Anda di halaman 1dari 11

Historias Exitosas!

Esta es la Historia de Minor

Es el momento. Después de unos pocos años “escapando” del hecho de que algún día
necesitaría ahondar en el detalle, los dolorosos y desagradables detalles – y el increíble
final feliz – de mi historia, comprendí que ignorándolo no hacía menos en algún grado,
lo que yo soy. Y comprendí que representa una obligación decir tu historia cuando sabes
que eso podría hacer una diferencia en otros que están sufriendo, especialmente en un
área donde las historias exitosas son raras de encontrar. No hay problema, mi historia es
exitosa, pero la palabra éxito no es suficiente para expresar el éxito real de ella. Para mí
y para todos los que me conocen, mi historia no es nada menos que milagroso. No me
creen? En mi punto más bajo mis oídos fueron tan sensitivos, que viví – secuestrado –
en el sótano de la casa de mis padres, sin poder siquiera abrir las pesadas manijas
(seguros) de las ventanas porque podían ocasionar demasiado ruido, y las únicas
personas que podían comunicarse conmigo eran mis padres a través del susurro. Y
después de mi recuperación? Yo me imagino dirigiendo una Orquesta Sinfónica grande
(sí, yo, rodeado de 80 músicos ejecutando instrumentos en vivo!! Todos al mismo
tiempo!). O qué decir acerca de cuando yo estuviera en capacidad de asistir al estreno
fílmico en el cine, de la primera película que alguna vez musicalice (si, yo soy música),
sin tapones a los oídos? (Esto de alguien que no podía INGRESAR en los cines incluso
por casi una década). Creo que han captado la idea. Esta historia es prueba positiva de
que no importa en que situación. se encuentre inmerso, UDS. NO ESTAN
ATASCADOS AHÍ, y ESO PUEDE CAMBIAR. Aunque hayan situaciones imposibles
de solucionar que se escritas al respecto, no las compren, ni siquiera por un segundo.
Este fue uno de los errores críticos que yo cometí; resignarme yo mismo demasiado
pronto y demasiado fácil ante un diagnóstico que terminó siendo peor que la
enfermedad misma.

Regresemos a un día de Junio de 1993. El día de mi graduación en la universidad para


ser más exacto. Sin embargo, no pude asistir a la ceremonia. Más bien, estuve
depositado en el oscuro sótano de mis padres, las manijas cerradas, teniendo mi primera
conversación con alguien que tenía una ligera idea de las circunstancias bizarras en las
cuales me encontraba. Fue una conversación telefónica, toda en susurros. Al otro lado
de la línea, escuché una muy suave y tranquilizadora voz masculina. Esta voz me decía
que no estaba sola, que él entendía el infierno que yo vivía, y que habían formas de
hacerle frente. No que él podía cambiar mi situación, sino que había aprendido a vivir
con eso, y que yo podría hacerlo también. A quién perteneció está tranquilizadora voz?
No a otro que a Dan … Que alivio fue conectarme con alguien que estaba sufriendo en
la forma en que yo lo estaba también, después de meses de ser vista por todos como si
estuviera loca.

Antecedentes: Cinco meses antes, el primer día de mi último semestre en la universidad,


fue cuando mi mundo se deshizo. Todo comenzó al salir con unas cuantas amistades
para celebrar el primer día del semestre. Fuimos a ver una banda. Cuando entré al
pequeño club de paredes enladrilladas, estuvo tan alto el ruido que inmediatamente me
causó dolor en los oídos. Sin embargo, siendo joven e ingenua, con un rasgo
autodestructivo, tomé la decisión de permanecer en el club, lastimando mis oídos, y
tratando de divertirme como lo haría cualquier estudiante universitario que se respete.
Por supuesto no pude haber sabido que esta simple dedición alteraría el curso de toda mi
vida, en una forma tan devastadora, que las palabras no pueden expresar.

Permanecí en el club por dos horas. Cuando regresé a casa y me fui a la cama, sentí
cosas raras en mi cabeza y en mis oídos. Dormí con una almohada sobre mi cabeza,
tratando de escapar a esta extraña sensación., aunque eso precisamente amplificaba el
hecho de que mis oídos estaban zumbando. Cuando me levanté a la mañana siguiente,
fui a abrir el caño de la tina del baño y – nunca olvidaré este momento – el sonido del
agua corriendo en el pequeño caño de la tina me LASTIMO al escucharla. Fue como un
asalto a mis sentidos, y tuve que detenerlo. De esta forma comenzaron semanas/meses
de preguntarme qué tontería estaba sucediendo con mis oídos. Meses encogiéndome en
clases cuando la puerta se iba a cerrar de golpe, o cuando el profesor iba a hablar muy
fuerte, o cuando un auto fuera a pasar cómo si yo estuviera en plena calle. Irónicamente,
siendo este mi último semestre, tenía unos pocos créditos extras para utilizar. Los use
para las clases que más me interesaban; las clases de música. Después de unas pocas
semanas de ese trauma inicial, mis oídos comenzaron a sentirse más normales otra vez.
Sentí inclusive que el zumbido (ring) comenzó a disminuir. Busqué a uno de los amigos
con los que estuve en el club aquella primera noche, y le pregunté si había tenido algún
problema auditivo subsecuente luego de nuestra noche allí. El dijo que no, que había
estado bien (fue reconfortante!). Entonces continuó diciéndome que, de cualquier
forma, él ya estaba sordo de un oído desde sus días en el ejercito (NO fue
reconfortante!).

