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Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes Saavedra

Universidad de Alicante
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Ao 2005

NDICE
I. Al-Andalus y su evolucin cultural .............................................................................................. 5
II. La literatura rabe medieval ...................................................................................................... 29
III. La poesa rabe clsica en al-Andalus: poca omeya ...............................................................49
IV. La poesa rabe clsica: el esplendor (Siglo XI) ......................................................................83
V. La poesa rabe clsica en al-Andalus III: el dorado crepsculo (Siglos XII-XIII) ................. 119
VI. La poesa rabe clsica: la decadencia. El reino de Granada (1232-1492) ............................. 143
VII. La poesa estrfica .................................................................................................................167
VIII. El dab .............................................................................................................................. 192
IX. Las epstolas. La prosa ornada. Las maqāmas .........................................................213
X. La narrativa historicista ........................................................................................................... 242
XI. La huella literaria de al-Andalus ............................................................................................ 268

Literatura hispanorabe

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I. Al-Andalus y su evolucin cultural

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Conquista e instalacin de los rabes en la Pennsula Ibrica


A principios del siglo VIII, la Pennsula Ibrica recibi su ltima invasin histrica de un pueblo
ultramarino mediterrneo: los rabes, pueblo semita procedente del Oriente Medio, conquistaron la
Hispania visigoda.
Durante siglos haban permanecido dentro de los lmites de la pennsula asitica a la que dieron
nombre, como nmadas de sus desiertos, pastores de camellos y caravaneros que unan el ocano
ndico con el Mediterrneo, a travs del Creciente Frtil, hasta que un rabe genial e iluminado,
Mahoma, a mediados del siglo VII haba predicado una nueva religin, el ltimo monotesmo semtico
que el Oriente Medio exportar al mundo. Con este impulso religioso los rabes, ahora musulmanes,
es decir, sometidos a Al, el Dios nico, haban conquistado la gran Siria, haciendo tambalearse al
Imperio Bizantino, y an ms, haban derribado al persa, avanzando hacia el Indo por las tierras
asiticas por el camino de Alejandro. Por occidente haban conquistado el milenario Egipto, sin que
el desierto libio fuese barrera para ellos, hijos de desiertos tan duros como el africano, avanzando por
el norte de frica, hasta mojar los cascos de sus caballos en el ocano Atlntico.
Desde la pennsula que frica proyecta sobre el Mediterrneo, Ifrīqiya, llamada hoy el
Magreb, el camino hacia la Pennsula Ibrica es fcil: el Mediterrneo se allana entre Tnez y las
costas del sudeste hispnico y forma un canal navegable que Braudel llam el canal de la Mancha
Mediterrneo; la separacin entre el Calpe hispnico, que se llamar a partir de la conquista Gibraltar,
Monte de

āriq, el conquistador legendario de la pennsula, y las montaas marroques es corta, y aunque


su navegacin no es sencilla, con buen tiempo un barco de pequeo cabotaje puede cruzarlo. Los
rabes saban ya mucho del mar gracias al trato con las gentes de los antiguos puertos bizantinos y el
gobernador de Ifrīqiya envi a sus hombres de incursin por las islas del norte, a Sicilia y a
Hispania. La sorpresa de los propios musulmanes fue que la incursin en la pennsula ms occidental
de Europa se transform en una conquista, porque estaba gobernada por una monarqua algena y
caduca, la visigoda, y encontraron el apoyo de los rivales del rey Rodrigo.
El cambio de poder fue fcil porque los musulmanes no imponan por la fuerza su religin y
slo exigan un pacto de sometimiento. Los cristianos y los judos podan seguir con su religin,
pues el Islam no los consideraba infieles, ya que haban recibido la revelacin, el Libro Sagrado,
aunque lo interpretaban incorrectamente, frente a los musulmanes. Poco importaba que fuesen semitas
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ahora los amos en lugar de germanos, y mucho ms los judos, que haban sufrido la persecucin
implacable de los godos. Slo se opusieron los partidarios de Rodrigo, que huyeron a las montaas
del norte y slo la voz de algn clrigo asilado -el autor, por ejemplo, de la Crnica mozarbica se lament de la llegada de estas gentes de otra religin. Pero la mayor parte de la poblacin, clrigos
incluidos, no era muy ducha en teologas. Hace falta esperar a la segunda mitad del siglo IX para
que los propios cristianos de Crdoba descubran las diferencias fundamentales entre Cristianismo e
Islamismo. El clrigo mozrabe Eulogio de Crdoba ha de ir a Pamplona para enterarse a travs de
los cristianos del norte de qu es el Islam y quin es su fundador, Mahoma, descubrimiento que le
llena de fervor cristiano y motivar la rebelin de un grupo de cristianos cordobeses. Este fenmeno
no es tan sorprendente: desde haca siglos, desde la Roma Imperial, las religiones orientales haban
penetrado en la cultura occidental, primero como misterios, luego con el Cristianismo, en cierto
modo, el ltimo misterio oriental asimilado por Roma y, a pesar de la centralizacin romana, durante
los primeros siglos del Cristianismo, segua siendo el Mediterrneo oriental el maestro espiritual de
Occidente. Los mismos visigodos haban sido arrianos, haban seguido la doctrina del heresiarca de
la Cirenaica, Arrio.
Y lo mismo suceda con las formas culturales: la Hispania visigoda es en muchos sentidos bizantina:
recordemos el iconostasio, tan oriental, de los altares de las iglesias visigodas o los bajorrelieves de
tipo sasnida que se encuentran en la villa romana de Villajoyosa (Alicante) por poner dos ejemplos
significativos. A su vez, la cultura rabe no slo era semita y beduina. Era tambin helenstica no
slo en su pensamiento sino tambin en sus formas. La mezquita de Damasco, la capital del imperio
musulmn en el momento de la conquista de la Pennsula Ibrica, est construida sobre una baslica
cuyo frontispicio con inscripciones en griego an se puede ver en uno de sus muros exteriores,
mientras los mosaicos de tipo bizantino ilustran sus paredes interiores hablando del rbol de la vida.
Los cambios en la Pennsula Ibrica en el siglo VIII parecen ser simplemente nominales. Los
invasores llamaban a Hispania, a la Pennsula Ibrica, al-Andalus, nombre enigmtico tal vez
relacionado con el nombre del ocano Atlntico, como es la hiptesis de Joaqun Vallv, y quin sabe
si este pueblo oriental, tan helenizado, no pens que haba llegado a la mtica Atlntida. Hemos de
recordar que al-Andalus fue el nombre de toda la Pennsula Ibrica y no slo de las tierras situadas al
sur de Sierra Morena, donde slo se ha conservado su nombre. De ah que andalus no sea sinnimo de
andaluz, concepto equvoco y anacrnico: andaluses fueron los habitantes musulmanes de la actual
Andaluca, pero tambin los de Aragn y Catalua, los de Valencia y Extremadura, los nacidos en las

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tierras que hoy son Portugal -con lo que hablar de la Espaa musulmana no es slo equvoco, sino
injusto- y, desde luego, los nacidos en las dos Castillas.
Tal vez el cambio aparente ms notable en el siglo de la conquista sera la lengua y la escritura
que traan los nuevos dueos de la Pennsula Ibrica. Los documentos se escriban en una lengua y
escritura desconocidas en Occidente: el califa Abd al-Malik, a principios del siglo, haba ordenado
que el rabe fuese la lengua de la cancillera, lengua que canturreaba el almudano cuando llamaba
a oracin los viernes -da del Seor en lugar del domingo cristiano y del sbado judo- a los pocos
fieles de su religin, esos militares que no beban vino, ni coman cerdo, y entonaban en la soledad
de su guarnicin sonoros poemas que hablaban del desierto. Uno de los problemas que no se han
planteado, es la comunicacin lingstica entre los rabes y los habitantes de la Pennsula en estos
primeros tiempos. Tal vez se produjera a travs de los romanizados norteafricanos, ya arabizados, pero
conocedores del latn vulgar comn a Occidente, a travs de esos misteriosos clientes orientales de los
rabes, tal vez bizantinos, tal vez comerciantes sirios. Nos falta saber quines eran los truchumanes
del siglo VIII.
Por otro lado, los rabes pensaban estar de paso en la pennsula del Atlntico, vivan con un espritu
de guarnicin -de base militar- en tierra extraa, realizando incursiones cada vez ms al norte, en
busca de botn, hasta que Carlos Martel los detuvo en Poitiers (734); sus gobernadores tenan los ojos
clavados en la metrpoli, Damasco, de donde llegaban castigos y recompensas, siempre pensando
en volver a Oriente. Incluso muchos bereberes, la mayor parte de los primeros conquistadores,
abandonaron las tierras de las que se haban apoderado para volver a las suyas de origen, tal vez porque
estas tierras abandonadas por muchos de sus propietarios, desconocidas para los nuevo amos, negaron
sus frutos durante los primeros aos y fueron hostiles. El hambre forz a los bereberes que tenan las
peores tierras y no saban cultivarlas a abandonarlas en masa y a sobrecargar de nuevo la Berbera,
que se alz contra los rabes. Esta rebelin berberisca tuvo una extraa consecuencia: la llegada de
una segunda oleada de emigrantes rabes, llegados como resto de un ejrcito enviado por Damasco,
al norte de frica, para luchar con los bereberes. Este grupo de sirios, llamados as porque procedan
de la gran Siria, aunque inclua tambin a egipcios, capitaneados por Balŷ, fueron instalados en
las tierras que an pertenecan a propietarios cristianos en rgimen de propiedad compartida. Como
haban hecho en Oriente; los propietarios rabes, con la plus vala de sus beneficios, mejoraron las
tierras agrcolas con instalaciones de riego, nuevos cultivos, etc., pero eran propietarios absentistas
que preferan vivir en las ciudades y stas reciban tambin parte de la plus vala, inicindose un gran

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desarrollo comercial y cultural. De esta forma la cultura araboislmica, de nmadas, se transform


en una civilizacin de ciudadanos.
Por otro lado, el aumento demogrfico rabe permitir que cuando la dinasta omeya sea derribada,
un prncipe de la familia omeya, Abd al-Ra

mān, encuentre el apoyo necesario para proclamarse emir en al-Andalus.


La aventura de Abd al-Ra

mān I (756-788) es un viaje sin retorno. La dinasta omeya ha sido derribada por los abbases,
que adems han masacrado a la familia. Ni el prncipe omeya ni los suyos pueden regresar a Oriente.
Los rabes se quedan en al-Andalus.
Los habitantes autctonos de la Pennsula Ibrica, al menos sus lites, se dan cuenta de este hecho
e inician un dilogo poltico y cultural que terminar con la conversin al Islam, porque es el medio
de prosperar e incluso de no perder lo adquirido. El emir Abd al-Ra

mān ha de construir una mezquita en Crdoba, ya que la media baslica de San Vicente no
daba abasto para los musulmanes. No son slo los inmigrantes sirios de Balŷ los nuevos
clientes de los omeyas, los hijos y los nietos de los invasores, muchos de ellos criollos (nacidos en
tierras de al-Andalus, hijos de mujeres hispnicas), sino tambin de los conversos. stos reciben el
nombre de mulades y, sobre el papel, su conversin ofrece ventajas fiscales porque no han de pagar
los mismos impuestos que los d imines, cristianos y judos. Sin embargo, en la realidad esto no es
as y traer problemas en el futuro.
Los mulades se afanan en aprender la lengua rabe, en descifrar aquellos textos que vienen de
Oriente y que los propios rabes emigrados no entienden muy bien, dada la separacin, la diglosia,
entre la lengua rabe escrita, la literaria, la literal y la hablada. Pero es necesario el esfuerzo porque
la lengua es tambin el vehculo de la nueva religin, la lengua del Libro Sagrado . Las nuevas
generaciones, los ya musulmanes desde nios, tendrn el camino facilitado: piadosos muslimes les
ensearn a leer el Corn en la infancia, a escribirlo en pizarras de madera. Son los maestros cornicos,
el primer eslabn de la educacin arabigoislmica, que llega a la enseanza superior en las mezquitas.
Esta enseanza generalizada y libre extender el uso de la lengua y la escritura por todo el mundo
islmico medieval.

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El emirato omeya (siglos VIII-IX)


A finales del siglo VIII la civilizacin arabigomusulmana haba iniciado su apogeo. Su original
pensamiento, hijo de lo rabe y lo islmico, pero tambin de Grecia y Persia, estaba siendo
formulado, y se enriquecera con las traducciones de la Antigedad clsica; la lengua haba sido
estudiada, normalizada, estandarizada, por las Escuelas filolgicas de Cufa y Basora, que adems
haban recogido y estudiado la herencia literaria de la Arabia pre-islmica; las escuelas jurdicas,
ya constituidas, analizan e interpretan la tradicin islmica y producen una finsima casustica. Los
abbases dejan la milenaria Damasco y eligen como capital Bagdad, una pequea poblacin junto al
Tigris, cerca de donde se levantase Babilonia, y esta cultura rabe se impregna de la vieja civilizacin
mesopotmica, ahora ms hija de Persia que de Bizancio; la poesa toma nuevos rumbos, dejando atrs
la casida del oasis, para cantar al jardn de las rosas de Oriente, y la prosa logra ser el vehculo perfecto
para expresar todo este pensamiento, donde habr luces zoroastrianas. Bagdad, la nueva metrpoli,
ser la ciudad-luz de la civilizacin arabigoislmica que vivir, en el noveno, su primer siglo de oro.
La lejana al-Andalus, que haba roto sus lazos polticos con Bagdad, pues los abbases eran los
enemigos de la dinasta reinstaurada en Crdoba, e incluso cruzara embajadas con Bizancio, no se
encontraba aislada culturalmente. Los emires omeyas permitan que sus sbditos fuesen a La Meca a
cumplir la peregrinacin musulmana. Estos viajes eran tambin culturales y comerciales: los piadosos
peregrinos acudan a las ctedras de prestigio en las mezquitas de su largo itinerario donde jams
faltaba Egipto, con frecuencia figuraba Damasco, e incluso Bagdad; compraban libros y los traan a
al-Andalus, a veces por encargo de los propios emires, otras por propia iniciativa. Estos peregrinos se
convertan a su vez en enseantes de lo aprendido y de esta forma la corriente cultural entre Oriente
y Occidente era continua. En este sentido es enormemente significativo el reinado de al-

akam I (796-822), sucesor del hijo de Abd al-Ra

mān I, Hiām I (788-796), de breve reinado; al-

akam I, soberano conflictivo, porque asienta el emirato de al-Andalus y ha de actuar con mano de
hierro sobre sus sbditos musulmanes, es tambin un hombre cultivado, que ama la poesa y la msica
y hace traer las ltimas novedades bibliogrficas de Oriente. Con l llegan los primeros msicos
orientales, del nuevo estilo. Adems llegaban con frecuencia orientales a al-Andalus, comerciantes
cultos, aventureros e incluso espas, que tambin transmitan sus conocimientos, rodeados del
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prestigio de su origen, pues los andaluses eran conscientes de su situacin de provincia lejana de las
luces del gran foco de la cultura, Bagdad.
Precisamente la bagdadizacin de Crdoba est simbolizada por la llegada a la corte de Abd
al-Ra

mān II (822-852), a mediados del siglo, del msico iraqu Ziryāb, que, como rbitro
de la elegancia, impone las modas y los modos de la lejana metrpoli cultural: peinados, trajes,
comidas, se hacen al estilo de Ziryāb, es decir, al estilo bagdad, que llega a imponer el uso
de un desodorante qumico, pues esta civilizacin, en el siglo IX, incluso se preocupaba de estos
refinamientos.
La culturizacin arabigoislmica de al-Andalus es pues un hecho en el siglo IX, al menos en la
corte. Sin embargo, dada la presencia frecuente de agentes abbases y a finales de siglo de fatimes, es
decir, portavoces y seguramente predicadores de un movimiento hertico, parece presumible suponer
que Crdoba se preocupase de una labor de proselitismo religioso a lo largo y ancho de al-Andalus,
y la islamizacin traa aparejada la arabizacin, al menos lingstica, a travs, como ya hemos
mencionado, de las escuelas primarias cornicas.
La arabizacin e islamizacin creciente impulsa algunas reacciones como es el movimiento de
algunos cristianos de Crdoba, dirigidos por el clrigo Eulogio y el laico lvaro, de los que se nos
ha conservado una abundante literatura en latn, en la que se quejan de la arabizacin cultural de los
propios cristianos que no saben escribir en latn, pero s en rabe. Despus de descubrir en Pamplona
quin era Mahoma y que se encontraban entre herejes, inician una campaa de martirio voluntario
que condenan las propias autoridades eclesisticas cristianas. Es una tempestad en un vaso de agua,
que las crnicas rabes ni mencionan.
Ms grave es la rebelin armada de los mulades, descontentos con el trato fiscal desigual. Toledo se
ha estado rebelando durante todo el siglo por ese motivo, pero el conflicto se generaliza con Umar ibn

af

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de Mlaga, que rene numerosos partidarios entre mulades y cristianos. Con su centro de operaciones
en Bobastro, trae en jaque a los emires omeyas, desde Mu

ammad I (852-886) hasta sus hijos Al-Mun d ir (886-888) y Abd Allāh (888-912), mientras
numerosos seores de origen autctono le imitan. Pero la guerra es sangrienta y larga, y cuando Abd
al-Ra

mān III (912-961) sube al poder en el ao 912, a la muerte de su abuelo, Abd All

h, termina fcilmente con la rebelin que ha trado en jaque a sus predecesores. Utiliza la fuerza de las
armas, pero al mismo tiempo concede una igualdad fiscal que hace desaparecer el motivo originario
de la rebelin. Y de la misma forma se produce la asimilacin cultural. A finales del siglo IX, un poeta
de Cabra (Crdoba) inventa la moaxaja, gnero hbrido hispano-rabe. Ha nacido lo que podramos
llamar la civilizacin andalus, como especfica dentro de la rabe medieval.

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El califato omeya (siglo X)


El movimiento si heterodoxo de los fatimes ha logrado el poder en el norte de frica y desde
all ha conquistado Egipto; los abbases eran hostiles a los omeyas, pero estaban lejos, mientras que
el califato fatim se encuentra cercano: su flota ataca los puertos andaluses y sus agentes pueden
esparcir su doctrina fcilmente.
El emir Abd al-Ra

mān toma una serie de medidas militares -construccin de atarazanas y barcos- pero tambin
polticas y culturales: se proclama califa en el ao 929, fomenta la arabizacin e islamizacin de alAndalus y cultiva su imagen por medio de grandes obras pblicas y del aparato propagandstico de
los intelectuales, alfaques, poetas, etc.
En el al-Andalus del siglo X parecen haber desaparecido las tensiones tnico-sociales: los mulades,
en lugar de recordar su origen, procuran disimularlo con falsas genealogas y la cultura oriental no
recibe ningn tipo de rechazo, an ms, en la corte todos pugnan por estar al da de las novedades que
se producen en Oriente, comenzando por el propio prncipe heredero, al-

akam, que es un biblifilo empedernido, capaz de comprar un libro como el Kitāb alāgani , de Abū-l-Faraŷ de Ispahan, cuando an tiene fresca la tinta.
La cultura autctona ha sido asimilada por la rabe para formar parte de lo andalus. El poeta oficial
del califa, Ibn Abd Rabbih, es tan capaz de escribir casidas y libros de tipo oriental, como de cultivar
la moaxaja, el poema estrfico de invencin andalus, que tiene incorporada una copla romance. En
Medinazahara, la ciudad-palacio que se construye Abd al-Ra

mān III, conviven las formas ms orientales de arcos y decoracin con bajorrelieves con
representaciones humanas de soldados vestidos a la cristiana; los gramticos son capaces de estudiar
los ms complejos problemas filolgicos de la lengua rabe y al mismo tiempo comienzan a registrar
los errores del vulgo, la presencia de una lengua dialectal con abundantes romancismos; la corte
tiene un aparato absolutamente oriental, pero los ms importantes cargos pala ciegos son llevados por
esclavos de origen europeo, los

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aqāliba , que arabizados e islamizados, no dejan de olvidar su origen tnicocultural. Son en su


mayora de origen hispnico, procedentes de los reinos del norte, pero tambin proceden de la Europa
ultrapirenaica, hechos prisioneros a travs de la Marca Hispnica o de las incursiones de los corsarios
andaluses en las costas de Francia e Italia. Indudablemente tambin habra esclavos procedentes de
la Europa Oriental, eslavones, que es lo que significa

aqāliba .
En Crdoba no slo se ha asimilado lo hispnico sino que, en Medinazahara y en la mezquita de
Crdoba, se importa el arte bizantino sin que resulte un elemento extrao al conjunto: el mi

rāb de la mezquita de Crdoba es un ejemplo an visible. A Crdoba llegan embajadores del


Sacro Imperio Germnico, de Bizancio. La Crdoba del siglo X es como la Bagdad del siglo IX, capaz
de asimilar y teir de cultura arabigomusulmana cualquier aportacin ajena, lo mismo que antao hizo
la Roma Imperial. La decadencia arabigoislmica vendr precisamente cuando, en un movimiento
egocntrico, no sepa asimilar las aportaciones algenas.
La mejor prueba del irenismo cultural del califato lo ofrece la comunidad hebrea de al-Andalus.
Los judos han descubierto la proximidad entre la lengua hebrea y la rabe y aprovechan la tradicin
filolgica rabe para estudiar la lengua bblica y sentar las bases de la gramtica hebrea. Por medio
de analoga con el rabe, enriquecen el lxico hebreo y comienzan a escribir una literatura hebraica a
imitacin de la rabe medieval, con sus mismos gneros y tcnicas.
Al neurtico y brillante Abd al-Ra

mān III, le sucede su hijo al-

akam II (961-976), eximio biblifilo y el constructor del mi

rāb y la maqsūra de la mezquita de Crdoba. Frente a su padre, prolfico progenitor


de muchos prncipes, al-

akam II slo deja un nio como heredero a su muerte, Hiām II (976-1009). Como el
derecho musulmn no contempla la posibilidad de un califa nio, slo por la fuerza de un ambicioso
funcionario, Mu
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ammad ibn Abī Āmir, aliado con la madre de Hiām, la vascona

ub

, se mantiene al nio en el califato. Pero en realidad, casi secuestrado en palacio, no gobernar nunca.
Lo har Mu

ammad ibn Abī Āmir, Almanzor. Para acallar las protestas, refuerza el prestigio de
su figura con grandes medidas demaggicas: la quema de libros impos de la Biblioteca de al-

akam II en honor de los alfaques, las campaas de castigo contra los reinos cristianos del norte
que llenan de esclavos y por tanto de riqueza a los andaluses, ampla, una vez ms, la mezquita de
Crdoba, se construye una nueva ciudad-palacio, Madīnat az-Zāhira. Por sus victorias
se hace llamar Almanzor el victorioso, y se rodea de poetas que cantan sus hazaas. Pero su poltica,
si es beneficiosa para l mismo, pues muere antes de ver las consecuencias de la misma, es desastrosa
para el califato, especialmente porque se ha visto precisado a hacer una reforma fiscal que ha roto el
equilibrio logrado por Abd al-Ra

mān III a fin de poder pagar a los mercenarios de su ejrcito, formado por bereberes, ya que
no se fiaba de la aristocracia rabe, a la que l mismo perteneca, y, por otro lado, los andaluses
preferan disfrutar de las victorias, pero no recorrer la Pennsula en pleno verano, tras el aterrorizado
cristiano. Al mismo tiempo, el enclaustramiento del califa y la persecucin de cualquier gesto de la
familia omeya han menoscabado el prestigio de la misma.
El califato que deja Almanzor al morir en 1002 es fuerte militar y econmicamente, tiene una
refinadsima cultura que se refleja, por ejemplo, en los exquisitos objetos que pertenecieron a
Madīnat az-Zāhira, pero es un rbol enfermo en su raz que se va a desplomar
estruendosamente y ser sustituido por sus retoos.

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Las taifas (siglo XI)


Al-Mu

affar, hijo de Almanzor, hechura de su padre, perpeta su poltica y sus xitos durante siete aos. Pero
muere prematuramente, tal vez envenenado por su hermanastro Abd al-Ra

mān, apodado Sanchol, por ser nieto de Sancho de Navarra. Este segundo hijo de Almanzor
comete una serie de errores como hacer que el califa, Hiām II, le nombre heredero sobre
los prncipes de sangre omeya. Una gigantesca conspiracin se va fraguando, propiciada por al- D
alfā, madre de al-M

zaffar, de acuerdo con los omeyas. Mientras Sānchol parte en campaa contra los cristianos,
los conjurados, con el apoyo del pueblo de Crdoba, asaltan Madīnat az-Zāhira y el
palacio de Crdoba, obligando a Hiām II a abdicar en su primo Mu

ammad II al-Mahdī. Sanchol no sabe reaccionar a tiempo y su propio ejrcito le abandona y


luego es asesinado. Han cado los amires, la dinasta de chambelanes de Almanzor. Pero el conflicto
no ha hecho ms que empezar. Todos los prncipes omeyas se creen con derecho al califato y siempre
tienen un partido armado que les apoya: bereberes,

aqāliba , etc. Estalla una guerra civil que asola Crdoba y Medinazahara, mientras los califas
se suceden, a veces efmeramente: A Mu

ammad II sucede Sulaymān al Musta īn (1009-1016), con una restauracin de


Hiām II; el califato pas entonces a una familia bereber que se dice descendiente del
profeta, los hammudes, que terminarn en una pequea taifa en Mlaga; hay nuevos califas omeyas
proclamados en Crdoba, cuando ya el resto de al-Andalus vive de forma independiente. El ltimo
califa ser Hiām III (1029-1031), tras el cual Crdoba se convierte en un reino de taifas ms
con los Banū Ya

war.

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Literatura hispanorabe

Es tal el desbarajuste, que las regiones de al-Andalus comienzan a funcionar autonmicamente


desde 1010, pues poseen suficientes recursos econmicos -ahora ya no tienen que enviar los impuestos
a Crdoba- y humanos -adems de la gente del pas, los cordobeses, funcionarios, sabios, literatos,
tcnicos, artesanos- y se han visto obligados a emigrar. Se produce, por tanto, la descentralizacin
econmica y cultural de al-Andalus, lo que, a la larga, ser beneficioso, porque multiplicar las
posibilidades de acceso a la riqueza, al poder y la cultura de todos los andaluses. De esta forma, la
primera generacin de literatos de la poca de las taifas es de cordobeses, de epgonos del califato.
Los reinos autnomos reciben el nombre despectivo de taifas, que significa, bando, partido,
porque la historia la escriben nostlgicos del califato como el gran Ibn

ayyān o historiadores palaciegos de los imperios unitarios posteriores. Es cierto que los
reyes de taifas no tienen una legitimacin islmica, no descienden del profeta: unos, los menos,
pertenecen a la aristocracia de sangre, son descendientes de los rabes o bereberes que invadieron la
Pennsula; as los Banū Abbād de Sevilla, los Banū Hūd de Zaragoza,
los Banū Ŷa

war de Crdoba, los Banū

umād

h de Almera, entre los rabes, los Banū D i-l-Nūn de Toledo y los Banū Af

as de Badajoz entre los bereberes. Otros son los antiguos funcionarios califales de origen ancilar, los

aqāliba

, que se convierten en reyes de las provincias levantinas de al-Andalus,

Mubārak y Muzaffar en Valencia, Labīb en Tortosa, Jayrān y Zuhayr en


Almera, Muŷāhid en Denia y las Baleares. Sus reinos durarn poco, porque la mayor
parte de estos personajes eran eunucos y no podan mantener una dinasta, y as en Valencia ser rey
tras los

aqāliba un hijo de Abd al-R

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Literatura hispanorabe

hmān Sanchol, y en Almera, los ya citados Banū

umādi

. Es una excepcin Muŷāhid de Denia, porque no era castrado y tuvo herederos, de


forma que su reino deniense sobrevivi hasta 1067 y Mallorca continu sorprendentemente con una
dinasta

aqāliba de eunucos hasta el principio del siglo XII.


El resto de al-Andalus haba sido botn de los antiguos mercenarios bereberes del ejrcito de
Almanzor. Odiados por la poblacin andalus sern absorbidos por los otros reinos de taifas, excepcin
hecha de la de los zires de Granada, cuya caballera invencible era la pesadilla de los dems, y que
perdurarn hasta la conquista almorvide.
Si Crdoba se haba convertido en una pequea Bagdad, las capitales de los reinos de taifas se
convertirn en pequeas Crdobas, donde brillar la poesa, el arte, la filosofa, la ciencia. Estas dos
ltimas sern especialidad de Toledo y Zaragoza, donde musulmanes y judos desarrollarn un gran
esfuerzo cientfico. Pero el siglo XI es el gran siglo de la literatura y su capital es Sevilla, con el rey
Al-Mutamid, donde y con quien la poesa formar parte de la vida poltica y privada hasta llegar a
confundirse realidad y ficcin; en los otros reinos tambin brillarn poetas y prosistas en Almera, en
Badajoz, en Denia, en Valencia, en Murcia. Habr tambin estudios filolgicos, de exgesis de crtica
literaria, de lexicografa. El pensamiento islmico dar grandes figuras, entre la que destaca Ibn

azm, autor, entre otras obras, del Fi

āl , cuyo tema son las religiones comparadas, etc.


La nica excepcin parece ser Granada, que har huir a sus literatos a otras cortes y no atraer
sino repeler a los de otras regiones. Slo se salva a travs de la literatura hebrea, con Ibn Nagrella,
ministro del rey Bādīs, literato y mecenas de sus correligionarios, y por el ltimo rey
de la dinasta zir, Abd Allāh, que escribe en el exilio unas memorias polticas apasionantes,
permitindonos escuchar, en palabras de su traductor al espaol, Emilio Garca Gmez, al siglo XI
en primera persona.

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Literatura hispanorabe

Las luchas internas entre los reyes de taifas, cada uno de los cuales quera ser el nico, apoderndose
de los reinos del vecino, producen una fuerte inflacin, especialmente porque han de pagar fuertes
parias a los ejrcitos cristianos para que intervengan a su favor, o para que se abstengan. Al comenzar
los aos ochenta del siglo XI slo quedan la taifas de Sevilla, Granada, Toledo, Badajoz y Zaragoza,
ms la aislada y residual de las Baleares. No sabemos quin habra ganado la batalla final, pero la
partida se interrumpi por un hecho inesperado: Alfonso VI de Castilla y Len conquista Toledo en el
ao 1085. Con unas ideas con las que se adelanta a su tiempo, piensa restaurar la monarqua visigoda
con un nuevo signo: un imperio hispnico donde lo rabe tendra cabida, de ah su ttulo de emperador
de las dos religiones. Por ello abandona la poltica de su padre, Fernando II, y de sus contemporneos,
de actuar de rbitros militares de las querellas de los reyes de taifas, de conseguir dinero amenazando
plazas, y conquista la antigua capital visigoda.
Nadie comprende sus propsitos, ni los musulmanes que intentan pagar parias y hacerle cuantiosos
regalos, ni los cristianos, como Rodrigo Daz de Vivar el Cid, que interfiere en su poltica, pero
conquista Toledo y cambia el curso de la historia de al-Andalus.
Los reyes de taifas cometen un error: llamar a los almorvides para que ocupen el puesto de rbitros
militares de sus querellas y castiguen a Alfonso VI. Los almorvides son nefitos en el Islam, unos
bereberes nigerianos convertidos por misioneros en el mismo siglo XI y, como todo nefito, fanticos
y fundamentalistas. Pretenden reinstaurar la pureza del derecho islmico, abolir las innovaciones que
la prctica ha hecho surgir en los reinos islmicos. Con una nueva tctica militar, basada en el nmero
de su infantera, han conquistado lo que hoy es Marruecos y han puesto su capital no lejos del desierto,
en Marraquesh.
Desembarcan en al-Andalus y vencen a Alfonso VI, aunque no logran reconquistar Toledo. La
conducta de los reyes de taifas les escandaliza, de forma que deciden destronar a estos soberanos
que hablan un lenguaje tan sofisticado que no lo comprenden y que no siguen con rigor el derecho
islmico. No les es fcil; han de conquistar ciudad por ciudad como si de infieles se tratara, con el
solo apoyo de los alfaques. A finales de siglo slo queda fuera de su poder el reino de Zaragoza porque los castellanos estn en el camino, en Valencia con el Cid, en Castilla con lvar Fez- y las
Baleares con su barrera del mar, de forma que habrn de esperar a la victoria de Ucls y a dominar
la marina para lograr incorporar el resto de al-Andalus

19

Literatura hispanorabe

Almorvides y almohades (siglo XII)


Al-Andalus se convierte en una provincia del imperio almorvide y su cultura, al menos en su
superficie, se cubre de vientos saharianos. El integrismo musulmn de los almorvides, junto con
el integrismo de las reformas gregorianas del siglo XI, abrir un abismo insalvable entre las tres
religiones, que obliga a cristianos y judos a emigrar hacia el norte. Al-Andalus se africaniza, comienza
a parecerse a las tierras de la Berbera y las cabezas se cubren de turbantes -los andaluses no los
llevaban hasta entonces-, cuando no de velos negros que cubren los rostros de los almorvides. El
cambio es muy bien percibido por los cristianos del norte, que comienzan a llamar a los musulmanes
de al-Andalus moros en sus crnicas, es decir, gentes africanas y de color oscuro. Y diferencia a los
andaluses de origen, que Alfonso VII de Castilla querr oponer contra los almorvides, en un ltimo
intento de salvar la idea hispnica de su abuelo, Alfonso VI.
La pronta debilidad de los almorvides permite el impulso de la reconquista cristiana. Alfonso I el
Batallador reconquista Zaragoza en 1118. Esta conquista, con la de Toledo, trae un nuevo fenmeno:
la numerosa poblacin musulmana que se queda en tierras cristianas, sometida a la soberana cristiana,
los mudjares, que contribuirn a la formacin de la cultura propia de Castilla y Aragn, junto con
los emigrados judos y los mozrabes. Alfonso I de Aragn, en una asombrosa campaa relmpago,
recorri las tierras levantinas y andaluzas recogiendo a los habitantes cristianos, que le haban llamado
en su socorro ante la intolerancia almorvide, de forma que estos cristianos de cultura rabe se suman
a sus correligionarios de tierras de Toledo y a los judos, emigrados igualmente por la intolerancia
almorvide. Esta poblacin arabizada, mudjares, mozrabes y judos de al-Andalus, permite explicar
el fenmeno de las escuelas de traductores de Toledo o la figura de Pedro Alfonso, el autor de la
Diciplina clericalis .
Aunque hubiese musulmanes que se quedaron en tierras cristianas tras la conquista de Toledo
y Zaragoza, la mayor parte de los musulmanes emigraron a al-Andalus -ya este nombre se aplica
slo a las tierras musulmanas de la Pennsula Ibrica- produciendo un aumento demogrfico que
trae aparejada igualmente una mayor densidad intelectual: as se explica la rpida recuperacin
demogrfica y cultural de las tierras levantinas, asoladas por la guerra en el ltimo cuarto del siglo
XI, singularmente Valencia con el Cid.
Otro fenmeno demogrfico es la emigracin, cada vez ms frecuente, de andaluses hacia los otros
pases islmicos, iniciada tras la conquista almorvide de los reinos de taifas. El fenmeno, que tuvo
lugar en poca del califato, se invierte: ahora son los andaluses los que exportan cultura rabe.
20

Literatura hispanorabe

Aunque sea el triunfo del fundamentalismo islmico y los alfaques, la cultura de al-Andalus
sobrevive, aunque los poetas se quejen de la dureza de los nuevos gobernantes, que no aprecian sus
poemas, juicio basado en la extremada valoracin de la poesa en la poca taifal, donde una buena
casida vala un ministerio. Los poetas parecen buscar los temas marginales, es la poca del esplendor
de la poesa estrfica; al mismo tiempo, los temas religiosos comienzan a ocupar un amplio espacio
temtico. Por otro lado, el misticismo musulmn, el sufismo, aparece con gran fuerza en al-Andalus,
llegando a ser un movimiento ideolgico antialmorvide que provoca una rebelin en el Algarve. Pero
a la larga, la exquisita civilizacin andalus terminar envenenando a los propios almorvides, que
entrarn en la va de la decadencia poltica y militar, en medio de un refinamiento tal, que le har
adornarse las piernas con pan de oro, como nos muestra uno de los almorvides a los que canta Ibn
Quzmān.
La decadencia almorvide llev a los andaluses a intentar independizarse del yugo africano y nacen
muy brevemente una serie de estados independientes andaluses que algunos historiadores llaman las
segundas taifas, pero pronto son engullidos por el poder almohade.
Otro movimiento religioso protagonizado por bereberes, el de los unitarios o almohades, haba
surgido en el norte de frica; tambin a la busca de la pureza de la religin islmica, pero con muy
diferentes fundamentos ideolgicos. Ibn Tumart, el jefe religioso de este movimiento, haba estudiado
en Egipto y presentaba una reforma en profundidad. De hecho, frente a los almorvides, los almohades
ofrecen un cambio cultural autntico: siguen otra escuela jurdica que el malikismo imperante en
el occidente islmico, tienen un estilo propio de arquitectura y decoracin, cambian el modelo de
escritura monumental, las monedas y la cancillera. An estn por estudiar las razones de su revolucin
cultural.
Los almohades se apoderan de todo el norte de frica, desde la Tripolitania al Atlntico, y de
al-Andalus a mediados del siglo XII. Los almorvides y los andaluses sucumben ante esta nueva
potencia militar: Sevilla y Crdoba sern almohades en 1147 y 1149, respectivamente. Slo queda
independiente el reino de Ibn Mardanī en el arq al-Andalus (de Castelln a Almera), con
ayuda de los castellanos y catalanoaragoneses. Sucumbir en 1172.
Los almohades propugnan el regreso a las fuentes y a la pureza islmica, recalcando la unicidad
de Dios frente al trinitarismo cristiano, de forma que las minoras religiosas no musulmanas sufren
presiones colectivas que desembocan, de nuevo, en la emigracin. Sin embargo, los almohades

21

Literatura hispanorabe

permiten el desarrollo de la filosofa, cuando precisamente se estn discutiendo en al-Andalus las


sutiles diferencias entre razn, revelacin y unin con Dios, entre el neo-platonismo y el aristotelismo.
En Oriente la libre discusin filosfica y teolgica haba sido zanjada por el aarismo (de alarī de Basora, m. 935), que haba sentado la ortodoxia musulmana bajo el signo de
la autoridad, rechazando el racionalismo; Al-Gazālī (m. 1111), el Algacel de la
escolstica, sent un nuevo aarismo, tras debatir, a travs de su propia experiencia personal,
como filsofo y mstico, y tras varias crisis de conciencia, que la filosofa, la razn y la mstica,
con su carga de neo-platonismo, deban ser rechazadas, bajo el principio de autoridad y el camino
de la devocin. La filosofa se refugia en Occidente bajo estos extraos almohades que permiten la
discusin filosfica, aunque los pensadores estn siempre en la cuerda floja. Bajo los almohades, los
cordobeses Averroes y Maimnides desarrollan su pensamiento, aunque es cierto que el primero fue
perseguido por sus ideas y el segundo emigr a Egipto, porque era judo. Ambos son aristotlicos y
defensores de la razn, frente a Al-Gazālī. El pensamiento del musulmn Averroes Ibn Rud- ser fundamental en la formacin del pensamiento europeo. Tambin nace y se forma en
al-Andalus almohade Ibn Arabī de Murcia, uno de los pensadores msticos ms importantes
del Islam, tambin emigrado a Oriente.
Los almohades protegen tambin las letras: las cortes califales y las de sus gobernadores se llenan
de poetas panegiristas y se cultiva la literatura en sus muy diversos gneros. Al-Andalus se llena de
bellos castillos y edificios religiosos como la gran mezquita de Sevilla, de la que se nos ha conservado
su alminar: la Giralda.

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Literatura hispanorabe

La crisis de al-Andalus (siglo XIII)


Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragn y Sancho el Fuerte de Navarra preparan una triple
alianza y derrotan a los almohades en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212. La fecha marca el
fin del podero almohade y el avance de la reconquista ms all del Ebro por el norte y de Sierra
Morena por el sur. Jaime I de Aragn conquista el reino de Valencia y Fernando III de Castilla la
Btica, es decir, Crdoba, Sevilla y Jan. Ms tarde ser conquistada en alianza de los dos reinos
cristianos, Murcia.
Al-Andalus est a punto de sucumbir. Los andaluses sienten que han de abandonar las tierras de
sus mayores, que el Islam ser desarraigado de la Pennsula Ibrica, que las campanas sustituirn para
siempre la voz de los almudanos. Los intelectuales as lo comprenden y aunque intentan por todos
los medios posibles evitar la catstrofe -negociaciones, peticin de ayuda a los otros pases del Islam-,
terminan entonando elegas y cantos de adis. Su bagaje intelectual les permite encontrar acomodo
en otros pases del norte de frica, donde han nacido nuevas dinastas procedentes del hundimiento
del Imperio almohade, como los

af

es de Tnez y los merines de Marruecos. La presencia masiva de las lites andaluses ser un factor
cultural igualador entre al-Andalus y la Berbera. Si al-Andalus se haba africanizado, el norte de
frica se andalusizar. Otros van ms lejos, a Oriente, donde ahora el contenido cultural andalus es
semejante al oriental, y se ven rodeados de prestigio. Estos emigrantes y sus descendientes perpetuarn
en Oriente sus patronmicos de origen con nombres de las ciudades de al-Andalus, al-Qur

ubī, al-ātibī, al-Mursī, con los que sern conocidos prestigiosos


autores de obras de ciencia islmica.
La emigracin fsica va acompaada de una espiritual. La originalidad del filsofo Ibn
Sabīn, de Murcia, que se suicid en La Meca en el ao 1270, o de Ibn Hūd, mstico,
hermano del rey de Murcia, que cuando un discpulo le pidi que le guiara le pregunt que por
qu camino, el de Jess, Mahoma, o Moiss, es una consecuencia de la crisis de al-Andalus. Los
movimientos msticos proliferan. Aparecen los alumbrados andaluses, los sadiles, estudiados por

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Literatura hispanorabe

Miguel Asn Palacios, que llevarn su misticismo extremado por los pases del Islam y sern la puerta
de escape para los que se queden en al-Andalus.
Pero an quedan musulmanes en la Pennsula Ibrica: unos permanecen en sus tierras de origen,
sometidos al poder cristiano, como mudjares, encerrados en s mismos en las comunidades llamadas
aljamas. Conservarn la religin, pero perdern progresivamente la lengua, especialmente las
comunidades de Castilla y Aragn, aunque los valencianos la mantengan, aunque siempre obligados
a ser bilinges, y terminarn creando ese fenmeno lingstico-literario que es la literatura aljamiada,
escrita en espaol, con letras rabes y con contenido musulmn. Su gran revancha cultural, en Castilla
y Aragn, es que su arte y sus tcnicas son utilizadas y apreciadas por los cristianos: el arte llamado
mudjar.
Pero, contra lo que se poda esperar, an sobrevive un estado musulmn independiente a finales
del siglo XIII, un resto de al-Andalus. Como haba sucedido con los almorvides, la crisis almohade
hace nacer una serie de reinos andaluses autctonos, unas terceras taifas, pero acaban sucumbiendo
ante los cristianos. Un zegr u hombre de frontera, llamado Ibn al-A

mar de Arjona, es uno de estos seores de la espada, casi condottiero , pero con una extraordinaria
habilidad poltica, con actitudes de camalen, que le hacen vestirse, l y sus tropas, con trajes cristianos
y colaborar con Fernando III en la conquista de Crdoba. El caso es que logra tener bajo su dominio
las que son actualmente provincias de Mlaga, Almera y Granada. Esta ltima ciudad, Granada, ser
su capital desde el ao 1237. Muchos andaluses se refugiaron en este ltimo reducto y as naci -y
perdur hasta 1492- el llamado reino de Granada

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Literatura hispanorabe

El reino de Granada (siglos XIV-XV)


La antigua capital de los zires, la Granada sucesora de Elvira -Illiberis-, se convierte en una ciudad
populosa y ve alzarse en la colina roja de la Alhambra una ciudad-palacio-fortaleza y dejar en el olvido
la antigua fortaleza zir del Albaicn. Sus nuevos pobladores vienen de todas partes de al-Andalus,
con sus diferentes modalidades de dialectos, sus formas diferentes de vivir, su muy diversa cultura.
Granada asimila todo en una unidad uniforme, abigarrada e intensa. Es al-Andalus, pero al-Andalus
condensado, la ltima y sabrosa gota del limn andalus, como llam al reino de Granada Emilio
Garca Gmez. Su smbolo y su emblema es la Alhambra, donde se condensa el estilo andalus de arte
que arranca de las medinas -Azahara y az-Zāhira- cordobesas hasta los palacios levantinos
de Ibn Mardanī, con elementos almohades, judos, pues los leones de la famosa fuente de la
Alhambra sostienen sobre sus espaldas la pila como los toros del Templo de Jerusaln, como demostr
Barghebur, e incluso cristianos, con las pinturas de sus reyes, torneos y el hombre salvaje de sus techos.
Esta intensidad, procedente de la operacin de alambique de condensar esencias, va acompaada
de un profundo conservadurismo cultural. Porque una de las caractersticas del reino de Granada, en
todo, arte, literatura, poltica, instituciones, es su conservadurismo, natural porque funciona a modo
de una minora cultural -pequeo y antan reino entre otros grandes y jvenes- y las minoras son
conservadoras para poder mantener sus seas de identidad.
Ante la imposibilidad de renovarse, porque la renovacin se asimilara a la cultura de sus vecinos,
juega con sus propias formas, hasta que stas se convierten en aberrantes, como los vstagos finales de
una familia endgama. Es la decadencia, aunque sta sea exquisita, como corresponde a la civilizacin
de la que es espejo deformante.
Ya hemos visto cmo el reino de Granada naci mudjar, como vasallo de Castilla, actitud que
se refleja hasta en los vestidos. Pero entre 1264 y 1266 se sublevaron los autnticos mudjares, los
musulmanes que permanecan en tierras cristianas, y eligieron como su cabeza a Mu

ammad ibn al-A

mar, rey de Granada. El camalen, vasallo de Castilla, debi de sentirse por vez primera emir de alAndalus y asumi esta jefatura, que le llev a enfrentarse a Alfonso X, tras haber acudido, en cortejo
de hachones, a rendir homenaje a Fernando III en su tumba sevillana. Esta herencia del pasado de alAndalus pas a su hijo Mu
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Literatura hispanorabe

ammad II (1273-1302), que ya no era un hombre de frontera y de espada, sino de clamo, conocido con
el sobrenombre de el alfaqu. Es l quien crea el verdadero reino de Granada, buscando las frmulas
tericas y antaas del derecho musulmn para sus instituciones, quien, consciente de la historia no quera ser un al-Mutamid que llamara a los almorvides-, opta finalmente por pedir ayuda a los
merines de Marruecos para hacer frente a sus parientes los Banu Escayola, que le disputan el trono
con el apoyo de Castilla. Haba encontrado la jugada para mantener al menos en tablas el juego del
ajedrez del reino de Granada con los reinos cristianos: buscar alianzas entre los enemigos, apoyarse en
los merines contra Castilla, en sta contra los norteafricanos, en la confederacin catalanoaragonesa
contra Castilla, en las repblicas italianas contra Aragn. Con esta frmula el reino perdurar dos
siglos.
Envenenado seguramente por su hijo Mu

aminad III (1302-1309), le dejar una herencia estable que permitir a ste, culto, refinado y cruel,
iniciar la construccin de los palacios de la Alhambra. Las bellas construcciones de la colina roja, el
color emblemtico de los Banū-l-A

mar o na

res que usarn en sus banderas, trajes y papeles, crecern en un laberinto semejante a las complicadas
intrigas que tienen lugar entre sus paredes, decoradas con alicatados e inscripciones poticas: Mu

ammad III ser destronado por su hermano Na

r (1309-1314) y ste por su sobrino Ismāīl (1314-1325), el constructor del Generalife.


Asesinado por un primo suyo, suceden a Ismāīl I sus hijos Mu

ammad IV (1325-1333) y Yūsuf I (1333-1354), cuyas minoras son tuteladas por su abuela
Fā

ima, hija de Mu

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Literatura hispanorabe

ammad II, la Mara de la Molina de Granada; a Yūsuf I, constructor del palacio de Comares
y la Madrasa granadina, le sucede su hijo Mu

ammad V, que es destronado por su hermano Ismāīl II (1359-1360), asesinado por su


primo y verdadero instigador del destronamiento, Mu

ammad VI (1354-1362), conocido como el rey Bermejo -de nuevo color herldico-. De regreso al
trono Mu

ammad V (1362-1391), hay una tranquilidad inusitada en la dinasta, tal vez porque es Castilla la que
se debate en guerra dinstica entre Pedro el Cruel y su hermano Enrique de Trastamara; Mu

ammad V construye Lindaraja, el Patio de los Leones, las Dos Hermanas; muere en su cama y le
sucede su hijo Yūsuf II (1392-1408).
Durante este siglo de la Alhambra -la del XV es insignificante- tambin la literatura es palaciega,
no ya tanto cortesana como obra de funcionarios. Tambin de palacio depende el resto de la cultura,
con la fundacin de una madrasa o universidad estatal por primera vez en al-Andalus, y el primer
hospital, o maristan . Incluso la mstica, el fenmeno intelectual ms importante de Granada que
puebla la ciudad de rbitas de cofradas msticas, refugio o escape de la continua crisis espiritual de
los granadinos, llega a palacio. Es cierto que los alfaques son la inteligencia del reino de Granada,
con su rgido malikismo heredado de siglos, pero son capaces incluso de tener veleidades msticas, lo
mismo que los ms latos funcionarios del estado, e incluso el emir llega a recibir en palacio a alguna
famosa cofrada de msticos del Albaicn. Hay una Granada esotrica, conviviendo con la oficial, y
desde luego una Granada profundamente religiosa y devota, tal vez porque slo puede esperar ayuda
de algn milagro del cielo.
El siglo XV va a estar marcado, desde el punto de vista dinstico, por las luchas entre los
descendientes de los dos hijos de Mu

ammad V, Yūsuf II y Na

r, que no lleg a reinar, y entre los hijos de stos entre s, con tal sucesin de destronamientos,
restauraciones y nuevos destronamientos, que ha sido paciente labor de chinos establecer solamente

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Literatura hispanorabe

el orden de sucesin, con la ayuda de la documentacin castellana, que con toda la fuerza de su lengua
en su primer esplendor matiza los apodos de estos efmeros soberanos que llevan con monotona el
nombre del Profeta, Mu

ammad, y tres de ellos, son llamados pequeos, pero con la diferencia, en castellano, de el Pequeo,
el Chico y el Chiquito, aunque otros reciben nombres como el Izquierdo (el Zurdo) o el
Cojo, como si significasen en sus defectos la decadencia de la dinasta. En compensacin, al menos
esttica, Castilla idealiza a estos prncipes o a sus nobles, vistindoles de sus mejores galas en los
romances fronterizos.
Desde el punto de vista cultural, el siglo XV es la decadencia total. Si los anlisis grafolgicos
tuviesen valor colectivo, y en cierto modo lo tienen, la epigrafa nos muestra claramente esta
decadencia: la exquisita caligrafa de la Alhambra del siglo XIV en sus inscripciones epigrficas,
uno de los aciertos estticos de Granada, se torna burda y tosca nada ms comenzar el siglo XV. Se
puede comprobar en la lpida sepulcral del sultn poeta, Yūsuf III (m. 1417): los trazos han
perdido belleza y dinamismo, pero an ms, el artesano no ha calculado el espacio que corresponda a
la inscripcin y sta se escapa y se desborda. La cultura arabigogranadina estaba enferma de muerte.
Mientras los reinos de Castilla y Aragn viven un siglo de esplendor cultural con el prerenacimiento humanstico de sus letras, sus ciencias y sus artes, y aunque Granada reciba con
frecuencia a muchos cristianos de los reinos peninsulares y an ms a los italianos de las repblicas
del Quattrocento , permanece sorda y ciega a la brillante cultura contempornea. Su conquista por
los Reyes Catlicos fue, en cierto modo, una operacin de eutanasia.
El 1 de enero de 1492 los Reyes Catlicos entraban en Granada, dando fin a la historia de alAndalus.

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Literatura hispanorabe

II. La literatura rabe medieval

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Literatura hispanorabe

Voz y escritura
Los orgenes de la literatura rabe son orales: la poesa, la narrativa, la prosa rimada y rtmica,
se creaban por medio de las frmulas elocutivas

y se transmitan por medio de rapsodas,

rāwī , que se saban los textos de memoria. El ritmo de la lengua rabe con sus
diferencias fonolgicas entre slabas largas y breves era un elemento que daba ayuda a la memoria.
Y de hecho, a pesar del desarrollo inmenso de la escritura rabe, la voz y la memoria estarn
siempre vigentes en la transmisin de la literatura rabe donde se dan casos de gentes que saben de
memoria tratados completos de filologa o de derecho, a veces ayudados por poemas nemotcnicos,
urŷūza , que versificaban las obras en prosa en pareados para facilitar el aprendizaje
de memoria. Algunas frmulas empleadas en la transmisin de los saberes que utilizan los repertorios
bibliogrficos rabes nos permite sospechar que parte de la enseanza superior se desarrollaba por
medio de la lectura. Posiblemente el maestro lea una obra, la comentaba e incluso la dictaba, pues
algunos de los libros rabes nos han llegado en forma de lo que hoy llamaramos apuntes de clase.
Otro lugar de transmisin oral sera el maŷlis , la tertulia donde eruditos, literatos y poetas
lean o recitaban sus obras, que eran comentadas, criticadas y aadidas por el resto de los contertulios.
Esta transmisin oral de la cultura y de sus formas literarias explica la frecuente existencia de eruditos
y literatos ciegos que deban formarse escuchando y aprendindose de memoria las obras necesarias y,
a su vez, deban dictar las suyas propias. La importancia de la voz en la literatura rabe no presupone
como pudiera pensarse un escaso uso de la escritura, al contrario, la civilizacin arabigoislmica es la
ms grafmana de las culturas medievales y nos ha transmitido, a pesar de las evidentes dificultades
de transmisin y conservacin naturales (vejez de los materiales, parsitos, humedad, fuego, etc.), o
artificiales (guerras, persecuciones inquisitoriales, etc.), una gran cantidad de manuscritos.
Ya en la Arabia anterior a Mahoma era conocida la escritura especfica del rabe, una
variante cursiva del alfabeto semtico y, como tal, un alfabeto fontico -no ideogrfico, sino que
representa sonidos y no ideas- y exclusivamente consonntico. En efecto, como consecuencia de las
caractersticas de las lenguas semticas, sus alfabetos no precisan, en la misma medida que los que
han de usar las lenguas indoeuropeas, que se representen las vocales y nacieron slo con signos para
las consonantes con alguna indicacin secundaria mater lectionis de la presencia de las vocales, ms
frecuentes en el alfabeto hebreo que en el rabe. De todas formas, la escritura semtica ofrece ante
1

J. T. Monroe, Oral composition in Pre-Islamic Poetry , Journal of Arabic Literature , 3 (1972),

pp. 1-53.
30

Literatura hispanorabe

la ausencia de vocales una mayor ambigedad que los alfabetos que conocemos, pues el lector ha
de suplir la ausencia de vocales y ponerlas l. Esto oblig tanto a rabes como a hebreos a utilizar
signos auxiliares que indicasen, por debajo o por encima de la lnea, la vocal correspondiente, para la
lectura de los libros sagrados, el Corn y la Biblia, respectivamente. Pero excepto estos textos, el resto
de la literatura rabe y hebrea hasta nuestros das utiliza exclusivamente los signos consonnticos.
El verdadero problema aparece cuando estos alfabetos intentan reproducir textos pertenecientes a
lenguas indoeuropeas, con una mayor riqueza de juego voclico. ste es el problema bsico de la
interpretacin de las jarchas, poemas en lenguas romnicas, escritos con el alfabeto rabe y hebreo y
sin seguir un sistema fijo, como la ms tarda escritura aljamiada de los mudjares y moriscos.
Sobre el alfabeto rabe podemos aadir que como el de otras lenguas semticas se escribe de derecha
a izquierda, por lo que los libros comienzan por lo que nosotros consideramos la parte posterior, y que
la caligrafa rabe puede ser considerada una de las artes propias de la civilizacin arabigomusulmana.
Aparte de razones utilitarias, ya que tener buena letra era, por ejemplo, un requisito necesario para
desempear un puesto en la administracin medieval, el desarrollo de la caligrafa va aparejado, en
nuestra opinin, a la prohibicin cornica de representar figuras de seres vivos, lo que impidi a
los rabes el desarrollo de las artes plsticas. En este sentido la escritura sirvi para la decoracin,
representando, al modo del arte abstracto, por medio de los signos, que es la escritura, las ideas y las
imgenes que estaban prohibidas.
La conquista musulmana en direccin al Extremo Oriente puso en contacto a los rabes con las
tcnicas de fabricacin del papel, con lo que la civilizacin arabigomusulmana tuvo en su poder un
medio barato de reproduccin grfica, librndose de la servidumbre del pergamino o el papiro, ms
caros y escasos, por lo que pudo utilizar la escritura a gran escala para la administracin y la cultura.
Como ya hemos dicho antes, se la puede calificar de grafmana, de forma que incluso la escritura
llega a ser un tema literario: el clamo, caa biselada con la que se escriba, la tinta, el papel, las
letras del alfabeto, aparecen con frecuencia en la literatura rabe, incluso con sentidos emblemtico:
el clamo frente a la espada, es decir, las letras y las armas, o ertico: los lunares de un efebo como
manchas de tinta. Y la escritura llega a formar parte de las figuras literarias: figura del significante,
al modo de caligramas, etc.
Al-Andalus no fue una excepcin respecto al uso de la escritura. Su alfabeto era del llamado tipo
occidental, con algunas diferencias en las formas de las letras respecto al occidental. Ibn Jaldūn
(siglo XIV), el famoso filsofo de la historia rabe, relata un dato interesante: los andaluses no
aprendan a escribir letra a letra sino palabras completas, lo que explicara cierto dinamismo especial
31

Literatura hispanorabe

que caracteriza la escritura andalus respecto a las otras medievales, segn es posible ver en los
manuscritos que nos han llegado y en las inscripciones epigrficas. Como en el resto de pases
islmicos, haba fbricas de papel -fue famosa la de Jtva, usada despus de la conquista cristiana por
la Corona de Aragn- y una especie de industria editorial de copistas, muy abundantes en Valencia,
tal vez por la fbrica antes aludida. Si no nos ha llegado ms manuscritos andaluses originales es, sin
duda, porque sufrieron sistemticamente la quema inquisitorial, comenzando por la famosa realizada
por el cardenal Cisneros.

32

Literatura hispanorabe

Literatura y escritura
La Edad Media rabe nos ha dejado una gran cantidad de manuscritos, no todos medievales,
sino obra de los copistas de muchos siglos. Pero si todo es escritura, utilizando aqu esta palabra
como traduccin del trmino alemn Schriftum , no todo es literatura, aunque tradicionalmente los
libros europeos sobre literatura rabe como el clsico de C. Brockelmann, Geschichte der arabischen
Litteratur (5 vols., Leiden, 1937-1942 y 1944-1949), abarcan toda la escritura, metiendo en el
mismo cajn las obras de medicina, botnica y matemticas que la poesa lrica, e incluso el manual de
A. Gonzlez Palencia sobre literatura hispanorabe, escrito por las mismas fechas 2 , utiliza el mismo
planteamiento. Fue el gran arabista italiano Francesco Gabrieli quien se encar con el problema y
redujo y sac de la escritura a la literatura en su tambin clsica La letteratura araba , Miln, 1967:
segn el concepto ms estricto de literatura, que mantenemos aqu, nuestro diseo se limitar a los
campos del Schriftum rabe, donde se manifiesta una voluntad de arte explcita o instintiva: ante
todo la poesa y prosa de arte, pues, en las que se expresa tan tpicamente un aspecto del espritu
rabe, y luego prosa narrativa y amena, y tambin, por su pertinencia siquiera parcial con la esfera
del arte, prosa histrica, tico-didctica, moralista permanecern totalmente ausentes de nuestro plan,
en cambio, los puros filosficos y telogos, gramticos, juristas, cientficos, nombres que forman
legin en el medievo musulmn y cuya obra puede haber tenido gran importancia en la historia del
pensamiento, pero que nada representan en el campo de la literatura 3 .
Hacemos nuestras las palabras del maestro de arabistas: en estas pginas slo aparecer la
literatura en su sentido ms restringido desde el punto de vista de su intencin esttica. Fuera
quedar de ellas una figura como el cordobs Averroes, tan importante para la formacin del
pensamiento europeo, porque si escribi mucho, y bien, de filosofa y medicina, no us nunca formas
literarias, y s aparecer uno de sus maestros, Ibn

ufayl, porque novel sus teoras filosficas. De Ibn

azm slo nos interesarn sus obras literarias y dejaremos fuera sus comentarios de alfaqu y su
monumental obra, el Fi

2
3

A. Gonzlez Palencia, Historia de la literatura arbigo-espaola , Barcelona, 1945 (2).

F. Gabrieli, La literatura rabe , Buenos Aires, 1971, pp. 9-10.


33

Literatura hispanorabe

āl , primer intento de comparatismo en religin. Y con mucho mayor motivo a los mdicos,
los matemticos, los astrnomos, los comentaristas del Corn y los fillogos, aunque sus obras hayan
sido importantes, famosas y aplaudidas.

34

Literatura hispanorabe

Literatura y lengua
Normalmente las literaturas se estudian segn el criterio de su vehculo lingstico o como lenguas
de una comunidad histrica aunque comparta lengua con otras, como literaturas nacionales. En estas
pginas vamos a estudiar una literatura nacional de una lengua determinada: la literatura en rabe
que se produjo en la Pennsula Ibrica, lo cual nos constrie adems a una poca determinada, la
Edad Media, ya que los musulmanes que quedaron en la Espaa moderna, mudjares y moriscos, no
utilizaron el rabe para su escasa literatura sino el espaol.
Como literatura nacional no es posible, sin embargo, desligarla de la literatura rabe medieval
en general y que tuvo su centro creador en Oriente. Es en cierto modo una literatura provinciana,
imitadora, a veces, hasta el servilismo, del modelo oriental. De todas formas ya esta delimitacin
tiene rasgos definitorios de una singularidad, a la que podra sumarse la del sentimiento de emulacin
o patriotismo literario que llevar a los andaluses a tomar conciencia de s mismos como autores
literarios, diferentes a los orientales, e incluso a las otras literaturas provinciales, como la que se poda
producir en el norte de frica. Este sentimiento de emulacin y autoconciencia de su personalidad
fue estudiado por Elas Ters

. Pero adems la literatura hispano-rabe o de al-Andalus produjo

tambin formas literarias originales como la poesa estrfica, la moaxaja y el zjel, con lo que su
singularidad es un hecho evidente y as lo consideran los propios rabes actuales que escriben libros
sobre la literatura de al-Andalus de forma independiente.
Mayor problema es la lengua, comenzando por la diglosia de la propia lengua rabe. Desde la poca
pre-islmica a nuestros das la lengua rabe ha ofrecido dos niveles: una lengua literaria y una lengua
hablada a gran distancia una de otra, de forma que se puede hablar de una lengua y sus dialectos. En
al-Andalus fue conocida, estudiada y escrita la lengua rabe clsica, que es el vehculo de la mayor
parte de su literatura. Si esta lengua fue adems hablada al estilo clsico es algo difcil de saber,
porque pronto se form un dialecto rabe que tena elementos de los dialectos rabes que hablaban los
conquistadores y de un substrato latino o romnico con cierta abundancia de romancismos o palabras
de origen latino. Pero este dialecto que llamamos hispano-rabe tambin produjo una literatura que
nos ha llegado principalmente a travs de las moaxajas, los zjeles y los refranes. As pues, cuando nos
referimos a la literatura rabe de al-Andalus nos estamos refiriendo a una literatura con dos niveles

E. Ters, Algunos ejemplos de emulacin potica en al-Andalus, Homenaje a Mills Vallicrosa ,

Barcelona, 1965, II, pp. 445-466.


35

Literatura hispanorabe

distintos, la expresada en la koin literaria y en el dialecto, aunque ambas merecieron la sancin


de la escritura.
Pero no acaban aqu los problemas lingsticos de al-Andalus. Es evidente que la mayor parte de la
poblacin, a la llegada de los musulmanes, hablara latn vulgar, tal vez ya diferenciado del romance.
Esta lengua hispnica se conserv como lengua hablada hasta el siglo XI y su existencia implica que,
adems del fenmeno de la diglosia, existe otro de bilingismo.
El problema de la lengua romance de al-Andalus es muy complejo. En primer lugar se la denomina
impropiamente mozrabe, porque se supona que era la lengua de los cristianos de al-Andalus, que por
cierto no se llamaron mozrabes hasta que precisamente vivieron ya en tierras cristianas, emigrados de
al-Andalus, en el siglo XI, con este trmino que significa arabizado. Ahora son estos mismos cristianos
andaluses, repobladores de Toledo en el siglo XI, los que nos hacen sospechar que la lengua romance
de al-Andalus desapareci en este siglo como vehculo de expresin: estos mozrabes de Toledo
escriben sus documentos en rabe, estando en tierras cristianas, es decir, sin que les obligue nadie a
utilizar la lengua rabe, prueba en nuestra opinin de que estaban -y eran los cristianos- completamente
arabizados. La presencia de la lengua romance de Ibn Quzm ā n en el siglo XII nos hace
pensar en que se haba quedado reducida en el interior de la Hispania musulmana a una jerga de
pcaros, una germana. Su aparicin en obras cientficas posteriores no es significativa, porque pueden
estar haciendo referencia a usos muy anteriores o a palabras fosilizadas por su mismo tecnicismo.
Sobre la literatura en lengua mozrabe remito al captulo en que hablamos de las jarchas y su
complejidad. Hay en cambio una literatura mozrabe en latn, en la que destacan la escrita por
Eulogio y lvaro en la segunda mitad del siglo IX con motivo de la contestacin de estos cristianos
de Crdoba y algunas obras historiogrficas.
Para sumarse al mosaico lingstico y literario de al-Andalus, aparece otra literatura: la hebrea. Los
judos de al-Andalus, primero presumiblemente latinizados y luego con toda seguridad arabizados,
utilizaban el hebreo como lengua litrgica y de los textos sagrados, porque recordemos que el hebreo
se convirti en lengua muerta dos siglos antes de Jesucristo. Ya hemos mencionado que los judos de
al-Andalus hicieron una literatura en hebreo, imitando las formas de la rabe, tras el descubrimiento
de la analoga de las dos lenguas. Pero tambin escribieron en rabe 5 .

