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D2656 p25) Eric HossBAwM y TERENCE RANGER (£DS.) te LA INVENCION DE LA TRADICION | awh 7 cap t Critica BARCELONA ‘Quedas sgurosamenteprokibidas sn I atoiacis est do os laos da eapyroh ‘sols sacioneseblecidss en in lnjes la sepvoducei6a foal 9 parcial de ete obre por calguer medio procedimieto,comprendidos in taprograie al tatamieno informtt coyls datebuode de ejemplaes de ella mediante aguler o préstamo publica ‘Tit ign “Tue Teves of Tenorio “Tae Pree Syndiente ofthe Univesity of Cambridge ‘Cambridge (Gran Bretots) Fre publsted, 198 ‘Dsdvecdn easels de Omar Rodger ‘Coble: Joun Bete IMustraci de eabirta: La jade Sans Gada, M. Helen Acosta (1864), Fotocomposee: pant poe (© ES Hoban 1985, (© Hugh rowor Ropar 1983 (© Prys Morgan 1983 ‘© David Cannacine 1953 ‘© Berard §, Colm 1983, (erence Ronger 1963 (©2002 dela uraduccidncasellna para Espana y Amétic Eprowiat Guten, SL. Proven, 250, 08008 Barcelona ‘email edovialed cence ISBN: 24-8002 3504 ‘Depésito ga: 20538-2092, Iimpeeso en Espaia 2M HUROPE, SL, Lins 3b, Barelora 1. INTRODUCCION: LA INVENCION DE LA TRADICION Eric HopspawM Nada parece més antiguo y relacionado con un pasado inmemorial ‘que fa pompa que rodea a la monarquia briténica en sus manifestaciones ccoremoniales puiblicas. Sin embargo, como se explica en un capitulo de este libro, en su forma moderna tal boato es un producto de finales det silo x0x y del siglo x. Las «tradiciones» que parecen 0 reclaman ser an- tiquas son a menudo bastante recientes en su origen, y a veces inventadas. ‘Cualquier persona familisrizada con los colegios de las antiguas universi- dades briténicas seré capaz de recordar la insttuci6n de estas «tradicio- nes a escala local, a pesar de que algunas, como el festival anual de Nine Lessons y Carols en la capilla del King’s College en Cambridge en la no- che de Navidad, se pueden generalizar utitizando un medio de masas mo- derno como fa radio. Esta observacién constituyé el punto de partida de ‘un congreso organizado por la revista historica Past & Present, que a su ver es la hase de este libro. El término «tradicién inventaday se usa en ua sentido amplio, pero no impreciso, Inchuye tanto las «tradiciones» realmente inventadas, construl- ‘das y formalmente instituidas, como aquellas que emergen de un modo di- {cil de investigar durante un periodo breve y mensurable, quizés durante ‘unos pocos afios,y se establecen con gran rapidez. La aparicién en Navi- dad de ta monarquia briténica en los medios (instituida en 1932) es un ejemplo de las primeras, mientras que la emergencia y el desarrollo de ‘ricticas asociadas con Ia final de la copa del fétbo! briténico lo es de las, ‘segundas. Fs evidente que no todas son igual de permanentes, pero nues- 8 LA INVENCION DE LA TRADICION tra principal preocupacién es su aparicién y consolidzeién, més que sus posibilidades de supervivencia, La atradicion inventada» implica un grupo de préeticns, normalmente gobernadas por reglas aceptadas abierta o técitamente y de naturaleza simbstica o ritual, que buscan inculcar determinados valores o norms de comportamicato por medio de su repeticin, fo cual implica automstica- ‘mente continidad con el pasado. De hecho, cuando es posible, normal- ‘mente intentant conectarse con un pasado hist6rieo que les sea alecuado, Un ejemplo sorprendente es la eleccién deliberada del estilo gético para {a reconstruccidn del Parlamento britinico, y fa decisin igualmente deli- berada de reconstruir la eémara parlamentaria después de la Segunda Guerra Mundial siguiendo los mismos planos uilizados anteriormente. EL pasado hist6rico en que se inserta la nueva tradicidn no tiene por qué ser largo y aleanzar fo que se supone que son las brumas del pasado. Las re voluciones y fos «movimientos progresistas> que rompen con lo anterior, por definicién, ienen su propio pasado apropiado, a pesur de que éste 4quede interrumpido en una fecha concreta como 1789, Sin embargo, en la ‘medida en que existe referencia a un pasado histsrico a peculiaridad de las stradiciones inventadas» es que Su continuidad con éste es en gran parte ficticia. En resumen, hay respuestas a nuevas situaciones que toma la forma de referencia a viejas situaciones © que inaponen su propio pasa- do por medio de una repetici6n casi obligatoria, Es el contraste entre el cambio constant y la innovaciOn del mundo moderno y el intento de es {ucturar como minimo algunas partes de la vida social de éste como in- variables e inalterabies, fo que hace que «la invencidn de la tradicién» sea {ai interesante para los historiadores de los dos siglos pasados. En este sentido, la «tradicidn» debe distinguirse claramente de la scostumbrer que predomina en las denominadas sociedades «tradiciona- tes». El objetivo y las caracteristicas de las «tradiciones», incluyendo las inventadas, es la invariabilided. FI pasado, eal o inventado, al cual se re fieren, impone prictcas fijas (normalmente formalizadas), como la repe {ici6n, La acostumbrey en las sociedades tradicionales tiene la funciéa do- ble de motor y de engranaje. No descarta la innovacién y el cambio en un momento determinado, a pesar de que evidentemente el requisito de que prezca compatible con lo precedente 0 incluso idéntico a éste le impone limitaciones sustanciales. Lo que aporta es proporsionar a cualquier cam bio deseado (o resistencia ala innovacin) Ia sancién de lo precedente, de la continuidad social y la ley natural tal y como se expresan en la historia Los estudiantes de los movimientos canipesinos saben que la reclamaci6n por parte de un pucblo de una tierra oun derecho comin «por costumbre desde tiempos inmemoriales» a menudo no expresa un hecho bistorico, sino el equilbrio de fuerzas en la lucha constante del pueblo contra los se- INTRODUCCION: LA INVENCION DE LA TRADICION 9 fiores o contra otras comunidades. Los estudiantes del movimiento obre- ro briténico saben que ela costumbre del oficio» o del pequieto comercio puede representar no una tradicin, sino cualquier derecho que los traba- jadores hayan establecido en la prctica, aunque sea recientemente, y que ahora intentan extender o defender otorgéndole la sancién de la pexpe- tuidad, La no puede aleanzar la invariabilidad, porque incluso en las sociedades «tradicionales» la vida no es asf. El derecho con- stetudinario ¢ ta ley comin muestran todavia la combinacion de flexibi- lidad sustancial y adhesin formal a lo precedente. La diferencia entre stradiciono y «costumbre» en este sentido se ilustra bien en este caso. La ecostuinbre> ¢s lo que hacen los jueces, fa «tradiciOn» (en este caso in- ventada) es la peluca, la toga y otra parafernalia formal y précticas ritua- lizadas que rodean esta accién sustancial, Bl declive de la ecostumbre» transforma invariablemente la stradicién» con la que habitualmente est relacionada, ‘Una segunda distincién, menos importante, que debe hacerse es la que existe entre la ctradiciGn» sean se entiende aqui y la convenci6n o ruti- na, que no tiene un significado ritual o una fancién simbdlica como tal, a pesar de que Ja podria adquirir accidentalmente. Es evidente que cual- uicr préctica social que necesita llevarse a cabo repetidamente tenderd, Por conveniencia 0 por eficiencia, a desarrollar un grupo de convenciones y tutinas, que pueden ser formalizadas de facto © de iure con el objetivo de ensefiar Ia préctica a los nuevos aprendices. Esto se aplica tanto a las practicas sin precedentes (por ejemplo, el trabajo de un piloto de aviones) como @ otras mucho més familiares, Desde la revolucién industrial, las so- ciedades se han visto obligadas por naturaleza a inventar,instituir 0 desa- sollar nuevas redes de convenciones o rutinas determinadas de un mo do mis frecuente que las sociedades anteriores. En la medida en que fun: cionan mejor cuando se convierten en hibito, procedimiento automitico 6 incluso acto reflejo, requieren invariabilidad, lo que puede dificultar iro requisito hecesario de la préctca: la capacidad para reaccionar ante contingencias imprevistas o poco habituales. Esta es una debilidad bien conocida de Ia rutinizacién o de la hurocratizaciGn, particularmente en los niveles subalternos donde Ja actuacién invariable se considera como la més eficiente, Estas redes de convencién y de rutina no son stradiciones inventadas» en la medida en que su funcién, y por consiguiente su justficacion, es mas bien técnica que ideol6gica (en términos marxistas, pertenece a la cbase> ims que a la «superestructura»). Estin diseftadas para faciitar inmedia tamente operaciones précticas definibles y se modifican o abandonan rpidamente para enfrentarse a necesidades précticas cambiantes, sin ol vidar ta inercia que cualquier préctica adquiere con ef tiempo y Ta resis 10 Ly INVENCION DE LA TRADICION tencia emocional a cualquier innovacién por parte de la gente que se sien- te ligada a ella, Lo mismo sucede con las «reglas» reconocidas de juegos ‘wotros modelos de interaccién social, donde éstos existan, o con cualquier ‘otra norma de base pragmitica, Cuando esto se da en combinacién con la stradici6ne, la diferencia se hace inmediatamente observable, Llevar cas- ‘cos duros cuando se monta a caballo tiene un sentido préctico, como st~ cede con los cascas de protectién para los motociclistas 0 los eascas de acero para los soldados. Utilizar un tipo determinado de sombrero duro én combinacién con la chaqueta roja de caza tiene un sentido totalmente diferente, Si no fuera asf, seria tan ffeil cambiar el traje «tradicional de los eazadores de zorsos como introducir en el ejérito, una institucisn més bien conservadora, un casco de forma distinta si se pudiese demostrar que proporciona una proteccién més eficiente. De hecho, se podria sugerir ue las «tradiciones» y las convenciones pragméticas 0 las rutinas estén relacionadas de modo inverso. La «tradicién» muestra debilidad cuando, ‘como sucede entre los judios liberales, las probibiciones dietétieas se pue- den justficar pragméticamente, al argumentar que los antiguos hebreos prohibieron el cerdo baséndose en motivos higiénicos. De modo contra rio, los abjetes y las précticas son més susceptibles de un uso ritual y sim- bbélico cuando no van cargados de uso prictico. Las espuelas dé los uni- formes de los oficiales de caballeria son més importantes para la tradici6n ‘cuando no hay