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Segunda Parte | ¡SIGANME!

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SEGUNDA PARTE: ¡SIGANME!

Día 9
RENDICION
Vida a través de la muerte

“Jesús les dijo entonces: ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Les
aseguro que si el grano de trigo al caer en la tierra no muere, queda el solo; pero si muere, da
abundante cosecha. El que ama su vida, la perderá; pero el que desprecia su vida en este mundo,
la conservara para la vida eterna.” (Juan 12:23-25)

Una de las evidencias más convincentes de la inspiración de las Escrituras se encuentra


irónicamente en las paradojas que contienen. La sabiduría de Dios es absolutamente opuesta a la
forma normal de pensar de los hombres. La victoria viene por medio de la rendición. La fuerza
llega por medio de la debilidad. La vida viene por medio de la muerte. Tales conceptos no son
difíciles de aceptar intelectualmente si somos seguidores de Cristo. Pero poner estas ideas en
nuestros corazones, de forma que infiltren nuestro pensamiento y nuestras acciones, es una cosa
diferente. Negarnos a nosotros mismos y cargar nuestra cruz diariamente es muy difícil. La
rendición voluntaria no resulta fácil. Las cruces no son ni cómodas ni agradables. Pero el camino al
Gólgota sigue siendo nuestra única forma de llegar a casa. Cristo no puede formarse en nosotros
hasta que no somos crucificados con él (Gálatas 2:20, 4:19).
Jesús vino a dar su vida para liberarnos de la esclavitud. La dificultad de ganar la libertad es
que la esclavitud está arraigada mucho más profundamente de lo que con generalidad
imaginamos. El problema no reside en los pecados específicos; lo más importante es la raíz del
pecado, la rebeldía contra Dios y su ley trajo como consecuencia el deseo del hombre de querer
ser como Dios. Adán y Eva querían ser como Dios y epatar en su lugar. El deseo de tener control
está arraigado en lo profundo de nosotros. Nos convertimos en adeptos manipuladores de la
gente y de las circunstancias, y somos tan osados que hasta intentamos hacer lo mismo con Dios,
¡el egoísmo es un pecado que se esparce!
Jesús vino a librarnos de esa enfermedad mortal. Santanas, sin embargo, siempre trata de
diluir lo que Jesús hizo con un sustituto que no satisface. Satanás nos engaña haciéndonos cambiar
la esclavitud del pecado, por la esclavitud de una religión sin fuerza. Somos muy fáciles de engañar
porque el camino de Dios se ve demasiado difícil. Por lo tanto, evitamos la cruz y continuamos
viviendo para nuestras propias tendencias egoístas. Podemos parecer espirituales y actuar
espiritualmente, pero todavía somos controlados por nuestra vieja naturaleza.
Cuando este fenómeno ocurre, nuestras vidas no cambian en el nivel más profundo, y por
eso seguimos luchando prácticamente con los mismos problemas con los que lucha el mundo. Si
esta falla continua por mucho tiempo nos vamos a sentir fuertemente tentados de volver al
mundo. Quienes toman este camino dicen ser más felices. En alguna época habría discutido con lo
que dicen pero ahora no lo hago. Si, son más felices. La única carga más pesada que el pecado es
el yugo de una religión sin poder. Intentar practicar un cristianismo basado en el esfuerzo propio
no puede satisfacer las necesidades más profundas del alma ni puede durar para siempre.
Toda la biblia está diseñada para ayudarnos a ver nuestra lamentable falta de bondad y
poder. Solo cuando nos sentimos astiados de nuestra vieja naturaleza estaremos lo
suficientemente convencidos de entregarnos a Dios de manera total. Cuando llegamos a ese punto
hasta estamos dispuestos a enfrentar la cruz. Parece preferible matarnos a nosotros mismos a
seguir con la misma vida. Es entonces cuando estamos listos para crucificar el orgullo y el egoísmo
y rendirnos ante Dios. La mayoría de nuestras crisis están diseñadas para que nos rindamos y
crezcamos. Hasta Jesús fue refinado para su obra a través del sufrimiento (Hebreos 5:8-9).

“Si fuera mío todo el reino de la naturaleza, sería un regalo demasiado pequeño. Un amor tan increíble tan divino
exige mi alma, mi vida, mi todo.” ISAAC WATTS
SEGUNDA PARTE: ¡SIGANME!

Ni pensemos que vamos a madurar sin el sufrimiento (Hebreos 12:5-11; Santiago 1:2-3).
Es por medio de muchas dificultades que entramos en el reino de los cielos (Hechos 14:22). Y
muchas de estas dificultades surgen porque nos rehusamos a someternos y, por lo tanto, se nos
tiene que enseñar de nuevo lo inútil que es confiar en nosotros mismos. Si tenemos el corazón
duro y somos testarudos, meramente reanudaremos nuestros esfuerzos de levantarnos a nosotros
mismos. En este caso, la mayoría de nuestras soluciones solo prolongaran la batalla y obstruirán
nuestro camino a la libertad.
Nosotros, los seres humanos, somos peores enemigos. Queremos el control, queremos
nuestro propio juicio, nuestras propias opiniones, nuestros deseos, ¡nuestro poder! Nos
rehusamos a negarnos a nosotros mismos diariamente y rendirnos ante Dios. Por lo tanto, el
fracaso y la frustración nos acosan de nuevo. Mucha de esa rabia y frustración en realidad esta
dirigida a Dios, aunque no nos demos cuenta. Podemos echarle la culpa por no responder a
nuestras oraciones como nosotros pensamos que debería hacerlo. En verdad, a veces nuestras
oraciones son meras peticiones para que Dios apruebe nuestros deseos egoístas. Por lo general,
tenemos más de nosotros mismos en nuestra religión de lo que creemos.
La rendición, o el morir a uno mismo, es una ruptura con el control que tenemos de
nuestras vidas. Nos volvemos deseosos de doblegar ante Él nuestra vida, nuestra salud, nuestras
familias, nuestras finanzas, nuestro futuro y nuestros planes. Deseamos aceptar lo que
necesitamos en lugar de porfiadamente insistir en lo que queremos. En esencia, dejamos que Dios
sea Dios en nuestra vida diaria. Sorprendentemente lo que sigue es una vida real, mientras una
gran calma invade todo nuestro ser; paz conocida como una “…paz, que es más grande de lo que
el hombre puede entender” (Filipenses 4:7). El verdadero significado y propósito de tu vida entran
en tu campo de visión y comienza la productividad. ¡La crucifixión da paso a la resurrección!
Aunque entendamos el concepto de la sumisión en el plano intelectual, puede resaltarnos
mucho más difícil entregarnos emocionalmente a Dios. Todos luchamos para mantenernos
emocionalmente a Dios. Todos luchamos para mantenernos sumisos a Dios todo el campo. Pero
¿Cómo podemos cargar la cruz de la autonegación diariamente?
Primero, tienes que estar completamente comprometido con la idea. Cualquier duda o
reserva te impedirá rendirte ante Dios. Lee Juan 12:23-25; Lucas 9:23-24, 14:25-33. O somos
nosotros el señor de nuestras vidas o Dios es el Señor de nuestras vidas, pues no puede, haber
punto medio. ¡Entrégate o terminas fuera!
Segundo, comprométeme orar acerca de la sumisión. Ora por tu decisión de someterte.
Esta dispuesto a estar dispuesto. Como la fe, la rendición y la confianza son muy parecidas, ora:
“me rindo; ayúdame con mi falta de sumisión”. Ora por todas las formas específicas en las que
necesitas someterte.
Tercero, comprométete en una relación con otro discípulo. Comparte tus convicciones y
tus planes. Se abierto acerca de las luchas que tienes en tu esfuerzo por rendirte a Dios. Pide
ayuda y oren juntos por eso.
Cuarto, comprométete a reducir lo que te hace sentir seguro. Has cosas para Dios que
sabes que no puedes hacer sin su ayuda. Nunca dejes pasar una oportunidad para servir. No dejes
que el temor te detenga, pues fácilmente puede producir cobardía en lugar de sumisión. Lee 1
Corintios 2:1-5 y 2 Corintios 12:7-10.
Finalmente, date cuenta de que la sumisión trae la libertad total. Con Dios en control
puedes relajarte y disfrutar de la vida viviendo en su fortaleza. Déjate llevar y deja que Dios te
guie, ¡y la vida a través de la muerte dejara de ser una paradoja confusa!

GORDON FERGUSON (Boston, EE.UU.)


Para mas estudio: Isaías 42:5-7; Mat. 26:36-46; Colos. 1:13-14,2:8; 2 Tim. 2:25-26; St. 4:1-3

“Si fuera mío todo el reino de la naturaleza, sería un regalo demasiado pequeño. Un amor tan increíble tan divino
exige mi alma, mi vida, mi todo.” ISAAC WATTS
SEGUNDA PARTE: ¡SIGANME!

