Así actuamos en la mayoría de las tareas complejas, poseemos una idea general de hacia
donde queremos ir y confiamos en que podemos lograrlo, luego nuestro organismo se
encarga del resto, coordina nuestras destrezas de manera que se sincronicen como los
músicos dirigidos por el director, en realidad cuando estamos coordinados actuamos con
ritmo, como si una melodía se desplegara, una melodía que por momentos nos lleva como
la corriente de un río lo hace con una barca.
Pero cuando algo nos asusta, cuando nuestros sistemas de alerta entran en acción, se
rompe el ritmo, se corta la melodía, y ya no podemos actuar con eficiencia, cuando
la confianza no existe. Esta distinción es importante debido a que cuando percibimos
peligro y nos ponemos en alerta, si existe la confianza podemos actuar aún con mayor
eficacia debido a la presencia de la adrenalina en nuestro sistema, pero si la confianza
falta y se activan nuestros sistemas de alerta ocurre la parálisis y no se puede actuar
correctamente.
Ahora bien, aquí es necesario destacar que la confianza no constituye un factor separado
de la destreza, la confianza es la sensación que poseemos de nuestras capacidades reales.
Si una persona no posee las destrezas necesarias para realizar una tarea de nada sirve
hacerle creer que puede realizarlas. Es más, infundir falsa confianza conduce a un choque
aún más doloroso con la realidad, choque del que será muy difícil salir. Pocas cosas
afectan tanto la confianza como fallar donde creemos que no lo haremos.
Pero veamos porqué se toma el tema de la confianza como elemento que puede de alguna
manera modificarse de manera de influir sobre el comportamiento de las personas. Una
persona puede tener confianza en sí misma pero no disponer de las destrezas que la
sostengan, por lo que la conducirá a que el fracaso sea aún más doloroso cuando falle.
Ahí es contraproducente infundir confianza. Pero a veces se da el caso de personas con
perfil bajo que poseen destrezas claramente verificables, pero que por alguna razón su
confianza no se encuentra acompañando la destreza. La confianza es necesaria y debe
reflejar nuestras aptitudes reales, debe informarnos de lo que podemos y no podemos
hacer de manera que nos permita realizar elecciones y ponderaciones de situación
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Cuaderno
Este constituye un ejemplo muy ilustrativo de cómo la confianza puede ser dañada y
de cómo pueden aparecer obstáculos que sólo son psicológicos. Pero se debe tener en
cuenta que lo importante en un primer punto es la potencialidad real y luego la confianza
subordinada. Los vendedores de sistemas de autoayuda hacen trampa para ganar dinero,
invierten los términos y le hacen creer a las personas que las potencialidades son
secundarias y que lo importante es la confianza que podría modificarse y con ella luego
aumentar las potencialidades que serían infinitas. No, no son infinitas. A estos vendedores
de espejitos de colores les encanta transmitir ideas falsas como las que dicen que sólo
empleamos un 10 % de nuestro cerebro, cosa imposible de comprobar hoy. O que los
logros requieren de un 9% de inspiración y talento y el resto de transpiración. Una forma
de definir el talento es la de poseer la capacidad de realizar tareas complejas sin esfuerzo.
Tomen a un Maradona en su mejor momento donde era invencible e inigualable, traten
de entrenar a un jugador de menor nivel hasta que alcance un desempeño similar, no
podrán. No existe esfuerzo que sustituya el talento. Claro, para algunas tareas no se
requiere talento y el esfuerzo puede ayudar. Pretender que alguien siga una carrera
para la que no posee talento innato puede conducirlo a un fracaso tan rotundo que su
autoconfianza jamás podrá recuperarse. Lo peor de todo es que la pérdida de confianza
se transferirá a otros sectores de la vida. Alguien que fracase en el área de su vida
que considera más importante -con la que se encuentra identificado- sentirá que es un
completo fracaso en toda su vida.
La confianza es indispensable para los grandes logros, pero el talento, el poseer las
potencialidades necesarias es imprescindible. Y no puede separarse la confianza de las
potencialidades reales como hacen los vendedores de falsas ilusiones.
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Cuaderno
se aprende a sufrir, nada más, y a experimentar desagrado por hacer aquello que provoca
dolor.
Destaco al final de este artículo que esos consejos tontos que siempre se dan tratando
de animar a las personas cuando han perdido la confianza, no sirven de nada, menos
recomendar la reprogramación de las frases interiores por frases de índole positiva
del tipo “Yo Puedo”. Estas frases logran el efecto contrario porque chocan contra la
imaginación de la persona que no cree que sean ciertas.
Los tontos creen que todo pasa por ser positivos y decirse continuamente “Yo Puedo”. Sin
potencialidades esas frases sólo reflejan lo tonto que se puede llegar a ser.