enballos, los paraguas de los oficiales de la guardia vesti- dos de civil pierden su significado cuando no se evan plegados (es decir, ‘cuando son fitles) Jas pelucas de los abogades dificilmente podrian tener ‘84 significado modemo si el resto de la gente no hnubiese dejado de Mle- varlas. Jnventar tradiciones, como se asume aqui, es esencialmente in proce- so de formalizacién y ritualizaci6n, caracterizado por la referencia al pa- sado, aunque sélo sea al imponer Ia repeticién. FI proceso actual de crea- cién de estos rituales y simbélicos complejos no ha sido adecuadamente estudiado por los historiadores. En gran parte continta siendo oscuro. Se puede decir que se ejemplifien de manera més clara cuando una «tradi- cid» se inventa deliberadamente y es construida por un tnico iniciador, ‘como es el caso de los Boy Scouts de Baden-Powell. Quiz4s se puede se- guir casi tan ficiimente en el caso de las ceremonias oficialmente institu das y planeadas, siempre que se puedan documentar fécilmente, como en cl caso de la construccion del simbolismo nazi y las concentraciones det partido en Naremberg, Probablemente ¢s més dificil seguirlo cuando es- {as tradiciones han sido en parte inventadas, en parte desarroltadas en ‘grupos privados (conde el proceso es mas dificil de registrar por medio de Ia burocracia), o han aparecido de manera informal durante un perfodo de tiempo como, por ejemplo, en el parlamento 0 en la profesién legal. La di- INTRODUCCION: LA INVENCION DE LA TRADICION u ficultad se halla no s6lo en las fuentes, sino también en las téonicas, a pe- sar de que tenemos a nuestra digposicién tanto disciplinas esotéricas es- pecializadas en el simbolismo y en el ritual, en la heréldica y en ef estudio de la lturgia como diseiplinas histSricas warburguianas para el estudio de estas materias. Por desgeacia, ninguna de ellas son famitiares a fos histor rindores de la era industrial Probablemente, no hay ningtin tiempo ni tugar por el que Jos bi toriadores se hayan interesado que no haya vivido la siavencidn» de ta tradicién en este sentido, Sin embargo, hay que esperar que sea més fre- cuente cuando una répida transformacién de ta sociedad debilita 0 des- truye los modelos sociales para los que se habfan dliseftado las «viejas> ‘tadiciones, produciendo otros nuevos en los que esas tradiciones no pue- dan aplicarse, o cuando esas viejastradiciones y sus portadores y promul- zgadores institucionales se convierten en insuficientemente adaptables y flexibles,o son de algtin modo eliminados: en resumen, cuando se produ- cen cambios lo bastante amplios y répidos en In oferta y en la demando. Estos cambios han sido particularmente significativos en los dtimos 200 aiios, j, por consiguiente, es razonable esperar que formalizaciones ins- tanténeas de nuevas tradiciones se agrupen durante este perfodo. Esto im- plica, incidentalmente, tanto contra el liberalismo decimonénico como contra la mas reciente teoria de la «modernizacidin», que estas formaliza- ciones no s6lo se limitan a las denominadas soviedades «tradicionales», sino que también tienen lugar,en una forma u otra, en las «modernas». En. términos generales esto es asi, ero hay que ser prudente con las siguien- tes afirmaciones: primero, que las viejas formas de estructura comunitaria yy autoritaria, y por consiguiente las tradiciones que se les asocian, no se pudieron adaptar y se hicieron r4pidamente inviables, y segundo, que tas auuevas» tradiciones simplemente fueron resultado de Ia incapacidad de usar o de adaptar las viejas ‘La adaptaci6n tuvo lugar para viejos usos en nuevas condiciones y por medio de la utilizacién de viejos modelos para nuevos objetivos. Las vie- jas instituciones con funciones establecidas, referencias al pasado e idio- ‘mas y précticasrituales necesitarian adaptarse segtin esta via‘ la Tglesia ca- télica se enfrent6 con nuevos retos politicos e ideolégices y cambios importantes en la composicién de los creyentes (como la notable femin- zaci6n tanto de los fieles laicos como del personal clerical); los ejércitos profesionales tuvieron que hacer frente al servicio militar obligatorioy las ‘vejas instituciones como las cortes de justicia operaban ahora en un con 1. _Veate por elemplo G.TThon «Les religeuses en Belgique du xvu* au xx sec Approehe Statistiques, elgach Tisch» Nieuwe Gesciedenis/Revue Belge distor re Contemporeine, (1975), pp 1-54 2 LA INVENCIGN DE LA TRADICION texto diferente y a veces con cambios en sus funciones en un nuevo con- texto. Ast sucedié con las instituciones que disfrutaban de continuidad no- minal, pero que de hecho se convertian en algo muy diferente, como es el caso de las universidades. Bahnson? ha analizado el répido declive, des- puss de 1848, de la practica tradicional de los éxodos en masa de estu- diantes de las universidades alemanas (por razones de conflicto 0 mani- festaciones) en términos del cambiante cardcter académico de las universidades, la edad creciente de la poblaci6n estudiantil, su aburguesa- miento, que condujo a la disminucién de las tensiones entre los ciudada- nos y los estudiantes y Jos desordenes de estos tltimos, la nneva institu ‘idn de la movilidad libre entre las universidades, el consiguiente cambio en las asociaciones estudiantiles y otras transformaciones? En todos estos ‘eas05, la novedad no ¢s menos nueva por el hecho de haber sido capaz de disfrazarse facilmente de antiguedad. Mis interesante, desde nuestro punto de vista, es el uso de antiguos ‘materiales para construir tradiciones inventadas de género nuevo para propOsitos nuevos. Una gran reserva de estos materiales se acumula en el pasado de cualquier sociedad, y siempre se dispone de un elaborado len- auaje de practica y comunicacion simbélicas. A veces las nuevas tradicio- res se puieron injertar en las viejas, a yeces se pudieron concebir me- diante el préstamo de los almacenes bien surtidos del ritual oficial, el simbolismo y la exhortaci6n mora, la religion y la pompa principesce, el folclore y ta francmasoneria (en sf misma una tradiein inventada de gran fucrza simbélica). Ast, el desarrollo del nacionalismo suizo, coneo- mitante con la formacidn de un moderno estado federal en el siglo xrx, ha sido brillantemente estudiado por Rudolf Braun,‘ quien tiene la ventaja de trabajar en una disciplina (Volkskunde) que se presta a estos estudios, yen an pafs donde Ia modemnizacién no ha sido frenada por la asociacion ‘con los abusos nazis. Las tradicionales practicas de costumbres ya cxis- tentes, como las canciones populares, las competiciones fisicas y el tiro, {iueron modificada, ritualizadas e institucionalizadas para nuevos prop6= sitos, Las tradicionales canciones populares fueron provistas de muevas elodias en el mismo idioma, a menudo compuestas por maestros de es cuela y transmitidas a un repertorio coral cuyo contenido ere patristic progresista («Nation, Nation, wie voll klingt der Ton»), a pesar de que se 2, Karsien Bahason, Akademische Auszige aus dewsischen Universes wad Hacks cloner (Saarbrtcken, 1973). 13. Se cepstran 17 €xodos durante el siglo xvi, 5D ex el periodo 1800-1848, pero s6lo 6 de 1848 9 1973. 4, Rudolf Braun, Socater und kuluveler Wandel in einen lindlichen Industrlegebies ‘in. 19- and 20. brhunertcap.6 Brlenbach-Za, 1965), INTRODUCCION: LA INVENCION DE LA TRADICIN B les incorporaban poderosos elementos rituales de los himnos religiosos. (La formacién de nuevos repertorios, especialmente para las escuelas, es algo digno de estudio.) Los estatutos del Federal Song Festival (,n0 nos recuerda al eisteddfodau’?) declaran que su objetivo es «el desarrollo y la mejora de la formacién musical del pueblo, el despertar de sentimientos mids elevados hacia Dios, la Libertad y el Pais la unidn y la traternidad de, Jos amigos del Arte y de la Patria». (La palabra «mejora» introduce la ca- racteristica nota del progreso decimonGnico.) ‘Un complejo ritual poderoso se formé alrededor de estas ocasiones: los pabellones de los festivales, las estructuras para la exposicién de ban- deras, los templos para las ofrendas, las procesiones, el repique de campa- nas, los retablos vivientes los saludos de armas, las delegaciones guberna- ‘mentales en honor del festival, las cena los brindis y las oraciones. Viejas materiales se adaptan nuevamente para esto: Los e00s de formas barrocas de celebraciéa, exhibicién y pompa se ddan sin lugas a dudas en esta nueva arquitectura del festival. Y, como en la celebracion barroca, el estado y la iglesia se mezelan en un plano mds ele- vado, de modo que usa sleacién de elementos religiosos y patriticos emerge de estas nuevas formas de actividad coral, de tro y de actividad imnéstica? “Aqui no ge puede discutir hasta qué punto las nuevas tradiciones pue- den utilizar Viejos materiales, pueden ser forzadas a inventar nuevos len- ‘tuajes 0 concepciones, o ampliar el viejo vocabulario simbético més allé {de los limites bien establecidos. Bsté claro que muchas insttuciones poli ticas, los moyimiientos ideol6gicos y los grupos, no menos en el nacions- lismo, eran ten imprevisibles que incluso la continvidad histérica tuvo que ser inventade, por ejemplo al erear un antiguo pasado més allé de la efec- tiva continuidad histériea, tanto mediaate la semifiecion (Boadicea, Ver~ cingetorix, Arminio ef Querusco) como por la falsificacién (Ossian y los manuscrites medievales checos). Tambign esté claro que se crearon nue- vos simbolos y concepeiones como parte ce movimientos nacionales y de cstados, com® el imno nacional (cuyo primer ejemplo parece ser el bri tnico en 1740), ta bandera nacional (en todo caso una variaci6a de Ta re- volucionaria francesa tricolor, desarrollada entre 1790 y 1794), la perso. nificacién de «la nacién en un simbolo o una imagen, ya fuera oficial, como en el caso de la Marianne o de la Germania, 0 20 oficial, como et los estereotipos de John Bull, el delgado ‘To Sam yangui y et «German Michel» 5. Rudolf Braun, op cit, pp. 336337 4 LA INVENCIGN DE LA TRADICION ‘Tampoco habria que olvidar la interrupcién en Ta continuidad que se 4da.a veoes de manera clara ineluso en los tradicionales fopoi de antigtiedad genuina, Segin Lloyd, las canciones de Navidad inglesas dejaron de crear- se en ol siglo xvi, para ser sustituidas por canciones de los libros de him- ros del tipo Watts-Wesley, a pesar de que se puede observar una