Universidad de Alicante
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Ao 2005
NDICE
I. Al-Andalus y su evolucin cultural .............................................................................................. 5
II. La literatura rabe medieval ...................................................................................................... 29
III. La poesa rabe clsica en al-Andalus: poca omeya ...............................................................49
IV. La poesa rabe clsica: el esplendor (Siglo XI) ......................................................................83
V. La poesa rabe clsica en al-Andalus III: el dorado crepsculo (Siglos XII-XIII) ................. 119
VI. La poesa rabe clsica: la decadencia. El reino de Granada (1232-1492) ............................. 143
VII. La poesa estrfica .................................................................................................................167
VIII. El dab .............................................................................................................................. 192
IX. Las epstolas. La prosa ornada. Las maqāmas .........................................................213
X. La narrativa historicista ........................................................................................................... 242
XI. La huella literaria de al-Andalus ............................................................................................ 268
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ahora los amos en lugar de germanos, y mucho ms los judos, que haban sufrido la persecucin
implacable de los godos. Slo se opusieron los partidarios de Rodrigo, que huyeron a las montaas
del norte y slo la voz de algn clrigo asilado -el autor, por ejemplo, de la Crnica mozarbica se lament de la llegada de estas gentes de otra religin. Pero la mayor parte de la poblacin, clrigos
incluidos, no era muy ducha en teologas. Hace falta esperar a la segunda mitad del siglo IX para
que los propios cristianos de Crdoba descubran las diferencias fundamentales entre Cristianismo e
Islamismo. El clrigo mozrabe Eulogio de Crdoba ha de ir a Pamplona para enterarse a travs de
los cristianos del norte de qu es el Islam y quin es su fundador, Mahoma, descubrimiento que le
llena de fervor cristiano y motivar la rebelin de un grupo de cristianos cordobeses. Este fenmeno
no es tan sorprendente: desde haca siglos, desde la Roma Imperial, las religiones orientales haban
penetrado en la cultura occidental, primero como misterios, luego con el Cristianismo, en cierto
modo, el ltimo misterio oriental asimilado por Roma y, a pesar de la centralizacin romana, durante
los primeros siglos del Cristianismo, segua siendo el Mediterrneo oriental el maestro espiritual de
Occidente. Los mismos visigodos haban sido arrianos, haban seguido la doctrina del heresiarca de
la Cirenaica, Arrio.
Y lo mismo suceda con las formas culturales: la Hispania visigoda es en muchos sentidos bizantina:
recordemos el iconostasio, tan oriental, de los altares de las iglesias visigodas o los bajorrelieves de
tipo sasnida que se encuentran en la villa romana de Villajoyosa (Alicante) por poner dos ejemplos
significativos. A su vez, la cultura rabe no slo era semita y beduina. Era tambin helenstica no
slo en su pensamiento sino tambin en sus formas. La mezquita de Damasco, la capital del imperio
musulmn en el momento de la conquista de la Pennsula Ibrica, est construida sobre una baslica
cuyo frontispicio con inscripciones en griego an se puede ver en uno de sus muros exteriores,
mientras los mosaicos de tipo bizantino ilustran sus paredes interiores hablando del rbol de la vida.
Los cambios en la Pennsula Ibrica en el siglo VIII parecen ser simplemente nominales. Los
invasores llamaban a Hispania, a la Pennsula Ibrica, al-Andalus, nombre enigmtico tal vez
relacionado con el nombre del ocano Atlntico, como es la hiptesis de Joaqun Vallv, y quin sabe
si este pueblo oriental, tan helenizado, no pens que haba llegado a la mtica Atlntida. Hemos de
recordar que al-Andalus fue el nombre de toda la Pennsula Ibrica y no slo de las tierras situadas al
sur de Sierra Morena, donde slo se ha conservado su nombre. De ah que andalus no sea sinnimo de
andaluz, concepto equvoco y anacrnico: andaluses fueron los habitantes musulmanes de la actual
Andaluca, pero tambin los de Aragn y Catalua, los de Valencia y Extremadura, los nacidos en las
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tierras que hoy son Portugal -con lo que hablar de la Espaa musulmana no es slo equvoco, sino
injusto- y, desde luego, los nacidos en las dos Castillas.
Tal vez el cambio aparente ms notable en el siglo de la conquista sera la lengua y la escritura
que traan los nuevos dueos de la Pennsula Ibrica. Los documentos se escriban en una lengua y
escritura desconocidas en Occidente: el califa Abd al-Malik, a principios del siglo, haba ordenado
que el rabe fuese la lengua de la cancillera, lengua que canturreaba el almudano cuando llamaba
a oracin los viernes -da del Seor en lugar del domingo cristiano y del sbado judo- a los pocos
fieles de su religin, esos militares que no beban vino, ni coman cerdo, y entonaban en la soledad
de su guarnicin sonoros poemas que hablaban del desierto. Uno de los problemas que no se han
planteado, es la comunicacin lingstica entre los rabes y los habitantes de la Pennsula en estos
primeros tiempos. Tal vez se produjera a travs de los romanizados norteafricanos, ya arabizados, pero
conocedores del latn vulgar comn a Occidente, a travs de esos misteriosos clientes orientales de los
rabes, tal vez bizantinos, tal vez comerciantes sirios. Nos falta saber quines eran los truchumanes
del siglo VIII.
Por otro lado, los rabes pensaban estar de paso en la pennsula del Atlntico, vivan con un espritu
de guarnicin -de base militar- en tierra extraa, realizando incursiones cada vez ms al norte, en
busca de botn, hasta que Carlos Martel los detuvo en Poitiers (734); sus gobernadores tenan los ojos
clavados en la metrpoli, Damasco, de donde llegaban castigos y recompensas, siempre pensando
en volver a Oriente. Incluso muchos bereberes, la mayor parte de los primeros conquistadores,
abandonaron las tierras de las que se haban apoderado para volver a las suyas de origen, tal vez porque
estas tierras abandonadas por muchos de sus propietarios, desconocidas para los nuevo amos, negaron
sus frutos durante los primeros aos y fueron hostiles. El hambre forz a los bereberes que tenan las
peores tierras y no saban cultivarlas a abandonarlas en masa y a sobrecargar de nuevo la Berbera,
que se alz contra los rabes. Esta rebelin berberisca tuvo una extraa consecuencia: la llegada de
una segunda oleada de emigrantes rabes, llegados como resto de un ejrcito enviado por Damasco,
al norte de frica, para luchar con los bereberes. Este grupo de sirios, llamados as porque procedan
de la gran Siria, aunque inclua tambin a egipcios, capitaneados por Balŷ, fueron instalados en
las tierras que an pertenecan a propietarios cristianos en rgimen de propiedad compartida. Como
haban hecho en Oriente; los propietarios rabes, con la plus vala de sus beneficios, mejoraron las
tierras agrcolas con instalaciones de riego, nuevos cultivos, etc., pero eran propietarios absentistas
que preferan vivir en las ciudades y stas reciban tambin parte de la plus vala, inicindose un gran
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mān I (756-788) es un viaje sin retorno. La dinasta omeya ha sido derribada por los abbases,
que adems han masacrado a la familia. Ni el prncipe omeya ni los suyos pueden regresar a Oriente.
Los rabes se quedan en al-Andalus.
Los habitantes autctonos de la Pennsula Ibrica, al menos sus lites, se dan cuenta de este hecho
e inician un dilogo poltico y cultural que terminar con la conversin al Islam, porque es el medio
de prosperar e incluso de no perder lo adquirido. El emir Abd al-Ra
mān ha de construir una mezquita en Crdoba, ya que la media baslica de San Vicente no
daba abasto para los musulmanes. No son slo los inmigrantes sirios de Balŷ los nuevos
clientes de los omeyas, los hijos y los nietos de los invasores, muchos de ellos criollos (nacidos en
tierras de al-Andalus, hijos de mujeres hispnicas), sino tambin de los conversos. stos reciben el
nombre de mulades y, sobre el papel, su conversin ofrece ventajas fiscales porque no han de pagar
los mismos impuestos que los d imines, cristianos y judos. Sin embargo, en la realidad esto no es
as y traer problemas en el futuro.
Los mulades se afanan en aprender la lengua rabe, en descifrar aquellos textos que vienen de
Oriente y que los propios rabes emigrados no entienden muy bien, dada la separacin, la diglosia,
entre la lengua rabe escrita, la literaria, la literal y la hablada. Pero es necesario el esfuerzo porque
la lengua es tambin el vehculo de la nueva religin, la lengua del Libro Sagrado . Las nuevas
generaciones, los ya musulmanes desde nios, tendrn el camino facilitado: piadosos muslimes les
ensearn a leer el Corn en la infancia, a escribirlo en pizarras de madera. Son los maestros cornicos,
el primer eslabn de la educacin arabigoislmica, que llega a la enseanza superior en las mezquitas.
Esta enseanza generalizada y libre extender el uso de la lengua y la escritura por todo el mundo
islmico medieval.
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akam I, soberano conflictivo, porque asienta el emirato de al-Andalus y ha de actuar con mano de
hierro sobre sus sbditos musulmanes, es tambin un hombre cultivado, que ama la poesa y la msica
y hace traer las ltimas novedades bibliogrficas de Oriente. Con l llegan los primeros msicos
orientales, del nuevo estilo. Adems llegaban con frecuencia orientales a al-Andalus, comerciantes
cultos, aventureros e incluso espas, que tambin transmitan sus conocimientos, rodeados del
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prestigio de su origen, pues los andaluses eran conscientes de su situacin de provincia lejana de las
luces del gran foco de la cultura, Bagdad.
Precisamente la bagdadizacin de Crdoba est simbolizada por la llegada a la corte de Abd
al-Ra
mān II (822-852), a mediados del siglo, del msico iraqu Ziryāb, que, como rbitro
de la elegancia, impone las modas y los modos de la lejana metrpoli cultural: peinados, trajes,
comidas, se hacen al estilo de Ziryāb, es decir, al estilo bagdad, que llega a imponer el uso
de un desodorante qumico, pues esta civilizacin, en el siglo IX, incluso se preocupaba de estos
refinamientos.
La culturizacin arabigoislmica de al-Andalus es pues un hecho en el siglo IX, al menos en la
corte. Sin embargo, dada la presencia frecuente de agentes abbases y a finales de siglo de fatimes, es
decir, portavoces y seguramente predicadores de un movimiento hertico, parece presumible suponer
que Crdoba se preocupase de una labor de proselitismo religioso a lo largo y ancho de al-Andalus,
y la islamizacin traa aparejada la arabizacin, al menos lingstica, a travs, como ya hemos
mencionado, de las escuelas primarias cornicas.
La arabizacin e islamizacin creciente impulsa algunas reacciones como es el movimiento de
algunos cristianos de Crdoba, dirigidos por el clrigo Eulogio y el laico lvaro, de los que se nos
ha conservado una abundante literatura en latn, en la que se quejan de la arabizacin cultural de los
propios cristianos que no saben escribir en latn, pero s en rabe. Despus de descubrir en Pamplona
quin era Mahoma y que se encontraban entre herejes, inician una campaa de martirio voluntario
que condenan las propias autoridades eclesisticas cristianas. Es una tempestad en un vaso de agua,
que las crnicas rabes ni mencionan.
Ms grave es la rebelin armada de los mulades, descontentos con el trato fiscal desigual. Toledo se
ha estado rebelando durante todo el siglo por ese motivo, pero el conflicto se generaliza con Umar ibn
af
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de Mlaga, que rene numerosos partidarios entre mulades y cristianos. Con su centro de operaciones
en Bobastro, trae en jaque a los emires omeyas, desde Mu
ammad I (852-886) hasta sus hijos Al-Mun d ir (886-888) y Abd Allāh (888-912), mientras
numerosos seores de origen autctono le imitan. Pero la guerra es sangrienta y larga, y cuando Abd
al-Ra
mān III (912-961) sube al poder en el ao 912, a la muerte de su abuelo, Abd All
h, termina fcilmente con la rebelin que ha trado en jaque a sus predecesores. Utiliza la fuerza de las
armas, pero al mismo tiempo concede una igualdad fiscal que hace desaparecer el motivo originario
de la rebelin. Y de la misma forma se produce la asimilacin cultural. A finales del siglo IX, un poeta
de Cabra (Crdoba) inventa la moaxaja, gnero hbrido hispano-rabe. Ha nacido lo que podramos
llamar la civilizacin andalus, como especfica dentro de la rabe medieval.
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mān toma una serie de medidas militares -construccin de atarazanas y barcos- pero tambin
polticas y culturales: se proclama califa en el ao 929, fomenta la arabizacin e islamizacin de alAndalus y cultiva su imagen por medio de grandes obras pblicas y del aparato propagandstico de
los intelectuales, alfaques, poetas, etc.
En el al-Andalus del siglo X parecen haber desaparecido las tensiones tnico-sociales: los mulades,
en lugar de recordar su origen, procuran disimularlo con falsas genealogas y la cultura oriental no
recibe ningn tipo de rechazo, an ms, en la corte todos pugnan por estar al da de las novedades que
se producen en Oriente, comenzando por el propio prncipe heredero, al-
akam, que es un biblifilo empedernido, capaz de comprar un libro como el Kitāb alāgani , de Abū-l-Faraŷ de Ispahan, cuando an tiene fresca la tinta.
La cultura autctona ha sido asimilada por la rabe para formar parte de lo andalus. El poeta oficial
del califa, Ibn Abd Rabbih, es tan capaz de escribir casidas y libros de tipo oriental, como de cultivar
la moaxaja, el poema estrfico de invencin andalus, que tiene incorporada una copla romance. En
Medinazahara, la ciudad-palacio que se construye Abd al-Ra
mān III, conviven las formas ms orientales de arcos y decoracin con bajorrelieves con
representaciones humanas de soldados vestidos a la cristiana; los gramticos son capaces de estudiar
los ms complejos problemas filolgicos de la lengua rabe y al mismo tiempo comienzan a registrar
los errores del vulgo, la presencia de una lengua dialectal con abundantes romancismos; la corte
tiene un aparato absolutamente oriental, pero los ms importantes cargos pala ciegos son llevados por
esclavos de origen europeo, los
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aqāliba .
En Crdoba no slo se ha asimilado lo hispnico sino que, en Medinazahara y en la mezquita de
Crdoba, se importa el arte bizantino sin que resulte un elemento extrao al conjunto: el mi
akam II slo deja un nio como heredero a su muerte, Hiām II (976-1009). Como el
derecho musulmn no contempla la posibilidad de un califa nio, slo por la fuerza de un ambicioso
funcionario, Mu
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ub
, se mantiene al nio en el califato. Pero en realidad, casi secuestrado en palacio, no gobernar nunca.
Lo har Mu
ammad ibn Abī Āmir, Almanzor. Para acallar las protestas, refuerza el prestigio de
su figura con grandes medidas demaggicas: la quema de libros impos de la Biblioteca de al-
akam II en honor de los alfaques, las campaas de castigo contra los reinos cristianos del norte
que llenan de esclavos y por tanto de riqueza a los andaluses, ampla, una vez ms, la mezquita de
Crdoba, se construye una nueva ciudad-palacio, Madīnat az-Zāhira. Por sus victorias
se hace llamar Almanzor el victorioso, y se rodea de poetas que cantan sus hazaas. Pero su poltica,
si es beneficiosa para l mismo, pues muere antes de ver las consecuencias de la misma, es desastrosa
para el califato, especialmente porque se ha visto precisado a hacer una reforma fiscal que ha roto el
equilibrio logrado por Abd al-Ra
mān III a fin de poder pagar a los mercenarios de su ejrcito, formado por bereberes, ya que
no se fiaba de la aristocracia rabe, a la que l mismo perteneca, y, por otro lado, los andaluses
preferan disfrutar de las victorias, pero no recorrer la Pennsula en pleno verano, tras el aterrorizado
cristiano. Al mismo tiempo, el enclaustramiento del califa y la persecucin de cualquier gesto de la
familia omeya han menoscabado el prestigio de la misma.
El califato que deja Almanzor al morir en 1002 es fuerte militar y econmicamente, tiene una
refinadsima cultura que se refleja, por ejemplo, en los exquisitos objetos que pertenecieron a
Madīnat az-Zāhira, pero es un rbol enfermo en su raz que se va a desplomar
estruendosamente y ser sustituido por sus retoos.
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affar, hijo de Almanzor, hechura de su padre, perpeta su poltica y sus xitos durante siete aos. Pero
muere prematuramente, tal vez envenenado por su hermanastro Abd al-Ra
mān, apodado Sanchol, por ser nieto de Sancho de Navarra. Este segundo hijo de Almanzor
comete una serie de errores como hacer que el califa, Hiām II, le nombre heredero sobre
los prncipes de sangre omeya. Una gigantesca conspiracin se va fraguando, propiciada por al- D
alfā, madre de al-M
zaffar, de acuerdo con los omeyas. Mientras Sānchol parte en campaa contra los cristianos,
los conjurados, con el apoyo del pueblo de Crdoba, asaltan Madīnat az-Zāhira y el
palacio de Crdoba, obligando a Hiām II a abdicar en su primo Mu
aqāliba , etc. Estalla una guerra civil que asola Crdoba y Medinazahara, mientras los califas
se suceden, a veces efmeramente: A Mu
war.
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ayyān o historiadores palaciegos de los imperios unitarios posteriores. Es cierto que los
reyes de taifas no tienen una legitimacin islmica, no descienden del profeta: unos, los menos,
pertenecen a la aristocracia de sangre, son descendientes de los rabes o bereberes que invadieron la
Pennsula; as los Banū Abbād de Sevilla, los Banū Hūd de Zaragoza,
los Banū Ŷa
umād
h de Almera, entre los rabes, los Banū D i-l-Nūn de Toledo y los Banū Af
as de Badajoz entre los bereberes. Otros son los antiguos funcionarios califales de origen ancilar, los
aqāliba
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umādi
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Las luchas internas entre los reyes de taifas, cada uno de los cuales quera ser el nico, apoderndose
de los reinos del vecino, producen una fuerte inflacin, especialmente porque han de pagar fuertes
parias a los ejrcitos cristianos para que intervengan a su favor, o para que se abstengan. Al comenzar
los aos ochenta del siglo XI slo quedan la taifas de Sevilla, Granada, Toledo, Badajoz y Zaragoza,
ms la aislada y residual de las Baleares. No sabemos quin habra ganado la batalla final, pero la
partida se interrumpi por un hecho inesperado: Alfonso VI de Castilla y Len conquista Toledo en el
ao 1085. Con unas ideas con las que se adelanta a su tiempo, piensa restaurar la monarqua visigoda
con un nuevo signo: un imperio hispnico donde lo rabe tendra cabida, de ah su ttulo de emperador
de las dos religiones. Por ello abandona la poltica de su padre, Fernando II, y de sus contemporneos,
de actuar de rbitros militares de las querellas de los reyes de taifas, de conseguir dinero amenazando
plazas, y conquista la antigua capital visigoda.
Nadie comprende sus propsitos, ni los musulmanes que intentan pagar parias y hacerle cuantiosos
regalos, ni los cristianos, como Rodrigo Daz de Vivar el Cid, que interfiere en su poltica, pero
conquista Toledo y cambia el curso de la historia de al-Andalus.
Los reyes de taifas cometen un error: llamar a los almorvides para que ocupen el puesto de rbitros
militares de sus querellas y castiguen a Alfonso VI. Los almorvides son nefitos en el Islam, unos
bereberes nigerianos convertidos por misioneros en el mismo siglo XI y, como todo nefito, fanticos
y fundamentalistas. Pretenden reinstaurar la pureza del derecho islmico, abolir las innovaciones que
la prctica ha hecho surgir en los reinos islmicos. Con una nueva tctica militar, basada en el nmero
de su infantera, han conquistado lo que hoy es Marruecos y han puesto su capital no lejos del desierto,
en Marraquesh.
Desembarcan en al-Andalus y vencen a Alfonso VI, aunque no logran reconquistar Toledo. La
conducta de los reyes de taifas les escandaliza, de forma que deciden destronar a estos soberanos
que hablan un lenguaje tan sofisticado que no lo comprenden y que no siguen con rigor el derecho
islmico. No les es fcil; han de conquistar ciudad por ciudad como si de infieles se tratara, con el
solo apoyo de los alfaques. A finales de siglo slo queda fuera de su poder el reino de Zaragoza porque los castellanos estn en el camino, en Valencia con el Cid, en Castilla con lvar Fez- y las
Baleares con su barrera del mar, de forma que habrn de esperar a la victoria de Ucls y a dominar
la marina para lograr incorporar el resto de al-Andalus
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Aunque sea el triunfo del fundamentalismo islmico y los alfaques, la cultura de al-Andalus
sobrevive, aunque los poetas se quejen de la dureza de los nuevos gobernantes, que no aprecian sus
poemas, juicio basado en la extremada valoracin de la poesa en la poca taifal, donde una buena
casida vala un ministerio. Los poetas parecen buscar los temas marginales, es la poca del esplendor
de la poesa estrfica; al mismo tiempo, los temas religiosos comienzan a ocupar un amplio espacio
temtico. Por otro lado, el misticismo musulmn, el sufismo, aparece con gran fuerza en al-Andalus,
llegando a ser un movimiento ideolgico antialmorvide que provoca una rebelin en el Algarve. Pero
a la larga, la exquisita civilizacin andalus terminar envenenando a los propios almorvides, que
entrarn en la va de la decadencia poltica y militar, en medio de un refinamiento tal, que le har
adornarse las piernas con pan de oro, como nos muestra uno de los almorvides a los que canta Ibn
Quzmān.
La decadencia almorvide llev a los andaluses a intentar independizarse del yugo africano y nacen
muy brevemente una serie de estados independientes andaluses que algunos historiadores llaman las
segundas taifas, pero pronto son engullidos por el poder almohade.
Otro movimiento religioso protagonizado por bereberes, el de los unitarios o almohades, haba
surgido en el norte de frica; tambin a la busca de la pureza de la religin islmica, pero con muy
diferentes fundamentos ideolgicos. Ibn Tumart, el jefe religioso de este movimiento, haba estudiado
en Egipto y presentaba una reforma en profundidad. De hecho, frente a los almorvides, los almohades
ofrecen un cambio cultural autntico: siguen otra escuela jurdica que el malikismo imperante en
el occidente islmico, tienen un estilo propio de arquitectura y decoracin, cambian el modelo de
escritura monumental, las monedas y la cancillera. An estn por estudiar las razones de su revolucin
cultural.
Los almohades se apoderan de todo el norte de frica, desde la Tripolitania al Atlntico, y de
al-Andalus a mediados del siglo XII. Los almorvides y los andaluses sucumben ante esta nueva
potencia militar: Sevilla y Crdoba sern almohades en 1147 y 1149, respectivamente. Slo queda
independiente el reino de Ibn Mardanī en el arq al-Andalus (de Castelln a Almera), con
ayuda de los castellanos y catalanoaragoneses. Sucumbir en 1172.
Los almohades propugnan el regreso a las fuentes y a la pureza islmica, recalcando la unicidad
de Dios frente al trinitarismo cristiano, de forma que las minoras religiosas no musulmanas sufren
presiones colectivas que desembocan, de nuevo, en la emigracin. Sin embargo, los almohades
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af
es de Tnez y los merines de Marruecos. La presencia masiva de las lites andaluses ser un factor
cultural igualador entre al-Andalus y la Berbera. Si al-Andalus se haba africanizado, el norte de
frica se andalusizar. Otros van ms lejos, a Oriente, donde ahora el contenido cultural andalus es
semejante al oriental, y se ven rodeados de prestigio. Estos emigrantes y sus descendientes perpetuarn
en Oriente sus patronmicos de origen con nombres de las ciudades de al-Andalus, al-Qur
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Miguel Asn Palacios, que llevarn su misticismo extremado por los pases del Islam y sern la puerta
de escape para los que se queden en al-Andalus.
Pero an quedan musulmanes en la Pennsula Ibrica: unos permanecen en sus tierras de origen,
sometidos al poder cristiano, como mudjares, encerrados en s mismos en las comunidades llamadas
aljamas. Conservarn la religin, pero perdern progresivamente la lengua, especialmente las
comunidades de Castilla y Aragn, aunque los valencianos la mantengan, aunque siempre obligados
a ser bilinges, y terminarn creando ese fenmeno lingstico-literario que es la literatura aljamiada,
escrita en espaol, con letras rabes y con contenido musulmn. Su gran revancha cultural, en Castilla
y Aragn, es que su arte y sus tcnicas son utilizadas y apreciadas por los cristianos: el arte llamado
mudjar.
Pero, contra lo que se poda esperar, an sobrevive un estado musulmn independiente a finales
del siglo XIII, un resto de al-Andalus. Como haba sucedido con los almorvides, la crisis almohade
hace nacer una serie de reinos andaluses autctonos, unas terceras taifas, pero acaban sucumbiendo
ante los cristianos. Un zegr u hombre de frontera, llamado Ibn al-A
mar de Arjona, es uno de estos seores de la espada, casi condottiero , pero con una extraordinaria
habilidad poltica, con actitudes de camalen, que le hacen vestirse, l y sus tropas, con trajes cristianos
y colaborar con Fernando III en la conquista de Crdoba. El caso es que logra tener bajo su dominio
las que son actualmente provincias de Mlaga, Almera y Granada. Esta ltima ciudad, Granada, ser
su capital desde el ao 1237. Muchos andaluses se refugiaron en este ltimo reducto y as naci -y
perdur hasta 1492- el llamado reino de Granada
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mar, rey de Granada. El camalen, vasallo de Castilla, debi de sentirse por vez primera emir de alAndalus y asumi esta jefatura, que le llev a enfrentarse a Alfonso X, tras haber acudido, en cortejo
de hachones, a rendir homenaje a Fernando III en su tumba sevillana. Esta herencia del pasado de alAndalus pas a su hijo Mu
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ammad II (1273-1302), que ya no era un hombre de frontera y de espada, sino de clamo, conocido con
el sobrenombre de el alfaqu. Es l quien crea el verdadero reino de Granada, buscando las frmulas
tericas y antaas del derecho musulmn para sus instituciones, quien, consciente de la historia no quera ser un al-Mutamid que llamara a los almorvides-, opta finalmente por pedir ayuda a los
merines de Marruecos para hacer frente a sus parientes los Banu Escayola, que le disputan el trono
con el apoyo de Castilla. Haba encontrado la jugada para mantener al menos en tablas el juego del
ajedrez del reino de Granada con los reinos cristianos: buscar alianzas entre los enemigos, apoyarse en
los merines contra Castilla, en sta contra los norteafricanos, en la confederacin catalanoaragonesa
contra Castilla, en las repblicas italianas contra Aragn. Con esta frmula el reino perdurar dos
siglos.
Envenenado seguramente por su hijo Mu
aminad III (1302-1309), le dejar una herencia estable que permitir a ste, culto, refinado y cruel,
iniciar la construccin de los palacios de la Alhambra. Las bellas construcciones de la colina roja, el
color emblemtico de los Banū-l-A
mar o na
res que usarn en sus banderas, trajes y papeles, crecern en un laberinto semejante a las complicadas
intrigas que tienen lugar entre sus paredes, decoradas con alicatados e inscripciones poticas: Mu
ammad IV (1325-1333) y Yūsuf I (1333-1354), cuyas minoras son tuteladas por su abuela
Fā
ima, hija de Mu
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ammad II, la Mara de la Molina de Granada; a Yūsuf I, constructor del palacio de Comares
y la Madrasa granadina, le sucede su hijo Mu
ammad VI (1354-1362), conocido como el rey Bermejo -de nuevo color herldico-. De regreso al
trono Mu
ammad V (1362-1391), hay una tranquilidad inusitada en la dinasta, tal vez porque es Castilla la que
se debate en guerra dinstica entre Pedro el Cruel y su hermano Enrique de Trastamara; Mu
ammad V construye Lindaraja, el Patio de los Leones, las Dos Hermanas; muere en su cama y le
sucede su hijo Yūsuf II (1392-1408).
Durante este siglo de la Alhambra -la del XV es insignificante- tambin la literatura es palaciega,
no ya tanto cortesana como obra de funcionarios. Tambin de palacio depende el resto de la cultura,
con la fundacin de una madrasa o universidad estatal por primera vez en al-Andalus, y el primer
hospital, o maristan . Incluso la mstica, el fenmeno intelectual ms importante de Granada que
puebla la ciudad de rbitas de cofradas msticas, refugio o escape de la continua crisis espiritual de
los granadinos, llega a palacio. Es cierto que los alfaques son la inteligencia del reino de Granada,
con su rgido malikismo heredado de siglos, pero son capaces incluso de tener veleidades msticas, lo
mismo que los ms latos funcionarios del estado, e incluso el emir llega a recibir en palacio a alguna
famosa cofrada de msticos del Albaicn. Hay una Granada esotrica, conviviendo con la oficial, y
desde luego una Granada profundamente religiosa y devota, tal vez porque slo puede esperar ayuda
de algn milagro del cielo.
El siglo XV va a estar marcado, desde el punto de vista dinstico, por las luchas entre los
descendientes de los dos hijos de Mu
ammad V, Yūsuf II y Na
r, que no lleg a reinar, y entre los hijos de stos entre s, con tal sucesin de destronamientos,
restauraciones y nuevos destronamientos, que ha sido paciente labor de chinos establecer solamente
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el orden de sucesin, con la ayuda de la documentacin castellana, que con toda la fuerza de su lengua
en su primer esplendor matiza los apodos de estos efmeros soberanos que llevan con monotona el
nombre del Profeta, Mu
ammad, y tres de ellos, son llamados pequeos, pero con la diferencia, en castellano, de el Pequeo,
el Chico y el Chiquito, aunque otros reciben nombres como el Izquierdo (el Zurdo) o el
Cojo, como si significasen en sus defectos la decadencia de la dinasta. En compensacin, al menos
esttica, Castilla idealiza a estos prncipes o a sus nobles, vistindoles de sus mejores galas en los
romances fronterizos.
Desde el punto de vista cultural, el siglo XV es la decadencia total. Si los anlisis grafolgicos
tuviesen valor colectivo, y en cierto modo lo tienen, la epigrafa nos muestra claramente esta
decadencia: la exquisita caligrafa de la Alhambra del siglo XIV en sus inscripciones epigrficas,
uno de los aciertos estticos de Granada, se torna burda y tosca nada ms comenzar el siglo XV. Se
puede comprobar en la lpida sepulcral del sultn poeta, Yūsuf III (m. 1417): los trazos han
perdido belleza y dinamismo, pero an ms, el artesano no ha calculado el espacio que corresponda a
la inscripcin y sta se escapa y se desborda. La cultura arabigogranadina estaba enferma de muerte.
Mientras los reinos de Castilla y Aragn viven un siglo de esplendor cultural con el prerenacimiento humanstico de sus letras, sus ciencias y sus artes, y aunque Granada reciba con
frecuencia a muchos cristianos de los reinos peninsulares y an ms a los italianos de las repblicas
del Quattrocento , permanece sorda y ciega a la brillante cultura contempornea. Su conquista por
los Reyes Catlicos fue, en cierto modo, una operacin de eutanasia.
El 1 de enero de 1492 los Reyes Catlicos entraban en Granada, dando fin a la historia de alAndalus.
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Literatura hispanorabe
29
Literatura hispanorabe
Voz y escritura
Los orgenes de la literatura rabe son orales: la poesa, la narrativa, la prosa rimada y rtmica,
se creaban por medio de las frmulas elocutivas
rāwī , que se saban los textos de memoria. El ritmo de la lengua rabe con sus
diferencias fonolgicas entre slabas largas y breves era un elemento que daba ayuda a la memoria.
Y de hecho, a pesar del desarrollo inmenso de la escritura rabe, la voz y la memoria estarn
siempre vigentes en la transmisin de la literatura rabe donde se dan casos de gentes que saben de
memoria tratados completos de filologa o de derecho, a veces ayudados por poemas nemotcnicos,
urŷūza , que versificaban las obras en prosa en pareados para facilitar el aprendizaje
de memoria. Algunas frmulas empleadas en la transmisin de los saberes que utilizan los repertorios
bibliogrficos rabes nos permite sospechar que parte de la enseanza superior se desarrollaba por
medio de la lectura. Posiblemente el maestro lea una obra, la comentaba e incluso la dictaba, pues
algunos de los libros rabes nos han llegado en forma de lo que hoy llamaramos apuntes de clase.
Otro lugar de transmisin oral sera el maŷlis , la tertulia donde eruditos, literatos y poetas
lean o recitaban sus obras, que eran comentadas, criticadas y aadidas por el resto de los contertulios.
Esta transmisin oral de la cultura y de sus formas literarias explica la frecuente existencia de eruditos
y literatos ciegos que deban formarse escuchando y aprendindose de memoria las obras necesarias y,
a su vez, deban dictar las suyas propias. La importancia de la voz en la literatura rabe no presupone
como pudiera pensarse un escaso uso de la escritura, al contrario, la civilizacin arabigoislmica es la
ms grafmana de las culturas medievales y nos ha transmitido, a pesar de las evidentes dificultades
de transmisin y conservacin naturales (vejez de los materiales, parsitos, humedad, fuego, etc.), o
artificiales (guerras, persecuciones inquisitoriales, etc.), una gran cantidad de manuscritos.
Ya en la Arabia anterior a Mahoma era conocida la escritura especfica del rabe, una
variante cursiva del alfabeto semtico y, como tal, un alfabeto fontico -no ideogrfico, sino que
representa sonidos y no ideas- y exclusivamente consonntico. En efecto, como consecuencia de las
caractersticas de las lenguas semticas, sus alfabetos no precisan, en la misma medida que los que
han de usar las lenguas indoeuropeas, que se representen las vocales y nacieron slo con signos para
las consonantes con alguna indicacin secundaria mater lectionis de la presencia de las vocales, ms
frecuentes en el alfabeto hebreo que en el rabe. De todas formas, la escritura semtica ofrece ante
1
pp. 1-53.
30
Literatura hispanorabe
la ausencia de vocales una mayor ambigedad que los alfabetos que conocemos, pues el lector ha
de suplir la ausencia de vocales y ponerlas l. Esto oblig tanto a rabes como a hebreos a utilizar
signos auxiliares que indicasen, por debajo o por encima de la lnea, la vocal correspondiente, para la
lectura de los libros sagrados, el Corn y la Biblia, respectivamente. Pero excepto estos textos, el resto
de la literatura rabe y hebrea hasta nuestros das utiliza exclusivamente los signos consonnticos.
El verdadero problema aparece cuando estos alfabetos intentan reproducir textos pertenecientes a
lenguas indoeuropeas, con una mayor riqueza de juego voclico. ste es el problema bsico de la
interpretacin de las jarchas, poemas en lenguas romnicas, escritos con el alfabeto rabe y hebreo y
sin seguir un sistema fijo, como la ms tarda escritura aljamiada de los mudjares y moriscos.
Sobre el alfabeto rabe podemos aadir que como el de otras lenguas semticas se escribe de derecha
a izquierda, por lo que los libros comienzan por lo que nosotros consideramos la parte posterior, y que
la caligrafa rabe puede ser considerada una de las artes propias de la civilizacin arabigomusulmana.
Aparte de razones utilitarias, ya que tener buena letra era, por ejemplo, un requisito necesario para
desempear un puesto en la administracin medieval, el desarrollo de la caligrafa va aparejado, en
nuestra opinin, a la prohibicin cornica de representar figuras de seres vivos, lo que impidi a
los rabes el desarrollo de las artes plsticas. En este sentido la escritura sirvi para la decoracin,
representando, al modo del arte abstracto, por medio de los signos, que es la escritura, las ideas y las
imgenes que estaban prohibidas.
La conquista musulmana en direccin al Extremo Oriente puso en contacto a los rabes con las
tcnicas de fabricacin del papel, con lo que la civilizacin arabigomusulmana tuvo en su poder un
medio barato de reproduccin grfica, librndose de la servidumbre del pergamino o el papiro, ms
caros y escasos, por lo que pudo utilizar la escritura a gran escala para la administracin y la cultura.
Como ya hemos dicho antes, se la puede calificar de grafmana, de forma que incluso la escritura
llega a ser un tema literario: el clamo, caa biselada con la que se escriba, la tinta, el papel, las
letras del alfabeto, aparecen con frecuencia en la literatura rabe, incluso con sentidos emblemtico:
el clamo frente a la espada, es decir, las letras y las armas, o ertico: los lunares de un efebo como
manchas de tinta. Y la escritura llega a formar parte de las figuras literarias: figura del significante,
al modo de caligramas, etc.
Al-Andalus no fue una excepcin respecto al uso de la escritura. Su alfabeto era del llamado tipo
occidental, con algunas diferencias en las formas de las letras respecto al occidental. Ibn Jaldūn
(siglo XIV), el famoso filsofo de la historia rabe, relata un dato interesante: los andaluses no
aprendan a escribir letra a letra sino palabras completas, lo que explicara cierto dinamismo especial
31
Literatura hispanorabe
que caracteriza la escritura andalus respecto a las otras medievales, segn es posible ver en los
manuscritos que nos han llegado y en las inscripciones epigrficas. Como en el resto de pases
islmicos, haba fbricas de papel -fue famosa la de Jtva, usada despus de la conquista cristiana por
la Corona de Aragn- y una especie de industria editorial de copistas, muy abundantes en Valencia,
tal vez por la fbrica antes aludida. Si no nos ha llegado ms manuscritos andaluses originales es, sin
duda, porque sufrieron sistemticamente la quema inquisitorial, comenzando por la famosa realizada
por el cardenal Cisneros.
32
Literatura hispanorabe
Literatura y escritura
La Edad Media rabe nos ha dejado una gran cantidad de manuscritos, no todos medievales,
sino obra de los copistas de muchos siglos. Pero si todo es escritura, utilizando aqu esta palabra
como traduccin del trmino alemn Schriftum , no todo es literatura, aunque tradicionalmente los
libros europeos sobre literatura rabe como el clsico de C. Brockelmann, Geschichte der arabischen
Litteratur (5 vols., Leiden, 1937-1942 y 1944-1949), abarcan toda la escritura, metiendo en el
mismo cajn las obras de medicina, botnica y matemticas que la poesa lrica, e incluso el manual de
A. Gonzlez Palencia sobre literatura hispanorabe, escrito por las mismas fechas 2 , utiliza el mismo
planteamiento. Fue el gran arabista italiano Francesco Gabrieli quien se encar con el problema y
redujo y sac de la escritura a la literatura en su tambin clsica La letteratura araba , Miln, 1967:
segn el concepto ms estricto de literatura, que mantenemos aqu, nuestro diseo se limitar a los
campos del Schriftum rabe, donde se manifiesta una voluntad de arte explcita o instintiva: ante
todo la poesa y prosa de arte, pues, en las que se expresa tan tpicamente un aspecto del espritu
rabe, y luego prosa narrativa y amena, y tambin, por su pertinencia siquiera parcial con la esfera
del arte, prosa histrica, tico-didctica, moralista permanecern totalmente ausentes de nuestro plan,
en cambio, los puros filosficos y telogos, gramticos, juristas, cientficos, nombres que forman
legin en el medievo musulmn y cuya obra puede haber tenido gran importancia en la historia del
pensamiento, pero que nada representan en el campo de la literatura 3 .
Hacemos nuestras las palabras del maestro de arabistas: en estas pginas slo aparecer la
literatura en su sentido ms restringido desde el punto de vista de su intencin esttica. Fuera
quedar de ellas una figura como el cordobs Averroes, tan importante para la formacin del
pensamiento europeo, porque si escribi mucho, y bien, de filosofa y medicina, no us nunca formas
literarias, y s aparecer uno de sus maestros, Ibn
azm slo nos interesarn sus obras literarias y dejaremos fuera sus comentarios de alfaqu y su
monumental obra, el Fi
2
3
Literatura hispanorabe
āl , primer intento de comparatismo en religin. Y con mucho mayor motivo a los mdicos,
los matemticos, los astrnomos, los comentaristas del Corn y los fillogos, aunque sus obras hayan
sido importantes, famosas y aplaudidas.
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Literatura hispanorabe
Literatura y lengua
Normalmente las literaturas se estudian segn el criterio de su vehculo lingstico o como lenguas
de una comunidad histrica aunque comparta lengua con otras, como literaturas nacionales. En estas
pginas vamos a estudiar una literatura nacional de una lengua determinada: la literatura en rabe
que se produjo en la Pennsula Ibrica, lo cual nos constrie adems a una poca determinada, la
Edad Media, ya que los musulmanes que quedaron en la Espaa moderna, mudjares y moriscos, no
utilizaron el rabe para su escasa literatura sino el espaol.
Como literatura nacional no es posible, sin embargo, desligarla de la literatura rabe medieval
en general y que tuvo su centro creador en Oriente. Es en cierto modo una literatura provinciana,
imitadora, a veces, hasta el servilismo, del modelo oriental. De todas formas ya esta delimitacin
tiene rasgos definitorios de una singularidad, a la que podra sumarse la del sentimiento de emulacin
o patriotismo literario que llevar a los andaluses a tomar conciencia de s mismos como autores
literarios, diferentes a los orientales, e incluso a las otras literaturas provinciales, como la que se poda
producir en el norte de frica. Este sentimiento de emulacin y autoconciencia de su personalidad
fue estudiado por Elas Ters
tambin formas literarias originales como la poesa estrfica, la moaxaja y el zjel, con lo que su
singularidad es un hecho evidente y as lo consideran los propios rabes actuales que escriben libros
sobre la literatura de al-Andalus de forma independiente.
Mayor problema es la lengua, comenzando por la diglosia de la propia lengua rabe. Desde la poca
pre-islmica a nuestros das la lengua rabe ha ofrecido dos niveles: una lengua literaria y una lengua
hablada a gran distancia una de otra, de forma que se puede hablar de una lengua y sus dialectos. En
al-Andalus fue conocida, estudiada y escrita la lengua rabe clsica, que es el vehculo de la mayor
parte de su literatura. Si esta lengua fue adems hablada al estilo clsico es algo difcil de saber,
porque pronto se form un dialecto rabe que tena elementos de los dialectos rabes que hablaban los
conquistadores y de un substrato latino o romnico con cierta abundancia de romancismos o palabras
de origen latino. Pero este dialecto que llamamos hispano-rabe tambin produjo una literatura que
nos ha llegado principalmente a travs de las moaxajas, los zjeles y los refranes. As pues, cuando nos
referimos a la literatura rabe de al-Andalus nos estamos refiriendo a una literatura con dos niveles
Literatura hispanorabe
Literatura hispanorabe
Otra lengua estuvo tambin presente en al-Andalus: el bereber, pero apenas ha dejado huellas
lxicas y, desde luego, ningn tipo de literatura.