J. M. Mills Vallicrosa, Literatura hebraicoespaola , Buenos Aires, 1967.


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Literatura hispanorabe

Otra lengua estuvo tambin presente en al-Andalus: el bereber, pero apenas ha dejado huellas
lxicas y, desde luego, ningn tipo de literatura.

37

Literatura hispanorabe

La historiografa literaria
Una gran parte de la literatura andalus se nos ha conservado en primer lugar por la grafomana
rabe de la que hemos hablado y en segundo lugar por el que podramos llamar mito de al-Andalus.
Casi desde la conquista cristiana de Granada, al-Andalus pas al imaginario rabe hasta nuestros das,
seguramente, en un principio, fomentado por los emigrantes andaluses, desde los del siglo XIII con
sus obras nostlgicas, dibujando a la pennsula como el paraso perdido, siguiendo por los granadinos
del siglo XV y terminando por los moriscos del XVII.
El ejemplo ms significativo en este sentido es al-Maqqarī de Tremecn (fallecido en 1632),
que con el pretexto de biografiar al literato granadino Ibn al-Ja

īb escribe una monumental historia literaria de al-Andalus, titulada Naf

at-

īb , que en su ltima edicin, obra de uno de los mejores editores de textos de al-Andalus, I

sān Abbās, ocupa ocho volmenes (Beirut, 1968), donde nos transcribe literalmente
muchas pginas de la literatura andalus. Es tambin la ventaja de los autores 6 rabes de la decadencia
(siglos XV-XVIII), pues incapaces de sintetizar, transmiten el material recogido, entero, al modo
de ballena de Jons, de forma que, durante mucho tiempo, al-Maqqarī fue la fuente ms
importante sobre al-Andalus.
Al-Maqqarī ley muchas obras de los andaluses y sobre ellos que poco a poco van
apareciendo, aunque algunas se han perdido para siempre, porque los andaluses escribieron mucho
sobre su propia literatura, llevados especialmente por el espritu de emulacin hacia otros pases del
que hemos hablado antes. Las noticias literarias se encuentran con frecuencia en las obras histricas,
porque el hecho literario se produce con frecuencia, si no con exclusividad, en relacin con el
soberano, como por ejemplo en la obra de Ibn

E. Ters, Ibn Fara ŷ de Jan y su Kitāb al-Hdāiq, Al-Andalus , 11 (1946),

pp. 131-165.
38

Literatura hispanorabe

ayyān (siglo X), el Muqtabis , recopilacin de la historia de al-Andalus desde la conquista


al califato.
An ms interesantes son los repertorios bio-bibliogrficos de los sabios de al-Andalus en los que,
generacin por generacin, se nos exponen los curriculum vitae de los especialistas en ciencias
religiosas y que, obra de varios autores sucesivos, abarcan la historia de la cultura andalus desde el
siglo VIII al XV. Es una fuente importante para datos biogrficos de los literatos que aparecen con
frecuencia en estos repertorios, con mencin de sus obras y, a veces, una muestra de su produccin
potica.
Pero adems, los andaluses recogieron antologas literarias, ya desde el siglo X, aunque no nos han
llegado ms que menciones de las mismas. La ms interesante de este siglo es la de Ibn Faraŷ de
Jan, estudiada por E. Ters, que intent reconstruirla. La que s se ha conservado es el Kitāb
al-tasbihāt ( Libro de las comparaciones ), de Mu

ammad Ibn al-Hasan Ibn al-Kattānī, muerto en el ao 1028, a los ochenta aos de edad,
por lo que su antologa abarca a los poetas hasta el final del califato, comenzando por los ms antiguos.
Son fragmentos breves de poemas, ordenados por temas. Como Ibn al-Kattānī fue un
reputado maestro de esclavas cantoras, posiblemente su libro sea una antologa dedicada a los poemas
que deban aprender stas.
Ya del siglo XI nos ha llegado la antologa de Abū-l-Walīd al-

imyarī (m. 1069) dedicada al tema floral, con fragmentos en prosa y poemas, titulada
Kitāb al-badī fī wasf al-rabī , o Libro de lo maravilloso en la
descripcin de la primavera , que edit H. Prs.
Pero la ms importante antologa literaria sobre al-Andalus la escribi Ibn Bassām de
Santarn (m. 1147) para dejar constancia del gran desarrollo literario del siglo de los taifas, cerrado
por la llegada de los almorvides. Es la Al-dajīra ( El tesoro ), en la que el antlogo utiliza
una distribucin geogrfica: habla primero de los literatos originarios del centro de al-Andalus, con
Crdoba especialmente; la segunda parte est dedicada a los originarios del oeste de al-Andalus, con
Sevilla especialmente; la tercera est dedicada a los literatos del este de al-Andalus (Valencia, Denia)
y la cuarta a los extranjeros que fueron a al-Andalus en el siglo XI. La d ajīra es adems
de una antologa una obra importante de crtica literaria, porque Ibn Bassām estudia la obra

39

Literatura hispanorabe

de los literatos y la juzga, y tambin una fuente de noticias, porque intercala textos histricos para
situar al personaje y a su obra.
Pero no es la nica gran antologa de la poca: Ibn Jāqān (m. 1140) escribe dos
antologas llamadas Qalāid al-iqyān ( Los collares de oro ) y Matma

al-anfus ( Otero de las almas ). Como su contemporneo Ibn, Jāqān, es tambin


crtico literario, aunque un poco vesnico. Su prosa por s misma es una obra literaria, ya que utiliza
la prosa ornada. Recientemente se ha editado de nuevo la primera de las dos antologas, que es la ms
importante de este autor.
Contemporneo de Ibn Bassām y de Ibn Jāqān es al-H

ŷārī (1106-1155), con la particularidad de que este antlogo nace en la


Guadalajara ya cristiana, recin conquistada por Alfonso VI, por lo que se le puede considerar un
mudjar, aunque escribe su obra en Alcal la Real, bajo la proteccin de los Banū Saīd,
seores del lugar y literatos que completarn su antologa. sta, llamada Al-mus

ib , sigue tambin un criterio geogrfico, hablando de los poetas tras describir su lugar de origen
en prosa ornada.
Ibn al-Imām de Silves (1155) continu la D ajīra de Ibn Bassām donde
ste se haba quedado cronolgicamente y, a su vez, continu con los poetas de la generacin siguiente,
el exquisito poeta

afwān Ibn Idrīs (fallecido en 1202) en su obra Zād a l -musāfir (


Vitico del viajero ), antologa continuada por Ibn al-Abbār de Valencia (m. 1260) con una
antologa titulada Tuhfat al-qadīm .
Este polgrafo valenciano tiene, adems de unos importantes repertorios bio-bibliogrficos, otra
obra de historia literaria, Al-hulla alsiyarā , con importantes noticias histrico-biogrficas
y fragmentos de los literatos de al-Andalus, desde la conquista hasta su poca.
Ibn

i
40

Literatura hispanorabe

ya de Calpe (m. 1235), emigrado a Egipto, escribi otra antologa, titulada Al-mu

rib . Como este personaje fue acusado, y con razn, de falsear los hadices o tradiciones profticas,
los datos histricos y literarios de su antologa son muy poco fiables.
Captulo aparte lo merece Ibn Saīd al-Magribi (m. 1286), que hizo una monumental
antologa, ordenada geogrficamente, de los poetas. Aprovech los materiales de al-

iŷārī, protegido de su familia, y de lo que haban ido recopilando los


Banū Saīd sobre poesa. De esta obra, titulada Al-mugrib , hizo un resumen, el Libro
de las banderas de los campeones , editado y traducido por Emilio Garca Gmez 7 . Adems escribi
otra antologa de los poetas de su tiempo titulada Ijtisār al-qid

.
En el siglo XIV el polgrafo Ibn al-Ja

īb (m. 1375) realiza una gran labor como antlogo. Su monumental repertorio biogrficohistrico-literario sobre todos los personajes que tuvieron que ver con Granada, titulado Al-i

āta , es tambin una antologa literaria. Ya especficamente hizo una antologa de los poetas
de su tiempo titulada Al-katība al-kāmina y otra menos histrica y ms literaria,
intentando agrupar los poemas que tenan encanto o magia, algo muy difcil de calibrar. La antologa
se titula Libro de la magia y la poesa y ha sido editado y traducido por J. M. Continente Ferrer.
Tambin hizo una antologa de moaxajas que, con las de su coetneo el tambin granadino Ibn
Burā, constituyen las colecciones fundamentales sobre este gnero potico.
A principios del siglo XV, el que luego sera sultn con el nombre de Yūsuf III y que se
firmaba con el apellido de su familia, Ibn al-A

mar, hizo una antologa de la poesa de Ibn Zamrak y posiblemente recogi su dīwān
. Otro miembro de la familia real granadina, otro Ibn al-A
7

Madrid, 1942. Segunda edicin con nuevo prlogo, Madrid, 1978.


41

Literatura hispanorabe

mar, que viva en la corte merin de Marruecos, hizo otra antologa de los poetas de su tiempo, a
finales del XIV.

42

Literatura hispanorabe

Los Dīwān
Otro tipo importante de historiografa literaria lo constituyen los Dīwān , o
coleccin de los poemas de un poeta, su cancionero, recogido generalmente por sus propios
contemporneos y ordenado por el orden alfabtico de las rimas. Se han conservado bastante
divanes -la palabra fue utilizada as por el orientalismo literario- medievales que han sido editados
con mayor o menor fortuna. Citaremos por orden cronolgico referido a la antigedad del poeta:
Dīwān de Ibn Darrāy al-Qa

allī (m. 1029). Edicin de M. A. Makkī, Beirut, s.d.


Dīwān de Ibn

uhayd (m. 1035). Edicin de Ch. Pellat, Beirut, 1963. Hay otra edicin con traduccin al espaol de
J. Dickie, Crdoba, 1975. 8
Dīwān de Abū Is

āq de Elvira (m. 1067). Edicin de E. Garca Gmez, Madrid-Granada, 1944, con interesante
estudio del personaje.
Dīwān de Ibn Zaydūn (1071). Edicin de Mu

ammad Sīd Ka

lani, El Cairo, 1965.


Dīwān del Ciego de Tudela (m. 1130). Edicin de I. Abbās, Basora, 1977.
Dīwān

de

Ibn

al-Zaqqāq.

Edicin

de

Afīfa

M.

Dayrānī, Beirut, s.d. Hay una antologa de este poeta, traducida al espaol por E.
Garca Gmez, Madrid, 1956 y ss.

Madrid, 1981.
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Literatura hispanorabe

Dīwān de Ibn Quzmān. Ha tenido varias ediciones, pero la ms completa


con traduccin al espaol y estudio es la de E. Garca Gmez, Todo Ben Quzmān , Madrid,
1972, 3 vols.
Dīwān

de al-Rusāfī de Valencia (m. 1176). Edicin de I.

Abbās. Beirut, 1973. Hay una traduccin al espaol de Teresa Garulo, Madrid, 1980.
Dīwān de Ibn Sahl el israelita (m. 1245). Edicin de Mu

ammad Qubaa, Tnez, 1985. Traduccin al espaol por Teresa Garulo, Madrid, 1983.
Dīwān de

azim al-Qartaŷānni (m. 1285). Edicin de U

mān al-Kaak, Beirut, 1964.


Dīwān de Ibn al-Ŷayyāb (m. 1348). Edicin de parcial de M. J.
Rubiera Mata, con traduccin y estudio Ibn al-Ŷayyāb , el otro poeta de la Alhambra
Granada, 1982.
Dīwān

de Ibn Jātima (m. 1368). Edicin de M. R. al-Dāya,

Damasco, 1972. S. Gibert tiene una edicin indita y una traduccin completa al castellano, Barcelona,
1975.
Dīwān de Ibn al-Ja

ib (m. 1375). Edicin de Mu

ammad al-arīf Qahar, Argel, 1975.


Dīwān de Ibn Zamrak (m. 1393). Indito. Se conserva en manuscrito en una
biblioteca privada de Tnez.
Dīwān de Yūsuf III (m. 1417). Edicin de Abd Allāh Guenun, El
Cairo, 1963.

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Literatura hispanorabe

Dīwān de Ibn Farkūn (siglo XV). Edicin de M. Benarifa, Rabat, 1987.


Dīwān de Abd al-Karīm al-Qaysī (siglo XV). Edicin de Ŷ.
ayja Y. M. al-Hādī, Tnez, 1988.
Hay otra serie de divanes recogidos por eruditos contemporneos sobre la poesa de algunos
poetas, esparcida por diversas obras. As el de Ibn Abd Rabbih (m. 940), editado por al-Dāya,
Damasco, 1982, el de al-Mu Iamid (m. 1069), editado por Ridwān al-Suysī, Tnez,
1975, con una antologa traducida al castellano sobre esta edicin de M. J. Rubiera, Madrid, 1982, y
el de Ibn al-Labbāna, editado por M. Maŷid al-Saīd, Basora, 1977.

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Literatura hispanorabe

El ambiente literario
La literatura rabe medieval es un fenmeno cortesano, es una literatura corts en el sentido
etimolgico de la palabra. Desde poca pre-islmica la poesa haba estado vinculada al poder como
elemento de propaganda del prncipe, como parte de su prestigio, pues, como veremos, la casida
fue desde el principio un panegrico. A lo largo de toda la historia medieval de la literatura rabe,
los soberanos o los ostentadores del poder de todas las categoras ejercan un mecenazgo sobre los
literatos a cambio de que les dedicasen sus poemas o sus libros.
Este mecenazgo fue a veces tan institucional que los poetas haban de conseguir su puesto
junto al prncipe a travs de una especie de concurso-oposicin -eso le sucedi por ejemplo a Ibn
Darrāŷ en la corte de Almanzor-, con lo que se convertan en una especie de funcionarios
del estado, y haba incluso una especie de bur de los poetas que cobraban bajo nmina. En el reino
de Granada ese bur tena rango de ministerio y su ministro, encargado de redactar las epstolas
y los panegricos oficiales, estaba rodeado de jvenes meritorios en una especie de taller artesanal
donde parecan buscar las frmulas poticas al modo de los formularios oficiales.
Dado el carcter de koin literaria de la lengua rabe, la literatura rabe clsica fue siempre un
producto de las elites de la sociedad arabigomusulmana y posiblemente no sali a la calle sino con los
zjeles, poemas en lengua rabe dialectal, que tal vez convirtieron a los poetas en juglares. Al menos
sabemos que haba juglares moros en las cortes cristianas de la Pennsula Ibrica. 9
Las clases elevadas que precisamente por esta condicin haban alcanzado una amplia cultura,
gustaban del maŷlis , de la tertulia que podemos llamar literaria, donde se recitaban poemas,
se contaban historias, se discuta de temas literarios y se escuchaba msica y canciones. Fuera de
las solemnidades donde se recitaban las casidas solemnes con motivo de victorias, pascuas u otras
celebraciones, los propios soberanos gustaban de tener tertulias de este tipo con los poetas de su corte,
costumbre que seguan los prncipes y los magnates y que se extendi a todas las clases cultas con
arreglo a la progresiva extensin de la cultura rabe, especialmente a partir del siglo XI. Aparte de
la sancin de la escritura, era en estas tertulias donde se haca literatura e incluso veremos obras
que parecen escritas precisamente para proporcionar material literario a las tertulias o poemas que
nacieron en estas reuniones, a veces, con la inspiracin de los vapores etlicos, porque, aunque el vino
estuviese prohibido por el Corn, apareca con frecuencia en estos salones literarios.

R. Menndez Pidal, Poesa juglaresca y juglares , Madrid, pp. 142 y ss.


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Literatura hispanorabe

Dadas las condiciones sociorreligiosas de la civilizacin arabigomusulmana, de estas tertulias


estaban excluidas las mujeres corrientes, aunque algunas poetisas excepcionalmente parecen haber
tenido un saln literario como la clebre Wallāda. Sin embargo, haba un tipo de mujer que s
se encontraba presente: la qayna o esclava cantora, esa especie de gheisa o hetaira de lujo que era
educada cuidadosamente para satisfacer a sus amos no slo fsica sino estticamente: estas esclavas
podan llegar a discutir con sus eruditos amos de filologa o de retrica, pero sobre todo saban
millares de versos que les haban enseado -hemos mencionado a Ibn al-Kattānī y su
antologa, seguramente un manual al uso de sus pupilas- y que cantaban acompandose del lad.
Estas muchachas cumplieron una importante funcin literaria y que pudo ser fundamental en el caso
de la poesa estrfica.
Como en el caso de los hombres, las fuentes cristianas nos hablan de la existencia de juglaresas
moras que aparecen hasta en el Arcipreste de Hita, aunque siempre relacionadas con la msica o la
danza.
La msica tena una gran importancia en relacin con la poesa, a la que acompaaba en su recitado,
y ya en el caso de la poesa estrfica concretamente, tanto la moaxaja como el zjel eran canciones.
H. Prs ha estudiado la presencia de la msica en la cultura andalus del siglo de las taifas

10

los instrumentos musicales, de los que hay constancia incluso grfica en las arquetas de marfil, con
nombres que han pasado a las lenguas hispnicas como adufe, el canto y los cantores -ya hemos
mencionado al cantor iraqu Ziryāb, que se convirti en rbitro de la elegancia en la Crdoba
del siglo IX- y la existencia de orquestas.
La importancia de la msica es que como lenguaje universal pudo ser el vehculo de transmisin
de la poesa hispano-rabe al mundo de los trovadores, lo mismo que fue la herencia ms visible de
la cultura de al-Andalus al norte de frica, que desde hace siglos canta al modo andalus.
La literatura rabe medieval es sobre todo erudicin, incluso la poesa. Fuera de los ambientes
pblicos y ldicos, donde la literatura rabe rinde tributo al mundo mediterrneo al que pertenece,
donde es la reina, los literatos rabes escribieron sus libros -sus Kitāb -, o sus poemas
rodeados de papeles, libros, apuntes, fichas que lean a la luz de hachones, de candiles de aceite,

10

H. Prs, Esplendor de al-Andalus , traduccin espaola de M. Garca Arenal, Madrid, 1983,

pp. 380-391.
47

Literatura hispanorabe

de candelabros de oro, segn su clase social. Durante muchas horas, das, aos, escribieron con sus
afilados clamos en pginas blancas en las que la escritura rabe se dibujaba con tinta negra o roja. La
indolencia y la sensualidad desenfrenada oriental slo forman parte de nuestra propia imaginacin.
La literatura rabe medieval es obra de clrigos en el sentido medieval de letrados, sin notas de
orden sacerdotal.

48

Literatura hispanorabe

III. La poesa rabe clsica en al-Andalus: poca omeya

49

Literatura hispanorabe

La poesa pre-islmica o al estilo de los antiguos


La poesa es la ms antigua manifestacin literaria de los rabes, ya que aparece completamente
estructurada en el siglo VII de J. C. antes de la aparicin del Islam. Su transmisin oral durante la poca
preislmica y las especiales caractersticas de los fillogos de los siglos VIII y IX que la recogieron en
busca de documentacin para sus teoras gramaticales, llevaron a pensar a una cierta crtica moderna,
que podra haber sido una invencin filolgica o que en su mayor parte era una falsificacin posterior
11

.
El estudio de J. T. Monroe sobre el carcter oral de la creacin de la poesa pre-islmica conservada

12

ha borrado las ltimas dudas sobre su autenticidad.


La forma de la poesa pre-islmica es la casida, poema monorrimo, siempre en consonante, y

mtrica cuantitativa como la grecolatina. Es decir, medida segn una sucesin de pies mtricos
formados por la sucesin de combinaciones de slabas largas y breves. As por ejemplo la famosa
casida pre-islmica, la casida rimada en la letra lām de los rabes, atribuida al poeta alanfara, estara en metro tawīl , formado por los pies mtricos v--/v---- (con la variante vv/v-v-), y as el primer hemistiquio del primer verso se medira as
Aqī-

Ba-

Um-

ma-

nī

mī

mū

u-

tī-

dū-

ya-kum

ra
v

v - v

v
-

[Levantad hijos de mi raza los pechos de vuestras monturas.]


Los fillogos rabes de los siglos VIII-IX consideraban que la casida, adems de su rima y mtrica,
tena una estructuracin temtica fija. As la casida tena tres partes: nasīb , o elega amorosa
donde el poeta recordaba sus amores, siempre frustados, ante los restos que haba dejado la acampada
11

El mejor estudio sobre esta problemtica se puede ver en R. Blachere, Histoire de la littrature

arabe , 3 vols., Pars, 1952, 1964, 1966.


12

J. T. Monroe, Oral composition , op. cit. supra .


50

Literatura hispanorabe

de la tribu de la amada, rahīl , en la que el poeta describa su viaje o deambular por las zonas
desrticas de Arabia, con minuciosa descripcin de su montura, caballo o camello, especialmente de
este ltimo, por lo que esta poesa es conocida tambin como la del camello. La tercera parte era
el madīh , o elogio al personaje al que la casida iba dedicada, o por el contrario era una hi

ā , o stira contra los enemigos personales o tribales del poeta.


Como es evidente, en esta descripcin la poesa pre-islmica reflejaba los sentimientos -es siempre
lrica- del rabe beduino, nmada, pastor de camellos, en un medio fsico hostil, con los rgidos
cdigos tribales que le permiten sobrevivir al conservar un mnimo equilibrio con su medio. El
sentimiento amoroso se manifiesta natural, sin sofisticaciones, reflejando unas relaciones entre
los sexos bastante libres, en comparacin con la sociedad islmica posterior. Puede ilustrar estas
afirmaciones una historia o jbar , que explica cmo el poeta pre-islmico Imru-l-Qays compuso
su ms clebre casida. Nos lo relata un autor andalus, Ibn Abd Rabbih 13 , ponindolo en boca del
poeta del siglo VIII, al-Farazdaq:
Me cont mi abuelo, cuando yo era un joven estudiante del Corn, que Imru-l-Qays se haba
enamorado de su prima paterna, Unayza, y que la haba pedido en matrimonio, pero no la vio hasta
el da que ocurri el suceso de la charca llamada Dārat

ul

ul. Esto es que la tribu se haba puesto en camino, los hombres delante, las mujeres y los criados
detrs, con los fardos. Imru-l-Qays los sigui, dejando pasar a los hombres escondido entre las dunas,
hasta que pasaron las mujeres, entre las que iba Unaiza.
Al pasar por la charca, las mujeres dijeron: Vamos a desmontar y nos baamos en esta charca para
que se nos vaya un poco el calor. As lo hicieron y, tras alejar a los esclavos, se desnudaron y se
metieron en la charca. Entonces sali Imru-l-Qays, cogi sus vestidos, hizo un montn con ellos y
se sent encima, diciendo: Por Dios! No le dar a ninguna de vosotras su vestido hasta que salga
desnuda a recogerlo! Ellas se negaron a hacerlo, pero como fueron avanzando las horas y vieron que
l no se los daba, fueron saliendo todas, menos Uzayna, que le suplic que le diese su vestido y como
l sigui negndose, sali finalmente y l la vio, por delante y por detrs.
13

Ibn Abd Rabbih, Al-Iqd, VI, p. 395.


51

Literatura hispanorabe

Las muchachas le dijeron entonces: Nos has fastidiado y retrasado. Ahora estamos muertas de
hambre, y les contest: No tengo otra cosa que daros que mi camella. Os la comerais? Ellas
dijeron que s y l desenvain su espada, desjarret, degoll y desoll al animal, mientras los criados
recogan lea y hacan un gran fuego. Despedazaron a la camella y la asaron a las brasas. Todas
comieron con l y bebieron de un vino que traa. Las sobras fueron para los criados.
Cuando lleg la hora de partir, una de las mujeres dijo a Inru-l-Qays: Yo llevar tu silla, y otra:
Yo te llevar los arreos, y as se repartieron sus objetos y equipaje. Slo qued Uzayna sin llevar
nada e Imru-l-Qays le dijo: T me llevars a m, porque no tengo montura, y le subi delante de
la giba de su camello. Desde all, se inclin hacia ella, meti la cabeza en su palanqun y la bes. Al
intentar evitarle, la giba se torci y ella le grit: Has herido a mi camello!, y l recit:
El da que desjarret mi montura a las doncellas
qu maravillosamente fueron transportados mis arreos!
Las doncellas se lanzaban a la carne y a la brasa,
como si fuesen flecos de trenzada seda.
Fue el da que entr en el palanqun de Uzayna
y dijo: Mal haya contigo! Tendrs que ir a pie
Cuando se inclinaba la base del palanqun, con nosotros,
deca: Has herido a mi camello, apate!
Mas le dije: Vamos, suelta las riendas y no me impidas
recoger tan interesante cosecha!
Este relato ilustra adems uno de los mecanismos de creacin de la literatura rabe: la creacin de
un jbar o historia que explica la ocasin y motivo por el que se compuso un poema -curiosamente
en la poesa provenzal hay tambin estas explicaciones que se llaman razn y es una coincidencia
ms entre las dos lricas-. Estos jbar van configurando las biografas de los poetas pre-islmicos, de
dudosa autenticidad histrica, hasta que se convierten en arquetipos: as, Imru-l-Qays ser el prncipe
hedonista, Antara, el caballero por antonomasia, al-Samawal, la lealtad, etc., y los fillogos les
atribuirn los poemas annimos que corresponden a su personalidad. Los poemas, noticias, personajes
y escenarios de la poesa pre-islmica constituyen la mitologa literaria del mundo arabigomusulmn
de la Edad Media y tambin el modelo humanstico de la arabicidad frente al modelo religioso del
Islam, aunque Mahoma rena ambos modelos en su persona.

52

Literatura hispanorabe

A pesar de ello, es evidente que este modelo literario y esttico beduino se adaptar mal a la sociedad
post-islmica convertida en una autntica civilizacin que, como su nombre indica, ser urbana y no
beduina. Aunque la casida conservar su forma a lo largo de toda la Edad Media, sufrir tambin
continuas evoluciones especialmente en su contenido para servir de vehculo a los poetas de un medio
cultural muy diferente al de los pastores de camellos de las altiplanicies arbigas.
Sin embargo, la casida beduina conserva sus caractersticas en la poca mahomtica y del emirato
omeya, hecha excepcin la poesa del Hiŷāz, de la que hablaremos a continuacin.
Como consecuencia, esta poesa pre-islmica, al estilo antiguo, llega a resonar en el al-Andalus
conquistado por los musulmanes a principios del siglo VIII.
Los primeros poemas rabes que se escuchan en la Pennsula Ibrica son an el canto del camellero.
As, el primer poeta rabe de al-Andalus, el sirio Ibn al-

imma, llegado a la Pennsula Ibrica en la segunda mitad del siglo VIII, nos muestra, a travs de los
pocos versos que de l se conservan, que es un poeta al estilo de los antiguos, que propugna como
ideal la rudez del mundo beduino:
A veces me veo, por amor a m mismo, en alta posicin,
con mi cabeza, de cabellera abundante, peinada con trenzas;
la vida acomodada tiene malas artes;
es mejor para nosotros el agua y los pastos. 14
Este mismo gusto por la ruda existencia beduina es expresado por otro poeta inmigrante en alAndalus: el emir omeya Abd al-Ra

mān I (m. 788), tal vez porque ya es algo perdido en la naciente civilizacin rabe.
Conviene recordar que Abd al-Ra

mān I se hizo construir una almunia o palacio campestre en las afueras de Crdoba, la Ru

14

Ibn Sa Grafa , Al-Mugrib , I, 32.


53

Literatura hispanorabe

āfa, con un jardn botnico, aunque en su poema propugne vivir en jaima y no en palacios
y jardines:
Djame de ir a la caza de grullas abatidas,
porque mi nico afn es cazar al impo,
aunque se halle bajo tierra o en speras montaas!
Cuando el sol cenital echa fuego por los caminos,
mi solo resguardo es la sombra de las banderas tremolantes.
No necesito jardines, ni imponentes palacios,
porque habito en el desierto bajo tiendas.
Di a todo el que reposa entre cojines:
La grandeza se consigue soportando el rigor de las campaas.
Vuela en pos de ella, afrontando privaciones,
y, si no, sers el ms vil de los nacidos.
[Traduccin de Elas Ters]

15

El primer poeta rabe nacido ya en al-Andalus (en el Jau de Santa Fe de Granada), Abūl-lMajaī 16 , tiene las mismas caractersticas de poeta al estilo antiguo, igual que su hija

assāna, aunque ya viviera en el siglo IX, como se ve en las casidas que dirigi a los emires al-

akam I y Abd al-Ra

mān II, pidiendo su proteccin. An hay desiertos y camellos en sus versos:


Hacia el de la generosidad y la gloria
fueron mis cabalgaduras, desde lejos,
abrasadas por el fuego del medioda,
para que repare mis quebrantos... 17 .
15

E. Ters, Ibn Faraŷ de Jan y su Kitaāb al-Hadā/iq, Al-Andalus ,


11 (1946), p. 155.
16

E. Ters, El poeta Abūl-l-Majaī y Grafa assāna Tamīmiyya,

Al-Andalus , 26 (1961), pp. 229-244.


17

M. J. Rubiera Mata, Poesa femenina hispanorabe , Madrid, 1990, pp. 77-79.


54

Literatura hispanorabe

Este tipo de imgenes coexistir un tiempo con la posea al estilo de los modernos que llega a
al-Andalus en la Primera mitad del siglo IX, hasta que renazcan renovadas con la casida neoclsica.
As Abbās ibn Nā

(m. 864)

18

de Algeciras, el primer poeta que intenta el nuevo estilo, an habla de las caravanas,

aunque sus camellos se metamorfoseen en navos, tal vez porque ya no ha nacido entre dunas sino
a orillas del Mediterrneo:
Flotan los fardos en el espejismo por encima
como flotan los barcos impulsados por los navegantes. 19

18

E. Ters, Abbās ibn Nā Grafa i Grafa , poeta y qādī de

Algeciras, Etudes d'Orientalisme ddis Levi-Provenal , Pars, 1962, I, pp. 339-358.


19

Ibn al-Kattānī, Tabīhāt , nm. 368.


55

Literatura hispanorabe

La poesa del Hiŷāz: la msica


En el

iŷāz, la franja occidental de la Pennsula Arbiga, donde se encuentran las ciudades


santas de Medina y La Meca, surge en el siglo VIII una nueva forma de hacer poesa, mientras los
estudiosos religiosos sientan las bases jurdicas del Islam.
Las grandes conquistas del Islam han llevado hasta su cuna una gran cantidad de riqueza material
y cultural, producto del cuantioso botn de los conquistadores: dinero, joyas, objetos artsticos y
refinados cautivos, procedentes de las antiguas civilizaciones que han cado bajo el impulso de la
joven espada del Islam. As lleg una nueva manera de cantar y taer, la msica persa y el lad, que
hace olvidar la melopea o salmodia que acompaaba el recitado de la casida pre-islmica, el canto
del camellero. 20
La msica obliga a una primera evolucin de la casida: los poemas han de aligerar su forma y
contenido. Bien est la solemne casida de tipo pre-islmico para ser utilizada por los poetas oficiales
de la corte omeya como al-Farazdaq, Ŷarīr y al-Aj

al, como lanzas para combatir a los enemigos del califa o cantar sus alabanzas, pero la msica requiere
temas ms ligeros: los nasīb , la parte de la casida que trata del amor, es la que mejor se presta
para ser cantada, adems de que es el tema que ms gusta al pblico femenino, que es numeroso en el

iŷāz. En efecto, los hombres estn lejos, conquistando o gobernando las nuevas tierras
del Islam, y las mujeres han preferido quedarse en casa -las hermanas de Abd al-Ra

mān I prefirieron quedarse en Siria cuando su hermano les invit a ir a al-Andalus, en donde se
haba convertido en emir- y estas viudas o hurfanas de hecho, liberadas ya del trabajo de la beduina,
gustan de escuchar canciones de tema sentimental. Nace una nueva poesa de tema amoroso, bien
de tipo galante como la de Umar ibn Abī Rabīa, bien de tipo pattico, alrededor de
amores imposibles, donde el desdichado amante muere de amor, sin conseguir el objeto de sus deseos,
faceta que representan los poetas udres como Ŷamīl, Maŷnūn, etc.,

20

J. Ribera y Tarrago, La msica rabe y su influencia en la espaola , Madrid, 1983 (r).


56

Literatura hispanorabe

historias y poemas que sern recreados por Bagdag, en la exaltacin del deseo que representa el amor
corts.
Las relaciones humanas tambin han cambiado: por influencia de la Persia sasnida ha hecho
aparicin un tipo de esclavo distinto del conocido por la tribu beduina, encargado de las labores ms
pesadas como despedazar la camella de Imru-l-Qays: es el esclavo, de uno u otro sexo, educado para
proporcionar placer a su seor, sexual o esttico. Son ellos los msicos, las cantoras, los amantes la palabra qayna esclava-cantora, tiene tambin el sentido de hetaira, de cortesana, de gheisa, 21 los
conocedores de refinamientos exquisitos, desconocidos para los rudos beduinos de antao.
Las canciones en al-Andalus eran al estilo de los cristianos o eran al estilo de los camelleros rabes
segn el musiclogo al-Tīfāī (siglo XIII) 22 , pero la situacin cambio ya en
poca de Abd al-Ra

mān I, que compr a una famossima cantora Al-A

fā, cuyo canto encandilaba de tal forma que haca olvidar su poco agraciada figura.

23

Su

nieto al-

akam I (796-852) hace traer cantores y cantoras de la escuela iraqu, ya que Bagdad ha heredado y
desarrollado la msica del Hi

āz, aunque Medina sigue teniendo prestigio como escuela de canto. Al-

akam rene en tertulia a estos cantores que entonan fragmentos de casidas orientales cuya meloda
crean y recrean. Uno de estos cantores de al-

21

Ch. Pellat, Les esclaves-chanteuses de Grafa āhi Grafa , Arabica , 10 (1963), pp.

120-147.
22

E. Garca Gmez, Poesa arabigoandaluza , Madrid, 1952, pp. 30-31.

23

Al-Maqqarī, Naf Grafa , 3, pp. 141-142, y E. Garca Gmez, Poemas arabigoandaluces ,

Madrid, 1940.
57

Literatura hispanorabe

akam I, Salīm, intenta incluso unir la msica europea y la rabe, como veremos al hablar de
la moaxaja.
En este ambiente, el poeta Abb

s ibn Nā

de Algeciras, del que ya hemos hablado, compone ya un verso del nuevo estilo, con el tema del amor
a una esclava, que pertenece a otro amo:
Di a Abd al-Ra

īm que sea benigno con su siervo,


que no mate su corazn con la angustia de tu desvo,
con el rigor de la pasin, con el insomnio de tus ojos,
con la rosa de las amapolas de tus mejillas.
S suave conmigo con una suavidad semejante a tus caderas
y no tengas otra dureza que la de tus senos! 24
Este ambiente potico-musical se increment durante el emirato de Abd al-Ra

man II, cuando se hicieron famosas tres esclavas cantoras de la escuela de Medina, Alām,
Qalam y Fa

l, que tenan un recinto del palacio de Crdoba para ellas; por cierto, Qalam era vasca, aunque haba
aprendido msica en Medina. Seguramente eran estas esclavas tan expertas las que se burlaban del
tratado del libro de prosodia de Jalīl, que meda y nombraba los metros rabes desde el punto
de vista de la lengua, ya que, seguramente, ellas se guiaban por pautas musicales para hacerlo, hasta
que lo descifr Abbās ibn Firnās 25 .

24

Ibn al-Kattānī, Tabihāt , nm. 305.


25

E. Ters, Abbās ibn Firnās, Al-Andalus , 25 (1960), pp. 240-241.


58

Literatura hispanorabe

Pero el msico ms famoso de la corte de Abd al-Rahmān II es Ziryāb, de la escuela


de Bagdad, personaje de moda en la Crdoba de mediados del siglo, no slo por las innovaciones
musicales que aport, aadiendo un quinta cuerda al lad por ejemplo, sino introduciendo las modas
de Bagdad en vestidos, peinados, gastronoma, etc., de forma que l simboliza la bagdadizacin
cultural de Crdoba. Todava un siglo ms tarde Ibn Abd Rabbih (860-940) recuerda a Ziryāb
cuando escucha cantar a una muchacha en el interior de un palacio y escribe a su dueo:
Oh, quin atesora la voz del pjaro canoro!
No creera capaz de esta avaricia a nadie,
pues aunque todos los odos del mundo escucharan,
la voz no sufrira menoscabo o aumento.
No me escatimes el escucharla, encerrando una voz
que ocupa lo que el alma en el cuerpo.
si Ziryāb estuviese vivo, luego de escucharla,
morira de envidia o de pena. 26
La relacin poesa, msica y cantoras constituir un ente indestructible en al-Andalus: el prncipe
al-Mu

arrif, hijo de Mu

ammad I (852-886), se rode de bellas esclavas cantoras a estudiar msica hasta que consigui el
dominio del lad con el que se acompaaba para cantar sus poemas. 27

āid de Bagdad, poeta de la corte de Almanzor, presume de dominar el lad, adems de la


filologa y la literatura; 28 Al-Mutamid, el rey-poeta de Sevilla, senta ms que nada en su destierro

26

Ibn Abd Rabbih, Dīwān , p. 110.


27

M. J. Rubiera Mata, Nueva aproximacin al estudio literario de las jarchas, Sharq al-Andalus ,

5 (1998), p. 92.
28

M. Ismail, Grafa āid de Bagdad y los motivos de su inmigracin en al-Andalus,

Miscelnea de Estudios rabes y Hebraicos , 34-35 (1985-1986), p. 93.


59

Literatura hispanorabe

de Agmāt la falta de sus cantoras, mientras su hijo ar-Raŝīb era un virtuoso del
lad. 29
La asignatura pendiente era la combinacin de la msica hispnica, de tradicin europea, con la
oriental, que ya haba intentado Salīm, el msico de al-

akam I. Seguramente, algn tipo de combinacin se logr en la msica que acompaaba a las moaxajas
30

y que perfeccion Ibn Bāŷŷa en la msica del zjel 31 . Probablemente, en este

momento el signo de las influencias se invirti y al-Andalus, en lugar de importar msica oriental,
export la suya, la hispano-rabe, al norte de frica: Abū-l-

alt de Denia puso en el siglo XII msica a las canciones de Tnez 32 . As debi de nacer la llamada
msica andalus del Magreb.

29

M. J. Rubiera Mata, Al-Mutamid Ibn Abbād. Poesas , Madrid, 1987.

30

J. T. Monroe, The tune or the words? (Singing hispano-arabic strophic poetry) , Al-Qantara ,

8 (1987), pp. 265-317


31

E. Garca Gmez, Una extraordinaria pgina de Tifasi y una hiptesis sobre el inventor del

zjel, Etudes d'orientalisme ddis la memoire de Levi-Provenal , Pars, 1962.


32

M. J. Rubiera Mata, La taifa de Denia , 1988, p. 152.


60

Literatura hispanorabe

Bagdad: el amor corts


El Islam permite la realizacin plena de sexualidad masculina a travs de la poligamia al mismo
tiempo que establece una rgida separacin de los sexos.

33

Como consecuencia, el musulmn no

tendr apenas trabas para practicar el sexo, pero le ser muy difcil enamorarse, porque no conocer
seguramente a su futura esposa hasta el da de su boda y sta se realiza por factores de linaje o de
dinero. La mujer se convierte en un ser inasequible e inalcanzable en un personaje de la imaginacin,
ms que en un ser real, y el amor, en deseo no satisfecho. Existen las esclavas, con las que es
posible tratar fcilmente, pero la relacin comercial que ello entraa, el mismo hecho de la obligada
obediencia entre sierva y amo, tampoco satisface a los nuevos rabes, ya no hijos del desierto, sino
de la civitas , y transfieren la sublimacin del amor hacia la dama inasequible a la esclava, a la
que confieren la libertad de aceptar, o no, la opcin de aceptar o rechazar el amor. En este juego, el
amo ser siervo del amor, y la esclava, ama, como sucede en el verso atribuido al califa de Bagdad
Hārūn al-Raīd, en su juego ertico con tres esclavas que motivar el villancico
de Las tres morillas de Jan

34

Tres mujeres me domean


y acampan en mi corazn.
Por qu todas las criaturas me obedecen
y yo las obedezco a ellas que se me rebelan?
Ser acaso que el poder del amor que poseen
es ms fuerte que mi poder?
Idea que ya haba expresado el emir de al-Andalus al-

akam I:
Ramas de sauce que se balancean entre las dunas,
al huir de m, decididas a rechazar la unin conmigo.
Reinan en m, aunque yo soy rey, pero mis fuerzas,
por el amor, se han debilitado

33

A. Bouhdiba, La sexualit en l'Islam , Pars, 1975.

34

M. J. Rubiera Mata, De nuevo sobre las tres morillas, Al-Andalus , 37 (1972), pp. 133-143.
61

Literatura hispanorabe

con la languidez del cautivo.


Quin me ayudar contra las tiranas de mi cuerpo?
Ellas doblegan, con el amor, mi fuerza y poder. 35
De ah que la amada sea llamada mi seor como en el amor corts provenzal, sin necesidad
de suponer una influencia de los ritos del feudalismo, pues no lo hay en el Islam. Este juego de no
conseguir lo deseado, de la mrbida perpetuacin del deseo de la que habla Emilio Garca Gmez,
slo concebible en la elite de una sociedad refinadsima que tiene todas las necesidades resueltas,
entre ellas la sexual, es el amor corts rabe, nacido a caballo del Hiŷāz y de Bagdad,
de la tradicin rabe y de la helnica, pues la civilizacin arabigoislmica es tambin heredera del
pensamiento griego. Sin embargo, este amor corts no es siempre amor platnico, el amar la belleza
humana hacia la belleza transcendente, idea que harn suya los msticos del Islam, como al-

allāŷ. Precisamente uno de los enemigos del mstico de Bagdad, Ibn


Dāwūd de Ispahn (868-910), 36 ser el que teorizar sobre las reglas del amor corts
con abundantes ilustraciones poticas.
Los andaluses aprendieron tambin las reglas del juego de Ibn Faraŷ de Jan, muerto durante
el reinado de al-

akam II, que compuso una antologa de poemas hispano-rabes que tenan el mismo tema que los que
haba utilizado Ibn Dāwūd para ilustrar su concepcin del amor corts. 37 As aparecen
en la poesa andalus todas las piezas del ajedrez ertico del amor corts: la imposibilidad de la noposesin porque la amada o amado pertenece a otro -no es exactamente un amor adulterino porque
el objeto del deseo suele ser un esclavo o esclava de otro dueo-, los enemigos de los amantes: el
raqīb , espa o vigilante; el ādil o censor: el wāī o calumniador

35

M. J. Rubiera Mata, Ibidem .


36

J. C. Vadet, E.I. , 3 (1971), pp. 767-768.

37

E. Ters, Ibn Faraŷ, op. cit. supra .


62

Literatura hispanorabe

38

, figuras literarias que de nuevo se encuentran tambin en la poesa provenzal; la visita del amado

en sueos en forma de fantasma (

aif , jayāl ) o el enamoramiento sin haber visto a la amada, etc.


Sobre estos temas es paradigmtico el poeta Saīd ibn Ŷūdī de Elvira
(m. 897), prototipo del caballero rabe, donjun empedernido, que se describe a s mismo con los
siguientes versos:
No hay cosas ms agradables que:
beber del cuello de la botella,
dejando la copa en la bandeja;
la reconciliacin tras los reproches
y enviar recados de amor con la mirada.
He recorrido, como corcel en carrera libre, el amor,
sin que los cambios de la suerte,
hayan frenado mi cabalgada.
No me ha doblegado la amenaza de la muerte en el combate,
como me ha doblegado el yugo del amor sobre mi cuello. 39
Y, sin embargo, es capaz de expresar tambin el amor corts en su tpico del amado desconocido
y adorado de forma beckeriana como a Dios ante el altar:
Al orte, el alma se me escapa del cuerpo
y mi corazn se consume de dolorosa tristeza.
He dado mi espritu a Ya

hān y a su recuerdo,
aunque nunca la vi, ni me vio ella a m tampoco.
Yo me considero ante su nombre, con los ojos en lgrimas,
como un monje que reza ante una imagen.

38

S. Gibert, Un tratadito de Ibn Jātima sobre los enemigos de los amantes, Al-Andalus ,

18 (1953), pp. 1-16.


39

Ibn al-Abbār, Hulla , I, 163.


63

Literatura hispanorabe

[Traduccin de E. Ters].

40

Pero el mejor representante de la poesa de inspiracin corts es Ibn Abd Rabbih, 41 en quien el
amado se transfigura en espectro de luz, genio, con la presencia de la muerte del amor:
El espectro de mi amado viaj de noche desde lejos
para mediar entre mis ojos y el sueo;
pas la noche, hasta el amanecer, con mi mano
como almohada de su mejilla, y la suya,
como almohada ma.
No s si eres genio que me ha cautivado, ser humano,
sol del medioda que brilla para m, o luna
u ojos que conducen los deseos con su mirada
hasta que es como si estuviese la muerte en ella. 42
Una simple lectura de una antologa rabe medieval nos revela un hecho evidente: la recurrente
presencia de poemas de carcter homoertico. Las razones son en primer caso estticas: ya en el
Corn, seguramente por influencia helnica, es un hombre el mximo representante de la belleza:
el profeta Yūsuf, el Jos, hijo de Jacob bblico (Azora XII). Tambin en este mismo texto
cornico se dibuja el concepto platnico de que la belleza es la generadora del amor, pero de una forma
arrebatadora, irremediable, con el episodio, procedente del Midras hebreo helenizado, de las nobles
egipcias que se cortan los dedos con el cuchillo con el que estn pelando toronjas, al contemplar la
belleza de Yūsuf. 43
Si la belleza produce el amor-pasin -el iq - de forma irremediable y la belleza masculina es
una cualidad convertida en categora por la civilizacin arabigomusulmana, donde adems las ideas
de belleza y bondad se muestran unidas indisolublemente incluso en la lengua -una sola raz,

40

E. Ters, Prstamos poticos en al-Andalus, Al-Andalus , 20 (1965), p. 416.


41

J. M. Continente, Sobre la poesa amorosa de Ibn Abd Rabbihi, Al-Andalus , 35 (1979), pp.

355-380; D. C. Cowell, Ibn Abd Rabbihi and his ghazal Verse , Journal of Arabic Literature , 5
(1974), pp, 72-82.
42

Ibn Abd Rabbih, Dīwān , pp. 31-32.


43

A. L. de Premare, Joseph et Mu Grafa ammad. Le chapitre 12 du Corn , Aix en provence , 1989.


64

Literatura hispanorabe

sn , expresa las dos ideas-, los poetas rabes aprehensores de belleza han de cantar la belleza
masculina. Por otro lado, la sodoma se introdujo como un refinamiento cultural en la cultura bagdad,
44

consentida sobre la base de la general tolerancia cornica hacia los pecados de la carne, aunque

algunas escuelas jurdicas tronasen contra la homosexualidad.


Ibn

azm de Crdoba se muestra muy tolerante con el homoerotismo 45 y slo seala su reprobacin cuando
se halla mezclado con algn tipo de inmoralidad pblica, actitud compartida al parecer con el resto
de sus contemporneos, como muestra el caso de Ibn al-Ŷazīrī, que prostituy
a sus mujeres para alcanzar los favores de un mancebo y del que dijo un poeta aquello de Cambia
la tierra que alimenta tiernas yerbas por otra rodeada de setos espinosos. Pierde su negocio el que
compra un sitio donde soplan los vientos por otro donde corren las aguas . 46
Por otro lado, la sublimacin del amor corts permite a los ms conspicuos personajes expresar
sus sentimientos homoerticos sin recibir censura moral, tanto ms cuando se impregnan de
neoplatonismo, de la belleza corporal transcendida por la idea de la Belleza suprema, expresada por
Ibn

azm:
Perteneces al mundo de los ngeles o al de los hombres?
Dmelo, porque la confusin se burla de mi entendimiento.
Veo una figura humana, pero si uso de mi razn,
hallo que tu cuerpo es un cuerpo celeste.
Bendito sea l que contrapes el modo de ser de sus criaturas
e hizo que, por naturaleza, fueses maravillosa luz!
No puede dudar de que eres puro espritu atrado a nosotros
por una semejanza que enlaza a las almas.

44

Līwāt, E.I.

45

Ibn Grafa azm, El Collar de la Paloma . Traduccin de E. Garca Gmez, Madrid, 1967, p. 290.

46

Ibn Grafa azm, op. cit. supra , p. 278.


65

Literatura hispanorabe

No hay ms prueba que atestige tu encarnacin corporal,


ni otro argumento que el de que eres visible.
Si nuestros ojos no contemplaran tu ser, diramos
que eres la Sublime Razn Verdadera.
[Traduccin de E. Garca Gmez].

47

Los poetas andaluses desarrollan una abundante poesa de tipo homoertico por lo menos desde el
siglo X. La descripcin de la belleza de los efebos es muy semejante a la femenina, de forma que, a
veces, es difcil saber si es una joven o un muchacho el descrito, tal vez en una ambigedad buscada
por el propio poeta, tanto en las imgenes como en los usos gramaticales. Pero hay algunos signos
muy claros, algunos enmascarados en las traducciones debido a que en castellano gacela y luna
son femeninas, pero en rabe son masculinas. Lo que no ofrece lugar a dudas es la alusin al vello,
al bozo, que aparece en el rostro del efebo y que disminuye su belleza o aumenta en algunos casos
el atractivo del joven, al mostrar su masculinidad. Ya Ibn Abd Rabbih (m. 940) introduce el amor a
los efebos en sus poemas, sin ninguna ambigedad:
Oh t, en cuyas mejillas ha escrito el vello dos lneas que,
al destruir tu belleza, despiertan ansias y cuidados!
No saba que tu mirada era un sable, hasta ahora
que te he visto vestir los tahales del vello.
[Traduccin de E. Garca Gmez].

48

Ms explcito an es Alī ibn Abī l-

usayn (m. 1038):


Cuntas noches me han servido las copas
las manos de un corzo que me compromete!
Me haca beber de sus ojos y de su mano
y era embriaguez sobre embriaguez, pasin sobre pasin.
Yo tomaba los besos de sus mejillas y mojaba mis labios
en su boca, ambas ms dulces que la miel.

47

Ibn Grafa azm, Ibidem , p. 102.

48

E. Garca Gmez, El libro de las banderas de los campeones de Ibn Sa īd alMagribi , Barcelona, 1978, p. 191.
66

Literatura hispanorabe

Nuestra jarra se prosternaba sin cesar, como si, tras pecar,


se hubiese dedicado al ascetismo.
Yo pasaba la noche con una luna llena,
aunque la autntica estuviese ausente,
como si estuviese en el paraso,
por los placeres.
Me peda que guardarse el secreto, mientras su mano
me serva de cojn y me mostraba la misma pasin que yo. 49
Con frecuencia los oscuros objetos de placer son los esclavos, que, dado su variado origen tnico,
pueden ser rubios como el descrito por Yūsuf Hārūn al-Ramādī
(926-1013), que gustaba de la homosexualidad, incluso la que se ofreca en los conventos cristianos
de Crdoba, a pesar de haber protagonizado una de las ms bellas historias de amor corts hacia una
mujer: 50
Turbado por las miradas, te parecera
que acaba de despertarse del sopor del sueo,
la blancura y rubicundez se asocian en la belleza,
sin que sean contrarias, pues son semejantes;
como cadenas de oro rojizo sobre un rostro de plata,
as la aurora, blanca y rubia,
es la que parece imitarle.
Cuando aparece el rubor en sus mejillas
es como el vino puro en cristal de roca. 51
Al-Ramādī da pruebas de esta bisexualidad en un interesante poema en el que relata
una noche de amor con una esclava y un efebo:
Aquellas noches en las que vend mi fama a los censores,
en las que confi mis odos a los calumniadores,
cuando me acompaaban un escanciador y una cantora,
49

Ibn al-Kattānī, Tabīhāt , nm. 177.


50

51

Ibn Grafa azm, El collar , op. cit. supra , pp. 121-122.

Ibn al-Kattānī, Tabīhāt , nm. 233.


67

Literatura hispanorabe

los dos esbeltos, semejantes sus almas.


Extenda mi mano hacia el pavo real unas veces
y otras me retiraba hacia la paloma torcaz.
Haca circular las copas hasta que los vea
inclinarse de embriaguez, pero manteniendo el equilibrio.
La pasin les haba hecho adelgazar tanto
que casi los poda apretar en el mismo abrazo.
bamos al lecho y, por si lo ignoras,
mi sitio estaba en el centro del collar.
Si me hubieses visto, lnguido, con dos lunas alrededor
habras pensado en una estrella rodeada de dos lunas.
No me enorgullezco de esta lujuria,
pues slo soy lujurioso en los besos y los labios. 52
Es indudable que a finales del siglo X los andaluses haban aprendido todas las formas de expresin
amorosa de su maestra cultural, Bagdad, y la poesa ertica poda alcanzar las ms altas cimas poticas
en los siglos venideros.

52

Ibn Bassām, Dajira , 3, p. 141.


68

Literatura hispanorabe

El modernismo
A la civilizacin arabigomusulmana del siglo IX, cuya capital poltica y cultural era Bagdad, el
lenguaje de la poesa pre-Islmica le resultaba obsoleto como medio de expresin potica. Las ideas
y sentimientos de los hombres de la Arabia pre-islmica, que incluso no hablaban de Al, haban
quedado pauprrimos para los hijos de la metrpoli mesopotmica, cuyos sabios discutan del sexo
de los ngeles, cuyos pensadores formulaban teoras sobre el libre albedro, cuyos literatos hablaban
una lengua alquitarada por los fillogos de Cufa y Basora y cuyos amantes buscaban el placer en los
ms refinados extremos del imaginario ertico. Era necesario construir un nuevo lenguaje potico que
dejase de hablar de los restos de la acampada entre las dunas bajo el tachonado de las estrellas, para
recitar junto a la alberca de mrmol de los salones techados de artesonados de oro.
Este cambio de lenguaje potico, realizado con la ayuda de la traduccin de la retrica de
Aristteles, que ense a los literatos rabes la imaginera potica, se llam modernismo, aunque
suene un tanto extrao para hablar de un movimiento potico de los albores del siglo IX de nuestra
era. Su modernismo consisti fundamentalmente en enriquecer el discurso potico comparando cada
objeto con muchos otros a travs de la comparacin, por medio de los procedimientos habituales
de la retrica clsica, metonimia, sincdoque, etc., y el objeto potico, enriquecido con nuevas
connotaciones semnticas poda enlazarse hasta el infinito en nuevas combinaciones o sustituir
metafricamente los objetos comparados. De esta forma no importaba tanto lo que se deca sino cmo
se deca. Y el objeto del poema poda ser algo tan poco solemne como una berenjena. As, Ibn

āra de Santarn (m. 1123) dice de esta hortaliza, dndole unas connotaciones dramticas:
Ceido por el caparazn de su peciolo
parece un corazn de cordero entre las garras de un buitre.
[Traduccin de Emilio Garca Gmez]

53

Son los poemas de tema amoroso los primeros en sufrir el cambio de expresin, porque ste ya se
haba iniciado en el siglo VIII en el Hiŷāz. Los poemas modernistas de amor se llaman
gazal y, desde el punto de vista del contenido, expresan las nuevas concepciones del amor de las que
hemos hablado anteriormente: el amor corts, el juego amoroso con los esclavos, la homosexualidad,
etc. El primer poeta modernista de los gazal , fue Baār ibn Burd de Basora, pero el gran

53

E. Garca Gmez, El libro de las banderas , op. cit. , p. 171.


69

Literatura hispanorabe

maestro, como de los otros gneros modernistas, fue Abū Nuwās de Bagdad (m. 810),
ya conocido por los andaluses desde comienzos del siglo IX.
Al mismo tiempo que cambia la expresin del sentimiento amoroso, lo hace el escenario que
rodea al poeta, que prefiere el jardn, ese oasis civilizado por la arquitectura rabe,

54

para vivirlo

y describirlo. La descripcin de los jardines aparece como un gnero temtico del modernismo,
conocido por el nombre de raw

iyyāt (jardineras) y los andaluses sern maestros en este tema, tanto en la descripcin del
jardn en su totalidad con sus rboles y arbustos, estanques, surtidores, etc., como en el detalle de sus
flores, que llega a constituir un subgnero modernista distinto: las nawriyyāt (florales).
Elas Ters piensa que tal vez el primer poema de este gnero es el verso de Abbās ibn
Firnās (m. 887), donde ya aparece una muestra de la humanizacin de la naturaleza:
Aparecen en el jardn las rosas con las margaritas
como unos labios rojos de una boca que re. 55
Esta humanizacin culminar con el gran maestro jardinero de los poetas andaluses, Ibn
Jafāŷa de Alzira (1058-1139), en el que el jardn tiene rostro humano, pero aparece ya
en los poetas de los primeros siglos, al combinar las imgenes del gazal con las de los poemas florales
y jardineros. As, Ibn Faraŷ de Jan (siglo X) dice:
La primavera te ofrece vergeles
con los que los das visten tnicas de fino ts.
Los relmpagos arrastran las colas del viento,
que aparecen adornadas de flores blancas y rojas.
Diferentes... por el signo del amor,
unas se asemejan a la amada y otras al amante.
Unas estn rojas de pudor; otras, plidas. Ambas reflejan su pasin,
como la amada y el amante al encontrarse de improviso.
Se dira que sobre sus prpados se ha derramado

54
55

M. J. Rubiera Mata, La arquitectura en la literatura rabe , Madrid, 1988 (2 ed.).

E. Ters, Abbās ibn Firnās, op. cit. supra , p. 248.


70

Literatura hispanorabe

el agua de las nubes, en simtricas perlas.


Y cuando el cfiro juega con ellas en el jardn
recuerda el momento de la separacin, por el llanto y los abrazos.
[Traduccin de E. Ters].

56

Las flores se humanizan tanto, que rivalizan en debates, tema que ser motivo de la literatura de
debate rabe. Al-Ramādī da como vencedora a la rosa:
El mirto, la azucena, el jazmn lozano
y el alhel tienen gran mrito
y con l se enseorea el jardn.
Pero el mrito de la rosa
es an mayor.
Acaso es el mirto otra cosa que aroma
que se extingue arrojado al fuego?
La rosa, aun marchita, deja en el agua
perfume que perdura tras de ella.
El mal de la azucena es muy comn:
tras un instante baja a la tumba.
El jazmn es humilde en sus orgenes,
pero su aroma es solemne y orgulloso.
El carcter del alhel est trastornado,
es como un ladrn,
se despierta tras la oracin de la noche.
La rosa es la seora de los jardines,
aunque es sierva de la rosa de las mejillas. 57
Otro tema especfico del modernismo tiene como objeto el vino y constituye el gnero llamado
jamriyya , que traducimos libremente como bquicas. En este tipo de poemas se describe el vino
con sus diversas caractersticas y su recipiente, como hace Al-U

bī (m. 870), tal vez en el primer poema bquico de al-Andalus:

56

E. Ters, Ibn Faraŷ, op. cit. supra , p. 145.

57

Ibn al-Kattānī, Tabīhāt , nm. 80.


71

Literatura hispanorabe

Vino claro como los ojos de un polluelo, recin nacido,


que ha visto la luz entre tinajas!
Vers en su mezcla burbujas, como si alguien
hubiese diseminado perlas sueltas;
las copas en la noche, que es sombra,
parecen estrellas que girasen en nuestras manos. 58
La presencia del copero en la fiesta bquica combina los poemas del vino con los del amor. Ya
hemos visto alguna muestra. Y como todo puede suceder en un jardn, los tres gneros se combinan
en piezas de gran maestra, como en este ejemplo de Ibn Abd Rabbih:
Ella sostiene el vino en la palma de su mano;
mano de rosa que lleva agua rosada...
cuando ves el porrn que, al verter el vino,
se inclina ante el vaso, rezando y prosternndose sin purificarse...
sobre jazmines de plata y narcisos que parecen
discos de oro en tallos de crislito.
[Traduccin de E. Garca Gmez].

59

Otro gnero temtico de los modernistas es la poesa cinegtica, las

aradiyyat , o cazadoras, que describen una escena de caza, podramos decir deportiva, con todas las
artes que la civilizacin rabe haba incorporado a este ejercicio, especialmente en el adiestramiento
de diversos animales como auxiliares, perros, guepardos y aves de presa. El gnero est tambin
tempranamente representado en al-Andalus. Abbās ibn Firnās (m. 887) describe la
caza de un conejo con un perro:
Me levant a la amanecida, cuando la noche se apelotona de tinieblas
y la aurora se esconde en los pliegues de su manto negro.
Fui con el de las orejas colgantes, adiestrado y ya conocedor;
el que parece tener su boca mellada,
el que es esbelto cuando se estira, bello cuando se encoge,
58

Ibn al-Kattānī, Ibidem , nm. 15.

59

E. Garca Gmez, El libro de las banderas , op. cit. supra , p. 191.


72

Literatura hispanorabe

como la letra rabe lām ;


nos sorprendi un conejo detrs de un arbusto
y el perro salt sobre l como sacre vigoroso;
cuando iba uno detrs de otro,
no haba entre ellos sino la distancia de un paso;
sus giros son tan rpidos que no lo imaginaras:
es como si se curvase con la flexibilidad de un clamo. 60
La poesa modernista canta los placeres de la vida: el amor, el vino, la caza, el sentimiento grato de
la naturaleza y precisamente por ello tiene un genero que se conoce como asctico - zuhdiyyāt
- que se dedica a lamentar la brevedad de estos placeres. Su maestro oriental es Abū-l-A

ahiya (m. 828). En al-Andalus fue tambin seguido tempranamente. Ibn Abd Rabbih dice, por
ejemplo, al estilo de Segismundo:
Acaso no es el mundo como los sueos de un durmiente
y lo mejor de la vida es que no dura?
Tienes esperanzas, porque ayer te dio placeres,
pero luego te los quita. No eres como el que suea?
La muerte es lo mismo para el que est presente como para el ausente
y para el ignorante como para el sabio. 61
Las zuhdiyyāt influyen en la renovacin de los trenos o poemas funerarios que ya existan
en la poca pre-islmica, de la misma forma que los gazal generan un gnero de caractersticas
obscenas que se llama muŷūn . Y es que el modernismo es un nuevo lenguaje potico,
desborda los rgidos moldes de los temas genricos. As, por ejemplo, merecera ser considerado como
uno de estos gneros el tema de la descripcin de los astros, recurrente en la poesa modernista con
una identidad propia. As, por ejemplo, dice al-Mu

afī, poeta y ministro de al-

60

Ibn al-Kattānī, Tabīhāt , op. cit. supra , nm. 381.

61

Ibn al-Kattānī, Ibidem , nm. 604.


73

Literatura hispanorabe

akam II:
Me dijeron que describiese a las plyades con una comparacin
y dije: es como un zarcillo cuyos engarces son de mbar.
El cielo de su centro, verde, es una esmeralda
y las estrellas, piedras preciosas. 62
La flexibilidad del lenguaje modernista es tal, que arrebata a la casida el madī

o panegrico. A finales del siglo X se pone de moda entre los poetas de la corte de Almanzor utilizar
nawriyyat o poemas florales como panegrico, forma potica que Blachre considera le grand art
del fin de una poca 63 y que cultiva uno de los poetas favoritos de Almanzor,

āid de Bagdad, un singular personaje que volver a salir en estas pginas. Pero no slo l.
Abū Marwān al-

azīrī, tambin poeta de la corte amir de Almanzor y de su hijo al-Mu

affar, hace este tipo de poemas:


En el centro del saln se encuentra un piln de agua verdosa
en el que las tortugas no dejan de emitir sonidos.
El agua surge por entre las mandbulas de un len cuya boca
solamente podra resultar ms horrible si hablara.
Es de mbar negro y en torno a su cuello
puede contemplarse un bello collar de perlas.
El jazmn, entretanto, mira desde su trono, cual si se tratara de un rey,
al que un sbito resplandor de luz hubiese hecho bajar la cabeza.
Y narcisos, alheles, violetas y rosas, dejando exhalar su perfume,

62

Ibn al-Kattānī, Ibidem , nm. 8.


63

Blachre, Un pionner de la culture arabe orientale en Espagne au xme sicle: Grafa

āid de Bagdad, Hesperis , 10 (1930), pp. 15-36.


74

Literatura hispanorabe

miran lnguidamente, y de alegra apenas pueden contener


el deseo de hablarte, pese a no tener lengua.
A tu lado tienes azucenas que hacen brotar de s mismas
la luminosidad de la primavera, tal es la belleza que irradian.
Todas ellas, en su abundante diversidad, te recuerdan
las banderas victoriosas tremolando el da del combate.
En este saln, sin duda, un rey, cuyas riquezas son incontables,
ha reunido para su gente todas las alegras.
Y gracias a l, Occidente ha alcanzado tal poder
que el propio Oriente siente envidia por su causa.
[Traduccin de J. M. Continente].

