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K. O. Apel: Nacido en 1922. Profesor (emérito desde 1989) en la Universidad de Francfort del Meno. Principal representante, junto con Jurgen Habermas, de la llamada “Etica del discurso” o “Etica comunicativa”. Apel se distingue de Habermas, sin embargo, porque propone una “fundamentacién ultima” de esta ética, de base pragmético-trascendental. Este breve trabajo que aqui publicamos resume sus ideas centrales. Karl-Otto Apel UNA ETICA DE LA RESPONSABILIDAD EN LA ERA DE LA CIENCIA EDITORIAL ALMAGESTO Coleccién Minima ADVERTENCIA EI presente material es de uso exclusivamente privado. Su difusion se realiza sin fines de Iucto. ‘La descarga o revisién online del mismo deben set asumiidas como un préstamo privado, bajo ‘un fin exclusivamente informativo y educativo, Si la presente obra resulta de su interés, usted debe destruir esta copia y adquirir el presente material por cualquier medio legal de compra. Usted ¢s responsable por el uso que realice del mismo, debiendo atenerse a la legislacién -vigente de su pais. El presente material forma parte de un proyecto, sin fines de lucro, de difusion de la Etica Discursiva de Karl-Otto Apel y Sirgen Habermas, Si usted esté interesado en participar del presente proyecto, puede solicitar su incorporacion al siguiente grupo: www. facebook. com/at ups/EticaDiscursiva UNA ETICA DE LA RESPONSABILIDAD EN LA ERA DE LA CIENCIA Karl-Otto Apel UNA ETICA DE LA RESPONSABILIDAD EN LA ERA DE LA CIENCIA* * Conferencia lefday discutida e116 de agocto de 1984, fon ccasién de laa Primeras Jornadas Nacionales de Btica, organizadas por ol Centro de Investigaciones Eticas “Dr. Riseri Frondizi" de la Facultad de Filosofia ‘y Letras de la Universidad de Buenos Aires yauspicia- as por el Ministerio de Educacion y Justicia de la Nacién y la Secretaria e Cultura da la Nacién. La versién originaria del texto fue publicada en las Actas de dichas Jornadas (Buones Aires, 1985, actualmente agotadas). EDITORIAL ALMAGESTO Coleccién Minima ‘Traduccién de Mario Caimi y Daniel Leserre Supervisién: Ricardo Maliandi © Editorial Almagesto OC 208 Cod. 1120, Buenos Aires Correccién: Ricardo Maliandi y Ricardo Alvarez Composicién, armado y peliculas: ECE Graph, Esmeralda 625, 3° °G" ISBN: 950- 99002 -3-9 I La situacién problematica En lo que sigue no quiero tomar partido de ‘manera inmediata con respecto a los numerosos actuales problemas de una evaluacién, desde el punto de vista de una ética de la responsabilidad, fe las conseeuencias y subconseeuencias de la ciencia: de lafisica atsmica, dela biogenstica yla ‘medieina, el procesamiento elecrénico de datos, eteétera. En mi opinién, las experiencias del presente més inmediato han mostrado que el ‘mejor modo de tematizar tales problemas particu- Jares esa cooperacién interdiseiplinaria entre los especialistas, juristas, teblogos y fildsofes. Pero, gen qué reside propiamente, en tales casos, la fancion racional de fundamentacién, propia de una ética filosdfica de la responsabilidad? Hay, en general, una tal funcién de fundamentacién? La razén de la necesidad de la cooperacién i terdisciplinaria me parece residir ante todo en que ala luz de una ética de la responsabilidad ha cobrado importancia decisiva la evaluacién obje- tivamente adecuada de una situacién, esto es, el establecimiento cientificamente correcto de los hechos significativos y la averiguacién de las consecuencias probables de las acciones (uomisi nes). Este aspecto de las relaciones entre ciencia yy tica ha de ser aclarado a su vez, sin embargo, or expertos cientificos, y en la préctica adquiere por locomiin un relieve tan grande, queel aspecto ropiamente ético de la evaluacién —y de los criterios de