37
Literatura hispanorabe
La historiografa literaria
Una gran parte de la literatura andalus se nos ha conservado en primer lugar por la grafomana
rabe de la que hemos hablado y en segundo lugar por el que podramos llamar mito de al-Andalus.
Casi desde la conquista cristiana de Granada, al-Andalus pas al imaginario rabe hasta nuestros das,
seguramente, en un principio, fomentado por los emigrantes andaluses, desde los del siglo XIII con
sus obras nostlgicas, dibujando a la pennsula como el paraso perdido, siguiendo por los granadinos
del siglo XV y terminando por los moriscos del XVII.
El ejemplo ms significativo en este sentido es al-Maqqarī de Tremecn (fallecido en 1632),
que con el pretexto de biografiar al literato granadino Ibn al-Ja
at-
īb , que en su ltima edicin, obra de uno de los mejores editores de textos de al-Andalus, I
sān Abbās, ocupa ocho volmenes (Beirut, 1968), donde nos transcribe literalmente
muchas pginas de la literatura andalus. Es tambin la ventaja de los autores 6 rabes de la decadencia
(siglos XV-XVIII), pues incapaces de sintetizar, transmiten el material recogido, entero, al modo
de ballena de Jons, de forma que, durante mucho tiempo, al-Maqqarī fue la fuente ms
importante sobre al-Andalus.
Al-Maqqarī ley muchas obras de los andaluses y sobre ellos que poco a poco van
apareciendo, aunque algunas se han perdido para siempre, porque los andaluses escribieron mucho
sobre su propia literatura, llevados especialmente por el espritu de emulacin hacia otros pases del
que hemos hablado antes. Las noticias literarias se encuentran con frecuencia en las obras histricas,
porque el hecho literario se produce con frecuencia, si no con exclusividad, en relacin con el
soberano, como por ejemplo en la obra de Ibn
pp. 131-165.
38
Literatura hispanorabe
ammad Ibn al-Hasan Ibn al-Kattānī, muerto en el ao 1028, a los ochenta aos de edad,
por lo que su antologa abarca a los poetas hasta el final del califato, comenzando por los ms antiguos.
Son fragmentos breves de poemas, ordenados por temas. Como Ibn al-Kattānī fue un
reputado maestro de esclavas cantoras, posiblemente su libro sea una antologa dedicada a los poemas
que deban aprender stas.
Ya del siglo XI nos ha llegado la antologa de Abū-l-Walīd al-
imyarī (m. 1069) dedicada al tema floral, con fragmentos en prosa y poemas, titulada
Kitāb al-badī fī wasf al-rabī , o Libro de lo maravilloso en la
descripcin de la primavera , que edit H. Prs.
Pero la ms importante antologa literaria sobre al-Andalus la escribi Ibn Bassām de
Santarn (m. 1147) para dejar constancia del gran desarrollo literario del siglo de los taifas, cerrado
por la llegada de los almorvides. Es la Al-dajīra ( El tesoro ), en la que el antlogo utiliza
una distribucin geogrfica: habla primero de los literatos originarios del centro de al-Andalus, con
Crdoba especialmente; la segunda parte est dedicada a los originarios del oeste de al-Andalus, con
Sevilla especialmente; la tercera est dedicada a los literatos del este de al-Andalus (Valencia, Denia)
y la cuarta a los extranjeros que fueron a al-Andalus en el siglo XI. La d ajīra es adems
de una antologa una obra importante de crtica literaria, porque Ibn Bassām estudia la obra
39
Literatura hispanorabe
de los literatos y la juzga, y tambin una fuente de noticias, porque intercala textos histricos para
situar al personaje y a su obra.
Pero no es la nica gran antologa de la poca: Ibn Jāqān (m. 1140) escribe dos
antologas llamadas Qalāid al-iqyān ( Los collares de oro ) y Matma
ib , sigue tambin un criterio geogrfico, hablando de los poetas tras describir su lugar de origen
en prosa ornada.
Ibn al-Imām de Silves (1155) continu la D ajīra de Ibn Bassām donde
ste se haba quedado cronolgicamente y, a su vez, continu con los poetas de la generacin siguiente,
el exquisito poeta
i
40
Literatura hispanorabe
ya de Calpe (m. 1235), emigrado a Egipto, escribi otra antologa, titulada Al-mu
rib . Como este personaje fue acusado, y con razn, de falsear los hadices o tradiciones profticas,
los datos histricos y literarios de su antologa son muy poco fiables.
Captulo aparte lo merece Ibn Saīd al-Magribi (m. 1286), que hizo una monumental
antologa, ordenada geogrficamente, de los poetas. Aprovech los materiales de al-
.
En el siglo XIV el polgrafo Ibn al-Ja
īb (m. 1375) realiza una gran labor como antlogo. Su monumental repertorio biogrficohistrico-literario sobre todos los personajes que tuvieron que ver con Granada, titulado Al-i
āta , es tambin una antologa literaria. Ya especficamente hizo una antologa de los poetas
de su tiempo titulada Al-katība al-kāmina y otra menos histrica y ms literaria,
intentando agrupar los poemas que tenan encanto o magia, algo muy difcil de calibrar. La antologa
se titula Libro de la magia y la poesa y ha sido editado y traducido por J. M. Continente Ferrer.
Tambin hizo una antologa de moaxajas que, con las de su coetneo el tambin granadino Ibn
Burā, constituyen las colecciones fundamentales sobre este gnero potico.
A principios del siglo XV, el que luego sera sultn con el nombre de Yūsuf III y que se
firmaba con el apellido de su familia, Ibn al-A
mar, hizo una antologa de la poesa de Ibn Zamrak y posiblemente recogi su dīwān
. Otro miembro de la familia real granadina, otro Ibn al-A
7
Literatura hispanorabe
mar, que viva en la corte merin de Marruecos, hizo otra antologa de los poetas de su tiempo, a
finales del XIV.
42
Literatura hispanorabe
Los Dīwān
Otro tipo importante de historiografa literaria lo constituyen los Dīwān , o
coleccin de los poemas de un poeta, su cancionero, recogido generalmente por sus propios
contemporneos y ordenado por el orden alfabtico de las rimas. Se han conservado bastante
divanes -la palabra fue utilizada as por el orientalismo literario- medievales que han sido editados
con mayor o menor fortuna. Citaremos por orden cronolgico referido a la antigedad del poeta:
Dīwān de Ibn Darrāy al-Qa
uhayd (m. 1035). Edicin de Ch. Pellat, Beirut, 1963. Hay otra edicin con traduccin al espaol de
J. Dickie, Crdoba, 1975. 8
Dīwān de Abū Is
āq de Elvira (m. 1067). Edicin de E. Garca Gmez, Madrid-Granada, 1944, con interesante
estudio del personaje.
Dīwān de Ibn Zaydūn (1071). Edicin de Mu
ammad Sīd Ka
de
Ibn
al-Zaqqāq.
Edicin
de
Afīfa
M.
Dayrānī, Beirut, s.d. Hay una antologa de este poeta, traducida al espaol por E.
Garca Gmez, Madrid, 1956 y ss.
Madrid, 1981.
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Literatura hispanorabe
Abbās. Beirut, 1973. Hay una traduccin al espaol de Teresa Garulo, Madrid, 1980.
Dīwān de Ibn Sahl el israelita (m. 1245). Edicin de Mu
ammad Qubaa, Tnez, 1985. Traduccin al espaol por Teresa Garulo, Madrid, 1983.
Dīwān de
Damasco, 1972. S. Gibert tiene una edicin indita y una traduccin completa al castellano, Barcelona,
1975.
Dīwān de Ibn al-Ja
44
Literatura hispanorabe
45
Literatura hispanorabe
El ambiente literario
La literatura rabe medieval es un fenmeno cortesano, es una literatura corts en el sentido
etimolgico de la palabra. Desde poca pre-islmica la poesa haba estado vinculada al poder como
elemento de propaganda del prncipe, como parte de su prestigio, pues, como veremos, la casida
fue desde el principio un panegrico. A lo largo de toda la historia medieval de la literatura rabe,
los soberanos o los ostentadores del poder de todas las categoras ejercan un mecenazgo sobre los
literatos a cambio de que les dedicasen sus poemas o sus libros.
Este mecenazgo fue a veces tan institucional que los poetas haban de conseguir su puesto
junto al prncipe a travs de una especie de concurso-oposicin -eso le sucedi por ejemplo a Ibn
Darrāŷ en la corte de Almanzor-, con lo que se convertan en una especie de funcionarios
del estado, y haba incluso una especie de bur de los poetas que cobraban bajo nmina. En el reino
de Granada ese bur tena rango de ministerio y su ministro, encargado de redactar las epstolas
y los panegricos oficiales, estaba rodeado de jvenes meritorios en una especie de taller artesanal
donde parecan buscar las frmulas poticas al modo de los formularios oficiales.
Dado el carcter de koin literaria de la lengua rabe, la literatura rabe clsica fue siempre un
producto de las elites de la sociedad arabigomusulmana y posiblemente no sali a la calle sino con los
zjeles, poemas en lengua rabe dialectal, que tal vez convirtieron a los poetas en juglares. Al menos
sabemos que haba juglares moros en las cortes cristianas de la Pennsula Ibrica. 9
Las clases elevadas que precisamente por esta condicin haban alcanzado una amplia cultura,
gustaban del maŷlis , de la tertulia que podemos llamar literaria, donde se recitaban poemas,
se contaban historias, se discuta de temas literarios y se escuchaba msica y canciones. Fuera de
las solemnidades donde se recitaban las casidas solemnes con motivo de victorias, pascuas u otras
celebraciones, los propios soberanos gustaban de tener tertulias de este tipo con los poetas de su corte,
costumbre que seguan los prncipes y los magnates y que se extendi a todas las clases cultas con
arreglo a la progresiva extensin de la cultura rabe, especialmente a partir del siglo XI. Aparte de
la sancin de la escritura, era en estas tertulias donde se haca literatura e incluso veremos obras
que parecen escritas precisamente para proporcionar material literario a las tertulias o poemas que
nacieron en estas reuniones, a veces, con la inspiracin de los vapores etlicos, porque, aunque el vino
estuviese prohibido por el Corn, apareca con frecuencia en estos salones literarios.
Literatura hispanorabe
10
los instrumentos musicales, de los que hay constancia incluso grfica en las arquetas de marfil, con
nombres que han pasado a las lenguas hispnicas como adufe, el canto y los cantores -ya hemos
mencionado al cantor iraqu Ziryāb, que se convirti en rbitro de la elegancia en la Crdoba
del siglo IX- y la existencia de orquestas.
La importancia de la msica es que como lenguaje universal pudo ser el vehculo de transmisin
de la poesa hispano-rabe al mundo de los trovadores, lo mismo que fue la herencia ms visible de
la cultura de al-Andalus al norte de frica, que desde hace siglos canta al modo andalus.
La literatura rabe medieval es sobre todo erudicin, incluso la poesa. Fuera de los ambientes
pblicos y ldicos, donde la literatura rabe rinde tributo al mundo mediterrneo al que pertenece,
donde es la reina, los literatos rabes escribieron sus libros -sus Kitāb -, o sus poemas
rodeados de papeles, libros, apuntes, fichas que lean a la luz de hachones, de candiles de aceite,
10
pp. 380-391.
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de candelabros de oro, segn su clase social. Durante muchas horas, das, aos, escribieron con sus
afilados clamos en pginas blancas en las que la escritura rabe se dibujaba con tinta negra o roja. La
indolencia y la sensualidad desenfrenada oriental slo forman parte de nuestra propia imaginacin.
La literatura rabe medieval es obra de clrigos en el sentido medieval de letrados, sin notas de
orden sacerdotal.
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49
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.
El estudio de J. T. Monroe sobre el carcter oral de la creacin de la poesa pre-islmica conservada
12
mtrica cuantitativa como la grecolatina. Es decir, medida segn una sucesin de pies mtricos
formados por la sucesin de combinaciones de slabas largas y breves. As por ejemplo la famosa
casida pre-islmica, la casida rimada en la letra lām de los rabes, atribuida al poeta alanfara, estara en metro tawīl , formado por los pies mtricos v--/v---- (con la variante vv/v-v-), y as el primer hemistiquio del primer verso se medira as
Aqī-
Ba-
Um-
ma-
nī
mī
mū
u-
tī-
dū-
ya-kum
ra
v
v - v
v
-
El mejor estudio sobre esta problemtica se puede ver en R. Blachere, Histoire de la littrature
Literatura hispanorabe
de la tribu de la amada, rahīl , en la que el poeta describa su viaje o deambular por las zonas
desrticas de Arabia, con minuciosa descripcin de su montura, caballo o camello, especialmente de
este ltimo, por lo que esta poesa es conocida tambin como la del camello. La tercera parte era
el madīh , o elogio al personaje al que la casida iba dedicada, o por el contrario era una hi
ul
ul. Esto es que la tribu se haba puesto en camino, los hombres delante, las mujeres y los criados
detrs, con los fardos. Imru-l-Qays los sigui, dejando pasar a los hombres escondido entre las dunas,
hasta que pasaron las mujeres, entre las que iba Unaiza.
Al pasar por la charca, las mujeres dijeron: Vamos a desmontar y nos baamos en esta charca para
que se nos vaya un poco el calor. As lo hicieron y, tras alejar a los esclavos, se desnudaron y se
metieron en la charca. Entonces sali Imru-l-Qays, cogi sus vestidos, hizo un montn con ellos y
se sent encima, diciendo: Por Dios! No le dar a ninguna de vosotras su vestido hasta que salga
desnuda a recogerlo! Ellas se negaron a hacerlo, pero como fueron avanzando las horas y vieron que
l no se los daba, fueron saliendo todas, menos Uzayna, que le suplic que le diese su vestido y como
l sigui negndose, sali finalmente y l la vio, por delante y por detrs.
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Literatura hispanorabe
Las muchachas le dijeron entonces: Nos has fastidiado y retrasado. Ahora estamos muertas de
hambre, y les contest: No tengo otra cosa que daros que mi camella. Os la comerais? Ellas
dijeron que s y l desenvain su espada, desjarret, degoll y desoll al animal, mientras los criados
recogan lea y hacan un gran fuego. Despedazaron a la camella y la asaron a las brasas. Todas
comieron con l y bebieron de un vino que traa. Las sobras fueron para los criados.
Cuando lleg la hora de partir, una de las mujeres dijo a Inru-l-Qays: Yo llevar tu silla, y otra:
Yo te llevar los arreos, y as se repartieron sus objetos y equipaje. Slo qued Uzayna sin llevar
nada e Imru-l-Qays le dijo: T me llevars a m, porque no tengo montura, y le subi delante de
la giba de su camello. Desde all, se inclin hacia ella, meti la cabeza en su palanqun y la bes. Al
intentar evitarle, la giba se torci y ella le grit: Has herido a mi camello!, y l recit:
El da que desjarret mi montura a las doncellas
qu maravillosamente fueron transportados mis arreos!
Las doncellas se lanzaban a la carne y a la brasa,
como si fuesen flecos de trenzada seda.
Fue el da que entr en el palanqun de Uzayna
y dijo: Mal haya contigo! Tendrs que ir a pie
Cuando se inclinaba la base del palanqun, con nosotros,
deca: Has herido a mi camello, apate!
Mas le dije: Vamos, suelta las riendas y no me impidas
recoger tan interesante cosecha!
Este relato ilustra adems uno de los mecanismos de creacin de la literatura rabe: la creacin de
un jbar o historia que explica la ocasin y motivo por el que se compuso un poema -curiosamente
en la poesa provenzal hay tambin estas explicaciones que se llaman razn y es una coincidencia
ms entre las dos lricas-. Estos jbar van configurando las biografas de los poetas pre-islmicos, de
dudosa autenticidad histrica, hasta que se convierten en arquetipos: as, Imru-l-Qays ser el prncipe
hedonista, Antara, el caballero por antonomasia, al-Samawal, la lealtad, etc., y los fillogos les
atribuirn los poemas annimos que corresponden a su personalidad. Los poemas, noticias, personajes
y escenarios de la poesa pre-islmica constituyen la mitologa literaria del mundo arabigomusulmn
de la Edad Media y tambin el modelo humanstico de la arabicidad frente al modelo religioso del
Islam, aunque Mahoma rena ambos modelos en su persona.
52
Literatura hispanorabe
A pesar de ello, es evidente que este modelo literario y esttico beduino se adaptar mal a la sociedad
post-islmica convertida en una autntica civilizacin que, como su nombre indica, ser urbana y no
beduina. Aunque la casida conservar su forma a lo largo de toda la Edad Media, sufrir tambin
continuas evoluciones especialmente en su contenido para servir de vehculo a los poetas de un medio
cultural muy diferente al de los pastores de camellos de las altiplanicies arbigas.
Sin embargo, la casida beduina conserva sus caractersticas en la poca mahomtica y del emirato
omeya, hecha excepcin la poesa del Hiŷāz, de la que hablaremos a continuacin.
Como consecuencia, esta poesa pre-islmica, al estilo antiguo, llega a resonar en el al-Andalus
conquistado por los musulmanes a principios del siglo VIII.
Los primeros poemas rabes que se escuchan en la Pennsula Ibrica son an el canto del camellero.
As, el primer poeta rabe de al-Andalus, el sirio Ibn al-
imma, llegado a la Pennsula Ibrica en la segunda mitad del siglo VIII, nos muestra, a travs de los
pocos versos que de l se conservan, que es un poeta al estilo de los antiguos, que propugna como
ideal la rudez del mundo beduino:
A veces me veo, por amor a m mismo, en alta posicin,
con mi cabeza, de cabellera abundante, peinada con trenzas;
la vida acomodada tiene malas artes;
es mejor para nosotros el agua y los pastos. 14
Este mismo gusto por la ruda existencia beduina es expresado por otro poeta inmigrante en alAndalus: el emir omeya Abd al-Ra
mān I (m. 788), tal vez porque ya es algo perdido en la naciente civilizacin rabe.
Conviene recordar que Abd al-Ra
mān I se hizo construir una almunia o palacio campestre en las afueras de Crdoba, la Ru
14
Literatura hispanorabe
āfa, con un jardn botnico, aunque en su poema propugne vivir en jaima y no en palacios
y jardines:
Djame de ir a la caza de grullas abatidas,
porque mi nico afn es cazar al impo,
aunque se halle bajo tierra o en speras montaas!
Cuando el sol cenital echa fuego por los caminos,
mi solo resguardo es la sombra de las banderas tremolantes.
No necesito jardines, ni imponentes palacios,
porque habito en el desierto bajo tiendas.
Di a todo el que reposa entre cojines:
La grandeza se consigue soportando el rigor de las campaas.
Vuela en pos de ella, afrontando privaciones,
y, si no, sers el ms vil de los nacidos.
[Traduccin de Elas Ters]
15
El primer poeta rabe nacido ya en al-Andalus (en el Jau de Santa Fe de Granada), Abūl-lMajaī 16 , tiene las mismas caractersticas de poeta al estilo antiguo, igual que su hija
assāna, aunque ya viviera en el siglo IX, como se ve en las casidas que dirigi a los emires al-
Literatura hispanorabe
Este tipo de imgenes coexistir un tiempo con la posea al estilo de los modernos que llega a
al-Andalus en la Primera mitad del siglo IX, hasta que renazcan renovadas con la casida neoclsica.
As Abbās ibn Nā
(m. 864)
18
de Algeciras, el primer poeta que intenta el nuevo estilo, an habla de las caravanas,
aunque sus camellos se metamorfoseen en navos, tal vez porque ya no ha nacido entre dunas sino
a orillas del Mediterrneo:
Flotan los fardos en el espejismo por encima
como flotan los barcos impulsados por los navegantes. 19
18
Literatura hispanorabe
al, como lanzas para combatir a los enemigos del califa o cantar sus alabanzas, pero la msica requiere
temas ms ligeros: los nasīb , la parte de la casida que trata del amor, es la que mejor se presta
para ser cantada, adems de que es el tema que ms gusta al pblico femenino, que es numeroso en el
iŷāz. En efecto, los hombres estn lejos, conquistando o gobernando las nuevas tierras
del Islam, y las mujeres han preferido quedarse en casa -las hermanas de Abd al-Ra
mān I prefirieron quedarse en Siria cuando su hermano les invit a ir a al-Andalus, en donde se
haba convertido en emir- y estas viudas o hurfanas de hecho, liberadas ya del trabajo de la beduina,
gustan de escuchar canciones de tema sentimental. Nace una nueva poesa de tema amoroso, bien
de tipo galante como la de Umar ibn Abī Rabīa, bien de tipo pattico, alrededor de
amores imposibles, donde el desdichado amante muere de amor, sin conseguir el objeto de sus deseos,
faceta que representan los poetas udres como Ŷamīl, Maŷnūn, etc.,
20
Literatura hispanorabe
historias y poemas que sern recreados por Bagdag, en la exaltacin del deseo que representa el amor
corts.
Las relaciones humanas tambin han cambiado: por influencia de la Persia sasnida ha hecho
aparicin un tipo de esclavo distinto del conocido por la tribu beduina, encargado de las labores ms
pesadas como despedazar la camella de Imru-l-Qays: es el esclavo, de uno u otro sexo, educado para
proporcionar placer a su seor, sexual o esttico. Son ellos los msicos, las cantoras, los amantes la palabra qayna esclava-cantora, tiene tambin el sentido de hetaira, de cortesana, de gheisa, 21 los
conocedores de refinamientos exquisitos, desconocidos para los rudos beduinos de antao.
Las canciones en al-Andalus eran al estilo de los cristianos o eran al estilo de los camelleros rabes
segn el musiclogo al-Tīfāī (siglo XIII) 22 , pero la situacin cambio ya en
poca de Abd al-Ra
fā, cuyo canto encandilaba de tal forma que haca olvidar su poco agraciada figura.
23
Su
nieto al-
akam I (796-852) hace traer cantores y cantoras de la escuela iraqu, ya que Bagdad ha heredado y
desarrollado la msica del Hi
āz, aunque Medina sigue teniendo prestigio como escuela de canto. Al-
akam rene en tertulia a estos cantores que entonan fragmentos de casidas orientales cuya meloda
crean y recrean. Uno de estos cantores de al-
21
Ch. Pellat, Les esclaves-chanteuses de Grafa āhi Grafa , Arabica , 10 (1963), pp.
120-147.
22
23
Madrid, 1940.
57
Literatura hispanorabe
akam I, Salīm, intenta incluso unir la msica europea y la rabe, como veremos al hablar de
la moaxaja.
En este ambiente, el poeta Abb
s ibn Nā
de Algeciras, del que ya hemos hablado, compone ya un verso del nuevo estilo, con el tema del amor
a una esclava, que pertenece a otro amo:
Di a Abd al-Ra
man II, cuando se hicieron famosas tres esclavas cantoras de la escuela de Medina, Alām,
Qalam y Fa
l, que tenan un recinto del palacio de Crdoba para ellas; por cierto, Qalam era vasca, aunque haba
aprendido msica en Medina. Seguramente eran estas esclavas tan expertas las que se burlaban del
tratado del libro de prosodia de Jalīl, que meda y nombraba los metros rabes desde el punto
de vista de la lengua, ya que, seguramente, ellas se guiaban por pautas musicales para hacerlo, hasta
que lo descifr Abbās ibn Firnās 25 .
24
Literatura hispanorabe
arrif, hijo de Mu
ammad I (852-886), se rode de bellas esclavas cantoras a estudiar msica hasta que consigui el
dominio del lad con el que se acompaaba para cantar sus poemas. 27
26
M. J. Rubiera Mata, Nueva aproximacin al estudio literario de las jarchas, Sharq al-Andalus ,
5 (1998), p. 92.
28
Literatura hispanorabe
de Agmāt la falta de sus cantoras, mientras su hijo ar-Raŝīb era un virtuoso del
lad. 29
La asignatura pendiente era la combinacin de la msica hispnica, de tradicin europea, con la
oriental, que ya haba intentado Salīm, el msico de al-
akam I. Seguramente, algn tipo de combinacin se logr en la msica que acompaaba a las moaxajas
30
momento el signo de las influencias se invirti y al-Andalus, en lugar de importar msica oriental,
export la suya, la hispano-rabe, al norte de frica: Abū-l-
alt de Denia puso en el siglo XII msica a las canciones de Tnez 32 . As debi de nacer la llamada
msica andalus del Magreb.
29
30
J. T. Monroe, The tune or the words? (Singing hispano-arabic strophic poetry) , Al-Qantara ,
E. Garca Gmez, Una extraordinaria pgina de Tifasi y una hiptesis sobre el inventor del
Literatura hispanorabe
33
tendr apenas trabas para practicar el sexo, pero le ser muy difcil enamorarse, porque no conocer
seguramente a su futura esposa hasta el da de su boda y sta se realiza por factores de linaje o de
dinero. La mujer se convierte en un ser inasequible e inalcanzable en un personaje de la imaginacin,
ms que en un ser real, y el amor, en deseo no satisfecho. Existen las esclavas, con las que es
posible tratar fcilmente, pero la relacin comercial que ello entraa, el mismo hecho de la obligada
obediencia entre sierva y amo, tampoco satisface a los nuevos rabes, ya no hijos del desierto, sino
de la civitas , y transfieren la sublimacin del amor hacia la dama inasequible a la esclava, a la
que confieren la libertad de aceptar, o no, la opcin de aceptar o rechazar el amor. En este juego, el
amo ser siervo del amor, y la esclava, ama, como sucede en el verso atribuido al califa de Bagdad
Hārūn al-Raīd, en su juego ertico con tres esclavas que motivar el villancico
de Las tres morillas de Jan
34
akam I:
Ramas de sauce que se balancean entre las dunas,
al huir de m, decididas a rechazar la unin conmigo.
Reinan en m, aunque yo soy rey, pero mis fuerzas,
por el amor, se han debilitado
33
34
M. J. Rubiera Mata, De nuevo sobre las tres morillas, Al-Andalus , 37 (1972), pp. 133-143.
61
Literatura hispanorabe
akam II, que compuso una antologa de poemas hispano-rabes que tenan el mismo tema que los que
haba utilizado Ibn Dāwūd para ilustrar su concepcin del amor corts. 37 As aparecen
en la poesa andalus todas las piezas del ajedrez ertico del amor corts: la imposibilidad de la noposesin porque la amada o amado pertenece a otro -no es exactamente un amor adulterino porque
el objeto del deseo suele ser un esclavo o esclava de otro dueo-, los enemigos de los amantes: el
raqīb , espa o vigilante; el ādil o censor: el wāī o calumniador
35
37
Literatura hispanorabe
38
, figuras literarias que de nuevo se encuentran tambin en la poesa provenzal; la visita del amado
hān y a su recuerdo,
aunque nunca la vi, ni me vio ella a m tampoco.
Yo me considero ante su nombre, con los ojos en lgrimas,
como un monje que reza ante una imagen.
38
S. Gibert, Un tratadito de Ibn Jātima sobre los enemigos de los amantes, Al-Andalus ,
Literatura hispanorabe
[Traduccin de E. Ters].
40
Pero el mejor representante de la poesa de inspiracin corts es Ibn Abd Rabbih, 41 en quien el
amado se transfigura en espectro de luz, genio, con la presencia de la muerte del amor:
El espectro de mi amado viaj de noche desde lejos
para mediar entre mis ojos y el sueo;
pas la noche, hasta el amanecer, con mi mano
como almohada de su mejilla, y la suya,
como almohada ma.
No s si eres genio que me ha cautivado, ser humano,
sol del medioda que brilla para m, o luna
u ojos que conducen los deseos con su mirada
hasta que es como si estuviese la muerte en ella. 42
Una simple lectura de una antologa rabe medieval nos revela un hecho evidente: la recurrente
presencia de poemas de carcter homoertico. Las razones son en primer caso estticas: ya en el
Corn, seguramente por influencia helnica, es un hombre el mximo representante de la belleza:
el profeta Yūsuf, el Jos, hijo de Jacob bblico (Azora XII). Tambin en este mismo texto
cornico se dibuja el concepto platnico de que la belleza es la generadora del amor, pero de una forma
arrebatadora, irremediable, con el episodio, procedente del Midras hebreo helenizado, de las nobles
egipcias que se cortan los dedos con el cuchillo con el que estn pelando toronjas, al contemplar la
belleza de Yūsuf. 43
Si la belleza produce el amor-pasin -el iq - de forma irremediable y la belleza masculina es
una cualidad convertida en categora por la civilizacin arabigomusulmana, donde adems las ideas
de belleza y bondad se muestran unidas indisolublemente incluso en la lengua -una sola raz,
40
J. M. Continente, Sobre la poesa amorosa de Ibn Abd Rabbihi, Al-Andalus , 35 (1979), pp.
355-380; D. C. Cowell, Ibn Abd Rabbihi and his ghazal Verse , Journal of Arabic Literature , 5
(1974), pp, 72-82.
42
Literatura hispanorabe
sn , expresa las dos ideas-, los poetas rabes aprehensores de belleza han de cantar la belleza
masculina. Por otro lado, la sodoma se introdujo como un refinamiento cultural en la cultura bagdad,
44
consentida sobre la base de la general tolerancia cornica hacia los pecados de la carne, aunque
azm de Crdoba se muestra muy tolerante con el homoerotismo 45 y slo seala su reprobacin cuando
se halla mezclado con algn tipo de inmoralidad pblica, actitud compartida al parecer con el resto
de sus contemporneos, como muestra el caso de Ibn al-Ŷazīrī, que prostituy
a sus mujeres para alcanzar los favores de un mancebo y del que dijo un poeta aquello de Cambia
la tierra que alimenta tiernas yerbas por otra rodeada de setos espinosos. Pierde su negocio el que
compra un sitio donde soplan los vientos por otro donde corren las aguas . 46
Por otro lado, la sublimacin del amor corts permite a los ms conspicuos personajes expresar
sus sentimientos homoerticos sin recibir censura moral, tanto ms cuando se impregnan de
neoplatonismo, de la belleza corporal transcendida por la idea de la Belleza suprema, expresada por
Ibn
azm:
Perteneces al mundo de los ngeles o al de los hombres?
Dmelo, porque la confusin se burla de mi entendimiento.
Veo una figura humana, pero si uso de mi razn,
hallo que tu cuerpo es un cuerpo celeste.
Bendito sea l que contrapes el modo de ser de sus criaturas
e hizo que, por naturaleza, fueses maravillosa luz!
No puede dudar de que eres puro espritu atrado a nosotros
por una semejanza que enlaza a las almas.
44
Līwāt, E.I.
45
Ibn Grafa azm, El Collar de la Paloma . Traduccin de E. Garca Gmez, Madrid, 1967, p. 290.
46
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47
Los poetas andaluses desarrollan una abundante poesa de tipo homoertico por lo menos desde el
siglo X. La descripcin de la belleza de los efebos es muy semejante a la femenina, de forma que, a
veces, es difcil saber si es una joven o un muchacho el descrito, tal vez en una ambigedad buscada
por el propio poeta, tanto en las imgenes como en los usos gramaticales. Pero hay algunos signos
muy claros, algunos enmascarados en las traducciones debido a que en castellano gacela y luna
son femeninas, pero en rabe son masculinas. Lo que no ofrece lugar a dudas es la alusin al vello,
al bozo, que aparece en el rostro del efebo y que disminuye su belleza o aumenta en algunos casos
el atractivo del joven, al mostrar su masculinidad. Ya Ibn Abd Rabbih (m. 940) introduce el amor a
los efebos en sus poemas, sin ninguna ambigedad:
Oh t, en cuyas mejillas ha escrito el vello dos lneas que,
al destruir tu belleza, despiertan ansias y cuidados!
No saba que tu mirada era un sable, hasta ahora
que te he visto vestir los tahales del vello.
[Traduccin de E. Garca Gmez].
48
47
48
E. Garca Gmez, El libro de las banderas de los campeones de Ibn Sa īd alMagribi , Barcelona, 1978, p. 191.
66
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51
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52
Literatura hispanorabe
El modernismo
A la civilizacin arabigomusulmana del siglo IX, cuya capital poltica y cultural era Bagdad, el
lenguaje de la poesa pre-Islmica le resultaba obsoleto como medio de expresin potica. Las ideas
y sentimientos de los hombres de la Arabia pre-islmica, que incluso no hablaban de Al, haban
quedado pauprrimos para los hijos de la metrpoli mesopotmica, cuyos sabios discutan del sexo
de los ngeles, cuyos pensadores formulaban teoras sobre el libre albedro, cuyos literatos hablaban
una lengua alquitarada por los fillogos de Cufa y Basora y cuyos amantes buscaban el placer en los
ms refinados extremos del imaginario ertico. Era necesario construir un nuevo lenguaje potico que
dejase de hablar de los restos de la acampada entre las dunas bajo el tachonado de las estrellas, para
recitar junto a la alberca de mrmol de los salones techados de artesonados de oro.
Este cambio de lenguaje potico, realizado con la ayuda de la traduccin de la retrica de
Aristteles, que ense a los literatos rabes la imaginera potica, se llam modernismo, aunque
suene un tanto extrao para hablar de un movimiento potico de los albores del siglo IX de nuestra
era. Su modernismo consisti fundamentalmente en enriquecer el discurso potico comparando cada
objeto con muchos otros a travs de la comparacin, por medio de los procedimientos habituales
de la retrica clsica, metonimia, sincdoque, etc., y el objeto potico, enriquecido con nuevas
connotaciones semnticas poda enlazarse hasta el infinito en nuevas combinaciones o sustituir
metafricamente los objetos comparados. De esta forma no importaba tanto lo que se deca sino cmo
se deca. Y el objeto del poema poda ser algo tan poco solemne como una berenjena. As, Ibn
āra de Santarn (m. 1123) dice de esta hortaliza, dndole unas connotaciones dramticas:
Ceido por el caparazn de su peciolo
parece un corazn de cordero entre las garras de un buitre.
[Traduccin de Emilio Garca Gmez]
53
Son los poemas de tema amoroso los primeros en sufrir el cambio de expresin, porque ste ya se
haba iniciado en el siglo VIII en el Hiŷāz. Los poemas modernistas de amor se llaman
gazal y, desde el punto de vista del contenido, expresan las nuevas concepciones del amor de las que
hemos hablado anteriormente: el amor corts, el juego amoroso con los esclavos, la homosexualidad,
etc. El primer poeta modernista de los gazal , fue Baār ibn Burd de Basora, pero el gran
53
Literatura hispanorabe
maestro, como de los otros gneros modernistas, fue Abū Nuwās de Bagdad (m. 810),
ya conocido por los andaluses desde comienzos del siglo IX.
Al mismo tiempo que cambia la expresin del sentimiento amoroso, lo hace el escenario que
rodea al poeta, que prefiere el jardn, ese oasis civilizado por la arquitectura rabe,
54
para vivirlo
y describirlo. La descripcin de los jardines aparece como un gnero temtico del modernismo,
conocido por el nombre de raw
iyyāt (jardineras) y los andaluses sern maestros en este tema, tanto en la descripcin del
jardn en su totalidad con sus rboles y arbustos, estanques, surtidores, etc., como en el detalle de sus
flores, que llega a constituir un subgnero modernista distinto: las nawriyyāt (florales).
Elas Ters piensa que tal vez el primer poema de este gnero es el verso de Abbās ibn
Firnās (m. 887), donde ya aparece una muestra de la humanizacin de la naturaleza:
Aparecen en el jardn las rosas con las margaritas
como unos labios rojos de una boca que re. 55
Esta humanizacin culminar con el gran maestro jardinero de los poetas andaluses, Ibn
Jafāŷa de Alzira (1058-1139), en el que el jardn tiene rostro humano, pero aparece ya
en los poetas de los primeros siglos, al combinar las imgenes del gazal con las de los poemas florales
y jardineros. As, Ibn Faraŷ de Jan (siglo X) dice:
La primavera te ofrece vergeles
con los que los das visten tnicas de fino ts.
Los relmpagos arrastran las colas del viento,
que aparecen adornadas de flores blancas y rojas.
Diferentes... por el signo del amor,
unas se asemejan a la amada y otras al amante.
Unas estn rojas de pudor; otras, plidas. Ambas reflejan su pasin,
como la amada y el amante al encontrarse de improviso.
Se dira que sobre sus prpados se ha derramado
54
55
Literatura hispanorabe
56
Las flores se humanizan tanto, que rivalizan en debates, tema que ser motivo de la literatura de
debate rabe. Al-Ramādī da como vencedora a la rosa:
El mirto, la azucena, el jazmn lozano
y el alhel tienen gran mrito
y con l se enseorea el jardn.
Pero el mrito de la rosa
es an mayor.
Acaso es el mirto otra cosa que aroma
que se extingue arrojado al fuego?
La rosa, aun marchita, deja en el agua
perfume que perdura tras de ella.
El mal de la azucena es muy comn:
tras un instante baja a la tumba.
El jazmn es humilde en sus orgenes,
pero su aroma es solemne y orgulloso.
El carcter del alhel est trastornado,
es como un ladrn,
se despierta tras la oracin de la noche.
La rosa es la seora de los jardines,
aunque es sierva de la rosa de las mejillas. 57
Otro tema especfico del modernismo tiene como objeto el vino y constituye el gnero llamado
jamriyya , que traducimos libremente como bquicas. En este tipo de poemas se describe el vino
con sus diversas caractersticas y su recipiente, como hace Al-U
56
57
Literatura hispanorabe
59
aradiyyat , o cazadoras, que describen una escena de caza, podramos decir deportiva, con todas las
artes que la civilizacin rabe haba incorporado a este ejercicio, especialmente en el adiestramiento
de diversos animales como auxiliares, perros, guepardos y aves de presa. El gnero est tambin
tempranamente representado en al-Andalus. Abbās ibn Firnās (m. 887) describe la
caza de un conejo con un perro:
Me levant a la amanecida, cuando la noche se apelotona de tinieblas
y la aurora se esconde en los pliegues de su manto negro.
Fui con el de las orejas colgantes, adiestrado y ya conocedor;
el que parece tener su boca mellada,
el que es esbelto cuando se estira, bello cuando se encoge,
58
59
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ahiya (m. 828). En al-Andalus fue tambin seguido tempranamente. Ibn Abd Rabbih dice, por
ejemplo, al estilo de Segismundo:
Acaso no es el mundo como los sueos de un durmiente
y lo mejor de la vida es que no dura?
Tienes esperanzas, porque ayer te dio placeres,
pero luego te los quita. No eres como el que suea?
La muerte es lo mismo para el que est presente como para el ausente
y para el ignorante como para el sabio. 61
Las zuhdiyyāt influyen en la renovacin de los trenos o poemas funerarios que ya existan
en la poca pre-islmica, de la misma forma que los gazal generan un gnero de caractersticas
obscenas que se llama muŷūn . Y es que el modernismo es un nuevo lenguaje potico,
desborda los rgidos moldes de los temas genricos. As, por ejemplo, merecera ser considerado como
uno de estos gneros el tema de la descripcin de los astros, recurrente en la poesa modernista con
una identidad propia. As, por ejemplo, dice al-Mu
60
61
Literatura hispanorabe
akam II:
Me dijeron que describiese a las plyades con una comparacin
y dije: es como un zarcillo cuyos engarces son de mbar.
El cielo de su centro, verde, es una esmeralda
y las estrellas, piedras preciosas. 62
La flexibilidad del lenguaje modernista es tal, que arrebata a la casida el madī
o panegrico. A finales del siglo X se pone de moda entre los poetas de la corte de Almanzor utilizar
nawriyyat o poemas florales como panegrico, forma potica que Blachre considera le grand art
del fin de una poca 63 y que cultiva uno de los poetas favoritos de Almanzor,
āid de Bagdad, un singular personaje que volver a salir en estas pginas. Pero no slo l.
Abū Marwān al-
62
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64
64
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El neo-clasicismo
La poesa modernista no hizo desaparecer la casida sino que le insufl nuevas formas que la
permitieron sobrevivir. El largo poema pre-islmico haba sobrevivido inclume en la corte omeya al
servicio de los califas, perdiendo, a lo ms, algunos arcasmos. Los poetas cortesanos, ante el embate
del modernismo, sumergieron el viejo cuadro potico en los coloristas moldes de la nueva poesa y
as surgi la casida neoclsica. Conservaba su estructura monorrima y los ms solemnes metros de
antao -tampoco el modernismo haba roto con ninguna de las dos estructuras- e incluso la estructura
tripartita, aunque sus temas haban evolucionado mucho: el nasīb , o prlogo elegiacoamoroso, quedaba reducido a muy pocos versos alusivos a una amada ausente; el ra
īl mantena su tono de descripcin minuciosa, pero ya no hablaba del camello sino de las
batallas u otras obras gloriosas de los califas; el madī
se desmesuraba en elogios hiperblicos. Y todo ello con el nuevo lenguaje potico del modernismo,
lleno de imgenes y con un tendencia acusada al conceptismo.
Los grandes poetas neo-clsicos del siglo IX, creadores de la escuela, son Abū
Tammām (m. 845) y al-Bu
turī (m. 897), ambos al servicio de los califas abbases de Bagdad, cantores de sus batallas y de
sus palacios. El neoclasicismo llega tambin a al-Andalus y los poetas de Crdoba, que se han dejado
tentar por el modernismo, utilizan la casida neoclsica como poetas palaciegos. Abbās ibn
Firnās (m. 845), al que hemos visto como modernista, es ya neoclsico en la descripcin del
ejrcito musulmn en marcha en la batalla del Guadalete:
El ejrcito, lanzando gritos discordes, avanza compacto,
tragando los campos, engrosado por las tribus, en orden cerrado.
Cuando en l brillan las espadas, semejan relmpagos
que aparecen y se esconden entre nubes.
Las banderas en alto, al flamear,
parecen bajeles en un mar donde no es posible navegar a remo...
[Traduccin de E. Ters].
65
65
Literatura hispanorabe
De la misma forma, Mumīn Ibn Saīd (m. 880), famoso por sus stiras,
66
es
ammad I (852-886):
Son unos salones que agradan a quien los ve, con su belleza nica:
sus arcos se asemejan a cejas de doncellas;
sus columnas tienen, unas, la superficie de las perlas,
y otras, la belleza de la superficie de esmeraldas;
vestidas de brocado, es su finura como el tacto
del tejido antiguo y espeso de Hiām;
en otras columnas se mezcla el blanco con el rojo,
como las brasas con su color ardiente;
sus bases estn, unas sobre el mrmol,
y otras, sobre pulido pavimento.
