Anda di halaman 1dari 69
OSCAR LIERA LA PINA Y LA MANZANA al 7 obras en un acto rT I iy EL CRESCENCIO PERSONAJES: COMEDIA un acto A: Viviano Valdés Ramona Torres Ernesto Heras Mozo Gildardo Cuen Lucia de San Roman Dos electricistas Maribel Lucania Secretaria 1 Un pordiosero Victor Davalos Secretaria 2 Un vendedor Cuando Gildardo Cuen desperté esa mariana se olvidé por completo de Ila- mar a Irene, Era muy raro; al despertar siempre la Hlamaba y le preguntaba Ja hor, después pedia el café. Con esa preacupacién tomé el cache y salié a Ia oficina. Por el camino pensaba que todavia era tiempo de llamarla, @ veces lo habia hecho muy tarde; cuando se emborrachaba la noche anterior por ejemplo. Pero no 1a llamé. Cuando Iea6 a Ia oficina, antes de zambullir- ‘se en los papeles pidié @ una de sus secretarias que lo comunicara, pero Irene ya no estaba en su casa. No importaba, desde antes habian quedado que se verian temprano para asistir al estreno del nuevo teatro, No dejaba de pensar en ella a cada momento, por eso, mientras despedia a la setiora Lucia de San Romédn en la puerta de su oficina se equivocé dos veces. GILDARDO: Bueno Irene que le vaya bien . . . perdén sefiora San Roman. Dis- culpe, estoy un poco nervioso con eso del estreno, tengo que tratar con mucha gente LUCIA: No se apure licenciado, yo lo comprendo perfectamente, es usted muy activo, es natural que se equivoque. GILDARDO: Gracias Irene, digo, gracias, Irene debe estar preocupada, pero yo le daré sus saludos. LUCIA: éCual Irene? Yo no le he pedido que me salude a nadie, ademas ni co- nozco aesa Irene... GILDARDO: Si claro, no la saludaré nada. Que le vaya muy bien, nos hablare- mos la proxima semana ... (A Ernesto que espera frente a su escritorio) En un momentito lo atiendo, iquiere un café? LUCIA: iUn café? Yo lo acepto, eso es lo que me estaba haciendo falta desde hace rato. Y mira, te voy a hablar de ta porque me caes muy bien, anda, vamos rompiendo el turrén. (A Ernesto) Un dia me dijo una de mis sirvien- tas eso: “vamos rompiendo el turrén patrona, yo soy del norte y no sé hablar de usted”, Mira Gildardo, tienes razén, debo ver hoy mismo al sefior director, sé que ta ests muy ocupado, pero si no te molesta voy a esperar aqu/ en tu oficina a que él llegue. Te prometo que no te voy a molestar en lo mas minimo. TG haces lo que tienes que hacer y yo te aprovecho en tus ratos libres. (Se sienta) iDe acuerdo? GILDARDO: No te preocupes Lucia, no me estorbas en lo absoluto. (A Ernesto) iCuando quiere inaugurar su exposicion? ERNESTO: Pues, 2 més tardar, dentro de dos meses. GILDARDO: 2Ya estd reunida toda la obra? LUCIA: Querido Gildardo, perdona que te interrumpa, pero me atrevo a hacerlo Gnicamente para recordarte que no pediste el café. ERNESTO: Bueno la obra se reune en dos dias, pero. GILDARDO: Es cierto, perdén. (Toma el teléfono) Lupita, tréiganos por favor tres tazas de café. {Cémo? Dégale que vuelva majiana, por favor. Ah si, es- péreme un momento {Toman aziicar? LUCIA: Yo traigo sacarina ERNESTO: A m GILDARDO: Bueno, Lupita por favor dos sin aziicar y uno con el azticar de los tres. (Cuelga). MARIBEL: (Entrando) Querido Gildardo, nada de que vuelva mafana. (Se salu- dan de beso) Ta ya sabes como es esto de la Opera: Puccini, sus amigos y sus loqueras orientales, y como si hubiera tantas japonesas cantantes de pera se pone a escribir la Madame Butterfly. Por favor lévame a hablar tramow.a , tres cucharadas por favor. ahora mismo con Agustin porque en lugar de tener “un bel di” pueden tener “una brutta notte”. GILDARDO: Mira Maribel, si te dije que mafiana, es porque hoy no tengo tiem- po y mafiana justamente te puedo regalar todo el dia. Ya sabes que hoy se inaugura el Teatro Crescencio Figueroa y todo el mundo anda, como siem- pre, a las carreras. Ademas la funcién es de gala y asisten el sefior Presiden- te con guaruras y comitiva, embajadores, celebridades del establo mayor, {os intelectuales del stablishment . . . en fin, el coctel nacional. LUCIA: (Que se ha ca‘do de una nube) Es verdad que hoy es el estreno, tienes que