Luego perdimos el respeto a las estructuras de poder patronal. Una vez
un gerente de producción se metió en medio de un paro a tratar de romperlo
y hasta patadas le dimos, tuvo que volver a subir las escaleras guardando la
figura.
Nos burlamos de ellos como nunca: “Están haciendo un paro, eso es ilegal”.
“¿Cuál?”, respondíamos. “Simplemente ustedes no están cumpliendo el con-
venio y nosotros no estamos a gusto.”
El miércoles, la asamblea del segundo turno salió en marcha desde el local
del cine Guevara en La Presa y llegó cantando hasta las puertas de la fábrica.
Cuando los vigilantes esperaban que nos paráramos para checar tarjetas y
entrar, seguimos en marcha hasta el interior de la empresa. Llegamos hasta
donde estaban los inspectores que habían trabajado un chingo ese día (habían
inspeccionado a ocho compañeros en 8 horas) y los presionamos con un mitin.
A partir de ese momento, las marchas se sucedieron en el interior de la fá-
brica, manifestaciones de 10 a l00 compañeros a cada rato. Cada grupo que
terminaba su trabajo salía hacia el comedor en manifestación, se regresaba de
comer en manifestación. Y todas ellas coreando consignas.
El segundo turno hizo tres paros el miércoles para imponer que se hiciera
más rápido la inspección. Cada uno de esos paros de quince minutos fue

21
acompañado de gritos y cantos. Era tan contagioso, que la mayoría de los
esquiroles comenzaban a jalar con nosotros en los paros.
La estructura patronal estaba destruida. Muchos supervisores querían renun-
ciar (presentaron sus renuncias como 15), los gerentes de producción ya no
bajaban a las líneas. Mestre, el gerente general, una vez que se asomó y le
chiflaron, ya nunca volvió a aparecer. Éramos los verdaderos dueños de 1a
empresa.
La presión los obligó a que aceleraran la inspección y el jueves inspeccionaron
a 80. Ese día suspendimos los paros generales y sólo sostuvimos el tortuguis-
mo para obligar a la empresa a que no obstaculizara la inspección con artima-
ñas como había venido haciendo. Jueves y viernes fueron días de tortuguismo
solamente. La producción bajó al 10%. Éramos como un reloj que caminaba al
revés, y no había capataz que pudiera enderezarlo.
El viernes rematarnos la semana del poder obrero con una presión tremenda
al tomar la oficina de nóminas Lo hicimos por que en nuestros sobres de raya
venía descontada la cuota sindical para ser entregada al Minero, y porque
además había un descuento por una defunción fantasma como antes acos-
tumbraban los charros. Los tres pinches pesos no nos importaban, lo que nos
importaba era que si se nos descontaban se le dieran a nuestro Sindicato y no
a los charros. El mitin volvió locos a los de nóminas, pero la empresa resistió.
Firmamos sobres bajo protesta, muchos ni los firmamos de recibido. Quizá
lo más importante es que obligamos a la empresa a que le pagara a Lucas su
semana. Todos los días que lo habíamos metido a huevo se los pagaron. Ahí
si doblaron las manitas.
Durante toda esa semana mantuvimos lazos con los grupos que nos habían
apoyado en nuestra lucha. Participamos en dos visitas masivas a Mexicana
de Envases, donde la empresa había tratado de sacar la maquinaria, un mi-
tin frente a otra fábrica del charro Cerón, y una marcha de apoyo con los de
Martín Carrera, que pedían: “Abajo las rentas, que se acaben los basureros en
sus colonias”.
La organización era sencilla: un comité de lucha, delegados departamentales
que se reunían por turnos, asambleas de turnos, asamblea general, asambleas
departamentales. Íbamos combinando todas estas reuniones para tratar los
problemas de diferente nivel que nos afectaban. Así, se dirigía la lucha, o más
bien que se dirigía, se marcaban los rumbos que la raza pedía, se analizaban
las situaciones, se preparaban algunas de las acciones, pero sobre todo, se
marcaban ideas que adentro se aplicaban según las necesidades. Por ejemplo,
teníamos la consigna general de asamblea de impedir la entrada de esquiro-
les. En las departamentales se acordó parar a los que se metieran y sacarlos.
En las de turno, hacer acciones conjuntas si la empresa no los sacaba.
Para el sábado, todos los restos del poder patronal habían quedado quebra-
dos en SPICER. Seguíamos fabricando ejes porque las máquinas no servían
para otra cosa, pero si nos lo hubiéramos propuesto, hubiéramos hecho tri-
ciclos para nuestros chavos o tractores para los compañeros campesinos. El
poder obrero había triunfado. El poder patronal estaba tronado, Los supervi-
sores y el gerente se fueron a llorar a sus casas.
22
EL TODO POR EL TODO
La empresa no pudo soportar el fracaso de su plan y quedarse sin su poder
dentro de la fábrica. Violó nuevamente los acuerdos respaldada por las autori-
dades. El lunes 18, al llegar a trabajar, nos estaban esperando: afuera, la poli-
cía; adentro unos gorilas dizque trabajadores de SPICER que nunca habíamos
visto por ahí; y en la puerta Sosa con una lista en donde aparecían los nombres
de 150 compañeros a los que se les impedía entrar.
Entonces todos nos negamos a trabajar y nos fuimos formados de 4 en 4 al
cine Guevara, allá en La Presa, para discutir qué hacíamos. Decidimos irnos a
la Secretaria del Trabajo donde estuvimos todo el día.
Luego nos instalamos en el Poli, donde quedamos acampados hasta el 29 de
septiembre. Teníamos que volver a organizar todo el apoyo popular que tuvi-
mos durante la huelga para lanzarnos nuevamente a la ofensiva.
En Zacatenco pasamos más de 40 días. Sin embargo, no pudimos conmover
gran cosa a un estudiantado apático y frío. No en balde parece que ahí se
están formando los nuevos capataces de muchas fábricas. Es feo decirlo, pero
muchas mañanas al acabar nuestras asambleas, hicimos marchas por Zacaten-
co, y lo más que logramos es un poco de apoyo económico y que se sumaran
un escaso centenar de estudiantes a nuestra lucha. Zacatenco fue una etapa
difícil de la lucha de Spicer. Pero le echamos ganas. Nos sentíamos desnudos
sin nuestra fábrica, sin nuestro poder obrero, sin la colonia La Presa al lado.
Aún así cada vez que salíamos de marcha por el Poli nuestros alaridos se oían
un kilómetro a la redonda.
La primera movilización que organizamos fue una marcha que salió de Zaca-
tenco. Ahí el gobierno se volvió a descarar como aliado de los patrones. Desde
la mañana la policía empezó a agarrar compañeros y no los soltó hasta que
terminó la marcha.
Además, la marcha fue reprimida. Primero no nos dejaban hacerla. Por fin nos
dejaron salir, pero enviándonos por lugares poco poblados y por llanos. Hasta
cortaron la luz, para acabarla de amolar. Y cuando íbamos llegando a la fábri-
ca Luxus, ya de plano nos impidieron seguir.
Todos nos desmoralizamos un poco, pero la mayoría siguió al pie del cañón,
tratando de encontrar nuevas formas de continuar la lucha. Sólo 10 cuates se
rindieron y regresaron a trabajar. Les faltó carácter.
Fue una gran marcha a pesar de todo, mucho mayor que la que habíamos
hecho en Ticomán, en Tacuba o en Indios Verdes; mucho más combativa, y
además, nuevos grupos obreros y populares se sumaban al movimiento. Para
nosotros era importante porque volvíamos a recuperar la solidaridad que des-
pués de la huelga se había debilitado enormemente por falta de información.
Mientras estuvimos en Zacatenco sacamos seis millones de volantes gracias a
los electricistas, y a las brigadas que los distribuían en los camiones todos los
días.

23
El 10 de septiembre citamos a una nueva manifestación que saldría de la Secre-
taría del Trabajo. De nuevo el gobierno la impidió, pero ahora con más fuerza y
en forma bien salvaje; envió docenas de patrullas que circulaban con las sirenas
prendidas, carros de bomberos, granaderos y motocicletas que eran lanzadas
contra nosotros muchas veces y a grandes velocidades. La última vez seguidas
por un camión de esos de pasajeros. De todas formas ahí nos quedamos hacien-
do un mitin.
Si la represión quisiera detener a la dirección del conflicto de SPICER, necesitaría
meter al bote a unos cien compañeros.
La dirección de la lucha de Spicer siempre fue colectiva, y nunca fue de nombre
o de nombramientos. Los dirigentes ganaron un lugar en las diferentes etapas
de la lucha.
Mientras se organizó la huelga la dirección era el Comité seccional y los asesores
unas doce gentes, que se ampliaba con los delegados departamentales más
activos.
Durante la huelga fue el Comité de huelga (unos 20 compañeros) elegidos entre
los más combativos, muchos de los que habían sido dirigentes en la primera
etapa dejaron de serlo en la segunda por desgaste.
En la semana del poder obrero la dirección la constituyeron los delegados depar-
tamentales (unos 40 compañeros).
En el campamento de Zacatenco nuevos delegados departamentales probados
por la lucha ocuparon lugares de dirección.
Y ahora, durante la huelga de hambre nuevos compañeros han llegado a la
dirección. Siempre ha sido una dirección compuesta de: Trabajadores de Spicer
(enorme mayoría), asesores jurídicos, compañeros del Comité Nacional del Sin-
dicato del Hierro.
Pero esta dirección pudo funcionar, ser útil, porque estaba firmemente clavada
en la base. Porque ejecutaba acuerdos de asamblea general, porque consultaba
siempre, porque promovía discusiones de puerta o asambleas departamentales.
Porque en la gran mayoría de los casos sometía a referéndum sus proposiciones
fundamentales.
Si algunas veces se tomaron decisiones antidemocráticamente fueron los me-
nos. En la mayoría de los casos, la democracia directa funcionó. Por eso hemos
podido estar más de 100 días en pie.
El lunes 29 de septiembre hicimos una asamblea en un local que nos prestaron
los trabajadores de El Ánfora. Ahí decidimos cambiar nuestro campamento al
5o. piso de la Secretaría del Trabajo para hacer más presión. Y allá nos fuimos.
En la noche del día que nos instalamos allá, el Secretario dijo que le diéramos
48 horas de plazo para enterarse bien del problema, que porque era nuevo en
el puesto.
Otra vez la misma canción: darle largas al problema para hacer que nos ablan-
demos. Tuvieron el descaro de decirnos que las soluciones no se logran por la
fuerza y que nos fuéramos a otro lado, que porque si no otros trabajadores iban
a seguir nuestro ejemplo.

24
El martes iniciamos otra forma de presión: la huelga de hambre. El Secretario
se asustó y hasta se comprometió a resolver en 48 horas el conflicto. Como es
natural, no cumplió su palabra. Cuando se cumplió el plazo tres de nuestras
esposas se unieron a la huelga de hambre.
La decisión del estallido de la huelga de hambre fue una medida casi desespe-
rada. Se tomó después de una kermes que hicieron los de Martín Carrera para
apoyarnos. No veíamos ya formas de aumentar la presión, la solidaridad esta-
ba disminuyendo. Nuevamente entre nosotros había cansancio, agotamiento.
Necesitábamos una acción que volviera a empujar la lucha de Spicer. Nos han
criticado mucho la medida. Nosotros decimos: ¿nos quedaba de otra? Nos gusta
tan poco como a ustedes, pero ¿nos quedaba de otra? Sabemos que le estamos
dando el placer a la empresa de ver cómo 30 de nuestros mejores compañe-
ros y compañeras desfallecen. Le hacemos fácil a un capitalismo que ha estado
matando de hambre a nuestro pueblo durante años, la muerte de un grupo
de nosotros... Pero ¿nos quedaba de otra? Fue una medida desesperada y dio
resultado. Nuevamente nos pusimos de pie, nuevamente comenzó a caminar la
solidaridad. Nuevamente ‘se levantó nuestra lucha... Ahora, no dejaremos morir
a nuestros compañeros. Y si alguno cae, tiemblen, cabrones.
Desde que se fueron a huelga de hambre, el apoyo y la participación ha au-
mentado mucho de nuevo. En la Universidad se han vuelto a organizar actos
que además que nos ofrecen un apoyo económico fuerte, sirven mucho para
presionar a las autoridades y extender nuestro movimiento para que muchos
trabajadores y gentes del pueblo tengan conciencia de cómo están las cosas.
Se han hecho mítines en la empresa (¡volvimos nuevamente!) donde los charros
corrieron, en las oficinas de la empresa, en el quinto piso de la Secretaria que ya
parecía nuestra segunda casa (no por los dueños, que nunca nos invitaron, sino
porque a cada rato llegábamos y nos acomodábamos). Y luego los mítines en El
Ánfora a los que acudieron organizaciones sindicales a damos apoyo.
La ayuda más potente dada a nuestra huelga de hambre, ha sido el paro de dos
horas realizado por los sindicatos de trabajadores y maestros de la U.N.A.M. que
junto con los estudiantes paralizaron la Universidad a todo lo largo de la ciudad.
Un paro que fue acompañado por 142 mítines que reunieron a todos los paris-
tas y en cada uno de los cuales hablaron nuestros compañeros.
El mismo día que se fueron a huelga de hambre las señoras, participamos en
una manifestación para protestar por los crímenes en España y dar nuestro apo-
yo a los trabajadores españoles, que llevan una lucha igual a la nuestra.
Los que la organizaron ya se estaban echando para atrás cuando estábamos
todos reunidos. Pero nosotros ya sabemos que perro que ladra no muerde, y
empezamos la marcha. Entonces se nos unieron los demás.
A nosotros nos importaba mucho esa marcha para manifestar que las luchas
de todos los trabajadores es una sola. Cuando empezamos nuestra huelga es-
tábamos solos. Pero poco a poco se fueron viendo claro quiénes eran amigos y
quiénes enemigos, hasta que se convirtió en una lucha de todos los trabajadores
contra los mismos enemigos: los patrones.

25
El lunes 20 de octubre, cuando 55 llevaban 21 días de huelga de hambre, las
mujeres tomaron el 5º piso de la Secretaría del Trabajo y se realizó un mitin en
el campamento al que asistieron 3 mil compañeros. Cerca de 40 organizacio-
nes sindicales y populares dieron su solidaridad, que terminó con una marcha
hasta la Secretaría que tomó por sorpresa a la policía y que no pudieron impe-
dir. Ese mismo día en varios países europeos y en Canadá se realizaron actos
de apoyo a nuestra lucha, y en provincia hubo varios mítines de apoyo.
El martes 21 se celebra una nueva asamblea y se han citado un nuevo paro
en la Universidad para el día 22, una marcha en Atzcapotzalco para el 23 y un
mitin en el campamento el 24.
El fin de esta etapa de nuestra lucha se acerca. Para el mitin del viernes 24,
nuestros compañeros de la huelga de hambre llevarán 25 días de huelga y la
lucha de Spicer desde que se inició la huelga llevará 117 días de lucha conti-
nua. No estamos tratando de implantar ningún récord, nadie nos escogió en
México para que jugáramos ese papel, no somos los mejores ni los primeros,
otros han luchado más y más fuerte que nosotros, pero hemos estado a la
altura del compromiso que nos echamos.
Si el pueblo es capaz de seguirnos apoyando y nosotros de resistir la presión
económica y el cansancio, probablemente logremos doblar a Spicer, una com-
pañía transnacional que se ha convertido en la más fiel y perruna defensora
del capitalismo mexicano. Si no soportamos el desgaste producto de una lu-
cha tan larga y a la debilidad de las fuerzas independientes de nuestro pueblo
que no da para más, probablemente tendremos que aceptar una victoria a
medias. Quizás la salida esta larga lucha sea la represión. Sea lo que sea, sepan
que Spicer no es el final de nada. Es el principio. Al menos para los que vivimos
Dondequiera que terminemos En Spicer, con nuestro sindicato Independien-
te, fuera de Spicer, trabajando en otras fábricas, en la cárcel o despedidos
inscritos en las listas negras de la patronal sepan que nos hemos echado un
compromiso encima: crear uno, dos, tres, cientos de Spicer, abrir el camino de
la independencia y libertad de la clase trabajadora. Empezar a cavar la fosa del
capitalismo mexicano. Ese es nuestro compromiso
México D. F., a 2l de octubre del 75
Ante los charros, los patrones y las autoridades:
¡PODER OBRERO!

26
Antonio Villalba: la ceremonia del adiós

Luis Hernández Navarro

Escasas semanas antes de morir, gravemente enfermo ya, Antonio Villalba fue home-
najeado por sus compañeros y amigos de toda la vida con una fiesta. No obstante su
debilidad física, bailó, comió y tomó, como siempre lo hizo. Casi al final de la cele-
bración dirigió la palabra a los asistentes para recordar que la lucha obrera debía ser
alegre. Al terminar su discurso sacó a bailar a su compañera como si fuera una boda
o unos 15 años y no una ceremonia del adiós.
Nacido en Chihuahua en 1944, simultánea y alternadamente dirigente y organizador
sindical democrático, cooperativista, educador popular, asesor laboral y promotor de
la lucha contra el libre comercio, nadó durante 45 años contra la corriente sin perder
el buen humor y el ánimo. Falleció a los 64 años de edad devorado por un mal que
le fue quitando la energía, pero no el compromiso con su causa ni la esperanza en
otro mundo.
Antonio Villalba militó toda su vida en el Frente Auténtico del Trabajo (FAT). Participó
en la formación de varios sindicatos nacionales de industria y de importantes coope-
rativas. Ocupó distintos cargos dentro de la organización y fue uno de sus principales
estrategas. Era conocido, apreciado y reconocido internacionalmente.
Surgido originalmente de las filas del sindicalismo cristiano en 1960, el FAT se convir-
tió con el paso de los años en una organización nacional de trabajadores autónoma y
democrática, dedicada a defender los intereses inmediatos e históricos de los trabaja-
dores, y a la promoción y lucha por un socialismo autogestionario. Dentro de sus filas
participan obreros industriales, empleados, campesinos y cooperativistas.
Desde finales de la década de los 60, el FAT ha participado en algunas de las luchas
obreras más importantes en el país. El intento de los trabajadores mexicanos de sacu-
dirse el charrismo sindical y darse instrumentos de defensa legítimos, particularmente
intenso durante los años 70, tiene en este frente uno de sus asideros fundamentales.
Sus asesores legales han desempeñado un papel clave en el acompañamiento jurídico
a otros sindicatos, que, sin ser parte del FAT, coinciden en la lucha por la democracia
sindical.
Antonio Villalba fue nombrado muy joven secretario general del sindicato indepen-
diente de la embotelladora Pepsi-Cola en Chihuahua. Allí vivió su primera prueba de
fuego. Los trabajadores fueron despedidos y su huelga fue declarada inexistente.
Durante meses tomaron las calles y plazas públicas de la ciudad. Algunos fueron de-
tenidos. Nunca se les hizo justicia. La CTM, apoyada por la policía y reconocida por el
gobierno, firmó un contrato de protección sindical con la empresa.
Como resultado de esa lucha, Villalba fue boletinado, es decir, su nombre fue incluido
en las listas negras elaboradas por los empresarios de Chihuahua para no contratar a
“revoltosos”. Buscando trabajo se fue, como muchos otros paisanos, a Estados Uni-
dos, de donde fue deportado.

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Villalba fue nombrado responsable del trabajo de organización del FAT en Chihu-
ahua. En 1972 y 73 participó, junto con los maestros y los electricistas democráticos
de Rafael Galván y colonias en la formación del Comité de Defensa Popular (CDP).
Organizó cuatro sindicatos en ese estado: la Junta Municipal de Agua, la fábrica de
escobas La Nacional, el aserradero Las Palomas y los mineros de La Perla.
Desde ese entonces desarrolló las cualidades por las que fue conocido en el movi-
miento sindical: honradez e integridad, gran capacidad de comunicación y enorme
facilidad para relacionarse con los trabajadores; constancia y audacia, disposición a
aprender lo nuevo y a transmitir sus conocimientos con sencillez y paciencia; capaci-
dad de negociación, combinación de la lucha legal con la acción directa en la fábrica
y las calles. A pesar de las dificultades que implica la organización obrera indepen-
diente, Villalba no perdía el ánimo ni dramatizaba innecesariamente las cosas.
En 1973-74 participó activamente en una de las tres grandes huelgas que sacudieron
el movimiento obrero mexicano: la de Cinsa-Cifunsa, en Saltillo, Coahuila (las otras
dos fueron la de la General Electric en Xalostoc y la de la Liga de Soldadores en la
construcción de la refinería de Tula, Hidalgo). Villalba fundó allí una escuela de for-
mación sindical y dio continuidad al movimiento.
En 1975 asesoró en la ciudad de México, junto a Paco Ignacio Taibo II, la huelga de
Spicer, experiencia clave de la lucha obrera en el país, con su legado de organización
departamental, democracia directa y acciones sobre la producción.
Cuando quedó claro que la clase obrera no iba al paraíso, derrotados los electricistas
democráticos de Rafael Galván, burocratizado el sindicalismo universitario y agotada
la fase de las grandes luchas fabriles, Antonio Villalba acompañó al movimiento en
su derrota. Se trasladó a vivir a la ciudad de México, habitando un modesto depar-
tamento del FAT, y mantuvo su misma disposición de servir a los trabajadores de
siempre. Para él no había lucha pequeña.
Villalba desempeñó un importante papel en la lucha de las fábricas de vidrio Vidriera
y Alumex, en Ecatepec, adjudicadas a los trabajadores, después de una larga huelga.
Los obreros constituyeron una empresa autogestiva y nombraron a su antiguo asesor
gerente de la empresa.
Conoció bien el movimiento sindical internacional, particularmente el de Quebec y
el de Estados Unidos. Su facilidad para hacer relaciones facilitó la construcción de
puentes solidarios entre organismos gremiales de varios países con México. Durante
unos pocos años vivió en España. Desde allí apoyó el trabajo internacional del FAT y
la relación con las agencias de cooperación internacional.
Como organizador sindical independiente, Antonio Villalba brilló con luz propia en
los momentos más brillantes de la lucha sindical, y también en los más oscuros.
Resistió la derrota y no perdió el piso con los pequeños triunfos. En un momento en
el que la izquierda partidaria ha perdido todo interés en el movimiento obrero y en
la democratización de los sindicatos, su trayectoria y su legado adquieren aún más
relevancia.

28
Cómo se obtiene un registro sindical
en el culo del diablo
Janette Góngora, entrevista con Antonio Villalba

Las palomas es un aserradero situado en plena sierra, a cientos de Kilóme-


tros de la ciudad de Chihuahua. En 1972, era apenas un poblado con unos
quinientos habitantes y casas de madera, por donde no había pasado la re-
volución ni el cardenismo… ni la historia. La vida del poblado eran los 140
trabajadores del aserradero y sus familias.
Antonio Villalba, viejo militante sindical, nos narra con todo detalle cómo fue
que se obtuvo el registro del sindicato del aserradero, donde hasta un caballo
fue defendido como un trabajador con plenos derechos laborales.
El sindicato de Las Palomas se alió entonces al Frente Auténtico del Trabajo
(FAT), organización que en ese mismo año consiguió el registro ante las au-
toridades laborales de otros dos sindicatos independientes de las estructuras
oficiales: el de la compañía Minera La Perla y el de Escobas La Nacional. Nueve
años antes, el FAT había obtenido, de manera sorpresiva, dada la estructura
sindical en Chihuahua, el registro del sindicato de la Pepsi-Cola.
Fuimos por enésima vez a la Junta Local de Conciliación y Arbitraje de
Chihuahua a registrar al sindicato del aserradero. No había sido fá-
cil, y tal como nos lo imaginamos, nos volvieron a poner miles de trabas.
-Hay una serie de problemas para registrar a ese sindicato -dijo el presidente
de la Junta- Ustedes saben que es necesario realizar una inspección en el cen-
tro de trabajo y está muy lejos; las vías terrestres son horribles y sólo se puede
llegar por avioneta. Yo, francamente, no puedo ir, pero tengo un ayudante
que… Bueno, si ustedes insisten y corren con todos los gastos… pues… tal
vez podría enviarlo.
-Totalmente de acuerdo- respondí. Si la inspección es lo único que falta para
darnos el registro, adelante, nosotros asumimos todos los gastos.
-Entonces, andando. Les voy a presentar a la persona que hará la inspección
para que se pongan de acuerdo.
Era un joven estudiante de leyes y, al parecer, todavía no tenía experiencia en
estas cosas. Pero eso no me importaba, si se atrevía a ir al “culo del diablo”,
ya era ganancia.
-Vamos a irnos en tren -le dije-. Ahora que, si tú prefieres, nos vamos en avio-
neta; pero si viajamos en avioneta, nos van a dejar en una pista de aterrizaje
lejísimos, como a siete horas del aserradero y de ahí hay que atravesar las
montañas caminando toda la noche. La otra opción es irnos en tren, llegar a
El fuerte de Sinaloa, y de ahí irnos en algún camión.
El inspector no daba crédito. Abrió los ojos y quedó mudo un instante.
-Mejor nos vamos en tren, porque las avionetas me dan miedo.

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-Hecho -respondí-. Nos vamos hoy mismo a las diez de la noche. Arregla tus
cosas y paso por ti a las nueve y media. ¿De acuerdo?
Ese mismo día nos fuimos en el tren pollero que salía de la ciudad de
Chihuahua. Se veía entusiasmado y toda la noche platicamos sobre los
problemas sindicales, los trámites legales, etcétera. Le comenté que allá, en el
aserradero, a los trabajadores no les pagaban en efectivo sino con puros vales
hechos en papel estraza, sin sello, sin nada. Para cambiarlos, tenían que ir a la
tienda del cacique del pueblo y éste aceptaba el vale porque llevaba la firma
del superintendente. Si la gente lo cambiaba por alimentos, les rebajaban 10%
del vale, y si querían dinero en efectivo, les descontaba 20%.
- En pocas palabras -le dije-, se asemeja a una tienda de raya de la época
colonial.
La compañía se negaba a pagarles en efectivo porque decía que había muchos
asaltantes. Y el cacique, como tenía mucha feria –porque además era narco-
traficante- se llevaba los vales en su avioneta a Chihuahua y allá la compañía se
los hacía efectivos. En fin, platicamos de muchas cosas, y cuando llegamos a
las barrancas del cobre, como a eso de las seis de la mañana, empezó a pegar
un calorcito cabrón y el hombre aquél empezó a estornudar y a estornudar.
-Nada más falta que éste se me enferme- pensé. No, no puede enfermarse
ahora que vamos a la inspección. Pero si se enferma, ¿qué hago? No me
importa, enfermo o no, me lo llevo al aserradero a practicar la inspección.
-¿Qué le pasa inspector, le quiere dar gripe?
-No, no se preocupe. Soy alérgico al calor, pero ahora que baje tantito el sol,
se me quita el estornudo.
-¡Ahora que baje tantito el sol! –pensé-. Pero si apenas son las seis de la ma-
ñana, para mediodía éste se va a morir cuando estemos a cuarenta y cinco
grados.
Estornudo tras estornudo, llegamos a El Fuerte de Sinaloa a las tres de la tar-
de. Se suponía que un camioncito hacía el recorrido hasta el aserradero dos
veces por semana, pero ese día, precisamente ese día, se había descompuesto.
-¡Yo me regreso! Si no hay manera de llegar, no es mi culpa.
-Nada de que te regresas, ahorita vemos cómo, pero llegamos a güevo.
Mientras el inspector se detuvo a tomar un refresco, yo anduve preguntando
cómo le podríamos hacer para llegar a Las Palomas, hasta que alguien me dio
una pista.
-¡Inspector, inspector! Hay una persona que tal vez pueda llevarnos al aserra-
dero.
-Y, ¿quién es?
-El Chamorro
-¿Quiééén?
-El Chamorro.
Ni tardo ni perezoso fui a buscarlo. Era todo un personaje el tal Chamorro.
Tenía un puesto en el mercado y una camioneta toda destartalada en la que
transportaba su mercancía.