Qu umbrosos pabellones! Sus cimeras casi alcanzan
las estrellas con las manos;
en cada zafariche que parece un pozo rebosante,
hay un estanque de lluvia. 67
El neoclasicismo domina ya completamente la poesa cortesana de los andaluses en el siglo X.
As, Ibn Hānī al-Andalus (m. 970), el primer poeta que exporta al-Andalus, pues se
convierte en poeta oficial de los fatimes, enemigos de los omeyas de al-Andalus, describe as la flota
de los califas sies de El Cairo:
Los navos enarbolados, que han partido durante la noche,
son auxiliados por innumerables fuerzas, soldados y armas;
llevan baldaquinos que se parecen a los que llevan a las jvenes
semejantes a gacelas, pero ellos llevan leones;
el rey bizantino se aterr al verlos surgir,
con las banderas y estandartes desplegados;
66
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Literatura hispanorabe
udayl de Crdoba (m. 998) que describe al ejrcito cordobs en marcha con un squito de aves
carroeras en espera de la presa del enemigo:
Es tan compacto que las aves no ven, a su alrededor,
lugar donde posarse o calmar su sed;
aquellas que no pusieron su nido en las acacias,
pasan la noche, fatigadas, entre los erguidos corceles;
aquellas cuyo sustento est en la muerte,
se ciernen como nubes apelotonadas
y cuando el sol de la maana cae de pleno, son como una sombra
sobre las figuras de los jinetes de negros turbantes;
cuando hay una fisura en su plumaje,
penetra un rayo de sol, breve, como un chispazo;
68
Literatura hispanorabe
mūd Makki. Como ejemplo, incluimos una de sus casidas, obra ya de vejez, cuando cada
Crdoba, hall efmero refugio en Valencia, gobernada por dos fatas eunucos, Mubārak y Mu
affar, a los que, sin ningn rebozo, dedica sus sonoros versos, sin tener en cuenta, como el poeta de
Cufa, la distancia entre el homenaje y los homenajeados.
El poema se inicia con un nasīb donde la amada se transfigura en espectro etreo de una
mujer que no se ve, sino que se adivina, como luz de astro o reflejo de joya. Es el nasīb
estilizado por el lenguaje modernista y por la concepcin corts del amor.
Te ilumino yo o enciendes t la luz en la noche
para el que desea ser tu husped o tu vecino?
Es tu aroma o es el perfume de los pebeteros
que has hecho arder con madera de incienso y loe?
Es tu sonrisa deslumbrante o es la luz del relmpago,
70
E. Garca Gmez, Mutanabbi. El mayor poeta de los rabes, Cinco poetas musulmanes ,
Literatura hispanorabe
īl , donde singularmente no es el poeta el que viaja, sino el espectro de la amada, en un viaje
por un desierto conceptual:
Tu espectro vino de noche, excit mi pasin
y aument mi amor por ti.
Mi propia respiracin me inquieta
o es el viento el que trae mi inquietud?
Cuntos mares y desiertos has cruzado hacia m,
80
Literatura hispanorabe
affar,
mi noche son las estrellas del cielo de Mubārak,
donde he encontrado la seguridad que gritaba mi deseo:
Ven a estas dos fuentes, que dan la mejor agua;
Ven a estos dos mares, en los que la generosidad agita las olas
y que no hacen desesperar a tu espera;
ven a estos dos nobles corceles, que llegan a la meta
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Crdoba
La poesa rabe de tipo clsico haba llegado en al-Andalus a las mximas cotas respecto al modelo
oriental a finales del siglo X. Su pulso no iba a decaer durante los dos siglos siguientes, tal vez por la ley
de los grandes nmeros. La cada del califato omeya y la guerra civil produjeron la descentralizacin
de la cultura, que se extendi a todos los lugares de al-Andalus. Hasta entonces la poesa rabe
era una manifestacin cortesana: era en Crdoba o a lo ms en otras ciudades de la Btica, como
Sevilla, donde se encontraban los cenculos en que un poeta se haca, en las clases de poesa que se
impartan en la mezquita, en los salones, en las tertulias, desde el momento en que la poesa rabe es
especialmente erudicin. Los sabios, los fillogos, los literatos, los poetas de Crdoba emigraron de la
ciudad destruida por los bereberes y llevaron sus conocimientos exquisitos a los ms perdidos lugares
de la Pennsula donde hallaron refugio. Como consecuencia hubo ms poetas y ms posibilidades de
que entre ellos hubiese buenos poetas. La poesa segua siendo un fenmeno cortesano, pero ahora
haba muchas cortes.
Hubo muchos poetas en rabe durante los siglos XI y XII: excelentes, medianos y malos. Y
excelentes historiadores, antlogos y crticos. Casi sabemos todo lo que se escribi y adems ha sido
muy bien estudiado en nuestros das. 73 Dada la extensin de estas pginas tendremos que silenciar
muchos nombres y mencionar slo aquellos que, desde nuestro punto de vista, representan las cimas
ms importantes.
La primera generacin de poetas de estos siglos de oro es an cordobesa y su ncleo mas importante
est formado por el grupo que denominamos los nostlgicos del califato. Es una generacin que
forma parte de una clase social muy determinada: la aristocracia de la sangre y de la administracin,
de la espada y del clamo, para usar una definicin que usaran los propios rabes. Son los hijos de
los grandes funcionarios del califato omeya, nacidos o criados en las ciudades de Medinazahara o
Madīnat az-Zāhira que recibieron una educacin esmeradsima, que escriban el rabe
ms depurado, que esperaban un futuro cmodo en la corte y que de repente, cuando eran muy jvenes,
vieron derrumbarse su mundo. Algunos se inventaron otros mundos, otros sucumbieron con el pasado,
pero todos sintieron nostalgia, poltica y cultural, por el mundo de su infancia: quisieron restaurar el
califato omeya, odiaron a la plebe y a los reyes de taifas, se refugiaron en la escritura y sobrevivieron
como pudieron. Casi todos escribieron poesa y algunos fueron extraordinarios poetas.
73
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En este grupo, no incluimos a los poetas de la corte de Almanzor aunque siguiesen componiendo
como Ibn Darrāŷ al-Qa
allī,
74
, supervivientes del
desastre cordobs, peregrinos por las cortes de taifas, poetas hasta su muerte, sino al grupo formado
por Ibn uhayd (992-1035), Ibn
ayyān (987-1067), Ibn Zaydūn (1003-1070), Ibn Burd el joven y otras figuras
secundarias.
Como poetas destacan Ibn uhayd e Ibn Zaydūn, aunque la poesa intelectualizada de Ibn
azm no deja de ser interesante y requerira un estudio que posiblemente no se ha hecho porque los
otros aspectos de su figura han eclipsado esta faceta.
Ibn uhayd es un extraordinario poeta y segn sus propias teoras, por talento natural y no por
erudicin, aunque su poco bagaje erudito no fuese sino una de las puestas en escena del personaje
que l mismo se cre, como hara Lord Byron, con el que tiene ciertos paralelismos y no slo porque
adoptase un talante cnico y libertino. Como poeta cultiva los gneros modernistas porque son los
que reflejan su forma de vivir, con una evidente actividad bisexual y bquica, tal vez exagerada para
pater le bourgois . Un ejemplo podra ser uno de sus poemas en los que mezcla, con extraordinaria
habilidad, los gneros modernistas:
La lluvia, insomne en el jardn,
cay mientras las flores dorman;
74
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azm de Crdoba:
Cuando veo que la vida me vuelve la espalda
y que la muerte inexorable me alcanza,
slo aspiro a vivir escondido all, en el lugar ms alto,
donde sopla el viento, en la cumbre de la montaa,
alimentndome, lo que reste de vida, de granos cados,
solitario, bebiendo agua de las grietas de las peas.
Amigos mos, se prueba el sabor de la muerte una vez,
mas yo la he probado cincuenta veces!
Siento ahora, a punto de partir,
como si no hubiera obtenido de la vida
sino un instante tan fugaz como el resplandor de un relmpago.
Qu te voy a decir sobre m, a ti, Ibn
azm,
amigo en mis cuitas y desventuras?
La paz sea contigo! Yo me voy.
Este saludo te bastar como vitico del amigo que se va;
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Literatura hispanorabe
turī, por ejemplo, inicia una sobriedad serena en el verso, sin trminos conceptistas, con
figuras retricas sencillas, como en una depuracin del modernismo. El tema de las elegas son
los amores y los lugares perdidos, la juventud que se aleja. Es famosa su elega a la princesa
Wallāda, con la que tuvo unos turbulentos amores, en el marco de las ruinas de Medinazahara,
poema extraordinariamente traducido por Emilio Garca Gmez:
Desde al-Zahara con ansia te recuerdo.
Qu claro el horizonte!
Qu serena nos ofrece
la tierra su semblante!
La brisa con el alba se desmaya:
parece que, apiadada de mis cuitas
y llena de ternura, languidece.
Los arriates floridos nos sonren
con el agua de plata, que semeja
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āfa
mis estancias en la Ŷafariyya.
Qu lugares para el alma, jardn y agua,
qu lugares para la juvenil locura!
Cuntas fiestas y tertulias en el Barranco,
junto a los arriates donde miraban los narcisos;
valle con aura, lugar de deseos y ansias,
an nublado, se soleaba por el resplandor del vino
que apareca refulgente en la copa!
Nos reunimos en la Fuente del panal, all empezamos,
volvimos luego y an fue mejor;
all llevaron a la novia del placer, hur de esbelto talle,
dulce sonrisa, mejilla de rosa,
de manos alheadas con el vino.
Cuntas veces cruzamos el Puente,
al palacio del Cristiano, entre colinas blancas!
Pasbamos a la playa en la orilla del ro,
donde juguetean los vientos y esparcen los perfumes
de las flores que all crecen entre caas cimbreantes!
91
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,
mientras el viento soplaba en los arroyos,
rizando la superficie del agua en las acequias,
y el sol haca brillar su lanza enrojecida!
Qu amable Azahara, la de la bella vista,
con su aura suave como suspiro, de diamantina pureza!
Basta un atisbo de su belleza para admirarla,
jardn del Edn, ro del Paraso,
con slo mirarla la vida se alarga.
Son lugares donde lloro el amor perdido,
ms tierno y fresco que la rosa de jardn;
all nos vestimos el ropaje nuevo y bordado del amor;
fuimos para el placer ejrcito poderoso,
nuestro aliado era el perdn, nuestro enemigo el viga;
la temprana primavera los visti con brocado
all llegaron vientos suaves y hmedos,
sus hijos nacieron dulces de carcter.
Todava nosotros, maana y tarde,
mandamos saludos a aquellos lugares.
Oh amigos mos, a dnde hemos llegado!
No hay principio al que el fin no siga.
Miro cmo contentar a la suerte,
pero la fortuna es adversa y la miseria llega,
dicen que acaba, pero el odio sigue.
Me fui porque la libertad era oprimida;
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Sevilla
Tras la cada del califato, Sevilla se convierte en un reino independiente, en una taifa, bajo la
soberana de una aristocrtica y rica familia de provincias: los Banū Abbād. Ya el
primero de estos prncipes sevillanos, Abū-l-Qāsim Mu
ammad ibn Abbād (1023-1043), muestra las caractersticas que van a acompaar a todos
los soberanos de su estirpe: inteligencia, falta de escrpulos, ambicin, valor, orgullo y sensibilidad
esttica. Con este bagaje consiguieron ampliar los lmites de su taifa al Algarve, Huelva, Algeciras,
Ronda, Crdoba, parte de Jan y Murcia. Su extremada sensibilidad esttica, refinada por una gran
cultura, les hizo rodearse de belleza, ya se encontrara en un rostro femenino, en un objeto precioso, en
un palacio o en un poema. Por ello, y esto es lo que nos interesa aqu, Sevilla fue la capital potica del
al-Andalus en la poca de las taifas hasta tal punto que la cada de los Banū Abbād,
destronados por los almorvides, genera un tpico literario: el odio a Sevilla,
79
motivado por el
recuerdo, irrepetible con la dinasta norteafricana, de que una buena casida no slo reciba un alto
pago crematstico sino que poda salvar la vida, al aplacar la ira de los colricos y estetas soberanos
de Sevilla.
La primera poca de la poesa en Sevilla es todava una continuacin de los gustos de los
ltimos aos del califato: los poetas cultivan las nawriyyāt -panegricos que fueron reunidos
en una antologa por el literato sevillano Abū-l-Walīd Ismāīl-ibn
Āmir (1023-1069), que era conocido como habīb (amigo, amado).
La poesa sevillana toma un mayor grado de exquisitez en busca de la ms perfecta belleza formal
en el reino de Abbād ibn Mu
id, el ms inteligente, cruel y esteta de los reyes sevillanos, poeta ocasional l mismo y amante de la
poesa, de forma que intenta conseguir que sus ministros sean poetas o que los poetas sean ministros,
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logro perfecto que alcanza al tener como ministro a Ibn Zaydūn, huido de Crdoba. Pero
seguramente ya es el mejor poeta de su corte su hijo, el prncipe Mu
ammad ibn Abbād, que logra aplacar la clera paterna con una casida, cuando pierde, por
desidia, la efmeramente conquistada plaza de Mlaga. 80
El prncipe, desde muy joven, es poeta, y como dice Emilio Garca Gmez, personifica la poesa
en tres sentidos: compuso admirables versos; su vida fue pura poesa en accin; protegi a todos los
poetas de Espaa, cuando Sicilia y Kairaun fueron, respectivamente, invadidas por los normandos
y las tribus beduinas . 81 En Silves, donde su padre le hizo gobernador a los doce aos, conoce a la
esclava Rumaykiyya, a la que har su esposa favorita y a la que dedicar versos bellsimos, porque Mu
ammad ibn Abbād, que reinar con el nombre de al-Mutamid, es especialmente un poeta del
amor. Recordemos por ejemplo el acrstico en el que cada verso comienza con las letras del nombre
que Rumaykiyya tomar como esposa real: Itimād:
Invisible tu persona a mis ojos, est presente en mi corazn.
Te envo mi adis, con la fuerza de la pasin, con lgrimas de pena, con insomnio.
Indomable soy, t me dominas y encuentras la tarea fcil.
Mi deseo es estar contigo siempre. Ojal pudieras concederme ese deseo!
Asegrame que el juramento que nos une no se romper con la lejana.
Dentro de los pliegues de ese poema, escond tu dulce nombre, Itimād. 82
Tambin en Silves, el prncipe Mu
ammad conoce a Ibn Ammār (1031-1086), nacido en una aldea de esta poblacin lusitana,
con el que le unir una amistad equvoca y apasionada. El rey al-Muta
82
80
M. J. Rubiera Mata, Al-Mu tamid ibn Abb ād. Poesas , Madrid, 1987 (2. ed.).
81
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id destierra a Ibn Ammār por considerarle una influencia perniciosa para su hijo y este hecho
nos permite comprobar la calidad potica de Ibn Ammār, tan excelente poeta como poltico.
Desde Zaragoza se dirige a al-Muta
id para intentar lograr que le levantase el destierro, con una casida elegaca, al estilo de Ibn
Zaydūn, pero con una solemnidad de treno:
No es sino por m, por quien zurean tristemente las palomas,
no es sino por m, por quien lloran las nubes;
no es sino por m, por quien el trueno ha lanzado su grito vengador
y por quien el relmpago ha hecho vibrar su filo cortante;
no es sino por m, por quien las brillantes estrellas se han vestido
de duelo, y por quien han marchado en cortejo fnebre;
no es sino por m, por quien el huracn ha rasgado sus vestiduras
y gime con los gaidos de las tiernas gacelas;
Acogedme!, si habis logrado tranquilizar a los que
engolfados en el cfiro, muestran tras l, su clera;
negros y adustos rostros, a los que no distraen
ms que unos labios sonrientes,
me ocultaron de la amenaza de la muerte, muerte sobre postes
en los que imagino que estn clavadas cabezas,
y me metieron en las tinieblas, en las que creo que tienen
un aprisco entre las estrellas ocultas;
Mal haya de unos caballos que me alejaron de la tierra
de la grandeza y de las obras generosas!
Tras el fnebre comienzo, el poema se endulza con el nostlgico recuerdo de los das pasados en
Silves:
Acaso Silves no ha llorado por el que sufre
y Sevilla no ha suspirado por un arrepentido?
La lluvia cubri el manto de nuestra juventud
en un pas donde los jvenes rompan los amuletos de la infancia.
Al recordar el tiempo de mi juventud, es como si se encendiese
el fuego del amor en el pecho.
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ammad en Silves y que tambin ste recordara aos ms tarde en un poema dirigido precisamente
a Ibn Ammār:
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ammad, ya con el nombre de al-Mutamid, el cual hace volver inmediatamente a Ibn Ammār a
la ciudad y ambos gobiernan, uno como rey, otro como ministro, mientras gozan de los ms refinados
placeres que les ofrece esta mtica Sevilla oncena y hacen poesa. Pero no son los nicos poetas de
la corte, pues adems de los sevillanos, llegan a la ciudad poetas no solamente por el mecenazgo real
sino por el exquisito ambiente cultural.
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En Sevilla aparece con gran fuerza la que podramos llamar tercera generacin potica de las taifas,
poetas nacidos en la mitad del siglo en los ms diversos lugares de al-Andalus y que representan la
culminacin potica de las provincias, la culturizacin literaria de al-Andalus, fuera de la Btica.
Uno de estos poetas es Ibn Wa
99
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būn fue uno de los pocos personajes de la corte que os lamentar la muerte de
Ibn Ammār. Porque la amistad de al-Mutamid e Ibn Ammār haba terminado
trgicamente. El poeta lusitano, convertido en gobernador de Murcia, se haba ensoberbecido y
atacado al rey de Valencia, el nieto de Almanzor, Abd al-Azīz. Al-Mutamid, desde Sevilla,
haba escrito una irnica casida contra Ibn Ammār, rindose de sus orgenes humildes con
unos irnicos versos en los que elogiaba a los antepasados de forma solemne:
Los ms poderosos seores y soberanos,
los coronados en tiempos antiguos...
Para continuar con una descripcin de
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Los poetas de la corte de Sevilla se desperdigaron. Para algunos era su segundo destierro, como para
Ibn Hamdīs de Siracusa (1055-1132), que haba perdido su patria a manos de los normandos
y haba encontrado una nueva en Sevilla. Se exiliar de nuevo a Buga, a la corte de los hammades,
donde describir una fuente de los leones, tema recurrente en la poesa y el arte hispano-rabe:
Valientes leones habitan la guarida de los jefes
y susurran el agua como rugidos.
Es como si el oro cubriese sus cuerpos
y el cristal se deslizase por sus bocas,
leones cuyo descanso es inquietud,
como si algo se agitase en su interior.
Ya he mencionado su arrojo: estn sentados
sobre sus cuerpos traseros para atacar.
El sol muestra su color como si fuese fuego
y como si sus lenguas diesen lametones de luz.
Es como si hubiesen desenvainado las espadas
de los arroyos que se derriten sin fuego. 90
Tambin Ibn al-Labbāna ha de buscar una nueva patria de nuevo, despus de haber
encontrado refugio tras la prdida de su patria originaria, Denia, conquistada por los hudes de
Zaragoza, una de las pocas taifas, con Toledo, donde la poesa fue episdica. Pero antes es el nico
poeta de la corte sevillana que acude a visitar a al-Mutamid en su destierro de Agmāt y le recita
poemas escritos an en su honor. Ibn al-Labbāna, este personaje menudo y orgulloso, haba
encontrado en al-Mutamid el seor al que servir con sus versos y tras su cada sabe que se encontrar
en la situacin del buen vasallo si hubiese buen seor. Tras la muerte de al-Mutamid y su paso rpido
por Buga, se refugia en la taifa de Mallorca, que no ha sido an conquistada por los almorvides.
Su seor, el eunuco Mubaar, tal vez no se asemeja a al Mutamid, pero s a los soberanos de su
infancia deniense, tambin antiguos esclavos de raza europea. All compone los versos de su madurez,
poblados de aves enamoradas como siempre y con una secreta vena de poesa tradicional, como el
resto de su poesa.
As, Mallorca tendr los adornos de las aves:
90
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105
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mad ibn Abd Allāh, apodado el ciego de Tudela, famoso por sus moaxajas y criado en
Sevilla (m. 1126), dice:
Me aburr de Sevilla y ella se aburri de m.
Si ella me habl como yo la habl,
nos injuriamos mutuamente, por igual.
Mi alma me movi a abandonarla y a vagar errante,
porque el agua es ms pura en la nube que en el charco. 92
91
503-510.
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Levante
Los fātas o antiguos funcionarios califales, de origen europeo y servil, se hicieron dueos,
a la cada del califato, de las provincias de al-Andalus que se extendan a lo largo de la costa este de
la Pennsula, el arq al-Andalus, o Levante. Estas tierras, de clima suave y prspera agricultura, no
haban conocido anteriormente un gran desarrollo urbano, a excepcin de Murcia, y la culturizacin
producida por la llegada de las lites cordobesas fue muy sensible. Hubo, con un gran desarrollo
urbanstico, un despertar a la cultura rabe, hasta entonces fenmeno lejano de la Btica, tanto ms
cuanto los ms conspicuos intelectuales de la corte siguieron a los grandes fātas en su
aventura taifal.
As, los primeros nombres que suenan en tierras levantinas son los de los poetas cordobeses como
alli. Ya vimos cmo una de las ms perfectas casidas neoclsicas de este ltimo poeta haba sido
compuesta, en Valencia, en honor de los dos fātas que compartan el poder en esta ciudad.
La presencia cultural cordobesa contina en Valencia cuando se convierte en rey de la misma Abd
al-Azīz, nieto de Almanzor.
Algo muy parecido sucede en el vecino reino de Denia, donde su soberano, Muŷāhid,
cultsimo militar de origen seguramente sardo, aunque educado en Crdoba, acoge a importantes
intelectuales cordobeses. En esta taifa la poesa ser fruta madura, ya que Muŷāhid no es
proclive a los poetas y prefiere a los fillogos, ulemas y prosistas, porque, fillogo l mismo, cree que
los poetas no utilizan las palabras con propiedad. Ante la figura de Ibn Darrāŷ guarda
un respetuoso silencio, cuando el anciano poeta recita ante l una solemne casida en la que hace
referencia a Muyŷāhid como marino, ya que con sus naves conquist las islas Baleares
y Cerdea, y que comienza as:
Naves que son como esferas celestes y donde sus arqueros
son estrellas, armadas de punta en blanco.
Cruzas con ellas los abismos del mar,
y sus olas se fatigan por el peso abrumador.
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Pero cuando los poetas no tenan la categora de Ibn Darrāŷ, eran objeto de su
desprecio. Un da se le present Abū Alī Idrīs ibn al Yamānī
de Ibiza, isla famosa por sus sabinas, y le recit, mientras el emir se dedicaba a tirarse de unos pelillos
que tena en la mejilla ante el farragoso estilo del poeta balear, lo siguiente:
Cuntas noches he viajado, preocupado porque conmigo no iba la estrella de la buena suerte; iba
acompaado de un grupo de gentes altivas como leones del desierto o serpientes.
Vestan las negras tinieblas, cuando andaban por la noche; se velaban con el resplandor de la maana,
cuando caminaban por el da; caminan al occidente de cada tierra en su oriente, y el oriente de cada
tierra es occidente.
El alba est velada y la noche ha tendido su tienda; es como si las deslumbrantes estrellas fuesen un
grupo de gente entre los que se levanta la luna como un predicador en el plpito.
Es como si la luz de la aurora fuese la bandera de un jinete que siguiese un ejrcito de estrellas. Es
como si el rayo del sol fuese el rostro de Muŷāhid cuando ilumina con su resplandor
el atardecer.
Cuando termin el poema, Muŷāhid le arrebat el papel en el que estaba escrito, se
lo llev a la nariz, lo oli y tapndose la nariz con los dedos, dijo: Tu poema huele a sabina . 93
Su sucesor Alī ibn Muŷāhid (1045-1076), aunque no aparece como tal crtico
con los poetas, tampoco tiene una corte potica a su alrededor. Los poetas denienses como Ibn alLabbāna ya citados pertenecen a la tercera generacin taifal y la conquista de Denia por los
hudes de Zaragoza les lleva a exiliarse de su patria y hacer florecer su poesa en otras tierras. No es
solamente el caso de Ibn al-Labbāna: el filsofo, cientfico, mdico, botnico y musiclogo
Abū-l-
alt (1067-1134), nacido en Denia y emigrado a Sevilla, ser poeta en las lejanas tierras de Egipto y
Tnez.
Parecida situacin se da en Murcia, pues ya hemos visto el caso de Ibn Wa
93
M. J. Rubiera Mata, La taifa de Denia , Alicante, 1988 (2. ed.), pp. 132-134.
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būn, poeta en la corte de Al-Mutamid. Parece que hay que esperar al siglo XII para encontrar
muchos excelentes poetas en esta tierra.
La excepcin se encuentra ms al sur, en tierras levantinas de lo que hoy es Andaluca, en Almera,
pues cuando acceden al poder los Banū Sumādi
im, se produce una pequea corte potica. Curiosamente la mayor parte de los poetas, exceptuados
los prncipes de la familia real, son de origen granadino, huidos del ambiente poco favorable para la
literatura rabe que ofreca la corte de los bereberes zires de Granada, donde el nico poeta que haba
podido sobrevivir fue Abū Is
āq de Elvira, el alfaqu de corazn de esparto. 94 As, son poetas en Almera Ibn
umaysir de Elvira, uno de los pocos poetas andaluses especializados en poemas de tipo asctico o
zuhdiyyāt , como muestra el siguiente poema:
El mundo es fugitivo y por eso dicen que es un espejismo;
todo lo que se construye acaba en desolacin y ruina;
el destino es avaro y siempre hay en l desasosiego;
quita lo que ha dado y lo que da es castigo;
el da del Juicio todos los hombres sern interrogados
y habrn de responder;
El Acirate estar levantado aquel da, en el que nada quedar oculto.
94
A. Ramn Guerrero, Ibn al- Grafa addād y otros poetas rabes de Guadix (S. XII) ,
Granada, 1982.
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im, rey de Almera (m. 1091), es, como al-Mutamid, un rey poeta, aunque no tiene la brillantez del
sevillano, al que posiblemente envidi un tanto. Tiene algunas imgenes bellas como:
Miro las banderas palpitantes, movidas por las manos del viento;
ellas son nuestras mejores galas, y al verlas tremolar
parecen los corazones del enemigo el da de la batalla.
[Traduccin de S. Gibert].
97
Ms inters como poetas tienen sus hijos Rafīl-Dawla, Abū Ŷafar, Izz alDawla y Umm al-Kirām, esta ltima una mujer, de la que se conservan un par de versos, pero
tal vez sus poemas no hubiesen sido conocidos si no fuera por su condicin de prncipes.
Pero este arq al-Andalus o Levante se redime de no ser poticamente la Sevilla oncena con el
mejor poeta modernista de al-Andalus, Ibn JafāŶa de Alcira (1058-1139). La vida de
este poeta de la ribera del Jcar no tiene el dramatismo de las de Ibn Zaydūn, al-Mutamid o
Ibn Ammār. El acontecimiento ms importante de su vida fue su encuentro, yendo de viaje
con Ibn Wa
būn de Murcia, entre Almera y Lorca, con un destacamento de caballeros cristianos que
les atacaron y mataron al poeta murciano, pero Ibn Jafāŷa logr huir (1091). Rico
hacendado, no necesit ir en busca de mecenas de una corte en otra, ni en poca de los reyes de taifas,
ni de los almorvides, aunque hizo algunos viajes y escribi algunos panegricos. Es, pues, su poesa
y solamente su poesa lo que le hace atravesar los siglos hasta nosotros.
Se le ha llamado el poeta jardinero porque su poesa en este gnero potico alcanz la ms
extraordinaria calidad, pero en realidad su sentimiento de la naturaleza desborda el marco del jardn
y las flores, de forma que la poesa que describe, la naturaleza se llamar, en al-Andalus, de estilo
jafāŷyi , haciendo referencia a su apellido.
96
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Es difcil analizar el secreto potico de Ibn Jafāŷa, especialmente cuando las muestras
de su poesa han de leerse en una traduccin que ha perdido la belleza de las figuras de lenguaje
utilizado por el poeta como sus delicadsimas aliteraciones. Desde las imgenes del pensamiento,
desde las comparaciones y todo tipo de metforas, podemos decir que realiza un encadenamiento
sutil, de forma que cada imagen lleva la connotacin de otras muchas. As, cuando nos describe un
jardn, vemos una sonrisa, un ejrcito en marcha, el vino en su copa de cristal y a un caballo alazn,
como en la siguiente raw
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iyyāt . Un ejemplo podra ser el poema cinegtico que traducimos a continuacin y en el que
ha logrado reproducir todo el colorismo y dinamismo de una cacera:
Caza con toda clase de aves de rapia,
de ruidosas alas y rojas garras,
cuyos costados estn rodeados de un tejido rayado
y tienen los ojos alcoholados de oro;
se les da suelta, con todas las esperanzas
y vuelven con las garras y el pico teidos;
tambin estn los corredores, de gran hocico, ojos pequeos,
flexible talle, correas al cuello, y experimentados;
muestran dientes como puntas de lanzas,
mas cuando corren, son las propias lanzas cimbreantes;
siguen a la presa sobre las rocas, mientras la noche
les envuelve con su manto de color de la pez;
unos son negros, con ojos llameantes,
que parecen lanzar carbones encendidos;
otros llevan camisa rojiza en la que, la correa,
parece un cometa errante en una nube de polvo;
corren sobre la lnea de un camino borrado,
pero ellos leen la lnea de escritura;
su esbeltez ha doblado su espinazo, de tal manera que parecen
lunas menguantes entre el polvo que les oculta.
A veces la presa es un zorro de vientre blanco,
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101
100
101
E. Garca Gmez, Ibn al-Zaqqāq. Poesas , Madrid, 1956 y ss., nm. 21.
115
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Badajoz
Si en las tierras de al-Andalus que reciban primero el sol floreci la poesa, no fue menos en las
tierras del occidente donde se ocultaba, pero tal vez, en un paralelismo con el fenmeno astral, esta
poesa no va a ser tan luminosa.
Si el Levante fue conocido por arq al-Andalus, el occidente lleva tambin el nombre geogrfico
correspondiente: Garb al-Andalus, u oeste de al-Andalus, nombre que perdura an hoy en el sur de
Portugal, en el Algarve.
En esta zona sudoccidental, los poetas estuvieron bajo la influencia estelar de Sevilla, pues los
pequeos reinos del Algarve fueron incorporados a esta taifa por al-Muta
id. As, el mejor de sus poetas en esta poca fue Ibn Ammār de Silves. Pero las tierras centrales
de lo que es hoy Portugal y la Extremadura espaola formaron el reino de taifas de Badajoz, que
conserv su autonoma hasta la conquista de los almorvides con la dinasta de los Banu Af
as o aftases. Estos soberanos, de lejano origen bereber, se distinguieron de las otras dinastas de este
origen tnico ms o menos lejano como Granada y Toledo por gustar, cultivar y proteger la literatura.
La corte de Badajoz tuvo tambin un poeta modernista, Ibn
āra de Santarn (m. 1123), del que ya mencionamos un poema sobre la berenjena, pero su
poesa resulta muy artificiosa frente a la maestra de Ibn Jafāŷa. Por ejemplo, Ibn
102
E. Garca Gmez, El libro de las banderas , op. cit. supra , pp. 170-171.
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asan y Abū Mu
ammad, los dos ltimos muertos en fecha desconocida. Los tres eran poetas de tipo modernista y se
nos ha conservado un poema hecho por los tres al alimn.
Los tres hermanos haban estado bebiendo juntos hasta que el sueo les venci. Al amanecer, se
despert primero Abū Mu
asan:
Oh hermano mo! Levanta a ver la languidez del cfiro,
103
Literatura hispanorabe
asan y dijo:
Oh hermanos mos! Dejad los reproches
y bebamos el mejor vino de nuestra bodega!:
despreocupaos del transcurso de los das:
el da es de vino y la maana ocasin de beberlo! 104
El hedonismo de los Banū Qab
urnu no fue interrumpido por la cada de Badajoz en poder de los almorvides, mientras otro poeta,
Ibn Abdūn de vora (m. 1126), entonaba un lgubre treno por la cada de los reyes de taifas
en general y de los aftases en particular.
Este gnero, el treno - rita o martiya en rabe- ya tiene unas caractersticas propias en esta
poca, tanto desde el punto de vista formal con el uso de anforas que le asemejan a una letana, como
desde el punto de vista temtico con el leitmotiv del ubi sunt o dnde fueron los pueblos y grandes
hombres que vivieron en el pasado y luego desaparecieron. El treno de Ibn Abbūn ofrece
todas estas caractersticas, pero la enumeracin de personajes de la antigedad que desaparecieron
como lo haban hecho los reyes de taifas le convierte en una especie de enciclopedia erudita en verso.
El mejor elogio fnebre de la poca dorada de los reinos de taifas lo realiz otro contemporneo de
Ibn Abdūn y originario de las tierras del occidente de al-Andalus: Ibn Bassām de
Santarn, al escribir una antologa crtica de la literatura que se haba producido en el siglo de oro
de al-Andalus: el siglo de las taifas.
104
Literatura hispanorabe
119
Literatura hispanorabe
La voz femenina
El exilio de la poesa termin con la llegada a al-Andalus de unos nuevos invasores norteafricanos:
los almohades. Aunque bereberes y reformistas religiosos como los almorvides, no rechazan las
formas culturales rabes con posibles rasgos de laicidad como la poesa. Los ms hiperblicos
madī
neoclsicos acompaan a estos nuevos califas y en las provincias de al-Andalus vuelven a surgir cortes
literarias. Un caso muy significativo es Granada, silenciosa poticamente durante la poca taifal y
almorvide, que ve aparecer en el siglo XII excelentes poetas alrededor de su gobernador almohade
como al-Kutandī, al-Ru
im de Almera, etc.
105
por lo exiguo de las composiciones que con su nombre nos ha llegado, y, en segundo, porque estas
escasas muestras no ofrecen unas caractersticas destacables fuera de la rareza de haber sido escritas
por mujeres en una sociedad medieval y musulmana.
Pero en el siglo XII la situacin cambia: el nmero de las poetisas aumenta y, entre ellas, una ofrece
una extensa y excelente produccin potica:
af
a Bint al-
105
Literatura hispanorabe
af
106
Literatura hispanorabe
Abū Ŷafar ibn Saīd, que tambin era poeta, 107 perteneca a una familia de
aristcratas e intelectuales cuyo feudo era Alcal la Real y, como muchos de los nobles e intelectuales
andaluses, se opuso a la dominacin almohade, pero fue capturado y ejecutado. Al saber la muerte
que le esperaba, Abū Ŷafar le dijo a su primo que le visitaba en la prisin las siguientes
palabras que reflejan el mundo brillante y hedonista de estos poetas andaluses:
Se derraman por m esas lgrimas, que he gozado de todos los placeres de este mundo, que me he
alimentado con las pechugas de las aves, que he bebido de las copas de cristal, que he montado en los
mejores corceles, que he reposado en los ms mullidos lechos, que me he vestido con las ms finas
telas y brocados, que me he alumbrado con las velas de cera pura y que he gozado de los amores de
las ms bellas mujeres?
Una de las ms bellas de sus amantes,
af
a le guard luto y permaneci soltera hasta su muerte, dedicando a su memoria diversos poemas en
los que grita su ausencia irremediable:
Envo un saludo, que los clices de las flores abre
y hace zurear a las palomas en las ramas.
A quien ausente est, pero mora en mis entraas
aunque de verlo mis ojos estn privados.
No creis que vuestra ausencia me hace olvidaros,
eso por Dios, no suceder jams!
Preguntad al palpitante relmpago en noche serena
si me ha hecho recordar mis amores a medianoche;
pues ha vuelto a hacer palpitar mi corazn
y me ha dado la lluvia que cae por mis mejillas. 108
Aunque la mejor, no es
107
108
C. del Moral Molina, Un poeta granadino del siglo XII , Granada, 1987.
Literatura hispanorabe
af
a la nica poetisa de su siglo. Tambin granadina, Nazhūn bint al-Qaala es famosa por sus
stiras en sentido opuesto de la virginal Qasmuna o de las hermanas de Ziyād de Guadix, a la
que los autores rabes atribuyen indistintamente los poemas que se han conservado bajo su apellido.
En uno de ellos, una de las dos hermanas expresa su pasin por una joven de su mismo sexo y nos
deja en la duda de si se trata de un tpico literario o de homoerotismo:
Las lgrimas revelan mis secretos en un ro
donde hay tantas seales de belleza;
es un ro que rodea jardines
y jardines que bordean el ro;
entre las gacelas hay una humana
que posee mi alma y tiene mi corazn.
sa es la razn que me impide dormir:
cuando suelta sus bucles sobre el rostro,
parece la luna en las tinieblas de la noche;
es como si a la aurora se le hubiese muerto un hermano
y la tristeza se hubiese vestido de luto. 109
Tras la poca almohade, la voz femenina enmudece como si al recuperar la identidad andalus en
el reino de Granada el velo del harn que se haba levantado como cortina de jaima bereber hubiese
de nuevo cado.
109
Literatura hispanorabe
La poesa mstica
La poesa de amor humano haba servido a los msticos del Islam como a los de otras culturas para
usarla a lo divino, es decir, para poder expresar el inefable trnsito del alma hacia el amor de Dios
con las humanas palabras del amor terrenal.
El mayor mstico de al-Andalus, Ibn al-Arabī de Murcia (1165-1245), y uno de los mayores
del Islam, escritor prolfico donde los haya, utiliz la riqusima tradicin potica ertica rabe para
expresar el amor divino. Sorprendentemente, prefiri utilizar la antigua casida pre-islmica con su
nasīb elegaco ms que el lenguaje de los modernos. l mismo nos expresa el sentido esotrico
de su poesa:
Todo cuanto menciono: ruinas,
campamentos, estancias, todo.
As cuando digo ah! oh!
y ay! y, para resumir, ay tambin!
y cuando digo ella y l
o ellas y ellos, plural o dual,
tambin cuando escribo en mis versos
que el destino me ha llevado a la altura o a lo profundo,
y cuando digo que las nubes lloran
o que las flores sonren
y cuando clamo por los camelleros
que se fueron hacia el ban de Hajir
o por los camellos de Hima,
y hablo de lunas que se ponen en los gineceos
o soles o plantas que se elevan
y rayos, truenos o brisa,
vientos -el austral- o el cielo,
camino, torrente o dunas, montaas, ruinas o cenizas,
amigos, camellos o colinas,
arriates, boscajes o vedados,
o mujeres de pechos altivos y turgentes,
que surgen como soles o estatuas,
124
Literatura hispanorabe
110
Las casidas de Ibn al-Arabī, como l mismo describe, parecen poesas de tipo clsico, hasta
tal grado que no pudieron ser imitadas por los poetas msticos de al-Andalus, a pesar de la proliferacin
de esta tendencia en el reino de Granada. Posiblemente, desde el punto de vista literario tuvo mucha
mayor importancia el modelo de poesa mstica del egipcio Ibn al-Farīd (m. 1235), que utiliza
con gran maestra el lenguaje de los modernistas tanto con el lenguaje de los gazal como con el de
los poemas bquicos para expresar la embriaguez mstica como en su famosa jamriyya .
Es el lenguaje potico de Ibn al-Farīd el utilizado, por ejemplo, por el poeta granadino Ibn
al-Ŷayyāb (m. 1348) en la siguiente jamriyya mstica:
Srveme el vino puro, sin mezcla,
que es mi descanso y medicina;
si se vierte una sola gota en el vaso,
el cristal transparenta la ardiente claridad;
si lo bebe el pervertido,
le ofrece un enigma con un secreto oculto;
si lo bebe el iniciado,
le mostrar la verdad clara;
le dejar suspendidos los sentidos
de forma que no podr hacer viaje nocturno o diurno.
Se llena de una alegra como si le cantasen
110
V. Cantarino, Casidas de amor profano y mstico, Ibn Zaydun. Ibn Arabi , Mxico,
1977, pp. 100-101.
125
Literatura hispanorabe
allāŷ;
No le es posible explicar sus sensaciones y llega a rebasar
su capacidad de lenguaje, como si fuese tartamudo;
le ciega una luz brillante para ver la realidad
pero que le hace ver en la oscuridad;
desea subir con ella al centro de su origen,
pero es arrojado en un mar proceloso.
Si es ayudado con compasin y felicidad,
se salvar despus de un largo perodo de agitacin.
Y volver con mayor gracia a la bebida
que mezcla lo dulce con lo amargo. 111
La mayor aportacin potica de Ibn al-Arabī fue posiblemente el uso de la moaxaja en
temas msticos, donde no utiliza el lenguaje figurado sino que directamente habla del amor divino.
As, dice:
Arcanos de las esencias
que brillan sobre los seres,
para aquellos que los ven;
el enamorado, celoso
por aquello, en delirio,
se queja.
Y dice, mientras la pasin
111
p. 46.
126
Literatura hispanorabe
le consume y la ausencia
le turba:
Cuando est presente la ausencia
no s, despus,
quin lo alter.
El siervo est loco de amor,
ya que el Uno nico
lo ha escogido.
En lo esotrico y en lo exotrico,
en lo arcano y en lo pblico,
en los dos mundos,
yo soy juez
y t, siervo de los dolos,
eres el avaro.
Todo es duro
para quien se queja
de la humillacin de lo velado.
Oh quin tiene corazn
y no lo hizo arder
en su juventud!
El Seor se hubiese acercado,
pero fue falso.
Arrepintete y proclama!: Oh misericordioso!
Oh po! Oh generoso!
Yo estoy triste,
la ausencia me agota.
No est el amado cerca,
ni se le ve.
Me aniquil por Dios
en lo que el ojo ve
del ser
127
Literatura hispanorabe
y en estado de gracia
grit: Dnde est el adnde
en la separacin?
Y contest: Oh negligente!
Nunca has visto la esencia en su ausencia.
Acaso no viste a Gaylān
o a Qays o a cualquiera
de los que fueron,
decir: El amor es poder,
si se instala en el hombre,
religin le aniquila. 112
En este camino de expresin potica, fue seguido Ibn al-Arabī por otros poetas msticos
como el granadino al-Sutārī (1212-1269), posiblemente por el carcter musical de la
moaxaja y el zjel que servira para ayudar a entrar en trance en las sesiones msticas, y de ah por
ejemplo la reiterada aparicin en los zjeles de al-utari de invitacin a girar, que parece hacer
alusin a la conocida danza mstica que an podemos ver actualmente en los derviches girvagos.