Pero muy desafortunadamente, en una de mis clases de música, adecuadamente llamada


Apreciación Musical, donde todo lo que uno hace es escuchar música, el profesor elevó
el volumen (yo me senté en mi silla, las manos en mis oídos, presionándolos como si
estuviera un objeto en ellos). Inevitablemente, yo les daba un descanso a mis brazos (es
realmente difícil para los codos presionar siempre - con el transcurso del tiempo, yo en
realidad adquirí tendinitis en ambos brazos por presionar todo el tiempo), y la música
volvía sonando atronadoramente por los parlantes, estremeciendo toda mi existencia. Y
entonces aparecieron nuevamente, el zumbido a los oídos, el dolor. Yo, estaba lastimada
todavía una vez más, y comprendiendo que ya no vivía en el mundo de lo normal. Fue
cuando llegó el momento de conseguir profesionales médicos, para mi mayor
detrimento. Vimos varios otorrinolaringólogos en mi ciudad, y todo lo que ellos
pudieron hacer fue decirme cómo el acúfeno era la manera en que se “manifiesta un
daño al nervio”, y que una vez que uno tiene acúfenos no hay nada que pueda hacerse al
respecto, sus oídos están permanentemente dañados. El consejo más provechoso fue
“solo evite el sonido”… (por favor díganme si no detectan sarcasmo). Para aquellos de
Uds que no están en conocimiento, evitar el sonido es más o menos tan fácil como
evitar la luz, darle significado a esto es IMPOSIBLE!. Uds. no pueden ver el sonido,
pero si pudieran, sería tan penetrante como la energía luminosa, y difícil de evitar
porque es invisible, y viene cuando Uds. no lo esperan. Cuando Uds. están en contra de
algo recen para que sea algo visible, por lo menos.

Las visitas a los especialistas continuaron, y estaba muerta de miedo acerca de mi


situación. A propósito, mi audición fue establecida como buena todo este tiempo, de lo
cual estuve muy reconfortada, pero eso estaba encubriendo mi experiencia diaria de que
las cosas no estaban bien en mis oídos, porque TODOS LOS SONIDOS LOS
LASTIMABAN. Y cuando digo esto, NO estoy hablando de estar irritado o aburrido de
los sonidos. Estoy hablando muy seriamente acerca de que TODO SONIDO QUE UDS.
ESCUCHEN Y QUE LES CAUSE DOLOR FISICO INSOPORTABLE EN LOS
OIDOS. Fui poco claro?.

Así, este fue mi dilema. Es obvio que prácticamente tuve que abandonar mis clases de
música, y conseguí apenas todos los créditos que necesitaba para graduarme. Y aquí yo
estuve, en un día reservado para mirar hacia delante, para las celebraciones llenas de
aspiraciones, solo recibiendo el equivalente a mi sentencia de muerte. Finalmente había
deducido lo que tenía, no gracias a ningún doctor. Después de coger un folleto en la
oficina del audiólogo, había encontrado el nombre de mi torturador, y era Hiperacusia.
Este folleto describía mi experiencia diaria, y entonces mi mamá se contactó con The
Hyperacusis Network y aquí estuve susurrándole a Dan Malcore. Y así quedó
confirmado, mi vida había sido cambiada para siempre. Ahora pertenecía a un pequeño
grupo de personas a quienes nadie entendía, y quienes nunca salían de sus casas, cuyos
días eran invertidos deduciendo como vivir de la manera más silenciosa posible. Esto
significaba, el comer, el cocinar, el bañarse; todas las cosas que la mayoría de nosotros
las damos por hechas todos los días. TODO estaba en riesgo de desaparecer de mi vida
si es que no encajaba dentro de mi nivel de tolerancia (y recuerde, el nivel de decibelios
que yo podía tolerar era el susurro de mis padres al dirigirse a mí).

El hacer todo lo que la gente normal hace a los 20’s fue obviamente imposible; buscar
trabajo, ir tras aquel muy importante ingreso a la fuerza laboral, salir por si mismo a
conseguir sus bienes. Ninguna de estas expectativas fueron mías nunca más. Quise dejar
de estar implicado. Decidí que nadie podía vivir de esta forma, que esto no era vida, y
que era obvio que eso significaba “escapar” para mi. Después de todo, vivir secuestrado
en un oscuro sótano con orejeras listas para ser utilizadas, apartado de todas las
actividades, los amigos y la vida, era análogo a vivir en un ataúd, apenas en uno
ligeramente más grande. Este sentimiento culminó una noche en mi al tomar un cuchillo
de cocina, presionándolo en mi pecho, a pocos milímetros de finalizar esta payasada de
existencia. (Felizmente mi mamá vino al sótano en ese momento, e intervino).
Sintiéndome atrapada por la vida, salí afuera (era una noche de verano). Me incliné en
el césped, cogiendo contra mi mis piernas, y lloré. Lloré como si no hubiera mañana,
porque no lo había. Lloré mi futuro a la deriva, lloré mi vida a la deriva, mientras mis
padres permanecían pendientes y miraban, impotentes de ayudarme.