evaluacién— parecen algo que se da por sf mismo, en cuanto se han comprendido Previamente de modo correcto los hechos que configuran la situacién, y sus consecuencias. Es efectivamente asi? Estame parece ser una pregunta que seinscribe xya en mi propia temética filoséfica, y Ia —provi- Soria— respuesta a ella puede conducir a que se precise mas mi propia temética. En mi opinién, existen hoy tres respuestas significativas a la sugestiva pregunta de sila evaluacién ética no se da por sf misma, en cuanto se comprenden previa- ‘mente de modo eorrecto las circunstancias fécti- as y sus consecuencias para la vida humana. 1) Una respuesta positiva a esta pregunta parece imponerse en el caso de que lo que est en discursién sean las consecuencias para la mera supervivencia del hombre. Aqui trivialmente parece que se dispusiera de un eriterio intersub- tivamente valido de evaluacién positiva onega- ‘iva de las consecuencias; y, en efecto, hoy parece a veces reducirse a este caso limite el problema ético de la evaluacién de las consecuencias: por ‘ejemplo en la evaluacién de la carrera armamen- tista 0 incluso en la evaluacién de la politica del ‘medio ambiente. ¥ sin embargo atin en este caso puede evidenciarse de inmediato una problemati- ca genuinamente ética, si el riesgo respecto de la supervivencia no afecta en igual medida a todos Jos hombres; si por ejemplo una potencia mundial puede abrigar esperanza de sobrevivir vietoriosa ‘en una guerra atémica, al menos con una partede ‘su poblacién; o si a los hombres hoy vivientes se les plantea, ante Ia crisis ecoldgica, la cuestién de si deben tomar en cuenta, aun a costa de su bie- nestar, riesgos de supervivencia que no les afec- tan aellos sino sélo.a sus descendientes. También puede representar para el individuo una genuina alternativa de evaluacién la de sino debe preferir Para st mismo la muerte a una mera superviven- ‘ia en circunstancias indignas. Decidir semejante eleccién de manera obligatoria para toda humanidad seria por el contrario —pese a S: tre— mucho més problemético, Pero atin en este caso, el eriterio de la supervivencia no es obvio, 2) Estas pocas indicaciones muestran ya que la apariencia de que la evaluacién ética de las accio- nes se da por si misma una vez que se han apre- ciado correctamente las consecuencias para la vvida, es algo que debe normalmente tener otros fandamentos que los de una posible reduecién del criterio de evaluacién a la mera supervivencia, En ‘efecto, la segunda razon significativa de la apa- riencia de obviedad de lo ético podria residir en ‘que muchas personas creen atin poseer un eriterio ultimo de evaluacién ética, por ejemplo en Europa, el criterio de la moral cristiana tradicional. En este caso se trata de un eriterio que no se puede fundamentar racionalmente, y por consiguiente, de un criterio precientffico. ¥ por lo comin este criterio religioso no se puede aplicar a la ciencia ¥y.a sus consecuencias sin el auxilio de construc- ciones filoséficas muy problematicas. Esto se ve por ejemplo en los intentos siempre renovados de a teologia moral catélica, de fijar, con el auxilio de la distincién (“del derecho natural”) entre lo “natural” y lo “antinatural’, los limites de lo que Ja ciencia, o las personas que la aplican, pueden hacer, por ejemplo en la cuestién del control de la natalidad, en la de la inseminacién artificial, oen Ja de la tecnologia genética. La misma problems- tica ha llevado hace poco a respuestas diametral- ‘mente opuestas de los obispos norteamericanos y de los obispos franceses, a la pregunta de si en el ‘marco de una “guerra justa” estaria permitido el uso de armas atmicas o la amenaza de su uso, 0 de si esto, a diferencia del empleo de armas con- vencionales, es “inmoral” por principio. Como opeién ante estas problematicas cons- trucciones auxiliares “filoséficas-propias del derecho natural”, para In aplicacion del eriterio cristiano de evaluacién, se ofrece el principio cuasi-protestante de la decisian subjetiva ante la conciencia. Pero este principio conduee, por su. eonseouencia interna, a abandonar toda preten- sign de fundamentacién racional del criterio iti ‘mo de evaluacién de una ética de la responsabi- lidad. 