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-Sí, yo puedo llevarlos, pero será otro día. Ha llovido bastante y los caminos
están intransitables. Además, no tengo a quien dejar en el puesto y la mercan-
cía se me va a echar a perder.
Se nos estaba echando pa’trás. Insistía en que había muchos asaltantes en el
camino y que sería muy peligroso porque, como había estado lloviendo, la
camioneta podría desbarrancarse.
-Pues si no hay quien nos lleve, yo me regreso- insistió el inspector.
-Ya te dije que aquí nadie se raja. Ahora llegamos porque llegamos.
El Chamorro, nada tonto, aprovechó la situación y nos condicionó el viaje.
-Bueno si me pagan dos mil pesos, me lanzo a llevarlos-
-¿Dos mil pesos? ¡Es un dineral!
-Pues sí, pero es muy peligroso. Lo toman o lo dejan.
El inspector se estaba medio frunciendo. Así que, en caliente, acepté pagarle
lo que pedía.
-Está bien Chamorro, te pago los dos mil pesos, pero salimos ahora mismo.
-Trato hecho. Le aviso a mi familia, le pongo gasolina a la troca y listo, nos
vamos tendidos.
Mientras que el Chamorro hacia sus arreglos, nosotros fuimos a comer. Escogí
un lugar con sombra, donde no pegara el sol directo, pero el inspector seguía
estornudando. Yo nomás cerraba los ojitos y doblaba la cabeza.
-Coma bien inspector, porque todavía falta lo mero bueno.
-Sí, sí. Aaaachú. Ya voy, aaaachú.
Salimos de El Fuerte con el Chamorro y dos parientes más que trajo por si la
camioneta se atascaba o nos asaltaban en el camino.
-Entre cinco -dijo-, nos iría menos mal.
Y ahí vamos, llevando al inspector con su credencial, que nadie sabía que cosa
era, pero, en fin, ahí llevábamos a una autoridad. Llegó la noche y nosotros
subiendo y bajando montañas con unos precipicios altísimos. Al circundar una
montaña por el lado derecho, la lluvia arreció y la camioneta se patinaba de un
lado a otro chisporroteando agua.
-¡Párate Chamorro!, yo me bajo.
-¿Y a dónde va a ir caminando, inspector?. Aquí no vive nadie.
-Me voy para atrás con tus parientes
-Pero se va a mojar. No ve que está lloviendo.
-Si pero no me importa, porque si la camioneta se cae para un lado, yo brinco
para el otro. Así es que párate.
El inspector realmente estaba asustado, y así, asustado, se fue rápidamente
para atrás. Iba mojándose y batiéndose de lodo, pero creía que salvaría su vida
si la camioneta se volcaba.
Al cruzar los ríos, los cables de la camioneta se mojaban y el motor se paraba.
Entonces, con el agua hasta el pecho, la empujábamos para sacarla del
atolladero.
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-¡Ay, mamá! Mira nada más dónde anda tu licenciadito. ¿Qué van a hacer mis
hijos si yo muero aquí? ¡Ay, mamá! Tú que querías que yo estudiara leyes.
Cuándo me iba a imaginar que terminaría en esto.
El hombre aquél iba encabronadísimo, no dejaba de gritar, respingar y estor-
nudar. Como a eso de las doce de la noche llegamos a un lugar donde vendían
comida. Despertamos a la señora y nos preparó de comer bien sabroso. Con el
espíritu fortalecido por la botana, continuamos el camino. Total, fuimos a dar
al aserradero al día siguiente a las siete de la mañana. En cuanto llegamos a
Las Palomas, el inspector me dijo:
-Junta inmediatamente a la gente porque vamos a hacer una inspección rápi-
da. Yo tengo prisa por regresar a Chihuahua.
Pero da la casualidad que el día anterior habían tenido una boda en el pueblo
y todos estaban pedos, toda la gente hasta la madre. Al secretario general del
sindicato, ni con agua lo podíamos mover. Tocábamos las puertas y las seño-
ras abrían diciendo que se acababan de acostar.
-Anoche hubo bailongo y tomaron mucha lechuguilla, ya sabrá señor que
pega re duro y ahora ni quién los pueda levantar.
Yo les había advertido que iría con el inspector de trabajo a levantar un acta
para conseguir el registro sindical. Entonces las señoras comenzaron a desper-
tar a gritos y cubetazos de agua a sus maridos.
A las once de la mañana logramos juntar a la gente en la escuela; todos ca-
yéndose de borrachos y hablando incoherencias. Ahí estaba el inspector sin
creer lo que veía.
-Quieres ir inspeccionando uno por uno, preguntándoles sus nombres, su vo-
luntad, ¿quieres que se identifiquen? Aquí están todos y queremos el registro.
-No, no, rápido, que respondan juntos.
-¿Todos son trabajadores del aserradero?- les preguntó.
-Sí, sí-, contestó la gente.
Rájatelas, ya estuvo la inspección. Se supone que él tenía que inspeccionar a
uno por uno, pedirles que se identificaran y pedirles su opinión, pero el hom-
bre llevaba prisa y continuaba estornudando.
-Ahora sólo necesito que el superintendente de la empresa me ratifique que
todos éstos son sus trabajadores.
Y ahí vamos a la casa del superintendente. Era un gánster gordo que trataba
muy mal a los trabajadores. Sólo que el día anterior también se había embo-
rrachado con ellos. Lo despertamos como pudimos y en cuanto abrió los ojos,
el inspector se presentó.
-Vengo de la ciudad de Chihuahua. Soy la autoridad del trabajo y quiero ha-
cerle unas preguntas. ¿Toda la gente que hay aquí trabaja en la Compañía?
-¿Dónde más? No me moleste, déjeme dormir- respondió el superintendente.
Al mismo inspector le parecía una pregunta estúpida, en cientos de kilómetros
no habíamos pasado por ningún otro poblado en el que pudieran trabajar,
pero no quería pasar por alto esta formalidad.

32
-Bueno inspector, ¿ahora que falta?
-Nada, nada. Pero ya sabes, ahora tienes que ponerte a mano.
-Claro que nos vamos a poner a mano, inspector, pero cuando nos den el
registro. Mientras tanto, ¿por qué no se echa un sueñito? Ya lleva más de
cuarenta y ocho horas sin dormir.
-No, no. Ahora mismo nos regresamos.
-Oiga, pero El Chamorro tampoco ha dormido y él necesita manejar.
-Pues que le ayuden sus parientes, pero yo me regreso hoy mismo.
-Bueno inspector, yo me quedo por acá. Tengo pendientes algunos asuntos
que quiero arreglar, Nos vemos en Chihuahua.
Le pagué a El Chamorro sus dos mil pesotes y me despedí de sus parientes. Yo
tuve que ir a La Perla, una mina que estaba todavía más adelante, en donde
asesorábamos a otro sindicato. Después regresé a Chihuahua para hablar con
el presidente de la junta y todavía seguía poniendo trabas al registro.
-A ver- redije, llame al inspector para que me explique qué falta.
El inspector entró a la oficina. Aún tenía ojeras y una cara muy pálida.
-Oye, licenciado, pues aquí el presidente quiere que nos echemos otro viajeci-
to. ¿Tú que opinas? ¿Falta algo?
-No, no- respondió inmediatamente. Toda está bien, ya le di mi informe y no
falta nada. Todo está en regla, yo no vuelvo a ir.
Así sacamos el registro del aserradero Las Palomas en 1972. Pero el asunto no
terminó ahí. Luego demandamos la firma del contrato colectivo y exigimos
que el pago fuera en efectivo, como lo establece la ley. Para ello conseguimos
que unos policías rurales hicieran una escolta y trasladaran el dinero desde
Chihuahua al aserradero. De esta manera, se evitaría la excusa de los asaltos.
Cuando exigimos la firma del contrato, hubo algunas amenazas a los trabaja-
dores. Les decían que los iban a despedir, pero como era la misma gente que
habitaba el pueblo, pues de dónde agarraban otra gente para que entrara a
trabajar al aserradero.
Una vez que logramos la titularidad del contrato colectivo, que a la gente le
pagaran en efectivo, que les dieran las mínimas prestaciones de la ley, nos
dimos a la tarea de organizar a los trabajadores por departamentos. Y ahí
empezó el jale.
En uno de los departamentos se concentraban grandes cantidades de aserrín,
y los tenían que ir a depositar a unas tolvas. No tenían cadenas o bandas para
transportarlo, así qué, cómo podían, lo cargaban y lo sacaban de ahí. Pero un
trabajador, nada tonto, llevaba a su caballo y con la ayuda del animal trasla-
daba el aserrín rápidamente.
Prontamente aprendió que: “a trabajo igual, salario igual” y comenzó a pro-
testar por el atropello que se cometía con él.
-Yo acarreo tres veces más aserrín que los demás y me pagan igual. Eso no es
justo, debo ganar otros dos salarios más.

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-Pero entiende- le decíamos, tú no trabajas más, al contrario, trabajas menos
que los otros.
-No sé si trabajo menos, pero lo que sí sé es que produzco el triple…
Y tenía razón, pero qué solución le dábamos a su caso. El traía a su caballo por
cuenta propia, nadie lo obligaba. Los compañeros, entonces, propusieron una
reunión sindical para tratar el asunto del caballo.
-Yo propongo -dijo alguien-que al caballo se le consiga un salario por el tra-
bajo que realiza.
-Pero ¿cómo le vamos a decir al superintendente que queremos un salario
para el caballo?
-Así tal cual: “Superintendente, si este caballo trabaja aquí, pues que tenga
también algunos derechos mínimos como el salario. O, ¿acaso no tiene dere-
chos como trabajador que es?”
-No, no es posible plantear eso- les dije.
-Pero se va a morir mi caballo de tanto trabajar y después qué hago sin él.
Usted ha dicho que el trabajo tiene ciertos derechos, entonces, ¿cuáles son
sus derechos?
-Bueno, bueno, pues que se vote a ver si estamos de acuerdo.
Francamente no sabíamos que cara iba a poner el superintendente. Yo había
defendido los derechos de los trabajadores, pero de un caballo… que yo me
acuerde nunca.
No sé si agarramos borracho al superintendente, o se le hizo algo natural, el
caso es que hasta un convenio con la empresa tuvimos que firmar, y en él se
estipuló el salario y la jornada de trabajo del caballo.
Pero ahí no paró el asunto. Alguien dijo que si defendíamos los derechos de
un caballo, éste tenía obligaciones con el sindicato, y que su primera obliga-
ción, era precisamente la de afiliarse y pagar sus cuotas.
-O qué, ¿queremos un esquirol en el aserradero?

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Soy obrero ¿y qué?
Margarito Mendoza
A mis compañeros obreros de Alumex y Vidriera
A las esposas de los trabajadores que apoyaron el movimiento
A los sindicatos solidarios, y a Ofelia, Toño Camargo y Lidia

Aburrido de una semana más de trabajo, me encuentro intranquilo este saba-


dito alegre; ardo en deseos de estar con mis cuates para echarnos dos o tres
cervezas. Bueno eso de dos o tres es un decir porque juntándome con ellos
es “pedo” seguro, y principalmente con Jorge; a ese cabrón, igual que a mí,
le encantan las cervezas bien frías. Total me decido y salgo de la casa. “Orita
regreso, jefa”.
Directo a la esquina donde pasamos las tardes cotorreando. Me llevo gran
sorpresa al encontrarme con el más educado de mis cuates que desde hace
más de cinco años se metió a Chambiar en el honorable oficio de soldado y en
todo ese tiempo no se había aparecido por aquí.
-Qué tal Alfredo, qué milagro. ¿Cómo te fue en el tiempo que has estado tan
lejos?
-Pues regular… ¿y a ti, cómo te ha tratado esta vida tan contradictoria?
-Pos aí la llevo- le respondo y pienso entre mí: “Pinche Alfredo sigue igual de
mamón, tratando siempre de pronunciar bien las palabras, como quien dice,
le echa un chingo de crema a sus tacos, pero es un cuate a todo dar; no tengo
por qué hablar mal de él”.
-¿Ya tienes rato aquí?
-Como media hora- me contesta al tiempo que mira su reloj, un Orient
nuevecito.
-¿No has visto a Jorge?
-Hace rato paso por aquí, dijo que venía de la chamba, que iba a llegar a su
casa y que ahorita regresaba.
-A ver si viene. Pásame un cigarro, ¿no traís?
-Sí, pero no traigo cerillos.
-Yo traigo- le digo mientras observo que saca una cajetilla de Raleig aún sin
destapar.
-Ah, caray, sigues fumando Raleig a pesar de lo caros que están.
-Pues claro, hijo, que esperabas- me dice de manera muy presumida.
-Tú sí sabes hijo, perjudicas tu salud con cosas finas; yo sigo fumando mis
Delicados sin filtro.
Se molesta al notar que lo cotorreo y me mira como diciendo, “Pinche go-
rrón”. Prefiero cambiarle la plática inmediatamente.

35
-Entós qué, hijo, ¿vas a disparar o no? para celebrar que nuevamente estás
con tus amigos.
-Ya vas. Pero esperemos a Jorge, también él quiere que nos echemos unas,
por eso me dijo que ahorita regresaba. Y sirve que aprovechamos para platicar
algunas cosas serias.
-Cabrón, hasta que dijiste algo bueno. Nomás no vayas a salir con que nos
metamos de “sardos” como tú.
-No hombre, es todo lo contrario- se pone muy serio y al instante continúa.-
Antes, cuando trabajaba de soldado creía que lo que decían y hacían los
millonarios estaba bien. Pero he aprendido que los pobres son los que tienen
la razón, por ejemplo, cuando los campesinos a la fuerza toman tierras para
trabajarlas o los obreros hacen huelgas demandando mejores condiciones de
vida. Ahora no sólo pienso que los trabajadores tienen razón sino que apoyo
sus actos.
Me quedo muy extrañado con todo esto, pues Alfredo antes pensaba exacta-
mente lo contrario de lo que ahora dice.
-Qué a toda madre hijo. Hasta que cambiaste tu manera de pensar- le digo, y
al momento me contesta todavía más serio:
-Así es, basta ver en nuestro derredor; mirar la miseria en que vivimos para
darnos cuenta de que algo anda mal.
Estamos en esta plática tan importante, cuando de pronto siento un patadón
en las meras nalgas que me hace voltear rápidamente. Es Jorge, tan encajoso
como siempre.
-No chingues cabrón, duele regacho- le digo mientras me las sobo.
-Entós qué, nos echamos unas o no- me dice, tratando con eso que se me
olvide el madrazote que me recetó.
-Te estábamos esperando- interviene Alfredo –Ahora que traigo para ponerme
a mano con algunas frías. ¿Qué les parece?, compramos unas caguamas y nos
las tomamos bajo la sombra de aquellos árboles, allá ni quien nos moleste.
-Ora pues- dice Jorge.
-¿Cuántas serán buenas?
-Las que quieras- respondo y Alfredo manda por ellas de volada.
-Tráeme seis caguamas, chavo, por favor. Toma el dinero y te quedas con el
cambio.
Después de un rato:
-Aquí están pero nomás sobraron cinco pesos- dice el chavo muy enojado.
-Ni modo- responde Alfredo-, tome cada quien las suyas y vámonos.
Agarramos dos cada quién y emprendemos el camino. Pero antes doy otros
cinco pesos al chavo que las trajo, se pone muy contento y se va corriendo
hacia la tienda.
-Qué buena está la sombra- dice Jorge-, cada quien destápese una para que
tomemos parejos, así nadie se hace pendejo.
36
A toda dar, pienso yo, pos la mera verdad me ando quemando. De un trago le
bajo casi la mitad a la méndiga caguama.
-Ora chúpenle.
-Vamos parejos- alega Alfredo tratando de medir el líquido de una con otra.
Se acomoda en la piedra donde está sentado, pone su caguama justo frente
a él y me dice:
-Pues si hijo, hace rato te decía que aprovecharíamos para platicar algo serio.
Platícame qué se siente trabajar de obrero.
-Uy güey, ¿es choteo o qué?
-No te enojes, hombre, ya te expliqué que ser soldado es defender los bienes,
los intereses de los ricos, nunca de los trabajadores, por eso quiero saber las
penas que los obreros pasan dentro de las fábricas. La mejor forma de saberlo
es estar trabajando dentro de una de ellas, pero llevo días buscando chamba
y no he encontrado. Ustedes estuvieron trabajando en una fábrica de vidrio y
muchos dicen que producir vidrio es un trabajo muy duro.
-Muy duro es poco, cabrón, son madrizas. Rolando turnos, sin descansar do-
mingos ni días festivos, los descansos eran entre semana.
“Trabajar de noche siempre me ha caído gordo, cómo chingan las desveladas.
El puesto de rayador-quebrador es el más duro dentro de la fábrica. Cada
máquina productora de vidrio necesitaba de tres rayadores-quebradores: uno
rayaba el vidrio con el cortador y los otros lo desprendían de la máquina, lo
acostaban en una mesa especial para eso y le cortaban los lados que siempre
deben salir gruesos. Se llaman bordes.
Estaba tranquila la cosa cuando sacábamos vidrio de seis milímetros. Es el
espesor más grueso que ahí se producía. Salía muy lento: una hoja, que medía
dos sesenta, cada cinco minutos. Pero puta madre, daba miedo producir de
dos milímetros, las hojas medían un metro y cada minuto salía una, además era
muy delgado, fácilmente se rompía y nos accidentábamos constantemente.
Pinches madrizas. Imagínate siete horas sin poderte apartar de la máquina
ni siquiera un minuto, con un calorón de la chingada –más de 60 grados de
temperatura-; sudábamos demasiado, no nos quedaba un sólo poro del cuer-
po sin que brotara sudor. ¡No estoy exagerando hijo!, había ocasiones en que
exprimíamos la camisola de tan mojada que estaba. Esto aumentaba en los
meses que más calor hace, como abril y mayo. Al terminar nuestras horas de
trabajo salíamos bien jodidos, ¿verdá, Jorge?”
-Sí mano, sin ganas de nada.
-En una ocasión un obrero no aguanto la chinga y se desmayó: cuando esta-
ba a punto de desmayarse sólo decía “me mayo”. Ahora muchos le dicen “el
Desmayao”. Tragábamos agua como burros. De veras que estaba dura la cosa.
Recuerdo que una vez subieron muy chingones, el gerente general y un diz-
que licenciado a ver cómo trabajábamos, se metieron hasta donde cortamos
el vidrio que es el lugar donde más fuerte se siente el calor. Pero por más que
se hacían los fuertes, pretendiendo demostrar ante nuestras burlonas miradas

37
que ellos también aguantaban el calor, antes de cinco minutos salieron de
prisa limpiándose el sudor de la frente. Se me acercó un obrero y me comentó
en voz baja: “A ver si es igual que estar en su oficina, sentadotes, sin trabajar,
hijos de su pinche madre.” Siempre que algún obrero hablaba del patrón o de
algún jefe de la fábrica lo hacía con coraje. Con rencor o con burla.
Falta de seguridad social, de equipo de protección en el trabajo, bajos salarios
y malos tratos para los trabajadores fueron algunos motivos de tantos que
influyeron en nosotros para entender que el patrón es nuestro enemigo.
Cambiamos de sindicato, de la CTM nos hicimos independientes. Esto costó
un chingo, no creas que fue tan fácil. Al principio el patrón nos trataba
muy mal, no cumplía con lo que nos prometía. Pero la cosa cambio cuando
entendimos que si todos unidos exigíamos lo que necesitáramos, fácilmente
lo conseguiríamos.
Qué suave la pasábamos ya con el sindicato independiente, no podíamos decir
al principio que era una cosa muy chingona, pero nos alegraba poder elegir li-
bremente a nuestro comité ejecutivo, a nuestros delegados. En fin, la mayoría
de los trabajadores en asamblea nombrábamos a quien debía representarnos
ante el patrón.
Cambiar de sindicato no fue tan fácil como se pudiera pensar; costó amenazas
y despidos. Primero en Alumex y después en Vidriera. Las dos fábricas produ-
cían vidrio y eran propiedad de Francisco Campos. Los obreros le decíamos
Pancho.
En 1974 se constituye el sindicato independiente en Alumex y en 1975 en Vi-
driera, pero como las fábricas eran del mismo patrón, en 1978 obtuvimos algo
muy importante: unificar la fecha de revisión de nuestros contratos y con esto
las dos revisiones se hacían como una sola. En salarios, vacaciones y aguinaldo
rebasamos lo que marca la ley, obtuvimos también el derecho exclusivo para
que el sindicato contratara al personal necesario, pago de transporte y becas
para nuestros hijos. Hasta un pavo para la cena de navidad con peso mínimo
de cinco kilos marcaba nuestro contrato colectivo.
Las friegas, las condiciones de trabajo, los salarios todo estaba de la chingada,
pero con nuestro sindicato independiente fue mejorando muchísimo.
Recuerdo la ocasión en que un obrero no podía levantar las láminas de vidrio
porque pesaban mucho; el patrón le dijo: Álzale fuerte, hijo de la chingada, si
no puedes vete a chingar a tu madre.
Si estaban bien controladas las máquinas y la producción estaba saliendo a
todo dar el patrón te felicitaba; si por algún error bajaba la producción, decía:
Son muy pendejos, muy flojos, no saben trabajar; en fin nos llovía duro. Pero
ya sintiéndose respaldado por el sindicato, que éramos todos, hasta el obrero
más tonto protestaba: “¿Qué esto no está bien así?, pos hágalo usté.”
Gracias a la fuerza sindical que fuimos adquiriendo vinieron los avances labo-
rales y económicos. Tanto que el patrón, al darse cuenta que cada día podía
menos con nosotros, intentó frenar nuestro avance con despidos, amenazas
y hasta secuestros.“

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-¿Secuestros?
-Sí. En 1977, a dos años de haberse constituido el sindicato independiente en
Vidriera fueron secuestrados José María Arríaga, ex secretario general y Erasto
Monroy, secretario de trabajo, quienes permanecieron ocho días en la una
cárcel clandestina vendados y amordazados. Después de tantas presiones del
sindicato los soltaron.
Arríaga me platicó que había estado cabrón; que después de golpearlos y
torturarlos feamente, metralleta en mano, les dijeron que si no dejaban de
participar en el sindicato les iba a ir peor. Noté que no tenía vellos en las cejas
y me dijo que les vendaron los ojos con cinta adhesiva que después de varios
días se pego muy fuerte y al quitársela se le arrancaron.
Los trabajadores supimos claramente que el patrón fue el único responsable
del cobarde secuestro de nuestros dirigentes, porque sólo a él le perjudicaba
que participaran en el sindicato; prueba de ello fue que los despidió por haber
acumulado ocho faltas injustificadas y aun así los liquidó. Lo que no quería era
tenerlos ahí porque ellos si lo atacaban macizo. A pesar de todo, seguíamos
avanzando.
Me vino a la memoria ahorita, el día en que Jorge estaba muy enfermo. Hacía
como una hora que habíamos entrado a trabajar y se sentía demasiado mal.
Pidió permiso para ir al Seguro Social y, diciéndole que se hacía pendejo, el
jefe se lo negó. En un momento también yo llegué a pensar que se hacía güey
para no trabajar. Pero cuando decididamente dijo que se sentía mal y que iba
a ir al Seguro aunque lo corrieran del trabajo, vimos que la cosa era seria.
El jefe accedió a darle el permiso pero aún de mala gana. Al otro día lo opera-
ron de la apéndice, ¿sí o no, Jorge?”
-‘Uta madre, ya mero me moría dentro de la fábrica.
”A los pocos días informamos por medio de volantes a los trabajadores de los
otros turnos y a los de Alumex cómo se había portado ese jefe de la chingada.
También advertimos al patrón que si no lo corregía nosotros lo haríamos.
Así con problemas por aquí y por allá fue pasando el tiempo, luchando siempre
contra las arbitrariedades del patrón y él pisoteando cuando podía nuestros
derechos. Diario teníamos que exigir cascos de protección, guantes y otras co-
sas que era obligación de la empresa proporcionarnos. Los guantes era lo más
necesario para trabajar el vidrio; por tanto uso se terminaban rápido y aun-
que hubiera un chingo almacenados la hacían cansada para darnos nuevos.
A propósito hacía esto el patrón con el fin de que nuestros representantes se
pasaran gran parte del tiempo exigiendo estas cosas y poco les quedara para
la organización interna del sindicato.
Para terminar con estas fregaderas del patrón, organizadamente decidimos no
trabajar cuando no tuviéramos el equipo necesario.
Con estas presiones tan chingonas cada que nos hacía falta algo para trabajar
nos lo daban inmediatamente. Seguíamos avanzando.
Más y mejores logros en cada revisión de contrato, por más que lo intentaba
el patrón ya no podía detener nuestro rápido ascenso.
39
El primer intento para acabar con el sindicato lo llevó a cabo el primero de
noviembre de 1979. Realizó un paro patronal ilegal, solamente en Vidriera.
Tengo bien presente que ese primero de noviembre era un día jueves, el
policía al que ese día le tocó guardia no permitió la entrada a los trabajadores
del primer turno, dijo que tenía órdenes superiores de no permitir la entrada
a nadie. Para esto, en días anteriores, el patrón mandó desmantelar parte de
la fábrica. Sacó de ahí y llevó a Alumex -su otra fábrica- partes de maquinaria
importantes para la producción, plantas de luz, millares de tabique refractario,
en fin, cosas de mucho valor.
Su plan era tenernos un tiempo fuera para desesperarnos y deshacerse de
nosotros y después reabrir la fábrica con un sindicato que él pudiera manejar
a su antojo. Todo esto sin preocupación alguna, pues seguirían sus obreros de
Alumex produciéndole enormes ganancias.
Estas chingaderas las utilizó el patrón con el propósito de acabar, primero con
nuestra organización sindical y después con el sindicato hermano de Alumex.
Al iniciar el paro patronal inmediatamente hicimos asamblea general en la
cual formamos comisiones para organizar el movimiento y poder resistir. Un
coordinador, una comisión de finanzas encargada de administrar el dinero
que entraba de solidaridad y de preparar los botes necesarios para los obreros
que debían salir a “botiar”. La comisión de prensa era responsable de que
se propagandizara al máximo el conflicto. Se debía solicitar el apoyo de los
demás sindicatos y organizaciones independientes y de eso se encargó la co-
misión de relaciones.
La comida para los obreros era hecha y distribuida también por una comisión.
Qué a toda madre guisan los obreros, carajo. La comisión de eventos organizó
dos festivales los únicos domingos que estuvimos fuera. Convivíamos la mayo-
ría de los obreros con nuestras familias; qué a toda madre nos la pasábamos.
Más que perjudicarnos con este paro el patrón nos benefició, porque aprendi-
mos a organizarnos mejor para combatir sus fregaderas.
Habíamos conquistado ya importantes prestaciones que el patrón no quería
seguir pagando y si en ese año su intento de desaparecer al sindicato le falló,
fue por la organización tan chingona que logramos con nuestros compañeros
de Alumex. Sabíamos que la intención de Pancho era terminar primero con
nosotros y después más fácilmente con ellos. Por eso fue que en asamblea
general acordaron apoyarnos económicamente: 50 pesos semanales por
trabajador y algo más importante todavía: sabotear la producción. Aunque se
consideraba que era muy riesgoso se dijo que era necesario bajar la producción,
porque al patrón no le importaba tener parada una planta mientras la otra le
produjera ganancias.
Y así se hizo, la producción bajo de 80 a 20 por ciento; esto le dolió mucho
al patrón. Lo peor para él fue que el vidrio se rompía misteriosamente, nadie
sabía por qué.
En esos días hicimos un mitin bien chingón frente a las instalaciones de Alu-
mex, sabíamos que el patrón estaba ahí. Los obreros que se encontraban tra-