64

64

J. M. Continente, Abū Marwān al-Ŷazīrī, poeta


amiri, Al-Andalus , 34 (1969), pp. 131-132.
75

Literatura hispanorabe

El neo-clasicismo
La poesa modernista no hizo desaparecer la casida sino que le insufl nuevas formas que la
permitieron sobrevivir. El largo poema pre-islmico haba sobrevivido inclume en la corte omeya al
servicio de los califas, perdiendo, a lo ms, algunos arcasmos. Los poetas cortesanos, ante el embate
del modernismo, sumergieron el viejo cuadro potico en los coloristas moldes de la nueva poesa y
as surgi la casida neoclsica. Conservaba su estructura monorrima y los ms solemnes metros de
antao -tampoco el modernismo haba roto con ninguna de las dos estructuras- e incluso la estructura
tripartita, aunque sus temas haban evolucionado mucho: el nasīb , o prlogo elegiacoamoroso, quedaba reducido a muy pocos versos alusivos a una amada ausente; el ra

īl mantena su tono de descripcin minuciosa, pero ya no hablaba del camello sino de las
batallas u otras obras gloriosas de los califas; el madī

se desmesuraba en elogios hiperblicos. Y todo ello con el nuevo lenguaje potico del modernismo,
lleno de imgenes y con un tendencia acusada al conceptismo.
Los grandes poetas neo-clsicos del siglo IX, creadores de la escuela, son Abū
Tammām (m. 845) y al-Bu

turī (m. 897), ambos al servicio de los califas abbases de Bagdad, cantores de sus batallas y de
sus palacios. El neoclasicismo llega tambin a al-Andalus y los poetas de Crdoba, que se han dejado
tentar por el modernismo, utilizan la casida neoclsica como poetas palaciegos. Abbās ibn
Firnās (m. 845), al que hemos visto como modernista, es ya neoclsico en la descripcin del
ejrcito musulmn en marcha en la batalla del Guadalete:
El ejrcito, lanzando gritos discordes, avanza compacto,
tragando los campos, engrosado por las tribus, en orden cerrado.
Cuando en l brillan las espadas, semejan relmpagos
que aparecen y se esconden entre nubes.
Las banderas en alto, al flamear,
parecen bajeles en un mar donde no es posible navegar a remo...
[Traduccin de E. Ters].
65

65

E. Ters, Mumin ibn Saīd Al-Andalus , 25 (1960), 455-467.


76

Literatura hispanorabe

De la misma forma, Mumīn Ibn Saīd (m. 880), famoso por sus stiras,

66

es

neoclsico cuando describe un palacio campestre o almunia del emir Mu

ammad I (852-886):
Son unos salones que agradan a quien los ve, con su belleza nica:
sus arcos se asemejan a cejas de doncellas;
sus columnas tienen, unas, la superficie de las perlas,
y otras, la belleza de la superficie de esmeraldas;
vestidas de brocado, es su finura como el tacto
del tejido antiguo y espeso de Hiām;
en otras columnas se mezcla el blanco con el rojo,
como las brasas con su color ardiente;
sus bases estn, unas sobre el mrmol,
y otras, sobre pulido pavimento.
Qu umbrosos pabellones! Sus cimeras casi alcanzan
las estrellas con las manos;
en cada zafariche que parece un pozo rebosante,
hay un estanque de lluvia. 67
El neoclasicismo domina ya completamente la poesa cortesana de los andaluses en el siglo X.
As, Ibn Hānī al-Andalus (m. 970), el primer poeta que exporta al-Andalus, pues se
convierte en poeta oficial de los fatimes, enemigos de los omeyas de al-Andalus, describe as la flota
de los califas sies de El Cairo:
Los navos enarbolados, que han partido durante la noche,
son auxiliados por innumerables fuerzas, soldados y armas;
llevan baldaquinos que se parecen a los que llevan a las jvenes
semejantes a gacelas, pero ellos llevan leones;
el rey bizantino se aterr al verlos surgir,
con las banderas y estandartes desplegados;

66
67

E. Ters, Abbās ibn Firnās, op. cit. supra , pp. 243-44.

M. J. Rubiera Mata, La arquitectura , op. cit. supra , p. 178.


77

Literatura hispanorabe

los estandartes se destacaban sobre los barcos,


que eran como edificios, aunque su base no fuese slida;
si no fuera por su movimiento, se les tomara
por montaas majestuosas, ya que tienen cimas y picos;
son aves, pero aves rapaces, que no tienen otra presa
que la vida de los hombres. 68
En el mismo estilo satiriza a los omeyas de Crdoba:
Los Omeyas no han conocido las cargas de la caballera,
ni han llevado lanzas puntiagudas;
no han desenvainado sables de filo temible,
pues se vuelven en sus manos plomo;
la sangre de sus lorigas no es de batalla,
sino porque son esclavas menstruantes. 69
Para desmentir esto, estaban los panegiristas neoclsicos de los omeyas como Ibn

udayl de Crdoba (m. 998) que describe al ejrcito cordobs en marcha con un squito de aves
carroeras en espera de la presa del enemigo:
Es tan compacto que las aves no ven, a su alrededor,
lugar donde posarse o calmar su sed;
aquellas que no pusieron su nido en las acacias,
pasan la noche, fatigadas, entre los erguidos corceles;
aquellas cuyo sustento est en la muerte,
se ciernen como nubes apelotonadas
y cuando el sol de la maana cae de pleno, son como una sombra
sobre las figuras de los jinetes de negros turbantes;
cuando hay una fisura en su plumaje,
penetra un rayo de sol, breve, como un chispazo;

68

Ibn Hānī, editado por M. Talaoui, Un pote chiite d'occident au vme/xme

sicle : Ibn Hānī al-Andalousi , Tnez, 1976, pp. 163-164.


69

Ibn Hānī, Ibidem , p. 298.


78

Literatura hispanorabe

al salir de sus nidos, es como si arrebatasen


el arcano del ejrcito antes de la batalla;
ambos se dan mutuo servicio: las aves reciben la carne de su alimento,
los soldados reciben la sombra a la hora del bochorno. 70
En este siglo X vive el mayor poeta de los rabes, al-Mutanabbī de Cufa (m. 965), 71 autor
de la poesa ms conceptista y sonora del neoclasicismo rabe. Los poetas andaluses contemporneos
suyos intentan imitarle e incluso a Ibn Hānī se le llama el Mutanabb andalus, pero
todava no parece influido por el estilo del poeta de Cufa.
Es Ibn Darrāŷ al-Qa

allī, poeta oficial de Almanzor, el verdadero Mutanabb de al-Andalus, a veces superior al


maestro, segn el editor de su Dīwān , Ma

mūd Makki. Como ejemplo, incluimos una de sus casidas, obra ya de vejez, cuando cada
Crdoba, hall efmero refugio en Valencia, gobernada por dos fatas eunucos, Mubārak y Mu

affar, a los que, sin ningn rebozo, dedica sus sonoros versos, sin tener en cuenta, como el poeta de
Cufa, la distancia entre el homenaje y los homenajeados.
El poema se inicia con un nasīb donde la amada se transfigura en espectro etreo de una
mujer que no se ve, sino que se adivina, como luz de astro o reflejo de joya. Es el nasīb
estilizado por el lenguaje modernista y por la concepcin corts del amor.
Te ilumino yo o enciendes t la luz en la noche
para el que desea ser tu husped o tu vecino?
Es tu aroma o es el perfume de los pebeteros
que has hecho arder con madera de incienso y loe?
Es tu sonrisa deslumbrante o es la luz del relmpago,

70

Ibn al-Kattānī, Tabīhāt , nm. 450.


71

E. Garca Gmez, Mutanabbi. El mayor poeta de los rabes, Cinco poetas musulmanes ,

Madrid, 1944, pp. 17-65.


79

Literatura hispanorabe

al que mi llamada impulsa a ser generoso con tu morada?


Es la ajorca que te quitas o es la luna que sale?
Es el sol o es tu brazalete que brilla?
Es el borde de la aurora o es tu frente sin velo?
Te ha prestado el alba su luz
o t se la has prestado a ella?
T acoges a la noche, cuando la claridad ha derrotado,
a sus escuadrones, y a la aurora, cuando te pide asilo.
La aurora tiene su orto entre tus zarcillos,
all donde la negra noche ha extendido su velo;
sus tinieblas no desaparecen con el da,
y el da no desaparece con las tinieblas.
Son estrellas de las Plyades tus manos, cuando las unges?
Tiene un bello poder que captura a los corazones fugitivos.
Eres reina, pero no Bilqīs, cuya historia conoces,
ni tampoco Zenobia, que no te supera.
En las primeras estrellas de Gminis contemplo,
en la mitad de la noche, el ardor de tu amor o imagino tu morada.
El lenguaje es modernista con toda una serie de comparaciones astrales y la original estructura de la
interrogacin. Las alusiones histricas a Bilqīs, la reina de Saba, y a Zenobia, reina de Palmira,
son muy neoclsicas, pues los poetas de este estilo hacen continuas alusiones al pasado mtico de
los rabes, de la misma forma que los poetas del renacimiento citan a los personajes de la mitologa
grecolatina.
Tras la descripcin de la mujer astro, Ibn Darrā ŷ inicia el ra

īl , donde singularmente no es el poeta el que viaja, sino el espectro de la amada, en un viaje
por un desierto conceptual:
Tu espectro vino de noche, excit mi pasin
y aument mi amor por ti.
Mi propia respiracin me inquieta
o es el viento el que trae mi inquietud?
Cuntos mares y desiertos has cruzado hacia m,
80

Literatura hispanorabe

que casi me ha hecho olvidar tu amorosa llegada!


Ha sido la escritura de los libros de ciencia la que te ha trado
a m o la esfera giratoria la que te hizo girar hacia m?
Cmo has podido ocultar tu rostro en la noche oscura,
apagando la luminosidad que es tu distintivo?
Cmo te has empeado en viajar sin palanquines
sin una pequea litera, sin usar los animales de viaje?
Aunque el pastor del vado te diese su camella preada,
que no brama en el abrevadero, contestando al relincho de los caballos
que estn en el aprisco de tu caravana;
los viajeros no te quitaron ojo, precavidos de unos ojos
que no duermen, por tu cuidado.
Ests satisfecha de la noche con ropaje de viajero?
El sol no aparece,
si no toma luz de ti.
Y termina con el madī

, el elogio plenamente hiperblico, de los seores de Valencia, Mubārak y Mu

affar, clientes de los amires, la familia de Almanzor:


Mi visita a palacios encalados me ha vedado recibirte;
a mi alrededor rugen leones y la constelacin de Leo
musita que debo abstenerme de tu visita;
mi tierra son los torrentes de los caballos de Mu

affar,
mi noche son las estrellas del cielo de Mubārak,
donde he encontrado la seguridad que gritaba mi deseo:
Ven a estas dos fuentes, que dan la mejor agua;
Ven a estos dos mares, en los que la generosidad agita las olas
y que no hacen desesperar a tu espera;
ven a estos dos nobles corceles, que llegan a la meta

81

Literatura hispanorabe

que t habas elegido;


saluda a estos dos rboles frondosos, cuya generosidad
te sirve de sombra y te acerca al fruto apetecido;
albricias porque has dado en el blanco de tus deseos
y has recibido lo mejor que da la humanidad!
Estn asociados, pero cuando entran en liza con sus pares
luchan en solitario.
Ambos escuchan tus peticiones, cuando el tiempo aleve
te hace prisionero. Oh gua de la buena direccin!;
desenvainan espadas que se inflaman de compasin por tu desquite,
hasta que logran vengarte.
Felicidades, oh mansin del califato,
pues son dos lunas que brillan,
elevando tu alminar!
Hacia ti se dirige una caballera de potros enjutos e hirsutos,
que te ofrecen fuerte ayuda en tu victoria;
son los primeros en la batalla, como si sus relinchos
contestaran, bajo los golpes, a tu grito de guerra.
Han probado con Almanzor la victoria y la fuerza,
y te hacen probar el da de la prueba, lo que has elegido;
el da de las lanzas se afilian a los amires
y tu vida, oh enemigo!, no durar... 72
Parece que la poesa rabe de al-Andalus ha llegado a la cima de su perfeccin tcnica y de su
belleza formal. Pero en realidad la poesa de finales del califato no es sino la portada dorada que
conduce a la mejor poesa andalus.

72

Ibn Darrāŷ, Dīwān , pp. 84-86.


82

Literatura hispanorabe

IV. La poesa rabe clsica: el esplendor (Siglo XI)

83

Literatura hispanorabe

Crdoba
La poesa rabe de tipo clsico haba llegado en al-Andalus a las mximas cotas respecto al modelo
oriental a finales del siglo X. Su pulso no iba a decaer durante los dos siglos siguientes, tal vez por la ley
de los grandes nmeros. La cada del califato omeya y la guerra civil produjeron la descentralizacin
de la cultura, que se extendi a todos los lugares de al-Andalus. Hasta entonces la poesa rabe
era una manifestacin cortesana: era en Crdoba o a lo ms en otras ciudades de la Btica, como
Sevilla, donde se encontraban los cenculos en que un poeta se haca, en las clases de poesa que se
impartan en la mezquita, en los salones, en las tertulias, desde el momento en que la poesa rabe es
especialmente erudicin. Los sabios, los fillogos, los literatos, los poetas de Crdoba emigraron de la
ciudad destruida por los bereberes y llevaron sus conocimientos exquisitos a los ms perdidos lugares
de la Pennsula donde hallaron refugio. Como consecuencia hubo ms poetas y ms posibilidades de
que entre ellos hubiese buenos poetas. La poesa segua siendo un fenmeno cortesano, pero ahora
haba muchas cortes.
Hubo muchos poetas en rabe durante los siglos XI y XII: excelentes, medianos y malos. Y
excelentes historiadores, antlogos y crticos. Casi sabemos todo lo que se escribi y adems ha sido
muy bien estudiado en nuestros das. 73 Dada la extensin de estas pginas tendremos que silenciar
muchos nombres y mencionar slo aquellos que, desde nuestro punto de vista, representan las cimas
ms importantes.
La primera generacin de poetas de estos siglos de oro es an cordobesa y su ncleo mas importante
est formado por el grupo que denominamos los nostlgicos del califato. Es una generacin que
forma parte de una clase social muy determinada: la aristocracia de la sangre y de la administracin,
de la espada y del clamo, para usar una definicin que usaran los propios rabes. Son los hijos de
los grandes funcionarios del califato omeya, nacidos o criados en las ciudades de Medinazahara o
Madīnat az-Zāhira que recibieron una educacin esmeradsima, que escriban el rabe
ms depurado, que esperaban un futuro cmodo en la corte y que de repente, cuando eran muy jvenes,
vieron derrumbarse su mundo. Algunos se inventaron otros mundos, otros sucumbieron con el pasado,
pero todos sintieron nostalgia, poltica y cultural, por el mundo de su infancia: quisieron restaurar el
califato omeya, odiaron a la plebe y a los reyes de taifas, se refugiaron en la escritura y sobrevivieron
como pudieron. Casi todos escribieron poesa y algunos fueron extraordinarios poetas.

73

Nos referimos al excelente libro, an muy vlido, de Henri Prs ya citado.


84

Literatura hispanorabe

En este grupo, no incluimos a los poetas de la corte de Almanzor aunque siguiesen componiendo
como Ibn Darrāŷ al-Qa

allī,

āid de Bagdad o Ubāda ibn Mā al-Samā

74

, supervivientes del

desastre cordobs, peregrinos por las cortes de taifas, poetas hasta su muerte, sino al grupo formado
por Ibn uhayd (992-1035), Ibn

azm (994-1063), Ibn

ayyān (987-1067), Ibn Zaydūn (1003-1070), Ibn Burd el joven y otras figuras
secundarias.
Como poetas destacan Ibn uhayd e Ibn Zaydūn, aunque la poesa intelectualizada de Ibn

azm no deja de ser interesante y requerira un estudio que posiblemente no se ha hecho porque los
otros aspectos de su figura han eclipsado esta faceta.
Ibn uhayd es un extraordinario poeta y segn sus propias teoras, por talento natural y no por
erudicin, aunque su poco bagaje erudito no fuese sino una de las puestas en escena del personaje
que l mismo se cre, como hara Lord Byron, con el que tiene ciertos paralelismos y no slo porque
adoptase un talante cnico y libertino. Como poeta cultiva los gneros modernistas porque son los
que reflejan su forma de vivir, con una evidente actividad bisexual y bquica, tal vez exagerada para
pater le bourgois . Un ejemplo podra ser uno de sus poemas en los que mezcla, con extraordinaria
habilidad, los gneros modernistas:
La lluvia, insomne en el jardn,
cay mientras las flores dorman;

74

W. Hoernerbach, El andalus Ubāda ibn Mā al-Samā; su poesa clsica

en las antologas de Ibn Bassām e Ibn al-Kattānī, Andaluca Islmica , 4-5


(1980), pp. 69-105.
85

Literatura hispanorabe

al despertarse eran como las bellas


que nadan entre las olas;
dueas a las que no importaba
mostrar brazos y mejillas;
doncellitas que se quejaban ruborosas
y se escondan entre sus clices;
haba rosas que eran como mejillas ruborizadas
por la mirada del atrevido;
amapolas que se quejaban
de su rostro abofeteado;
ramas de rboles que parecan bailar
una danza lujuriosa e incitante;
todos revivan con la lluvia
y rean mientras el cielo estaba taciturno;
todas las flores tenan collares de perlas
fundidas por mano de artfice;
rean unas, llorando lgrimas de roco,
otras lloraban, sonriendo;
unas hermosas doncellas corrieron hacia ellas
aquella maana, tambin sonriendo;
rean fatuamente y se encontraron
sonrisas con sonrisas;
rean cuando brill un relmpago
y yo vi los dos tipos de relmpago.
Tras la descripcin de la tormenta primaveral con las flores mujeres y las mujeres en flor, una raw

iyya , humanizada exquisitamente, esboza un fragmento ertico cinegtico:


Se erguan y se encorvaban las cinturas
de aquellas gacelitas sedientas;
miraban con embeleso y pronto, el jacinto
se quej de ser ciego a las palomas;
intent cazarlas con un grupo de jvenes

86

Literatura hispanorabe

aguerridos en una guerra pacfica


y entre ellos yo pareca Laqit
cuando iba al frente del pueblo de Darim.
Tras esta alusin a las batallas de los rabes pre-islmicos que desmiente su autopretendida falta
de erudicin, Ibn uhayd inicia una escena bquica, pues las vctimas de la cacera resultan ser las
jarras de vino:
Las jarras de vino cayeron y fueron degolladas
como si fueran gacelas heridas
que manasen sangre de sus hocicos;
el aura del cfiro sopl en el aire
y las ramas se besaron,
mientras nosotros parecamos demonios
y las copas las piedras que nos lanzaban.
Nuestra borrachera era tan grande
que nos empebamos en hacer lo prohibido;
arrojamos al suelo nuestros bonetes
y arrastramos los cabos de nuestros turbantes;
cantaban las cantoras y les contestaban
los gaidos de las gacelas;
nos levantamos dando palmas
y danzando con las cabezas.
Como si no fuese suficiente la bella descripcin de la orga, hace su aparicin un efebo adolescente
y afeminado:
Cant un joven, de los pajes reales,
vstago de los reyes sudarbigos;
se quejaba suavemente del peso de sus zarcillos
y protestaba por la carga de sus amuletos,
no senta vergenza de que las jvenes le besasen
los labios y las mejillas;
ni de que le ofreciesen los frutos de sus pechos,
ni de que le apretasen a sus ceidores

87

Literatura hispanorabe

fingiendo ignorar el deseo despertado


faque conocan perfectamente.
Yo le segu hasta la puerta de su casa,
porque hay que seguir a la pieza hasta alcanzarla,
le at con mis riendas
y fue dcil a mi bocado.
Fui a beber a los pozos del deseo
y pas por encima de la vileza del pecado... 75
Ibn uhayd sufre una hemiplejia a los cuarenta y dos aos que convierte su vida en un infierno.
Entonces compone algunos de los versos ms intensos de la poesa hispano-rabe, como su famosa
despedida a Ibn

azm de Crdoba:
Cuando veo que la vida me vuelve la espalda
y que la muerte inexorable me alcanza,
slo aspiro a vivir escondido all, en el lugar ms alto,
donde sopla el viento, en la cumbre de la montaa,
alimentndome, lo que reste de vida, de granos cados,
solitario, bebiendo agua de las grietas de las peas.
Amigos mos, se prueba el sabor de la muerte una vez,
mas yo la he probado cincuenta veces!
Siento ahora, a punto de partir,
como si no hubiera obtenido de la vida
sino un instante tan fugaz como el resplandor de un relmpago.
Qu te voy a decir sobre m, a ti, Ibn

azm,
amigo en mis cuitas y desventuras?
La paz sea contigo! Yo me voy.
Este saludo te bastar como vitico del amigo que se va;

75

Ibn uhayd, Dīwān , Pellat, pp. 160-153.


88

Literatura hispanorabe

no olvides rezar por m cuando me hayas perdido


y recordar mis hechos y virtudes.
Conmueve, cada vez que me menciones,
cuando me entierren, a los jvenes nobles!
Quiz mi cuerpo en la tumba escuche algo de ello,
al ser repetido o cantado por el paseante nocturno;
ser un alivio para m que me recuerden despus de muerto;
no me lo neguis como el capricho de un agonizante.
Espero que Dios perdone mis pecados pasados
ya que l conoce cmo realmente soy. 76
Muri en la primavera del ao 1035.
Ibn Zaydūn (1003-1070) tiene unas caractersticas semejantes a la de su contemporneo
Ibn uhayd, del que slo le separa una vida ms larga, pero igualmente intensa. Es el creador,
en al-Andalus, de un tipo de elega que si tiene precedentes en el nasīb , recreada en el
neoclasicismo por al-Bu

turī, por ejemplo, inicia una sobriedad serena en el verso, sin trminos conceptistas, con
figuras retricas sencillas, como en una depuracin del modernismo. El tema de las elegas son
los amores y los lugares perdidos, la juventud que se aleja. Es famosa su elega a la princesa
Wallāda, con la que tuvo unos turbulentos amores, en el marco de las ruinas de Medinazahara,
poema extraordinariamente traducido por Emilio Garca Gmez:
Desde al-Zahara con ansia te recuerdo.
Qu claro el horizonte!
Qu serena nos ofrece
la tierra su semblante!
La brisa con el alba se desmaya:
parece que, apiadada de mis cuitas
y llena de ternura, languidece.
Los arriates floridos nos sonren
con el agua de plata, que semeja
76

Ibn uhayd, Ibidem , pp. 110-112.


89

Literatura hispanorabe

desprendido collar de la garganta... 77


Pero no es la nica de sus elegas, como no fue Wallāda su nico amor. Es muy interesante
la que a continuacin traducimos porque adems utiliza un poema estrfico, rompiendo la rima nica
de la casida, en estrofas de cinco versos, es decir lo que llama la retrica rabe un tajmīs
. Escribi el poema en la crcel, adonde le haban conducido intrigas palaciegas y sus amores con
Wallāda. Poco despus huira a Sevilla:
Aspiro, del cfiro, su aura perfumada
que me recuerda, del amor, el deseo;
brilla un instante el fulgor de un relmpago
y brotan, a su conjuro, las lgrimas.
Puede, quien am con locura, no romper en llanto?
Amigos mos! Excusada est mi impaciencia;
si paciente pudiera ser, por mi buen natural sera;
si es desgracia lo que hoy nos depara la suerte,
bebamos hoy y maana nos preocuparemos.
No es prodigio sino cualidad del alma noble.
Las noches son arqueros que saetean desgracias;
los mensajeros del destino me engaan,
mis das paso con mentidas ilusiones
y llego a la noche, con la lentitud de las estrellas.
El astro ms lento es aquel que, de noche, vela.
Oh Crdoba la bella! No eres t mi ansia?
No est mi corazn gritando por tu lejana?
Volvern alguna vez tus afamadas noches?
La belleza era tu rostro, el placer, tu odo,
toda la dulzura del mundo, tu morada.
No es asombroso que pueda vivir lejos de ti?
Como si pudiera olvidar el aroma de tus calles,

77

E. Garca Gmez, rabe en endecaslabos , Madrid, 1976, p. 55.


90

Literatura hispanorabe

como si no estuviese separado de tus linderos,


como si no fuese mi cuerpo criatura de tu polvo,
como si me rodeasen los muros de mis lares.
Tus das son claros, tus noches serenas,
tu tierra es aurora, tus ramas de vino,
tu suelo ropaje, tu cielo un desnudo,
tu aroma arrayn y sosiego del alma;
tu sombra acogedora colma los deseos.
Acaso olvidaste el tiempo de ocio en las Cuestas,
la vida regalada en la Ru

āfa
mis estancias en la Ŷafariyya.
Qu lugares para el alma, jardn y agua,
qu lugares para la juvenil locura!
Cuntas fiestas y tertulias en el Barranco,
junto a los arriates donde miraban los narcisos;
valle con aura, lugar de deseos y ansias,
an nublado, se soleaba por el resplandor del vino
que apareca refulgente en la copa!
Nos reunimos en la Fuente del panal, all empezamos,
volvimos luego y an fue mejor;
all llevaron a la novia del placer, hur de esbelto talle,
dulce sonrisa, mejilla de rosa,
de manos alheadas con el vino.
Cuntas veces cruzamos el Puente,
al palacio del Cristiano, entre colinas blancas!
Pasbamos a la playa en la orilla del ro,
donde juguetean los vientos y esparcen los perfumes
de las flores que all crecen entre caas cimbreantes!

91

Literatura hispanorabe

Qu hermosos das que se fueron


en el aljibe de la noria o en el palacio de Nā

,
mientras el viento soplaba en los arroyos,
rizando la superficie del agua en las acequias,
y el sol haca brillar su lanza enrojecida!
Qu amable Azahara, la de la bella vista,
con su aura suave como suspiro, de diamantina pureza!
Basta un atisbo de su belleza para admirarla,
jardn del Edn, ro del Paraso,
con slo mirarla la vida se alarga.
Son lugares donde lloro el amor perdido,
ms tierno y fresco que la rosa de jardn;
all nos vestimos el ropaje nuevo y bordado del amor;
fuimos para el placer ejrcito poderoso,
nuestro aliado era el perdn, nuestro enemigo el viga;
la temprana primavera los visti con brocado
all llegaron vientos suaves y hmedos,
sus hijos nacieron dulces de carcter.
Todava nosotros, maana y tarde,
mandamos saludos a aquellos lugares.
Oh amigos mos, a dnde hemos llegado!
No hay principio al que el fin no siga.
Miro cmo contentar a la suerte,
pero la fortuna es adversa y la miseria llega,
dicen que acaba, pero el odio sigue.
Me fui porque la libertad era oprimida;

92

Literatura hispanorabe

intent consolarme cuando estaba triste,


pero sigui desesperado mi corazn,
pues un pas donde soy despreciado, es despreciable
y no estoy dispuesto a envilecerme.
Los enemigos no lograrn borrarme con la crcel,
pues he visto al sol oculto entre las nubes.
No soy sino sable oculto en su vaina,
len en su cueva, sacre en su nido
o almizcle en su saquillo.
Mi vida se hundi, por diversos devaneos,
al ir hacia vuestros nobles pechos,
de plata, perlas y oro;
rivaliza la luna con las estrellas,
sabiendo que ella es ms bella y brillante.
Estoy triste, sin alegra: el vino se avinagra;
no puedo tocar las cuerdas aunque suenen dulcemente,
no dejo de suspirar, aunque me censuren,
no encuentro otro consuelo, lejos de vosotros,
que la llegada de vuestras noticias espordicas.
Recibid mi alabanza por los das que pasaron dulcemente,
cuando me alegr con vosotros en un mundo bello y frvolo,
que est libre de reproches y aburrimiento.
Continuad siendo mis protectores,
para que las vias de los deseos crezcan libremente! 78
Las elegas de Ibn Zaydūn crearn escuela y volveremos a ver poemas de este tipo que
cantan desde la lejana al amor y la patria perdida.

78

Ibn Zaydūn, Dīwān , pp. 24-25.


93

Literatura hispanorabe

Sevilla
Tras la cada del califato, Sevilla se convierte en un reino independiente, en una taifa, bajo la
soberana de una aristocrtica y rica familia de provincias: los Banū Abbād. Ya el
primero de estos prncipes sevillanos, Abū-l-Qāsim Mu

ammad ibn Abbād (1023-1043), muestra las caractersticas que van a acompaar a todos
los soberanos de su estirpe: inteligencia, falta de escrpulos, ambicin, valor, orgullo y sensibilidad
esttica. Con este bagaje consiguieron ampliar los lmites de su taifa al Algarve, Huelva, Algeciras,
Ronda, Crdoba, parte de Jan y Murcia. Su extremada sensibilidad esttica, refinada por una gran
cultura, les hizo rodearse de belleza, ya se encontrara en un rostro femenino, en un objeto precioso, en
un palacio o en un poema. Por ello, y esto es lo que nos interesa aqu, Sevilla fue la capital potica del
al-Andalus en la poca de las taifas hasta tal punto que la cada de los Banū Abbād,
destronados por los almorvides, genera un tpico literario: el odio a Sevilla,

79

motivado por el

recuerdo, irrepetible con la dinasta norteafricana, de que una buena casida no slo reciba un alto
pago crematstico sino que poda salvar la vida, al aplacar la ira de los colricos y estetas soberanos
de Sevilla.
La primera poca de la poesa en Sevilla es todava una continuacin de los gustos de los
ltimos aos del califato: los poetas cultivan las nawriyyāt -panegricos que fueron reunidos
en una antologa por el literato sevillano Abū-l-Walīd Ismāīl-ibn
Āmir (1023-1069), que era conocido como habīb (amigo, amado).
La poesa sevillana toma un mayor grado de exquisitez en busca de la ms perfecta belleza formal
en el reino de Abbād ibn Mu

ammad, que lleva el ttulo real de Al-Muta

id, el ms inteligente, cruel y esteta de los reyes sevillanos, poeta ocasional l mismo y amante de la
poesa, de forma que intenta conseguir que sus ministros sean poetas o que los poetas sean ministros,

79

E. Garca Gmez, Un eclipse de la poesa en Sevilla: la poca almorvide, Al-Andalus , 10

(1945), pp. 285-343.


94

Literatura hispanorabe

logro perfecto que alcanza al tener como ministro a Ibn Zaydūn, huido de Crdoba. Pero
seguramente ya es el mejor poeta de su corte su hijo, el prncipe Mu

ammad ibn Abbād, que logra aplacar la clera paterna con una casida, cuando pierde, por
desidia, la efmeramente conquistada plaza de Mlaga. 80
El prncipe, desde muy joven, es poeta, y como dice Emilio Garca Gmez, personifica la poesa
en tres sentidos: compuso admirables versos; su vida fue pura poesa en accin; protegi a todos los
poetas de Espaa, cuando Sicilia y Kairaun fueron, respectivamente, invadidas por los normandos
y las tribus beduinas . 81 En Silves, donde su padre le hizo gobernador a los doce aos, conoce a la
esclava Rumaykiyya, a la que har su esposa favorita y a la que dedicar versos bellsimos, porque Mu

ammad ibn Abbād, que reinar con el nombre de al-Mutamid, es especialmente un poeta del
amor. Recordemos por ejemplo el acrstico en el que cada verso comienza con las letras del nombre
que Rumaykiyya tomar como esposa real: Itimād:
Invisible tu persona a mis ojos, est presente en mi corazn.
Te envo mi adis, con la fuerza de la pasin, con lgrimas de pena, con insomnio.
Indomable soy, t me dominas y encuentras la tarea fcil.
Mi deseo es estar contigo siempre. Ojal pudieras concederme ese deseo!
Asegrame que el juramento que nos une no se romper con la lejana.
Dentro de los pliegues de ese poema, escond tu dulce nombre, Itimād. 82
Tambin en Silves, el prncipe Mu

ammad conoce a Ibn Ammār (1031-1086), nacido en una aldea de esta poblacin lusitana,
con el que le unir una amistad equvoca y apasionada. El rey al-Muta

82

80

M. J. Rubiera Mata, Al-Mu tamid ibn Abb ād. Poesas , Madrid, 1987 (2. ed.).

81

E. Garca Gmez, Poemas arabigoandaluces , Madrid, 1940, p. 33.

M. J. Rubiera Mata, Al-Mu tamid , op. cit. supra , pp. 78-79.


95

Literatura hispanorabe

id destierra a Ibn Ammār por considerarle una influencia perniciosa para su hijo y este hecho
nos permite comprobar la calidad potica de Ibn Ammār, tan excelente poeta como poltico.
Desde Zaragoza se dirige a al-Muta

id para intentar lograr que le levantase el destierro, con una casida elegaca, al estilo de Ibn
Zaydūn, pero con una solemnidad de treno:
No es sino por m, por quien zurean tristemente las palomas,
no es sino por m, por quien lloran las nubes;
no es sino por m, por quien el trueno ha lanzado su grito vengador
y por quien el relmpago ha hecho vibrar su filo cortante;
no es sino por m, por quien las brillantes estrellas se han vestido
de duelo, y por quien han marchado en cortejo fnebre;
no es sino por m, por quien el huracn ha rasgado sus vestiduras
y gime con los gaidos de las tiernas gacelas;
Acogedme!, si habis logrado tranquilizar a los que
engolfados en el cfiro, muestran tras l, su clera;
negros y adustos rostros, a los que no distraen
ms que unos labios sonrientes,
me ocultaron de la amenaza de la muerte, muerte sobre postes
en los que imagino que estn clavadas cabezas,
y me metieron en las tinieblas, en las que creo que tienen
un aprisco entre las estrellas ocultas;
Mal haya de unos caballos que me alejaron de la tierra
de la grandeza y de las obras generosas!
Tras el fnebre comienzo, el poema se endulza con el nostlgico recuerdo de los das pasados en
Silves:
Acaso Silves no ha llorado por el que sufre
y Sevilla no ha suspirado por un arrepentido?
La lluvia cubri el manto de nuestra juventud
en un pas donde los jvenes rompan los amuletos de la infancia.
Al recordar el tiempo de mi juventud, es como si se encendiese
el fuego del amor en el pecho.
96

Literatura hispanorabe

Aquellas noches en que no haca caso de la sensatez del consejo


y segua los errores de los alocados;
conden al insomnio a los prpados somnolientos
y recog el tormento de las tiernas ramas.
Cuntas noches pasamos en el Azud, entre los meandros del ro,
que se deslizaba con la sinuosidad de una serpiente!
Escogimos el jardn como vecino y nos visitaba con sus regalos
que traan las manos de las suaves brisas;
nos enviaba su aliento y se lo devolvamos an ms perfumado,
y con ms suave brisa;
la brisa, en su ir y venir, pareca una chismosa,
que llevase y trajese maledicencia;
el sol nos daba de beber.
Quin ha visto el sol en mitad de la negra noche, sino nosotros?
Pasbamos la noche sin que el delator apareciese,
como si estuviramos escondidos en el pecho de un hombre discreto.
Aquello era vida y no lo que sufro hoy,
recorriendo las pobladas fronteras que parecen desiertos,
en compaa de gentes cuyo carcter no ha sido educado
por el contacto con el literato, ni con la familiaridad del sabio;
forajidos que vagan por el desierto y visten pieles de serpiente;
compartimos una mesa, donde las flores son las espadas
y las vainas son sus clices. 83
En realidad su estancia en Zaragoza no tena tintes tan trgicos, la corte de Ibn Hūd haba
bellos efebos a los que poda dedicar sus gazales, gnero en el que alcanz gran maestra, siempre
con carcter homoertico. A pesar de la belleza de la casida, no produjo el efecto buscado, tal vez por
la alusin a la alegre vida que llevaba con el prncipe Mu

ammad en Silves y que tambin ste recordara aos ms tarde en un poema dirigido precisamente
a Ibn Ammār:

83

Ibn Bassām, Dajira , 3, pp. 272-274.


97

Literatura hispanorabe

Saluda a esos lugares mos en Silves, Abū Bakr,


y pregntales si su aoranza es como la ma!
Saluda al Alczar de las Barandas
de parte de un joven que siempre lo ansiara!
Morada de leones y de blancas doncellas.
Qu espesuras y qu gabinetes!
Cuantas noches pas all, en su grato refugio,
entre pinges nalgas y estrechas cinturas!
Mujeres blancas y morenas que atravesaban mi alma,
como las albas espadas y las oscuras lanzas.
Cuntas noches pas all, en el remanso del ro,
en amoroso juego con la del brazalete curvo como meandro!
Se quitaba la tnica del tierno talle
y era como un capullo que se encenda en flor;
la noche pasaba escancindome de su mirada,
o de su copa o de su boca;
taa las cuerdas de su lad, y era como si oyese
los tendones de los cuellos al ser cortados. 84
La diferencia entre el tono de la poesa de los dos amigos se encuentra seguramente en que Ibn
Ammar es un poeta profesional, obligado a hacer poesa, e Ibn Abbād lo hace por puro placer.
La muerte de al-Muta

id (1069) convierte en rey de Sevilla al prncipe Mu

ammad, ya con el nombre de al-Mutamid, el cual hace volver inmediatamente a Ibn Ammār a
la ciudad y ambos gobiernan, uno como rey, otro como ministro, mientras gozan de los ms refinados
placeres que les ofrece esta mtica Sevilla oncena y hacen poesa. Pero no son los nicos poetas de
la corte, pues adems de los sevillanos, llegan a la ciudad poetas no solamente por el mecenazgo real
sino por el exquisito ambiente cultural.

84

M. J. Rubiera Mata, Al-Mu tamid , op. cit. supra , pp. 24-25.


98

Literatura hispanorabe

En Sevilla aparece con gran fuerza la que podramos llamar tercera generacin potica de las taifas,
poetas nacidos en la mitad del siglo en los ms diversos lugares de al-Andalus y que representan la
culminacin potica de las provincias, la culturizacin literaria de al-Andalus, fuera de la Btica.
Uno de estos poetas es Ibn Wa

būn de Murcia (1039-1090), que representa de nuevo el neoclasicismo ms puro. As


lo muestra en la casida en la que describe el palacio de al-Mutamid conocido como AlZāhī, conceptista e hiperblica:
Su techo arroja olas del mar,
que son alcores y colinas;
quien tiene inteligencia se asusta,
pues le parece que el mar es de fluyente aire;
no faltan cometas que no corran,
ni sol que no ilumine, ni media luna;
el bello atrio tiene un techo de luz
cuyas formas parecen sortijas;
su decoracin es como un bordado
en el que aparecen figuras imaginarias
y no te parece sino que el aire es un jardn
y que el techo es, de la misma forma, un espejismo;
compruebas que el fuego es una columna
y que su esencia es el agua;
te parece que su solidez fluye
y que su humedad arde;
cada figura est viva y, al mismo tiempo, inerte.
Se distingue belleza y coquetera;
tiene accin, pero no tiene movimiento,
se puede comprender, pero no dice palabra;
un maravilloso elefante vierte agua como una espada
y no se queja jams de tedio;
es como si estuviese enfadado con los otros animales
y no levantase su testuz ante su vista;

99

Literatura hispanorabe

magnnimo, ha legado al patio los arrayanes


que otrora plantaron los hombres. 85
Ibn Wa

būn fue uno de los pocos personajes de la corte que os lamentar la muerte de
Ibn Ammār. Porque la amistad de al-Mutamid e Ibn Ammār haba terminado
trgicamente. El poeta lusitano, convertido en gobernador de Murcia, se haba ensoberbecido y
atacado al rey de Valencia, el nieto de Almanzor, Abd al-Azīz. Al-Mutamid, desde Sevilla,
haba escrito una irnica casida contra Ibn Ammār, rindose de sus orgenes humildes con
unos irnicos versos en los que elogiaba a los antepasados de forma solemne:
Los ms poderosos seores y soberanos,
los coronados en tiempos antiguos...
Para continuar con una descripcin de

annabūs de Ibn Ammār, donde describe un imaginario palacio:

annabūs les llora con lgrimas


que son como las rompientes olas;
y el alto alczar cuyos balcones brillaban
entre el verdor de los rboles, llora;
no re con l el sol, sino que creeras
que vierte agua de oro en sus fachadas;
lloran las cantoras, cuyos lades responden
en los patios, al trinar de los pjaros.
Oh sol de aquel palacio! Cmo se deshicieron de ti
los golpes del destino?
An no tenas naciones, cuando fuertes varones
cruzaban por tus altos muros;
Cuntos leones te guardaban

85

Ibn Bassām, Dajira , 3, pp. 508-511.


100

Literatura hispanorabe

y defendan con lanzas y espadas!


Cuntas gentes de hermosa faz, en el combate,
cubran sus blancos rostros con un ropaje de negra pez!
Cuntos valientes se sumergan en un torbellino
buscando enemigos en el ardor del fuego!
Cuando los Banū Ammār crecan en gloria,
abreviaban las vidas de los enemigos! 86
Ibn Ammār comprende la irona de la casida y responde con una cruelsima stira en que
se burla a su vez de los Banū Abbād, de su feudo originario en Yawmīn, lugar
cerca de Tocina, en Sevilla, de los amados esposa e hijos de al-Mutamid:
Saluda a la tribu que en Occidente ha hecho arrodillar
a los camellos y ha logrado la belleza!
Haz alto en Yawmīn, capital del mundo,
y duerme, tal vez la veas como en un sueo!
Podrs pedir a sus habitantes ceniza,
pero no vers en ella el fuego encendido.
Elegiste, de entre las hijas de los viles
a Rumaykiyya, que no vale un adarme;
trajo al mundo sinvergenzas de bajo origen
tanto por la va paterna como la materna;
son cortos de estatura,
pero sus cuernos son largos.
Y acusa a al-Mutamid de sodoma, haciendo, de nuevo, alusin a la poca dorada de su juventud
en Silves:
Recuerdas los das de nuestra juventud
cuando brillabas como luna creciente?
Te abrazaba la cintura tierna,
beba de la boca agua clara.
Yo me contentaba con lo permitido,

86

M. J. Rubiera Mata, Al-Mu tamid , pp. 34-35.


101

Literatura hispanorabe

pero t queras aquello que no lo es.


Expondr aquello que ocultas:
Oh gloria de la caballera!
Defendiste las aldeas,
pero violaste a las personas. 87
El poema hizo mucho dao a al-Mutamid, que decidi vengarse, aunque Ibn Ammār
estaba entonces lejos de su alcance. Pero tras una serie de acontecimientos, la prdida de Murcia por
Ibn Ammār, su regreso a Zaragoza, sus nuevas conspiraciones, al-Mutamid logr apoderarse
de su persona y encarcelarle en palacio. Estuvo a punto de perdonarle, pero en un ataque de ira, tan
caracterstico de su familia, le mat de un hachazo.
Eran tiempos difciles. Alfonso VI, con quien se dice que Ibn Ammār se jug la suerte de
Sevilla en una partida de ajedrez, haba decidido conquistar Toledo, como antigua capital de Hispania,
en su intento de crear, tal vez, un Sacro Imperio Hispnico. Y lo consigui en el ao 1085. Entonces
al-Mutamid llam en auxilio de los reinos de taifas a los almorvides, los sub-saharianos, con todo
el fundamentalismo islmico que les daba su condicin de nefitos de esta religin. Los almorvides
frustraron los planes de Alfonso VI, no consiguieron reconquistar Toledo y destronaron a la fuerza
a los reyes de taifas.
La conquista almorvide de Sevilla fue dursima, como si se tratase de una ciudad cristiana. AlMutamid y su familia fueron hechos prisioneros y llevados al norte de frica. Su partida en barco
en Sevilla motiv una de las ms bellas elegas andaluses, obra de uno de estos poetas de la tercera
generacin, Ibn al-Labbāna de Denia, poema extraordinariamente traducido en endecaslabos
por Emilio Garca Gmez:
Jams olvidar la amanecida
junto al Guadalquivir, cuando las naves
estaban como muertos en sus fosas.
La gente se apretaba en las riberas
mirando aquellas perlas que flotaban
sobre los blancos lechos de espuma,
descuidadas las vrgenes, los velos

87

M. J. Rubiera Mata, Ibidem , pp. 29 y 36.


102

Literatura hispanorabe

destapaban los rostros, que, cruelmente,


ms que los mantos, el dolor rasgaba.
Cuando lleg el momento. Qu tumulto
de adioses! Qu clamor el que a porfa
las doncellas lanzaban y galanes!
Partieron con sollozos los bajeles,
como la caravana perezosa,
que arrea con su canto el camellero.
Ay, cunto llanto se llevaba el agua!
Ay, cuntos corazones se iban rotos
en aquellas galeras insensibles! 88
Al-Mutamid en su destierro de Agmāt, junto a Marraquesh, compone sus ltimos poemas.
No son exactamente elegas: son cantos desesperados del prisionero que lo tuvo todo y tal vez los
ms sinceros de la poesa hispanorabe. l mismo escribe sus propios trenos y epitafio. As dice en
su propio planto:
Extranjero y cautivo en tierra de africanos,
llorarn por l el estrado y el mimbar;
llorarn por l las espadas cortantes y las lanzas,
y derramarn lgrimas abundantes;
llorarn por l el roco y el aroma, sus palacios,
al-Zāhi y al-Zāhir, que antes le buscaban y ahora le ignoran;
cuando se diga: en Agmāt ha muerto su generosidad
y no se puede esperar que vuelva hasta la Resurreccin.
Pas el tiempo, y con l, aquel reino amable,
lleg el hoy, que es huidizo.
Fue un dictamen del malvado destino, pero
ha sido alguna vez justo con los justos?
El tiempo fue injusto con los Banu Māl-Samā,
los hijos de la lluvia del cielo, que fueron humillados. 89

88

E. Garca Gmez, rabe en endecaslabos , op. cit. supra , pp. 78-79.

89

M. J. Rubiera Mata, Al-Mu tamid , pp. 106-107.


103

Literatura hispanorabe

Los poetas de la corte de Sevilla se desperdigaron. Para algunos era su segundo destierro, como para
Ibn Hamdīs de Siracusa (1055-1132), que haba perdido su patria a manos de los normandos
y haba encontrado una nueva en Sevilla. Se exiliar de nuevo a Buga, a la corte de los hammades,
donde describir una fuente de los leones, tema recurrente en la poesa y el arte hispano-rabe:
Valientes leones habitan la guarida de los jefes
y susurran el agua como rugidos.
Es como si el oro cubriese sus cuerpos
y el cristal se deslizase por sus bocas,
leones cuyo descanso es inquietud,
como si algo se agitase en su interior.
Ya he mencionado su arrojo: estn sentados
sobre sus cuerpos traseros para atacar.
El sol muestra su color como si fuese fuego
y como si sus lenguas diesen lametones de luz.
Es como si hubiesen desenvainado las espadas
de los arroyos que se derriten sin fuego. 90
Tambin Ibn al-Labbāna ha de buscar una nueva patria de nuevo, despus de haber
encontrado refugio tras la prdida de su patria originaria, Denia, conquistada por los hudes de
Zaragoza, una de las pocas taifas, con Toledo, donde la poesa fue episdica. Pero antes es el nico
poeta de la corte sevillana que acude a visitar a al-Mutamid en su destierro de Agmāt y le recita
poemas escritos an en su honor. Ibn al-Labbāna, este personaje menudo y orgulloso, haba
encontrado en al-Mutamid el seor al que servir con sus versos y tras su cada sabe que se encontrar
en la situacin del buen vasallo si hubiese buen seor. Tras la muerte de al-Mutamid y su paso rpido
por Buga, se refugia en la taifa de Mallorca, que no ha sido an conquistada por los almorvides.
Su seor, el eunuco Mubaar, tal vez no se asemeja a al Mutamid, pero s a los soberanos de su
infancia deniense, tambin antiguos esclavos de raza europea. All compone los versos de su madurez,
poblados de aves enamoradas como siempre y con una secreta vena de poesa tradicional, como el
resto de su poesa.
As, Mallorca tendr los adornos de las aves:

90

M. J. Rubiera Mata, La arquitectura , op. cit. supra , p. 94.


104

Literatura hispanorabe

Es un pas al que la paloma ha prestado su collar


y al que el pavo real ha vestido con sus plumas.
Sus ros son de vino, y los patios de sus casas, las copas.
Y cantar una fiesta de primavera que posiblemente sea una reminiscencia pagana, conservada an
en la Mallorca islmica, de las fiestas femeninas o mayas:
Si an tuviese el vigor de mis aos mozos,
no dejara pasar la fiesta del Nayrūz, sin beber de amanecida.
Es un da suave y potico,
cuya blancura se extiende ya por los alcores y los valles;
es un da en el que juegan las muchachas
y se contonean como las ramas bajo el soplo de la brisa;
cuando se sientan, parecen colinas sobre tierra hmeda,
cuando caminan, parecen antlopes en el aprisco;
tienen cuellos esbeltos, y sus vestidos, con ceidores,
arrastran largas colas;
son, a la vez, cultivadas y silvestres,
sus rostros son, a la vez, serios y alegres;
silenciosas, en su interior, hay una voz
que grita y habla por ellas;
cada una tiene un cumplido galn como servidor,
de rostro vergonzoso y corazn desvergonzado;
no tiene miedo a las heridas del combate,
pero las miradas hieren su rostro;
la espada es fuego, la loriga es agua,
entre los dos extremos, est el acuerdo.
Tambin compone panegricos, entre los que destaca uno en el que describe a la flota del soberano
en la baha de Mallorca. Naturalmente, las naves se asemejarn a aves:
Vuelan las hijas de la mar; sus plumas son
como las de las hijas del cuervo, pero son halcones.
Y tiene alguna imagen logradsima como:

105

Literatura hispanorabe

... agitan los remos hacia ti, como pestaas


de un ojo que parpadea ante el espa indiscreto. 91
Ibn al-Labbāna muere en Mallorca alrededor del ao 1114, cuando se dispona a partir en
busca de un nuevo al-Mutamid.
Pero el rey poeta era insustituible. Los poetas que quedaban en la ciudad decan odiarla en el odio
a Sevilla literario. As, Abū-l-Abbās A

mad ibn Abd Allāh, apodado el ciego de Tudela, famoso por sus moaxajas y criado en
Sevilla (m. 1126), dice:
Me aburr de Sevilla y ella se aburri de m.
Si ella me habl como yo la habl,
nos injuriamos mutuamente, por igual.
Mi alma me movi a abandonarla y a vagar errante,
porque el agua es ms pura en la nube que en el charco. 92

91

M. J. Rubiera Mata, El poeta Ibn al-Labbāna en Mallorca, BSLA , 39 (1983), pp.

503-510.
92

E. Garca Gmez, El libro de las banderas , op. cit. supra , p. 259.


106

Literatura hispanorabe

Levante
Los fātas o antiguos funcionarios califales, de origen europeo y servil, se hicieron dueos,
a la cada del califato, de las provincias de al-Andalus que se extendan a lo largo de la costa este de
la Pennsula, el arq al-Andalus, o Levante. Estas tierras, de clima suave y prspera agricultura, no
haban conocido anteriormente un gran desarrollo urbano, a excepcin de Murcia, y la culturizacin
producida por la llegada de las lites cordobesas fue muy sensible. Hubo, con un gran desarrollo
urbanstico, un despertar a la cultura rabe, hasta entonces fenmeno lejano de la Btica, tanto ms
cuanto los ms conspicuos intelectuales de la corte siguieron a los grandes fātas en su
aventura taifal.
As, los primeros nombres que suenan en tierras levantinas son los de los poetas cordobeses como

āid de Bagdad o Ibn Darrāŷ al-Qa

alli. Ya vimos cmo una de las ms perfectas casidas neoclsicas de este ltimo poeta haba sido
compuesta, en Valencia, en honor de los dos fātas que compartan el poder en esta ciudad.
La presencia cultural cordobesa contina en Valencia cuando se convierte en rey de la misma Abd
al-Azīz, nieto de Almanzor.
Algo muy parecido sucede en el vecino reino de Denia, donde su soberano, Muŷāhid,
cultsimo militar de origen seguramente sardo, aunque educado en Crdoba, acoge a importantes
intelectuales cordobeses. En esta taifa la poesa ser fruta madura, ya que Muŷāhid no es
proclive a los poetas y prefiere a los fillogos, ulemas y prosistas, porque, fillogo l mismo, cree que
los poetas no utilizan las palabras con propiedad. Ante la figura de Ibn Darrāŷ guarda
un respetuoso silencio, cuando el anciano poeta recita ante l una solemne casida en la que hace
referencia a Muyŷāhid como marino, ya que con sus naves conquist las islas Baleares
y Cerdea, y que comienza as:
Naves que son como esferas celestes y donde sus arqueros
son estrellas, armadas de punta en blanco.
Cruzas con ellas los abismos del mar,
y sus olas se fatigan por el peso abrumador.

107

Literatura hispanorabe

Pero cuando los poetas no tenan la categora de Ibn Darrāŷ, eran objeto de su
desprecio. Un da se le present Abū Alī Idrīs ibn al Yamānī
de Ibiza, isla famosa por sus sabinas, y le recit, mientras el emir se dedicaba a tirarse de unos pelillos
que tena en la mejilla ante el farragoso estilo del poeta balear, lo siguiente:
Cuntas noches he viajado, preocupado porque conmigo no iba la estrella de la buena suerte; iba
acompaado de un grupo de gentes altivas como leones del desierto o serpientes.
Vestan las negras tinieblas, cuando andaban por la noche; se velaban con el resplandor de la maana,
cuando caminaban por el da; caminan al occidente de cada tierra en su oriente, y el oriente de cada
tierra es occidente.
El alba est velada y la noche ha tendido su tienda; es como si las deslumbrantes estrellas fuesen un
grupo de gente entre los que se levanta la luna como un predicador en el plpito.
Es como si la luz de la aurora fuese la bandera de un jinete que siguiese un ejrcito de estrellas. Es
como si el rayo del sol fuese el rostro de Muŷāhid cuando ilumina con su resplandor
el atardecer.
Cuando termin el poema, Muŷāhid le arrebat el papel en el que estaba escrito, se
lo llev a la nariz, lo oli y tapndose la nariz con los dedos, dijo: Tu poema huele a sabina . 93
Su sucesor Alī ibn Muŷāhid (1045-1076), aunque no aparece como tal crtico
con los poetas, tampoco tiene una corte potica a su alrededor. Los poetas denienses como Ibn alLabbāna ya citados pertenecen a la tercera generacin taifal y la conquista de Denia por los
hudes de Zaragoza les lleva a exiliarse de su patria y hacer florecer su poesa en otras tierras. No es
solamente el caso de Ibn al-Labbāna: el filsofo, cientfico, mdico, botnico y musiclogo
Abū-l-

alt (1067-1134), nacido en Denia y emigrado a Sevilla, ser poeta en las lejanas tierras de Egipto y
Tnez.
Parecida situacin se da en Murcia, pues ya hemos visto el caso de Ibn Wa

93

M. J. Rubiera Mata, La taifa de Denia , Alicante, 1988 (2. ed.), pp. 132-134.
108

Literatura hispanorabe

būn, poeta en la corte de Al-Mutamid. Parece que hay que esperar al siglo XII para encontrar
muchos excelentes poetas en esta tierra.
La excepcin se encuentra ms al sur, en tierras levantinas de lo que hoy es Andaluca, en Almera,
pues cuando acceden al poder los Banū Sumādi

, un familia de origen rabe, tras el dominio de los fātas Jayrān y Zuhayr, en el ao


1041, alrededor del rey al-Muta

im, se produce una pequea corte potica. Curiosamente la mayor parte de los poetas, exceptuados
los prncipes de la familia real, son de origen granadino, huidos del ambiente poco favorable para la
literatura rabe que ofreca la corte de los bereberes zires de Granada, donde el nico poeta que haba
podido sobrevivir fue Abū Is

āq de Elvira, el alfaqu de corazn de esparto. 94 As, son poetas en Almera Ibn

addād de Guadix (m. 1087), enamorado de una doncella cristiana, 95 o al-

umaysir de Elvira, uno de los pocos poetas andaluses especializados en poemas de tipo asctico o
zuhdiyyāt , como muestra el siguiente poema:
El mundo es fugitivo y por eso dicen que es un espejismo;
todo lo que se construye acaba en desolacin y ruina;
el destino es avaro y siempre hay en l desasosiego;
quita lo que ha dado y lo que da es castigo;
el da del Juicio todos los hombres sern interrogados
y habrn de responder;
El Acirate estar levantado aquel da, en el que nada quedar oculto.

94

E. Garca Gmez, Abū Is Grafa āq de Elvira, en Cinco poetas musulmanes ,

op. cit. supra , pp. 97-140.


95

A. Ramn Guerrero, Ibn al- Grafa addād y otros poetas rabes de Guadix (S. XII) ,

Granada, 1982.
109

Literatura hispanorabe

Confa en Dios y evita todo lo que significa clculo! 96


Al-Muta

im, rey de Almera (m. 1091), es, como al-Mutamid, un rey poeta, aunque no tiene la brillantez del
sevillano, al que posiblemente envidi un tanto. Tiene algunas imgenes bellas como:
Miro las banderas palpitantes, movidas por las manos del viento;
ellas son nuestras mejores galas, y al verlas tremolar
parecen los corazones del enemigo el da de la batalla.
[Traduccin de S. Gibert].

97

Ms inters como poetas tienen sus hijos Rafīl-Dawla, Abū Ŷafar, Izz alDawla y Umm al-Kirām, esta ltima una mujer, de la que se conservan un par de versos, pero
tal vez sus poemas no hubiesen sido conocidos si no fuera por su condicin de prncipes.
Pero este arq al-Andalus o Levante se redime de no ser poticamente la Sevilla oncena con el
mejor poeta modernista de al-Andalus, Ibn JafāŶa de Alcira (1058-1139). La vida de
este poeta de la ribera del Jcar no tiene el dramatismo de las de Ibn Zaydūn, al-Mutamid o
Ibn Ammār. El acontecimiento ms importante de su vida fue su encuentro, yendo de viaje
con Ibn Wa

būn de Murcia, entre Almera y Lorca, con un destacamento de caballeros cristianos que
les atacaron y mataron al poeta murciano, pero Ibn Jafāŷa logr huir (1091). Rico
hacendado, no necesit ir en busca de mecenas de una corte en otra, ni en poca de los reyes de taifas,
ni de los almorvides, aunque hizo algunos viajes y escribi algunos panegricos. Es, pues, su poesa
y solamente su poesa lo que le hace atravesar los siglos hasta nosotros.
Se le ha llamado el poeta jardinero porque su poesa en este gnero potico alcanz la ms
extraordinaria calidad, pero en realidad su sentimiento de la naturaleza desborda el marco del jardn
y las flores, de forma que la poesa que describe, la naturaleza se llamar, en al-Andalus, de estilo
jafāŷyi , haciendo referencia a su apellido.

96

Ibn Bassām, Dajira , 2, p. 889.

97

S. Gibert, Poetas rabes de Almera (S. X-XIV) , Almera, 1987, p. 49.


110

Literatura hispanorabe

Es difcil analizar el secreto potico de Ibn Jafāŷa, especialmente cuando las muestras
de su poesa han de leerse en una traduccin que ha perdido la belleza de las figuras de lenguaje
utilizado por el poeta como sus delicadsimas aliteraciones. Desde las imgenes del pensamiento,
desde las comparaciones y todo tipo de metforas, podemos decir que realiza un encadenamiento
sutil, de forma que cada imagen lleva la connotacin de otras muchas. As, cuando nos describe un
jardn, vemos una sonrisa, un ejrcito en marcha, el vino en su copa de cristal y a un caballo alazn,
como en la siguiente raw

iyyat , que acaba con la aparicin de un bello joven:


Ven a beber con premura, ahora que el cfiro es lnguido
y la sombra se extiende como trmulo pabelln!;
las flores son ojos que lloran al despertarse
y el estanque es una sonrisa que brilla luminosa;
las acacias estn embriagadas y se cimbrean ebrias
mientras las palomas zurean en sus ramas;
en el horizonte, nube y relmpago
han dejado ensea y destacamento
y as, todas las ramas de la fronda exhalan aroma
y sofocan con su aliento a collados y torrentes;
el jardn agita graciosamente sus mantos,
como un borracho, al que el cfiro tambalea;
ahto de agua, el roco le ha plateado,
y al desaparecer la tarde ha dorado sus mejillas;
desde el velo de las nubes, unos ojos vigilan el jardn,
mientras la tarde languidece;
miran tiernamente a los que rondan, quejosos,
del trato del fuerte hacia el dbil;
el sol, con la frente plida, es suave
y, en el viento, hay un aleteo de brisa refrescante.
El vino es abatido y cae de bruces,
expulsando por su boca un aroma violento;
la copa es un caballo alazn que da vueltas,

111

Literatura hispanorabe

con un sudor en el que fluyen las burbujas;


corre con el vino y la copa, una luna
de rostro hermoso y sonrisa mielada;
armado de punta en blanco, en su cintura y en su mirada,
hay tambin armas y espadas penetrantes. 98
Como hemos dicho, Ibn Jafāŷa es algo ms que un especialista en raw

iyyāt . Un ejemplo podra ser el poema cinegtico que traducimos a continuacin y en el que
ha logrado reproducir todo el colorismo y dinamismo de una cacera:
Caza con toda clase de aves de rapia,
de ruidosas alas y rojas garras,
cuyos costados estn rodeados de un tejido rayado
y tienen los ojos alcoholados de oro;
se les da suelta, con todas las esperanzas
y vuelven con las garras y el pico teidos;
tambin estn los corredores, de gran hocico, ojos pequeos,
flexible talle, correas al cuello, y experimentados;
muestran dientes como puntas de lanzas,
mas cuando corren, son las propias lanzas cimbreantes;
siguen a la presa sobre las rocas, mientras la noche
les envuelve con su manto de color de la pez;
unos son negros, con ojos llameantes,
que parecen lanzar carbones encendidos;
otros llevan camisa rojiza en la que, la correa,
parece un cometa errante en una nube de polvo;
corren sobre la lnea de un camino borrado,
pero ellos leen la lnea de escritura;
su esbeltez ha doblado su espinazo, de tal manera que parecen
lunas menguantes entre el polvo que les oculta.
A veces la presa es un zorro de vientre blanco,

98

Ibn Jafāŷa, Dīwān , pp. 254-255.


112

Literatura hispanorabe

con finas orejas y pelaje gris;


corre con precaucin, encogiendo las patas,
se encoge y se dobla como un brazalete;
corre con astucia, dando regates,
y casi est a punto de escapar de las manos del destino,
pero, al darse la vuelta, el temor de la muerte
le impulsa como una pelota que devuelven
las manos del desierto;
otras veces es una ave ligera que pasa
y levanta el vuelo de otras aves;
corta de paso, parece caminar
como una joven que arrastra un manto;
con su pico teido parece que ha bebido
en una copa de vino. 99
La visin antropolgica de la naturaleza lleva a Ibn Jafāŷa a personificar una montaa
como interlocutor de una serie de pensamientos ascticos. As, sin dejar de ser el poeta de la naturaleza,
penetra en el gnero de las zuhdiyyāt de una forma originalsima, tanto como en el tema: la
poesa rabe medieval haba olvidado las montaas como tema potico:
Por mi vida! Era el veloz viento brego
quien pona alas a mis pies o era mi noble cabalgadura?
Apenas haba amanecido, como si fuera un astro,
cuando ya me deslizaba hacia el ocaso;
haba errado solo por los desiertos,
me haba encontrado con el rostro enmascarado de la muerte;
no llevaba otra compaa que la espada afilada,
ni haba tenido otra compaa que la giba de mi camello;
no haba tenido otro solaz que la fugaz sonrisa
que aparece en los labios del deseo en la faz de la ilusin;
mis palabras, en la noche, se me mostraban falsedades;
arrastraba las tinieblas de negros penachos

99

Ibn Jafāŷa, Ibidem , pp. 35-36.


113

Literatura hispanorabe

para abrazar las esperanzas de blancos pechos,


cuando, al desgarrar el escote rado de la noche,
surgi el brillo de una sonrisa sombra
y vi en el girn del alba, en la claridad tenue
donde una estrella encenda su fulgor,
un monte de alto y orgulloso penacho,
cuya cumbre rivalizaba con la altura del cielo
y detena a los vientos de todas las direcciones,
mientras oprima, con sus hombros, a los astros de la noche;
siempre joven a lo largo del tiempo,
a veces aparece con la cabeza cana de nieve;
las nubes que le envuelven parecen turbantes negros
y el resplandor de los relmpagos, penachos rojos;
hincado de pie, en medio de la tierra desierta,
parece pasarse la noche meditando.
Yo le hablaba a gritos y permaneca mudo,
pero aquella noche me cont maravillas:
Cuntas veces he sido refugio de criminales
y asilo de ermitaos y penitentes!
Cuntas veces han llegado, al anochecer, viajeros
y han dormido a mi amparo, jinetes y cabalgaduras,
mientras mis espaldas eran azotadas por los vientos
y mis flancos eran golpeados por el verde mar!
Cuntos soles y lunas he visto pasar
y cuntas miradas de las estrellas se han posado en m.
Todos han sido barridos por la mano de la muerte
o han sido alejados por el viento de la adversidad!
El latido de mis bosques no es sino temblor de un pecho
y el zureo de sus palomas, el planto de las plaideras;
el olvido no ha secado mis lgrimas,
an lloro el alejamiento de mis amigos.
Hasta cundo seguir despidindome
de un viajero tras otro?

114

Literatura hispanorabe

Hasta cundo seguir vigilando las estrellas


que aparecen y desaparecen continuamente?
Ten piedad de m, Seor! Es la plegaria de un suplicante que
extiende sus manos hacia ti?
As me hizo or en su prdica todas sus experiencias
que haba traducido al lenguaje de los que han sido probados;
me consol, al hacerme llorar,
me alegr, al hacerme sufrir.
Fue el mejor compaero de mis noches de viaje.
Me desped de l y le dije adis:
unos estn condenados a permanecer, otros a partir. 100
La poesa de al-Andalus haba alcanzado su cumbre con esta montaa. Ya no volver a subir a estas
alturas. Ibn al-Zaqqāq de Valencia (m. 1134), sobrino y discpulo de Ibn Jafāŷa,
tal vez por su prematura muerte slo reproduce de su to la belleza formal como en el poema:
Cruc por los arriates de amapolas.
jugando andaba el cfiro, y la lluvia
con su fusta de azogue flagelaba
las florecillas de color de vino.
Qu delito fue el suyo? Que robaron
el lindo carmes de las mejillas.
[Traduccin de E. Garca Gmez].

101

100

Ibn Jafāŷa, Ibidem , pp. 215-217.