Día 10
NEGARSE A UNO MISMO
Negarse sin lamentarse

“…Jesucristo dio su vida por nosotros; así también nosotros debemos dar la vida por nuestros
hermanos” (1 Juan 3:16)

Y Jesús dijo “¡Suficiente! ¡Haz que él lo haga, no yo! ¡Esa no es mi responsabilidad! Estoy
cansado; deja que alguien más lo haga. ¡Lo hare más tarde! ¿Por qué yo? Hazlo tú. Es demasiado
tarde y ya hice suficiente. Ese no es mi trabajo. ¡Déjame en paz! Lo hare a mi ritmo y cuando me
provoque”.
Jesús tuvo muchas oportunidades para decir esas cosas, pero nunca lo hizo. Ni siquiera
cuando lo llevaron a la cruz pronuncio tales palabras. En cada situación el hijo de Dios se negó a si
mismo y fue fiel a su palabra y a su llamado.
¿Qué es negarse a si mismo sino la decisión de rendir nuestras vidas constantemente?
Tema poco querido en los seminarios de negocios, los simposios de desarrollo personal o similar,
el negarse a uno mismo es lo más importante para seguir a Jesús. Nadie puede seguir a Jesús por
mucho tiempo sin convicción de negarse a sí mismo y sin escuchar su reto para que hagamos lo
mismo. La lucha de Jesús en Getsemaní nos muestra que debemos pelear la batalla para negarnos
a nosotros mismos y ganarla por medio de la oración (Mateo 26:36-46). Aunque amaba a Dios con
todo su corazón, fue a ese lugar con su voluntad separada de la del padre. La copa que Dios puso
delante de Él fue una que no quiso tomar. Sin embargo, por medio de una oración agonizante, de
meditar, de más oración, se rindió a lo que Dios quería y unió su voluntad con la de Él. Si Jesús no
se hubiera negado a si mismo no habría habido ninguna cruz. Sin la cruz no habría salvación
nuestras vidas dependían de que Él dijera “NO” a si mismo.
Al día siguiente, esta vez sangrando mientras colgaba de la cruz. Jesús nos enseño otra vez
la lección de negarse a uno mismo. Seguramente tentado a enfocarse en su propio, perdono a sus
torturadores (Lucas 23:24), le predico a un criminal (Lucas 23:43) y se hizo cargo de su madre (Juan
19:27). Jesús fue un claro ejemplo de su enseñanza con respecto a negarse a uno mismo. Estaba
convencido de que era lo correcto y de que Dios lo bendeciría. ¡Inspirémonos con su ejemplo y
sintámonos animados a imitarlo!

“Si alguno quiere ser mi discípulo, niéguese a si mismo…” (Lucas 9:23).

Cuando nos presentan a Jesucristo, nos sentimos atraídos por su amor, su inspiración y su
preocupación por los demás. Nos llama a imitarlo y eso nos excita. Pero no hay forma de amar y
servir a otros como lo hizo Jesús y al mismo tiempo evitar negarnos a nosotros mismos. Cualquier
imitación que pongamos en negarnos a nosotros mismos seguramente limitara nuestra utilidad
para Él y la forma como Dios nos puede bendecir.
Hay ocasiones en las que negarnos a nosotros mismos es algo natural. Mi esposa y yo
tenemos dos hijas y somos los guardianes del hermano de mi esposa. Es relativamente fácil
levantarse a cuidar de estos familiares especiales cuando están enfermos o necesitan nuestra
atención. Pero cuando tenemos que negarnos a nosotros mismos por un extraño, eso es amor es
un plano totalmente diferente. Más Jesús nos ha enviado al mundo para que amemos a los
extraños y hasta a los enemigos. Esto no significa ofrecerles algunas migajas sino darles todo lo
mejor de nosotros.

“Si fuera mío todo el reino de la naturaleza, sería un regalo demasiado pequeño. Un amor tan increíble tan divino
exige mi alma, mi vida, mi todo.” ISAAC WATTS
SEGUNDA PARTE: ¡SIGANME!

Sin importar en que parte del mundo vives. Hay necesidades a tu alrededor. Sólo abre los
ojos y podrás encontrar infinidad de formas de ayudar, de servir, y de transformar la vida de
alguien. Es evidente que la voluntad de Dios es que veas las necesidades y las cubras (Mateo
25:31-56). Si tu tendencia es pensar “¿Por qué yo?”, sólo recuerda que 1. Eres un discípulo, 2 está
bien, y 3 Dios lo bendecirá.
Un día de negarse a uno mismo debe comenzar con una mañana de preparación.
Seguramente Jesús pudo lavar los pies de sus discípulos al final del día porque al comienzo del
mismo estuvo preparando su mente por medio de su comunión con Dios. Decide temprano en el
día, que no vas a estar demasiado ocupado como para notar a los demás, o tan consumido con tus
cosas que no puedas ayudar a otros. Cuando salgas por la puerta de tu casa ora a Dios para que te
ayude a olvidarte de ti mismo y te permita ver y cubrir las necesidades de otros.
A medida que crees en como negarte a ti mismo, recuerda el viejo dicho del hijo del
carbonero que no tenía zapatos. El mundo puede conocerte como la persona que ayuda a todo el
mundo; pero ¿Te conocen en casa? ¿Trabajas en negarte a ti mismo de 9 a 5 solo para olvidarte de
ello inmediatamente después de entrar en tu casa? ¡Haz que se convierta en tu vida! Transfórmalo
en un rasgo de tu carácter. Pelea por eso, y restáuralo constantemente por medio de la oración, el
estudio y la decisión. Decide que nunca vas a abrir la puerta hasta que estés listo para entrar y
convertirte en alguien que lo da todo y no toma nada a cambio.
Cuando las situaciones de nuestra vida cambian también lo hacen nuestras oportunidades
de negarnos a nosotros mismos. Cuando tenemos un nuevo compañero de casa o una nueva
esposa, nuevos niños, o hasta un nuevo discípulo, vamos a enfrentar nuevos retos que revelaran
nuestro carácter. ¿Cómo los ves? ¿Los ves como una carga o como oportunidades de darte a ti
mismo de manera diferente?
Jesús entrego su vida una y otra vez hasta que ya no hubo nada más que dar. Pero nunca
se arrepintió de ello, ni se quejo, porque la semilla que cae al suelo y muere produce mucho fruto.
Vayamos a la cruz y neguémonos a nosotros mismos una y otra vez, hasta que ya no haya
nada más que dar.

JAVIER AMAYA
Ciudad de México, México

Para mas estudio:


Romanos 5:1-11;
Filipenses 2:1-11;
Santiago 2:14-26
1 Juan 3:11-28

“Si fuera mío todo el reino de la naturaleza, sería un regalo demasiado pequeño. Un amor tan increíble tan divino
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Día 11
HUMILDAD
Las alturas de la humildad

“Tengan unos con otros la manera de pensar de quien está unido a Cristo (…) que
renuncio a lo que era suyo y tomo naturaleza de siervo (…) se humillo a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte, hasta la muerte en la cruz.” (Filipenses 2:5, 7-8)

“Quiero ser una persona humilde”. Palabras que raramente se escuchan y que mucho
menos se practican. Predicar, enseñar o escribir sobre la humildad es difícil. El oyente, por lo
general, asume que el maestro es un experto en el tema, pero esto no está escrito por un experto.
De verdad, ¿Quién ha entendido lo que es la humildad? Si crees que lo has hecho, ten cuidado. Sin
embargo, al pie de la cruz podemos ver el ejemplo de Jesús y sentirnos motivados hacia la
humildad genuina. Aunque tenemos que seguir luchando contra el orgullo. Jesús en la cruz puede
romper con nuestros patrones normales y enseñarnos a caminar en la humanidad.

En el mundo, a menudo se asume que la humildad quiere decir ser tranquilo, pasivo,
suave, débil, alguien a quien hay que “animar”, apático y sin convicciones. La persona “humilde”
es el solitario que se aparta de los demás. ¿Se te parece esa descripción a Jesús? Definitivamente
no es el Jesús que veo en los evangelios. Jesús fue un hombre de pasión, propósito y convicciones
profundas. Abrazo su tarea, enfrento a sus oponentes y se dirigió decidido a cumplir su objetivo.
No fue ningún debilucho, pero fue humilde. Fue humilde camino a la cruz y fue humilde el día que
fue a la cruz.

Jesús primero se humillo y tomo la verdadera naturaleza de un sirviente. Aunque en su


naturaleza real era Dios (v. 5), se hizo servidor de su Padre y de los hombres. Lavo los pies de sus
discípulos, toco al leproso y obedeció a su padre en todo. No se considero demasiado bueno para
esas cosas. No pensó que alguien más tenía que hacerlo.

Jesús corono una vida de servicio y “…se humillo a sí mismo, haciéndose obediente hasta
la muerte, hasta la muerte en la cruz.”: esta es la frase que debe capturar nuestra atención. El
antiguo Testamento enseña que cualquiera que fuera “Colgado” en un árbol seria maldito por Dios
(Deuteronomio 21:22-23). Era un símbolo del juicio y el rechazo de Dios. Aunque inocente y
completamente obediente, Jesús dejo que lo maldijeran. Jesús permitió que el Padre lo rechazara
para que nosotros no tuviéramos que ser rechazados (2 Corintios 5:2; Gálatas 3:13). Hizo lo que
tenía que hacer y tomo lo que no se merecía. No porque no supiera que mas hacer, sino porque
tenía su enfoque en nosotros. Él fue humilde, Él no discutió sino que obedeció y fue. Puso la
confianza en quien juzga con justicia (1 Pedro 2:23).