3) En efecto, la secularizacién existencialista del principio cuasi-protestante de la decisién ‘subjetiva ante la conciencia condujo, en unién con el desarrollo de la teoria de la ciencia en la actua- lidad, a la tercera fundamentacién significativa de la tesis de que la evaluacién ética se da por st ‘misma, con sélo que previamente se hayan com- prendidocorrectamente la situacién efectivay sus posibles consecuencias. La fundamentacién parte ‘ahora de que las situaciones efectivas y sus con- seeuencias posibles sélo pueden ser establecidas ‘mediante los procedimientos despojados de valo- raciones, propios de las ciencias (empiricas y formales). Laevaluacién propiamente ética de los. resultados de tales comprobaciones —inclusive por ejemplo la evaluacién de las consecuencias de {istintos sistemas morales, para la vida— debe producirse entonces a partir de las decisiones subjetivas de los individuos afectados, ante la conciencia, decisiones que no admiten ulterior fundamentacién. Esta concepcién de una ética de la responsabi- lidad en ta era de la ciencia fue sostenida por primera vez, que yo sepa, por Max Weber, y luego ante todo por Karl Popper y sus discipulos,’ Consideraria que en ella est la verdadera incita- cidn de mi propia problematica, la incitacién a la pregunta por la posibilided de una fundamenta- cidn racional de la ética en la época de la ciencia, Las razones de esta eleccién del punto de partida resultan de estas consideraciones previas: La concepeién weberiana 0 popperiana de una ética de la responsabilidad en la era de la ciencia representa manifiestamente la versicn filos6fiea- ‘mente consecuente de la opinion segiin la cual la evaluacién ética altima se debe dar por si misma es decir, mediante una decisién que no admite fundamentacién ulterior—si la ciencia despojada de valoraciones ha extraido todas las consecuen- cias que se puedan obtener de las circunstancias ftieas cognoscibles. En esto hay un desafio ala raz6n filoséfica, en la medida en que el negocio de la fundamentacién racional no le corresponde aqut a la ética que evalia filoséficamente, sino a Jn ciencia despojada de valoraciones. Seguin esta coneepeién no puede ni siquiera haber una funda- mentaciOn tltima del eriterio ético de evaluacién, sino sélo una decision ultima ética en razon de Comparese M, Weber: “Politik als Beruf", en: Ges polit. Schriften, Tubinga, 24a. ed., 1988, 493-548; d ‘mismo: “Der Sinn der Wertfreiheit®y"Wissenschaftals Beruf, en: Ges. fe. 2ur Wissenschaftslehre, Tubinga, 4ta. od., 1973; véase ademas ICR. Popper: Die offene Gesellschaft und ihre Peinde, Berna, 1987, tomo I, cap. 5, tomo Tl, 288 ss; también H. Albert: Trokiat ber Aritische Vernunf, Tubinga, 1969, eap. 1 fandamentaciones (parciales), cuya racionalidad cs la de Ia ciencia despojada de valoraciones. En mi opinién no habria que dejar que el térmi- ‘no acufiado por Max Weber, “ica de la responsa- bilidad”, ni el diseurso de Popper acerca de una decisin éltima de cardcter “moral”, oscureciesen lo decisivo de esta concepeién tan extendida hoy dia, Pues esta concepcién no suministra funda- ‘mentacién alguna para que se pueda llamar “responsable” y por consiguiente “moral” a la decisién ultima postulada. De acuerdo con ella, en Jugar de una fundamentacién wiltima