101

E. Garca Gmez, Ibn al-Zaqqāq. Poesas , Madrid, 1956 y ss., nm. 21.
115

Literatura hispanorabe

Badajoz
Si en las tierras de al-Andalus que reciban primero el sol floreci la poesa, no fue menos en las
tierras del occidente donde se ocultaba, pero tal vez, en un paralelismo con el fenmeno astral, esta
poesa no va a ser tan luminosa.
Si el Levante fue conocido por arq al-Andalus, el occidente lleva tambin el nombre geogrfico
correspondiente: Garb al-Andalus, u oeste de al-Andalus, nombre que perdura an hoy en el sur de
Portugal, en el Algarve.
En esta zona sudoccidental, los poetas estuvieron bajo la influencia estelar de Sevilla, pues los
pequeos reinos del Algarve fueron incorporados a esta taifa por al-Muta

id. As, el mejor de sus poetas en esta poca fue Ibn Ammār de Silves. Pero las tierras centrales
de lo que es hoy Portugal y la Extremadura espaola formaron el reino de taifas de Badajoz, que
conserv su autonoma hasta la conquista de los almorvides con la dinasta de los Banu Af

as o aftases. Estos soberanos, de lejano origen bereber, se distinguieron de las otras dinastas de este
origen tnico ms o menos lejano como Granada y Toledo por gustar, cultivar y proteger la literatura.
La corte de Badajoz tuvo tambin un poeta modernista, Ibn

āra de Santarn (m. 1123), del que ya mencionamos un poema sobre la berenjena, pero su
poesa resulta muy artificiosa frente a la maestra de Ibn Jafāŷa. Por ejemplo, Ibn

āra describe as un naranjo:


Veo que el naranjo nos muestra sus frutos
que parecen lgrimas de rojo por los tormentos del amor.
Pelotas de cornalina en ramas de topacio,
en las manos del cfiro hay mazos para golpearlas.
Unas veces las besamos y otras las olemos, y as,
tan pronto son mejillas de doncellas como pomos de perfume.
[Traduccin de E. Garca Gmez].
102

102

E. Garca Gmez, El libro de las banderas , op. cit. supra , pp. 170-171.
116

Literatura hispanorabe

La descripcin del naranjo y su fruto en Ibn Jafāŷa, utilizando los mismo


procedimientos, es decir, metamorfoseando las naranjas en piedras preciosas, resulta superior, sin
trminos pedantescos:
Cmo se pavonea, orgulloso, cuando la lluvia
le regala joyas rojas y ropajes verdes!
La saliva de las nubes se ha derretido como plata
en sus ramas y se ha solidificado en oro puro. 103
Unos personajes curiosos, al menos por su apellido romance que significa vuelvo la cabeza, son
los hermanos Qab

urnu, Abū Bakr (m. 1126), Abū-l-

asan y Abū Mu

ammad, los dos ltimos muertos en fecha desconocida. Los tres eran poetas de tipo modernista y se
nos ha conservado un poema hecho por los tres al alimn.
Los tres hermanos haban estado bebiendo juntos hasta que el sueo les venci. Al amanecer, se
despert primero Abū Mu

ammad, que le dijo en verso a su hermano Abū Bakr:


Oh hermano mo, ha llegado la aurora a la que la noche
haba velado la luz y la belleza de su rostro!
Despierta y aprovecha la alegra de la maana,
pues no sabemos qu traer la nueva noche!
Despabilado, Abū Bakr recit al tercer hermano an durmiente, Abū-l-

asan:
Oh hermano mo! Levanta a ver la languidez del cfiro,

103

Ibn Jafāŷa, Dīwān , p. 69.


117

Literatura hispanorabe

la maana del jardn y el vino fresco!


No duermas y aprovecha la alegra del da,
pues ya tendrs un largo sueo bajo la tierra.
Despertose Abū-l-

asan y dijo:
Oh hermanos mos! Dejad los reproches
y bebamos el mejor vino de nuestra bodega!:
despreocupaos del transcurso de los das:
el da es de vino y la maana ocasin de beberlo! 104
El hedonismo de los Banū Qab

urnu no fue interrumpido por la cada de Badajoz en poder de los almorvides, mientras otro poeta,
Ibn Abdūn de vora (m. 1126), entonaba un lgubre treno por la cada de los reyes de taifas
en general y de los aftases en particular.
Este gnero, el treno - rita o martiya en rabe- ya tiene unas caractersticas propias en esta
poca, tanto desde el punto de vista formal con el uso de anforas que le asemejan a una letana, como
desde el punto de vista temtico con el leitmotiv del ubi sunt o dnde fueron los pueblos y grandes
hombres que vivieron en el pasado y luego desaparecieron. El treno de Ibn Abbūn ofrece
todas estas caractersticas, pero la enumeracin de personajes de la antigedad que desaparecieron
como lo haban hecho los reyes de taifas le convierte en una especie de enciclopedia erudita en verso.
El mejor elogio fnebre de la poca dorada de los reinos de taifas lo realiz otro contemporneo de
Ibn Abdūn y originario de las tierras del occidente de al-Andalus: Ibn Bassām de
Santarn, al escribir una antologa crtica de la literatura que se haba producido en el siglo de oro
de al-Andalus: el siglo de las taifas.

104

Ibn Bassām, Dajīra , p. 733.


118

Literatura hispanorabe

V. La poesa rabe clsica en al-Andalus III: el dorado


crepsculo (Siglos XII-XIII)

119

Literatura hispanorabe

La voz femenina
El exilio de la poesa termin con la llegada a al-Andalus de unos nuevos invasores norteafricanos:
los almohades. Aunque bereberes y reformistas religiosos como los almorvides, no rechazan las
formas culturales rabes con posibles rasgos de laicidad como la poesa. Los ms hiperblicos
madī

neoclsicos acompaan a estos nuevos califas y en las provincias de al-Andalus vuelven a surgir cortes
literarias. Un caso muy significativo es Granada, silenciosa poticamente durante la poca taifal y
almorvide, que ve aparecer en el siglo XII excelentes poetas alrededor de su gobernador almohade
como al-Kutandī, al-Ru

afī, etc., y lo ms sorprendente: mujeres poetas.


Durante los siglos anteriores haban aparecido algunos nombres femeninos en la nmina de
los poetas de al-Andalus como la mencionada Hassāna al-Tamīmiya, la princesa
Wallāda, amante de Ibn Zaydūn, la hija del rey al-Muta

im de Almera, etc.

105

, pero difcilmente podran considerarse realmente poetas, en primer lugar

por lo exiguo de las composiciones que con su nombre nos ha llegado, y, en segundo, porque estas
escasas muestras no ofrecen unas caractersticas destacables fuera de la rareza de haber sido escritas
por mujeres en una sociedad medieval y musulmana.
Pero en el siglo XII la situacin cambia: el nmero de las poetisas aumenta y, entre ellas, una ofrece
una extensa y excelente produccin potica:

af

a Bint al-

aŷŷ ar-Rakūniyya de Granada (1135-1191). Al ser de origen bereber, nos


inclinamos a pensar que la explicacin del desarrollo de la poesa escrita por mujeres y la aparicin

105

M. J. Rubiera Mata, Poesa femenina hispano-rabe , Madrid, 1990.


120

Literatura hispanorabe

de la Rakūniyya , en particular, pudiera ser debido a la tradicin cultural de esta etnia


norteafricana en la que el estatuto femenino parece gozar de una mayor autonoma, posiblemente por
una antiqusima tradicin matriarcal. As entre algunas tribus beduinas bereberes las jvenes podan
participar en las tertulias poticas de la tribu, hecho vedado en las tribus rabes.
El caso es que esta granadina de origen bereber goza de una muy amplia libertad de movimientos
en la sociedad de su tiempo hasta el punto de que la mayor parte de sus poesas estn dedicadas a su
amante Abū Ŷafar ibn Saīd y a la descripcin de las citas que tuvo con l. A
pesar de estos amores, habidos fuera del matrimonio, y de que su amante fue un manifiesto rebelde
andalus contra el poder almohade,

af

a fue nombrada preceptora de las hijas del califa en Marraquesh.


La poesa de la rakūniyya puede compararse en calidad a la de los poetas masculinos de
su poca y slo sabemos que es una mujer porque utiliza los tpicos de la descripcin de la belleza
femenina para s misma, lo que produce un efecto sorprendente. As, escribe a su amante Abū
Ŷafar el siguiente billete:
Un visitante llega a tu casa:
su cuello es de gacela,
luna creciente sobre la noche;
su mirada tiene el embrujo de Babilonia
y la saliva de su boca es mejor
que la de las hijas de la parra;
sus mejillas afrentan a las rosas
y sus dientes confunden a las perlas,
puede pasar, con tu permiso,
o ha de irse, por alguna circunstancia? 106

106

M. J. Rubiera Mata, Ibidem , p. 140.


121

Literatura hispanorabe

Abū Ŷafar ibn Saīd, que tambin era poeta, 107 perteneca a una familia de
aristcratas e intelectuales cuyo feudo era Alcal la Real y, como muchos de los nobles e intelectuales
andaluses, se opuso a la dominacin almohade, pero fue capturado y ejecutado. Al saber la muerte
que le esperaba, Abū Ŷafar le dijo a su primo que le visitaba en la prisin las siguientes
palabras que reflejan el mundo brillante y hedonista de estos poetas andaluses:
Se derraman por m esas lgrimas, que he gozado de todos los placeres de este mundo, que me he
alimentado con las pechugas de las aves, que he bebido de las copas de cristal, que he montado en los
mejores corceles, que he reposado en los ms mullidos lechos, que me he vestido con las ms finas
telas y brocados, que me he alumbrado con las velas de cera pura y que he gozado de los amores de
las ms bellas mujeres?
Una de las ms bellas de sus amantes,

af

a le guard luto y permaneci soltera hasta su muerte, dedicando a su memoria diversos poemas en
los que grita su ausencia irremediable:
Envo un saludo, que los clices de las flores abre
y hace zurear a las palomas en las ramas.
A quien ausente est, pero mora en mis entraas
aunque de verlo mis ojos estn privados.
No creis que vuestra ausencia me hace olvidaros,
eso por Dios, no suceder jams!
Preguntad al palpitante relmpago en noche serena
si me ha hecho recordar mis amores a medianoche;
pues ha vuelto a hacer palpitar mi corazn
y me ha dado la lluvia que cae por mis mejillas. 108
Aunque la mejor, no es

107
108

C. del Moral Molina, Un poeta granadino del siglo XII , Granada, 1987.

M. J. Rubiera Mata, Poesa , op. cit. supra , pp. 146-147.


122

Literatura hispanorabe

af

a la nica poetisa de su siglo. Tambin granadina, Nazhūn bint al-Qaala es famosa por sus
stiras en sentido opuesto de la virginal Qasmuna o de las hermanas de Ziyād de Guadix, a la
que los autores rabes atribuyen indistintamente los poemas que se han conservado bajo su apellido.
En uno de ellos, una de las dos hermanas expresa su pasin por una joven de su mismo sexo y nos
deja en la duda de si se trata de un tpico literario o de homoerotismo:
Las lgrimas revelan mis secretos en un ro
donde hay tantas seales de belleza;
es un ro que rodea jardines
y jardines que bordean el ro;
entre las gacelas hay una humana
que posee mi alma y tiene mi corazn.
sa es la razn que me impide dormir:
cuando suelta sus bucles sobre el rostro,
parece la luna en las tinieblas de la noche;
es como si a la aurora se le hubiese muerto un hermano
y la tristeza se hubiese vestido de luto. 109
Tras la poca almohade, la voz femenina enmudece como si al recuperar la identidad andalus en
el reino de Granada el velo del harn que se haba levantado como cortina de jaima bereber hubiese
de nuevo cado.

109

M. J. Rubiera Mata, Ibidem , p. 137.


123

Literatura hispanorabe

La poesa mstica
La poesa de amor humano haba servido a los msticos del Islam como a los de otras culturas para
usarla a lo divino, es decir, para poder expresar el inefable trnsito del alma hacia el amor de Dios
con las humanas palabras del amor terrenal.
El mayor mstico de al-Andalus, Ibn al-Arabī de Murcia (1165-1245), y uno de los mayores
del Islam, escritor prolfico donde los haya, utiliz la riqusima tradicin potica ertica rabe para
expresar el amor divino. Sorprendentemente, prefiri utilizar la antigua casida pre-islmica con su
nasīb elegaco ms que el lenguaje de los modernos. l mismo nos expresa el sentido esotrico
de su poesa:
Todo cuanto menciono: ruinas,
campamentos, estancias, todo.
As cuando digo ah! oh!
y ay! y, para resumir, ay tambin!
y cuando digo ella y l
o ellas y ellos, plural o dual,
tambin cuando escribo en mis versos
que el destino me ha llevado a la altura o a lo profundo,
y cuando digo que las nubes lloran
o que las flores sonren
y cuando clamo por los camelleros
que se fueron hacia el ban de Hajir
o por los camellos de Hima,
y hablo de lunas que se ponen en los gineceos
o soles o plantas que se elevan
y rayos, truenos o brisa,
vientos -el austral- o el cielo,
camino, torrente o dunas, montaas, ruinas o cenizas,
amigos, camellos o colinas,
arriates, boscajes o vedados,
o mujeres de pechos altivos y turgentes,
que surgen como soles o estatuas,

124

Literatura hispanorabe

todo cuanto menciono de estas cosas,


o de algo parecido, hay que entenderlo
de los secretos y luces que aparecen
y se elevan, que el Dios del cielo ha trado
a mi corazn o al corazn de aquellos
que como yo se someten a las leyes de los sabios.
Una descripcin santa y elevada ensea
que mi verdad tiene un pasado,
por ello, aparta t el pensamiento de lo exterior
y busca el interior para aprender.
[Traduccin de Vicente Cantarino.

110

Las casidas de Ibn al-Arabī, como l mismo describe, parecen poesas de tipo clsico, hasta
tal grado que no pudieron ser imitadas por los poetas msticos de al-Andalus, a pesar de la proliferacin
de esta tendencia en el reino de Granada. Posiblemente, desde el punto de vista literario tuvo mucha
mayor importancia el modelo de poesa mstica del egipcio Ibn al-Farīd (m. 1235), que utiliza
con gran maestra el lenguaje de los modernistas tanto con el lenguaje de los gazal como con el de
los poemas bquicos para expresar la embriaguez mstica como en su famosa jamriyya .
Es el lenguaje potico de Ibn al-Farīd el utilizado, por ejemplo, por el poeta granadino Ibn
al-Ŷayyāb (m. 1348) en la siguiente jamriyya mstica:
Srveme el vino puro, sin mezcla,
que es mi descanso y medicina;
si se vierte una sola gota en el vaso,
el cristal transparenta la ardiente claridad;
si lo bebe el pervertido,
le ofrece un enigma con un secreto oculto;
si lo bebe el iniciado,
le mostrar la verdad clara;
le dejar suspendidos los sentidos
de forma que no podr hacer viaje nocturno o diurno.
Se llena de una alegra como si le cantasen
110

V. Cantarino, Casidas de amor profano y mstico, Ibn Zaydun. Ibn Arabi , Mxico,
1977, pp. 100-101.
125

Literatura hispanorabe

y un aliento puro sopla sobre l,


a la sombra de una puerta, permanentemente cerrada;
cuando se aparta de l, un da,
queda un resto que le lleva con el camino.
Y si permanece en l la embriaguez perturbadora,
ser necesaria la paciencia en el campo de batalla de al-

allāŷ;
No le es posible explicar sus sensaciones y llega a rebasar
su capacidad de lenguaje, como si fuese tartamudo;
le ciega una luz brillante para ver la realidad
pero que le hace ver en la oscuridad;
desea subir con ella al centro de su origen,
pero es arrojado en un mar proceloso.
Si es ayudado con compasin y felicidad,
se salvar despus de un largo perodo de agitacin.
Y volver con mayor gracia a la bebida
que mezcla lo dulce con lo amargo. 111
La mayor aportacin potica de Ibn al-Arabī fue posiblemente el uso de la moaxaja en
temas msticos, donde no utiliza el lenguaje figurado sino que directamente habla del amor divino.
As, dice:
Arcanos de las esencias
que brillan sobre los seres,
para aquellos que los ven;
el enamorado, celoso
por aquello, en delirio,
se queja.
Y dice, mientras la pasin

111

M. J. Rubiera Mata, Ibn al-Ŷayyāb, el otro poeta de la Alhambra , Granada, 1982,

p. 46.
126

Literatura hispanorabe

le consume y la ausencia
le turba:
Cuando est presente la ausencia
no s, despus,
quin lo alter.
El siervo est loco de amor,
ya que el Uno nico
lo ha escogido.
En lo esotrico y en lo exotrico,
en lo arcano y en lo pblico,
en los dos mundos,
yo soy juez
y t, siervo de los dolos,
eres el avaro.
Todo es duro
para quien se queja
de la humillacin de lo velado.
Oh quin tiene corazn
y no lo hizo arder
en su juventud!
El Seor se hubiese acercado,
pero fue falso.
Arrepintete y proclama!: Oh misericordioso!
Oh po! Oh generoso!
Yo estoy triste,
la ausencia me agota.
No est el amado cerca,
ni se le ve.
Me aniquil por Dios
en lo que el ojo ve
del ser

127

Literatura hispanorabe

y en estado de gracia
grit: Dnde est el adnde
en la separacin?
Y contest: Oh negligente!
Nunca has visto la esencia en su ausencia.
Acaso no viste a Gaylān
o a Qays o a cualquiera
de los que fueron,
decir: El amor es poder,
si se instala en el hombre,
religin le aniquila. 112
En este camino de expresin potica, fue seguido Ibn al-Arabī por otros poetas msticos
como el granadino al-Sutārī (1212-1269), posiblemente por el carcter musical de la
moaxaja y el zjel que servira para ayudar a entrar en trance en las sesiones msticas, y de ah por
ejemplo la reiterada aparicin en los zjeles de al-utari de invitacin a girar, que parece hacer
alusin a la conocida danza mstica que an podemos ver actualmente en los derviches girvagos.
Seguramente por la misma causa, es decir, su utilidad como ayuda para entrar en trance, Ibn
al-Arabī compone mu aarat , poemas de diez versos como su nombre indica, que
tienen la peculiaridad de comenzar cada verso con la misma consonante con que termina, figura
potica conocida por epanadiplosis en la retrica clsica. Tras Ibn al-Arabī, una serie de
poetas andaluses del siglo XIII escriben este tipo de poemas, siempre con tema asctico mstico, y
dedicados a Mahoma, como Mu

amad ibn Faraŷ de Ceuta, Abū-l-Rabī Sulaymān ibn Salīm alKilāī de Valencia e Ibn Mura

112

Al-Maqqarī, Naf Grafa al-Tib , VII, p. 458.


128

Literatura hispanorabe

al de Mlaga y en el siglo XIV, el citado Ibn al-Ŷayyāb de Granada, que adems glosa
cada verso en un poema de estrofas de cinco versos. 113 El resultado es una poesa forzada y farragosa
pero que deba cumplir el fin para el que fue compuesta, tal vez usarse en las sesiones msticas,
ayudando a entrar en trance con sus aliteraciones.

113

M. J. Rubiera Mata, Las dcimas del profeta, Al-Qan Grafa ara , 1 (1980), pp. 55-64.
129

Literatura hispanorabe

Una poesa preciosista


Emilio Garca Gmez sealaba en su estudio sobre Ibn al-Zaqqāq que en un momento
de hasto de un sistema metafrico, todava vigente, suele suceder, en efecto, que las imgenes
desgastadas se lexicalicen, y sobre ellas, una vez lexicalizadas, erijan los poetas nuevas metforas
que podramos llamar de "segunda potencia" .

114

Es ahora la poca de la poesa de las metforas

de segunda potencia, de las asociaciones de imgenes ligadas en cadena, hasta el punto de que la
poesa rabe andalus se asemeja, en cierto modo, a la paraliteratura de las adivinanzas o los orculos,
necesitada de intrprete que descifre su lenguaje. El resultado es una poesa preciosista como un
paisaje pintado sobre seda.
As,

afwān ibn Idrīs de Murcia (1165-1202) dice describiendo a un efebo y en unos versos
en los que la comparacin ya lexicalizada del agua rizada como loriga y las naranjas de color rojizo
se combinan en el efecto descrito por Garca Gmez:
Gacela llena de coquetera,
que a veces nos agrada y a veces nos asusta;
arroja naranjas en una alberca
como el que mancha de sangre una cota de malla.
Es como si arrojase los corazones de sus amantes
en el abismo de un mar de lgrimas. 115
Poema que nos recuerda el de Garca Lorca:
A la mitad del camino
cort limones redondos
y los fue tirando al agua
hasta que la puso de oro.
De nuevo la imagen del ro enlorigado aparece en al-Ru

114
115

E. Garca Gmez, Ibn al-Zaqqaq , op. cit. supra , p. 18.

Al-Kutubī, Wafat al-wafayāt , I, p. 85.


130

Literatura hispanorabe

āfī, pero como la imagen de un guerrero dormido:


El ro, de murmuradoras orillas, te hara creer
por su limpidez que es una corriente de perlas.
A medioda lo cubren de sombra los grandes rboles,
dando un color de herrumbre a la superficie del agua.
Y as lo ves, azul, envuelto en su tnica de brocado,
como un guerrero con loriga tendido a la sombra de su bandera.
[Traduccin de E. Garca Gmez].

116

El mismo al-Ru

āfī transpone, dentro del mismo fenmeno potico de rizar el rizo de la poesa, el tema
de la belleza de los efebos a la descripcin de los artesanos y as dice en un poema sobre un carpintero
en el que invierte la metfora lexicalizada de la esbeltez de la cintura como rama:
Aprendi el oficio de carpintero y me dije:
Quiz lo aprendi del aserrar de sus ojos en los corazones
desgraciados los troncos que se apresta a cortar,
unas veces tallndolos y otras a golpes!
Ahora que son maderos, comienzan a coger el fruto de su delito,
de cuando, siendo ramas, se atrevieron a robar la esbeltez de su talle.
[Traduccin de E. Garca Gmez].

117

Los trgicos acontecimientos para al-Andalus que se produjeron en el siglo XIII, es decir, la
conquista cristiana de la mayor parte de al-Andalus, no afectan al preciosismo de la poesa. As,
Abū-l-Bacqā de Ronda (1204-1286), autor por otro lado de una famosa elega sobre
la prdida de al-Andalus, describe as a una muchacha en el bao:
Surge del bao secndose el rostro
del agua de rosas y azufaifas;
el agua se desliza por las trenzas de su cabello
como el roco por las alas de un cuervo.
116

E. Garca Gmez, El libro de las banderas , op. cit. supra , p. 252.

117

E. Garca Gmez, Ibidem .


131

Literatura hispanorabe

Es como el sol luminoso de la maana


que se asoma a nosotros a travs de las nubes. 118
De la misma forma, en la corte de Saīd ibn

akam de Menorca, minsculo reino mudjar o vasallo de Jaime I de Aragn, donde se forma
una pequea corte literaria de exiliados andaluses de la Pennsula, los poetas continan con este
preciosismo. En una ocasin el seor de la isla balear embarc en un navo con su secretario, Ibn
Yāmin de Alcira, poeta que hace honor a haber nacido en la patria de Ibn Jafāŷa
y que improvis los siguientes versos en honor de Saīd ibn

akam:
Oh t, con quien las flores y las luces de los deseos
han madurado y vencido al tiempo!
Menorca es la pupila en los ojos penetrantes del mar
y su luz eres t.
Impresionado por la belleza del poema, Saīd ibn

akam contesta a su secretario con estos versos en los que hace alusin a las ceremonias nupciales
musulmanas:
Estos dos versos son como dos muchachas,
conducidas a sus bodas, a la luz de las estrellas.
Me he convertido en esposo de dos soles
y no s por cul inclinarme.
La magnificencia de la entrega es tal que hace imposible pagar la dote,
ya que son hijas de la inteligencia.
E Ibn Yāmin le contest a su vez, siguiendo con las imgenes nupciales:
Oh rey! Ha cado el roco
y el pobre chaparrn se avergenza.

118

Ibn Al-Jatīb, I Grafa ā Grafa a , III, p. 371.


132

Literatura hispanorabe

He dado, de las hijas de mi inteligencia, dos vrgenes,


que han llegado, de noche, de improviso.
l les ha dado sus dotes, como si regase
con lluvia copiosa.
Les honr con su amistad como aguinaldo nupcial
y encontr el camino allanado.
Y termina con una bellsima imagen astral:
Y me dije: si surgen como estrellas,
los que las envidien caern como meteoritos;
son dos soles conducidos a las nupcias con la luna
y no es de extraar que den a luz estrellas. 119
En esta corte menorquina, fue husped Ibn Sahl de Sevilla (1212-1251), singular personaje que,
siendo de religin juda, se hizo musulmn y esta experiencia la describi por medio de poemas de
tema homoertico: amaba a un efebo llamado Mūsā (Moiss) al que deja por otro
llamado Mu

ammad (Mahoma). En uno de los poemas dedicados a su primer amante muestra igualmente el
preciosismo de la poca y las imgenes de segunda potencia. As se hace comprensible el ltimo
de los versos que citamos, pues ha de partirse de dos comparaciones lexicalizadas en que las patillas
se asemejan a las patas de los escorpiones y los ojos a armas mortferas, flechas o espadas:
Es un sol con la tnica de prpura
o una luna ascendiendo sobre una rama de sauce?
Muestra unos dientes o son perlas enfiladas?
Son ojos lo que tiene o dos leones?
Una mejilla de manzana o una rosa
que de los escorpiones guardan dos espadas?
[Traduccin de Teresa Garulo].

119

120

M. J. Rubiera Mata, La corte literaria de Saīd ibn Grafa akam de Menorca (s. XIII),

Revista de Menorca , 75 (1984), pp. 128-129.


120

T. Garulo, Ibn Sahl de Sevilla , Madrid, 1983, p. 53.


133

Literatura hispanorabe

Las elegas
Los poetas de esta poca siguen cultivando la elega de estilo Ibn Zaydūn, el recuerdo de
los lugares donde algn da fueron jvenes y felices y de los que estn ausentes. Los citados al-Ru

afī y

afwān ibn Idrīs tienen poemas de este tipo sobre sus patrias, Valencia y Murcia,
abandonadas por motivos particulares. No podan sospechar que los poetas de la generacin siguiente
entonaran elegas por la prdida de al-Andalus, pues la ausencia se tornara no particular sino
colectiva; recogemos la elega de

afwān ibn Idrīs por ser menos conocida e igualmente bella que la de al-Ru

afī:
Acaso el mensajero del relmpago recibe su salario
y esparce el agua de mis lgrimas por m?
De su comportamiento yo no soy culpable,
pues le he pagado, al punto,
para que regase con lgrimas amorosas a Tudmir,
que alegra a quien bebe sus aguas,
que me ha dado de mamar plata derretida,
y por eso, mis ojos le han pagado con el oro de mis lgrimas.
No es incapacidad ma sino ley de la naturaleza
que el agua del mar seque las flores.
Amigos mos, mi gente! Vigilad los caminos del cfiro
por temor de que los suspiros ardan!
Es mi lugar, ms an, es el aire donde se encuentran
las auras perfumadas de mis letras;
es mi nido donde di los primeros pasos. Ojal hubiese perdido
las plumas de la decisin y permaneciese an en el nido!

134

Literatura hispanorabe

Tras este obligado inicio de las lgrimas de la nostalgia, Ibn Idrīs comienza una bellsima
descripcin de Tudmir, es decir, de Murcia, como jardn que rodea el ro Segura y tambin como
mujer, pues es un tpico de la literatura rabe comparar a las ciudades, y en este caso hasta los barrios
como Zanaqāt, con las bellas:
No hay verde jardn que se le pueda comparar,
su Va Lctea es el ro, y sus estrellas, las flores;
lo ms bello es el recodo del ro
donde surgen las flores resplandecientes de los patios.
Yo no saba entonces que el cfiro fuese vino,
pero all, entre las ramas, el agua, el cfiro y las flores de las colinas,
nacieron mis mejores obras literarias,
pues cuando la rama recibe la lluvia dice:
Se puede aprender a ordenar las palabras en verso, desde aqu.
Y as, al esparcir el aliento del cfiro, a las flores de los arriates,
yo aprend a hacer poesa y a modelar prosa.
La magia tiene aqu su fuente,
pues no ves jardn que no sea aprendiz de brujo.
Oh Zanaqāt la bella! Acaso se puede ver algo mejor que t
desde el Alto Escarpe hasta la Seca?
Se miran una a la otra, y cada una es como si estuviese
celosa de que se cortejase a la otra.
Es un bello seno que ha llegado a la plenitud de su belleza
y que est ceido de hojas, como tnicas verdes;
si le pides en matrimonio, te da las monedas de sus flores,
pues no es costumbre de las bellas discutir la dote;
cuando se celebran los esponsales, la cantora de la fronda
hace danzar con sus gorjeos a las tiernas ramas;
el recodo del ro ha vestido a los peces con una loriga,
pero an no ha podido hacerla piezas;
cuando aparece la luna creciente
se la ve como la hoja de una espada,
aunque su naturaleza es curva;

135

Literatura hispanorabe

si es la luna llena, su superficie se asemeja


a una lmina de plata con unas dcimas de oro;
los dos linderos del jardn que se dirigen hacia el ro,
que ama al horizonte cuando le visita la aurora,
son como dos amigos ntimos que se hacen reproches
y lloran por la ternura del ro.
Cuntos recuerdos tengo de la Puerta Nueva, al atardecer,
con los amigos, a pesar de lo que tambin tiene de amargo!
Eran atardeceres que parecan abrumar al destino,
que azotaba con relmpagos a caballos rojos;
al recordarlo corre el corcel de mis lgrimas en mis mejillas,
cuando cabalgo vino rojo en arenas amarillas;
la tierna planta se ha convertido en rbol frondoso
por el riego de mis lgrimas como lluvia.
Cuntos das resplandecientes en los que cumpl mis deseos,
cuntos das que permanecen en mi recuerdo!
Mis lgrimas cayeron y las gotas se enfilaron hacia la lengua
de arena blanca, junto al ro y al puente.
Amigos mos! Si se cumpliesen vuestros derechos,
mis ojos no se separaran de vuestros bellos rostros!
Y si se cumpliese el mo, que no ha sido as,
podra hasta encontrar dulce mi amarga separacin de vosotros.
No he elegido libremente estar lejos, sino a la fuerza.
Acaso el ojo puede buscar perder sus prpados?
Dios ha querido que el destino me haya separado de vosotros.
Quiera Dios aplacar al destino! 121
Estas suaves elegas se vuelven desgarradoras cuando la prdida de la patria se convierte en un
hecho autntico: la conquista cristiana de las tierras del arq al-Andalus y de la Btica con la cada
de ciudades como Valencia, Murcia, Sevilla y Crdoba, donde comienzan a sonar las campanas en
vez de la voz de los almudanos, hecho que repite con insistencia en sus poemas Ibn al-Abbīr

121

Ibn Al-Ja Grafa īb, I Grafa ā Grafa a , III, pp. 354-356.
136

Literatura hispanorabe

de Valencia (1199-1260) 122 , testigo de excepcin de la cada de su ciudad natal, ya que era ministro
del rey Abī Zayd que rindi la ciudad. Ibn al-Abbār ya haba utilizado el tono elegaco
en la conocida casida que enton ante el califa de Tnez para pedir ayuda para Valencia sitiada. Este
poema fue traducido del rabe al alemn por Adof Friedrich von Schack y a su vez retraducida al
espaol por Juan Valera en sonoros versos 123 :
Abierto est el camino; a tus guerreros gua
oh de los oprimidos constante valedor!
Auxilio te demanda la bella Andaluca
la libertad espera de tu heroico valor...
Ibn al-Abbār no haba hecho ms que empezar su llanto por su tierra perdida. Exilado
en Tnez recordar su tierra como el Paraso perdido, porque ya Ibn Jafāŷa haba
comparado a al-Andalus al Paraso:
Oh gentes de al-Andalus, qu gozo el vuestro!
tenis agua, sombra, ros y rboles;
el Paraso eterno no est sino en vuestras moradas
y si hubiese de elegir, con ste me quedara;
no tengis miedo de que despus entraris en el infierno,
no se puede entrar en el Fuego, tras vivir en el Paraso.
Ibn al-Abbār hace referencia a la idea de al-Andalus como Paraso en una de sus muchas
elegas que dedica a su patria perdida:
Oh Valencia! Recordndote mis lagrimales
vierten sangre en lugar de agua.
Cul es el camino para llegar a unos lugares,
ahora campos de batalla de los extranjeros?;
a unas colinas y a unos valles que no se despojan
de sus vestidos de primavera, ni en invierno, ni en verano.
Era agradable detenerse all y sestear, a veces,

122

Varios autores, Ibn al-Abbar. Politic i escriptor rab valenci (1199-1260) , Valencia, 1990.

123

Schack, Poesa y arte de los rabes en Espaa y Sicilia , Madrid, 1989 (r) pp. 89-90.
137

Literatura hispanorabe

all donde se cumplan todos los deseos.


Por mi padre! Aquellas escuelas cornicas en ruinas,
donde las campanas han borrado la llamada a la oracin!
Maravilla es que las gentes del Fuego estn en el Paraso
y que su sombra se extienda sobre ellos! 124
Su contemporneo y amigo Ibn Amīra, de Alcira, con el que intercambi una
correspondencia elegaca, repite la idea del Paraso perdido:
Valencia es casa tenebrosa y alrededor de su ruina
rondan los infieles;
el odio es la siembra que con el enemigo
agost la cosecha, la maana del tumultuoso asedio.
Esta tierra no era sino un Paraso de belleza
donde corran los ros;
donde el aroma de los narcisos
perfumaba los atardeceres,
donde sus rboles embalsamaban su cfiro,
brillaban sus instantes,
la esperanza exhalaba perfume
cuando se abran las flores.
La noche de las desgracias ha cado
y la amanecida no surge ante nuestros ojos.
Pero la ms famosa elega de esta poca fue la de Abū-l-Baqā de Ronda
(1204-1286), en la que se llora la prdida de las grandes ciudades de al-Andalus. El poema es muy
caracterstico del gnero con sus anforas y la mencin de los imperios desaparecidos en el pasado.
Tambin la tradujo Schack e hizo su versin en espaol Juan Valera 125 . El nico problema fue que
el gran escritor espaol tuvo la ocurrencia de poner la casida en metro de pie quebrado, al estilo de
las coplas de Jorge Manrique, y algunos estudiosos creyeron que este poema era un precedente de las

124

M. J. Rubiera Mata, La conquista de Valncia per Jaume I com a tema literari en un testimoni

de l'esdeveniment: Ibn al-Abbār de Valncia , L'Aiguadol , 7 (1988), p. 38.


125

Schack, ibidem , pp. 131-136.


138

Literatura hispanorabe

coplas castellanas. Tienen en comn una misma ideologa medieval frente a la muerte, especialmente
en el tema del ubi sunt , pero ah acaban las coincidencias. El poema de Abū-l-Baqā
es una casida monorrima. Aunque indudablemente es ms bella en la versin de Juan Valera, creemos
necesario incluir aqu su traduccin directa del rabe, sin artificios literarios:
Todo, al llegar a su plenitud, disminuye;
no se engae, el hombre, con los bienes terrenales.
Esta morada no perdura para nadie
y no queda en su estado nada.
El destino, inexorable, desgarra toda vestidura
y vuelve romas a las espadas y a las lanzas.
Toda espada se desgasta al matar:
Qu fue de Ibn

i Yāzin y del palacio de Gumdān?


Dnde estn los reyes Dū-l-Tiŷān del Yemen,
dnde sus diademas y coronas?
Dnde est adaād de la Ciudad de las Columnas
y las leyes de los reyes Sasnidas?
Dnde fue el oro de Qārūn,
dnde Ad, adaād y Qa

tan?
Fue un asunto inevitable,
perecieron porque eran hombres;
fueron los reinos y los reyes
como visiones fantasmales;
el tiempo da vueltas y mata,
como a Cosroes y su prtico.
Como dificultad que no tiene solucin,
Salomn no consigui dominar el mundo.
El destino tiene hambre de todo
y tanto alegras como penas son temporales.
Hay a veces consuelo para las desgracias,
139

Literatura hispanorabe

pero ahora el Islam no tiene consuelo,


por lo que le sucedi a la Pennsula,
por lo que se abati sobre ella, derrumb montaas,
alcanz al propio Islam y fue menoscabado,
al quedar, regiones y pases, vacos de l.
Preguntad a Valencia lo que le sucedi a Murcia!
Dnde estn Jtiva y Jan?
Dnde est Crdoba, sede de las ciencias,
de la que el mundo se enorgulleca?
Dnde est Sevilla y los placeres que contena,
su dulce ro, desbordante y caudaloso?
Eran capitales columnas del pas.
Qu puede quedar si faltan las columnas?
Llora la noble Ortodoxia de dolor
como llora el amante a su amor,
por las casas del Islam ahora vacas
y convertidas en viviendas de paganos;
las mezquitas se han convertido en iglesias
y no hay en ellas sino campanas y cruces;
hasta los mihrabes lloran, y son de piedra,
hasta los mimbares lloran, y son de madera.
Oh t que ests descuidado! En el destino hay moraleja;
no te duermas, que el destino vela;
alegra de la patria, pero perdida Sevilla,
ya no tenemos patria.
Esta desgracia no puede olvidarse
y no tiene olvido en el transcurso del tiempo.
Termina con una peticin de ayuda a los reyes musulmanes de otros pases, la nica esperanza de
al-Andalus:
Y vosotros, reyes ilustres a los que he visto
golpear con vuestras espadas al infiel,
vosotros, jinetes de nobles corceles esbeltos

140

Literatura hispanorabe

que corren como guilas,


vosotros, que empuis afiladas espadas
que brillan en las tinieblas como fuego,
vivs regalados, tras el mar
y tenis en vuestras patrias fuerza y poder,
no han llegado noticias de la gente de al-Andalus
con los jinetes que han recorrido la noche con la nueva?
No vais a ayudar a los dbiles, prisioneros
y muertos? No os conmueve?
Qu es el Islam entre vosotros?
Sois, oh siervos de Dios!, hermanos.
Acaso no hay espritus orgullosos?
Ay de aquel que es humillado tras de ser fuerte
y al que cambiaron su estado los infieles!
Ayer haba reyes en sus mansiones,
y hoy son esclavos en tierra de infieles.
Si los hubieseis visto, atnitos, sin jefe entre ellos,
vestidos de humildes vestidos;
si hubieseis visto sus llantos, cuando eran vendidos,
os hubiesen conmovido y llenado de pena;
cuntas madres e hijos se han visto
separados de alma y de cuerpo!
A una nia que era como sol que sale,
lo mismo que una joya,
el infiel la destina a cosas desagradables
y ella llora con los ojos y el corazn.
Todo esto derrite el corazn de pena,
si en el mismo se tiene al Islam. 126
Corre pareja la fama de esta casida con la de

126

M. Al-Dāyā, Abūl-l-Baqā al-Rundī , Beirut, 1976, pp.

134-140.
141

Literatura hispanorabe

āzim de Cartagena (1212-1285), emigrado en Tnez, desde donde recuerda su tierra natal y
perdida para siempre con un famoso poema conocido como la Qasida Maqsura

127

, rimada en

metro rayaz , de acuerdo con sus caractersticas, ya que adems de ser una elega nostlgica es una
descripcin pormenorizada de la regin murciana, con abundantes topnimos que hacen las delicias
de los estudiosos.

127

E. Garca Gmez, Observaciones sobre la qa Grafa īda Maq Grafa ūra de

Abū-l- Grafa asan Grafa āzim al-Qartaŷānnī, Al-Andalus , 1


(1933), pp. 81-103. Recientemente se ha revisado esta figura en excelentes trabajos publicados en
Historia de Cartagena , Murcia, 1986, V.
142

Literatura hispanorabe

VI. La poesa rabe clsica: la decadencia. El reino de


Granada (1232-1492)

143

Literatura hispanorabe

Los poetas-funcionarios
La pobreza intelectual del reino de Granada se refleja especialmente en su poesa, que se asemeja
a la cermica estampillada de sus contemporneos, los artesanos mudjares; encontrado un modelo,
se repite en un molde hasta el infinito. Sus nicos hallazgos son debidos bien al fenmeno de la
condensacin, y a veces el perfume del pasado es de tal calidad que perdura a travs de las altas
temperaturas de la servil imitacin, o bien al auxilio de otras artes, como sucede en la poesa epigrfica.
El conservadurismo institucional granadino hace resucitar viejas formas socioculturales con una
rigidez que seguramente no posea el modelo. As el poeta cortesano, encargado de cantar las glorias
del poder, se transforma en un funcionario en toda la regla. Hay un especie de ministerio cuyo
responsable ha de redactar las cartas oficiales del sultn granadino -escritas en papel rojo, el color
herldico de los emires de la roja Alhambra- y componer las casidas en honor de los soberanos.
Ya indicamos en otro lugar que el talante de estos poetas-funcionarios, siempre a la bsqueda de
una frmula feliz que pudiera aplicarse en diversas ocasiones como una frmula administrativa, era
el de un gremio de artesanos, que trabajaba el sutil material de la lengua rabe bajo la direccin de
un maestro, que correga y pula el trabajo de los aprendices y lea sus propias obras, destinadas a ser
recitadas en los momentos solemnes. De ah que el estilo de todos los poetas al servicio de palacio,
de la Alhambra, se asemeje y haya habido confusin respecto a la autora de los poemas epigrficos,
obra de estos poetas, ligados por la funcin comn y la relacin de maestros y aprendices.
Cronolgicamente, el primer poeta-funcionario es Ibn al-

akīm de Ronda (1261-1309), del que no se conservan demasiados ejemplos de poesa porque
fue, adems de arrez del gabinete de escritura de la Alhambra, primer ministro, y lleg a detentar
el poder real, con lo que fue a l a quien dedicaron los poemas oficiales. No obstante tal vez sean
suyos los poemas de El Partal. 128
Es en cambio muy extensa la obra de su discpulo Ibn al-Ŷayyāb de Granada
(1261-1348), que fue durante ms de cincuenta aos arrez del gabinete de escritura de los sultanes

128

M. J. Rubiera Mata, El Dū-l-Wizarātayn Ibn al- Grafa akīm de Ronda,

Al-Andalus , 34 (1969), pp. 105-121.


144

Literatura hispanorabe

nasres y del que afortunadamente se ha conservado su cancionero o dīwān . 129 Entre


sus numerosas casidas oficiales destacan aquellas en que describe los palacios granadinos, como la
siguiente, en la que canta a un palacio, el de Naŷd, construido por el sultn Mu

ammad III:
Oh alczar Naŷd, t eres la ms noble de las mansiones
pues has reunido lo bueno con lo ptimo!
Enorgullcete sobre todos los palacios, si quieres,
y sobre todas las comarcas y regiones.
Tienes tal belleza que no tienes parangn
con los palacios de Bagdad y Gumdān;
se han reunido en ti maravillas
que sobrepasan cualquier idea o pensamiento;
es tu cpula como una novia que se pavonea
con su belleza seductora en el cortejo nupcial;
el sol borda detrs de sus cristales
vestidos rebosantes de todos los colores;
brilla su belleza y es, a veces, campo de batalla,
y otras, guarida de leones;
su alberca como el mar tiene flujo y reflujo
mientras juguetea el viento con las ramas;
es como un ejrcito al que se ha ordenado retroceder
y luego vuelve de flanco a sus posiciones;
hacia ella se deslizan arroyos y riachuelos
como espadas desenfundadas de sus vainas;
los leones abren a su alrededor sus bocas
y arrojan coral lquido;
la tierra extiende su verde tnica bordada
que ha tejido la mano de la lluvia;
cuando la lluvia ha servido la bebida,
los rboles agitan sus cuellos de borracho;
129

M. J. Rubiera Mata, Ibn al-Ŷayyāb, el otro poeta de la Alhambra , op. cit. supra .
145

Literatura hispanorabe

los pjaros cantan en rabe


maravillosas canciones y sones. 130
En otra ocasin describe una carrera de caballos cada uno de los cuales tiene un color:
Los corceles corren rpidos,
a rienda suelta, en tu honor;
aparecen tan rpidos y mudos
como la mirada de los ojos;
uno, alazn, en cuya frente brilla un lucero
es como la punta coloreada de una flecha;
otro es rojo y corre hacia tu Alhambra,
la roja y alta;
Otro es negro, de poderosas crines que parecen
los ropajes de las de la noche;
es como una estrella fugaz en su cada
o un halcn que vuela
con las plumas de una flecha;
y otro, amarillo, que parece se ha sumergido
en un mar de oro fundido;
cuantos luceros de sus frentes corren hacia ti
con ligereza, esperando una recompensa 131 .
Ibn Zamrak (1333-1393), que fue discpulo de Ibn al-Ja

īb (1313-1375), discpulo, a su vez, de Ibn al-Ŷayyāb en el oficio de poeta oficial


de los na

res, vuelve a usar el tema de la carrera de caballos de diferentes colores con el molde aprendido, pero
tal vez con una vena potica ms elevada porque es, en nuestra opinin, el mejor de los tres grandes
poetas funcionarios del siglo XIV:

130

M. J. Rubiera Mata, Ibidem , pp. 102-103.

131

M. J. Rubiera Mata, Ibidem , p. 116.


146

Literatura hispanorabe

Un jinete va montado sobre un rayo, embridado con un lucero,


con la luna ensillado y herrado con una media luna;
otro caballo, ceniciento como el amanecer, es montado por el alba
y extermina a las cometas extraviadas;
otro, oscuro como la noche y con una estrella por arracada,
se sumerge en la maana y es seguido por sus huellas;
otro, rub como oro incandescente,
adornado de esplendor perenne e inextinguible;
otro, como un fuego abrasador por su galope
semejante al que se enciende el da del encuentro amoroso;
otro, como el vino, llena su vaso a los comensales,
iluminado con burbujas chispeantes. 132
Ibn al-Ja

īb, discpulo de Ibn al-Ŷayyāb, maestro de Ibn Zamrak, es el ms pedantesco


de los tres, tal vez por su capacidad para acumular todo tipo de conocimientos que se reflejan en su
prolfica obra, pues fue un autntico polgrafo que trat, siempre en su estilo dificilsimo, los ms
variados temas.
De sus panegricos destacamos su casida en lām , que dicen se escribi en las paredes de
la Alhambra, compuesta para celebrar la vuelta al trono de Mu

ammad V. 133 En ella describe, entre otras cosas, un combate naval, con un lenguaje que nos trae a la
memoria a al-Mutanabbī y al cantor de los fatimes, el andalus Ibn Hānī:
Acudan los barcos a tu encuentro hendiendo
fieramente las aguas, avanzaban veloces,
hacia la meta de sus anhelos y esperanzas.

132

Al-Maqqari, Azhār , II, pp. 119-120.

133

J. M. Continente, La casida en lām de ibn al-Ja Grafa īb titulada Al-man Grafa

al-garīb fi-l-fat Grafa al-qarīb , Actas de las II Jornadas de Cultura rabe e Islmica
(1980), Madrid, 1985, pp. 73-117.
147

Literatura hispanorabe

Mostraban amenazadores sus costados


si bien porque acudan en tu ayuda despejado
y sonriente llevaban su semblante.
Son naves que con sus banderas tremolando en el aire
vienen luciendo, orgullosas y altaneras,
sus galas de exquisita juventud.
Parece que fueran aves que al extender sus alas,
las velas, dieran sombra a sus polluelos.
Son criaturas abultadas que en su concavidad
llevan una preciosa carga. Quin conoce a la hembra
y lo que en sus entraas lleva?
Surgieron en el horizonte ntidas y claras
-y eso que era oscura noche- gracias a esa aurora
que es tu frente, aurora que despeja las tinieblas.
Y llegaron a este pas con el matutino lucero
en busca de la victoria y del triunfo que, impaciente,
ya sala a su encuentro.
Los enemigos que an quedaban cayeron aniquilados
por el abrasador viento y ya vencidos
rodaron por tierra.
Con la neta y pura mentira se mostraban orgullosos,
altaneros, mas, ahora, ante la verdad clara
y patente han tenido que mostrarse humillados.
[Trad. de J. M. Continente].
Ibn al-Ŷayyāb ya haba tratado igualmente el tema. As se imagina una bellsima
batalla naval en la que vencan los musulmanes en el estrecho de Gibraltar:
Los cristianos encendieron el fuego de la guerra
y la tierra ardi con esa hoguera;
el mar sofoc sus esperanzas,

148

Literatura hispanorabe

aunque eran numerosos como piedrecillas;


en la confluencia de los mares, los ejrcitos
se enfrentaron por la causa de la Guerra Santa;
los perros de los cristianos quisieron bloquearlo,
pero, quita all!, su bloqueo era una estratagema;
el politesmo haba tendido sus lazos, cortando el camino,
y la religin verdadera llam a sus valientes leones;
los ejrcitos del Islam estaban irritados
e impacientes por terminar aquel lazo;
t acudiste a Mlaga con rapidez
para destruirlos oh guerrero de la Fe!,
preparaste los negros cuervos de las naves
que marcharon como una bandada hacia el abrevadero;
iban como flechas de la guerra,
defensoras de la religin de Mahoma,
todas iban hacia el enemigo
con la velocidad de las miradas fugitivas;
las arrastraban las manos del viento y se doblaban,
jugueteando, como si fuesen ramas verdes;
estn calafateadas con una pez que es abbas,
aunque parecen por su revestimiento de hielo;
por la luz de la Guerra Santa son blancas
y borraban las negras tinieblas;
llevaban todas arrojados combatientes
que son como piedras de chispa, productores de fuego;
corran hacia el combate, pensando en su veneno,
ms fcil y dulce para gustar que la miel. 134
E. Garca Gmez ha estudiado con gran detalle una casida de Ibn, al-Ja

134

M. J. Rubiera Mata, Ibn al-Ŷayyāb , op. cit. supra , p. 120.


149

Literatura hispanorabe

īb del gnero mawlidiyyāt , pascua musulmana que celebraba el nacimiento del
Profeta y que era una fiesta religiosa que haba aparecido en el Islam muy tardamente y no haba
llegado a al-Andalus hasta finales del siglo XIII o principios del XIV. Con este motivo el sultn Mu

ammad V celebra una gran fiesta en su Alhambra -en los palacios que l haba hecho construir- y uno
de los atractivos de la celebracin es un horologio, o complejo reloj mecnico, para el que Ibn al-Ja

īb compone un poema para cada una de las horas que marcaba el artefacto, nueva prueba de
la habilidad tcnica de este poeta y de lo que se haba convertido la poesa en el reino de Granada. 135
Se ha conservado tambin completo el dīwān de un tercer poeta-funcionario del
reino de Granada, Ibn, Furkūn, panegirista del sultn poeta Yūsuf III (m. 1417), que
parece tener unas caractersticas semejantes, tal vez en un grado mayor, de baja calidad potica al
adentrarse en el siglo de la decadencia total de la cultura granadina. Conocemos tambin algunas
casidas de otro poeta funcionario: Ibn Ā

im, que utiliza formas poticas aberrantes como el poema que dedica a Yūsuf V (1445-1446),
que haba de escribirse con tintas de tres colores -negro, rojo y verde- y con esta diferenciacin se
podan leer dos casidas y dos moaxajas.
El ltimo poeta-funcionario es tambin el autntico ltimo poeta de al-Andalus, pues fue panegirista
de Boabdil, el rey chico, y vio la cada de la ciudad de Granada: Mu

ammad ibn Abd Allāh al-Uqaylī, conocido por al-Arabī y natural de Guadix.
Para el ltimo panegrico andalus, la casida se tie de tintes neoclsicos, con un breve nasīb
en que aparece la Suād de los poemas del camello, como el espectro amoroso:
Es acaso el rostro de Suād, despojado de su velo
o la luna del horizonte, surgiendo entre las nubes
o yo estoy perdiendo la razn
o es un sueo que ha aparecido mientras duermo?
Oh qu bella visin para el que la ve,
135

E. Garca Gmez, Foco de antigua luz sobre la Alhambra, desde un texto de Ibn al-Ja Grafa

īb en 1362 , Madrid, 1988.


150

Literatura hispanorabe

su corazn enloquecera al perderla!


Pero resulta que el rostro es el del soberano, Abū Abd Allāh Mu

ammad Boabdil, hijo de Abū-l-

asan Mulhacen:
Es como si fuese un rayo de luz
el rostro de nuestro seor el Imām excelso.
Hijo elegido de Abū-l-

asan
y corona brillante entre los reyes... 136
La monarqua musulmana de al-Andalus mora acompaada de los solemnes versos de la poesa
que haba acompaado a su nacimiento en tiempos de Abd al-Ra

mān I, pero convertida en caricatura de s misma.

136

Al-Maqqarī, Nafh , 4, p. 552.


151

Literatura hispanorabe

La poesa epigrfica
La poesa rabe, al final de su largo camino medieval, desde el desierto arbigo al jardn de la
Alhambra, enferm de lnguida monotona, agotado su ritmo solemne de caravana y mortecinas las
estrellas fugaces de sus metforas. Para retener en su senilidad la belleza que ahora le era esquiva
acudi a un inslito elemento esttico: la escritura.
Era el uso de lo grfico como un significante ms de la expresin potica, a modo de los caligramas
de Apollinaire, aunque con un sentido menos ldico, porque el alfabeto rabe haba sido, desde
siempre, algo ms que una escritura; sus rasgos se haban estilizado y embellecido por una razn ms
profunda que el puro gusto esttico de los escribas: la escritura rabe, con el Islam, estaba condenada
a representar, por medio de signos abstractos, las imgenes vedadas por los versculos cornicos. Las
artes menores fueron las primeras que se beneficiaron de la conjuncin de la poesa y la escritura:
muebles, tinteros, espadas, ropajes, tapices, se cubrieron de versos hechos ex profeso por los poetas
y unieron la belleza de la poesa a los rasgos estilizados de la caligrafa. Nunca fue ms la escritura
literatura y la literatura escritura.
Pronto la poesa caligrafiada y ornamental trep a los muros de los palacios y cumpli una
nueva funcin: cantar la gloria de sus constructores los poderosos. En el palacio toledano de alMamūn en el siglo XI ya haba, en el ms exquisito de sus pabellones, un poema epigrfico,
y debi de haber muchos ms entre arcos de herradura y alicatados hasta llegar a la Alhambra. Era
una conjuncin esttica feliz, pues como dice uno de los poemas de la Alhambra: Todas las artes
me han dado su hermosura , es decir, poesa, caligrafa, arquitectura.
De estos posibles poemas de los palacios de al-Andalus, slo se han conservado los de la Alhambra y
el Generalife. Su caligrafa estilizada de tipo andalus, labrada en yeso, sobrevivi enigmticamente a
la incuria del tiempo y de los hombres. En el siglo XIX se estudiaron y se descubri uno de sus autores,
Ibn Zamrak, al que dedic un extraordinario estudio Emilio Garca Gmez 137 . Mucho despus tuve
la fortuna de descubrir que Ibn al-Ŷayyāb e Ibn al-Ja

137

E. Garca Gmez, Ibn Zamrak, el poeta de la Alhambra , Granada, 1975 (r).


152

Literatura hispanorabe

īb eran tambin autores de poemas de la Alhambra.

138

Muy recientemente Emilio Garca

Gmez ha publicado y vuelto a traducir todos los poemas epigrficos de los palacios granadinos, 139
de forma que es posible pararse a contemplarlos con todo detenimiento. Aqu daremos un paseo corto,
visita apresurada de viaje turstico.
Los poemas de Ibn al-Ŷayyāb se encuentran en los edificios ms antiguos, ya que
es cronolgicamente el primer poeta conocido de la Alhambra. Sus versos adornan esa pequea joya
que es la Torre de la Cautiva, fortaleza por fuera, palacio por dentro, como describe el propio poeta
en las inscripciones que adornan sus cuatro esquinas interiores y que elogian a quien las construy,
el sultn Abū-l-

aŷŷaŷ Yūsuf I. Uno de ellos dice:


Adorno es esta obra de la Alhambra,
morada del hombre de guerra y el de paz;
pues es torre que guarda un palacio
y te preguntars si es fortaleza o morada de placer.
Su techo, pavimento y sus cuatro paredes
se reparten con igualdad la belleza.
Maravillas hay en su estuco y azulejos
y an es mejor su artesonado.
Tras reunir tanta belleza, subi hacia arriba
y alcanz el lugar ms alto;
las formas de su decoracin parecen figuras poticas,
paranomasias, aliteraciones y estrofas.
En el rostro de Yūsuf tambin se renen
todas las perfecciones
Es de la estirpe de Jazraŷ gloriosa
de obras en religin como aurora.

138

M. J. Rubiera Mata, Ibn al-Ŷayyāb , op. cit. supra .

139

E. Garca Gmez, Poemas rabes en los muros y fuentes de la Alhambra , Madrid, 1985.
153

Literatura hispanorabe

Ibn al-Ŷayyāb tambin compuso los poemas del Generalife, construido por
Ismāīl I para conmemorar la victoria de la Vega (1319) sobre los Infantes de Castilla,
don Juan y don Pedro. En las tacas u hornacinas del Generalife donde se ponan unas jarras de agua,
Ibn al-Ŷayyāb dice:
Nicho en la puerta del saln dichoso,
frente a la Majestad y a su servicio
Cun grande es su hermosura, en pie, situado
de este rey sin rival a la derecha!
Moza su jarro de agua nos parece
que en su boda se muestra en la tarima.
Gzate en Ismāīl -por cuanto quiso
Dios honrarte con l- y ten ventura!
Que perdure el Islam, con gloria
de tanta elevacin perpetuamente!
[Traduccin de E. Garca Gmez].
Aunque los poemas de Ibn al-Ja

īb debieron de abundar en la Alhambra de Yūsuf I y Mu

ammad V, su cada en desgracia los borr y fueron sustituidos por los de Ibn Zamrak, eso sin tener en
cuenta el continuo tejer y destejer de los edificios de la Alhambra por parte de sus soberanos. Quedan
sus versos en las hornacinas que dan paso al saln de Comares:
A todas las bellas supero en hermosura,
con mis adornos y mi corona
y hasta los astros en sus casas zodiacales ante m se inclinan.
El jarrn de agua que yo contengo parece un devoto
cuando en la quibla de la mezquita reza fervoroso;
mi piedad la sed sacia en todo tiempo
y doy mi socorro al que lo necesita,
es como si yo siguiese las huellas de la mano generosa
de nuestro seor el sultn Abū-l-

154

Literatura hispanorabe

aŷŷāŷ,
brille l como luna llena en mi cielo siempre,
mientras dure la luna en las tinieblas!
Los dedos de mi artfice bordaron mi brocado,
tras engarzar aljfares en mi corona;
parezco estrado de novia, y an le supero
pues garantizo felicidad a las parejas;
para quien a m acude, quejoso de sed,
mi fuente le da agua dulce, pura, sin mezcla.
Soy como el arco iris cuando aparece,
con el sol me muestro, seor Abū-l-

aŷŷāŷ.
Que contine guardando la paz,
mientras la Casa de Dios reciba peregrinos!
El resto de los grandes poemas inscritos en los muros de la Alhambra son de Ibn Zamrak, pues
pertenecen a construcciones o reconstrucciones de Mu

amad V, soberano al que sirvi como funcionario-poeta; Lindaraja, las Dos Hermanas, el Patio de
los Leones. De todos ellos incluimos aqu nuestra versin del poema que adornaba la Fuente de los
Leones, los ltimos leones-surtidores de la tradicin artstica y literaria rabe:
Bendito quien dio al sultn Mu

ammad
estas moradas que por su belleza son gala de las mansiones!
Ejemplo es este jardn en que hay tantas maravillas
que el mismo Dios prohibi otro semejante;
y estas figuradas perlas de transparente claridad
que adornan los bordes con orla de aljfar;
la lquida plata que se desliza entre joyas,
tambin pura y blanca belleza;
la vista se confunde ante lo quieto y lo fluyente
155

Literatura hispanorabe

y no se sabe si es el mrmol o el agua lo que fluye.


Acaso no ves que el agua corre por los bordes
y luego se oculta por los sumideros?
Se asemeja al amante con los prpados rebosantes de lgrimas
que oculta por temor que le delaten.
No es agua de las nubes, en verdad,
que acequias traen sobre leones?
Es igual a los favores de la mano del Califa
que dispensa a los leones de la guerra.
T que ests mirando, vers que los leones estn al acecho
y si no saltan es por respeto tuyo,
oh heredero de los que ayudaron al Profeta,
legado de grandeza que aligera las cargas,
sobre ti la paz y sean numerosos los das fastos
y sean amargos para tus enemigos!
En el siglo XV continuaron las obras de la Alhambra y con ellas los poemas epigrficos, escritos
por el rey-poeta Yūsuf III y su panegirista Ibn Furkūn, 140 poemas sobre hornacinas
especialmente. Han desaparecido de las paredes de los palacios granadinos y slo queda su testimonio
sobre los manuscritos.

140

E. Garca Gmez, Foco , op. cit, supra , pp. 251-263.


156

Literatura hispanorabe

La poesa fuera de palacio


Los poetas de la Granada nazar no slo eran funcionarios de la poesa. stos incluso hacan versos
por darse gusto y no slo para cumplir su funcin y haba poetas que ejercan su arte sin los rgidos
moldes de la casida palatina. As Ibn al-Ŷayyāb era aficionado a hacer adivinanzas en
verso. Sin embargo esta poesa arabigogranadina, escrita lejos de los umbrales del poder, es hija de
sus circunstancias y ha perdido el sentimiento hedonista que haba acompaado a la poesa andalus
a lo largo de toda su historia. Cuando los granadinos hablan del placer siempre tienen en cuenta
su fugacidad y llega a ser casi obsesiva la alusin a la aparicin de las canas como smbolo de la
caducidad de las cosas.
La seriedad parece uno de los signos de la poesa granadina con estos temas de lo efmero de la
juventud y la vida o su exaltacin de la amistad o el amor conyugal. Por otro lado, son frecuentes los
poemas de tema religioso o los msticos.
Si la poesa arabigogranadina est carente de alegra, rebosa virtuosismo tcnico que culmina en
las aberraciones de las que hablbamos ms arriba con los poemas de tres colores de Ibn Ā

im.
Ya uno de los primeros poetas del reino de Granada, Ibn Mura

al de Mlaga (1207-1299), utiliza el procedimiento de terminar cada verso en un dual que desdobla:
Oh aquellos que se han ido lejos!, de cuando estabais cerca,
atesor dos alhajas: la palabra y la obra.
Os marchasteis y se han hecho proverbiales mi pasin
y mis dos desvelos: la poesa y el refrn.
Algunos quedaron en mi compaa, espero que no hayan sido
las dos desgracias el amor y la censura. 141
Pocos poetas de este perodo se libran de algn tipo de artificio tcnico, especialmente de componer
tawriyyas , o poemas de doble sentido. En este tipo de artificios es, sin duda, maestro Ibn Jā

141

Ibn al-Ja Grafa īb, I Grafa ā Grafa ta , III, pp. 311-312.
157

Literatura hispanorabe

ima, de Almera (m. 1369), excelente poeta, que an puede permitirse hacer esta clase de juegos sin
prdida de calidad. Soledad Gibert, que lo ha estudiado con profundidad

142

, seala sus curiosos

versos correlativos:
Anda como una gacela que se aleja de nosotros,
su talle es tan frgil, que parece va a romperse.
La dese en una fiesta, en medio de un jardn
que nos enviaba el perfume del mbar desde su arboleda.
Me llam y dijo: Es que eres insensible?
Qu jardn puedes desear despus de verme?
Su espesura, las ramas, el perfume, el roco,
sus hojas, las palomas, la duna, el laurel,
su verdor, el vino, los dulces, las canciones,
sus narcisos, el azahar, el mirto, la rosa,
son mis vestidos, mis brazos, mi aliento, mis favores,
mis pendientes, mis joyas, mis caderas, mi talle,
mi cara, mi saliva, mis pechos, mi voz,
mis ojos, mi boca, mis cabellos, mi mejilla;
cuando aparezco, aparece mi hermosura y si me oculto
no hay pena que se esconda ni belleza que se muestre.
[Traduccin de Soledad Gibert].
Entre tanto artificio tcnico la espordica sencillez de algn poeta se asemeja a una bocanada de
aire fresco. As cuando Yūsuf III, el rey poeta (m. 1417), expresa su amor a su amada cristiana,
Leonor:
Clam cuando la noche arrastraba su ropaje:
Leonor, el Mesas no perdona tu alejamiento!
Cuando el ardor de Leonor resplandece,
la maana envidia el rubor de sus mejillas;

142

S. Gibert, Algunas curiosidades en la poesa arabigoandaluza (versos correlativos, versos con

eco, versos concatenados en el Dīwān de un poeta del siglo XIV), Al-Andalus , 33


(1968), pp. 95-122; El Dīwān de Ibn Jatima de Almera , Barcelona, 1975.
158

Literatura hispanorabe

la saliva de sus labios que yo degust es tan dulce


que se dira mezclada con el agua del ro del Paraso;
cuando Leonor aparece, su resplandor despeja el horizonte
de mis pensamientos y el amanecer de mis desvelos.
Es ella a quien me refera cuando dije:
eres la luna de la Ruptura del Ayuno y un da de Pascua.
Dira que su piel es de inquieta gacela, pero
cmo una gacela puede tener una piel semejante?
Si dijera que es como el sol rosado del alba, tambin mentira,
porque qu astro puede tener un rubor como el suyo? 143
O cuando Ibn Zamrak toma el estilo de Ibn Jafāŷa para describir un amanecer en un
jardn, mientras suena un lad:
La aurora en oriente luce sus albricias,
mientras los luceros galopan a carrera,
dirigindose hacia occidente, acuciados por el alba,
mientras el amanecer hace entornar los ojos del delator;
gime el lad en manos del contertulio
mientras se aquietan los cantos de los pjaros que le envidian;
hay notas mgicas en su salmodia
que arrebata el sentido y lo cautiva;
lo pulsa con suaves dedos que parecen perlas
pero que son flores de las colinas;
mata con sus miradas desde el arco de sus cejas
con que asaetea a los corazones adrede y los mata;
el jardn amanece y las ramas se inclinan,
doblando los espritus de pasin por ellas;
no danzan los rboles con las flores
hasta que no rompen a cantar las cantoras de las aves. 144

143

Yūsuf III, Dīwān , p. 36.

144

Al-Maqqarī, Naf Grafa , VII, p. 172.


159

Literatura hispanorabe

Los trenos
Dadas las caractersticas que acabamos de sealar en la poesa arabigogranadina, no es de extraar
que los trenos en recuerdo de los difuntos sean cultivados con profusin y maestra por los poetas de la
poca: nunca mejor ocasin para hablar de la fugacidad de la vida que a la hora de hablar de la muerte.
Existen numerosos trenos oficiales que se doblan en epitafios poticos, algunos conservados tambin
en la piedra de las lpidas donde fueron grabadas. La razn de esta abundancia no es slo el celo de los
poetas funcionarios, sino tambin la frecuencia de fallecimientos de los prncipes nazares, que acaban
sus reinados por el procedimiento del asesinato y de los cuales pocos murieron de muerte natural,
suerte que compartan igualmente los altos funcionarios de la corte, amn de haber sido atravesada
Granada por el rayo de la gran peste negra de 1348, ms las continuas guerras y escaramuzas con
los cristianos.
En nuestra opinin, el mayor inters lo ofrecen los trenos privados, aquellos en que los poetas lloran
a un ser querido realmente por ellos. As Ibn al-Ŷayyāb, autor de numerosos trenos,
pues estuvo al servicio de cinco sultanes, escribe poemas impresionantes a la muerte de su hijo, donde
olvida la retrica para expresar el dolor:
La muerte ha acampado con mi tribu
ha plantado sus tiendas junto a m;
me ha cortado mis medios de vida;
no le ha bastado que yo perdiera mi juventud,
ha tenido que saciarse con la muerte de mi hijo;
me clav sus certeras flechas,
sin sentir compasin de quien es capaz de amar;
Extendi hacia m su diestra y su siniestra
y de un golpe certero se llev su botn;
desarraig mi raz, cort mis ramas,
mat a mi padre, luego sigui con mi descendencia;
quise librarme de mi alma, cuando no muri de sentimiento
por aquella estrella frustada;
quise librarme de mi corazn, cuando no muri de sentimiento
por este potrillo hecho ceniza;
quise librarme de mis prpados, cuando no enfermaron

160

Literatura hispanorabe

por las lgrimas derramadas.