¿Estás listo para probar tu humildad? Pregunta numero 1. ¿Cómo te sientes acerca de
servir? ¿Te ves como un servidor de Dios, del reino, de tu vecino? ¿Qué hay de tu esposa, de tu
esposo, de tu enemigo? ¿Hay otras formas de servir que consideras que están por debajo de tu
nivel? Aquellos que son humildes son servidores y no solo en apariencia, también de corazón.
Pregunta numero 2. ¿Confías en Dios aunque el hacerlo implique ponerte en una posición más
baja o tener que sufrir por los demás? En otras palabras, ¿Eres obediente aunque eso no te haga
“lucir bien”, porque tienes confianza en quien juzga con justicia? No existe la verdadera humildad
sino hay fe. La humildad nos llevara a niveles que solo pueden mantenerse por Fe.

“Si fuera mío todo el reino de la naturaleza, sería un regalo demasiado pequeño. Un amor tan increíble tan divino
exige mi alma, mi vida, mi todo.” ISAAC WATTS
SEGUNDA PARTE: ¡SIGANME!

Cuando te detienes al pie de la cruz y ves el corazón de Jesús, ¿produce esta escena un
cambio en tu perspectiva? ¿Todavía te parece tan difícil decir: “Lo siento perdóname he pecado”?
Cuando ves a Jesús, humilde, tomando nuestra culpa. ¿Puedes pecar deliberadamente, estar a la
defensiva, estar amargado o guardar rencor?

Con humildad renuncias a ti mismo, pero en el proceso encuentras a Dios y te encuentras


a ti mismo. Mira la respuesta bíblica a cuatro preguntas importantes: 1. ¿Dónde vive Dios? Con los
humildes y los arrepentidos (Isaías 57:15). 2. ¿A quien estima Dios? Al que es humilde y de espíritu
arrepentido y tiembla ante su Palabra (Isaías 66:2-3). ¿Tiemblas ante su palabra? ¿Te cambian tus
tiempos con Dios? ¿O solo te arrepientes después de que te “hablan fuerte”? 3. ¿Quién recibe la
gracia de Dios? No los orgullosos, pues Dios se opone a ellos, sino los que son humildes (Santiago
4:6). ¿Alguna vez has sentido que Dios se opone a ti? ¿Se te hace difícil sentir su gracia? Muchas
veces la oposición que sentimos es Dios mismo tratando de enseñarnos a ser humildes y a confiar
en Él. ¿Se les hace fácil a las personas acercarse a ti? ¿Es la confesión algo normal para ti? ¿De
verdad quieres experimentar la gracia de Dios? Abre tu vida a un hermano o una hermana. Se real
para que la gracia pueda entrar a tu vida. 4. ¿A quién levanta Dios? A quienes se humillan a sí
mismos bajo su poderosa mano (1 Pedro 5:5-6). Cuando nos resistimos a Dios alejamos de
nosotros la mano que puede ayudarnos. Durante mis momentos difíciles Dios es quien me levanta.
Dios me ama, y me ama lo suficiente como para dejarme aprender a ser humilde. Él me humilla,
pero sólo para que pueda levantarme. “por eso, Dios le dio el más alto honor…” (Filipenses 2:9).
¿A dónde te lleva la humildad? A Jesús lo llevo a lo más alto, y Dios levantara a todos los que son
humildes a la misma altura, desde donde reinaran junto con Cristo.

¿Quieres que Dios viva en ti? ¿Quieres el aprecio de Dios’ ¿quieres la gracia de Dios?
¿Quieres que Dios te levante? ¡Ponte de rodillas, pon tus ojos en la cruz, y humíllate

TOM FRANZ
Springfield, EE.UU.

más estudio:
Deuteronomio 8;
Santiago 3:13-18,
4:4-10;
Tito 3:1-2

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Día 12
FORMA DE VIDA
Todos los días

“si alguno quieres ser discípulo mío, olvídese de su mismo, cargue con cruz cada día y
sígame.” (Lucas 9:23)

La cruz diariamente, la cruz cada día, la cruz no solo los domingos. La cruz como una forma
de vida. Ese era el punto de Jesús.
¿Te acuerdas cuando decidiste morir con Jesús en el bautismo? ¿Te acuerdas como latía tu
corazón? Estabas atan convencido, tan lleno de fe, tan seguro del amor incondicional y abarcador
de dios. Todos los discípulos han experimentado la misma muerte y la misma resurrección a una
nueva vida. Antes del bautismo nos hicimos conscientes de nuestra propia muerte espiritual.
Estábamos muertos en nuestro pecado. Luego algo increíble sucedió. La cruz se hizo evidente.

Recientemente, estudiando la Biblia con una amiga busque ayudarla a entender porque
Jesús debía morir en la cruz por nosotros. Más que nada quería demostrarle cuanto la ama Jesús y
como hizo lo que hizo para que ella pudiera tener una relación con Él. Juntas sacamos las lágrimas
de nuestros ojos cuando entendió por primera vez que Jesús había muerto por ella
personalmente. ¿Qué clase de dios haría un plan así? Mi Dios y el tuyo.

La respuesta de mi amiga fue “¿Qué puedo hacer para merecer ese amor?”. Y
simplemente le respondí; “Nada”. No existe ningún acto de sacrificio, obediencia o devoción a
Dios que pueda ganarte su amor. “pues por la bondad de Dios han recibido ustedes la salvación
por medio de la fe. No es esto algo que ustedes mismos hayan conseguido, sino es un Don de
Dios” (Efesios 2:8) deberíamos ser motivados por una increíble sensación de aprecio y
agradecimiento.

El Salvador colgado de un tronco de madera por nuestros pecados tales como: infidelidad
a nuestro esposo (a), pensamientos de lujuria, abortos, prejuicios, amarguras, malas actitudes,
celos, orgullo, odio, cobardía, falta de amor y nuestra falta de fe. Pero en el bautismo accedimos a
la cruz y fuimos perdonados y resucitamos a una nueva vida. Pero nunca fue el plan de Dios que
esas convicciones se disiparan rápidamente sino que, por el contrario, se convirtieran en una
forma de vida día a tras día.

La cruz y la resurrección no fueron eventos para una sola ocasión. Si la cruz no es nuestro
estilo de vida, entonces lo será el pecado (romanos 6:16). Pero cuando la cruz es diaria, la
resurrección también es diaria.

Todos los días debemos morir al egoísmo y resucitar al sacrificio, morir a la codicia y
resucitar a la generosidad, morir a la cobardía y resucitar a la valentía, morir a la insensatez y
resucitar a la sabiduría, morir a la irresponsabilidad y resucitar a la disciplina, morir a la
inseguridad y resucitar a la confianza.

Hacer de la cruz tu estilo de vida significa lidiar rápidamente con el pecado. Significa
admitir que has pecado y confesarlo a Dios y a los demás. Significa arrepentirse rápidamente y no
dejar que le pasado te arrastre con el por días o semanas. Dios quiere que cada uno de nosotros

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SEGUNDA PARTE: ¡SIGANME!

tenga una vida plena y llena de felicidad, una vida de impacto. ¿Esta así tu vida? Si no lo es, tal vez
sea el tiempo de pedir ayuda y encontrar las soluciones necesarias para que puedas cambiar.

Cuando se te hace difícil cargar tu “cruz”. O negarte a ti mismo, o creer que Dios está
contigo, ¿Qué haces? ¿Te encuentras en ti mismo y no hablas? ¿Comes o duermes en exceso, te
vuelves rebelde? ¿O buscas que te recuerden el amor que Dios te ha expresado por medio de la
cruz? ¿Profundizas en la palabra de Dios? ¿Oras hasta obtener una perspectiva espiritual? ¿Llamas
a otro discípulo cercano a tique puede ayudarte a recordar y recobrar la actitud correcta?
Simplemente tenemos que hacer lo que sea para que la cruz se convierta en nuestro estilo de
Vida.
Cuando ves pecado en tu vida, ¿tienes una actitud que dice, “estoy dispuesto a hacer lo
que sea para tener convicción, el deseo, el coraje y la fuerza de hacer lo que mi Señor y Salvador
ha hecho por mi”? ¿Hay algún pecado del que estés aferrado en lugar de aferrarte a la cruz de de
Jesús? Si es así, ¡confiésalo y clávalo en la cruz hoy mismo! Permite que la mujer de Jesús te inspire
y motive cada día a morir al pecado por otros.

Si de verdad somos agradecidos, tomaremos acción y comenzaremos a vivir cada día al pie
de la cruz. Querremos vivir con Él, como Él y para Él. Cuando decidimos vivir la cruz en toda su
magnitud, sólo encontraremos victorias.

CAROL McGUIRK
Boston, EE.UU.

Para mas estudio:


1 Corintios 15:31;
Romanos 6:15-23,
8:5-17;
Hebreos 3:12-13;
Hechos 2:42-47;
Filipenses 1:27;
Salmo 145:2

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Día 14
SUFRIMIENTO
¿Problema o posibilidad?