40
bajando se asomaban por las ventanas y hacían un ruidazo de la chingada.
Agarraron como tambor las láminas de que está hecho el huacal de la fábrica
y golpeaban con lo que tuvieran a la mano. Golpeaban y coreaban consignas.
Qué a toda madre se oía: ¡Si cierras Vidriera, paramos Alumex! Recuerdo a un
obrero a quien le decíamos Borrego, golpeaba fuerte las láminas y delante de
los jefes gritaba. Era bien aventado.
Con todo esto, a veinte días de haber cerrado la fábrica, el patrón decidió
abrirla nuevamente, pero habíamos emplazado a huelga y había estallado el
día 19 por lo que tuvo que negociar con nuestros dirigentes el levantamiento
y las condiciones en que entraríamos a trabajar. Aceptó respetar nuestro con-
trato colectivo y pagar el cien por ciento de nuestros salarios caídos; no tenía
otra salida. Sólo nos pidió por favor, que aceptáramos el aguinaldo de ese año
en dos pagos porque en esos días de no producir se había quedado sin dinero.
El 21 de noviembre entramos a trabajar. Nuestra organización, nuestra fuerza
sindical se impusieron. Ganamos esa batalla.”
Voy agarrando el hilo de la narración cuando Alfredo interrumpe:
-Échate otro trago, hijo, para que hagas saliva y sigas contando, es muy inte-
resante.
-Pos destapa la otra, güey.
-Yo no puedo, destápala tú, Jorge. Y a propósito, ¿ustedes qué tal se llevaban
en la fábrica?- nos pregunta y Jorge contesta inmediatamente:
-Pos a todo dar, siempre hemos sido buenos cuates; a donde iba uno iba el
otro, ¿verdá, hijo?
-Sí, siempre nos hemos llevado a toda madre. Recuerdo que cuando nos to-
caba trabajar en el tercer turno, la hora que nos daban para cenar, como a
las dos o tres de la mañana, la aprovechábamos para descansar acostadotes
en el piso y bien acurrucados. En un tiempo acompañábamos a mi chava a la
escuela, se pasaban las horas de prisa y llegábamos a la chamba siempre con
la tolerancia, ¿te acuerdas, Jorge?
-Hijo de la chingada, por tu culpa siempre llegábamos tarde a la fábrica.
-Nuestros relevos al vernos llegar salían bien enojados del departamento, sin
chistar nada, pero eso sí, con su mano hasta atrás nos marcaban una perfecta
mentada de madre.
-Y para qué sirvieron tantas carreras, sí a los pocos días te mandó a la chin-
gada.
-y ‘onde que estaba bien enamorado de ella.
-¿Enamorado, güey? Te traía pendejo.
Alfredo interviene con su caguamota en la mano:
-Bueno por el momento olvídense de las chavas, tómense otro trago y vamos
a seguir en lo que estábamos, ¿ya van?
-¡Ya vas!- nos prendemos un cigarro, nos echamos otro trago y sigo platicán-
doles la historia.

41
-Olvidaba decirte que también para triunfar en el ilegal paro patronal, tuvie-
ron mucho que ver un grupo de concientes mujeres que formaron un comité
de esposas de los trabajadores. Ayudaban a cocinar, boteaban y pedían sin
pena alguna en las colonias cercanas, alimentos o algo para que los obreros
pudiéramos resistir. Fue una ayuda valiosísima.
“En los 20 días de paro patronal ocurrió otra cosa bien chida: tres obreros
nos traicionaron. Obreros lambiscones; desde que empezó el movimiento no
se presentaron a las guardias, sólo pasaban y se burlaban de nosotros; anda-
ban de barberos con el patrón, creían que estando de su lado no les faltaría
la chamba, no sabían que los patrones sólo se aprovechan cuando les sirves;
cuando no, con una patada por las nalgas te mandan a la chingada. Así les
pasó a estos cabrones.
Cuando regresamos al trabajo, ellos también entraron como si nada hubiera
sucedido. Pero se las hicimos gacha; los trabajadores no estábamos dispuestos
a permitir que hubiera entre nosotros gente como esa. Cuando entraron a su
lugar de trabajo sus ex compañeros con mucho coraje los provocaban: ¡Aguas
unos perros!
Nuestros representantes les decían que se salieran y se negaron. Un obrero
enojadísimo se lanzó a golpes contra uno de ellos y otros con bolsas de hule
o algún bote viejo que habían encontrado por ahí les echaban agua y hasta
miados. Para que las cosas no pasaran a más, el sindicato notificó al patrón
que esos obreros no debían entrar a la fábrica, que sus puestos los ocuparía
gente nueva. Teniéndolos en su oficina sin hacer nada por unos días el patrón
pretendió defenderlos, pero no los queríamos dentro de la fábrica y a la fuerza
los hicimos firmar su renuncia del sindicato. Era difícil poderlos reacomodar
y el patrón prefirió mandarlos a la fregada. ¡Esto y más debe pasarle a los
obreros lambiscones!
Seguía pasando el tiempo y el patrón trataba de ganar nuestra confianza. Un
día aparecieron pegados en varias partes de la fábrica, memorándums en los
que se invitaba a los trabajadores a una comida que el patrón nos obsequia-
ba, porque según él estábamos respondiendo en el trabajo. Comida y rifa de
bicicletas al mismo tiempo.
Casi todos los obreros asistieron, estábamos de acuerdo en arrancarle todo
lo que se pudiera al patrón. Todo lo que nos daba lo aceptábamos siempre y
cuando fuera para todos.
En esa única ocasión, los trabajadores del turno en que andábamos Jorge y yo
no quisimos asistir, todavía teníamos coraje de todas sus mamadas que nos
hizo en el 79.
También el doce de diciembre de 1980, día de la Virgen de Guadalupe, el
patrón nos agasajó con una pachangota dentro de la fábrica: buena comida,
cervezas y hasta mariachis. A pesar de todo, ya no le teníamos confianza; es-
tábamos y siempre estaríamos en contra de él.
Después del paro del 79, hasta marzo del 81, fue casi año y medio de intensa
lucha. Nosotros a no dejarnos y el patrón a querer terminar, a como fuera, con
nuestra organización sindical.

42
Entre mayo y junio del 81, comenzó a hacer acciones más fuertes contra nues-
tro sindicato independiente: nos retuvo el dinero de las cuotas sindicales y
el de la caja de ahorros. Todo esto con el fin de provocar a los trabajadores
para que hiciéramos algo anormal y poder acusarnos de acciones ilegales. Un
notario público estaba en esos días permanentemente en las dos empresas.
No le dieron resultado esas maniobras y se aventó otra provocación más
cabrona: decide no pagar nuestros salarios. Dijo no tener dinero y que le
hiciéramos como mejor nos pareciera. El notario público seguía listo para dar
fe de las reacciones ilegales que los trabajadores cometiéramos. Pero con la
experiencia que habíamos adquirido en el sindicato, ante estas acciones del
patrón nosotros utilizamos las vías legales; emplazamos a huelga para proteger
nuestros intereses, pues empezaban a llegar representantes del seguro social.
Petróleos Mexicanos y de la Comisión de Electrizad queriendo embargar
porque, según ellos, la empresa debía grandes cantidades de dinero. Ya con el
emplazamiento se la pelaron, no pudieron embargar nada.
Las tres últimas semanas de agosto las pasamos sin recibir salario, sin embar-
go, seguíamos acudiendo puntualmente a las fábricas. Ya no había materia
prima para seguir produciendo y sólo cumplíamos con el horario de trabajo
que nos correspondía mientras la huelga estallaba. Entre esas semanas de
agosto, hicimos asambleas los 480 trabajadores y nombramos el comité de
huelga para que dirigiera el movimiento. Cada integrante del comité era res-
ponsable de una comisión.
El martes primero de septiembre de 1981, estalló la huelga a la una veinte
horas en Vidriera y a la una treinta en Alumex. Demandábamos: reapertura
de las fuentes de trabajo, el pago de los salarios retenidos y respeto a nuestro
contrato colectivo.
El primer día de huelga, recuerdo bien, algunos obreros preparaban el cam-
pamento, otros abastecían la cocina de trastos y alimentos necesarios para la
comida y los más jóvenes se trepaban emocionados a botear en los camiones.
Domingo y Mariano, obreros integrantes del comité de huelga y responsables de
organizar festivales y manifestaciones, ese primer día empezaron contratando
un camión en el que asistimos a una marcha que habían organizado los
trabajadores de Barrenas de México, que llevaban ya varios meses en huelga.
Más de cien obreros participamos.
Los encargados de las guardias y de la disciplina fueron Gabriel y Felipe, obre-
ros integrantes del comité de huelga que participaron bastante. Los respon-
sables de que se difundiera el movimiento fallamos mucho en esos primeros
días, teníamos sólo un mimeógrafo para elaborar volantes y no era suficiente.
Al principio hacíamos más de 30 mil; conseguimos otro mimeógrafo y la cosa
se normalizó.
La comisión de relaciones exteriores en pocos días visitó un chingo de sindica-
tos de los que consiguió ayuda económica de 10, 20 y hasta 50 pesos sema-
nales por trabajador; además a sólo diez días de huelga, consiguieron más de
cuarenta firmas para el primer desplegado que se publicó.

43
Qué trabajo tan chingón realizaron estos obreros que también formaban par-
te del comité de huelga: Juan Sauza, Eduardo y Claudio. Al frente de finanzas
y boteo estaban Montalvo y otro compañero a quien le decíamos Velador.
Nunca se me olvidará, lo a toda madre que guisaban los obreros encargados
de la cocina.
Voy a contarte algunos actos tan chingones que hicimos, con el fin de que el
patrón reabriera las fábricas (aunque no se ha conseguido). En primer lugar,
en compañía de muchos obreros de organizaciones independientes, hicimos
varias marchas del Monumento a la Revolución a la Secretaría del Trabajo.
¡Pero qué marchas tan a toda madre, deveras! Bien organizadas. Unos obre-
ros repartían volantes y boteaban, otros ponían pegas en los aparadores de
las calles y algunos otros pintaban en las bardas: ¡SOLUCION A LA HUELGA DE
ALUMEX Y VIDRIERA!
Cuando el recorrido por las calles terminaba, se iniciaba el mitin frente a la Se-
cretaría del Trabajo. Un chingo de obreros tapizábamos con pegas los cristales
de la puerta principal de la Secretaría, otros con pintura tapizaban de letras las
paredes. En la primera marcha atacábamos duro.
Cuando llevábamos mes y medio de la huelga realizamos una marcha más
chingona todavía; ésta partió de la fábrica Altos Hornos, que tenía ya algunos
días en huelga en Santa Clara, Estado de México, al Palacio Municipal de San
Cristóbal Ecatepec.
En el trayecto hubo provocaciones y enfrentamientos, el primero fue porque el
empleado de una gasolinera impedía que se pintaran letras en una barda, gol-
peó a una compañera nuestra y como dos o tres obreros le dieron en la madre.
El otro incidente estuvo más cabrón: un automovilista aventó su coche fuerte-
mente contra una parte de los trabajadores manifestantes, hiriendo a cuatro
de ellos; uno quedó atrapado entre las llantas y si esto no pasó a más fue
porque rápidamente como 20 ó 30 compañeros lo detuvieron a pura fuerza.
Recuerdo muy bien que ese cabrón aceleraba a todo lo que daba la máquina
del coche, sin que éste pudiera avanzar, porque los obreros lo mantenían en
el aire, otros aprovecharon rompiendo el parabrisas y golpeando a ese güey
para que dejara de acelerar. Hijo de su pinche madre, le dieron una madriza
y voltearon el coche con las llantas hacia arriba. Continuamos en la marcha
como si nada hubiera sucedido. Los dos compañeros nuestros que salieron
más lastimados, estuvieron unos días en la Cruz Roja, pero nunca se rajaron.
En esos días cambiaron a los funcionarios de la Secretaría y llevamos a cabo un
plantón para exigir que se recibiera a nuestro comité y poder exponer nuestro
problema.
¡Qué plantón tan a toda madre! Aunque nomás éramos como cien obreros,
hacíamos un gran escándalo y llenábamos los pasillos, unos sentados con las
piernas bien estiradas y otros acostadotes en el piso. Sólo un día duramos ahí;
nos prometieron que si desalojábamos el lugar al otro día nos recibirían. Y sí
nos recibieron. Pero igual que antes sólo nos dijeron que pronto se soluciona-
ría nuestro problema. Puras promesas.

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Presiones y presiones a los funcionarios de la Secretaría para que hicieran cum-
plir al patrón, ya los teníamos hasta el gorro, de todas maneras siempre se
hicieron una con él.
Recuerdo el día en que la Secretaría citó al patrón y a nuestro comité a platicar
sobre el problema; sólo debían asistir nuestros representantes, pero acorda-
mos asistir todos y cuando menos se lo esperaban armamos un griterío: ¡¡So-
lución, Solución!!
Lo que más les dolía a los de la Secretaría del Trabajo era que pusiéramos
pegas, y mucho tiempo se pasaban cuidando que no lo hiciéramos. Al entrar,
muchas veces nos revisaban; pero escondidos en los calzones o en quien sabe
dónde las pasábamos, el chiste es que había pegas en los baños, en los pasi-
llos y hasta en las sillas donde sentaban sus nalgas los funcionarios… miste-
riosamente aparecían.
Los asesores y los comités ejecutivos encabezados por Prisciliano y Francisco
participaron a todo dar. Y de nueva cuenta en este movimiento, volvieron
a colaborar con su valiosísima ayuda algunas mujeres esposas de los
trabajadores.
En los inicios del movimiento hubo otra cosa muy interesante que debo decir-
te: la participación tan chingona de los obreros que pedían ayuda económica
boteando en los camiones. Fue una participación importantísima, entraba un
chingo de dinero de boteo. Los primeros días a muchos les daba pena; putísi-
ma madre, después los hubieras visto, no los desanimaban ni las burlas, ni las
mentadas de algunos pasajeros inconscientes.
Muchos boteros fueron golpeados y amenazados por policías y disque agen-
tes judiciales. A muchos compañeros nuestros los golpeaban, les quitaban el
bote lleno de dinero y hasta el reloj o cosas de valor que llevaran. Y aunque se
identificaran como trabajadores en huelga de Alumex, la identificación valía
madre.
A pesar de todo, los boteros no le sacaban; desde Coacalco, Estado de México,
salían a botear hasta Guadalajara, Cuernavaca, Puebla, Pachuca y Tlaxcala,
entre otros lugares. Qué participación tan a toda madre la de estos compañe-
ros. Recuerdo a muchos de ellos que le echaron un chingo de ganas. Borrego,
Carvajal, Ardilla, Mustang, Jesús, Ponciano, Jorge, Güero y dos Braulios, uno
de Alumex y el otro de Vidriera… la hicieron gacha.
En una plática muy importante con el patrón, como a dos meses que llevá-
bamos de huelga, con el comité ejecutivo fuimos un chingo de trabajadores,
y nos dijo su última palabra: no abriría las fábricas, porque no le eran cos-
teables, no le convenían. Parece que sólo quedaba venderlas y liquidarnos.
¿Quién sabe?
De esa fecha en adelante, avalúo, juicio de imputabilidad, juicio de adjudica-
ción de bienes, en fin, un chingo de trámites que, la mera verdá, la mayoría de
los trabajadores no entendemos. Meses se lleva cada trámite en nuestro favor.
Rebasamos ya el año de huelga y la mayoría tuvimos que buscar chamba en
otros lados, sólo quedaron en las fábricas guardias muy reducidas, las que se

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deben mantener con cuotas de los que estén trabajando.
Diciembre de 1982. Sigue la huelga… ¿En que terminará?”
-Pos, esto es más o menos lo que sucedió en Alumex y Vidriera. ¿Qué te parece
Alfredo?
-Es una historia muy buena, lástima que siga la huelga.
-Tómense el último trago- dice Jorge.
-¿Nos echamos otras? ó no, mejor mañana.
-Sí porque ya es muy noche.
-Aí nos vemos, pues.
-Ya vas, pinche Jorge… fi, fi, fi, fi, fi.

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Pagando por trabajar: la lucha por la
dignidad en las gasolineras del DF

J. Alberto Fernández

Una de mis partes favoritas en la entrañable novela Los Días Terrenales, de


José Revueltas, es aquella en la que Rosendo y Bautista, dos militantes del
Partido Comunista, atraviesan un tiradero de basura –en donde también viven
los pepenadores- para llegar a la zona industrial con el encargo de pegar pro-
paganda del partido a las puertas de las fábricas. Como la propaganda debe
estar en su lugar antes de la entrada del turno matutino, la travesía se realiza
en plena madrugada. La absoluta oscuridad que los rodea sirve de marco a
sus monólogos interiores, en los que cada uno de los dos interpreta un suceso
que acaba de ocurrir (y que de hecho constituye el nudo de la novela, pero por
ahora lo dejaremos de lado) de manera diametralmente opuesta a la del otro.
En la narrativa magistral de Revueltas, el tiradero, la oscuridad y el ambiente
en general que constituía el simple trasfondo de los monólogos, adquiere
vida propia y termina por determinar los pensamientos y sentimientos de los
camaradas, sobre todo de Bautista. En cierto momento el lector empieza a
sospechar que la travesía del tiradero será interminable; Bautista y Rosendo
están atrapados en ese limbo que se convierte en un vórtice temporal, y por
un momento ya no queda claro si afuera los aguarda la ciudad industrial o la
vieja Tenochtitlan. Aparecen imágenes dantescas: la tenue luz de un cerillo
revela fugazmente a un perro devorando las entrañas de otro ser (¿un bebé
abandonado?). Bautista pisa heces humanas y su asco se proyecta hacia los
habitantes del tiradero, “seres infinitamente no humanos, pero vivos y terri-
bles”. Y de pronto, cuando la esperanza está a punto de extinguirse, aparece
el barrio industrial en toda su magnificencia.
La muy breve pero vívida descripción del barrio industrial establece un abso-
luto contraste entre las tinieblas del tiradero y la diáfana luminosidad de la
zona fabril, “aquel panorama de esfuerzo, de lucha, de activo combate... con
sus fábricas, con sus músculos, con su rumor sano, con su fragancia de aceite
y petróleo.” En suma, el bellísimo escenario del trabajo asalariado; un mundo
inteligible que revela sus secretos con poco esfuerzo: la apropiación por parte
del patrón del valor producido por el trabajo del obrero, el nivel de explota-
ción del trabajo, la organización del proceso de trabajo que facilita la colabo-
ración de los trabajadores (y que constituye la base de la solidaridad obrera).
A semejanza de los jóvenes comunistas de Revueltas, muchos activistas de los
derechos laborales, así como estudiosos del trabajo, partimos de esta concep-
ción nítida del trabajo asalariado desarrollada en todos sus detalles por Marx
desde la segunda mitad del siglo XIX. Nos permite entender de dónde pro-

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viene la ganancia del patrón y establecer una relación entre aquélla y nuestro
salario (nivel de explotación). De esta manera, vemos que toda conquista en
salario o prestaciones que le arranquemos al patrón se traduce en la reducción
del nivel de explotación de nuestro trabajo y, por ende, en una posible reduc-
ción de sus ganancias. Incluso cuando enfocamos nuestras baterías contra
los sindicatos charros, lo hacemos a sabiendas de que los charros son sólo un
instrumento del patrón para acrecentar y asegurar la explotación de nuestro
trabajo.
Esta dependencia en la explicación básica del sistema del trabajo asalariado
no es sólo nostalgia marxista, ni dogmatismo de ultraizquierda, tiene también
su lógica en el hecho de que esta noción del trabajo asalariado tiene una ex-
presión jurídica en el reconocimiento legal de la especificidad de la “relación
de trabajo”. La Constitución de 1917 reconoció que el sistema del trabajo asa-
lariado es esencialmente distinto de la simple transacción comercial entre dos
individuos que libremente pactan la compra-venta de un producto. Entrar en
una relación de trabajo (es decir, convertirse en trabajador asalariado) implica
entrar en una categoría legal de la que se desprende una serie de derechos.
Pero -,como diría Raúl Delasco-, aún hay más. Desde el Manifiesto Comunista
el buen Marx afirmó que el sistema del trabajo asalariado tiene dos resultados
esencialmente contradictorios desde el punto de vista obrero. Por un lado,
obliga a los trabajadores a competir ferozmente entre sí por los escasos puestos
de trabajo y por el acceso a las migajas de la “caridad” patronal. Pero por otro
lado, la organización del trabajo en las fábricas tiene el efecto inmediato de
fomentar la colaboración de los trabajadores entre sí (a fin de elaborar el
producto) y constituye de hecho un formidable campo de entrenamiento en
solidaridad y trabajo en equipo. Por ello, la clase trabajadora está tan bien
equipada y capacitada para construir una sociedad más justa con base en la
cooperación y no en la explotación.
Ahora bien, la realidad, esa terrible señora que se resiste obstinadamente a
encajar en la teoría, muchas veces nos muestra que este nítido esquema del
trabajo asalariado se escurre por cualquier resquicio que le abre tanto la inven-
tiva de la explotación patronal como las múltiples estrategias de supervivencia
de los trabajadores. Entonces, un poco como Rosendo y Bautista en el tira-
dero, los activistas laborales nos encontramos en la más completa oscuridad
conceptual y estratégica para encontrarle el sentido a ciertas situaciones labo-
rales que se nos presentan “impuras”, por así decirlo. Porque, por ejemplo, y
aquí -¡por fin!- entramos en materia, ¿cuál es el proceso de obtención de plus-
valía en la venta de gasolina? ¿Cómo podemos reducir el nivel de explotación
del trabajo cuando el patrón ni siquiera reconoce la existencia de una relación
de trabajo? ¿Cómo logramos crear y mantener la solidaridad entre cierto tipo
de trabajadores que son empujados a la competencia más despiadada sin el
contrapeso de una organización cooperativa del trabajo?
Llegados a este punto, digámoslo claramente: ¡el Sindicato de Trabajadores
de Casas Comerciales, Oficinas y Expendios del Distrito Federal, “objetivamen-
te” no debería existir! Pero el STRACC existe, y no sólo existe, sino que día con

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día crece y se fortalece. Así que vale la pena, para militantes y simpatizantes,
creyentes y escépticos, echarle un ojo a la historia de esta “anomalía teórica”,
que para muchos de nosotros es en realidad una prueba de la fortaleza e in-
finitas posibilidades de organización de mujeres y hombres trabajadores en
lucha por sus derechos y por hacer respetar su inquebrantable dignidad.
Pero vayamos por partes. El STRACC organiza a trabajadores y trabajadoras
del sector de los servicios y su columna vertebral son los despachadores de
gasolina. En el sector servicios en general y en otros ámbitos como la adminis-
tración pública, los trabajadores han venido enfrentando desde hace ya algún
tiempo una perversa forma patronal de eludir las obligaciones legales; ésta
consiste esencialmente en la autonegación. El patrón simplemente dice: “yo
no soy patrón, ni tú eres trabajador asalariado; tú sólo me prestas un servicio
de vez en cuando y yo te pago por él, y luego cada quien a lo suyo.” En el
gobierno esta forma de contratación está muy difundida. Los empleados, que
tienen horarios fijos y cadenas de mando (pruebas legales de la existencia de
una relación de trabajo), trabajan bajo contratos de prestación de servicios.
De esta forma, el gobierno se ha llenado de “freelancers”, o contratistas indivi-
duales, cuando en los hechos las oficinas funcionan con la misma regularidad
burocrática con el mismo ejército de empleados públicos.
La situación que enfrentan los despachadores de gasolina es todavía peor.
Aquí el patrón ni siquiera pretende contratar “freelancers”, ni pagarle a nadie
por sus servicios (de hecho no paga nada). Su argumento es básicamente: “yo
no soy tu patrón, ni tú eres mi trabajador, porque no tengo necesidad de tu
trabajo, las bombas funcionan solas; pero como soy muy buena gente te pres-
to mis bombas de gasolina para que te ganes una propina despachándoles ga-
solina a los clientes. Ahora bien, como te estoy dando chance de ganarte unos
pesos en mi estación, espero que la mantengas en buen estado, me ayudes
a vender mis productos y/o me dejes unos pesos como renta de la bomba.”
Este argumento es burdo, por supuesto, y prueba de ello es que el patrón
exige del trabajador la documentación necesaria para acreditar la relación de
trabajo ante el IMSS y las autoridades del trabajo. Sin embargo, la inexistencia
de la relación de trabajo es el argumento favorito que esgrimen los patrones
gasolineros cuando buscan eludir su responsabilidad en los casos de acciden-
tes de despachadores ocurridos en las estaciones de gasolina.
Surge entonces una situación difícil de explicar y entender para activistas labo-
rales que no están familiarizados con la táctica de la autonegación patronal, y
ésta es que el reconocimiento de la propia condición de trabajador asalariado
no es el punto de partida de la organización de los despachadores de gasolina,
sino uno de sus primeros objetivos. En otras palabras, los despachadores se
organizan en primera lugar no a partir de su condición de trabajadores asala-
riados, sino para llegar a ser trabajadores asalariados (al menos plenamente
en el sentido legal). Marx se estaría rascando la cabeza.
Por otro parte, es difícil encontrar una forma de organización del trabajo que
aliente mayor competencia que las estaciones de gasolina. Cada despacha-
dor o despachadora debe competir incesantemente con sus compañeros para
49
atraer clientes y ganarse una propina; cada cliente que gana un despachador
es una pérdida para todos los demás. El único atenuante es cierta rotación que
hace que los despachadores trabajen en pares o en equipos muy reducidos en
cada “isla”. En este caso, cada par o equipo compite con todos los demás y
el resultado es básicamente el mismo. La gerencia en cada estación general-
mente hace su parte para acentuar la competencia a través de favoritismos,
premios o castigos arbitrarios y la promesa de beneficios ligados al individua-
lismo y la traición al grupo.
Volviendo a las fuentes sagradas de la teoría. El proceso de trabajo en las
estaciones de gasolina está diseñado para suprimir cualquier intento de co-
operación a gran escala. ¿Por qué entonces los despachadores de gasolina
afiliados al STRACC han formado un grupo increíblemente cohesionado que
ha resistido el embate de patrones, charros y autoridades venales? ¿Por qué
los trabajadores del STRACC están en primera fila no sólo apoyándose mutua-
mente cuando hay recuentos sindicales de otros compañeros gasolineros sino
también demostrando su solidaridad con otras luchas de trabajadores?
Quizá algunos antropólogos sociales podrían acercarse al STRACC y analizar
todos los factores externos al proceso de trabajo que constituyen la base de la
solidaridad interna del sindicato. Quizá encuentren que la experiencia sociode-
mográfica compartida y el hecho de que todos hablamos con el mismo acento
del oriente del DF (de Aragón a Santa Úrsula) e idolatramos a Celso Piña, cons-
tituyen una base más sólida que la posición objetiva en el centro de trabajo.
Los estudiosos de la educación popular resaltarán el papel de la formación po-
lítica que lleva a cabo desde su fundación el Frente Auténtico del Trabajo, del
que todos los miembros del STRACC reivindican una afiliación incondicional.
Economistas y sociólogos verán en el STRACC un gran y promisorio ejemplo de
la supervivencia del sindicalismo tras el fin del sistema del trabajo asalariado.
Y otros veremos en el STRACC simplemente a un grupo de hombre y muje-
res, unos más jóvenes y otros más maduros, que han decidido reivindicar su
condición de trabajadores y tomar el futuro en sus manos, transformando la
realidad con su acción y abriendo nuevas formas de entender la participación
sindical en escenarios increíblemente adversos, con una visión radicalmente
liberadora.