modifi- cacién popular de éstas en Jas religiones de base raral como el primitivo metodismo. Sin embargo, los villancicos fueron el primer tipo de eancién popular que fue resucitado por los coleccionistas de clase media para ocu- pr un sitio «en los nuevos entomos de ls iglesias los gremios y las insti- tuciones ferneninas», y desde aquf se difundieron en un nuevo medio ur- bbano a través de «cantantes callejeros 0 citicos que cantaban delante de Jas puertas de las casas con ta vieja esperanza de obtener alguna propia», En este sentido, God rest ye merry, Gentlemen no es viejo, sino nuevo. Tal interrupcién se hace visible incluso en los movimientos que se describen doliberadamente a si mismos como «tradicionalistas»,y que apelan a gru- [pos que, por sentido comiin, estén considerados como los depositarios de Ja continuidad historica y la tradicién, como los campesinos’ De hecho, la apariciéa de movimientos para la defensa de las tradiciones, ya sean «tra- dicionalistas» 0 de otro tipo, indica esta interrupcién. Estos movimientos, ‘comunes entre los intelectual desde el movimiento romiintico,no pudie- ron desarrollar o incluso preservar um pasado vivo (excepto constrayendo santwarios humanos naturales para rincones aislados de vida arcaica), pero tenfan que convertirse on «tradicién inventada». Por otro lado,no hay que ‘confundlir la fuerza y la adaptabilidad de las tradiciones genuinas con la sinvencién de fa tradicién». Donde los modos de vida antiguos an exis- {fan, las tradiciones no tentn por que ser revividas o inventadas Sin embargo, se podria sugerir que donde se han inventado, & menu- do na es porque fos viejos modos de vida ya hubieran desaparecido 0 no fueran viables, sino porque se han dejado de utilizar deliberadamente 0 se 6 ALL Lloyd, Fotk Song in Bngland (Londves 1965), pp. 134138. 7. Hay que distnguir este caso del ronacimiento de la tradcion destinads 8 bjetivos ‘que realmente demuestran estar en criss La recuperacin del viejo vestido regional de os ‘campesinos (hecit 1900), de sus danzas populates V de tuales similares para las ocesones {estivas no fue un hecho burgués nj radctonlista. simple vista se podria ver como ao- ‘anza nostic dela vieja cultura que estaba desaparecendo rpidamente, pero en real- Aad era ia demostrsctin de una dentidad ce clase por medio de In cual Toe campesinos présperos podian distanciarse 2 f mismnos en sentie horizontal en elas Jos lao ‘os ¥en sentido veriel de los aeYendatria, os artesanosy los trabajadres rurale» Po Ie Ove Christiansen «Peasant Adaptation to Bourgeois Culture? Claes Formnton and Cul ‘ural Regefinition ia the Danish Coantysides, Etnologia Scandinavica (1978), p. 128. ‘Véose ambiéa G: Lewis, The Peasantey, Rural Change and Conservative Agracianin: Lo- ver Austr atthe Tar ofthe Century», Past & Present, 81 (1978), pp. 119-283. fe INTRODUCCION: LA INVENCIGN DE LA TRADICION 15 han adaptado. Asi, situdndose a s{ misma de modo consciente en contra de Ja tradicign y 2 favor de la innovaci6n radical, la ideologia liberal del eam- bio social decimondnica fracas6 sistematicamente al no suministrar los la 70s sociales y de autoridad que se daban por supuestos en anteriores so- ciedades, y cre6 vacios que debieron lenarse con précticas inventadas. El Exito de los encargados de fébrica tories en Lancashire (a diferencia de los liberales) en la wiilizaci6n de estos viejos lazos para su bencficio muestra que éstos todavia se podian utilizar, incluso en el entomno sin precedents de la ciudad industrial’ Hasta cierto punto no se puede negar que los mo- dos de vida preindustriales no se adaptaron a la larga a una sociedad re- volucionada, pero no hay que confundir este acontecimicnto con los pro- blemas que surgieron a causa del hecho de que los viejos modos de vida fueron rechazados por aquellos que los consideraban obstéculos para el progreso 0, incluso peor, sus adversarios militantes. Esto no evit6 que los innovadores generasen sus propias tradiciones inventadas: las prcticas de [a francmasoneria son un buen ejemplo de ello, Sin embargo, una hostilidad general contra el irracionalismo, Ia su- persticidn y las costumbres que eran reminiscencias de un pasado oscuro, sino provenfan directamente de é, provoc6 que Jos apasionados ereyen- tes en las verdades de la Tlustracin, como los liberales, los socialistas los ‘comunistas, no fuesen receptivos a las tradiciones viejas o nuevas. Los so- cialistas, como veremos mas adelante, se encontraron a sf mismos adqui- riendo un Primero de Mayo anual sin saber bien c6mo, los nacionalsocia- listas explotaron estas ocasiones con una sofisticacién, un celo litirgico y ‘una manipulacién consciente de los simbolos? La era liberal en Gran Bre- tatia toler6 estas prActicas, en la medida en que no afectaban la ideologia nilla eficiencia eeondmica, a veces como una concesidn a regafiadientes al irracionalismo de las clases bajas. Su actitud respecto a las actividades so- ciables y rituales de las Friendly Societies fue una combinacién de hostii- dad (los «gastos innecesarios» y los «pagos para aniversatios, pocesiones, bbandas, insignias» fueron prohibidos legalmente) y de tolerancia respecto ‘2 aconlecimientos como las fiestas anuales, puesto que «la importancia de esta atraccién, especialmente por lo que respecta a la poblacién del cam- 1po, no se puede negar>."® Pero un racionalismo rigurosamente individua- lista dominaba no s6lo como céleulo econémico, sino como ideal social. EL 8, Patice lyon, che Fietory Potts of Lancashive in the Later Nineteenth Cea- tury Mistrial Jownel, XIE (2965), pp, 525-55. 3. Holmut Hartwig, Plaketsn zum , Mal 193439, Aetheite ond Kommuniation, ‘VH26 (3978), pp. 5659. 1G. BLEW. Gosdon, The Frieadiy Sociniee in England, 1815-1875 (Manchester, 1961), 128,119. 16 LA INVENCIGN DE LA TRADICION capitulo 7 investiga qué sucedi6 en el periodo en el que estas limitaciones se hicieron crecientemente reconocibles. Estas notas introductorias se pueden concluir con algunas observacio- nes generals sobre las tradiciones inventadas del periodo posterior a la revolucidn industrial, Estas tradiciones inventadas parecen pertenecer a tes tipos super- pucstos: a) las que establecen o simbolizan cohesién social o pertenencia al grupo, ya sean comunidades reales o artficiales; ) las que establecen 0 legitiman instituciones, estatus,o relaciones de autoridad, y c) las que tie- nen como principal objetivo la socializacion, ef ineulcar ereencias, siste- ‘as de valores o convencioues relacionadas con el comporiaiiento, Mien- tras que las tradiciones de los tipos b) y c) se erearon attificialmente {como fas que simbolizaban sumisi6n ala autoridad en la Tndia briténica), se puede sugerit provisionalmente que cl tipo a) fue el dominante, y que las otras funciones se coasideraban implicitas o surgidas de un sentido de idensiticacion con una «comunidad» yio las instituciones que la represen taban, expresaban o simbolizaban como «nacisn» Una dificuttad fue que estas extensas entidades sociales no eran sim- plemente Gemednschufien o sistemas de rangos aceptados. La movilidad social los hechos de los conflicios de clase y la marcada desigualdad en las jerarquias formales (como en los ejércitos) dificultaban la aplicacién uni- versal de las tradiciones. Esto no afect6 demasiado a las de tipo c) desde 4que la socializacibn general inculé los mismos valores en cada ciudadano, siembro de la nacion y sibdito dela corona, y las socializaciones funcio- nalmente especificas de diferentes grupos sociales (como los aluraaos de Jas escuclas piblicas diferenciados de los demés) no se interferfan entre ellas. Por otra parte, en tanto que las tradiciones inventadas reintroda- «ian, como de hecho se produj, la nocién de estatus en un contexto gober- nado por el contrato, la superioridad y la inferioridad dentro de un mundo de igualdad legal, no podian hacerlo de un modo directo, Las tradiciones se ppodian infitrar por medio del asentimiento formal simbélico a una organi zacion social que de hecho era desigual, como la nueva forma que se dio a Ja cexemonia de coronacién briténica,” (Véase més adclante el capitulo.) Mais a menuclo fomentaban el sentido corporative de superioridad de las.” lites (particularmente cuando habfa que reclutarlas entre aquellos que no ta poseian por nacimiento o atribucién) més que inculear un sentido de ‘obediencia a los de rango inferior. Algunos eran animades a sentirse més iguales que otros. Hsto se podia hacer asimilando Jas elites alos grupos de poder preburgueses 0 las autoridades, tanto en la forma burocriticalmili- 11. 1.8. C Boies The Coronation of Edward We Vit. Chapter of European and Inperial History (Londtes, 198), pp 201, 204 INTRODUCCION: LA INVENCIGN DE LA TRADICION 7 tatista caracteristica de Alemania (como el cuerpo duelista de estudiantes) © siguiendo el modelo de Ia enobleza moralizada» de las escuelas puiblicas Driténices. Altemnativamente, quizés, el esprit de corps, a autoconfianza y el liderazgo de las elites se pudo desarrollar por medio de «tradiciones» mAs esotéricas que marcaban la cohesiéa de un antiguo mandarinato oficial (como sucedfa en Francia 0 con los blancos en las colonias), ‘Teniendo en cuenta que las tradiciones inventadas «comunitarias» son cl tipo bésico, hay que estudiar su naturaleza. La antropologta puede ayu- dar a dilucidar las diferencias, como mfnimo, entre las précticas tradicio- nales antiguas y las inventadas Aquf podemos hacer notar que mientras Jos ritos de paso se daban normalmente en Ins tradiciones de grupos par- ticulares (iniciacién, promocién, retiro y muerte), este no era usualmente el caso de quienes estaban designados a las seudocomunidades que abar- caban a todos (naciones, paises), posiblemente porque éstas subrayaban su cardcter eterno e inmutable, al menos desde Ia fundacién de la comu- nidad. Sin embargo, tanto los nuevos reafmenes politicos como los movie mientos innovadores buscarian sus propios sustitutos para los ritos de paso asociados con la religién (matrimonio civil, funerales). Se puede cbservar una diferencia importante entre las précticas anti 2guas y las inventadas. Las primeras eran especificas y relacionaban fuer- ‘temeite los lazos sociales las segundas tendian a ser poco especificas y va- gas, como la naturaleza de los valores, los derechos y las obligaciones de la pertenencia al grupo que inculcaban: «patriotismo», «lealtad», «debers, jugar el juego, «el espiritu de la escuela» y demés, Pero si el contenido del patriotismo briténico o del eamericanismo» estaba notablemente més definido, aunque normalmente especificado en los comentarios asociados con las ocasiones rituales, las précticas que lo simbolizaban eran poco me- ‘nos que obligaterias, como levantarse para escuchar el himmno nacional en Gran Bretafia y el ritual de [a bandera en las escuelas americanas. El fac- tor crucial parece situarse en la invencién de signos de pertenencia a un club cargados emocionalmente y simbslicamente, més que en los estatu- t0s y los objetivos de este club. Su signilicado reside precisamente en su. vvaga universalidad: ‘La bandera nacional, el himno nacional y el emblema nacional son los tres sfmbolas por medio de fos cuales un pais independiente proctama su jdentidad y su soberania, y omo tales merecen respeto y lealted inmedia- tos. En sfimismos transmiten todo el pasado, ef pensamsiento yla cultura de 12. Comentivio del gobierno oficial indio cade on R.Feth, Symbols, Public ad Pri vate (Londres 1973), p34 8 LA INVENCION DE LA TRADICION En este sentido, como hizo notar un observador en 1880, «los soldados ¥y los policias Hevan ahora los escudos por nosotros», a pesar de que se ‘equivocs al predecir su renacimiento como adjuntos de los ciudadanos in ividuales en la era de los movimientos de masas que estaba a punto de empezar. ‘La segunda observacién es que parece obvio que, a pesar de tanta in- vencin, las nuevas tradiciones no han lenado més que una pequcfia per- te del espacio dejado por el declive secular tanto de la vieja tradicion ‘como de la costunbre, tal y como se podta esperar de las sociedades en Ias cuales el pasado se hace erecientemente menos relevante como mode- Jo o precedente para la mayoria de las formas del comportamiento bu- mano, En la vide privada de la mayor parte de Ia gente y en la vida inde pendiente de los pequefios grupos subculturales, incluso las tradiciones inventadas de los siglos x1X y xx ocupaban u ocupan vn iigar mucho mis pequctio del que ocupaban las viejas tradiciones en las viejas sociedades grarins* eLo que se hace» estructura los dia, las estaciones y los ciclos vitales de los hombres y las mujeres occidentales del siglo xx mucho me- ros de lo que estructuraba la Vida de sus ancestros, y atin mucho menos ‘que las obligaciones externas de la economfa, la tecnologia, la organiz- ci6n estatal burocratica, las decisiones politicas y otras fuerzas que ni re- siden en la etradicién» en el sentido adoptado aqui, ni la desarrolian Sin embargo, esta generalizacién no se puede aplicar al campo de to que se podrfa denominar la vida ptblica del ciudadano (incluyenido de al- tin modo las formas piblicas de socializacién,como las escuelas, para dife- xenciarlas de las privadas, los medios de comunicacion de masas).No hay ningtin signo real de debilitamiento en las précticas neotradicionales aso- ciadas alos hombres empleados en el servicio publica (las fuerzas armada, el derecho, quizés incluso los funcionarios) o en précticas esociadas con la pertenencia de los ciudadanos a un estado. De hecho, la mayoria de las oca- sioncs en que la gente se hace consciente de la ciudadania como tal per- ‘manecen asociadas a simbolos y précticas semirrituales (por ejemplo, las clecciones),en su mayor parte histéricamente nuevos ¢ inventados: bande- 1as,imfigenes, ceremonias y miisica. Si las tradiciones inventadas de la épo ca inaugurada por las revoluciones industrial y francesa han lenado algtin vvacio permanente (como minimo hasta el presente), éste deberia situarse eneste Ambito. 13, Frederick Marshal, Quiosites of Ceremonials Tie, Decorations ard Forms of Inuernailonal Vanes Lond, 185), p20 4. Porno mencionar Ia transformacidn dels rituals de larga durin y tos signos 4 uniformidad y cohesGn en ma de carbia rid, en el vest, e engusi, Ins pric tics socials, ete, coma en las vanes cnlturas de ls pases industrisizados INTRODUCCION: LA INVENCION DE LA TRADICIGN 19 {Por qué, se podria preguntar finalmente, los historiadores dcberian dedicar su atencién a este fendmeno? La pregunta es en un sentido inne- cesaria, desde el momento en que un niimero cr realmente, como dan testimonio los contenidos de este volumen y las re- ferencias que en él se citan. Por tanto es mejor replantearla, 0 cios pueden obtener los historiadores del estudio de la invencion de ta tradici6n? En primer lugar, lo mas relevante, se puede stgerir que son sintomas importantes y, por consiguicnte, indicadores de problemas que de otro mmotio no se reconocerian y de desarrollos que de otro modo serian dific les de identificar y fechar. Son evidencies. La transformacién del naciona- lismo alemn desde su viejo modelo liberal hasta su nueva forma impe- rialista y expansionista se ilumina de modo més preciso por la répida sustitucidn de los viejos colores negro-rojo-dorado por los nuevos negto- blanco-rojo (especialmente durante los afios 1890) en el movimiento gim- nasta alemén, més que por las declaraciones oficiales de las autoridades o Jos oradores de las organizaciones La historia de las finales de la copa de ftitbol britdnico nos da mas muestras del desarrolto de una cultura urba nna de clase obrera de lo que lo hacen los datos y las fuentes més conven- cionales. Por eso mismo, el estudio de las tradiciones inventadas no se puede seperar de! anilisis general de la historia de la sociedad, ni se pue- de esperar avanzar més allé del simple descubrimiento de tales précticas sino se integra en un estudio de més alcance. En segundo lugar, lumina las relaciones humanas con el pasado y, por consiguiente, a propia materia y el oficio de Ios historiaiores. Todas las tradiciones inventadas, hasta donde les es posible, usan la historia como Iegitimadora de la accién y cimiento de la cohesién del grupo. Frecuente- ‘mente, ésta se convierte en cl simbolo real de la lucha, como en los com- ‘ates por los monumentos dedicadas a Walther von der Vogelweide y a Dante en el Tirol del Sur en 1889 y en 1896." Incluso los movimientos re- volucionarios hacen retroceder sus innovaciones por medio de la referen- cia al «pasado del pueblo» (los sajones contra los normandos, «nos an- catres les Gaulois» contra los francos, Expariaco), a Jas tradiciones revo- lucionarias («Auch das dentsche Volk hat seine revolutioniire Tradition» como proclamé Engels en las primeras lines de su obra Guerra de campesinos en Alemania) y a sus propios hétoes y mértires. La obra 35. Toba W. Coley Ex Wolf, The Hidden Frontier: Bzology and Behnicity in an Alpi re Valey (Nuova York y Londtes1974),p 55. 16 Paral populardad de bros sobre este tema y ras materiashistriasm tes en es Hreras de os obreros alemanes, ease H- Steinberg, Soialismas und deutsche Sovildersokratie. Zar Ideogie der Perse vor dem esen Wei (Hannover, 197), pp 131138, 20 LA INVENCIGN DE LA TRADICION de James Connolly, Labour in Irish History, ejemplifica excelentemen esta uni6n de temas. El elemento de la invencidn es particularmente cla ro aqui, desde el momento en que Ia historia que se convirtié en parte del fandamento del conocimiento y la ideologia de una nacién, estado 0 mo- vimiento no es lo que realmente se ha conservado en la memoria popular, sino lo que se ha seleccionado, escrito, dibujado, popularizado ¢ institu- ionalizado por aquellos cuya funcién era hacer precisamente esto. Los historiadores orales han observado frecuentemente cémo, en los recuer- dos actuales de los mayores, la Huelga General de 1926 juega un papel nis modesto y menos dramatico de lo que los entrevistadores habian es- petado."” Se ha analizado la formaciéa de una determinada imagen de la Revoluciéa francesa durante la Tercera Repifblica.*Todos los historiado- res, sean cuales sean sus objetivos, estn comprometidos en el proceso en tanto que contribuyen, conscientemente o no, a la creacién, desmantela- miento y reestructuracién de las imagenes del pasado que no s6lo perte- necen al mundo de Ia investigacion especializada, sino a la esfera publica del hombre como ser politica. Deberfan ser conscientes de esta dimensién de sus actividades. En este sentido, hay que destacar que las «tradiciones inventadas» tienen un interés especifico para los historiadores modernos y contempo- réneos, Son muy importantes para la innovacién hist6rica relativamente reciente que supone la «naciény y sus fonémenos asociados: e] nacionalis- ‘mo, la nacidn-estado, los simbolos nacionales, las historias y dems, Todo ‘esto se basa en ejercicios de ingenieria social que a menudo son delibera- dos y siempre innovadores, aunque s6lo sea porque la novedad histérica implica innovacién. Sea cual sea la continuidad histérica de tos judfos © Jos musulmanes del Oriente Préximo, el nacionalismo y la nacién de is- raeltes y palestinos son nuevos, en tanto que el concepto de los estados te- ritoriales del tipo actual corriente en su regi6n era casi impensable hace un siglo y apenas se convirtié en un proyecto serio antes del fin de la Pri mera Guerra Mundial. Los idiomas nacionales esténdares, que se apren- den en las escuelas y que se escriben, dejando de lado que una elite muy reducida los hable, son productos de edad variable pero a menudo breve. ‘Como un historiador francés del idioma flamenco observ6 correctamen- tc, cl flamenco ensefiado en la Bélgica actual no es el lenguaje que las ma~ 17, Hay razonesbieafimes de por qué lee petijpants en os nveles més bos no suelencontemplae los acontecinizateshstricos quo viven como los aiveles més altos oles Iistoriadaes Se podris lamar a ext (siguiendo al protagonist de Le Carta de Paras ds Stendhal) eel sfdome Fabrice. 18 Por ejemplo, Alico Gérard, La Révoluion Francaise: Mythes et Interpréaions, 1789-1970 (Pts 197), INTRODUCCISN: LA INVENCION DE LA TRADICION au dres y las abublas de Flandes utilizaban con sus hijos: en resumen, es sto metaforicameate pero no literalmente una «lengua materna». No debe- viamos dejaraos confundir por una paradoja curiosa pero comprensible: las nacionés modemnas y todo lo que Jas rodea reclaman generalmente ser lo contrario de la novedad, es decir, buscan estar enraizadas en Ia anti- aglledad mas remota, y ser lo contrario de lo construido, es decir, buscan ser comunidades humanas tan «naturales» que no necesiten més defini- ci6n que la propia afirmacion. Cualquiera que sea la continuidad hist6ri- ca 0 de otro {ipo insertada en el concepto modemo de «Francia» y «los franceses» (que nadie intentaria negat), estos conceptos en si mismos in- cluyen un componente construido o 5. 