conseguirme aunque sea un boleto, querido Gildardo. Dicen que el teatro quedé precioso, {pero por qué tiene que cargar con ese horror de nombre? MARIBEL: Claro que el nombre es espantoso, debe ser de algin cantante de Opera GILDARDO: Perdén. (Presentando) La sefiora Lucia de San Roman, directora de la revista “La mujer intrépida”, la seviora Maribel Lucania, lo mejor de la 6pera nacional, el sefior Ernesto Heras, pintor, grabador, escultor, tornea- dor, decorador . . LUCIA: Basta, todo lo que termine en “or” y punto. (La San Romdn nunca dejaba ir ninguna oportunidad de coquetear con los sefiores, ni perdia tampoco una situacién que le permitiera patentizar su simpatia. En ese momento entraba la secretaria acompariada por dos elec- tricistas que por amabilidad la habian ayudado a traer el café. Esta senala a Jos obreros un rincén y ellos, una vez que han entregado el café a los pre- sentes se ponen a trabajar en silencio). LUCIA: (A Maribel) iAy, pues encantada, fascinada! Claro, ya me lo gritaba mi séptimo sentido; esta mujer debe ser importante. Tengo que hacerle una entrevista. MARIBEL: Muy bien, yanos pondremos de acuerdo. Gracias por el café, Gildardo. GILDARDO: éPor qué no Ia hacen ahora mismo mientras yo atiendo al sefior Heras?(A /a secretaria) Traigame otro café para m{. iEstos sefiores vienen a arreglar los contactos? SECRETARIA: Si, licenciado. GILDARDO: éNo podria haber sido otro dia? SECRETARIA: Si no hacen el trabajo hoy, intendencia tardard otros tres dias en mandarlos, habré que hacer nuevos memorandums . MARIBEL: No, sefiora San Romén, gracias, le repito, hoy no estoy en posi dad de hacerlo, para eso tengo que tener una cierta disposicién, el dia de hoy me aflige un problema 6 seCRETARIA 2: (Entrando) El sehor Victor Dévalos no ha querido entender que usted esta muy ocupado en este momento y se ha venido hasta la puer- ta de su oficina, estd alli afuera y desea verlo con urgencia, GILDARDO: Quien se entiende con él, cuando hay actos oficiales, es la jefe de espectaculos, la sefiora Blanchi. (Sale fa secretaria 1). SECRETARIA 2: Creo que la sefiora no estd en su oficina, supongo que estard en el teatro. GILDARDO: Pues que vaya a buscaria alld... (En ese momento se abre la puerta y entra un hombre vestido de saco y corbata, el pelo Ileno de grasa, lentes oscuros; juega con un llavero en la mano. Al verlo la secretaria 2 levanta los hombros y sale. A uno de los obreros se le escapa un: “‘ichingada madre!” Las serioras voltean a verlo, é! se apenay el otro lo pendejea a sertas). VICTOR: Sefior Cuen écémo le va? Disculpe que me aprevenga a disturbar su trabajo, pero la jefa de espectaculos, la sefiora Blanchi, no estaba en su ofi- cina. Es cierto que siempre me arreglo con ella, pero todo lo que se requie- re de momento es un plano de Ja planta del nuevo teatro, para ver de qué manera se le brindard proteccién al sefior Presidente. GILDARDO: Bueno, deje ver si se lo puedo conseguir, siéntese, gusta un café? VICTOR: Gracias no puedo aceptarlo, estoy en funciones. (En ese momento ha entrado Ia secretaria 2 con el café) Bueno, pero ya que me lo traen no lo voy a desprestigiar desairandolo frente a estas hermosas damas que no conozco. (Gildardo pasa a presentar al recién Hegado y va enumerando a los presen- tes, s6lo el nombre de cada uno de ellos. Todos le dan la mano a Victor ai- ciéndole “mucho gusto", pero él responde a las damas) ‘'A sus pies respe~ table sefiora, tiene su humilde casa en Jacarandas 28”. (Gildardo termina diciendo) Mi secretaria . . . VICTOR: (Ddndole la mano) Un inmenso placer seforita . . GILDARDO: Le iba a decir que mi secretaria va a ir al departamento de arquitec- tura para ver si consigue esa planta que usted desea {quiere acompafiarla o espera aqui? VICTOR: Mejor la espero. GILDARDO: (A /a secretaria) Mandeme otro café por favor. (Sale). MARIBEL: Qué horror Gildardo, por fin se habia enfriado mi café, ya lo ibaa tomar, pero hete aqui que no tiene azticar .. GILDARDO: Voy a pedir que te la traigan. (Levanta ef teléfono). VICTOR: Yo con mucho gusto le concedo el