STRACC, la utopía alcanzable

Salvador Arellano

En las postrimerías del siglo XX, en el año 1998 se gestó un movimiento al


interior de la gasolinera Servicio Santa Úrsula. Los trabajadores despachado-
res de gasolina nos inconformábamos, reclamábamos al patrón para que se
respetaran nuestros derechos laborales, la situación de indefensión que ve-
níamos padeciendo desde años atrás había llegado al límite. La forma que la

50
empresa nos trataba nos llevó a un grado tal de desesperación que no hubo
alternativa, luchamos por cambiar las condiciones denigrantes en que trabajá-
bamos o vivíamos o mejor dicho, moríamos, acostumbrados ya a los grilletes
que arrastrábamos.
La decisión que se acordamos los despachadores fue la natural, “vamos a lu-
char por reivindicar los derecho que nos han sido conculcados durante toda
una vida de trabajo en esta empresa”. El qué se había concretado, ahora venía
lo más difícil ¿Cómo hacerlo? Lo más sorprendente al inicio del movimiento
en Servicio Santa Úrsula fue que no teníamos la mínima idea de lo que era
organizarse, sin embargo tomamos acuerdos sobre un plan de acción a seguir
como si tuviéramos una vasta experiencia en el trabajo de organización.
En primer lugar se cerró la información a los trabajadores que sabíamos in-
condicionales al patrón, esto provocó romper el esquema de división que
prevalecía en la estación, porque la estrategia fue sumarlos gradualmente al
esfuerzo organizativo para que en el momento que detonara el conflicto ellos
fortalecieran el bloque, por los años al servicio del patrón y por la posibilidad
de interlocución que tenían con la empresa.
La situación en que trabajamos los despachadores de gasolina es totalmente
desconocida para la mayoría de los habitantes del Distrito Federal, de igual
manera para las organizaciones progresistas, sociales y sindicales. De tal for-
ma que cuando el grupo de trabajadores despachadores de gasolina denuncia
en los medios de comunicación su condición laboral, mucha gente no se ex-
plicaba como era posible que sucediera algo así en un país en el cual la demo-
cracia era el discurso de moda.
Importante para el movimiento fue que la entonces autoridad laboral, funcio-
narios de la Subsecretaría de Trabajo del Distrito Federal cumplían con su fun-
ción, dando cabal cobertura a los trabajadores cumpliendo lo establecido en
la Ley Federal del Trabajo. Era el primer gobierno local elegido democrática-
mente. Los mismos trabajadores teníamos reticencias de que las autoridades
hicieran prosperar la denuncia de unos simples despachadores de gasolina.
Con poca asesoría pero con mucha decisión y resistencia aguantamos los pri-
meros embates de la empresa, logramos que se nos pagaran los salarios y
prestaciones, que no se nos asignaran tareas más allá de lo que les corres-
pondía como despachadores de gasolina, pues si nuestro principal fuente de
ingresos son las propinas, era muy injusto. Fue una lucha ardua, un desgaste
físico, emocional, económico y sicológico. Pero sobre todo fue una experien-
cia religiosa para los trabajadores. La unión de la mayoría los trabajadores;
la terminación de las disputas entre compañeros; el respeto que mostraba
la empresa por ellos; todo era novedoso después de lustros de explotación y
humillación.
La decisión más importante fue el de no embelesarnos con lo que habíamos
obtenido, el cuestionamiento era ¿ahora lo tenemos, pero cuánto tiempo va
a durara? Que garantiza que podamos disfrutar nuestros derechos sin que
algo los trastoque, lo único que puede darnos la posibilidad de que nuestra
situación sea permanente es un sindicato. Así que se perfilo la necesidad de

51
afiliarse a alguna organización sindical. Por supuesto los trabajadores desco-
nocíamos que la empresa tenían sindicato de protección patronal y qué decir,
o por lo menos aspirar a entender, lo que significaba la contratación colectiva.
La siguiente meta se había definido: buscar un sindicato, pero ¿cuál? Por bue-
na suerte o por causas del destino nos abocamos a esa tarea, éramos bastante
desconfiados, no queríamos perder lo que tanto trabajo había costado. Visita-
mos a la CROC, CTM, CROM, CTC y hasta un sindicato que se autodenominaba
independiente, pero ninguno nos inspiro confianza, todas las personas con
las que hablamos ofrecían ingresar una demanda inmediatamente y ganar el
asunto. Solo preguntaban cuantos trabajadores éramos y sin asesoría o infor-
mación de por medio, nos hacían sujetos de cobertura. El desenlace de estas
visitas fue que al informar a los compañeros de la situación, hubo una total
decepción. Ninguno de los compañeros después de la información que se les
llevó, voto por afiliarse con alguna de esas organizaciones sindicales.
Circunstancialmente alguien nos proporcionó el nombre de Benedicto Mar-
tínez, del Frente Auténtico del Trabajo; llegamos tímidos y desconfiados al
FAT, solicitamos asesoría y para nuestra sorpresa, no se nos dijo que tenían el
asunto ganado, que había mucho por trabajar.
Se nos comentó que era muy difícil entrar en una lucha por cambiar el sindi-
cato, los trabajadores respondimos que no teníamos sindicato, Benedicto dio
la primera sacudida a nuestra ignorancia: “ustedes no tienen sindicato, pero
la empresa sí tiene un sindicato con el cual firmó un contrato, pactando las
condiciones de trabajo en Santa Úrsula”
Cuando informamos a los demás causó una gran sorpresa la diferencia abis-
mal entre el FAT y las otras organizaciones a las que habían acudido. En el FAT
no nos resolvieron el problema, nos enseñaron a organizar y a defender lo que
hasta ese momento habíamos ganado. Después de algunas reuniones con los
compañeros del FAT los trabajadores se convencierón plenamente de que lo
más importante era la organización comprendiendo que este concepto impli-
caba toda una serie de acciones para poder reclamar el cumplimiento integral
de sus derechos como trabajadores, la propuesta era la que habían buscado
los trabajadores muestran interés y deciden participar en el FAT.
El sistema jurídico mexicano, violatorio de la libertad sindical, no otorga re-
gistros a sindicatos independientes, pero ante la necesidad, desde el FAT nos
lanzamos a la tortuosa aventura de sacar un registro sindical en base a la
construcción de un sindicato real, construido a base de trabajo, militancia y
formación.
El FAT inició los trámites legales para constituir el sindicato para lo cual invita-
mos a algunas ONGs a ser parte de la constitución del sindicato de servicios;
entre ellas estaban el Centro Social Obrero, Comunicación y Capacitación, Ros-
tros y Voces, Movimiento Ciudadano por la Democracia, Trato Justo y Enlace.
Sorprendentemente cuando se les propuso la idea, algunas organizaciones ar-
gumentaron que no les gustaba la idea porque tendría que cumplir con la ley
y dar todos los beneficios a sus trabajadores y tal vez hasta podrían estallarles
alguna huelga dentro de las organizaciones, como ellos eran organizaciones
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constituidas sin fines de lucro y no generaban utilidades esta parte sería com-
plicada; confundidos por la actitud de dichas organizaciones, se pensó en la
posibilidad de construir un sindicato exclusivo de gasolineras
Finalmente estas ONGs aceptaron constituir el sindicato. Benedicto, Villalba y
mi compadre Rubén se encargaron de recabar las firmas de documentos para
la constitución del sindicato, esta parte del proceso no fue nada fácil porque
los trabajadores de las ONGs no estaban muy convencidos de querer ser parte
del sindicato y cuando los visitábamos en su trabajo se escondían. Mientras
tanto Benedicto y Villalba correteaban las firmas de afiliación por teléfono,
mi compadre llegó a hacer guardia en los domicilios de las ONGs, hasta que
lograron encontrar a los trabajadores para que estamparan su firma.
Paralelamente con el procedimiento legal por obtener el registro sindical, el
trabajo de organización continúa, el grupo al interior de la gasolinera va ga-
nando adeptos. Pero el movimiento en Santa Úrsula inquieta a otros traba-
jadores de la gasolinera Bonar que se encuentra ubicada algunos kilometro
hacia el sur de Santa Úrsula. Los despachadores tienen reunión con ellos y se
organizan para obtener el contrato colectivo de trabajo conjuntamente de la
estación de Servicio Santa Úrsula y Servicio Bonar.
El problema que se nos presentó después fue que la JLCA, como siempre le
hace a los sindicatos independientes, nos negó el registro, argumentando que
un registro para un sindicato de servicios tiene un radio de acción muy amplio.
Cambiamos el radio de acción, quitamos servicios y pusimos expendios.
Al mismo tiempo el trabajo de organización empezó a cobrar factura a los tra-
bajadores. En Santa Úrsula se filtró información a la empresa de una eventual
demanda de titularidad. La empresa inmediatamente llama a su sindicato de
protección y se ponen de acuerdo para afiliar a todo el personal; los trabajado-
res se comunican al FAT preguntan se debe firmar la afiliación al sindicato de
la CTM, la respuesta, es afirmativa, pues en la práctica no les obligaba a nada y
los mantenía protegidos mientras se realizaba el trámite jurídico. La definición
importante sería al momento de que se realizara el recuento.
En el FAT aprendimos a desarrollar la democracia directa y participativa, es
decir, si ellos eran los que directamente estaban involucrados, si eran ellos los
que corrían los riesgos, ellos deberían tomar las decisiones, atendiendo o no
las recomendaciones de los organizadores del propio FAT; los trabajadores
decidieron no firmar las afiliaciones y confrontar de inmediato al charro y al
patrón.
La reacción de la empresa no se hizo esperar, pues condicionaron el pago del
salario a la firma con la CTM. Los trabajadores decidieron entonces ¡no cobrar!
Si llevaban más de diez años sin recibir salario, es más, pagaban derecho de
piso por trabajar, nada perdían y sí recuperaban su dignidad. La patronal dio
marcha atrás al ver que ni uno solo había se había afiliado ni cobrado, y ter-
minó pagando la raya.
El viernes 10 de diciembre de 1999 el setenta por ciento del personal fue
despedido. Aun así los permanecimos en la estación durante todo el segundo
turno, resistiendo el frio de invierno.
53
A las ocho de la noche llegó Benedicto Martínez con los organizadores del
FAT, recabó información del problema y nos invitó a denunciar el hecho en un
foro que se realizaba en ese momento en la colonia doctores.
Doce fueron los trabajadores, que como los apóstoles, emprendimos el ca-
mino hacia el foro; algunos otros compañeros y compañeras se quedaron a
hacer guardia en el centro de trabajo.
En el foro se decidió que yo hablara en nombre del grupo; Jamás había ha-
blado en público y menos ante personajes como el Consejo General de Huelga
de la UNAM, la Asociación Nacional de Abogados Democráticos, algunos
sindicalistas democráticos y EZLN, entre otros.
De regreso a la gasolinera encontramos calma chicha, pero las fuerzas de los
dos bandos, la patronal y nosotros estábamos presentes, pues no se había re-
tirado el personal administrativo y los despachadores continuaban en guardia
esperando el plan de acción; fue pasada la media noche que, en asamblea
decidimos retirarnos para regresar a la seis de la mañana.
A las seis estábamos todos, hasta los que siempre llegaban tarde a trabajar.
La acción fue la de entregar volantes a los clientes explicando la situación y
solicitando de ellos el apoyo económico: en dos horas de acción juntamos el
equivalente de las propinas de un día completo de trabajo.
A las ocho treinta de la mañana llegó el compañero Eduardo Díaz, que ade-
más de ser abogado es miembro de la Coordinación Nacional del FAT, y llegó
buscando entablar pláticas con la empresa en aras de evitar resolver lo más
pronto posible el conflicto. La empresa acepto platicar y después de horas de
negociación se llego al acuerdo de que todos los trabajadores serian reinstala-
dos con excepción mía, de Santiago Lemus Vargas y de Aurelio Cedillo Rosales.
A pregunta expresa del Abogado Eduardo Díaz, el patrón contesto que esos
tres los mejores trabajadores, pero que eran muy grilleros.
Esa navidad, lejos de ser triste y sin dinero se convirtió en el inicio de una
nueva vida dedicada a la densa de los derechos laborales; los trabajadores en
activo realizaron una colecta; aun recuerdo las palabras de Lalo Díaz un día
antes de navidad: “resista compañero, no está solo, la lucha es digna y cuando
se lucha siempre se gana, feliz navidad”.
Al mismo tiempo, la alianza del FAT con el sindicato de trabajadores electricis-
tas de Estados Unidos (UE), permitió que se posibilitara el apoyo económico,
en base a colectas con trabajadores de base de ese sindicato, para que yo me
concentrara en las tareas de organización en el gremio gasolinero, lo cual me
convirtió en un organizador del FAT a tiempo completo. De hecho el naci-
miento del STRACC es un buen ejemplo de lo que una alianza, internacional
sindical, UE – FAT, se puede lograr.
Iniciando el 2000, los despedidos gestionamos ante la Subsecretaria del Traba-
jo, inspecciones en las gasolineras en conflicto y nos reunimos con el diputado
Vicente Cuellar Suaste de la comisión de trabajo de la Asamblea Legislativa del
Distrito Federal, I Legislatura, en el mes de febrero se arma una conferencia
de prensa conjunta en la cual se denuncia a la opinión publica la explotación

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de que son presa los trabajadores de las estaciones de gasolina, la conferencia
tiene mucho impacto, se difunde la información por radio, televisión y medios
impresos.
Desafortunadamente en BONAR las cosas se tornaban cada vez más complica-
das para los trabajadores. Una mujer que estaba despedida traiciona al movi-
miento, la empresa despide a todo el personal, ella cobra mil pesos por cada
trabajador que liquida.
El despido nos convierte en militantes casi de tiempo completo, con forma-
ción sindical intensiva.
Después de las denuncias públicas e insistentes negociaciones del FAT en la
subsecretaría de trabajo del DF y con la jefa de gobierno, en junio se otorgó el
registro al Sindicato de Trabajadores de Casas Comerciales, Oficinas y Expen-
dios, Similares y Conexos del Distrito Federal, STRACC.
El STRACC nació de la carencia de representación auténtica de los trabajadores
y trabajadoras en el área de servicios, y en particular de la lucha en las gaso-
lineras, en los baños de la central de abasto, en empresas que construyen la
infraestructura en eventos y exposiciones industriales y culturales. El reconoci-
miento legal es solo un aporte a la representación jurídica, pues los sindicatos
auténticos nacen de la voluntad soberana de los trabajadores, le guste o no le
guste al gobierno en turno y los patrones.
Esta realidad, este sindicato, es producto de un grupo de locos despachadores
de gasolina que creyeron que podían transformar su situación laboral para
que mejorar su calidad de vida, de tal suerte que eso implicara cambiar un
poco, solo un poco…el mundo.

Algunas historias que se desprendieron de perseguir la utopía

Esperanza Gómez Villa

Por circunstancias de la vida, mi marido fue despedido de la estación Nivel


Superior de Servicio S. A. de C. V., donde trabajó durante cinco años y fue
despedido por organizándose para cambiar de sindicato, fue de los primeros
trabajadores que despidió la empresa.
Por necesidad económica y tras quince años de ama de casa solicite a mi ma-
rido que le pidiera trabajo para mí a Salvador Arellano, la solicitud fue en tono
de revancha por que yo no entendía todo lo que implicaba una lucha así es
que yo pensaba que Salvador tenía la culpa de lo que nos estaba pasando: “Él
es el responsable de que te despidieran, ahora dile que me consiga trabajo”.
Por suerte sólo tardo algunos días en llamarme y entré a trabajar a Operadora
GASOIL S.A. de C. V. una estación en la cual tenía pocos meses de haberse
efectuado el recuento, el STRACC había ganado y ahora GASOIL formaba par-
te del sindicato.
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En esta estación trabajé durante cinco años, así que tuve la suerte de no pa-
decer la violación de mis derechos laborales, poco a poco fui conociendo el
trabajo del STRACC, sobre todo me di cuenta del esfuerzo que se había reali-
zado para organizar a los trabajadores.
Lo real es que yo no creía en los sindicatos, pensaba que sólo estaban para
cobrar sus cuotas, pero me di cuenta que en el STRACC las cosas se manejaba
de otra forma, el trabajo con la gente era genuino, transparente y franco.
Una de las cosas que me atrajo de este sindicato es que todos los organizado-
res y hasta el Secretario General eran, en su mayoría, gente joven, la informa-
ción que tenia de otros sindicatos era que eran dirigidos por personas adultas.
Otra de las cosas que me gusto y hasta la fecha me agrada, es que las y los
organizadores no solo se interesan de la cuestión laboral, sino que también
les interesa conocer más de sus afiliados y tratan de convivir con ellos y con
sus familias; el STRACC tiene esa calidad humana que no tiene ningún otro
sindicato.
Así durante el tiempo que estuve laborando en Operadora GASOIL S.A. de C.
V., fui aprendiendo y trabajando con el sindicato. Uno de los motivos que me
orilló a involucrarme a fondo fue que llegue a ser parte del comité seccional
de la estación, para mí fue una responsabilidad que me dio la oportunidad de
ver de cerca los problemas que enfrenta un trabajador en la empresa; también
pude ver lo difícil de tomar algunas decisiones, que a veces pueden parecer
contrarias a los intereses de los compañeros.
Empezamos a asistir a talleres de formación, éstos nos fueron sirviendo para
estar más seguros de nuestro actuar en el centro de trabajo, saber más de
nuestros derechos como trabajadores y ser autogestivos, pues eso es uno de
los principios que aprendimos de nuestra organización madre, el FAT.
En el año 2006, después de haber pasado un largo proceso de formación
tuvimos la oportunidad de contactar con un sindicato de servicios en Estados
Unidos (SEIU), en el intercambio de información nos dimos cuenta que éramos
organizaciones afines, que nuestros sindicatos son de los pocos que realmente
tienen vida con sus afiliados. SEIU nos invito a que hiciéramos un intercambio
sindical, en el STRACC hubo un proceso de selección para la gente idónea que
asistiría a ese intercambio.
Durante dos o tres meses nos dedicamos a prepararnos y al fin se selecciono
a las personas, entre ellas me encontraba yo. No podía creer lo que me estaba
sucediendo entre tantos compañeros y compañeras con capacidad y convic-
ción. Al principio pensé que sólo eran palabras y que un trabajador nunca
tendría ese tipo de oportunidades, pero ocurrió lo inesperado. El primero de
octubre de 2006, seis compañeros del STRACC, con un cúmulo de emociones
partimos rumbo a Denver.
Para mí fue la experiencia más grande y bonita que nunca pude haber soñado,
pero lo más sorprendente es que pude ver cómo cambio mi forma de pensar
acerca de la forma de vivir de los trabajadores en otro país. Pude ver que a pe-
sar de ser un país rico más que México, los trabajadores están desprotegidos

56
en cuestión laboral, ya que allá no existe ningún tipo de seguridad social, visi-
tamos trabajadores de seguridad, de limpieza, y trabajadores de apoyo en la
educación, también fue importante para mí, conocer una ley Laboral diferente
a la nuestra, pude comparar que es mucho mejor las de México, pero el pro-
blema es que hay demasiada corrupción en nuestro país y la Ley no se aplica.
También estuvimos visitando trabajadores en los Ángeles, California, estuvi-
mos quince días en aquel país. A nuestro regreso me di cuenta que no era la
misma, que ese viaje había cambiado mi forma de ver la vida misma y me
había dado la seguridad que nunca antes había tenido.
A los pocos meses de haber regresado, fuimos invitados por esa misma orga-
nización a su congreso nacional en los Ángeles. El sindicato tomo la decisión
que fuera yo quien representara al sindicato en ese evento, así que volví a
viajar en marzo de 2007, solo conocí como llevan a cabo su congreso, cuando
regresé de ese viaje, tome la decisión más importante de mi vida, dedicarme
de tiempo completo al sindicalismo independiente y autogestivo.
Renuncie a mi trabajo en “Operadora GASOIL S. A de C. V.” y a partir de ese
momento me he preparado en la cuestión jurídica, ahora llevo toda la cues-
tión jurídica del sindicato en articulación con nuestro despacho. Tengo casi
tres años laborando de tiempo completo en el STRACC y a partir del 2009 soy
parte del Comité Ejecutivo General.
En 2009 la universidad de California en Los Ángeles (UCLA) me hizo el honor
de invitarme a co facilitar un taller sobre reclutamiento de mujeres jóvenes
en el sindicalismo, fue una grata y excelente experiencia pues pude conocer a
trabajadoras de otras partes del mundo con las cuales compartí mi experiencia
sobre las condiciones laborales en México y las formas de lucha del STRACC.
Siento que mi vida ha mejorado en todos los aspectos y veo que mis hijos tie-
nen otra visión de la vida, mis compañeros me respetan y me ven de diferente
manera, quiero seguir aprendiendo y luchando para que las condiciones labo-
rales de todos los trabajadores y trabajadoras en este país y el mundo entero
mejoren y si yo puedo aportar todo lo que eh aprendido en STRACC lo seguiré
haciendo y pondré mi granito de arena para cambiar este mundo.

Víctor Castillo López

Yo trabajaba en Operadora Gasoil, empresa que Roberto, un compañero de


trabajo, sufrió una injusticia. El compañero fue despedido por no vender cierta
cantidad de aditivos, Nos obligaban a vender productos, nuestro compañero
no cumplió con la meta, entre varios compañeros solidariamente y para que
no tuviera problemas le pasamos algunos aditivos y así cumplió con su cuota
mensual.
El gerente comunicó a Roberto que él nunca demostró capacidad cómo para
vender más de 5 aditivos en un solo día, y que de todas maneras estaba des-
pedido.

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Con impotencia fui testigo de la injusticia que se estaba cometiendo en ese
momento, mi compañera Olga Núñez Soto me comentó que ella conocía a
una persona que era de un sindicato y que si de verdad queríamos hacer un
cambio que platicáramos con él.
El primero de marzo de 2002 fuimos a la estación de Santa Úrsula, llegamos
con uno de los compañeros despachadores que lo único que hizo fue darnos
el teléfono de Salvador, Olga lo llamó inmediatamente y le dijo que si se acor-
daba de ella, que había trabajado en Servicio Bonar, pactaron una cita días
más tarde en el sindicato del IMSS junto al metro General Anaya.
El día de la cita conocí a Salvador Arellano Ayala, la plática fue muy rápida,
concretamente nos dijo que si en verdad estábamos convencidos de organi-
zarnos nosotros y nuestros compañeros, respondimos que sí.
Básicamente lo que me motivo a encontrar al STRACC fue esa injusticia en
contra de Roberto, entre nosotros solo nos preguntábamos “¿Quién sigue?”
Tengo impresiones después del encuentro con Salvador, lo primero es darse
cuenta que personas tan comunes y corrientes como nosotros te asesoraban
sobre tus conflictos laborales, lo que más me confundió es que te decían las
cosas que pasaban en mi centro de trabajo como si ellos estuvieran ahí. Yo
pensaba que mi compañera Olga había informado sobre todos los conflictos,
pero no, Salvador comentó sobre la lucha de Santa Úrsula y que todas las esta-
ciones sufrían las mismas injusticias. En ese momento me di cuenta que había
llegado al lugar indicado, y esto se reforzó con el tiempo porque empezaron a
organizarnos, educarnos, apoyarnos, y lo importante fue que nos convertimos
en camaradas.
Mi vida dio un giro de 180 grados al conocer al STRACC, no leía, no me inte-
resaba nada que no fuera ganar dinero. El STRACC y el FAT hicieron que me
diera cuenta de todos los problemas que había en el país, la globalización,
historia mundial y de México en general. Darme cuenta de mi situación laboral
y de la de mis compañeros trabajadores, de cómo los empresarios y políticos
nos han mantenido con la bota en el cuello. De hecho nos mantienen en con-
diciones de explotación como hace 200 años.
Lo más importante es que aprendí que puedo hacer mi propia historia y no la
dejo en manos de terceros. El STRACC me dio la oportunidad que años atrás
dejé pasar: sentirme capaz de hacer cualquier cosa que me proponga, eso es
tan significativo para mí que me llevo a adquirir seguridad.
Durante mi militancia en el STRACC he conocido a trabajadores de SEIU que
es un sindicato de servicios como el STRACC son uno de los sindicatos más
grandes de Estados Unidos, y se dedican a limpiar las oficinas de los edificios
del centro de la ciudad (horario nocturno). Ellos nos dijeron que son invisibles,
porque nadie los ve, las personas que trabajan en esos lugares no los conocen
La particularidad de los compañeros es que la mayoría, o todos, son latinoa-
mericanos y hay similitud en las respuestas de los trabajadores que se están
organizando. “¿Para que me organizo yo estoy bien con mi trabajo, que tal si
me despiden?”

