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REVISTA DE CRITICA LITERARIA LATINOAMERICANA TODOROV Y DE CERTEAU: LA ALTERIDAD Y LA CONTEMPLACION DEL SUJETO* Rolena Adorno University of Michigan Como consecuencia de la ampliacién de los estudios literarios y culturales durante los ultimos afios, una de las cuestiones claves que se nos presenta es la construccién de la alteridad y de las fronteras del sujeto. Afirmar o negar el estatus de sujeto auto-consciente de deter- minados individuos o grupos ha sido y sigue siendo uno de los ejerci- cios académicos que antecede o acompatia el reiterado acto de elaborar la historia literaria y cultural. En los procesos de reevaluacién critica que se nos exige hacer, las indagaciones de Tzvetan Todorov y Michel de Certeau sobre la construccién del otro cultural son particularmente pertinentes. Revelan de una manera ejemplar las premisas que pue- den regir en el desarrollo de nuestra labor como tedricos e historiado- res culturales. TantoThe Conquest of America: The Question of the Other, de Todorov comoHeterologies: Discourses on the Other? de de Certeau pos- tulan la salvacién del uno a través de un conocimiento del otro que rompe las barreras que mantienen fijas las dicotomfas de identidad/ alteridad. A pesar de los fines que comparten, Todorov y de Certeau contemplan aspectos diferentes de la actuacién del sujeto. De Certeau considera el juego de subjetividades, mientras que Todorov enfoca el dominio de ciertas sujetividades sobre otras. Asi es evidente queThe Conquest of America de Todorov y Heterologies de de Certeau se basan en postulaciones diversas. En primer lugar, Todorov interpreta textos e intenta persuadirnos de su interpretacion para nuestra propia salvacién; en este sentido, su obra es un tipo de “sermén”. Comienza su narracién declarando que 8u interés es mas el de un moralista que el de un historiador, que el presente le interesa mds que el pasado3 De Certeau, escrupuloso en el * Exe articalo es un extracto revisado de una version més larga en inglés, que se publicart en Hispanic Issues, Minneapolis. Quisiera agradecer « Fernando Coronil por sus vutiosos comentarios 2 ROLENA ADORNO estudio de sus fuentes, despliega su erudicién como un ejercicio espe- culativo y no como una manera de establecer los hechost, Es decir, de Certeau abre -no cierra- las posibilidades de interpretacion al tomar en cuenta la complejidad de los factores que deberian considerarse para Negar a los datos verificados, En segundo lugar, Todorov atribuye al discurso y a Ja textualidad un caracter particular, en Heterologies, de Certeau los explora. Segin mi modo de ver, cada uno de estos contrastes contribuye a la explica- cién de por qué y cémo de Certeau en particular facilita nuestra capa- cidad para oir y eseuchar a} discurso no sobre el otro sino del otro? Mientras que Todorov nos invita a contemplar el poder de la palabra escrita y su capacidad de oprimir al otro (creando asf un discurso do- minante en ef cual el sujeto que esta construido como el otro no se re- conocerfa), 1a obra de de Certeau nos invita a considerar al otro como un sujeto colonial que no es slo el observade sing también el que obser- va, el que atestiguaé. Todorov escribe pata su libro un epilogo; de Certeau ofrece una conclusion, Comparémoslos. Con referencia a la dedicatoria con que comenzé su libro, Todorov declara que ha escrito su libro para evitar que se repita el relato de una mujer maya devorada por perros. Dice qué espera que recordemos lo que pueda pasar si no alcanzamos a des- cubrir al otro, porque el otro, contintia, queda por descubrirse?. Si esta es la conclusion del relato que comenz6 al decir el autor que su tema seria “el descubrimiento que el uno hace del otro,” entonces, segiin su modo de ver, los europeos del siglo XVI (y sobre todo los espafioles) fra- easaron en Ja tarea que a ellos habia asignado’. Al comenzar Tedorov su libro declarando que est& mas interesado en el presente que en el pasado, la explicacién de su empleo del caso histérico es interesante. Dice que eligié “la problematica del otro exte- rior y remoto... algo arbitrariamente y porque uno no puede hablar de todo al mismo tiempo”. En la tiltima pagina de su obra, trata