En los varios años siguientes, recorrimos el país e incluso el mundo buscando


especialistas, tratamientos, y cualquier cosa que pudiera hacer una diferencia. Tuve unas
pocas victorias notorias aquí y allá, solo para comprender que ellas era apenas curitas
(benditas), alivios de corto plazo que realmente no atacaban el problema. Traté de
avanzar con mi vida lo mejor que pude. Traté de encontrar trabajos donde el nivel de
ruido fuera decente (no, las bibliotecas NO son tranquilas, ningún lugar era tranquilo
como yo necesitaba que fuera). Trabajé en una unión crediticia por algunos meses, mis
oídos me obligaron a abandonarlo eventualmente toda vez que los selladores e
impresoras en la sección se volvieron insoportables para mí. Además me trasladé a
Francia (solo cuando estuve segura de que tendría un lugar tranquilo para vivir, y el auto
más silencioso parar manejar), porque ahí era donde vivía mi prometido (y sí, el viaje en
avión fue tan difícil y malo como sus mentes lo pueden imaginar). Tomé unos pocos
cursos por correspondencia, e incluso llevé algunas clases presenciales en la universidad
(pero solo después de reunirme de ante mano con todos los profesores para explicarles
mi situación). Estuve divagando, buscando cómo podría de alguna forma, encontrar un
lugar en este mundo ruidoso. Las probabilidades no se veían buenas. Simplemente el
involucrarme cada día probaba ser un ejercicio de dolor y padecimiento. Añadiendo a
esto mucha tensión.

Así mi vida había sido succionada lejos de mí como si fuera una aspiradora, lo cual no
incluye incluso los más devastadores aspectos de todo. Desde la edad de tres años, yo
había prácticamente vivido a través de mis oídos. Toqué el piano de oído, componía,
sacaba canciones que escuchaba en cualquier lado deleitando mis padres. Crecí
escuchando y amando la música, especialmente la música en la tonalidad menor
(minor). Para aquellos que no saben, la tonalidad menor es conocida como la tonalidad
“triste”. La música en esa tonalidad tiene un melancólico, pero hermoso sentimiento.
Esta tonalidad siempre resonó profundo dentro de mí, y me empujaba a escuchar música
que sonara tal como yo me sentía interiormente. De hecho, esa fue una de las razones
por las que la clases de piano nunca funcionaron para mí. Simplemente no podía
ponerme a tocar las pequeñas canciones alegres requeridas que son prescritas a todos los
estudiantes de piano. Yo tenía un cierto tipo de música dentro de mí que necesitaba salir
afuera, y era extremadamente asfixiante cuando tenía que tocar tonaditas joviales.
Ahora saben por qué mi nombre musical TIENE que ser Minor (menor). Minor
probablemente no es el mejor nombre desde el punto de vista del marketing, pero no me
importa. No me puedo imaginar llamándome a mi misma de otra manera, porque eso es
lo que yo soy, y lo que he sido toda mi vida. Eso no quiere decir que yo sea una persona
triste en ningún sentido, y más bien la música que yo creo, aunque en tonalidad menor,
tiene en ella un ingrediente optimista, e incluso exaltado. Es una expresión no solo de
tristeza, sino de esperanza, y de la dicotomía que estas dos emociones representan para
nosotros en la vida, continuamente.

De cualquier forma, la música había sido siempre mi mejor compañera, mi combustible,


mi forma de sobrellevar la vida, toda mi larga vida. Componer e improvisar en el piano
había sido siempre mi desahogo. Y así después, tenerla arrancada lejos de mi, justo
cuando estaba comenzando seriamente a centrarme en ella, fue un incomprensible
destino maléfico, y me resigné yo mismo al hecho de que la vida era cruel, que los
sueños mueren, y que Dios era un idiota.