racional de quello que es obligatorio moralmente o seguin la responsabilidad, y que es por tanto normativa- ‘mente obligatorio, se eoloca una eleccién prerra- ional y por consiguiente irracionalsuna eleceién de la razén misma (genitivo objetivo) que no se puede fundamentar mediante ningin criterio racional y que por consiguiente puede también — igualmente— resultar contraria a la razén y por tanto contraria a la moral y ala responsabilidad. dn qué medida se puede, pues, llamar, desde el ‘comienzo, “Moral” o “responsable” a esta decision tiltima postulada? {Acaso no reside alli un eco secular del concepto cristiano de la “decisién ante a conciencia”, concepto que originariamente presuponia la responsabilidad ante Dios y tenia alli su criterio? En este punto hay que enfrentar otra minimi- zacién del problema. El postulado de Max Weber (0 de Popper de la decision ultima no pone de ‘manifiesto solamente el conocimiento de que a nadie se lo puede forzar, con argumentos raciona- lea, a poner en préctica aquello cuya validez racional se ha comprendido. En efecto, para ello se debe suponer, en toda ética que tenga sentido, tuna decisidn libre de la voluntad. Pero esta exi- ¢gencia de una “buena voluntad’, exigencia que 10 sobrepasa toda fundamentacién, subsistiria también si se pudiese ofrecer y comprender una fandamentacion racional dela éica, Portanta,no tiene nada que ver con una sustituciGn decisionis- tea dela fundamentacién ditima racional poruna decisién ultima.* Pero precisamente de esto se trata, de modo expreso, en el caso de Weber y en l de Popper. La razén més profunda de esta posicién reside, en mi opinign, en la eonvicidn casi general de los fildsafos modernos, de que es imposible por moti- 106 ldgicos aun tan sélo proponerse una funda- ‘mentacion racional iltima de la éica, Pues para este fin se deberia —esta es la presuposicién corriente—fundamentarcomoracionalalarazén ‘misma, con auailio de la razén; y ello implicaria * Bn mi opnig, en Indica s trata de evitar tant ol paralogiome decisiontico-coluntarits come po oo {no el neectualistac El primero se presenta seen, Yeslamentecunndo so propoe satiate launder” tacin tina porn decign sitima Cas curr eft Wamente en M. Weber, Ke Popper, JP. Sarre, RM Hare y muchos tvs pensadores representatives ac tales). Qulen pr el contraroen el encarecimiento de la pecesidad practice dun “abstacniento delbera. Ai" de a comprension dei valider dal principe Geo ve ay “Benning rel we snen much, on Talidad, ale que KH. Ting Mama parsogiemo Ie a ra i epee Habermas timationsproblone in Spathapitliomas, Franc. fort del Meno, 197, p. 152, ey nota 180,y “por eta te— a IH. Tg: “Wabraeite und Verbindiche een Lorene ttn): Rontrultionen eres Pos fitionen,Beri/Noava Yor 1979, tomo, 116108, dk mismo autor "Der Geltangegrand morelischer Noman’ on: W. KahimannfS Baller (etre) 1982, 612-684. eee nu manifiestamente un efreulo légico (una petitio principii). Segiin ello, queda en todo caso, desde el punto de vista de ta logica, la posibilidad de ‘derivar légicamente las normas, o bien el princi- pio normativo de la étiea, a partir de hechos de la ‘ida, conocides cientificamente. Pero tampoco esto es posible sin la presuposicién —casi siempre técita— de una premisa normativa, como ya lo advirtieron Hume y Kant. Resultaria en un “paralogismo naturalista” como se dice en la filo- sofia analitica desde G. B. Moore. ¥ atin si fuese posible derivarel principionormativodeunaétiea a partir de circunstancias ffctieas y de una pre- ‘isa normativa —presuponiendo por ejemplo un fin ultimo dela historia universal—,nohabria alls ‘ninguna fundamentacién racional ultima; puesla premisa normativa supuesta —el admitido fin ‘iltimo del mundo— deberia ser fundamentada