que me acaban de obsequiar, sefiora. GILDARDO: Ese tampoco tiene azacar. (A/ teléfono) El azacar por favor. tramowa LUCIA: Querido, no me has dicho adn por qué le pusieron ese horrendo nombre al teatro. MOZO: (Entrando) Licenciado, perdone que me haiga metido de rondén pero no estaban ninguna de sus secres y le traigo recado urgente. Vengo del tia- tro, me manda el maistro Gonzalez, dice que todavia no llega el piano y que no le va alcanzar el tiempo p’afinarlo. GILDARDO: éCémo que no lo han Nevado? Pero si desde ayer quedaron de te- nerlo alla. (Toma el teléfono y presiona el timbre secretarial pero nadie responde). LUCIA: (A Maribel) Qué tal si hacemos la entrevista el dia de mafiana, le invito un café MARIBEL: Gildardo, el azicar; helado-helado, no me gusta el café. LUCIA: (A Maribel) iQué dice entonces . GILDARDO: (Aun en el telétono, ya un poco molesto) iDénde andaba? No, no, deje por un momento el café, me urge. . . MARIBEL: El azicar. GILDARDO: El azticar. {Como que no sabe qué azticar? Desde ayer la pedi al almacén y acaba de llegar un muchacho diciendo que todavia no la llevan al teatro. No, no usted es la que estd equivocada. Ella se fue a arquitectura Por unos planos. Hablele que se venga urgentemente. {Cémo? éPor la otra linea? Digale que no estoy, ya le dijo que si, bueno pasemela y que me traigan pronto el piano. (Tomando el otro teléfono) Mama icémo te va?, destés bien?, écémo amaneciste? Qué? En este momento no puedo, tam- Poco tengo a quien mandarte. ZPor qué no lo compras en el super . ..? No figGrate que justamente hoy que pasé estaba clausurada la polleria, si, si, no importa que sea més caro. Olvidate de los impuestos. Si mamé, no, no estoy de mal humor. (Seguramente la madre, enojada, le colgé el teléfono y lo dejé con las pala- bras en 1a boca, Por un momento Gildardo perdié la nocién de dénde esta- ba, pero algo le hizo volver aa realidad). MARIBEL: Oye Gildardo ing te parece divertido que Arnoldo ofrezca esta no- che su concierto para orquesta y aziicar de quién sabe quién, verdad? ¢Mientras que yo tenga que endulzar mi café con un piano? GILDARDO: éDe qué me estés hablando, monstruo peludo? MARIBEL: Hablale a tu secretaria, antes de que sea demasiado tarde, y dile que todo lo que le dijiste debe hacerse al revés. (Afortunadamente en ese momento entré la secretaria con unos papeles, su libreta de dictado, su ldpiz y con mucha timidez se dirigié 0 su jefe). SECRETARIA 1: Aqui tiene, licenciado, la lista de invitados, revisela por favor. GILDARDO: Gracias. SECRETARIA: Perdone licenciado, Zcudl fue la orden que me dié por teléfono? Su café licenciado, se me habia olvidado: ahoritita se lo traigo! GILDARDO: Traigame el aziicar . .. SECRETARIA 1: Pensé que eso era lo que en realidad queria, pero no me atre- via a traerla descubierta (Abriendo su bolsa saca una azucarera y se la entre- ga a su jefe, éste se la da a Maribel y hasta Victor termina endulzando su café) por miedo a meter la pata, pero aqui la tiene. GHLDARDO: Gracias. Ahora acompafe a este joven (Serialando al mozo) al alma- cén y no se despeguen de alli hasta que salgan a recoger el piano de la Sala Cherubini los almacenistas, y lo leven luego al Crescencio. (Salen). MARIBEL: (A Gildardo) iPor qué le pusieron Crescencio al teatro? Insisto. (A Lucia, quien con dos dedos de su mano derecha doblados y puestos sobre Ja palma de la otra mano quiere indicar que de rodillas suplica algo). No, no puedo aceptar la entrevista hasta que me resuelvan si canto 0 no, de eso depende el tono que le voy a dar a mis palabras. (Lo dice volteando hacia Gildardo, pero éste se encuentra absorto revisando Ia lista de invitados), ERNESTO: (A Maribel) No acepte usted esa entrevista. Perdone que me meta sefiora San Romédn, pero su revista no estd muy bien informada, por lo me- nos en cuestion de artes plasticas. En la ultima exposicion que hice junto con Pepita Lopez dijeron que yo, al lado de ella, era un tarado, sin embar- g0 los comentarios de los cuadros y las fotos que aparecieron en su revista eran parte de mi obra. LUCIA: Qué pena