Oh alegra de los ojos! Acaso es posible regresar
del agitado viaje, sin retorno, de la muerte?
El corazn est loco y se ha desbordado el mar del dolor,
muda est la lengua y no puede articular palabra.
Cmo olvidar, aunque me engae
la resignacin mentirosa?
En verdad, te deposit en la tumba,
apoyado en tu lado derecho,
rehn de la lpida y de la tierra;
luego di la vuelta, sin formular juramentos por ti,
alejndome de la seal de la muerte;
no cumpl lo ordenado cuando te enterr,
no rasgu mi corazn, ni mis vestiduras;
pero si hubiese hecho todo con propiedad,
no hubiese podido comer y beber, tras tu muerte.
Qu duro es para m entrar en una habitacin, llamarte
y que no contestes a mi llamada...! 145
No todos los trenos reflejan tan autntico dolor. As, Ibn al-Ja

īb en el treno que dedica precisamente a la muerte de Ibn al-Ŷayyāb se muestra


mucho ms retrico, aunque nos habla de las actividades del poeta funcionario, hasta su uso de papel
rojo:
Era un tesoro de las ciencias, cuyas monedas
no se gastaban jams.
Quin har amanecer en la tertulia nocturna
con maravillas que eran savia para la humanidad?
Quin mover con su pluma el veneno para el enemigo
y las llaves para los favores?
rbol frondoso cuyos frutos ha marchitado la muerte,

145

M. J. Rubiera Mata, Ibn al-Ŷayyāb , op. cit. supra , p. 50.


161

Literatura hispanorabe

mientras las vboras escupen su veneno.


Quin escribir billetes de color rojo
en los que se una la belleza
del rubor de las mejillas con el del tinte de los ojos?
Heran las entraas del enemigo
como si fuesen afiladas espadas ensangrentadas;
emocionaban los corazones de los amigos, como si fuesen
el alegre vino servido por el escanciador. 146
Aunque Ibn al-Ja

īb era tambin capaz de expresar el dolor, como hizo a la muerte de su esposa, fallecida durante
el exilio de ambos en Sal, adonde haban seguido al emir destronado Mu

ammad V, en el ao 1360. Ibn al-Ja

īb escribe el epitafio de su esposa, a la que entierra en el huerto de su casa de Fez, erigiendo
una fundacin piadosa para que nunca faltasen oraciones sobre su tumba:
La pena sorprendi mi vida, perturb mi existencia,
y me alcanz, cuando yo era feliz;
fuiste mi vitico cuando el destino me traicion,
mi armadura cuando las calumnias me atacaron;
cav tu sepultura en el suelo de mi casa para consolarme,
para gozar de tu presencia cercana,
pues cmo me puedo permitir perderte?
Que riegue tu tumba la lluvia peregrina,
que sea para siempre lugar de aguaceros!
Fuiste mi fortuna cuando no haba fortuna,
fuiste mi esperanza cuando no tena nada;
aunque la tierra de Sal cubra tu rostro,
jams me consentira consolarme de tu partida;

146

M. J. Rubiera Mata, Ibidem , p. 56.


162

Literatura hispanorabe

esprame, pues la pasin me atormenta


y me hace sentir que pronto nos encontraremos;
preprame un lugar a tu lado, pronto emprender el viaje,
llamndote, pues se me aparece un augurio
del final de mi vida. 147

147

Ibn al-Ja Grafa īb, Nufāda , p. 205.


163

Literatura hispanorabe

La guerra de Granada
La guerra de Granada no fue sino el episodio final de una contienda intermitente entre el ltimo
reducto de al-Andalus y Castilla dispuesta a terminar con la Reconquista. Los problemas internos y
externos de los reinos cristianos peninsulares y la habilidad diplomtica del pequeo reino musulmn,
vasallo intermitente de Castilla o de los benimerines de Marruecos, hizo el milagro de que el reino
de Granada perdurase hasta 1492.
Pero el espritu de guerra permanente aparece a lo largo de la poesa arabigogranadina y sin el
talante caballeresco que contiene una gran parte de la literatura castellana sobre el moro de Granada.
Los poemas traslucen un odio feroz hacia el enemigo cristiano. Prueba de ello son los versos de Ibn
al-Ŷayyāb al celebrar la batalla de la Vega contra los Infantes de Castilla don Pedro y
don Juan (1319):
Que venga la ruina a los cristianos,
que siguen caminos sediciosos!
Adoran al Mesas, triplican sus dolos
y se afanan en la mentira y la calumnia;
se coaligaron, esperando la ayuda de sus errores,
y cayeron en la cada de la decepcin;
trajeron las inmunidades que haban reunido
desde todos los confines de su pas.
Fueron rpidamente hacia la muerte;
su demonio les enga con su seduccin
en el campo de el descalabro y la afliccin;
para llevarles a la perdicin, les condujo
hacia un ejrcito de leones y a la capital del sultn
y cuando sentaron sus reales en lo ms bajo de la Vega,
cay sobre ellos la noche, como un lobo... 148
El odio estaba motivado por el temor. Cuando el cadver del Infante Don Pedro es conducido a
Granada, Ibn al-Ŷayyāb le dedica un nuevo poema lleno de odio en el que se trasluce
el temor granadino:

148

M. J. Rubiera Mata, Ibn al-Ŷayyāb , op. cit. supra , pp. 108-109.


164

Literatura hispanorabe

Al enemigo, tioso y tirado en tierra,


le ha llegado su fin, derrotado;
no temas de l un valor que da la espalda,
ni tengas ya ms miedo y temor;
no te atemoricen sus numerosos soldados,
pues su corrupcin los hace escasos;
no te entregues a la secta del Crucificado
que slo contiene engao. 149
El fingido optimismo va dejando paso a la desesperanza. El sultn poeta Yūsuf III (m. 1417)
nos muestra esta imagen lamentable de las fronteras del reino de Granada, las tierras de los zegres
o fronterizos:
Ay de m! Qu fue de aquellas fronteras,
hoy abandonadas y sin protectores?
la ms despreciable chusma comete sus fechoras
hasta que nuestros hogares se abren a los enemigos.
No me considerar de la estirpe nasr, hasta haber extirpado
esta inmundicia de entre nosotros. 150
Cuando estalla la definitiva guerra de Granada, a los poetas no les queda sino el llanto. As, el poeta
al-Qaysī de Baza lamenta la batalla de los Alporchones (7 de marzo de 1452):
Las lgrimas se vierten por la desgracia de al-Andalus
cuando ha sucedido aquello que deshace el pecho;
ha ocurrido con los enemigos un suceso que espanta,
hace lamentarse a todo quien puede ver o escuchar
y que su corazn est a punto de rasgarse.
El destino ha sido injusto en todos los puntos,
pues ha entregado sagradas gentes al enemigo;
crees que Dios les ha atribuido errores

149

M. J. Rubiera Mata, Ibidem , p. 111.

150

Yūsuf III, Dīwān .


165

Literatura hispanorabe

y ha decidido acabar en tropel con ellos,


permitiendo que se produzca la victoria?
Sus enemigos han cambiado las tornas
y hay hechos que hacen gustar el horror;
se colm su humillacin en todas las regiones,
cuando de Lorca salieron sus hroes
y fue la terrible batalla.
Salieron todos a combatir, como deseaban,
y fueron mrtires los que all estuvieron.
Cmo hiri el enemigo, cmo hiri!
Quiz no haya prisioneros que rescatar.
Cunta locura, cunto dolor causaron! 151
Pero no hay ays de mi Alhama! ante la cada de Granada. Al-Ugaylī, el ltimo poeta
de al-Andalus, el panegirista de Boabdil, se limita a escribir estos versos como una pequea oracin,
porque a los granadinos no les queda sino rezar:
Todos los das nos espantan el atabal y el aafil,
pues no hay despus de ste y aqul sino guerra.
Oh seor, de tu arreglo espera quien se ha roto el brazo!
No me quites la entereza de la que se ha enlorigado mi corazn. 152

151

Ben arifa, Al-Bastī, ajīr u arā al-Andalus , Beirut, 1985, pp. 172.

152

Al-Maqqarī, 4, p. 550.
166

Literatura hispanorabe

VII. La poesa estrfica

167

Literatura hispanorabe

Carcter de la moaxaja
A finales del siglo XIX los filsofos espaoles descubrieron que en la poesa rabe de la Hispania
musulmana se haban recogido fragmentos lricos romnicos. En ese mismo momento la filologa
europea del siglo XIX investigaba el origen de la primera lrica culta europea, la provenzal, pero
no advirti este hecho, que hubiese ayudado a estudiar el problema de los orgenes, ya que estos
fragmentos lricos eran, sin duda, los textos ms antiguos conservados de la lrica europea.
Estos textos romnicos, difciles de descifrar por encontrarse escritos en alfabeto semtico, se
encontraban en el gnero potico de la moaxaja, invencin de los poetas de al-Andalus, poema
estrfico muy diferente de la casida. Tambin por aquellas fechas, Hartmann

153

haba estudiado

este gnero potico hispano-rabe que presentaba grandes singularidades respecto al cuadro clsico
de la casida: las estrofas se intercalaban en dos series: una con rima comn que reciba el nombre
tcnico rabe de qufl -posiblemente un romancismo relacionado con copla 154 - y otras de rima
diferente entre s y respecto a los qufl , que reciben el nombre tcnico rabe de gusn . Emilio Garca
Gmez llama al primer tipo de estrofas vueltas y al segundo mudanzas para hacer comprensible
en nuestra lengua las caractersticas de la moaxaja.
El poema termina siempre con una estrofa qufl , es decir, con las de rima comn o vueltas. Esta
ltima estrofa se llama en rabe jarŷa (salida) o markaz (centro o estribo).
Hemos traducido una moaxaja de Ibn Bāqī de Crdoba (m. 1145), intentando
reproducir este juego de rimas en castellano para hacer comprensible el sistema:
Qufl
El amor juguetea con mi corazn
que se queja y llora por la pasin.
Gusn
Oh gentes! Mi corazn est prendado,
y es quien ansa amar, desconcertado;
le engao y es mi llanto, el derramado.

153

M. Hartmann, Das arabische Strophgedicht. I. Das muwassaha , Weimar, 1897.

154

B. Dutton, Some new evidence for romance origins of the muwassaha , Bulletin of Hispanic

Studies , 42 (1965), pp. 73-81.


168

Literatura hispanorabe

Qufl
Quin te ha enseado, oh garzn!,
a lanzar miradas que matan a un len?
Gusn
En noche oscura, luna llena,
en rama granada, fruta plena,
esbelta cintura y mejilla morena.
Qufl
Ven, amado mo, a la unin,
para la huida de m, no hay razn.
Gusn
Me contest: mi mejilla es flor venenosa,
mis ojos desenvainan espada filosa.
Cuidado, mi unin es peligrosa!
Qufl
Quien desee atraparle, va a la perdicin,
pero yo contino detrs, con tesn.
Gusn
Mi corazn engaado se derrite de amor;
su amor entre tinieblas es puro resplandor;
prisionero entre sus manos est todo mi ardor;
Markaz o Jarŷa
No encuentro para la calma ninguna razn,
derramar lgrimas es mi nico blasn. 155
Esta moaxaja comienza tambin con una estrofa qufl , aunque hay muchas que lo hacen
directamente con el gusn . En esta versin no hemos tenido en cuenta una de las caractersticas de las
moaxajas; son isosilbicas frente a la casida, que suele ser heterosilbica en relacin con su mtrica
cuantitativa, donde dos slabas breves pueden equivaler a una larga. El igual nmero de slabas que
presentan los versos de las estrofas de la moaxaja ya nos est indicando que su mtrica no es la misma
que la de la casida. Ya Hartmann intent medir la moaxaja segn los metros clsicos y para encajar
155

Ar-Rakūbī, Fi-l-adab al-andalusī , El Cairo, 1980, pp. 317-318.


169

Literatura hispanorabe

la singular mtrica de estos poemas tuvo que cambiar los modelos. Pero antes de hablar sobre la
hiptesis ms verosmil sobre la mtrica de la moaxaja, tenemos que remontarnos a su origen. En
las moaxajas tanto rabes como hebreas, ya que los judos de al-Andalus compusieron este tipo de
poemas en hebreo en imitacin de los rabes como haban hecho con la casidas, algunos markaz o
jarchas eran ininteligibles.
Ya en 1894 el sabio polgrafo espaol Marcelino Menndez Pelayo intent descifrar una de estas
jarchas ininteligibles de una lectura romnica, bajo la hiptesis de que estas ltimas estrofas no estaban
en rabe sino en espaol, aunque escritas con letras rabes, es decir, en lo que se llama normalmente
escritura aljamiada. La lectura era muy conjetural, pero demostraba que no se trataba de simples
palabras romnicas sino de todo un poema en romance.
La publicacin en facsmil del cancionero de Ibn Quzmān 156 , poeta cordobs del siglo XII,
especialista en zjeles, es decir, en un tipo de moaxaja, escrita toda ella en rabe dialectal hispnico,
vino a corroborar la singularidad de los poemas estrficos andaluses y la presencia de la lrica
romnica en la poesa estrfica andalus, con frmulas y versos enteros, combinando con los rabes.
En 1912 el arabista Julin Ribera, en su discurso de ingreso en la Real Academia Espaola

157

present un texto que probaba la presencia romnica en la poesa hispanorabe y la gnesis del propio
gnero estrfico. Era la descripcin del gnero de la muwa

ha realizada por Ibn Bassām de Santarn a principios del siglo XII.


El texto dice, segn consta en la ltima edicin de la Dajīra de Ibn Bassām, 158
[Las moaxajas] son formas mtricas que la gente de al-Andalus ha usado mucho; [su tema] es el del
nasīb y el gazal y son difciles de escuchar, guardadas en los bolsillos y en los corazones. El
primero que hizo las formas mtricas de las moaxajas e invent sus reglas fue, segn tengo entendido,
M

156

D. de Gunzbug, Le Divan d'Ibn Quzman. Fasc. 1. Le texte d'aprs le manuscrit unique du Muse

Asiatique Imperial de St. Ptersbourg , Berln, 1896.


157

J. Ribera, El cancionero de Abenquzman. Discurso de recepcin en la Real Academia

Espaola, 1912, Disertaciones y opsculos , Madrid, 1928, I, pp. 3-92.


158

Ibn Bassām, Dajīra , I, p. 469.


170

Literatura hispanorabe

ammed Ibn M

mud, el ciego de Cabra, que los haca sobre hemistiquios de los poemas [rabes], aunque la mayor
parte de ellos eran metros descuidados e inusuales y tomaba una expresin en lengua vulgar o en
lengua no-rabe que llamaba markaz y pona sobre ella la moaxaja sin intercalacin ( t

min ), ni mudanzas ( gusn ).


El texto es lo suficientemente claro. Con una cancioncilla en rabe vulgar o en una lengua no rabe
-y dado que esto se produca en la Pennsula Ibrica se tratara de una lengua romnica- el Ciego de
Cabra hizo un poema de versos cortos en el que se combinaba rabe clsico y la cancin originaria:
as pues, lo primero del poema es precisamente lo que aparece al final: el ltimo qufl , la salida de la
moaxaja o jarcha. Ahora es muy curioso sealar, aunque hay otras interpretaciones, 159 que el poema
inventado por el Ciego de Cabra no era an estrfico, no tena mudanzas, no era todava una muwa

ha , un cinturn de dos colores o collar de dos tipos de cuenta, que es lo que significa este nombre
tcnico metafrico, que designa el poema estrfico andalus. Creemos que este poema hbrido de
lengua romance o rabe vulgar con rabe clsico era simplemente qufl , un poema monorrimo, ya
bastante complejo al combinar dos lenguas y rimarlas entre s. La moaxaja propiamente dicha nace
despus, segn aade Ibn Bassām:
Se dice que fue Ibn Abd Rabbih, el autor de El Collar quien hizo este tipo de moaxajas conocidas
entre nosotros; luego vino Yūsuf ībn Hārūn ar-Ramādī,
que fue el primero que hizo intercalaciones ( t

159

J. T. Monroe, Ori re-reading Ibn Bassam : lrica romnica after Arab conqueste R.I.E.E.I. ,

Madrid, 23 (1985-1986), pp. 121-147.


171

Literatura hispanorabe

mīn ) en los markaz e intercal cada pausa donde deba, pero slo en el markaz . Siguieron
en esto los poetas de nuestro tiempo, como Mukrim Ibn Said y los dos hijos de Abū-

asan. Entonces aparece Ubāda Ibn Māal-Samā, que inventa el


entrelazamiento ( tadftr ), esto es, que fija los lugares de la pausa en las mudanzas y las intercala,
como haba fijado ar-Ramādī los lugares de la pausa en el markaz .
Es nuestra interpretacin del texto que hasta principios del siglo XI, con Ubāda Ibn
Māal-Samā, no nace la moaxaja tal y como hoy la conocemos: con estrofas
entrelazadas de vueltas y mudanzas.
El texto tambin es muy explcito sobre la mtrica: irregular y descuidada respecto a los metros
clsicos. No poda ser de otra manera si su origen era una copla en lengua rabe vulgar o en
romance, porque ninguna de estas dos lenguas tiene slabas largas y breves que permitan una mtrica
cuantitativa. S sabemos que era la jarcha o markaz lo que marcaba el ritmo del poema. 160 Lo lgico
es que la moaxaja tenga mtrica acentual y de slabas contadas o verso isosilbico. La moaxaja -y el
zjel- corresponderan a una poesa pro-indiviso con la hispnica -y europea-, en palabras de Emilio
Garca Gmez, a una mtrica silbicoacentual bajo cuya pauta se ha podido medir la poesa estrfica
sin contradicciones importantes. 161 De todas maneras, tambin hay que recordar que la moaxaja fue
siempre un poema cantado, un poema musical, como ha demostrado J. T. Monroe 162 .

160

E. Garca Gmez, La jarya de Ibn Quzman (Ibn Quzman nos descubre los secretos de la jarya),

Al-Andalus , 287 (1963), pp. 1-60.


161

E. Garca Gmez, Mtrica de la moaxaja y mtrica espaola, Al-Andalus , 39 (1974), pp.

1-259.
162

J. T. Monroe, The tune or the words? (Singing hispano-arabic strophic poetry) , Al-Qan

Grafa ara , 8 (1987), pp. 263-317.


172

Literatura hispanorabe

La lengua romnica de las jarchas


Julin Ribera se planteaba en el trabajo ya mencionado el origen de esta lrica romnica que haba
sido usada en la moaxaja y ofreci dos hiptesis: la primera, que poda tratarse de un lrica autctona
de la Hispania musulmana. Ya entonces se conoca la pervivencia de una lengua romnica en la
Espaa musulmana que haba durado siglos, procedente del latn vulgar de poca visigoda o prerabe. Es la lengua llamada mozrabe, trmino utilizado porque se vea que era una lengua utilizada
exclusivamente por los cristianos que vivan entre los musulmanes de la Pennsula Ibrica, aunque
en realidad era una lengua usada tambin por los musulmanes de origen hispnico -mulades- y por
los judos.
Aunque Ribera conoca perfectamente la existencia de esta lengua, parece inclinarse por una
segunda hiptesis: que esta lrica romnica es de importacin y que fue llevada a la Espaa musulmana
por los emigrantes cristianos del norte, especialmente por los gallegos, que eran numerossimos en
la Crdoba omeya (siglos VIII-X) como esclavos y muy apreciados, como lo que podamos decir
esclavos de lujo o de placer, en el que ocupaban un importante lugar las esclavas cantoras. Ribera
estudi la documentacin que haca referencia a esta colonia extranjera, singularmente los documentos
sobre la compra de esclavas, donde aparecen con frecuencia las esclavas gallegas, pero tambin, y es
necesario retenerlo, esclavas ifrānŷ , que podramos llamar francas, pero que quiere
decir a las gentes procedentes de Catalua, Languedoc, especialmente.
Aparte de esta realidad demogrfica, Ribera se basaba, en esta hiptesis, en la importancia de la
poesa galaico-portuguesa posterior, frente a la ausencia de otro tipo de lrica peninsular romnica.
Podra haber apuntado tambin la importancia de la lrica provenzal, dada la existencia de las esclavas
ifrānŷ , pero no pens seguramente en una influencia extra-peninsular.
Textos y estudios posteriores hacen vlida en principio esta hiptesis desde el punto de vista
sociolgico: por ejemplo, la importancia que las esclavas cantoras tenan en el medio de creacin
potico rabe medieval, como muestra la epstola de las esclavas cantoras de al-

āh

173

Literatura hispanorabe

163

, si se tiene adems en cuenta que, como ya hemos mencionado, moaxajas y zjeles eran gneros

musicales.
Esta hiptesis de Ribera sobre el origen forneo de la Espaa musulmana encontr un terrible
opositor: Ramn Menndez Pidal, el padre de la filologa espaola moderna. La inmensa labor de
este gran fillogo, historiador del castellano y de su primitiva literatura, era de un nacionalismo
castellanista tal, que empa a veces sus juicios. Estudioso del Cid y de la pica castellana,
quera que tambin esta literatura tuviese una lrica antigua, a todas luces inexistente, anterior a la
galaicoportuguesa. Por ello se mostr partidario del origen autctono de la lrica romnica de las
moaxajas, para, en un verdadero juego de manos, considerar que la lrica hispano-rabe y la castellana
formaban una unin indivisible y que, por tanto, es la castellana la ms antigua de las lricas hispnicas
164

y, dada la temprana aparicin de la lrica hispano-rabe de las moaxajas (inventadas en el siglo

IX), la ms antigua de las romnicas. Por tanto rechaz de forma rotunda la hiptesis de Ribera sobre
un origen exterior a la Hispania musulmana de la lrica romnica que se encontraba dentro de la poesa
estrfica. 165
La lengua de estos poemas romnicos no poda ser otra que la lengua mozrabe, es decir, la lengua
romnica que se haba conservado en la Espaa musulmana, coexistiendo como lengua hablada con el
rabe y que evidentemente es ibero-romnica. Y frente a las esclavas cantoras, que podan ser la voz
femenina que recogen los autores de moaxajas, surgan las doncellitas mozrabes como protagonistas,
cuando seguramente ni su voz ni su rostro pudo ser visto por ningn rabe, guardadas por sus familias
cristianas de las miradas de los hombres y mucho ms de los varones musulmanes.
La autoridad de Ramn Menndez Pidal era mucha y as, cuando en 1948 Stern descifr toda una
serie de jarchas o estrofas finales de moaxajas hebreas de al-Andalus en lengua romnica, consider
que la misma no poda ser otra que la lengua mozrabe, segn podemos ver en el enunciado de su
famoso artculo Les vers finaux en espagnol dans les muw

hispano-hebraiques. Une contribution l'histoire des muw

163

Ch. Pellat, Les esclaves-chanteuses de Grafa ahiz, Arabica , 10 (1963), pp. 120-147.

164

R. Menndez Pidal, Estudios literarios , Madrid, 1957, pp. 199-269.

165

R. Menndez Pidal, Poesa rabe y poesa europea , Madrid, 1941.


174

Literatura hispanorabe

, l'tude du vieux dialecte espagnol mozarabe .

166

Sin embargo, el contenido de estos versos

descifrados pareca dar razn a Ribera sobre el origen galaico-portugus de la lrica recogida por los
rabes de la Pennsula Ibrica: los poemas romnicos eran canciones de amigo, poemas de amor
puestos en boca de mujer como los que se encontraban frecuentemente en la lrica gallego-portuguesa,
como vio inmediatamente Dmaso Alonso. 167
Los judos de al-Andalus haban hecho moaxajas en hebreo y su estrofa final en romance o en rabe
vulgar, tratando de imitar las moaxajas rabes de sus compatriotas musulmanes. La mayor cantidad
de mater lectionis del alfabeto hebreo respecto al rabe y la mayor antigedad de las copias de los
manuscritos (pertenecientes a la Geniza de El Cairo, siglos XI-XIII) permitieron ser descifradas antes
que las hispanorabes.
El estudio de Stern llev a los arabistas a estudiar las jarchas de las moaxajas rabes, que tenan
una mayor dificultad no slo por el propio alfabeto sino porque las copias de los textos eran de poca
moderna y los copistas rabes de esta poca no entendan la lengua romnica que copiaban. Emilio
Garca Gmez logr descifrar una importante serie de jarchas hispano-rabes, combinando no slo
el conocimiento de la lengua y la paleografa rabe, sino tambin sus amplsimos conocimientos
literarios de la Romania. 168
El ilustre arabista en su lectura de las jarchas se encontr con que no todos los elementos de esta
lrica romnica parecan corresponder a la lengua iberorromnica que es el mozrabe. Concretamente
se encontr con un gels galorromnico, el eufemismo para hablar del cornudo, dentro del contexto de
la moaxaja y ya apunt en 1956 una posible presencia provenzal. 169 Estudios lingsticos posteriores
encontraron nuevos elementos galorromnicos en las jarchas 170 .

166

S. M. Stern, en Al-Andalus , 13 (1948), pp. 299-346.

167

D. Alonso, Cancioncillas de un amigo mozrabe (primavera temprana de la lrica europea),

Revista de Filologa Espaola (1949), pp. 297-349.


168

E. Garca Gmez, Las jarchas de la serie rabe en su marco , Madrid, 1966 y ss.

169

E. Garca Gmez, La lrica rabe y la aparicin de la lrica romnica, Al-Andalus , 21 (1956),

p. 311.
175

Literatura hispanorabe

Estos elementos lxicos podan ser un simple prstamo lingstico, palabras sueltas importadas.
Pero parecan algo ms sobre todo cuando Armistead 171 encontr un refrain provenal que tena una
gran semejanza con la primera jarcha en la que Emilio Garca Gmez haba encontrado el gels .
Podra suceder que la antigua hiptesis de Julin Ribera fuese acertada: que las jarchas fuesen poemas
de importacin, de origen forneo a al-Andalus. Si Ribera pensaba que haba sido la poesa galaicoportuguesa la importada a causa de su importancia posterior y de la fuerte presencia de esclavos de
este origen en la Hispania musulmana, mayor importancia e influencia tuvo la literatura provenzal y
la presencia de gentes del Languedoc en al-Andalus apareca tambin atestiguada.
Bajo esta hiptesis, intentamos leer la jarcha del gels completamente en lengua provenzal en
1987. 172 No vamos a entrar aqu en detalles tcnicos que hemos expuesto en otro lugar y slo diremos
que la lectura de esta jarcha en provenzal requiere menos cambios de las letras rabes que para su
lectura en mozrabe.
En la moaxaja una joven se queja de que su amante se va a la guerra en lugar de quedarse con ella,
por lo que le amenaza con la cancin:
Yā fātin, on fātin
Vos i entratz
cand er oils feritz
Es decir:
Oh encanto, oh encanto!,
entrad aqu
cuando gels sea herido.
Esta jarcha est en absoluto paralelismo con la sealada por Armistead:

170

R. Lapesa, Sobre el texto y lenguaje de algunas jarchas romances, Boletn de la Real

Academia Espaola , 40 (1960), pp. 53-65.


171

S. G. Armistead, A mozarabic harga and a provenal refrain , Hispanic Review , 41 (1973),

pp. 416-417.
172

M. J. Rubiera, La lengua romance de las jarchas (Una jarcha en lengua provenzal), Al-

Qantara , 8 (1987), pp. 319-329.


176

Literatura hispanorabe

Quant lo jils er fora


bels ami
vene vos a mi
El texto no deja lugar a dudas: es una cancin de gels o de cornudo, apartando la ingenua teora
de que el gels sea el raqīb , el gardador, para salvar el honor de las dulces doncellitas
mozrabes a las que se supone protagonistas de estas cancioncillas, cuando su lenguaje nos habla,
por el contrario, del deseo femenino de las canciones de mujeres, de las frauenlieder medievales,
prohibidas por la Iglesia. 173
Adems de esta jarcha, haba otras con algunos provenzalismos que podan servir de palabrasclave si tenan una tradicin literaria. As hemos ledo en provenzal una jarcha de la serie hebrea
174

en la que apareca la palabra-clave segur , de tradicin en el lenguaje potico cataln. sta es

nuestra versin:
Que farai jeu mammah
meu habib ja va-se
con le vol segure
si tan no lo amase.
Es decir:
Qu har yo, oh mam?,
mi amigo se va,
el corazn le quiere tranquilo.
Si tanto no lo amase!
En una tercera jarcha que se encuentra repetida en dos moaxajas de distintos autores, uno del siglo
XI, 175 creemos que se encuentra la frmula elocutiva a lessa , tan frecuente en la poesa provenzal.
Esta jarcha est muy arabizada, pero se dan los suficientes elementos occitanos para presuponer su
origen. Nuestra versin es la siguiente:

173

M. J. Rubiera, Poesa femenina hispano-rabe , Madrid, 1990.

174

J. M. Sol Sol, Corpus de poesa mozrabe , Barcelona, 1987, nm. VII, pp. 327-329.

175

E. Garca Gmez, Las jarchas , op. cit. supra , nm. XXX a, b.


177

Literatura hispanorabe

Ai mama, si no leissa al-ŷinna


a lassa morrai
trai [me] el vin min Ŷafar.
Aissi sanarai .
Es decir:
Ay mam, si no cesa la locura
cuitada morir,
treme vino de Ŷafar.
As sanar.
Esta lectura de las tres jarchas en lengua occitana con algunos arabismos nos parece una prueba
suficiente de la presencia de una lrica romnica de importacin en la poesa estrfica hispanorabe.
Los poetas rabes, autores de moaxajas, recogan canciones romnicas que glosaban en las estrofas
rabes, fuesen las que fuesen, ya que no pretendan hacer una antologa de poesa mozrabe. Todava
ms, les eran ms asequibles las esclavas extranjeras como fuente de estas canciones que las mujeres
autctonas, escondidas en el harn o en los ghettos cristiano o judo. Ya hemos visto que en el variado
mosaico tnico de la Hispania musulmana haba esclavas originarias de los pases de lengua occitana:
las ifrānŷ , que podan ser las transmisoras de estas canciones.
Pero adems tenemos un dato histrico que prueba la presencia de la lrica europea en el al-Andalus.
Desde muy temprana fecha hemos encontrado una noticia indita que nos muestra a un liberto andalus
-un antiguo esclavo- dedicado a la msica que introduce la msica ultrapirenaica en la corte del emir
omeya al-

akam I en pleno siglo IX. La historia se encuentra en una especie de enciclopedia que escribi un
autor egipcio del siglo XIV Ibn F

l al-Umarī (m. 1349), titulada Masālik al-absār .

176

All se cuenta, entre

otras historias de cantoras y msicos de al-Andalus, la de un tal Salīm, mawla o liberto del
prncipe al-Mugīra, hijo del emir al-

176

Edicin facsmil de F. Sezguin, Frankfurt, 1988, X, p. 385.


178

Literatura hispanorabe

akam I (796-822), que fue encargado de atender a unos embajadores cristianos que llegaron a la corte
de Crdoba.
El msico Salīm retras la partida de los embajadores hasta que aprendi de ellos el arte de
la msica y cuando partieron se dedic a combinar la msica aprendida con la de una esclava cantora
iraqu. Los acontecimientos que aqu se relatan tuvieron lugar en el reinado de al-

akam I, pues tanto l como la esclava cantora acudan a las tertulias potico-musicales de este emir.
As pues, la nica embajada cristiana de la que tenemos noticia en tiempos del emir al-

akam fue la de los enviados de Carlomagno en el ao 807.


Cabe preguntarse qu msica aprendi Salīm de los embajadores de Carlomagno. Es difcil
suponer que fuese la msica litrgica de la reforma carolingia y podra ser, en cambio, la msica de
las canciones de amigo, tan en boga durante su reinado que hubo de prohibir componerlas a las
monjas de las abadas en el ao 789. 177 Es decir, frauenlieder , canciones de mujer como las jarchas.
Es nuestra opinin que Salīm fue el primero que intent la aventura de unir dos lricas, la
tradicional europea y la rabe, aunque quien lo lograse fuese el Ciego de Cabra, tres cuartos de siglo
despus, con la moaxaja, poema hbrido con estrofas en rabe que glosan una cancin romnica.
Con todo esto, frente a las teoras simplificadoras que encuentran ms cmodo que los autores
de moaxajas slo recogiesen poemas en una lengua romnica como si fuesen antlogos modernos,
creemos que la lengua no-rabe de las jarchas poda corresponder al muy variado mosaico
sociocultural de al-Andalus.

177

P. Dronke, La lrica en la Edad Media , Barcelona, 1978, p. 113.


179

Literatura hispanorabe

Las jarchas hispnicas


Es indudable que, como quera Ribera, tambin haba esclavas procedentes de la zona galaicoportuguesa. Un anlisis de los gneros literarios de las jarchas hispano-rabes nos muestra que haba
tanto canciones de origen provenzal, como seran las canciones de gels , cuanto canciones que
parecen corresponder a la lrica gallega, como albas con el encuentro de los amantes al amanecer,
frente a las albas provenzales con la despedida de los amantes. As, la siguiente jarcha correspondera
absolutamente a la tradicin galaico-portuguesa y posiblemente est en un estadio muy primitivo de
esta lengua, aunque aqu citamos nuestra versin en castellano:
Alba de mi ardor!
Alba de mi alegra!
No estando el guardador,
esta noche quiero amor. 178
Incluso hay una cantiga de mar, gnero exclusivo de la lrica galaicoportuguesa. As, una de las
moaxajas de Ibn al-Labbāna de Denia (siglo XI) termina con las siguientes estrofas ( gusn y
jarcha) en versin de Emilio Garca Gmez:
Su amante una moza fuese a despedir
y, al alba, llorando por verlo partir,
del mar a la orilla se puso a plair:
Ay corazn mo, que quieres buen mar,
para llorar
ojal tuviese los ojos del mar! 179
Posiblemente la mayor parte de las jarchas pertenecen a esta tradicin galaicoportuguesa, con lo
que las occitanas presentan en al-Andalus las primeras muestras de las que seran las dos primeras
grandes lricas europeas en romance. Precisamente la inexistencia de una lrica posterior en romance
a la que se le pueda atribuir un origen mozarbico sera un argumento ms para la inexistencia de una
lrica de este tipo en al-Andalus.

178

M. J. Rubiera Mata, Poesa femenina , op. cit. supra , p. 67.

179

E. Garca Gmez, Las jarchas , op. cit. supra , nm. XXIX, pp. 286-287.
180

Literatura hispanorabe

No quiere decir que no hubiese una lrica autctona de tipo tradicional. Una parte de las jarchas
de las moaxajas hebreas ofrecen unas caractersticas propias como un arcasmo diferenciador de las
jarchas que podramos llamar de importacin -occitanas y gallegas- ms una temtica especfica:
presencia de confidentes femeninos en mayor profusin y de comerciantes. Tal vez, es una hiptesis,
los judos de al-Andalus, como otras comunidades hebreas de otros lugares y pocas, tuviesen un
dialecto romnico propio al estilo del yidish y el ladino.
Evidentemente hay unas jarchas autctonas: las que se encuentran en rabe dialectal hispnico,
lengua con abundantes romancismos o palabras de origen latino, de forma que a veces es difcil
distinguir si una jarcha est en lengua romance con arabismos o a la inversa. Estas jarchas imitan
la temtica de las jarchas romnicas de importacin, como vio Emilio Garca Gmez

180

. Algunas

encuentran un claro paralelismo con las coplas y canciones de tipo tradicional de las lenguas
hispnicas. As, hay nanas o canciones de cuna, reutilizadas en las moaxajas con significado ertico
como:
Mi pequen, que no duerme y me llora, clama;
tiene hambre el pobre y me grita: Seora mam! 181
Alguna tiene el autntico sabor de copla andaluza, como la utilizada por el granadino Ibn
Jātima (siglo XIV), carcter sealado por su editora y traductora, Soledad Gibert 182 :
La lima a mi derecha
y el arrayn enfrente
la parra trep
a abrazar la granada.
Tambin son estas jarchas en rabe dialectal hispnico las que manifiestan de forma ms explcita
el erotismo, al incorporar frmulas elocutivas rabes. En la siguiente jarcha se hace referencia a una
postura ertica y al adulterio:
180

E. Garca Gmez, Sobre un posible tercer tipo de poesa arabigoandaluza, Estudios dedicados

a Menndez Pidal , Madrid, 1951, II, pp. 397-408.


181

E. Garca Gmez, Tres interesantes poemas andaluces conservados por Hilli, Al-Andalus , 25

(1960), pp. 307-309.


182

S. Gibert, El Dīwān de Ibn Jātima , op. cit. supra , p. 177.


181

Literatura hispanorabe

Amiguito, decdete,
ven a tomarme,
bsame en la boca,
junta ajorca y arracada.
Mi marido est ocupado. 183
Y de la misma forma se manifiesta explcitamente el deseo femenino en los siguientes versos:
Deja mi ajorca
y coge mi cinturn,
mi amigo Ahmad
sube conmigo a la cama,
vidita ma,
acustate desnudo. 184
Esta expresin del deseo femenino sera una de las caractersticas de las canciones de mujer que
persistieron durante la Edad Media en todas las lricas europeas y que corresponden a una tradicin
muy antigua que se remonta al culto a Astart y que sobrevivi a travs de la literatura grecolatina
primero y luego a travs de las medievales de forma marginal. 185 Es la poesa rabe con la moaxaja la
primera literatura medieval en recoger este tipo de poesa por una razn muy sencilla: la moaxaja es
un poema con toda la temtica rabe clsica -ya lo menciona Ibn Bassām al decir que es como
un nasīb o un gazal - y por tanto con frecuencia tiene como objeto ertico a un efebo: la
expresin del deseo femenino cuadra perfectamente con la temtica homosexual del poema rabe. 186

183

M. J. Rubiera Mata, Poesa femenina , op. cit. supra , p. 44.

184

M. J. Rubiera Mata, Ibidem , p. 45.

185

M. J. Rubiera Mata, Ibidem , p. 20.

186

E. Garca Gmez, Sobre el nombre y la patria del inventor de la moaxaja, Al-Andalus , 2

(1934), pp. 215-222.


182

Literatura hispanorabe

El desarrollo de la moaxaja
Ya hemos visto en el texto de Ibn Bassām de la moaxaja que sta fue inventada por Mu

ammad ibn Ma

mūd, el Ciego de Cabra, aunque otros textos atribuyen la invencin a otro personaje nacido
en la misma poblacin cordobesa, llamado Muqaddam ibn Muafā. Sea cual sea el nombre
verdadero, el caso es que la invencin se debe a un poeta de finales del siglo IX, seguramente un
mulad, a caballo entre la cultura rabe y la tradicin romnica.
Esta moaxaja seguramente no era propiamente tal, es decir, un poema estrfico, sino tan slo
bilinge con versos en rabe clsico rimando con la copla romnica o en rabe vulgar. Durante el siglo
X IbnAbd Rabbih perfeccion el rudimentario invento, junto con al-Ramādi y los otros poetas
mencionados por Ibn Bassām, Mukarram ibn Saīd y los dos hijos de Abū-l-

asan. De todos estos autores no se conserva ningn ejemplo de moaxaja.


El poema estructurado en estrofas aparece en el siglo XI de la mano de Ubāda ibn
Māal-Samā y a partir de l un buen nmero de poetas hacen moaxajas. Posiblemente
el primero del que se conserva una moaxaja con jarcha romnica es Ibn al-Muallim de Sevilla, poeta
de la corte de al-Muta

id, segn seala Emilio Garca Gmez. Estos poetas usan indistintamente jarchas en lengua romance
y en rabe vulgar, as el propio rey al-Mutamid e Ibn, Labbāna de Denia en la corte
sevillana. Es curioso que las cortes taifales de Toledo y Zaragoza, tan poco prolficas en poesa rabe
clsica, presenten interesantes autores de moaxajas, como en la corte toledana Ibn Arfa Rasuh -el
nombre significa levanta su cabeza- y un pariente suyo del mismo nombre, que fue un singular
poeta alqumico, y Abū Isā ibn Labbūn, que sera seor de Mōrvedre
(Sagunto), y en la de Zaragoza, al-Ŷazzār y especialmente Ibn Bā

183

Literatura hispanorabe

a (m. 1136), conocido por la escolstica como Avempace por sus obras de filosofa y autor de una
famossima moaxaja que ya tiene estructura temtica de casida, pues se inicia con un nasīb
amoroso y acaba con un madī

o panegrico. Con algunas licencias en la traduccin debidas al intento de reproducir el sistema


estrfico en cuanto a la rima, la moaxaja de Ibn Bāŷŷa es la siguiente:
Arrastra los flecos de tu vestido, al pasar,
y une a la embriaguez, el amar!
Enciende tu fuego con llama
de plata, a la que el oro rodea,
y de perlado aljfar, trama,
que dientes de hur saborea;
la copa de vino al tomar
como slida agua y fluyente hogar,
ya brilla la luz de la aurora
ya el cfiro del jardn alienta.
No apagues la lmpara ahora,
djala, y el vino tienta!,
que la lluvia no cesa de llorar
y el jardn sonre con el azahar.
El reino se adorna con tal sultn
como las perlas en un collar.
Dios no cre otro con tal afn;
luna y almizcle de perfumar.
Como la lluvia, como el alba y como el mar,
como Al en las batallas y como Umar.
Qu len, qu valiente!
Qu lanza, qu batallador!
Qu espada, qu temple!

184

Literatura hispanorabe

Qu ataque, siempre vencedor!


La espada se enjoya de rojo al cortar;
la lanza se trenza al degollar.
Siempre aparece velado,
como niebla que rodea la luna;
tremola la bandera a su lado;
rabes y cristianos dicen a una:
Haga Dios siempre ganar
al alto emir Abū Bukar! 187
Ibn Bāŷŷa tambin era msico y posiblemente fue quien consigui realizar
plenamente el intento que haca unos siglos haba intentado el liberto Salīm: unir la msica
al estilo de los cristianos con la rabe, tras encerrarse durante un tiempo con un grupo de esclavas
cantoras diestras.

188

En la interpretacin de Emilio Garca Gmez de esta noticia de la que es

descubridor, el resultado de este hallazgo musical es la forma de la moaxaja llamada zjel. Parece
algo lgico, ya que la diferencia bsica entre una moaxaja y un zjel es que el ltimo est, todo l, en
rabe dialectal y esta lengua no tiene slabas largas y breves, por la que su posible adaptacin musical
a la msica cristiana sera ms factible. En todo caso, esta forma de moaxaja naci a principios del
siglo XII sin que desbancase a la moaxaja en rabe clsico con la jarcha romnica o arabigodialectal
que tuvo su gran esplendor en este siglo, especialmente con Ibn Bāqī de Crdoba (m.
1126) y el Ciego de Tudela (m. 1145), posiblemente por la famosa crisis de la poesa cortesana -la
clsica- tras la cada de las taifas y el advenimiento de los almorvides. 189
Los judos de al-Andalus que estaban cultural y lingsticamente arabizados haban iniciado en
el siglo X un renacimiento de la lengua hebrea, adaptando a la lengua hebrea los gneros literarios
rabes, en simbiosis cultural perfecta debida en gran parte a la analoga y parentesco de las dos

187

Edicin del texto en A. S. Stern, Four Famous Muwaa Grafa s from Ibn Busra'Anthology

Al-Andalus , 23 (1958), pp. 360-361.


188

E. Garca Gmez, Todo Ben Quzman , Madrid, 1972, III, p. 35.

189

E. Garca Gmez, Estudio de Dar at-Tiraz, preceptiva egipcia de la muwassaha, Al-Andalus ,

27 (1962), pp. 21-104.


185

Literatura hispanorabe

lenguas smicas. Y lo mismo que hicieron casidas, hicieron moaxajas; es decir, poemas de amor nasīb o gazal - en lengua hebrea con algunas imgenes bblicas con jarchas romnicas o
en rabe dialectal. Los primeros intentos son del siglo XI, pero el desarrollo del gnero tuvo lugar
en el XII, especialmente con Yehuda Halevi (m. 1170). Ya hemos mencionado que el mayor nmero
de mater lectionis de la escritura hebrea permiti su ms fcil desciframiento e inici el estudio
sistemtico de las jarchas. Tambin hemos hablado de las peculiaridades de la lengua romance de este
grupo tnico cultural a las que habra que aadir el hecho de que al estar algunos de los autores de
moaxajas hebreas fuera de al-Andalus, en los pases cristianos, podra ser que algunas de las moaxajas
fuesen copias en las lenguas romnicas del norte por un camino distinto al de las esclavas. As la
famossima jarcha de Jehuda Halevi :
Des kuand Sidiello bned
tan bona l-bisara
en Wād al-

aŷāra
Desde que mi Cidiello viene
qu buena albricia
como rayo de sol sale
en Guadalajara]
no estara en el castellano arabizado del Toledo del siglo XII.
A partir del siglo XIII, las moaxajas rabes con jarcha romnica desaparecen aunque el gnero
contina con jarchas dialectales. Ya hemos hablado de las moaxajas de Ibn al-Arabi de tema mstico
y habra que mencionar al mdico Ibn Zuhr (Abenzoar) y ya en el siglo XIV a Ibn Jātima,
estudiado por Soledad Gibert. Adems, la moaxaja es atrapada por la poesa culta, que crea las
llamadas casidas zejelescas y las moaxajas en rabe clsico con jarchas en la misma lengua, que
sustituyen las funciones de la casida, como es el caso de los granadinos Ibn Zamrak y de los psimos
poetas del siglo XV como Ibn Ā

im, de los que ya hemos hablado. De esta captura culta y pedantesca se salva el zjel, que contina
con su frescura popular hasta el fin del reino de Granada, y, posiblemente, influye en algunas formas
de villancico castellano.

186

Literatura hispanorabe

Pero mientras, la moaxaja se haba exportado: algunos poetas norteafricanos conocieron el gnero
en el al-Andalus taifal del siglo XI, como al-

usrī. Con ello fue fcil el transvase cuando a finales del siglo se produjo la emigracin de
muchos literatos a otros pases musulmanes a causa de la conquista almorvide de los reinos de taifas.
Uno de estos emigrantes, Abu-l-

al

de Denia, llev la msica andalus, seguramente la hispano-rabe zejelesca, a Tnez, por ejemplo. La
moaxaja lleg tambin a Oriente, donde Ibn Sanā al-Mulk (1155-1211), poeta de Saladino,
hace una preceptiva de la moaxaja. El gnero se implanta fuertemente en los pases de lengua rabe,
de forma que se siguen cantando moaxajas hasta nuestros das.

187

Literatura hispanorabe

Ibn Quzmān y el zjel


Ya hemos hablado de la aparicin de una moaxaja compuesta toda ella en lengua rabe dialectal
hispnico y a la que posiblemente invent la meloda Ibn Bāŷŷa de Zaragoza a
principios del siglo XII. Es el zjel. Poco despus de su invencin Ibn Quzmān de Crdoba
convirti el gnero en un autntico arte, escribiendo la mayor parte de su obra potica en zjeles. Ni
antes ni despus fue superado.
El nico problema es que su cancionero o dīwān ha llegado a nosotros a travs de
su nico manuscrito, y copiado en Oriente, con lo que las dificultades de comprensin del texto se
multiplican. Diversos estudiosos, a partir de la edicin facsmil ya citada, han hecho ediciones, pero
creemos que la definitiva es la realizada por Emilio Garca Gmez en Todo Ben Quzmān
(Madrid, 1972, 3 vols.), ya que no se limit a editar el texto y traducirlo en calco rtmico, sino a
estudiar todos los aspectos del mismo, como los abundantes romancismos y especialmente la mtrica,
el problema fundamental de la poesa estrfica andalus desde el punto de vista tcnico. Al hablar
de la moaxaja ya hemos mencionado que creemos con Garca Gmez que se trata de una mtrica
acentuada y de slabas contadas como la romnica, a lo que hay que aadir el carcter musical de la
poesa estrfica. Slo aadiremos que en el zjel, al menos en el de Ibm Quzmān, es el primer
qufl el que da el tono al poema, segn ha analizado tambin Garca Gmez, con lo que la ltima de
las vueltas o jarcha pierde la importancia de piedra angular del poema que tena en la moaxaja.
Pero dejemos los tecnicismos. La importancia de los zjeles de Ibn Quzmān radica en la
gracia del poeta, el ms vital seguramente de todos los autores de la literatura andalus, desligado del
cors de la retrica de la casida e incluso de la solemne carga semntica de la lengua rabe clsica. Ibn
Quzmān utiliza la lengua coloquial y su solo uso ya carga a los poemas de una nueva retrica,
sin que esto signifique que olvide su cultura literaria. El uso de palabras romnicas y de topnimos
es tambin un efecto literario an evidente para nosotros, que ya no reconocemos las palabras, ni los
lugares. As, por ejemplo, el zjel de los diminutivos -otro eficaz recurso potico- o de Laleima, en
versin de Emilio Garca Gmez 190 :
Ahora te amo a ti, estrellita,
Laleima.

190

E. Garca Gmez, El mejor Ben Quzman en cuarenta zjeles , Madrid, 1981, pginas 79-80.
188

Literatura hispanorabe

Quin te quiere y por ti muere?


Si me muero culpa es tuya.
De poder abandonarte,
no rimara esta estrofilla.
Yo estoy, matre , tan xilbato ,
tan hazino , tan penato !
Ves lo largo que es el da?
Cato slo un bocadito.
Digo a todos: Dios es grande!
Ya no puedo ms con ella.
Si a la Aljama Verde corro
vase al Pozo del Chopillo.
Ay la flor de las tertulias,
lista tanto como guapa!
No mizcales, sin chinitas,
de volverte leprosilla!
Desatinan tus galanes.
De Babel la magia juntas.
Cunta sal derramas siempre
que hablas una palabrita!
Los pechitos cual manzanas,
carrillitos como harina,
dientecitos como alfjar
y de azcar la boquita.
Si el ayuno nos vedases,
renegad si nos dijeras,
hoy la puerta de la Aljama,
cerrara una soguilla.
Dulce ms que el alfeique,

189

Literatura hispanorabe

t seor eres, yo esclavo.


Mi seor, s! A quien lo niegue,
le dar un pescozoncillo.
Y hasta cundo ms desdenes?
Hasta cundo ms celillos?
De los dos haga, en vaca
casa, Dios un hacecillo!
Ibn Quzmān tiene fama de obsceno y a veces lo es, sin ninguna duda, pero su estilo es ms
que otra cosa desenfadado, como si no tomase nada en serio. As, por ejemplo, finge sacrificar una
cebolla en lugar de un carnero para la pascua musulmana de los sacrificios. De nuevo en versin de
Emilio Garca Gmez 191 :
Festej ya mi da de Pascua:
por carnero mat una cebolla.
No la pude colgar de una pata
y empec a desollarla all mismo.
No es flexible el pellejo, y se rompe;
si dices de curtirlo, me mato.
Grande apuro me entr al desollarla,
me cans, me lloraban los ojos.
Me deca: Soy dura, y no cuezo,
y echa mucha pimienta al frerme.
Dije viendo lo blanco: Un lebrillo,
chico, trae en que ponga esta pringue.
Mas divieso y tumor lo hall todo,
cual galleta ms dura que pea.
Si empu an el cuchillo, animoso,
no era, a fe, cosa fcil usarlo.
Mala vctima...

191

E. Garca Gmez, Ibidem , pp. 141-142.


190

Literatura hispanorabe

No hay en ella siquiera asadura.


Dispar de repente estos versos
-arco el genio, saeta la pluma,
venenoso yerbajo la tinta
y he logrado coger las ideas.
Nunca us repertorio guardado.
De improviso me viene la vena.
Cacarearme no pueden las rimas:
soy azor y ellas son como el chalchal .
El romancismo con que termina el zjel, sinnimo de glgulo o rabilargo, segn Garca Gmez,
nos recuerda, una vez ms, el inslito carcter hbrido, realmente hispanorabe y a veces eurorabe,
de la poesa estrfica andalus.

191

Literatura hispanorabe

VIII. El dab

192

Literatura hispanorabe

Los libros de dab


Segn analiz Carlo-Alfonso Nallino

192

, en poca pre-islmica dab significaba el conjunto

de costumbres ancestrales convertidas en normas de conducta a seguir -una sunna -, y por tanto
era sinnimo de buena educacin, o, mejor an, el savoir-faire . Estas costumbres ancestrales se
transmitan a travs de la tradicin cultural y de forma literaria: a travs de la poesa, de los relatos
de los hechos de los rabes, de las mximas morales, de las ancdotas, de los cuentos, e incluso de la
forma de utilizar las tcnicas como la equitacin, el uso de las armas, etc.
La aparicin del Islam trajo como consecuencia otro conjunto de normas de conducta de
distinto contenido moral: la norma religiosa basada en el Corn y las enseanzas de Mahoma, que
constituyeron a partir de entonces la sunna o norma de conducta. El estudio del conjunto de los
materiales de la tradicin islmica era el ilm o ciencia por antonomasia. De esta forma confluyeron
en la civilizacin arabigoislmica dos tipos de normas de conducta: la islmica y la rabe, compatibles
pero distintas: las normas de conducta para ser buen musulmn, y las que permitan alcanzar el
dominio de la arabicidad, como supremo modelo cultural, que era el dab . Ambas eran distintas
pero no opuestas, de forma que Mahoma poda ser modelo de la una como perfecto musulmn y de
la otra como rabe.
Mientras las ciudades de La Meca y Medina recogan los materiales de la sunna religiosa e
iniciaban la ciencia religiosa, los fillogos de Cufa y Basora recogan con fines lingsticos los
materiales pre-islmicos literarios: poesa, narrativa, sentencias, refranes, etc., formando, al mismo
tiempo, ya el corpus material del dab .
La conquista araboislmica del Oriente Medio y de Asia central, singularmente de la Persia
sasnida, haba incorporado a la civilizacin rabe a un buen nmero de personas de un origen cultural
distinto que, aunque islamizados y arabizados, tenan como lengua verncula el persa, el siriaco, el
griego, etc. Un grupo numeroso de estos no rabes formaban parte de las lites culturales de Bagdad
y del funcionariado cortesano como kuttāb o secretarios. Estos personajes, convertidos al
Islam y asimilados a la sociedad rabe por medio de lazos de clientela -por ello se les conoce como
los mawālī o clientes-, precisaban graduarse en arabicidad para desempear su papel
cultural en la corte y lo hacen a travs del dab .
192

C. A. Nallino, La littrature arabe ds origines l'poque de la dynastie umayyade , traduccin

de Ch. Pellat, Pars (1950), pp. 7-26.


193

Literatura hispanorabe

Es Ibn al-Muqaffa (m. 750), persa, criptomazdesta y traductor del persa de la fbula india de
Calila y Dimna , quien inventa los libros de dab , escritos como manual de conducta cultural y
moral bajo el modelo de la arabicidad. Pero en estos primeros libros de dab , al material propiamente
rabe ya se incorporan tradiciones culturales helensticas, persas e indias, elementos que junto con
la tradicin rabe configuran el dab como gnero literario y al que para diferenciarlo del que es
norma de conducta llamaremos a partir de ahora dab .
Aunque existe un dab de caractersticas marcadamente filolgicas como antologa de textos
literarios con crtica literaria, del que podra ser paradigmtico Ibn Qutayba de Bagdad (m. 889), los
libros de dab son miscelneos. Al aspecto filolgico, une la tradicin de un modelo de normas de
conducta que van desde la tica profana a las reglas de cortesa y urbanidad y tambin conocimientos
prcticos que deben acompaar al perfecto cortesano, como las formas de cantar, vestir, comer, montar
a caballo o incluso enamorarse. Estas formas de dab cortesano ya no son de tradicin pre-islmica
sino que han sido generadas en la propia Bagdad. As, Las praderas de oro ( Murūŷ
al- d aha b ) de al-Masūdī (m. 956) y el Libro de las canciones ( Kitāb alagānī ) de Abū-l-Faraŷ de Ispahan (m. 967) presentan ya un material
bagdad. El Libro de las canciones fue, por cierto, comprado antes de que su autor lo acabase por
el califa omeya de Crdoba al-

akam II para su biblioteca. Un paso ms en el aspecto cortesano de los libros de dab lo marca el
libro de al-Waah (m. 937), que es un manual del hombre elegante.
Captulo aparte merece al-Ŷāh

, de Basora (m. 869), aunque sea quien lleva al dab a la altura de verdadera literatura. Con una cultura
enciclopdica donde se mezclaba la cultura rabe con la persa y el humanismo helnico, escribi
sobre todos los temas con un estilo gil y penetrante. Pero, por eso mismo, se escapa de la autntica
literatura de dab . Es un ensayista avant la lettre y aunque sus obras fueron muy conocidas e
influyeron enormemente en la literatura rabe, fue inimitable.

194

Literatura hispanorabe

La paremiologa
El material del dab es la propia literatura rabe medieval, analizada filolgicamente o puesta
como paradigma de conducta, especialmente la poesa con su contexto, por lo que sobra hacer un
anlisis pormenorizado. Tambin aparecen materiales que juzgaramos paraliteratura, como tratados
de equitacin o caligrafa, y que por tanto no vamos a mencionar aqu, especialmente por su poco eco
en al-Andalus, aunque formaban parte integrante de la literatura de dab . As Kuāŷim
(siglo X), astrlogo y jefe de cocina del prncipe Sayf al-Dawl a y autor de dab con un libro titulado
Libro del convidado ( Kitab al-nadīm ), que es una especie de manual de conversacin en
la mesa, escribi tambin un libro de cinegtica, el Libro de las cazas y las caceras ( Kitaāb
al-masāŷid wa-l-ma

ārid ), con detalles tcnicos sobre la caza y abundantes poemas cinegticos.


De mayor importancia para el tema que nos ocupa que es la literatura andalus es la paremiologa
rabe, no slo presente en las obras de dab hispano-rabes sino posiblemente con puntos de contacto
con el refranero espaol.
Los refranes rabes, llamados ma

al , presentan diversas modalidades igual que en la paremiologa hispnica: hay sentencias o


proverbios del tipo a la vejez, todo son goteras; refranes de comparacin antonomsica como Ms
tonto que Pichote o Ms listo que el hambre, y simples antonomasias como Las cuentas del
Gran Capitn. Proverbios o refranes de este tipo aparecen ya en poca pre-islmica, bien de forma
autctona, relacionada con la experiencia del beduino vivi ms que siete cuervos, o con influencias
grecolatinas o bblicas. 193
El carcter enigmtico del refrn antonomsico -quin fue Pichote?- genera un relato etiolgico
donde a veces se mezclan cuentos y fbulas de muy diverso origen. Un ejemplo que hemos estudiado
es el refrn rabe su culpa es como la culpa de Sa

ar, que tiene el sentido de no tener ninguna culpa precisamente. El relato etiolgico nos cuenta que
el poeta pre-islmico Luqmān, famoso por su longevidad y sabidura, estaba desengaado de

193

R. Sellheim, Matal, E.I. , 6 (1989), pp. 805-815.


195

Literatura hispanorabe

las mujeres y sus encantos. Por ello se cas con una jovencita a la que mantuvo encerrada en su casa,
una vivienda troglodita excavada en el monte a la que slo se acceda por una escala de cuerda. A
pesar de ello y en una historia muy complicada que sera prolijo contar aqu, la joven esposa comete
adulterio, Luqmān lo descubre y la mata. Y he aqu que una de sus hijas, llamada Sa

ar, le pregunta qu ha sucedido y Luqmān la mata, sin tener ninguna culpa. Esta historia del
viejo celoso, casado con nia inocente a la que secuestra intilmente, tiene una larga influencia: es
el argumento El celoso extremeo de Cervantes, de una novela de Mara de Zayas y de La pared
de tela de araa de Toms Borras.
Otro ejemplo de proverbio rabe antonomsico con una larga sombra es la historia de
Sinnimār, el arquitecto del palacio pre-islmico de al-Jarwarnaq, muerto por el rey para que
no construyese un palacio semejante a otro soberano 194 y que aparece en el romance castellano de
Abenmar:
El moro que los labraba, cien doblas ganaba al da
y el da que no los labra, otras tantas se perda.
Desde que los tuvo labrados, el rey le quit la vida
para que no labre otros tales al rey de Andaluca.
El Islam genera, a su vez, proverbios y sentencias nuevos, procedentes del Corn o de las
tradiciones, aunque algunos son una reelaboracin de los anteriores. Y la conquista islmica introduce
en la paremiologa rabe la sabidura sapiencial de otras culturas como la indopersa o la grecolatina,
que se presentan a veces como ma t al y otras como

ikma .
As

unayn ibn Is

194

M. J. Rubiera Mata, La arquitectura , op. cit. supra , pp. 33-37.


196

Literatura hispanorabe

āq tradujo una serie sentencias atribuidas a los filsofos grecolatinos con el ttulo de dab
-al-falāsifa ( dab de los filsofos ), que fue traducido al castellano en el Siglo XIII.

195

Aunque ms tardo, tiene gran importancia tambin el Mujtār al-

ikām wa-ma

āsin al-

ikam , de al-Mubair ibn Fātik

196

, con sentencias y aforismos grecolatinos atribuidos a

filsofos griegos, aunque como en el caso anterior, no siempre a sus verdaderos autores. Esta obra
fue tambin traducida al castellano con el ttulo de Bocados de oro y fue utilizada en la novela de
caballeras El caballero Cifar

197

La primera coleccin de proverbios rabes fue recogida mucho antes, a finales del siglo VIII,
por AbūUbayd al-Qāsim ibn Sallām (m. 828) y tras l hubo muchas otras
colecciones de refranes, tambin en al-Andalus. Pero son los libros de dab los que dedican muchas
pginas a esta literatura, precisamente por su carcter de guas de la conducta humana en aquellos
aspectos que dejaba fuera de su mbito la moral religiosa. En este sentido, junto con la fuerte influencia
del pensamiento grecolatino, los libros de dab son libros humanistas en el sentido renacentista.

195

J. K. Walsh, Versiones peninsulares del Kitab adab al-falāsifa de Grafa unayn ibn

Ishaq, hacia una reconstruccin del Libro de los buenos proverbios, Al-Andalus , 51 (1976), pp.
355-384.
196

A. Badawī (editor), Madrid, 1958.

197

H. Goldberg, Moslem and Spanish Christian literary Porstraitures , Hispanic Rewiew , 45

(1977), pp. 311-324.


197

Literatura hispanorabe

La cuentstica
Acabamos de ver cmo un proverbio, sentencia o refrn generaba un relato etiolgico. Los rabes
pre-islmicos buscaron la razn de otros hechos con los que se encontraban a diario: ruinas de
civilizaciones desaparecidas, los nombres de las personas o los lugares incluso la razn y ocasin por
y cundo se cre un poema. As, en el bagaje cultural de la arabicidad entraron una serie de relatos
historicistas que generaron una forma narrativa que veremos en otro captulo con detalle: el jbar
cuya fuente era tanto los cuentos folclricos como diversos materiales procedentes de las culturas que
dejaron su impronta en la Pennsula Arbiga: los mundos semtico, helenstico y persa. Una prueba es
el propio Corn con sus alusiones a los pueblos desaparecidos, a la Biblia vetero y neo-testamentaria,
a la leyenda de Alejandro y Gilgams, etc.
El relato breve con sus diversas formas: jbar o historicista, cuento, fbula, etc., constituye uno
de los elementos fundamentales de la literatura rabe y estructura tanto el dab como otros gneros
historiogrficos -los jbar - y literarios, como la macama , que encuentran en la narracin corta la
mejor forma al servicio de sus objetivos didctico-ldicos. No es casualidad que el primer autor de
dab , Ibn al-Muqaffa, sea tambin el traductor de la versin pahlev de la coleccin de aplogos
india Calila y Dimna , que cumple una funcin semejante al dab , dar una leccin de moral profana
a travs de una serie de relatos.
La estructura de las colecciones de aplogos indios, una historia sirve de caamazo para ensamblar
otra serie de historias, logr un xito considerable en la literatura rabe, que hizo suyas otras obras
indias como el Sendebar o Syntipas y el Barlaam y Josafat y utiliz esta estructura para una de
las obras ms importantes de la literatura rabe, Las mil y una noches . 198
Pero tambin las obras de dab son en cierta medida unas colecciones de cuentos que se intercalan
como ejemplos ilustrativos del tema del que el autor de dab habla. Prueba de ello es que al menos
el llamado ciclo bagadad de Las mil y una noches -cuentos en torno al califa Hārūn
al-Raīd y su corte- tiene como fuente los libros de dab y algunos de los cuentos rabes
que han pasado a la literatura espaola se documentan en obras de esta naturaleza. Por ejemplo, la
historia de las tres esclavas de Hārūn al-Raīd, origen del villancico castellano

198

J. Vernet, La cultura hispanorabe en Oriente y Occidente , Barcelona, 1978, pginas 309-341.


198

Literatura hispanorabe

de Las tres morillas

199

, y la casa donde nunca comen y beben del Lazarillo de Tormes son cuentos

recogidos en los libros de dab . Y en el mismo sentido, aunque con un matiz diferente, el largo
cuento de Tawwadud, la esclava sabihonda que se encuentra tambin en Las mil y una noches , y
que pas a la literatura castellana como La doncella Teodor , no es ms que un compendio de dab .
La creacin de cuentos, su transmisin y su adaptacin a un contexto rabe es posiblemente una
de las grandes aportaciones de la cultura arabeislmica a la literatura universal. Aunque los cuentos
tuvieron una vida propia e incluso parece que haba juglares contadores de cuentos, documentados
por Monroe en al-Andalus

200

y an existentes por ejemplo en Marruecos, el dab cumpli una

importante funcin en transmisin de la cuentstica medieval.

199

M. J. Rubiera Mata, De nuevo sobre las tres morillas, Al-Andalus , 37 (1972), pp. 133-143.

200

J. T. Monroe, Prolegomena to the study of Ibn Quzmān: The poet as Jongleur , El

romancero hoy. Historia , Comparatismo , Bibliografa , Madrid (1979), pp. 77-129.