“Cuando lo insultaban, no contestaba con insultos; cuando lo hacían sufrir, no


amenazaba, sino que se encomendaba a Dios, que juzga con rectitud.” (1 Pedro 2:23)

“Pero después que ustedes hayan sufrido por un poco de tiempo, Dios los hará perfectos,
firmes y fuertes y seguros. Es el mismo Dios que en su gran amor nos ha llamado a tener parte
en su gloria eterna en unión con Jesucristo.”(1 Pedro 5:10)

Para nosotros el sufrimiento es un problema. No nos gusta. Tenemos la dificultad al tratar


de entenderlo. Intentamos evitar a toda costa. Pero Jesús sufrió. El autor y refinador de nuestra fe
soporto que lo rechazaran, y lo escupieran, y le pusieran una corona de espinas. Sufrió abandono,
e insultos, acusaciones falsas, burlas, y la desgracias de la muerte en la cruz. A través de todo esto,
Dios estaba trabajando. En sufrimiento, Jesús era pulido para el trabajo de salvación que Dios
había enviado a hace. El sufrimiento nos tienta. No sabemos cómo lidiar con él, pero Jesús sufrió
sin pecar. ¿Cómo? Manteniendo los ojos y el corazón en la meta, que es el cielo, y enfocándose
más en ayudar a otros que en el dolor que estaba sintiendo.
Jesús, por medio del sufrimiento, fue perfeccionado por su obediencia y sumisión a Dios.
En Getsemaní lo vemos luchar contra su propia voluntad, pero también lo vemos someter su
voluntad a Dios de manera triunfal (Mateo 26:36-46). Jesús fue perfectamente obediente, pero en
su lucha compartió su humanidad con nosotros; se hizo carne y sangre.
“Y como el mismo sufrió y fue puesto a prueba, ahora puede ayudar a los que también
son puestos a prueba” (Hebreos 2:18).

Nuestro Señor se compadeció de nuestras debilidades porque Él “…estuvo sometido a las


mismas pruebas que nosotros; solo que jamás peco” (Hebreos 5:15). A Jesús lo asesinaron, sin
causa alguna, hombres pecadores; pero su mente y su corazón estaban llenos de amor y libres de
odio y resentimiento. Una de las escrituras más increíbles de la Biblia se encuentra en Lucas 23:34
porque demuestra una respuesta espiritual y pura ante el sufrimiento infligido por hombres malos
“Jesús dijo; ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen’”.
Pudo soportar la carga de nuestros pecados y una muerte vergonzosa en la cruz
porque estaba seguro de lo que vendría después; el cielo. Pudo hacerlo porque sabía que “tendría
gozo y alegría” (Hebreos 12:2); la alegría de la resurrección y de su reunión con Dios. También
sabía que, por medio de su sufrimiento, abriría la puerta para que nosotros fuéramos al cielo con
él. Dios: “… voy a prepararles un lugar” (Juan 14:2).

“¿Por qué Dios me hace esto?”, “¿Esta situación, viene de Dios o de Satanás?”, “Si Dios es
un Dios tan amoroso, ¿Por qué permite que sufra tanto?”.

Gastamos demasiadas energías y perdemos demasiado tiempo haciéndonos preguntas


como éstas, preguntas que son incorrectas. La voluntad de Dios para la vida de Jesús fue difícil.
“…el Señor quiso oprimirlo con el sufrimiento” (Isaías 53:10), sin embargo, Jesús nunca se
molesto, ni se reveló, ni tuvo resentimiento contra Dios. Acepto la voluntad de Dios para su vida;
de igual manera tenemos que aceptar las cosas que nos pasan en la vida. No deberíamos
preocuparnos por responder con rectitud al sufrimiento, Jesús simplemente confió en Dios. No
sintió la necesidad de tratar de hacer que las cosas salieran como a Él le parecieran mejor.

“Si fuera mío todo el reino de la naturaleza, sería un regalo demasiado pequeño. Un amor tan increíble tan divino
exige mi alma, mi vida, mi todo.” ISAAC WATTS
SEGUNDA PARTE: ¡SIGANME!

“Hermanos míos, ustedes deben tenerse por muy dichosos cuando, se vean sometidos a
pruebas de toda clase” (Santiago 1:2). En muchas formas, el sufrimiento es doloroso cuando lo
experimentáramos. Sin embargo, tenemos que aprender a no huir de él, sino a recibirlo con
alegría sabiendo que es una oportunidad para el crecimiento y la madurez (Santiago 1:3-4).
También es una oportunidad para probar nuestra verdadera fe (1 Pedro 1:6). Cuando veo los
momentos difíciles de mi vida no querría volver a pasar por ellos, pero le agradezco a Dios por las
cosas buenas que aprendí por medio de las malas experiencias. Vivir con un padrastro alcohólico y
experimentar el temor, la violencia y el dolor de esa situación me enseño a tener compasión por
aquellos que están pasando por situaciones similares. Vivir la perdida de mi padre en manos del
cáncer fue una experiencia horrible, pero me enseño a ser solícita con quienes me rodean. Me
hizo ser más agradecida por mi familia espiritual y resulto que mi hermano adolescente se mudara
a vivir con nosotros y se hiciera un discípulo. Busca que puedes aprender del sufrimiento.
Agradece a Dios por las cosas buenas y las cosas malas que te ocurren. Permite que el sufrimiento
te entrene para parecerte más a Cristo, para ser más recto, como resultado de las cosas que te
están sucediendo. En otras palabras, si tienes que sufrir, asegúrate de que sea por algo: por ti y
por los demás.
¿Alguna vez has experimentado dolor físico, abuso, abandono, dolor emocional, engaño
por parte de un buen amigo, la pérdida de un ser amado, o persecución?, Bueno, Jesús también lo
experimentó. No sientas lastima de ti mismo. La pregunta es como reaccionaste entonces y como
vas a reaccionar ahora. Con cada problema, agradece a Dios y lucha por mantener la rectitud,
probando que tu fe es genuina. “Ustedes aman a Jesucristo, aunque no lo han visto; y ahora,
creyendo en él sin haberlo visto, se alegran con una alegría tan grande y gloriosa que no pueden
expresarla con palabras, porque están alcanzando la meta de su fe, que es la salvación” (1 Pedro
1:8-8). Jesus, por el gozo de saber lo que le esperaba, soporto la cruz. ¿Qué vas a soportar tu?

KELLY AMAYA
Ciudad de México, México

Para mas estudio:


Malaquías 1 y 3;
Romanos 5:1-5;
Filipenses 3:17:21;
4:10-20;
Hebreos 5:7-10, 10;
1 Pedro 4:121:9;

“Si fuera mío todo el reino de la naturaleza, sería un regalo demasiado pequeño. Un amor tan increíble tan divino
exige mi alma, mi vida, mi todo.” ISAAC WATTS
SEGUNDA PARTE: ¡SIGANME!

Día 15
SERVIR
Si el Rey es sirviente

“Pero Jesús los llamó, y les dijo: --Como ustedes saben, entre los paganos los jefes
gobiernan con tiranía a sus súbditos, y los grandes hacen sentir su autoridad sobre ellos. Pero
entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que entre ustedes quiera ser grande, deberá servir
a los demás; y el que entre ustedes quiera ser el primero, deberá ser su esclavo. Porque, del
mismo modo, el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida
en rescate por una multitud.” (Mateo 20:25-28)

Los reyes generalmente esperan que los traten como se trata a la realeza. Esperan vivir en
los mejores lugares y recibir el mejor servicio. Esperan que otros hagan lo que sea para satisfacer
sus necesidades. Pero el hijo de Dios, el Rey de Reyes, y Señor de Señores, se hace hombre y
habita entre nosotros y , sorprendentemente dice “…no vino para que le sirvan, sino para servir y
dar su vida en rescate por una multitud”. Lo que Jesús se merecía por derecho y lo que recibió
mientras estuvo aquí en la tierra fueron dos cosas completamente diferentes. Si observamos con
cuidado la vida de Jesús veremos una palabra que lo describe perfectamente: SIRVIENTE. El no se
veía a sí mismo de otra forma que no fuera como un sirviente, un esclavo de Dios en nombre del
hombre. Jesús no resintió ni resistió su papel. Humilde y ansiosamente dio su vida por los demás.
Cundo veía a las personas se veía abrumado no por sus necesidades ni deseos, sino por la
compasión y el deseo de ayudarlos. No las veía como una carga. Por el contrario, vio sus cargas de
pecado y culpa y se hizo sirviente a permitir que fuera sacrificado por su pecado. Pago el mayor de
los precios a poner nuestras necesidades antes que las suyas.

El final de la vida de Jesús como un sirviente llego cuando entrego su vida en la Cruz. La
necesidad mas importe y desesperada que tenía el hombre era la del perdón y la expiación. Como
sirviente, “se humillo así mismo haciendo obediente hasta la muerte, hasta en la muerte en la
Cruz” (Filipenses 2:8). Se tomo la mayor humildad y entrega para que el se redimiera a la muerte
más cruel. Pero Jesús, como sirviente, estaba consumido en el deseo de complacer a su amo y de
cumplir el deseo de Dios de reconciliar a la humanidad consigo mismo. Oro en Getsemaní “…pero
que no se haga mi voluntad sino la tuya”. Su corazón de negación propia se muestra vívidamente
en las gotas de sangre que sudo cuando estaba en extrema angustia. Sufrió más de lo que es
humanamente imaginablemente al enfrentar su tortuosa muerte, entendiendo las implicaciones
físicas y espirituales de las Cruz. Es por eso por lo que “Dios le dio el más alto honor y el mas
excelente de todos los nombres, para que, ante ese nombre concedido a Jesús, doblen todos las
rodillas en el cielo, en la tierra, y por debajo de la tierra, y todos reconozcan que Jesucristo es
Señor para la gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:9-11).