sefior Heras, no sabria cémo disculparme con usted, pero tra- te de entenderme; la que escribia las notas de artes plasticas esa si que era una tarada, ya la corrimos por eso. Si mal no recuerdo llamabase Olegaria Martinez, hija de un politicucho mal encumbrado, habiendo ingresado, la tal, a nuestra prestigiada revista solamente por influencias, pero no sabia nada de nada y menos de pintura, ademés era dalténica. VICTOR: Senora San Romén, esta usted mal informando a {a sefiorita Martinez, me voy a permitir recordarle que es hija legitima de! subsecretario de con. flictos internos y ministro de deudas exteriores. Se trata de mi patron. Si esto llega a sus ofdos, se acaba su revista hasta en los numeros atrasados, agradezca al menos la proteccién que en un tiempo tuvo. LUCIA: éCudl proteccién? No sé de qué me estd hablando. VICTOR: Vamos sefiora, no se haga {a inocente, también los jefes compran pu- blicidad, y digame, équién no? Yo personalmente le Ilevé varias veces su chequecito, co ya no se acuerda? LUCIA: Bueno, Olegaria no era una mala chica, un poquito desorientada, tal vez, mona, tenia muy bonita caida de pelo, bueno, alguna gracia tendria que tener. Claro que fue criticada por algunos que la envidiaban. iAh don Vic- tramowa tor! iQué honor conocerlo personalmente! éCudndo va por casa? Me dard mucho gusto recibirlo, ya discutiremos las peripecias del cuarto poder fren- te aun café y entre este viento primaveral iqué le parece? SECRETARIA 2: (Entrando) Perdén, licenciado, los del departamento de arqui: tectura sélo tienen los planos originales del teatro y por mas que les insisti no me los quisieron soltar. Les van a sacar unas copias heliogréficas y que en unos minutos suben con ellos. Por otro lado acaba de hablar el director de la orquesta diciendo que qué pasé con el piano y que ademds, ayer que vino a su oficina, perdié su batuta, y me rog6 encarecidamente que se la buscara, que es de suma urgencia. (Se pone a hacerlo con consentimiento, claro, de su jefe). MARIBEL: Ya te lo dije Gildardo, si ponen a Marthita Elehi para que cante la ‘Suzuki me niego a cantar. Y pues por mi bien pueden pasearse por todo el pais en busca de Cio-cio-san, alias Madame Butterfly. GILDARDO: (Sin levantar la cabeza) iPero qué tiene Marthita? éTe peleaste con ella o qué? MARIBEL: ZQué estds ciego? {No ves lo gorda que estoy? iCuando has visto una japonesa obesa? VICTOR: (A Lucia) No sefiora, no sefiora, es muy peligroso expresarse mal de la gente y més peligroso todavia tratar de envolver en juegos sucios a persona- lidades sobresalientes de la politica nacional. LUCIA: Perdéneme pero yo no he hablado mal de nadie, quiero decir que no le he levantado ningin falso a nadie, es usted algin presunto chantagista y quiere asustarme, pero yo tengo muy buenas palancas. GILDARDO: (A Maribel, Ausente de si mismo, revisando los dltimos nombres de la lista) No te apures, Marthita tiene muy buen cuerpo. MARIBEL: iPero yo no! Eso acentuaria mas mi gordura. Quiero que la Suzuki la cante la Padilla, asi podemos equilibrar la escena, siquiera para que no se ladee el teatro. LUCIA: (A Victor) Si, querido amigo, tiene que ir usted por casa un dia de éstos ‘que puede ser mafiana mismo, ya veré qué bien la va a pasar. iLe gusta el ige? éLe gustan los vinos importados? ERNESTO: Dentro de la politica no se toman de otros vinos. MARIBEL: (A Gildardo) Ve, anda y habla con el director del instituto, dile a ‘Agustin que, 0 ordena que se cambie el reparto o lo cambio yo. GILDARDO: Recuerda que tienes un contrato firmado. MARIBEL: Pero mi otorrinolaringélogo me ha dicho que estoy muy delicada de la garganta y que me puedo enfermar de un instante a otro, y estd dispues- ‘to a darme una incapacidad en cualquier momento. SECRETARIA 2: (Que continia buscando la batuta) iNo ta ha visto usted por ningdn lado licenciado? GILDARDO: éQué cosa? VICTOR: Tardan much su generosa invitaci con la planta y tengo prisa, (A Lucia) Tal vez si acepte LUCIA: No se va a arrepentir, se lo juro por San Diego apéstol. GILDARDO: Seforita, aptirele a los de