racionalmente a su vez, es decir, deberia ser deducida de un principio, y asi ad infinitum. Pareee, por consiguiente, imponerse la conclu sign de que presuponiendo ta racionalidad logica de la ciencia es imposible la fundamentacién racional de un principio de la ética. El popperiano Hans Albert ha sistematizado esta tesis de la imposibilidad en su “trilema de Munchhausen”: plantea, en efecto, que en el intentode fundamen- tacidn se produce una triple aporta fo bien (1) un regreso infinito de la fundamen- tacién a prineipios que a su vez requieren ser fundamentados; o bien (2) un circulo légico (como en el caso de Ja fundamentacién racional del principio de la racionalidad); ‘obien (3) Una interrupeién dogmétiea del procedimiento de fundamentacién al llegar a.un prineipio que se da por evidente en sf mismo, como en el aso de la metafisica tradicional Ahora bien, nosotros por otra parte hemos comprobado que elproblemade una evaluacién de las consecuencias y subconsecuencias de la cien- cia, desde el punio de vista de una ética de la responsabilidad, no puede ser eliminado: no se lo puede reducir a’algo trivial mediante el criterio obvio de la mera supervivencia, ni se lo puede resolver suficientemente mediante elrecursoa un criterio tltimo tradicional, prerracional, de una ® Compéroso con H. Albert, lee. cit, 11 y ss. “Para osto véase K.O. Apel:"Das Aprion| der Kommu- nikationsgemeinschaft und die Grundlagen der Ethik", ‘en Apel, K.0.: Transformation der Philosophie, tomo2. Franefort del Meno, Sra. ed, 1984; véase también del ‘mismo autor: “Das Probiem der philasophischen Leta- begriindung im Lichte einer transzendentalen Sprach- pragmatik. (Versuch einer Metakritik des eritiachen Rationalisonus’?, en: B. Kanitscheider (editor): Spra- che und Erkenntnie, Innsbruck, 1976, 55-83; véase tambignlascolaboraciones de K.0. Apel;D. Bahiery W. Kuhlmann en: Apel/Bohler/Kadelbach: Funkkolleg Prahtische Philosophie/ Echik: Dialoge, Francfort del ‘Meno, 1984,2 omos, yen Apel/Bohlen/Rebel(editores) Funkolleg Proktiache Philosophie | Ethik: Studientes te, Weinheim/Basilea, 1984; ademas W. Kuhlmann “Reflexive Letatbegundung”, en Zeitschr. f. philos. Forsehg. 35 (1981), 328. ‘demas entre otros, K.O. Apel (editor): Sprachpragma- tik und Philosophie, Francfort del Meno, 1976; W. Oclmaller (editor):’ Transzendentalphilosophische Normenbegriindung, Paderborn 1918; W. Kuhimant D. Bohler (editores): Kommunication und Reflexion, Franefort del Meno, 1982; J. Habermas: "Dishursethit -Notizen zu einem Begrandungeprogramm” en la obra {del mismo autor: Moralbewusstsein und kommunika- tives Handeln, Francfort del Meno, 1983. ‘ticaroligiosa,ni se lo puede resolver en elsentido de Weber ode Popper, mediante unacombinacion de investigacion racional de las consecuencias, despojadas de valoraciones, y una decisidn valo- rativa irracional; pues esta decisién vltima, que hace de la moral’ una euestién privada, tanto podria ser irresponsable como responsable, es decir, tanto podria ser moral como inmoral, segin la presuposicién de Weber y de Popper; en verdad deja, por tanto, sin respuesta la pregunta por el criterio de una evaluacién responsable de las consecuencias y subconsecuencias de la ciencia; y en tal medida hasta condena al sinse indagacién cientffica de las consecuenci vida, pues esta indagacién presupone siempre, en elcontextode una ética dela responsabilidad, que hay un eriterio obligatorio para la evaluacién de las verdaderamente paradéjica, y en ella reside, en mi pinién, el desaffo para una ética filoséfica de Ja responsabilidad en la era de la ciencia. Si se la idera mas exactamente, la paradoja de la situacion se basa en un doble desafio della ciencia a latica filoséfica: un desafioexternoy