Seguramente por la misma causa, es decir, su utilidad como ayuda para entrar en trance, Ibn
al-Arabī compone mu aarat , poemas de diez versos como su nombre indica, que
tienen la peculiaridad de comenzar cada verso con la misma consonante con que termina, figura
potica conocida por epanadiplosis en la retrica clsica. Tras Ibn al-Arabī, una serie de
poetas andaluses del siglo XIII escriben este tipo de poemas, siempre con tema asctico mstico, y
dedicados a Mahoma, como Mu
amad ibn Faraŷ de Ceuta, Abū-l-Rabī Sulaymān ibn Salīm alKilāī de Valencia e Ibn Mura
112
Literatura hispanorabe
al de Mlaga y en el siglo XIV, el citado Ibn al-Ŷayyāb de Granada, que adems glosa
cada verso en un poema de estrofas de cinco versos. 113 El resultado es una poesa forzada y farragosa
pero que deba cumplir el fin para el que fue compuesta, tal vez usarse en las sesiones msticas,
ayudando a entrar en trance con sus aliteraciones.
113
M. J. Rubiera Mata, Las dcimas del profeta, Al-Qan Grafa ara , 1 (1980), pp. 55-64.
129
Literatura hispanorabe
114
de segunda potencia, de las asociaciones de imgenes ligadas en cadena, hasta el punto de que la
poesa rabe andalus se asemeja, en cierto modo, a la paraliteratura de las adivinanzas o los orculos,
necesitada de intrprete que descifre su lenguaje. El resultado es una poesa preciosista como un
paisaje pintado sobre seda.
As,
afwān ibn Idrīs de Murcia (1165-1202) dice describiendo a un efebo y en unos versos
en los que la comparacin ya lexicalizada del agua rizada como loriga y las naranjas de color rojizo
se combinan en el efecto descrito por Garca Gmez:
Gacela llena de coquetera,
que a veces nos agrada y a veces nos asusta;
arroja naranjas en una alberca
como el que mancha de sangre una cota de malla.
Es como si arrojase los corazones de sus amantes
en el abismo de un mar de lgrimas. 115
Poema que nos recuerda el de Garca Lorca:
A la mitad del camino
cort limones redondos
y los fue tirando al agua
hasta que la puso de oro.
De nuevo la imagen del ro enlorigado aparece en al-Ru
114
115
Literatura hispanorabe
116
El mismo al-Ru
āfī transpone, dentro del mismo fenmeno potico de rizar el rizo de la poesa, el tema
de la belleza de los efebos a la descripcin de los artesanos y as dice en un poema sobre un carpintero
en el que invierte la metfora lexicalizada de la esbeltez de la cintura como rama:
Aprendi el oficio de carpintero y me dije:
Quiz lo aprendi del aserrar de sus ojos en los corazones
desgraciados los troncos que se apresta a cortar,
unas veces tallndolos y otras a golpes!
Ahora que son maderos, comienzan a coger el fruto de su delito,
de cuando, siendo ramas, se atrevieron a robar la esbeltez de su talle.
[Traduccin de E. Garca Gmez].
117
Los trgicos acontecimientos para al-Andalus que se produjeron en el siglo XIII, es decir, la
conquista cristiana de la mayor parte de al-Andalus, no afectan al preciosismo de la poesa. As,
Abū-l-Bacqā de Ronda (1204-1286), autor por otro lado de una famosa elega sobre
la prdida de al-Andalus, describe as a una muchacha en el bao:
Surge del bao secndose el rostro
del agua de rosas y azufaifas;
el agua se desliza por las trenzas de su cabello
como el roco por las alas de un cuervo.
116
117
Literatura hispanorabe
akam de Menorca, minsculo reino mudjar o vasallo de Jaime I de Aragn, donde se forma
una pequea corte literaria de exiliados andaluses de la Pennsula, los poetas continan con este
preciosismo. En una ocasin el seor de la isla balear embarc en un navo con su secretario, Ibn
Yāmin de Alcira, poeta que hace honor a haber nacido en la patria de Ibn Jafāŷa
y que improvis los siguientes versos en honor de Saīd ibn
akam:
Oh t, con quien las flores y las luces de los deseos
han madurado y vencido al tiempo!
Menorca es la pupila en los ojos penetrantes del mar
y su luz eres t.
Impresionado por la belleza del poema, Saīd ibn
akam contesta a su secretario con estos versos en los que hace alusin a las ceremonias nupciales
musulmanas:
Estos dos versos son como dos muchachas,
conducidas a sus bodas, a la luz de las estrellas.
Me he convertido en esposo de dos soles
y no s por cul inclinarme.
La magnificencia de la entrega es tal que hace imposible pagar la dote,
ya que son hijas de la inteligencia.
E Ibn Yāmin le contest a su vez, siguiendo con las imgenes nupciales:
Oh rey! Ha cado el roco
y el pobre chaparrn se avergenza.
118
Literatura hispanorabe
ammad (Mahoma). En uno de los poemas dedicados a su primer amante muestra igualmente el
preciosismo de la poca y las imgenes de segunda potencia. As se hace comprensible el ltimo
de los versos que citamos, pues ha de partirse de dos comparaciones lexicalizadas en que las patillas
se asemejan a las patas de los escorpiones y los ojos a armas mortferas, flechas o espadas:
Es un sol con la tnica de prpura
o una luna ascendiendo sobre una rama de sauce?
Muestra unos dientes o son perlas enfiladas?
Son ojos lo que tiene o dos leones?
Una mejilla de manzana o una rosa
que de los escorpiones guardan dos espadas?
[Traduccin de Teresa Garulo].
119
120
M. J. Rubiera Mata, La corte literaria de Saīd ibn Grafa akam de Menorca (s. XIII),
Literatura hispanorabe
Las elegas
Los poetas de esta poca siguen cultivando la elega de estilo Ibn Zaydūn, el recuerdo de
los lugares donde algn da fueron jvenes y felices y de los que estn ausentes. Los citados al-Ru
afī y
afwān ibn Idrīs tienen poemas de este tipo sobre sus patrias, Valencia y Murcia,
abandonadas por motivos particulares. No podan sospechar que los poetas de la generacin siguiente
entonaran elegas por la prdida de al-Andalus, pues la ausencia se tornara no particular sino
colectiva; recogemos la elega de
afwān ibn Idrīs por ser menos conocida e igualmente bella que la de al-Ru
afī:
Acaso el mensajero del relmpago recibe su salario
y esparce el agua de mis lgrimas por m?
De su comportamiento yo no soy culpable,
pues le he pagado, al punto,
para que regase con lgrimas amorosas a Tudmir,
que alegra a quien bebe sus aguas,
que me ha dado de mamar plata derretida,
y por eso, mis ojos le han pagado con el oro de mis lgrimas.
No es incapacidad ma sino ley de la naturaleza
que el agua del mar seque las flores.
Amigos mos, mi gente! Vigilad los caminos del cfiro
por temor de que los suspiros ardan!
Es mi lugar, ms an, es el aire donde se encuentran
las auras perfumadas de mis letras;
es mi nido donde di los primeros pasos. Ojal hubiese perdido
las plumas de la decisin y permaneciese an en el nido!
134
Literatura hispanorabe
Tras este obligado inicio de las lgrimas de la nostalgia, Ibn Idrīs comienza una bellsima
descripcin de Tudmir, es decir, de Murcia, como jardn que rodea el ro Segura y tambin como
mujer, pues es un tpico de la literatura rabe comparar a las ciudades, y en este caso hasta los barrios
como Zanaqāt, con las bellas:
No hay verde jardn que se le pueda comparar,
su Va Lctea es el ro, y sus estrellas, las flores;
lo ms bello es el recodo del ro
donde surgen las flores resplandecientes de los patios.
Yo no saba entonces que el cfiro fuese vino,
pero all, entre las ramas, el agua, el cfiro y las flores de las colinas,
nacieron mis mejores obras literarias,
pues cuando la rama recibe la lluvia dice:
Se puede aprender a ordenar las palabras en verso, desde aqu.
Y as, al esparcir el aliento del cfiro, a las flores de los arriates,
yo aprend a hacer poesa y a modelar prosa.
La magia tiene aqu su fuente,
pues no ves jardn que no sea aprendiz de brujo.
Oh Zanaqāt la bella! Acaso se puede ver algo mejor que t
desde el Alto Escarpe hasta la Seca?
Se miran una a la otra, y cada una es como si estuviese
celosa de que se cortejase a la otra.
Es un bello seno que ha llegado a la plenitud de su belleza
y que est ceido de hojas, como tnicas verdes;
si le pides en matrimonio, te da las monedas de sus flores,
pues no es costumbre de las bellas discutir la dote;
cuando se celebran los esponsales, la cantora de la fronda
hace danzar con sus gorjeos a las tiernas ramas;
el recodo del ro ha vestido a los peces con una loriga,
pero an no ha podido hacerla piezas;
cuando aparece la luna creciente
se la ve como la hoja de una espada,
aunque su naturaleza es curva;
135
Literatura hispanorabe
121
Ibn Al-Ja Grafa īb, I Grafa ā Grafa a , III, pp. 354-356.
136
Literatura hispanorabe
de Valencia (1199-1260) 122 , testigo de excepcin de la cada de su ciudad natal, ya que era ministro
del rey Abī Zayd que rindi la ciudad. Ibn al-Abbār ya haba utilizado el tono elegaco
en la conocida casida que enton ante el califa de Tnez para pedir ayuda para Valencia sitiada. Este
poema fue traducido del rabe al alemn por Adof Friedrich von Schack y a su vez retraducida al
espaol por Juan Valera en sonoros versos 123 :
Abierto est el camino; a tus guerreros gua
oh de los oprimidos constante valedor!
Auxilio te demanda la bella Andaluca
la libertad espera de tu heroico valor...
Ibn al-Abbār no haba hecho ms que empezar su llanto por su tierra perdida. Exilado
en Tnez recordar su tierra como el Paraso perdido, porque ya Ibn Jafāŷa haba
comparado a al-Andalus al Paraso:
Oh gentes de al-Andalus, qu gozo el vuestro!
tenis agua, sombra, ros y rboles;
el Paraso eterno no est sino en vuestras moradas
y si hubiese de elegir, con ste me quedara;
no tengis miedo de que despus entraris en el infierno,
no se puede entrar en el Fuego, tras vivir en el Paraso.
Ibn al-Abbār hace referencia a la idea de al-Andalus como Paraso en una de sus muchas
elegas que dedica a su patria perdida:
Oh Valencia! Recordndote mis lagrimales
vierten sangre en lugar de agua.
Cul es el camino para llegar a unos lugares,
ahora campos de batalla de los extranjeros?;
a unas colinas y a unos valles que no se despojan
de sus vestidos de primavera, ni en invierno, ni en verano.
Era agradable detenerse all y sestear, a veces,
122
Varios autores, Ibn al-Abbar. Politic i escriptor rab valenci (1199-1260) , Valencia, 1990.
123
Schack, Poesa y arte de los rabes en Espaa y Sicilia , Madrid, 1989 (r) pp. 89-90.
137
Literatura hispanorabe
124
M. J. Rubiera Mata, La conquista de Valncia per Jaume I com a tema literari en un testimoni
Literatura hispanorabe
coplas castellanas. Tienen en comn una misma ideologa medieval frente a la muerte, especialmente
en el tema del ubi sunt , pero ah acaban las coincidencias. El poema de Abū-l-Baqā
es una casida monorrima. Aunque indudablemente es ms bella en la versin de Juan Valera, creemos
necesario incluir aqu su traduccin directa del rabe, sin artificios literarios:
Todo, al llegar a su plenitud, disminuye;
no se engae, el hombre, con los bienes terrenales.
Esta morada no perdura para nadie
y no queda en su estado nada.
El destino, inexorable, desgarra toda vestidura
y vuelve romas a las espadas y a las lanzas.
Toda espada se desgasta al matar:
Qu fue de Ibn
tan?
Fue un asunto inevitable,
perecieron porque eran hombres;
fueron los reinos y los reyes
como visiones fantasmales;
el tiempo da vueltas y mata,
como a Cosroes y su prtico.
Como dificultad que no tiene solucin,
Salomn no consigui dominar el mundo.
El destino tiene hambre de todo
y tanto alegras como penas son temporales.
Hay a veces consuelo para las desgracias,
139
Literatura hispanorabe
140
Literatura hispanorabe
126
134-140.
141
Literatura hispanorabe
āzim de Cartagena (1212-1285), emigrado en Tnez, desde donde recuerda su tierra natal y
perdida para siempre con un famoso poema conocido como la Qasida Maqsura
127
, rimada en
metro rayaz , de acuerdo con sus caractersticas, ya que adems de ser una elega nostlgica es una
descripcin pormenorizada de la regin murciana, con abundantes topnimos que hacen las delicias
de los estudiosos.
127
Literatura hispanorabe
143
Literatura hispanorabe
Los poetas-funcionarios
La pobreza intelectual del reino de Granada se refleja especialmente en su poesa, que se asemeja
a la cermica estampillada de sus contemporneos, los artesanos mudjares; encontrado un modelo,
se repite en un molde hasta el infinito. Sus nicos hallazgos son debidos bien al fenmeno de la
condensacin, y a veces el perfume del pasado es de tal calidad que perdura a travs de las altas
temperaturas de la servil imitacin, o bien al auxilio de otras artes, como sucede en la poesa epigrfica.
El conservadurismo institucional granadino hace resucitar viejas formas socioculturales con una
rigidez que seguramente no posea el modelo. As el poeta cortesano, encargado de cantar las glorias
del poder, se transforma en un funcionario en toda la regla. Hay un especie de ministerio cuyo
responsable ha de redactar las cartas oficiales del sultn granadino -escritas en papel rojo, el color
herldico de los emires de la roja Alhambra- y componer las casidas en honor de los soberanos.
Ya indicamos en otro lugar que el talante de estos poetas-funcionarios, siempre a la bsqueda de
una frmula feliz que pudiera aplicarse en diversas ocasiones como una frmula administrativa, era
el de un gremio de artesanos, que trabajaba el sutil material de la lengua rabe bajo la direccin de
un maestro, que correga y pula el trabajo de los aprendices y lea sus propias obras, destinadas a ser
recitadas en los momentos solemnes. De ah que el estilo de todos los poetas al servicio de palacio,
de la Alhambra, se asemeje y haya habido confusin respecto a la autora de los poemas epigrficos,
obra de estos poetas, ligados por la funcin comn y la relacin de maestros y aprendices.
Cronolgicamente, el primer poeta-funcionario es Ibn al-
akīm de Ronda (1261-1309), del que no se conservan demasiados ejemplos de poesa porque
fue, adems de arrez del gabinete de escritura de la Alhambra, primer ministro, y lleg a detentar
el poder real, con lo que fue a l a quien dedicaron los poemas oficiales. No obstante tal vez sean
suyos los poemas de El Partal. 128
Es en cambio muy extensa la obra de su discpulo Ibn al-Ŷayyāb de Granada
(1261-1348), que fue durante ms de cincuenta aos arrez del gabinete de escritura de los sultanes
128
Literatura hispanorabe
ammad III:
Oh alczar Naŷd, t eres la ms noble de las mansiones
pues has reunido lo bueno con lo ptimo!
Enorgullcete sobre todos los palacios, si quieres,
y sobre todas las comarcas y regiones.
Tienes tal belleza que no tienes parangn
con los palacios de Bagdad y Gumdān;
se han reunido en ti maravillas
que sobrepasan cualquier idea o pensamiento;
es tu cpula como una novia que se pavonea
con su belleza seductora en el cortejo nupcial;
el sol borda detrs de sus cristales
vestidos rebosantes de todos los colores;
brilla su belleza y es, a veces, campo de batalla,
y otras, guarida de leones;
su alberca como el mar tiene flujo y reflujo
mientras juguetea el viento con las ramas;
es como un ejrcito al que se ha ordenado retroceder
y luego vuelve de flanco a sus posiciones;
hacia ella se deslizan arroyos y riachuelos
como espadas desenfundadas de sus vainas;
los leones abren a su alrededor sus bocas
y arrojan coral lquido;
la tierra extiende su verde tnica bordada
que ha tejido la mano de la lluvia;
cuando la lluvia ha servido la bebida,
los rboles agitan sus cuellos de borracho;
129
M. J. Rubiera Mata, Ibn al-Ŷayyāb, el otro poeta de la Alhambra , op. cit. supra .
145
Literatura hispanorabe
res, vuelve a usar el tema de la carrera de caballos de diferentes colores con el molde aprendido, pero
tal vez con una vena potica ms elevada porque es, en nuestra opinin, el mejor de los tres grandes
poetas funcionarios del siglo XIV:
130
131
Literatura hispanorabe
ammad V. 133 En ella describe, entre otras cosas, un combate naval, con un lenguaje que nos trae a la
memoria a al-Mutanabbī y al cantor de los fatimes, el andalus Ibn Hānī:
Acudan los barcos a tu encuentro hendiendo
fieramente las aguas, avanzaban veloces,
hacia la meta de sus anhelos y esperanzas.
132
133
J. M. Continente, La casida en lām de ibn al-Ja Grafa īb titulada Al-man Grafa
al-garīb fi-l-fat Grafa al-qarīb , Actas de las II Jornadas de Cultura rabe e Islmica
(1980), Madrid, 1985, pp. 73-117.
147
Literatura hispanorabe
148
Literatura hispanorabe
134
Literatura hispanorabe
īb del gnero mawlidiyyāt , pascua musulmana que celebraba el nacimiento del
Profeta y que era una fiesta religiosa que haba aparecido en el Islam muy tardamente y no haba
llegado a al-Andalus hasta finales del siglo XIII o principios del XIV. Con este motivo el sultn Mu
ammad V celebra una gran fiesta en su Alhambra -en los palacios que l haba hecho construir- y uno
de los atractivos de la celebracin es un horologio, o complejo reloj mecnico, para el que Ibn al-Ja
īb compone un poema para cada una de las horas que marcaba el artefacto, nueva prueba de
la habilidad tcnica de este poeta y de lo que se haba convertido la poesa en el reino de Granada. 135
Se ha conservado tambin completo el dīwān de un tercer poeta-funcionario del
reino de Granada, Ibn, Furkūn, panegirista del sultn poeta Yūsuf III (m. 1417), que
parece tener unas caractersticas semejantes, tal vez en un grado mayor, de baja calidad potica al
adentrarse en el siglo de la decadencia total de la cultura granadina. Conocemos tambin algunas
casidas de otro poeta funcionario: Ibn Ā
im, que utiliza formas poticas aberrantes como el poema que dedica a Yūsuf V (1445-1446),
que haba de escribirse con tintas de tres colores -negro, rojo y verde- y con esta diferenciacin se
podan leer dos casidas y dos moaxajas.
El ltimo poeta-funcionario es tambin el autntico ltimo poeta de al-Andalus, pues fue panegirista
de Boabdil, el rey chico, y vio la cada de la ciudad de Granada: Mu
ammad ibn Abd Allāh al-Uqaylī, conocido por al-Arabī y natural de Guadix.
Para el ltimo panegrico andalus, la casida se tie de tintes neoclsicos, con un breve nasīb
en que aparece la Suād de los poemas del camello, como el espectro amoroso:
Es acaso el rostro de Suād, despojado de su velo
o la luna del horizonte, surgiendo entre las nubes
o yo estoy perdiendo la razn
o es un sueo que ha aparecido mientras duermo?
Oh qu bella visin para el que la ve,
135
E. Garca Gmez, Foco de antigua luz sobre la Alhambra, desde un texto de Ibn al-Ja Grafa
Literatura hispanorabe
asan Mulhacen:
Es como si fuese un rayo de luz
el rostro de nuestro seor el Imām excelso.
Hijo elegido de Abū-l-
asan
y corona brillante entre los reyes... 136
La monarqua musulmana de al-Andalus mora acompaada de los solemnes versos de la poesa
que haba acompaado a su nacimiento en tiempos de Abd al-Ra
136
Literatura hispanorabe
La poesa epigrfica
La poesa rabe, al final de su largo camino medieval, desde el desierto arbigo al jardn de la
Alhambra, enferm de lnguida monotona, agotado su ritmo solemne de caravana y mortecinas las
estrellas fugaces de sus metforas. Para retener en su senilidad la belleza que ahora le era esquiva
acudi a un inslito elemento esttico: la escritura.
Era el uso de lo grfico como un significante ms de la expresin potica, a modo de los caligramas
de Apollinaire, aunque con un sentido menos ldico, porque el alfabeto rabe haba sido, desde
siempre, algo ms que una escritura; sus rasgos se haban estilizado y embellecido por una razn ms
profunda que el puro gusto esttico de los escribas: la escritura rabe, con el Islam, estaba condenada
a representar, por medio de signos abstractos, las imgenes vedadas por los versculos cornicos. Las
artes menores fueron las primeras que se beneficiaron de la conjuncin de la poesa y la escritura:
muebles, tinteros, espadas, ropajes, tapices, se cubrieron de versos hechos ex profeso por los poetas
y unieron la belleza de la poesa a los rasgos estilizados de la caligrafa. Nunca fue ms la escritura
literatura y la literatura escritura.
Pronto la poesa caligrafiada y ornamental trep a los muros de los palacios y cumpli una
nueva funcin: cantar la gloria de sus constructores los poderosos. En el palacio toledano de alMamūn en el siglo XI ya haba, en el ms exquisito de sus pabellones, un poema epigrfico,
y debi de haber muchos ms entre arcos de herradura y alicatados hasta llegar a la Alhambra. Era
una conjuncin esttica feliz, pues como dice uno de los poemas de la Alhambra: Todas las artes
me han dado su hermosura , es decir, poesa, caligrafa, arquitectura.
De estos posibles poemas de los palacios de al-Andalus, slo se han conservado los de la Alhambra y
el Generalife. Su caligrafa estilizada de tipo andalus, labrada en yeso, sobrevivi enigmticamente a
la incuria del tiempo y de los hombres. En el siglo XIX se estudiaron y se descubri uno de sus autores,
Ibn Zamrak, al que dedic un extraordinario estudio Emilio Garca Gmez 137 . Mucho despus tuve
la fortuna de descubrir que Ibn al-Ŷayyāb e Ibn al-Ja
137
Literatura hispanorabe
138
Gmez ha publicado y vuelto a traducir todos los poemas epigrficos de los palacios granadinos, 139
de forma que es posible pararse a contemplarlos con todo detenimiento. Aqu daremos un paseo corto,
visita apresurada de viaje turstico.
Los poemas de Ibn al-Ŷayyāb se encuentran en los edificios ms antiguos, ya que
es cronolgicamente el primer poeta conocido de la Alhambra. Sus versos adornan esa pequea joya
que es la Torre de la Cautiva, fortaleza por fuera, palacio por dentro, como describe el propio poeta
en las inscripciones que adornan sus cuatro esquinas interiores y que elogian a quien las construy,
el sultn Abū-l-
138
139
E. Garca Gmez, Poemas rabes en los muros y fuentes de la Alhambra , Madrid, 1985.
153
Literatura hispanorabe
Ibn al-Ŷayyāb tambin compuso los poemas del Generalife, construido por
Ismāīl I para conmemorar la victoria de la Vega (1319) sobre los Infantes de Castilla,
don Juan y don Pedro. En las tacas u hornacinas del Generalife donde se ponan unas jarras de agua,
Ibn al-Ŷayyāb dice:
Nicho en la puerta del saln dichoso,
frente a la Majestad y a su servicio
Cun grande es su hermosura, en pie, situado
de este rey sin rival a la derecha!
Moza su jarro de agua nos parece
que en su boda se muestra en la tarima.
Gzate en Ismāīl -por cuanto quiso
Dios honrarte con l- y ten ventura!
Que perdure el Islam, con gloria
de tanta elevacin perpetuamente!
[Traduccin de E. Garca Gmez].
Aunque los poemas de Ibn al-Ja
ammad V, su cada en desgracia los borr y fueron sustituidos por los de Ibn Zamrak, eso sin tener en
cuenta el continuo tejer y destejer de los edificios de la Alhambra por parte de sus soberanos. Quedan
sus versos en las hornacinas que dan paso al saln de Comares:
A todas las bellas supero en hermosura,
con mis adornos y mi corona
y hasta los astros en sus casas zodiacales ante m se inclinan.
El jarrn de agua que yo contengo parece un devoto
cuando en la quibla de la mezquita reza fervoroso;
mi piedad la sed sacia en todo tiempo
y doy mi socorro al que lo necesita,
es como si yo siguiese las huellas de la mano generosa
de nuestro seor el sultn Abū-l-
154
Literatura hispanorabe
aŷŷāŷ,
brille l como luna llena en mi cielo siempre,
mientras dure la luna en las tinieblas!
Los dedos de mi artfice bordaron mi brocado,
tras engarzar aljfares en mi corona;
parezco estrado de novia, y an le supero
pues garantizo felicidad a las parejas;
para quien a m acude, quejoso de sed,
mi fuente le da agua dulce, pura, sin mezcla.
Soy como el arco iris cuando aparece,
con el sol me muestro, seor Abū-l-
aŷŷāŷ.
Que contine guardando la paz,
mientras la Casa de Dios reciba peregrinos!
El resto de los grandes poemas inscritos en los muros de la Alhambra son de Ibn Zamrak, pues
pertenecen a construcciones o reconstrucciones de Mu
amad V, soberano al que sirvi como funcionario-poeta; Lindaraja, las Dos Hermanas, el Patio de
los Leones. De todos ellos incluimos aqu nuestra versin del poema que adornaba la Fuente de los
Leones, los ltimos leones-surtidores de la tradicin artstica y literaria rabe:
Bendito quien dio al sultn Mu
ammad
estas moradas que por su belleza son gala de las mansiones!
Ejemplo es este jardn en que hay tantas maravillas
que el mismo Dios prohibi otro semejante;
y estas figuradas perlas de transparente claridad
que adornan los bordes con orla de aljfar;
la lquida plata que se desliza entre joyas,
tambin pura y blanca belleza;
la vista se confunde ante lo quieto y lo fluyente
155
Literatura hispanorabe
140
Literatura hispanorabe
im.
Ya uno de los primeros poetas del reino de Granada, Ibn Mura
al de Mlaga (1207-1299), utiliza el procedimiento de terminar cada verso en un dual que desdobla:
Oh aquellos que se han ido lejos!, de cuando estabais cerca,
atesor dos alhajas: la palabra y la obra.
Os marchasteis y se han hecho proverbiales mi pasin
y mis dos desvelos: la poesa y el refrn.
Algunos quedaron en mi compaa, espero que no hayan sido
las dos desgracias el amor y la censura. 141
Pocos poetas de este perodo se libran de algn tipo de artificio tcnico, especialmente de componer
tawriyyas , o poemas de doble sentido. En este tipo de artificios es, sin duda, maestro Ibn Jā
141
Ibn al-Ja Grafa īb, I Grafa ā Grafa ta , III, pp. 311-312.
157
Literatura hispanorabe
ima, de Almera (m. 1369), excelente poeta, que an puede permitirse hacer esta clase de juegos sin
prdida de calidad. Soledad Gibert, que lo ha estudiado con profundidad
142
versos correlativos:
Anda como una gacela que se aleja de nosotros,
su talle es tan frgil, que parece va a romperse.
La dese en una fiesta, en medio de un jardn
que nos enviaba el perfume del mbar desde su arboleda.
Me llam y dijo: Es que eres insensible?
Qu jardn puedes desear despus de verme?
Su espesura, las ramas, el perfume, el roco,
sus hojas, las palomas, la duna, el laurel,
su verdor, el vino, los dulces, las canciones,
sus narcisos, el azahar, el mirto, la rosa,
son mis vestidos, mis brazos, mi aliento, mis favores,
mis pendientes, mis joyas, mis caderas, mi talle,
mi cara, mi saliva, mis pechos, mi voz,
mis ojos, mi boca, mis cabellos, mi mejilla;
cuando aparezco, aparece mi hermosura y si me oculto
no hay pena que se esconda ni belleza que se muestre.
[Traduccin de Soledad Gibert].
Entre tanto artificio tcnico la espordica sencillez de algn poeta se asemeja a una bocanada de
aire fresco. As cuando Yūsuf III, el rey poeta (m. 1417), expresa su amor a su amada cristiana,
Leonor:
Clam cuando la noche arrastraba su ropaje:
Leonor, el Mesas no perdona tu alejamiento!
Cuando el ardor de Leonor resplandece,
la maana envidia el rubor de sus mejillas;
142
Literatura hispanorabe
143
144
Literatura hispanorabe
Los trenos
Dadas las caractersticas que acabamos de sealar en la poesa arabigogranadina, no es de extraar
que los trenos en recuerdo de los difuntos sean cultivados con profusin y maestra por los poetas de la
poca: nunca mejor ocasin para hablar de la fugacidad de la vida que a la hora de hablar de la muerte.
Existen numerosos trenos oficiales que se doblan en epitafios poticos, algunos conservados tambin
en la piedra de las lpidas donde fueron grabadas. La razn de esta abundancia no es slo el celo de los
poetas funcionarios, sino tambin la frecuencia de fallecimientos de los prncipes nazares, que acaban
sus reinados por el procedimiento del asesinato y de los cuales pocos murieron de muerte natural,
suerte que compartan igualmente los altos funcionarios de la corte, amn de haber sido atravesada
Granada por el rayo de la gran peste negra de 1348, ms las continuas guerras y escaramuzas con
los cristianos.
En nuestra opinin, el mayor inters lo ofrecen los trenos privados, aquellos en que los poetas lloran
a un ser querido realmente por ellos. As Ibn al-Ŷayyāb, autor de numerosos trenos,
pues estuvo al servicio de cinco sultanes, escribe poemas impresionantes a la muerte de su hijo, donde
olvida la retrica para expresar el dolor:
La muerte ha acampado con mi tribu
ha plantado sus tiendas junto a m;
me ha cortado mis medios de vida;
no le ha bastado que yo perdiera mi juventud,
ha tenido que saciarse con la muerte de mi hijo;
me clav sus certeras flechas,
sin sentir compasin de quien es capaz de amar;
Extendi hacia m su diestra y su siniestra
y de un golpe certero se llev su botn;
desarraig mi raz, cort mis ramas,
mat a mi padre, luego sigui con mi descendencia;
quise librarme de mi alma, cuando no muri de sentimiento
por aquella estrella frustada;
quise librarme de mi corazn, cuando no muri de sentimiento
por este potrillo hecho ceniza;
quise librarme de mis prpados, cuando no enfermaron
160
Literatura hispanorabe
145
Literatura hispanorabe
īb era tambin capaz de expresar el dolor, como hizo a la muerte de su esposa, fallecida durante
el exilio de ambos en Sal, adonde haban seguido al emir destronado Mu
īb escribe el epitafio de su esposa, a la que entierra en el huerto de su casa de Fez, erigiendo
una fundacin piadosa para que nunca faltasen oraciones sobre su tumba:
La pena sorprendi mi vida, perturb mi existencia,
y me alcanz, cuando yo era feliz;
fuiste mi vitico cuando el destino me traicion,
mi armadura cuando las calumnias me atacaron;
cav tu sepultura en el suelo de mi casa para consolarme,
para gozar de tu presencia cercana,
pues cmo me puedo permitir perderte?
Que riegue tu tumba la lluvia peregrina,
que sea para siempre lugar de aguaceros!
Fuiste mi fortuna cuando no haba fortuna,
fuiste mi esperanza cuando no tena nada;
aunque la tierra de Sal cubra tu rostro,
jams me consentira consolarme de tu partida;
146
Literatura hispanorabe
147
Literatura hispanorabe
La guerra de Granada
La guerra de Granada no fue sino el episodio final de una contienda intermitente entre el ltimo
reducto de al-Andalus y Castilla dispuesta a terminar con la Reconquista. Los problemas internos y
externos de los reinos cristianos peninsulares y la habilidad diplomtica del pequeo reino musulmn,
vasallo intermitente de Castilla o de los benimerines de Marruecos, hizo el milagro de que el reino
de Granada perdurase hasta 1492.
Pero el espritu de guerra permanente aparece a lo largo de la poesa arabigogranadina y sin el
talante caballeresco que contiene una gran parte de la literatura castellana sobre el moro de Granada.
Los poemas traslucen un odio feroz hacia el enemigo cristiano. Prueba de ello son los versos de Ibn
al-Ŷayyāb al celebrar la batalla de la Vega contra los Infantes de Castilla don Pedro y
don Juan (1319):
Que venga la ruina a los cristianos,
que siguen caminos sediciosos!
Adoran al Mesas, triplican sus dolos
y se afanan en la mentira y la calumnia;
se coaligaron, esperando la ayuda de sus errores,
y cayeron en la cada de la decepcin;
trajeron las inmunidades que haban reunido
desde todos los confines de su pas.
Fueron rpidamente hacia la muerte;
su demonio les enga con su seduccin
en el campo de el descalabro y la afliccin;
para llevarles a la perdicin, les condujo
hacia un ejrcito de leones y a la capital del sultn
y cuando sentaron sus reales en lo ms bajo de la Vega,
cay sobre ellos la noche, como un lobo... 148
El odio estaba motivado por el temor. Cuando el cadver del Infante Don Pedro es conducido a
Granada, Ibn al-Ŷayyāb le dedica un nuevo poema lleno de odio en el que se trasluce
el temor granadino:
148
Literatura hispanorabe
149
150
Literatura hispanorabe
151
Ben arifa, Al-Bastī, ajīr u arā al-Andalus , Beirut, 1985, pp. 172.
152
Al-Maqqarī, 4, p. 550.
166
Literatura hispanorabe
167
Literatura hispanorabe
Carcter de la moaxaja
A finales del siglo XIX los filsofos espaoles descubrieron que en la poesa rabe de la Hispania
musulmana se haban recogido fragmentos lricos romnicos. En ese mismo momento la filologa
europea del siglo XIX investigaba el origen de la primera lrica culta europea, la provenzal, pero
no advirti este hecho, que hubiese ayudado a estudiar el problema de los orgenes, ya que estos
fragmentos lricos eran, sin duda, los textos ms antiguos conservados de la lrica europea.
Estos textos romnicos, difciles de descifrar por encontrarse escritos en alfabeto semtico, se
encontraban en el gnero potico de la moaxaja, invencin de los poetas de al-Andalus, poema
estrfico muy diferente de la casida. Tambin por aquellas fechas, Hartmann
153
haba estudiado
este gnero potico hispano-rabe que presentaba grandes singularidades respecto al cuadro clsico
de la casida: las estrofas se intercalaban en dos series: una con rima comn que reciba el nombre
tcnico rabe de qufl -posiblemente un romancismo relacionado con copla 154 - y otras de rima
diferente entre s y respecto a los qufl , que reciben el nombre tcnico rabe de gusn . Emilio Garca
Gmez llama al primer tipo de estrofas vueltas y al segundo mudanzas para hacer comprensible
en nuestra lengua las caractersticas de la moaxaja.
El poema termina siempre con una estrofa qufl , es decir, con las de rima comn o vueltas. Esta
ltima estrofa se llama en rabe jarŷa (salida) o markaz (centro o estribo).
Hemos traducido una moaxaja de Ibn Bāqī de Crdoba (m. 1145), intentando
reproducir este juego de rimas en castellano para hacer comprensible el sistema:
Qufl
El amor juguetea con mi corazn
que se queja y llora por la pasin.
Gusn
Oh gentes! Mi corazn est prendado,
y es quien ansa amar, desconcertado;
le engao y es mi llanto, el derramado.
153
154
B. Dutton, Some new evidence for romance origins of the muwassaha , Bulletin of Hispanic
Literatura hispanorabe
Qufl
Quin te ha enseado, oh garzn!,
a lanzar miradas que matan a un len?
Gusn
En noche oscura, luna llena,
en rama granada, fruta plena,
esbelta cintura y mejilla morena.
Qufl
Ven, amado mo, a la unin,
para la huida de m, no hay razn.
Gusn
Me contest: mi mejilla es flor venenosa,
mis ojos desenvainan espada filosa.
Cuidado, mi unin es peligrosa!
Qufl
Quien desee atraparle, va a la perdicin,
pero yo contino detrs, con tesn.
Gusn
Mi corazn engaado se derrite de amor;
su amor entre tinieblas es puro resplandor;
prisionero entre sus manos est todo mi ardor;
Markaz o Jarŷa
No encuentro para la calma ninguna razn,
derramar lgrimas es mi nico blasn. 155
Esta moaxaja comienza tambin con una estrofa qufl , aunque hay muchas que lo hacen
directamente con el gusn . En esta versin no hemos tenido en cuenta una de las caractersticas de las
moaxajas; son isosilbicas frente a la casida, que suele ser heterosilbica en relacin con su mtrica
cuantitativa, donde dos slabas breves pueden equivaler a una larga. El igual nmero de slabas que
presentan los versos de las estrofas de la moaxaja ya nos est indicando que su mtrica no es la misma
que la de la casida. Ya Hartmann intent medir la moaxaja segn los metros clsicos y para encajar
155
Literatura hispanorabe
la singular mtrica de estos poemas tuvo que cambiar los modelos. Pero antes de hablar sobre la
hiptesis ms verosmil sobre la mtrica de la moaxaja, tenemos que remontarnos a su origen. En
las moaxajas tanto rabes como hebreas, ya que los judos de al-Andalus compusieron este tipo de
poemas en hebreo en imitacin de los rabes como haban hecho con la casidas, algunos markaz o
jarchas eran ininteligibles.
Ya en 1894 el sabio polgrafo espaol Marcelino Menndez Pelayo intent descifrar una de estas
jarchas ininteligibles de una lectura romnica, bajo la hiptesis de que estas ltimas estrofas no estaban
en rabe sino en espaol, aunque escritas con letras rabes, es decir, en lo que se llama normalmente
escritura aljamiada. La lectura era muy conjetural, pero demostraba que no se trataba de simples
palabras romnicas sino de todo un poema en romance.
La publicacin en facsmil del cancionero de Ibn Quzmān 156 , poeta cordobs del siglo XII,
especialista en zjeles, es decir, en un tipo de moaxaja, escrita toda ella en rabe dialectal hispnico,
vino a corroborar la singularidad de los poemas estrficos andaluses y la presencia de la lrica
romnica en la poesa estrfica andalus, con frmulas y versos enteros, combinando con los rabes.
En 1912 el arabista Julin Ribera, en su discurso de ingreso en la Real Academia Espaola
157
present un texto que probaba la presencia romnica en la poesa hispanorabe y la gnesis del propio
gnero estrfico. Era la descripcin del gnero de la muwa
156
D. de Gunzbug, Le Divan d'Ibn Quzman. Fasc. 1. Le texte d'aprs le manuscrit unique du Muse
Literatura hispanorabe
ammed Ibn M
mud, el ciego de Cabra, que los haca sobre hemistiquios de los poemas [rabes], aunque la mayor
parte de ellos eran metros descuidados e inusuales y tomaba una expresin en lengua vulgar o en
lengua no-rabe que llamaba markaz y pona sobre ella la moaxaja sin intercalacin ( t
ha , un cinturn de dos colores o collar de dos tipos de cuenta, que es lo que significa este nombre
tcnico metafrico, que designa el poema estrfico andalus. Creemos que este poema hbrido de
lengua romance o rabe vulgar con rabe clsico era simplemente qufl , un poema monorrimo, ya
bastante complejo al combinar dos lenguas y rimarlas entre s. La moaxaja propiamente dicha nace
despus, segn aade Ibn Bassām:
Se dice que fue Ibn Abd Rabbih, el autor de El Collar quien hizo este tipo de moaxajas conocidas
entre nosotros; luego vino Yūsuf ībn Hārūn ar-Ramādī,
que fue el primero que hizo intercalaciones ( t
159
J. T. Monroe, Ori re-reading Ibn Bassam : lrica romnica after Arab conqueste R.I.E.E.I. ,
Literatura hispanorabe
mīn ) en los markaz e intercal cada pausa donde deba, pero slo en el markaz . Siguieron
en esto los poetas de nuestro tiempo, como Mukrim Ibn Said y los dos hijos de Abū-
160
E. Garca Gmez, La jarya de Ibn Quzman (Ibn Quzman nos descubre los secretos de la jarya),
1-259.
162
J. T. Monroe, The tune or the words? (Singing hispano-arabic strophic poetry) , Al-Qan
Literatura hispanorabe
āh
173
Literatura hispanorabe
163
, si se tiene adems en cuenta que, como ya hemos mencionado, moaxajas y zjeles eran gneros
musicales.
Esta hiptesis de Ribera sobre el origen forneo de la Espaa musulmana encontr un terrible
opositor: Ramn Menndez Pidal, el padre de la filologa espaola moderna. La inmensa labor de
este gran fillogo, historiador del castellano y de su primitiva literatura, era de un nacionalismo
castellanista tal, que empa a veces sus juicios. Estudioso del Cid y de la pica castellana,
quera que tambin esta literatura tuviese una lrica antigua, a todas luces inexistente, anterior a la
galaicoportuguesa. Por ello se mostr partidario del origen autctono de la lrica romnica de las
moaxajas, para, en un verdadero juego de manos, considerar que la lrica hispano-rabe y la castellana
formaban una unin indivisible y que, por tanto, es la castellana la ms antigua de las lricas hispnicas
164
IX), la ms antigua de las romnicas. Por tanto rechaz de forma rotunda la hiptesis de Ribera sobre
un origen exterior a la Hispania musulmana de la lrica romnica que se encontraba dentro de la poesa
estrfica. 165
La lengua de estos poemas romnicos no poda ser otra que la lengua mozrabe, es decir, la lengua
romnica que se haba conservado en la Espaa musulmana, coexistiendo como lengua hablada con el
rabe y que evidentemente es ibero-romnica. Y frente a las esclavas cantoras, que podan ser la voz
femenina que recogen los autores de moaxajas, surgan las doncellitas mozrabes como protagonistas,
cuando seguramente ni su voz ni su rostro pudo ser visto por ningn rabe, guardadas por sus familias
cristianas de las miradas de los hombres y mucho ms de los varones musulmanes.
La autoridad de Ramn Menndez Pidal era mucha y as, cuando en 1948 Stern descifr toda una
serie de jarchas o estrofas finales de moaxajas hebreas de al-Andalus en lengua romnica, consider
que la misma no poda ser otra que la lengua mozrabe, segn podemos ver en el enunciado de su
famoso artculo Les vers finaux en espagnol dans les muw
163
Ch. Pellat, Les esclaves-chanteuses de Grafa ahiz, Arabica , 10 (1963), pp. 120-147.