arquitectura con la planta del teatro y por favor ya trdigame mi café. SECRETARIA 2: Pero es que tengo que buscar la batuta . . . GILDARDO: Luego viene a seguirla buscando. ERNESTO: (A Gildardo) No me enteré si dijiste por qué le habian puesto ese nombre al teatro. GILDARDO: (Que ha terminado de revisar Jos papeles) Sefiorita, ya esta corregi do todo esto, que por favor lo pasen rapidamente en limpio con siete co- pias, (Le entrega los papeles y Ia secretaria sale. Se dirige 9 Ernesto) Pues creo que es el nombre del padre del actual ministro de finanzas, y que el tal una vez escribié un cuentillo mamarracho que se publicé en algun pe- riddico ridiculo, cuento que muy pronto verds publicado en un gran libro de elegantisima edicion, ilustrando cada frase el mejor pintor de nuestro pais. ERNESTO: Cémo? No me he enterado de ese trabajo que me espera. VICTOR: (A Gildardo) Disculpe el disentimiento con su comentario, licenciado, pero el sefior Crescencio Figueroa, finado padre de nuestro distinguido ministro de finanzas, fue un gran literato; cuyas obras completas han sido publicadas y traducidas a casi todos los idiomas del orbe incluyendo el ara- meo, el inglés y el latin. Es de tacitamente extrafarse que una gente como usted que trabaja por la administracion popular de la cultura se exprese de esa manera cuando de nuestros hombres més insignes habla, y quiero peti- cionarle muy propiamente que cuando mencione a cualquiera de nuestros ministros, no lo haga a voz en cuello si no es para encomiar elogios y otor- garles el merecido reconocimiento a la altruistisima labor que desarrotlan. ERNESTO: (Aplaudiéndole a Victor) Qué bueno que no tiene conciencia de lo que acaba de decir, le quedé muy bonito su numerito, podriamos titularlo, si vos lo permitfs: “El cruel asesinato de Deméstenes”. (A Gildardo) Las calles estan llenas de nombres de perfectos desconocidos, ahi tienes ti iquién era don Petronilo Garcia antes de que su hijo fuera secretario de Marina Luna? VICTOR: (A Ernesto) iTenga mucho cuidado al pronunciar el nombre de Mari- na Luna! Ustedes los artistas son muy escandalosos porque no tienen nun- a otra cosa que perder més que el pellejo, pero cuidado con perderlo por- que entonces ya no se podré bafar. tramow.a Nn LUCI. : (A Victor) iOh don Victor, Otelo de su empleo; Sancho de sus superio- res, Calixto de sus ideales, consigame una entrevista con Marinita VICTOR: (A/ ver que los otros se rien) No sé lo que usted me ha dicho sefiora, no sé si me ha espetado, si me ha vilipendiado ensalzando o todo lo contra- io. Le.repito: ya hablaremos en su casa. SECRETARIA 2: (Entrando con el café en la mano, no lo entrega) Licenciado, que en un minuto suben los planos, creo que ya salieron por el piano, pero han vuelto a llamar preguntando por la batuta . . . MARIBEL: .. . Y la sefiora Maribel Lucania se niega a cantar Butterfly. (En ese momento se abre la puerta y aparece Ramona, mujer elegante, gua- pa, exageradamente masculina, saluda a todos con amplia sonrisa, detiene su mirada sobre todo en las dos mujeres y muy especialmente Lucra. Salu- da de beso a Gildardo, descubre el café y se apropia de é! mirando muy bien de arriba a abajo a la secretaria, ésta se pone a buscar de nuevo la batuta). RAMONA: Querido Gildardo, {por qué eres tan cruel con el sexo débil? 20 aqui pasan cosas y no te enteras, o te has vuelto insensible con tu personal? GILDARDO: Ramona, qué alegria verte, écudndo llegaste? RAMONA: ZQué con la pregunta que te acabo de hacer? Gracias por el café que acabo de expropiar, ldstima que no tenga crema. GILDARDO: No sé de qué me estas hablando. RAMONA: Una de tus secretarias, a la que mandaste cargar un piang, acaba de salir en una ambulancia para la cruz roja. Pero no te preocupes, ya se la lle- varon y tal parece que ya iba bien (En ese momento, los electricistas, que han estado entrando y saliendo 0 cada rato de /a oficina provocan un corto circuito; el tronido peculiar; los chispazos; el humo blanquecino y el susto de los presentes, Victor se pone de pie al instante y sacando una enorme pistola