199

Literatura hispanorabe

Ibn Abd Rabbih y El collar nico


En al-Andalus se va escribir un importante libro de dab , obra de Ibn Abd Rabbih (860-940),
que fue uno de los kuttāb del califa Abd al-Ra

mān III y su poeta oficial. No es casualidad que Ibn Abd Rabbih escriba esta obra al comienzo
del califato, es decir, en la poca en que la arabizacin e islamizacin de al-Andalus es plena, por lo
que, en palabras de Emilio Garca Gmez, la Hispania musulmana se puede doctorar en cultura rabe.
El libro de Ibn Abd Rabbih se titula Al- iqd ( El collar ), por lo que sus admiradores aadieron
el apelativo de El collar nico y alguno de sus cordiales enemigos, como el poeta El Calafate, le
llam La ristra de ajos. 201 El ttulo, nos referimos al de El collar , no es gratuito, porque su estructura
simula metafricamente un collar de veinticinco piedras preciosas: los doce primeros captulos tienen
cada uno el nombre de una piedra preciosa con el ordinal primero: perla primera, esmeralda primera;
el captulo nmero trece es una piedra nica, como si fuera el centro del collar, y los doce siguientes
repiten el nombre de los doce primeros con el ordinal segundo: perla segunda, esmeralda segunda, etc.
El contenido de estos veinticinco captulos es el siguiente: el primero trata sobre el gobierno de los
pueblos, el segundo sobre la guerra, el tercero sobre la generosidad, el cuarto habla de las embajadas,
el quinto de cmo hay que dirigirse a los soberanos. El nmero seis est dedicado completamente a
la paremiologa, siguiendo a continuacin dos captulos con modelos literarios orientales: sermones
y temas ascticos, psames y oraciones fnebres. A continuacin hay otros dos dedicados a la Arabia
pre-islmica: uno sobre las genealogas y virtudes de los rabes pre-islmicos y otro sobre el lenguaje
de los beduinos. El siguiente trata sobre respuestas ingeniosas y los que vienen a continuacin estn
dedicados a la oratoria y al arte epistolar. El captulo siguiente cuenta una serie de ancdotas de
los califas de Oriente -hay algunas noticias sobre los de al-Andalus- y a continuacin les toca a los
ministros y gobernadores. El siguiente captulo recoge los Ayyām al- Arab , o hazaas
de los rabes pre-islmicos, con lo que El collar se convierte en una de las fuentes ms antiguas
del texto de estas narraciones picas pre-islmicas. Los captulos siguientes hablan de la poesa, de la
mtrica -a pesar de ser autor de moaxajas Ibn Abd Rabbih no nos habla de este gnero potico-, de la
msica y el canto. A continuacin hay un captulo o piedra preciosa dedicado a las mujeres, en donde
hay un intento de equilibrar la feroz misoginia medieval. A continuacin, un captulo dedicado a los
201

E. Ters, Anecdotario de al-Qalfā Grafa , poeta cordobs, Al-Andalus , 35 (1970),

pp. 227-240.
200

Literatura hispanorabe

avaros y, curiosamente, a los nios. El siguiente habla de la naturaleza del hombre y de los animales.
El penltimo est dedicado a la diettica y el ltimo cuenta una serie de ancdotas chistosas.
Curiosamente, esta importante obra apenas ha sido estudiada desde el punto de vista de la cultura
andalus por el hecho de no hablar explcitamente de la misma cuando presenta algo ms importante
que una serie de hechos histricos: el modelo literario y moral donde los andaluses aprendan la
arabicidad, la enciclopedia andalus del humanismo rabe.
La prueba es el inters del estudio del captulo paremiolgico realizado por Emilio Garca Gmez
202

. Ibn Abd Rabbih inicia el captulo con los proverbios o refranes atribuidos a Mahoma, para

despus seguir con unos aplogos de origen indio seguramente, ya que al menos dos de ellos se
encuentran en la versin rabe de Barlaam y Josafat : el del asceta que caz una avecilla y el del
hombre que caz y solt una alondra, relatos explicativos de los dos proverbios No te aflijas por
el pasado y No creas lo que no es, cuento que pas a la literatura espaola en el Libro de los
Eixemplos , a travs de Pedro Alfonso. Otro de los aplogos (un hombre que se descuelga en un
pozo con una rama que roan dos ratas, con cuatro serpientes y un dragn en el fondo; a pesar de su
situacin, el hombre se distrae comiendo la miel de un panal que tambin est en el pozo) es tambin
de origen indio y se encuentra en el Barlaam y en el Calila .
Luego hay toda una serie de refranes atribuidos a Ak

am ibn Sayfī -poeta longevo pre-islmico como Luqmān- y a Buruŷmihr,


personaje mitificado persa, al que se atribuyen toda clase de conocimientos.
Siguen otros refranes transmitidos por el coleccionista Abū Ubayd y algunos refranes con
forma potica que Garca Gmez prometi estudiar algn da.
Hay muchos refranes muy interesantes como Es ms necio que una verdolaga, que Emilio Garca
Gmez pone en relacin con el refrn espaol Ms tonto que una mata de habas, posible calco del
rabe, pues el origen de la tontera de las verdolagas es crecer en las torrenteras o ramblas, de forma
que se las llevan las aguas.

202

E. Garca Gmez, Hacia un refranero arabigoandaluz. V. Versin del libro de los refranes, de

al-Iqd al-Farīd. Preliminares y refranero de Ak Grafa am y Buruŷmihr, Al-Andalus ,


37 (1972), pp. 249-323.
201

Literatura hispanorabe

La importancia del libro de Ibn Abd Rabbih es tambin grande respecto a la transmisin de textos
literarios orientales. Ya hemos hablado de su edicin de los Ayyām al- arab o hemos
reproducido su versin de la ocasin en la que Imru-l-Qays compuso su ms famosa casida el da en
que su amada y sus amigas se baaron en una laguna. Pero la obra de Ibn Abd Rabbih tiene una gran
cantidad de facetas. Como ejemplo, reproducimos una parte de su captulo dedicado a la diettica, es
decir, La gema segunda sobre la alimentacin, donde aparecen las caractersticas generales de este
libro de dab : utilizacin de autoridades que van desde la Arabia pre-islmica (los judos de Jaybar),
a Roma (Csar), pasando por el mtico persa Buruŷmihr. El uso de axiomas, especialmente
de estructura tripartita y cuatripartita (tres cosas hay, cuatro cosas hay...), y la transmisin de una
sabidura ajena tanto a la tradicin religiosa como cientfica. As es el dab .
Poltica de los cuerpos con lo que les conviene
Dijo al-

aŷŷāŷ ibn Yūsuf a Bādūn su mdico: Dime qu


cosas me van bien y que no me hagan dao!. Y le dijo: No te cases con mujer que no sea joven;
no comas carne que no sea de animal joven; no comas hasta que la coccin no la haya ablandado; no
bebas medicina si no es por enfermedad; no comas fruta que no est madura; no tragues sin masticar;
come lo que quieras y bebe despus; cuando bebas, no comas; no retengas las defecaciones, ni la
orina. Cuando comas de da, duerme, y cuando comas de noche, camina, antes de dormir, por lo menos
cien pasos.
Preguntaron a los judos de Jaybar: Con qu curis las enfermedades, los de Jaybar?.
Contestaron: Comiendo ajo, bebiendo vino y descansando ligeros como nubes. Evitamos el fondo
de los valles y salir de Jaybar cuando las estrellas salen y se ponen.
Csar pregunt a Quss ibn Saīda: Dime la medida de la alimentacin!. Llenarse
al mximo o quedarse con apetito, contest. Y el mejor axioma?, volvi a preguntarle, y le
respondi: El conocimiento del hombre es su poder. Qu es entonces lo ms inteligente?.
Buscar la ciencia, respondi.
Abd al-Malik ibn Marwān pregunt a Abū-l-Mufawwiz: Te has empachado
alguna vez?, y le respondi que no. Cmo es eso?, le volvi a preguntar, y respondi: Nosotros

202

Literatura hispanorabe

cocinamos cociendo las cosas, y luego, cuando masticamos, las deshacemos finamente; no llenamos
el estmago, ni lo dejamos vaco.
Preguntaron a Buruŷmihr: Cul es el mejor tiempo para comer?, y respondi: Cuando
se tiene hambre, si es posible, y si no es posible, cuando lo sea, y aadi: Hay cuatro cosas que
matan: el bao tras el hartazgo, la cpula tras la panzada, comer cecina seca y beber agua helada
cuando se est sudando.
Ibrāhīm el poeta dijo: Tres cosas estropean la inteligencia: mirarse mucho en el
espejo, rerse exageradamente y permanecer mucho tiempo en el mar.
Al-Asmaī cont que Hārūn reuni a cuatro mdicos: un babilonio, un
bizantino, un indio y un griego, y les dijo: Decidme cada uno la medicina que no hace dao. El
babilonio dijo: El grano de berro blanco no hace ningn dao; el indio dijo: El miroblano negro;
el bizantino dijo: El agua caliente, y el griego, que era el que ms saba de medicina, dijo: El
berro blanco produce humores; el miroblano negro afina el estmago y el agua caliente lo ablanda.
La mejor medicina es la que se asienta sobre la comida, cuanto t quieres, y que se aparta de ella,
si t lo deseas. 203

203

Ibn Abd Rabbih, Al- iqd , VI, pp. 306-307.


203

Literatura hispanorabe

Otras obras de dab en al-Andalus


Como ya hemos visto, el dab era un gnero dinmico que incorporaba a su acerbo las nuevas
formas culturales y el siglo X fue especialmente rico en obras de dab . Aparte de la llegada a
al-Andalus de algunas de estas obras orientales como el Libro de las canciones de Abū-lFaraŷ de Ispahn, es muy significativo que las obras de dab escritas en Crdoba durante el
siglo X tuviesen como autores a dos iraques, Abū Alī al-Qālī (976) y

āid de Bagdad (m. 1030). El primero de ellos lleg a Crdoba para ser preceptor del prncipe
al-

akam, hijo de Abd al-Rahmān III y futuro califa. Al-Qālī era


fundamentalmente un fillogo y sus obras de dab son especialmente comentarios lingsticos
y literarios que formaban parte de sus enseanzas en la mezquita mayor de Crdoba, que como
sabemos haca funciones de centro de enseanza superior o universidad. Por ello, uno de sus libros
se llama Libro de los dictados , pues eran las lecciones dictadas en su ctedra de la mezquita. AlQālī tambin recogi una coleccin de refranes de tradicin oral.

āid de Bagdad, al que hemos mencionado como poeta, fue hombre de gran ingenio, junto a
sus indudables conocimientos, pues era capaz de inventarse una etimologa para salir del paso. Goz
de la proteccin de Almanzor, al que su carcter le haca gracia y para el que escribi, parece ser,
novelas de amor. Su obra de dab se titula Kitāb al-fu

ū

(Libro de los engarces) y, como la de al-Qālī, es especialmente filolgica. Lo haba


escrito a peticin de Almanzor, que le haba mostrado un da el libro de al-Qālī
Kitāb al-nawādir ( Libro de las rarezas ) y le haba dicho que hiciese algo semejante
con elementos nuevos.

āid lo hace en seis meses, recibe 5.000 dinares, pero los eruditos andaluses, entre ellos Ibn
al-Arīf, comentador de al-Mutanabbī, dice que era una falsificacin, pues se haba
inventado obras inexistentes. El libro es arrojado al Guadalquivir y
204

Literatura hispanorabe

īid sin inmutarse dice que como era una perla ha vuelto al mar. 204
La obra de

īid fue seguida por algunos estudiosos andaluses y, cuando se crea perdida, aparecieron dos
ejemplares en las bibliotecas marroques. El iraqu Mu

sin Ismāil ha realizado su edicin como memoria de tesis doctoral en la Universidad de


Granada (1985). Nos preguntamos si este erudito moderno habr tenido en cuenta las antiguas crticas
de los andaluses sobre los inventos de

āid de Bagdad.
La siguiente obra de dab tiene como autor a un andalus, Abū Umar ibn Abd al-Barr
(978-1070), sabio tradicionalista, que compuso esta obra siguiendo los criterios ya sealados del dab
como complemento de la sunna religiosa: Lo primero -dice en su prlogo- por lo que ha que
preocuparse el interesado amn de la Sunna y del Libro sagrado , habr necesariamente de ser el
estudio del dab , por cuanto de provecho encierra en pro de la inteligencia , pero aade el carcter
ldico-pedaggico del gnero que no haba aparecido antes: con el fin de que todo ello quede a
disposicin de quien lo aprenda de memoria o lo utilice, sirva de deleite en las tertulias, de atractivo
para el contertulio y de estmulo de su sagacidad y su ocurrencia . 205 No en vano su obra se titulaba
Bahyat al-maŷālis ( Ornato de las tertulias ). Este elemento ldico didctico, aquello
de ensear deleitando, va a ser una nueva caracterstica a aadir a los libros de dab .
Los apartados de los 123 captulos del Ornato de las tertulias son, segn Pinilla

206

: buenas

maneras, oratoria, conversacin y retrica; vida, fortuna y riqueza, generosidad y usura; viajes y
visitas; vecinos y huspedes; autoridades y poltica; cualidades y defectos humanos; amistad y

204

R. Blachre, Un pionner de la culture arabe orientale en Espagne : Grafa īid de

Bagdad, op. cit. supra (1950), pp. 15-36.


205

R. Pinilla, Una obra andalus de dab: la Bahyat al-maŷālis de Ibn Abd al-Barr

(s. XI JC), Sharq al-Andalus , 6 (1989) p. 91.


206

R. Pinilla, Ibidem , pp. 93-96.


205

Literatura hispanorabe

parentesco; mujeres y matrimonios; usos cotidianos, hbitos y otros temas; astrologa, filosofa y
noticias histricas; vejez y muerte.
La estructura de su discurso es semejante al que ya vimos en Ibn Abd Rabbih: los temas se
tratan con citas cornicas, proverbios, sentencias, ancdotas, referencias histricas y citas literarias.
El literato granadino Ibn Luyūn (siglo XIV) pondr en versos pareados uryuza , har otro
tanto con otras obras.
Hay noticias de ms obras de dab escritas durante el siglo XI, aunque slo nos han llegado por
referencia o citas como la que escribi el rey de Badajoz, al-Mu

affar ibn al-Af

as, que rein de 1045 al 1062 y que recibi el nombre de Al-Mu

affariyya, en relacin con el propio de su autor o impulsor.


La obra que s nos ha llegado y que est editada y traducida al espaol es La lmpara de los
prncipes , de Abū Bakr de Tortosa, 207 discpulo de Ibn

azm de Crdoba y emigrado a Oriente. Este libro de dab est ya plenamente dentro de la lnea
didctica: es un espejo de prncipes.
En cambio, en la lnea filolgica Ibn Sīd de Badajoz (1052-1127) escribe diversas obras de
dab que se acercan mucho a la crtica literaria. 208
Ya en el siglo XII, Ibn al-Mawāinī de Crdoba (m. 1164) escribe otra obra de dab,
Ray

ān al-albāb ( Arrayn de los corazones ), cuyo nico manuscrito se encuentra en


la Real Academia de la Historia de Madrid. A. Gonzlez Palencia, que debi manejar el manuscrito,

207

M. Alarcn y Santn, Madrid, 1930.

208

S. Pea, Ma arrī segn Batalyasi. Crtica y Potica en al-Andalus, siglo XI , Granada,

1990.
206

Literatura hispanorabe

describe la obra as El arrayn de corazones est dividido en siete partes y cada una en varios
grados. Trata de la ciencia en general, de las ciencias y las artes cultivadas por los rabes; de smiles,
expresiones ambiguas y sentencias irnicas; de la elocuencia y la elegancia del estilo; de la potica
y las reglas prosdicas; de las genealogas. La ltima parte contiene una historia de los omeyas y los
abases, con un relato de la conquista de Espaa y la serie cronolgica de los soberanos hasta 1161 .
209

Parece ser, por tanto, un tpico libro de dab, con sus caractersticas ldico-didcticas.

Con la misma intencin de ensear deleitando hay que mencionar a Ibn al-ayj de Mlaga
(1132-1207), autor de una enciclopedia didctica dedicada a la educacin de su hijo, que puede
considerarse un libro de dab y que lleva por ttulo Kitab alīf bā ( Libro del
abecedario ) 210 . Una de las cosas ms curiosas de este libro es su descripcin del faro de Alejandra,
que vio personalmente y describe con minuciosidad, de forma que con sus datos Miguel Asn Palacios
pudo hacer una reconstruccin ideal 211 .

209

A. Gonzlez Palencia, Historia de la literatura arabigoespaola , Barcelona, 1945, p. 133.

210

M. Asn Palacios, El abecedario de Yūsuf Benaxaij, el malagueo, Boletn de la Real

Academia de la Historia , 1932, pp. 195-228.


211

M. Asn Palacios, Una descripcin nueva del Faro de Alejandra, Al-Andalus , 1, 1933, pp.

241-292.
207

Literatura hispanorabe

El dab de tipo religioso


A pesar de su carcter profano, el dab , convertido en gnero literario, sirve de vehculo tambin
para libros de temtica religiosa.
As, el mstico Ibn al-Arabī (1164-1240) escribi tambin una obra de dab, Mu

adarat al-abrār ( Conversacin de los piadosos ), que aunque como es natural trata en
abundancia de una especie de dab mstico, de cuando en cuando intercala historias y ancdotas del
dab profano. A esta obra pertenece por ejemplo la leyenda de la construccin de Madīnat
az-Zāhīrī, la ciudad palaciega del califa Abd al-Ra

mān III. El nombre de la ciudad es simplemente la ciudad resplandeciente, pero como AzZahara es tambin nombre de mujer, Ibn al-Arabī nos cuenta quin era esta Az-Zahara:
Un sabio de Crdoba me cont cul fue la causa de la construccin de Madīnat az-Zahara y
fue que a al-Nā

ir [Abd al-Ra

mān III] se le muri una de sus concubinas, dejando mucho dinero, y el califa orden que se
rescatase con ese dinero a los cautivos musulmanes en tierras cristianas, pero no se hall ninguno,
por lo que se dio gracias a Dios.
Su esclava az-Zahara, a la que amaba mucho, le dijo: Deseara que construyesen una ciudad que
lleve mi nombre y a m est dedicada. Y la construy bajo el Monte de la Novia, en su medioda y al
norte de Crdoba, a cuatro millas aproximadamente de esta ciudad. Su construccin fue de peregrina
perfeccin y de acabado perfecto. Hizo en ella lugares de recreo y mansiones para az-Zahara y para
los nobles de su reino. En su puerta hizo esculpir el retrato de az-Zahara.
Cuando estuvo acabada, Az-Zahara se sent en su saln para mirar la blancura y belleza de la ciudad
en el regazo del negro monte y dijo: Oh mi seor! Acaso no ves a esta bella esclava en el regazo
de ese negrazo?. Y el califa orden hacer desaparecer el monte y decan sus cortesanos: El prncipe
de los creyentes intenta algo que repugna a la razn slo escucharlo. Aunque se reuniesen todas las
criaturas del mundo a cavar y cortar no lo hara desaparecer, sino quien lo ha creado. Pero lo que

208

Literatura hispanorabe

orden fue cortar los rboles y plantar en su lugar higueras y almendros y as no haba paisaje ms
bello especialmente en la poca de la floracin, entre el monte y la llanura. 212
En este sentido, es muy interesante la obra del murciano umar ibn Ibrāhīm al-Awsi,
que escribi en el ao 1284 una obra titulada Zahr al-kimān fi-ma aya

a alla

a bi-ajbār sayyidī-nā Yūsuf al-

adīq ( Libro del capullo sobre todo lo que se refiere a nuestro seor el profeta Yūsuf
), que como tan largo nombre indica tiene como tema al bblico, y tambin cornico, Jos en Egipto.
La obra est dividida en maŷlis (tertulias) y entre el relato de la vida de Jos (Yūsuf)
se introducen ancdotas y glosas morales. Pero tal vez lo ms interesante sea la forma novelada en
que se relata la historia del patriarca y sus amores con Zulayja, nombre musulmn de la mujer de
Putifar. As por ejemplo, la egipcia pide ayuda, para lograr el amor de Yūsuf, a su nodriza, que
acta de singular celestina-arquitecto, pues el problema era que Yūsuf no miraba a la belleza
egipcia para no caer en la tentacin:
Y la nodriza le dijo [a Zulayja]: Oh mi seora! Si te hubiese mirado alguna vez, haba corrido hacia ti
como t hacia l y si hubiese visto tu belleza, hermosura y la pureza de tu color, no podra permanecer
sin ti, y ella dijo: Qu puedo hacer?, y le contest: Dame dinero. Zulayja dijo: Aqu tienes
ante ti todos mis tesoros: coge lo que quieras, deja lo que quieras, sin tasa. La nodriza se apoder
del dinero, llam a los albailes y constructores y les dijo: Quiero una habitacin en la que se vean
los rostros en el techo y en las paredes como se ve en un espejo. Dijeron que s y construyeron una
habitacin que se llam alcoba. Cuando terminaron, la nodriza llam a un pintor diestro y le orden
que hiciese un retrato de Yūsuf y Zulayja abrazados y en el que no se viese sino esta escena;
luego orden que trajesen un lecho de oro con incrustaciones de perlas, jacintos y aljfares y lo puso
en el centro de la alcoba; tendi sobre l brocados y todo tipo de sedas; luego alfombr la habitacin
y colg tapices. Luego visti a Zulayja con muy diversas vestiduras y joyas, la sent en un estrado
grande apropiado con el resto y sali en busca de Yūsuf. 213

212
213

M. J. Rubiera Mata, La arquitectura , op. cit. supra , p. 128.

Umar Ibn Ibrāhīm, Zahr al-Kimān , El Cairo, 1950.


209

Literatura hispanorabe

Como en el relato bblico, Yūsuf no cae en la tentacin; es difamado y acaba en la crcel.


Pero Zulayja es finalmente perdonada por su enfermedad de amor ms que pecado, segn la tradicin
cultural rabe, y finalmente se casa con Yūsuf. Todo esto lo cuenta con verdadero arte
novelstico este autor andalus, mostrando el desarrollo narrativo que poda desarrollar el dab .

210

Literatura hispanorabe

Granada: el dab de la Guerra Santa


Perdidos por el recamado de la poesa y la prosa ornada, los granadinos no parecen encontrar el
gusto por el dab sino a finales del siglo XIV, bajo dos signos: el ldico para entretenimiento de
contertulios y el didctico con una orientacin poltica muy clara: incitar a los granadinos a la Guerra
Santa, empresa que ya no era de ofensiva sino de supervivencia. Ya es en este sentido significativo
Ibn Simmāk de Mlaga, que vivi a finales del siglo XIV. Es autor de un libro de dab un
tanto atpico, ya que se ha quedado reducido a puro anecdotario: el Kitāb az-zaharāt
al-mantūra ( Libro de las flores esparcidas ) -editado por M. Maki en 1984-, coleccin de
cien ancdotas variadas sobre califas, reyes, magnates, etc., al estilo de las que aparecan en los libros
de dab de antao, pero no unidas por ningn texto o intencin aparente.
Ibn Simmāk es seguramente autor de otro libro titulado Al-hulal al-mawiyya ( Las tnicas
recamadas ), que pretende ser un libro de historia, pero que en realidad es una obra de tipo dab
con una serie de ancdotas urdidas con clara intencin: convencer a los granadinos de la conveniencia
de buscar el apoyo de los norteafricanos y no rendir vasallaje a Castilla. Por ello, se crea la leyenda
del rey al-Mutamid de Sevilla pronunciando la frase Prefiero ser camellero en frica que porquero
en Castilla, si bien en realidad el rey de Sevilla llam en su ayuda desesperadamente a Alfonso VI,
cuando los almorvides decidieron destronarle y atacaron su reino.
En el mismo sentido y en la misma poca, Ibn Hudyl escribe una obra que es considerada un tratado
de la Guerra Santa, aunque es, en nuestra opinin, una obra de dab monogrfico, el Kitab tu

fat al-anfūs wa-i ar sukkān al-Andalus , o El ornamento de las almas y la divisa


de los habitantes de al-Andalus , como quiere su editor y traductor al francs, Louis Mercier. El
discurso de esta obra es tpico del dab . As, dice sobre el miedo:
Amr ibn Madikarib dijo: El miedo presenta tres formas: una de ellas se apodera de los pies y,
entonces, no le llevan; otra que se apodera de la cabeza y por ello huir, abandonando padre y madre,
y la tercera que se apodera del corazn: este ltimo es el nico que lucha.
Las cualidades naturales acompaan al hombre en todas sus ocupaciones: son difciles o imposibles
de modificar porque son el resultado de la configuracin del cuerpo y de la naturaleza propia del
temperamento. La sabidura, que est siempre, es quien establece la relacin entre la lanza y quien la
lleva, la relacin entre la intencin y la naturaleza. Los caracteres adquiridos y accidentales no tienen

211

Literatura hispanorabe

importancia: puede suceder, en efecto, que un cobarde reaccione y se muestre valiente, que un avaro
sea a veces generoso, pero, en esto, no siguen el curso normal que implica su naturaleza y que ordena
la composicin de su temperamento. Ellos han actuado bajo circunstancias nuevas y si Dios decreta
que stas desaparezcan, sus actitudes cambiarn .
Entre las cosas que dan valor, citaremos las siguientes: imaginarse que la salvacin est cercana;
considerar que la cosa que os da miedo es inexistente, o est muy lejos de ocurrir; convencerse de que
est muy cerca el arma que os permitir hacer frente al peligro; imaginarse que se dispone de un gran
nmero de auxiliares, de contingentes considerables que os impedirn sufrir dao alguno. 214
Este libro de dab va acompaado de un tratado de equitacin e hipologa, que est traducido al
castellano 215 . Recordaremos que el dab inclua igualmente tratados tcnicos sobre estos temas.
Finalmente, en el siglo XV se conserva un libro de dab , obra de Ibn Ā

im (1359-1426), al que hemos mencionado como artificioso poeta. Se titula Kitāb

adāiq al-azhār ( Libro de los huertos de las flores ) y es, de nuevo, un libro
miscelneo con ancdotas, etc. Uno de sus captulos tiene un refranero en rabe dialectal hispnico.

214

L. Mercier, L'ornement des mes et la devise des habitants d'el-Andalus , Pars, 1939, pp.

250-251.
215

M. J. Viguera, Ibn Hudayl. Gala de caballeros, blasn de paladines , Madrid, 1977.


212

Literatura hispanorabe

IX. Las epstolas. La prosa ornada. Las maqāmas

213

Literatura hispanorabe

La prosa ornada y sus gneros


La epstola, el gnero literario en forma de carta enviado a un corresponsal autntico o inventado,
nace en el mismo ambiente que el dab : entre los kuttāb o secretarios de la corte, cuya
funcin era redactar entre otras cosas la correspondencia que emanaba el poder: lo que hoy llamamos
decretos, declaraciones de guerra o paz, etc., se escriban en forma de carta. El paso de la utilizacin
de esta forma con propsitos literarios era relativamente fcil. Es Abd al-

amīd ibn Ya

yā, contemporneo de Ibn al-Muqaffa, el creador del dab y persa como l, secretario del
ltimo califa omeya, a mediados del siglo VIII, quien utiliza la epstola como vehculo literario.
La diferencia entre el dab y la risāla , nombre rabe de la epstola, ambos gneros de
los kuttāb , consiste bsicamente en que la segunda sirve generalmente para defender una
tesis propia del autor y que aunque, como toda la literatura rabe medieval, est cargada de erudicin
y de citas de todo tipo, el autor huye del carcter axiomtico y sentencioso del dab y deja correr
su pluma libremente para desarrollar sus propias ideas.
El peso de la prosa cancilleresca con sus barrocas frmulas de expresin influye sobre las epstolas
literarias que son escritas en esta prosa cancilleresca, llamada prosa ornada, y que a menudo es rimada
y rtmica, es decir, la prosa que se llama en rabe aŷ , y su prosodia lleg a estar tan regulada
como la de la poesa.
Como en el caso del dab , el gran maestro del gnero epistolar como obra literaria es alYāhiz (m. 869), que se sirve de las risāla para exponer sus ideas y erudicin. Como
es caracterstico de este autor, al que hemos calificado de ensayista avant la lettre , su pensamiento no
se deja enmaraar por la forma, al contrario de lo que suceder con la mayor parte de los cultivadores
de este gnero.
La prosa ornada llegar a su forma ms compleja con el gnero conocido como
maqāma que invent Badīaz-Zamān al-Hamadānī (m. 1007),
basado especialmente en el malabarismo verbal del aŷ , llevado a su mxima expresin.
Como la epstola, la macama intenta ser vehculo de muy diversos temas literarios, histricos,
filolgicos, sociales, es decir, es en cierta manera ensaystica, y utiliza la primera persona para hablar,

214

Literatura hispanorabe

aunque a diferencia de la epstola no es el propio autor el que habla sino un personaje que hace el
papel de relator de una serie de aventuras, sucesos o acontecimientos, que vive un segundo personaje,
con lo que el gnero se enlaza con la tradicin del relato rabe que arranca de poca pre-islmica, con
las historias de los beduinos, tanto ms cuando los personajes que aparecen en las macamas tienen
carcter y acciones de pcaro, con respuesta ingeniosa para todo, elementos que caracterizan a travs
de toda la literatura rabe a la figura literaria del beduino, en una especie de idealizacin del rstico.
El carcter picaresco de los personajes y del mnimo argumento -lo importante es el lenguaje, no
la accin- de las macamas ha hecho pensar en su influencia con la novela picaresca espaola, aunque
existen graves dificultades en la posible transmisin de un gnero como las macamas a otra literatura,
dada la dificultad de su lenguaje y su carcter de literatura culta y por tanto minoritaria. La nica
posibilidad sera a travs de los conversos del judasmo, ya que este gnero tambin fue imitado por
los hebreos andaluses.
Cuando, en el siglo XII, al-

arīrī hace una nueva versin de las macamas de al-

ama

ānī, llegando ya al puro malabarismo lingstico, la obra se difunde en el mundo


arabigoislmico con comentarios filolgicos para hacerlas comprensibles al propio lector rabe, culto
y contemporneo del escritor. El ms conocido, con el que se editan actualmente las macamas de al-

arīrī a pie de pgina, es el del andalus Abū-l-Abbās A

mad de Jerez (Al-arīsī) (m. 1222).


La prosa ornada, ya en su forma de epstola como de maqāma , fue conocida, apreciada
e imitada en al-Andalus. Ya a mediados del siglo IX el aventurero oriental Abū-l-Ŷusr
al-Riyā

ī difundi las epstolas en prosa ornada en al-Andalus, aunque, mientras no aparezca un
manuscrito que demuestre lo contrario, las primeras epstolas propiamente literarias no aparecen
en al-Andalus hasta principios del siglo XI, abundando, eso s, en las obras histricas las epstolas
215

Literatura hispanorabe

cancillerescas, lo que parece mostrar que los andaluses dominaban el estilo epistolar. En cuanto a las
maqāmas , adems del comentario del jerezano, las de al-

arīrī llegaron en vida de su autor a al-Andalus, de mano de un andalus, Abūl-l-

aŷŷāŷ Yūsuf al-Qudaī de Onda, que las conoci en Bagdad


en 1108 y las explic a sus discpulos a su regreso. 216 Fernando de la Granja, estudioso del gnero
217

, dice que no tuvo en al-Andalus continuadores, excepto Abū

āhir Mu

ammad ibn Yūsuf, conocido como el de Zaragoza y tambin como el Atarkuwī,


gentilicio que parece hacer referencia al pueblo de Estercuel (m. 1143). Sus macamas, que
permanecieron durante mucho tiempo inditas, fueron finalmente editadas en el ao 1982 por M. Mu

afā Ha

ara y muestran que son un mero ejercicio retrico, poco menos que indigerible e intraducible a otras
lenguas.
Granja tambin opina que tanto en Oriente como en Occidente macama /epstola se confunden
al borrarse de la primera todos los trazos salvo la prosa rimada que era caracterstica esencial de
la epstola literaria . 218

216

R. Arie, Notes sur la Maqāma andalouse , Hespris-Tamuda , 9 (1968), pp. 203-217.

217

F. de la Granja, Maqāmas y risālas andaluzas , Madrid, 1976, p. XIII.

218

F. de la Granja, Ibidem .
216

Literatura hispanorabe

La mufājara o debate
Entre las primeras epstolas andaluses que han llegado hasta nosotros, destacan aquellas que
pertenecen al tema de la mufājara , equivalente a las disputatio o debates medievales.
Los autores enfrentan entre s a dos objetos o dos cosas que hablan por s mismas defendiendo su
supremaca.
As, A

mad ibn Burd al-A

gar (el menor, para distinguirle de su abuelo A

mad ibn Burd al-Akbar, el mayor) (m. 1054) parece especializado en escribir epstolas sobre este
tema. 219 Abū-Walīd al-

imyarī de Sevilla (1023-1069) en su antologa sobre poesa floral titulada Libro

de la

descripcin de la primavera ( Badī fi wasf al-rabī ) 220 incluye un fragmento de una


epstola de Ibn Burd defendiendo la superioridad de la rosa sobre el resto de las flores, especialmente
sobre el narciso amarillo que haba defendido Ibn al-Rum (m. 896) en Oriente. El propio AbūWalīd al-

imyarī defiende la misma postura en otra epstola que incluye tambin en su antologa. El
tema no es tan balad como podramos suponer segn la interpretacin de Y. ayja. 221 A

mad ibn Burd haba estado al servicio de rey Muŷāhid de Denia, que era de origen
europeo, sardo, segn nuestras investigaciones, y que poda estar simbolizado por el color amarillo,

219

F. de la Granja, Ibidem .

220

H, Peres (ed.), Rabat, 1940.

221

Y. ayja, Min ma Grafa āhir al-uūbiyya fī al-Andalus,

Dirāsat Andalusiyya , 4 (1990), pp. 25-34.


217

Literatura hispanorabe

emblemtico en la civilizacin arabigomusulmana de la raza blanca. La rosa poda ser emblemtica


de la raza rabe a la que perteneca el rey de Crdoba Ibn Ŷa

war al que Ibn Burd dirige la epstola, lo mismo que era tambin rabe Mu

ammad ibn Abbād, rey de Sevilla al que al-

imyarī dedica su obra.


Ibn Burd se inclina ante la rosa rabe, tras haber rendido pleitesa al amarillo narciso. Otra de sus
epstolas de debate la escribi en homenaje a Muŷāhid de Denia, en cuya corte estuvo
unos aos: se trata del debate entre la espada y el clamo, 222 es decir entre las armas y las letras, que
tan bien convivan en la figura del prncipe sardo, seor de Denia, consumado militar y fillogo. El
tema era muy rico y tuvo una larga resonancia hasta en la literatura hebrea andalus, siempre servil
imitadora de la rabe. Y en rabe hay una brevsima macama de Ibn Gālib al-Ru

āfī de Valencia. 223


Aunque no es ya del gnero de debate, Ibn Burd tiene otra epstola sobre la palmera a la que segn
el tpico andalus se considera extranjera (son famossimos los versos de Abd al-Ra

mān I cantando a la palmera, extranjera como l en tierras hispnicas). Pero podra dar
significado, como ha interpretado tambin ayja, a una macama de poca granadina, la de Ibn al-

asan al-Nubāhī, escrita en 1379 en la que se establece la preeminencia de la palmera


sobre la higuera, que podra tambin ser emblemtica de la superioridad de lo rabe (la palmera) sobre
lo autctono (la higuera).
En relacin con estos temas, Ibn Garca de Denia escribe una de las epstolas ms famosas de
al-Andalus. Este literato, como muestra evidentemente su apellido, era de origen hispnico, ms
concretamente, vasco. Cautivo desde nio, fue uno de esos clientes arabizados e islamizados que

222

F. de la Granja, Ibidem , pp. 3-59.

223

F. de la Granja, Ibidem , pp. 131-137.


218

Literatura hispanorabe

tenan clara conciencia de pertenecer a una etnia distinta, aun ms cuando viva en el reino de Denia
con sus monarcas del narciso amarillo, es decir, tambin no rabes.
Frente al ataque, autntico o pretexto literario, de Abū Ŷafar de Paterna que haba
despreciado al rey de Denia, Alī Ibn Muŷāhid, frente a los tnicamente rabes
de Almera, Ibn Garca escribi una epstola sobre la supremaca de la raza europea sobre la rabe.
Esta reivindicacin cultural de los no-rabes, que haba germinado en Oriente con los persas y haba
producido abundantes obras literarias, se llam u ābiyya , que podramos traducir por
etnitismo. Ibn Garca no se para en barras en el elogio de los no-rabes y en el menosprecio de
los rabes:
Yo creo que yerras con esta raza noble que menosprecias; son rubios y blancos, no son rabes de
camellos sarnosos; descienden de los Csares y de los Cosroes; nobles, valientes, no fueron pastores
de ovejas, ni de cabras; hijos orgullosos de los csares, los de los yelmos y las cotas de mallas, los
que disiparon temores, protegieron los rebaos, construyeron palacios, sus alczares. Hay entre ellos
numerosos halcones rojos y mudos, pues su elocuencia est en las lanzas.
Las asambleas y los ejrcitos se adornan con ellos; cabalgan sobre caballos como si stos fuesen
elefantes; son estrellas en el cortejo; son los no-rabes, los leones de la espesura; hijos del bosque,
libres de todo vicio; no les engendraron prostitutas rabes, sino les acun Sara la bella, hacedora de
prodigios.
Estn ansiosos por el gemido de las espadas, no por las arracadas, ni por las alcuzas y los coos;
por el aafil y no por el caramillo; por los vientos, no por los jubones; por los corceles, no por los
amantes; por la gualdrapa, no por los vstagos; por el poder y el honor, no por el vino y las zambras;
por el combate y no por el oro y las cantoras.
Reyes excelsos, no quemadores de boigas; sagaces, visten de brocado y no con el sayo que calienta
excesivamente por la lana de seis ovejas; guerreros, no guardianes de lechos de agua, ni plantadores
de estacas de madera; epnimos de estirpe, no bebedores de leche de camella; beben vino y comen
asado, no los frutos del alhandal, ni huevos de lagarto; no habitan tiendas de pelo; no se calientan con
boigas; no se atiborran con la inmunda grasa del lagarto, sus nios no se alimentan con reptiles. 224

224

M.J. Rubiera Mata, La taifa de Denia , Alicante, 1988 (2), pp. 136-141.
219

Literatura hispanorabe

Ibn Garca conoca perfectamente los tpicos de la beduinidad rabe que le servan de proyectiles
contra los rabes. Slo tienen el mrito de que de su raza naci Mahoma. Pero apostilla: El oro se
encuentra entre la suciedad, el almizcle en la sangre de la gacela, el agua dulce en los sucios odres .
La epstola suscit una serie de respuestas en forma de debate contra los no-rabes y su religin,
de andaluses y norteafricanos. 225
Junto a este nacionalismo tnico de los diversos grupos sociales de al-Andalus exista un
naturalismo cultural andalus que reivindicaba los valores intelectuales y artsticos de la pennsula
ms occidental del mundo arabigoislmico. Los andaluses no debatan su supremaca sobre Oriente,
la metrpoli cultural a la que queran emular 226 , pero s sobre el norte de frica. La primera epstola
de debate en la que se plantea la supremaca de al-Andalus es nada menos que de Ibn

azm de Crdoba (m. 1064). Un literato de Kairun parece que escribi una epstola a un primo de Ibn

azm, Ab-l-Mugīra Ibn

azm, reprochando a los andaluses el no ocuparse de sus celebridades y Abū-l-Mugīra


ibn

azm le contest con una especie de repertorio bibliogrfico que no nos ha llegado hasta nosotros. Su
primo Alī ibn

azm escribi otra epstola de respuesta, que es una especie de Laus Hispaniae : 227
En cuanto a los climas, Crdoba, donde nacimos y nos pusieron los amuletos infantiles, alegra a
quien lo ve con su clima nico; nuestra inteligencia y perspicacia estn en consonancia con el clima,
225

J. T. Monroe, The shu ūbiyya In al-Andalus. The risāla of Ibn Garca and Five

Refutations , Los ngeles, 1970.


226

E. Ters, Algunos ejemplos de emulacin potica en al-Andalus, Homenaje a Mills

Vallicrosa , Barcelona, 2, 1965, pp. 445-466.


227

Ch. Pellat, Ibn Grafa azm, bibliographe et apologiste de l'Espagne musulmane , Al-Andalus ,

19 (1954), pp. 53-102.


220

Literatura hispanorabe

aunque la luz no nos llegue sino en su ocaso desde las regiones habitadas donde nace, situacin que
al decir de los astrlogos disminuye la influencia de los astros. Pero, en todo caso, al-Andalus es
un lugar privilegiado respecto a la mayor parte de las otras regiones, por la elevacin de noventa
grados de una de las luminarias, pues esto, segn los expertos citados, significa el dominio de las
ciencias. Y los hechos no lo desmienten, avalndolo la experiencia, pues los habitantes de al-Andalus
dominan las ciencias cornicas y de la tradicin, saben una gran parte del derecho musulmn, conocen
la gramtica, la poesa, la filologa, la historia, la medicina, la aritmtica y la astronoma, con gran
extensin, amplitud, profundidad y seriedad. 228
Otras epstolas debaten temas ms nimios: as, Ibn A

mad de Denia escribe una epstola en la que los palacios del rey al-Mutamid de Sevilla debaten sobre
su preeminencia en belleza y boato para albergar al rey, 229 dentro de la personificacin de edificios y
ciudades tpica de la literatura rabe. De la misma forma afwān ibn Idrīs de Murcia
presenta a las ciudades de al-Andalus disputando entre s la supremaca de su belleza 230 .
Al-aqundī de Crdoba (m. 1231) vuelve al tema de Ibn

azm, pero trata de la superioridad de al-Andalus respecto al norte de frica. Naci la epstola de una
polmica que tuvo este autor con un tangerino delante del emir almohade sobre la supremaca de una y
otra orillas del estrecho. Ambos se comprometieron a escribir sobre sus respectivas patrias, pero slo
se conserva la epstola de al-aqundī, posiblemente porque la polmica no existi nunca y no
es ms que un pretexto literario. La epstola es una autntica loa de al-Andalus desde el punto de vista
poltico, literario, cultural, econmico, etc. Ha sido traducida al espaol por E. Garca Gmez. 231
El mismo tema vuelve a aparecer en Ibn al-Ja

228

I. Abbas (ed.), en Ta rij al-Adab al-Andalusī. A Grafa r siyāda Qur Grafa uba ,

Beirut, 1981 (6), p. 325.


229

R. Lled Carrascosa, Risala sobre los palacios abbades de Sevilla de Abū Ŷafar

ibn Ahmad de Denia, Sharq al-Andalus , 3 (1986), pp. 191-200.


230

Traducida en parte -slo las ciudades andaluzas- por F. de la Granja, Geografa lrica de

Andaluca musulmana, en Historia de Andaluca , Barcelona, 1981, 6, pp. 81-91.


231

E. Garca Gmez, Elogio del Islam espaol, Andaluca contra Berbera , 1976, pp. 45-141.
221

Literatura hispanorabe

īb (1374), que escribe una epstola -ignoramos por qu se la define como una macama cuando
tiene forma epistolar, pues el barroquismo de su prosa es la habitual en Ibn al-Ja

īb- en la que se habla de la supremaca de Mlaga sobre Sal, 232 escrita cuando se encontraba
exiliado en Marruecos con enorme nostalgia por su tierra andalus. Otra de sus obras, Mi
ŷār al-ijtiyār tiene, en cambio, caractersticas que la hacen ms parecida a una
macama. Dos personajes, un viajero y un mdico, describen cada uno las ciudades de al-Andalus y
de Marruecos. No hay propiamente debate, aunque Ibn al-Ja

īb se siente ms inclinado hacia las ciudades de su tierra.


Esta muestra del tema del debate en la literatura andalus se cierra con una macama que escribe
umar de Mlaga en el ao 1440: en ella las ciudades de Granada y Mlaga se disputan su supremaca
para albergar al sultn ante la presencia de una epidemia de peste. 233

232

E. Garca Gmez, Andaluca contra Berbera , op. cit. supra , pp. 145-164.

233

F. de la Granja, Maqāmas , op. cit. supra , pp. 214-230.


222

Literatura hispanorabe

La crtica literaria e Ibn uhayd


Se han conservado varias epstolas -o maqāmas - cuyo tema es la crtica literaria. As Ibn
araf de Kairun escribe Masā il al-intiqād en al-Andalus (ao 1067) con este
tema, obra que s puede ser considerada una maqāmas , pues su editor Ch. Pellat encuentra
una fuerte influencia de al-Hama d āni. 234
El tema es tomado con una gran originalidad por Ibn uhayd de Crdoba (992-1035), del que
hemos hablado como poeta y perteneciente a la generacin perdida de la lite cordobesa que ve caer
el califato de Crdoba en su juventud. Ibn uhayd utiliza con frecuencia la epstola como vehculo
literario e Ibn Bassām nos ha conservado algunos valiosos fragmentos de esta faceta suya
como la descripcin de un taller de alquimista dedicado a la falsificacin de moneda o el relato de
una escena de su infancia cuando fue al palacio de Almanzor en Madīnat az-Zāhira
y que pertenece a una carta que dirige al nieto de Almanzor, Abd al-Azīz, rey de Valencia,
para reclamarle una finca que perteneca a su familia.
Pero su epstola ms importante, y tambin fragmentariamente transmitida por Ibn Bassām,
es la Epstola de los genios , cuyo tema es la crtica literaria. La tesis de Ibn uhayd es que el
poeta o literato nace y no se hace, teora originalsima en la cultura rabe donde la erudicin y los
conocimientos filolgicos constituan el bagaje ms importante. l mismo alardea, como veremos, de
haber ledo slo un par de libros -su propia obra lo desmiente- y de escribir gracias a la inspiracin.
Y as como en la mitologa clsica esta inspiracin proviene de las musas, para este literato de la
Crdoba arabigomusulmana son los genios -seres intermedios entre los ngeles y los hombres- los
inspiradores. As lo plantea en el prlogo de la Epstola de los genios , que, una vez ms, est dirigida
a un corresponsal, autntico o fingido:
Abū Bakr, por Dios, la idea que lanzaste, dio en el blanco; la conjetura que arrojaste, fue
un acierto! Con ambas hiciste aparecer el rostro de la evidencia y desvelaste la esencia de la verdad,
cuando te fijaste en tu amigo, al que has ganado. Le viste que haba tocado ya los lmites del cielo,
que se haba familiarizado con los dos astros del da; que sujetaba a dos estrellas de la Osa Mayor,
que si vea una brecha en el cielo, la taponaba con la oscura estrella Suh y que si vea un desgarrn,
lo remendaba con las pinzas de Escorpin. Y dijiste: Cmo vino la sabidura a un muchacho que,
cuando sacude el tronco de la palmera de la elocuencia, caen sobre l los dtiles jugosos y maduros?

234

Ch. Pellat, Questions de critique littrarie , Argel, 1953.


223

Literatura hispanorabe

Tiene al diablo como gua o al demonio como mentor! Jurara que tiene una sombra que le ayuda o
un genio que le asiste, porque esto no es propio de la capacidad humana, ni es tanto el aliento en una
persona! Eso dijiste, Abū Bakr y, por ello, disponte a escuchar maravillas.
Desde los tiempos en que yo aprenda las primeras letras, me sent inclinado hacia los libros y dese
escribir. Segu a los poetas y acud a escuchar a los entendidos, pues me palpitaban las venas por
comprender y se me agitaban las arterias por la ciencia, con profundo amor espiritual. Me bastaron
unas ligeras ojeadas y unas rpidas consultas a los libros, pues la ciencia hall en m la horma de su
zapato, ya que no soy como nieve de la que se intenta extraer fuego, ni como burro cargado de libros.
Alcanc la frontera de la retrica sin tregua y amarr con fuerza su ave por las patas, de forma que se
desplegaron ante m sus maravillas y se esparcieron sobre m sus dones.
En los primeros aos de mi juventud am intensamente, mas luego, se apoder de m el hasto.
Y sucedi que, estando en este estado de nimo, muri la persona a quien yo amaba; me entr gran
afliccin y encontrndome un da en el jardn, yo solo, con todas las puertas cerradas, dije:
La muerte se apoder del corzo de la fronda,
la parca arrebat a la seducida gacela....
Y conclu excusndome del tedio que haba experimentado:
Si sent tedio de ti no fue por odio,
no hubo intencin perversa en mi pensamiento.
Y all me qued cortado, sin saber cmo proseguir, mas he aqu que apareci un jinete sobre un
caballo negro, del mismo color de la barba de su rostro, apoyado en su lanza y me grit: Eres incapaz
de seguir, joven humano!, y le respond: Por tu padre!, no, pues las palabras tienen sus momentos
y es condicin humana!, y entonces me dijo: Aade esto!:
Fue por el hasto del joven ante el deleite y el placer,
si duran mucho.
Le di mi aprobacin ms sincera y le pregunt: Por mi padre!, t quin eres?, y me contest:
Soy Zuhayr ibn Numayr, de la tribu de Asya, de los genios. Le pregunt entonces: Y qu es lo que
te ha llevado a aparecerte a m?, y me contest: El amor que te tengo y el deseo de perfeccionarte,
dijo, y yo aad: Bienvenido seas, rostro resplandeciente! Encontrars por mi parte un corazn

224

Literatura hispanorabe

bien dispuesto y un amor correspondido. Charlamos un rato y me dijo: Si quieres que acuda a tu
presencia, recita estos versos:
nete a Zuhayr del amor, oh Azza!,
pues cuando se la recuerda, acude,
cuando las bocas la mencionan
me imagino que la beso;
entro en las casas que la mencionan,
aunque estn en alejados arenales,
que el amor con amor se paga.
Salt el caballo negro el muro del jardn y desapareci de mi vista. Y ahora, Abū Bakr,
cuando me quedo cortado, pierdo el hilo o me traiciona el estilo, recito los versos y se me aparece mi
amigo, y as consigo lo que deseo y mi talento obtiene lo que pide.
Nuestra amistad se afianz y ocurrieron multitud de historias que te relatara, si no fuese porque el
escrito se hara muy largo, pero te contar algunas. 235
Estas historias son que un da su genio le lleva al pas de los genios inspiradores que se caracterizan
con los mismos rasgos del poeta correspondiente. All estn las grandes figuras de la poesa rabe,
Tarafa, Abū Tammām, al-Bu

turī, al-Mutanabbī. Luego visitan la tierra de los prosistas Abd al-

amīd, al-ŷāhi

, Badīal-Zamān. Ibn uhayd, que ha intercalado versos con los poetas, introduce
tambin trozos de prosa dentro de este captulo y presenta a dos genios inspiradores de dos andaluses
contemporneos suyos. Luego Ibn uhayd acude a una tertulia de genios que analizan diversos poemas
y finalmente a un grupo de animales que resultan ser genios literatos igualmente y donde seguramente
alude a algunos de sus contemporneos.
La originalidad de la epstola es manifiesta, aunque bebe sus fuentes de la tradicin rabe, ya que
la idea de los genios inspiradores, dobles de los autores, estaba en la tradicin literaria rabe. Ms

235

Segn la edicin de B. Bustāni, Beirut, 1967, pp. 87-90.


225

Literatura hispanorabe

sorprendente es el invento del viaje profano a ultratumba, como lo define Emilio Garca Gmez,
aunque, como Barbera 236 , creemos que no tiene conexin con el viaje escatolgico de Mahoma en
el extenso hadiz de la Escala de Mahoma , fuente de la Divina Comedia , y ni siquiera con la
Epstola del perdn de su contemporneo, el sirio al-Maarri, que es tambin una visita escatolgica.
La tierra de los genios es algo semejante a un limbo y posiblemente -hagamos caso al propio autorno precis de fuentes literarias.

236

S. Barbera, Ibn Xuhayd, Epstola de los genios o rbol de donaire , Santander, 1981.
226

Literatura hispanorabe

Ibn
azm y El collar de la paloma
Ibn

azm de Crdoba (994-1063) es una de las figuras universales que dio la Hispania musulmana.
Perteneci con Ibn uhayd a la generacin de los epgonos del califato, con lo que tuvo a su
alcance, en los primeros aos de su vida, el acceder a todo el bagaje cultural de la ciudad-luz
que fue la Crdoba califal y no lo desaprovech. Cuando en Mallorca polemiz con el alfaqu alBāŷī (1012-1081), ste le reproch que mientras l haba estudiado a la luz de
un candil, mientras trabajaba como vigilante en un mercado, Ibn

azm haba estudiado iluminndose con una lmpara de oro. E Ibn

azm le contest que tena ms mrito, pues mientras al-Bāŷī haba estudiado
para mejorar de posicin, l lo haba hecho por amor a las ciencias religiosas. A ellas dedic la
mayor parte de su vida y de sus numerosos escritos. Su independencia intelectual le llev a optar por
una escuela jurdica religiosa diferente al malikismo mayoritario en al-Andalus y de ah las agrias
polmicas e incluso la quema de sus libros, situacin que creemos fue buscada por l mismo, pues
desde su juventud debi darse cuenta de que jams le perdonaran su superioridad intelectual. An
no ha cumplido los cuarenta aos cuando escribe, en su Epstola de elogio de al-Andalus que ya
hemos mencionado, su descripcin paradigmtica de la envidia hispnica, de que nadie es profeta en
su tierra, pero mucho menos si esta tierra es la hispnica:
Sus habitantes sienten envidia por el sabio que entre ellos surge y alcanza maestra en su arte; tienen
en poco lo mucho que pueda hacer, rebajan sus aciertos y se ensaan, en cambio, con sus cadas y
tropiezos, sobre todo mientras vive, y con doble animosidad que en cualquier otro pas. Si acierta,
dicen: Es un audaz ladrn y un plagiario desvergonzado. Si es una mediana, sentencian: Es una
nadera inspida y una mediocridad insignificante. Si madruga en apoderarse del trofeo en la carrera,
preguntan: De dnde ha salido ste, dnde aprendi y cundo ha estudiado? Si la suerte le lleva
luego por el camino de descollar claramente sobre sus mulos, o le hace abrirse una senda que no
es la que ellos frecuentan, entonces se le declara la guerra al desgraciado, convertido en pasto de
murmuraciones, cebo de calumnias, imn de censuras, presa de lenguas y blanco de ataques contra
227

Literatura hispanorabe

su honor. Le atribuirn lo que no ha dicho, le cargarn lo que no ha hecho, le imputarn lo que no


ha proferido ni credo su corazn. Aunque sea hombre sealado y campen de su ciencia, caso de
no tener con el poder pblico relaciones que le procuren la dicha de salir indemne de los peligros y
escapar de las desgracias, si se le ocurre escribir un libro, lo calumniarn, difamarn, contradirn y
velarn. Exagerarn y abultarn sus errores ligeros; censurarn hasta su ms insignificante tropiezo;
le negarn sus aciertos, callarn sus mritos y le apostrofarn e increparn por sus descuidos, con lo
cual sentir decaer su energa, desalentarse su alma y enfriarse su entusiasmo. Tal es, entre nosotros,
la suerte de quien se pone a componer un poema o a escribir un tratado: no se zafar de estas redes ni
se ver libre de tales calamidades, a no ser que se marche o huya o que recorra su camino sin detenerse
y de un solo golpe.
[Traduccin de E. Garca Gmez].

237

Ibn

azm utiliz con frecuencia la epstola como vehculo de su pensamiento y durante su juventud trat
de temas que no eran exactamente las ciencias religiosas, como la epstola que acabamos de citar y
su obra ms famosa, El collar de la paloma .
La epstola es un tratado sobre el amor, escrito por Ibn

azm en el ao 1022 en Jtiva durante la poca de su vida en que an estaba mezclado en aventuras
polticas y de ah su presencia en la ciudad valenciana, donde se retir tras haber participado en el
intento de proclamar califa al prncipe omeya al-Murta

ā. Parece, en cierto modo, una obra escrita para entretener este tiempo muerto de su vida,
aunque un anlisis de la misma nos indica que la termin o retoc durante aos, pues hay datos que
abarcan hechos posteriores al ao 1022.
El collar de la paloma es una versin personal de un libro escrito a finales del siglo IX en Bagdad,
el Kitāb al-zahra de Ibn Dāwūd de Ispahn, que haba formulado la teora y

237

E. Garca Gmez, Ibn Grafa azm de Crdoba, El collar de la paloma , Madrid, 1967, p.

45.
228

Literatura hispanorabe

la prctica -el cdigo- del amor corts rabe, la mrbida perpetuacin del deseo, en definicin de
Emilio Garca Gmez 238 , sobre las bases del concepto esttico de Platn. Ibn

azm, que apenas entra a analizar en qu consiste el amor -los tratadistas rabes haban sido ya prolijos
en analizar su naturaleza y sus clases-, entra de lleno a hablar de su fenomenologa y as su libro trata
de los siguientes temas, divididos en captulos: La esencia del amor; sobre las seales del amor; sobre
quien se enamora en sueos; sobre quien se enamora por or hablar del ser amado; sobre quien se
enamora por una sola mirada; sobre quien no se enamora sino con el largo trato; sobre quien habiendo
amado una cualidad determinada, no puede amar ya luego ninguna otra contraria; sobre las alusiones
verbales; sobre las seas hechas con los ojos; sobre la correspondencia; sobre el mensajero; sobre la
guarda del secreto; sobre la divulgacin del secreto; sobre la sumisin; sobre la contradiccin; sobre el
que saca faltas; sobre el amigo favorable; sobre el espa; sobre el calumniador; sobre la unin amorosa;
sobre la ruptura; sobre la lealtad; sobre la traicin; sobre la separacin; sobre la conformidad; sobre
la enfermedad; sobre el olvido; sobre la muerte; sobre la fealdad del pecado; sobre la excelencia de
la castidad. La epstola se inicia con un prlogo -como carta en respuesta a una peticin- y se cierra
con un eplogo. 239
El mayor inters de esta obra es su originalidad dentro de las obras de este tema de la literatura
rabe, ya que Ibn

azm no pone ejemplos literarios sino sacados de su propia experiencia: Perdname -dice en el
prlogo- que no traiga a cuento las historias de los beduinos o de los antiguos, pues sus caminos son
muy diferentes de los nuestros. Podra haber usado las noticias sin nmero que sobre ellos corren; pero
no acostumbro a fatigar ms cabalgadura que la ma, ni a lucir joyas prestadas. 240 As la epstola se
convierte en una autobiografa y en una crnica sentimental de la Crdoba del siglo X y comienzos
del XI, analizada con extraordinaria agudeza psicolgica. Las figuras hierticas de las crnicas cobran
vida, sabemos de sus sentimientos, de sus gustos e incluso de las aberraciones de los hombres de tan
lejanos siglos, muchas veces, en esto tan cercanos a nosotros. De ah su valor universal y que sea una
de las obras escritas en rabe, traducidas a casi todas las lenguas europeas.

238

E. Garca Gmez, Ibidem , p. 65.

239

F. de la Granja, Ibidem .

240

F. de la Granja, Ibidem , p. 92.


229

Literatura hispanorabe

Ibn
ufayl y el filsofo autodidacta
Otra de las obras universales de la literatura hispano-rabe tiene igualmente forma de epstola: se
trata de la Risālat

ayy ibn Yaq

ān de Ibn

ufayl de Guadix (m. 1165), traducida al latn por Pococke en el ao 1671 con el ttulo de Philosophus
autodidactus . Esta epstola es, aunque sea un anacronismo llamarla as, una novela filosfica. Su
autor, Ibn

ufayl, maestro de Averroes, pretende demostrar la validez de la razn para alcanzar las verdades
eternas, problema que har debatir a la filosofa medieval durante el siglo XII y los siguientes, sin
lmites de fronteras religiosas o geogrficas, y para ello el autor idea una especie de fbula en donde
crea un personaje precursor de Robinson Crusoe y de Tarzn de los monos . En efecto, en una
isla desierta aparece un nio, bien por generacin espontnea o porque ha sido all conducido por las
aguas a las que fue entregado en un cofre por su madre, y con esto se relaciona con la historia bblica
de Moiss, aunque procede de un cuento rabe de la leyenda de Alejandro, cuento que fue utilizado
tambin por Gracin. 241 El nio es adoptado por una gacela y as cuenta Ibn

ufayl la relacin del nio con su entorno y el poder de la razn humana que le hace descubrir su
identidad, su otridad respecto a los animales:
En la isla no haba fieras dainas y el nio creci, alimentndose de la leche de la gacela hasta los
dos aos; aprendi a caminar y ech los dientes. Segua a la gacela, que le cuidaba con ternura; le
llevaba a los lugares donde haba rboles frutales y le daba de comer los frutos que estaban cados de
los rboles cuando eran dulces y maduros; si tenan cscara dura, se los parta con sus muelas; cuando
241

E. Garca Gmez, Un cuento rabe fuente comn de Abaentofayl y Gracin, Revista de

Archivos, Bibliotecas y Museos , 30 (1926), pp.1-67 y 241-269.


230

Literatura hispanorabe

l volva a la leche de sus ubres, le amamantaba; cuando quera agua, le llevaba a las aguadas; cuando
el sol le calentaba, le daba sombra; si tena fro, le calentaba, y cuando llegaba la noche, le llevaba
a su primer cubil, donde le cubra con su propio cuerpo o con unas plumas que haba all, restos de
las que haba en el cofre donde haban metido al nio. Maana y tarde les acompaaba el rebao de
gacelas, que iba con ellos a los pastos y pasaba la noche en el mismo cubil.
El nio continu viviendo con las gacelas de esta forma e imitaba su gaido en el mismo tono, de
forma que no se les poda diferenciar. Del mismo modo reproduca las voces de las aves y de los otros
animales que oa. Pero las voces que mejor reproduca eran las que proferan las gacelas para pedir
socorro, para relacionarse entre s o cuando queran algo o lo rechazaban, porque los animales para
cada ocasin emiten un tono diferente de voz. Los animales se conocan entre s; l no los rechazaba,
ni ellos a l, aunque cuando se representaba en su espritu las imgenes de las cosas que, en ese
momento, estaban ausentes de su percepcin, senta que unas las deseaba y otras le repelan.
En todo aquel tiempo miraba a los animales y vea que estaban recubiertos de pelo, lana o pluma;
observaba la rapidez de su carrera, su fuerza y las armas de las que estaban dotados para rechazar al
adversario, tales como cuernos, colmillos, cascos, espolones y garras. Luego se miraba a s mismo
y vea su desnudez, su ausencia de defensas, su lentitud para la carrera, su debilidad respecto a los
animales que le disputaban los frutos y se los arrebataban en contra de su voluntad y que le vencan sin
que pudiera rechazarlos o huir de ellos. Vea tambin que a sus compaeros, las cras de las gacelas, les
crecan cuernos que antes no tenan y que se volvan fuertes, despus de haber sido dbiles, cosas que
no le sucedan a l. Pensaba sobre ello, no comprenda la causa y lleg a considerar que los animales
que no se parecan a l eran deformes o enfermos. Tambin observ que en los otros animales, los
lugares por donde salan los excrementos estaban resguardados: el de los excrementos slidos por las
colas y el de los lquidos por pelos o cosas semejantes. Y que sus penes estaban ms ocultos que el
suyo. Todas estas cosas le molestaban o afligan.
Esta aflicin le dur mucho tiempo y sobre los siete aos, desesperado por no verse completo, con
unas carencias que le molestaban, cogi grandes hojas de rboles y se las puso por delante y por detrs,
sujetas con una especie de cinturn con hojas de palmera y esparto. Pero las hojas no tardaron en
secarse y caerse, por lo que fue recogiendo otras y colocndoselas en capas superpuestas que duraban
algo ms, pero no demasiado. Cogi igualmente ramas de rbol como bastones, que igual por sus
puntas, las uni con otras y las emple contra los animales con los que luchaba, atacando a los dbiles
y resistiendo a los fuertes. Entonces se dio cuenta de que tena cierto poder y vio que sus manos eran

231

Literatura hispanorabe

superiores a las de los animales, pues con ellas podra cubrir su desnudez y utilizar bastones para
defenderse, sin necesidad de tener cola, ni defensas naturales.
A todo esto, segua creciendo y sobrepas los siete aos, sin dejar de renovar las hojas que le
cubran. Entonces se le ocurri coger la cola de un animal muerto para colgrsela el mismo, pero no
se atreva a hacerlo porque haba visto que los animales vivos evitaban y huan de los muertos, hasta
que un da encontr un guila muerta y pudo realizar su deseo, pues vio que los animales no huan
de ella. Fue donde estaba, le cort las alas y la cola, enteras como estaban, le arranc las plumas y la
piel y con esta ltima hizo dos partes: una se la coloc a la espalda y la otra sobre el ombligo y lo que
hay debajo; se colg a continuacin la cola sobre el trasero y las alas sobre los brazos y as obtuvo un
vestido con el que cubrirse, calentarse y asustar al resto de los animales, hasta el punto que ninguno
se enfrent con l ni siquiera se le acerc, excepto la gacela que le haba amamantado y criado.
La muerte de la gacela le lleva a descubrir la existencia del alma y la continua reflexin sobre s
mismo y su entorno a la existencia del Ser Supremo. Retirado a una caverna intenta llegar a unir su
alma con Dios, lo cual logra. Entonces llega a la isla un hombre piadoso que buscaba la soledad para
dedicarse al ascetismo y le ensea el lenguaje humano -un gran acierto de Ibn

ufayl es ver que el lenguaje es un fenmeno social, innecesario en la soledad-. El asceta se da cuenta de
que el joven solitario ha llegado al conocimiento de Dios esencial que subyace en todas las religiones
y quiere que el mundo conozca este hecho. Van los dos a una isla vecina y habitada donde intentan
explicarlo, pero la gente no lo comprende, atada por los prejuicios de la religin revelada y vuelven
a la isla desierta para dedicarse a la ascesis.
La novela ha sido muchas veces editada y traducida a muchas lenguas. En castellano lo hizo Pons
Boigues en 1900 -ha sido reeditada hace poco- y ngel Gonzlez Palencia en 1934.

232

Literatura hispanorabe

Ibn al-Arabī
El mstico andalus Ibn al-Arabī (Murcia, 1165-Damasco, 1240) utiliz con frecuencia la
forma epistolar para exponer su complejsima doctrina. Su inmensa obra mxima, Futū

at al-makkaiyya ( Revelaciones de la Meca ), de muchos tomos, es una epstola.