164
165
Literatura hispanorabe
166
descifrados pareca dar razn a Ribera sobre el origen galaico-portugus de la lrica recogida por los
rabes de la Pennsula Ibrica: los poemas romnicos eran canciones de amigo, poemas de amor
puestos en boca de mujer como los que se encontraban frecuentemente en la lrica gallego-portuguesa,
como vio inmediatamente Dmaso Alonso. 167
Los judos de al-Andalus haban hecho moaxajas en hebreo y su estrofa final en romance o en rabe
vulgar, tratando de imitar las moaxajas rabes de sus compatriotas musulmanes. La mayor cantidad
de mater lectionis del alfabeto hebreo respecto al rabe y la mayor antigedad de las copias de los
manuscritos (pertenecientes a la Geniza de El Cairo, siglos XI-XIII) permitieron ser descifradas antes
que las hispanorabes.
El estudio de Stern llev a los arabistas a estudiar las jarchas de las moaxajas rabes, que tenan
una mayor dificultad no slo por el propio alfabeto sino porque las copias de los textos eran de poca
moderna y los copistas rabes de esta poca no entendan la lengua romnica que copiaban. Emilio
Garca Gmez logr descifrar una importante serie de jarchas hispano-rabes, combinando no slo
el conocimiento de la lengua y la paleografa rabe, sino tambin sus amplsimos conocimientos
literarios de la Romania. 168
El ilustre arabista en su lectura de las jarchas se encontr con que no todos los elementos de esta
lrica romnica parecan corresponder a la lengua iberorromnica que es el mozrabe. Concretamente
se encontr con un gels galorromnico, el eufemismo para hablar del cornudo, dentro del contexto de
la moaxaja y ya apunt en 1956 una posible presencia provenzal. 169 Estudios lingsticos posteriores
encontraron nuevos elementos galorromnicos en las jarchas 170 .
166
167
E. Garca Gmez, Las jarchas de la serie rabe en su marco , Madrid, 1966 y ss.
169
p. 311.
175
Literatura hispanorabe
Estos elementos lxicos podan ser un simple prstamo lingstico, palabras sueltas importadas.
Pero parecan algo ms sobre todo cuando Armistead 171 encontr un refrain provenal que tena una
gran semejanza con la primera jarcha en la que Emilio Garca Gmez haba encontrado el gels .
Podra suceder que la antigua hiptesis de Julin Ribera fuese acertada: que las jarchas fuesen poemas
de importacin, de origen forneo a al-Andalus. Si Ribera pensaba que haba sido la poesa galaicoportuguesa la importada a causa de su importancia posterior y de la fuerte presencia de esclavos de
este origen en la Hispania musulmana, mayor importancia e influencia tuvo la literatura provenzal y
la presencia de gentes del Languedoc en al-Andalus apareca tambin atestiguada.
Bajo esta hiptesis, intentamos leer la jarcha del gels completamente en lengua provenzal en
1987. 172 No vamos a entrar aqu en detalles tcnicos que hemos expuesto en otro lugar y slo diremos
que la lectura de esta jarcha en provenzal requiere menos cambios de las letras rabes que para su
lectura en mozrabe.
En la moaxaja una joven se queja de que su amante se va a la guerra en lugar de quedarse con ella,
por lo que le amenaza con la cancin:
Yā fātin, on fātin
Vos i entratz
cand er oils feritz
Es decir:
Oh encanto, oh encanto!,
entrad aqu
cuando gels sea herido.
Esta jarcha est en absoluto paralelismo con la sealada por Armistead:
170
pp. 416-417.
172
M. J. Rubiera, La lengua romance de las jarchas (Una jarcha en lengua provenzal), Al-
Literatura hispanorabe
nuestra versin:
Que farai jeu mammah
meu habib ja va-se
con le vol segure
si tan no lo amase.
Es decir:
Qu har yo, oh mam?,
mi amigo se va,
el corazn le quiere tranquilo.
Si tanto no lo amase!
En una tercera jarcha que se encuentra repetida en dos moaxajas de distintos autores, uno del siglo
XI, 175 creemos que se encuentra la frmula elocutiva a lessa , tan frecuente en la poesa provenzal.
Esta jarcha est muy arabizada, pero se dan los suficientes elementos occitanos para presuponer su
origen. Nuestra versin es la siguiente:
173
174
J. M. Sol Sol, Corpus de poesa mozrabe , Barcelona, 1987, nm. VII, pp. 327-329.
175
Literatura hispanorabe
akam I en pleno siglo IX. La historia se encuentra en una especie de enciclopedia que escribi un
autor egipcio del siglo XIV Ibn F
176
otras historias de cantoras y msicos de al-Andalus, la de un tal Salīm, mawla o liberto del
prncipe al-Mugīra, hijo del emir al-
176
Literatura hispanorabe
akam I (796-822), que fue encargado de atender a unos embajadores cristianos que llegaron a la corte
de Crdoba.
El msico Salīm retras la partida de los embajadores hasta que aprendi de ellos el arte de
la msica y cuando partieron se dedic a combinar la msica aprendida con la de una esclava cantora
iraqu. Los acontecimientos que aqu se relatan tuvieron lugar en el reinado de al-
akam I, pues tanto l como la esclava cantora acudan a las tertulias potico-musicales de este emir.
As pues, la nica embajada cristiana de la que tenemos noticia en tiempos del emir al-
177
Literatura hispanorabe
178
179
E. Garca Gmez, Las jarchas , op. cit. supra , nm. XXIX, pp. 286-287.
180
Literatura hispanorabe
No quiere decir que no hubiese una lrica autctona de tipo tradicional. Una parte de las jarchas
de las moaxajas hebreas ofrecen unas caractersticas propias como un arcasmo diferenciador de las
jarchas que podramos llamar de importacin -occitanas y gallegas- ms una temtica especfica:
presencia de confidentes femeninos en mayor profusin y de comerciantes. Tal vez, es una hiptesis,
los judos de al-Andalus, como otras comunidades hebreas de otros lugares y pocas, tuviesen un
dialecto romnico propio al estilo del yidish y el ladino.
Evidentemente hay unas jarchas autctonas: las que se encuentran en rabe dialectal hispnico,
lengua con abundantes romancismos o palabras de origen latino, de forma que a veces es difcil
distinguir si una jarcha est en lengua romance con arabismos o a la inversa. Estas jarchas imitan
la temtica de las jarchas romnicas de importacin, como vio Emilio Garca Gmez
180
. Algunas
encuentran un claro paralelismo con las coplas y canciones de tipo tradicional de las lenguas
hispnicas. As, hay nanas o canciones de cuna, reutilizadas en las moaxajas con significado ertico
como:
Mi pequen, que no duerme y me llora, clama;
tiene hambre el pobre y me grita: Seora mam! 181
Alguna tiene el autntico sabor de copla andaluza, como la utilizada por el granadino Ibn
Jātima (siglo XIV), carcter sealado por su editora y traductora, Soledad Gibert 182 :
La lima a mi derecha
y el arrayn enfrente
la parra trep
a abrazar la granada.
Tambin son estas jarchas en rabe dialectal hispnico las que manifiestan de forma ms explcita
el erotismo, al incorporar frmulas elocutivas rabes. En la siguiente jarcha se hace referencia a una
postura ertica y al adulterio:
180
E. Garca Gmez, Sobre un posible tercer tipo de poesa arabigoandaluza, Estudios dedicados
E. Garca Gmez, Tres interesantes poemas andaluces conservados por Hilli, Al-Andalus , 25
Literatura hispanorabe
Amiguito, decdete,
ven a tomarme,
bsame en la boca,
junta ajorca y arracada.
Mi marido est ocupado. 183
Y de la misma forma se manifiesta explcitamente el deseo femenino en los siguientes versos:
Deja mi ajorca
y coge mi cinturn,
mi amigo Ahmad
sube conmigo a la cama,
vidita ma,
acustate desnudo. 184
Esta expresin del deseo femenino sera una de las caractersticas de las canciones de mujer que
persistieron durante la Edad Media en todas las lricas europeas y que corresponden a una tradicin
muy antigua que se remonta al culto a Astart y que sobrevivi a travs de la literatura grecolatina
primero y luego a travs de las medievales de forma marginal. 185 Es la poesa rabe con la moaxaja la
primera literatura medieval en recoger este tipo de poesa por una razn muy sencilla: la moaxaja es
un poema con toda la temtica rabe clsica -ya lo menciona Ibn Bassām al decir que es como
un nasīb o un gazal - y por tanto con frecuencia tiene como objeto ertico a un efebo: la
expresin del deseo femenino cuadra perfectamente con la temtica homosexual del poema rabe. 186
183
184
185
186
Literatura hispanorabe
El desarrollo de la moaxaja
Ya hemos visto en el texto de Ibn Bassām de la moaxaja que sta fue inventada por Mu
ammad ibn Ma
mūd, el Ciego de Cabra, aunque otros textos atribuyen la invencin a otro personaje nacido
en la misma poblacin cordobesa, llamado Muqaddam ibn Muafā. Sea cual sea el nombre
verdadero, el caso es que la invencin se debe a un poeta de finales del siglo IX, seguramente un
mulad, a caballo entre la cultura rabe y la tradicin romnica.
Esta moaxaja seguramente no era propiamente tal, es decir, un poema estrfico, sino tan slo
bilinge con versos en rabe clsico rimando con la copla romnica o en rabe vulgar. Durante el siglo
X IbnAbd Rabbih perfeccion el rudimentario invento, junto con al-Ramādi y los otros poetas
mencionados por Ibn Bassām, Mukarram ibn Saīd y los dos hijos de Abū-l-
id, segn seala Emilio Garca Gmez. Estos poetas usan indistintamente jarchas en lengua romance
y en rabe vulgar, as el propio rey al-Mutamid e Ibn, Labbāna de Denia en la corte
sevillana. Es curioso que las cortes taifales de Toledo y Zaragoza, tan poco prolficas en poesa rabe
clsica, presenten interesantes autores de moaxajas, como en la corte toledana Ibn Arfa Rasuh -el
nombre significa levanta su cabeza- y un pariente suyo del mismo nombre, que fue un singular
poeta alqumico, y Abū Isā ibn Labbūn, que sera seor de Mōrvedre
(Sagunto), y en la de Zaragoza, al-Ŷazzār y especialmente Ibn Bā
183
Literatura hispanorabe
a (m. 1136), conocido por la escolstica como Avempace por sus obras de filosofa y autor de una
famossima moaxaja que ya tiene estructura temtica de casida, pues se inicia con un nasīb
amoroso y acaba con un madī
184
Literatura hispanorabe
188
descubridor, el resultado de este hallazgo musical es la forma de la moaxaja llamada zjel. Parece
algo lgico, ya que la diferencia bsica entre una moaxaja y un zjel es que el ltimo est, todo l, en
rabe dialectal y esta lengua no tiene slabas largas y breves, por la que su posible adaptacin musical
a la msica cristiana sera ms factible. En todo caso, esta forma de moaxaja naci a principios del
siglo XII sin que desbancase a la moaxaja en rabe clsico con la jarcha romnica o arabigodialectal
que tuvo su gran esplendor en este siglo, especialmente con Ibn Bāqī de Crdoba (m.
1126) y el Ciego de Tudela (m. 1145), posiblemente por la famosa crisis de la poesa cortesana -la
clsica- tras la cada de las taifas y el advenimiento de los almorvides. 189
Los judos de al-Andalus que estaban cultural y lingsticamente arabizados haban iniciado en
el siglo X un renacimiento de la lengua hebrea, adaptando a la lengua hebrea los gneros literarios
rabes, en simbiosis cultural perfecta debida en gran parte a la analoga y parentesco de las dos
187
Edicin del texto en A. S. Stern, Four Famous Muwaa Grafa s from Ibn Busra'Anthology
189
Literatura hispanorabe
lenguas smicas. Y lo mismo que hicieron casidas, hicieron moaxajas; es decir, poemas de amor nasīb o gazal - en lengua hebrea con algunas imgenes bblicas con jarchas romnicas o
en rabe dialectal. Los primeros intentos son del siglo XI, pero el desarrollo del gnero tuvo lugar
en el XII, especialmente con Yehuda Halevi (m. 1170). Ya hemos mencionado que el mayor nmero
de mater lectionis de la escritura hebrea permiti su ms fcil desciframiento e inici el estudio
sistemtico de las jarchas. Tambin hemos hablado de las peculiaridades de la lengua romance de este
grupo tnico cultural a las que habra que aadir el hecho de que al estar algunos de los autores de
moaxajas hebreas fuera de al-Andalus, en los pases cristianos, podra ser que algunas de las moaxajas
fuesen copias en las lenguas romnicas del norte por un camino distinto al de las esclavas. As la
famossima jarcha de Jehuda Halevi :
Des kuand Sidiello bned
tan bona l-bisara
en Wād al-
aŷāra
Desde que mi Cidiello viene
qu buena albricia
como rayo de sol sale
en Guadalajara]
no estara en el castellano arabizado del Toledo del siglo XII.
A partir del siglo XIII, las moaxajas rabes con jarcha romnica desaparecen aunque el gnero
contina con jarchas dialectales. Ya hemos hablado de las moaxajas de Ibn al-Arabi de tema mstico
y habra que mencionar al mdico Ibn Zuhr (Abenzoar) y ya en el siglo XIV a Ibn Jātima,
estudiado por Soledad Gibert. Adems, la moaxaja es atrapada por la poesa culta, que crea las
llamadas casidas zejelescas y las moaxajas en rabe clsico con jarchas en la misma lengua, que
sustituyen las funciones de la casida, como es el caso de los granadinos Ibn Zamrak y de los psimos
poetas del siglo XV como Ibn Ā
im, de los que ya hemos hablado. De esta captura culta y pedantesca se salva el zjel, que contina
con su frescura popular hasta el fin del reino de Granada, y, posiblemente, influye en algunas formas
de villancico castellano.
186
Literatura hispanorabe
Pero mientras, la moaxaja se haba exportado: algunos poetas norteafricanos conocieron el gnero
en el al-Andalus taifal del siglo XI, como al-
usrī. Con ello fue fcil el transvase cuando a finales del siglo se produjo la emigracin de
muchos literatos a otros pases musulmanes a causa de la conquista almorvide de los reinos de taifas.
Uno de estos emigrantes, Abu-l-
al
de Denia, llev la msica andalus, seguramente la hispano-rabe zejelesca, a Tnez, por ejemplo. La
moaxaja lleg tambin a Oriente, donde Ibn Sanā al-Mulk (1155-1211), poeta de Saladino,
hace una preceptiva de la moaxaja. El gnero se implanta fuertemente en los pases de lengua rabe,
de forma que se siguen cantando moaxajas hasta nuestros das.
187
Literatura hispanorabe
190
E. Garca Gmez, El mejor Ben Quzman en cuarenta zjeles , Madrid, 1981, pginas 79-80.
188
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189
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191
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191
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VIII. El dab
192
Literatura hispanorabe
192
de costumbres ancestrales convertidas en normas de conducta a seguir -una sunna -, y por tanto
era sinnimo de buena educacin, o, mejor an, el savoir-faire . Estas costumbres ancestrales se
transmitan a travs de la tradicin cultural y de forma literaria: a travs de la poesa, de los relatos
de los hechos de los rabes, de las mximas morales, de las ancdotas, de los cuentos, e incluso de la
forma de utilizar las tcnicas como la equitacin, el uso de las armas, etc.
La aparicin del Islam trajo como consecuencia otro conjunto de normas de conducta de
distinto contenido moral: la norma religiosa basada en el Corn y las enseanzas de Mahoma, que
constituyeron a partir de entonces la sunna o norma de conducta. El estudio del conjunto de los
materiales de la tradicin islmica era el ilm o ciencia por antonomasia. De esta forma confluyeron
en la civilizacin arabigoislmica dos tipos de normas de conducta: la islmica y la rabe, compatibles
pero distintas: las normas de conducta para ser buen musulmn, y las que permitan alcanzar el
dominio de la arabicidad, como supremo modelo cultural, que era el dab . Ambas eran distintas
pero no opuestas, de forma que Mahoma poda ser modelo de la una como perfecto musulmn y de
la otra como rabe.
Mientras las ciudades de La Meca y Medina recogan los materiales de la sunna religiosa e
iniciaban la ciencia religiosa, los fillogos de Cufa y Basora recogan con fines lingsticos los
materiales pre-islmicos literarios: poesa, narrativa, sentencias, refranes, etc., formando, al mismo
tiempo, ya el corpus material del dab .
La conquista araboislmica del Oriente Medio y de Asia central, singularmente de la Persia
sasnida, haba incorporado a la civilizacin rabe a un buen nmero de personas de un origen cultural
distinto que, aunque islamizados y arabizados, tenan como lengua verncula el persa, el siriaco, el
griego, etc. Un grupo numeroso de estos no rabes formaban parte de las lites culturales de Bagdad
y del funcionariado cortesano como kuttāb o secretarios. Estos personajes, convertidos al
Islam y asimilados a la sociedad rabe por medio de lazos de clientela -por ello se les conoce como
los mawālī o clientes-, precisaban graduarse en arabicidad para desempear su papel
cultural en la corte y lo hacen a travs del dab .
192
Literatura hispanorabe
Es Ibn al-Muqaffa (m. 750), persa, criptomazdesta y traductor del persa de la fbula india de
Calila y Dimna , quien inventa los libros de dab , escritos como manual de conducta cultural y
moral bajo el modelo de la arabicidad. Pero en estos primeros libros de dab , al material propiamente
rabe ya se incorporan tradiciones culturales helensticas, persas e indias, elementos que junto con
la tradicin rabe configuran el dab como gnero literario y al que para diferenciarlo del que es
norma de conducta llamaremos a partir de ahora dab .
Aunque existe un dab de caractersticas marcadamente filolgicas como antologa de textos
literarios con crtica literaria, del que podra ser paradigmtico Ibn Qutayba de Bagdad (m. 889), los
libros de dab son miscelneos. Al aspecto filolgico, une la tradicin de un modelo de normas de
conducta que van desde la tica profana a las reglas de cortesa y urbanidad y tambin conocimientos
prcticos que deben acompaar al perfecto cortesano, como las formas de cantar, vestir, comer, montar
a caballo o incluso enamorarse. Estas formas de dab cortesano ya no son de tradicin pre-islmica
sino que han sido generadas en la propia Bagdad. As, Las praderas de oro ( Murūŷ
al- d aha b ) de al-Masūdī (m. 956) y el Libro de las canciones ( Kitāb alagānī ) de Abū-l-Faraŷ de Ispahan (m. 967) presentan ya un material
bagdad. El Libro de las canciones fue, por cierto, comprado antes de que su autor lo acabase por
el califa omeya de Crdoba al-
akam II para su biblioteca. Un paso ms en el aspecto cortesano de los libros de dab lo marca el
libro de al-Waah (m. 937), que es un manual del hombre elegante.
Captulo aparte merece al-Ŷāh
, de Basora (m. 869), aunque sea quien lleva al dab a la altura de verdadera literatura. Con una cultura
enciclopdica donde se mezclaba la cultura rabe con la persa y el humanismo helnico, escribi
sobre todos los temas con un estilo gil y penetrante. Pero, por eso mismo, se escapa de la autntica
literatura de dab . Es un ensayista avant la lettre y aunque sus obras fueron muy conocidas e
influyeron enormemente en la literatura rabe, fue inimitable.
194
Literatura hispanorabe
La paremiologa
El material del dab es la propia literatura rabe medieval, analizada filolgicamente o puesta
como paradigma de conducta, especialmente la poesa con su contexto, por lo que sobra hacer un
anlisis pormenorizado. Tambin aparecen materiales que juzgaramos paraliteratura, como tratados
de equitacin o caligrafa, y que por tanto no vamos a mencionar aqu, especialmente por su poco eco
en al-Andalus, aunque formaban parte integrante de la literatura de dab . As Kuāŷim
(siglo X), astrlogo y jefe de cocina del prncipe Sayf al-Dawl a y autor de dab con un libro titulado
Libro del convidado ( Kitab al-nadīm ), que es una especie de manual de conversacin en
la mesa, escribi tambin un libro de cinegtica, el Libro de las cazas y las caceras ( Kitaāb
al-masāŷid wa-l-ma
ar, que tiene el sentido de no tener ninguna culpa precisamente. El relato etiolgico nos cuenta que
el poeta pre-islmico Luqmān, famoso por su longevidad y sabidura, estaba desengaado de
193
Literatura hispanorabe
las mujeres y sus encantos. Por ello se cas con una jovencita a la que mantuvo encerrada en su casa,
una vivienda troglodita excavada en el monte a la que slo se acceda por una escala de cuerda. A
pesar de ello y en una historia muy complicada que sera prolijo contar aqu, la joven esposa comete
adulterio, Luqmān lo descubre y la mata. Y he aqu que una de sus hijas, llamada Sa
ar, le pregunta qu ha sucedido y Luqmān la mata, sin tener ninguna culpa. Esta historia del
viejo celoso, casado con nia inocente a la que secuestra intilmente, tiene una larga influencia: es
el argumento El celoso extremeo de Cervantes, de una novela de Mara de Zayas y de La pared
de tela de araa de Toms Borras.
Otro ejemplo de proverbio rabe antonomsico con una larga sombra es la historia de
Sinnimār, el arquitecto del palacio pre-islmico de al-Jarwarnaq, muerto por el rey para que
no construyese un palacio semejante a otro soberano 194 y que aparece en el romance castellano de
Abenmar:
El moro que los labraba, cien doblas ganaba al da
y el da que no los labra, otras tantas se perda.
Desde que los tuvo labrados, el rey le quit la vida
para que no labre otros tales al rey de Andaluca.
El Islam genera, a su vez, proverbios y sentencias nuevos, procedentes del Corn o de las
tradiciones, aunque algunos son una reelaboracin de los anteriores. Y la conquista islmica introduce
en la paremiologa rabe la sabidura sapiencial de otras culturas como la indopersa o la grecolatina,
que se presentan a veces como ma t al y otras como
ikma .
As
unayn ibn Is
194
Literatura hispanorabe
āq tradujo una serie sentencias atribuidas a los filsofos grecolatinos con el ttulo de dab
-al-falāsifa ( dab de los filsofos ), que fue traducido al castellano en el Siglo XIII.
195
ikām wa-ma
āsin al-
196
filsofos griegos, aunque como en el caso anterior, no siempre a sus verdaderos autores. Esta obra
fue tambin traducida al castellano con el ttulo de Bocados de oro y fue utilizada en la novela de
caballeras El caballero Cifar
197
La primera coleccin de proverbios rabes fue recogida mucho antes, a finales del siglo VIII,
por AbūUbayd al-Qāsim ibn Sallām (m. 828) y tras l hubo muchas otras
colecciones de refranes, tambin en al-Andalus. Pero son los libros de dab los que dedican muchas
pginas a esta literatura, precisamente por su carcter de guas de la conducta humana en aquellos
aspectos que dejaba fuera de su mbito la moral religiosa. En este sentido, junto con la fuerte influencia
del pensamiento grecolatino, los libros de dab son libros humanistas en el sentido renacentista.
195
J. K. Walsh, Versiones peninsulares del Kitab adab al-falāsifa de Grafa unayn ibn
Ishaq, hacia una reconstruccin del Libro de los buenos proverbios, Al-Andalus , 51 (1976), pp.
355-384.
196
197
Literatura hispanorabe
La cuentstica
Acabamos de ver cmo un proverbio, sentencia o refrn generaba un relato etiolgico. Los rabes
pre-islmicos buscaron la razn de otros hechos con los que se encontraban a diario: ruinas de
civilizaciones desaparecidas, los nombres de las personas o los lugares incluso la razn y ocasin por
y cundo se cre un poema. As, en el bagaje cultural de la arabicidad entraron una serie de relatos
historicistas que generaron una forma narrativa que veremos en otro captulo con detalle: el jbar
cuya fuente era tanto los cuentos folclricos como diversos materiales procedentes de las culturas que
dejaron su impronta en la Pennsula Arbiga: los mundos semtico, helenstico y persa. Una prueba es
el propio Corn con sus alusiones a los pueblos desaparecidos, a la Biblia vetero y neo-testamentaria,
a la leyenda de Alejandro y Gilgams, etc.
El relato breve con sus diversas formas: jbar o historicista, cuento, fbula, etc., constituye uno
de los elementos fundamentales de la literatura rabe y estructura tanto el dab como otros gneros
historiogrficos -los jbar - y literarios, como la macama , que encuentran en la narracin corta la
mejor forma al servicio de sus objetivos didctico-ldicos. No es casualidad que el primer autor de
dab , Ibn al-Muqaffa, sea tambin el traductor de la versin pahlev de la coleccin de aplogos
india Calila y Dimna , que cumple una funcin semejante al dab , dar una leccin de moral profana
a travs de una serie de relatos.
La estructura de las colecciones de aplogos indios, una historia sirve de caamazo para ensamblar
otra serie de historias, logr un xito considerable en la literatura rabe, que hizo suyas otras obras
indias como el Sendebar o Syntipas y el Barlaam y Josafat y utiliz esta estructura para una de
las obras ms importantes de la literatura rabe, Las mil y una noches . 198
Pero tambin las obras de dab son en cierta medida unas colecciones de cuentos que se intercalan
como ejemplos ilustrativos del tema del que el autor de dab habla. Prueba de ello es que al menos
el llamado ciclo bagadad de Las mil y una noches -cuentos en torno al califa Hārūn
al-Raīd y su corte- tiene como fuente los libros de dab y algunos de los cuentos rabes
que han pasado a la literatura espaola se documentan en obras de esta naturaleza. Por ejemplo, la
historia de las tres esclavas de Hārūn al-Raīd, origen del villancico castellano
198
Literatura hispanorabe
199
, y la casa donde nunca comen y beben del Lazarillo de Tormes son cuentos
recogidos en los libros de dab . Y en el mismo sentido, aunque con un matiz diferente, el largo
cuento de Tawwadud, la esclava sabihonda que se encuentra tambin en Las mil y una noches , y
que pas a la literatura castellana como La doncella Teodor , no es ms que un compendio de dab .
La creacin de cuentos, su transmisin y su adaptacin a un contexto rabe es posiblemente una
de las grandes aportaciones de la cultura arabeislmica a la literatura universal. Aunque los cuentos
tuvieron una vida propia e incluso parece que haba juglares contadores de cuentos, documentados
por Monroe en al-Andalus
200
199
M. J. Rubiera Mata, De nuevo sobre las tres morillas, Al-Andalus , 37 (1972), pp. 133-143.
200
Literatura hispanorabe
mān III y su poeta oficial. No es casualidad que Ibn Abd Rabbih escriba esta obra al comienzo
del califato, es decir, en la poca en que la arabizacin e islamizacin de al-Andalus es plena, por lo
que, en palabras de Emilio Garca Gmez, la Hispania musulmana se puede doctorar en cultura rabe.
El libro de Ibn Abd Rabbih se titula Al- iqd ( El collar ), por lo que sus admiradores aadieron
el apelativo de El collar nico y alguno de sus cordiales enemigos, como el poeta El Calafate, le
llam La ristra de ajos. 201 El ttulo, nos referimos al de El collar , no es gratuito, porque su estructura
simula metafricamente un collar de veinticinco piedras preciosas: los doce primeros captulos tienen
cada uno el nombre de una piedra preciosa con el ordinal primero: perla primera, esmeralda primera;
el captulo nmero trece es una piedra nica, como si fuera el centro del collar, y los doce siguientes
repiten el nombre de los doce primeros con el ordinal segundo: perla segunda, esmeralda segunda, etc.
El contenido de estos veinticinco captulos es el siguiente: el primero trata sobre el gobierno de los
pueblos, el segundo sobre la guerra, el tercero sobre la generosidad, el cuarto habla de las embajadas,
el quinto de cmo hay que dirigirse a los soberanos. El nmero seis est dedicado completamente a
la paremiologa, siguiendo a continuacin dos captulos con modelos literarios orientales: sermones
y temas ascticos, psames y oraciones fnebres. A continuacin hay otros dos dedicados a la Arabia
pre-islmica: uno sobre las genealogas y virtudes de los rabes pre-islmicos y otro sobre el lenguaje
de los beduinos. El siguiente trata sobre respuestas ingeniosas y los que vienen a continuacin estn
dedicados a la oratoria y al arte epistolar. El captulo siguiente cuenta una serie de ancdotas de
los califas de Oriente -hay algunas noticias sobre los de al-Andalus- y a continuacin les toca a los
ministros y gobernadores. El siguiente captulo recoge los Ayyām al- Arab , o hazaas
de los rabes pre-islmicos, con lo que El collar se convierte en una de las fuentes ms antiguas
del texto de estas narraciones picas pre-islmicas. Los captulos siguientes hablan de la poesa, de la
mtrica -a pesar de ser autor de moaxajas Ibn Abd Rabbih no nos habla de este gnero potico-, de la
msica y el canto. A continuacin hay un captulo o piedra preciosa dedicado a las mujeres, en donde
hay un intento de equilibrar la feroz misoginia medieval. A continuacin, un captulo dedicado a los
201
pp. 227-240.
200
Literatura hispanorabe
avaros y, curiosamente, a los nios. El siguiente habla de la naturaleza del hombre y de los animales.
El penltimo est dedicado a la diettica y el ltimo cuenta una serie de ancdotas chistosas.
Curiosamente, esta importante obra apenas ha sido estudiada desde el punto de vista de la cultura
andalus por el hecho de no hablar explcitamente de la misma cuando presenta algo ms importante
que una serie de hechos histricos: el modelo literario y moral donde los andaluses aprendan la
arabicidad, la enciclopedia andalus del humanismo rabe.
La prueba es el inters del estudio del captulo paremiolgico realizado por Emilio Garca Gmez
202
. Ibn Abd Rabbih inicia el captulo con los proverbios o refranes atribuidos a Mahoma, para
despus seguir con unos aplogos de origen indio seguramente, ya que al menos dos de ellos se
encuentran en la versin rabe de Barlaam y Josafat : el del asceta que caz una avecilla y el del
hombre que caz y solt una alondra, relatos explicativos de los dos proverbios No te aflijas por
el pasado y No creas lo que no es, cuento que pas a la literatura espaola en el Libro de los
Eixemplos , a travs de Pedro Alfonso. Otro de los aplogos (un hombre que se descuelga en un
pozo con una rama que roan dos ratas, con cuatro serpientes y un dragn en el fondo; a pesar de su
situacin, el hombre se distrae comiendo la miel de un panal que tambin est en el pozo) es tambin
de origen indio y se encuentra en el Barlaam y en el Calila .
Luego hay toda una serie de refranes atribuidos a Ak
202
E. Garca Gmez, Hacia un refranero arabigoandaluz. V. Versin del libro de los refranes, de
Literatura hispanorabe
La importancia del libro de Ibn Abd Rabbih es tambin grande respecto a la transmisin de textos
literarios orientales. Ya hemos hablado de su edicin de los Ayyām al- arab o hemos
reproducido su versin de la ocasin en la que Imru-l-Qays compuso su ms famosa casida el da en
que su amada y sus amigas se baaron en una laguna. Pero la obra de Ibn Abd Rabbih tiene una gran
cantidad de facetas. Como ejemplo, reproducimos una parte de su captulo dedicado a la diettica, es
decir, La gema segunda sobre la alimentacin, donde aparecen las caractersticas generales de este
libro de dab : utilizacin de autoridades que van desde la Arabia pre-islmica (los judos de Jaybar),
a Roma (Csar), pasando por el mtico persa Buruŷmihr. El uso de axiomas, especialmente
de estructura tripartita y cuatripartita (tres cosas hay, cuatro cosas hay...), y la transmisin de una
sabidura ajena tanto a la tradicin religiosa como cientfica. As es el dab .
Poltica de los cuerpos con lo que les conviene
Dijo al-
202
Literatura hispanorabe
cocinamos cociendo las cosas, y luego, cuando masticamos, las deshacemos finamente; no llenamos
el estmago, ni lo dejamos vaco.
Preguntaron a Buruŷmihr: Cul es el mejor tiempo para comer?, y respondi: Cuando
se tiene hambre, si es posible, y si no es posible, cuando lo sea, y aadi: Hay cuatro cosas que
matan: el bao tras el hartazgo, la cpula tras la panzada, comer cecina seca y beber agua helada
cuando se est sudando.
Ibrāhīm el poeta dijo: Tres cosas estropean la inteligencia: mirarse mucho en el
espejo, rerse exageradamente y permanecer mucho tiempo en el mar.
Al-Asmaī cont que Hārūn reuni a cuatro mdicos: un babilonio, un
bizantino, un indio y un griego, y les dijo: Decidme cada uno la medicina que no hace dao. El
babilonio dijo: El grano de berro blanco no hace ningn dao; el indio dijo: El miroblano negro;
el bizantino dijo: El agua caliente, y el griego, que era el que ms saba de medicina, dijo: El
berro blanco produce humores; el miroblano negro afina el estmago y el agua caliente lo ablanda.
La mejor medicina es la que se asienta sobre la comida, cuanto t quieres, y que se aparta de ella,
si t lo deseas. 203
203
Literatura hispanorabe
āid de Bagdad (m. 1030). El primero de ellos lleg a Crdoba para ser preceptor del prncipe
al-
āid de Bagdad, al que hemos mencionado como poeta, fue hombre de gran ingenio, junto a
sus indudables conocimientos, pues era capaz de inventarse una etimologa para salir del paso. Goz
de la proteccin de Almanzor, al que su carcter le haca gracia y para el que escribi, parece ser,
novelas de amor. Su obra de dab se titula Kitāb al-fu
ū
āid lo hace en seis meses, recibe 5.000 dinares, pero los eruditos andaluses, entre ellos Ibn
al-Arīf, comentador de al-Mutanabbī, dice que era una falsificacin, pues se haba
inventado obras inexistentes. El libro es arrojado al Guadalquivir y
204
Literatura hispanorabe
īid sin inmutarse dice que como era una perla ha vuelto al mar. 204
La obra de
īid fue seguida por algunos estudiosos andaluses y, cuando se crea perdida, aparecieron dos
ejemplares en las bibliotecas marroques. El iraqu Mu
āid de Bagdad.
La siguiente obra de dab tiene como autor a un andalus, Abū Umar ibn Abd al-Barr
(978-1070), sabio tradicionalista, que compuso esta obra siguiendo los criterios ya sealados del dab
como complemento de la sunna religiosa: Lo primero -dice en su prlogo- por lo que ha que
preocuparse el interesado amn de la Sunna y del Libro sagrado , habr necesariamente de ser el
estudio del dab , por cuanto de provecho encierra en pro de la inteligencia , pero aade el carcter
ldico-pedaggico del gnero que no haba aparecido antes: con el fin de que todo ello quede a
disposicin de quien lo aprenda de memoria o lo utilice, sirva de deleite en las tertulias, de atractivo
para el contertulio y de estmulo de su sagacidad y su ocurrencia . 205 No en vano su obra se titulaba
Bahyat al-maŷālis ( Ornato de las tertulias ). Este elemento ldico didctico, aquello
de ensear deleitando, va a ser una nueva caracterstica a aadir a los libros de dab .
Los apartados de los 123 captulos del Ornato de las tertulias son, segn Pinilla
206
: buenas
maneras, oratoria, conversacin y retrica; vida, fortuna y riqueza, generosidad y usura; viajes y
visitas; vecinos y huspedes; autoridades y poltica; cualidades y defectos humanos; amistad y
204
R. Pinilla, Una obra andalus de dab: la Bahyat al-maŷālis de Ibn Abd al-Barr
Literatura hispanorabe
parentesco; mujeres y matrimonios; usos cotidianos, hbitos y otros temas; astrologa, filosofa y
noticias histricas; vejez y muerte.
La estructura de su discurso es semejante al que ya vimos en Ibn Abd Rabbih: los temas se
tratan con citas cornicas, proverbios, sentencias, ancdotas, referencias histricas y citas literarias.
El literato granadino Ibn Luyūn (siglo XIV) pondr en versos pareados uryuza , har otro
tanto con otras obras.
Hay noticias de ms obras de dab escritas durante el siglo XI, aunque slo nos han llegado por
referencia o citas como la que escribi el rey de Badajoz, al-Mu
azm de Crdoba y emigrado a Oriente. Este libro de dab est ya plenamente dentro de la lnea
didctica: es un espejo de prncipes.
En cambio, en la lnea filolgica Ibn Sīd de Badajoz (1052-1127) escribe diversas obras de
dab que se acercan mucho a la crtica literaria. 208
Ya en el siglo XII, Ibn al-Mawāinī de Crdoba (m. 1164) escribe otra obra de dab,
Ray
207
208
1990.
206
Literatura hispanorabe
describe la obra as El arrayn de corazones est dividido en siete partes y cada una en varios
grados. Trata de la ciencia en general, de las ciencias y las artes cultivadas por los rabes; de smiles,
expresiones ambiguas y sentencias irnicas; de la elocuencia y la elegancia del estilo; de la potica
y las reglas prosdicas; de las genealogas. La ltima parte contiene una historia de los omeyas y los
abases, con un relato de la conquista de Espaa y la serie cronolgica de los soberanos hasta 1161 .
209
Parece ser, por tanto, un tpico libro de dab, con sus caractersticas ldico-didcticas.
Con la misma intencin de ensear deleitando hay que mencionar a Ibn al-ayj de Mlaga
(1132-1207), autor de una enciclopedia didctica dedicada a la educacin de su hijo, que puede
considerarse un libro de dab y que lleva por ttulo Kitab alīf bā ( Libro del
abecedario ) 210 . Una de las cosas ms curiosas de este libro es su descripcin del faro de Alejandra,
que vio personalmente y describe con minuciosidad, de forma que con sus datos Miguel Asn Palacios
pudo hacer una reconstruccin ideal 211 .
209
210
M. Asn Palacios, Una descripcin nueva del Faro de Alejandra, Al-Andalus , 1, 1933, pp.
241-292.
207
Literatura hispanorabe
adarat al-abrār ( Conversacin de los piadosos ), que aunque como es natural trata en
abundancia de una especie de dab mstico, de cuando en cuando intercala historias y ancdotas del
dab profano. A esta obra pertenece por ejemplo la leyenda de la construccin de Madīnat
az-Zāhīrī, la ciudad palaciega del califa Abd al-Ra
mān III. El nombre de la ciudad es simplemente la ciudad resplandeciente, pero como AzZahara es tambin nombre de mujer, Ibn al-Arabī nos cuenta quin era esta Az-Zahara:
Un sabio de Crdoba me cont cul fue la causa de la construccin de Madīnat az-Zahara y
fue que a al-Nā
ir [Abd al-Ra
mān III] se le muri una de sus concubinas, dejando mucho dinero, y el califa orden que se
rescatase con ese dinero a los cautivos musulmanes en tierras cristianas, pero no se hall ninguno,
por lo que se dio gracias a Dios.
Su esclava az-Zahara, a la que amaba mucho, le dijo: Deseara que construyesen una ciudad que
lleve mi nombre y a m est dedicada. Y la construy bajo el Monte de la Novia, en su medioda y al
norte de Crdoba, a cuatro millas aproximadamente de esta ciudad. Su construccin fue de peregrina
perfeccin y de acabado perfecto. Hizo en ella lugares de recreo y mansiones para az-Zahara y para
los nobles de su reino. En su puerta hizo esculpir el retrato de az-Zahara.
Cuando estuvo acabada, Az-Zahara se sent en su saln para mirar la blancura y belleza de la ciudad
en el regazo del negro monte y dijo: Oh mi seor! Acaso no ves a esta bella esclava en el regazo
de ese negrazo?. Y el califa orden hacer desaparecer el monte y decan sus cortesanos: El prncipe
de los creyentes intenta algo que repugna a la razn slo escucharlo. Aunque se reuniesen todas las
criaturas del mundo a cavar y cortar no lo hara desaparecer, sino quien lo ha creado. Pero lo que
208
Literatura hispanorabe
orden fue cortar los rboles y plantar en su lugar higueras y almendros y as no haba paisaje ms
bello especialmente en la poca de la floracin, entre el monte y la llanura. 212
En este sentido, es muy interesante la obra del murciano umar ibn Ibrāhīm al-Awsi,
que escribi en el ao 1284 una obra titulada Zahr al-kimān fi-ma aya
a alla
adīq ( Libro del capullo sobre todo lo que se refiere a nuestro seor el profeta Yūsuf
), que como tan largo nombre indica tiene como tema al bblico, y tambin cornico, Jos en Egipto.
La obra est dividida en maŷlis (tertulias) y entre el relato de la vida de Jos (Yūsuf)
se introducen ancdotas y glosas morales. Pero tal vez lo ms interesante sea la forma novelada en
que se relata la historia del patriarca y sus amores con Zulayja, nombre musulmn de la mujer de
Putifar. As por ejemplo, la egipcia pide ayuda, para lograr el amor de Yūsuf, a su nodriza, que
acta de singular celestina-arquitecto, pues el problema era que Yūsuf no miraba a la belleza
egipcia para no caer en la tentacin:
Y la nodriza le dijo [a Zulayja]: Oh mi seora! Si te hubiese mirado alguna vez, haba corrido hacia ti
como t hacia l y si hubiese visto tu belleza, hermosura y la pureza de tu color, no podra permanecer
sin ti, y ella dijo: Qu puedo hacer?, y le contest: Dame dinero. Zulayja dijo: Aqu tienes
ante ti todos mis tesoros: coge lo que quieras, deja lo que quieras, sin tasa. La nodriza se apoder
del dinero, llam a los albailes y constructores y les dijo: Quiero una habitacin en la que se vean
los rostros en el techo y en las paredes como se ve en un espejo. Dijeron que s y construyeron una
habitacin que se llam alcoba. Cuando terminaron, la nodriza llam a un pintor diestro y le orden
que hiciese un retrato de Yūsuf y Zulayja abrazados y en el que no se viese sino esta escena;
luego orden que trajesen un lecho de oro con incrustaciones de perlas, jacintos y aljfares y lo puso
en el centro de la alcoba; tendi sobre l brocados y todo tipo de sedas; luego alfombr la habitacin
y colg tapices. Luego visti a Zulayja con muy diversas vestiduras y joyas, la sent en un estrado
grande apropiado con el resto y sali en busca de Yūsuf. 213
212
213
Literatura hispanorabe
210
Literatura hispanorabe
211
Literatura hispanorabe
importancia: puede suceder, en efecto, que un cobarde reaccione y se muestre valiente, que un avaro
sea a veces generoso, pero, en esto, no siguen el curso normal que implica su naturaleza y que ordena
la composicin de su temperamento. Ellos han actuado bajo circunstancias nuevas y si Dios decreta
que stas desaparezcan, sus actitudes cambiarn .