7. LA FABRICACION EN SERIE DE TRADICIONES: EUROPA, 1870-1914 Eric HopspawM Si observamos la frecuencia con que se inventan tradiciones, descu- briremos faciimente que un periodo durante el que surgieton con especial asiduidad fucron los treinta o cuarenta anos anteriores a la Primera Gue~ 1a Mundial, Uno titubea antes de decir «on mayor asiduidad» que en otras épocas, ya que es imposible hacer comparaciones cuantitativas rea. listas, No obstante, la creacidn de tradiciones se practiod con entusiasmo ‘en numerosos paises y con varios propésites, y esta generacién de tradi ciones en serie es el tema del presente capitulo, Se practied tanto oficial como extraoficialmente, La practicaron de forma oficial —podriamos de- cit que por motivos «politicos»— principalmente estados © movimicntos sociales y politicos organizados, La levaron a cabo de forma extraoficial Por motivos que podriamos llamar «sociales»— sobre todo grupos so ciales que no estaban organizados formalmente como tales o cuyos abje- tivos no eran especifica 0 conscientemente politicos, tales como elubes ¥ hermandades, prescindiendo de si ademas cumplfan funciones politicas 0 no. Esta distiici6n, lejos de ser una cuestién de principio obedcce a la co- ‘modidad. Su finalidad es llamar la atenci6n sobre dos formas principales de ereacién de tradiciones en el siglo x1x, reflejo ambas de las profundas ¥ répidas transformaciones sociales del perfodo. Ya fueran de todo punto ‘Ruevos, 0 viejos pero transformados de manera espectacular, grupos, en- tomos y contextos sociales pedfan nuevos mecanismos que asepurasen ‘expresaran cohesidn e identidad sociales y estructurasen las relaciones so iales. Al mismo tiempo, debido a los cambios que estaba experimentan- 4 LA INVENCION DE LA TRADICION do la sociedad, Ins formas tradicionales de gobierno por parte de los esta dos ¥ las jerarqufas sociales o politicas resultaban més diffciles o incluso imposibles, Esto exigia nuovos métodos de gobernar o de establecer lazos de lealtad, Como es lgico, la consiguiente invencién de tradiciones «po- Iiticas» fue més consciente y deliberada, toda vez que en gran parte fue cobra de instituciones que perseyuian fines politicos Pese a cllo, podemos sefialar aqu‘ mismo que la invencién consciente dio buenos resultados so- bre todo en proporcidn a la medida en que se retransmitié en una longi- tud de onda con Ia que el piblico ys sintonizaba. Las nuevas fiestas y ce- remonias pUblicas,los nuevos héroes o sfmbolos oficiales, que atrafen a los ‘recientes ejércitos de empleados del estado y al cada vez més numeroso pblico cautivo que formaban los colegiales, ain podian fracasar en el in- tento de movilizar a los voluntarios ciudadanos si carecian de auténtica resonancia popular. El imperio aleman no tuvo éxito en sus esfuerzos por convertir al emperador Guillermo I en padre fundador de una Alemania unida aceptado popularmente, y tampoco logré que su cumpleatios fuese un auténtico aniversario nacional. (;Quién, por cierto, recuerda ahora el intento de Ilamarle «Guillermo el Grande»?), La incitacién oficial logré ‘que antes de 1902 se construyeran 327 monumentos en su honor, p2ro an- tes de que transcurriera un solo aio de la muerte de Bismarck en 1898, 410 municipios habjan decidido erigir «columnas de Bismarcke.! No obstante, al estado vinculé la invencisn de tradiciones formales © informales, oficiales y oficiosas, politicas y sociales, al menos en los paises donde surgia esta necesidad. Visto desde abajo, el estado definta cada vez ‘mis el mayor escenario en el que se interpretaban las actividades de summa jimportancia que determinaban las vidas humanas como siibditos y ciuda- danos. De hecho, definfa de forma creciente, ademés de registrarla, la exis- tencia civil (état civil) de las personas. Puede que no fuese el tinico esce- nario, pero su existencia, sus fronteras y sus intervenciones cada yer més regulates e inquisitivas en la vida del ciudadano eran, a fin de cuertas, de~ cisivas En los paises desarrollados la «economia nacional», cuyo imbito cera definido por el territorio de algiin estado 0 sus subdivisiones, era la umidad bésica del desarrollo econémico. Un cambio en las fronteras del estado en su politica tenfa consecuencias materiales importantes y con- tinuas para sus ciudadanos, La estandarizaci6n de la administracién y del derecho dentro de ella, y, en particular, de la educacién estatal, transfor- 4. G.L-Mosse,"Caesarism, Cieuses and Moement*, Journal of Contemporary History, ‘nim. 2 (1971), pp. 167-83 GL. Moste, The Nationalization of the Masses Potitical Symbolism and Mess Movenents in Germany from the Napotconic Wars through he 3 ‘Reich (Nueva York, 1975}; T. Nipperdey, “Nesionalidee und Nationaldenkimal in Deuts ‘and im 1. Jahrhundert”, Htoriache Zettchi7t (unio, 1968, pp. 529-585, expecialmen. te note 5839 57, | LA FABRICACION EW SERIE DE TRADICIONES 275 Inaba a les gents en ciudadanos de un pats espeotio:ceampesinay, feancesesr,por car eli dew bro que views al caso= El estas cou elimatco dla esonescolectvas de Io sdadanon en Ia meds a eran reconocidasofcaiment Inf ene gobieen da eos po ic, o cambiar ambas cons, ea evidentetente eh obev Pitt de la poifca nacional, vel hombre comtn tent ala Yor mds derecho par tkipar en ell. De hecho, la polis, en el novo sentido que ada a Palabra ene sig xix er etenllmente a scala nacional En sumer Para fines précticos, la sociedad («sociedad civil») y el estado dentro del Aue actsba se hiieton eaa ver ma ineparan Era, pues, natural, que ls eases que exstian onl sociedad, yen par tear a case obra tendern a idenifearse por medio de inne osu orgaizacones(epatios») polos a escala clonal eigtainen te natural qu, de hecho, estos movimientos u organzaciones atonsen esencitimente dentro de fos confines dela nin Tampoco ts enrano aut los movimientos que pretendian representa toda soe! dela ppompa habitual det poder del estador unifornmes, desis, andas de mi sica, banderas y cosas por el estilo. FFI segundo jmperio aleman brinda un contraste interesante, en es- pecial porque varios de los temas generales de la tradiciOn inventada de la reptblica francesa son reconocibles en la suya, Sit principal problema politico era doble: eémo proporcionar lgitimidad historica a a versién bismarckiana (pruso-pequeno slemana) de la unifcacidn, que mo ten‘a ninguna; y qué hacer con la numerosa parte del clectorado democratica aque hubiese preferido otra solucién (partidarios de la Gran Alemania, particularstas antiprasianos, caélicos y, sobre todo, socialdeméeratas) Parece ser que al propio Bismarck no le preocupaba demasiado el sim- bolismo, aunque ided personalmente una bandera tricolor que combina- ba el blanco-negro prusiano con el negro-rojo-dorado nacionalista y I~ beral que Bismarck deseaba anexionar (1866). No habfa ningtin 284 LA ENVBNCION DE LA TRADICION precedente histérico de la bandere nacional negra-blanca-roja del impe- rio La receta de Bismarck para lograr Ta estabilidad politica era més sencilla: ganarse el apoyo de la burguesfa (predominantemente liberal) llevando a cabo gran parte de su programa sin poner en peligro el pre- dominio de la monarqufa el ejército y la aristocracia prusianos, utilizar las divisiones potenciales entre las diversas clases de oposicin y evitar cn Ia medida de lo posible que Ia democracia politica afectara a las de cisiones del gobiemo. Los grupos en apariencia iereconciliables a Tos que no eta posible dividir —especixlmente los catdlicos y, sobre todo, 10s 50- cialdemécratas posteriores @ Lassallo— le deseoneertaban un poco. De hecho, sali derrotado de sus choques frontales con ambos, Uno tiene la impresién de que este anticuado racionalista conservador, pot més bri Hlante que fuera en el arte de las maniobras politica, nunca resolvi6 de manera saisfactoria ls dificultades de la democracia politica, a ciferen- cia de la politica de los notables ‘As( pues la invencién de las tradiciones del imperio alemén se asovia sobre todo con la época de Guillermo Il. Sus objetivos eran principal- mente dos: establecer Ia continuidad entre el primer imperio alemén y el, segundo, 0, de forma més general, instaurar el nuevo imperio como et ‘cumplimiento de las aspiraciones nacionales seculares del pueblo alemén; yy hacer hincapié en las expetiencias hist6ricas especificas que vincularon a Prusia y al xesto de Alemania en Ia construccién de! nuevo imperio en 1871. Ambos, a su vez, zequerian la fusién de la historia prusiana y la his. toria alemans, a Ja que durante algtin tiempo se habfan dedicado los histo riadores impesiales patriéticos (sobre todo Treitschke). El principal obs- ‘culo para aleanzar estos objetivos era, en primer lugar, que la historia del Sacto Imperio Romane de la nacién alemane era dificil de eneajar en ‘alggin molde nacionalista decimonénico,y,en segundo lugar, que su histo- tia no sugerfa que el desenlace de 1871 fuesc histéricamente inevitable, ni 20, Whitney Stith, Flag crongh the Ags (Nowa York, 1975), pp, 116-118. La ban ers nasionalita negra-roja-docada parece haber surgido del movinieato estaicntil del perfodo post-uapolesnica, pero se elablecis clarameate como la bandera del movimiento hacionated 1848. La resistencia ala Replica de Weinarredujo cu bndera nacional una bandera de partido —de hecho les miltantes del pation socaldemderata a toznaron como su bindera «Reiebsbantety, a pestr de que a devecha nyirepunlicana estaba dvidida en- {cela bandera imperial y Ia nasionalscialista,que habia abendonsdo el tradicional dist ‘Gvoler,posblemente #eatsa de que se asocaba con ef liberalismo decimonnic,o pos- blomente porque no ers suficientemente indicative de la ruptura racicl con el pasado— Sin embargo, mantuvo et eaquema basco de los colores del imperio bsmarckiano (nero blanco-oj),eungue acentuaba el rojo, simbolo de os movimioats Isborales y socialists. [La Republica Federal y la Democétiea volvion als colores de 1848, 8 primera sina sidos, la sepunds con Un adecuade emblema edaptado del modo bisico del martlloy la hea comauasia ysovetco LA FABRICACION BN SERU DE TRADICIONES. 