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En México los sindicatos te venden, pero nosotros ya sabíamos contestar por-
que en STRACC nosotros ya asesoramos a nuestros compañeros en lo organi-
zativo. Otra parte interesante es que han llegado con acuerdos con los dueños
de los edificios de las empresas de la limpieza en un pacto de no agresión; es
decir, que el trabajador decide si afiliarse o no.
El FAT es nuestra alma madre, todo lo que sabemos lo hemos aprendido de
ellos. En las oficinas del STRACC han dado talleres Eduardo Díaz, Alfredo Do-
mínguez, Jorge Robles, Benedicto Martínez, Jorge Belarmino y como olvidar a
Antonio Villalba. Hemos abrevado de la infinidad de capacitaciones y congre-
sos a los que asistimos en el FAT.
El trabajo de organización hace 8 años era de la siguiente forma: hablábamos
con cada compañero individualmente, luego hacíamos un grupo de 5 o 6 has-
ta que juntábamos a todos los trabajadores. Eso nos hacía más largo el proce-
so organizativo. Ahora los trabajadores llegan casi organizados, entendiendo
que requieren cierta densidad para ganar su sindicato.
Esto nos posibilita dar de alta a los trabajadores ante el IMSS, conseguir los
contratos colectivos, prever la forma cómo nos van a jugar los sindicatos de
protección y lo mas chido entender el manejo jurídico de los asuntos, cosa que
parece sencilla, pero que ni el FAT podía descifrar cuando conoció la situación
de los despachadores de gasolina.
El hecho de que los trabajadores no tenían vínculos con la empresa era un
campo inexplorado, pero se fue aprendiendo a resolverlo, ahora ya sabemos
cómo se hace.
Me gustaría que el STRACC tuviera una estructura funcional, desde los comités
hasta la Secretaría General; que las carteras en verdad funcionaran, es decir,
que en las diferentes funciones se desarrolle un trabajo proactivo y eficaz.
Lo cierto es que contamos con un prestigio muy grande, prestigio que hemos
ganado con base en trabajo honesto, eso lo saben los despachadores de ga-
solina y su patrones.

Ana Rosario Flores Martínez

El haber padecido el despido injustificado de una Gasolinera Gasfar, Iztapala-


pa, para la cual trabajé dos años, me llevó a buscar trabajo en otra estación:
Servicio Palacios (CORPOGAS). Ahí duré 2 meses aproximadamente, como exi-
gían venta (10 productos diarios; pagar al chico que atendía el súper, realizar
fajina y pagar 30 pesos diarios por concepto de derecho de piso; pintar al
terminar tu turno ,pagar faltantes de dinero que uno no perdía robo de com-
bustible, etc.). Ante tales circunstancias decidí buscar otra estación.
Así fue que llegue a Operadora Gasoil, al entrevistarme me preguntaron si ya
había trabajado en otra estación, contesté que no porque de lo contrario me
hubieran negado el trabajo. Recibieron mis documentos y me dijeron que me

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presentara a la siguiente semana, con la consigna de que me consiguiera un
overol porque ellos no tenían de mi talla.
Cuando me presenté a laborar noté un ambiente hostil hacia los nuevos em-
pleados, yo no entendía el motivo, tiempo después supe que el motivo era
que mis compañeros ya estaban organizándose para que el STRACC fuera su
sindicato.
El tiempo seguía su curso, fui haciendo migas con los compañeros y compañe-
ras y de prontó llego la notificación de la demanda que ellos ya habían ingre-
sado La empresa empezó a intimidar a los compañeros, tomando acciones en
contra de los mismos, ahí fue cuando se animaron a contarme su secreto y me
pidieron que lo guardara así estuviera o no de acuerdo en unirme.
Me invitaron a conocer a Chava, ahí en la entrevista me preguntó qué quién
era yo, de dónde venia, qué es lo que buscaba y en dónde laboraba antes. Le
dije que en otras gasolineras, le expliqué con tristeza y enojo que había sido
despedida de la estación de Gasfar, Iztapalapa con otros tres compañeros,
porque según yo había falsificado una firma en unos vales; que estaba indig-
nada porque no era cierto y quería hacer algo pero no sabía que ni con quien;
que se los comenté a otros dos compañeros y me dijeron que podía deman-
dar pero que no iba a ganarle a la empresa, puesto que tienen abogados que
ganan todas las demandas, que ya lo dejara así y que buscara otro trabajo.
Me citaron en las oficinas y me dieron dos hojas blancas para que le plasmara
mi nombre completo y firma, le pregunté qué para qué y me dijeron que era
mi renuncia voluntaria, “Pero si yo no estoy renunciando”, le expresé a esa
persona de recursos humanos. ella respondió que la firmara para que así pu-
diera regresar después de un tiempo, de nuevo a la estación; la otra hoja era
mi finiquito, y si dije que esa sí NO la firmaría porque no me estaba dando ni
un quinto.
Al salir de ahí, me pregunté por qué el abuso al trabajador que deja años al
servicio de una empresa, que no pagaba, exigía, intimidaba, explotaba, a cada
uno de los trabajadores. ¿Por qué es así de Injusto?
Salvador me explicó que es así como trabajan las empresas para deshacerse
de los compromisos con los trabajadores sin ningún problema. También me
pregunto que por qué no había venido antes, contesté que no tenía cono-
cimiento del STRACC; me informó que tenía 60 días para demandar, y que
podía cambiar mi situación laboral. Lo primero que dejó en claro es que el
STRACC está para ayudar a las personas que llegan y quieren cambiar, apren-
der y ayudar a más trabajadores.
He sabido por los propios trabajadores que no fue fácil tener este sindicato;
el FAT organizó este sindicato y dio las herramientas adecuadas, me invitó a
participar en los talleres que se impartían en el FAT y en el STRACC.
Participé en varios mítines, una vez de apoyo a los compañeros de Rio Tuerto,
fue mi primer participación en un mitin, admiré que los trabajadores pudieran
exigir a su patrón sus derechos, mientras las consignas de madres de familia e
hijos hacían eco en apoyo a sus seres queridos. Otras estaciones organizadas,

60
solidarias con su lucha, nuestra lucha, me animaban a que coreara las consig-
nas, yo con pena apenas si se escuchaba mi voz. En la tercera vuelta, el patrón
que estaba desayunando con gerentes o familia, huyó pues ya lo habían visto
los trabajadores: ¡el miedo pues el patrón tenía más que yo!
Me gusta ser participe de las marchas del primero de mayo pues confluyen la
mayoría de los sindicatos independientes y como FAT que somos, marchamos;
muy animados gritamos consignas en contra de las reformas que nos friegan
laboralmente, patrones, sindicatos charros. Cada vez hay más enojo por parte
de los trabajadores; la marcha del 2009 me entusiasmaba por que ya habían
llegado más estaciones al STRACC para organizarse, por lo tanto éramos el
contingente del más grande del FAT: “somos un chingo y seremos más”, pero
todo valió madre por la influenza.
Conocido internacionalmente como SEIU y destacado por ayudar a la clase
trabajadora, se da el intercambio sindical en el cual fuimos 6 a Estados Unidos,
-no me imagine pisar del otro lado-. Empaparme de las experiencias organi-
zativas gringas nos pone en el contexto del inmigrante, siendo difícil para los
trabajadores en un país que no es el tuyo, con diferentes idiomas y miedo de
que los agarre la migra; logramos que firmaran su afiliación. No existe mu-
cha diferencia organizativa, lo que lo hace abismal son las leyes que rigen en
México y los medios de comunicación. Lo que sí pasó es que asombramos a
los extranjeros porque nosotros somos trabajadores, asesores, organizadores,
sin retribución por parte del STRACC.
La solidaridad es un valor bien aprendido, aplicado con compromiso para los
demás, no sólo económico. No sabes qué poder tienen unas palabras de alien-
to, el estrechar las manos, unos abrazos, unas consignas cuando el otro está
laborando, hacer el “vaquero” para que los “compas” tengan para el pasaje,
y le den seguimiento a sus demandas, inspecciones centros de trabajo, etc. Y
hablando de demandas, ¡qué buenos abogados tenemos!, es el equipo más
solidario del mundo; eso es apoyo a los obreros, porque no nos cobran, ¿qué
más podemos pedir?

Juan Carlos Cortes Castillo

A partir de las todas las injusticias y condiciones precarias que tenemos en las
estaciones de servicio, el andar como Chapulín de un lado a otro, el “encabro-
narte” en el despido pero no lograr nada mas, un “par de patadas” o el aga-
charte y no decir nada para poder regresar y que no te boletínen. Tal vez todo
esto fue parte del proceso para poder conocer al STRACC. En ese entonces yo
era muy incrédulo, no creía en los sindicatos, pensaba que todos eran charros,
aparte de las experiencias que ya había tenido, por supuesto que creía mucho
menos en ellos; en una ocasión, vendieron a veinte trabajadores, a mí no me
despidieron porque ese día no me presenté a trabajar.
En todo ese andar entré a trabajar a Servicio AJPA ahí conocí a Arturo y al Gan-
sito que desde que empezaron a organizarse. Cuando me hablaron del sindi-
61
cato (STRACC) pensé que era lo mismo que los otros, pero cuando empecé a
ver gente que ya conocía y que también se estaban organizando, entonces me
di cuenta que era la “neta”, en una reunión que hubo en su casa de Arturo El
Caba a las 12:00 am conocí a Chava y a Lalo; ellos volvieron a reafirmar que el
sindicato somos los trabajadores. Pero lo más poca madre era que ellos habían
sido trabajadores, entonces, de no creer en nada, me di cuenta que había gen-
te real, la verdad que no se andaban con rodeos, nos hablaron al chile y todo
el tiempo nos cuestionaban o incitaban a decidirnos a luchar y a prepararnos,
conocer nuestros derechos que en ese momento no conocíamos. Es más ni
algunos sabían que teníamos derechos o un trabajo digno, con salarios, pres-
taciones y los mínimos de ley. Hasta antes de eso se aprovechaban de nuestra
ignorancia, y de todo lo que nosotros permitíamos.
Yo me mantuve al margen hasta que llegó la notificación de la demanda, y
empezaron los chingadazos despidieron al Gansito y a los pocos días lo reins-
talaron, después nos despidieron a Esteban y a mí, fuimos a contar nuestras
quejas a la Procuraduría General de la Defensa del Trabajo, de ahí fuimos a
hablar con el patrón Tostado. Con el puro miedo que le tenía a Esteban nos
reinstaló, pero sin seguro social, yo me di cuenta porque mi mujer fue a con-
sulta y no la quisieron atender.
En ese lapso aparentemente no pasaba nada hasta que un día en la mañana
empezó con despedir a todo el turno de la noche. El Garita, Esteban, Eloy,
Gerardo, Don Pablo, Luis Ortiz, Arturo, todos empezaron a manifestarse, con
el apoyo de Felipe El Pátula y Francisco El Pelón estos dos compas llegaron de
apoyo por coincidencia, porque la verdad es que iban a echarse unos tragos
después en el transcurso del turno llamamos a Víctor Castillo, llegó y empe-
zaron a hacer cartulinas y pedir apoyo a los clientes. En ese momento lo que
motivó a decidirme a luchar fue que su mujer de Luis Ortiz El Pingüino venía
de una operación el día anterior, la acababan de dar de alta y ella junto con
su mamá de El Pingüino se manifestaron; también apoyo Doña Blanquita que
todo el tiempo nos apoyaba incondicionalmente. Tal vez mi error fue eviden-
ciarme y apoyar a mis compañeros despedidos, pero en ese momento me
sentía mejor estar afuera que adentro.
El encargado Roberto Gómez del Campo, me pidió que firmara mi renuncia,
lo cual me negué por que en la renuncia decía “Despido Voluntario”, pero
yo nunca pedí que me despidieran, al contrario lo que quería igual que mis
compañeros era seguir trabajando, pero con los condiciones que no se habían
respetado. Y desde el 2005 hasta la fecha he encontrado motivos suficientes
para poder, no nada más encontrarme si no ser parte del STRACC, que es
neta. Y no creo, estoy seguro, que es el único sindicato que cumple con sus
funciones: educar, apoyar y defender a los trabajadores, porque es el principio
de STRACC, y porque algo que se me quedó, es que nosotros los trabajadores
somos el sindicato.
Desde que llegué al STRACC no he dejado de sorprenderme: he conocido gen-
te, lugares inimaginables, creo que lo que paso en Estados Unidos a todos
nos sirvió bastante porque no nada más íbamos a aprender si no que también
fuimos a exponer lo que en STRACC habíamos aprendido. Fue algo muy padre,
62
porque todo el tiempo anduvimos conociendo gente, lugares, nos metimos a
las entrañas del sindicato con los organizadores y con la gente, íbamos a los
edificios en la noche para poder platicar con ellos y afiliarlos a sus casas y me
parecía más interesante.
Hay una diferencia entre el antes y el después. El antes: trabajar e irme a mi
casa, ya no vivía ni cotorreaba, llegaba de trabajar y me dormía, no hacia ejer-
cicio, no leía, no bebía, lo único que hacía era fumar.
El después: trabajo, paso el mensaje, cotorreo, vivo y todavía me da tiempo de
hacer algunas cosas más, pero lo principal que he aprendido, que el tiempo
que estoy en el sindicato y con mi familia es de calidad y lo disfruto bastante.
Tal vez haya más cosas en que he cambiado pero lo chido de este proceso es
que sigo aprendiendo.
La verdad es que todo lo que hemos aprendido, nos lo ha enseñado el FAT. No
sé muy bien cuales sean los principios, pero sí sé que toda la línea que lleva-
mos es totalmente del FAT. Soy orgullosamente STRACC – FAT y me identifico
con mi sindicato como con mi organización. Lo que la mayoría creemos es
que si nosotros estamos bien, pues que todos de igual manera estén bien y
puedan sentirse identificados igual que nosotros.
Conozco al STRACC de hace 5 años y por lo platicado, los compas que antes la
banda llegaba de 2 en 2 o de 1 en 1 y de ahí comenzar a construir ese proceso
a mí también me toco ese proceso; pero ahora la diferencia es que la gente
llega en blanco. Hay mucha gente valiosa en este proyecto que es el STRACC y
día a día seguimos construyéndolo, sabemos que para poder crecer tenemos
que prepararnos día con día, no dejamos de aprender, hay proyectos perso-
nales que no hemos cumplido, tal vez sea la carga de trabajo pero no hay pre-
texto. Lo mejor sería que en el STRACC haya mucha gente capaz y preparada.
No cambiaría nada del STRACC, mas bien lo mejoraría, todos los aspectos y
en todos los niveles, desde el secretario general hasta la base trabajadora, es
lo más importante que hemos dejado de lado, ya que hay mucha gente que
nada más se dedica a lo suyo y lo colectivo les vale madre. Debemos hacer que
toda la gente participe y se identifique con su sindicato y su organización. Tal
vez se diga fácil pero aunque sea muy difícil lo lograremos.
¡Ni un paso Atrás!
¡Por la Autogestión de la clase Trabajadora!
¡Con organización disciplina y trabajo!
¡Hasta el final!

63
Epílogo, que bien podría ser Prólogo, para entender el carácter heroico
del movimiento obrero independiente en México.

Contacto en Italia
La presencia del fascismo en la
legislación laboral mexicana

Jorge Robles

Introducción
Antes de la promulgación de la Ley Federal del Trabajo la tarea de los sindi-
catos no era fácil, pues ya estaban implementadas las Juntas Conciliación y
Arbitraje como mecanismo de intervención en la vida sindical; el Departamen-
to del Trabajo y la Secretaria de Industria Comercio y Trabajo (SICT), y era fre-
cuente la intervención del ejército o la policía para reprimir los movimientos.

A pesar de todo, la existencia de los sindicatos dependía únicamente de la vo-


luntad soberana de los trabajadores para conformarlo, elaborar sus estatutos,
establecer sus formas de lucha, sus tiempos de negociación bilateral con las
empresas, el estallamiento de las huelgas y sus motivos, pudiendo coexistir
dos y hasta tres sindicatos en una empresa.

Después de 1917 cada presidente estableció su propia política laboral, algu-


nos reprimiendo como Carranza, otros aprovechando el impulso sindical para
ganar adeptos como De la Huerta, otros combinando concesiones con repre-
sión como Obregón y otros reprimiendo abiertamente al sindicalismo inde-
pendiente como Calles.
Mientras los generales se repartían el poder en el interior de la República, la
presidencia se peleaba literalmente a muerte. Con la reelección de Obregón y
su posterior asesinato el sistema de reparto del poder hizo crisis y el presidente
en turno, Plutarco Elías Calles, resolvió formar un partido de Estado que regu-
lara el reparto del poder. Para desarrollar este proyecto Calles se valió de inte-
lectuales que recorrieron Europa para copiar modelos de estructura partidaria
y mecanismos de gobernabilidad que le permitieran controlar a los grupos
sociales: los sindicatos independientes y las organizaciones campesinas.
El resultado de estas pesquisas en Europa, fue la formación del Partido Nacio-
nal Revolucionario (PNR) y del sistema de Estado corporativo que tiene bajo
su dominio a los y las trabajadoras por medio del control de los sindicatos, el
arbitraje obligatorio, la cancelación de la libertad sindical y del nacimiento de
esta figura que ahora llamamos Contratos Colectivos de Protección Patronal.

64
Aquí está contada de manera detallada la historia de este proceso y sus pro-
tagonistas por un lado, los sindicatos y sus luchas como actores sociales, los
operadores políticos que establecieron lo que aquí llamamos El contacto en
Italia, y que ocuparon el puesto de secretario de Industria, Comercio y Trabajo,
dos de ellos ex embajadores en Italia: Manuel Y. de Negri y José Manuel Puig
Casaunac; el operador político en la Cámara de Diputados, Aarón Sáenz, y uno
de los más cercanos colaboradores de Calles, Abelardo L. Rodríguez, quién
viajó de manera expresa a Europa para afinar el proyecto final de Ley Federal
del Trabajo (LFT) y que después, como secretario del ramo, lo aplicó de manera
implacable en contra de los sindicatos independientes; los operadores sindica-
les de Calles: primero Morones, luego Lombardo Toledano y al final Fidel Ve-
lásquez. están también en estás páginas los opositores al proyecto, Siqueiros,
Campa, Velasco y los sindicatos cercanos a la Confederación Sindical Unitaria
de México (CSUM). Y los benificiarios, los empresarios, entre ellos Eugenio
Garza Sada, quién recién aprobada la LFT depositó, quizás, el primer Contrato
Colectivo de Protección Patronal, el de la Cervecería Cuauhtémoc.

65
Los Actores Sociales

Los sindicatos
En México, el proyecto de control corporativo sobre el movimiento sindical se
vislumbra ya desde 1915, con el intento de agrupar a los trabajadores de la
Casa del Obrero Mundial (COM) alrededor del constitucionalismo. Para esto,
sesenta y siete militantes de la COM establecen un pacto con Carranza, el
cual da origen a la formación de los famosos Batallones Rojos. Aunque, es
importante mencionar, que ningún sindicato de los 32 afiliados a la COM lo
firmó. Existió sólo una excepción, el caso del sindicato tranviario, cuando su
secretario general, según él, fue secuestrado y obligado a firmar papeles en
blanco, comprometiendo a los de su gremio, a afiliarse al constitucionalismo.
No es casual que el principal promotor y negociador por parte de los cons-
titucionalistas fuera el pintor Gerardo Murillo (Dr. Atl), quien años después,
durante la Segunda Guerra Mundial, manifestó abiertamente su simpatía por
los nacionalsocialistas alemanes. 1
De esa experiencia nace el proyecto de formar una central sindical ligada al
Estado y, a convocatoria expresa del gobernador de Coahuila, Espinosa Mire-
les, nace la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) con Napoleón
Morones a la cabeza. A menos de un año de vida (1919), sus dirigentes for-
man el Partido Laborista a través del cual consolidan su alianza con el Estado,
recibiendo sus respectivas cuotas de poder como gobernaturas, diputaciones
y hasta una cartera en el gabinete de Calles.
Entre los principales participantes están los sindicatos minero, electricista y
tranviario. El comité organizador fue conformado por reconocidos carrancis-
tas como Alfredo de León, Juan M. Anzures y Juan Lozano. Morones no formó
parte del comité organizador de este congreso, debido a que él y su grupo
habían sido sancionados por haber formado, en 1916, el Partido Socialista
Obrero2.
La CROM aparece como heredera natural de ese grupo sindicalista de la COM
que aprendió, en 1915, las ventajas de moverse de acuerdo a las necesidades
del Estado.
El carácter oficialista de la CROM lo determinaba no sólo el patrocinio gu-
bernamental, la militancia a favor del presidente en turno, sino también el
papel de operador como central sindical y grupo de presión del gobierno en

1 Para revisar a detalle el qué, los quienes y el cómo del pacto de un grupo de sindicalistas de la COM con el Cons-
titucionalismo ver: Alrededor de febrero de 1915, La COM, los batallones rojos, Atl y las huelgas. Fernández, Jorge
et al. En Memoria del 2ª Coloquio regional de historia obrera Mérida Yucatán 3 -7 septiembre de 1979. CEHSMO,
México. 1979. Tomo II pp.353 - 496
2 Treviño Valustri, Ricardo. Entrevista. Programa Historia Oral. Centro de Estudios Históricos del Movimiento Obrero
(CEHSMO), México. s/f. Archivo CEHSMO

66
contra de cualquier opositor al presidente.3 El caso más obvio fue la toma de
la iglesia de la Soledad por militantes de esta central para golpear a la Iglesia,
convirtiendo este incidente en la primera acción de la guerra cristera. Moro-
nes, Celestino Gasca y Lombardo Toledano, entre otros, ocupan puestos en el
gobierno.
Durante el gobierno de Obregón la política obrera fue de dos manos: convi-
vieron la represión con el diálogo. El gobierno protegió a la CROM mientras
acorraló a la central independiente de la época, la anarcosindicalista Confede-
ración General de Trabajadores (CGT)4, sin poderla vencer.
Cuando Morones es nombrado secretario de la recién creada Secretaría de In-
dustria, Comercio y Trabajo5 por el presidente Plutarco Elías Calles, éste juega
un papel determinante en la política oficial respecto al movimiento obrero.
Durante su gestión se reglamentan las Juntas de Conciliación y Arbitraje, y se
intentó que todos los conflictos obrero-patronales fueran resueltos por medio
de ellas. En 1925 se presentó también un fallido proyecto de ley reglamenta-
ria del artículo 123 constitucional.6
La CGT nace en 1921 recuperando a las organizaciones sindicales y militantes
que rechazaron el pacto de los batallones rojos con el carrancismo y militantes
que, aunque sí participaron activamente en él, llegaron a la conclusión que la
perdida de la autonomía sindical había sido un costo muy alto que pagó el sin-
dicalismo independiente. Entre sus gremios están entre otros, los telefonistas,
tranviarios, trabajadores de la construcción, petroleros, industria del vestido y
su columna vertebral, la federación del ramo textil.7
En el año de 1925 la CGT tiene que enfrentar no sólo la lucha cotidiana por
mejorar las condiciones de trabajo, sino que al mismo tiempo debe encarar las
embestidas de la CROM por copar sus espacios y apropiarse de ellos. A través
de las Juntas de Conciliación y Arbitraje manejadas por Morones, se justifica
legalmente la represión directa a las huelgas, como el caso de la toma por el
ejército de las instalaciones de la Huasteca Petrolium Co., paralizada por la
huelga del sindicato afiliado a la CGT. La toma fue comandada por el general
Lázaro Cárdenas, lo que permitió la entrada de los esquiroles afiliados a la
CROM8 y la posterior desaparición del sindicato independiente; otro aporte de

3 Castro, Pedro. El convenio De la Huerta-Lamont de 1922: la diplomacia financiera cómo arma de la revolución. En
Economía, teoría y práctica. Nueva época, Número 7, 1997. México. http://www.azc.uam.mx/publicaciones/etp/
num7/ Consultada el 19 de enero de 2007
4 Rosemberg, Florence y Margarita Zarate Vidal, Informe CGT, en Historia y crónicas de la clase obrera en México,
ENAH-INAH, México, 1981
5 No es el único cromista en el gabinete: Reynaldo Cervantes ocupa la dirección del Departamento del Trabajo. Lom-
bardo Toledano es diputado federal por el XII distrito, Teziutlan, Puebla.
6 Fernández del Castillo, Antonio. Derecho obrero. En Evolución del derecho mexicano (1912-1942), Escuela
Libre de derecho, Editorial Jus. México, 1943. p 225.
7 CONAPROS; La Confederación general de Trabajadores CGT. http://www.conampros.gob.mx/Efemerides006.
html Consultada el 13 de enero de 2007
8 Informe del representante del departamento del Trabajo sobre la huelga de la Huasteca petroleum Co. Archivo CE-
HSMO, citado en Robles, Jorge. La huelga de la Huasteca y el fin del sindicato petrolero rojo. Mecanografiado,
archivo CEHSMO, México, 1979.
67
la JCA fue la declaraciónde ilegalidad a las huelgas por solidaridad.9
Como ejemplo de la combatividad de la CGT, en 1925 la Federación del Ramo
Textil realizó cuatro huelgas generales, veinte huelgas parciales, el aumento
significativo de sindicalización independiente y un saldo negativo de treinta y
cinco militantes detenidos, cinco muertos y cincuenta heridos.10
La Confederación Nacional Católica del Trabajo (CNCT) nació en 1920, primero
a nivel regional (Confederación Católica del Trabajo) convirtiéndose dos años
después en organización nacional. Fue fundada por el Secretariado Social
Mexicano (SSM)11 y rápidamente se extendió a más de 80 mil miembros,
incluyendo sindicatos obreros, campesinos y cooperativitas, todas ellas
asesoradas por el SSM. Ante su inesperado éxito, en 1924 su fundador
Alfredo Méndez Medina P.J. fue retirado por su congregación y el episcopado
mexicano nombró a Darío Miranda cómo director, quién cambió radicalmente
el rumbo del SSM, abandonando la asesoría de los sindicatos y cooperativas
contentando su acción en la formación de organizaciones cómo la Asociación
Nacional de Padres de Familia.
En 1925 el Comité Central de la CNCT informó a la Confederación Internacio-
nal de Sindicatos Cristianos (CISC), la intención de presentar en el congreso
de la CNCT la afiliación a la central internacional para tomar el acuerdo de in-
tegrarse a la central internacional.12 El congreso no pudo reunirse nunca más.
La CNCT sufrirá este año un ataque demoledor por parte del gobierno de
Calles: golpeadores de la CROM toman de manera violenta la iglesia de La
Soledad, impugnando por la formación de un culto católico nacional alrede-
dor del padre Joaquín Pérez.13 Ante esta situación Darío Miranda director del
SSM14, que ya había abandonado a su suerte a la central católica, se refugia en
Italia. Al año siguiente los acontecimientos se precipitan con la implantación
de la Ley Calles, que equiparó las infracciones en materia de cultos con delitos
del fuero común, además de que limitaba el número de sacerdotes a uno por
cada seis mil habitantes y se ordenaba que los sacerdotes se registraran ante
las autoridades municipales, quienes les otorgarían una licencia para ejercer el
sacerdocio. La Ley prohibió la libertad de enseñanza y el derecho de los padres
a educar a sus hijos en la fe católica. Entrada en vigor, se clausuraran numero-
sos templos, capillas y conventos.15

9 El Demócrata, 26 de febrero de 1925.


10 Taibo II, Paco Ignacio y Ferrer A, Guadalupe. Los hilanderos rojos en Memoria del 2ª Coloquio regional de
historia obrera Mérida, Yucatán 3 -7 septiembre de 1979. CEHSMO, México. 1979. Tomo II p. 735
11 Robles, Jorge. Historia del Secretariado Social Mexicano. En http://www.fatmexico.org/historia/historia_ssm.doc
Consultada el 12 de febrero de 2007
12 Gómez Ceda, José. Cronología del sindicalismo internacional. 1801-2001 http://www.acmoti.org/IV%20
LIBRO%20.%20CRONOLOGIA%20DEL%20SINDICALISMO%20INTERNACIONAL.%20CAP.%20I.htm Consulta-
da el 22 de febrero de 2007
13 Robles, Jorge et. al. De la autonomía al corporativismo. Memoria cronológica del Movimiento Obrero en
México 1900/1980. El Atajo ediciones. Segunda edición, México. 1997 p 46
14 Robles, Jorge. Historia del … op.cit.
15 La Cristiada, o revuelta de los Cristeros. En ConoZe.com http://www.conoze.com/doc.php?doc=1500Consultada 22
de febrero de 2007
68
El conflicto cristero fue acompañado de la simpatía ideológica a la Iglesia de
un grupo de organizaciones simpatizantes del fascismo, comenzando por el
Partido Fascista Mexicano, (PFM),16el Sindicato de Agricultores (SA) formado
por terratenientes afines al PFM17, la Liga Política Nacional y los Caballeros de
Colón.