Con cada año que pasaba, me volví más y más resignada a este destino. Conocí a un
ángel (disfrazado de humano) y nos casamos. El me dijo que iba a resolver este
problema. Sin embargo los días y los meses pasaron, y se convirtieron en años. La vida
se me fue pasando, en efecto. No pude trabajar, no pude reunirme con gente
socialmente, y estuve aislada en mi solitario mundo de una vida negada. Necesitaba una
vía de escape, pero una con control de volumen. Entonces a mi esposo (el ángel), se le
ocurrió la idea de conseguir un piano eléctrico, uno en el que pudiera regular el volumen
HACIA abajo. Fue durante mis primeras semanas de tener este teclado que compuse La
Canción del Delfín, allá por el 2001. Creo que fue esta canción, cuando mi esposo la
escucho, que lo convenció de averiguar para ir a ver al Dr. Jastreboff en Atlanta, y dar a
esto un mayor peso. Nosotros habíamos trabajado previamente con colegas del D.
Jastreboff, pero nunca con el hombre mismo. Entusiasmada yo misma con la Canción
del Delfín, y la posibilidad de que ella se exprese a través de sus acordes danzantes
(sopesado por supuesto con su suave tristeza), me permití comenzar al menos a pensar
acerca de la expectativa de ver al Dr. (pensando en esto comencé además durante este
tiempo a componer El Despertar, sin saber que esto se volvería “El Despertar”, la
canción de mi recuperación).

Y entonces sacamos la cita e hicimos el viaje hacia Atlanta. Fue aquello que el Dr.
Pawel Jastreboff y la Dr. Margaret Jastreboff diagnosticaron y concluyeron lo que me
lanzó lejos a mí y a todo lo demás. Ellos realizaron sus tests especializados que
observaban la “salud” de mi oído interno, y después de revisar los resultados de
aquellos tests, los doctores no más utilizarían el termino Hiperacusis para referirse a mi
condición. Ellos lo reemplazaron por el de Fotofobia y Misofonía. Y cuando yo me
senté con el Dr. para recibir los resultados, nadie podría haber predicho el sorprendente
diagnóstico que ellos iban a darme. Mis exámenes auditivos resultaron normales como
era usual. Esto no fue una sorpresa para mi, toda vez que siempre lo había sido. Pero el
Dr. Jastreboff fue más allá al decir que “maestros músicos matarían por su audición”,
diciendo explícitamente que no solo NO tenía daño en mis oídos, sino que mis oídos
estaban en mejor condición que el de la mayoría de la gente. La conversación se volvió
en torno a él diciéndome que “no hay nada malo con sus oídos, entonces por qué elige
vivir de la manera que lo hace?” Este se convirtió el tema. Esto llevó a que ambos
Doctores se sentaran con mi esposo y yo, y hablen en relación a esta información de
última hora. Por supuesto que tuve muchas preguntas; acerca del dolor físico real que
sentía en mis oídos, acerca del zumbido, acerca de todas estas cosas que me habían
afectado durante una década de mi vida. Ellos me dieron algunos ejercicios auditivos a
realizar, y me colocaron los equipos para los oídos, que emiten ruido blanco a fin de
comenzar el regreso a la calma de mi altamente sensibilizada fisiología y sistema
nervioso.

No puedo decirles el sentimiento que yo dejé allí aquel día. Fue literalmente el primer
día que había sentido verdaderamente un atisbo de esperanza por mucho tiempo. Sin
embargo, como Uds. pueden imaginar, yo no pude creer lo que el Dr. Jastreboff estuvo
diciendo. Y así cuando regresamos a la vida real y no pude poner en práctica de manera
efectiva la nueva información que habíamos asimilado, mi esposo se puso furioso. El se
molestó. Yo estuve aquí con un documento limpio de salud auditiva y que hacía? Yo
aún vivía como si tuviera Hiperacusia. Porque, en mi realidad mental y en mis circuitos
neurales del cerebro (por este tiempo), yo la tenía. Hice mis terapias, las cuales
realmente comenzaron a mejorar mi tolerancia, sin embargo yo aún seguía viviendo en
el mundo del escepticismo. REALMENTE no creía lo que el experto más importante a
nivel mundial en este campo me estaba diciendo.

Todo ello me llevó a sumergirme de regreso a la forma anterior – y finalmente –sucedió


‘un episodio’, todos Uds. los conocen bien. Es cuando algo que está fuera de su control
sucede y están expuestos a un ruido que están seguros es lo suficiente alto como para
causar un daño real (no para el oído de otras personas, pero sí para el de Uds. porque
Uds. son “diferentes”). Y este episodio fue demasiado para ser manejado por mí. Mi
cerebro encontró su forma habitual de pensar, y se puso en off (se cerró). “No, esta vez
es seguro; esta vez YO SE que he dañado mis oídos. Puedo sentirlo. No hay forma de
que no se hayan dañado después de eso!” (Había en un paseo en bote y el motor era
muy ruidoso.) Y fue en este momento que mi esposo lanzó sus manos hacia arriba en el
aire y me dijo “No puedo ayudarte más con esto. Tu tienes toda la información que
necesitas, y a pesar de ello, regresas a tus antiguas formas de pensar.” (En realidad me
acompañó de regreso a Atlanta para ver al Dr. Jastreboff para una cita de “emergencia”,
y el Dr. Jastreboff realizó sus tests, etc. y me aseguró que mis oídos seguían bien). Por
su puesto yo estuve EXTREMADAMENTE a la defensiva en esta vez, sin embargo
nunca había visto este ángel humano (mi esposo) tan frustrado, y muy honestamente fue
el hecho de que este individuo gentil reclinado hacia atrás estuviera furioso conmigo, lo
que se diría me hizo considerar el comenzar a realizar REALMENTE una mirada hacia
mí misma, y a cómo podría yo estar contribuyendo a mi problema auditivo. Realmente
requiere bastante el realizar una mirada más allá de nuestras acciones defensivas
habituales. Ellas aparecen sin que Uds. inclusive se den cuenta de ello. Pero fui una
persona altamente motivada en este punto porque el hombre que había salvado mi vida
estaba a punto de abandonarme. Fue solo cuando estuve lista para cuestionar un poco de
mis “hipótesis” que comencé a ver cuán absorta me había vuelto respecto a tener este
problema.