Entre las cosas que dan valor, citaremos las siguientes: imaginarse que la salvacin est cercana;
considerar que la cosa que os da miedo es inexistente, o est muy lejos de ocurrir; convencerse de que
est muy cerca el arma que os permitir hacer frente al peligro; imaginarse que se dispone de un gran
nmero de auxiliares, de contingentes considerables que os impedirn sufrir dao alguno. 214
Este libro de dab va acompaado de un tratado de equitacin e hipologa, que est traducido al
castellano 215 . Recordaremos que el dab inclua igualmente tratados tcnicos sobre estos temas.
Finalmente, en el siglo XV se conserva un libro de dab , obra de Ibn Ā
adāiq al-azhār ( Libro de los huertos de las flores ) y es, de nuevo, un libro
miscelneo con ancdotas, etc. Uno de sus captulos tiene un refranero en rabe dialectal hispnico.
214
L. Mercier, L'ornement des mes et la devise des habitants d'el-Andalus , Pars, 1939, pp.
250-251.
215
Literatura hispanorabe
213
Literatura hispanorabe
amīd ibn Ya
yā, contemporneo de Ibn al-Muqaffa, el creador del dab y persa como l, secretario del
ltimo califa omeya, a mediados del siglo VIII, quien utiliza la epstola como vehculo literario.
La diferencia entre el dab y la risāla , nombre rabe de la epstola, ambos gneros de
los kuttāb , consiste bsicamente en que la segunda sirve generalmente para defender una
tesis propia del autor y que aunque, como toda la literatura rabe medieval, est cargada de erudicin
y de citas de todo tipo, el autor huye del carcter axiomtico y sentencioso del dab y deja correr
su pluma libremente para desarrollar sus propias ideas.
El peso de la prosa cancilleresca con sus barrocas frmulas de expresin influye sobre las epstolas
literarias que son escritas en esta prosa cancilleresca, llamada prosa ornada, y que a menudo es rimada
y rtmica, es decir, la prosa que se llama en rabe aŷ , y su prosodia lleg a estar tan regulada
como la de la poesa.
Como en el caso del dab , el gran maestro del gnero epistolar como obra literaria es alYāhiz (m. 869), que se sirve de las risāla para exponer sus ideas y erudicin. Como
es caracterstico de este autor, al que hemos calificado de ensayista avant la lettre , su pensamiento no
se deja enmaraar por la forma, al contrario de lo que suceder con la mayor parte de los cultivadores
de este gnero.
La prosa ornada llegar a su forma ms compleja con el gnero conocido como
maqāma que invent Badīaz-Zamān al-Hamadānī (m. 1007),
basado especialmente en el malabarismo verbal del aŷ , llevado a su mxima expresin.
Como la epstola, la macama intenta ser vehculo de muy diversos temas literarios, histricos,
filolgicos, sociales, es decir, es en cierta manera ensaystica, y utiliza la primera persona para hablar,
214
Literatura hispanorabe
aunque a diferencia de la epstola no es el propio autor el que habla sino un personaje que hace el
papel de relator de una serie de aventuras, sucesos o acontecimientos, que vive un segundo personaje,
con lo que el gnero se enlaza con la tradicin del relato rabe que arranca de poca pre-islmica, con
las historias de los beduinos, tanto ms cuando los personajes que aparecen en las macamas tienen
carcter y acciones de pcaro, con respuesta ingeniosa para todo, elementos que caracterizan a travs
de toda la literatura rabe a la figura literaria del beduino, en una especie de idealizacin del rstico.
El carcter picaresco de los personajes y del mnimo argumento -lo importante es el lenguaje, no
la accin- de las macamas ha hecho pensar en su influencia con la novela picaresca espaola, aunque
existen graves dificultades en la posible transmisin de un gnero como las macamas a otra literatura,
dada la dificultad de su lenguaje y su carcter de literatura culta y por tanto minoritaria. La nica
posibilidad sera a travs de los conversos del judasmo, ya que este gnero tambin fue imitado por
los hebreos andaluses.
Cuando, en el siglo XII, al-
ama
ī difundi las epstolas en prosa ornada en al-Andalus, aunque, mientras no aparezca un
manuscrito que demuestre lo contrario, las primeras epstolas propiamente literarias no aparecen
en al-Andalus hasta principios del siglo XI, abundando, eso s, en las obras histricas las epstolas
215
Literatura hispanorabe
cancillerescas, lo que parece mostrar que los andaluses dominaban el estilo epistolar. En cuanto a las
maqāmas , adems del comentario del jerezano, las de al-
āhir Mu
afā Ha
ara y muestran que son un mero ejercicio retrico, poco menos que indigerible e intraducible a otras
lenguas.
Granja tambin opina que tanto en Oriente como en Occidente macama /epstola se confunden
al borrarse de la primera todos los trazos salvo la prosa rimada que era caracterstica esencial de
la epstola literaria . 218
216
217
218
F. de la Granja, Ibidem .
216
Literatura hispanorabe
La mufājara o debate
Entre las primeras epstolas andaluses que han llegado hasta nosotros, destacan aquellas que
pertenecen al tema de la mufājara , equivalente a las disputatio o debates medievales.
Los autores enfrentan entre s a dos objetos o dos cosas que hablan por s mismas defendiendo su
supremaca.
As, A
mad ibn Burd al-Akbar, el mayor) (m. 1054) parece especializado en escribir epstolas sobre este
tema. 219 Abū-Walīd al-
de la
imyarī defiende la misma postura en otra epstola que incluye tambin en su antologa. El
tema no es tan balad como podramos suponer segn la interpretacin de Y. ayja. 221 A
mad ibn Burd haba estado al servicio de rey Muŷāhid de Denia, que era de origen
europeo, sardo, segn nuestras investigaciones, y que poda estar simbolizado por el color amarillo,
219
F. de la Granja, Ibidem .
220
221
Literatura hispanorabe
war al que Ibn Burd dirige la epstola, lo mismo que era tambin rabe Mu
mān I cantando a la palmera, extranjera como l en tierras hispnicas). Pero podra dar
significado, como ha interpretado tambin ayja, a una macama de poca granadina, la de Ibn al-
222
223
Literatura hispanorabe
tenan clara conciencia de pertenecer a una etnia distinta, aun ms cuando viva en el reino de Denia
con sus monarcas del narciso amarillo, es decir, tambin no rabes.
Frente al ataque, autntico o pretexto literario, de Abū Ŷafar de Paterna que haba
despreciado al rey de Denia, Alī Ibn Muŷāhid, frente a los tnicamente rabes
de Almera, Ibn Garca escribi una epstola sobre la supremaca de la raza europea sobre la rabe.
Esta reivindicacin cultural de los no-rabes, que haba germinado en Oriente con los persas y haba
producido abundantes obras literarias, se llam u ābiyya , que podramos traducir por
etnitismo. Ibn Garca no se para en barras en el elogio de los no-rabes y en el menosprecio de
los rabes:
Yo creo que yerras con esta raza noble que menosprecias; son rubios y blancos, no son rabes de
camellos sarnosos; descienden de los Csares y de los Cosroes; nobles, valientes, no fueron pastores
de ovejas, ni de cabras; hijos orgullosos de los csares, los de los yelmos y las cotas de mallas, los
que disiparon temores, protegieron los rebaos, construyeron palacios, sus alczares. Hay entre ellos
numerosos halcones rojos y mudos, pues su elocuencia est en las lanzas.
Las asambleas y los ejrcitos se adornan con ellos; cabalgan sobre caballos como si stos fuesen
elefantes; son estrellas en el cortejo; son los no-rabes, los leones de la espesura; hijos del bosque,
libres de todo vicio; no les engendraron prostitutas rabes, sino les acun Sara la bella, hacedora de
prodigios.
Estn ansiosos por el gemido de las espadas, no por las arracadas, ni por las alcuzas y los coos;
por el aafil y no por el caramillo; por los vientos, no por los jubones; por los corceles, no por los
amantes; por la gualdrapa, no por los vstagos; por el poder y el honor, no por el vino y las zambras;
por el combate y no por el oro y las cantoras.
Reyes excelsos, no quemadores de boigas; sagaces, visten de brocado y no con el sayo que calienta
excesivamente por la lana de seis ovejas; guerreros, no guardianes de lechos de agua, ni plantadores
de estacas de madera; epnimos de estirpe, no bebedores de leche de camella; beben vino y comen
asado, no los frutos del alhandal, ni huevos de lagarto; no habitan tiendas de pelo; no se calientan con
boigas; no se atiborran con la inmunda grasa del lagarto, sus nios no se alimentan con reptiles. 224
224
M.J. Rubiera Mata, La taifa de Denia , Alicante, 1988 (2), pp. 136-141.
219
Literatura hispanorabe
Ibn Garca conoca perfectamente los tpicos de la beduinidad rabe que le servan de proyectiles
contra los rabes. Slo tienen el mrito de que de su raza naci Mahoma. Pero apostilla: El oro se
encuentra entre la suciedad, el almizcle en la sangre de la gacela, el agua dulce en los sucios odres .
La epstola suscit una serie de respuestas en forma de debate contra los no-rabes y su religin,
de andaluses y norteafricanos. 225
Junto a este nacionalismo tnico de los diversos grupos sociales de al-Andalus exista un
naturalismo cultural andalus que reivindicaba los valores intelectuales y artsticos de la pennsula
ms occidental del mundo arabigoislmico. Los andaluses no debatan su supremaca sobre Oriente,
la metrpoli cultural a la que queran emular 226 , pero s sobre el norte de frica. La primera epstola
de debate en la que se plantea la supremaca de al-Andalus es nada menos que de Ibn
azm de Crdoba (m. 1064). Un literato de Kairun parece que escribi una epstola a un primo de Ibn
azm le contest con una especie de repertorio bibliogrfico que no nos ha llegado hasta nosotros. Su
primo Alī ibn
azm escribi otra epstola de respuesta, que es una especie de Laus Hispaniae : 227
En cuanto a los climas, Crdoba, donde nacimos y nos pusieron los amuletos infantiles, alegra a
quien lo ve con su clima nico; nuestra inteligencia y perspicacia estn en consonancia con el clima,
225
J. T. Monroe, The shu ūbiyya In al-Andalus. The risāla of Ibn Garca and Five
Ch. Pellat, Ibn Grafa azm, bibliographe et apologiste de l'Espagne musulmane , Al-Andalus ,
Literatura hispanorabe
aunque la luz no nos llegue sino en su ocaso desde las regiones habitadas donde nace, situacin que
al decir de los astrlogos disminuye la influencia de los astros. Pero, en todo caso, al-Andalus es
un lugar privilegiado respecto a la mayor parte de las otras regiones, por la elevacin de noventa
grados de una de las luminarias, pues esto, segn los expertos citados, significa el dominio de las
ciencias. Y los hechos no lo desmienten, avalndolo la experiencia, pues los habitantes de al-Andalus
dominan las ciencias cornicas y de la tradicin, saben una gran parte del derecho musulmn, conocen
la gramtica, la poesa, la filologa, la historia, la medicina, la aritmtica y la astronoma, con gran
extensin, amplitud, profundidad y seriedad. 228
Otras epstolas debaten temas ms nimios: as, Ibn A
mad de Denia escribe una epstola en la que los palacios del rey al-Mutamid de Sevilla debaten sobre
su preeminencia en belleza y boato para albergar al rey, 229 dentro de la personificacin de edificios y
ciudades tpica de la literatura rabe. De la misma forma afwān ibn Idrīs de Murcia
presenta a las ciudades de al-Andalus disputando entre s la supremaca de su belleza 230 .
Al-aqundī de Crdoba (m. 1231) vuelve al tema de Ibn
azm, pero trata de la superioridad de al-Andalus respecto al norte de frica. Naci la epstola de una
polmica que tuvo este autor con un tangerino delante del emir almohade sobre la supremaca de una y
otra orillas del estrecho. Ambos se comprometieron a escribir sobre sus respectivas patrias, pero slo
se conserva la epstola de al-aqundī, posiblemente porque la polmica no existi nunca y no
es ms que un pretexto literario. La epstola es una autntica loa de al-Andalus desde el punto de vista
poltico, literario, cultural, econmico, etc. Ha sido traducida al espaol por E. Garca Gmez. 231
El mismo tema vuelve a aparecer en Ibn al-Ja
228
I. Abbas (ed.), en Ta rij al-Adab al-Andalusī. A Grafa r siyāda Qur Grafa uba ,
R. Lled Carrascosa, Risala sobre los palacios abbades de Sevilla de Abū Ŷafar
Traducida en parte -slo las ciudades andaluzas- por F. de la Granja, Geografa lrica de
E. Garca Gmez, Elogio del Islam espaol, Andaluca contra Berbera , 1976, pp. 45-141.
221
Literatura hispanorabe
īb (1374), que escribe una epstola -ignoramos por qu se la define como una macama cuando
tiene forma epistolar, pues el barroquismo de su prosa es la habitual en Ibn al-Ja
īb- en la que se habla de la supremaca de Mlaga sobre Sal, 232 escrita cuando se encontraba
exiliado en Marruecos con enorme nostalgia por su tierra andalus. Otra de sus obras, Mi
ŷār al-ijtiyār tiene, en cambio, caractersticas que la hacen ms parecida a una
macama. Dos personajes, un viajero y un mdico, describen cada uno las ciudades de al-Andalus y
de Marruecos. No hay propiamente debate, aunque Ibn al-Ja
232
E. Garca Gmez, Andaluca contra Berbera , op. cit. supra , pp. 145-164.
233
Literatura hispanorabe
234
Literatura hispanorabe
Tiene al diablo como gua o al demonio como mentor! Jurara que tiene una sombra que le ayuda o
un genio que le asiste, porque esto no es propio de la capacidad humana, ni es tanto el aliento en una
persona! Eso dijiste, Abū Bakr y, por ello, disponte a escuchar maravillas.
Desde los tiempos en que yo aprenda las primeras letras, me sent inclinado hacia los libros y dese
escribir. Segu a los poetas y acud a escuchar a los entendidos, pues me palpitaban las venas por
comprender y se me agitaban las arterias por la ciencia, con profundo amor espiritual. Me bastaron
unas ligeras ojeadas y unas rpidas consultas a los libros, pues la ciencia hall en m la horma de su
zapato, ya que no soy como nieve de la que se intenta extraer fuego, ni como burro cargado de libros.
Alcanc la frontera de la retrica sin tregua y amarr con fuerza su ave por las patas, de forma que se
desplegaron ante m sus maravillas y se esparcieron sobre m sus dones.
En los primeros aos de mi juventud am intensamente, mas luego, se apoder de m el hasto.
Y sucedi que, estando en este estado de nimo, muri la persona a quien yo amaba; me entr gran
afliccin y encontrndome un da en el jardn, yo solo, con todas las puertas cerradas, dije:
La muerte se apoder del corzo de la fronda,
la parca arrebat a la seducida gacela....
Y conclu excusndome del tedio que haba experimentado:
Si sent tedio de ti no fue por odio,
no hubo intencin perversa en mi pensamiento.
Y all me qued cortado, sin saber cmo proseguir, mas he aqu que apareci un jinete sobre un
caballo negro, del mismo color de la barba de su rostro, apoyado en su lanza y me grit: Eres incapaz
de seguir, joven humano!, y le respond: Por tu padre!, no, pues las palabras tienen sus momentos
y es condicin humana!, y entonces me dijo: Aade esto!:
Fue por el hasto del joven ante el deleite y el placer,
si duran mucho.
Le di mi aprobacin ms sincera y le pregunt: Por mi padre!, t quin eres?, y me contest:
Soy Zuhayr ibn Numayr, de la tribu de Asya, de los genios. Le pregunt entonces: Y qu es lo que
te ha llevado a aparecerte a m?, y me contest: El amor que te tengo y el deseo de perfeccionarte,
dijo, y yo aad: Bienvenido seas, rostro resplandeciente! Encontrars por mi parte un corazn
224
Literatura hispanorabe
bien dispuesto y un amor correspondido. Charlamos un rato y me dijo: Si quieres que acuda a tu
presencia, recita estos versos:
nete a Zuhayr del amor, oh Azza!,
pues cuando se la recuerda, acude,
cuando las bocas la mencionan
me imagino que la beso;
entro en las casas que la mencionan,
aunque estn en alejados arenales,
que el amor con amor se paga.
Salt el caballo negro el muro del jardn y desapareci de mi vista. Y ahora, Abū Bakr,
cuando me quedo cortado, pierdo el hilo o me traiciona el estilo, recito los versos y se me aparece mi
amigo, y as consigo lo que deseo y mi talento obtiene lo que pide.
Nuestra amistad se afianz y ocurrieron multitud de historias que te relatara, si no fuese porque el
escrito se hara muy largo, pero te contar algunas. 235
Estas historias son que un da su genio le lleva al pas de los genios inspiradores que se caracterizan
con los mismos rasgos del poeta correspondiente. All estn las grandes figuras de la poesa rabe,
Tarafa, Abū Tammām, al-Bu
amīd, al-ŷāhi
, Badīal-Zamān. Ibn uhayd, que ha intercalado versos con los poetas, introduce
tambin trozos de prosa dentro de este captulo y presenta a dos genios inspiradores de dos andaluses
contemporneos suyos. Luego Ibn uhayd acude a una tertulia de genios que analizan diversos poemas
y finalmente a un grupo de animales que resultan ser genios literatos igualmente y donde seguramente
alude a algunos de sus contemporneos.
La originalidad de la epstola es manifiesta, aunque bebe sus fuentes de la tradicin rabe, ya que
la idea de los genios inspiradores, dobles de los autores, estaba en la tradicin literaria rabe. Ms
235
Literatura hispanorabe
sorprendente es el invento del viaje profano a ultratumba, como lo define Emilio Garca Gmez,
aunque, como Barbera 236 , creemos que no tiene conexin con el viaje escatolgico de Mahoma en
el extenso hadiz de la Escala de Mahoma , fuente de la Divina Comedia , y ni siquiera con la
Epstola del perdn de su contemporneo, el sirio al-Maarri, que es tambin una visita escatolgica.
La tierra de los genios es algo semejante a un limbo y posiblemente -hagamos caso al propio autorno precis de fuentes literarias.
236
S. Barbera, Ibn Xuhayd, Epstola de los genios o rbol de donaire , Santander, 1981.
226
Literatura hispanorabe
Ibn
azm y El collar de la paloma
Ibn
azm de Crdoba (994-1063) es una de las figuras universales que dio la Hispania musulmana.
Perteneci con Ibn uhayd a la generacin de los epgonos del califato, con lo que tuvo a su
alcance, en los primeros aos de su vida, el acceder a todo el bagaje cultural de la ciudad-luz
que fue la Crdoba califal y no lo desaprovech. Cuando en Mallorca polemiz con el alfaqu alBāŷī (1012-1081), ste le reproch que mientras l haba estudiado a la luz de
un candil, mientras trabajaba como vigilante en un mercado, Ibn
azm le contest que tena ms mrito, pues mientras al-Bāŷī haba estudiado
para mejorar de posicin, l lo haba hecho por amor a las ciencias religiosas. A ellas dedic la
mayor parte de su vida y de sus numerosos escritos. Su independencia intelectual le llev a optar por
una escuela jurdica religiosa diferente al malikismo mayoritario en al-Andalus y de ah las agrias
polmicas e incluso la quema de sus libros, situacin que creemos fue buscada por l mismo, pues
desde su juventud debi darse cuenta de que jams le perdonaran su superioridad intelectual. An
no ha cumplido los cuarenta aos cuando escribe, en su Epstola de elogio de al-Andalus que ya
hemos mencionado, su descripcin paradigmtica de la envidia hispnica, de que nadie es profeta en
su tierra, pero mucho menos si esta tierra es la hispnica:
Sus habitantes sienten envidia por el sabio que entre ellos surge y alcanza maestra en su arte; tienen
en poco lo mucho que pueda hacer, rebajan sus aciertos y se ensaan, en cambio, con sus cadas y
tropiezos, sobre todo mientras vive, y con doble animosidad que en cualquier otro pas. Si acierta,
dicen: Es un audaz ladrn y un plagiario desvergonzado. Si es una mediana, sentencian: Es una
nadera inspida y una mediocridad insignificante. Si madruga en apoderarse del trofeo en la carrera,
preguntan: De dnde ha salido ste, dnde aprendi y cundo ha estudiado? Si la suerte le lleva
luego por el camino de descollar claramente sobre sus mulos, o le hace abrirse una senda que no
es la que ellos frecuentan, entonces se le declara la guerra al desgraciado, convertido en pasto de
murmuraciones, cebo de calumnias, imn de censuras, presa de lenguas y blanco de ataques contra
227
Literatura hispanorabe
237
Ibn
azm utiliz con frecuencia la epstola como vehculo de su pensamiento y durante su juventud trat
de temas que no eran exactamente las ciencias religiosas, como la epstola que acabamos de citar y
su obra ms famosa, El collar de la paloma .
La epstola es un tratado sobre el amor, escrito por Ibn
azm en el ao 1022 en Jtiva durante la poca de su vida en que an estaba mezclado en aventuras
polticas y de ah su presencia en la ciudad valenciana, donde se retir tras haber participado en el
intento de proclamar califa al prncipe omeya al-Murta
ā. Parece, en cierto modo, una obra escrita para entretener este tiempo muerto de su vida,
aunque un anlisis de la misma nos indica que la termin o retoc durante aos, pues hay datos que
abarcan hechos posteriores al ao 1022.
El collar de la paloma es una versin personal de un libro escrito a finales del siglo IX en Bagdad,
el Kitāb al-zahra de Ibn Dāwūd de Ispahn, que haba formulado la teora y
237
E. Garca Gmez, Ibn Grafa azm de Crdoba, El collar de la paloma , Madrid, 1967, p.
45.
228
Literatura hispanorabe
la prctica -el cdigo- del amor corts rabe, la mrbida perpetuacin del deseo, en definicin de
Emilio Garca Gmez 238 , sobre las bases del concepto esttico de Platn. Ibn
azm, que apenas entra a analizar en qu consiste el amor -los tratadistas rabes haban sido ya prolijos
en analizar su naturaleza y sus clases-, entra de lleno a hablar de su fenomenologa y as su libro trata
de los siguientes temas, divididos en captulos: La esencia del amor; sobre las seales del amor; sobre
quien se enamora en sueos; sobre quien se enamora por or hablar del ser amado; sobre quien se
enamora por una sola mirada; sobre quien no se enamora sino con el largo trato; sobre quien habiendo
amado una cualidad determinada, no puede amar ya luego ninguna otra contraria; sobre las alusiones
verbales; sobre las seas hechas con los ojos; sobre la correspondencia; sobre el mensajero; sobre la
guarda del secreto; sobre la divulgacin del secreto; sobre la sumisin; sobre la contradiccin; sobre el
que saca faltas; sobre el amigo favorable; sobre el espa; sobre el calumniador; sobre la unin amorosa;
sobre la ruptura; sobre la lealtad; sobre la traicin; sobre la separacin; sobre la conformidad; sobre
la enfermedad; sobre el olvido; sobre la muerte; sobre la fealdad del pecado; sobre la excelencia de
la castidad. La epstola se inicia con un prlogo -como carta en respuesta a una peticin- y se cierra
con un eplogo. 239
El mayor inters de esta obra es su originalidad dentro de las obras de este tema de la literatura
rabe, ya que Ibn
azm no pone ejemplos literarios sino sacados de su propia experiencia: Perdname -dice en el
prlogo- que no traiga a cuento las historias de los beduinos o de los antiguos, pues sus caminos son
muy diferentes de los nuestros. Podra haber usado las noticias sin nmero que sobre ellos corren; pero
no acostumbro a fatigar ms cabalgadura que la ma, ni a lucir joyas prestadas. 240 As la epstola se
convierte en una autobiografa y en una crnica sentimental de la Crdoba del siglo X y comienzos
del XI, analizada con extraordinaria agudeza psicolgica. Las figuras hierticas de las crnicas cobran
vida, sabemos de sus sentimientos, de sus gustos e incluso de las aberraciones de los hombres de tan
lejanos siglos, muchas veces, en esto tan cercanos a nosotros. De ah su valor universal y que sea una
de las obras escritas en rabe, traducidas a casi todas las lenguas europeas.
238
239
F. de la Granja, Ibidem .
240
Literatura hispanorabe
Ibn
ufayl y el filsofo autodidacta
Otra de las obras universales de la literatura hispano-rabe tiene igualmente forma de epstola: se
trata de la Risālat
ān de Ibn
ufayl de Guadix (m. 1165), traducida al latn por Pococke en el ao 1671 con el ttulo de Philosophus
autodidactus . Esta epstola es, aunque sea un anacronismo llamarla as, una novela filosfica. Su
autor, Ibn
ufayl, maestro de Averroes, pretende demostrar la validez de la razn para alcanzar las verdades
eternas, problema que har debatir a la filosofa medieval durante el siglo XII y los siguientes, sin
lmites de fronteras religiosas o geogrficas, y para ello el autor idea una especie de fbula en donde
crea un personaje precursor de Robinson Crusoe y de Tarzn de los monos . En efecto, en una
isla desierta aparece un nio, bien por generacin espontnea o porque ha sido all conducido por las
aguas a las que fue entregado en un cofre por su madre, y con esto se relaciona con la historia bblica
de Moiss, aunque procede de un cuento rabe de la leyenda de Alejandro, cuento que fue utilizado
tambin por Gracin. 241 El nio es adoptado por una gacela y as cuenta Ibn
ufayl la relacin del nio con su entorno y el poder de la razn humana que le hace descubrir su
identidad, su otridad respecto a los animales:
En la isla no haba fieras dainas y el nio creci, alimentndose de la leche de la gacela hasta los
dos aos; aprendi a caminar y ech los dientes. Segua a la gacela, que le cuidaba con ternura; le
llevaba a los lugares donde haba rboles frutales y le daba de comer los frutos que estaban cados de
los rboles cuando eran dulces y maduros; si tenan cscara dura, se los parta con sus muelas; cuando
241
Literatura hispanorabe
l volva a la leche de sus ubres, le amamantaba; cuando quera agua, le llevaba a las aguadas; cuando
el sol le calentaba, le daba sombra; si tena fro, le calentaba, y cuando llegaba la noche, le llevaba
a su primer cubil, donde le cubra con su propio cuerpo o con unas plumas que haba all, restos de
las que haba en el cofre donde haban metido al nio. Maana y tarde les acompaaba el rebao de
gacelas, que iba con ellos a los pastos y pasaba la noche en el mismo cubil.
El nio continu viviendo con las gacelas de esta forma e imitaba su gaido en el mismo tono, de
forma que no se les poda diferenciar. Del mismo modo reproduca las voces de las aves y de los otros
animales que oa. Pero las voces que mejor reproduca eran las que proferan las gacelas para pedir
socorro, para relacionarse entre s o cuando queran algo o lo rechazaban, porque los animales para
cada ocasin emiten un tono diferente de voz. Los animales se conocan entre s; l no los rechazaba,
ni ellos a l, aunque cuando se representaba en su espritu las imgenes de las cosas que, en ese
momento, estaban ausentes de su percepcin, senta que unas las deseaba y otras le repelan.
En todo aquel tiempo miraba a los animales y vea que estaban recubiertos de pelo, lana o pluma;
observaba la rapidez de su carrera, su fuerza y las armas de las que estaban dotados para rechazar al
adversario, tales como cuernos, colmillos, cascos, espolones y garras. Luego se miraba a s mismo
y vea su desnudez, su ausencia de defensas, su lentitud para la carrera, su debilidad respecto a los
animales que le disputaban los frutos y se los arrebataban en contra de su voluntad y que le vencan sin
que pudiera rechazarlos o huir de ellos. Vea tambin que a sus compaeros, las cras de las gacelas, les
crecan cuernos que antes no tenan y que se volvan fuertes, despus de haber sido dbiles, cosas que
no le sucedan a l. Pensaba sobre ello, no comprenda la causa y lleg a considerar que los animales
que no se parecan a l eran deformes o enfermos. Tambin observ que en los otros animales, los
lugares por donde salan los excrementos estaban resguardados: el de los excrementos slidos por las
colas y el de los lquidos por pelos o cosas semejantes. Y que sus penes estaban ms ocultos que el
suyo. Todas estas cosas le molestaban o afligan.
Esta aflicin le dur mucho tiempo y sobre los siete aos, desesperado por no verse completo, con
unas carencias que le molestaban, cogi grandes hojas de rboles y se las puso por delante y por detrs,
sujetas con una especie de cinturn con hojas de palmera y esparto. Pero las hojas no tardaron en
secarse y caerse, por lo que fue recogiendo otras y colocndoselas en capas superpuestas que duraban
algo ms, pero no demasiado. Cogi igualmente ramas de rbol como bastones, que igual por sus
puntas, las uni con otras y las emple contra los animales con los que luchaba, atacando a los dbiles
y resistiendo a los fuertes. Entonces se dio cuenta de que tena cierto poder y vio que sus manos eran
231
Literatura hispanorabe
superiores a las de los animales, pues con ellas podra cubrir su desnudez y utilizar bastones para
defenderse, sin necesidad de tener cola, ni defensas naturales.
A todo esto, segua creciendo y sobrepas los siete aos, sin dejar de renovar las hojas que le
cubran. Entonces se le ocurri coger la cola de un animal muerto para colgrsela el mismo, pero no
se atreva a hacerlo porque haba visto que los animales vivos evitaban y huan de los muertos, hasta
que un da encontr un guila muerta y pudo realizar su deseo, pues vio que los animales no huan
de ella. Fue donde estaba, le cort las alas y la cola, enteras como estaban, le arranc las plumas y la
piel y con esta ltima hizo dos partes: una se la coloc a la espalda y la otra sobre el ombligo y lo que
hay debajo; se colg a continuacin la cola sobre el trasero y las alas sobre los brazos y as obtuvo un
vestido con el que cubrirse, calentarse y asustar al resto de los animales, hasta el punto que ninguno
se enfrent con l ni siquiera se le acerc, excepto la gacela que le haba amamantado y criado.
La muerte de la gacela le lleva a descubrir la existencia del alma y la continua reflexin sobre s
mismo y su entorno a la existencia del Ser Supremo. Retirado a una caverna intenta llegar a unir su
alma con Dios, lo cual logra. Entonces llega a la isla un hombre piadoso que buscaba la soledad para
dedicarse al ascetismo y le ensea el lenguaje humano -un gran acierto de Ibn
ufayl es ver que el lenguaje es un fenmeno social, innecesario en la soledad-. El asceta se da cuenta de
que el joven solitario ha llegado al conocimiento de Dios esencial que subyace en todas las religiones
y quiere que el mundo conozca este hecho. Van los dos a una isla vecina y habitada donde intentan
explicarlo, pero la gente no lo comprende, atada por los prejuicios de la religin revelada y vuelven
a la isla desierta para dedicarse a la ascesis.
La novela ha sido muchas veces editada y traducida a muchas lenguas. En castellano lo hizo Pons
Boigues en 1900 -ha sido reeditada hace poco- y ngel Gonzlez Palencia en 1934.
232
Literatura hispanorabe
Ibn al-Arabī
El mstico andalus Ibn al-Arabī (Murcia, 1165-Damasco, 1240) utiliz con frecuencia la
forma epistolar para exponer su complejsima doctrina. Su inmensa obra mxima, Futū
annā, que haba llegado al decenio de los noventa de edad. Era, pues, de edad avanzada y,
sin embargo, no coma sino de las sobras que la gente arrojaba a las puertas de sus casas; y aun de
estos desperdicios era poqusimo lo que coma. Cuando yo me sentaba a conversar con ella, me daba
vergenza mirarle el rostro, por lo delicado de sus facciones y lo sonrosado de sus mejillas, a pesar
de que estaba ya en los noventa aos. La Fāti
a (primer captulo del Alcorn) era su favorita y preferida. A este propsito, me dijo una vez: Me ha
sido dado por Dios la Ftiha, de la cual dispongo a mi arbitrio para hacer con ella cuanto me plazca.
Con mis propias manos le constru una choza de caas, en la cual se aposentaba en compaa de
dos compaeros mos. Acostumbraba a decir: Ninguno de los que entran a hablar conmigo me gusta
tanto como Fulano, y me aluda a m. Decanle: Y por qu esto? Responda: Porque ninguno
242
Literatura hispanorabe
de ellos entra a hablar conmigo, sino una parte de su propio ser, es decir, sus preocupaciones de casa
y familia. Slo Mu
ammad ibn Arabī, mi hijo espiritual y el consuelo de mis ojos, cuando entra a hablar conmigo,
entra con todo su ser y, as cuando se levanta como cuando se sienta, lo hace con todo su ser, sin dejar
tras de s nada de su propia alma. As debe ser el camino de la vida espiritual.
Dios le ofreci la posesin y dominio de la creacin entera; pero ella, sin detenerse siquiera ante
una sola de las criaturas, limitbase a exclamar: T, slo T! Toda otra cosa que no seas T, es para
m de mal agero!. Viva absorta en Dios. El que la vea, deca que estaba tonta, pero ella replicaba:
El necio es el que no conoce a su seor!
Era la compasin misma para todo el mundo. Abū Amir, el almudano de la mezquita
aljama de Sevilla, la azot con su verga de oro, la noche de pascua, en la mezquita. Ella se limit a
dirigirle una mirada, y se march de all con el alma resentida contra el almudano. Durmiose aquella
noche, y al amanecer, oy a aquel mismo almudano que desde el alminar de la mezquita llamaba a la
oracin del alba. Al orlo, exclam: Oh Seor! No me castigues! Mi alma concibi resentimiento
contra un hombre que te recuerda en medio de las tinieblas de la noche, cuando las gentes duermen!
Por su lengua revela el nombre de mi Amado! Oh, Dios mo, no le castigues por mi resentimiento
contra l!. A la maana siguiente, los alfaques de la ciudad entraron a palacio para saludar al sultn,
despus de la solemne oracin de pascua y, confundido con ellos, penetr tambin aquel almudano,
esperando participar de los regalos del sultn; pero ste pregunt: Quin es se? El almudano
de la aljama, le dijeron. Y quin le ha mandado entrar en compaa de los alfaques? Sacadlo
fuera! Dironle de bofetadas y lo expulsaron de all. Alguien, sin embargo, intercedi por l ante el
sultn y se le puso en libertad, despus de que ya el sultn haba mostrado su propsito de castigarlo.
A Fātima le dijo la gente: A Fulano le ha sucedido con el sultn tal y tal cosa. Pero ella
replic: Ya lo saba; y si no hubiera sido porque yo ped a Dios por l, para que su castigo fuese
leve, de seguro que lo hubiesen matado.
Su vida mstica fue maravillosa. Ya muri.
[Traduccin de M. Asn Palacios]
243
El mundo alucinado que muestra Ibn al-Arabī de Murcia contrasta con el que refleja Ibn
243
Literatura hispanorabe
azm de Crdoba. Pero indudablemente son diversas caras de la misma realidad andalus.
235
Literatura hispanorabe
azm (m. 1029), el primo del autor del El collar de la paloma , sobre un efebo, la de Ibn Abī-l-Ji
āl (m. 1145) sobre una fiesta bquica o la de Abū-l-Baqā de Ronda, el autor
de la famosa elega a la prdida de las ciudades de al-Andalus (m. 1286), sobre una bella esclava
vendida en el mercado, sta ltima estudiada y traducida por Granja 244 y algunas ms de este estilo.
Otro tema de estas epstolas o macamas es el panegrico, como en dos dedicadas al famoso cad
Iyā
de Ceuta, una, obra de un literato de Guadix, y otra, de uno de Niebla, que no parecen haber pasado
con ms gloria a la literatura. 245
Mayor inters ofrecen las epstolas o macamas de tema geogrfico que mencionamos aparte de las
que tambin describen ciudades y pases, pero para mostrar la superioridad de unos sobre otros y de
las que hemos hablado en las epstolas de tema de debate. Una de las que ofrecen mayor inters es
la de un literato deniense, Mu
ammad ibn Muslim, secretario de Alī ibn Muŷāhid, que escribe una epstola al
rey de Mallorca, cuando el rey de Denia ya ha sido destronado, contndole un viaje que realizara el
secretario por las cortes de Almera, Granada y Sevilla con una misin del rey Alī. El relato
est realizado en la ms compleja prosa ornada. As describe el palacio del rey de Almera:
Hasta que llegamos a la mansin de amplios contornos, puesta sobre ascuas, derramadora de ros. Su
aire es claridad para la tristeza, aumento de vida; su luz es curacin para la tristeza, ensanchamiento
244
245
Literatura hispanorabe
para el pecho. Es como si sus aguas emanasen de los dedos de su seor, se volviesen fuentes de nctar
al mezclarse, fuesen gengibre o fuesen el manantial del ro del Paraso; crecen arrayanes de topacio
y abundantes rboles de esmeralda; se viste con collares de oro de las toronjas y de las perlas y el
coral del mirto. Nos inclinamos ante [el saln] de la Corona, que es un edificio en la encrucijada del
palacio por el lado del mar, pulido como el cristal revestido de la aurora luminosa, encollarado con
el collar del avestruz, enjoyado como una novia. Hay quien dice que es la cpula del firmamento y
hay quien dice que es el cielo con las estrellas.
Vimos en su lugar preferente a su vigoroso rey como si se manifestase entre nubes; cumplimos
con la obligacin del saludo y tomamos asiento para comer; nos rodearon con platos de oro y plata,
con fuentes que eran como las respuestas a todo tipo de deseos. Cuando estuvimos satisfechos, nos
levantamos a hacer abluciones y nos trajeron jofainas de oro y jarras incrustadas con perlas; nos
lavamos con agua que era como cristal y su mezcla como alcanfor. 246
Con un tema semejante, Ibn Ŷāabir de Totedo nos describe el palacio y fiesta del
rey al-Mamūn con motivo de la circuncisin de su nieto al-Qādir, en una epstola
transmitida por Ibn
ayyān:
Cuando este grupo de invitados termin de comer fue conducido a la sala preparada para las
abluciones, que igualmente haba sido adornada con tapices de bordado en oro y en donde haban sido
colgadas pesadas cortinas a juego. Los criados le ofrecieron ungentos y polvos perfumados en copas
y bandejas de plata de acabada factura y casi no precisaron ya lavarse con aquellos perfumes, pero
les acercaron el agua de las abluciones en jarras de plata de perfecto acabado, que vertieron sobre
aguamaniles de plata a juego con las jarras en belleza y riqueza. Cuando acabaron de enjuagarse les
acercaron paos que parecan de seda.
A continuacin los condujeron al saln de los perfumes, que estaba situado en lo alto, sobre el ro,
y que era el ms lujoso de los salones. Comenzaron a ser perfumados por el aroma de los pebeteros de
plata que contenan loe indio, mezclado con el mbar de Fustat; luego sus vestidos fueron aspersados
con agua de rosas mientras se vertan sobre sus cabezas perfumes embotellados en frascos de cristal
tallado. Luego acercaron esencieros de cristal tallado de muy bella factura y forma que contenan
246
Literatura hispanorabe
diversas algalas, el ms escogido almizcle tibetano, el ms puro mbar magreb y la esencia del sauce
Barmakī. Con estos perfumes sus bigotes gotearon perfume y sus canas recuperaron su color.
247
Ibn al-Ja
īb (1374) hace una imitacin de esta epstola en su descripcin de la fiesta que da Mu
ammad V para celebrar el mawlid del Profeta el 30 de diciembre de 1362, fiesta y escenario estudiados
por Emilio Garca Gmez y que ya hemos mencionado, 248 pues Ibn al-Ja
rat al-
ayf en la que describe un viaje que realiz con el sultn Yūsuf I en el ao 1354 a las provincias
del reino de Granada. En esta macama describe Guadix, Baza, Purchena y Vera y las. recepciones
reales con la ms alambicada prosa ornada.
Como ejemplo de su prosa, incluimos su descripcin de Granada que se encuentra en su obra la I
ā
247
248
Literatura hispanorabe
ays y de I
Ibn Sab
ūn, el del hijo del almudano; la huerta de Ibn Kāml, la del Palmeral Alto y la del
Palmeral Bajo, la de Ibn Umran, la de Ibn Nafi; las huertas del barranco de Muqbil, las de la
Anchura, de la Hoya y del Barranco; los jardines del camino del Naŷd, de la Sabīka
y el Generalife.
Ninguno de estos lugares tiene parangn en belleza, abono, riego, acequias, rboles frondosos
y excelentes plantas. Se extienden hacia el Genil. Tanto las propiedades particulares como las que
pertenecen a los bienes pos de las mezquitas y hacen prisionera la vista. Con el conjunto de las
cantarinas corrientes de aire, los alminares, las cpulas y los rboles de los rasos, plantados all de
nuevo y que cortan el paisaje.
El ro es una de las bellezas de la ciudad, pues su agua cristalina es producto de la disolucin de
la nieve y corre sobre guijarros, sobre aljfares, rodeado de rboles y umbras; viene del sur hacia
239
Literatura hispanorabe
el oeste y pasa por los palacios del Naŷd, que se levantan como altos escabeles e inhiestos
gallardetes. 249
Las gentes de la capital tienen amor a estos jardines y pasan sus ocios sentados en las arenas del
ro o en los caminos de los rboles frondosos.
Por ltimo, entre estas epstolas descriptivas, mencionaremos una muy curiosa, obra de
Abū-l-
alt de Denia (m. 1134), la Epstola egipcia , en la que describe Egipto y la vida intelectual y cientfica
de sus habitantes en el Siglo XI. 250 Sera el estilo de la epstola en al-Andalus de Ibn
azm, si no fuera porque el autor deniense pas malos momentos en Egipto y sus pginas son muy
crticas sobre el ambiente intelectual de sus habitantes, aunque como no les pone en parangn con
otros, no entrara en el gnero de debate.
Como otros andaluses abandon su patria a la llegada de los almorvides. As describe su viaje
a Egipto:
Y me march en direccin a Egipto, errando por desiertos ignotos y lejanos, desafiando peligros y
acechanzas; montaba, a veces, infame pellejo, de negro pelaje, firme como el color del cabello juvenil;
cuando el campo se ensanchaba, sus riendas se ponan como la calma del viento, corra como el corcel
del viento y pasaba como mirada vida; otras veces montaba sobre ulcerosos flancos, de pelaje de
zorro, labios carnosos, pelo rizado y calzado de cornalina o su hermano uterino, que caminaban con
el paso lento de sus grandes zancadas, tragndose valles y mesetas. Cuntos vados cruc, cuntas
vestiduras de la noche me vest, de cuntas tierras atraves sus crestas y sus desfiladeros, de cuntos
mares hend sus olas y sus ondas! No tena otra intencin que llegar a Egipto, ni quera, ni buscaba
otro camino.