un desatio interno: El desatio externo reside manifiestamente en las conseeuencias téenico-précticas de para la vida en la moderna sociedad inclusive hasta la crisis estratégico-nuclear y ecolégiea. Este desatio externo hace que por pri- mera ver on a historia dela manidad a és se Je aparezea como algo urgente algo asf como una macroética de 1a responsabilidad solidaria, de extensién planetaria, Bl desafio interno de la ciencia a la éticafilosé- fica reside en el modelo o paradigma de la racio. nnalidad cientifica, que parece ser obligatorio “ también para la ‘filosofia. Este paradigma de la racionalidad parece demostrar, sin embargo, que unafundamentacién iltimaracional dela evalua. cién étiea de las consecuenci imposible, La paradoja de la situacién problemética se basa, entonees, evidentemente, en la relacién contradietoria entreel desafioexternoy elinterno. Laestructura del desafio externo tiene aproxima- damente este aspecto: La raconalidad, en sf misma axiolgicamenta neutra, de la ciencia o de la téeniea posibilita al hombre una eficacia de accion que exige eon més ‘urgencia quenunea la propuestade metasrazona- ‘les, 0 1a evaluacién racional de las posibles consecuencias y subeonsecuencias de las accio- Laestructura del desafio interno, empero, tiene este aspecto: Si la racionalidad de la ciencia despojada de valoraciones (la logica formal inelusive) es efecti- vamente el modelo o paradigma también de la acionalidad filos6fica, entonees ésta no puede servir de fundamento ni de criterio para una imposicion razonable de metas ni para una eva- Juacion de consecuencias. Por consiguiente, la ‘misma ciencia que ocasiona una ética de la res- onsabilidad parece, como modelo absoluto de la racionalidad, demostrar la imposibilidad de una 4ética racional de la responsabilidad. ‘No puedo esperar que sea inmediatamente evidente esta caracteristicadramsticay extrema- da de modo paraddjico de la situacién problema. tica dea légieafiloséfica. Incluso la estructura de Inaparente paradoja es demasiado abstracta para ‘que se la comprendainmediatamente en su actual signifieacién y en su actual gravedad. Por eso, intentaré reconstruir el origen de la situacion de Ia ciencia es 5 problemética mencionada, y en primer lugar el ‘rigen del desafio externo de la era de la ciencia a la filosofia como ética de la responsabilidad; luego ,el origen de la situacién, aparentemente insoluble, de una étiea bloqueada desde adentro ppor su racionalidad eientifica. {Hay una respuesta de la raz6n filoséfica a este doble desafio? Mirespuestaa esta pregunta es: Si, con a condicién de que la racionalidad de larazén filosofica, \a racionalidad metédica de la funda- ‘mentacién wltima, realizada en la reflexisn tras- cendental, de aquello que es obligatorio normati- vamente, nosea idéntica ala racionalidad légico— formal (libre de reflexién y por tanto inconsciente de si misma) del “hacer cientificamente disponi- . 8 posible respon- primer término, al desafio interno que el paradigma de racionalidad de la eiencia presenta a la razén étiea. Un problema adicional, mucho més urgente en la préctica, resulta entonces ciertamente cuando se trata de aplicar la norma fundamental de la étiea a la situacién actual del ‘mundo, earacterizada por el desafio externo que las consecuencias técnico-précticas de la ciencia. plantean a la raz6n ética. Con ello Tlego a la parte II de mi exposicién: I. El planteo trascendental-pragmético para la fundamentacién ultima racional de una ética de la responsabilidad. ILI. Parte Ade la ética: La respuesta filosofica al desafto interno de la racionalidad de la ciencia a a razén préctica. Para empezar nuestra argumentacién volva- ‘mosal que aparentemente era el mas fuerte delos argumentos