En este momento tuve que comenzar verdaderamente a examinarme a mi misma, sin


estar a la defensiva, y a aquello que estuvo haciendo que continué viviendo en un
mundo de aislamiento, que ya no tenía por qué ser más. Es asombroso lo que Uds.
descubrirán acerca de Uds. mismos si pudieran tan solo dejarse examinar las cosas sin
necesitar defender sus maneras de actuar. Encontré que mayormente me había dedicado
en ser la víctima. Y el tener Hiperacusia realmente se volvió muy conveniente, porque
me libraba de tener que hacer muchas de las cosas que la gente normal tiene que hacer.
Toda la complicación de vivir la vida es evitada si Uds. no participan en ello para nada.
Enfréntenlo. La vida es difícil de ser navegada (vivida), y de seguro es conveniente
cuando Uds. no tienen que navegarla porque “no pueden”. Cuando Uds. no participan
de la vida, tienen una buena excusa para una sucia lista de ofensas. Uds. no tienen que
hacerse responsables de nada porque después de todo, tienen este problema auditivo que
dicta cualquier proceso de toma de decisiones. Así primero yo tuve que tener la
humildad de mirarme a mi misma y ver cuánto estuvo sirviéndome el agarrarme de este
problema cuando el experto más importante a nivel mundial me había dicho justamente

que no había manifestación física que evidencie aquello. Ciertamente eso debía estar
sirviendo a un propósito si yo estaba tan renuente de dejarlo. Cuando Uds. viven con
Hiperacusia, hay una tonelada de cosas que no pueden hacer. Hay también una tonelada
de cosas que Uds. no tienen que hacer.

Pero déjenme aclarar, Uds. no pueden sencillamente “decidir” parar de tener


Hiperacusia. Es una condición física que se refuerza a si misma en una forma negativa,
y en una forma física, y empeora a menos que y hasta que, alguien intervenga de algún
modo para cortar el ciclo. Yo encontré en mi caso, que esto comenzó por una razón, y
empeoró por las razones habituales, pero entonces descubrí que hubo también otras,
razones subyacentes, inconscientes para que no fuera capaz de mejorar. El Dr.
Jastreboff fue capaz finalmente de darme aquello que había estado buscando
desesperadamente por años; las herramientas, y la autorización, para mejorar, y aquí yo
estaba, incapaz de hacerlo.

El Dr. Jastreboff habló acerca de mis procesos de pensamiento como el asunto a prestar
atención antes que cualquier cosa más allá relacionada con mis oídos (excepto que era
aún primordial que yo haga las tácticas y ejercicios auditivos de reentrenamiento.). El le
sugirió a mi esposo que podría haber otro proceso dándose aquí, un proceso que
implicara concentrarse en algo, al punto de obsesionarse con ello. Los sonidos dañando
mis oídos, por ejemplo. ¿Y Uds. saben que cuando están constantemente pensando
acerca de algo, eso se convierte en realidad? Esto no es un nuevo palabreo psicológico;
esto es cómo los humanos operan en un nivel muy básico.

Y así una vez mi aspecto físico fue descartado de cualquier patología, hubo solo un
lugar donde dirigir la atención: mi cerebro. Yo trataré en lo posible, de resumir lo mejor
que pueda la desconcertante mezcla de lo físico y lo mental, un entretejido tan
indivisible entre las dos que resultaron imposibles de separar, resultando en cerca de una
década de mi vida, estando sumida en el aislamiento, el dolor, y el miedo al sonido. Yo
se que toda esta saga comenzó con algo real, tangible, y físico en mis oídos, debido a
una agresión a ellos, una lesión por shock acústico. El patrón usual de la Hiperacusia sin
duda había sido puesto en movimiento. Y entonces yo creí eso, debido al miedo, mi
mente tomó el control donde mi cuerpo se detuvo, representando todo aquel proceso
físico que había estado teniendo lugar; que una vez que el miedo de dañar mi audición
se implantó en mi cerebro, tomó el control y manejó el proceso mental y físico que
permitió que mi fisiología se volviera aún más sensible de lo que había comenzado
originalmente en un inicio. Porque si Uds. evitan todo sonido, se vuelven sensibles a
ello, justamente como si fueran a evitar la luz por varios días y repentinamente
caminaran por una habitación iluminada por el sol. Traten de evitar el sonido por años y
luego sumérjanse Uds. mismos en él y vean como se siente. Totalmente agobiante. De
hecho, mientras estuve viviendo en la casa con mis padres en los primeros años de esto,
debido a que teníamos que mantener la casa muy silenciosa, y mis padres cariñosamente
colaboraron, su tolerancia a los sonidos descendió también, y su percepción de qué era
“ruidoso” cambio totalmente. Sus oídos se volvieron más sensibles. Casi como si ellos
padecieran de Hiperacuisa por delegación, o algo por el estilo. Esto no solo prueba el
poder de la sugestión, sino también el impacto que el ambiente tiene en los
pensamiento y en el comportamiento.