Al fin llega y as describe Egipto en la crecida del Nilo:
249
250
pp. 189-198.
240
Literatura hispanorabe
Toda la tierra de Egipto se extiende como un amplio mar que extiende su superficie entre los montes
que la bordean; as queda hasta que las aguas llegan al lmite fijado por la voluntad de Dios y que
puede llegar aproximadamente a 18 codos. Despus el Nilo comienza a volver a su lecho habitual
y tras haber estado tan alto y dominarlo todo, refluye y vuelve al punto ms bajo, dejando charcos
como monedas de plata y a las alturas como tejidos abigarrados. En esta poca del ao la tierra de
Egipto es la ms bella que se puede ver, sobre todo sus lugares de paseo famosos, sus localidades
frecuentadas, como la Pennsula, o la Alberca del Abisinio u otros lugares semejantes, frecuentados
por los vividores, los letrados y los msicos.
Abū-l-
alt haba ido a Egipto por la fama de su ciencia y sabidura -el deniense era, adems de un literato,
un cientfico- pero ahora se encuentra que:
En cuanto a nuestra poca, la ciencia ha desaparecido. No queda huella de ella e incluso su nombre
es ignorado. No quedan sino gentes mediocres y de calidad inferior, rebao de ignorantes, tropa de
ciegos, estpidos la mayor parte. Slo tienen experiencia para la astucia y la traicin, para las que
tienen adems disposicin natural y para las que encuentran mil refinamientos.
Hay que decir que Abū-l-
alt haba sido encarcelado por el fracaso de un invento suyo para sacar un barco sumergido en el
puerto de Alejandra, experimento que haba costado muchsimo dinero a las autoridades de la ciudad
egipcia.
241
Literatura hispanorabe
X. La narrativa historicista
242
Literatura hispanorabe
Los jbar
Junto con la poesa pre-islmica, la antigedad rabe transmiti a la civilizacin arabigomusulmana
una serie de narraciones que explicaban el pasado de los rabes antes de que pudiesen crear una historia
propiamente dicha como gnero cientfico. Ya hemos visto que la curiosidad rabe por saber el origen
de las cosas cre una serie de relatos que explicaban los orgenes de los proverbios. De la misma
forma otros hechos enigmticos del pasado -unas ruinas, por ejemplo- creaban una leyenda etiolgica
autctona o transmitida por las culturas vecinas. Junto a este tipo de noticias, se transmitan noticias
del pasado de las tribus, con el origen de las genealogas, de sus alianzas, etc. Otra serie de relatos
etiolgicos versaban sobre los hechos literarios como respuesta a quin y cmo se compuso un poema.
Este tipo de relato que pretende ser historicista, relacionado con un hecho, dicho, persona o cosa
determinada recibe el nombre de jbar , frente a los relatos de personajes annimos o imaginarios
que seran los cuentos (
ikāya o jurāfa ). El jbar sera pues la estructura bsica de la narrativa rabe -con
un autor reconocido citado, aunque sea vagamente, dijo uno de la tribu tal que cuenta una historia
perfectamente acabada que da una respuesta a algo que no se conoca-, de ah su nombre, que significa
noticia.
Habra dos grandes grupos de jbar historicistas: los que tratan de los pueblos desaparecidos de
la Pennsula Arbiga (el pueblo de Ād,
amūd, las dinastas sudarbigas, etc.) y los de los rabes nmadas, de los beduinos. Hay un
largo ciclo que agrupa diversas luchas tribales con hazaas de sus campeones conocidos por el nombre
de Ayyām al- arab ( Los das de los rabes ), denominacin que hace referencia al da de
la batalla que se relata o a los personajes que intervinieron en la aventura. Son narraciones heroicas,
llenas de topnimos ignotos y de fragmentos poticos. Estas escenas blicas fueron transmitidas
oralmente y recogidas por los fillogos de los siglos VIII-IX o en las obras de dab (recordemos
que el andalus Ibn Abd Rabbih recoge esta coleccin de jbar en uno de los captulos de su libro
de dab, Al- iqd ).
Estas historias forman la base de la leyenda heroica de la literatura rabe, a la manera de la materia
de Bretaa en las literaturas romnicas.
243
Literatura hispanorabe
La creacin del jbar no acaba en poca pre-islmica. El Islam incorpora a este acervo una serie
de relatos referidos a los hechos y dichos de Mahoma y sus compaeros. Aunque de hecho esta serie
de narraciones se llaman simplemente hadiz (relatos), el nombre toma un carcter tcnico como
tradiciones islmicas que forman parte de la Sunna. Una agrupacin de hadices sobre Mahoma
crea la sīra o vida de Mahoma. Como pronto surgen multitud de hadices ms o menos
apcrifos se crea una ciencia del hadiz , que estudia sus autoridades y la cadena de transmisiones
( isnād ). Algunos de estos hadices tienen un carcter literario y potico. Uno de los ms
interesantes es el que glosa un versculo del Corn que habla de el mi rāī o viaje
escatolgico de Mahoma a los siete cielos y a los siete infiernos. Este hadiz traducido a las lenguas
romnicas con el nombre de Escala de Mahoma fue conocido por Dante y le sirvi de inspiracin
para la Divina Comedia , conexin que descubri Miguel Asn Palacios y expuso en su discurso de
entrada en la Real Academia Espaola en 1919.
Entre, los hechos de Mahoma, figuran una serie de acontecimientos militares de sus luchas, desde
Medina, con los habitantes de la Meca. Estos relatos recibieron el nombre de magāzi y
entraron tambin a formar parte de la leyenda heroica rabe. Fueron muy conocidos en al-Andalus y
llegaron hasta los moriscos. Hay una serie de magāzi escritos en espaol con letras rabes,
es decir por lo que se conoce como literatura aljamiada. 251
La conquista musulmana de las tierras situadas ms all de la Pennsula Arbiga dio lugar a otro
ciclo de la leyenda heroica rabe. Estos relatos son conocidos como futū
āt (conquistas) y aunque, a veces, los historiadores han tomado estos relatos como autntica
historia, tiene numerosos elementos literarios.
El ciclo heroico rabe no se cierra con la conquista islmica de los siglos VII y VIII, sino que
incorpora otros jbar de las diversas luchas de los musulmanes con sus enemigos, especialmente de
las mantenidas entre abbases y bizantinos.
A esta abundante materia heroica arabigomusulmana se suman elementos picos de la epopeya
indoeuropea, singularmente de la persa, y da lugar a la creacin de libros de caballera que giran sobre
las hazaas de un hroe, tal como Antara, caballero pre-islmico, una tribu como los Banū
251
Madrid, 1975.
244
Literatura hispanorabe
Hilāl, un campen de las luchas arabigobizantinas, como Umar al-Numān, etc. Estas
novelas de caballera reciben el nombre de sīra , como la biografa de Mahoma, hecha
tambin con diversos jbar .
En al-Andalus debieron circular algunas novelas de estilo caballeresco, aunque seguramente sin
los elementos de las luchas en torno de Bizancio. Posiblemente es andalus una novela de caballera
que Fernndez y Gonzlez tradujo al espaol en 1882 con el ttulo Historia de Zeyad de Quinena
y que es un autntico libro de caballera, con elementos maravillosos, etc. Ya hemos mencionado la
presencia de la leyenda heroica en la literatura aljamiada, donde se encuentra tambin una novelita
de caballeras, El recontamiento de al-Miqdād y Al-Mayāsa . 252
A pesar de esta abundante narrativa heroica, no hay ningn dato que nos permita suponer que
tomase forma de poema, es decir, que hubiese una epopeya o pica rabe en su sentido literal: una
poesa narrativa heroica. Volveremos sobre el tema en el caso de al-Andalus.
252
Literatura hispanorabe
āt o de leyenda heroica. El nico problema es que se perdi el relato histrico autntico de los
acontecimientos y se ha utilizado con frecuencia las narraciones literarias como si fuesen autntica
historia. El relato de la conquista de Hispania por los musulmanes es una leyenda heroica en el que
se dan todos los elementos del discurso pico. 253
As, la conquista es motivada por una transgresin, la de Rodrigo, rey de los godos, que conculca
el derecho con dos actos que freudianamente son el mismo: la violacin de Florinda la Calva, hija del
conde don Julin, y la violacin de la habitacin cerrada de Toledo, cuya abertura estaba penada con
mil desgracias. El hroe al que le corresponda restituir el derecho conculcado habra sido el conde
Julin, pero nos encontramos con una nueva leyenda heroica arabigomusulmana, su figura se reduce
a la de coadyudante: permite el paso de
āriq tiene todas las notas del hroe pico: seales profticas en el cuerpo, se le aparece en
sueos Mahoma, como el arcngel al Cid, y vencer con un nmero exiguo de soldados, con pocos
rabes y muchos bereberes, es decir, mal entrenados y pertrechados. As lo recoge el escritor andalus
Ibn Bakuwāl (1100-1182):
Ciertamente, fue
āriq Ibn Amr el que conquist la Pennsula de al-Andalus y la someti. Por l se llama
Ŷabal
āriq [Gibraltar] al monte que hoy conocemos como Monte de la conquista, situado al sur de
Algeciras. Viaj con su seor, despus de la conquista, a Siria, y no se supo nada ms de l.
253
M. J. Rubiera Mata, Estructura de cantar de gesta de uno de los relatos de la conquista de al-
Literatura hispanorabe
Tena
āriq tanta elocuencia que sobrepasa describirlo y sus conocimientos de gobierno le bastaban
para gobernar al-Andalus o lo que conquist de ella, hasta que lleg su seor Mūsā
ibn Nu
ayr.
ŷab del ao 92, con doce mil hombres, que eran en su mayora bereberes, pues no haba sino
unos pocos rabes.
Cuando atraves el estrecho vio en sueos al Profeta -Dios le bendiga y salve!- con sus
Compaeros y Auxiliares, ceidas las espadas y los arcos. Y le dijo el Enviado de Dios -Dios le
bendiga y salve!-: Oh
āriq, adelante! Y se vio a s mismo y a sus compaeros que entraban los primeros en alAndalus. Se despert regocijado con su sueo, y dio albricias a sus compaeros y a s mismo y no
dud de la victoria.
Sali de Algeciras e irrumpi en su llanura con fuerte algara. Una anciana de Algeciras se acerc a
l y le dijo: El marido que yo tena saba de premoniciones y nos habl de un prncipe que entrara en
nuestro pas y se apoderara de l; nos dijo que su figura sera corpulenta como la tuya y que tendra
en su hombro izquierdo un lunar como seal. Si t lo tienes, ciertamente sers l.
āriq se despoj de su vestido y he aqu que tena el lunar en el hombro izquierdo como haba
dicho la anciana. Y se regocijaron sus compaeros y l. 254
āriq vence al numeroso y pertrechado ejrcito de Rodrigo, con lo que domina al-Andalus. La
transgresin ha sido castigada por medio del hroe que representa a la comunidad.
254
Literatura hispanorabe
ayr -seguramente el autntico conquistador de Hispania-, que pretende hacer creer que es el vencedor
de Rodrigo y conquistador de la Pennsula, por lo que quita todo el botn a
āriq se haba quedado con una pata. Cuando el califa pregunt qu haba sido de ella,
Mūsā no supo responder y
āriq mostr la pata que haba guardado, probando que era el autntico conquistador de alAndalus. Posiblemente esta leyenda heroica fue creada por los primeros conquistadores de al-Andalus
que se sentan frustrados por la arrogancia del gobernador de Kairun Mūsā Ibn Nu
255
Literatura hispanorabe
ayr, que se haba arrogado todo el mrito de la conquista, sin mencionar al primer ejrcito de
musulmanes que envi como vanguardia.
Junto a estas leyendas heroicas de la conquista que casi podramos llamar gestas, aunque no
estn en verso, se desarrollaron en al-Andalus otros jbar heroicos sobre diversos temas blicos:
combates singulares, conquista de ciudades, etc. El nacimiento de una autntica historiografa o
historia cientfica, con fuentes, documentos, etc., dio al traste con este tipo de narraciones histricas.
249
Literatura hispanorabe
Las urŷūzas
Por influencia de los estudios sobre la pica de Menndez Pidal, que consideraba que las leyendas
heroicas reflejadas en las crnicas castellanas correspondan siempre a cantares de gesta, Julin Ribera
y Tarrag apunt la hiptesis de que posiblemente hubiese una pica andalus.
256
Si bien no es
improbable, dada la existencia de las jarchas, que hubiese habido una pica en lengua romnica
en al-Andalus, obra de las gentes de esta cultura, aunque evidentemente no hay huellas textuales
de la misma, parece difcil creer que stas se encuentren en los poemas nemotcnicos llamados
urŷūza , hiptesis que mantena Ribera basndose en que dos literatos del siglo IX, alGazāl e Ibn Alqama haban escrito este tipo de poemas, relatando la historia de al-Andalus.
Las urŷūza no son poemas narrativos: son poemas de metro raŷaz , el ms
fcil de la mtrica rabe, en los que cada hemistiquio de cada verso rima entre s, formando una
especie de pareados, fciles de recordar. Porque aunque este tipo de poemas no naci con este fin y
convivi en los primeros siglos con la casida, se convirti en un medio nemotcnico para aprenderse
de memoria textos en prosa, ya fuesen histricos, literarios e incluso reglas de gramtica.
Tras Ribera, algn documentadsimo trabajo ha vuelto a insistir sobre el carcter pico de las
urŷūza , 257 basndose en una historia con las batallas ganadas por Abd al-Ra
mān III, obra del prolfico Ibn Abd Rabbih. Esta urŷūza es sin duda de tema
blico por su tema y narrativa, pero no tiene en su haber ningn elemento pico. Incluimos aqu un
fragmento de esta urŷūza que habla de la campaa de Muez o de Valdejunquera como
prueba de la inexistencia de elementos picos. Hemos intentado reproducir el efecto de la rima de la
urŷūza utilizando pareados:
El Califa invadi, de la guerra, la Mansin,
despus, y fue oh Dios! muy grave misin.
De todas las provincias fueron convocados
todos aquellos que tienen cargos elevados;
todos los reclutas de cada guarnicin,
256
257
Literatura hispanorabe
251
Literatura hispanorabe
258
Literatura hispanorabe
mān I de los abbases que haban masacrado a su familia en Oriente. El relato se encuentra en
una obra annima que se titula precisamente Ajbār maŷmu a , es decir, Coleccin
de jbar :
Me cont alguien, que haba odo relatar a Abd al-Ra
253
Literatura hispanorabe
āfa [de Siria], donde estaba mi abuelo, cuando Maslama ibn Abd al-Malik no haba muerto
todava; cuando estbamos parados a la puerta sobre nuestras cabalgaduras, Maslama pregunt
quines ramos, y le dijeron: "Los hurfanos de Muawiya". Entonces, con los ojos llenos de lgrimas,
nos fue llamando de dos en dos, hasta que me lleg el turno, y le fui presentado. Entonces me cogi,
me bes y orden a mi ayo que me bajase de la cabalgadura y me colocase en la suya, delante de l.
Me bes, mientras lloraba desconsoladamente, sin ocuparse de mis hermanos menores y sin querer
separarse de m, que estaba delante de l, en la silla de su caballo, hasta que sali mi abuelo [el
Califa], que al verle, pregunt: "Oh Abū Daīd! Qu es eso?", y le dijo: "Es un hijito
de Muawiya -Dios tenga misericordia de l!-, y acercndose a mi abuelo, aadi: "Se acerca el
Acontecimiento y ste es l". "l?" "S, por Dios, he visto las seales y marcas en su rostro y en su
cuello". Luego llam al ayo y me entreg a l. Yo tena entonces unos doce aos, y mi abuelo -Dios
tenga misericordia de l- mostr, desde entonces, preferencia por m y se comprometi a mantener
contacto conmigo e irme a buscar todos los meses, pues vivamos en la Cora de Qinasrin, a la distancia
de un da; y esto sucedi hasta que muri, dos aos despus de Maslama. Esto qued grabado en
mi alma.
Estaba yo, pues, sentado en la casa que tenamos en la alquera, sin que llegasen noticias de
los negros [los abbases, por su color herldico]; me encontraba en el interior de la casa, porque
tena enfermos los ojos y me estaba limpiando las legaas con un pauelo; cerca, jugaba mi hijo
Sulaymān, que tena unos cuatro aos y he aqu que, de pronto, entr por la puerta de la casa
y se arroj en mi regazo; yo le apart por lo que estaba haciendo, y entonces se arroj al suelo y
comenz a decir las cosas que dicen los nios cuando estn asustados.
Sal y vi unas banderas levantadas, pero no me asust hasta que lleg mi hermano y me dijo: Oh
hermano! Has visto a los negros? Yo haba salido, cuando el nio entr asustado.
Yo no tena entonces ms que unos dinares que haba conseguido reunir, pero decid marcharme
con mi hermano que era muy joven; le cont lo que suceda a mis hermanas Umm al-A
ba y al-Ra
mān y que me marchaba, encargndoles que hiciesen que se reuniese conmigo mi mayordomo
con todo lo necesario, si consegua salvarme.
254
Literatura hispanorabe
Sal para esconderme en un lugar lejos de la alquera, mientras ellos rodeaban la alquera y
entraban en la casa, sin encontrar huellas nuestras; nos marchamos entonces para encontrarnos con
Badr [el mayordomo] y me dirig a un hombre de la orilla del ufrates para que me vendiese unas
acmilas y provisiones; mientras esperaba, mand a un criado suyo para denunciarnos al gobernador,
y vinieron en nuestra busca; no supimos que llegaban hasta que no omos el ruido de los caballos
acercndose, y salimos corriendo por nuestros pies. Los jinetes nos vieron cuando entrbamos en una
huerta del ufrates, y nos arrojamos al ro. Cuando los jinetes llegaron a la orilla, se pusieron a gritar
y decir: "Volved, no tenis nada que temer de nosotros!"; nadbamos mi hermano y yo juntos, pero
al poco yo me adelant y al llegar a la mitad del ro, me volv para ayudarle y gritarle que se reuniera
conmigo, pero l, al escuchar las palabras de seguridad que nos haban dicho, haba regresado por
miedo de ahogarse: iba a cambiar una muerte por otra. Yo le grit: "Ven, querido mo!" Pero Dios no
permiti que me oyese, y continu. Yo segu nadando hasta cruzar el ufrates, mientras algunos de mis
perseguidores se desnudaban para nadar en mi persecucin, pero desistieron; cogieron al muchacho
y le degollaron ante mi vista; tena trece aos.
Esta estupenda aventura puede ser una muestra de la creacin literaria de los jbar . Pero hay
muchos ms ejemplos. As la ancdota de Abbas ibn Firnās (siglo IX) en la cual se hace un
traje de pjaro para intentar volar, se da un batacazo y atribuye su fracaso a no haberse puesto cola.
259
La historieta es, sin ninguna duda, un cuento folclrico que se atribuye tardamente -en el siglo
XII- a Abbas ibn Firnās por ser un personaje con fama de sabio e inventor. El ejemplo podra
multiplicarse al infinito y as un personaje de tanta personalidad como el rey al-Mutamid genera
multitud de jbar literarios, cuya historicidad se basa en que corresponden a la personalidad histrica
del rey de Sevilla. El amor que sinti hacia su esposa Rumaykiyya que es rigurosamente histrico,
cre numerosas historias de este tipo, por ejemplo su encuentro con ella a orillas del Guadalquivir,
cuando ella contesta un verso que el rey ha improvisado, cuando la escena y el poema corresponden
a una ancdota histrica de los poetas Ibn Wa
amdīs de Siracusa; los caprichos de Rumaykiyya por ver nieve, que lleva a al-Mutamid a
plantar almendros en el jardn o por pisar barro, por lo que al-Mutamid llena una alberca de azcar y
259
Literatura hispanorabe
260
Literatura hispanorabe
la .
En segundo lugar, porque se desarroll enormemente la ciencia de la geografa y hubo gegrafos
que viajaron para poder describir las tierras que eran objeto de su estudio, a veces porque eran
funcionarios de correos o espas.
Generalmente estos libros de viajes son muy cientficos y resultan muy poco literarios, hasta que
en el siglo IX surgen los libros de viajes especializados en hablar de maravillas, como la annima
Maravillas de la India , y que son, dentro de las ri
āmid al-Garnā
261
Literatura hispanorabe
ī (m. 1170). Sus a aŷāib son una coleccin de jbar , reelaborados como su
versin de la Ciudad de Cobre , maravilla relacionada con la conquista de al-Andalus que aparece
con frecuencia en los libros de geografa y viajes. En el relato de Abū
gat ibn Ziyād cuenta que [el califa] Abd al-Malik escuch contar el jbar de la Ciudad de
Cobre que se encuentra en al-Andalus y escribi al gobernador del Magreb: Yo me he enterado de
la historia de la Ciudad de Cobre , construida por los genios para Salomn, hijo de David -sobre
los dos la paz-; ve a verla y descrbeme las maravillas que veas por tus propios ojos. Respndeme
de prisa, si Dios quiere. Cuando el gobernador del Magreb recibi la carta de Abd al-Malik, sali
con un inmenso ejrcito, acompaado de adalidades capaces de conducirle a esta ciudad: fueron por
un camino poco conocido hasta llegar a una tierra llana con mucha agua, fuentes, rboles, animales
salvajes, pjaros y flores. La muralla de la Ciudad de Cobre apareca como si hubiese sido hecha
por la mano del hombre y estaban aterrados. Despus el emir Mūsā ibn Nu
ayr dividi su ejercit en dos partes e instal cada una de la partes a un lado de la ciudad y envi un
general a la cabeza de mil caballeros para que la rodease para ver si descubra una puerta y si vea
a algn ser viviente; el general estuvo ausente seis das y el sptimo da volvi con sus hombres e
inform que le haba llevado seis das rodear la ciudad y no haba encontrado a nadie.
Mūsā ibn Nu
ayr pregunt entonces qu se poda hacer para saber qu haba en el interior de la ciudad y los
ingenieros le respondieron: Ordena cavar sus bases y as quizs podrs entrar en su interior; cavaron
las bases de la ciudad hasta que alcanzaron el nivel de las aguas. Los fundamentos de cobre estaban
tan profundos que se vieron detenidos por las aguas; los ingenieros aconsejaron entonces: Levanta,
junto a una esquina de las torres de la ciudad, una construccin que nos permita dominarla. As lo
orden y se dedicaron a preparar las piedras, la argamasa y la cal viva; levantaron, en una de las
258
Literatura hispanorabe
esquinas de una de las torres, una construccin de una altura de trescientos codos, hasta el punto que
no podan aadir una piedra ms, ni argamasa ni cal viva. Pero an faltaban ms de doscientos codos
para alcanzar el alto de la muralla. Mūsā ibn Nu
ayr orden entonces que usasen madera para aadir a la construccin de piedra. Y as llegaron a
los ciento sesenta codos y fabricaron asimismo una gigantesca escalera que subieron por medio de
cuerdas y apoyaron en lo alto del muro.
Mūsā ibn Nu
ayr hizo venir a un heraldo que anunciase a sus hombres: A quien suba a lo alto de la muralla, yo le
dar su precio de sangre. Un valiente se adelant y reclam la recompensa que Mūsā
ibn Nu
ayr le entreg. Tras tomarla, la dej en depsito diciendo: Si no muero, ser mi salario, pero si muero
que sea para mis herederos. Despus trep a lo alto de la muralla y cuando la domin con su mirada,
se echo a rer, a dar palmas y se tir dentro, oyndose un inmenso estruendo y voces terribles. Todos
quedaron aterrados. Los gritos duraron tres das y tres noches; llamaron los hombres a su compaero,
pero no obtuvieron respuesta; cuando perdieron toda esperanza, Mūsā hizo venir a
otro heraldo para anunciar: El emir dar mil dinares a quien trepe a lo alto de la muralla. Otro
valiente se present, diciendo: Yo trepar a lo alto. El emir orden que le diesen los mil dinares;
los cogi e hizo lo mismo que su predecesor. El emir le dio el siguiente consejo: No hagas lo que tu
compaero; infrmanos de todo lo que veas y no bajes al interior, abandonando a tus compaeros, y
se lo prometi. Pero cuando lleg a lo alto de la muralla, se echo a rer, a dar palmadas y se tir dentro.
Todo el ejrcito gritaba: No hagas eso!. Pero no les escuch y desapareci; escucharon una vez ms
el estruendo y los gritos terribles, todava ms fuertes que los primeros, hasta el punto de que temieron
por sus vidas; los gritos duraron tres das y tres noches, sin cesar. Mūsā ibn Nu
ayr dijo entonces: Si nos vamos de la ciudad sin saber nada de esta ciudad, qu puedo escribirle
al Prncipe de los creyentes?, y aadi: Al que suba, le dar dos veces su precio de sangre. Un
tercer hombre se ofreci voluntario, diciendo: Cuando suba, me atis por la cintura una cuerda fuerte
que tendris sujeta por el extremo. Si me tiro, impeddmelo. As lo hicieron. El hombre trep a lo
alto de la muralla y una vez arriba, se ech a rer y se quiso tirar dentro; los hombres sujetaban la
cuerda con fuerza, pero l tir tanto que su cuerpo se parti en dos: la mitad inferior con las piernas
259
Literatura hispanorabe
cay de un lado y la otra mitad cay en el interior de la ciudad. El estruendo y las voces sonaron
an ms fuerte. El emir renunci a saber ms cosas de esta ciudad, diciendo que estaba habitada por
genios que se apoderaban de los que queran entrar en ella. El emir Mūsā dio entonces
la orden de partir.
Cuando se haban alejado de la ciudad una parasanga, vieron unas lpidas de mrmol blanco. Cada
lpida tena alrededor de veinte codos y sobre cada una estaban grabados nombres de reyes, profetas,
faraones, cosroes y strapas, con consejos y advertencias y con la mencin del Profeta Mahoma y
su Comunidad, con el rango que ocupan cerca de Dios. Acompaaban a Mūsā sabios
que saban leer en todas las lenguas y transcribieron el contenido de estas lpidas. Al poco, vieron
de lejos una estatua de cobre hacia la que se dirigieron y encontraron una figura humana que tena
en su mano otra placa de cobre en la que estaba grabado el siguiente texto: No vayis ms lejos,
volved sobre vuestros pasos, no entris en esta tierra, porque moriris. Mūsā dijo:
En esta tierra tan blanca, con tantos rboles, plantas y agua, cmo es posible morir?, y orden
a algunos de sus esclavos avanzar por aquel territorio; entonces unas hormigas gruesas como fieras
cayeron de los rboles, hicieron pedazos a los hombres y se dirigieron hacia el ejrcito como una
nube, aunque se detuvieron al llegar a la estatua, sin pasar de all. Mūsā y sus hombres
quedaron aterrados y se alejaron de la ciudad, en direccin a Oriente, hasta que vieron de nuevo
muchos rboles 262 .
Otra interesante maravilla de Abū
āmid es el jbar de otra ciudad legendaria, Iram de las columnas, mencionada en el Corn y
aniquilada por la clera divina por su soberbia. En el relato del granadino Abū
āmid tiene el inters de ofrecer la visin arquetpica de la esttica del urbanismo musulmn
263
A partir del siglo XII, las ambiciosas obras cosmolgicas van desapareciendo -la ltima sera la del
andalus al-Idrīsī-, para dejar paso a los relatos de viajes privados, las ri
262
E. Weber, La ville de cuivre, une ville d'al-Andalus , Sharq al-Andalus , 6 (1989), pp, 51-53.
263
Literatura hispanorabe
la , que terminan siendo unos dietarios de viajes de estudios donde los viajeros no describen los
pases que recorren sino hacen la lista de los sabios a los que visitan y con los que estudian, de forma
que estas ri
ūta (m. 1377), viajero impenitente y lleno de curiosidad, que desde su nativa Tnger alcanza
China y bien merece el ttulo de Marco Polo de los rabes. El apasionante relato de sus viajes fue
redactado bajo su dictado por el granadino Ibn Ŷuzayy (m. 1356), al que pertenecen las escasas
muy pedantes notas eruditas.
Tenemos sin embargo un breve relato de un viaje andalus de gran inters, en primer lugar porque
lo realiza un mudjar aragons, A
ibn Abī Rabīa, en segundo porque este relato, conjuntamente con una
urŷūza , obra de un cautivo marroqu, en el que tambin se relata la peregrinacin a
Oriente, fue traducido al castellano en el siglo XVI, y tercero, porque el mudjar an nos relata las
maravillas que ha visto 264 , por ejemplo las pirmides y los extraos animales africanos. As dice la
traduccin espaola del XVI:
El autor habla de las Pirmides y de sus obras maravillosas.
Despus anduvimos por tierra a un lugar que est en la orilla del ro Nilo, que se die Phauua, donde
embarcamos en el Nilo, mirando los puebladados de un lado a otro hasta la Ciudad del Cayro, de
donde descubrimos las Pirmides, llevantadas hasta el ielo, como si fueran cymborrios, de edificio
admirable, compuesto de piedras gravidssimas, lisas, conforme la vista de ngulos agudos ms
264
M. de Epalza, Dos textos moriscos bilinges (rabe y castellano) de viajes a Oriente (1395 y
Literatura hispanorabe
amplias que las vegas, que si la gente del mundo quisiessen deshaerlas seran impossibilitados. De un
ngulo de una destas Pirmides hasta el otro se cuentan tresientos sessenta seys passos geomtricos.
Y son en todo ocho, tres grandes y inco pequeas; cada una tien una puerta llevantada de tierra,
erca uno estado, por donde se entra en una sala grande del amchor de inquenta palmos.
Aerca dellas hay diferentes pareeres entre las gentes: algunos dellos quieren que sean sepulturas
de Aad y de sus hijos.
Y se halla en una destas sepulturas estatuas espantables de piedra, hechas en figura de hombre.
Habla el autor del crocodillo, que vio en el ro Nilo.
Tambin havemos visto en el Nilo el crocodillo, que es un dragn grandssimo: tiene dos braos y
dos ojos semejantes a los del hombre; en espinao se puede comparar con el de la tortuga.
Nos certific uno de los navegantes que este animal puede rapir con sus braos con mucha veloidad
a un hombre y lo mete dentro del agua. Despus lo saca y come.
Descrive la Girapha y el Elefante, que vio en la iudad del Cayro.
Y la ms peregrina cosa que havemos visto en el Cayro, ha sido la Girapha, que es una bestia
grandssima. Sus pies son largos dos cbitos, pero las manos mucho ms.
Tambin el Elefante es bestia cubierta de pelos negros. Lleva a cuestas diez personas con sus
atambores y ato. Sus orejas grandes como adargas. Su nariz se extiende hasta llegar al suelo; con sta
beve y lleva la comida a la boca. Tiene dos colmillos que salen de la boca, blancos, gruessos como el
mulo de un hombre. Sus pies y manos son redondos. No dobla ni tuere el pescueo. Tampoco los
pies ni las rodillas. Y es de las criaturas maravillosas que hio Dios ensalado.
Despus relata su peregrinacin en La Meca, describiendo los lugares Santos, como era habitual
en este tipo de relatos. An en poca morisca, un peregrino morisco nos relata en espaol con letras
rabes -en aljamiado- su peregrinacin a La Meca, pasando tambin por Egipto. Son Las coplas del
Alichante de Puey Monzn .
262
Literatura hispanorabe
azm o de Ibn al-Arabī, dispersos en sus obras. Hay, sin embargo, una obra de excepcin,
las memorias del emir Abd Allāh, ltimo rey zir de Granada, que escribi stas como
autodefensa de su actuacin, tras ser destronado por los almorvides, en su destierro africano. Estas
memorias son un relato apasionante por reflejar su poca y por la habilidad del rey zir por justificarse.
Aunque no fuese su objetivo, Abd Allāh resulta un buen escritor. Han sido traducidas al
castellano por Emilio Garca Gmez 265 .
Como en el caso de Abd Allāh, el valor literario de los gneros historiogrficos depende
de la pluma que los escriba y la mayor parte de los historiadores de al-Andalus no buscan hacer
literatura, pero evidentemente hay excepciones. Una de ellas sera Ibn
azm e Ibn uhayd y que no slo es un magnfico escritor sino que refleja una ideologa propia. Pero,
tal vez, no haya que buscar al escritor Ibn
265
Allāh, ltimo rey zir de Granada, destronado por los almorvides , Madrid, 1980 y ss.
263
Literatura hispanorabe
ayyān en su magna obra de edicin de las crnicas anteriores a l sobre la historia de alAndalus, obra titulada Al-muqtabis
266
lo que hoy seran notas a pie de pgina, sino en su obra Al-matīn , en que cuenta de forma
directa los acontecimientos de su poca, obra de la que slo conservamos fragmentos. Como ejemplo
reproducimos aqu su relato de la conspiracin de un magnate cordobs contra al-Mu
akam II, y alcanz una alta posicin. Fue conocido por su feliz inteligencia y se cuentan muchas
ancdotas sobre l.
Tras la muerte de Almanzor Ibn Abī Amir, durante el gobierno de su hijo Abd al-Malik
[Al-Muzaffar], Isā se encontraba a sus anchas; haba logrado hacerse, en la capital y en todas
las provincias de al-Andalus, con fincas y casas en nmero incalculable. Entre lo que posea l, sus
hijos y sus hechuras, haba conseguido tener parte en todas las administraciones del Estado y con
todos los gobernadores, de forma que no se realizaba asunto sin su permiso, ni se llevaba a cabo cosa
alguna sin su consejo, lo que, consecuentemente, le acarre muchos enemigos. Pero puso su esfuerzo
en guardarse de ellos y precaverse, y emparent con los principales personajes del reino, casando a
sus hijos e hijas; su grupo fue cada vez ms importante, hasta que emparent con el hijo de Almanzor
que hemos mencionado, casando a su hijo, llamado Abū Amir, con la hermana pequea de
Abd al-Malik, hija de Almanzor. Se realiz el matrimonio en el ao 396 [1005 1006], con un
gran banquete y, despus de esto, los asuntos de Isā llegaron al mximo de prosperidad y se
acallaron las lenguas.
266
395-423.
264
Literatura hispanorabe
mān, lo que motiv el odio y los ataques de ste contra Isā. Igualmente se gan la
enemistad de al-Dalfā, madre de Abd al-Malik, al perjudicar a Jayāl, la madre del hijo
de Abd al-Malik, y favorita suya, y a la camarilla de ambas [suegra y nuera], a causa del matrimonio
de Abd al-Malik con la hija de un jardinero, liberto de Isā. [La joven] se haba educado con su
familia y haba aprendido a cantar maravillosamente; un da la vio Abd al-Malik y se enamor de ella;
como era muy honesto, quiso casarse con ella, en contra de la opinin de su madre, y confi el asunto
a Isā, que le apoy y le ayud a realizarlo. Cuando Abd al-Malik consum el matrimonio
con ella, su madre se llen de rencor contra Isā.
Finalmente, fue acusado del grave asunto de incitar al prncipe [omeya] Abū Bakr
Hiām ibn Abd al-Ŷabbār Ibn al-Nā
ir a que se levantase contra Abd al-Malik y tomase el poder. La razn es que Isā no acuda
a las reuniones bquicas de Abd al-Malik ms que en raras ocasiones o por invitacin expresa,
excusndose por razn de su excesiva debilidad por el vino, ausencia que aprovechaban sus enemigos
para hablar mal de l, hasta el punto que consiguieron que Abd al-Malik le tomase antipata.
Isā percibi algo de esto, intuitivamente, le entr gran preocupacin y organiz una
conspiracin para salvarse, traicionando a los amires, benefactores suyos e inclinndose hacia los
omeyas, descontentos con el gobierno y as incit al prncipe Abū Bakr Hiām, contra
el califa Hiām II, hijo de al-
akam, aprovechando su descontento por su ostracismo y as terminar con el gobierno de Abd alMalik.
Isā se haba ocupado de los asuntos del prncipe con Almanzor y haba conseguido que
hiciera las paces. Y comenz la conspiracin, escribindole e entrevistndose con l en secreto, para
comunicarle cmo se poda hacer con el poder, y que el ejrcito no estaba en desacuerdo con la
265
Literatura hispanorabe
f, el gran fata, liberto de Abd al-Malik, le revel el asunto y ste se apresur a comunicarselo a
Abd al-Malik, que se llen de preocupacin y sopes el asunto, pues tema que fuese una calumnia
levantada por los enemigos de Isā, de manera que se lo comunic al juez, encargado de las
injusticias, Abū
at
, por la gente del pueblo, que tena contacto con el prncipe Abū Bakr Hiām, y cont
que haba visto a Isā en uno de los jardines, hablando con Hiām, que deca: Tengo
miedo, porque el asunto es grave y que Isā haba contestado: A quin puedes temer? Yo
tengo el poder en mis manos, el ejrcito me obedece y la gente est satisfecha con mi forma de actuar;
luego se haban separado e Ibn al-Qarī
, se lo fue a contar al juez Ibn D a kwān, que, a su vez, se lo comunic a Abd al-Malik.
ste mont en clera contra Isā y se puso de acuerdo con su hermano Abd al-Ra
mān y sus amigos sobre la forma de darle muerte; acord dar una fiesta e invitar a muchos
de los amigos de Isā; la fiesta tendra lugar en un saln grande que daba al ro el mes de
rabīa primero del ao 97 [noviembre de 1007]; invitaron a Isā, que haba dejado de
beber un tiempo, a travs de un grupo de invitados entre los que se encontraba Abū Haf
ibn Burd, que relat as los hechos: No habamos terminado de formular la invitacin, cuando la
acept, pues el asunto era importante para l. Cuando lleg mostr una gran cordialidad y Abd alMalik le recibi personalmente y le hizo sentarse a su lado. Comenz la fiesta, se sirvieron unas rondas
y Abd al-Malik le hizo reproches y le manifest sus sospechas; Isā se incomod, pero intent
266
Literatura hispanorabe
aguantar el mal trago, hasta que Abd al-Malik alz la voz, arroj la copa y comenz a insultarle y a
acusarle; Isā, sintindose mal, turbado por todas las miradas puestas en l, intent disculparse
y dar argumentos para borrar las sospechas que sobre l recaan, alegando que haba una conjura para
perderle y matarle, juntamente con Abd al-Malik, que no le haca caso, mientras crecan las voces y
el tumulto. Finalmente cogi la espada que estaba a su lado y golpe con ella a Isā, que se
levant aterrado, pero el golpe le haba alcanzado el rostro y cay al suelo, donde Abd al-Malik y sus
compaeros continuaron acuchillndole hasta destrozarle, cortndole la cabeza, que dejaron a un lado.
Abd al-Malik orden tambin que mataran a dos amigos de Isā, Ibn Jalīfa e Ibn Fat
, que fueron destrozados con las espadas. Se produjo tal tumulto que uno de los extranjeros que estaban
cerca de Isā, aterrado, se arroj al ro, huyendo de la matanza, y se ahog en la corriente.
Abd al-Malik orden colgar la cabeza de Isā en lo alto de la puerta de az-Zāhira,
y all permaneci hasta que la ciudad fue tomada por Ibn Abd al-Ŷabbār alMahdī, a la cada del gobierno amir; se retir Abd al-Malik del saln, ordenando que lo
arreglasen, pero no volvi a beber en l durante toda su vida. Asimismo orden a los criados de su
confianza que fuesen a las casas de Isā, sus amigos y administradores y confiscasen todo lo
que hubiera; tambin encarcel a los hijos de Isā en las mazmorras de az-Zāhira y
oblig al que se haba casado con su hermana a divorciarse de ella; la hija de Almanzor no volvi a
casarse hasta la cada de su familia, y entonces su antiguo marido volvi a ella.
La gente pensaba que las riquezas de Isā eran numerosas como los granos de polvo, pero
no se encontr nada, y se maravill de esto; los hijos de Isā, cuando salieron de la crcel, no
se repartieron sino miseria y hambre. La muerte de Isā impresion grandemente a la gente,
por el poder que tena, y fue una gran muchedumbre a ver su cabeza en az-Zāhira 267 .
La narracin de Ibn
267
Literatura hispanorabe
268
Literatura hispanorabe
La lrica
Ya hemos visto respecto a la poesa estrfica andalus, sobre la moaxaja y el zjel, cmo la literatura
hispanorabe asimil formas y temas procedentes de la lrica europea, cmo las jarchas provienen de
una poesa ancestral femenina, comn a las lricas europeas y cuyas races se pierden en la Grecia
arcaica y cmo se expresan en unas lenguas que podramos definir como pre-gallegas y pre-occitanas,
teidas de palabras rabes. An se discute el origen de su forma estrfica, que pudo ser rabe o tambin
de importacin europea, hiptesis que nos parece la ms probable, dado que la poesa en estrofas es
recurrente en la lrica romnica y escassima en la rabe.
La pregunta a plantear es si esta relacin es de ida y vuelta, si a su vez la lrica hispanorabe influy
en la lrica romnica, concretamente en su primera manifestacin culta, la poesa provenzal, que a su
vez influy en todas las dems lricas europeas. Es un viejo tema que llev a la palestra un jesuita
espaol en Italia adonde le haba llevado la disolucin de la orden por Carlos III, el padre Juan Andrs,
defensor de la influencia rabe en la lrica europea. El tema volvi con fuerza en los aos treinta
de nuestro siglo, especialmente a travs de A. R. Nykl
268
entre la poesa de Guillermo de Aquitania y las formas zejelescas, as como la conexin cultural entre
ambos lados del Pirineo, que como hemos visto era habitual y antigua, sin necesitar la famosa ocasin
de la toma de Barbastro por los cruzados ultrapirenaicos (1064), aunque, por esta ocasin, las cortes
europeas se llenasen de cautivos musulmanes entre los que habra poetas y esclavas cantoras 269 .
El desciframiento de las primeras jarchas romnicas por Stern llev a los investigadores hacia otro
punto de atencin. Pero la influencia rabe en la poesa provenzal es una asignatura pendiente que en
algn momento sera necesario replantear, sin teoras maximalistas, porque indudablemente la poesa
de los trovadores no naci solamente a partir de la influencia rabe.