Cuando pienso en las personas que han tenido el mayor impacto en mi vida, y quienes han
sido la causa de que mi corazón cambie y se suavice, pienso en quienes me han servido.
Inmediatamente viene a la memoria mi madre cuando recuerdo todas las veces que me cuido
cuando era pequeño. Durante años, desde los 7 hasta los 10, solía despertarme a medio noche con
un fuerte dolor en las piernas porque mis huesos estaban creciendo. Era muy doloroso y lloraba y
gemía. Mama me cargaba, me llevaba al baño, llenaba la bañera con agua tibia y me flotaban las
piernas en el agua. Me cantaba y me amaba tiernamente; nunca se quejo de no poder dormir por
mi culpa. Me sirvió de maneras incontables y se negó a sí misma por cubrir mis necesidades. Me
siente muy conmovida cuando pienso en todo lo que sacrifico por mí por amarme.

“Si fuera mío todo el reino de la naturaleza, sería un regalo demasiado pequeño. Un amor tan increíble tan divino
exige mi alma, mi vida, mi todo.” ISAAC WATTS
SEGUNDA PARTE: ¡SIGANME!

Nada mueve más el corazón del ser humano que alguien que pone la necesidad de otro
por encima de la suya y le sirve voluntariamente. Es una forma rara y preciosa de expresar amor.
Cuando Jesús lavo los pies de sus discípulos, mostrándoles todo su amor, se sintieron
sorprendidos, humillados y profundamente conmovidos. Luego El, así vez, les dijo que hicieran lo
mismo por los demás: ser sirvientes. Le estaba enseñando como tener impacto en los demás.

Jesús nos ha llamado a ti y a mí a parecernos a Él y a tener la misma actitud de servir a


otros. Es fácil servir a alguien a quien amas profundamente y quién te ha servido. ¿Pero qué hay
de tu enemigo? Cuando Jesús lavo los pies de sus discípulos tuvo para Judas el mismo corazón que
tuvo para los demás, aun sabiendo que Judas lo iba a traicionar. Su servicio no se limito a un grupo
o una clase. Era un sirviente de corazón. Por lo tanto, le era imposible no servir. Su verdadera
naturaleza era servir y negarse a sí mismo por el bien de otros.

Como discípulos de Jesucristo tenemos que vernos como sirvientes de todos: de nuestra
familia, de nuestros hermanos y hermanas, y de los perdidos. Jesús incluso dijo que su gente seria
aquella que hiciera actos de servicio a los “más humildes” entre nosotros (Mateo 25:40). Tal vez
disfrutamos sirviendo al líder o alguien de importancia, pero ¿también servimos de todo corazón a
los “más humildes”? en la cruz, Jesús fue el sirviente de todos.

También encuentro que es más fácil servir a alguien cuando planeo hacerlo o cuando es
conveniente. Pero mi corazón se revela cuando inesperadamente me pida que sirva,
interrumpiendo mi itinerario. ¿Considero entonces que es un privilegio y un honor cumplir con mi
papel de sirviente? Cuando esas sorpresas suceden, ¿es claro que el servir está en mi naturaleza?

Si el Rey es un sirviente, ¿Qué significa eso para el resto de nosotros? Capturemos el


corazón de Jesús y volvámonos sirvientes en el verdadero sentido de la palabra, deseando ser
“…una ofrenda viva, santa y agradable a Dios” (Romanos 12:1).

MARIA ROGERS
Boston, EE.UU.

Para mas estudio:


Mateo 20:20-28,
25:31-46,
Juan 21:1-14
Romanos 15:1-4

“Si fuera mío todo el reino de la naturaleza, sería un regalo demasiado pequeño. Un amor tan increíble tan divino
exige mi alma, mi vida, mi todo.” ISAAC WATTS
SEGUNDA PARTE: ¡SIGANME!

DIA 16
SERVIR
La sorpresa de servir

“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús: Él, siendo en
forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí
mismo, tomó la forma de siervo y se hizo semejante a los hombres. Más aún, hallándose en la
condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de
cruz.” (Filipenses 2:5-8)

Jesús tenía tal actitud hacia el salvar al mundo de su pecado que, a pesar de ser divino, se
hizo humano; que a pesar de ser el más grande, se hizo el más pequeño; que a pesar de ser rey, se
hizo siervo. Jesús tomo la forma de un siervo no para ocultar quien era Dios, sino para revelarlo.

Si Jesús no se hubiera hecho primero un sirviente, no habría podido convertirse en nuestro


poderoso salvador por medio de la muerte en la cruz. Existían dos tipos de sirvientes en el mundo
bíblico. Uno era el tipo de sirviente conocido como sirviente contratado, que tenia ciertos
derechos (vean Génesis 29:15-30). El otro era el esclavo que no tenia derechos, no recibía un
salario, no tenia voz y era propiedad del amo (Vean Lucas 17:7-10). Había varias circunstancias por
las cuales un judío podía ser reducido a la condición de esclavo. Estas incluían: robo, no poder
restituir algo, pobreza, o perder la propiedad hipotecada teniendo la necesidad de venderse a si
mismo. En tal estado, estas personas se convertían en los “don nadie” de la sociedad judía y eran
los más despreciados de todos. Este fue el tipo de sirviente en el que Jesús voluntariamente
decidió convertirse, según Filipenses 2, abriéndonos el camino hacia su obra en el Gólgota. Jesús
pudo tolerar la vergüenza de la cruz porque primero se había reducido a la nada, tomando la
forma de sirviente, por nosotros.

Su voluntad de convertirse en sirviente y su voluntad de ir a la cruz salieron del mismo


corazón. Como esclavo su motivación era o obedecer a Dios y satisfacer la mayor necesidad del
hombre. Si, en la cruz había dolor, agonía y soledad; pero en la cruz él cumpliría su deseo mas
profundo y su mayor sentido de obligación. En la cruz habría una victoria porque en su corazón era
un siervo y lo único que quería era servir.

Recientemente me rete a buscar la forma de convertirme en un discípulo de Jesús muchos


más fuerte. Estudiando las Escrituras encontré muchas aéreas en las que necesitaba, de manera
más profunda y consistente, convertirme en nadie. Encontré que me había acostumbrado mas
hacerme alguien que a hacerme nadie.

Empecé a darme cuenta de que, si iba a convertirme en nadie en un gran número de


aéreas, la transformación en mi carácter tendría que estar precedida por el sufrimiento. Seria
doloroso dormir menos, asumir más responsabilidades, ocuparme menos de mis propias
necesidades e intereses, y ser más humilde hacia los demás. El reto, me di cuenta, no era
simplemente soportar este proceso, sino soportarlo con una gran actitud. Isaías 53:11 dice,
refiriéndose a la muerte de Jesús en la cruz, “Después de tanta aflicción vería la luz, y quedara
satisfecho al saberlo; el justo siervo del Señor liberara a muchos, pues cargara con la maldad de
ellos.” Jesús entendió que convirtiéndose en un sirviente y realizando el trabajo de un sirviente
estaría completamente satisfecho. Esa idea seguramente lo motivo a servir y también debe ayudar
a motivarte a ti y a motivarme a mí también.

“Si fuera mío todo el reino de la naturaleza, sería un regalo demasiado pequeño. Un amor tan increíble tan divino
exige mi alma, mi vida, mi todo.” ISAAC WATTS
SEGUNDA PARTE: ¡SIGANME!

Jesús hace claro que el grado de verdadera grandeza en su Reino se determina por el
grado hasta el cual uno de ha vuelto esclavo (Marcos 10:35-44). ¿Escuchamos eso? Esta grandeza
no viene a través de la autoexaltacion sino a través de la autonegacion, siendo Dios quien nos
exalta a la verdadera grandeza. ¿Creemos esto profundamente? ¿Eres un sirviente en tu trabajo?
¿Eres un sirviente en casa? ¿Se te conoce como un sirviente entre los discípulos? ¿Acuden los
demás a ti porque saben que tienes el corazón de servir?

Encontramos al mismo Jesús liderándonos en esta área:”… y presentándose como un hombre


cualquiera, se humillo a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, hasta la muerte en la
cruz. Por eso Dios le dio el más alto honor y el mas excelente de todos los hombres…” (Filipenses
7b-9). La Biblia dice que no le fue dado cualquier lugar, ¡sino el más alto! Dios quiere que
aspiremos a la grandeza en su Reino, pero quiere que sepamos que el camino a la grandeza
recorre el valle de la servidumbre. Olvidémonos de subir por la escalera del éxito y enfoquémonos
en descender por la escalera, hasta que lleguemos a la posición de sirviente.

DOUG WEBBER
Los Ángeles, EE.UU.

Para mas estudio:


Isaías 52:13-53;
Mateo 10:24-25;
Gálatas 4:13-15;
Santiago 1:9-11;
1Pedro 4:7-11, 5:2-4

“Si fuera mío todo el reino de la naturaleza, sería un regalo demasiado pequeño. Un amor tan increíble tan divino
exige mi alma, mi vida, mi todo.” ISAAC WATTS
SEGUNDA PARTE: ¡SIGANME!