Para ser claro, ¡NO estoy (!) diciendo que todo esto está en sus cabezas, debido a algún
exceso de imaginación. Yo se que el problema es real, los síntomas son ciertamente
reales. Lo que estoy diciendo es que justamente porque sus oídos se sienten más
sensibles de lo habitual o del promedio de las personas, esto no significa necesariamente
que ellos estén más susceptibles a dañarse. Esto es donde muchos de nosotros realmente
tropezamos, y fallamos en hacer una distinción, porque estamos muy asustados de
causarnos “más” daño. Una cosa que ESTOY diciendo es que, cómo sus mentes estén
percibiendo una situación determinará realmente su respuesta. Es como un proceso
físico que fue iniciado: los nervios y las neuronas respondieron, y los surcos fueron
establecidos en el cerebro. Siendo una música, mi mayor temor estaría en algo que le
sucediese a mi audición. ¿Alguna vez escucharon el dicho “tu creas aquello que
temes”?. Yo diría que esto es un ejemplo perturbadoramente perfecto de esto.

El diagnóstico real que surgió sobre mí al ver al Dr. Jastreboff fue una nueva toma de
conciencia de que los pensamientos que se estancan en rutinas repetitivas pueden
comenzar a dominar las experiencias. Yo entonces fui a ver a la Dr. Eda Gorbis en Los
Angeles, quien trata precisamente este problema de pensamientos que se atascan en la
cabeza. Otra forma de describir esta clase de proceso de pensamiento es un término que
Uds. probablemente han escuchado: TOC – trastorno obsesivo-compulsivo. Fue una
combinación de tratar años de reaccionar físicamente al sonido de una manera negativa,
con tratar el TOC, aquello que permitió mi recuperación. Fue un enfoque de dos
puntales. ¿Estoy diciendo que cualquiera con tolerancia colapsada al sonido tiene TOC?
NO! Yo estoy diciendo simplemente que no hay que ser muy rápido en desechar el rol
que juegan los pensamientos, los miedos y el temperamento, en determinar cuán lejos
llegará esta condición (o cualquier condición). Una razón de que la Hiperacusia llegara
tan lejos conmigo, fue debido a mi disposición, yo lo creo.

Solo para probarles a Uds. cuán lejos he llegado. Uds. hasta aquí ya saben que soy
música, persiguiendo activamente (ahora) mi carrera en el mundo de la música. Esto es
algo que NUNCA hubiera podido imaginar que estaría haciendo en los ajetreos de mis
días de Hiperacusia. Uds. conocen también hasta ahora, algunos de los aspectos más
saltantes de mi recuperación (hay realmente aún más!). Aquí hay algunos otros
ejemplos de cosas que hice en los últimos años, además de simplemente ser capaz de
soportar un día sin mayor sufrimiento, desde mi recuperación. He estado alrededor de
niños gritando a la vez por horas, trabajando como una nana (es un buen trabajo diurno
para nosotras las personas creativas). He tomado un curso de Producción de Audio
donde todo tiene que ver con CANTIDAD de audiciones a través de parlantes e
inclusive audífonos. He estado en innumerables estudios de grabación alrededor de
Seattle, donde la música es tocada muy fuerte; he estado alrededor de música en vivo
como sumergido yo mismo en el mundo de los músicos; he estado en primera fila en un
concierto grande. Por su puesto soy cuidadosa de proteger mi audición con tapones
cuando es necesario, tal como una persona normal lo haría. Yo misma no puedo creer
que sea capaz de hacer estas cosas. Honestamente. Pero las cosas no cambiaron así por
si mismas. Fue que tuve la fortaleza, y sí, eso requiere fortaleza, de mirar dentro de mi
propia mente y hurgar, quiero decir REALMENTE hurgar para analizar mis propios
procesos de pensamiento, además de hacer los ejercicios establecidos en adelante por el
Dr. Jastreboff. No es algo fácil de hacer, pero las recompensas de una auto-
introspección son inmensas, en cualquier situación.

Nuevamente, dado que esta situación está tan entretejida entre cuerpo y cerebro, trataré
de hacer una lista de los conceptos claves que fueron cruciales para mi recuperación:

SALVANDO RESPONSABILIDAD: Yo NO estoy diciendo que estos aspectos son


necesariamente parte de sus situaciones de Hiperacusia/audición, solamente que ellos
fueron parte de la mía, y que solo cuando les presté atención la recuperación vino a mí.