Desde el punto de vista estrictamente literario ofrece ms inters la Risālat al-quds o
Epstola de santidad , estudiada y traducida por Miguel Asn Palacios 242 . Finge ser una carta dirigida
por Ibn al-Arabī desde La Meca a un amigo suyo en Tnez, y tras un largo prlogo doctrinal
sobre el estado de la espiritualidad en Oriente en comparacin con el Occidente musulmn y una
especie de examen de conciencia del propio Ibn al-Arabī en que reconoce su imperfeccin
al lado de los grandes santos del Islam. Pero lo ms interesante de esta epstola son sin duda las
biografas que vienen a continuacin de una serie de msticos que fueron maestros espirituales de
Ibn al-Arabī. Historias singulares y llenas de curiosas ancdotas. Reproducimos aqu la
traduccin del captulo dedicado a una mstica sevillana, por ser tan rara la presencia femenina entre
las biografas rabes medievales:
Tambin encontr, en Sevilla, a Nunna Fātima, hija de Ibn al-Mu

annā, que haba llegado al decenio de los noventa de edad. Era, pues, de edad avanzada y,
sin embargo, no coma sino de las sobras que la gente arrojaba a las puertas de sus casas; y aun de
estos desperdicios era poqusimo lo que coma. Cuando yo me sentaba a conversar con ella, me daba
vergenza mirarle el rostro, por lo delicado de sus facciones y lo sonrosado de sus mejillas, a pesar
de que estaba ya en los noventa aos. La Fāti

a (primer captulo del Alcorn) era su favorita y preferida. A este propsito, me dijo una vez: Me ha
sido dado por Dios la Ftiha, de la cual dispongo a mi arbitrio para hacer con ella cuanto me plazca.
Con mis propias manos le constru una choza de caas, en la cual se aposentaba en compaa de
dos compaeros mos. Acostumbraba a decir: Ninguno de los que entran a hablar conmigo me gusta
tanto como Fulano, y me aluda a m. Decanle: Y por qu esto? Responda: Porque ninguno

242

M. Asin Palacios, Vida de santones andaluces. La epstola de la santidad de Ibn Arabī

de Murcia , Madrid, 1981 (2).


233

Literatura hispanorabe

de ellos entra a hablar conmigo, sino una parte de su propio ser, es decir, sus preocupaciones de casa
y familia. Slo Mu

ammad ibn Arabī, mi hijo espiritual y el consuelo de mis ojos, cuando entra a hablar conmigo,
entra con todo su ser y, as cuando se levanta como cuando se sienta, lo hace con todo su ser, sin dejar
tras de s nada de su propia alma. As debe ser el camino de la vida espiritual.
Dios le ofreci la posesin y dominio de la creacin entera; pero ella, sin detenerse siquiera ante
una sola de las criaturas, limitbase a exclamar: T, slo T! Toda otra cosa que no seas T, es para
m de mal agero!. Viva absorta en Dios. El que la vea, deca que estaba tonta, pero ella replicaba:
El necio es el que no conoce a su seor!
Era la compasin misma para todo el mundo. Abū Amir, el almudano de la mezquita
aljama de Sevilla, la azot con su verga de oro, la noche de pascua, en la mezquita. Ella se limit a
dirigirle una mirada, y se march de all con el alma resentida contra el almudano. Durmiose aquella
noche, y al amanecer, oy a aquel mismo almudano que desde el alminar de la mezquita llamaba a la
oracin del alba. Al orlo, exclam: Oh Seor! No me castigues! Mi alma concibi resentimiento
contra un hombre que te recuerda en medio de las tinieblas de la noche, cuando las gentes duermen!
Por su lengua revela el nombre de mi Amado! Oh, Dios mo, no le castigues por mi resentimiento
contra l!. A la maana siguiente, los alfaques de la ciudad entraron a palacio para saludar al sultn,
despus de la solemne oracin de pascua y, confundido con ellos, penetr tambin aquel almudano,
esperando participar de los regalos del sultn; pero ste pregunt: Quin es se? El almudano
de la aljama, le dijeron. Y quin le ha mandado entrar en compaa de los alfaques? Sacadlo
fuera! Dironle de bofetadas y lo expulsaron de all. Alguien, sin embargo, intercedi por l ante el
sultn y se le puso en libertad, despus de que ya el sultn haba mostrado su propsito de castigarlo.
A Fātima le dijo la gente: A Fulano le ha sucedido con el sultn tal y tal cosa. Pero ella
replic: Ya lo saba; y si no hubiera sido porque yo ped a Dios por l, para que su castigo fuese
leve, de seguro que lo hubiesen matado.
Su vida mstica fue maravillosa. Ya muri.
[Traduccin de M. Asn Palacios]

243

El mundo alucinado que muestra Ibn al-Arabī de Murcia contrasta con el que refleja Ibn

243

M. Asn Palacios, Ibidem , pp. 181-186.


234

Literatura hispanorabe

azm de Crdoba. Pero indudablemente son diversas caras de la misma realidad andalus.

235

Literatura hispanorabe

Epstolas y temas variados


Las epstolas que hemos visto hasta ahora son en cierto modo de tesis: pretenden exponer de una
forma literaria, a veces muy compleja, una idea que sustenta el autor. Existen tambin epstolas cuyo
objetivo es la mera descripcin literaria y por ello la delimitacin con las maqāmas es an
ms difcil. As la que escribi Abū-l-Mugīra Ibn

azm (m. 1029), el primo del autor del El collar de la paloma , sobre un efebo, la de Ibn Abī-l-Ji

āl (m. 1145) sobre una fiesta bquica o la de Abū-l-Baqā de Ronda, el autor
de la famosa elega a la prdida de las ciudades de al-Andalus (m. 1286), sobre una bella esclava
vendida en el mercado, sta ltima estudiada y traducida por Granja 244 y algunas ms de este estilo.
Otro tema de estas epstolas o macamas es el panegrico, como en dos dedicadas al famoso cad
Iyā

de Ceuta, una, obra de un literato de Guadix, y otra, de uno de Niebla, que no parecen haber pasado
con ms gloria a la literatura. 245
Mayor inters ofrecen las epstolas o macamas de tema geogrfico que mencionamos aparte de las
que tambin describen ciudades y pases, pero para mostrar la superioridad de unos sobre otros y de
las que hemos hablado en las epstolas de tema de debate. Una de las que ofrecen mayor inters es
la de un literato deniense, Mu

ammad ibn Muslim, secretario de Alī ibn Muŷāhid, que escribe una epstola al
rey de Mallorca, cuando el rey de Denia ya ha sido destronado, contndole un viaje que realizara el
secretario por las cortes de Almera, Granada y Sevilla con una misin del rey Alī. El relato
est realizado en la ms compleja prosa ornada. As describe el palacio del rey de Almera:
Hasta que llegamos a la mansin de amplios contornos, puesta sobre ascuas, derramadora de ros. Su
aire es claridad para la tristeza, aumento de vida; su luz es curacin para la tristeza, ensanchamiento

244

F. de la Granja, Ibidem , pp. 141-171.

245

Aire, Ibidem , pp. 205-220.


236

Literatura hispanorabe

para el pecho. Es como si sus aguas emanasen de los dedos de su seor, se volviesen fuentes de nctar
al mezclarse, fuesen gengibre o fuesen el manantial del ro del Paraso; crecen arrayanes de topacio
y abundantes rboles de esmeralda; se viste con collares de oro de las toronjas y de las perlas y el
coral del mirto. Nos inclinamos ante [el saln] de la Corona, que es un edificio en la encrucijada del
palacio por el lado del mar, pulido como el cristal revestido de la aurora luminosa, encollarado con
el collar del avestruz, enjoyado como una novia. Hay quien dice que es la cpula del firmamento y
hay quien dice que es el cielo con las estrellas.
Vimos en su lugar preferente a su vigoroso rey como si se manifestase entre nubes; cumplimos
con la obligacin del saludo y tomamos asiento para comer; nos rodearon con platos de oro y plata,
con fuentes que eran como las respuestas a todo tipo de deseos. Cuando estuvimos satisfechos, nos
levantamos a hacer abluciones y nos trajeron jofainas de oro y jarras incrustadas con perlas; nos
lavamos con agua que era como cristal y su mezcla como alcanfor. 246
Con un tema semejante, Ibn Ŷāabir de Totedo nos describe el palacio y fiesta del
rey al-Mamūn con motivo de la circuncisin de su nieto al-Qādir, en una epstola
transmitida por Ibn

ayyān:
Cuando este grupo de invitados termin de comer fue conducido a la sala preparada para las
abluciones, que igualmente haba sido adornada con tapices de bordado en oro y en donde haban sido
colgadas pesadas cortinas a juego. Los criados le ofrecieron ungentos y polvos perfumados en copas
y bandejas de plata de acabada factura y casi no precisaron ya lavarse con aquellos perfumes, pero
les acercaron el agua de las abluciones en jarras de plata de perfecto acabado, que vertieron sobre
aguamaniles de plata a juego con las jarras en belleza y riqueza. Cuando acabaron de enjuagarse les
acercaron paos que parecan de seda.
A continuacin los condujeron al saln de los perfumes, que estaba situado en lo alto, sobre el ro,
y que era el ms lujoso de los salones. Comenzaron a ser perfumados por el aroma de los pebeteros de
plata que contenan loe indio, mezclado con el mbar de Fustat; luego sus vestidos fueron aspersados
con agua de rosas mientras se vertan sobre sus cabezas perfumes embotellados en frascos de cristal
tallado. Luego acercaron esencieros de cristal tallado de muy bella factura y forma que contenan

246

Ibn Bassām, Dajīra , V, 432.


237

Literatura hispanorabe

diversas algalas, el ms escogido almizcle tibetano, el ms puro mbar magreb y la esencia del sauce
Barmakī. Con estos perfumes sus bigotes gotearon perfume y sus canas recuperaron su color.
247

Ibn al-Ja

īb (1374) hace una imitacin de esta epstola en su descripcin de la fiesta que da Mu

ammad V para celebrar el mawlid del Profeta el 30 de diciembre de 1362, fiesta y escenario estudiados
por Emilio Garca Gmez y que ya hemos mencionado, 248 pues Ibn al-Ja

īb es el ms conspicuo cultivador de la prosa ornada descriptiva y de cuyas epstolas ya hemos


hablado en el tema del debate. Tiene una macama titulada Ja

rat al-

ayf en la que describe un viaje que realiz con el sultn Yūsuf I en el ao 1354 a las provincias
del reino de Granada. En esta macama describe Guadix, Baza, Purchena y Vera y las. recepciones
reales con la ms alambicada prosa ornada.
Como ejemplo de su prosa, incluimos su descripcin de Granada que se encuentra en su obra la I

ā

a , que corresponde a su estilo ms llano:


Rodean la muralla de esta ciudad, protegida por Dios Altsimo, amplios jardines particulares y rboles
frondosos, hasta el punto que la muralla parece desaparecer detrs de ellos a pesar de su slido recinto.
Sobre el verdor brillan como estrellas sus altas edificaciones. A propsito de esto compuse un poema
que dice:
Es una ciudad a la que rodean los jardines,

247

M. J. Rubiera Mata, La arquitectura , op. cit. supra , pp. 167-168.

248

E. Garca Gmez, Foco de antigua luz , op. cit. supra .


238

Literatura hispanorabe

como el bozo rodea el rostro de un adolescente;


el ro parece la mueca de una joven,
y los puentes son sus ajorcas.
Sus contornos no estn desnudos de vias y de huertas sino ms bien al contrario, abundan en
extremo. Y en cuanto a lo que hay en el interior de su recinto, es de gran importancia y valor, de
manera que hace empequeecer los corazones de los enemigos del reino, a causa del alto rendimiento,
pues se recogen en un solo ao mil monedas de oro y se llenan las tiendas con su fresca verdura, sus
excelentes frutas y sus frutos escogidos, especialmente los procedentes de las propiedades del sultn.
Estas huertas y jardines se esparcen por los costillares de la ciudad y llegan casi al centenar. As
las huertas conocidas por las yugadas de al-

ays y de I

ām; el Jardn de al-Marawī, el de Qaddā

Ibn Sab

ūn, el del hijo del almudano; la huerta de Ibn Kāml, la del Palmeral Alto y la del
Palmeral Bajo, la de Ibn Umran, la de Ibn Nafi; las huertas del barranco de Muqbil, las de la
Anchura, de la Hoya y del Barranco; los jardines del camino del Naŷd, de la Sabīka
y el Generalife.
Ninguno de estos lugares tiene parangn en belleza, abono, riego, acequias, rboles frondosos
y excelentes plantas. Se extienden hacia el Genil. Tanto las propiedades particulares como las que
pertenecen a los bienes pos de las mezquitas y hacen prisionera la vista. Con el conjunto de las
cantarinas corrientes de aire, los alminares, las cpulas y los rboles de los rasos, plantados all de
nuevo y que cortan el paisaje.
El ro es una de las bellezas de la ciudad, pues su agua cristalina es producto de la disolucin de
la nieve y corre sobre guijarros, sobre aljfares, rodeado de rboles y umbras; viene del sur hacia

239

Literatura hispanorabe

el oeste y pasa por los palacios del Naŷd, que se levantan como altos escabeles e inhiestos
gallardetes. 249
Las gentes de la capital tienen amor a estos jardines y pasan sus ocios sentados en las arenas del
ro o en los caminos de los rboles frondosos.
Por ltimo, entre estas epstolas descriptivas, mencionaremos una muy curiosa, obra de
Abū-l-

alt de Denia (m. 1134), la Epstola egipcia , en la que describe Egipto y la vida intelectual y cientfica
de sus habitantes en el Siglo XI. 250 Sera el estilo de la epstola en al-Andalus de Ibn

azm, si no fuera porque el autor deniense pas malos momentos en Egipto y sus pginas son muy
crticas sobre el ambiente intelectual de sus habitantes, aunque como no les pone en parangn con
otros, no entrara en el gnero de debate.
Como otros andaluses abandon su patria a la llegada de los almorvides. As describe su viaje
a Egipto:
Y me march en direccin a Egipto, errando por desiertos ignotos y lejanos, desafiando peligros y
acechanzas; montaba, a veces, infame pellejo, de negro pelaje, firme como el color del cabello juvenil;
cuando el campo se ensanchaba, sus riendas se ponan como la calma del viento, corra como el corcel
del viento y pasaba como mirada vida; otras veces montaba sobre ulcerosos flancos, de pelaje de
zorro, labios carnosos, pelo rizado y calzado de cornalina o su hermano uterino, que caminaban con
el paso lento de sus grandes zancadas, tragndose valles y mesetas. Cuntos vados cruc, cuntas
vestiduras de la noche me vest, de cuntas tierras atraves sus crestas y sus desfiladeros, de cuntos
mares hend sus olas y sus ondas! No tena otra intencin que llegar a Egipto, ni quera, ni buscaba
otro camino.
Al fin llega y as describe Egipto en la crecida del Nilo:

249

Ibn al-Ja Grafa īb, Ihata , ed. Inān, I, 121-123.

250

A. L. de Premare, Un andalou en Egipte la fin du XI sicle , M.I.D.E.O. , 8 (1964-1966),

pp. 189-198.
240

Literatura hispanorabe

Toda la tierra de Egipto se extiende como un amplio mar que extiende su superficie entre los montes
que la bordean; as queda hasta que las aguas llegan al lmite fijado por la voluntad de Dios y que
puede llegar aproximadamente a 18 codos. Despus el Nilo comienza a volver a su lecho habitual
y tras haber estado tan alto y dominarlo todo, refluye y vuelve al punto ms bajo, dejando charcos
como monedas de plata y a las alturas como tejidos abigarrados. En esta poca del ao la tierra de
Egipto es la ms bella que se puede ver, sobre todo sus lugares de paseo famosos, sus localidades
frecuentadas, como la Pennsula, o la Alberca del Abisinio u otros lugares semejantes, frecuentados
por los vividores, los letrados y los msicos.
Abū-l-

alt haba ido a Egipto por la fama de su ciencia y sabidura -el deniense era, adems de un literato,
un cientfico- pero ahora se encuentra que:
En cuanto a nuestra poca, la ciencia ha desaparecido. No queda huella de ella e incluso su nombre
es ignorado. No quedan sino gentes mediocres y de calidad inferior, rebao de ignorantes, tropa de
ciegos, estpidos la mayor parte. Slo tienen experiencia para la astucia y la traicin, para las que
tienen adems disposicin natural y para las que encuentran mil refinamientos.
Hay que decir que Abū-l-

alt haba sido encarcelado por el fracaso de un invento suyo para sacar un barco sumergido en el
puerto de Alejandra, experimento que haba costado muchsimo dinero a las autoridades de la ciudad
egipcia.

241

Literatura hispanorabe

X. La narrativa historicista

242

Literatura hispanorabe

Los jbar
Junto con la poesa pre-islmica, la antigedad rabe transmiti a la civilizacin arabigomusulmana
una serie de narraciones que explicaban el pasado de los rabes antes de que pudiesen crear una historia
propiamente dicha como gnero cientfico. Ya hemos visto que la curiosidad rabe por saber el origen
de las cosas cre una serie de relatos que explicaban los orgenes de los proverbios. De la misma
forma otros hechos enigmticos del pasado -unas ruinas, por ejemplo- creaban una leyenda etiolgica
autctona o transmitida por las culturas vecinas. Junto a este tipo de noticias, se transmitan noticias
del pasado de las tribus, con el origen de las genealogas, de sus alianzas, etc. Otra serie de relatos
etiolgicos versaban sobre los hechos literarios como respuesta a quin y cmo se compuso un poema.
Este tipo de relato que pretende ser historicista, relacionado con un hecho, dicho, persona o cosa
determinada recibe el nombre de jbar , frente a los relatos de personajes annimos o imaginarios
que seran los cuentos (

ikāya o jurāfa ). El jbar sera pues la estructura bsica de la narrativa rabe -con
un autor reconocido citado, aunque sea vagamente, dijo uno de la tribu tal que cuenta una historia
perfectamente acabada que da una respuesta a algo que no se conoca-, de ah su nombre, que significa
noticia.
Habra dos grandes grupos de jbar historicistas: los que tratan de los pueblos desaparecidos de
la Pennsula Arbiga (el pueblo de Ād,

amūd, las dinastas sudarbigas, etc.) y los de los rabes nmadas, de los beduinos. Hay un
largo ciclo que agrupa diversas luchas tribales con hazaas de sus campeones conocidos por el nombre
de Ayyām al- arab ( Los das de los rabes ), denominacin que hace referencia al da de
la batalla que se relata o a los personajes que intervinieron en la aventura. Son narraciones heroicas,
llenas de topnimos ignotos y de fragmentos poticos. Estas escenas blicas fueron transmitidas
oralmente y recogidas por los fillogos de los siglos VIII-IX o en las obras de dab (recordemos
que el andalus Ibn Abd Rabbih recoge esta coleccin de jbar en uno de los captulos de su libro
de dab, Al- iqd ).
Estas historias forman la base de la leyenda heroica de la literatura rabe, a la manera de la materia
de Bretaa en las literaturas romnicas.

243

Literatura hispanorabe

La creacin del jbar no acaba en poca pre-islmica. El Islam incorpora a este acervo una serie
de relatos referidos a los hechos y dichos de Mahoma y sus compaeros. Aunque de hecho esta serie
de narraciones se llaman simplemente hadiz (relatos), el nombre toma un carcter tcnico como
tradiciones islmicas que forman parte de la Sunna. Una agrupacin de hadices sobre Mahoma
crea la sīra o vida de Mahoma. Como pronto surgen multitud de hadices ms o menos
apcrifos se crea una ciencia del hadiz , que estudia sus autoridades y la cadena de transmisiones
( isnād ). Algunos de estos hadices tienen un carcter literario y potico. Uno de los ms
interesantes es el que glosa un versculo del Corn que habla de el mi rāī o viaje
escatolgico de Mahoma a los siete cielos y a los siete infiernos. Este hadiz traducido a las lenguas
romnicas con el nombre de Escala de Mahoma fue conocido por Dante y le sirvi de inspiracin
para la Divina Comedia , conexin que descubri Miguel Asn Palacios y expuso en su discurso de
entrada en la Real Academia Espaola en 1919.
Entre, los hechos de Mahoma, figuran una serie de acontecimientos militares de sus luchas, desde
Medina, con los habitantes de la Meca. Estos relatos recibieron el nombre de magāzi y
entraron tambin a formar parte de la leyenda heroica rabe. Fueron muy conocidos en al-Andalus y
llegaron hasta los moriscos. Hay una serie de magāzi escritos en espaol con letras rabes,
es decir por lo que se conoce como literatura aljamiada. 251
La conquista musulmana de las tierras situadas ms all de la Pennsula Arbiga dio lugar a otro
ciclo de la leyenda heroica rabe. Estos relatos son conocidos como futū

āt (conquistas) y aunque, a veces, los historiadores han tomado estos relatos como autntica
historia, tiene numerosos elementos literarios.
El ciclo heroico rabe no se cierra con la conquista islmica de los siglos VII y VIII, sino que
incorpora otros jbar de las diversas luchas de los musulmanes con sus enemigos, especialmente de
las mantenidas entre abbases y bizantinos.
A esta abundante materia heroica arabigomusulmana se suman elementos picos de la epopeya
indoeuropea, singularmente de la persa, y da lugar a la creacin de libros de caballera que giran sobre
las hazaas de un hroe, tal como Antara, caballero pre-islmico, una tribu como los Banū

251

A. Galmes de Fuentes, El libro de las batallas (Narraciones pico-caballerescas) , 2 vols.,

Madrid, 1975.
244

Literatura hispanorabe

Hilāl, un campen de las luchas arabigobizantinas, como Umar al-Numān, etc. Estas
novelas de caballera reciben el nombre de sīra , como la biografa de Mahoma, hecha
tambin con diversos jbar .
En al-Andalus debieron circular algunas novelas de estilo caballeresco, aunque seguramente sin
los elementos de las luchas en torno de Bizancio. Posiblemente es andalus una novela de caballera
que Fernndez y Gonzlez tradujo al espaol en 1882 con el ttulo Historia de Zeyad de Quinena
y que es un autntico libro de caballera, con elementos maravillosos, etc. Ya hemos mencionado la
presencia de la leyenda heroica en la literatura aljamiada, donde se encuentra tambin una novelita
de caballeras, El recontamiento de al-Miqdād y Al-Mayāsa . 252
A pesar de esta abundante narrativa heroica, no hay ningn dato que nos permita suponer que
tomase forma de poema, es decir, que hubiese una epopeya o pica rabe en su sentido literal: una
poesa narrativa heroica. Volveremos sobre el tema en el caso de al-Andalus.

252

Ed. por A. Montaner Frutos, Zaragoza, 1988.


245

Literatura hispanorabe

Las narraciones picas en al-Andalus


El relato de la conquista de al-Andalus tom forma de futū

āt o de leyenda heroica. El nico problema es que se perdi el relato histrico autntico de los
acontecimientos y se ha utilizado con frecuencia las narraciones literarias como si fuesen autntica
historia. El relato de la conquista de Hispania por los musulmanes es una leyenda heroica en el que
se dan todos los elementos del discurso pico. 253
As, la conquista es motivada por una transgresin, la de Rodrigo, rey de los godos, que conculca
el derecho con dos actos que freudianamente son el mismo: la violacin de Florinda la Calva, hija del
conde don Julin, y la violacin de la habitacin cerrada de Toledo, cuya abertura estaba penada con
mil desgracias. El hroe al que le corresponda restituir el derecho conculcado habra sido el conde
Julin, pero nos encontramos con una nueva leyenda heroica arabigomusulmana, su figura se reduce
a la de coadyudante: permite el paso de

āriq, -personaje absolutamente legendario como ya seal Joaqun Vallv, incluso en su


nombre, que significa el que abre camino-, que ser el encargado de restituir el derecho.

āriq tiene todas las notas del hroe pico: seales profticas en el cuerpo, se le aparece en
sueos Mahoma, como el arcngel al Cid, y vencer con un nmero exiguo de soldados, con pocos
rabes y muchos bereberes, es decir, mal entrenados y pertrechados. As lo recoge el escritor andalus
Ibn Bakuwāl (1100-1182):
Ciertamente, fue

āriq Ibn Amr el que conquist la Pennsula de al-Andalus y la someti. Por l se llama
Ŷabal

āriq [Gibraltar] al monte que hoy conocemos como Monte de la conquista, situado al sur de
Algeciras. Viaj con su seor, despus de la conquista, a Siria, y no se supo nada ms de l.

253

M. J. Rubiera Mata, Estructura de cantar de gesta de uno de los relatos de la conquista de al-

Andalus, R.E.E.E.I. , Madrid, 29 (1985-86), pp. 64-78.


246

Literatura hispanorabe

Tena

āriq tanta elocuencia que sobrepasa describirlo y sus conocimientos de gobierno le bastaban
para gobernar al-Andalus o lo que conquist de ella, hasta que lleg su seor Mūsā
ibn Nu

ayr.

āriq se instal en el monte que lleva su nombre, el lunes del mes de r

ŷab del ao 92, con doce mil hombres, que eran en su mayora bereberes, pues no haba sino
unos pocos rabes.
Cuando atraves el estrecho vio en sueos al Profeta -Dios le bendiga y salve!- con sus
Compaeros y Auxiliares, ceidas las espadas y los arcos. Y le dijo el Enviado de Dios -Dios le
bendiga y salve!-: Oh

āriq, adelante! Y se vio a s mismo y a sus compaeros que entraban los primeros en alAndalus. Se despert regocijado con su sueo, y dio albricias a sus compaeros y a s mismo y no
dud de la victoria.
Sali de Algeciras e irrumpi en su llanura con fuerte algara. Una anciana de Algeciras se acerc a
l y le dijo: El marido que yo tena saba de premoniciones y nos habl de un prncipe que entrara en
nuestro pas y se apoderara de l; nos dijo que su figura sera corpulenta como la tuya y que tendra
en su hombro izquierdo un lunar como seal. Si t lo tienes, ciertamente sers l.

āriq se despoj de su vestido y he aqu que tena el lunar en el hombro izquierdo como haba
dicho la anciana. Y se regocijaron sus compaeros y l. 254

āriq vence al numeroso y pertrechado ejrcito de Rodrigo, con lo que domina al-Andalus. La
transgresin ha sido castigada por medio del hroe que representa a la comunidad.

254

Al-Maqqarī, Naf Grafa al Grafa ib , op. cit. supra , pp. 230-231.


247

Literatura hispanorabe

En este relato de la conquista de al-Andalus posiblemente haya elementos autctonos, pues la


versin corresponde a los colaboracionistas hispano-visigodos de la conquista musulmana, enemigos
de Rodrigo, al que hacen culpable de la prdida de Hispania. Esta versin fue llevada a Castilla por un
monje mozrabe, posible autor de la Crnica-pseudo-isidoriana , y produjo una abundante literatura
pica castellana, el Ciclo de Rodrigo .
Pero la segunda parte de la leyenda heroica de

āriq parece corresponder completamente a lo rabe. Es la Leyenda de la mesa de Salomn


255

. En ella el transgresor es Mūsā Ibn Nu

ayr -seguramente el autntico conquistador de Hispania-, que pretende hacer creer que es el vencedor
de Rodrigo y conquistador de la Pennsula, por lo que quita todo el botn a

āriq y le encarcela. En Damasco y ante el califa,

āriq va a vencer a Mūsā, probando que es el autntico conquistador de


Hispania. Tras vencer a Rodrigo, se haba dirigido a Toledo para apoderarse de la Mesa de Salomn
que formaba parte del tesoro visigodo, smbolo del poder entre este pueblo y que era seguramente una
autntica mesa salomnica, mueble del tesoro del templo de Jerusaln -la mesa de los panes- saqueado
por Tito y que haba llegado al tesoro visigodo en un itinerario apasionante. Mūsā se
haba apoderado del mueble, pero

āriq se haba quedado con una pata. Cuando el califa pregunt qu haba sido de ella,
Mūsā no supo responder y

āriq mostr la pata que haba guardado, probando que era el autntico conquistador de alAndalus. Posiblemente esta leyenda heroica fue creada por los primeros conquistadores de al-Andalus
que se sentan frustrados por la arrogancia del gobernador de Kairun Mūsā Ibn Nu

255

M. J. Rubiera Mata, La mesa de Salomn, Awrāq , 3 (1980), pp. 299-230.


248

Literatura hispanorabe

ayr, que se haba arrogado todo el mrito de la conquista, sin mencionar al primer ejrcito de
musulmanes que envi como vanguardia.
Junto a estas leyendas heroicas de la conquista que casi podramos llamar gestas, aunque no
estn en verso, se desarrollaron en al-Andalus otros jbar heroicos sobre diversos temas blicos:
combates singulares, conquista de ciudades, etc. El nacimiento de una autntica historiografa o
historia cientfica, con fuentes, documentos, etc., dio al traste con este tipo de narraciones histricas.

249

Literatura hispanorabe

Las urŷūzas
Por influencia de los estudios sobre la pica de Menndez Pidal, que consideraba que las leyendas
heroicas reflejadas en las crnicas castellanas correspondan siempre a cantares de gesta, Julin Ribera
y Tarrag apunt la hiptesis de que posiblemente hubiese una pica andalus.

256

Si bien no es

improbable, dada la existencia de las jarchas, que hubiese habido una pica en lengua romnica
en al-Andalus, obra de las gentes de esta cultura, aunque evidentemente no hay huellas textuales
de la misma, parece difcil creer que stas se encuentren en los poemas nemotcnicos llamados
urŷūza , hiptesis que mantena Ribera basndose en que dos literatos del siglo IX, alGazāl e Ibn Alqama haban escrito este tipo de poemas, relatando la historia de al-Andalus.
Las urŷūza no son poemas narrativos: son poemas de metro raŷaz , el ms
fcil de la mtrica rabe, en los que cada hemistiquio de cada verso rima entre s, formando una
especie de pareados, fciles de recordar. Porque aunque este tipo de poemas no naci con este fin y
convivi en los primeros siglos con la casida, se convirti en un medio nemotcnico para aprenderse
de memoria textos en prosa, ya fuesen histricos, literarios e incluso reglas de gramtica.
Tras Ribera, algn documentadsimo trabajo ha vuelto a insistir sobre el carcter pico de las
urŷūza , 257 basndose en una historia con las batallas ganadas por Abd al-Ra

mān III, obra del prolfico Ibn Abd Rabbih. Esta urŷūza es sin duda de tema
blico por su tema y narrativa, pero no tiene en su haber ningn elemento pico. Incluimos aqu un
fragmento de esta urŷūza que habla de la campaa de Muez o de Valdejunquera como
prueba de la inexistencia de elementos picos. Hemos intentado reproducir el efecto de la rima de la
urŷūza utilizando pareados:
El Califa invadi, de la guerra, la Mansin,
despus, y fue oh Dios! muy grave misin.
De todas las provincias fueron convocados
todos aquellos que tienen cargos elevados;
todos los reclutas de cada guarnicin,

256

J. Ribera, pica andaluza romanceada, Disertaciones y opsculos , Madrid, 1928.

257

F. Marcos Marn, Poesa narrativa y pica hispnica , Madrid, 1971.


250

Literatura hispanorabe

todos los que son de la Siria jurisdiccin;


todo el que a Dios se someta,
con obediencia pblica o secreta.
Se hizo la recluta y cuntos!,
seores y esclavos haba tantos,
que parecan de langostas, manto,
como dice el seor en su Libro santo .
Se puso en marcha en gran Vencedor,
de la Direccin y la Luz, valedor;
delante iba angelical ejrcito,
de Dios, servidores de mrito;
se lanzaron al enemigo,
con la ayuda de Dios, consigo.
Impuso pagos y penas, inclemente
a todo el que no es creyente;
temblaron sus piernas de pavor
y huyeron del guerrero ardor;
se refugiaron en los barrancos y en las malezas;
entregaron ciudades y fortalezas;
no quedaron casa, ni conventos,
ni lugar, con cristianos sueltos,
que no fuese del fuego devorado
y en cenizas quedase transformado;
los batallones del poder hicieron temblar
todo lo construido en cualquier lugar.
El primer castillo del que no qued nada,
con su guarnicin que fue derrotada,
fue el de Osma, al que, con tesn,
dejaron como negro carbn;
luego subieron a todo lugar poblado
y los dejaron como estaba en el pasado;
tras ellos, segua el Tirano odioso,
con un ejrcito numeroso,

251

Literatura hispanorabe

hasta llegar al caudaloso ro,


donde borraron las huellas del desvaro;
en Valdejunquera se encontraron con los cristianos,
pues all se haban reunido los dos tiranos;
con gentes de Len y de Pamplona,
con gentes de Arnedo y de Barcelona;
se ayudan entre s los infieles monarcas,
a pesar de sus desvos, en todas las comarcas;
acamparon al pie de una alta montaa
y se dispusieron en orden de campaa;
avanz hacia ellos la caballera,
que en vanguardia iba, a porfa;
el ataque fue rechazado e inmerso
en las olas de un mar inmenso;
en el polvo, envueltos, los dos tiranos
y fueron derrotados todos los cristianos... 258
En este poema, no hay ningn elemento pico como una transgresin previa y causante de la hazaa,
un ejrcito vencedor a pesar de su inferioridad numrica, etc. La urŷūza se limita a
relatar unos hechos militares simplemente.
No creemos, por tanto, en la existencia de una poesa pica en al-Andalus, como no la hay en la
literatura rabe.

258

Ibn Abd Rabbih, Dīwūn , op. cit. , p. 270.


252

Literatura hispanorabe

Jbar de otros tipos


Aunque todos los jbar tienen un carcter historicista, no todos versan sobre la leyenda heroica.
Ya hemos mencionado los hadiz cuyo tema es el Islam, tanto los hechos histricos de la vida de
Mahoma y sus primeros seguidores como los dichos, doctrinas, opiniones, etc.
Hay ya desde poca pre-islmica jbar que dan noticia de temas literarios como la ocasin y
motivo por el que se compuso o recit un poema, con elementos biogrficos de los poetas, es decir,
algo semejante a las razn que acompaan a la poesa de los trovadores. En estos jbar se incluyen
numerosos cuentos folclricos que los annimos autores relacionan con el personaje biografiado
porque corresponde a su personalidad, al tema del poema, etc.
Este tipo de jbar implica una creacin literaria: sobre una historia o dato pre-existente se crea
una situacin adecuada o incluso se crea una historia adecuada, mientras sea verosmil, norte literario
que no suele perder la narrativa rabe.
En la literatura de al-Andalus se encuentra con frecuencia, con ampliaciones literarias de posibles
hechos histricos o biogrficos. Un ejemplo podra ser el jbar novelado de la huida del emir Abd
al-Ra

mān I de los abbases que haban masacrado a su familia en Oriente. El relato se encuentra en
una obra annima que se titula precisamente Ajbār maŷmu a , es decir, Coleccin
de jbar :
Me cont alguien, que haba odo relatar a Abd al-Ra

mān Ibn Muawiya, una parte de la historia de su huida:


Cuando se divulg la historia de nuestra amnista, me fui de paseo a caballo, y as estuve ausente
cuando se produjo la matanza de los nuestros. Volv entonces a mi casa, me procur los medios para
salvarme con mi familia, y me march a una alquera que estaba a orillas del ufrates y estaba rodeada
de rboles y vegetacin. Mi deseo era ir a Occidente, porque me haban contado la siguiente historia:
cuando muri mi padre, en vida de mi abuelo, siendo yo muy nio, me llevaron con mis hermanos
a la Ru

253

Literatura hispanorabe

āfa [de Siria], donde estaba mi abuelo, cuando Maslama ibn Abd al-Malik no haba muerto
todava; cuando estbamos parados a la puerta sobre nuestras cabalgaduras, Maslama pregunt
quines ramos, y le dijeron: "Los hurfanos de Muawiya". Entonces, con los ojos llenos de lgrimas,
nos fue llamando de dos en dos, hasta que me lleg el turno, y le fui presentado. Entonces me cogi,
me bes y orden a mi ayo que me bajase de la cabalgadura y me colocase en la suya, delante de l.
Me bes, mientras lloraba desconsoladamente, sin ocuparse de mis hermanos menores y sin querer
separarse de m, que estaba delante de l, en la silla de su caballo, hasta que sali mi abuelo [el
Califa], que al verle, pregunt: "Oh Abū Daīd! Qu es eso?", y le dijo: "Es un hijito
de Muawiya -Dios tenga misericordia de l!-, y acercndose a mi abuelo, aadi: "Se acerca el
Acontecimiento y ste es l". "l?" "S, por Dios, he visto las seales y marcas en su rostro y en su
cuello". Luego llam al ayo y me entreg a l. Yo tena entonces unos doce aos, y mi abuelo -Dios
tenga misericordia de l- mostr, desde entonces, preferencia por m y se comprometi a mantener
contacto conmigo e irme a buscar todos los meses, pues vivamos en la Cora de Qinasrin, a la distancia
de un da; y esto sucedi hasta que muri, dos aos despus de Maslama. Esto qued grabado en
mi alma.
Estaba yo, pues, sentado en la casa que tenamos en la alquera, sin que llegasen noticias de
los negros [los abbases, por su color herldico]; me encontraba en el interior de la casa, porque
tena enfermos los ojos y me estaba limpiando las legaas con un pauelo; cerca, jugaba mi hijo
Sulaymān, que tena unos cuatro aos y he aqu que, de pronto, entr por la puerta de la casa
y se arroj en mi regazo; yo le apart por lo que estaba haciendo, y entonces se arroj al suelo y
comenz a decir las cosas que dicen los nios cuando estn asustados.
Sal y vi unas banderas levantadas, pero no me asust hasta que lleg mi hermano y me dijo: Oh
hermano! Has visto a los negros? Yo haba salido, cuando el nio entr asustado.
Yo no tena entonces ms que unos dinares que haba conseguido reunir, pero decid marcharme
con mi hermano que era muy joven; le cont lo que suceda a mis hermanas Umm al-A

ba y al-Ra

mān y que me marchaba, encargndoles que hiciesen que se reuniese conmigo mi mayordomo
con todo lo necesario, si consegua salvarme.

254

Literatura hispanorabe

Sal para esconderme en un lugar lejos de la alquera, mientras ellos rodeaban la alquera y
entraban en la casa, sin encontrar huellas nuestras; nos marchamos entonces para encontrarnos con
Badr [el mayordomo] y me dirig a un hombre de la orilla del ufrates para que me vendiese unas
acmilas y provisiones; mientras esperaba, mand a un criado suyo para denunciarnos al gobernador,
y vinieron en nuestra busca; no supimos que llegaban hasta que no omos el ruido de los caballos
acercndose, y salimos corriendo por nuestros pies. Los jinetes nos vieron cuando entrbamos en una
huerta del ufrates, y nos arrojamos al ro. Cuando los jinetes llegaron a la orilla, se pusieron a gritar
y decir: "Volved, no tenis nada que temer de nosotros!"; nadbamos mi hermano y yo juntos, pero
al poco yo me adelant y al llegar a la mitad del ro, me volv para ayudarle y gritarle que se reuniera
conmigo, pero l, al escuchar las palabras de seguridad que nos haban dicho, haba regresado por
miedo de ahogarse: iba a cambiar una muerte por otra. Yo le grit: "Ven, querido mo!" Pero Dios no
permiti que me oyese, y continu. Yo segu nadando hasta cruzar el ufrates, mientras algunos de mis
perseguidores se desnudaban para nadar en mi persecucin, pero desistieron; cogieron al muchacho
y le degollaron ante mi vista; tena trece aos.
Esta estupenda aventura puede ser una muestra de la creacin literaria de los jbar . Pero hay
muchos ms ejemplos. As la ancdota de Abbas ibn Firnās (siglo IX) en la cual se hace un
traje de pjaro para intentar volar, se da un batacazo y atribuye su fracaso a no haberse puesto cola.
259

La historieta es, sin ninguna duda, un cuento folclrico que se atribuye tardamente -en el siglo

XII- a Abbas ibn Firnās por ser un personaje con fama de sabio e inventor. El ejemplo podra
multiplicarse al infinito y as un personaje de tanta personalidad como el rey al-Mutamid genera
multitud de jbar literarios, cuya historicidad se basa en que corresponden a la personalidad histrica
del rey de Sevilla. El amor que sinti hacia su esposa Rumaykiyya que es rigurosamente histrico,
cre numerosas historias de este tipo, por ejemplo su encuentro con ella a orillas del Guadalquivir,
cuando ella contesta un verso que el rey ha improvisado, cuando la escena y el poema corresponden
a una ancdota histrica de los poetas Ibn Wa

būn de Murcia e Ibn

amdīs de Siracusa; los caprichos de Rumaykiyya por ver nieve, que lleva a al-Mutamid a
plantar almendros en el jardn o por pisar barro, por lo que al-Mutamid llena una alberca de azcar y

259

E. Ters, Abbas Ibn Firnās, op. cit. supra .


255

Literatura hispanorabe

perfumes, simuladores de adobe, historias que se encuentran en la literatura hispano-rabe y reproduce


Don Juan Manuel en El Conde Lucanor . 260
De esta forma, podemos decir que el jbar constituira un gnero literario propio de la literatura
rabe, especialmente como procedimiento de creacin literaria, y que habra que estudiar con
detenimiento, porque, por decirlo de alguna manera, constituye una literatura dentro de la literatura.

260

M. J. Rubiera Mata, Al-Mu tamid , op. cit. supra .


256

Literatura hispanorabe

La literatura de viajes y las aŷāb


El nmada de la Pennsula Arbiga siempre tuvo inters por los lugares que recorra y ya entonces
hablaba de las cosas extraordinarias, las maravillas que haba visto en su camino: ruinas extraas,
espejismos, a los que daba una explicacin mas o menos fabulosa, un jbar maravilloso que crear
un gnero literario llamado aŷāib , es decir, maravillas. Este gusto por el viaje
y las maravillas acompa al rabe en la conquista islmica que le permiti conocer unos mundos
con los que siquiera haba soado, extraos edificios, obra siempre del arquitecto arquetpico, el Rey
Salomn, animales desconocidos como la jirafa, etc.
La civilizacin arabigoislmica continu con la dinmica viajera, en primer lugar porque una de
las obligaciones del musulmn es acudir, si le es posible, de peregrinacin a La Meca y esto, en la
Edad Media, como en nuestros das, movilizaba a un buen nmero de personas desde todos los puntos
cardinales del Islam. Un buen nmero de andaluses iban hacia Oriente por este motivo y algunos
describan su viaje con detalle, como el valenciano Ibn Ŷubayr (ni. 1217) en el siglo XII, que
recientemente ha sido traducido al espaol 261 . Este relato de viaje se llamaba ri

la .
En segundo lugar, porque se desarroll enormemente la ciencia de la geografa y hubo gegrafos
que viajaron para poder describir las tierras que eran objeto de su estudio, a veces porque eran
funcionarios de correos o espas.
Generalmente estos libros de viajes son muy cientficos y resultan muy poco literarios, hasta que
en el siglo IX surgen los libros de viajes especializados en hablar de maravillas, como la annima
Maravillas de la India , y que son, dentro de las ri

la , los que podemos considerar literarios.


Uno de los autores de maravillas es un andalus, Abū

āmid al-Garnā

261

F. Maillo, Ibn Ŷubayr. A travs de Oriente , Barcelona, 1988.


257

Literatura hispanorabe

ī (m. 1170). Sus a aŷāib son una coleccin de jbar , reelaborados como su
versin de la Ciudad de Cobre , maravilla relacionada con la conquista de al-Andalus que aparece
con frecuencia en los libros de geografa y viajes. En el relato de Abū

āmid La Ciudad de Cobre contina guardando su misterio, que es desvelado en la versin de


Las mil y una noches , aunque aade el nuevo enigma de la estatua, las inscripciones y la presencia
de las hormigas gigantes:
Relato de la Ciudad de Cobre construida por los genios para Salomn, hijo de David -sobre los dos
la paz- en los desiertos de al-Andalus en el occidente extremo, no lejos del Mar de las Tinieblas. La

gat ibn Ziyād cuenta que [el califa] Abd al-Malik escuch contar el jbar de la Ciudad de
Cobre que se encuentra en al-Andalus y escribi al gobernador del Magreb: Yo me he enterado de
la historia de la Ciudad de Cobre , construida por los genios para Salomn, hijo de David -sobre
los dos la paz-; ve a verla y descrbeme las maravillas que veas por tus propios ojos. Respndeme
de prisa, si Dios quiere. Cuando el gobernador del Magreb recibi la carta de Abd al-Malik, sali
con un inmenso ejrcito, acompaado de adalidades capaces de conducirle a esta ciudad: fueron por
un camino poco conocido hasta llegar a una tierra llana con mucha agua, fuentes, rboles, animales
salvajes, pjaros y flores. La muralla de la Ciudad de Cobre apareca como si hubiese sido hecha
por la mano del hombre y estaban aterrados. Despus el emir Mūsā ibn Nu

ayr dividi su ejercit en dos partes e instal cada una de la partes a un lado de la ciudad y envi un
general a la cabeza de mil caballeros para que la rodease para ver si descubra una puerta y si vea
a algn ser viviente; el general estuvo ausente seis das y el sptimo da volvi con sus hombres e
inform que le haba llevado seis das rodear la ciudad y no haba encontrado a nadie.
Mūsā ibn Nu

ayr pregunt entonces qu se poda hacer para saber qu haba en el interior de la ciudad y los
ingenieros le respondieron: Ordena cavar sus bases y as quizs podrs entrar en su interior; cavaron
las bases de la ciudad hasta que alcanzaron el nivel de las aguas. Los fundamentos de cobre estaban
tan profundos que se vieron detenidos por las aguas; los ingenieros aconsejaron entonces: Levanta,
junto a una esquina de las torres de la ciudad, una construccin que nos permita dominarla. As lo
orden y se dedicaron a preparar las piedras, la argamasa y la cal viva; levantaron, en una de las

258

Literatura hispanorabe

esquinas de una de las torres, una construccin de una altura de trescientos codos, hasta el punto que
no podan aadir una piedra ms, ni argamasa ni cal viva. Pero an faltaban ms de doscientos codos
para alcanzar el alto de la muralla. Mūsā ibn Nu

ayr orden entonces que usasen madera para aadir a la construccin de piedra. Y as llegaron a
los ciento sesenta codos y fabricaron asimismo una gigantesca escalera que subieron por medio de
cuerdas y apoyaron en lo alto del muro.
Mūsā ibn Nu

ayr hizo venir a un heraldo que anunciase a sus hombres: A quien suba a lo alto de la muralla, yo le
dar su precio de sangre. Un valiente se adelant y reclam la recompensa que Mūsā
ibn Nu

ayr le entreg. Tras tomarla, la dej en depsito diciendo: Si no muero, ser mi salario, pero si muero
que sea para mis herederos. Despus trep a lo alto de la muralla y cuando la domin con su mirada,
se echo a rer, a dar palmas y se tir dentro, oyndose un inmenso estruendo y voces terribles. Todos
quedaron aterrados. Los gritos duraron tres das y tres noches; llamaron los hombres a su compaero,
pero no obtuvieron respuesta; cuando perdieron toda esperanza, Mūsā hizo venir a
otro heraldo para anunciar: El emir dar mil dinares a quien trepe a lo alto de la muralla. Otro
valiente se present, diciendo: Yo trepar a lo alto. El emir orden que le diesen los mil dinares;
los cogi e hizo lo mismo que su predecesor. El emir le dio el siguiente consejo: No hagas lo que tu
compaero; infrmanos de todo lo que veas y no bajes al interior, abandonando a tus compaeros, y
se lo prometi. Pero cuando lleg a lo alto de la muralla, se echo a rer, a dar palmadas y se tir dentro.
Todo el ejrcito gritaba: No hagas eso!. Pero no les escuch y desapareci; escucharon una vez ms
el estruendo y los gritos terribles, todava ms fuertes que los primeros, hasta el punto de que temieron
por sus vidas; los gritos duraron tres das y tres noches, sin cesar. Mūsā ibn Nu

ayr dijo entonces: Si nos vamos de la ciudad sin saber nada de esta ciudad, qu puedo escribirle
al Prncipe de los creyentes?, y aadi: Al que suba, le dar dos veces su precio de sangre. Un
tercer hombre se ofreci voluntario, diciendo: Cuando suba, me atis por la cintura una cuerda fuerte
que tendris sujeta por el extremo. Si me tiro, impeddmelo. As lo hicieron. El hombre trep a lo
alto de la muralla y una vez arriba, se ech a rer y se quiso tirar dentro; los hombres sujetaban la
cuerda con fuerza, pero l tir tanto que su cuerpo se parti en dos: la mitad inferior con las piernas
259

Literatura hispanorabe

cay de un lado y la otra mitad cay en el interior de la ciudad. El estruendo y las voces sonaron
an ms fuerte. El emir renunci a saber ms cosas de esta ciudad, diciendo que estaba habitada por
genios que se apoderaban de los que queran entrar en ella. El emir Mūsā dio entonces
la orden de partir.
Cuando se haban alejado de la ciudad una parasanga, vieron unas lpidas de mrmol blanco. Cada
lpida tena alrededor de veinte codos y sobre cada una estaban grabados nombres de reyes, profetas,
faraones, cosroes y strapas, con consejos y advertencias y con la mencin del Profeta Mahoma y
su Comunidad, con el rango que ocupan cerca de Dios. Acompaaban a Mūsā sabios
que saban leer en todas las lenguas y transcribieron el contenido de estas lpidas. Al poco, vieron
de lejos una estatua de cobre hacia la que se dirigieron y encontraron una figura humana que tena
en su mano otra placa de cobre en la que estaba grabado el siguiente texto: No vayis ms lejos,
volved sobre vuestros pasos, no entris en esta tierra, porque moriris. Mūsā dijo:
En esta tierra tan blanca, con tantos rboles, plantas y agua, cmo es posible morir?, y orden
a algunos de sus esclavos avanzar por aquel territorio; entonces unas hormigas gruesas como fieras
cayeron de los rboles, hicieron pedazos a los hombres y se dirigieron hacia el ejrcito como una
nube, aunque se detuvieron al llegar a la estatua, sin pasar de all. Mūsā y sus hombres
quedaron aterrados y se alejaron de la ciudad, en direccin a Oriente, hasta que vieron de nuevo
muchos rboles 262 .
Otra interesante maravilla de Abū

āmid es el jbar de otra ciudad legendaria, Iram de las columnas, mencionada en el Corn y
aniquilada por la clera divina por su soberbia. En el relato del granadino Abū

āmid tiene el inters de ofrecer la visin arquetpica de la esttica del urbanismo musulmn
263

A partir del siglo XII, las ambiciosas obras cosmolgicas van desapareciendo -la ltima sera la del
andalus al-Idrīsī-, para dejar paso a los relatos de viajes privados, las ri

262

E. Weber, La ville de cuivre, une ville d'al-Andalus , Sharq al-Andalus , 6 (1989), pp, 51-53.

263

M. J. Rubiera Mata, La arquitectura , op. cit. supra , pp. 56-58.


260

Literatura hispanorabe

la , que terminan siendo unos dietarios de viajes de estudios donde los viajeros no describen los
pases que recorren sino hacen la lista de los sabios a los que visitan y con los que estudian, de forma
que estas ri

la se convierten en una especie de curriculum vitae .


La excepcin es el marroqu Ibn Ba

ūta (m. 1377), viajero impenitente y lleno de curiosidad, que desde su nativa Tnger alcanza
China y bien merece el ttulo de Marco Polo de los rabes. El apasionante relato de sus viajes fue
redactado bajo su dictado por el granadino Ibn Ŷuzayy (m. 1356), al que pertenecen las escasas
muy pedantes notas eruditas.
Tenemos sin embargo un breve relato de un viaje andalus de gran inters, en primer lugar porque
lo realiza un mudjar aragons, A

mad ibn Fat

ibn Abī Rabīa, en segundo porque este relato, conjuntamente con una
urŷūza , obra de un cautivo marroqu, en el que tambin se relata la peregrinacin a
Oriente, fue traducido al castellano en el siglo XVI, y tercero, porque el mudjar an nos relata las
maravillas que ha visto 264 , por ejemplo las pirmides y los extraos animales africanos. As dice la
traduccin espaola del XVI:
El autor habla de las Pirmides y de sus obras maravillosas.
Despus anduvimos por tierra a un lugar que est en la orilla del ro Nilo, que se die Phauua, donde
embarcamos en el Nilo, mirando los puebladados de un lado a otro hasta la Ciudad del Cayro, de
donde descubrimos las Pirmides, llevantadas hasta el ielo, como si fueran cymborrios, de edificio
admirable, compuesto de piedras gravidssimas, lisas, conforme la vista de ngulos agudos ms

264

M. de Epalza, Dos textos moriscos bilinges (rabe y castellano) de viajes a Oriente (1395 y

1407-1412) Hesperis-Tamuda , 20-21 (1982-1983), pp. 25-112.


261

Literatura hispanorabe

amplias que las vegas, que si la gente del mundo quisiessen deshaerlas seran impossibilitados. De un
ngulo de una destas Pirmides hasta el otro se cuentan tresientos sessenta seys passos geomtricos.
Y son en todo ocho, tres grandes y inco pequeas; cada una tien una puerta llevantada de tierra,
erca uno estado, por donde se entra en una sala grande del amchor de inquenta palmos.
Aerca dellas hay diferentes pareeres entre las gentes: algunos dellos quieren que sean sepulturas
de Aad y de sus hijos.
Y se halla en una destas sepulturas estatuas espantables de piedra, hechas en figura de hombre.
Habla el autor del crocodillo, que vio en el ro Nilo.
Tambin havemos visto en el Nilo el crocodillo, que es un dragn grandssimo: tiene dos braos y
dos ojos semejantes a los del hombre; en espinao se puede comparar con el de la tortuga.
Nos certific uno de los navegantes que este animal puede rapir con sus braos con mucha veloidad
a un hombre y lo mete dentro del agua. Despus lo saca y come.
Descrive la Girapha y el Elefante, que vio en la iudad del Cayro.
Y la ms peregrina cosa que havemos visto en el Cayro, ha sido la Girapha, que es una bestia
grandssima. Sus pies son largos dos cbitos, pero las manos mucho ms.
Tambin el Elefante es bestia cubierta de pelos negros. Lleva a cuestas diez personas con sus
atambores y ato. Sus orejas grandes como adargas. Su nariz se extiende hasta llegar al suelo; con sta
beve y lleva la comida a la boca. Tiene dos colmillos que salen de la boca, blancos, gruessos como el
mulo de un hombre. Sus pies y manos son redondos. No dobla ni tuere el pescueo. Tampoco los
pies ni las rodillas. Y es de las criaturas maravillosas que hio Dios ensalado.
Despus relata su peregrinacin en La Meca, describiendo los lugares Santos, como era habitual
en este tipo de relatos. An en poca morisca, un peregrino morisco nos relata en espaol con letras
rabes -en aljamiado- su peregrinacin a La Meca, pasando tambin por Egipto. Son Las coplas del
Alichante de Puey Monzn .

262

Literatura hispanorabe

Los gneros historiogrficos


La civilizacin arabigomusulmana desarrolla una importante historiografa que adopta muy
diversas formas: los ya mencionados jbar , los hadices, los anales y las crnicas, es decir, formas
autctonas e importadas de la historiografa de otros pueblos.
Uno de los gneros historiogrficos ms interesantes es el biogrfico: las tabaqāt o
repertorios bio-bibliogrficos de los que podamos llamar intelectuales -ulemas, alfaques, jueces,
literatos, mdicos- ordenados en primer lugar por generaciones y ms tarde por orden alfabtico,
gnero que naci de la necesidad de conocer las autoridades que garantizaban los hadices o
tradiciones musulmanas y que luego se extendieron a otras ramas del conocimiento. Estos repertorios,
importantsimos como fuentes historiogrficas, no son obras que puedan considerarse literarias ya
que las biografas se parecen ms a un curriculum vitae que a una biografa propiamente dicha.
La autobiografa, las memorias, son un gnero escaso en la civilizacin arabigomusulmana, aunque
tenemos al menos importantes datos autobiogrficos de Ibn

azm o de Ibn al-Arabī, dispersos en sus obras. Hay, sin embargo, una obra de excepcin,
las memorias del emir Abd Allāh, ltimo rey zir de Granada, que escribi stas como
autodefensa de su actuacin, tras ser destronado por los almorvides, en su destierro africano. Estas
memorias son un relato apasionante por reflejar su poca y por la habilidad del rey zir por justificarse.
Aunque no fuese su objetivo, Abd Allāh resulta un buen escritor. Han sido traducidas al
castellano por Emilio Garca Gmez 265 .
Como en el caso de Abd Allāh, el valor literario de los gneros historiogrficos depende
de la pluma que los escriba y la mayor parte de los historiadores de al-Andalus no buscan hacer
literatura, pero evidentemente hay excepciones. Una de ellas sera Ibn

ayyān (987-1067), perteneciente a la generacin de Ibn

azm e Ibn uhayd y que no slo es un magnfico escritor sino que refleja una ideologa propia. Pero,
tal vez, no haya que buscar al escritor Ibn

265

E. Garca Gmez y E. Levi-Provenal, El siglo XI en primera persona. Las memorias de Abd

Allāh, ltimo rey zir de Granada, destronado por los almorvides , Madrid, 1980 y ss.
263

Literatura hispanorabe

ayyān en su magna obra de edicin de las crnicas anteriores a l sobre la historia de alAndalus, obra titulada Al-muqtabis

266

, en la que se limit a introducir comentarios, al modo de

lo que hoy seran notas a pie de pgina, sino en su obra Al-matīn , en que cuenta de forma
directa los acontecimientos de su poca, obra de la que slo conservamos fragmentos. Como ejemplo
reproducimos aqu su relato de la conspiracin de un magnate cordobs contra al-Mu

affar, hijo de Almanzor:


No tena Isā Ibn Saīd timbres de gloria en su ascendencia, ni perteneca a casa
preeminente; slo era rabe de origen, de un grupo que era conocido por los Banū-lŶazīrī, de la cora de Priego; su padre era maestro; l entr en la administracin
palaciega y fue compaero de Mu

ammad ibn Abī Amir [Almanzor], durante su carrera en el reinado de al-

akam II, y alcanz una alta posicin. Fue conocido por su feliz inteligencia y se cuentan muchas
ancdotas sobre l.
Tras la muerte de Almanzor Ibn Abī Amir, durante el gobierno de su hijo Abd al-Malik
[Al-Muzaffar], Isā se encontraba a sus anchas; haba logrado hacerse, en la capital y en todas
las provincias de al-Andalus, con fincas y casas en nmero incalculable. Entre lo que posea l, sus
hijos y sus hechuras, haba conseguido tener parte en todas las administraciones del Estado y con
todos los gobernadores, de forma que no se realizaba asunto sin su permiso, ni se llevaba a cabo cosa
alguna sin su consejo, lo que, consecuentemente, le acarre muchos enemigos. Pero puso su esfuerzo
en guardarse de ellos y precaverse, y emparent con los principales personajes del reino, casando a
sus hijos e hijas; su grupo fue cada vez ms importante, hasta que emparent con el hijo de Almanzor
que hemos mencionado, casando a su hijo, llamado Abū Amir, con la hermana pequea de
Abd al-Malik, hija de Almanzor. Se realiz el matrimonio en el ao 396 [1005 1006], con un
gran banquete y, despus de esto, los asuntos de Isā llegaron al mximo de prosperidad y se
acallaron las lenguas.

266

E. Garca Gmez, A propsito de Ibn Grafa ayyān, Al-Andalus , 11 (1946), pp.

395-423.
264

Literatura hispanorabe

Sucedi tambin, respecto a l, que Abd al-Ra

mān ibn Abī Āmir invitaba a su hermano Abd al-Malik, al principio de su


gobierno, a divertirse con l y con un grupo de amigos, poco recomendables, e Isā se lo hizo
ver a Abd al-Malik, obligndole a apartarse de Abd al-Ra

mān, lo que motiv el odio y los ataques de ste contra Isā. Igualmente se gan la
enemistad de al-Dalfā, madre de Abd al-Malik, al perjudicar a Jayāl, la madre del hijo
de Abd al-Malik, y favorita suya, y a la camarilla de ambas [suegra y nuera], a causa del matrimonio
de Abd al-Malik con la hija de un jardinero, liberto de Isā. [La joven] se haba educado con su
familia y haba aprendido a cantar maravillosamente; un da la vio Abd al-Malik y se enamor de ella;
como era muy honesto, quiso casarse con ella, en contra de la opinin de su madre, y confi el asunto
a Isā, que le apoy y le ayud a realizarlo. Cuando Abd al-Malik consum el matrimonio
con ella, su madre se llen de rencor contra Isā.
Finalmente, fue acusado del grave asunto de incitar al prncipe [omeya] Abū Bakr
Hiām ibn Abd al-Ŷabbār Ibn al-Nā

ir a que se levantase contra Abd al-Malik y tomase el poder. La razn es que Isā no acuda
a las reuniones bquicas de Abd al-Malik ms que en raras ocasiones o por invitacin expresa,
excusndose por razn de su excesiva debilidad por el vino, ausencia que aprovechaban sus enemigos
para hablar mal de l, hasta el punto que consiguieron que Abd al-Malik le tomase antipata.
Isā percibi algo de esto, intuitivamente, le entr gran preocupacin y organiz una
conspiracin para salvarse, traicionando a los amires, benefactores suyos e inclinndose hacia los
omeyas, descontentos con el gobierno y as incit al prncipe Abū Bakr Hiām, contra
el califa Hiām II, hijo de al-

akam, aprovechando su descontento por su ostracismo y as terminar con el gobierno de Abd alMalik.
Isā se haba ocupado de los asuntos del prncipe con Almanzor y haba conseguido que
hiciera las paces. Y comenz la conspiracin, escribindole e entrevistndose con l en secreto, para
comunicarle cmo se poda hacer con el poder, y que el ejrcito no estaba en desacuerdo con la

265

Literatura hispanorabe

conspiracin; Hiām respondi favorablemente a lo que le deca y se form un grupo de


juramentados. Estaba a punto de llevarse a cabo el golpe y estaban preparados para atacar a Abd alMalik, cuando uno de ellos fue a Nad

f, el gran fata, liberto de Abd al-Malik, le revel el asunto y ste se apresur a comunicarselo a
Abd al-Malik, que se llen de preocupacin y sopes el asunto, pues tema que fuese una calumnia
levantada por los enemigos de Isā, de manera que se lo comunic al juez, encargado de las
injusticias, Abū

at

m Ibn D a kwān, pero no se lo coment a nadie ms.


Haba un hombre, conocido como Ibn al-Qarī

, por la gente del pueblo, que tena contacto con el prncipe Abū Bakr Hiām, y cont
que haba visto a Isā en uno de los jardines, hablando con Hiām, que deca: Tengo
miedo, porque el asunto es grave y que Isā haba contestado: A quin puedes temer? Yo
tengo el poder en mis manos, el ejrcito me obedece y la gente est satisfecha con mi forma de actuar;
luego se haban separado e Ibn al-Qarī

, se lo fue a contar al juez Ibn D a kwān, que, a su vez, se lo comunic a Abd al-Malik.
ste mont en clera contra Isā y se puso de acuerdo con su hermano Abd al-Ra

mān y sus amigos sobre la forma de darle muerte; acord dar una fiesta e invitar a muchos
de los amigos de Isā; la fiesta tendra lugar en un saln grande que daba al ro el mes de
rabīa primero del ao 97 [noviembre de 1007]; invitaron a Isā, que haba dejado de
beber un tiempo, a travs de un grupo de invitados entre los que se encontraba Abū Haf

ibn Burd, que relat as los hechos: No habamos terminado de formular la invitacin, cuando la
acept, pues el asunto era importante para l. Cuando lleg mostr una gran cordialidad y Abd alMalik le recibi personalmente y le hizo sentarse a su lado. Comenz la fiesta, se sirvieron unas rondas
y Abd al-Malik le hizo reproches y le manifest sus sospechas; Isā se incomod, pero intent

266

Literatura hispanorabe

aguantar el mal trago, hasta que Abd al-Malik alz la voz, arroj la copa y comenz a insultarle y a
acusarle; Isā, sintindose mal, turbado por todas las miradas puestas en l, intent disculparse
y dar argumentos para borrar las sospechas que sobre l recaan, alegando que haba una conjura para
perderle y matarle, juntamente con Abd al-Malik, que no le haca caso, mientras crecan las voces y
el tumulto. Finalmente cogi la espada que estaba a su lado y golpe con ella a Isā, que se
levant aterrado, pero el golpe le haba alcanzado el rostro y cay al suelo, donde Abd al-Malik y sus
compaeros continuaron acuchillndole hasta destrozarle, cortndole la cabeza, que dejaron a un lado.
Abd al-Malik orden tambin que mataran a dos amigos de Isā, Ibn Jalīfa e Ibn Fat

, que fueron destrozados con las espadas. Se produjo tal tumulto que uno de los extranjeros que estaban
cerca de Isā, aterrado, se arroj al ro, huyendo de la matanza, y se ahog en la corriente.
Abd al-Malik orden colgar la cabeza de Isā en lo alto de la puerta de az-Zāhira,
y all permaneci hasta que la ciudad fue tomada por Ibn Abd al-Ŷabbār alMahdī, a la cada del gobierno amir; se retir Abd al-Malik del saln, ordenando que lo
arreglasen, pero no volvi a beber en l durante toda su vida. Asimismo orden a los criados de su
confianza que fuesen a las casas de Isā, sus amigos y administradores y confiscasen todo lo
que hubiera; tambin encarcel a los hijos de Isā en las mazmorras de az-Zāhira y
oblig al que se haba casado con su hermana a divorciarse de ella; la hija de Almanzor no volvi a
casarse hasta la cada de su familia, y entonces su antiguo marido volvi a ella.
La gente pensaba que las riquezas de Isā eran numerosas como los granos de polvo, pero
no se encontr nada, y se maravill de esto; los hijos de Isā, cuando salieron de la crcel, no
se repartieron sino miseria y hambre. La muerte de Isā impresion grandemente a la gente,
por el poder que tena, y fue una gran muchedumbre a ver su cabeza en az-Zāhira 267 .
La narracin de Ibn

ayyān, seguramente histrica en su totalidad, es un magnfico relato literario. Aunque otros


literatos fueron historiadores, Ibn al-Abbār, Ibn al-Ja

īb, ninguno pudo superar esta fuerza narrativa.

267

Ibn Bassam, Dajira , I, pp. 125-128.