de a filosofia actual contra la posibi- 16 lidad de una fundamentaci6n tiltima racional en general. El argumento de la imposibilidad deeia: Elpuntode vista dea razén—yasea en el sentido delaracionalidad teorica de la argumentacion, ya enel sentido de su racionalidad ético-préctica— no puede ser fundamentado a su ver racional- ‘mente, porque esto implicaria un efreulo Idgico (petitio principii). Por consiguiente, en lugar de ‘una fundamentacién ultima racional debe poner- se una decisién ultima prerracional —y por tanto irracional—en favor de la raz6n; una decisién en “pro”, que en principio se puede denegar, por ejemplo rehusandose a argumentar. Esto —me arece— es la quinta esencia del desaffo, hoy significativo, de la racionalidad formal-légica de Ia ciencia a'la raz6n filoséfica, Qué se puede responder en nombre de la razén filoséfica? En primer lugar lo siguiente: Si, “fandamentar” significa lo mismo que “deducir algo de otra cosa”, entonees el bosquejado argumento de la imposi lidad es efectivamente irrefutable. Pero este concepto de “fundamentacién” podria ser ya un prejuicio en el sentido delaracionalidad légica de la ciencia objetivante. El que filosofa, empero, deberia preguntarse si la razén, de Ia cual él se vale, requiere en general una fundamentacién ‘mediante deduccién a partir de otra cosa, y si no ‘es més bien algo que no puede ser trascendido argumentativamente en la reflexin, Pues por la reflexion sobre su propio obrar, él puede compro- bar lo siguiente Quien argumenta seriamente —y esto significa, por ejemplo: Quien plantea seriamente aunque sélo sea la pregunta de si hay algo asf como rnormas de la moral universalmente validas—ha ‘admitido ya, necesariamente, el puntode vista de Ja raz6n: es decir, ha ingresado en el terreno del discurso argumentativo, yal impugnar la validez pu universal de la reglas del discurso incurrir‘a en tuna autocontradiceién pragmatica (es decir, en tuna contradiecién entre la proposicién afirmada Y la utilizacién realizativa de la validez de las Teglas del discurso por el acto de argumentar). Por eonsiguiente, lasituacin inicial presupues- ta.en el argumento de la imposibilidad no puede nunca darse:la situacién en la cual por una parte se argumentase con seriedad, y por otra parte se estuviese todavia ante la eleccién del punto de vista de la razén. Pero si alguien se rehusase por principio a la argumentacion (y por consiguiente, se rehusase a adoptar el punto de vista de la razén), entonees no podria, precisamente, argu- entar. Seria, como loha expresado Aristételes,* “comouuna planta’, y esto quiere decir: sunegativa alaargumentacion earecede significacién para la problemtiea de la posibilidad o impesibilidad de Ja fandamentacion altima (de modo semejante a lanegativa aobedecer en la préctica a una norma fandamental dela ética, reeonocida como vélida. (Entiéndase bien: los que argumentan —y slo ellos pueden formular teorias acerea de los demas— tienen todo el motivo para tomar por un problema pedagégico 0 psicopatoldgico muy serio tuna negativa de los hombres por principio a argumentar; pues quien se niega por principio a argumentar, debe rehusarse también a s{ mismo elentendimiento consigo mismo en el sentido del ensamiento intersubjetivamente valido; y esto, Segin todas las experiencias de la psicopatologia, conduce ala pérdida de la identidad del interesa- do. Por tanto, quiza haya que admitir que algo semejante a una decision irracional contra la razén es posible como actitud autodestructiva). * Aritételes: Metafisiea 4, 1006a 6-18. 