1. Tuve que comprender que había estado absorta en mi identidad como víctima (de las
circunstancias, del sonido), y que el vivir esa identidad de victima estuvo sirviendo
realmente para un propósito. (para mí el propósito significó que yo no tenía que tomar
responsabilidad por mi propia vida, porque “no podía). También significó que yo no
tenía que tomar riesgos. Fue una forma segura de vivir. Una muy dolorosa forma de
vivir, pero habiendo una seguridad en ello.

2. Tuve que comprender las peculiaridades de mi cerebro y cómo él trabaja. Que sujeta
fuertemente una idea y no la dejará ir, y que hay consecuencias por esta clase de
pensamiento solitario, OBSESIVO. Que cuando Uds. piensan sobre algo por un período
de tiempo prolongado, se vuelve parte de la realidad. (No, esto no es El Secreto
Reformulado, es un ejemplo sensato de cómo el mundo espiritual y el físico interactúan,
incluso cuando Uds. no lo identifican).

3. Tuve que comprender que el dicho “TU CREAS AQUELLO QUE TEMES” no es
solamente palabrería. Es realmente cierto, y yo creo que mi situación es un alarmante
ejemplo de esto, y de las devastadoras consecuencias que puede tener en el mundo real
el “temer a algo” excesivamente.

4. Que Uds. no tienen que esperar que todo sea perfecto para comenzar a perseguir
aquello que les interesa y comenzar a vivir la vida que quieren. Por ejemplo, yo aún
tengo acúfenos. ¿Es más alto/perturbador que el promedio de personas? No tengo la
menor idea. Algunas veces comienza a cogerme, pero para ser honesta, no puedo apenas
recordar cómo eso se compara con antes de que ocurriera todo este problema a los
oídos, lo que significa que pude haber estado muy bien “antes” y simplemente no lo
noté porque nadie me estuvo diciendo cuán terrible eso era. Eso depende de cuánto me
enfoco en ello. Si lo percibo como una AMENAZA, como solía hacerlo, entonces se
vuelve más grande de lo que realmente es. Cuando fui al Dr. Jastreboff, él me preguntó
cuál me molestaba más, la sensibilidad al sonido o los acúfenos, y para mí eso no era ni
siquiera una interrogante, era la sensibilidad al sonido la que había hecho mi vida un
infierno. El problema llega cuando cada vez que Uds. escuchan el ring en sus oídos, se
dicen a si mismos que su audición está dañada, y que sus oídos están dañados, y que
cada sonido los empeorará. La PERCEPCION que tengan de los acúfenos los
convertirá, o en un inocuo “sonido de la vida” (porque el silencio total no existe ni
siquiera en la vida, jamás), O los hará el peor enemigo, y a cada minuto que Uds. los
escuchen… insoportable.

5. Tuve que aceptar que nunca tendré todas las respuestas que quiero y necesito,
relativas a todo, y que se tiene que APRENDER A VIVIR CON INCERTIDUMBRE y
con circunstancias que no están cuidadosamente empaquetadas y envueltas. La vida es
complicada. Solo acéptenlo y comiencen a vivir. Un ejemplo de cómo esto se aplica es
cómo con esta condición, nosotros desarrollamos una necesidad de controlar el
ambiente. Sí, esta es una necesidad real para nuestro bienestar físico. Y claro, esto
también puede transformarse en una forma de ejercer control sobre lo “complicado” de
la vida.

Estos conceptos son los que hicieron posible mi recuperación. Aquí está la cuestión: si
no hubiera prestado atención a estos aspectos intangibles, y hubiera realizado solo el
reentrenamiento físico de desensibilización auditiva, NO me habría recuperado. Tuve
que comprender que me había vuelto absorta en esto y eso me estuvo protegiendo en
una forma extraña de tener que hacer cosas que estaba muy temerosa de hacer, por
ejemplo, seguir una carrera musical, la cual es en gran medida una proposición que
asusta, hayan problemas en el oído o no.

Si yo tuviera que establecer la lección número uno que aprendí de toda mi experiencia
en las profundidades del infierno y luego confirmarla, sería esta: La percepción que
Uds. tengan de una situación dictará su respuesta. Uds. podrían querer leer eso una vez
más para asegurarse que lo asimilaron, de tal manera que este razonamiento no pierda
su valor.

Cuando tuve dolor en mis oídos la primera vez, después del concierto ruidoso, alguien
que fue muy bien intencionado me mostró un artículo “Dos Horas Pueden Dañar Su
Audición Para Siempre”. Recuerdo que con solo leer ese artículo, sentí en forma
visceral, un miedo clavado en mí de que en efecto, había arruinado mi audición para
siempre (porque había permanecido en ese club por dos horas). Fue casi como si
solamente el título del artículo sellara el asunto para mí. Y entonces los Doctores me
dijeron que básicamente tenía que evitar el sonido, y que si se tiene acúfenos significa
que los oídos están dañados. Añadido a todo esto el hecho de que era aquello que tenía
la más alta prioridad para mí, la cosa que sería la más temida de perder, mi salud
auditiva, debido a la importancia de la música en mi vida, y sin embargo tuve un
cocktail Molotov mezclado y servido, listo para explotar. Mi percepción rápidamente se
convirtió en que mi vida estaba arruinada, nunca sería capaz de vivir normalmente otra
vez ni de hacer aquello que era más importante para mí, y que tenía que evitar todos los
sonidos para salvaguardar cualquier cosa que aún pudiera de mis oídos… y esto es
exactamente en lo que mi situación se convirtió.