de per- suadirle al lector que, a pesar de que “la conquista de América” no re- presenta una imagen fiel de nuestra relacién con el otro, insiste en que “su historia nos puede ser ejemplar porque nos permite refleccionar sobre nosotros mismos, y descubrir semejanzas tanto como diferen- cias: una vez még, el auto-conocimiento se desarrolla a través del cono- cimienta del Otro"14, Si el estudio del caso histéricamente remoto no puede proveer res- puestas a nuestros dilemmas contempordneos -y Todorov reconoce que no lo puede hacer. “es posible que tal estudio nos pueda aclarar nues- tras propias preguntas”, Este es un asunto tan importante como discu~ tible y me gustaria retomarlo desde el punto de vista de lo que conside- ro ser la preocupacién contempordnea de Todorov. Su propia pregunta, diria yo, no tiene que ver solamente con las conquistas del siglo XVI en el extranjero, sine también (y atin més) con les abusos de la scberania gstatal y los derechos humanos y civiles en el siglo XX. Es decir, su agenda es cantar la historia no solamente de ta lucha de los amerin- dios contra las invasiones de ultramar o de su sujecién como resultado LA ALTERIDAD Y LA CONTEMPLACION DEL SUJETO 53 de ja derrota militar. (Recordemos que el otro no habla en su obra, si no es para corroborar la informacién ofrecida en los relatos euro- peost!;, En la éptica de Todorov, el tema fundamental (aunque implf- cito) es la historia de la opresién del siglo XX. Sefialo este cambio de énfasis de la derrota a Ja opresién en base a la lectura de un leitmotif, poco evidente pero persistente a lo largo de La conquista de América y plenamente desarrollado en su epilogo. Es- ta es la preocupacién por los regimencs totalitarios, con referencias explicitas al estado soviético. Todorov hace comparaciones parentéticas entre las conquistas cristianas del siglo XVI y las intervenciones ¢o- munistas en el este de Europa en el siglo XX!2. Ademas, se refiere mas de una vez a la violencia estatal, el ejército y la policia e intrigas esta- tales!3, que poco tienen que ver con el relato histérico que va narrando. La preocupacién de Todorov se revela mejor cuando habla de la €poca actual: “El descubrimiento que el ‘yo’ hace de |cs ‘otros’ que lo habitan se acompafia por la aseveracién mas alarmante de la desapa- ricién del ‘yo’ en el ‘nosotros’ tipico de todos los regimenes totalita- rios”14. La m4scara mortffera de este ‘nosotros’ esconde detras de sf la integracién de las sociedades de masacre y sociedades de sacrificio -las caracteristicas claves que Todorov habia empleado para identificar la sociedad espafola y la azteca respectivamente!5. En relacién a éstas, contempla un hfbrido moderne, la sociedad ‘masacrificio’. Friamente amenazador pero escondido en el humor de la respuesta del drama- turgo inglés G. B. Shaw a la bailarina Isadora Duncan, -{Qué pasa si nuestro hijo tuviera la inteligencia tuya y la cara mfa?’- esta imagen terrorifica no es un detalle sin sentido. Es, en cambio, el enfoque de} epilogo, et que nos Heva de nuevo a un capitulo en el cuerpo del libro. Alli, Todorov habja descrito los dos modelos de las sociedades de sacri- ficio y masacre y habia terminado -y ahora es mAs significativo- con esta reflexién: “Pero, {qué pasa si no queremos elegir entre una civili- zacion de sacrificio y otra de masacre?"16. El libro de Todorov tiene un poder peculiar visto bajo esta luz. Su articulacién del deseo de tener “igualdad sin la necesidad de aceptar identidad, pero también la diferencia sin que degenere en superiori- dad/infericridad”!7 no podia ser mas elocuente. Sin embargo, mi pre- gunta y mi critica quedan en pie: {Nos pudo ensefar esto narrando lo que Ilamé a conquista de America’? En las péginas peniiltimas de su libro, cita los ejemplos de Fray Diego Durdn y Fray Bernardino de Sa- hagin por haber afirmado la exterioridad de la alteridad al reconocer al otro como sujetol8, Sugiere que esto no fue sdlo una manera nueva de experimentar Ja alteridad, sino una caracteristica comin de riues- tros tiempos, como propuso el fildsofo francés y sabio talmudico Em- manuel Levinas: “nuestro periodo...es accién para un mundo venide- ro, la trascendencia de su periodo -la trascendencia del ser que