285 siquiera provable. Sélo podia vincularse a un nacionalismo moderno por medio de dos mecanismos: el concepto de un enemigo nacional secular contra el cual el pueblo alemén habfa definido su identidad y hichado por aleanzar la unidad como estado, y un concepto de conquista 0 supremacia cultural, politica y militar por medio del cual la nacién alemana, que esta- 'ba muy disporsa en otros estados, principalmente en el centro y el este de Europa, pudiera reivindicar el derecho & unirse en un solo estado, la Gran Alemania. Ej segundo era un concepto que no gustaba al imperio de Bis- marck, especificamente partidario de la «Pequefia Alemania», aunque la propia Prusia, como daba a entender su nombre, se habfa construido his- {Gricamente en gran parte por medio de la expansién en regiones eslavas y balticas ajenas al Sacro Imperio Romano. Los editicios y los monumentos eran la forma ms visible de esta- blecer una nueva interpretaci6n de la historia alemana, 0, més bien, una fusién entre la antigua «tradicién inventada» roméntica del nacionalis- mo alemén anterior a 1848 y el nuevo régimen: los simbolos mas con- vincentes eran aquellos en fos que se lograba la fusién, Asi, el movi miento de masas de los gimnastas alemanes —que fueron liberales y partidarios de la Gran Alemania hasta la década de 1860, bismarckianos después de 1866 y finalmente pangermanistas y antisemitas— tomé ea rillo a tres monumentos cuya inspiracién era basicamente extraoficial: el monvmento a Anninio ef Querusco en la Selva de Teutoburg (gran par- te de él consiruida ya en 1838-1846 ¢ inaugurado en 1875); el monu- mento de Nisderwald a orillas de! Rin, que conmemora la unificacién de Alemania ca 1871 (1877-1883); y el monumento del centenario de la ba- talla de Leipzig, que empezé a construir en 1894 un grupo patriético lla- mado «Liga para la Breccién de un Monumento a la Batalla de los Pue- blos en Leipzigr y se inauguré en 1913. En cambio, parece que acogié xin enlusiasmo la propuesta de convertir el monumento a Guie Hermo I en las montaflas de Kyfthauser, en ef lugar donde el mito po- pular afirmaba que reapareceria el emperador Federico Barbarroja, en un simbelo nacional (1690-1696), y no mostzé ninguna reacci6n especial a Ja construccién def monumento a Guillermo I y Alemania ea la con- flueneia del Rin y ef Mosela (el «Deuisches Eck» 0 Rincén Alemén), di= rigido contre las reivindicaciones francesas de la orilla izquierda del Rin? Dejando aparte estas variaciones, la masa de obra de albalilerfa y es- tatuas que se levanté en Alemania durante este periodo fue muy grande Y permiti6 que arquitectos y escultores suficientemente acomodaticios ¥ 21. Hans-Georg fon, Polk und Turnan: de deutsche Tarnerschaft als nationale Be wegung im deutschen Kaiserech von 1871-1914 (Ahcensbrg bei hamburg, 1776), pp. 4lss 286 LA INVENCIGN DE LA TRADICION competentes hicieran fortuna. Entre los que se construyeron 0 proyec- taron sélo en al decenio de 1890 podemos sefialar el nuevo edificio del Reichstag (1884-1894) con su recargada imagineria histérica en la facha- da, ol monumento en Kyffhauser que ya hemos mencionado (1890-1896), el monumento nacional a Guillermo T, quien claramente se querfa pre- sentar como el padte oficial del pafs (1899-1897), ol de Guillermo 1 en la Porta Westfalica (1892), el de Guillermo I en el Deutsches Eck (1894- 1897), a extraordinaria Valhala de principes Hohenzollern en la «Aveni- da de la Victoria» (Siegesallee) en Berlin (1896-1901), estatuas de Gui lMermo T en varias ciudades alemanas (Dortmund 1894, Wiesbaden 1894, Prenzlau 1898, Hamburgo 1903, Halle 1901) y, un poco mas tarde, 1ina ava- lancha de monumentos a Bismarck que gozaron de un apoyo ms sincero entre los nacionalistas® La inauguracién de uno de estos monuimentos pproporcion6 la primera oportunidad de usar temas histéricos en los ellos de correos del imperio (1899). Esta acumulacién de ladrillo, argamasa y estatuas induce a hacer dos comentarios El primero se'refiere a la eleccidn de un simbolo nacional. Dos estaban disponibles. Una «Germaniay imprecisa pero apropiada- ‘mente militar, que no interpreté ningim papel notable en la escultura, aunque aparecid en numerosos sellos de correas desde el principio, toda ‘vez que ninguna figura dindstica podia simbolizar aun el conjunto de Ale~ mania; y la figara del «Deutsche Michels, que en realidad desempefia un papel subordmado en el monumento a Bismarck. Pertenece a las curiosas representaciones de la nacién, no como pais o estado, so como sel pue~ ‘lor, que animé el longuaje politico popular de fos caricaturistas del siglo xix y se pretendfa (como John Bull y el yanqui con barba de chivo, pero no Marianne, la imagen de la reptblica) que expresara el cardcter naci ral tal como lo vefan los miembros de Ta nacién misma. Sus oxfgenes y Ios primeres tiempos de su historia son oscutos, aunque, al igual que el him- no nacional, es casi seguro que estaban en la Inglaterra del siglo x\ut.#*EL hecho es que Ia imagen del «Deutsche Michel» recalcaba tanto ta inoven- cia y la ingenvidad que tan facilmente explotaban los extranjeros astutos 22, «BI destino detesmina que, cont eu uaturcleza, daberta coavertcse ea un mo: ‘aumental escultr, que eelebraria le idea imperil de Guillermo TI en monurentos sigan tes de piedray de broace, en un lengusie de imagineriay pasos sobredramatizadoo, Ulrich “Thieme y Felix Bosker, Allgemeines Lexikon der bildenen Kunstler vow der Ande bis zur Gegenars (Leipzig. 1907-50), tp 185, Vease también, en genera, las encadas Bew Sehiing, Semi 23." John, Polit und Turner... Nipperdsy, aNationalidees, pp STIS 2A Sorel oa Premiere Image de John Bull, Bourgeois Radical, Anglais Layatite (1778-1815), Le Mouwemente Social, evr (Eneco-Msr20, 1879), pp. 65-84, Harbart M, ‘Atherton, Poli Print nthe Age of Hogarth (Ontord, 1974), pp 97-10, LA FABRICACION EN SERIE DE TRADICIONES 287 como la fuerza fisica que era capaz de movilizar para frustrar sus vies tru- ‘cos y conquistas cuando finalmente se vefa empujado a actuar, Al parecer, «Michel» era en esencia una imagen antiexteanjera, 'EI segundo se refiere a la suma importancia de la unificacién de Ale- mania por obra de Bismarck como la tinica experiencia hist6riea nacional que los eiudadanos del nuevo imperio tenfan en comiin,dado que todas las concepciones anteriores de Alemania y fa unifieacién alemana tenfan que ver, de una forma u otra, con la «Gran Alemania». Y dentro de esa expe- riencia, la guerra franco-elemana ocupaba un lugar central. En la medida en que Alemania tenia una (breve) tradicién nacional, ésta era simboliza- dda por los tres nombres siguientes: Bismarck, Guillermo I y Sedan, ‘Ejemplos claros de esto son los ceremoniales y rituales que se inven taron (también prineipalmente bajo Guillermo Tl), Asi, las erénicas de un gimnasio* dejan constancia de no menos de diex.ceremonias que tuvieron lugar entre agosta de 1895 y marzo de 1896 con motivo del vigésimoquin- to aniversario de la guerra franco-prusiana, entre ellas numerosas conme- moraciones de batalla, celebraciones del cumpleaios del emperador, la entrega oficial del retrato de un principe imperial, luminarias y discursos piiblicos sobre la guerra de 1870-1871, sobre la evolucién de In idea im- perial (Kaiseridee) durante la contienda, sobre el carcter de la dinastia Hohenzoller, etcétera® Una descripcién més detallada tal ver servira para dar una idea clara del cardcter de una de estas ceremonias. Bajo la mirada de sus padres y amigos, los muchachos entraron en el patio de Ia escuela a paso de mar- cha y cantando «Wacht am Rhein» (Ia «cancién nacional» que més direc- tamente se identificaba con la hostilidad a los franceses, aunque es inte- resante que no sea el himno nacional prusiano ni alemén)2* Formaron dclante de representantes de cad clase, que sostentan banderas adorna {das con las hojas de roble que se habian comprado con el dinero recogi- do en cada clase. (El roble se asociaba al folelore teutnico-germénico, al nacionalismo y a las virtudes militeres, lo cusl seguia recordindose en las 25. Heng Stallmann, Dor Prins-Helniche.Gymmarium zu Schaneberg, 1800-104, Goschicee einer Schule (Beli, ef, 1965), 26, De hecho, no exista ning himno ofc alemén, De las tes canciones en com- petcin, «Hei! DirTm Siegertranz» (con la melodia dl «God Save the King) asociada os ‘eechamente al emperador prsiano ea la que levantsha menos fervor nacional. El «Ob: serva el Rine y el «Deutschland Uber Alles tban empatadas hasta 1914, pero e mado _radua,«Douischlande, ms adecuado a una polca expansionist imperial, prevalecis ro Dee el «Observe», que se aoclsba con Io ant-rances. Hacia 1850, el primero se habia he ‘cho ds veces més famoso que el segunda entre los glomasiasalemanes,n pesar de que al Imoviriento Je era particulamente gato el «Observa, del coal se desis que habla cont ‘uid a popetarza el movimiento John, Pali und Tamer. pp.38 39, "En Alemania escuets donde se prepara alos estuiantse para la univesidad.