267

Literatura hispanorabe

XI. La huella literaria de al-Andalus

268

Literatura hispanorabe

La lrica
Ya hemos visto respecto a la poesa estrfica andalus, sobre la moaxaja y el zjel, cmo la literatura
hispanorabe asimil formas y temas procedentes de la lrica europea, cmo las jarchas provienen de
una poesa ancestral femenina, comn a las lricas europeas y cuyas races se pierden en la Grecia
arcaica y cmo se expresan en unas lenguas que podramos definir como pre-gallegas y pre-occitanas,
teidas de palabras rabes. An se discute el origen de su forma estrfica, que pudo ser rabe o tambin
de importacin europea, hiptesis que nos parece la ms probable, dado que la poesa en estrofas es
recurrente en la lrica romnica y escassima en la rabe.
La pregunta a plantear es si esta relacin es de ida y vuelta, si a su vez la lrica hispanorabe influy
en la lrica romnica, concretamente en su primera manifestacin culta, la poesa provenzal, que a su
vez influy en todas las dems lricas europeas. Es un viejo tema que llev a la palestra un jesuita
espaol en Italia adonde le haba llevado la disolucin de la orden por Carlos III, el padre Juan Andrs,
defensor de la influencia rabe en la lrica europea. El tema volvi con fuerza en los aos treinta
de nuestro siglo, especialmente a travs de A. R. Nykl

268

, que insista en la semejanza de formas

entre la poesa de Guillermo de Aquitania y las formas zejelescas, as como la conexin cultural entre
ambos lados del Pirineo, que como hemos visto era habitual y antigua, sin necesitar la famosa ocasin
de la toma de Barbastro por los cruzados ultrapirenaicos (1064), aunque, por esta ocasin, las cortes
europeas se llenasen de cautivos musulmanes entre los que habra poetas y esclavas cantoras 269 .
El desciframiento de las primeras jarchas romnicas por Stern llev a los investigadores hacia otro
punto de atencin. Pero la influencia rabe en la poesa provenzal es una asignatura pendiente que en
algn momento sera necesario replantear, sin teoras maximalistas, porque indudablemente la poesa
de los trovadores no naci solamente a partir de la influencia rabe.
Pero creemos que la presencia de la poesa rabe en la lrica de la lengua de oc est probada por
el himno del siglo XI que se encuentra en San Marcial de Limoges, en lengua verncula -occitanay dedicado a Santa Mara que comienza:
Mei amic e mei fiel,

268

Un resumen de sus teoras se encuentra en su obra Hispano-arabic poetri and its relations with

the old provenal trobadours , Baltimore, 1946.


269

H. Prs, El esplendor , op. cit. supra , pp. 389-390.


269

Literatura hispanorabe

laisat estar lo gazel;


aprendet u so noel:
de virgine Maria.

270

Su traduccin sera:
Mis amigos y mis fieles,
dejar estar el gazal ,
aprender una nueva meloda:
de la Virgen Mara.
Aunque los enemigos de las influencias rabes de cualquier tipo pretenden cambiar la palabra gazel
, es evidente que el mismo contexto no deja lugar a duda: dejad las canciones de amor profano recordemos que gazal es el nombre tcnico con el que se designa la poesa amorosa rabe- y cantad
a Santa Mara. De ser as, significara que, poco antes de nacer la poesa provenzal, la poesa de los
trovadores, la poesa rabe estaba de moda hasta el punto de que el juglar propone a su pblico una
innovacin: cantemos poesa religiosa.
Si la presencia de la poesa rabe parece evidente al otro lado de los Pirineos, con mayor razn
ha de encontrarse en la lrica de la Pennsula Ibrica. La huella es profunda y a la vez extensa 271 .
Vamos a poner slo dos ejemplos. El primero, la larga sombra de una posible jarcha en rabe dialectal,
estudiada por E. Garca Gmez 272 :
Qalbi bi qali,
qalbi arabi.
[Mi corazn est en un corazn,
mi corazn es rabe.]
La cancin es citada por el msico Salinas (siglo XVI), diciendo que su meloda ha servido para
la cancin Rey Alfonso, cuya estructura de moaxaja es evidente, segn hace notar tambin Garca
Gmez:
270

P. Dronke, La lrica en la Edad Media , Madrid, 1978, p. 61.

271

J. Vernet, La cultura hispanorabe , op. cit. supra , pp. 281-299.

272

E. Garca Gmez, La cancin famosa Calvi vi calvi/Calvi arabi y Adiccin sobre Calvi vi

calvi, Al-Andalus , 21 (1956), pp. 1-18 y 215-216.


270

Literatura hispanorabe

Rey don Alfonso,


rey mi seor,
rey de los reyes,
el emperador.
Pero la cancin, la jarcha, tal vez de una moaxaja o de un zjel, aparece tambin en el Arcipestre
de Hita, como seal Garca Gmez:
El rabe gritador con su alta nota
Calbi el orabi! tanjendo la su nota.
Y en Gil Vicente en la Comedia de Rubena (1521), donde un personaje dice saber las siguientes
cantigas:
A crencinha despida
e tambn Val-me Lianor
e De pequeo matais, Amor
e Em Paris estava Don Alda
Vamonos dijo mi tio
e tambn Calbi orabi.
Otro ejemplo sera el origen rabe del villancico castellano de las Tres morillas:
Tres morillas me enamoran
en Jan,
Axa, Ftima y Marin.
Tres morillas tan garridas
iban a coger olivas
y hallbanlas cogidas
y tornaban desmaidas
y las colores perdidas
en Jan,
Axa, Ftima y Marin.
Aunque el villancico tiene ms estrofas e incluso admite una versin paralelstica -es decir, de tipo
gallego-portugus-, mostramos su ncleo originario, que tiene estructura zejelesca como vio Ramn

271

Literatura hispanorabe

Menndez Pidal. Pero adems Julin Ribera descubri que el villancico tiene su origen argumental en
una historieta que se atribuye a Hārūn al-Rāsīd en varios libros de dab
, como Al-iqd, de Ibn Rabbih, y el Kitāb al-āgānī de Abū-lFaraŷ de Ispahan, y se reproduce en Las mil y una noches . En esta historieta, tres muchachas
se disputan el miembro viril del califa Hārūn al-Raŝīd que slo logra
agarrar una de ellas, quedando las otras desmadas y con las colores perdidas 273 .
El origen rabe de este villancico no es una teora al aire, tomada por la presencia de tres mujeres
que no encuentran algo, tema por cierto de las tres Maras evanglicas, del que tambin podra ser
una parodia musulmana. Las olivas de las tres morillas son realmente un eufemismo, como prueba
otro villancico del Cancionero de Palacio , con estructura tambin zejelesca, y en el que tres
mujeres se disputan explcitamente el mismo objeto que las esclavas de Hārūn alRaŝīd, villancico que pusimos en relacin con el de las tres morillas en el trabajo que
acabamos de citar. Como en el caso anterior, utilizamos la versin no paralelstica o encadenada:
Si habr en este baldrs
mangas para todas tres!
Tres mozas d'aquesta villa
desollaban una pixa
y faltles una tira
la una a buscalla iba
para mangas a todas tres.
Tres mozas d'aquesta villa
desollaban un caraxo
faltles un pedazo,
la una iba a buscallo
para mangas a todas tres.
En el mismo trabajo analizbamos las huellas del tema en la poesa hispano-rabe: alusiones a
Aia, Fātima y Maryam en Ibn Quzmān, en Ibn al-

273

M. J. Rubiera Mata, De nuevo sobre las tres morillas Al-Andalus , 37 (1972), pp. 133-143.
272

Literatura hispanorabe

ayyāb. Tenemos la certeza de que existi un zjel rabe procedente del villancico castellano. Y
que no es el nico caso incluso en el Cancionero de Palacio , como el citado por Snchez Romeralo
274

que de nuevo es un zjel y con nombres rabes:

Quin os haba de llevar!


Oxala!
Ay, Ftima!
Ftima la tan garrida
llevaros he de Sevilla,
teneros he por amiga.
Oxala!
Ay Ftima!

274

A. Snchez Romeralo, El villancico , Madrid, 1969, p. 398.


273

Literatura hispanorabe

Los juglares moros


En uno de sus libros clsicos, Poesa juglaresca y juglares , Ramn Menndez Pidal registra la
existencia de juglares y juglaresas moros a lo largo y a lo ancho de la geografa hispnica, relacionados
especialmente con las actividades musicales. Su presencia explica, sin duda, los fenmenos que
acabamos de ver y que relacionan la poesa estrfica andalus, siempre musical, con la lrica de tipo
tradicional castellano. Ms difcil de probar sera la existencia de juglares de gesta y de romancero, ya
que, como hemos visto, no exista una pica en la literatura rabe y es evidente que los contactos han
de realizarse entre mundos literarios paralelos. Sin embargo, pudo haber poetas o juglares de la poesa
narrativa castellana que fuesen originariamente musulmanes y que estuviesen impregnados de las dos
culturas. Slo es as explicable el romance de Abenmar, impregnado de elementos literarios rabes,
alguno de los cuales ya hemos mencionado. Es un autntico romance zegr o fronterizo, producto de
la fusin de dos culturas.
Es conocido su valor histrico, pues parece reflejar el encuentro del rey Juan II en su campaa
granadina en 1431 con el prncipe nazar Ibn al-Mawl, que fue a ofrecer sus servicios al rey de Castilla
para que le ayudase a destronar al rey Izquierdo 275 , aunque dudamos de que el nombre de Abenmar
sea precisamente uno de estos elementos histricos, sino creacin potica, ya que resulta muy extrao
que se llame Ibn al-A

mar precisamente a un prncipe nazar que lo era por lnea femenina y que por tanto no se llamaba
as, Ibn al-A

mar, sino Ibn al-Mawl (Aben Almao en las crnicas cristianas) y que Ibn al-A

mar da en castellano Alamar, sin prdida del artculo.


Es tambin importante su valor topogrfico: describe la Granada del XV, con la Mezquita, la
Alhambra y los Alixares, especialmente stos, desaparecidos ms tarde, y en donde Ibn Zamrak
escribiera poemas epigrficos 276 .

275

P. Benichou, Creacin potica en el romancero tradicional , Madrid, 1968, 60-63.

276

M. J. Rubiera Mata, Ibn Zamrak, su bigrafo Ibn al-A Grafa mar y los poemas epigrficos de

la Alhambra, Al-Andalus , 42 (1977), pp. 447-451.


274

Literatura hispanorabe

Pero es tambin un poema con una plena intertextualidad rabe. Analizaremos desde esta
perspectiva del romance, utilizando, como en el caso de los villancicos, la versin ms primitiva, que
es la del Cancionero de Amberes de 1550 :
Abenmar, Abenmar,
moro de la morera.
Qu castillos son aqullos?
Altos son y relucan!
Ya desde la poca pre-islmica el concepto literario de los palacios rabes va acompaado de esas
dos notas: son altos y relucientes. Desde el palacio mtico de Gumdān en tierras de la Reina
de Saba hasta los Alijares de Ibn Zamrak, los palacios son descritos en lo alto, brillando al sol 277 .
Sigue el poema con la enumeracin autntica de los edificios que se vislumbran desde la Vega:
El Alhambra era, seor,
y la otra la mezquita;
los otros los Alixares,
labrados a maravilla.
El moro que los labr
cien doblas ganaba al da;
desde que los tuvo labrados
el rey le quit la vida
porque no labre otros tales
al rey de Andaluca.
La otra era Granada
Granada la ennoblecida.
Estos enigmticos versos -quin es el rey de la Andaluca/al-Andalus?, pues en ese momento es
el propio Juan II o el rey de Granada- corresponden tambin a la tradicin literaria rabe: hay que
remontarse a una leyenda pre-islmica rabe, la del palacio mtico de al-Jawarnaq en los lmites de
la Pennsula Arbiga con Mesopotamia. Segn al-

277

M. J. Rubiera Mata, La arquitectura , op. cit. supra .


275

Literatura hispanorabe

abarī (siglo X):


El que construy al-Jawarnaq fue hombre llamado Sinimmār y cuando termin de edificarlo,
todo el mundo se maravill de su belleza y de su acabada perfeccin, por lo que el arquitecto dijo: Si
yo supiera que me vais a pagar el salario que yo deseo, construira un palacio que girase siguiendo
el curso del sol. Sera mucho mejor que ste. Para que no lo hiciese, le arrojaron desde lo alto de
al-Jawarnaq 278 .
El romance acaba con el dilogo entre el rey Juan y Granada, a la que requiere en matrimonio y
sta no acepta:
All habla el rey don Juan,
bien oiris lo que dira:
Granada, si t quisieses,
contigo me casara;
darete en arras y dote
a Crdoba y a Sevilla,
y a Jerez de la Frontera
que cabe si la tena.
Granada, si ms quisieses
mucho ms yo te dara.
As hablara Granada,
el buen rey le responda:
Casada so, el rey don Juan,
casada con que no vibda;
el moro que a mi me tiene
bien defenderme querra.
De nuevo la intertextualidad rabe es evidente: la ciudad a conquistar presentada como novia y su
conquista como un matrimonio es casi un tpico. El rey al-Mutamid describe as su conquista de la
ciudad de Crdoba:
Ped en matrimonio a Crdoba la bella,
cuando haba rechazado a los que la pretendan

278

M. J. Rubiera Mata, Ibidem , p. 35.


276

Literatura hispanorabe

con espadas y lanzas.


Cunto tiempo ella estuvo desnuda!,
pero al presentarme yo,
se cubri de bellas tnicas y joyas.
Boda real! Celebraremos nupcias en su alczar,
mientras los otros reyes estn en el cortejo del miedo 279 .
El romance, escrito en castellano, es al menos en esta parte un autntico poema rabe. Quien lo
escribiera conoca las leyendas preislmicas, la descripcin de los palacios de las casidas, las imgenes
de la poesa ertica rabe. Musulmn o renegado, era zegr de las dos culturas.

279

M. J. Rubiera Mata, Al-Mu tamid , op. cit. supra , p. 57.


277

Literatura hispanorabe

Las traducciones
Ya hemos hablado de cmo los rabes tradujeron a su lengua una serie de aplogos indo-persas, bien
en forma de colecciones completas, bien aisladamente, bien en relacin con proverbios, sentencias,
etc., dado el inters didctico-moral de estos relatos. Este mismo inters hizo que se tradujesen del
rabe al latn o a la lengua castellana en la Pennsula Ibrica a partir del siglo XII. Fue el pionero
el converso judo Pedro Alfonso (Rab Moiss, Sefard), bautizado en 1106 y ahijado de Alfonso el
Batallador, que escribiera en latn su coleccin de aplogos y sentencias titulada Disciplina clericalis
, en los que utiliz el Calila y Dimna , el Sendebar (Syntipas) y las obras paremiolgicas de Mubair
ibn Fātik y

unayn ibn Is

āq. Esta obra tuvo una larga influencia, ya que proporcionaba ejemplos a utilizar en los
sermonarios, etctera.
Tras esta importante traduccin, vienen otras de los traductores alfonses, es decir en relacin con
la actividad propiciada por Alfonso X el Sabio, sus parientes y sucesores. As, se traduce Calila y
Dimna , la coleccin de apolgos que se inician con el de los dos lobos cervales llamados Calila y
Dimna, historia tomada del Panchantantra , traducida al pahlevi en el siglo VI y al rabe en el siglo
VIII por Ibn al-Muqaffa. La complejidad de las versiones y traducciones de esta obra ha sido muy
bien resumida por Juan Vernet 280 .
Otra obra indo-persa es el Sendebar o Historia de los siete visires que relatan aplogos para
esperar que la influencia de los astros cambie y salvar la vida de un prncipe, acusado por su madrastra
de violacin. La traduccin castellana, con el ttulo Libro de los enngannos et los asayamientos de
las mujeres , fue propiciada por el infante don Fadrique, hermano de Alfonso X. Como todas estas
historias de origen indio tienen un esquema que permite la insercin de nuevos cuentos -en este caso
aumentando el nmero de visires- existieron otras versiones ms amplias que la traducida del rabe al
castellano y otras traducciones que por distintas vas llegaron a la literatura espaola 281 . Tambin se

280

J. Vernet, La cultura hispano-rabe , op. cit. supra . p. 311.

281

A. Gonzlez Palencia, Versiones castellanas del Sendebar , Madrid 1946.


278

Literatura hispanorabe

tradujo del rabe la leyenda de Buda, que fue conocida con los nombres arbigo-persas de Barlaam
y Josafat , que utiliz don Juan Manuel en el Libro de los estados y en El Conde Lucanor .
Ya hemos mencionado, respecto a la paremiologa, que tambin se tradujeron al castellano las
sentencias atribuidas a los filsofos greco-latinos recogidas por

unayn ibn Is

āq con el ttulo de Adab al-falāsifa , que llev el ttulo en castellano de Libro de
los buenos proverbios , y la coleccin del mismo tipo recogida por Mubair ibn Fātiq (m.
1053), titulado Los bocados de oro o Bonium , a los que hay que aadir otra obra del mismo estilo,
el Sirr al-asrār , traducido como Poridat de poridades .
Las traducciones directas o indirectas de estos textos rabes dejaron una profunda huella en las
literaturas hispnicas. Comenzando por las ltimas obras citadas sobre sentencias o dichos de los
sabios antiguos, fueron utilizadas, como ya hemos mencionado, por Pedro Alfonso en la Disciplina
clericalis y de ah, o a travs de otras versiones, en otras muchas obras de las literaturas hispnicas,
como por ejemplo la novela de caballera El caballero Cifar , donde los castigos y recomendaciones
que dicta el rey Menton a sus hijos proceden de una coleccin de sentencias llamada Flores de
filosofa que, aunque no se ha localizado exactamente el texto, es rabe. De la misma forma aparece
en el Cifar el aplogo del cazador y la calandria, que se encuentra ya en Ibn Abd Rabbih 282 .
Pero seguramente la coleccin gnmica ms utilizada fue la de

unayn ibn Is

āq, que, como ha estudiado Walsh

283

, fue utilizada en la General estoria , atribuida a

Alfonso X, en el Llibre de la saviesa , atribuido a Jaume I de Aragn, en el Pseudo-Sneca y en


la Floresta de Philosofos .
Incluso el Tostado, tan renacentista, utiliza la traduccin castellana de

282

E. Garca Gmez, Versin del libro de los refranes de Ibn Abd Rabbih, op. cit. supra , cap.

VIII, nota 11.


283

J. K. Walsh, Versiones peninsulares, op. cit. supra , cap. VIII, nota 4.


279

Literatura hispanorabe

unayn, para describir la enfermedad de amor, tan caracterstica de la literatura rabe:


Non te sea grave desamparar la dubda, ca esto naturalmente acaesce, e as determina el gran filosofo e
mdico Ypocras, onde dice: Cuando es muy fuerte el amor, crece el cuidado y el velar, e entonce se
quema la sangre e se torna en malancolia, daandose el pensamiento, e viene la torpedad, o mengua
el seso, e sospecha lo que no puede ser, e cobdicia lo que non ha de cobdiciar, fasta que lo trae el
daamiento 284 .
Habra, tal vez, que plantearse si algunos rasgos del humanismo temprano de las literaturas
hispnicas no tendrn una deuda con la literatura gnmica rabe que cita a los autores clsicos. Porque
tambin el Tostado utiliza los Bocados de oro , con una cita atribuida a Hermes. Esta ltima obra
fue usada tambin en obras medievales hispnicas como el Libro de los doze sabios , estudiado
igualmente por Walsh 285 .
Don Juan Manuel es, tal vez, el ms claro ejemplo de utilizacion de la literatura rabe del tipo
didctico-moral de los aplogos: El Conde Lucanor toma muchas de estas historias del Calila y
Dimna y del Sendebar . Al primero corresponde por ejemplo la historia de doa Truhana, intermedio
del monje budista del cuento indio y la fbula de la lechera, y al segundo, el cuento de la huella del
len, que recorre tan largo camino que se encuentra relatada en un baile argentino, documentado
en el siglo XIX 286 .
Algunos relatos fueron posiblemente transmitidos de forma oral, pues el Infante escritor, adems
de seor de mudjares, se desnatur de su rey un tiempo y estuvo en el reino de Granada. All pudo
escuchar, por ejemplo, las dos ancdotas que protagonizaron Rumaykiyya y al-Mutamid y en donde
aparece incluso una frase en rabe dialectal del al-Andalus:
el rey Abenabet de Sevilla era casado con Romayquia, et ambala muy ms que a cosa del mundo,
et ella era muy buena mujer, et los moros han della muy buenos enxemplos; pero una manera haba
que no era muy buena, esto era, que a las vegadas tomaba algunos antojos a su voluntad. Et acaesci
que un da, estando en Crdoba en el mes de febrero, cay una nieve, et cuando Romayquia esto vio

284

J. K. Walsh, Ibidem , p. 379.

285

Edicin del Libro de los doze sabios , Madrid, 1975.

286

A. Gonzlez Palencia, La huella del len, Revista de Filologa Espaola , 3 (1926), pp. 39-59.
280

Literatura hispanorabe

comenz a llorar, et el rey preguntle por qu lloraba, et ella dijo que porque nunca la dejaba estar
en tierra que hubiese nieve. Et el rey, por le facer placer, fizo poner almendrales por toda la tierra
de Crdoba, porque pues, Crdoba es tan caliente tierra, et non nieva y cada ao, que en el febrero
paresciesen los almendrales floridos, et semejasen nieve, por le facer perder aquel deseo de la nieve.
Et otra vez estando Romayquia en una cmara sobre el ro, vio una mujer que estaba descalza
revolviendo lodo cerca el ro para facer adobes; et cuando Romayquia la vio, comenz a llorar; et el
rey pregunt por qu lloraba, et ella dijo que porque no poda estar a su guisa, siquier faciendo aquello
que facia aquella mujer. Entonce, por le fer placer, mand henchir de agua de rosas aquella albuhera
de Crdoba, en lugar de agua, et en lodo fizola henchir de azucar, et de canela, et de agengibre,
et de espique, et de musco, et de alambar, et de algalia, et de todas las buenas especias et buenas
olores que podian ser; et en lugar de paja fizole poner caas de azucar. Et desque de estas cosas fue
llena la albuhera et de tal lodo cual podedes entender que podra ser, dijo el rey a Romayquia que se
descalzase, et foliase aquel lodo et ficiese adobes del cuantos quisiese. Et otro da por otra cosa que
se le antoj comenz a llorar, et el rey preguntole por qu lo facia, et ella dijo como non llorara, que
nunca el rey ficiera cosa por le facer placer; et el rey, veyendo que pues tanto habia fecha por le facer
placer et por complir su talante, que non sabia qu pidiese, dijole una palabra que se dice en algrabia
desta manera: Ehua Lenabar Aten , que quiere decir et non el da del lodo como diciendo, que
pues las otras cosas olvidaba, que no deba olvidar el lodo aquel que feciera por le facer placer.
[ El Conde Lucanor , ejemplo XXX].
Las dos ancdotas se encuentran en fuentes rabes, atribuidas a al-Mutamid como ya hemos
mencionado.
Otra historia de esta naturaleza podra ser la del hombre que no tena otra cosa que comer que
altramuces, de lo que estaba quejoso, hasta darse cuenta de que otro, ms msero que l, se coma las
cscaras de las semillas que l arrojaba. Fernando de la Granja descubri el cuento rabe original, que
es una ancdota que se atribuye a un andalus del siglo XI, durante su estancia en Egipto

287

. Este

cuento fue glosado en una famosa dcima por Caldern de la Barca :


Cuentan de un sabio que un da
tan pobre y msero estaba
que slo se alimentaba
287

F. de la Granja, Origen rabe de un famoso cuento espaol, Al-Andalus , 24 (1959), pp.

319-332.
281

Literatura hispanorabe

de las hierbas que coma .


Otros autores medievales hispnicos utilizaron las traducciones de los textos indo-persas: as el
Calila y Dimna sirvi de fuente a Ramn Llull en el Llibre de les meravelles y de forma indirecta,
a travs de Disciplina clericalis , el Libro de los gatos y de los Eixemplos usaron los aplogos de la
misma obra, del Sendebar y posiblemente de algunas otras fuentes del mismo carcter que por hoy
no conocemos, pero que se encontraban en la literatura rabe porque luego fueron recogidas por Las
mil y una noches , la coleccin de cuentos que tiene una estructura tambin de tipo indo-persa en la
que se engarzaron una gran cantidad de relatos de muy diversas fuentes, algunas de las cuales fueron
conocidas en la Edad Media hispana antes por tanto de la redaccin definitiva de esta coleccin. Un
ejemplo podra ser la historia del filsofo de Calabria que recoge Joan Martorell en el Tirant lo Blanc
y que se encuentra en el Libro de los Eixemplos de Clemente Snchez de Vercial y en Las mil y
una noches , lo que presupone, en nuestra opinin, un cuento rabe anterior. Igualmente, el cuento
de El caballo de Ebano de Las mil y una noches (357-371) debi de ser conocido en Europa en
la Edad Media, pues fue utilizado por Adenet li Rois en su Cleomades , que sirvi de fuente, a su
vez, a Cervantes para su Clavileo

288

Otra historia que debi de ser traducida es la de la doncella Tawaddud, compendi de dab ,
que recita una esclavita musulmana sabihonda, para lograr que la compre un rey y salvar as de la
bancarrota a su amo. El texto medieval castellano, que se encuentra en el mismo manuscrito que
el Bonium , llama ya a la esclava Teodor. Hubo nuevas versiones medievales que censuraban las
alusiones musulmanas del texto rabe y aadan elementos cristianos; luego circul en la literatura
de cordel y su argumento fue utilizado por Lope de Vega para una comedia que podemos tildar de
feminista. En rabe hay una versin tarda en Las mil y una noches .
Un captulo aparte, dentro de la historia de las traducciones alfonses y su influencia en las literaturas
europeas, es la que se realiz en el entorno alfons del relato del viaje escatolgico de Mahoma a
los cielos y a los infiernos, el Mi rāŷ o Escala de Mahoma , hadiz que glosa
un oscuro versculo cornico (XVII, 2) y que fue traducido por el alfaqu don Abraham en 1277 al
castellano y ms tarde al latn y al francs por Buonaventura de Siena, escribano del rey Alfonso X

288

Vernet, La cultura , op. cit. supra , p. 316.


282

Literatura hispanorabe

289

. La existencia de esta traduccin confirma la hiptesis de Miguel Asn Palacios en su discurso de

ingreso en la Real Academia Espaola en 1919, sobre el origen musulmn de la visin escatolgica
de Dante en la Divina Comedia , teora muy debatida, pero que, hoy, gracias a los descubrimientos
de la existencia de estas tradiciones, hace posible pensar que Dante conociese la Escala de Mahoma
, lo mismo que otros autores medievales.

289

E. Cerulli, Il libro della Scala e la questione delle fonti della Divina Comedia , El Vaticano, 1949,

y Nuove ricerche sul Libro della Scala e la conoscenza dell'Islam in Occidente , El Vaticano, 1972.
283

Literatura hispanorabe

La transmisin oral
Hasta ahora hemos hablado de una transmisin de la literatura rabe o hispano-rabe por va culta
y literaria: desde la transmisin a travs de un zjel como el caso del tema de las tres morillas u otras
canciones o por el contacto directo de los autores con los textos rabes: el caso de los traductores o
de los literatos cultos, inmersos por cualquier motivo en la cultura rabe como es el caso de don Juan
Manuel o el de Anselm Turmeda, fraile franciscano, convertido al Islam en Tnez y autor de una obra
de polmica contra el Cristianismo en rabe 290 y cuya obra en cataln refleja muy diversos aspectos
de la cultura rabe, como la Disputa de l'Ase , reflejo de un episodio de la enciclopedia filosfica
heterodoxa de los Hermanos de la Pureza, que tambin vio Asn, y otras obras como Cobles de la
divisi del regne de Mallorque , que utiliza una fbula que se encuentra en al-Ŷāhiz 291 .
Pero parece haber habido otra va de transmisin de la literatura rabe a las hispnicas por va
popular y seguramente oral, a travs de los mudjares y los moriscos, de los musulmanes que vivan
en tierras cristianas: los mudjares, luego obligados a convertirse en cristianos, y los moriscos, que
generalmente eran bilinges, conocan el rabe y la lengua de la sociedad en la que estaban inmersos,
castellano, cataln, etctera.
Muchos de los oficios que desempeaban estos musulmanes y criptomusulmanes les obligaban a
tener un contacto habitual con los cristianos y por tanto a intercambiar cuentos, historias, refranes.
Citaremos, por ejemplo, el caso de los venteros, que parece que era uno de los oficios de los mudjares
y moriscos ms habituales y la ocasin que daba este oficio para contar historias junto al fuego a
los caminantes o de las moriscas que servan de criadas o esclavas en las casas de los cristianos y
cuidaban a los nios de la casa, contndoles cuentos de todo tipo. Los ejemplos de esta clase podran
multiplicarse por cien.
As, podra tratarse de este tipo de transmisin los diversos cuentos que aparecen dispersos en las
literaturas hispnicas, que tienen las caractersticas de cuentos populares, de folk-tale , pero que
se encuentran tambin en la literatura hispano-rabe de donde han podido ser transmitidos. De esta

290

M. de Espalza, La Tuhfa, autobiografa y polmica islmica contra el cristianismo de Abd

Allāh al-Turŷnam (fray Anselm Turmeda) , Roma, 1971.


291

J. Samso, Turmediana, Boletn de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona , 34

(1971-1973), pp. 51-80.


284

Literatura hispanorabe

naturaleza podra ser el episodio del Lazarillo de Tormes cuando sirve al escudero y piensa que
llevan a su casa a un muerto a enterrar y al que la viuda dice que le conducen a la casa lbrega y
oscura, a la casa donde nunca comen y beben y Lzaro piensa que le llevan a casa de su amo, donde
no hay luz, ni comida a causa de la penuria. El cuento es rabe, se encuentra en muchos lugares, e
incluso en obras andaluses como en el granadino Ibn A

im, como ha precisado Fernando de la Granja 292 ; la versin del vuelo de Ibn Firnās, atribuido
a un campesino valenciano que se encuentra en una loa de Agustn de Rojas 293 y que recientemente
hemos visto reproducida en un dicho popular de Alcoy; el relato con el que Gracin inicia su Criticn
, al igual que Ibn Tufayl en su Filsofo Autodidacta , obra que el jesuita aragons no pudo conocer,
porque la traduccin latina del Filosofus Autodidactus de Pococke es veinte aos posterior a la
edicin de la primera parte del Criticn . Pero Gracin s, a travs de una versin morisca del cuento
rabe, relacionado con la leyenda de Alejandro, El dolo, el rey y su hija

294

Una prueba de que fuesen los mudjares o moriscos los transmisores de estos relatos literarios sera
el posible origen rabe del argumento que utiliza Tirso de Molina en El condenado por desconfiado .
El cuento rabe, que a su vez podra proceder de una leyenda cristiana, habla de un hombre piadoso que
desconfa de su salvacin eterna y un ngel -o demonio- le dice que su compaero en la otra vida ser
un carnicero -oficio impuro entre los musulmanes-, con lo que el hombre piadoso se desespera antes
de averiguar que el carnicero es, adems, un hombre piadoso, que cuida a sus padres anciansimos.
Este cuento rabe se ha conservado en versin aljamiada, es decir, en espaol escrito con alfabeto
rabe, literatura muy singular, de mudjares y moriscos 295 .
La transmisin precisamente a travs de los moriscos de un tema de contenido religioso no tiene
nada de extrao. Miguel Asn Palacios, al estudiar las sorprendentes coincidencias entre el mstico

292

F. de la Granja, Nuevas notas a un episodio del Lazarillo de Tormes, Al-Andalus , 36 (1971),

pp. 123-142.
293

E. Ters, El vuelo de Ibn Firnas, op. cit. supra .

294

E. Garca Gmez, Un cuento rabe, fuente comn de Abentofayl y de Gracin, RABIH , 47

(1926), pp. 241-269.


295

R. Menndez Pidal, El condenado por desconfiado, Estudios literarios, Madrid, 1938 y ss.,

pp. 9-79.
285

Literatura hispanorabe

musulmn Ibn Abbad de Ronda (siglo XIV) y San Juan de la Cruz 296 no slo en el pensamiento, sino
en el lxico y que son demasiadas para ser consideradas como simple casualidad, piensa que pudieron
ser transmitidas por los moriscos, cristianos recin convertidos, que no tenan por qu olvidar sus
conocimientos islmicos en temas como el de la mstica, en la que apenas divergan las dos religiones
y, an ms, en los decretos de expulsin de los moriscos; se exceptan a los religiosos de ambos sexos
de origen morisco -sacerdotes, frailes y monjas- que bien pudieran ser luego msticos ortodoxos o
heterodoxos, alumbrados tan semejantes a los sadilies musulmanes, estudiados tambin por Asn
Palacios.
En este sentido, conviene recordar que cuando se habla de los conversos que tan importante
papel desempearon en la cultura del siglo de oro espaol, se olvida con frecuencia que estos podan
proceder no slo de los judos sino tambin de los musulmanes.

296

M. Asn Palacios, Un precursor hispano-musulmn de San Juan de la Cruz, Al-Andalus , 1

(1933), pp. 7-79.


286

Literatura hispanorabe

Al-Andalus como tema literario


La presencia de una sociedad musulmana en la Pennsula Ibrica desde el siglo VIII al XVII,
es decir desde la conquista rabe hasta la expulsin de los moriscos, convierte a los musulmanes
inevitablemente en tema literario. Ya desde los ms primitivos textos picos aparecen los musulmanes
de al-Andalus no slo como antagonistas de los hroes sino desarrollando otras funciones literarias
como sucede en el Cantar del Mio Cid o de los Infantes de Lara . Incluso surgen en la lejana
los sarracenos de al-Andalus, en los trovadores catalanes en lengua occitana. Los moros, nombre
que termina siendo genrico para los musulmanes a partir del siglo XII, estn tambin presentes en
las cantigas del rey don Alfonso el Sabio. Y los moros, con los judos y cristianos, bailan la danza
macabra de la muerte. Son tambin negros descomunales en los libros de caballera, sabios en los
ejemplos, smbolo de la infidelidad con los judos en los sermonarios y objeto de burlas con el resto
de la sociedad en los poemas de escarnio.
Y en el siglo XV se convierten casi en un gnero literario en la literatura de Castilla: se convierten
en los moros imaginarios de los romances fronterizos, es la morofilia literaria, es el moro de Granada
el que entra en la literatura, como tan bien ha estudiado Mara Soledad Carrasco Urgoiti 297 .
La idealizacin del moro de Granada por parte de la literatura castellana es un hecho sorprendente,
porque es contempornea primero de una cruenta guerra, la de Granada, en los romances fronterizos,
y de la rebelin morisca y del enfrentamiento ideolgico cristiano-morisco despus, al pasar el tema,
casi intacto, al Siglo de Oro, fenmeno que resumi brillantemente Emilio Garca Gmez en sus
estudios de Ibn Zamrak como: Jams tan brillante puente de plata fue tendido a enemigo que huye
298

El fenmeno no tiene todava una explicacin satisfactoria, porque no puede ser un simple recurso
psicolgico, como quiere Juan Goytisolo

299

, que otros enemigos vencidos tuvo Espaa y no los

idealiz, ni tampoco se podra suponer que es una literatura de protesta, de una contestacin a la

297

M. S. Carrasco Urgoiti, El moro de Granada en la literatura , Granada, 1989, 2. edicin.

298

E. Garca Gniez, Ibn Zamrak , op. citt. supra , p. 21.

299

J. Goytisolo, Cara y cruz del moro en nuestra literatura, Crnicas sarracinas , Barcelona,

1982, pp. 7-25.


287

Literatura hispanorabe

poltica nacional como quieren otros autores, o incluso de una literatura de cripto-musulmanes

300

. Creemos que, en primer lugar, la maurofilia es esencialmente esttica y no tica, y en segundo


lugar, que arranca de tiempos anteriores a los conflictos abiertos blicos e ideolgicos -la idealizacin
del moro de Granada ya se produce en la Crnica de Alfonso XI de 1344, contrastando con
el odio feroz que hemos visto reflejado a la inversa en la literatura arabigogranadina, y an antes,
cuando castellanos y aragoneses eligen para su arquitectura y decoracin el arte musulmn en ladrillo
y madera, el arte mudjar.
Sea como sea, en el siglo XV se perpeta el imaginario esttico del romance fronterizo en los
llamados romances moriscos y en las novelas tales como El abencerraje y en las obras de Gins
Prez de Hita y en las comedias de moros y cristianos.
Es este tema morisco, visin abigarrada y extica, el que se exporta al resto de Europa y se reimporta
profusamente con el romanticismo, donde ya no slo es el moro granadino el evocado en la literatura
sino los rabes de al-Andalus de cualquier poca, por el gusto romntico por la Edad Media y por
el drama. Y a pesar del cansancio y la vulgarizacin del tema de los romnticos y post-romnticos,
alcanza a algunos modernistas espaoles, siempre en la vena esttica del imaginario rabe de la
literatura espaola, como estudia igualmente M. Soledad Carrasco Urgoiti.
Al-Andalus como tema literario no acaba de morir del todo a pesar de los ismos de la primera
mitad del siglo XX y algn da habr que estudiar con profundidad la influencia en la poesa espaola
del libro de Emilio Garca Gmez Poemas arabigoandaluces , publicado en 1930, especialmente
en la generacin del 27, que posiblemente produce un renacer del imaginario esttico. Recordemos
los versos de Manuel Machado :
Yo soy como esas gentes que a mi tierra vinieron,
la raza mora vieja amiga del sol,
que todo lo ganaron y todo lo perdieron,
tengo el alma de nardo del rabe espaol.
Cuando pareca que el tema de al-Andalus ya estaba desgastado en la literatura espaola, se
produce un fenmeno singular, a partir del ao 1975, con la muerte del general Franco y la nueva
configuracin democrtica del Estado espaol en autonomas: el nacionalismo regional de ciertas

300

Vase el estado de la cuestin en L. Lpez-Baralt, Las dos caras de la moneda: el moro en la

literatura renacentista, Huellas del Islam en la literatura espaola , Madrid, 1985, pp. 149-180.
288

Literatura hispanorabe

zonas de Espaa reencuentra el tema de al-Andalus en su literatura. El fenmeno es singularmente


patente en Andaluca, que se considera, por haber heredado en exclusividad el nombre de al-Andalus
que en realidad era el de toda la Pennsula Ibrica, la nica regin de pasado hispanorabe, equvoco
fomentado por el uso de andaluz como sinnimo de andalus, por lo que los musulmanes nacidos en
Tortosa, Valencia o Zaragoza se convierten anacrnicamente en andaluces. El nuevo nacionalismo
andaluz retoma literariamente a al-Andalus como algo propio en una tradicin que es tanto popular
como poltica, pues ya el nacionalista andaluz Blas Infante, fusilado en la Guerra Civil, haba evocado
literariamente la figura de al-Mutamid, rey de Sevilla. Es la novela el gnero de los escritores
andaluces donde aparece con mayor frecuencia el tema andalus, y para no mencionar ms que un
ejemplo, cuando estamos escribiendo estas pginas acaba de salir El manuscrito carmes de Antonio
Gala (Barcelona, octubre, 1990) en la que se retoma al moro granadino, pues gira sobre la figura de
Boabdil, el ltimo rey de Granada.
Pero no es slo en Andaluca donde se retoma el tema de al-Andalus; en las islas Baleares y en el
Pas Valenciano los escritores recurren a su pasado musulmn en su imaginario literario, seguramente
para diferenciarse de la Catalua de su misma lengua, que reivindica como Castilla un pasado gtico.
En esta nueva literatura, generalmente en cataln, de baleares y valencianos est excluido el moro
de Granada por razones obvias y busca especialmente la recreacin del andalus nacido en aquellas
tierras en el Medievo o, con mayor frecuencia, el morisco. Adems, en el Pas Valenciano el fenmeno
abarca tambin la poesa con ecos de Ibn Jafaŷa, que cant el mismo paisaje, y que aparece
recurrentemente en los poetas -hasta en Joan Fuster, por ejemplo- y explica el xito de la traduccin adaptacin de los Poemas arbigoandaluces de Emilio Garca Gmez, realizada en cataln por Josep
Piera ( Els poetes arbigo-valencians , Valencia, 1983).

289

Literatura hispanorabe

Apndices

290

Literatura hispanorabe

Cronologa
711

Nacen las leyendas

Comienza

la

de la conquista de al- arabizacin


Andalus

Los

muslmanes

e invaden la Pennsula

islamizacin

de Ibrica

Hispania
719

Crdoba, capital de
al-Andalus

741

Llega

el

primer

Llegada

poeta rabe Ibn al-

de

los

sirios de Bal

Simma a al-Andalus
750

Cae

la

dinasta

omeya de Damasco
755

Abd ar-Ra

mān I llega a
al-Andalus
757

Muere

Ibn

al-

Muqaffa, traductor de
Calila y Dimna
762

Nace

la

primera

Fundacin

de

generacin de literatos Bagdad


andaluses
784

Fundacin

del

mezquita de Crdoba
788

Muere Abd ar-Ra

291

Literatura hispanorabe

mān
le

sucede

I
su

y
hijo

Hiŝām I
796

Llega el movimiento
potico
moderbnismo

Llega la msica de

del Bagdad a al-Andalus

Hiŝām I

al-

y le sucede su hijo al-

Andalus
805

Muere

Hakam I

Rebelin

del

Arrabal de Crdoba
810

Muere en Bagdad

Llega al al-Andalus

Muere al-

Abū
Nuwās

816

Introduccin del rito


malikī en el alAndalus

822

El

poeta

Ibn

Firnās descifra el msico Ziryā


el libro de prosodia de b,
al-Jalīl

smbolo

de

la akam I y le sucede

bagdadizacin

Abd ar-Ra

mān II
839

El

poeta

al-

Gazāl,

Ampliacin de la
mezquita de Crdoba

embajador

en

Intercambio
embajadas

de
entre

Bizancio y Crdoba

Costantinopla
852

Llegada
Andalus

a
del

al-

Rebelin

de

los

Muere Abd ar-Ra

estilo mozrabes en Crdoba

neoclsico y la prosa
ornada

292

Literatura hispanorabe

mān
le

II

sucede

su

hijo

Muhammad I
860

Nace

Ibn

Abd

Comienza

la

Rabbih, poeta y autor

rebelin

de

los

de El collar nico

mulades

con

la

guerra civil de alAndalus. Comienza el


movimiento fatim
866

Nace
el

gran

en

Cufa

poeta

Muere Mu

al-

Mutanabbī.

ammad I y le sucede su

El Ciego de Cabra

hijo al-Munđir,

inventa la moaxaja

que muere en su lucha


contra el mulad Omar
ibn Hafsūn. Le
sucede

su

hermano

Abd Allāh
909

Los

fatimes

se

apoderan de Ifriqiya
912

Muere

el

emir

Abd Allāh y
le sucede Abd alRahmān III
922

Muere

ajusticiado

Abd al-Ra

en Bagdad em mstico
al-

mān

termina

con la rebelin mulad


allā

en al-Andalus

293

Literatura hispanorabe

929

Abd al-Ra

mān

III

se

proclama califa
931

Muere en Crdoba

el filsofo Ibn Masarra


932

Nace
el

en

Sevilla

poeta

Ibn

Hānī

936

Fundacin

de

Medina-zahara
939

Abd al-Ra

mān

III

es

derrotado en Simancas
y Alhandega
940

Muere

Ibn

Abd

Rabbih

Llega

al

al-

Andalus el fillogo
Abū

Ali

al-

Qālī
955

Muere el historiador

mad

ar-

Rāzī
958

Ibn

El prncipe heredero

Hānī se alexilia a la corte fatim

294

Literatura hispanorabe

akam rene una gran


biblioteca en Crdoba
961

Dirigismo califal de
la poesa

Comienza

la

construccin

del

Muere Abd al-Ra

mihrab de la mezquita mān III y le


de Crdoba

sucede su hijo al-

akam II.
Almanzor

comienza

su

carrera

en

la

administracin

palaciega
965

Muere

al-

Mutanabbī
970

Los fatimes fundan

El Cairo

Muere el judo Ibn

aprūt, mdico
califal y mecenas de
los hebreos de alAndalus
971

Muere

al-

Juŝanī
de

Qairawān,

autor de la Historia de
los jueces de Crdoba
972

El

poeta

ar-

Se

Ramādī mezquita
es

encarcelado

deslenguado

termina
de

la

Al-

por Azhār en El
Cairo

295

Literatura hispanorabe

973

Muere

Ibn

Hānī

Īsā
ar-Razi

escribe

sus

Anales

976

Muere al-

akam II y le sucede
Hiŝām
II, menor de edad.
Comienza la dictadura
de Almanzor
979

Corte literaria de
Almanzor

Fundacin
Madīnat
Zāhira.
Quema,

por

de

Expediciones

az- militares de Almanzor


contra

los

orden cristianos,

reinos
con

un

de Almanzor, de los ejrcito formado en su


libros impos de la mayora de bereberes
biblioteca de al-

akam II
982

Ibn Darrā

al- Qa

allī,

poeta

oficial de Almanzor.
Llega a al-Andalus

āid de Bagdad

296

Literatura hispanorabe

985

Almanzor

saquea

Barcelona
987

Nace el historiador
Ibn

Nueva

ampliacin

ltima
de

la

mezquita de Crdoba
ayyān
992

Nace
Ŝuhayd

Ibn

Almanzor ataca y

de

Crdoba
994

Nace Ibn

azm de Crdoba
997

saquea

Santiago

de

Compostela
1002

Refinado

estilo

artstico.
Madīnat

Almanzor muere en
Catalaazor.

Az- Le sucede su hijo al-

Zāhira

Mu

affar
1008

Muere Al-Mu

affar y le sucede su
hermano Abd ar- Ra

mān (Sanchol)
1009

Saqueo
destruccin

Golpe

de

estado

de contra

297

Literatura hispanorabe

Madīnat

az-

Zāhira

1010

Saqueo

de

Medinazahara

Comienzo

de

la

guerra civil. Muerte de


Mu

ammad

II

Al-

Mahdī.
Los bereberes asedian
Crdoba.
Primeros

reinos

de

taifas
1013

Saqueo de Crdoba
por los bereberes.
Emigracin

de

cordobeses

Sulaymān
al-Mustaīn,

los califa en Crdoba


y

descentralizacin
cultural de al-Andalus
1016

Denia,

centro

de

Alī ibn

estudios filolgicos y
alcornicos

ammūd, califa
en Crdoba.
Muŷahid,

rey

de Denia, conquista
las islas Baleares y
Cerdea
1018

Ubāda
Mā

ibn
al-

Al-Qāsim
ibn

Samā, en la
taifa de Mlaga, hace

ammūd, califa
en Crdoba
298

Literatura hispanorabe

las primeras moaxajas


estrficas
1021

Abd
al-Azīz, nieto
de Almanzor, rey de
Valencia

1022

Ibn

En

Crdoba

suceden

los

se

califas

azm escribe El collar

omeyas.

Abul-

de la paloma en Jtiva.

Qāsim

Actividad literaria de

Abbād, rey de

Ibn

Sevilla

ibn

uhayd.
Ibn

azm deja la poltica y


se dedica a los estudios
religiosos
1031

Nace

Ibn

Ammār

en

derrocado

el

ltimo califa omeya de

Silves

1035

Es

Crdoba

Muere Ibn

yhayd de Crdoba.
Amores de la princesa
Wallāda
el

poeta

y
Ibn

Zaydūm

299

Literatura hispanorabe

1037

El ministro judo de
Bādīs,

Bādīs
ibn

Ibn Nagrella, escritor y Zīrī,


mecenas
1039

Nace
el

1041

futuro

en

Beja
rey

rey de Granada
Los tu

de

Sevilla, Al-Mutamid

ibes,

ibn Abbād

Zaragoza

reyes

de

Los Banu

umādi

, reyes de Almera
1042

Al-Muta

id, rey de Sevilla


1043

Gran desarrollo de la

poesa en Sevilla

Al-Mamūn,
rey de Toledo.
Toledo y Zaragoza,
centros

de

estudios

cientficos

filosficos
1045

Al-Mu

affar, rey de Badajoz


1047

El rey al-Muta

Controversia

jurdico-religiosa entre
id de Sevilla hace Ibn
quemar los libros de
Ibn

azm y al-Bā

300

Literatura hispanorabe

azm
1049

ī

Ibn Zaydūn

Al-Muta

deja Crdoba y se
convierte en ministro
en Sevilla. Escribe sus
elegas
1051

El

prncipe

Al-

Mutamid, gobernador
de

Silves,

donde

im, rey de Almera

conoce a Rmaykiyya y
a Ibn Ammār
1056

Muere Ibn Nagrella


y

le

sucede

como

ministro su hijo Jos


1063

Muere Ibn

Posible

contacto

Cruzados

entre la poesa rabe y ultrapirenaicos


la provenzal

azm en Huelva

1065

Al-Mamūn

se

apoderan de Barbastro

de Toledo se apodera
de Valencia.
Abū Is

āq de Elvira
hace

su

casida

antijuda y se produce
una matanza de judos
en Granada.

301

Literatura hispanorabe

Ibn Garca escribe su


epstola contra la raza
rabe en Denia
1069

Al-Mutamid

hace

Fundacin

de

Muere Al-Mutadid

volver a Sevilla a su Marraquesh

de Sevilla y le sucede

amigo el poeta Ibn

su hijo al-Mutamid.

Ammār

Al-Mutamid

se

apodera de Crdoba
1071

Muere

Ibn

Muere

Zaydūn
1073

Bādīs
de

Granada

le

sucede su nieto Abd


Allāh
1075

Muere

al-

Mamūn

de

Toledo y le sucede su
nieto al-Qādir
1076

Los

literatos

de

Denia

emigran

Denia

Llega a Sevilla el

poeta Ibn

Ibn Ammār
se apodera de Murcia
en

amdīs

de

Zaragoza se apodera de

Sevilla
1078

Al-Muqtadir

nombre

de

al-

Mutamid de Sevilla

de

Siracusa
1081

Muere al-Muqtadir
de Zaragoza y reparte
su reino entre sus hijos
302

Literatura hispanorabe

1085

Los almorvides no

Alfonso

VI

entienden la cultura de conquista Toledo.


al-Andalus

Al-Qādir,

rey

de Valencia.
Los

reyes

de

taifas llaman a los


almorvides.
Batalla de Sagrajas.
Sitio de Aledo
1090

Abd Allāh

La capital de al-

de Granada escribe en Andalus

es

Los

almorvides

ahora destronan

el exilio sus memorias. Marraquesh

Allāh

Ibn al-Labbāna

Granada.

de

Los

Denia

hace

su

Abd
de

almorvides

famosa elega a los

destronan al resto de

abbades.

los reyes de taifas,

Al-Mutamid, exiliado

excepto

en

Zaragoza y Mallorca

Agmāt,

sigue

los

de

componiendo

poesa
1094

El Cid se apodera de
Valencia

1095

Muere al-Mutamid.
Ibn Bā

Los almorvides no

protegen la poesa

a, poeta y filsofo,
inventa el zjel
1102

Los almorvides se
apoderan de Valencia

303

Literatura hispanorabe

1108

Actividad potica de

Ibn Jafā

Los almorvides se
apoderan de Zaragoza

a de Alzira.
Ibn Ba

am

escribe

el

Dajīra
1109

Quema de los libros

de Algacel en Crdoba
1118

Ibn Tumart predica


la doctrina almohade

1130

Ibn Quzmān

hace sus zjeles


1138

Muere

Alfonso I de Aragn
conquista Zaragoza
Se

inicia

el

movimiento almohade
Ibn

Ibn

Rebelin

Jafā

a
1139

Muere
Bā

1140

de

andaluses
los

los

contra

almorvides

segundas taifas
1146

Marraquesh, capital

Ibn Mardanī

almohade

304

Literatura hispanorabe

, rey de

arq al-Alandalus
1147

Los almohades se
apoderan de Sevilla

1148

Ramn
IV

se

Berenguer
apodera

de

Tortosa
1149

Los

almohades

protegen la literatura

Desarrollo

de

la

Conquista

filosofaen al-Andalus. Crdoba


Ibn

de
por

los

almohades.
Ramn Berenguer IV

ufayl,

Averroes

y se apodera de Lrida

Mainnides.
Rigor almohade contra
las minoras religiosas;
cristianos

judos

emigran en masa
1150

Muere

Ibn

Quzmān

af

a ar-Rakūniyya
ejerce

su

actividad

potica
1165

Nace
el

en

Murcia

mstico

Ibn

al-Arabī.
Ibn

305

Literatura hispanorabe

ufayl

escribe

El

filsofo autodidacta
1172

Muere

Ibn

Mardanī

1185

Muere Ibn

ufayl

1195

Las

obras

Averroes
condenadas

de

Batalla de Alarcos

son
y

el

filsofo desterrado a
Lucena
1198

Rehabilitacin

muerte de Averroes
1199

Nace

Ibn

Abbār

al-

Batalla

de

Valencia
1201

Ibn
al-Arabī

se

instala en La Meca
1212

Nace el poeta Ibn


Sahl en Sevilla

1213

Nace

de

Las

Navas de Tolosa
Ibn

Crisis poltica de los

Saīd de Alcal

almohades.

la Real

Rebelin

de

los

andaluses o terceras
taifas.
Ibn Hud, rey de Murcia
306

Literatura hispanorabe

1229

Corte literaria rabe

en Menorca
1230

Jaime I conquista las


Baleares

Se inicia el califato
hafs en Tnez

1232

Muere Ibn

Fernando

ya en El Cairo
1236

III

conquista Crdoba
1237

Mu

ammad Ibn al-A

mar, rey de Granada


1238

Ibn al-Abbār
pide

ayuda

Valencia

con

para

Jaime I conquista
Valencia

una

famosa casida al califa


de Tnez
1240

Muere
al-Arabī

Ibn

Fernando

en

Damasco
1246

Emigracin de los
intelectuales y literatos

III

conquista Sevilla

andaluses al norte de
frica y Oriente

307

Literatura hispanorabe

1248

Abū-l

El rey de Granada,

Bagā de Ronda

vasallo de Castilla

hace su elega por alAndalus.


El reino de Granada
recoge y condensa la
cultura andalus con
los inmigrados
1260

Ibn

al-

Abbārb

Rebelin

es

ejecutado en Tnez
1264

de

los

mudjares
1266

Los

merines

apoderan

se
de

Marraquesh
1273

Muere Mu

ammad I de Granada y
le sucede su hijo Mu

ammad II
1274

Nace

Ibn

al-

Los

merines

Ŷayyāb

intervienen

en

la

en Granada

pennsula. La cuestin
del estrecho

1302

Se

inicia

la

Muere Mu

construccin de los
palacios
Alhambra

de

la ammad II y le sucede
su hijo Mu

308

Literatura hispanorabe

ammad III
1304

El
al

poeta

Ibn

Derrocamiento

Hakīm,

ministro de Mu

ammad III
1309

de

Mu

ammad

III

su

ministro Na

r, rey de Granada
1313

Nace Ibn al-Ja

Guerra

īb de Loja
1315

dinstica:

Ismāil, rey de
Granada.
Na

r, rey de Guadix

1319

Poemas epigrficos
de

Ibn

al-

Batalla de la Vega.
Construccin

Ŷayyāb

del

Generalife

en el Generalife
1322

Muere Na

r en Guadix
309

Literatura hispanorabe

1325

Asesinato

de

Ismāil I; le
sucede su hijo Mu

ammad IV
1333

Asesinato de Mu

ammad
sucede

IV;
su

le

hermano

Yūsuf I
1340

Gran desarrollo de

Batalla del Salado

las cofradas msticas


de Granada.
Construccin del Saln
de

Comares

en

la

Alhambra
1348

Muere

Ibn

al-

La Peste Negra

Inauguracin de la

Ŷayyāb
1350

Ibn Ba

Madrasa de Granada

ūta

visita

Granada.
El

poeta

Ibn

Jātima

de

Almera experimenta
nuevas formas poticas
1354

Actividad
de Ibn al-Ja

literaria

Asesinato
Yūsuf

de
I:

le

sucede su hijo Mu
īb
310

Literatura hispanorabe

ammad V
1359

Mu

ammad V es derrocado
y se exilia a Marruecos
1362

Ibn al-Ja

El
de

īb,

filsofo
la

rabe

historia

primer Jaldūn

ministro

Mu

Ibn
visita ammad V recupera el

Granada.

trono

Construccin del Patio


de

los

Leones,

Lindaraja y las Dos


Hermanas

en

la

Alhambra
1372

Ibn al-Ja

īb se exilia a
Marruecos.
El poeta Ibn Zamrak,
primer ministro

1375

Ibn al-Ja

īb es juzgado y
condenado a muerte.
Poemas epigrficos de
Ibn Zamrak.
Ibn Hu

ayl

habla

de

la

caballera musulmana

311

Literatura hispanorabe

1391

Muere Mu

ammad V y le sucede
su hijo Yūsuf II
1392

Ibn

Zamrak

es

asesinado

Muere
Yūsuf II y le
sucede Mu

ammad VII
1408

El rey Yūsuf

Muere Mu

III, poeta y literato.


Ibn, ltimo poeta de la

ammad VII y le sucede

Alhambra

Yūsuf III

1419

Decadencia cultural

y literaria

la

muerte

de

Yūsuf III, le
sucede Mu

ammad VIII, con el


que se inicia una crisis
dinstica:
civil
y

la

ser
los

guerra

continua,
soberanos,

efmeros
1431

Batalla

de

Higueruela
1452

El
de

ltimo

poeta

al-Andalus,

al-

Batalla

de

los

Alporchones

qasī de Baza,
describe esta batalla

312

Literatura hispanorabe

1479

Unin de Castilla y
Aragn

1482

Mu

ammad

XII,

Boabdil, ltimo rey


de Granada. Toma de
alhama
1492

Conquista

de

Granada por los Reyes


Catlicos

313

Literatura hispanorabe

Bibliografa comentada

314

Literatura hispanorabe

Introduccin
A la hora de escoger una selectsima bibliografa que sirva de complemento y de prolongacin a
las pginas de este libro, hemos seguido el criterio de dividirla en varias partes. En primer lugar unas
mnimas orientaciones sobre obras de consulta que slo servirn para el muy interesado; tras ello unos
slidos manuales generales para seguir con lo que nos parece ms importante: la posibilidad de que
el lector conozca por s mismo las obras de los literatos andaluses, al menos a travs de su traduccin
espaola. De ah que hayamos dado prioridad a obras escritas o traducidas al castellano, con dos
nicas excepciones, as como a las de carcter antolgico, aunque no faltan algunas monografas
fundamentales, cuyas caractersticas son precisamente sobrepasar los lmites de lo monogrfico. De
todas formas, no hay ausencias notables, ya que las muchas obras que aqu no se citan se encuentran
en las notas bibliogrficas de esta obra.

315

Literatura hispanorabe

Obras de consulta
Mara Jess Rubiera Mata, Bibliografa de la literatura hispano-rabe , Universidad de Alicante,
Alicante, 1988, 75 pp. nica bibliografa especfica existente de los libros y artculos en lenguas
europeas sobre la literatura hispanorabe, que abarca hasta el ao de su publicacin, 1988. Est
ordenada cronolgicamente respecto a los perodos de la historia de al-Andalus con un captulo
temtico sobre la poesa estrfica.
Varios autores, Encyclopdie de l'Islam (segunda edicin), Brill, Leiden-Pars, 1960 y ss. (en
curso de publicacin). Obra de consulta sobre los temas arbigo-islmicos a nivel cientfico. Para la
literatura hispano-rabe interesan los artculos sobre la historia de al-Andalus, gneros literarios y
bio-bliografas de los autores ms importantes. Existe una edicin inglesa.

316

Literatura hispanorabe

Historias de la literatura
I

sān Abbās, T arīj al-Adab al-Andalusi : I, Asr al-

awāif wa-l-Murābitīn, Dar al-Taqafa, Beirut, 1962, 359 pp., y II, A

r Siyādat Qur

uba, Dar al-Taqāfa, Beirut, 1965 [ Historia de la literatura andalus: I. poca de las taifas y
almorvides. II. poca de la soberana cordobesa ]. El autor es actualmente el ms importante editor
de los textos andaluses literarios y por tanto un excelente conocedor de la literatura de al-Andalus,
por lo que creemos representa de forma excelente las literaturas sobre al-Andalus escritas en lengua
rabe. Adems de su estudio incluye los textos ms significativos. Posiblemente, algn da, el autor
contine con la poca almohade y granadina.
Francesco Gabrieli, La letteratura araba , Edizloni Accademia, Miln, 1967. Traduccin espaola
de Rosa Mara Pentimalli de Varela, La literatura rabe , Editorial Losada, Buenos Aires, 1971, 302
pp. Aunque no se trata especficamente de la literatura hispano-rabe, la mencionamos aqu por ser
el manual de literatura rabe medieval ms asequible e interesante por su visin esttica, que permite
una mejor comprensin de la literatura hispanorabe.
ngel Gonzlez Palencia, Historia de la literatura arbigo-espaola , Editorial Labor, Barcelona,
1945 (2. edicin aumentada), 380 pp. Manual sobre la literatura hispano-rabe utilsimo en su tiempo,
pues adems en esta segunda edicin inclua muy variados textos. Hoy est obsoleto a causa de la
gran cantidad de descubrimientos y estudios sobre el tema que han tenido lugar desde los aos que
se escribiera.
Mara Jess Rubiera Mata, Introducci a la literatura hispano-rab , Colecci Xarq al-Andalus,
Universitat d'Alacant

, Alicante, 1989, 117 pp. Manual universitario que intent paliar el vaco

bibliogrfico de historias de la literatura rabe existentes desde 1947.

317

Literatura hispanorabe

Estudios y antologas
Emilio Garca Gmez, Poemas arabigoandaluces , Coleccin Austral, Espasa Calpe, Madrid,
1940 (primera edicin), 147 pp. Inteligente antologa de la poesa hispanorabe con una bellsima
traduccin de los poemas y un estudio previo, quiz hoy anticuado. Este libro, de mltiples ediciones,
ha servido para introducir en el mundo potico andalus a muchas generaciones de hispanohablantes.
Emilio Garca Gmez, Las jarchas romances de la serie rabe en su marco , Sociedad de Estudios
y Publicaciones, Madrid, 1965, 431 pp. Estudio, edicin en caracteres latinos y traduccin en calco
rtmico de la moaxajas rabes con jarchas romnicas. Es uno de los textos fundamentales para la
comprensin de la poesa estrfica andalus e igualmente una bella antologa.
A. R. Nykl, Hispano-arabic poetry and its relations with the old provenal troubadors , Baltimore,
1946. Aunque el tema anunciado en el ttulo se trata brevemente, es en realidad una completa antologa
de la poesa hispano-rabe en versin inglesa. Hay que utilizar con precaucin algunas de las ideas
del autor sobre orgenes y relaciones.
Henri Prs, La posie andalouse en arabe classique au XI sicle. Ses aspects gnraux, ses
principaux thmes et sa valeur documentaire , Pars, 1953 (2. ed.), 541 pp., traducida al espaol por
Mercedes Garca Arenal, con el ttulo de Esplendor de al-Andalus , Hiperin, Madrid, 1983, 354 pp.
Es una de las obras clsicas para el conocimiento de al-Andalus y su literatura durante el siglo de su
ms alto nivel potico. Posiblemente lo nico que ha quedado desfasado son sus juicios histricos e
ideolgicos. Tiene unos utilsimos ndices.

318

Literatura hispanorabe

Monografas
Emilio Garca Gmez, Todo Ben Quzman , Editorial Gredos, Madrid, 1972, 3 vols. Edicin en
caracteres latinos, traduccin en calco rtmico y estudios del cancionero de zjeles de Ben Quzman, el
ms importante poeta de este gnero de al-Andalus. Aunque es obra de alto nivel cientfico, la siempre
excelente traduccin de Emilio Garca Gmez hace su lectura asequible para el aficionado.
Emilio Garca Gmez, Ibn

azm de Crdoba. El collar de la paloma , con prlogo de Jos Ortega y Gasset, Sociedad de Estudios
y Publicaciones, Madrid, 1967 (2. ed.), 369 pp. (Ediciones posteriores idnticas pero con formato de
bolsillo en Alianza Editorial, Madrid). Traduccin de la obra ms universal que produjo la literatura
hispano-rabe, el tratado del amor y los amantes de Ibn

azm de Crdoba. El estudio previo del traductor es absolutamente imprescindible para comprender
la obra, el autor y la poca.
Emilio Garca Gmez, Ibn Zamrak, el poeta de la Alhambra , Patronato de la Alhambra, Granada,
1975, 142 pp. Reedicin del que fuera discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia en 1944
de Emilio Garca Gmez, es un estudio modlico y apasionante sobre la controvertida figura del ms
conocido de los poetas que inscribieran sus versos en la Alhambra de Granada.
Emilio Garca Gmez, El libro de las banderas de los campeones de Ibn Sa īd alMagribi , Seix Barral, Barcelona, 1978, 348 pp. Reedicin con nuevo prlogo de la del ao 1942. Es
una edicin en rabe con traduccin espaola de una antologa potica escrita por Ibn Saīd
al-Magribī en el siglo XIII. Es, entre otras cosas, una excelente introduccin al estudio de la
poesa hispano-rabe, que permite al aprendiz de arabista intentar traducir los poemas con la falsilla
magistral de Emilio Garca Gmez.
Soledad Gibert Fenech,

El Dīwān de Ibn Jatima de Almera (Poesa

arabigoandaluza del siglo XIV) , Universidad de Barcelona, Barcelona, 1975, 231 pp. Excelente
estudio del personaje y su obra, con cuidada y bella traduccin de su poemario. Ibn Jatima fue un
exquisito poeta de ese momento del ltimo esplendor literario del reino de Granada, que buscaba una
renovacin del lenguaje potico.

319

Literatura hispanorabe

Fernando de la Granja, Maqāmas y risālas andaluzas , Instituto Hispano-rabe de


Cultura, Madrid, 1976, 235 pp. La prosa literaria hispano-rabe ha tenido menor suerte que la poesa
y ha merecido menos estudios y traducciones, a pesar de que su dificultad est a la par. El autor de
este libro ha traducido diversas muestras de la prosa ornada andalus, con cuidadoso estudio de sus
autores, con lo que la obra nos permite ver una panormica de esta forma literaria en al-Andalus.
Mara Jess Rubiera Mata, Ibn al-Ŷayyāb, el otro poema de la Alhambra , Patronato
de la Alhambra, Instituto Hispanorabe de Cultura, Granada, 1982, 187 pp. Ibn Zamrak no fue el
nico poeta que escribiera poemas para inscribirse en los muros de la Alhambra, como se haba
pensado. Antes que l, lo hizo Ibn al-Ŷayyāb y este libro es su historia y la de su poesa,
encuadrada en el apasionante mundo del reino de Granada.
Mara Jess Rubiera Marta, Poesa femenina hispano-rabe , Biblioteca de Escritoras, Castalia/
Instituto de la Mujer, Madrid, 1990, 163 pp. Estudio y antologa de la poesa que compusieron las
mujeres de al-Andalus y no slo las escritoras conocidas con nombre y apellido que escriben poesa
culta, sino tambin las annimas de la poesa de tipo tradicional.

320

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