pide una epifania del otro"!9. Todorov pregunta si su libro ilumina esta actitud nueva hacia el otro, a través de su relacién con Jos autores y las figuras del siglo XVI. Reconoce con raz6n que sélo puede atestiguar sobre sus intenciones, no a ROLENA ADORNO los efectos que produzcan (ibid). Sin embargo, segan mi modo de ver y al final, es el ensimismamiento del sujeto dominante el que reina en el libro de Todorov. Es una discusién ética del uno en relacién con el otro en la cual, en el caso del sigio XVI, el otro como sujeto esta ausente 20, En las reflexiones de Todorov sobre el siglo XX, este sujeto -ya no el otro exético sino nosotros mismos- emerge como objeto de la accién del es- tado, sobre todo del régimen totalitario. Donde podriamos haber espe- rado escuchar las voces de los amerindios del siglo XVI, estos sujetos potenciales desaparecen de nuestra vista s6lo para aparecer, al final de la obra, como nosotros mismos. Lo que quiero destacar del andlisis de Todorov es Io siguiente: Por la conquista o bajo el régimen totalita- rio, el discurso del sujeto dominado se reduce al silencio. Mientras que el otro que parece preocuparle a Todorov es, en ulti- ma instancia, el ‘nosotros’ perseguido por un ‘nosotros’ totalitario (es decir, the ‘us’ pursued by the totalitarian ‘we’), el otro de de Certeau tiende a asociarse mAs con el ‘otro’ que encontramos en el relato en To- dorov, es decir, los pueblos no europeos, pero no en su experiencia his- torica y remota sino en la contemporanea recientemente vivida. Vea- mos cémo de Certeau lo trata. ' La indagacién de Michel de Certeau sobre el otro, aunque profun- damente seria, tiene un toque més ligero que la de Todorov. De Certeau evita crear los efectos de ultraje a costa de una nacién o cultura parti- cular, o de un patetismo a costa de los que ya habian sido victimas una vez. Con de Certeau, no se nos invita a aceptar una interpretacién par- ticular de las acciones histéricas ni ninguna explicacién causativa de ellos (tal como tenemos con Todorov, por ejemplo, en su tesis sobre la evolucién de estructuras mentales y la supuesta ausencia de un siste- ma mexicano de escritura). En cambio, de Certeau nos invita a con- templar la alteridad, y asi la identidad, desde una variedad de perspec- tivas. Sin embargo, su Heterologies tiene una “Conclusién” que, para el propésito de esta comparaci6n, la voy a considerar como contraparte al epilogo de Todorov. En “La politica del silencio: el largo desfile de los indios,”21 de Certeau examina el activismo campesino e indigena que se organiz6 en los aflos setenta; invita a sus lectores a participar en el intercambio de informacién y la colaboracién activa. Cierra Heterologies con el co- mentario final del ensayo originalmente publicado en 1976, con estas palabras: “Lectores, estamos invitados a ayudar en esta labor, que se inspira en la preocupacion por el otro, y que debe surgir al mismo to- que de tambor que el despertar indio”22, La frase “el despertar indio” se toma de un discurso por Justino Quispe Balboa ante el primer Congre- 80 Indio de Sudameérica, el 13 de octubre de 1974: “Hoy, a la hora de nuestro despertar, debemos ser nosotros nuestros propios historiado- res"23, El nuevo comienzo en el diseurso de Quispe Balboa se refiere al ac- tivismo polftico; ser sus propios historiadores quiere decir determinar el curso de su propia historia en el futuro24, De Certeau invita al lector o te méea alla do lea lartivea Anil tevtn uv a tama,r eesdn on al manda LA ALTERIDAD Y LA CONTEMPLACION DEL SUJETO 53 Igual que Todorov, de Certeau concluye con una llamada a la accion ética. Adems, a la conclusién de la discusién de de Certeau sobre el “discurso sobre el otro’, la voz del otro -el indigena sudamericano con- tempordneo- se escucha. Aunque minima, esta diferencia es significa- tiva. Al contrastar de este modo La conquisia de América con Hetero- logies, se nos invita a contemplar el papel del pensamiento de Levinas en las formulaciones de de Certeau®s, Escuchar un poquito mejor ja yoz del otro, o al menos recoger sus resonancias recuperables, son las direcciones en las cuales los Discursos sobre el otro de de Certeau nos conducen. iA qué se debe esta diferencia entre de Certeau