apunta hacia el lugar de los hechos, los dos electricistas levantan las manos, Lucfa un alarido y se sien- te desmayar. Ramona corre hacia ella y la toma entre sus brazos, le da sor- bos de su café y termina acaricidndole el pelo. Maribel quien también se ha asustado mucho lanza un fuerte grito, pero al descubrir que se trata de un simple corto circuito, trata de fingir demencia y ecuanimidad convirtiendo su grito en una aria de Madama Butterfly, cantando las primeras cinco 0 seis notas de ‘Un Bel di”. En los demds el susto es normal y sus reacciones son controlables. Cuando se han recobrado todos). MARIBEL: iVes qué bien estoy cantando, Gil? Tienes que plantearle a Agustin mi problema. LUCIA: Y no seas malito, consigueme a mi la entrevista con el director... y mi 12 boletito. GILDARDO: Para todo eso hay tiempo, cualquier otro dia que no sea hoy, re- ‘cuerden que hoy es el estreno del Crescencio . . . VICTOR: Mis planos sefior Cuen, el tiempo apremia . . . RAMONA: {Asi que estrenamos teatro hoy, mi buen amigo? Pero no te entre- ues tanto al asunto, ni eres td el teatro, ni creo que se estrene hoy. Supon- 0 que los estudiantes, hartos de nombres extrafios en calles y salas de arte, no permitiran que el teatro abra sus puertas con ese nombre, ya se encarga- ran ellos de cambiarselo con pintura negra o roja. Crescencio Martinez Un pelagatos, un escritorcillo fracasado, profugo re- dactor de nota roja . VICTOR: (A Gildardo) Que la sefiora ésta se calle, o me veré en la penosa necesi- dad de comunicar a mis superiores lo que acaece en esta oficina. ERNESTO: Aqui no pasa nada raro, ni del otro mundo. Se inaugura un teatro, se ha perdido la batuta, usted confiesa que los politicos han pagado y si- guen pagando a la prensa, la sefiora se niega a cantar, y nadie somos culpa- bles del daltonismo de Olegaria Martinez. RAMONA: (A Gildardo, sefialando a Victor con el dedo) iDe dénde salid eso, Gildardo? GILDARDO: El sefior, que estd a punto de irse, vino por la planta del nuevo tea- tro y se llama Victor Davalos, es el secretario particular de nuestro actual subsecretario de conflictos internos y ministro de deudas exteriores RAMONA: iAh! con que orejas visitan tu oficina . .. VICTOR: Sefiora le ruego de la manera més atenta que rectifique sus palabras y que en lo subsecuente modere y encauce bien sus ideas. RAMONA: (A Victor) Espero que le haya limpiado muy bien el calzado a su je- fecito antes de salir y le haya recordado que debe tomar su medicamento para la desinflamacion prostatica. VICTOR: (A Ramona) Es usted una vieja necia, majadera e impertinente, ahora mismo pediré que la arresten. (Ramona de una cachetada 0 hace caer al suelo, aprovechando que el tal Victor se habia puesto de pie, Este se levan- tacon violencia pero Ernesto lo detiene). ERNESTO: iEs usted un idiota! Esta usted hablando con nuestra representante en la Union de Paises Unidos, es mucho mas poderosa que cualquiera de sus ministrillos burécratas . . . VICTOR: (De rodillas) Sefiora, a sus pies, le suplico que me disculpe, soy un tor- pe, un ignorante. Me ofusqué porque soy un buen patriota y soy muy celo- 0 de mi trabajo, soy muy leal a mis superiores y desde este momento la venero como a una madre. Le suplico humildemente me perdone RAMONA: (Aventando a Victor por el suelo de una patada) Esta bien, a callar que estoy harta de este tipo de situaciones, de instantes de poder que se tramowa 13 4 acaban y de oir tanta pendejada en todos los idiomas. Ya me comunicaré yo con el Chueco, tu jefe y le hablaré de t/. MOZO: (Entrando) Licenciado, ya estan las copias de los planos del teatro. iLas traigo para aca? (Gildardo asiente con la cabeza mientras trata de comunicarse por teléfono al teatro. El mozo comienza a meter una gran cantidad de rollos de papel. Los electricistas tiran un cable por sobre las cabezas de los presentes. Vic- tor se arrastra por el suelo llorando y la secretaria va pidiéndoles a cada uno que se levanten de su asiento para buscar alli la batuta. Entra un por- diosero enseriando, con una mano, un papel escrito que algunos