(N. dele) 288 LA INVENCION DE LA TRADICION hojas de roble de las méximas condevoraciones militares bajo Hitler: era eLequivalente germénico del laure! de los latinos). Bl jefe de la clase pre- sent6 las banderas al director de Ta escuela, que a su vez se dirigié a los reunidos para hablar de los gloriosos tiempos del difunto emperador Gui llermo 1 y pidi6 vitores para el monarca reinante y su esposa, Los muchs- chos marcharon luego bajo sus banderas, Hubo otro discurso del director antes de que se procediera a plantar un «roble imperial» (Kaisereiche) iientras Jos presentes cantaban a coro. La jomnada terminé con una ex- cursién en el Grunewald. Todos estos actos no fueron més que tos preli- tminares de la conmemoracién propiamente dicha del Dia de Sedén, dos fas después, y,a decir verdad, de un afio escolar en el que hubo numero- sas reuniones rituales, tanto religiosas como cfvicas?” Aquel mismo afo un decreto imperial anunciaria la construccién de la Siegesellee, vinculdndo- fa al vigésimoquinto aniversario de la guerra franco-prusiana, que se pre~ senté como el levantamiento del pucblo alemén ta nacién en términos de sus enemigos. Al igual que muchos otros pueblos «liberados», «Alemania» se definia més fécilmente por me dio de aquéllo contra fo que estaba, que de cualquier otra manera. Puede que esto explique la omisiéa més obvia que se advierte en las «iradiciones inventadas» del imperio alemén: la falta de conciliacién con {os socialdemécratas. Es verdad que a Guillermo Il le gustaba presentarse al principio como un «emperador social» y rompié de manera clara con la politica de Bismarck, que habja prohibido el partido, Sin embargo, la ten- facion de presentar el movimiento socialista como antinacional (xvater- landslose Gescllen») results demasiado fuerte para resistirse a ella, y se exeluyo a los socialistas del servicio del estado (incluidos, en virtud de una ley expresa, Jos puestos de enseftanza superior) de manera més sisteméti- ca que en, por ejemplo, el imperio Habsburgo. Sin duda dos de Ios que bbradezos de cabeza politicos del imperio fueron mitigados considerable- mente. La gloria y el poderfo militares y la ret6rica de la grandeza alemana desarmaron a los partidatios de fa «Gran Alemania» 0 pangermanistas, que cada ver estaban més divorciados de sus origenes liberales 0 incluso democriticos. Si de algun modo iban 2 alcanzar sus objetivos, 0 seria por medio del nuevo imperio o de ninguna manera en absoluto. Los eatélicos zo causaban ningtin problema grave, como resulté claro al abandonarse la campatia de Bismarck contra ellos. No obstante, los socialdlermécratas s0- Jos, que avanzaban de manera aparcntemente inevitable hacia la condicién de mayoria en el imperio, constitufan una fuerza politica que, juzgar por el ejemplo de otros pafses durante este perfodo, deberfan haber empijado al gobierno alemén a adoptar una actitud bastante més flexible, ‘Sin embargo, en una nacién cuya autodefiniciéa dependia tanto de sus enemigos, externas e internos, esto no era del todo inesperado2” sobre todo si se tiene en cuenta que la elite militar, por definicién antidemocri- ‘ea, constituia un mecanisme tan poderoso para asimiliar ala clase media als conciciéa de clase gobernante. Con texlo, la eleccién de los socialde- mocratas y, de manera menos formal, los judfos como enemigos internos, tenja una ventaja complementaria, aunque el nacionalisino del imperio fue incapaz de explotarla plenamente. Fra una Hamada demagégica a la vex, contra el liberalismo capitalista y el socialismo proletario que logr6 movilizar bajo la bandera de «la nacién» a las grandes masas de Ja baja clase media, los artesanos y los campesinos que se sentian amenazados por ambos. Paradéjicamente, la nacién més democrética y uma de las definides de ‘mancra mis clara, tanto territorial como constitucionalmente, se enfren- taba a un problema de identidad nacional que en algunos aspectos se pa- 28. HU. Weblor, Das dewtche Kaiserreich, 1871-1918 (étingeo,1973), pp. 107110. 90 EA INVENCION DE EA TRADICION recfa al de la Alemania imperial. Fl problema politico fundamental de Es- tados Unidos, una vez se hubo eliminado la secesién, fue o6mo asimiiar ‘una masa heterogénea —que se convirtié en una afiuencia casi imparable hacia las postrimerias del periodo que nos ocupa— de personas que no fran amerieanas de nacimiento sino inmigrantes. Los americanos habia aque hacerlos. Las tradiciones inventadas de Estados Unidos en este pe- iodo estaban concebidas principalmente para alcanzar este objetivo, Por ‘una parte, se alentaba a los inmigrantes a aceptar rituales que conmemo- raban la historia de la nacién —Ia Revolucion y sus padres fundaciores (6! 4 de julio) y la tradieiOn protestante anglosajona (c1 Dia de AcciGn de Gracias)— como, de hecho los aceptaban, toda vez que se convirtieron en dias de fiesta y motivo de celebraciones piiblicas y privadas (A la inver sa,la enacién» absorbié los rituales colectivos de tos inmigrantes ~-el Dia de San Patricio y, mas adelante, el Dia de Colin—en el tejido de la vida americana, principalmente por medio del poderoso mecanismo asimila- dor de ia politica municipal y estatal.) Por otra parte el sistema de edu- caci6n fue transformado en una méquina para la socializacién, politica mediante mecanismos tales como el culto a la bandera americana, que, como ritual cotidiano en las escuelas del pais, se extendié a partir del de- cenio de 18802 FI concepto del americanismo como acto de eleccién —la decision de aprender inglés, de solicitar la ciudadania— y una elescién de cexeencias,actes y modos de comportamiento especificos entrafiaban el co- rrespondiente concepto del «no americanismo». En los paises que defi- nian la nacionalidad existencialmente podta haber ingleses 0 franceses ‘que no eran patriotas, pero su condicién de ingleses o franceses no podta ponerse en duda, a menos que también se les pudiera definir como foras- teros (meteques). Sin embargo, en Estados Unidos, como en Alemania, fa persona «no americana» o «vaterlandslose» hacia dudar de su’ propia condicién real como miembro de la nacién, ‘Como cabia esperar, Ia clase obrera constitufa el conjunto més nume- 1050 y visible de estos miembros dudosos de le comunidad nacional;y mas , que se remonta como minimo al decetio de 1870, {ue més una rencciéin de Tos nacidos en el pais contra los forasteros, o de Jas clases medias protestautes anglosajonas contra los obreros nacidos en el extranjero, En todo caso, proporcioné un enemigo interno conta el zal el buen americano podia afirmar su americanismo mediante, por ejemplo, el cumplimiento puntilloso de todos los rituales formales ¢ into: males, la afirmacién de todas las creencias convencional e insttucional- mente establecidas como caracteristias de los buenos americanos. Podemos ocuparios més superticialmente de la invencién de tradicio- nes estatales en otros paises del periodo. Las monarqias, or razones ob- vias, tencfan a vincularlas la corona, y durante este periodo se iniciaron tos ejercicios de relaciones piblicas que ahora son habituales y se centra- bban en rituales reales 0 imperiales, que se vieron faeilitados en gran me~ dida por el feliz descubrimiento —o quizé seria més acertado decir ‘vencin— del jubileo o aniversario ceremonial. De hecho, su cardcter 32, Debo esta observacicin al profesor Hebert Gutman. 292 LA INVENCION DE LA TRADICION novedoso se recalca en el New English Dictionary.* Fi valor publicitario de los aniversarios lo demuestra claramente la ovasién que con tanta fre- ‘euencia proporcionaban para la primera emisin de imagenes hist6ricas © similazes en los sels de correos, a forma més universal de imaginerfa pi blica aparte del dinero, como demuestra la tabla 1 Es casi seguro que el jubileo de la reina Vietoria en 1887, repetide diez aitos mas tarde en vista de su notable éxito, fue la inspiracién de poste- riores celebraciones reales o imperiales en este pais y en otros. Incluso las dinastias més tradicionalistas —los Habsburgo en 1908, los Romanov en 1913 descubrieron los mérites de esta forma de publicidad. Era nueva ‘en la medida en que iba dirigida al ptblico, a diferencia de los ceremo- niales reales de carécter tradicional cuyo objetivo era simbolizar la rela cidn de fos gobernantes con le divinidad y su posicién en el épice de una jerarquia de magnates Después de la tevolucién francesa, todos los mo- narcas tuvieron que aprender, tarde 0 temprano, a cambiar el equivalente nacional de «rey de Francia» por el de «rey de los franceses», esto es, a €S- tablecer una relacién directa con la colectividad de sus sébditos, por hu- mildes que fueran. Aunque existia la opeién estilistca de una «monarquia burguesam (cuyo pionero fue Luis Felipe), parece que s6lo la usaron fos reyes de paises modestos que deseaban adoptar una actitud discreta —los Paises Bajos, Escandinavie—, aunque, al parecer, incluso a algunos de los gobemnantes més ordenades por Dios —en especial el emperador Fran- cisco José— Jes hizo gracia el papel de funcionario muy trabajador que vi- via rodeado de comodidad espartana. Hablando con propiedad, no hebia ninguna diferencia importante en- tre ef uso politico de la monarquéa con el fin de reforzar a los gobernan- tes efectivos (como en Jos casos de los Habsburgo y los Romanoy, pero quiza también en los imperios indios) y construir la funci6n simbdlica de las testas coronadas en los estados parlamentarios. Ambos se apoyaban en. la explotacién de la persona real, con antepasados dinésticos o sin ellos, cn recargados actos rituales acompafiatos de actividades propagandisti- cas y una amplia participacién del pueblo, en no poca medida por medio de los puiblicos forzos0s a los que era posible adoctrinar oficiaimente gra- cia al sistema de educacién. Ambos hacfan del gobernante el ceatro de la Unidad de su pucblo o sus pueblos, el representante simbdlico de la gran. 33. El subileo, excepto en su sentido bibl, era antesionmente solo el cncueat aniversaria, No hay ninguna evidenls anterior al silo xox de que los oentensros dincos © ndtiples, echo menos los aniversarios de meaas de cincaenta ais fuesen veasiu de ee Icbracion publics. El New English Dicionary (1901) observa en Ia entrada subilean que fue wexpecilmentefrecuente en las dos tlie décedas del siglo xx en referencia a dos ‘jubiioos" de a Reina Vicrria en 1887 y en 1897, ol jubileosuizo de la Unidn Postal en 1900 y otras celebraciones>, p65. LA FABRICACION EN SERIE DE TRADICIONES 293 deza y Iq gloria de pats, de todo su pasado y Ia continuidad con un pre- sonte carabiante Sin embargo, las innovaciones fueron tal vez més delibe- radas y sistemticas en los paises donde, como en Gran Bretafa, el rena- cer del rtualismo real se vio como un contrapeso necesario a los peligros de la democracia popular. Bagehot ya habia reconocido el valor de la de- ferencin politica y las partes «dignas» —en contraposicién a «eficien- tes»— de la constitucién en los tiempos de la Segunda Ley de Reforma, El Disrasli anciano, a diferencia det joven, aprendié a utilizar la «reve. rencia ante el trono y su ocupante» como «poderoso instrumento de po- der ¢ influencia» y a finales del reinado de Victoria ya se enitendia muy bien Ia naturaleza del mecanismo, J. E. C. Bodley escribié sobre la coro- nacién de Eduardo VIL La uilizacion por parte cle un pueblo fervoroso poro prsctico de un ito antiguo para simbolizar los esplendores modernos de su imperio, el reco- ‘nocimiente por una democracia libre de una corona hereditari, conto sim bolo de la dominacién mundial de su raza, no costiraye un simple especti. culo, sino un acontecimiente del mayor interés histérico. La gloria y la grandeza, la riqueza y el poder, podian ser compartidas de forma simbotica por los pobres a través de Ia realeza y sus