y Todorov con res- pecto a la teorizacién del otro? Me parecen claves las diferentes posi- ciones teoricas sobre el discurso y la textualidad de cada uno. Breve- mente, en La conquista de América Todorov parece preocuparse por los que controlan el texto, mientras tanto de Certeau parece confiarse en la potencialidad de ja textualidad en si. ‘Todorov nos ofrece un mo- saico inmenso de textos -observaciones y argumentos- que debemos jeer como una ‘historia ejemplar’, De Certeau pone en tela de juicio no aélo estos comentarios y argumentos, sino también el caracter de la misma historia escrita. Todorov no hace un jnterrogatorio de los textos que emplea como sus fuentes sino que trata a toda afirmacién como si fuera simple y directa en vez de integrada en un esquema retérico mas amplio. Insiste en que ha permitido que hablen sus fuentes por si mismas: “Hago preguntas, traspongo e interpreto estos textos; pero también dejo que hablen (de ahi tantas citas) y se defiendan’#*. De Certeau parte de ta opinién contraria: “Pero el discurso escrito que cite el discurso del otro no es, no puede ser ese discurso. Al contra- rio, este discurso, al escribir la Fabula que la autoriza, la altera”27. Ademas, de Certeau deja de contarnos como interpretar textos particu- lares y, en cambio, explora como esos textos producen los significados que se suelen inferir. En sus ensayos sobre Léry y Montaigne, por ejemplo, la discusién de de Certeau sobre la escritura etnogréfica reve- la la potencialidad de textos cuando el tema es inter 0 multicultural. De Certeau atestigua el poder de) texto para componer y distribuir es- pacios, para determinar las fronteras que jimitan los campos cultura- les, Este es un punto importante, porque describe o define las formas tradicionales de Ja escritura etnografica. El espacio de la cultura es ‘aqui’;-el espacio de la no-cultura (la barbarie, el salvajismo} es ‘mas alla’, En el ensayo de de Certeau. sobre.Montaigne, la escritura de Montaigne sirve para redistribuir el-espacio cultural pero no de la ma- nera esperada. E! salvajismo se invierte y el barbarismo Mega ‘aqui’. Desde esta perspectiva, el texto puede modificar las fronteras s0cio 0 etno-culturales. Este principio de la textualidad que de Certeau elabora Hega a ser extremadamente significativo en los escritos de los que sa- ben que son percibidos como el otro por su publico de destinatarios. En La conguista de Amériea, Todorov asume y no explora el carac- ter del discurso y del texto, Es decir, describe un sistema discursive en su capacidad de derrumbar el esfuerzo del individuo o del grupo y de & ROLENA ADORNO En La conquista de América, Todorov asume y no explora el cardc- ter del discurso y del texto. Es decir, describe un sistema discursivo en su capacidad de derrumbar el esfuerzo del individuo o del grupo y de disminuir la dimensién de la accién humana. En cambio, de Certeau explora estos mismos terrenos, gracias a su nocién psicoanalitica del evento2?, Este enfatiza el papel de las imaginaciones en conflicto en vez de to que Coronil30, refiriendo a Todorov, llama “una consideracién de e6digos culturales como si fueran sistemas fijos de sentido”, De Cer- teau escapa a la contemplacién del efecto exclusivista de las versiones ‘oficializadas’ de la historia para contemplar la conciencia y el indi- viduo. Al perseguir Todorov su propésito moral, los espacios cobran velor s6lo en virtud del ejercicio del poder; 61 no admite la consideracién de voces alzadas pero no escuchadas, de voces abiertamente resistentes pero publicamente suprimidas. De Certeau, en cambio, contempla la accién humana y se preocupa’ por “los impulsos, las condiciones facili- tadoras, para vivir en relacién con las fuerzas hegeménicas”3!. El he- cho de que de Certeau preste atencién a “prdcticas y discursos... que 0 estan en decadencia o en progreso 0 que atin no llegan a constituir- se"32, nos permite ampliar el marco de consideracién para tomar en cuenta discursos que no sean los dominantes. Sélo al reconocer la multiplicidad de los sujetos dentro de la tempo- Talidad de su experiencia, nos ser4 posible salir de las oposiciones y di- cotomfas que reproducen -si no la violencia de la conquista-9 la de las historias