Los empresarios
Por el lado de los empresarios, existen asociaciones en varios estados de la
república, incluyendo a diversas organizaciones de comerciantes, industriales
y banqueros: Confederación Fabril Nacional Mexicana, Cámara Británica de
Comercio, Cámara Española de Comercio, Cámara Francesa de Comercio, Cá-
mara Italiana de Comercio, Cámara Nacional de Comercio, Confederación de
Cámaras de Comercio, Cámara Nacional de Minería, Unión de Comerciantes
e Industriales, S. C.18 y Confederación de Cámaras Industriales de la República
Mexicana.19
El grupo empresarial más importante era sin duda el encabezado por Eugenio
Garza Sada, que incluye Vidriera Monterrey S.A., el Banco Mercantil, Fábricas
de Monterrey (FAMSA), Compañía Hostelera Colonial S.A. Tapón Corona y
Envases Titán entre otras.20
Eugenio Garza Sada nació en Monterrey en 1892, integrándose al trabajo del
consorcio familiar en 1918, después de haber estudiado en Estados Unidos,21
donde aprendió los modelos de relaciones laborales del fordismo, adaptándo-
los el modelo a su emporio, convirtiendo a los empleados, obreros, provee-
dores en potenciales consumidores de sus productos, desarrollando desde los
años veinte el esquema de subcontratación de materia de trabajo: por ejem-
plo, en una planta se producía la cerveza (Cervecería Cuauhtémoc), otra fabri-
caba las tapas de la botella (Tapón Corona), otra las cajas de cartón (Envases
Titán), otra las botellas de vidrio (Vidriera Monterrey) y otra proporcionaba el
financiamiento (Banco Mercantil). Para capitalizar el ahorro de los trabajado-
res fundó desde 1918 la Sociedad Cooperativa de Ahorros e Inversiones para
los empleados y trabajadores de la Cervecería Cuauhtémoc.

16 MacGregor Campuzano, Javier. Orden y Justicia: El Partido Fascista Mexicano 1922-1923,


17 SA es “una asociación de protección y partido político, compuesto de propietarios de tierra y ganaderos, organizado
con el propósito de proteger las propiedades productivas en contra de la aplicación de las leyes agrarias.” ����������
U.S. Mili-
tary Intelligence Reports: México, 1919-1941. Reel I, 0549, G-2. Subject 3700, No. 177, Political Parties. México,
April 23, 1925. Citado por MacGregor Campuzano, op.cit.
18 Sesión de la Cámara de Diputados del 28 de septiembre de 1925. Diario de debates de la Cámara de Dipu-
tados del Congreso de los Estados Unidos Mexicanos. http://cronica.diputados.gob.mx/DDebates/31/2do/
Ord/19250928.html Consultada el 28 de enero de 2007
19 El primer Congreso de empresarios se realizo en junio de 1917; uno de sus resultados fue la conformación de la
CONCAMIN al año siguiente. Puga, Cristina. La controversia sobre el proteccionismo en México. Ponencia
presentada en el XIV internacional Economic History Congres, Helsinki, Finlandia, 21 to 25 Augost 2006. http://
www.helsinki.fi/iehc2006/papers3/Puga.pdf Consultada el 22 de febrero de 2007
20 FEMSA. En http://www.femsa.com/es/about/history/ Consultada el 23 de febrero de 2007
21 Tecnológico de Monterrey. Eugenio Garza Sada en http://www.mty.itesm.mx/daf/centros/cvep/noticias/social/
personalidades/home.htm Connsultada el 7 de febrero de 2007.

69
Merece una mención especial el caso de las empresas de origen italiano, como
la fábrica de chocolates La Suiza, los pequeños productores de lácteos del
pueblo de Chipilo, las haciendas Nueva Italia y Lombardía, de la familia Cusi.22
A principios de 1925 se realizó en la Ciudad de México el segundo Congreso
Industrial sin que los patrones permitieran la participación de los represen-
tantes de la central oficial, la CROM, a lo cual el presidente Calles respondió
molesto: “Se extraña que los empresarios no quieran permitir que los traba-
jadores asistan a sus sesiones (…) esto debe ser recapacitado para las futuras
conquistas, tanto más cuanto que redundará en beneficio para el capitalista
y el trabajador”. 23
El Congreso en su declaración oficial manifestó la voluntad de los empresarios
de mantener su autonomía con respecto al Estado y en particular de las JCA;
defienden la bilateral como forma de relación laboral con los trabajadores y
la necesidad de establecer Contratos Colectivos de Trabajo como mecanismo
de regulación:
“No se rechaza la agrupación sindical, sino que se acepta de buen grado y se
pretende, por lo mismo, el contrato colectivo, reglamentado con responsabi-
lidades para los sindicatos y para los patronos, con clausulados que precisen
derechos y deberes para ambas partes (…) para facilitar la inteligencia entre
la dirección y la mano de obra, se han propuesto los organismos mixtos en
cada fábrica, compuestos por representantes de los trabajadores y de los pa-
trones, para que entre ellos mismos se puedan conocer a fondo las verdaderas
necesidades de unos y otros(…) Las Juntas de Conciliación y Arbitraje…
no intervendrán para nada en las relaciones de la mano de obra con el
patrón, sino que sólo servirán de organismos de observación, de cuerpo
consultivo“ 24
Ya en estos años los empresarios sufrían la carga de corrupción y extorsión por
parte de los funcionarios de la JCA y del Departamento del Trabajo, al mismo
tiempo que tenían que enfrentar las reivindicaciones de los trabajadores en los
centros de trabajo.

22 En 1927 un grupo de italianos, con el patrocinio de la embajada italiana, fundo el Fascio Italiano di Messico nom-
brando cómo Presidente a Eliseo Lodigiani, hijo del dueño de la fábrica chocolates “La Suiza. Ver Franco Savarino.
BAJO EL SIGNO del “Littorio” la comunidad italiana en México y el  fascismo (1924-1941). Revista Mexicana de
Sociología, vo. 64 nº 2, pp. abril-junio 2002, pp. 113-139. INAH-ENAH http://www.geocities.com/nihil0x/Sociologia.
htm#_ftn40 Consultada el 23 de febrero de 2007.
23 El Demócrata. 2 de febrero de 1925.
24 El Universal 1 de abril de 1925. Las negritas son nuestras.

70
Los Operadores
Puig Casauranc25 fue diputado federal por Veracruz en 1921 y 1922 y senador
por el Estado de Campeche en 1924-1926. Amigo personal de Calles, en 1926,
siendo Secretario de Educación Pública y por el reconocimiento a su capacidad
como intelectual, fue designado embajador en la Italia fascista, que no está
por demás decir que este país estaba en plena reestructura política en manos
de Benito Mussolini. En 1928 Calles lo llamó para sustituir a Morones en la
Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo para implementar la primera parte
de la estrategia legislativa que culminó en la promulgación de la Ley Federal
del Trabajo; también trabajó en la investigación de estructuras y funciona-
miento de distintos partidos políticos en el mundo26, para definir la estructura
y funcionamiento del Partido Nacional Revolucionario. 27
Después de la reforma política que canceló el sistema de gobierno del DF y
después de haber cumplido su labor en la formación del PNR e iniciar el proce-
so de imposición de la LFT fue nombrado Jefe del Departamento del DF (1928
- 1929). En agosto de 1931 fue nombrado embajador de México en Estados
Unidos pero con residencia en México, pues estaba comisionado por Calles
a preparar una reorganización del poder ejecutivo, donde Calles ocupó en el
nuevo gabinete, la Secretaría de Guerra y Marina y con ello el control directo
del ejército.28
Ramón P. De Negri relevó a Puig Casauranc en la embajada de Italia. Nació en
Hermosillo Sonora. Hijo de Casimira Pérez mexicana de origen estadounidense
y francés y de Manuel De Negri, originario del sur de Italia. Inició su carrera
en la administración pública cómo telegrafistas en el Estado de Sonora bajo el
gobierno de José María Maytorena.
Con Venustiano Carranza ascendió a jefe de oficina de Ferrocarriles y Telégra-
fos. Por su origen materno norteamericano participó en diversas comisiones
financieras y diplomáticas en Estados Unidos: fue Cónsul General de México
en San Francisco y Nueva York, además de encargado de negocios de México
en Washington, D.C.
En 1924 fue vocal de la Comisión Nacional Agraria, sustituyendo en 1924
a Antonio I. Villarreal en la Secretaría de Agricultura y Fomento durante el
gobierno del también sonorense Álvaro Obregón.29
25 Gobierno de Campeche. Enciclopedia de los municipios de Campeche. CARMEN. http://e-local.gob.mx/work/
templates/enciclo/campeche/Mpios/04003a.htm Consultada el 11 de febrero de 2007
26 Meyer, Lorenzo. Periodo 1928-1934. en Historia de la revolución mexicana. Vo. 12. El Colegio de México. Méxi-
co. 1978. p 54
27 La redacción final fue responsabilidad de Basilio Vadillo en base a las consideraciones de Puig Casauranc. Meyer,
Lorenzo, op.cit. p 54 y Puig Casauranc, José Manuel. La Galeta rebelde a varios pigmaliones (De Obregón a
Cárdenas (antecedentes y fenómeno Mexicano actual). Ediciones Botas, México, 1938.
28 Ídem. pp154
29 Calles, Plutarco Elías. Pensamiento político y social, antología (1913-1936), México, Fondo de Cultura Eco-
nómica, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1988. http://72.14.253.104/

71
Fue presidente de los Ferrocarriles Nacionales (1922-1923) y fundador de la
Escuela Nacional de Agricultura en Chapingo. Asumió la embajada de México
en Italia30y Hungría durante 1928, en pleno auge del fascismo italiano, susti-
tuyendo después a José Manuel Puig Casauranc en la Secretaría de Industria,
Comercio y Trabajo. Recibió la encomienda de cabildear la reglamentación del
artículo 123 constitucional. Él fue el responsable de implementar junto con
Portes Gil, (secretario de gobernación entonces) la Convención Obrero Patro-
nal para convalidar el proyecto de Ley Federal del Trabajo en 1928.
Su experiencia italiana fue determinante en el enfoque legislativo de la ley,
cosa que se nota en la gran similitud de principios de la LFT y el Código del
Trabajo que impuso Benito Mussolini en Italia.31
Un tercer operador, fue Abelardo L. Rodríguez, que a diferencia de Puig y de
Negri no fue embajador en Italia, pero por instrucciones Plutarco Elías Calles,
viajó durante siete meses a Europa para investigar cuestiones relacionadas con
el entrono laboral32. A su regreso Calles lo instaló cómo su subsecretario de
guerra y desde ahí opero la modificación al texto original del 1928, asesoran-
do a Calles que fungió cómo supervisor directo en las comisiones de trabajo
de la Cámara de Diputados, cómo lo atestiguan los propios diputados: “que
algunas de esas juntas (de las comisiones de trabajo de la Cámara de Diputa-
dos) fueron presididas por el señor Presidente de la República, con asistencia,
cómo invitado de honor, del señor General don Plutarco Elías Calles, enérgico
orientador de la Revolución, que no podía ni debía negar sus sabios consejos
a obra de tanta importancia y trascendencia para el país.” 33
Aprobada la LFT sin discusiones de fondo, Abelardo L. Rodríguez fue
nombrado Secretario de Industria, Comercio y Trabajo, quién de inmediato
aplicó con precisión los mecanismos de control: Arbitró en contra de la Alianza
de Tranviarios en su demanda de pago de horas extras, mutiló el CCT del
Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) reduciendo los días no laborales;
negó registros sindicales independientes al mismo tiempo que reconoció
de inmediato el registro del primeros sindicato de protección: la Unión de
Trabajadores Cuauhtémoc y Famosa, en las industrias de Eugenio Garza Sada
en Monterrey, quienes suscriben el primer contrato de protección con las
empresas del grupo.34
search?q=cache:1dp1WuVOpYIJ:www.economia.unam.mx/secss/docs/tesisfe/OlveraLA/cap3.pdf+%22Ferrocarriles
+Nacionales%22%2B%22De+Negri%22&hl=es&ct=clnk&cd=8&gl=mx Consultada el 3 de febrero de 2007
30 Secretaría de Relaciones Exteriores. Embajadores en Italia. http://www.sre.gob.mx/acervo/embitalia.htm Consulta-
da el 3 de febrero de 2007

31 Carta del trabajo aprobada por el Gran Consejo del fascismo en 21 abril de 1927 y publicada en la Gaceta Oficial,
30 abril de 1927, nº. 100. Una copia en español se encuentra en Robles, Jorge. El estado corporativo y el movi-
miento obrero. Libertad Sindical Bouzas, Alfonso coordinador. Editado por UNAM, AFL-CIO, FAT y otros. México,
2002
32 Estado de Baja California. Biografía de Abelardo L. Rodríguez. s/f. http://www.cicese.mx/mexico/bc/biografias/abe-
lardo_rodriguez.html Consultada el 13 de febrero de 2007.
33 Legislatura XXXIV Diario de debates. Viernes 10 de julio de 1931. - Año I - Período Extraordinario - Fecha
19310710 - Número de Diario 11
34 Palacios, Lylia Isabel. Construcción de una cultura del trabajo hegemónica en la gran industria regiomontana. 1918-

72
El operador político
Hasta ahora los operadores habían realizado un trabajo más técnico que po-
lítico y no habían logrado ganar voluntades al proyecto. Calles necesitó de un
buen operador político probado, y recurre a Aarón Sáenz, un obregonista de
derecha que aspiraba a la presidencia de la república pero que se subordinó a
la lógica del jefe máximo y declinó su pre candidatura para beneficio de Portes
Gil.
Sáenz había mostrado sus habilidades operativas cómo Secretario de Relacio-
nes al lidiar con la embajada norteamericana en el conflicto cristero. Sáenz
era el indicado para ocupar la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo y
conseguir la aprobación del Código del Trabajo de Portes Gil.

El operador sindical
Vicente Lombardo Toledano fue sin lugar a dudas, un personaje fundamental
para imponer un código laboral donde se sacrificaba la autonomía y la liber-
tad sindical y con ello se dio origen al uso de los sindicatos como franquicia, y
el derecho de huelga como mercancía y mecanismo de extorsión.
Lombrado Toledano, licenciado en derecho vinculado a la CROM a través de su
militancia en el Partido Laboral Mexicano y como fundador la Liga de Profeso-
res del Distrito Federal. Con la llegada de Obregón a la presidencia, el cromista
Celestino Gasca fue nombrado gobernador del Distrito Federal, y Morones
como director de Abastecimientos Fabriles y Aprovisionamientos Militares;
Lombardo Toledano trabajó como Oficial Mayor del Distrito Federal.
Fue por unas semanas gobernador interino del Estado de Puebla (1924-1925),
con residencia en México y diputado federal por el XIII distrito electoral corres-
pondiente a Teziutlan, Puebla, donde nació.
Su elección fue denunciada por presunto activismo del ejército, que se convir-
tió “en activa propagandista de la candidatura Lombardo, usando de la fuerza
para amedrentar a la población civil y para estorbar la acción administrativa
de las autoridades del Estado.”35
En el año de 1925, siendo diputado federal le tocó participar en uno de los in-
tentos más serios para reglamentar el 123 constitucional, donde en su calidad
de cromista presentó fiera batalla parlamentaria contra el también diputado
y fundador de la Casa del Obrero Mundial, el zapatista Antonio Díaz Soto y
Gama. El tema central del debate fue la libertad sindical y la Contratación
Colectiva.
Toledano tomó la defensa del articulo 114 del proyecto que en su redacción
decía “En ningún caso y por ningún motivo las autoridades podrán reconocer,
para los efectos del contrato de trabajo, la existencia simultánea de dos agru-
paciones en una misma empresa” y por supuesto que reconocería exclusiva-
mente a quién representara a la mayoría dentro de la empresa.
1954 http://mezcal.colmex.mx/historiadores/ponencias/162.pdf Consultada el 14 de febrero de 2007
35 XXXI Legislatura, Diario de debate, 16 de diciembre de 1924, http://cronica.diputados.gob.mx/DDebates/31/1er/
Ord/19241216.html Consultada el 13 de febrero de 2007

73
Soto y Gama preguntó durante el debate: “¿Quién va a fijar la mayoría?
¿Quién va a hacer la declaración de que una agrupación obrera tiene la ma-
yoría? ¿El ministro de Industria y Comercio? ¡Dios nos acompañe! (Risas). ¿Las
juntas de Conciliación y Arbitraje, manejadas generalmente por los que están
en el Poder? No salimos de apuros ni resolvemos el problema. ¿Qué autoridad
va a ser la encargada de fijar la mayoría?” (…)
¿Y quién fija la mayoría? ¿El señor Morones? Acuérdense del caso de la Ter-
minal, compañeros. (Una voz: ¡Le tiene miedo!) ¿Pero cómo no le hemos de
tener miedo a un individuo que a la vez es secretario de Industria y jefe de una
organización obrera? ¿Cómo no vamos a tener miedo a la parcialidad del que
funge de juez y parte?36
Lombrado contestó: “¿quién va a fijar la mayoría? Ahí está el problema. ¿La
Secretaría de Industria? No, ¡qué barbaridad! ¡Dios me libre, Morones califi-
cando eso! No. Morones es el enemigo de las organizaciones obreras, etcéte-
ra. ¿Va a serlo el Gobierno del Distrito? ¿Y si el Gobierno del Distrito cae en
manos de los laboristas? No. ¿La Secretaría de Agricultura? No. ¿La Secretaría
de Hacienda? No. (…que) las juntas de Conciliación y Arbitraje sean las que
vayan a justificar la existencia de la mayoría no le satisface al compañero Soto
y Gama porque ahora gobierna el general Calles, (…) Pero todo mundo sabe
que las juntas de Conciliación y Arbitraje se integran por obreros, por repre-
sentantes del gobierno y por representantes del capital.”37
Lombardo defendió en este debate la necesidad de un sindicato único en cada
centro de trabajo, expulsando de la empresa a los trabajadores disidentes. A
los pocos meses Lombardo publicó su libro La libertad Sindical en donde
afirmó: “La libertad sindical es, pues, en México, por el sentido gramatical
de las Leyes, es un nuevo camino creado por el Estado para la emancipación
integral del proletariado, y un derecho limitado a la defensa de sus intereses
materiales, tratándose del capitalismo.”38
Durante un breve periodo en que Lombardo fue ayudante de Morones en la
SICT, estallaron huelgas ferrocarriles y en la industria minera del Estado de Ja-
lisco, huelgas organizadas por Siqueiros, las cuales fueron declaradas ilegales
y sangrientamente reprimidas por el ejercito. El fallo fue firmado por Lombar-
do en su calidad de oficial mayor de la SICT.39
En 1928, justo antes de iniciar la discusión sobre la reglamentación del ar-
tículo 123, la polémica sindical sobre la contratación sindical estaba clara-
mente definida, entre los sindicatos (CGT y algunas federaciones de CROM)
que pugnaban por la firma de CCT y su extensión a carácter de Contratos Ley
pactados de manera bilateral entre trabajadores y patrones y su contraparte,
(representada por Lombardo Toledano), que impulsaba la firma de Contratos
Sindicales de Trabajo por centro de trabajo, acompañados de previa expulsión
de los trabajadores disidentes con el sindicato mayoritario por medio de la
Cláusula de Exclusión.40
36 Ibid
37 Ibid
38 Lombardo Toledano, Vicente. La libertad sindical en México. UOM, México, 1974 pp 25, 267
39 Campa, Valentín Entrevista. Anguiano, Arturo et. Al. Op. Cit. p 132-133
40 Lombardo Toledano, Vicente. El contrato sindical de trabajo. Citado por Salazar, Rosendo. Historia de las luchas

74
Los partidos
En el país existían entonces al menos 55 partidos legalmente reconocidos, la
inmensa mayoría se disolvió para integrarse al Partido Nacional Revolucio-
nario, partido oficial, los que se quedan al margen cómo el Partido Laboral
Mexicano (PLM) o el Partido Comunista Mexicano (PCM) son asediados por el
poder al grado de ser reprimidos y declarados ilegales o eliminados de todo
espacio de poder, desmantelando su base social y exiliando a sus principales
dirigentes.