Día 17
DETERMINACION
Perseverando

“Cuando ya se acercaba el tiempo en que Jesús había de subir al cielo, emprendió con
valor su viaje a Jerusalén.” (Lucas 9:51)

No es tan difícil comenzara, pero se requiere carácter para terminarlo. Cuando pensamos
en Jesús, encontramos ese tipo de carácter. El siguió adelante frente al gran dolor y a la oposición.
Se negó a detenerse hasta no completar su tarea, Jesús tenía una misión: salvar a los hombres y a
las mujeres de sus pecados, y estaba decido a completar su misión. ¡Alabado sea Dios!
Pero ¿Qué le tomo alcanzar su meta? Nada menos que la muerte en una cruz, en un
tiradero de basura a las afueras de Jerusalén. Tenía que estar decidido.
Como era el Hijo de Dios, nuestra primera impresión es que su rumbo por la vida fue muy
fácil. Un vistazo más cercano nos muestra al mayor de todos los héroes. Su carácter y su fuerza se
enfocaban en lo que tenía que soportar y sobrellevar mientras vivía su vida e iba a su última
prueba: la cruz.
Jesús era Dios y, sin embargo, era también un hombre. “Porque toda la plenitud de Dios
se encuentra visiblemente en Cristo…” (Colosenses 2:9). Solo tenemos vistazo de la vida de Jesús a
través de los evangelios. “Jesús hizo muchas otras cosas; tantas que, si se escribieran una por
una, creo que en todo el mundo no cabrían los libros que podrían escribirse” (Juan 21:25). Pero lo
que tenemos es suficiente para demostrarnos que Jesús era como tú y como yo. Todos los día
luchaba con las tentaciones, a veces llamadas “presiones de la vida”, pero bíblicamente descritas
como “las maquinaciones del diablo”. La mucha era real pero rendirse resultaba inconcebible. En
Hebreos 4:15 la Biblia dice: “Pues nuestro Sumo Sacerdote puede compadecerse de nuestra
debilidad, porque el también estuvo sometido a las mismas pruebas que nosotros; solo que él
jamás peco”. Lo enfrento todo. Con discípulos lentos pudo haberse impacientado. Pudo ser
egoísta después de un largo y arduo viaje. Y, sin embargo, nunca se rindió.
¿Cómo pudo mantenerse enfocado y determinado? Hebreos 5:7 nos da la pista: “Mientras
Cristo estuvo viviendo aquí en el mundo, con voz fuerte y muchas lagrimas oró y suplicó a Dios,
que tenía el poder para librarlo de la muerte; y por su obediencia, Dios lo escuchó”.
Profundamente, en su relación con Dios, Jesús derramo lágrimas por los perdidos, por las personas
que conoció y sano, por sus discípulos que necesitaban permanecer fieles, por su familia que
pensó que estaba loco, y por los niños y el futuro que les esperaba sin Él. Con fuertes gritos le
pidió a Dios que lo ayudara a permanecer fiel a todos ellos. Sabiendo que Dios escuchaba sus
gritos y veía sus lagrimas, consiguió la victoria sobre el desanimo, la ansiedad, la duda y la soledad.
A veces no tenía a nadie más que a Dios. Pero era suficiente; para mantenerlo alejado del pecado
y para darle fuerza para soportar la cruz.
Cuando estudie la Biblia por primera vez y considere hacerme un discípulo, entendí cuán
importante era contar el costo del discipulado. Escuche a Jesús en Lucas 14:28-30 y supe que él
estaba asegurándose de que yo tuviera fe, y el corazón y la convicción de terminar lo que habría
de comenzar, y a mantenerlo como Señor de mi Vida sin importar lo que pasara, Jesús sabía que si
no estábamos decididos y determinados a seguirlo, no duraríamos. Al igual que un matrimonio, la
vida con Jesús debe comenzar con una decisión irrevocable y un compromiso para toda la vida.
Debemos poner nuestras manos en el arado y nunca ver hacia atrás. Debemos ver sus sueños para
nuestras vidas y luego seguirlos, con fuego en nuestra mirada.
Pero esa decisión inicial debe renovarse y refrescarse. Al igual que Jesús, necesitamos
momentos cuando saquemos a la luz nuestras dudas, temores, ansiedades y soledad, y resolvamos

“Si fuera mío todo el reino de la naturaleza, sería un regalo demasiado pequeño. Un amor tan increíble tan divino
exige mi alma, mi vida, mi todo.” ISAAC WATTS
SEGUNDA PARTE: ¡SIGANME!

estos asuntos con determinación. Al igual que Jesús, necesitamos tener momentos con Dios en los
que abrimos nuestro corazón y nuestras emociones, momentos en los que Él ve nuestras lagrimas
y oye nuestros gritos. En la parábola del sembrador, Jesús hablo de aquellos que inicialmente
aceptan el mensaje pero se distraen con las preocupaciones, las ilusiones y los placeres de la vida.
La distracción, que se ve engañosamente inocente, es desastrosa porque es el polo opuesto a la
determinación. Las personas distraídas no parecen inclinarse hacia el mal, pero ¿Qué pueden
lograr? Solo la comunión con el cielo nos dará la perspectiva para permanecer enfocados y
determinados en la tierra.
A veces preocupados por nuestra falta de efectividad, nos enfocamos en lo que
deberíamos estar haciendo, pero descuidamos nuestra relación con Dios. El resultado es también
devastador porque comenzamos a depender de nuestro propio poder y eso hace que nos
sintamos vacios y abrumados (que no es precisamente la fórmula para perseverar con alegría).
Seguramente hay algunas cosas que te has propuesto lograr en tu vida. Querías tanto
alcanzar algo que no ibas a permitir que anda te impidiera conseguirlo. Infortunadamente, no
todas las cosas que quisiste hacer eran correctas, pero en retrospectiva puedes ver una imagen de
determinación. Ahora, ve tras la voluntad de Dios, con la misma determinación y el mismo fuego
en la mirada. Acepta que va a haber obstáculos dentro y fuera, pero toma la decisión de, al igual
que Jesús, comenzar tu objetivo.

JIMMY ROGERS
Boston, EE.UU.

Para más estudio:


Lucas 13:32;
1 Corintios 15:58;
2 Corintios 4:7-12;
16-18;
Filipenses 3:12-14;
2 Timoteo 4:7-8.

“Si fuera mío todo el reino de la naturaleza, sería un regalo demasiado pequeño. Un amor tan increíble tan divino
exige mi alma, mi vida, mi todo.” ISAAC WATTS
SEGUNDA PARTE: ¡SIGANME!

Día 18
PERSECUSION
Maltrato pero no miseria

“Fijemos nuestra mirada en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la


perfecciona. Jesús soportó la cruz, sin hacer caso de lo vergonzoso de esa muerte, porque sabía
que después del sufrimiento tendría gozo y alegría; y se sentó a la derecha del trono de Dios. Por
lo tanto, mediten en el ejemplo de Jesús, que sufrió tanta contradicción de parte de los
pecadores; por eso, no se cansen ni se desanimen” (Hebreos 12:2-3)

Lo golpearon, lo torturaron, lo escupieron, lo abofetearon, se burlaron de él, mintieron


sobre él, le dieron puños. Lo ridiculizaron. La persecución: en la cruz, Jesús, lo enfrento todo.
Tormento físico y emocional; los soporto todo incluso la vergüenza. Lo más increíble: lo enfrento
por el gozo que le esperaba y se mantuvo enfocado en esa alegría. Entre las lecciones que
aprendemos al pie de la cruz se encuentran algunas que nos ayudan poderosamente con nuestra
actitud hacia la persecución. Primero vemos con claridad que no existe una forma lo
suficientemente sabia, correcta o amorosa para evitar la persecución. La cruz fue el clímax de la
persecución. Durante toda su vida la enfrento a diario de parte de las autoridades del gobierno, las
autoridades religiosas, y hasta los miembros de su propia familia. Jesús les dijo una vez a sus
hermanos biológicos; “los que son del mundo no pueden odiarlos a ustedes a ustedes; pero a mi
me odian, porque yo hago ver claramente que lo que hacen es malo” (Juan 7:7). La cruz nos
recuerda la reacción del mundo ante la verdad. No podemos seguir a Jesús y no obtener la misma
reacción. “Es cierto que los que quieren llevar una vida piadosa con Cristo Jesús sufrirán
persecución” (Timoteo 3:12)
Pero en Jesús veremos más que lo inevitable e la persecución; vemos como responder a
ella. Nunca vemos en él una pieza de vergüenza o autocompasión. 1 Pedro 2:21 nos llama a seguir
a Jesús y su ejemplo en la cruz y en los versículos 22:23 se describe la actitud que tuvo: “Cuando lo
insultaban no contestaba con insultos; cuando lo hacían sufrir, no amenazaba sino que se
encomendaba a Dios que juzga con rectitud”. La persecución solo saco a relucir lo mejor de Él.
Ausencia de malicia: sí, mientras soportaba la oposición, Jesús también mantuvo su
preocupación bondadosa por quienes estaban a su alrededor. Cuando los lideres religiosos se
estaban burlando de Él, las personas lo están insultando y hasta cuando los ladrones que
crucificaron con él “lo insultaban” (Mateo 27:44), él le pidió a Dios: “padre perdónalos porque no
saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Jesús se tomo el tiempo para reconocer y perdonar a uno de
los ladrones que crucificaron a su lado cuando le dijo “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el
paraíso” (Lucas 23:43). Jesús se preocupo por su madre cuando la vio y la dejo al cuidado del
apóstol Juan (Juan 19:27)
Pero ¿Cómo pudo soportar los ataques crueles y viciosos con tanta gracia? “…se
encomendaba a Dios que juzga con rectitud” (Pedro 2:23) y mantuvo su enfoque en la alegría que
sería suya (Hebreos 12:2). Estos hombres no sabían lo que estaban haciendo, pero Dios sí. Estos
hombres no estaban en control, pero Dios sí, estos hombres no ganarían, pero Dios sí. Tal
confianza es la clave para soportar en medio del ataque
En la parábola del sembrador (Mateo 13:21), Jesús, nos dice que una de las pruebas que
tendremos que enfrentar es la persecución. Las personas que no tienen raíces “..No se mantienen
firmes; cuando por causa del mensaje sufren pruebas o persecuciones fallan”. La persecución
expone nuestros corazones. El corazón con una raíz profunda en la Palabra de Dios será, de hecho,
reforzado y no debilitado por la persecución.