leen y otros no, y con la otra mano sostiene el sombrero y va diciendo un rezo ininteligible. Los dnicos que le dan son los electricistas, Cuando ha recorti- do, con extrema lentitud, toda la oficina sale dando las gracias con la cabe- 2a y una mano. Todo esto sucede cuando Lucia, completamente recupera- day con una coqueterfa extraa dice), LUCIA: iAy Gildardo! iQué pléyade de mujeres te rodea! (A Ramona) Sefio- ra, es un excelso placer conocerla, Dirijo la revista ‘La mujer intrépida”, me gustaria much simo hacerle una entrevista. RAMONA: iNo me diga que usted es Lucia de San Roman? LUCIA: (Encantada) La misma que se encuentra fascinada de conocerla y de ser reconocida. RAMONA: Estoy harta de que su revista saque recetas de cocina que siempre Hle- van algin condimento que no se encuentra en el mercado y que ni la Enci- clopedia Britdnica conoce. Qué bueno que la conozco, ahora tendré que explicarme qué cosa es el “tuirther”” y el “jamuikiqui” que lleva la carne a la oniresca. VICTOR: (Echado a /os pies de Ramona) He sido un inconsciente sefiora, tengo hijos que mantener, siempre he sido un hombre bueno y recto .. . MARIBEL: Gildardo, dime si vas a hablar con el director o voy directamente y le digo lo que pienso vestida de Valkiria, GILDARDO: Si reina, iré dentro de un momento, Seftor Davalos, creo que ya le trajeron todos los planos del teatro y de la ciudad. (A/ ver que no se mue- ve) iNo tenia mucha prisa? VICTOR: Ruéguele, licenciado, a la sefiora que me perdone .. . RAMONA: (Viéndo a Maribel quien desde hace mucho se ha estado retocando el ‘maquillaje) Usted es sin duda la mejor coloratura que ha existido. MARIBEL: Qué barbaridad. (A Ramona) Pero aparte de su sobresaliente inteli- gencia, es usted un encanto de mujer. GILDARDO: Preséntense: Maribel, Ramona y viceversa. RAMONA: Encantada. MARIBEL: Un placer. ERNESTO: (A Ramona) Yo soy Ernesto Heras. RAMONA: (A Maribel) Admiro mucho a las mujeres que sobresalen por su capa- cidad creadora 0 por sus conocimientos cientificos y no por influencias, ‘como todas las hijas de gobernadores y dz ministros. Es cierto que en nues- tro pais el nepotismo es nuestra forma de gobierno. (A Lucia) Usted, por ejemplo, subié por si misma, pero luego protegié durante un tiempo a Ole- garia, muchacha imbécil que seguramente un dia leyé a Corin Tellado y lo siguid como modelo. Si a usted le cost6 trabajo alcanzar una posicién Zpor qué acepta gente inepta? VICTOR: Sefora, le ruego RAMONA: (A Victor) Ya sé que es hija de su jefe éy qué? VICTOR: éY qué? Claro éQué? Si es cierto, es una verdadera tonta. La hija de mi jefe es una soberana estipida, claro que tienen influencias. Sdlo habla del dinero que tienen en Suiza. EL VENDEDOR: (Entrando y mostrando algunas léminas ilustradas) Seforas, muy buenas tardes: vengo de la Editorial Mycia para ofrecerles a crédito la nueva Enciclopedia Anecdética Hlustrada. Como ven ustedes esta bonita coleccién consta de diez y ocho voliimenes empastados en piel de bifalo y al comprar esta nueva enciclopedia el clionte recibe absolutamente grat un curso de inglés, una suscripcién a la revista “Selecciones” por un afio, un boleto para la rifa de un viaje a Disneylandia . .. (Sobre las palabras del vendedor todos se han ido acercando poco a poco, todos unidos por un deseo interior: matarlo, Sélo los electricistas permane- cen trabajando. Cuando han acabado de acercarse el vendedor comienza a ponerles libros en las manos luego les reparte tarjetas y plumas, Todos fir- man, En ese momento entra la Secretaria 1 quien observa la escena sin en- tender nada, mientras el vendedor continua su mondlogo). EL VENDEDOR: .. . Unicamente se necesita una firma y tendrdn sus libros en una semana en las puertas de su hogar. Las cémodas mensualidades se pue- den pagar en cualquier banco. Aqui se encuentra la preparacién programa- da para sus hijos, el maestro en casa . . . gracias sefiores, gracias. SECRETARIA 1: Sefior, licenciado, perdéneme, la cruz roja me Ilevd, pero me les bajé en un seméforo. Me vine porque hay mucho trabajo. Afuera esta un