18 gPeroen qué medida se puede ahora demostrar sobre la base de la argumentaeién de fundamen- ‘tacién dltima que acabamos de exponer, algo asi como un principio de la ética: una norma funda- ‘mental de la accién, independiente de hechos gontingentes y por tanto obligataria de mode En el sentido de su intuicién fandamental, 1a respuesta a esta pregunta se podria indicar mas menos de la siguiente manera: Entre las presuposiciones indiscutibles (entre las condiciones normativas de la posibilidad) de In argumentacién seria est4 el haber aceptado ya tuna norma fundamental en el sentido de las reglas de comunicacién de una comunidad ideal e ilimitada de argumentacién. Este planteo fundamental de una fundamentacién trascendental de la ética era imposible en la época desde Descartes hasta -Husser! si se presuponia el solipsismo metédico, ‘esdecir, era imposible mientras no se reconociala estructura comunicativa (0 estructura det diseurso) dela priori intelectual (Denk—A priori). De abi los esfuerzos complicados, y al final initi- jes, de Kant, por suministrar una fundamenta- cidn traseendental-légica de su ética, andlogaala deduecién trascendental de los prineipios del entendimiento en la Critica de la Razén Pura.‘ Pero contra este planteo intuitivo de la ética traseendental del discurso se plantean las si- * Véase I. Kant: Grundlegung zur Metaphysik der Sitten, edicion de la Academia, tomo IV, reimpresin, Berlin, 1968, 392, 425, 444 y ss, 447 s., 449 5, 453 5. donde Kant considers todavia neceeavia uni funda ‘mentacién gltima de la validez de Ia ley moral, o dela “realidad” doa razén préctica, mediantela“deduccién. trascendental” de Ia realidad de Ia libertad. En la 19 guientes objeciones o reservas: {En qué medida le corresponde a una norma fundamental dela ética figurar entre las condicio- nes normativas de la argumentacién (entre las rreglas de comunicacién necesariamente reconoci- Gas de una comunidad ideal de argumentacion)? No se trata aqui sencillamente de las reglas de ‘ooperacién que se deben acordarimplicitamente, por as{ decirlo, con todo interlocutor posible, si se To quiere ganar comoayudanteen la investigacion de la verdad? ‘Seguin esto las normas necesariamente recono- cidas serian 1) meramente *hipoteticas” y no “categéricas" en el sentido de Kant; pues no ten- drian validez incondicionada sino sélo en la ‘medida en que se quiere alcanzar In verdad ‘mediante el discurso argumentativo; 2) estas rnormas, las normas del diseurso, concernirian no ‘a normas concretas sino meramente a las reglas formales (reglas de procedimiento) de la argu: Critica de la Rasén Préctica ve Kant luego que nopuede ‘demostrar la validez de la ley moral mediante una ddeducciOn trascendental de la realidad de a libertad, puesto que més bien la presupone para el “postulado” Selalibertad. Enlugarde ello asegura: “Tambiénlaley ‘moral est, por decirio ast, dada como un hecho de la ‘razon pura, hecho del eal somos conscientes a priori Y que es apodfeticamente cierto.” (loe. ct ed. de la ‘head, tomo V, 46, 2). Véase con respecto a esto KH. ‘ting! "Der naturalistische Fehlschluss bei Kant", en: M. Riedel (editor): Rehabiliierung der praktischen Vernunft, Priburgo, 1972, tomol, 113-82. En el sentido de nuestra siguiente fundamentacin ditime trascen- ental-pragmétiea se puede interpretar el “hecho dela ‘razén® de Kant como un perfecto apriéricoenel sentido {el hecho, comprensibleen la reflexin, de haber reco- novido ya siempre la norma fundamental. 20 ‘mentacion correcta; y 3) estas reglas no tendrfan nada que ver con normas morales, ya que no concernirian ala interaccién moralmente signifi cativa con los interlocutores, sino solamente a aquellas reglas (regla de juego) que tienen impor- tancia instrumentalen la cooperacién argumenta- tiva, Aestas objeciones yo responderia los siguiente: Primeramente, es inadecuado, en principio,

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