“Si fuera mío todo el reino de la naturaleza, sería un regalo demasiado pequeño. Un amor tan increíble tan divino
exige mi alma, mi vida, mi todo.” ISAAC WATTS
SEGUNDA PARTE: ¡SIGANME!

¿Cuál es nuestra actitud cuando nos vemos frente a un reportaje negativo en los medios
de comunicación, cuando nos ponen sobrenombres, o nos privan de alguna oportunidad debido a
nuestra fe? ¿Cómo respondemos cuando nuestra familia nos rechaza? ¿Cuándo nos retiramos?
¿Sentimos lastima de nosotros mismos? ¿Cómo nos sentimos hacia quienes nos persiguen?
Tenemos que aprender a responder como lo hizo Jesús, con amor y preocupación por los demás y
una profunda confianza en la voluntad del Padre.
Cuando tenía dos días de cristiana, el director de actividades estudiantiles de mi escuela
me llamo a su oficina y comenzó a advertirme acerca de la iglesia de la cual acababa de hacerme
miembro. Sentada en su oficina ese día tuve la oportunidad de elegir como iba a reaccionar: con
pánico y emociones o con confianza en Dios y fuerzas. Elegí confiar en Él y tener fuerzas, y Dios no
me fallo.
Más tarde, ese mismo día, mi consejero había arruinado mi carrera y mi reputación en la
universidad. Una vez más tenía que escoger. Recuerdo haber sentido como si Dios se hubiera
inclinado y me hubiera abrazado como a un bebe en la fe. Decidí dejar que la difícil situación me
acercara más a Dios y no permitir que el espíritu de la duda entrara en mi corazón. Más tarde, ese
mismo año, algunos de mis mejores amigos hicieron una pequeña obra de teatro en el espectáculo
de la escuela, en la que se burlaban de mí y de mis charlas bíblicas. Sentada entre la audiencia, me
sentí herida y sorprendida, y tuve que batallar para tener amor y compasión por mis amigos. Me
quede sentada allí y ore porque algún día entendieran la verdad.
A partir de ese desafiante comienzo las cosas se han vuelto más intensas, pero la lección
que aprendí en mis primeros meses como cristiana fue una que jamás olvidare; cuando te traten
mal, acércate más a Dios. Solo con su ayuda y su fuerza podemos responder como Jesús. Si las
raíces de nuestro corazón crecen profundamente en la Palabra de Dios, la persecución solo hará
que lo mejor de nosotros salga a relucir.

LAURIE TRANCHELL
Boston, EE.UU.

Para mas estudio:


Mateo 5:1-12;
13:1-23;
Romanos 8:28-39;
2 Timoteo 3:10-17.

“Si fuera mío todo el reino de la naturaleza, sería un regalo demasiado pequeño. Un amor tan increíble tan divino
exige mi alma, mi vida, mi todo.” ISAAC WATTS
SEGUNDA PARTE: ¡SIGANME!

Día 19
EL MUNDO LABORAL
Impacto duradero

“Por lo tanto, ya que ustedes han sido resucitados con Cristo, busquen las cosas del cielo,
donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Piensen en las cosas del cielo, no en las de la
Tierra. Pues ustedes murieron, y Dios les tiene reservado el vivir con Cristo.” (Colosenses 3:1-39

Desde el momento en que nacemos somos inundados por las influencias de las cosas
terrenales. El periódico, la televisión, la escuela, el trabajo; todos encargados de hacernos suyos
por medio del adoctrinamiento masivo. Desde muy pequeños aprendemos las cosas del mundo
que debemos lograr; fama, fortuna y bienes materiales. Nos “robotizamos” con respuestas
programadas para complacer a nuestros mentores terrenales en la escuela, el trabajo y en los
juegos. Dentro de nuestro carácter se teje, de manera consciente o inconsciente, un “sistema de
valores”.
Pero en la cruz, Jesús rechazaba todo lo que hemos aprendido y todo lo que el mundo dice
que es valioso. Nos muestra un forma totalmente diferente y nos da una opción. Pone el énfasis
en el servicio, en el sacrificio y el poder espiritual. Tal vez no haya un reto mayor para un discípulo
que vivir este mensaje radical de Jesús en nuestro lugar de trabajo.
Antes de que decidas que Jesús no entiende el mundo de alta presión y alto poder que
esta allá afuera, da otro vistazo. Sus conexiones estañan en los lugares más altos (Juan 1.19; su
habilidad para mover las masas no tenia paralelo (Mateo 7:28), y su comprensión de lo que se
necesita para tener éxito era muy clara y sin vacilaciones (Juan 12.23-24). Constantemente lo
presionaban fuerzas intimidantes para que se comprometiera o renunciara, pero se mantuvo en su
tarea hasta que estuvo totalmente terminada (Juan 19:30). Incluso la cruz, que era una señal de
fracaso para todos los que estaban as su alrededor, se convirtió en una victoria sin igual (tal y
como él lo había planeado y por lo que había orado). Cuando Él habla tenemos razones para
escuchar.
Llevar la cruz al lugar de trabajo comienza desde que nos levantamos cada día, y con
entender quienes somos. Hemos recibido la mayor promoción que jamás podremos tener. Porque
Él murió por nosotros, tenemos una posición en Cristo, una posición más importante que cualquier
otra que pueda hallarse en alguna “carrera de ensueño”. No, nuestra gran habilidad y gran
rendimiento no nos trajeron hasta aquí, pero, a pesar de todo, estamos aquí, gracias a Dios. ¿en
qué otro trabajo puedes encontrar seguridad eterna y beneficios limitados?
Porque tenemos la “mejor conexión” podemos “pensar en las cosas del cielo”. El
ambiente de trabajo generalmente estimula las cosas terrenales como la ambición egoísta, la
codicia, la malicia, la mentira, los celos, la lujuria, la inmoralidad sexual y cosas así. Una cosa es
dejar de cometer estos pecados y otra muy distinta es no tenerlos en tu corazón.
Preparar el corazón es como fraguar las bases en concreto. ¿Alguna vez has arremetido
contra unas bases que están puestas? No pueden moverse. De igual forma, cuando las influencias
terrenales arremetan contra tu corazón, debes concentrarte en las cosas del cielo, siempre
enfocado, sin desviarte de tu compromiso de servir a Dios.
Muchos de nosotros pasamos más tiempo en el trabajo que en cualquier otro lugar. Si no
vivimos la cruz aquí, ¿Cómo podemos vivirla en otras situaciones? A menudo las pruebas son
grandes, pero el mensaje de la cruz es mucho más poderoso.
En Wall Street, el reto más grande que tuve que enfrentar fue mantener siempre mi
convicción por encima de todo. Fui entrenado para hacer lo que fuera necesario con tal de lograr
mi objetivo. En el mundo solo me limitaba por lo que se podría ver mal si me atrapaban. Ser

“Si fuera mío todo el reino de la naturaleza, sería un regalo demasiado pequeño. Un amor tan increíble tan divino
exige mi alma, mi vida, mi todo.” ISAAC WATTS
SEGUNDA PARTE: ¡SIGANME!

crucificado por Cristo significo un cambio radical. Por ejemplo, a menudo, “disfrazaba la verdad”
para hacer dinero con las ventas. Tuve que identificar esto como pecado de la mentira. Entender
que era un mentiroso me resulto mucho mas difícil que pensar que era un “manipulador de la
verdad”, pero esto fue solo el principio. Ahora tenía que odiar las mentiras. Mi primera reacción
fue “¿pero cómo voy a producir tanto dinero si solo hago una venta honesta?”. Esta lucha requirió
que desarrollara la misma confianza que Jesús tenía en la habilidad de Dios para salvarlo de la
muerte. Poner mi mente en las cosas del cielo significo tener la fe de que Dios me iba a hacer mas
exitoso si era fiel al mensaje de su Hijo. No podía desear ganancias terrenales ni premios
materiales. Tuve que aprender a desear los premios que vienen del cielo.
Otro reto lo constituye el compromiso del tiempo. Resulta muy fácil dejarse atrapar por el
trabajo, y esos es definitivamente lo que algunos empleadores esperan. Si bien cada discípulo
tiene que trabajar duro, la pregunta es, ¿estamos trabajando para glorificar a Dios o para
exaltarnos a nosotros mismos? “todo lo que hagan háganlo de buena gana, como si estuvieran
sirviendo al Señor y no a los hombres” (Colosenses 3:23). Trabajar para obtener una promoción,
para ganar, mas dinero, o posesiones materiales, es trabajar para lograr objetivos terrenales. Si
obtienes estas cosas, agradécelo a Dios. ¿Pero cuál es la motivación de tu corazón? Esto puede
probarse fácilmente cuando consideras si estarías dispuesto a renunciar a ella. Piensa en la
historia del joven rico (Mateo 19:16-30). ¿Por qué pasas tanto tiempo en el trabajo? ¿´para
complacer a tu jefe, a ti mismo o a Dios?
Como discípulos, nuestras vidas están escondidas con Cristo, pero las presiones del trabajo
pueden llevarnos a comprometer nuestros valores. En un ambiente de malas palabras, chistes
subidos de tono, pensamiento negativo constante, viajes fuera de la ciudad, y la tentación de la
inmoralidad sexual, la única forma de sobrevivir es refugiándonos en Cristo y no tolerar el pecado
escondido. Si nuestros pensamientos están en las cosas del cielo, no solo sobreviremos sino que
triunfaremos.
Cuando llegan los retos más difíciles y cuando ser un discípulo resulta demasiado radical,
solo recuerda que la única persona importante es Jesús. Todas nuestras otras conexiones son
secundarias. Él es el “Ejecutivo Principal”. Si Jesús tuvo que morir, tú también tendrás que hacerlo.
¿Cuándo puede ser más importante nuestro trabajo temporal en la tierra que Jesús y las cosas
eternas en el cielo? Si comprometemos la cruz en el trabajo, ¿Cómo podremos conquistar el
mundo?