Los comunistas
Justo después de los primeros debates sobre el proyecto de Ley Federal del
Trabajo 1928-29, y después de una declaración de Lombardo Toledano acu-
sando a Siqueiros y a Campa de recibir instrucciones directamente de la emba-
jada soviética,41 en junio de 1929, el Partido Comunista Mexicano es declarado
ilegal, la policía tomó violentamente la imprenta del partido, El Machete, se
expulsó a diplomáticos soviéticos cómo preludio al rompimiento de relaciones
con la URSS, se desaforó al diputado comunista Hernán Laborde, se asesinó
al principal estratega del partido, el cubano Julio Antonio Mella, impulsor de
la formación de la Central Sindical Unitaria de México42, ligada al PCM, se ex-
pulsó del país a su compañera Tina Modoti, secuestran a Valentín Campa y se
encarcela en las Islas Marías a los principales opositores sindicales- Siqueiros,
Miguel Ratón Velasco, Evelio Badillo, José Revueltas entre otros-, se asesinaron
en Durango y Tamaulipas al menos a 46 militantes43, se reprimió violentamen-
te los movimientos sindicales vinculados a la Confederación Sindical Unitaria
de México (CSUM) y se da un golpe de mano en la Liga Nacional Campesina,
brazo campesino del PCM, desligándola del partido.

proletarias de México. 2 tomos. Ed. Del autor. México 1956. Vo. II p. 38


41 “Lombrado hizo una canallada: cuando la polémica sobre la Ley Federal del Trabajo, Siqueiros y yo lo teníamos
acorralado, usó un recurso, -entonces de mucho efecto en los medios de publicidad que existían, la prensa princi-
palmente; la radio apenas comenzaba-, fue el siguiente(dijo) ¡todo lo que dicen aquí Campa y Siqueiros lo reciben
cómo consigna de Moscú en las valijas diplomáticas de la embajada soviética’.Campa, Valentín en entrevista con
Anguiano, Arturo, en Anguiano, Arturo, et. al. Cárdenas y la izquierda mexicana. Juan Pablos editor, S.A, México
1975
42 Sobre los sicarios que asesinaron a Julio Antonio Mella no se tuvo respuesta oficial. Para los estalinistas (Caridad
Massón Sena) fueron sicarios mandados por el dictador cubano Machado, para la izquierda comunista ligada al
trotskismo (Pino Cacucci) fueron agentes estalinistas por haber impulsado la formación de una central sindical
comunista en México, estrategia diferente a los acuerdos de la III Internacional. Lo indiscutible es que el gran
beneficiario del crimen fue el gobierno mexicano y ¿por qué no? quizá los sicarios contaron con la complicidad de
mismo. Ver: Caridad Massón Sena. Mella y el movimiento obrero mexicano.
Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana “Juan Marinello”.
La Habana, Cuba, 2004, 14 pág. http://168.96.200.17/ar/libros/cuba/marin/mella.rtf Consultada el 2 de febrero de
2007; Cacucci, Pino. Los motivos por los que asesinaron a Julio Antonio Mella. La Jornada, 19 de junio de
2005, disponible en la web de la Fundación Andreu Nin: http://www.fundanin.org/cacucci.htm Consultada el 2 de
febrero de 2007.
43 Gonzáles Prieto, Alejandro. Bibliografía de Hernán Laborde (1895-1955). En revista Memorial, Nº 156, Disponible
en: http://www.memoria.com.mx/156/GPrieto.htm Consultada el 23 de febrero de 2007 y
Peláez Ramos, Gerardo. Algunos comunistas caídos en México. En http://www.comunistas-mexicanos.org/index.
php?option=com_content&task=view&id=49&Itemid=3 Consultada el 28 de febrero de 2007

75
Los laboristas
La batalla para acotar y eliminar al Partido Laborista Mexicano (PLM) se inició
con el asesinato a Álvaro Obregón, pues Morones se había atrevido a mante-
ner una disputa pública con él y su asesinato fue un buen pretexto para expul-
sarlo de la elite del poder. Fidel Velásquez, entonces compañero de Morones,
sostiene que el verdadero motivo de la disputa y la caída de Morones fue que
se atrevió a querer ser presidente.44
El Congreso nombró a Emilio Portes Gil, rival de Morones, con quien había
tenido una relación conflictiva durante su gobernatura en el Estado de Ta-
maulipas; Portes Gil cómo gobernador retiró la administración del CCT de los
ferrocarriles en Tamaulipas a la CROM para otorgársela a Alianza de Ferrocarri-
les Mexicanos45. En otros casos llegó a tener mayor consideración, casi nunca
correspondida, con la CGT.46
La campaña de desprestigio contra Morones se dio no sólo en el ámbito político,
sino también entre la opinión pública, con obras de teatro donde se satirizaba
a Morones y a los dirigentes cromistas: “El desmoronamiento” y “Cromopolis”
son algunos ejemplos en donde inclusive participaron actores sindicalizados y
ex compañeros cercanos a Morones, cómo Roberto “el panzón” Soto con quién
compartió fiestas, coñac y suripantas. En “Cromopolis”, Soto que representaba
a Morones, aparecía en escena, “revolcándose en las alfombras, totalmente
ebrio empinándose una botella y exclamando: ¡Arriba el proletariado!”. En
“El Desmoronamiento”, también representada por “el panzón” Soto y escrita
por José Moreno Ruffo e Ignacio Baeza, se “hacía una severa crítica de los
procedimientos gangsteriles que usaron los directores del movimiento obrero
en aquel entonces para imponer sus caprichos. Asimismo exhibía todas las
lacras de que en su vida pública hacían ostentación algunos de dichos líderes,
especialmente el señor Morones, quien en una de las escenas, aparecía en
su famosa quinta de Tlalpan, presidiendo las grandes bacanales que noche
a noche, y con asistencia de altos funcionarios del antiguo gobierno, se
celebraban...” 47.
Días antes de que Portes Gil asumiera la presidencia tuvo una reunión con di-
rigentes de la CROM, la que significativamente faltó Morones, donde se com-
prometieron a establecer buenas relaciones. Al día siguiente en la IX Conven-
ción de la CROM, Morones, en una demostración de fuerza frente al invitado
especial, Plutarco Elías Calles, arremetió contra Portes Gil, contra el gobierno
y al final, la Convención abandonó el Teatro Hidalgo en donde se realizaba el
evento, pues era un espacio gubernamental.

44 Velásquez, Fidel. En entrevista con Jean Meyer, citado por Krauze, Enrique. Los obreros y el poder. Revista Vuelta
Nº 147, febrero de 1989. pp. 26-29
45 Córdova, Arnaldo. Op. Cit. P 60
46 En 1925 Portes Gil invitó a la CGT a participar activamente en la formación de un Frente Único en la Huasteca
tamaulipeca. Ver Nuestra Palabra. 23 de abril de 1925
47 Pérez Montfort, Ricardo. Tres prebostazgos en el México posrevolucionario: Luis Napoleón Morones, Maximino
Ávila Camacho y Gonzalo N. Santos. Red de investigadores latinoamericanos por la democracia y la autonomía de
los pueblos. s/f. http://www.ufg.edu.sv/ufg/red/montfort3.html Consultada el 14 de febrero de 2007

76
La CROM retiró a todos sus cuadros que ocupaban cargos gubernamentales,
incluyendo a los delegados de la CROM a la convención Obrero Patronal48
(entre ellos Lombrado Toledano y Ricardo Treviño49), dejando sin operadores
sindicales pro gobierno a la Convención Obrero Patronal lo cual retrasó los
planes de Calles para imponer el proyecto de legislación laboral.
Este conflicto sólo atizó la incertidumbre en las dirigencias de los sindicatos
nacionales y locales, que estaban acostumbrados a trabajar en contubernio
con las autoridades en turno y provocó la desbanda de muchos sindicatos
cromistas que salieron de la organización.
La opinión pública sobre la posible complicidad de Morones en el asesinato
de Obregón, era la comidilla cotidiana, pues se sabía que el caudillo sonoren-
se había debilitado la influencia del PLM. La salida de la Convención Obrero
Patronal y la renuncia a los puestos de gobierno resultaron funestas para la
CROM: se estaban enfrentando ni más ni menos que al jefe Máximo.
Calles les cobró caro esta insubordinación, en tres años de vivir en la oposición,
la CROM perdió más de 349 organizaciones nacionales, locales y de empresa.50

El PNR
La reelección del propio Obregón en el 28, la multitudinaria lista de micro
partidos en los cuales se apoyaba Calles para gobernar, el conflicto cristero,
la experiencia de la CROM cómo central obrera oficialista y su crisis después
del asesinato de Obregón, el apoyo incondicional a Calles de un sector de la
CROM ligada a Lombardo Toledano, la existencia de al menos 55 partidos po-
líticos reconocidos legalmente según los requisitos establecidos en el artículo
106 de la Ley Electoral de Poderes Federales y la necesidad de integrar al sis-
tema de control a los empresarios (la COPARMEX nace en 1929), más el auge
ascendente de los partidos fascistas en el mundo y la necesidad de controlar
desde el centro, el reparto del poder movió a Calles a fundar el Partido Nacio-
nal Revolucionario cómo ya vimos, comisionó a Puig Casauranc para presentar
una propuesta para organizar el partido.
Desde la convocatoria para la formación de un partido oficial, se advirtió la
mano del ex embajador en Italia, comenzando con el nombre de Partido Na-
cional Revolucionario, y terminando con la identidad como partido de Estado:
los delegados se contabilizaron en función del número de habitantes de cada
entidad federativa y no por el número de afiliados; los delegados tenían que
ser acreditados por los presidentes municipales. Todos los empleados públicos
fueron considerados miembros y les retuvo un día de salario en calidad de
aportación al partido; el periódico oficial del partido, El Nacional Revolucio-
nario, era al mismo tiempo el periódico difusión del gobierno.
48 Meyer, Lorenzo. Op. Cit. Pp 40-41
49 Robles, Jorge et. al. Del corporativismo a la autonomía sindical, memoria cronológica del movimiento obrero
en México, 1900-1980. Editorial El Atajo. México, 2ª edición 1997, pp.49-53
50 “El aparato de represión, control y patrocinio político que Morones había creado con la ayuda de gobiernos con los
que se alió, fue usado por un gobierno muy hostil para hostigar a la CROM”. Carr, Barry. El movimiento obrero y
la política en México, 1910-1929. México SepSetentas, 1976, TII, pp 154-155

77
A nivel organizativo el PNR establecía una relación totalmente jerárquica y
antidemocrática donde el Comité Ejecutivo Nacional era la instancia superior y
donde Calles era jefe indiscutible: “Se le llamó Jefe máximo y se le dio el califi-
cativo de hombre fuerte de México. La hoja del árbol no se movía sin su volun-
tad. Nada se hacía sin su autorización tácita o expresa. Su casa particular viose
continuamente visitada por numerosa gente. Políticos de fuste y hombres de
negocios pasaban a la residencia del general Plutarco Elías Calles, en donde
siempre se encontraba el visitante con la figura de Luis N. Morones, gordinflón
aún, con su cara atectónica, donde un ojo, el izquierdo brillaba cómo fuego.
El mismo cuerpo diplomático, tan celosos de su contacto, le rendía homenaje.
Muy amigos, muy íntimos, el general Calles y Mr. Dwith Morrow, embajador
norteamericano.” 51 Una figura que recuerda al Duce.

El modelo
La Italia que les tocó vivir a De Negri y a Puig Casauranc fue la de la consolida-
ción del Estado Corporativo que en palabras de los propios fascistas “repre-
senta una forma especial de actividad de gobierno del Estado, que en orden a
la Economía, regula los problemas relativos a la producción, a la distribución y
a la circulación de la riqueza.”52
El corporativismo italiano, es decir el proyecto fascista de Mussolini, consis-
tió en la integración obligatoria de los ciudadanos al aparato de Estado por
medio de corporaciones gremiales, es decir, los sindicatos, con la finalidad de
garantizar por medio del principio de autoridad, el cumplimiento de los pro-
yectos del Estado para lo cual requiere de mecanismos de control ideológico
que le permitan funcionar de manera eficiente recurriendo al nacionalismo
cómo motivo de unidad.
Por otro lado pertenencia a los sindicatos era obligatoria, mientras que el Es-
tado se encargaba de mantenerlos “ordenadas jerárquicamente, reconocidos
o autorizados por el Estado que deliberadamente garantiza un monopolio de
representación” 53
De Negri y Puig Casauranc encontraron en Italia una solución aplicable a la
realidad mexicana, por lo menos digna de ser estudiada, dada la circunstancia
de México, su crisis institucional y la diversidad de caudillos militares. Solución
que incluían la formación de un partido de Estado con mecanismos de control
sobre los sectores de la producción y que permitiera la gobernabilidad funda-
mentada en leyes y decretos, todo en nombre de la paz social, la estabilidad
política y la económica del país.
En la Italia que les toco vivir a Puig y De Negri, todos los partidos desaparecieron,
se volvieron clandestinos o se integraron al Partido Nacional Fascista fundado

51 Salazar, Rosendo. Del militarismo al civilismo en nuestra revolución. Libro mex editores. México 1958. p. 329
52 Gay de Montellá, R. El Fuero del Trabajo y el sistema del Estado Sindical-Corporativo, Librería Santander,
Valladolid, 1939, p.102
53 Schmitter, Philippe. “Ancora el secolo del corporatism? En La societá neocorporativa, a cura deMarco Maraffi, Ed
Il Mulino, Bolognia. 198. 1Citado por Asís Nassif, Alberto. El estado mexicano y la CTM, Ediciones de la Casa
Chata, México, 1989,pág.42

78
en 1921. Todos los empleados públicos, desde el trabajador más humilde
hasta el funcionario más alto son obligatoriamente miembros del partido,
pagaban cuotas y se les prohibió, como funcionarios públicos, la integración en
sindicatos para defender sus derechos laborales, pues lejos de ser considerados
trabajadores se les denominaba representantes de la autoridad. Al final se
les concedió del derecho de pertenecer obligatoriamente a un sindicato de
empleados públicos, pero sin derecho a la contratación colectiva.
En materia ideológica dominaba el nacionalismo como sustento ideológico
pretendiendo que el Estado es la encarnando de la nación. De aquí viene el
término de Estado Totalitario, es decir el Estado que abarca la totalidad de las
relaciones sociales, económicas, políticas y espirituales de los gobernados:54 la
subordinación del interés individual y particular al interés colectivo encarnado
en el Estado como representante de la nación.
¿Y qué es la nación para el fascismo italiano?: “es un organismo que posee
fines, vida, medios de acción superiores en potencia y en duración a los indi-
viduos aislados o agrupados que la componen. Es una unidad moral, política
y económica que se realiza íntegramente en el Estado;”55. Y el Estado a su vez
“comprende las actividades sociales, económicas, morales, políticas y cultura-
les de la Nación.”56 “Nuestro mito es la nación nuestro mito es la grandeza de
la nación” dirá Mussolini. 57
La lección fue aprendida por los embajadores mexicanos y el nacionalismo se
convirtió como campaña publicitaria en el principio de identidad de los caudi-
llos con el pueblo y expresada muy bien en la formación del Partido Nacional
Revolucionario. En 1927 la CROM a través de de su secretario general, Ricardo
Treviño, sometió “a consideración del gobierno del país y a las organizaciones
patronales (un memorando) en beneficio de la nación y al concepto naciona-
lista del movimiento obrero.”58 Ya Calles siendo presidente declaró en tono de
queja sobre “la inundación que ha estado sufriendo nuestro país de judíos”59.
En 1931 la Confederación de Cámaras Industriales y de Comercio, la Confe-
deración de Cámaras, la Cámara de Comercio Francesa y el Departamento del
Trabajo del Distrito Federal convocaron a una gran manifestación nacionalista
para el día 1 de junio, estableciéndolo, el gobierno de la capital, día de des-
canso oficial.60
Es aquí donde se forja el discurso del nacionalismo revolucionario del partido
oficial. Lombardo Toledano lo expresa de manera espontánea en el debate con

54 Aranguren, José Luis L., Qué son los fascismos, La gaya ciencia S.A., Barcelona, 1976, pp. 31-32
55 Carta del trabajo aprobada por el Gran Consejo del fascismo en 21 abril de 1927 y publicada en la Gaceta Oficial,
30 abril de 1927, nº. 100. Cabe aclarar que en este documento al estado que se refiere es al estado fascista.
56 Gay de Montellá, R. op. Cit. p.92
57 Mussolini, Benito. Discurso del 24 de octubre de 1922. Citado por Guerin, Daniel. Fascismo y gran capital. Editorial
Fundamentos, Madrid. 1973. p. 104
58 Treviño, Ricardo. El espionaje comunista y La evolución doctrinaria del movimiento obrero en México.
Edición del autor. México 1952. p 116
59 Gojman de Backal, Alicia. Camisas, escudos y desfiles. Los dorados y el antisemitismo en México (1934-
1940) FCE. México 2000. p. 103
60 Ibid

79
Siqueiros y Campa sobre el carácter del proyecto de Ley Federal del Trabajo en
1929 “todos somos nacionalistas sociales.”61
En materia sindical y de contratación colectiva, Italia innovó los mecanismos
de control sobre los sindicatos:
Después de la marcha sobre Roma (1922) los trabajadores que conservaban
aun su credencial sindical “son apaleados o pierden su empleo. Los patrones y
las oficinas de colocación rechazan a los obreros que no llevan el carnet ‘sindi-
cal’ fascista. En algunos casos, los mismos industriales apuntan a todo su per-
sonal a los ‘sindicatos’ fascistas y retienen las cotizaciones de los salarios.”62
En diciembre de 1923 la Confederación patronal italiana y los sindicatos fas-
cistas firmaron un acuerdo con el que forman una comisión mixta permanen-
te, vigilada por la autoridad, para tratar todos los asuntos relacionados con el
funcionamiento de las empresas.
En 1924 el gobierno fascista publicó un decreto-ley donde autorizó a los go-
bernadores provinciales a destituir a los dirigentes obreros no afines al fascis-
mo y disponer de los bienes de los sindicatos independientes y en octubre de
1925 se firmó un pacto entre la Confederación Industrial Italiana (Confindus-
tria) y los sindicatos oficiales suprimiendo las comisiones obreras creadas du-
rante las tomas de fábrica del 1922; al mismo tiempo el Gran Consejo fascista
prohibió el derecho de huelga y la libertad sindical.63
La navidad de 1925 fue extremadamente fría para el pueblo italiano pues se
aprobó el decreto que otorgó poderes absolutos al Duce Benito Mussolini.
En 1926 Mussolini decretó la disolución de todos los partidos políticos y
se suprimió las garantías individuales. Con la eliminación del parlamento,
la cámara de los fascios y las corporaciones (sindicatos de trabajadores y
empresarios) dan forma final al “Estado Corporativo”.
En 1929, los dirigentes de los sindicatos fascistas que habían servido en la
etapa de posesionarse en la clase trabajadora y por lo mismo, la que tenía
más compromisos sindicales establecidos, son destituidos y algunos de
ellos encarcelados pues su función de agitación, a criterio del Duce, había
terminado y ahora el sistema corporativo necesitaba menos beligerancia y
más colaboración.64
En Italia un trabajador común y corriente estaba obligatoriamente integrado
aun sindicato, requisito necesario para conseguir empleo a pesar de que los
sindicatos y sus dirigentes podrían no aparecer jamás en la vida cotidiana del
trabajador. En un testimonio escrito por un trabajador afirma: “jamás he teni-
do la posibilidad de entrar en contacto con la organización, de discutir en las
asambleas ni de expresarme libremente.”65
La afiliación a los sindicatos, oficialmente era libre y voluntaria, pero un des-
empleado no tenía posibilidad real alguna de conseguir trabajo. Para trabajar
61 Cordova, Arnaldo. Op.cit.
62 Guerin, Daniel. Fascismo y gran capital. Editorial fundamentos. Madrid 1973. p 259 y siguientes.
63 Cronología de Gramsci 1922-1926 en http://www.gramsci.org.ar/3/1.htm Consultada el 3 de febrero de 2007
64 Guerin. Op.cit. p 276
65 El Universale, Florencia, 25 de abril de 1933. Citado por Guerin, Daniel. Op. Cit. P 262

80
tenía que hacerlo afiliándose al sindicato oficial. El trabajador que se encon-
traba ya trabajando durante la modificación del régimen sindical, podía man-
tenerse al margen del sindicato pero el nuevo sindicato oficial y el patrón
determinaban sus condiciones de trabajo, su salario y si quería conservar el
empleo sin afiliarse, tenía que cumplir con todas las obligaciones sindicales,
como el de pagar cuotas sin obtener nada más que el derecho a trabajar.
En materia de Contratos Colectivos de Trabajo el ministro de las Corporacio-
nes, el equivalente al secretario de Industria, Comercio y Trabajo en México,
elaboraba el documento en acuerdo con los patrones y era firmado por los
representantes sindicales. El contenido de los CCT era casi siempre desconoci-
do para los trabajadores, pero servía como justificación legal para determinar
con toda precisión las obligaciones de los trabajadores incluyendo salarios y
reglamento interno.
En materia de conflictos laborales el Estado fascista ejerció el arbitraje obli-
gatorio a través de sus diferentes organismos estatales ya sean los Comités
Provinciales Corporativos o la Magistratura del Trabajo.
Los organismos arbitrales eran tripartitos donde los funcionarios del Estado
fingían mediar entre los intereses de la empresa y la de los trabajadores.66
Cuando se implantó en Italia el arbitraje obligatorio el impacto inmediato en
las condiciones de trabajo fue:
• El Reemplazo de los antiguos CCT nacionales de industria por CCT de em-
presa, siempre y cuando así lo solicitara la empresa.
• La percepción económica de los trabajadores siempre fue, sin excepción, la
reducción de salarios y la generación de grandes diferencias salariales entre
regiones, y empresas de la misma industria.
• Escala móvil de salarios, pero a la baja y a criterio siempre de la empresa.
(Decreto del 1 de julio de 1926)
• Movilidad y flexibilidad total de la mano de obra, también a criterio de la
empresa y sin respeto al salario: Un trabajador podía ser removido a una
categoría inferior con la reducción salarial correspondiente.67
En materia de prestaciones sociales, el sistema corporativo italiano estableció
prestaciones y previsiones sociales básicas que permitieran la reproducción de
la fuerza de trabajo sana y estable, para mejorar el rendimiento en calidad y
cantidad en los centros de trabajo.
El Estado garantizó asistencia médica y previsión social a pescadores y medie-
ros, reglamentó el trabajo a domicilio, otorgó capacitación profesional a tra-
bajadores, obligó a la indemnización en caso de despido injustificado, regla-
mentó el trabajo de mujeres y niños68, ofreció la semana de cuarenta horas y:

66 Revue des Vivants. La carta fascista del trabajo. Octubre de 1927. citado por Guerin, Daniel. Op.cit. p 264
67 Lazard, J. La Agricultura en la Italia del Norte. En Le Correspondant, 25 de octubre de 1933. Citado por Guerin,
Daniel. Op.cit. pp 265-266
68 Discurso pronunciado por S.E.: Lantini, subsecretario de Estado para las Corporaciones, 23 de mayo de
1936, citado por Armando Cassiguo, op. cit., p. 344

81
“ El perfeccionamiento del seguro de accidentes; La mejora y el aumento
del seguro de maternidad; El seguro de enfermedades profesionales y de la
tuberculosis cómo tendencia al seguro general entre todos las enfermeda-
des; El perfeccionamiento del seguro contra la desocupación involuntaria;
La adopción de formas especiales aseguradoras dotalicias para trabajadores
jóvenes.”69
Hay que remarcar que el modelo italiano de Estado Corporativo basó su eco-
nomía en el capitalismo con una importante intervención del Estado en mate-
ria de control, supervisión, producción y financiamiento.70 Esquema de Econo-
mía Mixta le llamó Mussolini.
De todo esto abrevaron De Negri, Puig Casauranc, Abelardo L. Rodríguez y el
mismo Calles en su viaje a Europa en 1930-31.
La Ley Federal del Trabajo, el PNR, la Banca de Desarrollo, el Nacionalismo
Revolucionario, la figura del Jefe Máximo no son meras coincidencias. No es
coincidencia que Calles fundara el Banco de México en 1925 y Abelardo L.
Rodríguez Nacional Financiera, el Banco Hipotecario y de Obras Públicas y la
creación la empresa estatal Petromex.
Por esto bien dice Néstor de Buen que las prestaciones de seguridad social
establecidas en la LFT son parte de la estrategia fascista de control sindical71 y
estas previsiones sociales están muy lejos del Estado Benefactor72, sobre todo
en materia de democracia y libertad.73

La campaña pública del fascismo en México


México era fundamental en la política internacional de Mussolini, el hecho de
ser frontera con Estados Unidos y puerta de entrada para Latinoamérica obli-
gó a los italianos a la realizar un importante esfuerzo de construcción de una
imagen favorable al fascismo en nuestro país.
El primer bombazo publicitario fue sacar a la luz pública que un hijo del mis-
mísimo Garibaldi, Giuseppe Garibaldi había combatido al lado de las tropas
constitucionalistas. Mussolini mandó al Ezio Garibaldi, hermano de Giuseppe,
cómo diplomático encargado de valorar la situación mexicana.
69 Carta del trabajo, op. cit.
70 El Estado fascista italiano tiene un número importante de acciones en el Banca Comerciale, Credito Italiano, Banco
de Roma y en los llamados Bancos de derecho público. Decretos y leyes del 12 de marzo de 1926. en Gazzeta
Ufficiale, 16 de marzo de 1936. Citado por Guerin, op.cit. p 316
71 “Suele afirmarse en nuestro país que somos inventores –o poco menos- de los derechos sociales (…). Nuestros
derechos sociales son la expresión del control estatal sobre la fuerza social de los trabajadores.” De Buen , Néstor
entrevista con megía Prieto, Jorge. Fidel Velásquez: 47 años de historia y poder. Ed. Diana. México 1981 p. 145
72 Para muestra del carácter social del corporativismo basta observar el Fuero del Trabajo de Francisco Franco: Texto
del preámbulo y del fuero del Trabajo de 9 de marzo de 1938. Ver anexo de Robles, Jorge. El estado corpora-
tivo y el movimiento obrero. Op. Cit.
73 Ver: Barba García, Héctor. El Corporativismo mexicano. Los contratos colectivos de trabajo de protección.
http://www.fatmexico.org/analisis/CORPOCCP.doc Consultada el 28 de febrero de 2007
Díaz, Eduardo. Qué son los Contratos de Protección. En http://www.fatmexico.org/analisis/contratos de
proteccion[1].doc

82
En agosto de 1924, el gobierno italiano envió una gran comitiva internacional
a visitar varios países de Latinoamérica para promover su imagen. La nave
Italia tocó puerto en Veracruz. Iba cargada de una exposición de productos
industriales y obras de arte: la delegación incluía a más de 700 personas rela-
cionadas con la industria, el comercio, periodistas, políticos y militares.
El gobernador del estado, Adalberto Tejada recibió personalmente a tan dis-
tinguida tripulación. La nave fue visitada por más de diez mil personas el pri-
mer día74, mientras que la prensa lanzo una campaña favorable al Duce.75
En 1927 con fondos de la delegación italiana se fundó el Fascio Italiano de
México presidido por Eliseo Lodigiani, hijo del propietario de la fábrica de
dulces y chocolates La Suiza.
En una crónica periodística de 1928, Mario Appelius describió una visita a la
comunidad italiana de Chipilo, Puebla: “... una muchedumbre de campesinos:
de un lado los hombres, del otro las mujeres: machos aquéllos, fuertes, desca-
misados, cortados por una raza viril en un granito ciclópico: altas las mujeres
y robustas [...] potentes en la gallarda femineidad de su porte”.76
La campaña del gobierno italiano en México había permeado a la opinión
pública mexicana. Serán de dominio público las declaraciones y militancia pro
fascistas de personajes cómo Vasconcelos77, el Dr. Atl, Ezequiel Padilla y An-
tonio Caso.78
Ezequiel Padilla, que fue Secretario de Educación Pública en 1929 y también
embajador en Italia de abril de1930 a abril de 1932, en octubre de ese mis-
mo año y en su calidad de diputado, durante el debate para la formación del
Departamento Autónomo del Trabajo y de la Secretaría de Economía para
sustituir la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo lanzó una apología del
fascismo que además fue aplaudida por sus compañeros diputados:
“Pasemos ahora al fascismo, ese otro ejemplo formidable de lo que significa
en la vida moderna para la construcción económica de un país la lealtad de
los principios claramente definidos. Así cómo los Estados Unidos sostienen su
lucha de clases, su libre competencia, desatada y feroz en el campo de la lucha
económica, y así cómo Rusia no admite la lucha de clases, sino el predominio
inflexible de una sola clase, el Gobierno Fascista, el sistema Fascista, no quiere
74 Exelsior, 26 de agosto de 1924. Ciatado por Parés, Javier. Op. Cit.
75 Ibid
76 Sevarini Franco. Un pueblo entre dos patrias. Mito, historia e identidad en Chipilo, Puebla (1912-1943) Cuicuil-
co. Enero-abril. 2006 Nº 36. ENAH. México. Pp 277-291
77 La militancia pro nazi de Vasconcelos y el Dr. Atl los llevaron a realizar propaganda activa financiada por la embaja-
da alemana en México. Entrevista del autor con Ricardo Mestre Ventura, abril de 1995.
78 “(Antonio) Caso piensa que el socialismo cuando es válido se combina con un enérgico nacionalismo; por ello la
revolución de México, que tiene un perfil original, “debe desembocar en un gobierno enérgico, de amplio sentido
social. Esto es lo que ha realizado en Italia Mussolini; lo que hoy pretende lograr Hitler en Alemania.” (…) y propone
que “el oriente de la universidad sea el nacionalismo social mexicano” Torres Parés, Javier. La política y la Uni-
versidad: crónica del dogmatismo. en http://saturnales.tripod.com/cerezos/articulos/parres04.html Consultada el
1 Enero de 2007

83
ni una ni otra cosa: busca el equilibrio, la coherencia, la cooperación de las
clases. He allí su premisa fundamental.
Ellos van a organizar la cooperación de clases, van a edificar una política eco-
nómica sustentada en la cooperación de todas las clases productoras de la
nación; y en este sentido van a crear los órganos de su dinámica económica. El
sistema Fascista descansa fundamentalmente en el sistema de las corporacio-
nes, y las corporaciones son un conglomerado de sindicatos; allí no preocupa
la libertad individual; es necesario encontrar el órgano en donde todas las
clases de la producción se coordinen, y se ha hecho obligando al sindicalismo
de toda la Italia , de todas las fuerzas económicas, y al mismo tiempo a la co-
ordinación de los sindicatos pertenecientes a una línea de actividades, en una
corporación, que es la que juzga todos los conflictos, que es la que resuelve
todos los encuentros y todos los choques entre los distintos sindicatos. Allí el
trabajador no está abandonado, y en esto es necesario en gran parte com-
batir prejuicios. En la corporación fascista el trabajador no está aislado; en la
corporación fascista el contrato colectivo que representa la conquista máxima
práctica dentro de la lucha de clases, porque ya no es el hombre abandonado
y sólo con su debilidad, sino que ya obra solidarizado en un sindicato que
tiene personalidad y fuerza, es una conquista definitiva; la corporación, cómo
digo, coordina todos los sindicatos; de la corporación se asciende a un Con-
sejo de Corporaciones y por último se llega al Ministerio de las Corporaciones
que es el eje del Gobierno Fascista. El Estado Fascista es el Estado cooperativo.
Su tesis económica es que abandonar la nación la lucha de clases cómo en
los Estados Unidos, abandonarla a las fuerzas naturales de la competencia
económica, significa el caos; es la causa de las crisis continuas el no prever, el
no disciplinar los factores de la producción y ordenarlos de manera que no se
entrechoquen y se desgasten y no ocasionen otra cosa que el desbarajuste y el
desorden; es la causa de las crisis periódicas y de esas alternativas pasajeras de
prosperidades que no duran; por eso hay que conjurarlas y para eso hay que
buscar la coordinación de las clases, labor que sólo puede realizar el Estado,
porque sólo hasta él trascienden los intereses contrastantes de los individuos
y los grupos en pugna. Repito, no deseo criticar ni estudiar sistemas; quiero
sustentar otra vez mi propósito de que para estas arquitecturas económicas,
lo fundamental, lo que las hace grandes, lo que las ha llevado a resultados
estupendos, lo que las hace ser ejemplos de realizaciones y construcciones
asombrosas, es el respeto consciente y profundo a líneas ideológicas que de
antemano se han trazado cómo premisas fundamentales de su edificación.
(Aplausos.)”79

Operativo Ley Federal del Trabajo


13 de diciembre de 1927: El senado anuncia que deja para el siguiente perio-
do legislativo la discusión de un proyecto de reglamentación al artículo 123
constitucional.