Pero creemos que la presencia de la poesa rabe en la lrica de la lengua de oc est probada por
el himno del siglo XI que se encuentra en San Marcial de Limoges, en lengua verncula -occitanay dedicado a Santa Mara que comienza:
Mei amic e mei fiel,
268
Un resumen de sus teoras se encuentra en su obra Hispano-arabic poetri and its relations with
Literatura hispanorabe
270
Su traduccin sera:
Mis amigos y mis fieles,
dejar estar el gazal ,
aprender una nueva meloda:
de la Virgen Mara.
Aunque los enemigos de las influencias rabes de cualquier tipo pretenden cambiar la palabra gazel
, es evidente que el mismo contexto no deja lugar a duda: dejad las canciones de amor profano recordemos que gazal es el nombre tcnico con el que se designa la poesa amorosa rabe- y cantad
a Santa Mara. De ser as, significara que, poco antes de nacer la poesa provenzal, la poesa de los
trovadores, la poesa rabe estaba de moda hasta el punto de que el juglar propone a su pblico una
innovacin: cantemos poesa religiosa.
Si la presencia de la poesa rabe parece evidente al otro lado de los Pirineos, con mayor razn
ha de encontrarse en la lrica de la Pennsula Ibrica. La huella es profunda y a la vez extensa 271 .
Vamos a poner slo dos ejemplos. El primero, la larga sombra de una posible jarcha en rabe dialectal,
estudiada por E. Garca Gmez 272 :
Qalbi bi qali,
qalbi arabi.
[Mi corazn est en un corazn,
mi corazn es rabe.]
La cancin es citada por el msico Salinas (siglo XVI), diciendo que su meloda ha servido para
la cancin Rey Alfonso, cuya estructura de moaxaja es evidente, segn hace notar tambin Garca
Gmez:
270
271
272
E. Garca Gmez, La cancin famosa Calvi vi calvi/Calvi arabi y Adiccin sobre Calvi vi
Literatura hispanorabe
271
Literatura hispanorabe
Menndez Pidal. Pero adems Julin Ribera descubri que el villancico tiene su origen argumental en
una historieta que se atribuye a Hārūn al-Rāsīd en varios libros de dab
, como Al-iqd, de Ibn Rabbih, y el Kitāb al-āgānī de Abū-lFaraŷ de Ispahan, y se reproduce en Las mil y una noches . En esta historieta, tres muchachas
se disputan el miembro viril del califa Hārūn al-Raŝīd que slo logra
agarrar una de ellas, quedando las otras desmadas y con las colores perdidas 273 .
El origen rabe de este villancico no es una teora al aire, tomada por la presencia de tres mujeres
que no encuentran algo, tema por cierto de las tres Maras evanglicas, del que tambin podra ser
una parodia musulmana. Las olivas de las tres morillas son realmente un eufemismo, como prueba
otro villancico del Cancionero de Palacio , con estructura tambin zejelesca, y en el que tres
mujeres se disputan explcitamente el mismo objeto que las esclavas de Hārūn alRaŝīd, villancico que pusimos en relacin con el de las tres morillas en el trabajo que
acabamos de citar. Como en el caso anterior, utilizamos la versin no paralelstica o encadenada:
Si habr en este baldrs
mangas para todas tres!
Tres mozas d'aquesta villa
desollaban una pixa
y faltles una tira
la una a buscalla iba
para mangas a todas tres.
Tres mozas d'aquesta villa
desollaban un caraxo
faltles un pedazo,
la una iba a buscallo
para mangas a todas tres.
En el mismo trabajo analizbamos las huellas del tema en la poesa hispano-rabe: alusiones a
Aia, Fātima y Maryam en Ibn Quzmān, en Ibn al-
273
M. J. Rubiera Mata, De nuevo sobre las tres morillas Al-Andalus , 37 (1972), pp. 133-143.
272
Literatura hispanorabe
ayyāb. Tenemos la certeza de que existi un zjel rabe procedente del villancico castellano. Y
que no es el nico caso incluso en el Cancionero de Palacio , como el citado por Snchez Romeralo
274
274
Literatura hispanorabe
mar precisamente a un prncipe nazar que lo era por lnea femenina y que por tanto no se llamaba
as, Ibn al-A
mar, sino Ibn al-Mawl (Aben Almao en las crnicas cristianas) y que Ibn al-A
275
276
M. J. Rubiera Mata, Ibn Zamrak, su bigrafo Ibn al-A Grafa mar y los poemas epigrficos de
Literatura hispanorabe
Pero es tambin un poema con una plena intertextualidad rabe. Analizaremos desde esta
perspectiva del romance, utilizando, como en el caso de los villancicos, la versin ms primitiva, que
es la del Cancionero de Amberes de 1550 :
Abenmar, Abenmar,
moro de la morera.
Qu castillos son aqullos?
Altos son y relucan!
Ya desde la poca pre-islmica el concepto literario de los palacios rabes va acompaado de esas
dos notas: son altos y relucientes. Desde el palacio mtico de Gumdān en tierras de la Reina
de Saba hasta los Alijares de Ibn Zamrak, los palacios son descritos en lo alto, brillando al sol 277 .
Sigue el poema con la enumeracin autntica de los edificios que se vislumbran desde la Vega:
El Alhambra era, seor,
y la otra la mezquita;
los otros los Alixares,
labrados a maravilla.
El moro que los labr
cien doblas ganaba al da;
desde que los tuvo labrados
el rey le quit la vida
porque no labre otros tales
al rey de Andaluca.
La otra era Granada
Granada la ennoblecida.
Estos enigmticos versos -quin es el rey de la Andaluca/al-Andalus?, pues en ese momento es
el propio Juan II o el rey de Granada- corresponden tambin a la tradicin literaria rabe: hay que
remontarse a una leyenda pre-islmica rabe, la del palacio mtico de al-Jawarnaq en los lmites de
la Pennsula Arbiga con Mesopotamia. Segn al-
277
Literatura hispanorabe
278
Literatura hispanorabe
279
Literatura hispanorabe
Las traducciones
Ya hemos hablado de cmo los rabes tradujeron a su lengua una serie de aplogos indo-persas, bien
en forma de colecciones completas, bien aisladamente, bien en relacin con proverbios, sentencias,
etc., dado el inters didctico-moral de estos relatos. Este mismo inters hizo que se tradujesen del
rabe al latn o a la lengua castellana en la Pennsula Ibrica a partir del siglo XII. Fue el pionero
el converso judo Pedro Alfonso (Rab Moiss, Sefard), bautizado en 1106 y ahijado de Alfonso el
Batallador, que escribiera en latn su coleccin de aplogos y sentencias titulada Disciplina clericalis
, en los que utiliz el Calila y Dimna , el Sendebar (Syntipas) y las obras paremiolgicas de Mubair
ibn Fātik y
unayn ibn Is
āq. Esta obra tuvo una larga influencia, ya que proporcionaba ejemplos a utilizar en los
sermonarios, etctera.
Tras esta importante traduccin, vienen otras de los traductores alfonses, es decir en relacin con
la actividad propiciada por Alfonso X el Sabio, sus parientes y sucesores. As, se traduce Calila y
Dimna , la coleccin de apolgos que se inician con el de los dos lobos cervales llamados Calila y
Dimna, historia tomada del Panchantantra , traducida al pahlevi en el siglo VI y al rabe en el siglo
VIII por Ibn al-Muqaffa. La complejidad de las versiones y traducciones de esta obra ha sido muy
bien resumida por Juan Vernet 280 .
Otra obra indo-persa es el Sendebar o Historia de los siete visires que relatan aplogos para
esperar que la influencia de los astros cambie y salvar la vida de un prncipe, acusado por su madrastra
de violacin. La traduccin castellana, con el ttulo Libro de los enngannos et los asayamientos de
las mujeres , fue propiciada por el infante don Fadrique, hermano de Alfonso X. Como todas estas
historias de origen indio tienen un esquema que permite la insercin de nuevos cuentos -en este caso
aumentando el nmero de visires- existieron otras versiones ms amplias que la traducida del rabe al
castellano y otras traducciones que por distintas vas llegaron a la literatura espaola 281 . Tambin se
280
281
Literatura hispanorabe
tradujo del rabe la leyenda de Buda, que fue conocida con los nombres arbigo-persas de Barlaam
y Josafat , que utiliz don Juan Manuel en el Libro de los estados y en El Conde Lucanor .
Ya hemos mencionado, respecto a la paremiologa, que tambin se tradujeron al castellano las
sentencias atribuidas a los filsofos greco-latinos recogidas por
unayn ibn Is
āq con el ttulo de Adab al-falāsifa , que llev el ttulo en castellano de Libro de
los buenos proverbios , y la coleccin del mismo tipo recogida por Mubair ibn Fātiq (m.
1053), titulado Los bocados de oro o Bonium , a los que hay que aadir otra obra del mismo estilo,
el Sirr al-asrār , traducido como Poridat de poridades .
Las traducciones directas o indirectas de estos textos rabes dejaron una profunda huella en las
literaturas hispnicas. Comenzando por las ltimas obras citadas sobre sentencias o dichos de los
sabios antiguos, fueron utilizadas, como ya hemos mencionado, por Pedro Alfonso en la Disciplina
clericalis y de ah, o a travs de otras versiones, en otras muchas obras de las literaturas hispnicas,
como por ejemplo la novela de caballera El caballero Cifar , donde los castigos y recomendaciones
que dicta el rey Menton a sus hijos proceden de una coleccin de sentencias llamada Flores de
filosofa que, aunque no se ha localizado exactamente el texto, es rabe. De la misma forma aparece
en el Cifar el aplogo del cazador y la calandria, que se encuentra ya en Ibn Abd Rabbih 282 .
Pero seguramente la coleccin gnmica ms utilizada fue la de
unayn ibn Is
283
282
E. Garca Gmez, Versin del libro de los refranes de Ibn Abd Rabbih, op. cit. supra , cap.
Literatura hispanorabe
284
285
286
A. Gonzlez Palencia, La huella del len, Revista de Filologa Espaola , 3 (1926), pp. 39-59.
280
Literatura hispanorabe
comenz a llorar, et el rey preguntle por qu lloraba, et ella dijo que porque nunca la dejaba estar
en tierra que hubiese nieve. Et el rey, por le facer placer, fizo poner almendrales por toda la tierra
de Crdoba, porque pues, Crdoba es tan caliente tierra, et non nieva y cada ao, que en el febrero
paresciesen los almendrales floridos, et semejasen nieve, por le facer perder aquel deseo de la nieve.
Et otra vez estando Romayquia en una cmara sobre el ro, vio una mujer que estaba descalza
revolviendo lodo cerca el ro para facer adobes; et cuando Romayquia la vio, comenz a llorar; et el
rey pregunt por qu lloraba, et ella dijo que porque no poda estar a su guisa, siquier faciendo aquello
que facia aquella mujer. Entonce, por le fer placer, mand henchir de agua de rosas aquella albuhera
de Crdoba, en lugar de agua, et en lodo fizola henchir de azucar, et de canela, et de agengibre,
et de espique, et de musco, et de alambar, et de algalia, et de todas las buenas especias et buenas
olores que podian ser; et en lugar de paja fizole poner caas de azucar. Et desque de estas cosas fue
llena la albuhera et de tal lodo cual podedes entender que podra ser, dijo el rey a Romayquia que se
descalzase, et foliase aquel lodo et ficiese adobes del cuantos quisiese. Et otro da por otra cosa que
se le antoj comenz a llorar, et el rey preguntole por qu lo facia, et ella dijo como non llorara, que
nunca el rey ficiera cosa por le facer placer; et el rey, veyendo que pues tanto habia fecha por le facer
placer et por complir su talante, que non sabia qu pidiese, dijole una palabra que se dice en algrabia
desta manera: Ehua Lenabar Aten , que quiere decir et non el da del lodo como diciendo, que
pues las otras cosas olvidaba, que no deba olvidar el lodo aquel que feciera por le facer placer.
[ El Conde Lucanor , ejemplo XXX].
Las dos ancdotas se encuentran en fuentes rabes, atribuidas a al-Mutamid como ya hemos
mencionado.
Otra historia de esta naturaleza podra ser la del hombre que no tena otra cosa que comer que
altramuces, de lo que estaba quejoso, hasta darse cuenta de que otro, ms msero que l, se coma las
cscaras de las semillas que l arrojaba. Fernando de la Granja descubri el cuento rabe original, que
es una ancdota que se atribuye a un andalus del siglo XI, durante su estancia en Egipto
287
. Este
319-332.
281
Literatura hispanorabe
288
Otra historia que debi de ser traducida es la de la doncella Tawaddud, compendi de dab ,
que recita una esclavita musulmana sabihonda, para lograr que la compre un rey y salvar as de la
bancarrota a su amo. El texto medieval castellano, que se encuentra en el mismo manuscrito que
el Bonium , llama ya a la esclava Teodor. Hubo nuevas versiones medievales que censuraban las
alusiones musulmanas del texto rabe y aadan elementos cristianos; luego circul en la literatura
de cordel y su argumento fue utilizado por Lope de Vega para una comedia que podemos tildar de
feminista. En rabe hay una versin tarda en Las mil y una noches .
Un captulo aparte, dentro de la historia de las traducciones alfonses y su influencia en las literaturas
europeas, es la que se realiz en el entorno alfons del relato del viaje escatolgico de Mahoma a
los cielos y a los infiernos, el Mi rāŷ o Escala de Mahoma , hadiz que glosa
un oscuro versculo cornico (XVII, 2) y que fue traducido por el alfaqu don Abraham en 1277 al
castellano y ms tarde al latn y al francs por Buonaventura de Siena, escribano del rey Alfonso X
288
Literatura hispanorabe
289
ingreso en la Real Academia Espaola en 1919, sobre el origen musulmn de la visin escatolgica
de Dante en la Divina Comedia , teora muy debatida, pero que, hoy, gracias a los descubrimientos
de la existencia de estas tradiciones, hace posible pensar que Dante conociese la Escala de Mahoma
, lo mismo que otros autores medievales.
289
E. Cerulli, Il libro della Scala e la questione delle fonti della Divina Comedia , El Vaticano, 1949,
y Nuove ricerche sul Libro della Scala e la conoscenza dell'Islam in Occidente , El Vaticano, 1972.
283
Literatura hispanorabe
La transmisin oral
Hasta ahora hemos hablado de una transmisin de la literatura rabe o hispano-rabe por va culta
y literaria: desde la transmisin a travs de un zjel como el caso del tema de las tres morillas u otras
canciones o por el contacto directo de los autores con los textos rabes: el caso de los traductores o
de los literatos cultos, inmersos por cualquier motivo en la cultura rabe como es el caso de don Juan
Manuel o el de Anselm Turmeda, fraile franciscano, convertido al Islam en Tnez y autor de una obra
de polmica contra el Cristianismo en rabe 290 y cuya obra en cataln refleja muy diversos aspectos
de la cultura rabe, como la Disputa de l'Ase , reflejo de un episodio de la enciclopedia filosfica
heterodoxa de los Hermanos de la Pureza, que tambin vio Asn, y otras obras como Cobles de la
divisi del regne de Mallorque , que utiliza una fbula que se encuentra en al-Ŷāhiz 291 .
Pero parece haber habido otra va de transmisin de la literatura rabe a las hispnicas por va
popular y seguramente oral, a travs de los mudjares y los moriscos, de los musulmanes que vivan
en tierras cristianas: los mudjares, luego obligados a convertirse en cristianos, y los moriscos, que
generalmente eran bilinges, conocan el rabe y la lengua de la sociedad en la que estaban inmersos,
castellano, cataln, etctera.
Muchos de los oficios que desempeaban estos musulmanes y criptomusulmanes les obligaban a
tener un contacto habitual con los cristianos y por tanto a intercambiar cuentos, historias, refranes.
Citaremos, por ejemplo, el caso de los venteros, que parece que era uno de los oficios de los mudjares
y moriscos ms habituales y la ocasin que daba este oficio para contar historias junto al fuego a
los caminantes o de las moriscas que servan de criadas o esclavas en las casas de los cristianos y
cuidaban a los nios de la casa, contndoles cuentos de todo tipo. Los ejemplos de esta clase podran
multiplicarse por cien.
As, podra tratarse de este tipo de transmisin los diversos cuentos que aparecen dispersos en las
literaturas hispnicas, que tienen las caractersticas de cuentos populares, de folk-tale , pero que
se encuentran tambin en la literatura hispano-rabe de donde han podido ser transmitidos. De esta
290
Literatura hispanorabe
naturaleza podra ser el episodio del Lazarillo de Tormes cuando sirve al escudero y piensa que
llevan a su casa a un muerto a enterrar y al que la viuda dice que le conducen a la casa lbrega y
oscura, a la casa donde nunca comen y beben y Lzaro piensa que le llevan a casa de su amo, donde
no hay luz, ni comida a causa de la penuria. El cuento es rabe, se encuentra en muchos lugares, e
incluso en obras andaluses como en el granadino Ibn A
im, como ha precisado Fernando de la Granja 292 ; la versin del vuelo de Ibn Firnās, atribuido
a un campesino valenciano que se encuentra en una loa de Agustn de Rojas 293 y que recientemente
hemos visto reproducida en un dicho popular de Alcoy; el relato con el que Gracin inicia su Criticn
, al igual que Ibn Tufayl en su Filsofo Autodidacta , obra que el jesuita aragons no pudo conocer,
porque la traduccin latina del Filosofus Autodidactus de Pococke es veinte aos posterior a la
edicin de la primera parte del Criticn . Pero Gracin s, a travs de una versin morisca del cuento
rabe, relacionado con la leyenda de Alejandro, El dolo, el rey y su hija
294
Una prueba de que fuesen los mudjares o moriscos los transmisores de estos relatos literarios sera
el posible origen rabe del argumento que utiliza Tirso de Molina en El condenado por desconfiado .
El cuento rabe, que a su vez podra proceder de una leyenda cristiana, habla de un hombre piadoso que
desconfa de su salvacin eterna y un ngel -o demonio- le dice que su compaero en la otra vida ser
un carnicero -oficio impuro entre los musulmanes-, con lo que el hombre piadoso se desespera antes
de averiguar que el carnicero es, adems, un hombre piadoso, que cuida a sus padres anciansimos.
Este cuento rabe se ha conservado en versin aljamiada, es decir, en espaol escrito con alfabeto
rabe, literatura muy singular, de mudjares y moriscos 295 .
La transmisin precisamente a travs de los moriscos de un tema de contenido religioso no tiene
nada de extrao. Miguel Asn Palacios, al estudiar las sorprendentes coincidencias entre el mstico
292
pp. 123-142.
293
294
R. Menndez Pidal, El condenado por desconfiado, Estudios literarios, Madrid, 1938 y ss.,
pp. 9-79.
285
Literatura hispanorabe
musulmn Ibn Abbad de Ronda (siglo XIV) y San Juan de la Cruz 296 no slo en el pensamiento, sino
en el lxico y que son demasiadas para ser consideradas como simple casualidad, piensa que pudieron
ser transmitidas por los moriscos, cristianos recin convertidos, que no tenan por qu olvidar sus
conocimientos islmicos en temas como el de la mstica, en la que apenas divergan las dos religiones
y, an ms, en los decretos de expulsin de los moriscos; se exceptan a los religiosos de ambos sexos
de origen morisco -sacerdotes, frailes y monjas- que bien pudieran ser luego msticos ortodoxos o
heterodoxos, alumbrados tan semejantes a los sadilies musulmanes, estudiados tambin por Asn
Palacios.
En este sentido, conviene recordar que cuando se habla de los conversos que tan importante
papel desempearon en la cultura del siglo de oro espaol, se olvida con frecuencia que estos podan
proceder no slo de los judos sino tambin de los musulmanes.
296
Literatura hispanorabe
El fenmeno no tiene todava una explicacin satisfactoria, porque no puede ser un simple recurso
psicolgico, como quiere Juan Goytisolo
299
idealiz, ni tampoco se podra suponer que es una literatura de protesta, de una contestacin a la
297
298
299
J. Goytisolo, Cara y cruz del moro en nuestra literatura, Crnicas sarracinas , Barcelona,
Literatura hispanorabe
poltica nacional como quieren otros autores, o incluso de una literatura de cripto-musulmanes
300
300
literatura renacentista, Huellas del Islam en la literatura espaola , Madrid, 1985, pp. 149-180.
288
Literatura hispanorabe
289
Literatura hispanorabe
Apndices
290
Literatura hispanorabe
Cronologa
711
Comienza
la
Los
muslmanes
e invaden la Pennsula
islamizacin
de Ibrica
Hispania
719
Crdoba, capital de
al-Andalus
741
Llega
el
primer
Llegada
de
los
sirios de Bal
Simma a al-Andalus
750
Cae
la
dinasta
omeya de Damasco
755
Abd ar-Ra
mān I llega a
al-Andalus
757
Muere
Ibn
al-
Muqaffa, traductor de
Calila y Dimna
762
Nace
la
primera
Fundacin
de
Fundacin
del
mezquita de Crdoba
788
291
Literatura hispanorabe
mān
le
sucede
I
su
y
hijo
Hiŝām I
796
Llega el movimiento
potico
moderbnismo
Llega la msica de
Hiŝām I
al-
Andalus
805
Muere
Hakam I
Rebelin
del
Arrabal de Crdoba
810
Muere en Bagdad
Llega al al-Andalus
Muere al-
Abū
Nuwās
816
822
El
poeta
Ibn
smbolo
de
la akam I y le sucede
bagdadizacin
Abd ar-Ra
mān II
839
El
poeta
al-
Gazāl,
Ampliacin de la
mezquita de Crdoba
embajador
en
Intercambio
embajadas
de
entre
Bizancio y Crdoba
Costantinopla
852
Llegada
Andalus
a
del
al-
Rebelin
de
los
neoclsico y la prosa
ornada
292
Literatura hispanorabe
mān
le
II
sucede
su
hijo
Muhammad I
860
Nace
Ibn
Abd
Comienza
la
rebelin
de
los
de El collar nico
mulades
con
la
Nace
el
gran
en
Cufa
poeta
Muere Mu
al-
Mutanabbī.
ammad I y le sucede su
El Ciego de Cabra
hijo al-Munđir,
inventa la moaxaja
su
hermano
Abd Allāh
909
Los
fatimes
se
apoderan de Ifriqiya
912
Muere
el
emir
Abd Allāh y
le sucede Abd alRahmān III
922
Muere
ajusticiado
Abd al-Ra
en Bagdad em mstico
al-
mān
termina
en al-Andalus
293
Literatura hispanorabe
929
Abd al-Ra
mān
III
se
proclama califa
931
Muere en Crdoba
Nace
el
en
Sevilla
poeta
Ibn
Hānī
936
Fundacin
de
Medina-zahara
939
Abd al-Ra
mān
III
es
derrotado en Simancas
y Alhandega
940
Muere
Ibn
Abd
Rabbih
Llega
al
al-
Andalus el fillogo
Abū
Ali
al-
Qālī
955
Muere el historiador
mad
ar-
Rāzī
958
Ibn
El prncipe heredero
294
Literatura hispanorabe
Dirigismo califal de
la poesa
Comienza
la
construccin
del
akam II.
Almanzor
comienza
su
carrera
en
la
administracin
palaciega
965
Muere
al-
Mutanabbī
970
El Cairo
aprūt, mdico
califal y mecenas de
los hebreos de alAndalus
971
Muere
al-
Juŝanī
de
Qairawān,
autor de la Historia de
los jueces de Crdoba
972
El
poeta
ar-
Se
Ramādī mezquita
es
encarcelado
deslenguado
termina
de
la
Al-
por Azhār en El
Cairo
295
Literatura hispanorabe
973
Muere
Ibn
Hānī
Īsā
ar-Razi
escribe
sus
Anales
976
Muere al-
akam II y le sucede
Hiŝām
II, menor de edad.
Comienza la dictadura
de Almanzor
979
Corte literaria de
Almanzor
Fundacin
Madīnat
Zāhira.
Quema,
por
de
Expediciones
los
orden cristianos,
reinos
con
un
akam II
982
Ibn Darrā
al- Qa
allī,
poeta
oficial de Almanzor.
Llega a al-Andalus
āid de Bagdad
296
Literatura hispanorabe
985
Almanzor
saquea
Barcelona
987
Nace el historiador
Ibn
Nueva
ampliacin
ltima
de
la
mezquita de Crdoba
ayyān
992
Nace
Ŝuhayd
Ibn
Almanzor ataca y
de
Crdoba
994
Nace Ibn
azm de Crdoba
997
saquea
Santiago
de
Compostela
1002
Refinado
estilo
artstico.
Madīnat
Almanzor muere en
Catalaazor.
Zāhira
Mu
affar
1008
Muere Al-Mu
affar y le sucede su
hermano Abd ar- Ra
mān (Sanchol)
1009
Saqueo
destruccin
Golpe
de
estado
de contra
297
Literatura hispanorabe
Madīnat
az-
Zāhira
1010
Saqueo
de
Medinazahara
Comienzo
de
la
ammad
II
Al-
Mahdī.
Los bereberes asedian
Crdoba.
Primeros
reinos
de
taifas
1013
Saqueo de Crdoba
por los bereberes.
Emigracin
de
cordobeses
Sulaymān
al-Mustaīn,
descentralizacin
cultural de al-Andalus
1016
Denia,
centro
de
Alī ibn
estudios filolgicos y
alcornicos
ammūd, califa
en Crdoba.
Muŷahid,
rey
de Denia, conquista
las islas Baleares y
Cerdea
1018
Ubāda
Mā
ibn
al-
Al-Qāsim
ibn
Samā, en la
taifa de Mlaga, hace
ammūd, califa
en Crdoba
298
Literatura hispanorabe
Abd
al-Azīz, nieto
de Almanzor, rey de
Valencia
1022
Ibn
En
Crdoba
suceden
los
se
califas
omeyas.
Abul-
de la paloma en Jtiva.
Qāsim
Actividad literaria de
Abbād, rey de
Ibn
Sevilla
ibn
uhayd.
Ibn
Nace
Ibn
Ammār
en
derrocado
el
Silves
1035
Es
Crdoba
Muere Ibn
yhayd de Crdoba.
Amores de la princesa
Wallāda
el
poeta
y
Ibn
Zaydūm
299
Literatura hispanorabe
1037
El ministro judo de
Bādīs,
Bādīs
ibn
Nace
el
1041
futuro
en
Beja
rey
rey de Granada
Los tu
de
Sevilla, Al-Mutamid
ibes,
ibn Abbād
Zaragoza
reyes
de
Los Banu
umādi
, reyes de Almera
1042
Al-Muta
Gran desarrollo de la
poesa en Sevilla
Al-Mamūn,
rey de Toledo.
Toledo y Zaragoza,
centros
de
estudios
cientficos
filosficos
1045
Al-Mu
El rey al-Muta
Controversia
jurdico-religiosa entre
id de Sevilla hace Ibn
quemar los libros de
Ibn
azm y al-Bā
300
Literatura hispanorabe
azm
1049
ī
Ibn Zaydūn
Al-Muta
deja Crdoba y se
convierte en ministro
en Sevilla. Escribe sus
elegas
1051
El
prncipe
Al-
Mutamid, gobernador
de
Silves,
donde
conoce a Rmaykiyya y
a Ibn Ammār
1056
le
sucede
como
Muere Ibn
Posible
contacto
Cruzados
azm en Huelva
1065
Al-Mamūn
se
apoderan de Barbastro
de Toledo se apodera
de Valencia.
Abū Is
āq de Elvira
hace
su
casida
antijuda y se produce
una matanza de judos
en Granada.
301
Literatura hispanorabe
Al-Mutamid
hace
Fundacin
de
Muere Al-Mutadid
de Sevilla y le sucede
su hijo al-Mutamid.
Ammār
Al-Mutamid
se
apodera de Crdoba
1071
Muere
Ibn
Muere
Zaydūn
1073
Bādīs
de
Granada
le
Muere
al-
Mamūn
de
Toledo y le sucede su
nieto al-Qādir
1076
Los
literatos
de
Denia
emigran
Denia
Llega a Sevilla el
poeta Ibn
Ibn Ammār
se apodera de Murcia
en
amdīs
de
Zaragoza se apodera de
Sevilla
1078
Al-Muqtadir
nombre
de
al-
Mutamid de Sevilla
de
Siracusa
1081
Muere al-Muqtadir
de Zaragoza y reparte
su reino entre sus hijos
302
Literatura hispanorabe
1085
Los almorvides no
Alfonso
VI
Al-Qādir,
rey
de Valencia.
Los
reyes
de
Abd Allāh
La capital de al-
es
Los
almorvides
ahora destronan
Allāh
Ibn al-Labbāna
Granada.
de
Los
Denia
hace
su
Abd
de
almorvides
destronan al resto de
abbades.
Al-Mutamid, exiliado
excepto
en
Zaragoza y Mallorca
Agmāt,
sigue
los
de
componiendo
poesa
1094
El Cid se apodera de
Valencia
1095
Muere al-Mutamid.
Ibn Bā
Los almorvides no
protegen la poesa
a, poeta y filsofo,
inventa el zjel
1102
Los almorvides se
apoderan de Valencia
303
Literatura hispanorabe
1108
Actividad potica de
Ibn Jafā
Los almorvides se
apoderan de Zaragoza
a de Alzira.
Ibn Ba
am
escribe
el
Dajīra
1109
de Algacel en Crdoba
1118
1130
Ibn Quzmān
Muere
Alfonso I de Aragn
conquista Zaragoza
Se
inicia
el
movimiento almohade
Ibn
Ibn
Rebelin
Jafā
a
1139
Muere
Bā
1140
de
andaluses
los
los
contra
almorvides
segundas taifas
1146
Marraquesh, capital
Ibn Mardanī
almohade
304
Literatura hispanorabe
, rey de
arq al-Alandalus
1147
Los almohades se
apoderan de Sevilla
1148
Ramn
IV
se
Berenguer
apodera
de
Tortosa
1149
Los
almohades
protegen la literatura
Desarrollo
de
la
Conquista
de
por
los
almohades.
Ramn Berenguer IV
ufayl,
Averroes
y se apodera de Lrida
Mainnides.
Rigor almohade contra
las minoras religiosas;
cristianos
judos
emigran en masa
1150
Muere
Ibn
Quzmān
af
a ar-Rakūniyya
ejerce
su
actividad
potica
1165
Nace
el
en
Murcia
mstico
Ibn
al-Arabī.
Ibn
305
Literatura hispanorabe
ufayl
escribe
El
filsofo autodidacta
1172
Muere
Ibn
Mardanī
1185
Muere Ibn
ufayl
1195
Las
obras
Averroes
condenadas
de
Batalla de Alarcos
son
y
el
filsofo desterrado a
Lucena
1198
Rehabilitacin
muerte de Averroes
1199
Nace
Ibn
Abbār
al-
Batalla
de
Valencia
1201
Ibn
al-Arabī
se
instala en La Meca
1212
1213
Nace
de
Las
Navas de Tolosa
Ibn
Saīd de Alcal
almohades.
la Real
Rebelin
de
los
andaluses o terceras
taifas.
Ibn Hud, rey de Murcia
306
Literatura hispanorabe
1229
en Menorca
1230
Se inicia el califato
hafs en Tnez
1232
Muere Ibn
Fernando
ya en El Cairo
1236
III
conquista Crdoba
1237
Mu
Ibn al-Abbār
pide
ayuda
Valencia
con
para
Jaime I conquista
Valencia
una
Muere
al-Arabī
Ibn
Fernando
en
Damasco
1246
Emigracin de los
intelectuales y literatos
III
conquista Sevilla
andaluses al norte de
frica y Oriente
307
Literatura hispanorabe
1248
Abū-l
El rey de Granada,
Bagā de Ronda
vasallo de Castilla
Ibn
al-
Abbārb
Rebelin
es
ejecutado en Tnez
1264
de
los
mudjares
1266
Los
merines
apoderan
se
de
Marraquesh
1273
Muere Mu
ammad I de Granada y
le sucede su hijo Mu
ammad II
1274
Nace
Ibn
al-
Los
merines
Ŷayyāb
intervienen
en
la
en Granada
pennsula. La cuestin
del estrecho
1302
Se
inicia
la
Muere Mu
construccin de los
palacios
Alhambra
de
la ammad II y le sucede
su hijo Mu
308
Literatura hispanorabe
ammad III
1304
El
al
poeta
Ibn
Derrocamiento
Hakīm,
ministro de Mu
ammad III
1309
de
Mu
ammad
III
su
ministro Na
r, rey de Granada
1313
Guerra
īb de Loja
1315
dinstica:
Ismāil, rey de
Granada.
Na
r, rey de Guadix
1319
Poemas epigrficos
de
Ibn
al-
Batalla de la Vega.
Construccin
Ŷayyāb
del
Generalife
en el Generalife
1322
Muere Na
r en Guadix
309
Literatura hispanorabe
1325
Asesinato
de
Ismāil I; le
sucede su hijo Mu
ammad IV
1333
Asesinato de Mu
ammad
sucede
IV;
su
le
hermano
Yūsuf I
1340
Gran desarrollo de
Comares
en
la
Alhambra
1348
Muere
Ibn
al-
La Peste Negra
Inauguracin de la
Ŷayyāb
1350
Ibn Ba
Madrasa de Granada
ūta
visita
Granada.
El
poeta
Ibn
Jātima
de
Almera experimenta
nuevas formas poticas
1354
Actividad
de Ibn al-Ja
literaria
Asesinato
Yūsuf
de
I:
le
sucede su hijo Mu
īb
310
Literatura hispanorabe
ammad V
1359
Mu
ammad V es derrocado
y se exilia a Marruecos
1362
Ibn al-Ja
El
de
īb,
filsofo
la
rabe
historia
primer Jaldūn
ministro
Mu
Ibn
visita ammad V recupera el
Granada.
trono
los
Leones,
en
la
Alhambra
1372
Ibn al-Ja
īb se exilia a
Marruecos.
El poeta Ibn Zamrak,
primer ministro
1375
Ibn al-Ja
īb es juzgado y
condenado a muerte.
Poemas epigrficos de
Ibn Zamrak.
Ibn Hu
ayl
habla
de
la
caballera musulmana
311
Literatura hispanorabe
1391
Muere Mu
ammad V y le sucede
su hijo Yūsuf II
1392
Ibn
Zamrak
es
asesinado
Muere
Yūsuf II y le
sucede Mu
ammad VII
1408
El rey Yūsuf
Muere Mu
Alhambra
Yūsuf III
1419
Decadencia cultural
y literaria
la
muerte
de
Yūsuf III, le
sucede Mu
la
ser
los
guerra
continua,
soberanos,
efmeros
1431
Batalla
de
Higueruela
1452
El
de
ltimo
poeta
al-Andalus,
al-
Batalla
de
los
Alporchones
qasī de Baza,
describe esta batalla
312
Literatura hispanorabe
1479
Unin de Castilla y
Aragn
1482
Mu
ammad
XII,
Conquista
de
313
Literatura hispanorabe
Bibliografa comentada
314
Literatura hispanorabe
Introduccin
A la hora de escoger una selectsima bibliografa que sirva de complemento y de prolongacin a
las pginas de este libro, hemos seguido el criterio de dividirla en varias partes. En primer lugar unas
mnimas orientaciones sobre obras de consulta que slo servirn para el muy interesado; tras ello unos
slidos manuales generales para seguir con lo que nos parece ms importante: la posibilidad de que
el lector conozca por s mismo las obras de los literatos andaluses, al menos a travs de su traduccin
espaola. De ah que hayamos dado prioridad a obras escritas o traducidas al castellano, con dos
nicas excepciones, as como a las de carcter antolgico, aunque no faltan algunas monografas
fundamentales, cuyas caractersticas son precisamente sobrepasar los lmites de lo monogrfico. De
todas formas, no hay ausencias notables, ya que las muchas obras que aqu no se citan se encuentran
en las notas bibliogrficas de esta obra.
315
Literatura hispanorabe
Obras de consulta
Mara Jess Rubiera Mata, Bibliografa de la literatura hispano-rabe , Universidad de Alicante,
Alicante, 1988, 75 pp. nica bibliografa especfica existente de los libros y artculos en lenguas
europeas sobre la literatura hispanorabe, que abarca hasta el ao de su publicacin, 1988. Est
ordenada cronolgicamente respecto a los perodos de la historia de al-Andalus con un captulo
temtico sobre la poesa estrfica.
Varios autores, Encyclopdie de l'Islam (segunda edicin), Brill, Leiden-Pars, 1960 y ss. (en
curso de publicacin). Obra de consulta sobre los temas arbigo-islmicos a nivel cientfico. Para la
literatura hispano-rabe interesan los artculos sobre la historia de al-Andalus, gneros literarios y
bio-bliografas de los autores ms importantes. Existe una edicin inglesa.
316
Literatura hispanorabe
Historias de la literatura
I
r Siyādat Qur
uba, Dar al-Taqāfa, Beirut, 1965 [ Historia de la literatura andalus: I. poca de las taifas y
almorvides. II. poca de la soberana cordobesa ]. El autor es actualmente el ms importante editor
de los textos andaluses literarios y por tanto un excelente conocedor de la literatura de al-Andalus,
por lo que creemos representa de forma excelente las literaturas sobre al-Andalus escritas en lengua
rabe. Adems de su estudio incluye los textos ms significativos. Posiblemente, algn da, el autor
contine con la poca almohade y granadina.
Francesco Gabrieli, La letteratura araba , Edizloni Accademia, Miln, 1967. Traduccin espaola
de Rosa Mara Pentimalli de Varela, La literatura rabe , Editorial Losada, Buenos Aires, 1971, 302
pp. Aunque no se trata especficamente de la literatura hispano-rabe, la mencionamos aqu por ser
el manual de literatura rabe medieval ms asequible e interesante por su visin esttica, que permite
una mejor comprensin de la literatura hispanorabe.
ngel Gonzlez Palencia, Historia de la literatura arbigo-espaola , Editorial Labor, Barcelona,
1945 (2. edicin aumentada), 380 pp. Manual sobre la literatura hispano-rabe utilsimo en su tiempo,
pues adems en esta segunda edicin inclua muy variados textos. Hoy est obsoleto a causa de la
gran cantidad de descubrimientos y estudios sobre el tema que han tenido lugar desde los aos que
se escribiera.
Mara Jess Rubiera Mata, Introducci a la literatura hispano-rab , Colecci Xarq al-Andalus,
Universitat d'Alacant
, Alicante, 1989, 117 pp. Manual universitario que intent paliar el vaco
317
Literatura hispanorabe
Estudios y antologas
Emilio Garca Gmez, Poemas arabigoandaluces , Coleccin Austral, Espasa Calpe, Madrid,
1940 (primera edicin), 147 pp. Inteligente antologa de la poesa hispanorabe con una bellsima
traduccin de los poemas y un estudio previo, quiz hoy anticuado. Este libro, de mltiples ediciones,
ha servido para introducir en el mundo potico andalus a muchas generaciones de hispanohablantes.
Emilio Garca Gmez, Las jarchas romances de la serie rabe en su marco , Sociedad de Estudios
y Publicaciones, Madrid, 1965, 431 pp. Estudio, edicin en caracteres latinos y traduccin en calco
rtmico de la moaxajas rabes con jarchas romnicas. Es uno de los textos fundamentales para la
comprensin de la poesa estrfica andalus e igualmente una bella antologa.
A. R. Nykl, Hispano-arabic poetry and its relations with the old provenal troubadors , Baltimore,
1946. Aunque el tema anunciado en el ttulo se trata brevemente, es en realidad una completa antologa
de la poesa hispano-rabe en versin inglesa. Hay que utilizar con precaucin algunas de las ideas
del autor sobre orgenes y relaciones.
Henri Prs, La posie andalouse en arabe classique au XI sicle. Ses aspects gnraux, ses
principaux thmes et sa valeur documentaire , Pars, 1953 (2. ed.), 541 pp., traducida al espaol por
Mercedes Garca Arenal, con el ttulo de Esplendor de al-Andalus , Hiperin, Madrid, 1983, 354 pp.
Es una de las obras clsicas para el conocimiento de al-Andalus y su literatura durante el siglo de su
ms alto nivel potico. Posiblemente lo nico que ha quedado desfasado son sus juicios histricos e
ideolgicos. Tiene unos utilsimos ndices.
318
Literatura hispanorabe
Monografas
Emilio Garca Gmez, Todo Ben Quzman , Editorial Gredos, Madrid, 1972, 3 vols. Edicin en
caracteres latinos, traduccin en calco rtmico y estudios del cancionero de zjeles de Ben Quzman, el
ms importante poeta de este gnero de al-Andalus. Aunque es obra de alto nivel cientfico, la siempre
excelente traduccin de Emilio Garca Gmez hace su lectura asequible para el aficionado.
Emilio Garca Gmez, Ibn
azm de Crdoba. El collar de la paloma , con prlogo de Jos Ortega y Gasset, Sociedad de Estudios
y Publicaciones, Madrid, 1967 (2. ed.), 369 pp. (Ediciones posteriores idnticas pero con formato de
bolsillo en Alianza Editorial, Madrid). Traduccin de la obra ms universal que produjo la literatura
hispano-rabe, el tratado del amor y los amantes de Ibn
azm de Crdoba. El estudio previo del traductor es absolutamente imprescindible para comprender
la obra, el autor y la poca.
Emilio Garca Gmez, Ibn Zamrak, el poeta de la Alhambra , Patronato de la Alhambra, Granada,
1975, 142 pp. Reedicin del que fuera discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia en 1944
de Emilio Garca Gmez, es un estudio modlico y apasionante sobre la controvertida figura del ms
conocido de los poetas que inscribieran sus versos en la Alhambra de Granada.
Emilio Garca Gmez, El libro de las banderas de los campeones de Ibn Sa īd alMagribi , Seix Barral, Barcelona, 1978, 348 pp. Reedicin con nuevo prlogo de la del ao 1942. Es
una edicin en rabe con traduccin espaola de una antologa potica escrita por Ibn Saīd
al-Magribī en el siglo XIII. Es, entre otras cosas, una excelente introduccin al estudio de la
poesa hispano-rabe, que permite al aprendiz de arabista intentar traducir los poemas con la falsilla
magistral de Emilio Garca Gmez.
Soledad Gibert Fenech,
arabigoandaluza del siglo XIV) , Universidad de Barcelona, Barcelona, 1975, 231 pp. Excelente
estudio del personaje y su obra, con cuidada y bella traduccin de su poemario. Ibn Jatima fue un
exquisito poeta de ese momento del ltimo esplendor literario del reino de Granada, que buscaba una
renovacin del lenguaje potico.
319
Literatura hispanorabe
320