DANIEL H. BATHON. JR.


Boston, EE.UU.

Para mas estudio;


Daniel 1, 4:19-37;
Mateo 23.1-12;
Filipenses 1:27;
Colosenses 3:22-25;
Santiago 2:1-13;
3:13-18.

“Si fuera mío todo el reino de la naturaleza, sería un regalo demasiado pequeño. Un amor tan increíble tan divino
exige mi alma, mi vida, mi todo.” ISAAC WATTS
SEGUNDA PARTE: ¡SIGANME!

Día 20
EN LA FAMILIA
No solo para adultos

“Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, y la hermana de su madre, María, esposa de


Cleofás, y María Magdalena. Cuando Jesús vio a su madre, y junto a ella al discípulo a quien él
quería mucho, dijo a su madre: --Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego le dijo al discípulo:--Ahí tienes
a tu madre. Desde entonces, ese discípulo la recibió en su casa.” (Juan 19:25-27)

Que escena tan horrible la que tuvo que ver María, y cómo debe habérsele roto el
corazón. Ponte en su lugar al pie de esa cruz en la cual están crucificando a su hijo Jesús. Siente su
avasalladora tristeza, su pena, su angustia. Tal vez se acordó de las palabras que Simeón, el
anciano sacerdote, le dijera 33 años antes cuando presento al recién nacido en el templo: “… pero
todo esto va a ser para ti como una espada que atraviese tu propia alma” (Lucas 2:35). Imagínate
a tu primer hijo, un precioso regalo de Dios, siendo torturado de esta forma. Siente el dolor, la
devastación, tal vez hasta la desesperación que María debe haber sentido
Sin embargo, incluso desde la cruz, Jesús mostro su preocupación por su madre. Eso tenía
que ayudar. Pero ¿Por qué no la protegió de toda la experiencia? ¿Por qué no utilizo su poder para
asegurarse de que no tuviera que presenciar tal cosa y sentir ese dolor? Jesús no sólo estaba
dispuesto a sufrir toda la experiencia desoladora de la cruz, sino que estaba dispuesto a que su
madre la sufriera con él. ¿Por qué? Porque su madre, como el resto del mundo, necesitaba ser
salvada. Porque su madre, como todos nosotros, necesitaba entender el alto precio de la
salvación. Porque su madre, como discípula de Jesús, necesitaba entender hasta donde debemos
estar dispuestos a llegar para la salvación de otro.
La relación de Jesús y maría recuerda que ninguna relación es un fin en sí misma y que
ninguna relación está exenta del costo del discipulado. Esos lazos son muy especiales. Traen
buenos sentimientos al corazón. Pero debemos olvidar que tienen un propósito mucho más alto.
Desde el misterio de una virgen dando a luz hasta la brutal escena del Calvario, Dios estuvo
trabajando en esta relación para llevar a cabo su objetivo. Una vez que pasara la crucifixión, María
seria una mujer de convicciones más fuertes, con una profunda comprensión de lo que significa
llevar en nuestros cuerpos la muerte de Jesús (2 Corintios 4:10).
Al pie de la cruz aprendemos una lección vital: las familias son para Dios. Existen para su
propósito y planes.
En la cruz, Jesús y su madre nos enseñan que el objetivo final de nuestras familias no debe
ser la habilidad educativa, el éxito deportivo o la felicidad del mundo, sino una relación eterna con
Dios. La cruz nos llama a entregar nuestras vidas para nuestros esposos, nuestras esposas y
nuestros hijos no solo sean salvos, sino que además aprendan a entregar sus vidas para que otros
puedan pasar la eternidad con Dios.
Ser un padre cristiano no significa que vas a tratar de liberar a tus hijos de la cruz; quiere
decir que vas a enseñarles como subirse a ella. ¿Les enseñas a tus hijos que Dios tiene un plan para
sus vidas? ¿Ven que te sacrificas para llevarlos a la salvación? ¿Ven que sacrificas tu tiempo, tus
deseos del mundo, tu dinero, tu sueño, todo por los perdidos?
Hace algún tiempo tuve que programar dos estudios bíblicos con dos amigas no-cristianas
durante el tiempo que generalmente paso con mis hijos. Antes de dejarlos con la niñera, me
disculpe con ellos por esto. Tanto mi hijo D. H., que tiene nueve años como mi hija Grace, que
tiene ocho, dijeron: “está bien mami. Sabemos que lo que estás haciendo por Dios”. Habiéndome
sentido tan culpable y dividida, luego tenia lagrimas en los ojos. Su respuesta también le enseño a
su hermana de cuatro años el corazón que tiene para Dios.

“Si fuera mío todo el reino de la naturaleza, sería un regalo demasiado pequeño. Un amor tan increíble tan divino
exige mi alma, mi vida, mi todo.” ISAAC WATTS
SEGUNDA PARTE: ¡SIGANME!

Como padres, a menudo es mucho más difícil enseñar o pedirles a nuestros hijos que se
sacrifiquen, que sacrificarnos nosotros mismos. ¿Enseñas a tus hijos que tienen que sacrificarse?
¿Estás dispuesto a dejar que hagan sacrificios? ¿Estás aprendiendo de Jesús cuán valiosa es esta
cualidad y cuan recta es para todos nosotros?
¿Estás enseñando a tus hijos a sacrificar sus deseos del mundo como el de vengarse
cuando otros niños los molestan, los acosan o se burlan de ellos? Los niños pueden ser muy
crueles. Nuestros hijos ya van experimentando el dolor de que un “mejor amigo” les dé la espalda
y han soportado el incesante sarcasmo, las palabras poco amables y agresivas acerca de cómo
visten y como lucen. Dan y yo hemos tenido que luchar con nuestra reacción inicial de querer
proteger a nuestros hijos del mundo. Cuando algo les pasa, nuestra respuesta inmediata al dolor
que sienten nuestros hijos es protegerlos. Queremos correr a la escuela y “hablar” con el chico
malo, o incluso enseñar a nuestros hijos respuestas hirientes para dárselas a sus atormentadores.
¿Te tienta el querer que tus hijos respondan a otros chicos o que pongan a los “abusadores” en su
sitio? ¿O les estás enseñando lo que Jesús nos enseño:
“amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, bendigan, a quienes los
maldicen, oren por quienes los insulta” (Lucas 6:27-28)?
¿Oras con tus hijos para que amen a las personas que son malas con ellos o que los
hieren? ¿Siempre estas mirando el ejemplo de Jesús? ¿Estás pidiendo consejo de otros padres
cristianos sobre cómo puedes hacer que los “enemigos” de tus hijos se vuelvan sus amigos? ¿Les
estas enseñando a tus hijos a preocuparse hasta por las almas de sus enemigos?
¿Estás enseñando a tus hijos a sacrificar en ocasiones su sueño por Dios y estar felices,
gozosos y obedientes, incluso cuando están cansados? ¿O estas permitiendo, y hasta
promoviendo, que se rindan a sus deseos del mundo de buscar la comodidad, de ser inflexibles, o
de estar de mal humor cuando se encuentran cansados?
Como padres, estamos llamados por la cruz a sacrificarnos nosotros mismos y a pedirles a
nuestros hijos que se sacrifiquen. Ver el sacrificio de nuestros hijos por Dios puede ser doloroso,
pero es una lección que tienen que aprender.
Nos han confiado las almas de nuestros hijos. Y aunque una espada corte nuestra propia
alma, mantengámonos enfocados en la cruz. Para el mundo es una tontería, pero para nosotros,
que estamos en el camino de la salvación, es el poder de Dios.

JULIE BATHON
Boston, EE.UU.

Para mas estudio:


Génesis 22:1-19;
Deuteronomio 6:1-9;
1 Samuel 2:12-36;
Mateo 19:13-15;
Lucas 2:41-52.

“Si fuera mío todo el reino de la naturaleza, sería un regalo demasiado pequeño. Un amor tan increíble tan divino
exige mi alma, mi vida, mi todo.” ISAAC WATTS

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