79 XXXV Legislatura, Diario de debates. 21 de octubre de 1932.


http://cronica.diputados.gob.mx/DDebates/35/1er/Ord/19321021.html

84
1 de julio de 1927: Álvaro Obregón, cómo candidato único, gana las eleccio-
nes presidenciales.
17 de julio de 1928: Es asesinado el presidente electo Álvaro Obregón. La
figura de Morones, que tenía serias diferencias con el caudillo sonorense, se
ensombrece por la sospecha de ser el autor intelectual, aunque lejos de tener
evidencias, esta situación es aprovechada por sus adversarios políticos para
dejarlo fuera de la carrera presidencial.
De inmediato los comunistas convocan a la formación del Comité de Defen-
sa Proletaria; participan sindicatos obreros y campesinos de Jalisco, Nayarit,
Tamaulipas y Coahuila incluyendo la Liga Nacional Campesina (120 mil afilia-
dos), para realizar un Congreso Obrero y Campesino.
21 de julio de 1928: Ante las dudas planteadas y la presión de los obregonis-
tas, Morones y Celestino Gasca renuncian a sus cargos dentro del gobierno
para “no ser un obstáculo en la investigación80”
28 de agosto de 1928: Emilio Portes Gil asume la Secretaría de Gobernación.
26 de septiembre de 1928: Portes Gil es declarado presidente provisional de la
República por la Cámara de Diputados.
3 de noviembre de 1928: Se pública la convocatoria para la Convención Obre-
ro Patronal para discutir la reglamentación del artículo 123 constitucional.
15 de noviembre de 1928: Se inaugura la Convención obrero-patronal en el
Anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria. Portes Gil, cómo secretario de
Gobernación asume la presidencia de debates de la Convención con el apoyo
del Puig Casauranc, Secretario de Industria Comercio y Trabajo.
Por la representación obrera aparecen entre otros Vicente Lombardo Toledano
y Ricardo Treviño, David Alfaro Siqueiros, Manuel Ratón Velasco y Valentín
Campa; por los empresarios Eugenio Garza Sada y Joel Rocha; cómo asesores
del gobierno, Manuel Gómez Morín (Fundador del Partido Acción Nacional,
entonces colaboraba en el consejo del Banco de México) y Marte R Gómez
(Secretario de Agricultura y Fomento)81.
19 de noviembre de 1928: Se discute la desaparición de los Códigos Estatales
de Trabajo y retirar a los estados la injerencia en materia laboral. Siqueiros se
opone, pues con ello se perdían algunos aspectos avanzados de las legislacio-
nes locales.
20 de noviembre de 1928: El tema central de la discusión fue el de la contra-
tación: Los empresarios pugnaron por la contratación individual, un sector de
los trabajadores (Siqueiros y el bloque comunista) por la Contratación Colec-
tiva de Trabajo mientras que Lombrado Toledano insistió en la Contratación
Sindical basada en la cláusula de exclusión.
21 de noviembre de 1928: Se discute sobre el arbitraje por parte del Estado.
El debate fundamental se da otra vez entre Siqueiros y Lombardo Toledano.
Siqueiros: No intervención del Estado en los conflictos laborales y rechazo al
arbitraje obligatorio.
80 Salazar, Rosendo. Op.cit. Vo. I. p.279
81 Ibid

85
Lombardo Toledano: “Los obreros tienen confianza en el gobierno, por-
que representa los intereses de la revolución. El arbitraje obligatorio es
necesario.”82
26 de noviembre de 1928: Ante la inminente toma de posesión de la presi-
dencia el primero de diciembre, Portes Gil deja la presidencia de debates en
manos de Puig Casauranc.
28 de noviembre de 1928: El tema de la autonomía sindical está en el debate.
Ante la propuesta de registro sindical Siqueiros argumenta en contra:
“El Estado no debe intervenir en la vida sindical, (…) El Estado no podrá de-
cretar el desconocimiento o la disolución de los sindicatos (…) El régimen
fachista da derecho al Estado para inmiscuirse en las cuestiones internas de
las organizaciones. La causa de la división de los trabajadores ha sido la inje-
rencia de las autoridades en la organización interior de los sindicatos. Permitir
la intervención del Estado en los asuntos internos de los sindicatos sería tanto
cómo permitir la destrucción de ellos”83
1 de diciembre de 1928: Toma posesión de la presidencia de la república Por-
tes Gil. Entre las primeras acciones que toma es la de nombrar a Puig Casau-
ranc jefe del Departamento del Distrito Federal y nombra a Manuel De Negri
en la Secretaría de Industria Comercio y Trabajo.
3 de diciembre de 1928: El tema de discusión es la huelga. El proyecto vio-
lentaba el derecho de huelga, pues para no contradecir el texto del 123 que
establecía sólo los criterios de licitud de las huelgas, el proyecto encontró el
antídoto contra este derecho: el concepto de huelgas licitas pero “legalmente
inexistentes”. La delegación de la comunista acusó al recién nombrado presi-
dente Portes Gil de fascista criollo, este en represalia ordenó la aprensión de
Valentín Campa y Siqueiros, pero los miembros de la convención de manera
unánime se opusieron a ello y se nombró una comisión para que le pidiera al
presidente que respetara la función de la Convención obrero patronal y que
después hiciera lo que quisiera84… y así lo hizo después.
4 de diciembre de 1928: Se realiza la IX Convención de la CROM en el teatro
Hidalgo. Se presenta Calles quién es aclamado y recibe una medalla al merito
de la “Reconstrucción Nacional”. Se aprovecha la ocasión para reclamar el
maltrato a los cromistas por el asesinato de Obregón. La llegada de Portes Gil
a la presidencia no deja tranquilo a Morones, pues este se había enfrentado a
la CROM cuando fue gobernador de Tamaulipas.
La CROM decide romper todo trato con el gobierno y retira a sus delegados de
la Convención Obrero Patronal.
9 de diciembre de 1928: Lombardo Toledano propone la disolución de PLM
para integrarse plenamente al PNR. Su propuesta no fue atendida por los
moronistas.
27 de enero de 1929: Cómo resultado del Congreso Obrero y Campesino con-
vocado por el PCM se forma la CSUM, inician una campaña nacional contra el
proyecto de ley.
82 Ibid
83 Ibid Vo. I. p 318
84 Campa, Valentín. Entrevista. Anguiano, Arturo. Op. Cit. p. 165

86
En los meses siguientes la CROM se desmorona, cientos de sindicatos se se-
paran de la central. Algunos se integran a la CGT otros forman nuevas federa-
ciones cómo la Federación de Sindicatos de Trabajadores del Distrito Federal,
donde Fidel Velásquez queda de secretario del interior.
Al mismo tiempo se va conformando un bloque sindical que pretende llenar
los espacios políticos que deja la CROM y exigen la apertura de espacios hasta
ahora copados por esa central, llegando en algunos casos a la violencia física,
cómo en las elecciones de representantes obreros en la JCA del siguiente año,
en donde efectivamente la CROM pierde la mayoría de sus representantes.
Fidel Velásquez es uno de los nuevos representantes.
4 de marzo de 1929: Se funda el PNR. De su congreso fundacional se nombra
a Pascual Ortiz Rubio cómo primer candidato presidencial del nuevo parti-
do. Se levanta en armas el general José Gonzalo Escobar, levantamiento que
abarca los estados de Durango, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Sonora y
Veracruz. Aunque los campesinos del LCN apoyaron al gobierno para acabar
con la rebelión, en Durango, Zacatecas y La Laguna, se negaron a entregar
sus armas después de ser derrotado el levantamiento, esto es usado cómo un
pretexto más para cuestionar la legalidad del PCM.
6 de junio de 1929: Se inicia la represión sangrienta al PCM; los comunistas
resultaron un hueso demasiado duro de roer y un protagonista importante en
contra del proyecto de ley de Portes Gil. Un diputado desaforado, más de 30
militantes asesinados, entre ellos a Guadalupe Reyes den Durango, al menos
46 detenidos y locales saqueados es el saldo de la represión.
21 de junio de 1929: Portes Gil y el arzobispo Leopoldo Ruiz firman el acuerdo
para terminar el conflicto cristero. Aarón Sáenz juega un papel fundamental
en la relación diplomática con el embajador norteamericano Morrow, para
que Estados Unidos presionara al Vaticano para que a su vez obligara a los
líderes cristeros de deponer las armas.
10 de julio de 1929: la Federación de Fidel Velásquez exige que se promulgue
de inmediato la Ley Federal del Trabajo: “Bastante hemos esperado ya y no
podemos seguir inactivos por más tiempo.”85
14 de julio de 1929: De Negri responde al llamado de la FTDF denunciando
que “son los líderes provocadores los que no permiten la unificación del movi-
miento obrero”, mientras Portes Gil insiste en que a la brevedad será enviada
a la Cámara de Diputados para su aprobación.
25 de julio de 1929: La Cámara de Diputados inicia un periodo extraordinario
para discutir el Código Federal del Trabajo. La campaña gubernamental se
sigue haciendo presente a través de algunos gremios. Hablan los ferrocarrile-
ros: “los obreros de toda la república no aceptaremos que el texto original del
citado proyecto sea modificado fundamentalmente a no ser para mejorar en
beneficio de la clase obrera.”86 La trampa funcionó.
26 de julio de 1929: Lombardo Toledano desecha las objeciones sobre la pér-
dida de derechos al cancelar los códigos estatales de trabajo y exige la federa-
lización de la legislación laboral.
85 Ibid Pp369-370
86 Ibid

87
30 de julio de 1929: la cámara de Diputados retira a los estados la facultad de
legislar en materia laboral.
15 de agosto de 1929: Los sindicatos opositores al proyecto de Ley Federal del
Trabajo, ferrocarrileros, Artes Graficas, disidentes de la CROM entre otros, se
reúnen en el Centro Cívico “Álvaro Obregón” y declaran un “No a la reforma
del Estado por el Estado.” Siqueiros insiste, “es fascista”, Lombardo decla-
ra que mientras el proletariado no conquiste el poder, la constitución de la
república no podrá ser reformada para beneficio del proletariado, y aunque
el código es un “desastre”, contiene, al menos, algunas conquistas del prole-
tariado. Insiste en su propuesta de Contrato Sindical de Trabajo en contra de
los Contratos Colectivos de Trabajo y remata “debemos estar satisfechos del
resultado de nuestro trabajo.”87
2 de septiembre de 1929: El ejecutivo manda a la Cámara de Diputados la
propuesta de Ley federal del Trabajo para su discusión y aprobación. De Negri
ha cumplido su encomienda y regresa a sus actividades diplomáticas, ahora
cómo embajador en Bélgica. Lo sustituye el Luis L. León que por ser colabora-
dor cercano a Morones deja casi de inmediato el cargo al que será el operador
político que, de manera rápida y sin conflictos sociales, puede imponer la
nueva legislación: Aarón Sáenz.
Durante los meses siguientes el propio Calles viajó por Europa para observar,
entre otros casos, los mecanismos de control implementados en Italia.
17 de noviembre de 1929: Los empresarios se organizan de manera nacional
en la Confederación Patronal de la República Mexicana, (COPARMEX)
30 de abril de 1930: La CROM, la CGT, varios sindicatos de industria (electricis-
tas, artes gráficas y transporte), la Liga Nacional Campesina y algunas federa-
ciones estatales presentan un frente común para defender los “derechos ad-
quiridos por los trabajadores”. La estrategia de la CROM es la de posesionarse
de nuevo, la CGT que se había mantenido al margen llega demasiado tarde y
se deja llevar por el discurso de “las conquistas de los trabajadores” perdiendo
de vista lo sustancial: la autonomía y la libertad sindical. Su presencia sólo
ayuda a convalidar la nueva ley. Por lo pronto la CGT sufrirá sus primeras es-
cisiones y quedarán marcados por la práctica cromista de todos los dirigentes
adheridos a ella después de la crisis de la CROM.
4 de mayo de 1931: Sáenz convoca a los sindicatos a una reunión en el Castillo
de Chapultepéc para discutir la inminente discusión en la Cámara de Diputa-
dos el proyecto de ley. Por primera vez asisten los representantes de la CGT. El
plan estaba armado, Lombardo asume una postura pretendidamente crítica
exigiendo que para aprobar la ley, esta debe respetar los derechos adquiridos
por los trabajadores. Ortiz Rubio convoca a los inconformes a que envíen sus
objeciones a la Cámara de Diputados donde serán turnadas a las comisiones
de trabajo. Y en efecto, en cada sesión parlamentaria se hace un recuento de
los sindicatos obreros y cámaras patronales que han mandado sus mociones
de rechazo o apoyo al proyecto de ley. Sólo eso, una mención en la plenaria.
Aarón Sáenz reclama a Lombardo su inconsecuencia con el proyecto de ley
que apenas unos meses atrás defendió con vehemencia: “Esta ley respeta los
87 El discurso completo de Lombardo Toledano se encuentra en Salazar, Rosendo. op. cit., pp. 375-383.

88
principios que usted (cómo diputado) defendió en 1925, ahora usted la critica
para quedar bien con otras organizaciones obreras.”88
Calles cómo Jefe Máximo y en su calidad de Secretario de Guerra y Marina
asiste y supervisa personalmente las sesiones de las comisiones de trabajo,
asesorado por su consejero en materia laboral y que ocupa en la nómina una
subsecretaría en la Secretaria de Guerra y Marina, Abelardo L. Rodríguez.
20 de julio de 1931: La Cámara de Diputados aprueba en lo general la Ley
Federal del Trabajo.
13 de agosto de 1931: Se aprueba la LFT de manera definitiva.
28 de agosto de 1931: La Ley Federal del Trabajo es publicada en el Diario
Oficial y entra en vigencia en todo el país.
22 de enero de 1932: Abelardo L Rodríguez es nombrado Secretario de In-
dustria, Comercio y Trabajo y primero operador real de la recién aprobada Ley
Federal del Trabajo, negando registros sindicales, declarando licita la huel-
ga tranviaria, pero también la declara ilegal: “las huelgas son inoportunas y
antipatrióticas en este momento en que se necesita la cooperación de todo
mundo y especialmente de los trabajadores”89; lo mismo hizo con las huelga
ferrocarrilera. También eliminó prestaciones del CCT del Sindicato Mexicano
de Electricistas.
4 de septiembre de 1932: Por presión de Calles y falta de apoyo en las cáma-
ras, Pascual Ortiz Rubio renuncia a la presidencia de la república. El general
Abelardo L. Rodríguez hombre de confianza de Calles, y su asesor en materia
laboral, ocupa de manera interina la presidencia de la república hasta 1934.

Impactos y Consecuencias directas de la aplicación de la LFT


La LFT establece en su artículo 13 transitorio, que los CCT existentes, los re-
glamentos pactados, los contratos individuales y cualquier otro convenio que
estableciera condiciones mejores a los establecidos por la LFT pueden ser revi-
sados, a la baja, para ser ajustados a los derechos mínimos de Ley. Una lluvia
de demandas patronales inundaron las oficinas de la JCA.
La Ley reconoció a los sindicatos cómo personas privadas, pero estableció cri-
terios de persona pública para regular su constitución, sus fines, su ámbito de
competencia y los requisitos legales para su existencia. Con esto se le otorgó
al Estado el derecho a inmiscuirse en la vida interna de los sindicatos, desde
el otorgamiento de registro sindical hasta en la obligación que tienen los sin-
dicatos a proporcionar información que el Estado le requiera. El propio CCT
tendrá validez no cuando las partes lo pacten, sino hasta que esté depositado
en la JCA correspondiente.
Uno de los impactos más difíciles de librar para los sindicatos independientes
ahora que requieren de las juntas para registrar los sindicatos y tramitar de-
mandas colectivas, es el carácter tripartito de la JCA, pues los representantes
obreros pertenecen a sindicatos oficiales que podrían ser desplazados, convir-
tiéndoles en juez y parte de los conflictos.
88 Salazar, Rosendo. Op.Cit.Vo. II p.50
89 Rosendo Zalazar. Historia de la luchas proletarias en México. Citado por Córdova, Arnaldo. Op. Cit p 124.

89
Con la entrada en vigor de la LFT los sindicatos tuvieron que presentar docu-
mentación que acredite su existencia, sin importar la voluntad soberana de
los trabajadores, todo bajo los criterios de la LFT, requisito sin los cuales no
tendrán personalidad jurídica para negociar con los patrones sus condiciones
de trabajo, lo mismo el comité ejecutivo.
La experiencia muestra la negativa de otorgar registros a sindicatos incómo-
dos y a aceptar registros de sindicatos patronales, ocasión que aprovecha Eu-
genio Garza Sada y forma el primer sindicato de protección patronal: la
Unión de Trabajadores Cuauhtémoc y Famosa.90
Antes de la promulgación de la LFT, los trabajadores de la Cervecería Cuau-
htémoc no tenían sindicato, toda negociación laboral era individual con toda
la ventaja para la empresa. Ante el “riesgo” de que un sindicato como la CGT
pudiera emplazar a huelga a la Cervecería, para firmar un CCT; Garza Sada
promovió la formación del sindicatos blanco y firmo su primer CCT y lo regis-
tró y mantiene hasta la fecha un férreo control sobre la dirigencia sindical que
es nombrada directamente por los directores de la empresa, construyendo al
mismo tiempo una barrera ideológica en nombre de la colaboración, salpica-
da con algunas prestaciones sociales.
Criterios empresariales aplicados en Cervecería Cuauhtémoc91
• Es preferible cerrar la empresa antes que ceder a las demandas de trabaja-
dores en huelga.
• Despido inmediato a trabajadores que participen en alguna demanda de
titularidad de CCT.
• Campaña intensa de ideologización en contra de las posturas sindicalistas
autenticas.
• Quién demanda a la empresa no regresa nunca.
• Control unilateral de la empresa en la contratación del personal.
• Gran número de trabajadores eventuales, recontratados a intervalos para
no generar derechos de antigüedad.
• Flexibilidad laboral.
• Despido inmediato a mujeres al embarazarse o por matrimonio.
• Contratación de trabajadores externos a través de intermediarios. Política
implementada desde 1935.
• Los trabajadores desconocen la existencia del sindicato y del Contrato Co-
lectivo de Trabajo.
• Nula presencia del sindicato en las áreas de trabajo. Formalidad en las co-
misiones mixtas.
• Prima de creatividad para trabajadores con sugerencias productivas (1929).
• Despido por enfermedad con muy baja indemnización.

90 Palacios, Lylia Isabel. Op.cit.


91 En base a los estudios de Palacios, Lylia Isabel. Op.cit.

90
• Infiltración de “orejas” en los grupos donde se sospecha de organización
incipiente.
• Despido inmediato al sospechoso de organizarse de manera independien-
te.
Perfil de los trabajadores de planta despedidos:
• Buenos trabajadores.
• Hombres casados con un promedio de antigüedad de 15 años.
• Mujeres solteras con un promedio de antigüedad de 7.5 años.
• Mayoría de obreros calificados.
• Sindicalizados.
• Algunos habían participado en órganos internos: comités de ajuste y co-
misiones mixtas.
• Algunos habían ingresado a trabajar por recomendación directa de la fa-
milia Sada.
La estrategia jurídica de la empresa fue desconocer la relación laboral con los
despedidos. La mayoría de los despedidos sólo pudieron acreditar la rela-
ción laboral con las empresas subcontratistas.

Esquema del despido


• Los jefes de departamento ejecutaron el despido.
• Ningún caso fue turnado previamente a la comisión mixta.
• En ningún caso acudió al sindicato para defender al trabajador.
• Las únicas pruebas documentales de la empresa fueron actas circunstancia-
das muy breves, redactadas por el jefe y firmada por el trabajador.
• “Renuncia voluntaria”.
• Todos los testigos del demandante, que siendo trabajadores en activo, ne-
garon todo conocimiento de los hechos.
• La mayoría de los testigos (principalmente las mujeres) desconocía la exis-
tencia del Contrato Colectivo de Trabajo, de estatutos, así como los nom-
bres de los dirigentes del sindicato.
• Sólo dos ganaron el juicio. La empresa no los reinstaló jamás.
La nueva legislación otorgó un poder absoluto sobre los sindicatos a los
secretarios generales, poder que usaron para vender Contratos de Protec-
ción, extorsionar empresas y posesionarse dentro de sus propias centrales
existentes en la lucha interna por el control al interior de los sindicatos.
Ricardo Treviño, experto en estas prácticas nos describe el mecanismo pre-
ciso del uso de la nueva legislación para extorsionar empresas y vender
Contratos de Protección.92

92 Treviño, Ricardo. El Espionaje Comunista… pp.177-178

91
• Se utilizan los registros sindicales ya existentes.
• El secretario general mantiene el control del registro.
• Se emplaza a huelga a la empresa por firma de CCT.
• El secretario general ofrece de inmediato una propuesta para desistirse del
emplazamiento a cambio de una cantidad de dinero que la empresa debe
proporcionar como compensación al sindicato.
• Aunque la empresa sabe que el sindicato no tiene afiliados, no se arriesga
a mantener cerradas las instalaciones por los días que tarda la JCA en dic-
taminar y prefiere entrega el dinero.
• Para evitar futuras extorsiones, la empresa compra al secretario general un
Contrato de Protección, que por ley será vitalicio para la empresa.

92
Conclusión
La existencia de los Contratos de Protección es producto de la legislación vi-
gente en materia laboral, las reformas y adiciones sólo han servido para es-
trechar aún más el margen de acción de los sindicatos auténticos, como la
reforma de 1980 que cancela el derecho a las coaliciones a emplazar a huelga,
fortaleciendo la figura del secretario general. La LFT legalizó la pérdida de la
libertad sindical, la intervención del Estado en la vida interna de los sindicatos
y permitió la monetarización de la acción sindical al convertirla en monopolio
del sindicato reconocido por el Estado; permitió la corrupción tanto con la
venta de plazas que con la defensa de trabajadores deshonestos en los sindi-
catos; consolidó la intromisión de los empresarios a través de los sindicatos
blancos y la compra venta de Contratos de Protección.

Posdata
Manuel Y. De Negri regresó a su carrera diplomática viajando por Europa y
Centroamérica.
Juan Manuel Puig Casaunac terminó sus días como miembro prominente de la
Academia Mexicana de la Lengua.
Aarón Sáenz se convirtió en un magnate de la industria del azúcar.
Abelardo L. Rodríguez fue presidente de México, amplió el periodo presiden-
cial a seis años y entregó el poder a Lázaro Cárdenas.
Vicente Lombardo Toledano fue el primer secretario general de la CTM, el
primero en promover el voto obligatorio de la CTM al candidato oficial, utili-
zando la amenaza de la cláusula de exclusión a quién no lo hiciere: su nombre
está escrito en letras de oro en el palacio legislativo.
Fidel Velásquez se convirtió en el modelo de dirigente sindical corporativo
por excelencia; recibió la medalla Belisario Domínguez otorgada por el poder
legislativo.
Valentín Campa décadas después fue candidato presidencial por el PCM, los
últimos años los pasó cobijado por el aprecio de sus compañeros.
David Alfaro Siqueiros se convirtió en uno de los muralistas más prestigiados
y reconocidos en el mundo.
Luis Napoleón Morones fue exiliado del país por Lázaro Cárdenas, al igual que
a Plutarco Elías Calles.

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Esta edición consta de 1,000 ejemplares más
sobrantes para reposición y se terminó de
imprimir en diciembre 2009 en los Talleres Gráficos de
Power Color, S.A. de C.V.
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