Yo siento que en mí, hubieron tendencias mentales, o formas de pensar, que estuvieron
ya presentes cuando mis oídos se traumatizaron la primera vez, haciéndome más
vulnerable a una especie de respuesta en forma de espiral en descenso, que a una
respuesta al hecho sí mismo; sí, yo estuve en un lugar que estaba muy ruidoso y eso
lastimó mis oídos, pero mi audición estaba totalmente intacta y con el pasar del tiempo,
ellos (los oídos) se recuperarían si era dada la oportunidad, y quizá con una pequeña
ayuda.

Nuevamente, puesto que cada situación es muy diferente, no me atrevo a decir que estos
mismos aspectos están dándose al interior de otras personas con Hiperacusia, Lo que yo
recomendaría sin embargo, es que Uds. por lo menos se pregunten si algunos de estos
conceptos PODRIA aplicarse en Uds., incluso en alguna forma leve (como decir el 1%
de su ecuación total de Hiperacusia). En mí ellos jugaron un LARGO porcentaje de mi
ecuación. Esto quiere decir que, después de años de pensar/vivir/reaccionar de esta
forma al ruido, mi fisiología se adaptó a eso (como siempre lo hace la fisiología), y mi
sistema nervioso simpático se volvió altamente sensible al sonido, más de lo necesario.
Porque si yo he convencido a mi cerebro que el sonido es una amenaza para mí, mi
cerebro se asegurará de que mi cuerpo reaccione al sonido en una forma que se proteja a
si mismo; por ejemplo, tensándose, tomando medidas drásticas para evitar el sonido.
Además de esto los circuitos neurales que estaban distribuidos, los surcos que se habían
vuelto más y más profundos en el cerebro con cada día que transcurre de
comportamiento fonofóbico, y por su puesto, después de diez años de esto, se requirió
también de los equipos de reentrenamiento a los oídos prescrito por el Dr. Jastreboff,
para atender la fisiología que yo había desarrollado y profundizado. Esto es en parte el
por qué mi recuperación tomo tiempo. Realmente tuvo lugar en un par de años, porque
como Uds. podrán imaginar, es duro revertir patrones que están tan profundamente
enraizados en la psique así como en la fisiología. Después de todo, mi vida entera de
adulto se había ido viviendo de este modo. Y ahora, es como si yo estuviera viviendo
como un adulto normal por primera vez en muchos años. Estoy funcionando mejor que
nunca en cada nivel. Finalmente estoy haciendo la música que Dios puso dentro de mí.
El primer álbum estuvo en camino desde hace bastante tiempo, y sufrí MUCHO para
llegar al momento de hacerlo. Ahora Uds. entienden muchísimo más por qué es tan
adecuado que mi álbum debut se llame “El Despertar”, y para aquellos que buscan el
significado detrás del álbum, apreciarán mejor cuánto pagué en sangre, sudor y lágrimas
para crear esta música. Quizá incluso lo considerarán como prueba del milagro (que lo
es ciertamente para mí), o por lo menos, como una potente muestra de esperanza. (El
sello discográfico que cree se llama MUSICA QUE SIGNIFICA ESPERANZA,
consecuentemente).
Es mi deseo que el escribir esta historia será de ayuda para alguien, en algún lugar, que
piense – no, que esté seguro – que su vida está acabada. ¡NO PIERDAN LA
ESPERANZA! Sea que su situación se asemeje a la mía, o no en absoluto, la línea de
fondo es que el cerebro juega muchísimo más de lo que Uds. consideran. Es algo difícil
porque es totalmente inconsciente. Yo mismo no puedo creer esta historia, y que fui yo
quién la vivió. Sí, hay “blanco y negro” en la vida, pero sus cerebros juegan en TODO,
incluso en las cosas dentro de las categorías blanco y negro. Entonces vayan adelante y
“jueguen” con ellas. Les apuesto que estarán asombrados de lo que encontrarán. Para
haber estado una vez ahogándome en el agua, y ahora estar en el bote salvavidas. Yo
estoy aquí para sacarlos, también. He extendido mis manos a Uds.; ahora son Uds.
quienes deben sujetarse fuertemente.

______________________

Título original del artículo: Success Stories! – This is Minor’s Story


Fuente: página web The Hyperacusis Network (http://www.hyperacusis.net/), sección:
Success Stories.
Traductor: Julio C. Flores (http://lahiperacusiayyo.blogspot.com)

Artículo traducido y publicado con autorización del creador y editor de la fuente.

Enero-2010

Anda mungkin juga menyukai