culturales estrechamente concebidas. Més-que las conquistas de Todorov, las heterologias de de Certeau proveen medios para descu- brir configuraciones caleidosc6picas de sujeto, texto, tiempo y espacio. En resumidas cuentas, el ensayo de de Certeau es el que nos invita a contemplar al otro como sujeto. La cuestién, sin embargo, no es lo que escribieron los dos, sino cémo se Ieen, se asimilan 0 se rechazan, Al ejercer ambos autores una influencia tanto real como potencial en nuestro campo de estudio, nos conviene a nosotros, como historiadores culturales, contemplar las implicaciones de sus postulados y evaluar nuestra asimilacién (consciente o no) de estos. Tales indagaciones auto-criticas nos ayudar4n en la tarea, como dijo Justino Quispe Bal- boa, de “ser nosotros nuestros propios historiadores”. NOTAS 1, Trad. Richard Howard, (New York: Harper and Row, 1984) (lera.. ed. 1982). Las traducciones al espaficl del texto en inglés son mias. 2. Tred. Brian Massumi, Foreward de Wiad -Godzich. Theory and History of Liter- ature 17 (Minneapolis: University of Minnesota, 1986). Son mfas las tradaccio- nes al eapaitol det texto en inglés. 3. Todorov, pag. 4. 4. Tom Conley. “Transiator‘s Introduction: For a Literary Historiography", en: Michel de Certeau, The Writing of History. trad. Tom Conley, (Nueva York: Co- lumbia University, 1983), pag. xv. LA ALTERIDAD Y LA CONTEMPLACION DEL SUJETO a7 priori, niega su estatus de sujetos y reproduce uns visida de ellos como “los otros” tihid.; 203). Al excluir la voz del mesoamericano a la vez que su argument sobre el diélogo intercultural exige su presencia, Todarov termina fabricando y ha- bland por esas voces ausentes (ibid., pag, 206). 6, Véase Frantz Fanon. The Wretched of the Earth, Prefacio de Jean Paul Sartre, trad. Constance Farrington {Nueva York: Grove Pross, 1961), para la teorizacién del sujete colonial. Al enfocarme en el acto de observar, no quiero someter la accién y el poder a an reduecionieme absurdo, Al contraria, quiero sefialar el hecho de gue la cbserva- cién produzea infermacién y que esa informacién haga un pape! en cualquicr accién social, como en las mismes guerras de conguista. Ast, Todorov insiste en Ja habilidad de los espateles de conseguir y generar informacién stil a la con- quista de lox aztecas cuanda éatos (on particular, Moctezuma) busearan informa- cidn de poca o de ninguna utilidad. Sin embargo, el acta de observar es indispen- sable para el dominado -y Todorov pasa por alto este punto- porque a] sujet colo- nial dominado ea el que m4a necesita conocer al otro [al europea) para conseguir sus propios fines. The Conquest of America, pag. 247, . Esto anria un fracaso parcial, pusste que los expadoles eran victorionoa en In con- quista, Ei punto de Todorov serfa que hay varios tipoa de conocimiento y distintas formas de empiearios; ja informaciin estratégica pudo producir una conquista vislonta, pero no el conocimieato dal vencido. 9. The Conquest of America, pag. 3. 10, Ibid., pig. 254 iL. Véase The Conquest of America , pp. 78,135. 12. Teid., pp. 69,87, 177, 179. 13. Ibid., pp. 144,176, 181. 14, fbid., pag. 251. 15, Thid., pp. 148-445, 16. Ibid, pag. 145. 17. Tbid., pag, 249, 18. Ebid., pag. 250, 19. Citado por Tadoruv, The Conquest of America, pag. 250. 20. Compérese Coronil, “Mastery”, pag. 208. 21. Pers. pp. 225-238, 22. ea 34, 25. - “Foreword,” Heterologies, p. xvi, chserva que la obra de Em- manuel Levinas ha sido importante a Todorov (véase The Conquest of America, p. 280). La aocién de Levinas de eacontrar Is verdad en la experiencia vivida de) oLM, para asi constituiree ei sujeto como un ser ético, eatA implicita en fa “Can- clusign” de de Certeau a su Hoterologies. 26. The Conguest of America, pag. 250. 27. Heterctogies, pag. 73. 25, Heterologies, pég. 73. 29. Como sefain Coniey, “Translator’s Introduction”, p. xv; “The author uses a pyscheanalytic aotion of the event Cevenement) to remind us that every ‘fact’ that has been recorded and is today assumed to be histarically valid is shaped from conflicting imaginations, at ance past and present.” Véese de Certeav, The Writ- ing of History, pp. GLI y 327-328. 30. “Mastery,” pag, 208.

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