rituales. Cabe sugerix que cuanto mayor era el poder, menos atractiva era la op- cin burguesa para la monarqufa, Y podemos recordar que en Europa la ‘monarquia fue la forma universal del estado entre 1870 y 1914, excep- tuando Francia y Suiza. a Las tradiciones politicas mas universales que se inventaron en este pe- riodo fueron logros de los estados. Sin embargo, el auge de los movimien- {os de masas organizados que reivindicaban la separacién del estado, 0 in- cluso la condicién de alternativa al mismo, dio otigen a fenémenos parecidos. Algunos de estos movimientos, en especial el catolicismo poli tico y varios tipos de nacionalismo, cran muy conscientes de la importan- cia del ritual, el ceremonial y el mito, que normalmente inclufa un pasado mitol6gico. La importancia de las tradiciones inventadas es mas sorpren- dente cuando surgen entre movimientos racionalistas que eran, en todo caso, mis bien hostiles a ellas y carecian de elementos simbélicos y ritua- 34 LEC Bot, De Coronation of Bart VIA Chapter of Buropess and In ‘porial History (Londves, 1903), pp. 153-201, shemtias 294. LA INVENCION DE LA TRADICION les prefabricados, De ah que la mejor manera de estudiar su aparicién sea centréndonos en uno de tales casos: el de los movimientos obreros de sig- no socalista El principal ritual de estos movimientos, el Primero de Mayo (189), se cre6 de manera esponténes en un periodo sorprendentemente breve, {Al principio tenia que ser una huelga y una manifestacién simulténeas a favor de la jornada de ocho horas en una fecha que desde hacia algunos aitos ya se asociaba con esta exigencia en Estados Unides. No eabe duda dde que Ia eleccién de tal fecha fue totalmente pragmética en Europa, Es probable que no tuviera ningin significado ritual en Estados Unidos, don- de ya se celebraba el «Dia del Trabajo» a finales del verano, Se ha sugeri- do, y no es inverosimil, que se eligié para que coincidiese con el llamado «Dia del Traslado», la fecha tradicional de terminacién de los contratos de arrendamiento en Nueva York y Pensilvania ® Aunque esto, como pareci- dos periodos contractuales en sectores de la agricutura europea tradicio nal, al principio habia formado parte del ciclo anual cargado de simbolis- ‘mo del afio laboral preindustrial, su relacién con el proletariado industrial eva claramente fortuita, La nueva Tntemnacional Obrera y Socialists no te- nia pensada ninguna forma concreta de manifestacién, El concepto de tuna fiesta obrera no s6lo no se mencion6 en la resoluci6n original (1889) de dicha organizacién, sino que varios militantes revolucionarios la re chazaron enérgicamente por motivos ideolégicos Sin embargo, la eleccién de una fecha tan cargada de simbolismo por parte de la tradicién antigua result6 importante, aunque —como sugiere ‘Van Gennep— en Francia el anticericalismo del movimiento obrero opu- s0 resistencia a Ia inclusién de costumbres folelSrieas tradicionales en su Primero de Mayo Desde el principio, la ocasién atrajo y absorbic ele- ‘menios rituales y simbélicos, en especial los de uma celebracién casi reti- giosa 0 muminosa («Maifeier>), fiesta y dia religioso a la vez. (Después de cemplear la palabra , aunque © hat hecho pocos estudio sisteméticos sobre el tema, La educacién secundaria proporcionaba un eriterio amplio de perte- nencia a la clase media, pero demasiado amplio para definir o selectionar Jas elites en répido crecimiento, pero numéricamente més bien pequetas ue, tanto si Jas lamamos clase gobernante como «establishonent>,dirigian tos asuntos nacionales Incluso en Gran Bretafa, donde no existianingtin sistema secundario nacional antes del siglo xx, hubo que formar uaa sub- 65, Gitado en £4 Hobsbawm, The Age of Capital Londres, 1977), p59, F Zunkel, ludustrieburgertum im Westdeutschland on HU. Webler (ed), Modeme deutehe Sov ‘algtchiche (Colonia y Bota, 196), p. 323, (6. K.H. Jarausch, «The Social Transformation ofthe Univers: The Case of Ps sia 1865-1915», Journal of Socal History, tt, (1979), p. 625, 7. Max Leclor, L"Education des Classes MoyennesetDiigeanter on Angletere (Pa i, 1894), pp. 13, 144 Bureau, «Mon Sejour dans une Petite Ville #’Anletert, La Selence Sociale (suivant ta Méthode de B Le Play) 5* abo, tx (1850), p. 70, Véase también Patrick Joyce, Work, Society and Poles: The Culture ofthe Factory it Later Vietrian En sland (Brighton, 198), pp. 2934 LA FABRICACION EN SERIE DE TRADICIONES 305 clase especial de «escuelas privadas» dentro de la educacién secundaria, Fucron definidas oficialmente por primera vez en el decenio de 1860, y crecieron por medio de la ampliacién de las nueve escuelas que a la sazén se reconocfan como tales (de 2.741 muchachos en 1860 a 4.533 en 1906) y lambién mediante la afiadidura de otras escuelas reconocidas como perte- necientes a a elite. Antes de 1868, dos docenas de escuelas a lo sumo po- dian reivindicar esta categoria, pero en 1902, segtin los eéleulos de Honey, consistian en una «lista breve» minima de hasta sesenta y cuatro escuclas y tuna «lista larga» maxima de hasta ciento cuatro, con una periferia de tat vex sesenta de categoria mis dudosa.* Durante este perfodo las universi- dades crecieron gracias al cobro de matriculas més que # nuevas fundacio- nes, pero este crecimiento fue lo bastante grande como para causar serias preocupaciones acerca de una produccién excesiva de titulados, al menos en Alemania, Entre mediados del decenio de 1870 y mediados del de 1880, el ntimero de estudiantes se multiplicé aproximadamente por dos en Ale- ‘mania, Austria, Prancia y Noruega y por mas de dos en Bélgica y Dinamar- ca En Estados Unidos la expansién fue todavia mds espectacular: en 1913 habia 38,6 estudiantes por 10,000 habitantes, comparados con la habi- ‘wal cifra de 9-11,5 en la Europa continental (y menos de 8 en Gran Breta- fla ¢ Italia).” El problema de definir la elite efectiva dentro del niimero reciente de los que posefan el camnet educacional requerido era real En el sentido més amplio se atacs por medio de Ja institucionaliza- cin. El Public Schools Yearbook (publicado a partir de 1889) establecis las escuelas afiliadas a la llamada Conterencia de Directores de Escuela como comunidad nacional o incluso internacional reconocible, sino de iguales, al menos de comparables; y American College Fraternities (siete ediciones entre 1879 y 1914) de Baird hizo fo mismo para Ins «asaciacio- nes estudizntiles con letra griega», cuya afiliacion destacaba la elite entre la masa de estudiantes universitarios americanos. Sin embargo, debido a Ja tendeneia de los aspiranics a imitar las instituciones de los que ya ha- bbian legado era deseable que se trazara una linea entre las «altas clases ‘medias» 0 lites auténticas y los iguales que eran menos iguales que cl resto.” 6B LRigeS Honey, Tom Brown's Universe: The Development ofthe Victorian Public Schoo! (Condes 197), p77 ®. 1, Conred, «Die Frequonzverhalnise der Universtéten der havptskclichsten Kulturlander aut dem Europaischen Kontinents,dahebucherf N. OK u. Statik, sere 1 (2890), pp. 37594 “70, Joseph Ben-David, «Professions ia the Case System of Present-Day Societies, Gurren Sovology, Xi, nim. 3 (960-4), pp. 63-64 ‘71. «A sonseeuence de esnobisi geacral de los ingleses sobre tla de tos ingleses ‘ve ascends en a scala social la edueacion de los cases medias tendia a anodelarse so te las cases inediasallas a psar de que con menos dedieackn ydinerom. Desa, L'E sducation dans les Ecoles Angles, p.67- El fenémeno no era solsmeatebiitinion 306 LA INVENCION DE LA TRADICION La razén de esto no era puramente esnob, Una elite nacional eréciente también requerfa que se construyeran redes de interacci6n auténticamen- te eficaces. Cabe sugerir que en esto radica la importancia de la institucién de los «ex alumnos», Jos «antiguos condisefpulos» 0 los «Alte Herren que apa- recié ahora y sin la cual las «redes de ex alurmnos» no pueden existir como tales. Parece que en Gran Bretafia las «cenas de ex akumnos» empezaron cen el decenio de 1870 y las «asociaciones de ex alumnos», més o menos en cel mismo pexiodo; se multiplicaron especialmente en el decenio de 1890 y fueron seguidas al poco por la invencidn de la apropiada «corbata de la ‘escuela».”*De hecho, parece que la costumbre de enviar a fos hijos a la an- tigua escuela del padre no empez6 a ser habitual antes de finales de siglo: solo el 5 por 100 de os alumnos de Arnold habia enviado a sus hijos a Rugby." En Estados Unidos la creacién de «capttulos de antiguos condis- cipulos» también comenzé en el decenio de 1870, «formando cfrculos de hombres cultivados que de lo contrario no se conocerians,"*y Io mismo, un poco mis tarde, ocurri6 con la construccién de recargadas casas de asociaciones estudiantes en tus universidades, financiadas por los anti= _guos condisefpulos, que demostraban asi no s6lo su riqueza y Jos vinculos intergeneracionales, sino también —como en casos parecidos en el «Korps» de estudiantes alemanes"*— su intluencia sobre la gencracién jo- ven. Ast, la asociacién Beta Theta Pi tenia dieciséis capitulos de antiguos condiscipulos en 1889, pero ciento diez. en 1913; una sola casa en 1889 (aunque se estaban construyendo varias), pero cuarenta y siete en 1913. Phi Delta Theta tuvo su primera asociacién de antiguos condiscipulos en 1876, pero en 1913 el mimero ya era de alrededor de cien, En Estados Unidos y en Alemania et papel de estas redes interge- neracionales se interpret6 de manera consciente, posiblemente porque ‘en ambos paises su cometido inicial como proveedores de funcionarios estuvo muy claro. Los «Alte Herven» del «Ksener Korps», las asocia- ciones de elite de este tipo en el decenio de 1870, inclufan 18 ministros, 835 funcionarios, 648 oficiales judiciales, 127 oficiales municipales, 130 militares, 651 médicos (el 10 por 100 de ellos oficiales), 435 prafesores ‘R. The Book of Public School, Old Boys, Universiy, Navy, Army, Air Force and Club Ties, ntoucsioa de Jemes Laver (Londres, 1968) 9.3; ¥ease también Hine, Tom Brown's "73. Honey, Tom Brown's. 153. 7, W, Raimond Baird, American College Frets: A Deseritive Anas of the Society Sytem ofthe Colleges ofthe US with @ Detaled Account of cao Fate, Edie ‘6a (Nueva York, 1880), pp. 2021 175, Bernard Outi, Les Corporations Allenandes d'Eaudant (Pars 1962), p19, De Lf Grieswelle,

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