sefior que dice que el piano no ha Hlegado al teatro, esta también uno de los choferes que levaba el piano y me dice que acaban de chocar contra el tren. También afuera estd un sefior que pregunta por el sefior Victor Dava- los y que viene de no sé qué ministerio. Ah, también alguien espera una batuta y finalmente estan esperandolo el director de! instituto con los pe- riodistas para que haga declaraciones acerca del teatro que hoy inaugura el Instituto de Cultura y Arte del Pais GILDARDO: ZY qué les voy a decir a esos sefiores? tramow.a MARIBEL: Dites que escojan otra Suzuki VICTOR: Que le rueguen a la sefiora Ramona que me perdone. ERNESTO: Puede usted hablar de mi exposicion LUCIA: Preginteles si puedo estar en la mesa de prensa . . . y pida mi boleto pa- raesta noche. SECRETARIA 1: Licenciado, recuérdeles el aumento de sueldo delante de !os periodistas. MARIBEL: Jurame querido Gil que le planteards mi terrible problema, ta sabes cémo me he sacrificado por la épera y cémo la amo, juramelo. GILDARDO: Te lo juro. (Gildardo se dirige con pasos lentos hacia a puerta sin saber quién es él, quienes son los otros, si es de noche o brilla el sol. En su mirada esté refle- Jado el arcano y sus movimientos responden a las nuevas concepciones mi- ticas de Pedro Ferriz, mientras que Maribel en el colmo de la felicidad le canta “‘Ritorna vincitore” de la opera de Giuseppe Verdi, Aida). TELON EL yg LOS CAMALEONES Monélogo. a: Maly. PERSONAJE UNICO: LAURA. Sila viéramos a los ojos, pensarfamos que LAURA tiene 22 arios, las manos reflejarian 32; pero su boca concederia solamente 25. Ella confesaba sien. pre 24, Ahora se encuentra en su casa. El buen yusto con el que habsan sido ele- gidos los muebles y la gran cantidad de libros hacen parecer una sala deme slado elegante, sin embargo los habitar:tes de aquella casa pertenecen a lo que comtinmente llamamos clase media. El decorado podria resumirse de Ja siguiente manera: un librero con muchos libros y algunos elementos de- Corativos, cuadros en las paredes, un sofé, una mesita con un teléfono, al fondo un escritorio con un sillén de respaldo alto, en donde seguin parece alguién, que esté de espaldas al publico, se halla sentado. El teléfono esté descolgado mientras LAURA busca un libro. LAURA: Mitos y ritos, mitos y ritos, mitos y ritos. .. la rama... el principio de las religiones. . la magia. (Gritando) éPor qué se te metid en la cabeza que yo lo tenia? éTan inspirada te sientes como para comenzar tu tesis justa mente el dia de hoy? (Corre al teléfono) iMe oiste lo que te dije? Si, era a ti. Yo no tengo ese libro {No se lo prestarias a Olivia? Pues trata de ace». darte bien, yo no fo tengo. ‘Tienes que comerzar tu tesis precisame nte hoy? Pues si. éTienes que reunir todo el material? Pues ficha otro libro, éQué exhiben? iQué padre! Pero no puedo ir, tengo que hablar con rni pa. 177 trarmaova pd ahora mismo, no, no lo puedo dejar para maiiana. Mas tarde quiero salir con Dolores de compras. Bueno, si, muy bien yo te llamo. Adiés. (Con un sentimiento extrafo, parecido al dolor que produce el vacio cuan- do se mece en las profundidades de los huesos, cuelga el teléfono y lo pre- siona sobre la mesita por largo rato como para que no fuera a brincar en al- gin momento, Voltea a ver la silla, de la que s6lo ve el respaldo, y el pelo de alguien que segin parece estd sentado, duda un poco, y luego aspirando con fuerza el aire, como una gran dosis de droga que la reconforta, comien- 2a a sonreir con cierta inacencia, y luego con decision suelta el aire conver- tido en palabras). Papi, te pedi que te quedaras porque quiero hablar contigo. Ya te dije que no quiero que voltees a verme mientras no haya terminado de decirte lo que pienso. Lo que te voy a decir es como una confesion que me haga a mi misma, es como un interiorizarme ante tu presencia, es como si de pronto comenzara a resbalarme hacia el interior de mi ser y quedara volteada al re- vés, como quién voltea una media y se encuentra con sus hilos y sus costu- ras. Me pregunto por qué ti?

Anda mungkin juga menyukai